Aki D. Arlia
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Había sido un encuentro extraño y un poco preocupante. En realidad era propio de Aki vagar sin rumbo fijo, pero cuando se encontró a Tópocle tenía otra ruta en mente. Una que claramente tendría que esperar. No se había alejado mucho de Wano, sabía que tarde o temprano le tocaría regresar. Puede que la guerra estuviera fría, pero no había terminado y no iba a dejar que aquella gente se saliera con la suya.
De momento, sin embargo, necesitaba despejarse. Airear la cabeza. Era todo lo que tenía en mente cuando llegó a Dressrossa y quizá de haber sabido lo que le esperaba no habría bajado ahí. Sin embargo, lo hizo y mientras paseaba por el mercado se encontró con un puesto llevado por un chavalín que no podía tener más de once o doce años. Vendía una extraña leche de color azul y con curiosidad le compró un vaso. No solo estaba rica, el niño aseguraba que tenía muchos más nutrientes que la leche de vaca normal. Cuando le preguntó de dónde la había sacado, la mueca de orgullo del chico se cayó a pedazos sustituida por una sonrisa un tanto amarga.
-De mi isla natal, señorita. Tuve que marcharme. Mi madre me dio la leche y un barquito y prácticamente me echó, aunque sé que lo hizo de buena fe. Entre los colectores de impuestos y las bestias de la noche, no era buena idea que me quedase ahí.
Con semejante respuesta, la pelirroja frunció el ceño y se quedó hablando con él hasta sacarle toda la información que tenía. Unos minutos después se dirigía a su barco con paso cabreado y ahora, unas semanas después, atracaba en Diamuird sin haber perdido el ceño y la ira que le impulsaban.
Por lo visto, había una serie de animales extraños atacando a la gente por las noches. Se metían en las casas y se llevaban a los niños. Más allá de unas gotas de sangre, nadie había vuelto a verlos. En realidad, nadie había visto a las bestias, tan solo habían escuchado los rugidos. Los habitantes estaban tan asustados que algunos habían optado por mandar lejos a sus hijos y fingir que habían muerto, a sabiendas de que tendrían más probabilidades de una vida larga así. Pero Aki había conseguido sonsacarle al chico el nombre y la casa de su madre y tenía toda la intención de hacerle una visita.
Sin embargo, cuando llegó a la ciudad cambió de idea. Se respiraba un aire de rareza en todo el lugar y el atardecer estaba empezando a rodearlo todo. Quizá haría mejor esperando a la noche para encontrarse con las presuntas bestias y al día siguiente podría ir a hablar con la madre del chico para explicarle lo que encontrara. Dudaba mucho que todo fuera obra de un par de lobos malacostumbrados.
Decidida, se dirigió a la taberna. No es que le apeteciera especialmente beber, pero era un buen lugar para empezar. Llegó y se sentó en una de las mesas del fondo, pidiendo algo de cenar y una copa de vino tinto para acompañarlo. Aguardó a que se lo trajeran mientras se acomodaba, mirando por la ventana como poco a poco el sol iba desapareciendo.
De momento, sin embargo, necesitaba despejarse. Airear la cabeza. Era todo lo que tenía en mente cuando llegó a Dressrossa y quizá de haber sabido lo que le esperaba no habría bajado ahí. Sin embargo, lo hizo y mientras paseaba por el mercado se encontró con un puesto llevado por un chavalín que no podía tener más de once o doce años. Vendía una extraña leche de color azul y con curiosidad le compró un vaso. No solo estaba rica, el niño aseguraba que tenía muchos más nutrientes que la leche de vaca normal. Cuando le preguntó de dónde la había sacado, la mueca de orgullo del chico se cayó a pedazos sustituida por una sonrisa un tanto amarga.
-De mi isla natal, señorita. Tuve que marcharme. Mi madre me dio la leche y un barquito y prácticamente me echó, aunque sé que lo hizo de buena fe. Entre los colectores de impuestos y las bestias de la noche, no era buena idea que me quedase ahí.
Con semejante respuesta, la pelirroja frunció el ceño y se quedó hablando con él hasta sacarle toda la información que tenía. Unos minutos después se dirigía a su barco con paso cabreado y ahora, unas semanas después, atracaba en Diamuird sin haber perdido el ceño y la ira que le impulsaban.
Por lo visto, había una serie de animales extraños atacando a la gente por las noches. Se metían en las casas y se llevaban a los niños. Más allá de unas gotas de sangre, nadie había vuelto a verlos. En realidad, nadie había visto a las bestias, tan solo habían escuchado los rugidos. Los habitantes estaban tan asustados que algunos habían optado por mandar lejos a sus hijos y fingir que habían muerto, a sabiendas de que tendrían más probabilidades de una vida larga así. Pero Aki había conseguido sonsacarle al chico el nombre y la casa de su madre y tenía toda la intención de hacerle una visita.
Sin embargo, cuando llegó a la ciudad cambió de idea. Se respiraba un aire de rareza en todo el lugar y el atardecer estaba empezando a rodearlo todo. Quizá haría mejor esperando a la noche para encontrarse con las presuntas bestias y al día siguiente podría ir a hablar con la madre del chico para explicarle lo que encontrara. Dudaba mucho que todo fuera obra de un par de lobos malacostumbrados.
Decidida, se dirigió a la taberna. No es que le apeteciera especialmente beber, pero era un buen lugar para empezar. Llegó y se sentó en una de las mesas del fondo, pidiendo algo de cenar y una copa de vino tinto para acompañarlo. Aguardó a que se lo trajeran mientras se acomodaba, mirando por la ventana como poco a poco el sol iba desapareciendo.
Sir Charles Manson
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Charles llevaba varios días navegando sin rumbo en un pequeño bote que había robado en una isla desconocida, aún no sabía muy bien hacia donde dirigirse (la verdad es que no tiene ningún conocimiento sobre navegación), por lo que viajaba a la deriva. Prácticamente ya no lo quedaba ni agua ni comida y claramente sus ganas de emborracharse ya lo estaban poniendo de mal humor, situación que podría ser realmente peligrosa para cualquier persona que llegara a cruzarse con él, aunque estando en ese pequeño bote era muy difícil que pudiera lastimar a alguien. Estaba comenzando a caer la noche cuando a lo lejos divisó una isla, la cuál hizo que sus ojos se iluminaran como dos luceros esperando poder encontrar alcohol para poder emborracharse como tanto le gusta. Charles se apresuró a remar con sus propios brazos para poder llegar lo antes posible a aquella isla (la verdad era muy poca la energía que le quedaba, pero con el alcohol en su mente cualquier cosa es posible). Después de varios minutos remando sin cesar, Charles logró encallar en la playa de la isla, se bajó de su bote y se adentró rápidamente en el pueblo en búsqueda de una taberna.
Charles comenzó a notar un extraña sensación en aquel pueblo, sin dudas algo había estado sucediendo, ya que la gente tenía una extraña atmósfera a su alrededor y a medida que avanzaba lo miraban cada vez más raro (quizás sería por su aspecto desaliñado y de cierta forma bestial). A lo lejos logró divisar un lugar que sin dudas parecía una taberna, por lo que comenzó a correr para acercarse a aquel lugar esperando poder al fin tomarse ese trago que añoraba hace tanto tiempo.
Entró agresivamente a la taberna, se acercó al dueño del lugar y exclamó: "Estoy totalmente quebrado, no tengo ningún berrie, no me queda agua, ni comida, pero lo único que quiero es una maldita cerveza. Si me das un poco de ese mágico elíxir, prometo cocinarte los mejores platos de comida que hayas probado en tu vida!."
El dueño del lugar no pudo evitar sentir algo de pena por el desaliñado humano y decidió concederse su deseo: "Me gusta tu actitud, serás mi cocinero durante un mes y te daré toda la cerveza que quieras. Justamente un cocinero es lo que hace falta en este lugar, espero no me defraudes, quiero que la gente de este pueblo pruebe la mejor comida de sus vidas!."
Charles recibió su tan añorada cerveza junto con un trozo de jabalí para poder llenar su panza, se dirigió a una mesa al fondo del local y se sentó para poder disfrutar de aquel elíxir tranquilamente. Mientras tomaba su cerveza y comía un trozo de jabalí, observó en la mesa de al lado una persona de cabello rojo que le llamó mucho la atención, tenía un aura poderosa que sin dudas llamó la atención del barbón. "¿Me aceptará una cerveza?".- pensó.
Charles comenzó a notar un extraña sensación en aquel pueblo, sin dudas algo había estado sucediendo, ya que la gente tenía una extraña atmósfera a su alrededor y a medida que avanzaba lo miraban cada vez más raro (quizás sería por su aspecto desaliñado y de cierta forma bestial). A lo lejos logró divisar un lugar que sin dudas parecía una taberna, por lo que comenzó a correr para acercarse a aquel lugar esperando poder al fin tomarse ese trago que añoraba hace tanto tiempo.
Entró agresivamente a la taberna, se acercó al dueño del lugar y exclamó: "Estoy totalmente quebrado, no tengo ningún berrie, no me queda agua, ni comida, pero lo único que quiero es una maldita cerveza. Si me das un poco de ese mágico elíxir, prometo cocinarte los mejores platos de comida que hayas probado en tu vida!."
El dueño del lugar no pudo evitar sentir algo de pena por el desaliñado humano y decidió concederse su deseo: "Me gusta tu actitud, serás mi cocinero durante un mes y te daré toda la cerveza que quieras. Justamente un cocinero es lo que hace falta en este lugar, espero no me defraudes, quiero que la gente de este pueblo pruebe la mejor comida de sus vidas!."
Charles recibió su tan añorada cerveza junto con un trozo de jabalí para poder llenar su panza, se dirigió a una mesa al fondo del local y se sentó para poder disfrutar de aquel elíxir tranquilamente. Mientras tomaba su cerveza y comía un trozo de jabalí, observó en la mesa de al lado una persona de cabello rojo que le llamó mucho la atención, tenía un aura poderosa que sin dudas llamó la atención del barbón. "¿Me aceptará una cerveza?".- pensó.
