Freites D. Alpha
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Akuma no mi
Varios
Era lógico que el lugar teniente de Kepler aun estuviera vivo. Pero me era ilógico que Payne esté en un paradero desconocido. Al menos mi trabajo con Omega dio eso como resultado. Ahora me encuentro en Karakuri, lugar de ciencia y mucha nieve. Demasía nieve. La senda del futuro del futuro no dejaba de sorprenderme. Muchos ciborgs se encuentran aquí, en Baldimor. Aunque eso es lo de menos. Me encuentro cabalgando sobre Suzaku en búsqueda del restaurante donde tienen las deliciosas albóndigas. Pregunte a los lugareños por un buen lugar para comer y entrar en calor, ellos me respondieron que fuera a donde Tsumiko, no tenía mejor opción.
- Tenemos suerte de tenerte con nosotros, Logi. – Dije mientras la flama se encontraba justo a nuestro lado. – Si no te tuviera, será una molesta tener que lidiar con este frio en Kimono.
- ¿No deberías comprar ropa para invierno, Alpha? – Pregunto Suzaku con su seridad de costumbre.
- No la veo necesaria mientras tenga a Logi. Aunque, por otro lado – Mire a Thor que se encontraba al otro costado. - ¿Qué te ocurre, Thor?
- ¿Yo puedo producir nieve, Alpha? – Pregunto curiosa la nube.
- No lo creo. Eres una nube de tormenta. – Respondí sonrientemente – Pero no te preocupes. Eres perfecto así tal como eres.
Thor se mostró contento ante mi comentario. Luego, finalmente habíamos llegado a nuestro destino. Por fuera parecía un restaurante normal, como cualquier otro. Por otro ya la cosa cambiaba. Era bastante limpio y los meseros todos eran ciborgs. Pregunte si Suzaku podría entrar. Ellos no se negaron, pero si me indicaron que ella debía permanecer tranquila y sin provocar ningún alboroto. De todas maneras, el local no parecía muy lleno. Eso era agradable, al menos podría disfrutar de una buena comida sin tanta gente a mi alrededor. Me indicaron que se especializaban en todo tipo de albóndigas. Eso si que sonaba interesante.
- Quiero dos platos de albóndigas de cerdo. Tres de albóndigas de res. Dos de albóndigas de pescado y dos más de albóndigas de pollo.
- ¿De tomar? – pregunto el mesero.
- Café y una jarra de agua, por favor.
Nos dispusimos a esperar en una de las mesas. Suzaku simplemente cerraría los ojos a la espera de que llegara la comida. Por su parte, Thor y Logi se encontraban cada uno en mis hombros en su forma miniatura. Lo primero en traerme fue el café. Me quede mirando la tasa un rato pensando muchas cosas. La plumífera abrió los ojos y se fijó en mí. Sabia mejor que estaba pensando en cosas.
- ¿Qué ocurre, Alpha? - Pregunto Suzaku.
- Me cuesta creer un poco que alguien que comanda un barco fortaleza se borre de la faz de la tierra como si nada.
- ¿Lo de Cecilia? - Pregunto Logi
- Si… me cuesta mucho creer este en un paradero desconocido. – Di un sorbo al café. – Ella se suponía que era una las más fuertes. También me resulta extraño que alguien que se afirmó muerto, se encuentra ahora en Sakura.
-Muchas cosas no tienen sentido desde que salimos de esa neblina. - Dijo Thor. - Tenemos suerte que aun conservas aliados después de “desaparecer” cincuenta años.
- Si… tengo que dar explicaciones cuando llegue el momento. Pero aun no es ese momento.
- Tenemos suerte de tenerte con nosotros, Logi. – Dije mientras la flama se encontraba justo a nuestro lado. – Si no te tuviera, será una molesta tener que lidiar con este frio en Kimono.
- ¿No deberías comprar ropa para invierno, Alpha? – Pregunto Suzaku con su seridad de costumbre.
- No la veo necesaria mientras tenga a Logi. Aunque, por otro lado – Mire a Thor que se encontraba al otro costado. - ¿Qué te ocurre, Thor?
- ¿Yo puedo producir nieve, Alpha? – Pregunto curiosa la nube.
- No lo creo. Eres una nube de tormenta. – Respondí sonrientemente – Pero no te preocupes. Eres perfecto así tal como eres.
Thor se mostró contento ante mi comentario. Luego, finalmente habíamos llegado a nuestro destino. Por fuera parecía un restaurante normal, como cualquier otro. Por otro ya la cosa cambiaba. Era bastante limpio y los meseros todos eran ciborgs. Pregunte si Suzaku podría entrar. Ellos no se negaron, pero si me indicaron que ella debía permanecer tranquila y sin provocar ningún alboroto. De todas maneras, el local no parecía muy lleno. Eso era agradable, al menos podría disfrutar de una buena comida sin tanta gente a mi alrededor. Me indicaron que se especializaban en todo tipo de albóndigas. Eso si que sonaba interesante.
