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Con suaves trazos del pincel comenzó a añadir al cuadro los detalles del humo del volcán. Su estilo de pintura podía clasificarse como uno entre el realismo y un romanticismo paisajista; retrataba la realidad que veía, pero escogía siempre temáticas naturales y realzaba aquellos aspectos que volvían la composición monumental y sorprendente, incluso ominosa. En realidad no le gustaba encajonarse en una forma concreta de pintar; entendía por qué los entendidos de arte dividían en estilos las obras, pero consideraba que su pincel era libre de ataduras. En cada cuadro representaba lo que deseaba en aquel momento; normalmente la belleza que veía en el mundo.
- Nassor, vamos a acercarnos a la desembocadura de ese río - le informó el navegante - No pretendemos quedarnos quietos. Nos alejaremos y estaremos a la espera de tu llamada para recogerte.
El enorme revolucionario simplemente asintió y dio los últimos retoques al cuadro. Se alejó para admirar su obra con ojo crítico. No le gustaban cómo habían quedado los árboles más lejos y las nubes resultaban raras. Sin embargo el conjunto final representaba lo que había visto, y dado que era consciente de que siempre encontraba críticas y fallos a su propio arte, decidió dar por finalizada la pintura. Recogió todo su equipo mientras el barco se acercaba a tierra y se preparó para bajar. Cuando Kilah se acercó a él, detuvo con un silbido a la enorme felina.
- Hoy no, chica. Quédate en el barco.
La gueparda le gruñó, ofendida, y se alejó dándole la espalda. Nassor suspiró y se giró también, acercándose a la borda. Kilah era fuerte, pero no quedaría meterla en una isla tan peligrosa. Menos aún cuando no pretendía volver a salir de ella andando. Para la tarea que estaba planeando, Kilah podía acabar siendo un estorbo para ambos y ponerlos en peligro, y Nassor se negaba a poner a su peluda amiga en peligro estúpidamente. Se subió a la borda y esperó a que el barco estuviera lo bastante cerca de tierra para él. Cuando estaban a unos diez metros, flexionó las rodillas y saltó. Aunque aparentemente no había empleado tanta fuerza, su cuerpo impulsó sobre las aguas y una corriente de viento le acompañó, como empujándole. Llegó sin problemas a la orilla y aterrizó ágilmente. El pelirrojo llevaba consigo la capa color verde del ejército revolucionario por encima de su coraza. Acompañaba el atuendo con unos pantalones anchos de color similar a la capa, guanteletes de cuero, sandalias y un khopesh y una katana a la cintura.
- Nassor, vamos a acercarnos a la desembocadura de ese río - le informó el navegante - No pretendemos quedarnos quietos. Nos alejaremos y estaremos a la espera de tu llamada para recogerte.
El enorme revolucionario simplemente asintió y dio los últimos retoques al cuadro. Se alejó para admirar su obra con ojo crítico. No le gustaban cómo habían quedado los árboles más lejos y las nubes resultaban raras. Sin embargo el conjunto final representaba lo que había visto, y dado que era consciente de que siempre encontraba críticas y fallos a su propio arte, decidió dar por finalizada la pintura. Recogió todo su equipo mientras el barco se acercaba a tierra y se preparó para bajar. Cuando Kilah se acercó a él, detuvo con un silbido a la enorme felina.
- Hoy no, chica. Quédate en el barco.
La gueparda le gruñó, ofendida, y se alejó dándole la espalda. Nassor suspiró y se giró también, acercándose a la borda. Kilah era fuerte, pero no quedaría meterla en una isla tan peligrosa. Menos aún cuando no pretendía volver a salir de ella andando. Para la tarea que estaba planeando, Kilah podía acabar siendo un estorbo para ambos y ponerlos en peligro, y Nassor se negaba a poner a su peluda amiga en peligro estúpidamente. Se subió a la borda y esperó a que el barco estuviera lo bastante cerca de tierra para él. Cuando estaban a unos diez metros, flexionó las rodillas y saltó. Aunque aparentemente no había empleado tanta fuerza, su cuerpo impulsó sobre las aguas y una corriente de viento le acompañó, como empujándole. Llegó sin problemas a la orilla y aterrizó ágilmente. El pelirrojo llevaba consigo la capa color verde del ejército revolucionario por encima de su coraza. Acompañaba el atuendo con unos pantalones anchos de color similar a la capa, guanteletes de cuero, sandalias y un khopesh y una katana a la cintura.
