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Elyria Priscraft
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Elyria acababa de llegar al reino de Russuam. Se estaba empezando a hacer un nombre en la unidad de investigación de la Marina, así que le daban casos un poco más interesantes. Esta vez tenía que investigar a un supuesto grupo criminal que estaba creciendo demasiado rápido, y sin nadie que les parase los pies o creara alguna especie de equilibrio de poderes.
Al parecer sacaban el dinero traficando con animales; especialmente alces, los cuales daban mucha rentabilidad con sus cuernos. El problema es que el reino estaba empezando a perder el control sobre ellos, así que, aun si no era una isla de la Liga de los Mares, tenían que hacer algo. ¿Unos criminales tomando el control de otra isla y dándole aún más poder al bajo mundo? No, gracias. Aunque peor sería si se convirtiesen en títeres de esas ratas del gobierno.
Hacía bastante frío en la isla, así que tuvo que vestirse adecuadamente. Llevaba su térmica negra, y por encima una blusa blanca, con un estampado celeste en forma de líneas en zig zag a la altura de su pecho. También capas de medias negras en su piernas y una falda larga de un bonito color azul con unos estampados celestes y otros más oscuros. Uso unas botas altas nuevas, de color blanco y un ligero tacon. Y por supuesto, sus guantes negros de cuero. No podía salir sin ellos.
Lo primero que tenía que hacer era conseguir algo de información de la propia familia real, así que se dirigió al palacio. Desde que llegó a puerto y por todo el camino, no paró de ver gente vendiendo Vodka y otros licores. Siendo sincera consigo misma, sentía la tentación de probarlos, aunque solo fuese un poco, por pura curiosidad. Pero su código de honor no le permitía beber de servicio, así que le tocaría aguantar las ganas y las burlas de Nissa por lo sosa que era.
Como era de esperar, no pudo entrar a ver al rey como si nada, le pararon los guardias de la puerta. Se habían independizado hace unos años, así que contaban con su propio ejército para defenderse. No muy grande, nuevo, fácilmente corrompible… Pero un ejército al fin y al cabo. Le sorprendía que esas ratas del gobierno no lo hubiesen intentado tomar por la fuerza.
“Alto ahí, ¿necesita algo, señorita?” dijo uno de los guardias. Los dos eran bastante grandes y altos, y llevaban una espada en sus cinturas.
“Querría una audiencia con su majestad si es posible. Lo siento por no avisar con antelación, acabo de llegar al reino.”
Los guardias la miraron, pensativos, sin estar seguros de si no deberían echarla de allí y ya. “Su majestad es un hombre muy ocupado, no puede venir y esperar una audiencia como si nada. Pero le daremos la oportunidad. ¿Quién es usted, y que busca?”
“Mi nombre es Elyria Priscraft, soldado. Estoy investigando al grupo de traficantes de animales de su isla, me imagino que están al tanto.” Espero que no estén comprados, sería un problema si ya han llegado a la guardia del palacio.
“Espere aquí,” dijo uno de ellos, rotando con uno de sus compañeros para que siempre hubiese dos personas vigilando fuera. Unos minutos después, volvió a salir, dejando la puerta abierta. Por su cara, parece que no esperaba que le concedieran la audiencia. “Por aquí. Será atendida en una hora, tiene permiso para esperar dentro.”
Al parecer sacaban el dinero traficando con animales; especialmente alces, los cuales daban mucha rentabilidad con sus cuernos. El problema es que el reino estaba empezando a perder el control sobre ellos, así que, aun si no era una isla de la Liga de los Mares, tenían que hacer algo. ¿Unos criminales tomando el control de otra isla y dándole aún más poder al bajo mundo? No, gracias. Aunque peor sería si se convirtiesen en títeres de esas ratas del gobierno.
Hacía bastante frío en la isla, así que tuvo que vestirse adecuadamente. Llevaba su térmica negra, y por encima una blusa blanca, con un estampado celeste en forma de líneas en zig zag a la altura de su pecho. También capas de medias negras en su piernas y una falda larga de un bonito color azul con unos estampados celestes y otros más oscuros. Uso unas botas altas nuevas, de color blanco y un ligero tacon. Y por supuesto, sus guantes negros de cuero. No podía salir sin ellos.
Lo primero que tenía que hacer era conseguir algo de información de la propia familia real, así que se dirigió al palacio. Desde que llegó a puerto y por todo el camino, no paró de ver gente vendiendo Vodka y otros licores. Siendo sincera consigo misma, sentía la tentación de probarlos, aunque solo fuese un poco, por pura curiosidad. Pero su código de honor no le permitía beber de servicio, así que le tocaría aguantar las ganas y las burlas de Nissa por lo sosa que era.
Como era de esperar, no pudo entrar a ver al rey como si nada, le pararon los guardias de la puerta. Se habían independizado hace unos años, así que contaban con su propio ejército para defenderse. No muy grande, nuevo, fácilmente corrompible… Pero un ejército al fin y al cabo. Le sorprendía que esas ratas del gobierno no lo hubiesen intentado tomar por la fuerza.
“Alto ahí, ¿necesita algo, señorita?” dijo uno de los guardias. Los dos eran bastante grandes y altos, y llevaban una espada en sus cinturas.