- Quiero dos platos de albóndigas de cerdo. Tres de albóndigas de res. Dos de albóndigas de pescado y dos más de albóndigas de pollo.
- ¿De tomar? – pregunto el mesero.
- Café y una jarra de agua, por favor.
Nos dispusimos a esperar en una de las mesas. Suzaku simplemente cerraría los ojos a la espera de que llegara la comida. Por su parte, Thor y Logi se encontraban cada uno en mis hombros en su forma miniatura. Lo primero en traerme fue el café. Me quede mirando la tasa un rato pensando muchas cosas. La plumífera abrió los ojos y se fijó en mí. Sabia mejor que estaba pensando en cosas.
- ¿Qué ocurre, Alpha? - Pregunto Suzaku.
- Me cuesta creer un poco que alguien que comanda un barco fortaleza se borre de la faz de la tierra como si nada.
- ¿Lo de Cecilia? - Pregunto Logi
- Si… me cuesta mucho creer este en un paradero desconocido. – Di un sorbo al café. – Ella se suponía que era una las más fuertes. También me resulta extraño que alguien que se afirmó muerto, se encuentra ahora en Sakura.
-Muchas cosas no tienen sentido desde que salimos de esa neblina. - Dijo Thor. - Tenemos suerte que aun conservas aliados después de “desaparecer” cincuenta años.
- Si… tengo que dar explicaciones cuando llegue el momento. Pero aun no es ese momento.
Estabas perpleja. Preocupada, claro, pero sobre todo perpleja. ¿Cómo demonios habías podido mandar al samurái narcoléptico a capturar a una persona real? ¡Mirando para un secador de pelo! No podía ser un nombre real, debía ser un pseudónimo con el que se mantenía fuera del alcance de miradas indiscretas, pero a juzgar por el hecho de que saliese en medio de un periódico y que, de alguna forma, pareciese extremadamente conocido siendo incluso previo capitán de los piratas del Cuervo... ¿Cómo podías haber obviado su cartel? ¿Cómo no tenías su cartel?
- Nadie va a matar a nadie -replicaste-. Seguro que se ha quedado dormido en el sitio más inoportuno y nos lo encontramos más pronto que tarde.
En realidad Hayato había demostrado habilidades únicas, sobre todo en la técnica samurái de resultar extremadamente irritante preguntando acerca de cualquier comportamiento que le pareciese mínimamente exótico. De hecho, en realidad estabas casi convencida de que si no lo habían matado ya lo harían en cuanto preguntase por el tosco remachado de unas esposas, cuestionase la higiene de sus secuestradores o intentase robarles los zapatos. Si a pesar de todo eso era capaz de sobrevivir hasta que lo encontraseis es que en ningún momento nadie había pretendido matarlo. No obstante, sí era cierto que Sasaki no solía bromear y lo veías extremadamente capaz de llevar a cabo un asesinato si su compañero. Esperabas que no lo hiciese, pero lo veías extremadamente capaz.
El viaje sin Hayato fue extraño. No demasiado incómodo, pero sí tenso. Los días de travesía estabais aislados en medio del mar, por lo que si de pronto cualquier cosa cambiaba llegaríais tarde a enteraros. Los nervios a flor de piel hacían que hablaseis menos -si cabe- y que las horas pasasen mucho más despacio, pero pasaron, y cuando pudisteis ver los picos nevados de Karakuri rodeados por un enorme barrizal a nivel del mar supisteis que habíais llegado. Era un tiempo mucho más clemente de lo que en los libros solía poner, y aun estando sobre aviso fue una sorpresa enorme.
- En fin, lo mejor será que nos separemos para cubrir más terreno. -En realidad, tras lo que había pasado, ya no estabas tan segura-. Al anochecer nos reunimos en el barco y si ninguno lo ha encontrado intercambiamos información, ¿te parece bien?
Saliste del barco abrigada pero tampoco demasiado, evitando así que las temperaturas te jugasen una mala pasada haciéndote sudar. Nada más pisar el muelle te percataste de que las calles también estaban llenas de lodo, así como el pavimento se había llenado de barro. Tenías que ir con mucho ojo para evitar acabar perdida a la mínima. Aun así estabas preparada: Tus pies estaban cubiertos por botas altas de cuero, muy fáciles de lavar, y un color marrón sufrido para que las manchas fuesen lo menos evidentes posible. Tenían un ligero tacón, pero apenas mínimo, para evitar hundirte en el barro con cada paso.
Echaste a caminar con poca seguridad, tratando de aclimatarte a la temperatura y hacerte a la poca estabilidad del suelo con relativo éxito. Como de costumbre no llevabas armas a la vista, pero sí los cuchillos bajo la falda por si acaso tenías que pelear de improviso. El día era extraño, pero todo lo que estaba sucediendo en el mundo esos días lo era también.