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“Bueno, ha sido suficiente eso de navegar como polizón sin saber a dónde voy” me dije algo enojado tras divisar una frondosa isla a lo lejos. La embarcación a la que había subido se había hundido súbitamente y por alguna gracia divina, había podido llegar en un bote salvavidas a aquel extraño lugar. La isla no parecía tener una playa para descender del pequeño bote más que un pequeño río, así que lo seguí cuesta arriba hasta encontrar un lugar en el cuál pudiera anclar.
Conforme iba avanzando por el río, me fui dando cuenta que seguramente la isla a la que había llegado se encontraba completamente deshabitada, no mostraba ni una señal de vida humana. “Maldición, no voy a encontrar a nadie aquí que pueda llevarme a otro lugar” pensé muy molesto. Encontré un buen lugar para anclar y dejé mi pequeña embarcación, tomé de mi bolsita un dulce de menta y lo comencé a saborear, un sabor fresco que provocó que mi mente se calmara un poco. Quizás en lo profundo de la isla había algún tipo de pueblo o asentamiento donde pudiera convencer a alguien de llevarme a otra isla.
Caminaba lenta y tranquilamente por la frondosa vegetación de la isla, los árboles medían muchísimo más que cualquiera otro normal, las plantas tenían las hojas muy anchas y eran igualmente altas; estaba seguro que en alguno de los libros de mi abuelo había visto este tipo de flora. Mientras me abría paso por la espesa vegetación, la tierra comenzó a vibrar ligeramente, “¿un temblor?” pensé. No, las vibraciones se hacían un poco más fuertes, algo estaba acercándose a mí, cuando giré la cabeza alcancé a ver un cuerpo escamoso con un cuello tan grande como un edificio, boquiabierto y en exceso sorprendido, dejé caer mi caramelo de la boca…
¡Era un dinosaurio!
Conforme iba avanzando por el río, me fui dando cuenta que seguramente la isla a la que había llegado se encontraba completamente deshabitada, no mostraba ni una señal de vida humana. “Maldición, no voy a encontrar a nadie aquí que pueda llevarme a otro lugar” pensé muy molesto. Encontré un buen lugar para anclar y dejé mi pequeña embarcación, tomé de mi bolsita un dulce de menta y lo comencé a saborear, un sabor fresco que provocó que mi mente se calmara un poco. Quizás en lo profundo de la isla había algún tipo de pueblo o asentamiento donde pudiera convencer a alguien de llevarme a otra isla.
Caminaba lenta y tranquilamente por la frondosa vegetación de la isla, los árboles medían muchísimo más que cualquiera otro normal, las plantas tenían las hojas muy anchas y eran igualmente altas; estaba seguro que en alguno de los libros de mi abuelo había visto este tipo de flora. Mientras me abría paso por la espesa vegetación, la tierra comenzó a vibrar ligeramente, “¿un temblor?” pensé. No, las vibraciones se hacían un poco más fuertes, algo estaba acercándose a mí, cuando giré la cabeza alcancé a ver un cuerpo escamoso con un cuello tan grande como un edificio, boquiabierto y en exceso sorprendido, dejé caer mi caramelo de la boca…
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A lo mejor debería haberse llevado refuerzos. Encontrar él solo el lugar que buscaba sería mucho más complicado que si se hubiese llevado rastreadores. Sin embargo Little Garden era una de las islas más peligrosas de Paraíso para la gente común. No quería poner a sus hombres en peligro cuando podía realizar él solo la tarea. No era una isla tan grande como para que fuese imposible que la llevase a cabo él solo. Sin embargo iba a necesitar planear una manera de encontrar fácilmente gente en la isla. Llevó la mano a una pequeña bolsa de cinturón para sacar el mapa, cuando se dio cuenta de que aún las tenía manchadas de pintura. No le apetecía llenar de manchas todas sus cosas, así que se dirigió al río y se agachó en la orilla. Antes de meter las manos, cerró los ojos y expandió su Visión. Su haki le mostró todo lo que había bajo las aguas. Había algunos peces y crustáceos, y al menos en las inmediaciones no había ninguna criatura marina que fuese a arrastrarlo al agua o arrancarle las manos de un bocado.
