Preparando los cimientos [Privado Pasado Baltazar-Flynn]

Una semana, una semana desde que Flynn llegó a esta isla, también hace poco más de una semana desde que se dio cuenta en medio del bote que le pidió prestado a su padre que la verdad no estaba capacitado o equipado para ir solo al mar ¿Quién lo hubiera dicho, eh? El apretó con algo de fuerza su bate de madera antes de suspirar y mirar a su alrededor. Ahora mismo se encontraba en un acampado, un tanto alejado del pueblo cercano, consistiendo de: Una fogata, tienda de campaña, una especie de techo de madera hecho de forma un tanto apresurada para protegerse las precipitaciones de la isla, el barco que había arrastrado desde la costa para que no se lo robaran, una carrito grande que anteriormente se encontró destruido al lado de un camino, obviamente ya reparado por él mismo, sobre el cual habían diversos muebles de madera, y un montón de madera que había recolectado del bosque que se encontraba a unos minutos a pie de su "casa" actual, por fortuna no se encontró con ninguna de las criaturas que le habían advertido los locales al hacerlo. El sol estaba empezando a levantarse, trayendo la mañana a todos los habitantes de la isla, las nubes en el cielo prometían lluvia más adelante en el día, el carpintero no pudo evitar suspirar. Apenas empezó su viaje y ya había hecho una pausa considerable en este, en retrospectiva el pensamiento de una sola persona sin conocimientos de navegación, con comida limitada, para más sin dinero a su nombre viajando sin rumbo claro no era el mejor de todos. Sea como fuere, debía concentrarse en su actual trabajo por un tiempo, mirando a los diversos muebles ordenados detrás suya sobre la carroza con cierto grado de orgullo. Le traía cierta validación el hecho de que pudiera usar los conocimientos aprendidos de su padre para así valerse la vida, realmente si quisiera podría quedarse aquí y vivir con total calma tan solo como un carpintero.
Recuerdos sobre las conversaciones con su amigo, sobre el sueño que prometió cumplir en su nombre, pasaron rápidamente por su cabeza, esto causo que mirara a su mano y de la misma empezara a aparecer cristal, en un principio tomó la forma de una esfera de tamaño considerable, y pronto la moldeo hasta hacerla una espada de cristal, soltó un suspiro antes de dejarla delicadamente en el suelo de su acampado.

-Me pregunto que es lo que Jacob haría con esta habilidad rara...

Sacudió su cabeza nuevamente, no importaba, el poder lo iba a usar él, debería estar preguntándose que es lo que él haría, mejores formas de utilizarlo, aprovechar lo versátil que es el poder crear un material y moldearlo al antojo, debía tener preparada una estrategia para defenderse de piratas, ya que no veía como es que no se encontraría con ellos en algún punto dentro de su viaje.
Se estiró un poco, esos asuntos podían esperar hasta la noche, ahora tenía que prepararse para lo que él esperaba sería otro día aburrido consistiendo de vender muebles, u ofrecer hacer reparaciones menores para así, con esperanza ganar suficientes berries para ser capaz de poder seguir su viaje pronto, quizá hasta podría contratar a un navegante que le permita explorar todo el North Blue. Para entonces es posible que se pueda colar con gente hábil que sea capaz de ir al Grand Line, ahí es donde su amigo decía que se escondían cosas sorprendentes, nunca antes vistas, y el se encargaría de encontrarlas. Tomó la carroza que llevaba todos los muebles que hizo anteriormente, partiendo hacia el pueblo a realizar negocios errantes, no es la mejor estrategia de mercado, pero es mejor que tener que pagar por una propiedad o hacerse "aprendiz" de algún otro carpintero del pueblo por quien sabe cuanto tiempo.

Un par de días habían pasado desde que Baltazar se había aventurado al mar. De la mano de unos mercaderes que habían incluido su pequeña isla natal en su ruta de viaje, Baltazar zarpó rumbo a Karakura. En mitad del trayecto el barco había sufrido inconvenientes debido a un inesperado encuentro con un arrecife que dañó el casco. El daño no era significante pero las insistencias del capitán habían llevado a una parada fuera de su ruta. A Baltazar esto no le importaba realmente, pues su búsqueda podría empezar en cualquier lugar donde encontrará una pista del paradero de su maestro.

La isla a la que se dirigian se llamaba Hallstat. Poco sabía Baltazar de esta isla más allá de su ubicación, pues raros eran los encargos que alguna vez le habían llevado allí en el pasado.

-Ojalá haya un buen carpintero allí- suspiró el capitán. Luego añadió -El último cobró mucho y no hizo de los mejores trabajos- Dijo mientras pisaba una tabla rechinante.

Baltazar no pudo evitar sonreír ante el reclamo del rechoncho capitán a alguien que no se hallaba ahí. Aunque en el fondo,  él también esperaba conocer a un buen carpintero, pues nunca sabes cuándo puedes necesitar uno. Si aspiraba a viajar mucho debía conocer uno por lo menos.

Las horas pasaban, así como los turnos para baldear el agua que empezaba a colarse cada vez más por la grieta del casco; y más pronto que tarde llegaron a la isla. El puerto era muy bonito, aunque se notaba que lo que le habían contado de las precipitaciones era cierto por la humedad que denotaba la isla.

-Muchacho- Lo llamó el capitán- Nosotros nos encargaremos de jalar el barco a tierra- dijo mostrando una rampa que servía para ese propósito, aunque la usaran barcos más pequeños- Si puedes ir y buscar algún carpintero, nos serías de gran ayuda.