“Querría una audiencia con su majestad si es posible. Lo siento por no avisar con antelación, acabo de llegar al reino.”
Los guardias la miraron, pensativos, sin estar seguros de si no deberían echarla de allí y ya. “Su majestad es un hombre muy ocupado, no puede venir y esperar una audiencia como si nada. Pero le daremos la oportunidad. ¿Quién es usted, y que busca?”
“Mi nombre es Elyria Priscraft, soldado. Estoy investigando al grupo de traficantes de animales de su isla, me imagino que están al tanto.” Espero que no estén comprados, sería un problema si ya han llegado a la guardia del palacio.
“Espere aquí,” dijo uno de ellos, rotando con uno de sus compañeros para que siempre hubiese dos personas vigilando fuera. Unos minutos después, volvió a salir, dejando la puerta abierta. Por su cara, parece que no esperaba que le concedieran la audiencia. “Por aquí. Será atendida en una hora, tiene permiso para esperar dentro.”
Julianna M. Shelley
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Nunca había estado en el Reino de Russuam, pero sabía que haría frío. Después de todo lo ocurrido en Jaya, Valagar estaba empezando a confiar un poco más en ella y se había preocupado de dejarle una nota con toda la información necesaria para la misión. Le había enviado también unos guantes especiales, negros y específicos para soportar temperaturas realmente bajas. Le había pedido que los devolviera al acabar la misión, pero tenía la sensación de que no iba a acordarse.
El viaje fue tranquilo. Jack y ella pasaron muchas horas contemplando el mar y notando como poco a poco la temperatura iba descendiendo más y más. Cuando al fin llegaron a puerto, se encasquetó una chaqueta negra, ajustada y lo bastante calentita como para ayudarle en su periplo. Llevaba el pelo suelto solo para que pudiera taparle las orejas y pisaba con cuidado allí por donde iba. Se había decidido a ponerse botas de combate de las que ofrecían en la Agencia, pero no estaba acostumbrada a llevarlas y pesaban más de lo que había calculado.
Paseó un poco por el puerto antes de dirigirse al palacio real. El peligro que acechaba al reino eran un grupo de criminales que planeaban tomar la isla. Desde arriba le habían dicho que la familia real estaba en riesgo, pero no sabían hasta qué punto. ¿Se habían infiltrado o todavía estaban planeándolo? Su cometido era averiguarlo y encontrar un enlace al grupo de criminales. Una vez ella encontrara un topo, una división un tanto más… contundente, se encargaría de entrar en la guarida y neutralizar la amenaza.
Sabía que se financiaban a base de tráfico de animales y comenzó dejándose caer por los puestos para turistas que inevitablemente había cerca del puerto. Buscaba cualquier cosa fabricada con pelo o cuerno de alce, pero no tuvo mucha suerte. Lejos de animarla, le preocupó. Que no lo estuvieran vendiendo a simple vista decía de ellos que eran cuidadosos, un mínimo por lo menos. Tenía que averiguar hasta qué punto.
Fue hasta el palacio real. Tenía que hablar con los monarcas, para informarles de su presencia allí. Si bien normalmente se les pedía discreción, en este caso habían tirado de diplomacia. La colaboración de los monarcas podía llegar a ser crucial, o eso le habían dicho. En realidad no se le escapaba que era una forma muy bonita de poner al frente la mejor cara del Gobierno Mundial. Russuam había sido su aliado en el pasado y ofrecerse a defenderles… en fin. Política.
Cuando llegó, ya había alguien allí. - Elyria Priscraft, soldado.- Escuchó mientras entraba. Ladeó la cabeza. No era legionaria y si fuera de la agencia, le habrían avisado. ¿La marina estaba aquí? Lo pensó durante un segundo. Marcharse resultaría contraproducente. Y ocultarse, si iban a perseguir el mismo rastro, podía llevar a malentendidos. Algo nerviosa, avanzó. Jack le puso la mano en el hombro y logró que su cara volviera a su seriedad natural.
-Hola.- Le dijo a la desconocida, tendiéndole la mano.- Mi nombre es Julianna. Te he escuchado mientras entraba y parece que nos han destinado a la misma tarea. Imagino que los guardias volverán pronto y me temo que yo también he de hablar con los monarcas. Intentaré no ser una molestia.
Esperaba que la joven no le diera muchos problemas.
El viaje fue tranquilo. Jack y ella pasaron muchas horas contemplando el mar y notando como poco a poco la temperatura iba descendiendo más y más. Cuando al fin llegaron a puerto, se encasquetó una chaqueta negra, ajustada y lo bastante calentita como para ayudarle en su periplo. Llevaba el pelo suelto solo para que pudiera taparle las orejas y pisaba con cuidado allí por donde iba. Se había decidido a ponerse botas de combate de las que ofrecían en la Agencia, pero no estaba acostumbrada a llevarlas y pesaban más de lo que había calculado.
Paseó un poco por el puerto antes de dirigirse al palacio real. El peligro que acechaba al reino eran un grupo de criminales que planeaban tomar la isla. Desde arriba le habían dicho que la familia real estaba en riesgo, pero no sabían hasta qué punto. ¿Se habían infiltrado o todavía estaban planeándolo? Su cometido era averiguarlo y encontrar un enlace al grupo de criminales. Una vez ella encontrara un topo, una división un tanto más… contundente, se encargaría de entrar en la guarida y neutralizar la amenaza.