Se lavó las manos metódicamente, frotándoselas bien para quitarse toda la pinta que pudo. Tras eso, usó un pañuelo para secárselas. No le apetecía llevar las manos de colores si podía evitarlo, aunque era complicado quitarse todo solo con agua. Había decidido conformarse con manchar el mapa. Finalmente, ya con las manos secas y más o menos limpias, puso consultar el mapa e intentar hacerse una idea de qué recorrido seguir. Determinó en qué zonas más probablemente podría haber un campamento o refugio y cuál recorrido tendría más éxito. Le llevó unos minutos de meditación en silencio, valorando posibilidades y tratando de recordar todos los datos que conocía sobre los hábitos de los dinosaurios y la megafauna de la isla. Una vez hubo decidido cómo llevar a cabo su tarea, guardó el mapa y se puso manos a la obra.
En lugar de ir andando, echó a correr y saltar entre ramas bajas y contra troncos. No necesitaba ser meticuloso en su búsqueda, solo veloz. Su objetivo era usar su haki de observación para "barrer" la zona cercana a él en búsqueda de Voces humanas. Calculaba que su radio rondaba algo más del centenar de metros, con lo que podía abarcar un gran terreno él solo. Sin embargo el haki no era ilimitado. Para combatir el desgaste mental que implicaba el uso constante de su kenbunshoku se movería lo más rápido posible. Y fue entonces, mientras se desplazaba por la jungla evitando las Voces animales más fuertes, cuando percibió finalmente una única Voz humana. Era débil. Y estaba junto a la de una criatura mucho más fuerte. ¿Estaba en peligro?
- Maldita sea...
Aumentó su velocidad de carrera, yendo directamente hacia la persona y el dinosaurio. En medio del sprint saltó y se convirtió en un majestuoso ciervo rojo, galopando todo lo rápido que se lo permitían sus fuerzas.
Se lavó las manos metódicamente, frotándoselas bien para quitarse toda la pinta que pudo. Tras eso, usó un pañuelo para secárselas. No le apetecía llevar las manos de colores si podía evitarlo, aunque era complicado quitarse todo solo con agua. Había decidido conformarse con manchar el mapa. Finalmente, ya con las manos secas y más o menos limpias, puso consultar el mapa e intentar hacerse una idea de qué recorrido seguir. Determinó en qué zonas más probablemente podría haber un campamento o refugio y cuál recorrido tendría más éxito. Le llevó unos minutos de meditación en silencio, valorando posibilidades y tratando de recordar todos los datos que conocía sobre los hábitos de los dinosaurios y la megafauna de la isla. Una vez hubo decidido cómo llevar a cabo su tarea, guardó el mapa y se puso manos a la obra.
En lugar de ir andando, echó a correr y saltar entre ramas bajas y contra troncos. No necesitaba ser meticuloso en su búsqueda, solo veloz. Su objetivo era usar su haki de observación para "barrer" la zona cercana a él en búsqueda de Voces humanas. Calculaba que su radio rondaba algo más del centenar de metros, con lo que podía abarcar un gran terreno él solo. Sin embargo el haki no era ilimitado. Para combatir el desgaste mental que implicaba el uso constante de su kenbunshoku se movería lo más rápido posible. Y fue entonces, mientras se desplazaba por la jungla evitando las Voces animales más fuertes, cuando percibió finalmente una única Voz humana. Era débil. Y estaba junto a la de una criatura mucho más fuerte. ¿Estaba en peligro?