Aki D. Arlia
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No pudo evitarlo; pegó un brinco en la silla. De repente, la puerta de la taberna se había abierto y un hombre enorme había aparecido jadeante al otro lado. Fue directamente hacia el dueño y por un momento la pirata creyó que iba a atacarle. Empezó a incorporarse cuando el desconocido empezó a hablar, lo bastante alto como para que le oyera sin problemas.
Contuvo una carcajada y se quedó mirando con discreción. Lógicamente el dueño de la taberna aceptó la proposición. ¡Un cocinero por el precio de cerveza diaria! Aunque a juzgar por el tamaño del hombre más le valía ser bueno entre los fogones, porque de lo contrario el dueño acabaría gastándose más en darle de beber. De una forma u otra, bien está lo que bien acaba. Le dieron cerveza y un cacho de jabalí y fue a sentarse, bastante cerca de la pelirroja. Le vio mirándola de reojo mientras bebía y decidió presentarse. Con una pequeña sonrisa, se dirigió al desconocido:
-Eres nuevo en la isla, ¿no es así? Ya somos dos. Encantada, mi nombre es Aki D. Arlia. Puedes llamarme Aki.
Aprovechó para mirarle bien. Más allá de lo enorme que era destacaban su pelo largo y un par de ojos despiertos, o al menos bastante curiosos. No parecía que le hubiera reconocido de los carteles de Se Busca, aunque quizá estaba disimulando. Sabía que al dueño de la taberna le había dado igual, pero es que tenía la sospecha de que no era la única pirata o criminal de la isla.
Volvió a mirar por la ventana. Aun faltaba un poco para que el sol terminara de esconderse y no quería salir antes de que la oscuridad se hubiera apropiado de todo el lugar. Era de sentido común que si había una bestia secuestrando niños no lo haría sino al amparo de la oscuridad. La verdad es que le extrañaba. Ni adultos, ni animales; solo niños. En realidad no creía que fuera obra de un animal salvaje, por lo menos no por propia voluntad. Quizá alguien lo comandaba, aunque el por qué querría secuestrar a los niños de la isla era un misterio para el que no tenía respuesta.
Echó otro vistazo al recién llegado. ¿Estaría allí por lo mismo? Quizá había llegado de casualidad. No le vendrían mal un par de manos extras; si nada más, como mínimo le haría compañía. Lo mejor era preguntar.
-¿Qué te trae a la ínsula del Viento, si se puede saber?
Contuvo una carcajada y se quedó mirando con discreción. Lógicamente el dueño de la taberna aceptó la proposición. ¡Un cocinero por el precio de cerveza diaria! Aunque a juzgar por el tamaño del hombre más le valía ser bueno entre los fogones, porque de lo contrario el dueño acabaría gastándose más en darle de beber. De una forma u otra, bien está lo que bien acaba. Le dieron cerveza y un cacho de jabalí y fue a sentarse, bastante cerca de la pelirroja. Le vio mirándola de reojo mientras bebía y decidió presentarse. Con una pequeña sonrisa, se dirigió al desconocido:
-Eres nuevo en la isla, ¿no es así? Ya somos dos. Encantada, mi nombre es Aki D. Arlia. Puedes llamarme Aki.
Aprovechó para mirarle bien. Más allá de lo enorme que era destacaban su pelo largo y un par de ojos despiertos, o al menos bastante curiosos. No parecía que le hubiera reconocido de los carteles de Se Busca, aunque quizá estaba disimulando. Sabía que al dueño de la taberna le había dado igual, pero es que tenía la sospecha de que no era la única pirata o criminal de la isla.
Volvió a mirar por la ventana. Aun faltaba un poco para que el sol terminara de esconderse y no quería salir antes de que la oscuridad se hubiera apropiado de todo el lugar. Era de sentido común que si había una bestia secuestrando niños no lo haría sino al amparo de la oscuridad. La verdad es que le extrañaba. Ni adultos, ni animales; solo niños. En realidad no creía que fuera obra de un animal salvaje, por lo menos no por propia voluntad. Quizá alguien lo comandaba, aunque el por qué querría secuestrar a los niños de la isla era un misterio para el que no tenía respuesta.
Echó otro vistazo al recién llegado. ¿Estaría allí por lo mismo? Quizá había llegado de casualidad. No le vendrían mal un par de manos extras; si nada más, como mínimo le haría compañía. Lo mejor era preguntar.
-¿Qué te trae a la ínsula del Viento, si se puede saber?
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Mientras Charles bebía y comía su trozo de jabalí, escuchó una relajada voz que muy amablemente se presentó y le preguntó si era nuevo en la isla. Charles, atónito, miró a la persona que le dirigía la palabra y pensó: "¿Me está hablando a mi?.- Habían pasado muchos años desde la última vez que una mujer le dirigió la palabra a al gigantón, estuvo tanto tiempo entrenando con el anciano en las montañas que prácticamente no recordaba como se veía el rostro de una mujer.
"Ho..ho..hola, mi nombre es Charles, Sir Charles, encantado Aki"..- dijo Charles esperando que no se le notaran los nervios.
Comenzó a terminar su cerveza entre tiritones y prosiguió a dejar de comer como un orangután para poder platicar con aquella mujer, quién le había preguntado que era lo que lo traía a aquella isla.
"La verdad me eché al mar hace poco tiempo, estaba perdido en alta mar, ya sin comida ni agua, cuando a lo lejos divisé la primera isla que veo en meses y lo único que pensé fue en todas las cervezas que me tomaré en el momento en que pise aquella isla".- respondió.
Charles notó una leve expresión de preocupación en el rostro de Aki y comenzó a pensar que ella no se encontraba en aquella isla por la misma razón que él. Quizás lo mejor sería invitarle un trago y platicar para conocer un poco más sobre ella.
"Te invito un trago Aki, y de paso me cuentas qué es lo que te trajo a esta isla".- Charles prosiguió a gritarle al dueño de la taberna antes de que Aki fuera siquiera capaz de responder.
"¡Dos cervezas más por favor!.- El dueño de la taberna lo miró a regañadientes y decidió confiar en que aquel hombre cumpliría su promesa, por lo que decidió a enviarle ese elixir que tanto le gusta.
"Ho..ho..hola, mi nombre es Charles, Sir Charles, encantado Aki"..- dijo Charles esperando que no se le notaran los nervios.
Comenzó a terminar su cerveza entre tiritones y prosiguió a dejar de comer como un orangután para poder platicar con aquella mujer, quién le había preguntado que era lo que lo traía a aquella isla.
"La verdad me eché al mar hace poco tiempo, estaba perdido en alta mar, ya sin comida ni agua, cuando a lo lejos divisé la primera isla que veo en meses y lo único que pensé fue en todas las cervezas que me tomaré en el momento en que pise aquella isla".- respondió.
Charles notó una leve expresión de preocupación en el rostro de Aki y comenzó a pensar que ella no se encontraba en aquella isla por la misma razón que él. Quizás lo mejor sería invitarle un trago y platicar para conocer un poco más sobre ella.
"Te invito un trago Aki, y de paso me cuentas qué es lo que te trajo a esta isla".- Charles prosiguió a gritarle al dueño de la taberna antes de que Aki fuera siquiera capaz de responder.
"¡Dos cervezas más por favor!.- El dueño de la taberna lo miró a regañadientes y decidió confiar en que aquel hombre cumpliría su promesa, por lo que decidió a enviarle ese elixir que tanto le gusta.
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Que alguien de semejante tamaño estuviera nervioso frente a ella sin haberla reconocido decía cosas buenas de la persona. Era un tanto lindo y, como mínimo, le hacía sentir más a gusto con la situación. Detestaba perder el tiempo con gente arrogante y presumida. Este hombre no parecía ninguna de las dos cosas.
-¡Un caballero! Qué interesante, ¿quién le nombró?
Curioso. Sir Charles, alguien con título y sin apellido. Toda una caja de incógnitas que despertaban su curiosidad. Se preguntó si vendría de algún reino lejano o si su título tendría algún origen más mundano. De una forma u otra, tenía pinta de ser una buena historia y si había algo que le agradase a la pelirroja era un relato interesante.
Escuchó su breve historia con atención, un tanto impresionada. Sin comida ni agua… no parecía ser consciente de la suerte que había tenido. Había criaturas peligrosas en los mares y no parecía haber tenido que apartarlas. Se alegraba. Bastantes cadáveres yacían ya en el fondo del mar como para añadir uno más. Aceptó la copa, aunque la cerveza no era lo que más le gustaba. Pero le había invitado y habría sido de mala educación cambiarlo por algo que él habría tenido que pagar. Al fin y al cabo su trato con el dueño de la taberna solo incluía cerveza. Por lo menos él había llegado y cumplido su objetivo en seguida.
El hombre no tardó en regresar con las cervezas y la pelirroja dio un trago tentativo a la suya. Pasable. Podía beberla sin problemas. Dio un sorbo un tanto más confiado y sonrió mientras volvía a mirar por la ventana. Ya empezaba a oscurecer todo. Podía contarle sus intenciones.
-Me encontré con un chico en una isla lejana. Dijo que era de aquí y que su madre le había echado… para salvarle. Por lo visto algo por las noches ataca a esta isla, llevándose a los niños pequeños. Tengo la firme intención de acabar con esa bestia.
Dio otro sorbo a la cerveza; mejor acabar cuanto antes. Era amarga y empezaba a arrepentirse de no haber pedido vino en su lugar. Pero no dio pistas ningunas y en lugar de eso esbozó una pequeña sonrisa.
-En realidad, por desgracia no creo que lo haya causado un animal salvaje. ¿Por qué iría solo a por los niños? Pero no pasa nada, sea lo que sea… pienso encontrarlo. Si quieres, puedes acompañarme. Seguro que entre ambos sería más sencillo.
-¡Un caballero! Qué interesante, ¿quién le nombró?
Curioso. Sir Charles, alguien con título y sin apellido. Toda una caja de incógnitas que despertaban su curiosidad. Se preguntó si vendría de algún reino lejano o si su título tendría algún origen más mundano. De una forma u otra, tenía pinta de ser una buena historia y si había algo que le agradase a la pelirroja era un relato interesante.