- Nadie va a matar a nadie -replicaste-. Seguro que se ha quedado dormido en el sitio más inoportuno y nos lo encontramos más pronto que tarde.
En realidad Hayato había demostrado habilidades únicas, sobre todo en la técnica samurái de resultar extremadamente irritante preguntando acerca de cualquier comportamiento que le pareciese mínimamente exótico. De hecho, en realidad estabas casi convencida de que si no lo habían matado ya lo harían en cuanto preguntase por el tosco remachado de unas esposas, cuestionase la higiene de sus secuestradores o intentase robarles los zapatos. Si a pesar de todo eso era capaz de sobrevivir hasta que lo encontraseis es que en ningún momento nadie había pretendido matarlo. No obstante, sí era cierto que Sasaki no solía bromear y lo veías extremadamente capaz de llevar a cabo un asesinato si su compañero. Esperabas que no lo hiciese, pero lo veías extremadamente capaz.
El viaje sin Hayato fue extraño. No demasiado incómodo, pero sí tenso. Los días de travesía estabais aislados en medio del mar, por lo que si de pronto cualquier cosa cambiaba llegaríais tarde a enteraros. Los nervios a flor de piel hacían que hablaseis menos -si cabe- y que las horas pasasen mucho más despacio, pero pasaron, y cuando pudisteis ver los picos nevados de Karakuri rodeados por un enorme barrizal a nivel del mar supisteis que habíais llegado. Era un tiempo mucho más clemente de lo que en los libros solía poner, y aun estando sobre aviso fue una sorpresa enorme.
- En fin, lo mejor será que nos separemos para cubrir más terreno. -En realidad, tras lo que había pasado, ya no estabas tan segura-. Al anochecer nos reunimos en el barco y si ninguno lo ha encontrado intercambiamos información, ¿te parece bien?
Saliste del barco abrigada pero tampoco demasiado, evitando así que las temperaturas te jugasen una mala pasada haciéndote sudar. Nada más pisar el muelle te percataste de que las calles también estaban llenas de lodo, así como el pavimento se había llenado de barro. Tenías que ir con mucho ojo para evitar acabar perdida a la mínima. Aun así estabas preparada: Tus pies estaban cubiertos por botas altas de cuero, muy fáciles de lavar, y un color marrón sufrido para que las manchas fuesen lo menos evidentes posible. Tenían un ligero tacón, pero apenas mínimo, para evitar hundirte en el barro con cada paso.
Echaste a caminar con poca seguridad, tratando de aclimatarte a la temperatura y hacerte a la poca estabilidad del suelo con relativo éxito. Como de costumbre no llevabas armas a la vista, pero sí los cuchillos bajo la falda por si acaso tenías que pelear de improviso. El día era extraño, pero todo lo que estaba sucediendo en el mundo esos días lo era también.
Freites D. Alpha
Fama
Recompensa
Características
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Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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-Pero tampoco todo ha sido malo hasta ahora, Alpha. – Dijo la plumífera. – Tenemos tripulación nueva. Hemos luchado contra oponentes formidables y vivido un par de aventuras.
- Si, en eso tienes razón. – Dije dando otro sorbo. – También hemos conocido personas interesantes en el camino. – Sonreí un poco – Seria hipócrita de mi parte no admitir que he disfrutado todo hasta ahora.
- Pero incluso el gobierno mundial no nos ha olvidado en todo este tiempo, Alpha. – Recalco Logi. – En menos de un mes ya teníamos humanos en nuestra búsqueda. Como ese tal agente Omega.
- Omega es un caso especial, Logi. Él es solo un soldado haciendo su trabajo. Quizás algún día podamos charlar de nuevo y preguntarnos el por qué elegimos nuestros caminos, pero no me temblara la mano para hacerlo caer de nuevo si es necesario. Además, no me queda la menor duda que mi tío esta de los ataques contra nosotros, o algún descendiente de el al menos.
- ¿Y Kepler? – Pregunto Suzaku. - ¿Qué pasa con ella?
- ¿Honestamente? No lo sé. – Dije para luego ladear la cabeza de un lado a otro buscando respuestas. – Payne rompió el acuerdo que teníamos, y recordemos la regla de todo líder: Toda falla, es tu falla.
- Pero ella bueno… tu sabes. La noche de locura. – Dijo Suzaku tratando de no reír.
- Si… definitivamente sabe lo que hace. – Dije sonriendo un poco. – La hija de puta me hizo caer en su juego tan fácilmente.
- ¿Entonces vamos contra ella? – Pregunto la llama mostrándose entusiasmado con la idea.
- Quizás… todo depende de cómo ocurran las cosas. Ninguno de los Yonkous son un peso fácil. Lo único que tengo en mente, es que Moja es el único de los cuatro que no quiero atacar. Lo sigo considerando un amigo después de tanto tiempo. Ya veré si me puedo poner en contacto con el. De los otros tres… Kepler es el pez más tentador. Aunque Zane no se queda nada atrás.