- Maldita sea...
Aumentó su velocidad de carrera, yendo directamente hacia la persona y el dinosaurio. En medio del sprint saltó y se convirtió en un majestuoso ciervo rojo, galopando todo lo rápido que se lo permitían sus fuerzas.
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El cuello de aquel dinosaurio medía poco menos de diez metros y apenas podía ver su enorme cabeza, que estaba en búsqueda de unas plantas grandes y amplias para masticar. ¿Cómo era posible que un dinosaurio, una criatura extinta hace millones años pudiera estar justo enfrente de mí? Imponente, el reptil comenzó a mascar las hojas de un árbol junto a mí, sus patas doblaban al menos mi tamaño y su cuerpo, relleno, parecía una gran roca dura de romper. “Al menos no me ha tocado uno carnívoro” pensé ligeramente aliviado.
Parecía que el enorme vegetariano había escuchado mis pensamientos ya que de inmediato bajó la vista y posó sus enormes ojos amarillos sobre mí. Los segundos que pasó observándome parecieron eternos, por alguna extraña razón mi presencia parecía molestarle, así que decidí retirarme lenta y silenciosamente. Al gigante amigo verdoso pareció no gustarle esto y, sin mucho esfuerzo, agitó su cola contra mí; el latigazo me tomó por sorpresa y no pude reaccionar a tiempo. Aunque no había usado mucho empeño en su coletazo, el golpe me tiró completamente en el piso y me dejó ligeramente aturdido por unos instantes. Me levanté y nuevamente traté de salir de ahí sin llamar su atención, pero otra vez, el dinosaurio lanzó un latigazo en mi contra. Esta vez no me tomó por sorpresa y pude esquivarlo brincando por encima de su cola; de nuevo traté de salir de ahí un par de veces más, pero el dinosaurio lo impedía agitando su cola.
-¡Bien, gigante! ¡No me vas a tratar como un trapo!- Le grité algo enojado.
Tomé un dulce de mi bolsita, salió un dulce enchilado y sabor sandía. “Perfecto para la ocasión” pensé un poco enojado por la actitud del gigante herbívoro. Desenvainé mis dos espadas, me puse en postura para preparar mi ataque, inhalé una gran bocanada de aire, tomé con fuerza el mango de Jenna y Windy y me lancé de lleno contra una de las piernas del dinosaurio.
-Borderline- Dije mientras lanzaba mi técnica.
Lancé con mis dos espadas apuntando hacia la misma dirección el tajo doble de Borderline, que impactaron de lleno en una de las patas delanteras del gigante de verde. Mis espadas pasaron con gran dificultad a través de la gruesa piel de dinosaurio y, con un gran esfuerzo, pude apenas atravesar un par de centímetros a través de su pata. La extremidad del gran reptil comenzó a sangrar un poco y de inmediato sentí su mirada llena de enojo. Comencé a sudar frío, quizás atacar a un ser cinco veces más grande que yo no había sido una gran idea. El dinosaurio trató de aplastarme con sus patas y se concentraba en esto mientras que yo, como podía, esquivaba estos pisotones rodando y corriendo a través de la jungla.