Escuchó su breve historia con atención, un tanto impresionada. Sin comida ni agua… no parecía ser consciente de la suerte que había tenido. Había criaturas peligrosas en los mares y no parecía haber tenido que apartarlas. Se alegraba. Bastantes cadáveres yacían ya en el fondo del mar como para añadir uno más. Aceptó la copa, aunque la cerveza no era lo que más le gustaba. Pero le había invitado y habría sido de mala educación cambiarlo por algo que él habría tenido que pagar. Al fin y al cabo su trato con el dueño de la taberna solo incluía cerveza. Por lo menos él había llegado y cumplido su objetivo en seguida.
El hombre no tardó en regresar con las cervezas y la pelirroja dio un trago tentativo a la suya. Pasable. Podía beberla sin problemas. Dio un sorbo un tanto más confiado y sonrió mientras volvía a mirar por la ventana. Ya empezaba a oscurecer todo. Podía contarle sus intenciones.
-Me encontré con un chico en una isla lejana. Dijo que era de aquí y que su madre le había echado… para salvarle. Por lo visto algo por las noches ataca a esta isla, llevándose a los niños pequeños. Tengo la firme intención de acabar con esa bestia.
Dio otro sorbo a la cerveza; mejor acabar cuanto antes. Era amarga y empezaba a arrepentirse de no haber pedido vino en su lugar. Pero no dio pistas ningunas y en lugar de eso esbozó una pequeña sonrisa.
-En realidad, por desgracia no creo que lo haya causado un animal salvaje. ¿Por qué iría solo a por los niños? Pero no pasa nada, sea lo que sea… pienso encontrarlo. Si quieres, puedes acompañarme. Seguro que entre ambos sería más sencillo.
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Se encontraban bebiendo sus cervezas cuando Aki comenzó a revelar la razón de por qué se encontraba en aquella isla, ¿Un animal que ataca niños por la noche?, sin dudas era algo que a Charles le gustaría investigar. Aquel relato le trajo recuerdos de cuando aquellos piratas atacaron su isla cuando era más joven, ya que muchas mujeres y niños fueron víctimas de aquella tragedia.
"Por supuesto que me gustaría acompañarte y descubrir que es lo que está sucediendo".
Charles prosiguió a beber su cerveza de un trago mirando de reojo como Aki se bebía a regañadientes la suya, sin dudas no era fanática de la cerveza, quizás una dama como ella prefería tragos más sofisticados. Al terminar la cerveza, se levantó y se dirigió a hablar con el dueño de la taberna: "Jefe, debo acompañar a la señorita a buscar al animal que está atacando a los niños en esta isla, espero pueda comprenderme, cuando vuelva con el animal en mi hombro, lo cocinaremos para todo el pueblo y tendremos un festín!"..- El dueño de la taberna lo miró y sus ojos se iluminaron, llenándose de lágrimas: "Muchas gracias a los dos! Mi hijo fue asesinado por esa bestia hace un tiempo, llevo mucho tiempo esperando que alguien pueda vengarlo. Si me traes la cabeza del asesino, no tendrás que trabajar aquí y siempre tendrás cerveza gratis! Lo prometo.".- Aquellas palabras sin dudas motivaron de sobre manera a Charles, quien volvió a la mesa en donde se encontraba Aki, se sentó, puso una mirada fría, de esas que te paralizan el cuerpo si la miras directamente, y le dijo: "Listo, Lucille y yo te ayudaremos a acabar con esa bestia, aunque a decir verdad, tienes un aura muy poderosa, no creo que vayas a necesitar mucha ayuda".
Charles se levantó, tomó a Lucille (su bate, nombrado en honor a su madre), se dirigió a la salida de la taberna arrastrándola por el piso (sin dudas la actitud de Charles había cambiado, se había puesto muy serio y frío) y se volteó nuevamente hacia Aki: "Vamos, en marcha, de paso puedo contarte la historia de como me nombraron Sir Charles".
"Por supuesto que me gustaría acompañarte y descubrir que es lo que está sucediendo".
Charles prosiguió a beber su cerveza de un trago mirando de reojo como Aki se bebía a regañadientes la suya, sin dudas no era fanática de la cerveza, quizás una dama como ella prefería tragos más sofisticados. Al terminar la cerveza, se levantó y se dirigió a hablar con el dueño de la taberna: "Jefe, debo acompañar a la señorita a buscar al animal que está atacando a los niños en esta isla, espero pueda comprenderme, cuando vuelva con el animal en mi hombro, lo cocinaremos para todo el pueblo y tendremos un festín!"..- El dueño de la taberna lo miró y sus ojos se iluminaron, llenándose de lágrimas: "Muchas gracias a los dos! Mi hijo fue asesinado por esa bestia hace un tiempo, llevo mucho tiempo esperando que alguien pueda vengarlo. Si me traes la cabeza del asesino, no tendrás que trabajar aquí y siempre tendrás cerveza gratis! Lo prometo.".- Aquellas palabras sin dudas motivaron de sobre manera a Charles, quien volvió a la mesa en donde se encontraba Aki, se sentó, puso una mirada fría, de esas que te paralizan el cuerpo si la miras directamente, y le dijo: "Listo, Lucille y yo te ayudaremos a acabar con esa bestia, aunque a decir verdad, tienes un aura muy poderosa, no creo que vayas a necesitar mucha ayuda".
Charles se levantó, tomó a Lucille (su bate, nombrado en honor a su madre), se dirigió a la salida de la taberna arrastrándola por el piso (sin dudas la actitud de Charles había cambiado, se había puesto muy serio y frío) y se volteó nuevamente hacia Aki: "Vamos, en marcha, de paso puedo contarte la historia de como me nombraron Sir Charles".
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Aki sonrió con gusto. Charles había aceptado, por lo que ya tenía compañía como mínimo para la duración de la cacería. Incluso levantó su jarra de cerveza para brindar con él. Le animó un poco ver que ya quedaba poco en el recipiente, así que mientras él iba a hablar con el camarero inspiró hondo y se terminó lo que faltaba de un solo trago. Acabó de bajarlo con el vino que le quedaba, lo que no resultó ser la mejor idea del mundo. Aún así, contuvo la mueca que tenía ganas de hacer y en lugar de eso fue a acompañar a su improvisado compañero a la barra.
Llegó a tiempo para escuchar la historia del dueño de la taberna y mientras él empezaba a llorar, la pelirroja frunció el ceño. Le cabreaba que hubieran muerto niños sin ningún motivo aparente. Seguía sin entender cómo un animal salvaje podía ser tan escrupuloso, pero estaba decidida a averiguarlo. Se inclinó sobre la barra y preguntó al hombre:
-¿Tienes alguna idea de por dónde podemos encontrarlo? Todavía no conocemos mucho el pueblo y podría ahorrarnos tiempo.
El señor asintió con la cabeza, serio de repente.
-Todo el mundo le oye por la noche. Cerramos las puertas y ventanas, pero pueden oírse sus aullidos en la plaza del pueblo. Aparece ahí de madrugada y luego va a por su siguiente víctima. Temo por las gemelas del pescador, ¿sabe? Tienen ya diez años, no sabemos cuánto más las dejará tranquilas la bestia. Su padre ha colocado cerraduras de acero pero… eso no la detendrá.
-Bueno, si el metal no lo hace, lo haremos nosotros. Gracias por la información.
Se alejaron un poco y la pelirroja volvió a sonreír. El nombre del bate le hacía gracia y la energía del hombre le animaba. Sí, puede que realmente no necesitase ayuda, pero la compañía era impagable. Además, si iban a cortar la cabeza del bicho iban a necesitar dos pares de manos para la tarea, simplemente por comodidad. Y encontrar una herramienta un tanto más grande que sus cuchillos, claro, o podía llevarles toda la noche y buena parte del día. Estaban afilados, pero eran pequeños.
Salieron de la taberna. Asintió con ganas ante la oportunidad de conocer cómo le habían nombrado caballero, pero tenía que añadir otra pregunta.
-Me parece bien, pero ya que estás, ¿hay alguna historia detrás del nombre de tu arma? Es bonito.
Lucille, le llamaba. Bien fuera original o por hacer justicia al arma de alguna forma sentía que al bate le pegaba.
-Creo que podemos ir en dirección a la plaza central. Como mínimo si no está ahí y el tabernero ha dicho la verdad, oiremos los aullidos y sabremos hacia dónde ir.
Llegó a tiempo para escuchar la historia del dueño de la taberna y mientras él empezaba a llorar, la pelirroja frunció el ceño. Le cabreaba que hubieran muerto niños sin ningún motivo aparente. Seguía sin entender cómo un animal salvaje podía ser tan escrupuloso, pero estaba decidida a averiguarlo. Se inclinó sobre la barra y preguntó al hombre:
-¿Tienes alguna idea de por dónde podemos encontrarlo? Todavía no conocemos mucho el pueblo y podría ahorrarnos tiempo.
El señor asintió con la cabeza, serio de repente.
-Todo el mundo le oye por la noche. Cerramos las puertas y ventanas, pero pueden oírse sus aullidos en la plaza del pueblo. Aparece ahí de madrugada y luego va a por su siguiente víctima. Temo por las gemelas del pescador, ¿sabe? Tienen ya diez años, no sabemos cuánto más las dejará tranquilas la bestia. Su padre ha colocado cerraduras de acero pero… eso no la detendrá.
-Bueno, si el metal no lo hace, lo haremos nosotros. Gracias por la información.
Se alejaron un poco y la pelirroja volvió a sonreír. El nombre del bate le hacía gracia y la energía del hombre le animaba. Sí, puede que realmente no necesitase ayuda, pero la compañía era impagable. Además, si iban a cortar la cabeza del bicho iban a necesitar dos pares de manos para la tarea, simplemente por comodidad. Y encontrar una herramienta un tanto más grande que sus cuchillos, claro, o podía llevarles toda la noche y buena parte del día. Estaban afilados, pero eran pequeños.