- ¿Y el ultimo? - Preguntaron los tres al unisono.
- Luchar con él es luchar contra dos. Y para ello debo estar más que preparado.
Finalmente, la comida había llegado. Era la suficiente como para calmar el hambre de seis personas. Pero entre los cuatro sería más que suficiente para saciar nuestra hambre. – Es hora de comer. – Dije mostrándome alegre. Decidí comenzar por las albóndigas de cerdo. Al primer bocado no pude evitar sonreír de lo deliciosa que estaban. Por su parte, Suzaku comía del plato donde estaban las albóndigas de pescado. Thor y logi comían de las albóndigas de Res.
- Ya decidiremos en el futuro. – Dije mientras pasaba mi lengua por los labios. – Después de todo, lo que hagamos siempre será por el bien de nuestra familia.
- Si, en eso tienes razón. – Dije dando otro sorbo. – También hemos conocido personas interesantes en el camino. – Sonreí un poco – Seria hipócrita de mi parte no admitir que he disfrutado todo hasta ahora.
- Pero incluso el gobierno mundial no nos ha olvidado en todo este tiempo, Alpha. – Recalco Logi. – En menos de un mes ya teníamos humanos en nuestra búsqueda. Como ese tal agente Omega.
- Omega es un caso especial, Logi. Él es solo un soldado haciendo su trabajo. Quizás algún día podamos charlar de nuevo y preguntarnos el por qué elegimos nuestros caminos, pero no me temblara la mano para hacerlo caer de nuevo si es necesario. Además, no me queda la menor duda que mi tío esta de los ataques contra nosotros, o algún descendiente de el al menos.
- ¿Y Kepler? – Pregunto Suzaku. - ¿Qué pasa con ella?
- ¿Honestamente? No lo sé. – Dije para luego ladear la cabeza de un lado a otro buscando respuestas. – Payne rompió el acuerdo que teníamos, y recordemos la regla de todo líder: Toda falla, es tu falla.
- Pero ella bueno… tu sabes. La noche de locura. – Dijo Suzaku tratando de no reír.
- Si… definitivamente sabe lo que hace. – Dije sonriendo un poco. – La hija de puta me hizo caer en su juego tan fácilmente.
- ¿Entonces vamos contra ella? – Pregunto la llama mostrándose entusiasmado con la idea.
- Quizás… todo depende de cómo ocurran las cosas. Ninguno de los Yonkous son un peso fácil. Lo único que tengo en mente, es que Moja es el único de los cuatro que no quiero atacar. Lo sigo considerando un amigo después de tanto tiempo. Ya veré si me puedo poner en contacto con el. De los otros tres… Kepler es el pez más tentador. Aunque Zane no se queda nada atrás.
- ¿Y el ultimo? - Preguntaron los tres al unisono.
- Luchar con él es luchar contra dos. Y para ello debo estar más que preparado.
Finalmente, la comida había llegado. Era la suficiente como para calmar el hambre de seis personas. Pero entre los cuatro sería más que suficiente para saciar nuestra hambre. – Es hora de comer. – Dije mostrándome alegre. Decidí comenzar por las albóndigas de cerdo. Al primer bocado no pude evitar sonreír de lo deliciosa que estaban. Por su parte, Suzaku comía del plato donde estaban las albóndigas de pescado. Thor y logi comían de las albóndigas de Res.
- Ya decidiremos en el futuro. – Dije mientras pasaba mi lengua por los labios. – Después de todo, lo que hagamos siempre será por el bien de nuestra familia.
Cada paso en medio del barro era duro de dar. El riesgo de resbalarse resultaba estresante, e incluso tras llegar hasta el adoquinado no desapareció del todo. Casi suspirabas con pesadez cada vez que llegabas a una pequeña porción de terreno limpio, agradecida pero al mismo tiempo enervada, buscando sin tener mucha idea de cómo encontrar una pista acerca del paradero de Hayato. En circunstancias normales estabas segura de que habría alguna pista oculta en una taberna o algún pirata más borracho de la cuenta hablaría fácilmente, pero no era un caso ni de lejos similar a una búsqueda ordinaria. Estabas en una isla invernal, buscando a tu compañero sin poder acudir a lo que normalmente tratarías de usar a tu favor... Bueno, había más información de la que uno podría esperar por todas partes.
- ¿Cuál es el diario local? -preguntaste a un quiosquero que atendía más a su crucigrama que a su clientela-. Perdón, disculpe mis modales; no soy de la isla y me gustaría informarme, ¿me recomienda algo?
Te miró de arriba a abajo. Al principio, nada más levantar la vista, con dureza. Luego con la ternura de quien ve a un niño y, finalmente, con una desagradable combinación de lujuria contenida y nefastos intentos de disimularla. Trataste de contener una mueca con poco éxito, haciendo que apartase la mirada precipitadamente hasta que, de alguna forma, juntó la fuerza de voluntad suficiente para dejar la vista puesta en tus ojos. Al menos era de agradecer que hiciese eso en vez de comentarios banales sobre tu físico o eufemismos sobre su potencia sexual.