Parecía que el enorme vegetariano había escuchado mis pensamientos ya que de inmediato bajó la vista y posó sus enormes ojos amarillos sobre mí. Los segundos que pasó observándome parecieron eternos, por alguna extraña razón mi presencia parecía molestarle, así que decidí retirarme lenta y silenciosamente. Al gigante amigo verdoso pareció no gustarle esto y, sin mucho esfuerzo, agitó su cola contra mí; el latigazo me tomó por sorpresa y no pude reaccionar a tiempo. Aunque no había usado mucho empeño en su coletazo, el golpe me tiró completamente en el piso y me dejó ligeramente aturdido por unos instantes. Me levanté y nuevamente traté de salir de ahí sin llamar su atención, pero otra vez, el dinosaurio lanzó un latigazo en mi contra. Esta vez no me tomó por sorpresa y pude esquivarlo brincando por encima de su cola; de nuevo traté de salir de ahí un par de veces más, pero el dinosaurio lo impedía agitando su cola.
-¡Bien, gigante! ¡No me vas a tratar como un trapo!- Le grité algo enojado.
Tomé un dulce de mi bolsita, salió un dulce enchilado y sabor sandía. “Perfecto para la ocasión” pensé un poco enojado por la actitud del gigante herbívoro. Desenvainé mis dos espadas, me puse en postura para preparar mi ataque, inhalé una gran bocanada de aire, tomé con fuerza el mango de Jenna y Windy y me lancé de lleno contra una de las piernas del dinosaurio.
-Borderline- Dije mientras lanzaba mi técnica.
Lancé con mis dos espadas apuntando hacia la misma dirección el tajo doble de Borderline, que impactaron de lleno en una de las patas delanteras del gigante de verde. Mis espadas pasaron con gran dificultad a través de la gruesa piel de dinosaurio y, con un gran esfuerzo, pude apenas atravesar un par de centímetros a través de su pata. La extremidad del gran reptil comenzó a sangrar un poco y de inmediato sentí su mirada llena de enojo. Comencé a sudar frío, quizás atacar a un ser cinco veces más grande que yo no había sido una gran idea. El dinosaurio trató de aplastarme con sus patas y se concentraba en esto mientras que yo, como podía, esquivaba estos pisotones rodando y corriendo a través de la jungla.
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Percibió agresividad, amenaza, miedo. Las cosas se estaban poniendo feas. Si no llegaba a tiempo, tal vez se encontrase a un cadáver y perdiese la oportunidad de obtener más información sobre la isla. Percibía que la personas se había puesto en movimiento, y... si no estaba equivocado, era quien emitía la sensación de miedo. El dinosaurio le seguía. Percibía... ira, pero también dolor. ¿Había cometido el dolor de atacarle? No creía que fuese un carnívoro. Normalmente los carnívoros emiten una emoción de agresividad muy intensa y hambre. En este dinosaurio no creía percibir hambre, salvo que se estuviese equivocando. Sintió los pasos del dinosaurio mucho antes de verlo, y lo olió un poco antes de oír sus bramidos. Pero no pasó demasiado antes de que viera el enorme cuello asomando entre los árboles. No sabía qué tipo de criatura era o cómo se llamaba, pero con aquel aspecto tan similar al de una jirafa y su estructura corporal estaba casi convencido de que efectivamente era un herbívoro.
Se detuvo a unos diez metros y valoró como intervenir. Probablemente podría con el dinosaurio. Si se enfrentaba a él, podría vencerlo e incluso matarlo, aunque probablemente llamaría mucho la atención. Y no quería matar a un animal inocente, eso hubiese ido contra su manera de ser. Podía intentar cargar contra él y embestirle con los cuernos para derribarlo usando su fuerza, tal vez incluso meterle una descarga eléctrica. De esa manera probablemente le metería un buen susto y lo haría huir... pero le haría daño. ¿Había alguna manera de hacerle marcharse sin herirle? Era demasiado grande para asustarlo. O tal vez el tamaño no fuese un problema si era listo. Comenzó a galopar de nuevo y en cuanto estuvo cerca de ambos, usó la técnica Jet Stream para saltar impulsándose con aire y llegar a una rama elevada. Entonces, tomó todo el aire que pudo y lo liberó en un poderoso bramido.