Salieron de la taberna. Asintió con ganas ante la oportunidad de conocer cómo le habían nombrado caballero, pero tenía que añadir otra pregunta.
-Me parece bien, pero ya que estás, ¿hay alguna historia detrás del nombre de tu arma? Es bonito.
Lucille, le llamaba. Bien fuera original o por hacer justicia al arma de alguna forma sentía que al bate le pegaba.
-Creo que podemos ir en dirección a la plaza central. Como mínimo si no está ahí y el tabernero ha dicho la verdad, oiremos los aullidos y sabremos hacia dónde ir.
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Charles y Aki comenzaron a caminar con destino hacia el centro de la ciudad, esperando poder encontrar lo antes posible a la bestia y así evitar cualquier tragedia que pudiera llegar a ocurrir en el transcurso de la noche. Charles se quedó pensando en el dueño de la taberna, aquel hombre había sido muy noble con el gigantón, por lo que el único deseo de Charles era poder vengar a su hijo en este momento.
"¿Quieres saber de donde proviene el nombre de mi hermosa Lucille?".- A Charles no le gusta mucho hablar de su pasado, pero sintió un sentimiento de confianza hacia aquella mujer, por lo que decidió contarle un poco acerca de su historia.
"Lucille era el nombre de mi madre, ella murió hace muchos años, era la persona más importante en mi vida, ya que nunca tuve buena relación con mi padre. Haberla perdido a ella me transformó en una persona un poco fría y rencorosa, pero al mismo tiempo me hizo más fuerte. Es por eso que la nombré de esa manera, Lucille es mi compañera de vida, la amo con toda mi alma."
La noche cada vez estaba más oscura y fría, sin dudas había una sensación algo tétrica durante la caminata, la luna no aportaba mucho con brillo, haciendo que haya muy poca visibilidad. Tras largos minutos caminando, se escucharon los gritos de una niña a la lejanía, ¿podría ser que la bestia estuviera atacando a alguien justo en este momento?.
"Debemos apurarnos!".- Exclamó Charles. "En el momento en que acabemos con esa bestia te contaré mi historia de por qué mi nombre tiene la palabra Sir al comienzo".- Charles se apresuró en encontrar el lugar del cual provenían los gritos, desenvainó a Lucille y se quedó preparado para combatir a la bestia.
Llegaron a un montón de casas en donde se notaba que algo había acontecido, quizás no lograron llegar ahí lo suficientemente rápido, ya que no había señal alguna de la bestia, pero si vestigios de un ataque. Charles entró a una casa y encontró a una anciana en el suelo, la tomó en sus brazos y se percató de que la mujer intentaba decir algo: "Seee... seee... se llevó a mi nieta, por favor ayudenme".- Dijo la anciana antes de perder la conciencia.
Charles no podía creer lo cerca que estuvieron de encontrarse de frente con la bestia y creyó que quizás lo mejor sería separarse para cubrir más terreno. "Creo que si nos separamos tendremos más oportunidades de encontrar a la bestia, pero tenemos que usar algún sistema para poder comunicarnos en caso de que alguno la encuentre... ¿Qué opinas Aki?.
"¿Quieres saber de donde proviene el nombre de mi hermosa Lucille?".- A Charles no le gusta mucho hablar de su pasado, pero sintió un sentimiento de confianza hacia aquella mujer, por lo que decidió contarle un poco acerca de su historia.
"Lucille era el nombre de mi madre, ella murió hace muchos años, era la persona más importante en mi vida, ya que nunca tuve buena relación con mi padre. Haberla perdido a ella me transformó en una persona un poco fría y rencorosa, pero al mismo tiempo me hizo más fuerte. Es por eso que la nombré de esa manera, Lucille es mi compañera de vida, la amo con toda mi alma."
La noche cada vez estaba más oscura y fría, sin dudas había una sensación algo tétrica durante la caminata, la luna no aportaba mucho con brillo, haciendo que haya muy poca visibilidad. Tras largos minutos caminando, se escucharon los gritos de una niña a la lejanía, ¿podría ser que la bestia estuviera atacando a alguien justo en este momento?.
"Debemos apurarnos!".- Exclamó Charles. "En el momento en que acabemos con esa bestia te contaré mi historia de por qué mi nombre tiene la palabra Sir al comienzo".- Charles se apresuró en encontrar el lugar del cual provenían los gritos, desenvainó a Lucille y se quedó preparado para combatir a la bestia.
Llegaron a un montón de casas en donde se notaba que algo había acontecido, quizás no lograron llegar ahí lo suficientemente rápido, ya que no había señal alguna de la bestia, pero si vestigios de un ataque. Charles entró a una casa y encontró a una anciana en el suelo, la tomó en sus brazos y se percató de que la mujer intentaba decir algo: "Seee... seee... se llevó a mi nieta, por favor ayudenme".- Dijo la anciana antes de perder la conciencia.
Charles no podía creer lo cerca que estuvieron de encontrarse de frente con la bestia y creyó que quizás lo mejor sería separarse para cubrir más terreno. "Creo que si nos separamos tendremos más oportunidades de encontrar a la bestia, pero tenemos que usar algún sistema para poder comunicarnos en caso de que alguno la encuentre... ¿Qué opinas Aki?.
Aki D. Arlia
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La pirata escuchó con atención la historia del gigantón. Acababan de conocerse, pero él había decidido confiarle esa información tan delicada. Aki valoró esa candidez; adoraba las historias y aquellas personales siempre eran un regalo único, incluso si el que las regalaba no era del todo consciente de su valor. Miró con interés renovado el arma del hombre, ahora que sabía el origen de su nombre. Le pareció una forma extraña de recordar a su madre, pero entendía que cada persona vivía el duelo a su manera. Con delicadeza, posó una mano en su antebrazo.
-Yo también he perdido a gente que quería. Nunca es sencillo, pero es posible aprender a convivir con los recuerdos.
No había mucho más que decir. Era la verdad y la tragedia no iba a disminuir por muchas palabras que dijera, por lo que prefería ser breve. Supo que lo entendería; aquellos que habían sufrido pérdidas importantes tendían a hacerlo.
De repente, escucharon el grito de una niña a lo lejos. Aki se puso en guardia, pero antes de que dijera nada Charles se le adelantó. La pirata asintió con firmeza y corrió detrás de él hacia el lugar del que provenía el ruido, intentando reprimir una sonrisa un tanto fuera de lugar. La situación era grave, pero el gigantón la estaba sobornando con historias sin saber que eran probablemente las recompensas que más valoraba la pirata y si bien no pocos habían tratado de embaucarla en el pasado él despertaba su curiosidad sin sospecharlo.
Llegaron a la zona en la que la bestia había aparecido y la pirata se puso seria, frunciendo el ceño. No había marcas de garras o golpetazos, pero la tierra estaba revuelta y la puerta de una casa había sido forzada, desencajada limpiamente de los goznes. ¿Qué criatura hacía eso? Lo ignoraba. Siguió a Charles y apretó los dientes al oír a la anciana. Se aseguró de que tenía pulso y la llevó a su cama antes de salir del lugar. Para cuando volviera en sí, habrían traído a su nieta de regreso. Simplemente, era lo que había que hacer. Asintió ante la idea de Charles y cerró los ojos para escanear el terreno con su mantra. No detectaba nada fuera de lo normal, lo que le preocupó un poco.
-Tienes razón. Yo iré por la izquierda, ve por la derecha. Si la encuentro, verás una llamarada en el cielo. Si la encuentras, da tres golpes con Lucille en el suelo e iré corriendo; confía en mí podré escucharlo. Mucha suerte, Charles. No te fíes ni de tu sombra; algo me dice que esta criatura es… racional, peligrosa.
Asintió una última vez y sin más dilación, pegó un salto y aterrizó con delicadeza en el tejado de la casa antes de empezar a correr. Quería ver bien el terreno bajo ella y pescar a la criatura desprevenida. No estaba segura de lo que buscaba, pero esperaba poder reconocer a la niña. Había que salvarla.
-Yo también he perdido a gente que quería. Nunca es sencillo, pero es posible aprender a convivir con los recuerdos.
No había mucho más que decir. Era la verdad y la tragedia no iba a disminuir por muchas palabras que dijera, por lo que prefería ser breve. Supo que lo entendería; aquellos que habían sufrido pérdidas importantes tendían a hacerlo.
De repente, escucharon el grito de una niña a lo lejos. Aki se puso en guardia, pero antes de que dijera nada Charles se le adelantó. La pirata asintió con firmeza y corrió detrás de él hacia el lugar del que provenía el ruido, intentando reprimir una sonrisa un tanto fuera de lugar. La situación era grave, pero el gigantón la estaba sobornando con historias sin saber que eran probablemente las recompensas que más valoraba la pirata y si bien no pocos habían tratado de embaucarla en el pasado él despertaba su curiosidad sin sospecharlo.
Llegaron a la zona en la que la bestia había aparecido y la pirata se puso seria, frunciendo el ceño. No había marcas de garras o golpetazos, pero la tierra estaba revuelta y la puerta de una casa había sido forzada, desencajada limpiamente de los goznes. ¿Qué criatura hacía eso? Lo ignoraba. Siguió a Charles y apretó los dientes al oír a la anciana. Se aseguró de que tenía pulso y la llevó a su cama antes de salir del lugar. Para cuando volviera en sí, habrían traído a su nieta de regreso. Simplemente, era lo que había que hacer. Asintió ante la idea de Charles y cerró los ojos para escanear el terreno con su mantra. No detectaba nada fuera de lo normal, lo que le preocupó un poco.
-Tienes razón. Yo iré por la izquierda, ve por la derecha. Si la encuentro, verás una llamarada en el cielo. Si la encuentras, da tres golpes con Lucille en el suelo e iré corriendo; confía en mí podré escucharlo. Mucha suerte, Charles. No te fíes ni de tu sombra; algo me dice que esta criatura es… racional, peligrosa.
Asintió una última vez y sin más dilación, pegó un salto y aterrizó con delicadeza en el tejado de la casa antes de empezar a correr. Quería ver bien el terreno bajo ella y pescar a la criatura desprevenida. No estaba segura de lo que buscaba, pero esperaba poder reconocer a la niña. Había que salvarla.