- Tenemos el Baldimore Today, El Copo de Karakuri, el Invernal, y mi favorito: La gaceta del futuro. Es un medio de verdad, como los que se hacían antes, respetando ante todo la profesión periodística y el papel crítico del cuarto poder. Es un orgullo poder venderlo, redactarlo, editarlo y publicarlo.
Te quedaste en silencio durante unos segundos.
- ¿Es usted el dueño de ese periódico? -preguntaste, confusa.
- La gaceta es técnicamente negocio familiar. Mi hijo dice que cuando madure me dejará formar parte del cuerpo de redacción.
Tardaste un rato en reaccionar. Sonreíste con educación mientras meditabas qué decir a continuación.
- Seguro que su hijo está muy orgulloso. -Frunciste los labios, pensativa-. ¿Ha visto pasar a alguien curioso por aquí? Quizá...
- ¿Que si he visto? -te interrumpió-. ¿Que si he visto? Podría empezar por el tipo raro en gabardina de ante o el niño montado en pollo. -¿Alpha estaba en la isla? Cielo santo-. Hace unas noches vi a un tipo rarísimo subir hacia las montañas cas desnudo, y pulula por aquí el monstruo de Bloothe. -Agarró un periódico del de economía mundial, señalando el párrafo que lo mencionaba-. Está aquí. Y eso no es lo peor, también hay un tipo vestido de payaso armando líos, un tipo de gabardina con una especie de tubería en la espalda y...
- ¡No, no! Ese. El de la tubería; ¿vio algo de él?
- Tenía cuernos.
- ¡Ese mismo!
- Pues ni idea, iba como desorientado; creo que ha bebido.
- Propio de Hayato.
- Ah, ¿así se llama?
Asentiste.
- Muchas gracias. ¿Cuánto es el periódico?
Pagaste con cierta alegría y seguiste tu camino, enrollando el periódico lista para darle bien fuerte en el hocico a ese maldito irresponsable.
- ¿Cuál es el diario local? -preguntaste a un quiosquero que atendía más a su crucigrama que a su clientela-. Perdón, disculpe mis modales; no soy de la isla y me gustaría informarme, ¿me recomienda algo?
Te miró de arriba a abajo. Al principio, nada más levantar la vista, con dureza. Luego con la ternura de quien ve a un niño y, finalmente, con una desagradable combinación de lujuria contenida y nefastos intentos de disimularla. Trataste de contener una mueca con poco éxito, haciendo que apartase la mirada precipitadamente hasta que, de alguna forma, juntó la fuerza de voluntad suficiente para dejar la vista puesta en tus ojos. Al menos era de agradecer que hiciese eso en vez de comentarios banales sobre tu físico o eufemismos sobre su potencia sexual.
- Tenemos el Baldimore Today, El Copo de Karakuri, el Invernal, y mi favorito: La gaceta del futuro. Es un medio de verdad, como los que se hacían antes, respetando ante todo la profesión periodística y el papel crítico del cuarto poder. Es un orgullo poder venderlo, redactarlo, editarlo y publicarlo.
Te quedaste en silencio durante unos segundos.
- ¿Es usted el dueño de ese periódico? -preguntaste, confusa.
- La gaceta es técnicamente negocio familiar. Mi hijo dice que cuando madure me dejará formar parte del cuerpo de redacción.
Tardaste un rato en reaccionar. Sonreíste con educación mientras meditabas qué decir a continuación.
- Seguro que su hijo está muy orgulloso. -Frunciste los labios, pensativa-. ¿Ha visto pasar a alguien curioso por aquí? Quizá...
- ¿Que si he visto? -te interrumpió-. ¿Que si he visto? Podría empezar por el tipo raro en gabardina de ante o el niño montado en pollo. -¿Alpha estaba en la isla? Cielo santo-. Hace unas noches vi a un tipo rarísimo subir hacia las montañas cas desnudo, y pulula por aquí el monstruo de Bloothe. -Agarró un periódico del de economía mundial, señalando el párrafo que lo mencionaba-. Está aquí. Y eso no es lo peor, también hay un tipo vestido de payaso armando líos, un tipo de gabardina con una especie de tubería en la espalda y...
- ¡No, no! Ese. El de la tubería; ¿vio algo de él?
- Tenía cuernos.
- ¡Ese mismo!
- Pues ni idea, iba como desorientado; creo que ha bebido.
- Propio de Hayato.
- Ah, ¿así se llama?
Asentiste.
- Muchas gracias. ¿Cuánto es el periódico?
Pagaste con cierta alegría y seguiste tu camino, enrollando el periódico lista para darle bien fuerte en el hocico a ese maldito irresponsable.
Freites D. Alpha
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-Si que estaba delicioso. – Dije estaba recostado en la silla. Tan lleno que podía reventar en cualquier momento. – No mentían en cuando decían que la comida de este lugar seria de las mejores.