-No se preocupe, cuente conmigo- Y sujetando mejor sus sables a su cintura se dispuso a caminar por la calle que veía claramente más amplia que las otras.

Mientras Baltazar buscaba con la mirada algún taller que pudiese ayudarlo con su problema,  comenzó a notar miradas que se posaban sobre él. No sabía si se debía a su vestimenta o a sus katanas, pero notaba cierto desdén en la mirada de los lugareños. Tal vez debió elegir su traje de siempre, o incluso sus ropas casuales en lugar de su kimono azul marino.

El muchacho se mantenía empujando el carrito por la calle del pueblo, ya había logrado completar unos tantos tratos, una sonrisa empezó a mostrarse en su rostro, bien, progreso. Su felicidad fue interrumpida cuando el soltó un estornudo lo cual provocó que el rubio soltara un ligero gruñido, tal parecía que la poca tolerancia que su cuerpo tenía por el frio estaba empezando a actuar.

-Ugh, espero no tener que quedarme en esta isla mucho más tiempo - Flynn murmulló, apresurando el paso con la esperanza que el mayor esfuerzo físico le hiciera generar más calor corporal.

En medio de su caminata miró hacia los lados, esperando ver si es que había alguien a quien poder ofrecerle sus servicios o sus productos, que ya no lo hubiera hecho anteriormente. Fue en eso cuando su mirada fue llevada hasta lo que parecía ser una persona de interés para los lugareños, y no en un buen sentido, si es que el claro desprecio era indicación alguna. A simple vista era un espadachín, y Flynn no lo reconocía de nada. Si bien apenas llevaba una semana aquí, sería fácil recordar a alguien llevando un kimono y espadas entre todas las personas que llevan ropas mucho mas cotidianas en comparación.
Se quedo de pie, observando al individuo desde una distancia, la gente realmente hacia que diera la impresión de que no era alguien especialmente querido. ¿Un exiliado que volvió al pueblo por quien sabe que? ¿Un pirata que viene a amenazar al pueblo? No podía asumir mucho, ni siquiera ha hablado con él, pero quizá no debería intentar llamar su atención

Aunque claro, si bien esas eran sus intenciones, era posiblemente la persona que más captaba la vista en esa zona, y en este caso no por su peculiar cabello, más bien por el gran carrito que estaba llevando, lleno hasta la mitad de muebles de madera. El chico suspiró antes de seguir caminando. Bueno, a esperar que dicho individuo no este particularmente interesado en gente que trabaje con madera.

Baltazar estuvo unos minutos caminando, el clima si bien era frío no le incomodaba en lo más mínimo. Para su buena fortuna las precipitaciones de la isla dejaban poco lugar a que el polen se propagase mucho, por lo era libre de respirar como si de una persona normal se tratase.

Durante su trayecto siguió obteniendo miradas disconformes de quien se le cruzase, pero nada podía hacer él joven espadachín más que sonreírle a la gente intentando ser amable. De repente y de reojo mientras asentía con la cabeza al pasar frente a más de los habitantes de esa encantadora isla; Baltazar notó que un joven, que lo había observado a la lejanía, se alejaba con un carro lleno de muebles de madera.

Pensando que este probablemente se estaría mudando se acercó, pues si demostraba a las curiosas miradas que ayudaba a uno de sus vecinos posiblemente dejarían de verlo mal. Y por si fuera poco podría preguntarle a ese extraño si sabía de un carpintero que pudiera reparar el casco de la nave que lo había llevado hasta allí. “Ha de ser mi día de suerte” pensó mientras con un paso más apresurado al que llevaba se acercaba al muchacho de cabello bicolor.

-Oye, ¿necesitas ayuda con tu mudanza?- Dijo sonriéndole al muchacho que se hallaba frente a él- Por cierto me llamo Baltazar, lindos muebles. -Espetó sin pensar.

Y ahora el sujeto se le estaba acercando, bueno, no parecía particularmente agresivo, es posible que no tenga ninguna mala intención y resultaba que tan solo los locales estaban siendo muy prejuiciosos. Flynn se detuvo nuevamente, sería más cómodo tener una conversación sin tener que mover una carretilla, además de que no podría buscar clientes mientras hablaba.
Por una parte, según lo que acababa de decir esta persona, la cual se acababa de identificar como Baltazar, había cometido un error, el de pensar que era una persona mudándose, error el cual uno podría utilizar para decir que preferiría seguir con su mudanza solo y así asegurarse de no llamar la atención de este espadachín. Por la otra, le dio cumplidos a su trabajo... Y bueno, si resulta que le parecen muebles bien hechos... ¿Quién es él para no aprovechar el gusto de alguien por sus obras y ofrecer un trato?

-Los hice yo, de hecho - Corrigió Flynn, dejando que algo de orgullo llegara a mostrarse en su rostro - Si quieres puedo venderte alguno de ellos, para eso los estoy llevando de lado a lado. Ya sabes, por negocios, no por una mudanza.

Haciendo un ligero movimiento de su mano para gesticular hacia las diversas sillas, mesas, y cómodas. Esperando que este tal Baltazar hubiera comentado sobre la calidad de los muebles debido a un deseo de comprarlos, en vez de un intento de romper el hielo e iniciar conversación. Eso seria un poco decepcionante, la verdad.