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Ambos se separaron y Aki con un tremendo salto terminó arriba de un tejado, Charles no pudo evitar notar que la peliroja había utilizado una extraña técnica antes de separarse, sin dudas esta mujer tiene unas habilidades que el gigantón aún no puede ni imaginarse. En ese momento, Charles supo que no podía quedarse atrás, sea como sea, tenía que encontrar a la niña para salvarla y de paso derrotar a la bestia para poder sorprender a Aki, sin dudas era una de las misiones del barbudo, parecía ser que aquella mujer no era una mujer común y corriente.
Charles comenzó a explotar entre los callejones de la ciudad, entrando en algunas casas y buscando desesperadamente cualquier pista que pudiera llevarlo a descubrir quien o que era lo que estaba causando tanto dolor y temor en este pueblo. Charles comenzó a llegar al final de las casa que se encontraban en ese sector del pueblo y llegó hasta la entrada de un enorme bosque de unos árboles que nunca en su vida había visto, era oscuro como la boca de un lobo pero eso no era algo que fuera a detener a este hombre, la oscuridad no era uno de los temores de Charles. Comenzó a adentrarse entre la oscuridad y la neblina, cuando derrepente a lo lejos vió dos pelotas amarillas brillantes como un lucero, ¿Podría ser esa la bestia a la que llevan tanto rato persiguiendo?. Charles comenzó a correr hacia ese lugar y recordó que debía avisar a Aki, si esta bestia es tan poderosa como parece, sin dudas necesitará la ayuda de su nueva "amiga"... Charles cogió su bate y dió 3 golpes al suelo, golpeando tan fuerte que sin dudas la tierra debajo de él comenzó a moverse.
A pesar de que probablemente le tomaría un tiempo a Aki encontrar el lugar en donde se encontraba Charles, este decidió no perder el tiempo e ir de una vez por todas a por la bestia, se armó de valor y comenzó a correr velozmente hacia esos brillos que se divisaban. A medida que se acercaba, cada vez podía distinguir más una figura humanoide, bastante encorvado y con una sonrisa que mostraba unos tremendos dientes, haciéndole creer que quizás no se trata de un animal, si no más bien otra especie de criatura. Charles volvió a desenvainar a Lucille y se aproximó con todas sus fuerzas a dar un golpe de knockout a aquella bestia, arrastró a Lucille por el suelo, pegó un salto bastante grande y exclamó con todas sus fuerzas: "Aquí te va malditoooo!!! recibe mi FEEEEEEDING TIME!!!!!!!!", levantando a Lucille por todo lo alto y lanzando un tremendo golpe al suelo, dejando una tremenda marca en este y botando un par de árboles con el temblo que generó tremendo impacto. Al levantar a Lucille se dió cuenta de que la bestia había pegado un salto justo antes de recibir el impacto, demostrando una agiladad y velocidad tremenda, sin dudas no sería un rival fácil... "Mi primer rival de verdad en mi corta vida como pirata, esto será interesante" .- exclamó Charles, cambiando completamente su mirada.
Charles comenzó a explotar entre los callejones de la ciudad, entrando en algunas casas y buscando desesperadamente cualquier pista que pudiera llevarlo a descubrir quien o que era lo que estaba causando tanto dolor y temor en este pueblo. Charles comenzó a llegar al final de las casa que se encontraban en ese sector del pueblo y llegó hasta la entrada de un enorme bosque de unos árboles que nunca en su vida había visto, era oscuro como la boca de un lobo pero eso no era algo que fuera a detener a este hombre, la oscuridad no era uno de los temores de Charles. Comenzó a adentrarse entre la oscuridad y la neblina, cuando derrepente a lo lejos vió dos pelotas amarillas brillantes como un lucero, ¿Podría ser esa la bestia a la que llevan tanto rato persiguiendo?. Charles comenzó a correr hacia ese lugar y recordó que debía avisar a Aki, si esta bestia es tan poderosa como parece, sin dudas necesitará la ayuda de su nueva "amiga"... Charles cogió su bate y dió 3 golpes al suelo, golpeando tan fuerte que sin dudas la tierra debajo de él comenzó a moverse.
A pesar de que probablemente le tomaría un tiempo a Aki encontrar el lugar en donde se encontraba Charles, este decidió no perder el tiempo e ir de una vez por todas a por la bestia, se armó de valor y comenzó a correr velozmente hacia esos brillos que se divisaban. A medida que se acercaba, cada vez podía distinguir más una figura humanoide, bastante encorvado y con una sonrisa que mostraba unos tremendos dientes, haciéndole creer que quizás no se trata de un animal, si no más bien otra especie de criatura. Charles volvió a desenvainar a Lucille y se aproximó con todas sus fuerzas a dar un golpe de knockout a aquella bestia, arrastró a Lucille por el suelo, pegó un salto bastante grande y exclamó con todas sus fuerzas: "Aquí te va malditoooo!!! recibe mi FEEEEEEDING TIME!!!!!!!!", levantando a Lucille por todo lo alto y lanzando un tremendo golpe al suelo, dejando una tremenda marca en este y botando un par de árboles con el temblo que generó tremendo impacto. Al levantar a Lucille se dió cuenta de que la bestia había pegado un salto justo antes de recibir el impacto, demostrando una agiladad y velocidad tremenda, sin dudas no sería un rival fácil... "Mi primer rival de verdad en mi corta vida como pirata, esto será interesante" .- exclamó Charles, cambiando completamente su mirada.
Aki D. Arlia
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No tardó demasiado en darse cuenta de que había ido por la dirección equivocada. Avanzaba rápido, tejado sobre tejado, silenciosa como la noche y, aún así, el eco del grito de la niña pronto se perdió en la oscuridad. Sin embargo, no quiso dejar pasar la oportunidad. Sabía que Charles le avisaría tan pronto encontrara algo y llevaba el haki de observación activado para no perderle de vista aún si se alejaba. Quizá en el pueblo pudiera encontrar alguna pista de qué estaba secuestrando a los niños.
Dio un par de vueltas un tanto desorientada. No conocía el lugar y en realidad nunca antes había rastreado a una bestia semejante. Terminó por bajar de los tejados y vagabundear por entre los callejones, hasta que encontró algo que no debería estar en donde estaba. Sangre, en el suelo. Sangre vieja, ya seca. Sangre de niño, también. Frunció el ceño y miró alrededor, hasta que vio otra mancha. Siguió el rastro hasta una casa de aspecto cochambroso y antiguo. Se metió dentro y observó con horror el interior.
Claramente era la guarida del monstruo. No era más que una casa normal, terriblemente sucia y poco cuidada. Pero había más manchas de sangre en varios sitios, la cama estaba más que aplastada y algunos de los muebles tenían golpes. Dio un par de vueltas más, tratando de entender lo que veía. Al final, llegó a la conclusión de que lo que ocurría era que quien viviera ahí, no controlaba su fuerza. Ni sus ansias. Se llevaba a los niños ahí y… a juzgar por los restos en la cocina… se los comía. Sintió náuseas, pero se pasaron al momento y entonces, oyó la llamada de Charles.
Lucille resonó en el suelo y las vibraciones llegaron hasta Aki. Un escalofrío recorrió su columna y salió por la puerta transformada en la forma completa de su akuma. De una poderosa patada, alzó el vuelo y aleteó furiosamente en la dirección de la que había venido la señal. Recorrió una vez más el pueblo de lado a lado y llegó al bosque en el que Charles había entrado persiguiendo al monstruo. Aterrizó a la entrada y echó a correr, buscándole. Llegó justo a tiempo de ver cómo le lanzaba un poderoso ataque, que la bestia esquivó por los pelos con sorprendente agilidad. La pirata frunció el ceño, intentando discernir contra qué se enfrentaban. Llegó junto a Charles y le contó lo que había descubierto.
-Ya estoy aquí. Esa cosa… creo que antes era humana. Y por algún motivo, ahora come niños. No sé si por placer o necesidad, pero es un peligro. Vive en el pueblo, o por lo menos se refugia en una de las casas. No creo que podamos razonar con él.
Iban a tener que matarlo. Fuera lo que fuera, era racional y estaba decidiendo secuestrar y devorar a los pequeños. No contaba con poder convencerle de que dejara de hacerlo y la forma más rápida de acabar con el problema era… rematarlo de cuajo. En su palma, conjuró un orbe de energía. La bola oscura se arremolinó, impaciente por hacer su trabajo. Aki la lanzó contra el monstruo, donde explotó.
Creyó que le había dado, hasta que la polvareda se deshizo y pudo ver que la bestia había huido hacia el centro del bosque. Aki chasqueó la lengua, pero sonrió a Charles.
-Parece que va a darnos algo de trabajo. Pero no podrá escapar de ambos, ¡vamos!
Echó a correr, sabiendo que él le seguiría. Si se daban prisa, a lo mejor conseguirían salvar a la niña. O al menos, eso esperaba.
Dio un par de vueltas un tanto desorientada. No conocía el lugar y en realidad nunca antes había rastreado a una bestia semejante. Terminó por bajar de los tejados y vagabundear por entre los callejones, hasta que encontró algo que no debería estar en donde estaba. Sangre, en el suelo. Sangre vieja, ya seca. Sangre de niño, también. Frunció el ceño y miró alrededor, hasta que vio otra mancha. Siguió el rastro hasta una casa de aspecto cochambroso y antiguo. Se metió dentro y observó con horror el interior.
Claramente era la guarida del monstruo. No era más que una casa normal, terriblemente sucia y poco cuidada. Pero había más manchas de sangre en varios sitios, la cama estaba más que aplastada y algunos de los muebles tenían golpes. Dio un par de vueltas más, tratando de entender lo que veía. Al final, llegó a la conclusión de que lo que ocurría era que quien viviera ahí, no controlaba su fuerza. Ni sus ansias. Se llevaba a los niños ahí y… a juzgar por los restos en la cocina… se los comía. Sintió náuseas, pero se pasaron al momento y entonces, oyó la llamada de Charles.