- Sí que tenían razón. – Dijo Suzaku terminando de dar los últimos bocados a sus albóndigas. – ¿Pedirás algo más?
- Me lo estoy pensando la verdad. – Dije mientras miraba los platos vacíos. – Pero no creo que sea adecuado. Fenrir aún no ha nacido y el será mi representante de la gula.
- ¿Y que estas esperando, Alpha? – Pregunto Logi bastante animado. – Deberías crear a nuestro nuevo hermano y desafiar pronto a un oponente que sea divertido.
- Paciencia… Logi. Todo a su debido tiempo. – Le mire sonriendo. – Todo a su debido tiempo.
Siendo sinceros, crear a mi siguiente homie esa algo que me daba bastante ilusión. Tenía ya en mente el diseño de mi querida Guadaña hacha. Pero encontrar el material adecuado era la tarea más importante antes de colocarme manos a la obra. – Sera un magnifico nuevo amigo. – Dije sonriente mientras me podía imaginar forjándole, para luego darle un trozo de mi alma dándole finalmente vida. Si… estaba totalmente seguro que sería algo magnifico que disfrutaría. Pero como ya había dicho antes.
Todo a su debido tiempo.
-¿Mmm? – Al local había alguien claramente más alto que yo. Lo que podía recalcar era sus enormes cuernos y esa extraña tubería que cargaba encima. Espera… ¿Está borracho? Nadie se tambalea de esa forma sin estarlo a menos que este enfermo o drogado. Se acercó con el mismo tambaleo hacia la barra pidiendo bebida. Eso confirmaba su estado de ebriedad. El camarero le indico que no tenían bebidas disponibles ya que había un retraso con el cargamento. Esto pareció no agradar al señor de los cuernos, quien golpeo la barra con mucha fuerza exigiendo un poco de bebida.
- Veamos… - Me levante y lentamente me acerque hasta llegar a su espalda. Le sujete de su gabardina, jalándola un poco. – Disculpe… no debería armar tanto alboroto, algunos tra…- Antes de siquiera poder terminar de terminar de hablar. El sujeto no dudo ningún segundo en girarse y tomarme del kimono y levantarme hasta la altura de su cara. Acto seguido, me arrojo con fuerza por una de las ventanas de local. Cuando me di cuenta, me encontraba a unos cuantos metros de lugar, en el suelo.
- ¡Alpha! – Llegaron a mi mis homies, mostrando notoria preocupación. - ¿Estas bien? – Preguntaban los tres.
- Si… - Dije mientras me incorporaba. – Si estoy bien. – Di un profundo suspiro mientras mis cuernos comenzaban a emerger de mi cabeza, claramente me habian agarrado con la guardia baja. Definitivamente no podía permitirme pasar esto por alto. Quizás era simplemente un borracho que esta algo fuera de control. Pero no puedo permitir que haga destrozos en el lugar donde me acaban de dar tan deliciosa comida.
- Veamos… - Dije mirando a mis homies. – Suzaku… mi alabarda. – La plumífera me hizo entrega de mi tan preciada arma. – Es momento de calmar al señor borracho.
- ¡Si, Alpha!
- Sí que tenían razón. – Dijo Suzaku terminando de dar los últimos bocados a sus albóndigas. – ¿Pedirás algo más?
- Me lo estoy pensando la verdad. – Dije mientras miraba los platos vacíos. – Pero no creo que sea adecuado. Fenrir aún no ha nacido y el será mi representante de la gula.
- ¿Y que estas esperando, Alpha? – Pregunto Logi bastante animado. – Deberías crear a nuestro nuevo hermano y desafiar pronto a un oponente que sea divertido.
- Paciencia… Logi. Todo a su debido tiempo. – Le mire sonriendo. – Todo a su debido tiempo.
Siendo sinceros, crear a mi siguiente homie esa algo que me daba bastante ilusión. Tenía ya en mente el diseño de mi querida Guadaña hacha. Pero encontrar el material adecuado era la tarea más importante antes de colocarme manos a la obra. – Sera un magnifico nuevo amigo. – Dije sonriente mientras me podía imaginar forjándole, para luego darle un trozo de mi alma dándole finalmente vida. Si… estaba totalmente seguro que sería algo magnifico que disfrutaría. Pero como ya había dicho antes.
Todo a su debido tiempo.
-¿Mmm? – Al local había alguien claramente más alto que yo. Lo que podía recalcar era sus enormes cuernos y esa extraña tubería que cargaba encima. Espera… ¿Está borracho? Nadie se tambalea de esa forma sin estarlo a menos que este enfermo o drogado. Se acercó con el mismo tambaleo hacia la barra pidiendo bebida. Eso confirmaba su estado de ebriedad. El camarero le indico que no tenían bebidas disponibles ya que había un retraso con el cargamento. Esto pareció no agradar al señor de los cuernos, quien golpeo la barra con mucha fuerza exigiendo un poco de bebida.