Baltazar estaba atónito por lo que acababa de decirle aquel muchacho. Debía admitir que tenía el toque, pero sobre todo dos cosas habían logrado tomar por sorpresa a Baltazar. La primera era lo absurdamente rápido que había encontrado un carpintero. Y la segunda era algo que sin muchos pelos en la lengua y mirando el atestado carro preguntó.

- Lamento la confusión pero ¿No te parece… que hay maneras más prácticas de llevar a cabo un negocio?- Las últimas palabras habían escapado de de su boca de una manera tan fugaz que podrían incluso haberse escrito sin espacios- De todos modos- Dijo recordando a los mercaderes que esperaban por un carpintero en el puerto- Justo estaba buscando a un carpintero para reparar una pequeña grieta en un barco, y al juzgar por estos muebles podría decir que eres diestro en el oficio. No creo que sea un problema para ti.

Si bien no tenía ningún interés en comprar la mercadería ya hecha por el muchacho frente a él sus muebles le gustaban. Estos le recordaban a su viejo hogar,  a sus padres, en fin, cosas del pasado.

-Y quién sabe- Dijo pasando una mano por la lustrosa tabla de una mesa- Incluso puede que alguno de los mercaderes te compre algo para llevar a su hogar.

Ante esa primera pregunta, Flynn reaccionó rascándose la mejilla derecha con el dedo índice, mientras miraba de reojo a algún otro lugar, no se equivocaba, esta no era la mejor forma de vender muebles. Chucherías, verduras y frutas, posiblemente, pero la gente no va esperando a que pase el sujeto de las sillas para comprar una, van a una tienda para eso. Y está mas que el porque un carpintero sin tienda fija no sería de utilidad para la mayoría de gente, no sabrían donde está en el momento que lo necesiten.

-Bueno, si, pero digamos que no ando con los recursos para poner tienda ahora mismo. - Vio la necesidad de aclarar ese detalle, no vaya a ser que pensara menos de su inteligencia al ver que empleaba este método para su negocio, una vez dicho eso retomo una postura normal. - En cuanto a lo de tu barco... Tendría que verlo primero, pero siempre que no sea muy grave, no habría ningún problema de mi parte. Y espero tampoco haya uno de la tuya, sabrás que no soy una caridad.

Se cruzó de brazos una vez terminó de decir eso, como dijo que posiblemente alguien más de su tripulación querría comprar algún mueble, ya estaba asumiendo que tenían para poder pagar por sus servicios, pero era mucho mejor asegurarse de que ambos estaban en la misma pagina en cuanto a ese detalle. No eran pocas las veces que mientras trabaja con su padre se encontró con individuos que no entendían que necesitaban remuneración a cambio de reparaciones.

Habiendo corroborado que su interlocutor no era un completo imbécil, el espadachín se tranquilizó. Y aunque se sentía mal por su situación económica Baltazar no pudo evitar ahogar una risa con el último comentario. La postura que había tomado su interlocutor había sido de lo más cómica al creer que se lo pedía de favor. Entendía que en este mundo había gente que poco sabía que para comerciar necesitaba dinero, pero no era este el caso.

-Tranquilo no estás tratando con piratas- Baltazar pensó en lo irónico que eso era, pero no en las palabras que diría después- Bueno ahora sí lo estás haciendo, pero los que necesitan la reparación son simples mercaderes - Baltazar volvió a masticar sus palabras, pues no hace mucho había empezado a considerarse pirata, por lo que no se acostumbraba a decirlo en voz alta aún- Tranquilo te pagaran. Y sobre la grieta, no es tanto, el timonel llevó a pasar un arrecife- “Que claramente pudo esquivar” estuvo a punto de decir, cuando noto que algo se le había escapado- Por cierto, no me has dicho tu nombre.

Baltazar que daba el trabajo por aceptado giró sobre sí mismo empezando la corta caminata de regreso al barco mientras esperaba la respuesta de aquel joven y extraño carpintero.

El chico de ojos rojos no pudo evitar levantar una ceja al escuchar como su cliente más reciente esencialmente le había dicho "No, pero si" en cuanto a lo de piratas. De todas formas, relajó su postura, ahora portando una sonrisa, apenas visible, pero estaba ahí. Extendió su mano hacia el espadachín, esperando que este lo tomara como un apretón de manos.

-Cierto, soy Flynn Jacques, puedes considerarme tu carpintero por el momento. - Repitió lo que había escuchado salir de la boca de su padre cada vez que este establecía uno de sus tratos, obviamente reemplazando el nombre su padre por el suyo. - Guíame hacia el barco, será obvio, pero no puedo repararlo si es que no lo veo. - Quedó pensando un momento luego de decir eso, antes de que se le vino a la mente un detalle que quizá es algo importante a la hora de reparación de barcos. - ¿De casualidad tendrán madera en el barco? Así me ahorro el tener que ir a buscarla en mi campamento.

Lo cual sería inconveniente. porque tendría que acompañar a Baltazar hasta el barco, determinar cuanta madera iba a necesitar, volver a "casa", tomar la madera necesaria, volver a donde el barco y únicamente luego de todo eso podría empezar las reparaciones. Bueno, también esta la alternativa de que su nuevo cliente lo acompañara hasta campamento y que él llevara madera de sobra. Sea como fuera, si es que ellos tenían madera a mano en el barco, era más sencillo que cualquiera de las dos opciones... Excepto por el hecho de que aún tendría que buscar sus herramientas. En retrospectiva, debió prepararse por si alguien quería reparaciones.