Lucille resonó en el suelo y las vibraciones llegaron hasta Aki. Un escalofrío recorrió su columna y salió por la puerta transformada en la forma completa de su akuma. De una poderosa patada, alzó el vuelo y aleteó furiosamente en la dirección de la que había venido la señal. Recorrió una vez más el pueblo de lado a lado y llegó al bosque en el que Charles había entrado persiguiendo al monstruo. Aterrizó a la entrada y echó a correr, buscándole. Llegó justo a tiempo de ver cómo le lanzaba un poderoso ataque, que la bestia esquivó por los pelos con sorprendente agilidad. La pirata frunció el ceño, intentando discernir contra qué se enfrentaban. Llegó junto a Charles y le contó lo que había descubierto.
-Ya estoy aquí. Esa cosa… creo que antes era humana. Y por algún motivo, ahora come niños. No sé si por placer o necesidad, pero es un peligro. Vive en el pueblo, o por lo menos se refugia en una de las casas. No creo que podamos razonar con él.
Iban a tener que matarlo. Fuera lo que fuera, era racional y estaba decidiendo secuestrar y devorar a los pequeños. No contaba con poder convencerle de que dejara de hacerlo y la forma más rápida de acabar con el problema era… rematarlo de cuajo. En su palma, conjuró un orbe de energía. La bola oscura se arremolinó, impaciente por hacer su trabajo. Aki la lanzó contra el monstruo, donde explotó.
Creyó que le había dado, hasta que la polvareda se deshizo y pudo ver que la bestia había huido hacia el centro del bosque. Aki chasqueó la lengua, pero sonrió a Charles.
-Parece que va a darnos algo de trabajo. Pero no podrá escapar de ambos, ¡vamos!
Echó a correr, sabiendo que él le seguiría. Si se daban prisa, a lo mejor conseguirían salvar a la niña. O al menos, eso esperaba.
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Aki llegó a ayudar a Charles con una tremenda rapidez y soltó desde su mano una extraña orbe de energía que lamentablemente no pudo alcanzar a la bestia, sin dudas les daría bastante trabajo. A Charles le pareció muy extraño el poder utilizado por aquella mujer, cada vez le causaba más curiosas saber quién es ella y en qué lugares del mundo había estado, sin lugar a dudas ella estaba en un nivel muy diferente al de Charles, por lo que el gigantón sólo debía limitarse a aprender de ella.
Aki comenzó a correr detrás de la bestia y Charles la siguió sin dudarlo, quería a como de lugar salvar la vida de aquella niña y evitar que el número de víctimas siguiera aumentando. A medida que se iban adentrando en el bosque, la luz de la luna cada vez penetraba menos y la visibilidad era tremendamente escasa, lo que hacía que a Charles le costara un poco moverse con facilidad. Mientras iban corriendo detrás de la bestia, Charles sintió algo pasar con mucha velocidad por su espalda, haciéndolo frenar de golpe, ¿Sería posible que hubiera más de una bestia viviendo en este pueblo o en este bosque?.
"Aki, creo que tendremos más de un problema que resolver, continúa persiguiendo a la bestia, yo te alcanzaré".- dijo el barbudo.
Charles desenvainó a Lucille y comenzó a girar con su arma alzada, agarrando una gran velocidad y dando unos golpes certeros que lograron botar un par de árboles, de esta forma logró entrar la luz de la luna y mejorar la visibilidad del gigantón. En ese momento, Charles se dió cuenta de que su presentimiento era cierto, la luz de la luna dejó en evidencia una segunda criatura que se apresuraba a sorprenderlos por la espalda. Esta criatura se abalanzó sobre Charles a una velocidad sorprendente y lo atacó con sus garras, pero Lucille no sólo sirve para atacar, si no que también para protegerse de ataques enemigos. La criatura saltó y comenzó a moverse por las copas de los árboles, preparándose para sorprender nuevamente a Charles desde las alturas, esta vez con mayor precisión. Con un tremendo arañazo, la criatura alcanzó a rasgar el pecho de Charles, abriéndole una herida que probablemente dejaría una tremenda cicatriz, la primera cicatriz del gigante en su aventura como pirata.
Charles comenzó a cambiar la expresión de su rostro por una muy amenazante y aterradora, ¿Podría estar ocurriendo la pérdida de conciencia de Charles que hace despertar al monstruo de su interior?.
"Nadie había sido capaz de herirme de esa forma, prepárate maldito animal, acabaré contigo y alimentaré a este pueblo con tu carne, esta será mi maldita venganza por todo el daño que han causado!!".
Charles apoyó a Lucille contra el suelo y comenzó a correr a gran velocidad, dejando una marca en el suelo a medida que avanzaba, pegó un tremendo salto y se preparó nuevamente para lanzar su ataque: "Toma esto!!!!!! FEEEEEEEDING TIMEEEEEE!!!".
Aki comenzó a correr detrás de la bestia y Charles la siguió sin dudarlo, quería a como de lugar salvar la vida de aquella niña y evitar que el número de víctimas siguiera aumentando. A medida que se iban adentrando en el bosque, la luz de la luna cada vez penetraba menos y la visibilidad era tremendamente escasa, lo que hacía que a Charles le costara un poco moverse con facilidad. Mientras iban corriendo detrás de la bestia, Charles sintió algo pasar con mucha velocidad por su espalda, haciéndolo frenar de golpe, ¿Sería posible que hubiera más de una bestia viviendo en este pueblo o en este bosque?.
"Aki, creo que tendremos más de un problema que resolver, continúa persiguiendo a la bestia, yo te alcanzaré".- dijo el barbudo.
Charles desenvainó a Lucille y comenzó a girar con su arma alzada, agarrando una gran velocidad y dando unos golpes certeros que lograron botar un par de árboles, de esta forma logró entrar la luz de la luna y mejorar la visibilidad del gigantón. En ese momento, Charles se dió cuenta de que su presentimiento era cierto, la luz de la luna dejó en evidencia una segunda criatura que se apresuraba a sorprenderlos por la espalda. Esta criatura se abalanzó sobre Charles a una velocidad sorprendente y lo atacó con sus garras, pero Lucille no sólo sirve para atacar, si no que también para protegerse de ataques enemigos. La criatura saltó y comenzó a moverse por las copas de los árboles, preparándose para sorprender nuevamente a Charles desde las alturas, esta vez con mayor precisión. Con un tremendo arañazo, la criatura alcanzó a rasgar el pecho de Charles, abriéndole una herida que probablemente dejaría una tremenda cicatriz, la primera cicatriz del gigante en su aventura como pirata.
Charles comenzó a cambiar la expresión de su rostro por una muy amenazante y aterradora, ¿Podría estar ocurriendo la pérdida de conciencia de Charles que hace despertar al monstruo de su interior?.
"Nadie había sido capaz de herirme de esa forma, prepárate maldito animal, acabaré contigo y alimentaré a este pueblo con tu carne, esta será mi maldita venganza por todo el daño que han causado!!".
Charles apoyó a Lucille contra el suelo y comenzó a correr a gran velocidad, dejando una marca en el suelo a medida que avanzaba, pegó un tremendo salto y se preparó nuevamente para lanzar su ataque: "Toma esto!!!!!! FEEEEEEEDING TIMEEEEEE!!!".
Aki D. Arlia
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Un escalofrío le recorrió la espalda. No estaban solos, pero antes de que pudiera decir nada Charles le informó de que había otra bestia. Tenía razón, claro. Apretó los labios, pero al final asintió con la cabeza y aceleró el paso. No le hacía ni pizca de gracia dejar solo al hombre con una criatura de esas proporciones, pero él se lo había pedido y tenía claro que era capaz de dar no poca pelea. Impedírselo habría sido añadir insulto a injuria; ambos querían rescatar a la niña.
-Pienso colgarte de la plaza del pueblo, malnacido…
Aceleró todavía más, aleteando y saltando de rama en rama por el bosque. Puede que fuera la casa del hombre, pero ella dormía en lo alto de los árboles cuando todavía no levantaba tres palmos del fuera. Estaba tan en su elemento como él.
No tardó en alcanzarle. La criatura pareció decidir que era inútil intentar huir y pasó a la ofensiva en cuestión de segundos; derrapó, se dio la vuelta y con un gruñido bestial lanzó un zarpazo directo a la cara de Aki. La joven interpuso un muro de energía entre ambos y de un ágil salto se plantó sobre su brazo y se lanzó cuchillo en mano hacia su yugular. La alcanzó, pero el pelaje de la criatura era mucho más denso y la piel mucho más dura de lo que había anticipado. Apenas logró hacerle un rasguño antes de que el bicho se la sacudiera de encima.
Aterrizó en el suelo con toda la elegancia que pudo reunir y para cuando se levantó tenía no pocas malas pulgas.
-No quería hacer esto pero… no me dejas más remedio.
Una sonrisa macabra se formó en su rostro mientras una llamarada se conjuraba en la palma de su mano.
-No vas a salir de aquí vivo. De ti depende tener una muerte rápida o… complicada.
Todo lo que recibió en respuesta fue un gruñido. La pelirroja sonrió y se abalanzó nuevamente, deseando prender en llamas todo ese pelaje. Quizá una vez cayera el abrigo pudieran ver bien qué había bajo tanto músculo y agresividad.
-Pienso colgarte de la plaza del pueblo, malnacido…
Aceleró todavía más, aleteando y saltando de rama en rama por el bosque. Puede que fuera la casa del hombre, pero ella dormía en lo alto de los árboles cuando todavía no levantaba tres palmos del fuera. Estaba tan en su elemento como él.
No tardó en alcanzarle. La criatura pareció decidir que era inútil intentar huir y pasó a la ofensiva en cuestión de segundos; derrapó, se dio la vuelta y con un gruñido bestial lanzó un zarpazo directo a la cara de Aki. La joven interpuso un muro de energía entre ambos y de un ágil salto se plantó sobre su brazo y se lanzó cuchillo en mano hacia su yugular. La alcanzó, pero el pelaje de la criatura era mucho más denso y la piel mucho más dura de lo que había anticipado. Apenas logró hacerle un rasguño antes de que el bicho se la sacudiera de encima.