- Veamos… - Me levante y lentamente me acerque hasta llegar a su espalda. Le sujete de su gabardina, jalándola un poco. – Disculpe… no debería armar tanto alboroto, algunos tra…- Antes de siquiera poder terminar de terminar de hablar. El sujeto no dudo ningún segundo en girarse y tomarme del kimono y levantarme hasta la altura de su cara. Acto seguido, me arrojo con fuerza por una de las ventanas de local. Cuando me di cuenta, me encontraba a unos cuantos metros de lugar, en el suelo.
- ¡Alpha! – Llegaron a mi mis homies, mostrando notoria preocupación. - ¿Estas bien? – Preguntaban los tres.
- Si… - Dije mientras me incorporaba. – Si estoy bien. – Di un profundo suspiro mientras mis cuernos comenzaban a emerger de mi cabeza, claramente me habian agarrado con la guardia baja. Definitivamente no podía permitirme pasar esto por alto. Quizás era simplemente un borracho que esta algo fuera de control. Pero no puedo permitir que haga destrozos en el lugar donde me acaban de dar tan deliciosa comida.
- Veamos… - Dije mirando a mis homies. – Suzaku… mi alabarda. – La plumífera me hizo entrega de mi tan preciada arma. – Es momento de calmar al señor borracho.
- ¡Si, Alpha!
Caminabas siguiendo el rastro. Hayato podía ser muchas cosas, pero discreto no era una de ellas. En realidad no conocías mucha gente que utilizase unas botas como las suyas, lo que hacía bastante más sencilla su búsqueda. Sin embargo, en el momento en que doblabas una esquina el ruido de cristales reventando te sobresaltó. Inmediatamente tras el barullo pudiste ver que el niño montado en pollo no era otro que Freites D. Alpha, el pirata al que te habías cruzado en Arabasta hacía algún tiempo, el mismo que de la nada te había empujado de la montura en la que él se había empeñado que fueses. Todavía recordabas con cierto rencor aquel momento, pero sobre todo te perseguía la duda sobre si estarías lista ya para atraparlo.
Lo estuvieses o no, en cualquier caso, el desgaste que podías sufrir por un combate en ese momento y el tiempo de distracción que podía suponer enfrentarlo era demasiado, así que respiraste profundamente y, antes de que se levantase, te colocaste en posición tras unas escaleras ligeramente elevadas, quedando apartada de la vista desde el ángulo en el que Alpha podría mirar hacia ti. No sabías mentir, sabías que si por cualquier razón esa vez volvía a preguntarte sobre tus intenciones se vería en tu rostro; y nada te aseguraba que esa vez no fuese a quedarse para comprobar si sus sospechas eran acertadas o no.
- Mierda -maldijiste en un susurro. ¿Por qué de entre todas las personas extravagantes que podías haberte cruzado te topabas justo con la única a la que no querías ver?
Esperaste mientras ponías el oído. Al parecer se había metido en una suerte de trifulca con un borracho, ordenando para calmarlo a su avestruz que le pasase una alabarda. Una maldita alabarda. ¿Es que quería matarlo? Estuviste a punto de saltar para detenerlo, pero escuchar al ave hablar te dejó simplemente helada. No recordabas que hablase, ni ella ni el que volaba. ¿Qué les había dado para conseguirlo? ¿Tan capaz era al domar animales? Por un momento lo envidiaste, puesto que tú te conformabas con que Ceniza entendiese órdenes simples y no saliese de tu espalda sin permiso.
Te mantuviste ahí hasta que notases que se movía, tratando de pasar a toda prisa por delante de la taberna. Te quedaste congelada al ver que el tipo borracho tenía cuernos, gabardina y una larga tubería muy gruesa que empuñaba como si fuese un garrote. Era como ver un reflejo monstruoso de Hayato, y no pudiste contener un grito de sorpresa al verlo. Sin embargo, nada más percatarte de que Alpha podría escucharte, seguiste tu camino. Tenías que encontrar al samurái.
Lo estuvieses o no, en cualquier caso, el desgaste que podías sufrir por un combate en ese momento y el tiempo de distracción que podía suponer enfrentarlo era demasiado, así que respiraste profundamente y, antes de que se levantase, te colocaste en posición tras unas escaleras ligeramente elevadas, quedando apartada de la vista desde el ángulo en el que Alpha podría mirar hacia ti. No sabías mentir, sabías que si por cualquier razón esa vez volvía a preguntarte sobre tus intenciones se vería en tu rostro; y nada te aseguraba que esa vez no fuese a quedarse para comprobar si sus sospechas eran acertadas o no.
- Mierda -maldijiste en un susurro. ¿Por qué de entre todas las personas extravagantes que podías haberte cruzado te topabas justo con la única a la que no querías ver?