Tomó la mano del joven y la sacudió levemente devolviéndole el gesto. Luego, y como le era costumbre cuando el nombre no era excesivamente raro, dibujó con su dedo índice el nombre Flynn Jacques en la palma de su mano derecha tres veces, para acto seguido simular que se lo comía. Pues cierta vez le habían comentado al pasar que así las cosas se recuerdan más fácil.

-Madera…-Dijo mientras empezaba a dirigirse donde yacía el barco- No recuerdo haber visto, aunque tampoco es que haya estado en todos los lugares del barco- Baltazar en lo que llevaba con él grupo de mercaderes no había podido hacer mucho, la mayor parte del tiempo estaba soltando o amarrando velas. Y cuando no, se ponía a hablar con el timonel.-  En todo caso puedo ayudarte a traerla, estirar las piernas no me vendría mal.

En el camino al barco el joven espadachín trató de mantener una conversación amena. Le comentó que buscaba a alguien querido y que ya no tenía otro hogar que el mar. Y aunque lo último podía entenderse con tristeza, los ojos de Baltazar destellaban en ansias de aventura. Más pronto que tarde llegaron al barco y mientras Flynn empezaba su evaluación Baltazar preguntó por la madera.

-Lo siento chico, estamos secos, pero no será problema pagar por los materiales, se lo descontaremos a Larry- Dijo señalando al Navegante y provocando la risa de alguno de los mercaderes.

El chico decidió no hacer ningún comentario acerca de como Baltazar estaba escribiendo en su mano para luego aparentar comer aire, no quería ser insensible a alguna cultura que puede que exista. Empezó a seguir al espadachín, escuchando lo que decía sobre la madera, eso no le estaba dando esperanzas al carpintero de hacer un viaje corto para las reparaciones.

-Si tu así lo quieres. - Aceptaría la ayuda con brazos abiertos, no obstante, el tono con el que lo dijo no reflejaba bien la gratitud que tenia, ya que si es que llegaba a ese caso es porque tendría que dar una vuelta tonta.

En cuanto a la historia gratuita que su acompañante decidió soltar, Flynn la escuchó atentamente, esencialmente era similar a lo que él estaba haciendo, emprendiendo una búsqueda por un amigo. Le deseo suerte en su misión, y no dijo mucho más, a pesar de estar tentado a contar su propio objetivo, sobre todo al ver esos ojos que le recordaban a su mejor amigo. Pero cabezas más frías perduraron, no era tan emocional como para contarle su historia a un pirata que conoció hoy mismo.

Una vez llegado al barco, el carpintero comenzó su inspección, y era como el espadachín había dicho, no tendría problemas en arreglar las grietas, es más, incluso podría hacer algo acerca de esas tablas rechinantes que tiene el barco, es un poco obvio decir que no es bueno tener eso en el barco. Pero no sería tan sencillo, puesto que según escuchó de la tripulación, y por lo que el mismo vio dentro del barco, materiales no tienen, por lo que tendría que buscarlo el mismo. Genial, fantástico incluso.

Habiendo escuchado lo que había dicho el capitán, Baltazar se acercó al carpintero. Sabía que las noticias no le iban a gustar, pues no se lo había visto precisamente emocionado con la mera idea y ahora que era un hecho probablemente se molestaría.

-Oye Flynn…-Gritó el joven pelinegro desde donde se encontraba. Baltazar intentaba buscar las palabras justas en lo que se acercaba a Flynn y finalmente cuando estuvo con él dijo- Al parecer no tienen madera, pero ya te lo he dicho antes puedes contar conmigo para traerla.

La expresión de Flynn no era precisamente de sorpresa, lo más probable es que notase la falta cuando revisó el barco. Baltazar pensaba que tan lejos podría llegar a vivir Flynn, aparentemente no era del pueblo, pues previamente había mencionado un campamento. ¿Qué lo llevaba a vivir en un campamento?¿Lo habrán echado de casa?¿Es simplemente un naturalista? eso ultimo seria estúpido considerando que los muebles son de madera, pero lo demás probablemente se lo preguntaría más tarde.

-Si quieres puedo llevar tu carro luego de que intentes venderles algo, para aligerar el peso. Ya sabes, por la molestia- Si bien tenía preguntas para hacerle, se sentía avergonzado de no tener los materiales por lo que ponerse servicial era una opción- Casi lo olvido, lo puedes reparar, ¿cierto?

En cuanto su cliente vino a informarle de la situación, de la cual Flynn ya se había enterado por cuenta propia, el carpintero hizo el mejor esfuerzo de no dejar que el impulso de llevarse su propia mano a la cara triunfara. Si bien hubiera sido bueno que ellos tuvieran los materiales, no era nada de lo que estar frustrado con ellos, sobre todo al pensar que esto puso ser evitado si es que él llevara sus propios recursos y herramientas consigo. De seguro cabrían en el carro sin problema, pero ya era muy tarde para pensar de esa manera.

- No, iremos ahora mismo, como dije, considérame tu carpintero por el momento. - Empezó a llevarse el carro hacia donde estaba su campamento, claramente esperando que Baltazar lo siguiera - Y no voy a intentar venderle nada a nadie cuando ni siquiera tengo hecha la mitad del trabajo, de todas formas no debería tardar mucho en las reparaciones.