Sabía que se financiaban a base de tráfico de animales y comenzó dejándose caer por los puestos para turistas que inevitablemente había cerca del puerto. Buscaba cualquier cosa fabricada con pelo o cuerno de alce, pero no tuvo mucha suerte. Lejos de animarla, le preocupó. Que no lo estuvieran vendiendo a simple vista decía de ellos que eran cuidadosos, un mínimo por lo menos. Tenía que averiguar hasta qué punto.
Fue hasta el palacio real. Tenía que hablar con los monarcas, para informarles de su presencia allí. Si bien normalmente se les pedía discreción, en este caso habían tirado de diplomacia. La colaboración de los monarcas podía llegar a ser crucial, o eso le habían dicho. En realidad no se le escapaba que era una forma muy bonita de poner al frente la mejor cara del Gobierno Mundial. Russuam había sido su aliado en el pasado y ofrecerse a defenderles… en fin. Política.
Cuando llegó, ya había alguien allí. - Elyria Priscraft, soldado.- Escuchó mientras entraba. Ladeó la cabeza. No era legionaria y si fuera de la agencia, le habrían avisado. ¿La marina estaba aquí? Lo pensó durante un segundo. Marcharse resultaría contraproducente. Y ocultarse, si iban a perseguir el mismo rastro, podía llevar a malentendidos. Algo nerviosa, avanzó. Jack le puso la mano en el hombro y logró que su cara volviera a su seriedad natural.
-Hola.- Le dijo a la desconocida, tendiéndole la mano.- Mi nombre es Julianna. Te he escuchado mientras entraba y parece que nos han destinado a la misma tarea. Imagino que los guardias volverán pronto y me temo que yo también he de hablar con los monarcas. Intentaré no ser una molestia.
Esperaba que la joven no le diera muchos problemas.
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Al dejar atrás a los guardias, Elyria miró a su hombro. Poco a poco estaba conociendo a Nissa, y últimamente estaba siempre visible. Para ella, claro, igual que nadie la escuchaba cuando hablaba si no quería. Era una figura femenina de luz blanca en forma de mujer en miniatura, sentada de piernas cruzadas en su hombro. Realmente flotaba, podría estar bailando la macarena en el aire si quisiera, pero le gustaba jugar a que su hombro era una silla. En cierta forma era bastante tierno.
“Nissa, ¿puedes echar un ojo por palacio? Avísame si encuentras algo sospechoso,” susurró Elyria en voz baja mientras caminaba.
“¿Me invitarás a un café al menos?”
“¿Puedes hacer un café con luz, no?”
“Claro que puedo, ¿quién te crees que soy?” Dijo Nissa, poniéndose de pié en su hombro, caminando por el aire como si fuese un pasillo hasta plantarse frente a ella. “¡Pero eso sería ridículo!” Y entonces hizo aparecer un sillón imaginario con el mismo tipo de luz blanca que formaba su cuerpo, y de dejó caer, acomodándose en el mismo.
“¿Y eso no lo es? En fin. ¿Y realmente puedes sentir esas figuras de luz que ha—”
“A las tres. Y me voy a hacer cosas útiles, te informaré,” dijo antes de hacer desaparecer el sillón e irse corriendo por el aire en dirección a uno de los pasillos.
Elyria giró la cabeza a su derecha, encontrándose con una mujer peliblanca. Espero que no me haya escuchado. Tengo que tener más cuidado, la gente va a empezar a pensar que estoy loca. Aunque tal vez no les falte razón…
Le dió la mano a modo de saludo, y al escuchar su presentación, clavó su mirada penetrante en sus ojos, como tendía a hacer en estas situaciones. Eso le hacía transmitir autoridad, aunque una autoridad carente de miedo. Era una líder, no una tirana. Aunque no pudo evitar fijarse en el color y expresión de sus ojos. Eso último decía mucho de una persona, aunque esta vez no sabía bien cómo interpretar lo que veía.
“Encantada, Julianna. ¿O puedo llamarte Juli? Y parece que sí, podemos ir ambas a la vez. Siempre se agradece tener otra cabeza pensante.” Elyria relajó un poco sus hombros, dejando ver una sonrisa. “Y soy Elyria, un placer. Llamame Ely, es más cortito.”
Elyria no sabía si Julianna era también de la Marina, y había habido alguna clase de fallo de comunicación por el que no le avisaron. Tal vez era una rata del gobierno, una Legionaria enviada para lamer las botas del rey. No tenía ni idea, y sinceramente, prefería no saberlo. Quería ser justa, y la prioridad ahora mismo era la investigación. Así que antes de tener que hacer un esfuerzo activo en dejar su odio a un lado, era mejor no saberlo. Ya se encargaría si empezaba a darle problemas o intentaba algo raro; por ahora aceptaría trabajar con ella.
Vinieron a buscarlas más pronto de lo esperado. Le habían dicho que tendría que esperar una hora; pero oye, no sería ella quien se quejase. Así que siguieron a la guardia real hasta donde se encontraba el rey.