Esperaste mientras ponías el oído. Al parecer se había metido en una suerte de trifulca con un borracho, ordenando para calmarlo a su avestruz que le pasase una alabarda. Una maldita alabarda. ¿Es que quería matarlo? Estuviste a punto de saltar para detenerlo, pero escuchar al ave hablar te dejó simplemente helada. No recordabas que hablase, ni ella ni el que volaba. ¿Qué les había dado para conseguirlo? ¿Tan capaz era al domar animales? Por un momento lo envidiaste, puesto que tú te conformabas con que Ceniza entendiese órdenes simples y no saliese de tu espalda sin permiso.
Te mantuviste ahí hasta que notases que se movía, tratando de pasar a toda prisa por delante de la taberna. Te quedaste congelada al ver que el tipo borracho tenía cuernos, gabardina y una larga tubería muy gruesa que empuñaba como si fuese un garrote. Era como ver un reflejo monstruoso de Hayato, y no pudiste contener un grito de sorpresa al verlo. Sin embargo, nada más percatarte de que Alpha podría escucharte, seguiste tu camino. Tenías que encontrar al samurái.
Freites D. Alpha
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Sonreí con cierta ilusión. Al parecer el grandote parecía fuerte. Con cada paso que daba más grande se hacia la sonrisa que se dibujaba en mi rostro. Estaba a pocos pasos de llegar a la puerta de la taberna. Con la alabarda en mano y mis queridos homies listo para la batalla. Podía sentir la adrenalina correr por cada rincón de mi cuerpo. Se sentía… bien.
De hecho, muy bien.
- Es hora de…. – Al llegar a la puerta, el borracho se encontraba dormido en la barra. - ¿Luchar? – No puedo creerme lo que está ocurriendo. ¿Se durmió? ¿En serio se durmió? Mire confundido a los camareros. Ellos simplemente levantaron los hombros y negaron con la cabeza, claramente estaban igual de confundidos que yo. – Bueno… al menos ya se calmó. – No tenía nada de interesante atacar a una persona dormida. Toda la emoción que llegue sentir se había esfumado. Simplemente me limite a entregarle mi arma a Suzaku.
- ¿Y ahora? – Pregunto la plumífera. Me mirada con curiosidad esperando una respuesta. Tenía varias cosas en la cabeza, pero realmente nada muy en concreto. Fije mi mirada hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Vi una figura que se me hizo familiar. Demasiado familiar.
- Caminamos. – Fue lo que respondí. Comencé a caminar sin rumbo aparente. Seguía a aquella persona que se me hacía familiar, y poco a poco me di cuenta de quién era. – Curioso encontrarla en un lugar como este. – Fue lo único que se me vino a la cabeza. Recordé la noche la cual la conocí, bastante agradable y digamos que la pase bien. Pero tenía cosas que hacer, y debí cortar el momento sin previo aviso. Mis cuernos regresaron al interior de mi cabeza. Logi y Thor jugaban sobre mi cabeza y Suzaku simplemente me seguía los pasos.
- ¿Qué estás haciendo, Alpha?
- Matando mi aburrimiento.
- ¿Y crees que lo lograras siguiendo a esa mocosa?
- ¿Acaso tengo algo mejor que hacer ahora? – Dije mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro. – Estoy esperando que ocurra algo interesante, Suzaku.
De hecho, muy bien.
- Es hora de…. – Al llegar a la puerta, el borracho se encontraba dormido en la barra. - ¿Luchar? – No puedo creerme lo que está ocurriendo. ¿Se durmió? ¿En serio se durmió? Mire confundido a los camareros. Ellos simplemente levantaron los hombros y negaron con la cabeza, claramente estaban igual de confundidos que yo. – Bueno… al menos ya se calmó. – No tenía nada de interesante atacar a una persona dormida. Toda la emoción que llegue sentir se había esfumado. Simplemente me limite a entregarle mi arma a Suzaku.
- ¿Y ahora? – Pregunto la plumífera. Me mirada con curiosidad esperando una respuesta. Tenía varias cosas en la cabeza, pero realmente nada muy en concreto. Fije mi mirada hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Vi una figura que se me hizo familiar. Demasiado familiar.
- Caminamos. – Fue lo que respondí. Comencé a caminar sin rumbo aparente. Seguía a aquella persona que se me hacía familiar, y poco a poco me di cuenta de quién era. – Curioso encontrarla en un lugar como este. – Fue lo único que se me vino a la cabeza. Recordé la noche la cual la conocí, bastante agradable y digamos que la pase bien. Pero tenía cosas que hacer, y debí cortar el momento sin previo aviso. Mis cuernos regresaron al interior de mi cabeza. Logi y Thor jugaban sobre mi cabeza y Suzaku simplemente me seguía los pasos.
- ¿Qué estás haciendo, Alpha?
- Matando mi aburrimiento.
- ¿Y crees que lo lograras siguiendo a esa mocosa?
- ¿Acaso tengo algo mejor que hacer ahora? – Dije mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro. – Estoy esperando que ocurra algo interesante, Suzaku.
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