Su rumbo con suerte pasaba por lo que era el pueblo, estaba yendo recto hacia la ubicación, una mirada hacía el cielo hizo que soltará un suspiro, de todas las islas, llega a caer en una que tiene lluvias frecuentes. Tan solo esperaba que no se llegara a resfriar en plena reparación, no quería preocupar a sus clientes, y menos aun llegar a verse incompetente. Con algo de suerte no pasaría.

-Ah, cierto, y si sigues queriendo ayudar con la carga, puedes llevar el carro en el camino de vuelta - Dijo con un tono algo seco, le daba un poco de gracia la idea de ofrecerle llevar la carga únicamente cuando esta tuviera su mayor peso.

El joven espadachín había comenzado a seguir a quien se había proclamado “su carpintero”. Caminando a través del pueblo, dejándolo atrás rápidamente, Baltazar comprendió el orgullo de quien le hablaba. Aunque era aparentemente unos años más joven que él, el muchacho de cabellos bicolor denotaba seguridad, y eso le gustaba a Baltazar. Si bien no parecía una persona muy metódica, se notaba que tenía esa chispa que hacía tan especial a la gente trabajadora. “Es un artista” pensó mientras lo veía cargar con todas las obras que había ya realizado.

-Oh, está bien- Dijo sonriente el pelinegro al escuchar que podría ayudarlo a traer la carreta de vuelta.

El camino al campamento de Flynn no era muy largo, pero la belleza del mismo era algo que Baltazar poco había visto. Las cuantiosas precipitaciones que había en aquel lugar generaban un crecimiento del follaje bastante abundante. Plantas de distintos tipos se encontraban allí, pero sobre todas las cosas, el clima templado en unión con la humedad, daban paso a un crecimiento de musgos que en algunos casos podían cubrir enteros a los copiosos robles que tenía ese bosque. Baltazar estaba maravillado con tal paisaje, pues su isla era mucho más simple, por decirlo de alguna manera.

-Woah- Soltó sin pensarlo mucho. Y en un breve intento por expresar su admiración por el paisaje escudriño en la cara de su acompañante, pues este se notaba realmente en disconformidad al momento de mirar al cielo.

Lógicamente Baltazar pensó que podía deberse al clima, pues el hecho de ver gotas caer cada tanto era bello, pero la humedad daba a entender que “cada tanto” no aplicaba en esta isla. Y eso debía ser hastiante. Más pronto que tarde llegaron a su destino. El precario asentamiento de Flynn había terminado de cerrar algo que llevaba dando vueltas en la cabeza de Baltazar un rato. Flynn Jacques definitivamente no era de allí. Sobre todo el pequeño bote que yacía en tierra le había indicado ello.

-¿Hace cuanto llegaste a la isla?- La pregunta apenas había escapado de su boca y añadió rápidamente- ¿Trajiste esto desde la playa?- señaló al bote- ¿O es algo que empezaste aquí?

La curiosidad de Baltazar se había intensificado, y miraba al joven carpintero con sus ojos azules llenos de emoción, como si de un niño pequeño se tratase. Su cabeza se había llenado de dudas, ¿De dónde venía? ¿Pensaba quedarse? ¿A dónde iría si no?

-¿Por qué viajas?- Limitó su lengua a preguntar.

El camino de ida hacía el campamento de Flynn usualmente es bastante tranquilo, en anteriores viajes no le había prestado mucha atención al entorno más allá del vistazo rápido para saber que lugares le podrían ser de utilidad, arboles que talar, un claro donde poder sacar agua, cosas por el estilo. Sin embargo, esta parece ser una excepción a la norma que se había creado desde entonces, ya que su acompañante se fijaba en sus alrededores como si se tratase de una polilla viendo una luz de linterna. Bueno, eso es claramente una exageración, pero a los ojos del carpintero parecía ser lo suficientemente similar.

Permitió que el pirata admirara la naturaleza sin decir una palabra, quizá para evitar que empezara a hablar sobre el paisaje como respuesta a un comentario, la verdad a Flynn eso le parecería bastante aburrido. Tan solo se limitó a seguir llevando el carro con la mirada hacia el frente, ya estaba cerca del campamento, y desde entonces la vuelta debería de ser más calmada que esto. Excepto que al llegar al lugar, el espadachín juntó dos y dos, por lo que ahora estaba curioso sobre el origen y motivos del carpintero, bombardeándolo con preguntas. Esa curiosidad que estaba viendo en sus ojos le estaba dando algo de déjà vu al muchacho de ojos rojos.

-Uhh... Llegué hace una semana; El bote lo traje desde la playa; Viajo para ver el mundo y mejorar mis habilidades... Bueno, ahora no estoy viajando, estoy juntando dinero. - Respondió una por una en sucesión rápida las preguntas que se le habían hecho, sin dar muchos detalles sobre sus motivaciones, por supuesto. Tenía algo de experiencia con gente curiosa, así que sabía que la forma más sencilla de apaciguarlos era tan solo respondiendo, quedarse en silencio tan solo lograba que quisieran saber más. - ¿Eso es todo lo que quieres saber...? - Soltó con normalidad, en una forma de implicar que si bien iba a responder sus preguntas, agradecería si es que mantuviera breve esta rara entrevista.

Mientras esperaba a ver si su compañero seguía teniendo dudas, él ya estaba dirigiéndose a recolectar tanto sus herramientas como la madera que hacía falta para las reparaciones. Sin prisa alguna, tenía la sospecha de que las preguntas no acababan, así que era mejor darle tiempo para pensar en sus palabras y ojala así evitar ser asaltado por una metralleta de verborrea. Se preparó mentalmente para ello de todas formas, es bien sabido que más vale prevenir que lamentar.