El monarca estaba sentado en su trono, con un aspecto regio y de superioridad. No todos los reyes eran así, pero por desgracia la mayoría se veían muy por encima de los sucios plebeyos. Elyria mantuvo su expresión seria, y se agachó, apoyando una rodilla en el suelo y haciendo una reverencia. Le parecía una tontería de tradición, pero lo último que quería era molestar a su majestad. Necesitaba su colaboración.
“Me han informado de que tienen información sobre nuestro… problemita.”
“Veníamos a hablar de eso con usted, su majestad. Si comparte lo que sabe, nosotras nos encargaremos del resto. Es nuestra especialidad.” Evidentemente no sabía nada sobre Julianna, así que se lo había inventado un poco. Aunque si la habían mandado aquí, podía suponer que sabía lo que hacía.
“Mis guardias me dijeron que eran ustedes las que traían información.”
“Me temo que ha habido un malentendido, su majestad. Acabamos de llegar al reino.”
“Entonces no hay nada más que hablar.” El rey hizo una señal con la mano, indicando a su guardia personal que las sacaran de allí.
“Su majestad, por favor. El grupo se está volviendo peli—”
“¡Lo tenemos todo bajo control! ¡No necesitamos la ayuda de unas imbéciles que no saben nada de mi reino!”
Sin poder hacer mucho más sin enfadar al rey, Elyria se volvió a arrodillar para hacer una reverencia antes de irse. Pero Nissa apareció corriendo por el aire hasta quedar frente a ella. Parecía nerviosa.
“¡Ely! ¡Han matado a los que estaban en la puerta, parece que vienen a por el rey, cuidado!”
Entonces Elyria se giró, llevando la mano a la empuñadura de Khione y poniéndose en posición. ¿Cómo? No he escuchado nada…
“¡Guardias!” Gritó el rey, pensando que intentaría atacarle a el tras ser rechazada.
Pero entonces la puerta se abrió de par en par, y un hombre vestido totalmente de negro como si fuera un ninja entró, lanzando tres shuriken en dirección al rey. Elyria se interpuso, sacando su katana y bloqueando su vuelo con la hoja.
“¿En serio? ¿En qué año vives?” Y entonces tomó una postura flexible, centrada en el movimiento lateral. Debería ser capaz de impedir que pasase a través de ella, la velocidad era su fuerte. “Sacad al rey de aquí, ¡ahora! Jul, ayúdame con esto, no podemos dejar que se le acerque.” Dijo con intensidad y autoridad. El rey gruño de rabia al ver que le hablaban así, pero viendo que estaba en peligro, hizo caso y se dejó escoltar en silencio.
“Nissa, ¿puedes echar un ojo por palacio? Avísame si encuentras algo sospechoso,” susurró Elyria en voz baja mientras caminaba.
“¿Me invitarás a un café al menos?”
“¿Puedes hacer un café con luz, no?”
“Claro que puedo, ¿quién te crees que soy?” Dijo Nissa, poniéndose de pié en su hombro, caminando por el aire como si fuese un pasillo hasta plantarse frente a ella. “¡Pero eso sería ridículo!” Y entonces hizo aparecer un sillón imaginario con el mismo tipo de luz blanca que formaba su cuerpo, y de dejó caer, acomodándose en el mismo.
“¿Y eso no lo es? En fin. ¿Y realmente puedes sentir esas figuras de luz que ha—”
“A las tres. Y me voy a hacer cosas útiles, te informaré,” dijo antes de hacer desaparecer el sillón e irse corriendo por el aire en dirección a uno de los pasillos.
Elyria giró la cabeza a su derecha, encontrándose con una mujer peliblanca. Espero que no me haya escuchado. Tengo que tener más cuidado, la gente va a empezar a pensar que estoy loca. Aunque tal vez no les falte razón…
Le dió la mano a modo de saludo, y al escuchar su presentación, clavó su mirada penetrante en sus ojos, como tendía a hacer en estas situaciones. Eso le hacía transmitir autoridad, aunque una autoridad carente de miedo. Era una líder, no una tirana. Aunque no pudo evitar fijarse en el color y expresión de sus ojos. Eso último decía mucho de una persona, aunque esta vez no sabía bien cómo interpretar lo que veía.
“Encantada, Julianna. ¿O puedo llamarte Juli? Y parece que sí, podemos ir ambas a la vez. Siempre se agradece tener otra cabeza pensante.” Elyria relajó un poco sus hombros, dejando ver una sonrisa. “Y soy Elyria, un placer. Llamame Ely, es más cortito.”
Elyria no sabía si Julianna era también de la Marina, y había habido alguna clase de fallo de comunicación por el que no le avisaron. Tal vez era una rata del gobierno, una Legionaria enviada para lamer las botas del rey. No tenía ni idea, y sinceramente, prefería no saberlo. Quería ser justa, y la prioridad ahora mismo era la investigación. Así que antes de tener que hacer un esfuerzo activo en dejar su odio a un lado, era mejor no saberlo. Ya se encargaría si empezaba a darle problemas o intentaba algo raro; por ahora aceptaría trabajar con ella.
Vinieron a buscarlas más pronto de lo esperado. Le habían dicho que tendría que esperar una hora; pero oye, no sería ella quien se quejase. Así que siguieron a la guardia real hasta donde se encontraba el rey.