Aterrizó en el suelo con toda la elegancia que pudo reunir y para cuando se levantó tenía no pocas malas pulgas.
-No quería hacer esto pero… no me dejas más remedio.
Una sonrisa macabra se formó en su rostro mientras una llamarada se conjuraba en la palma de su mano.
-No vas a salir de aquí vivo. De ti depende tener una muerte rápida o… complicada.
Todo lo que recibió en respuesta fue un gruñido. La pelirroja sonrió y se abalanzó nuevamente, deseando prender en llamas todo ese pelaje. Quizá una vez cayera el abrigo pudieran ver bien qué había bajo tanto músculo y agresividad.
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Charles logró encajar su ataque impactando directamente en el rostro de aquella bestia, lanzándola varios metros hacia atrás y derribando de paso algunos árboles más con su propio cuerpo. Aquel golpe debiese haber sido suficiente para derrotar a la bestia, ya que la fuerza aplicada por el gigantón era sin dudas muy difícil de aguantar. Charles se tomó el pecho y se percató de que la herida que le abrió aquella bestia era bastante grande, sin dudas tendría que revisarla algún médico para evitar que se infecte, pero al mismo tiempo, le generó una sensación de satisfacción ya que siempre quiso tener una cicatriz obtenida en algún combate.
Cuando Charles se apresuraba a guardar a Lucille, escuchó unos gemidos desde los escombros de los árboles, y cuando se acercó a observar, la bestia se acercó rápidamente y volvió a herir al barbudo, esta vez impactando su brazo con sus tremendas garras.
"Mierda, pensé que lo había derrotado con mi golpe, nunca me habían aguantado mi feeding time de esa manera, esta criatura es más poderosa de lo que esperaba, tendré que pensar en una nueva estrategia".- Exclamó Charles.
Ya no había margen de error, el brazo de Charles había quedado bastante dañado con ese arañazo de la bestia, por lo que sólo podría usar su brazo restante para pelear, situación que no era muy favorable para él.
La criatura volvió a correr rápidamente hacia Charles, pegando un salto y atacando nuevamente con sus garras por delante, Charles logró bloquear el ataque con Lucille, protegiendo su rostro y evitando ser alcanzado nuevamente. La bestia retrocedió y le dió tiempo a Charles de poder prepararse para atacar.
"Ya me tienes harto maldita bestia, este será tu último día en la tierra, nunca más podrás atormentar a la gente de este pueblo ni a ningún niño más! Acabaré contigo!!".- Charles comenzó a correr nuevamente arrastrando a Lucille por el piso, esta vez con mayor velocidad que antes. Se aproximó a la bestia, dió un par de vueltas alrededor de su cabeza con Lucille y exclamó el nombre de su nuevo ataque: "HOOOOOOME RUUUUUUUN!!!!" impactando el rostro de la bestia con una fuerza impresionante y enviándola nuevamente a volar varios metros, quedando incrustada en una pared de roca que se encontraba detrás de ellos.
Charles se acercó al cuerpo inmóvil de la bestia, jadeando por los golpes recibidos y con bastante dolor, se sentó sobre la bestia y comenzó a mirarla con mayor detención, seguía sin comprender que clase de criatura era esa... ¿podría ser una especie nativa de esta isla? ¿o su forma humanoide indica que podría ser un experimento de algún científico loco, transformando humanos en bestias? Fuera lo que fuera, Charles no podía dejarlo con vida tras todo el sufrimiento que había causado, por lo que levantó a Lucille por los aires y dijo: "Púdrete en el infierno, hijo de #@%$!! FEEEEDING TIMEEE!!!" impactando a Lucille contra el rostro de la bestia con una fuerza inimaginable, sin dudas no sería capaz de sobrevivir a ese golpe.
Charles cogió a la bestia de las piernas y comenzó a caminar arrastrándola, esperando poder encontrarse con Aki, quien seguramente estaba librando una tremenda batalla con la otra bestia.
Cuando Charles se apresuraba a guardar a Lucille, escuchó unos gemidos desde los escombros de los árboles, y cuando se acercó a observar, la bestia se acercó rápidamente y volvió a herir al barbudo, esta vez impactando su brazo con sus tremendas garras.
"Mierda, pensé que lo había derrotado con mi golpe, nunca me habían aguantado mi feeding time de esa manera, esta criatura es más poderosa de lo que esperaba, tendré que pensar en una nueva estrategia".- Exclamó Charles.
Ya no había margen de error, el brazo de Charles había quedado bastante dañado con ese arañazo de la bestia, por lo que sólo podría usar su brazo restante para pelear, situación que no era muy favorable para él.
La criatura volvió a correr rápidamente hacia Charles, pegando un salto y atacando nuevamente con sus garras por delante, Charles logró bloquear el ataque con Lucille, protegiendo su rostro y evitando ser alcanzado nuevamente. La bestia retrocedió y le dió tiempo a Charles de poder prepararse para atacar.
"Ya me tienes harto maldita bestia, este será tu último día en la tierra, nunca más podrás atormentar a la gente de este pueblo ni a ningún niño más! Acabaré contigo!!".- Charles comenzó a correr nuevamente arrastrando a Lucille por el piso, esta vez con mayor velocidad que antes. Se aproximó a la bestia, dió un par de vueltas alrededor de su cabeza con Lucille y exclamó el nombre de su nuevo ataque: "HOOOOOOME RUUUUUUUN!!!!" impactando el rostro de la bestia con una fuerza impresionante y enviándola nuevamente a volar varios metros, quedando incrustada en una pared de roca que se encontraba detrás de ellos.
Charles se acercó al cuerpo inmóvil de la bestia, jadeando por los golpes recibidos y con bastante dolor, se sentó sobre la bestia y comenzó a mirarla con mayor detención, seguía sin comprender que clase de criatura era esa... ¿podría ser una especie nativa de esta isla? ¿o su forma humanoide indica que podría ser un experimento de algún científico loco, transformando humanos en bestias? Fuera lo que fuera, Charles no podía dejarlo con vida tras todo el sufrimiento que había causado, por lo que levantó a Lucille por los aires y dijo: "Púdrete en el infierno, hijo de #@%$!! FEEEEDING TIMEEE!!!" impactando a Lucille contra el rostro de la bestia con una fuerza inimaginable, sin dudas no sería capaz de sobrevivir a ese golpe.
Charles cogió a la bestia de las piernas y comenzó a caminar arrastrándola, esperando poder encontrarse con Aki, quien seguramente estaba librando una tremenda batalla con la otra bestia.
Aki D. Arlia
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La pelirroja gruñó. Parpadeó un par de veces y miró a su alrededor. ¿Dónde estaba? Poco a poco, el sonido de fondo se fue haciendo más y más alto hasta que le taladró los oídos y le hizo recordar. La bestia, claro. El fuego no había funcionado y al final, había saltado a por ella. Y ahora… vio su mano, todavía agarrotada sujetando uno de sus cuchillos. Estaba hundido en la carne, dura y correosa. Sangraba. Normal que la bestia aullase. Aki estaba aovillada en su espalda, entre el pelo. Tratando de librarse de ella, la bestia se había golpeado contra un árbol, dejando a la pirata inconsciente durante un par de segundos.
Sacudió la cabeza y se puso alerta. No quería sacar el cuchillo todavía, era su único punto de apoyo. Agarró otro y lo clavó un poco más arriba. La bestia volvió a aullar y a revolverse, pero esta vez estaba alerta. Arrancó el primero y así fue avanzando hasta sus hombros. Desde ahí, los rasgos de la bestia parecían vagamente humanoides tras la pelambrera. Volvió a conjurar una bola de fuego y la sostuvo al lado de su cara, lo bastante cerca como para que notara el calor.
-Vamos a ver si me entiendes. Tienes una única oportunidad de salir con vida de aquí. Dime dónde está la niña.
La bestia volvió a aullar y a retorcerse, pero al ver que no era capaz de librarse de la pelirroja echó a correr. Aki frunció el ceño. Entonces, podía entenderla. ¿Sería algún extraño experimento? Corrieron por el bosque en la oscuridad y más pronto que tarde llegaron a un pequeño claro. En el árbol del fondo, acurrucada en la hierba, dormía la niña perdida. Estaba viva. La pelirroja sonrió y, antes de bajarse de la bestia, aprovechó su posición para cortarle la yugular. La vio correr y perderse en el bosque, pero sabía que era cuestión de tiempo que se desangrara y muriera. Mejor así. Le había mentido, pero no podía dejarla suelta. No tenía garantías de que fuera a controlarse y había prometido acabar con la amenaza.
Se acercó a la niña y con cuidado, la tomó en brazos. La pequeña se revolvió un poco, pero no llegó a despertar. Casi parecía que le hubieran dado algo para dormir, pero por lo demás parecía intacta.
Echó a volar en busca de Charles. Esperaba que hubiera acabado con la otra bestia y no tardó en encontrarlo y confirmar sus sospechas. El gigantón no solo la había derrotado, si no que la estaba arrastrando consigo. Con una pequeña sonrisa, aterrizó a su lado y le mostró a la niña.
-Buen trabajo. La había ocultado en el bosque, pero… ya está a salvo. Ya ha pasado. De momento, al menos.
Le preocupaba la naturaleza de la bestia, pero sabía que por ahora no había mucho que pudiera hacer al respecto. Tendría que esperar. De momento, la prioridad era devolver a la joven.
Sacudió la cabeza y se puso alerta. No quería sacar el cuchillo todavía, era su único punto de apoyo. Agarró otro y lo clavó un poco más arriba. La bestia volvió a aullar y a revolverse, pero esta vez estaba alerta. Arrancó el primero y así fue avanzando hasta sus hombros. Desde ahí, los rasgos de la bestia parecían vagamente humanoides tras la pelambrera. Volvió a conjurar una bola de fuego y la sostuvo al lado de su cara, lo bastante cerca como para que notara el calor.
-Vamos a ver si me entiendes. Tienes una única oportunidad de salir con vida de aquí. Dime dónde está la niña.