Baltazar estaba fascinado y cual niño que descubre un pequeño tesoro escudriño en el campamento de Flynn mientras este cargaba la carreta.

- Ahora que lo dices- comentó cuando este contestó sus dudas y preguntó si tenía más- Creo que no me queda ninguna de momento

Árboles cortados que posiblemente ahora eran esos hermosos muebles que cargaba, el bote pequeño y un techo de madera que cubría su tienda no eran lo único que había en aquel lugar. Colocada como si no importase una obra en cristal se hallaba cerca de la tienda, era una espada. Asombrado, Baltazar busco con la mirada un horno en el cual se haya podido fundir ese cristal, pero no encontró ninguno. Curioso tomó dicha espada y con delicadeza para no romperla la blandió. Se sentía extraña, la falta de peso característico del metal llamaba claramente la atención. Pero aún más destacable era el filo de esta, podría tranquilamente cortar carne con ella si supiera que no se rompería en el proceso.

-¿Dónde es que conseguiste esto? ¿Lo hiciste tú?- Dijo el espadachín mientras dejaba reposar la espada nuevamente en el suelo- porque es preciosa, aunque no sé por qué le pondrías filo a una decoración

Al escuchar que no tenía más preguntas, Flynn soltó un silencioso suspiro, menos mal no parecía haber mucho que le llamara la atención al pirata. Aunque bueno, era algo de esperarse considerando que en el campamento no había mucho más que madera, la tienda de acampar y... La espada de cristal que ahora estaba en manos de Baltazar. El muchacho se quedó quieto a mitad de levantar su caja de herramientas. De algún modo se había olvidado completamente de aquella creación.
Luego de que, de forma totalmente esperable, llegaran las preguntas sobre tal objeto, Flynn se quedó en silencio por unos pocos segundos, sin siquiera parpadear. Durante esos momentos su proceso de pensamiento estaba intentando ver de forma rápida los pros y los contras de ser honesto con respecto al origen de la espada. Posiblemente sea más beneficioso dar una mentira, como que se la encontró, pero no estaba preparado con una historia, y no quería arriesgarse a tropezar con su propio pie si es que el contrario hacia más preguntas al respecto.

- Ehm, bueno, la hice yo. - Prefirió la honestidad está vez, mientras llevaba su caja de herramientas hasta el carro. - Sobre el filo... No hay mucha razón para eso, quería replicar una espada. - Dijo la verdad, no completa, pero la verdad. No contó sobre los poderes raros que ahora poseía, pero el problema está en que no sabría como responder si es que este sujeto le pregunta el como logró darle filo al cristal de la misma forma que se le da a una espada.

Dejó sus herramientas sobre el carro entre unos muebles, apenas hizo eso comenzó a buscar la madera necesaria para las reparaciones del barco, un proceso al cual estaba acostumbrado a este punto, de forma automática se podría decir. Lo cual es perfecto si es que quieres intentar preparar una mentira creíble sobre como creaste una espada hecha totalmente de cristal. Pero digamos que en el caso actual de Flynn, el énfasis está en "intentar".

El joven espadachín se quedó mirando a Flynn, se lo notaba incómodo al hablar sobre dicho objeto. Tal vez era algo que creía que había sido un mal trabajo, tal vez le recordaba a alguien. Lo más probable era que no quisiera que su interlocutor pensara que era estúpido por sacarle filo a una espada de cristal. Baltazar intentaría no molestar mucho sobre aquella espada, pero había algo que aún le incomodaba.

-Y… ¿Dónde la fundiste? - El joven de ojos azules había empezado a acercarse al carro para llevarlo cuando se lo indican- No he visto ningún horno. ¿No es que tienes que fundir... - Baltazar realmente no sabía de qué estaba compuesto el cristal, pero sí que salía de un horno- Eso, tu sabes seguro, para conseguir cristal?

Baltazar se había posicionado frente al carro mientras Flynn aún juntaba la madera. Este parecía pesado, pero no tanto como para ser una molestia. Aunque mirando al delgado cuerpo de Flynn, el espadachín se relajó. Poco a poco la cantidad de madera en el carro aumentaba, y esto preocupó a Baltazar, el cual temió que su amabilidad lo hubiese puesto en un trabajo del que se arrepentiría luego.

-¿Llevarás los muebles otra vez?- dijo rascándose el mentón- ¿No era más conveniente dejarlos allí si ibas a volver?

Flynn momentáneamente giró su rostro hacia un lado, disimulando ver el paisaje para aprovechar que de hacer una mueca, mostrando su ligera frustración consigo mismo. Nada, no tenía ninguna excusa creíble sobre como responder esa pregunta. Pensó en simplemente ser honesto y si bien Baltazar no demostraba ser alguien malo, no debía dejarse llevar por la impresión que da una persona al conocerla por menos de un día.
Se mantuvo en silenció, brazos cruzados, una expresión claramente contemplativa, mientras pensaba en cómo responder. Tras cosa de poco más de diez segundos, soltó un suspiro. Mejor la verdad que una mentira mal construida.