El monarca estaba sentado en su trono, con un aspecto regio y de superioridad. No todos los reyes eran así, pero por desgracia la mayoría se veían muy por encima de los sucios plebeyos. Elyria mantuvo su expresión seria, y se agachó, apoyando una rodilla en el suelo y haciendo una reverencia. Le parecía una tontería de tradición, pero lo último que quería era molestar a su majestad. Necesitaba su colaboración.
“Me han informado de que tienen información sobre nuestro… problemita.”
“Veníamos a hablar de eso con usted, su majestad. Si comparte lo que sabe, nosotras nos encargaremos del resto. Es nuestra especialidad.” Evidentemente no sabía nada sobre Julianna, así que se lo había inventado un poco. Aunque si la habían mandado aquí, podía suponer que sabía lo que hacía.
“Mis guardias me dijeron que eran ustedes las que traían información.”
“Me temo que ha habido un malentendido, su majestad. Acabamos de llegar al reino.”
“Entonces no hay nada más que hablar.” El rey hizo una señal con la mano, indicando a su guardia personal que las sacaran de allí.
“Su majestad, por favor. El grupo se está volviendo peli—”
“¡Lo tenemos todo bajo control! ¡No necesitamos la ayuda de unas imbéciles que no saben nada de mi reino!”
Sin poder hacer mucho más sin enfadar al rey, Elyria se volvió a arrodillar para hacer una reverencia antes de irse. Pero Nissa apareció corriendo por el aire hasta quedar frente a ella. Parecía nerviosa.
“¡Ely! ¡Han matado a los que estaban en la puerta, parece que vienen a por el rey, cuidado!”
Entonces Elyria se giró, llevando la mano a la empuñadura de Khione y poniéndose en posición. ¿Cómo? No he escuchado nada…
“¡Guardias!” Gritó el rey, pensando que intentaría atacarle a el tras ser rechazada.
Pero entonces la puerta se abrió de par en par, y un hombre vestido totalmente de negro como si fuera un ninja entró, lanzando tres shuriken en dirección al rey. Elyria se interpuso, sacando su katana y bloqueando su vuelo con la hoja.
“¿En serio? ¿En qué año vives?” Y entonces tomó una postura flexible, centrada en el movimiento lateral. Debería ser capaz de impedir que pasase a través de ella, la velocidad era su fuerte. “Sacad al rey de aquí, ¡ahora! Jul, ayúdame con esto, no podemos dejar que se le acerque.” Dijo con intensidad y autoridad. El rey gruño de rabia al ver que le hablaban así, pero viendo que estaba en peligro, hizo caso y se dejó escoltar en silencio.
Julianna M. Shelley
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Le aguantó la mirada con una pequeña sonrisa, que no le llegaba a los ojos. Ahí había más curiosidad que otra cosa. Toda esa tranquilidad y seguridad que trataba de transmitirle, tenía la sensación de que no era para ella, si no para sí misma. Pero eso no era asunto suyo; trabajaba por su cuenta y no tenía intención de tratarla como una superior, si no como una igual y un civil en el peor de los casos. Debía darle prioridad a su misión. Por lo menos parecía simpática.
-Jul está bien.- Precisó.- Gracias. Lo último que quiero es molestar.
Estaba bastante convencida de que sus superiores sabían que la marina estaba involucrada. Ella no se dedicaba a la recogida de información, pero era familiar con su experiencia y talento. No, esto era un dato que se habían dejado fuera aposta. Frunció el ceño. No era la primera vez que hacían algo así y empezaba a pensar que dudaban de ella. O eso, o simplemente querían ver hasta qué punto podía valerse por sí misma. Fuera lo que fuera, tenía que lidiar con ello.
No tardaron en llegar a buscarles. Julianna entró a la habitación sin saber bien qué esperar. Solo había tenido contacto con un monarca y tan pronto vio al rey de Russuam llegó a la conclusión de que eran personas muy diferentes. Este hombre, por cómo se sentaba y por cómo las miraba, era… engreído. Egocéntrico. Le recordaba a otras personas. No sabía si era adecuado para estar en el trono; era posible que tuviera cualidades que se le escapaban. De una forma o de otra, solo había una manera de complacer a gente como él.
Agachando la mirada, realizó una reverencia sencilla pero sentida. No apartó la vista del suelo hasta que el monarca habló e incluso entonces evitó que se encontraran sus miradas. Fue a hablar, pero Ely se le adelantó y se conformó con escucharla. Por desgracia, la situación no tardó en descontrolarse. Elyria no tenía lo que el rey necesitaba oír y pronto un guardia llegó para sacarlas de allí.
-¡Un momento! Su alteza – dijo, evitando hacer movimientos bruscos. –eso no es del todo cierto. Creo que mi compañera sobreestima lo que conocen de la amenaza que les aguarda. En realidad…
No pudo continuar. Vio a Ely girarse hacia la puerta mientras se ponía en posición de guardia y desde aquella, todo sucedió muy rápido. Un hombre llegó y atacó al rey. Elyria logró interponerse, pero no fue capaz de reducir al hombre. El rey, alterado, se vio obligado a retroceder.
-Majestad, vaya a sus aposentos. Una vez este hombre esté en el calabozo nos reuniremos con usted.