Escondido entre las ramas, el dinosaurio no podía verlo. El bramido había sido tan poderoso que podía pertenecer a una criatura muy grande, y como había empezado no a ras de suelo si no a unos seis metros de altura, el dinosaurio se frenó de golpe y se dio media vuelta, alejándose a la carrera asustado. "Los herbívoros siguen siendo herbívoros, midan uno o veinte metros" pensó. Volvió a su forma humana y saltó hacia la persona a la que acababa de salvar de ser pisoteada hasta morir. Para aminorar la caída, giró sobre sí mismo y manipuló el aire para envolverse en un débil torbellino, cayendo suavemente en medio de un remolino de hojas frente al extraño. La persona a la que había salvado era un chico joven, de pelo morado despeinado. No parecía peculiarmente corpulento ni delgado, aunque llevaba dos katanas que tenían aspecto de ser de buena calidad... y estaban ensangrentadas. No contuvo una mirada de reprobación ante el hecho de que hubiese herido al dinosaurio, y dijo:
- Bien, pequeño espadachín. Dado que te he hecho el favor de sacarte a esa criatura de encima, estaría bien que respondas unas cuantas preguntas. Puedes empezar contándome quién eres y qué haces en esta isla - entonces se dio cuenta de que igual estaba siendo brusco de más, y decidió presentarse él primero - Mi nombre es Nassor.
Se detuvo a unos diez metros y valoró como intervenir. Probablemente podría con el dinosaurio. Si se enfrentaba a él, podría vencerlo e incluso matarlo, aunque probablemente llamaría mucho la atención. Y no quería matar a un animal inocente, eso hubiese ido contra su manera de ser. Podía intentar cargar contra él y embestirle con los cuernos para derribarlo usando su fuerza, tal vez incluso meterle una descarga eléctrica. De esa manera probablemente le metería un buen susto y lo haría huir... pero le haría daño. ¿Había alguna manera de hacerle marcharse sin herirle? Era demasiado grande para asustarlo. O tal vez el tamaño no fuese un problema si era listo. Comenzó a galopar de nuevo y en cuanto estuvo cerca de ambos, usó la técnica Jet Stream para saltar impulsándose con aire y llegar a una rama elevada. Entonces, tomó todo el aire que pudo y lo liberó en un poderoso bramido.
Escondido entre las ramas, el dinosaurio no podía verlo. El bramido había sido tan poderoso que podía pertenecer a una criatura muy grande, y como había empezado no a ras de suelo si no a unos seis metros de altura, el dinosaurio se frenó de golpe y se dio media vuelta, alejándose a la carrera asustado. "Los herbívoros siguen siendo herbívoros, midan uno o veinte metros" pensó. Volvió a su forma humana y saltó hacia la persona a la que acababa de salvar de ser pisoteada hasta morir. Para aminorar la caída, giró sobre sí mismo y manipuló el aire para envolverse en un débil torbellino, cayendo suavemente en medio de un remolino de hojas frente al extraño. La persona a la que había salvado era un chico joven, de pelo morado despeinado. No parecía peculiarmente corpulento ni delgado, aunque llevaba dos katanas que tenían aspecto de ser de buena calidad... y estaban ensangrentadas. No contuvo una mirada de reprobación ante el hecho de que hubiese herido al dinosaurio, y dijo:
- Bien, pequeño espadachín. Dado que te he hecho el favor de sacarte a esa criatura de encima, estaría bien que respondas unas cuantas preguntas. Puedes empezar contándome quién eres y qué haces en esta isla - entonces se dio cuenta de que igual estaba siendo brusco de más, y decidió presentarse él primero - Mi nombre es Nassor.
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Huía a una velocidad fugaz, el dinosaurio trataba de aplastarme como si cucaracha fuera, pero yo esquivaba hábilmente sus embates sin dejar que sus patas terminaran encima de mí. Mientras corría por la selva, una de mis botas quedó atorado entre una raíz y caí en seco sobre el suelo. No tardó más que un par de instantes el gigante réptil en llegar a mi posición, tuve apenas tiempo de incorporarme y, aunque desenfundé mis espadas, me preparé para lo peor.