-¿Horno...? ¿Eso se necesita? - Dijo claramente fingiendo inocencia, e hizo una pausa con su brazo derecho extendido. Concentrándose, generó cristal desde su mano, usando su voluntad para moldearlo en la forma otra espada, bastante similar a la que el pirata había dejado en el suelo. Se volteó para ver la reacción del otro sujeto, sosteniendo con algo de orgullo el objeto. - Y antes de que preguntes, habilidad rara que conseguí, no puedo decirte mucho más, porque ni siquiera yo se bien. - Tras decir eso le lanzó la espada de forma algo floja en un arco, fácilmente podría atraparla, y si no, bueno, es posible que el cristal se rompa, nada de valor se pierde.

Soltando otro suspiro más, el muchacho esperaba que esa ultima frase calmara cualquier avalancha de preguntas que le pudiera pasar por la mente al espadachín. Sacudió su cabeza y dio un par de palmadas al carro, indicando que todo estaba listo, luego de lo cual se puso al lado de mula de carga, es decir, su acompañante.

-Si, hubiera sido más conveniente, pero es bueno trabajar los músculos un poco ¿no crees? - Sus palabras llevaban la más ligera de piscas de burla, sonriendo levemente al pensamiento de que Baltazar recién ahora se había dado cuenta que traer los muebles de ida y vuelta era innecesario.

Cuando Flynn preguntó sobre el uso del horno Baltazar estuvo a punto de replicar que si era necesario. Fue entonces cuando el joven carpintero, sin un esfuerzo notable, creó otra espada de cristal, tan bella y filosa como la anterior. Baltazar estaba flipando, tal habilidad le parecía asombrosa, tanto así como cuando su maestro le mostró cómo cubría su katana con haki.

-Eso es genial- Dijo eufórico mientras atrapaba la espada en el aire- Esa habilidad es de… ¿cómo se llamaban?- El espadachín se rascaba la barbilla- ¿Frutas del diablo? Es genial.

Baltazar, que se veía en el deber moral de demostrar alguna habilidad, aunque esta no fuera visible. Imbuyó un momento la punta de la espada con su voluntad y la clavó en la tierra rogando de que la fuerza no la partiese. Logrado y orgulloso escuchó los golpecitos en el costado del carro.

- Sí…- Dijo con inseguridad mirando el abultado carro- Supongo que será un buen motivante, repitemelo cuando me esté quejando de ello.

Baltazar miró el carro y luego a su dueño, llevando la mirada de uno a otro, hasta que por fin se dispuso a tomarlo. No era tan pesado como creía, la distribución del peso estaba bien hecha por lo que no fue realmente un gran problema llevarlo. Se notaba que aunque le estaba dejando el trabajo más pesado, inconsciente o conscientemente había ordenado las cosas para que llevarlo fuese lo más ameno posible.

-Había escuchado de gente con ese tipo de habilidades, pero creo que eres el primero que conozco- Dijo el espadachín mientras empezaba a tirar del carro- ¿la fruta sabe rico?

Baltazar no había hecho muchas más preguntas en el camino de vuelta. Sobre todo cosas de cómo identificarlas y qué tan diferente era ser o no un usuario. Realmente le interesaban esas cosas por una cuestión de cultura general pero no le llamaba la atención comer una. Su real interés venía por otro lado, pues había escuchado alguna vez de gente convirtiéndose en animales que hacía mucho solo existían en los libros de historia. Las preguntas de Baltazar sólo cesaron una vez habían llegado al pueblo, aunque su imaginación continuó. Haber conocido un usuario de fruta del diablo apenas comenzado su viaje resultaba de lo más gracioso, pues se preguntaba qué otras grandes sorpresas le esperaría el mar cuando siguiera viajando. Estaba realmente en las nubes cuando llegaron al puerto junto al resto de la tripulación

La reacción del pirata era un tanto más calmada de lo esperada, lo imaginaba saltando mientras exigía saber más de aquella habilidad. Considerando eso, dos remarcas entusiastas sobre lo genial que era poder hacer eso junto con la pregunta de las frutas del diablo era bastante dócil. Se limitó a asentir con la cabeza como respuesta, no había mucho que explicar, por lo que solo espero a que Baltazar partiera en dirección hacia el barco.
Por lo que se sorprendió cuando el espadachín clavó en la tierra el objeto que acababa de crear, sin romperlo a pesar de que estuviera hecho de cristal. Tal parecía que si era alguien habilidoso con la espada, ni siquiera sabía que era posible usar una técnica para poder hacer uso de un arma independiente de su durabilidad. Flynn hizo una nota mental de recordar en mejor estima a este sujeto.

-Si lo que me acabas de mostrar es indicación alguna, no debería de ser mucho problema para ti. - Comentó con sinceridad, en la lógica que tenia el carpintero, el ser capaz de realizar lo anterior demostraba cierto esfuerzo, dudaba que no haya tenido entrenamiento más riguroso que llevar un carro con muebles y madera.

Una vez Baltazar comenzó a avanzar, Flynn empezó a caminar tranquilamente a un lado del carro. El ver que su acompañante no estuviera abrumado por la tarea confirmó para él que de seguro había hecho cosas más difíciles en el pasado. Bien por él, aunque aún si le era difícil el mover el carro, no le hubiera ayudado, el se había ofrecido, que completara la tarea por cuenta propia.

-¿Si sabe rico...? No, ni en lo más mínimo. - Un escalofrío recorrió su espalda al recordar cuando le dio la mordida a la fruta, y su expresión cayó, no se sentía bien revivir esa experiencia.- La textura era como arena, y el sabor era como si hubieran mezclado el cadáver de un pez que estaba reposando un mes sobre una roca con un huevo crudo, y para más lo hubieran sazonado con aserrín...