No había espacio para la duda, debían ganarse su confianza. Por otro lado, ese desconocido… El hombre sacó un kunai atado a una cuerda y lo interpuso contra la espada de Elyria. Julianna aprovechó y se le acercó por la espalda, sacando su espadín y colocándoselo al cuello. Con la otra mano, agarró el escalpelo.
-No te muevas, por favor.
Evidentemente, no le hizo caso. Nunca se lo hacían. Trató de atacarla, así que se agachó y de un suave movimiento, le cortó el tendón del tobillo izquierdo. Fue lo bastante rápida como para que el hombre no se diera cuenta… hasta que trató de cambiar de posición y lo apoyó, cayendo al suelo.
-Entrega tus armas. Si dejas de resistirte, no tendré problema en hacer que puedas volver a caminar.
Iba a hacerlo de cualquier manera, pero eso él no tenía por qué saberlo. No importaba tampoco, porque realmente no era su prisionero. En seguida, dos guardias reales aparecieron y se llevaron al hombre a rastras. Jul suspiró y se giró hacia Ely, cerciorándose de que estaba intacta.
-El Rey no sabe qué sabemos. El grupo que les amenaza está traficando con alces. La mercancía no está a pie de calle, así que deben tener otro perfil de comprador. – Esperaba que no se lo tomara a mal. Tampoco tenía claro qué sabía ella.- Si le decimos esto, es posible que tenga alguna idea al respecto. Puede que no sea buena, pero como mínimo creará algo de confianza mutua. Eso espero, al menos.- Al fin y al cabo, acababan de salvarle el trasero.
-Jul está bien.- Precisó.- Gracias. Lo último que quiero es molestar.
Estaba bastante convencida de que sus superiores sabían que la marina estaba involucrada. Ella no se dedicaba a la recogida de información, pero era familiar con su experiencia y talento. No, esto era un dato que se habían dejado fuera aposta. Frunció el ceño. No era la primera vez que hacían algo así y empezaba a pensar que dudaban de ella. O eso, o simplemente querían ver hasta qué punto podía valerse por sí misma. Fuera lo que fuera, tenía que lidiar con ello.
No tardaron en llegar a buscarles. Julianna entró a la habitación sin saber bien qué esperar. Solo había tenido contacto con un monarca y tan pronto vio al rey de Russuam llegó a la conclusión de que eran personas muy diferentes. Este hombre, por cómo se sentaba y por cómo las miraba, era… engreído. Egocéntrico. Le recordaba a otras personas. No sabía si era adecuado para estar en el trono; era posible que tuviera cualidades que se le escapaban. De una forma o de otra, solo había una manera de complacer a gente como él.
Agachando la mirada, realizó una reverencia sencilla pero sentida. No apartó la vista del suelo hasta que el monarca habló e incluso entonces evitó que se encontraran sus miradas. Fue a hablar, pero Ely se le adelantó y se conformó con escucharla. Por desgracia, la situación no tardó en descontrolarse. Elyria no tenía lo que el rey necesitaba oír y pronto un guardia llegó para sacarlas de allí.
-¡Un momento! Su alteza – dijo, evitando hacer movimientos bruscos. –eso no es del todo cierto. Creo que mi compañera sobreestima lo que conocen de la amenaza que les aguarda. En realidad…
No pudo continuar. Vio a Ely girarse hacia la puerta mientras se ponía en posición de guardia y desde aquella, todo sucedió muy rápido. Un hombre llegó y atacó al rey. Elyria logró interponerse, pero no fue capaz de reducir al hombre. El rey, alterado, se vio obligado a retroceder.
-Majestad, vaya a sus aposentos. Una vez este hombre esté en el calabozo nos reuniremos con usted.
No había espacio para la duda, debían ganarse su confianza. Por otro lado, ese desconocido… El hombre sacó un kunai atado a una cuerda y lo interpuso contra la espada de Elyria. Julianna aprovechó y se le acercó por la espalda, sacando su espadín y colocándoselo al cuello. Con la otra mano, agarró el escalpelo.
-No te muevas, por favor.
Evidentemente, no le hizo caso. Nunca se lo hacían. Trató de atacarla, así que se agachó y de un suave movimiento, le cortó el tendón del tobillo izquierdo. Fue lo bastante rápida como para que el hombre no se diera cuenta… hasta que trató de cambiar de posición y lo apoyó, cayendo al suelo.
-Entrega tus armas. Si dejas de resistirte, no tendré problema en hacer que puedas volver a caminar.
Iba a hacerlo de cualquier manera, pero eso él no tenía por qué saberlo. No importaba tampoco, porque realmente no era su prisionero. En seguida, dos guardias reales aparecieron y se llevaron al hombre a rastras. Jul suspiró y se giró hacia Ely, cerciorándose de que estaba intacta.
-El Rey no sabe qué sabemos. El grupo que les amenaza está traficando con alces. La mercancía no está a pie de calle, así que deben tener otro perfil de comprador. – Esperaba que no se lo tomara a mal. Tampoco tenía claro qué sabía ella.- Si le decimos esto, es posible que tenga alguna idea al respecto. Puede que no sea buena, pero como mínimo creará algo de confianza mutua. Eso espero, al menos.- Al fin y al cabo, acababan de salvarle el trasero.