Súbitamente un gran bramido salió desde la profundidad de los árboles, el gran dinosaurio de cuello largo puso los ojos en blanco y salió corriendo pensando que de un depredador se trataba. Giré mi cabeza hacia todos lados, no podía encontrar el sonido de semejante bestia, ¿qué podría haber emitido un sonido tan monstruoso? “Quizás un gran Tiranosaurio o algún depredador más grande” pensé bastante alarmado. Alcancé a distinguir un olor extraño, parecía el de algún animal del bosque y en cuanto traté de voltear a ver qué era el origen de ese olor tan curioso, vi rápidamente como un ciervo de color rojo se posaba majestuosamente frente a mí. El animal sufrió una metamorfosis, su pelaje color rubí comenzó a caerse, sus cuernos se hacían cada vez más pequeños y fue tomando la forma de un humano pelirrojo, bastante fornido y con cara de pocos amigos. Un tanto agresivo, el hombre ciervo se presentó como Nassor y me preguntó los motivos por los cuales estaba en la isla.
-Soy Chrom. No tengo idea qué hago en esta isla, quizás busco un navegante que me saque de aquí- le respondí algo sorprendido al mismo tiempo que buscaba un dulce en mi bolsita. -Pero ha sido sorprendente ver tu extraña metamorfosis- agregué.
Salió un ácido caramelo de piña con un toque de limón, una mezcla algo extraña. El porte del sujeto pelirrojo me transmitía bastante seguridad y una sensación muy calma, así que decidí guardar mis espadas y ofrecerle un dulce de mi bolsa. En el momento en el que extendí mi mano con la bolsita, un gran estallido sonó a lo lejos, una nube de polvo en forma de hongo cubrió uno de los volcanes que se alcanzaban a divisar y un pequeño camino de magma salió del volcán activo.
-Bueno, los dulces mejoran esta isla con dinosaurios, ¿no crees?- le dije con un tono amistoso al pelirrojo. Quizás si me quedaba pegado a él, podría decirme cómo transformarme en un ciervo o en algún otro animal.
Súbitamente un gran bramido salió desde la profundidad de los árboles, el gran dinosaurio de cuello largo puso los ojos en blanco y salió corriendo pensando que de un depredador se trataba. Giré mi cabeza hacia todos lados, no podía encontrar el sonido de semejante bestia, ¿qué podría haber emitido un sonido tan monstruoso? “Quizás un gran Tiranosaurio o algún depredador más grande” pensé bastante alarmado. Alcancé a distinguir un olor extraño, parecía el de algún animal del bosque y en cuanto traté de voltear a ver qué era el origen de ese olor tan curioso, vi rápidamente como un ciervo de color rojo se posaba majestuosamente frente a mí. El animal sufrió una metamorfosis, su pelaje color rubí comenzó a caerse, sus cuernos se hacían cada vez más pequeños y fue tomando la forma de un humano pelirrojo, bastante fornido y con cara de pocos amigos. Un tanto agresivo, el hombre ciervo se presentó como Nassor y me preguntó los motivos por los cuales estaba en la isla.
-Soy Chrom. No tengo idea qué hago en esta isla, quizás busco un navegante que me saque de aquí- le respondí algo sorprendido al mismo tiempo que buscaba un dulce en mi bolsita. -Pero ha sido sorprendente ver tu extraña metamorfosis- agregué.
Salió un ácido caramelo de piña con un toque de limón, una mezcla algo extraña. El porte del sujeto pelirrojo me transmitía bastante seguridad y una sensación muy calma, así que decidí guardar mis espadas y ofrecerle un dulce de mi bolsa. En el momento en el que extendí mi mano con la bolsita, un gran estallido sonó a lo lejos, una nube de polvo en forma de hongo cubrió uno de los volcanes que se alcanzaban a divisar y un pequeño camino de magma salió del volcán activo.
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