Sacudió su cabeza fuertemente y se dio palmadas en la mejilla. Pensamientos felices. Cualquier cosa que no le dieran ganas de vomitar.
Una vez se mentalizó para no pensar en eso, disfrutó la relativa calma del camino. Contestó las preguntas que podía, porque si bien era un usuario de fruta ahora mismo, eso no lo hacía experto ni mucho menos. Pudo responder sobre como se diferencian de las demás frutas, pero no mucho más. No sabia si habían diferencias entre gente normal y gente que comió una fruta, pero había escuchado de un amigo que se convierten en un enemigo del mar, sea lo que sea que eso signifique. Cuando llegaron a la ubicación, el joven carpintero ya estaba comenzando a preparar todo para poder trabajar, trayendo lo necesario al alcance del barco, y pensando en que orden hacer las cosas para no gastar mucho tiempo.

Baltazar estaba emocionado por la información que le había brindado Flynn sobre las frutas del diablo. Una vez habiendo llegado cruzó unas pocas palabras con el capitán e inmediatamente se sentó cerca de donde Flynn estaba. Tomó la pequeña libreta en blanco que había decidido llevarse antes de partir y comenzó a escribir con una sonrisa en el rostro. Lo primero que anotó fue el nombre de Flynn y que era carpintero, le había parecido una persona de lo más curiosa por lo que no quería olvidar a aquel sujeto. Luego, pasando a la mitad de la libreta anotó con presteza lo que había empezado a averiguar de las frutas del diablo; divertido y resuelto anotaba la graciosa descripción dada sobre su sabor y cómo reconocerlas.

- Bueno Flynn- Dijo mientras levantaba su vista de su libreta- Si vas a seguir viajando, espero encontrarte en el mar.

Baltazar caminó más cerca de la orilla y sus ojos  se postraron sobre el mar, luego sobre el barco y por último en el carpintero que había hecho todo lo posible para hacer un excelente trabajo. El sonido de los pasos del rechoncho capitán llamaron su atención. Este paso por delante del espadachín y le dijo algo al carpintero, que por la cara de este último había sido de su agrado. Luego de intercambiar palabras que él no llegó a escuchar, el capitán volvió con su tripulación y empezó a preparar lo que posiblemente era la paga de Flynn y el descuento de sueldo de Larry.

El muchacho trabajaba con calma, un martillo en una mano, unos cuantos clavos sujetados con su boca, concentrándose en poco más que en su trabajo y los sonidos que causaba el mismo. Quitar una tabla dañada, poner una nueva, clavarla fijamente, repetir el proceso. Le era relajante, lo ha sido desde que le ha pillado la mano, las olas ayudando a provocar esa sensación de paz mental.

- Con algo de suerte me volverás a encontrar. - Su respuesta era corta, no tenía motivo de ser algo más. Lo que se guardó para si mismo es que esperaba que de volver a ver al pirata, este mejorara su arte, sería una pena ver que alguien tan hábil se quedara estancado.

Para cuando se dio cuenta ya llevaba casi la mitad, una sonrisa decoró su rostro, todo perfecto, iba terminar antes de lo esperado. Lo cual es bastante adecuado considerando que no quería ser pillado por una de las lluvias de esta isla. Siguió trabajando, las partes rotas ya habían sido reemplazadas, y ahora mismo estaba encargándose de solucionar el leve problema de las tablas rechinantes, algo sencillo, ni siquiera les cobraría más por eso.
En cuanto termino y se encontraba admirando los frutos de su trabajo, escuchó una nueva voz hablarle, el carpintero se giró, observando al achaparrado capitán. Era para discutir la cuestión del precio. De eso Flynn no se sentía muy orgulloso, es posible que ese fuera un asunto que debió haber mencionado antes de siquiera decir que lo iba a hacer. Por fortuna, eso no fue mucho problema, el capitán estaba más que feliz de pagar, algo que ver con el sueldo de un pobre llamado Larry. El carpintero no pudo evitar sonreír, tal parecía que podría marcharse de esta isla pronto.

El espadachín se había mantenido en silencio mirando al mar un tiempo más. Estaría allí de nuevo en pocos minutos, incluso había pensado en pedirle a Larry que le dejase el timón un rato.

-Muchacho, ayúdanos con esto- El rechoncho capitán estaba junto al barco- Hay que devolver este pez al mar…

Mientras veía que Flynn llevaba su carro, con aún algún que otro mueble de roble, por la calle principal, Baltazar se acercó a los demás tripulantes. De cerca, el joven pudo apreciar la obra del carpintero, era excelente, por lo menos a su criterio. Empujaron por la rampa al barco y este empezó a flotar en la salada agua del mar.

-Bueno, subamos- El capitán se hallaba contento, y esto se notaba en su mirada.

Al subir, Baltazar notó que Flynn incluso había resuelto el problema de las maderas rechinantes. Realmente era un carpintero que valía tener en estima. Solo hacía medio día que habían arribado en aquel puerto en busca de una rápida ayuda. Y ahora, con nuevos conocimientos e impresiones del mundo, Baltazar volvía al mar para ir a su próximo destino, dónde quién supiera que le deparaba. Por un momento pensó en volver la vista atrás, pero sabia que no vería a nadie allí.

-¿Me permites el timón?- Preguntó al ahora más pobre Larry