Elyria Priscraft
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Elyria miró por detrás de su hombro mientras mantenía la posición, asintiendo con la cabeza y dejando que el atacante atrapara a Khione con su kunai con cuerda para que pensara que tenía la ventaja. Pero cuando Julianna apareció por su espalda le mostró una sonrisa, guardando su katana en la saya y dejando que manejase la situación.
Algo de la mujer le resultaba terriblemente familiar desde hace un rato, pero no terminaba de caer en lo que era. Nissa estaba sentada en el aire, en una especie de silla imaginaria frente a ella.
“Si que ha cambiado Jul desde que la vimos en Kyuka Land,” dijo la criatura.
¡Claro, Jul! Joder, soy idiota, mira que no es un nombre común precisamente. Aunque parece una persona distinta ahora. Bueno, estábamos de vacaciones, no es como si yo no me hubiera visto diferente también, esto es trabajo. Aunque qué raro que no me haya reconocido ella a mí. Supongo que no nos esperábamos encontrarnos la una a la otra en un lugar así. Cuando salió de su nube de pensamientos, se estaban llevando al hombre, y Julianna estaba frente a ella hablándole.
“Siendote sincera, si el rey está investigado y no ha llegado ni a descubrir eso… Tal vez este reino estaría mejor sin él. Pero eso no es problema nuestro. Mejor eso a que esos criminales tomen el control de la isla.” Suspiró, asintiendo con la cabeza ante su propuesta. “Vamos, a ver si eso funciona. Debería ser un poquito más receptivo ahora que le hemos salvado la vida.”
Entonces caminaron en la dirección en la que se había ido el rey. Evidentemente, había muchos soldados después de lo que había ocurrido, pero al parecer les habían informado sobre ellas, ya que las dejaron pasar sin ninguna pega. Mientras caminaban, giró la cabeza para mirar a la peliblanca. “Lo que me sorprende es que hayan atacado tan rápido. ¿Crees que tiene algo que ver con nosotras estando aquí, o que tan solo ha sido casualidad y el rey ha tenido la suerte de su vida?”
Finalmente, llegaron a los aposentos del monarca. El hombre estaba rodeado de su guardia real, y cerraron la puerta tras ellas. Esta vez había más de dos personas vigilándola, por motivos más que evidentes. Elyria volvió a agacharse para hacer la reverencia aún después de cómo las habían tratado. Tenían otra oportunidad y no quería cargársela por una tontería así.
“Les estoy agradecido por salvarme la vida. Los inútiles de mis soldados no pudieron parar a un solo hombre, ¡lamentable! Unios a mi guardia real y tendréis la vida solucionada, sois fuertes.”
“Muchas gracias por sus palabras, su majestad. Pero me temo que no podrá ser, le juramos lealtad a otros. Aunque mientras estemos en Russuam velaremos por su seguridad, puede estar tranquilo. Pero necesitamos su colaboración para destapar a esos criminales, ya ha visto que su vida está en peligro,” dijo Elyria en un tono formal y calmado. Entonces miró a Julianna, haciéndole una señal con la cabeza para que le hablase al rey sobre lo que sabía.
“Ah, tú. Osaste ponerme al nivel de un príncipe. Te lo perdonaré por salvarme la vida, pero que no se repita, ¿entendido?” El rey miraba fijamente a la mujer, esperando su respuesta.
“Creo que es porque te dirigiste a el cómo su alteza, eso es solo para príncipes,” susurró Elyria en un tono muy bajo para que sólo ella pudiese escucharla, intentando no mover mucho los labios para que no se notase desde lejos.
”Que rey más tiquismiquis. La Reina de la Primavera es mucho más amable que este viejo cascarrabias. No me extraña que necesite gente para su guardia, seguro que los que pudieron le dejaron solo,” dijo Nissa, sentada de piernas cruzadas en el aire, a su lado. Elyria tuvo que hacer un esfuerzo por mantener su expresión seria y contener la risa.
Algo de la mujer le resultaba terriblemente familiar desde hace un rato, pero no terminaba de caer en lo que era. Nissa estaba sentada en el aire, en una especie de silla imaginaria frente a ella.
“Si que ha cambiado Jul desde que la vimos en Kyuka Land,” dijo la criatura.
¡Claro, Jul! Joder, soy idiota, mira que no es un nombre común precisamente. Aunque parece una persona distinta ahora. Bueno, estábamos de vacaciones, no es como si yo no me hubiera visto diferente también, esto es trabajo. Aunque qué raro que no me haya reconocido ella a mí. Supongo que no nos esperábamos encontrarnos la una a la otra en un lugar así. Cuando salió de su nube de pensamientos, se estaban llevando al hombre, y Julianna estaba frente a ella hablándole.
“Siendote sincera, si el rey está investigado y no ha llegado ni a descubrir eso… Tal vez este reino estaría mejor sin él. Pero eso no es problema nuestro. Mejor eso a que esos criminales tomen el control de la isla.” Suspiró, asintiendo con la cabeza ante su propuesta. “Vamos, a ver si eso funciona. Debería ser un poquito más receptivo ahora que le hemos salvado la vida.”