La bestia volvió a aullar y a retorcerse, pero al ver que no era capaz de librarse de la pelirroja echó a correr. Aki frunció el ceño. Entonces, podía entenderla. ¿Sería algún extraño experimento? Corrieron por el bosque en la oscuridad y más pronto que tarde llegaron a un pequeño claro. En el árbol del fondo, acurrucada en la hierba, dormía la niña perdida. Estaba viva. La pelirroja sonrió y, antes de bajarse de la bestia, aprovechó su posición para cortarle la yugular. La vio correr y perderse en el bosque, pero sabía que era cuestión de tiempo que se desangrara y muriera. Mejor así. Le había mentido, pero no podía dejarla suelta. No tenía garantías de que fuera a controlarse y había prometido acabar con la amenaza.
Se acercó a la niña y con cuidado, la tomó en brazos. La pequeña se revolvió un poco, pero no llegó a despertar. Casi parecía que le hubieran dado algo para dormir, pero por lo demás parecía intacta.
Echó a volar en busca de Charles. Esperaba que hubiera acabado con la otra bestia y no tardó en encontrarlo y confirmar sus sospechas. El gigantón no solo la había derrotado, si no que la estaba arrastrando consigo. Con una pequeña sonrisa, aterrizó a su lado y le mostró a la niña.
-Buen trabajo. La había ocultado en el bosque, pero… ya está a salvo. Ya ha pasado. De momento, al menos.
Le preocupaba la naturaleza de la bestia, pero sabía que por ahora no había mucho que pudiera hacer al respecto. Tendría que esperar. De momento, la prioridad era devolver a la joven.
Sir Charles Manson
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Por lo aires venía acercándose Aki, con una niña en sus brazos. Al ver esto, Charles sintió un enorme alivio, sin dudas había sido capaz de derrotar a la bestia y había encontrado a la niña sana y salva, era momento de devolvérsela a su familia.
"Gran trabajo Aki, conseguiste rescatarla! Llevaré a esta bestia devuelta al pueblo y se la entregaré al dueño de la taberna, tal como se lo prometí. Hay algo que no me entra en la cabeza... será que hay alguien en esta isla experimentando con humanos? No puedo evitar pensar que esta forma humanoide sea producto de algún experimento, debemos averiguar y encontrar a la persona que esté haciendo esto".- Le comentó Charles a Aki.
Comenzaron a caminar juntos hacia devuelta hacia el pueblo. A Charles ya le rugía el estómago por algo para comer y otra de esas deliciosas cervezas que el dueño de la taberna le había dado, no podía dejar de pensar en ellas. Cuando llegaron de vuelta al pueblo, se dirigieron directamente a la casa donde encontraron a la anciana malherida, entregaron a la niña y la anciana rompió en llanto.
"ME HAN DEVUELTO A MI NIETA HERMOSA! NO SABEN LO FELIZ QUE ME HAN HECHO, USTEDES SON UNAS GRANDES PERSONAS! LA PALABRA PIRATA NO SIGNFICA QUE SEAN SAQUEADORES O LADRONES! LES DEBO MI VIDA HOY O SIEMPRE!".- Exclamó la anciana.
Charles sonrió, algo que le cuesta mucho hacer y se volteó para comentarle a Aki:
"Quieres ir a por un trago a la taberna para entregarle el cuerpo de la bestia al dueño? Quiero preguntarle a la gente si habían visto alguna bestia como esta antes en el pueblo... Quiero acabar con esto de una vez por todas"
"Gran trabajo Aki, conseguiste rescatarla! Llevaré a esta bestia devuelta al pueblo y se la entregaré al dueño de la taberna, tal como se lo prometí. Hay algo que no me entra en la cabeza... será que hay alguien en esta isla experimentando con humanos? No puedo evitar pensar que esta forma humanoide sea producto de algún experimento, debemos averiguar y encontrar a la persona que esté haciendo esto".- Le comentó Charles a Aki.
Comenzaron a caminar juntos hacia devuelta hacia el pueblo. A Charles ya le rugía el estómago por algo para comer y otra de esas deliciosas cervezas que el dueño de la taberna le había dado, no podía dejar de pensar en ellas. Cuando llegaron de vuelta al pueblo, se dirigieron directamente a la casa donde encontraron a la anciana malherida, entregaron a la niña y la anciana rompió en llanto.
"ME HAN DEVUELTO A MI NIETA HERMOSA! NO SABEN LO FELIZ QUE ME HAN HECHO, USTEDES SON UNAS GRANDES PERSONAS! LA PALABRA PIRATA NO SIGNFICA QUE SEAN SAQUEADORES O LADRONES! LES DEBO MI VIDA HOY O SIEMPRE!".- Exclamó la anciana.
Charles sonrió, algo que le cuesta mucho hacer y se volteó para comentarle a Aki:
"Quieres ir a por un trago a la taberna para entregarle el cuerpo de la bestia al dueño? Quiero preguntarle a la gente si habían visto alguna bestia como esta antes en el pueblo... Quiero acabar con esto de una vez por todas"
Aki D. Arlia
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La niña continuaba dormida. Gran hazaña, teniendo en cuenta todo lo que había pasado a su alrededor en las últimas horas. Aki se alegró de ver a Charles, pero se alegró todavía más de ver que al contrario que ella, él sí había capturado a la bestia. En realidad, estaba segura de que el cadáver de la otra se encontraba en algún punto del bosque, pero no tenía muchas ganas de ir a buscarlo.
-Estoy de acuerdo, aunque no sé cómo de fácil será. Llevan mucho tiempo haciendo esto, seguro que quien sea el responsable se ha asegurado de ocultar sus huellas.
Se colocó a la niña a la espalda para que pudiera seguir descansando y mientras caminaban rodeó a Charles para echarle un vistazo más de cerca a la bestia que acarreaba. Incluso a la luz de la luna no era capaz de entender lo que estaba viendo. Grande, peluda y fuerte. Bajo la pelambrera había dos ojos que parecían humanos y un hocico que definitivamente no lo era. Pero, ¿podía haberlo sido? Meneó la cabeza. No tenía suficientes conocimientos de animales como para llegar a una conclusión fiable.
No tardaron mucho en llegar al pueblo y la abuela de la niña gritó tanto al verla que logró despertarla. La pequeña se sobresaltó, pero en seguida corrió a abrazar a la mujer. La pirata sonrió, feliz por el reencuentro. Era obvio que la anciana ya no se esperaba verla y el alivio más que evidente. Se giró hacia Charles, asintiendo con la cabeza.
-Sí, creo que me iría bien una copa de vino. Te acompaño.
Era ya de madrugada y cuando llegaron la taberna estaba casi desierta. Había apenas un par de borrachos solitarios… y el tabernero, claro. Aki no olvidaría la cara que puso al ver el cadáver de la bestia; no sabía que alguien pudiera abrir tantísimo la boca, pero desde luego le hizo gracia. Charles le entregó el cuerpo y a cambio en cuestión de segundos tuvieron cada uno su bebida en la barra, cortesía de la casa.
-¿Qué vais a hacer con el cadáver? – le preguntó al tabernero, curiosa. El hombre se encogió de hombros, todavía un tanto sorprendido.
-Lo he dejado en la parte de atrás, pero mañana cortaré la cabeza y la colocaré en la pared. Así todos podrán ver que la pesadilla ha acabado. No sabéis cuánto os lo agradecemos. Mañana la gente podrá ir a dormir en paz.
Aki asintió, todavía un tanto recelosa. No parecía que el hombre supiera nada, o al menos no reconocía el cuerpo de la bestia. Y sin más información, no estaba segura de qué hacer a continuación. Alzó su copa, pidiéndole un brindis a Charles con una sonrisa. Al menos lo más acuciante había sido solucionado.
-¡Por un trabajo bien hecho!
-Estoy de acuerdo, aunque no sé cómo de fácil será. Llevan mucho tiempo haciendo esto, seguro que quien sea el responsable se ha asegurado de ocultar sus huellas.
Se colocó a la niña a la espalda para que pudiera seguir descansando y mientras caminaban rodeó a Charles para echarle un vistazo más de cerca a la bestia que acarreaba. Incluso a la luz de la luna no era capaz de entender lo que estaba viendo. Grande, peluda y fuerte. Bajo la pelambrera había dos ojos que parecían humanos y un hocico que definitivamente no lo era. Pero, ¿podía haberlo sido? Meneó la cabeza. No tenía suficientes conocimientos de animales como para llegar a una conclusión fiable.
No tardaron mucho en llegar al pueblo y la abuela de la niña gritó tanto al verla que logró despertarla. La pequeña se sobresaltó, pero en seguida corrió a abrazar a la mujer. La pirata sonrió, feliz por el reencuentro. Era obvio que la anciana ya no se esperaba verla y el alivio más que evidente. Se giró hacia Charles, asintiendo con la cabeza.
-Sí, creo que me iría bien una copa de vino. Te acompaño.
Era ya de madrugada y cuando llegaron la taberna estaba casi desierta. Había apenas un par de borrachos solitarios… y el tabernero, claro. Aki no olvidaría la cara que puso al ver el cadáver de la bestia; no sabía que alguien pudiera abrir tantísimo la boca, pero desde luego le hizo gracia. Charles le entregó el cuerpo y a cambio en cuestión de segundos tuvieron cada uno su bebida en la barra, cortesía de la casa.
-¿Qué vais a hacer con el cadáver? – le preguntó al tabernero, curiosa. El hombre se encogió de hombros, todavía un tanto sorprendido.
-Lo he dejado en la parte de atrás, pero mañana cortaré la cabeza y la colocaré en la pared. Así todos podrán ver que la pesadilla ha acabado. No sabéis cuánto os lo agradecemos. Mañana la gente podrá ir a dormir en paz.
Aki asintió, todavía un tanto recelosa. No parecía que el hombre supiera nada, o al menos no reconocía el cuerpo de la bestia. Y sin más información, no estaba segura de qué hacer a continuación. Alzó su copa, pidiéndole un brindis a Charles con una sonrisa. Al menos lo más acuciante había sido solucionado.
-¡Por un trabajo bien hecho!
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