Entonces caminaron en la dirección en la que se había ido el rey. Evidentemente, había muchos soldados después de lo que había ocurrido, pero al parecer les habían informado sobre ellas, ya que las dejaron pasar sin ninguna pega. Mientras caminaban, giró la cabeza para mirar a la peliblanca. “Lo que me sorprende es que hayan atacado tan rápido. ¿Crees que tiene algo que ver con nosotras estando aquí, o que tan solo ha sido casualidad y el rey ha tenido la suerte de su vida?”
Finalmente, llegaron a los aposentos del monarca. El hombre estaba rodeado de su guardia real, y cerraron la puerta tras ellas. Esta vez había más de dos personas vigilándola, por motivos más que evidentes. Elyria volvió a agacharse para hacer la reverencia aún después de cómo las habían tratado. Tenían otra oportunidad y no quería cargársela por una tontería así.
“Les estoy agradecido por salvarme la vida. Los inútiles de mis soldados no pudieron parar a un solo hombre, ¡lamentable! Unios a mi guardia real y tendréis la vida solucionada, sois fuertes.”
“Muchas gracias por sus palabras, su majestad. Pero me temo que no podrá ser, le juramos lealtad a otros. Aunque mientras estemos en Russuam velaremos por su seguridad, puede estar tranquilo. Pero necesitamos su colaboración para destapar a esos criminales, ya ha visto que su vida está en peligro,” dijo Elyria en un tono formal y calmado. Entonces miró a Julianna, haciéndole una señal con la cabeza para que le hablase al rey sobre lo que sabía.
“Ah, tú. Osaste ponerme al nivel de un príncipe. Te lo perdonaré por salvarme la vida, pero que no se repita, ¿entendido?” El rey miraba fijamente a la mujer, esperando su respuesta.
“Creo que es porque te dirigiste a el cómo su alteza, eso es solo para príncipes,” susurró Elyria en un tono muy bajo para que sólo ella pudiese escucharla, intentando no mover mucho los labios para que no se notase desde lejos.
”Que rey más tiquismiquis. La Reina de la Primavera es mucho más amable que este viejo cascarrabias. No me extraña que necesite gente para su guardia, seguro que los que pudieron le dejaron solo,” dijo Nissa, sentada de piernas cruzadas en el aire, a su lado. Elyria tuvo que hacer un esfuerzo por mantener su expresión seria y contener la risa.
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Julianna se encogió de hombros, reflexionando sobre sus palabras.
-No sabemos cuánto hace que lo sabe, ni cómo trabaja su gente. No le envidio, la verdad. No creo que fuera capaz de llevar tanta responsabilidad.
No iba a mentir, lo cierto era que los monarcas la interesaban e intimidaban a partes iguales. Quizá por el tiempo pasado con Aki, quizá por todo lo que suponían. Era probable que ese hombre no hubiera escogido ser rey, si no tan solo hubiera estado destinado a ello desde antes de nacer. ¿Cómo manejas tal carga? ¿Cuándo tu vida no es tuya, si no de tu pueblo? El ego y la arrogancia, a ojos de Julianna, no eran sino un método para sobrellevarlo. Alguien tenía que estar en el trono. Un único monarca inepto era mejor que dejar que cualquiera se creyera a la altura de un rey.
En cuanto al ataque, había varias cosas que no entendía. Se preguntó si no estaría analizando demasiado la situación, si no serían secuelas de todo lo que le había ocurrido en Jaya. Pese a eso…
-Era un único hombre, poco preparado. Su estilo de combate dista mucho de los que se utilizan aquí en Russuam, también.- Frunció el ceño, mirando a Ely. Solo era una posibilidad, pero prefería compartirla. Tenían que estar preparadas para todo.- Creo que puede ser un señuelo. Tenían que saber que tarde o temprano alguien llegaría para proteger al rey; Russuam tiene… contactos. A todo el mundo le interesa que se mantenga estable. Quizá quieran distraernos mientras acaban de organizarse.
Otra opción era que fuera un ataque aislado y que no tuviera que ver con los terroristas, pero ir por esa vía parecía demasiado irresponsable. Era mejor prepararse para lo peor.
Lograron llegar hasta el rey. Estaba en sus aposentos, rodeado de sus guardias. Ambas volvieron a hacer una reverencia. El monarca les ofreció trabajo, pero Ely fue rápida a la hora de rechazarlo con delicadeza. Jul alzó la cabeza al oír que le hablaba directamente. Asintió despacio, antes de disculparse.
-Lo lamento, su majestad. Ha sido fruto de la ignorancia, no se repetirá.
Respiró hondo. Notó como Jack le ponía la mano en el hombro y se relajó un poco. Había estado con ella todo ese tiempo, pero se había apartado en cuanto había empezado a hablar con Ely. Nunca quería molestar, pero en momentos como este…
-Hay un grupo de malhechores planeando destronarle, su majestad. Pretenden hacerse con el control del Reino. Nuestros superiores nos han enviado a advertirle y a frenar la amenaza. Me dijeron que le avisarían de mi llegada, pero no estoy segura de si la correspondencia logró llegar a su destino.
-Recibí esa carta.- Dijo el rey secamente. Jul asintió, no queriendo ahondar en su reacción. Los problemas que tuviera el rey con sus superiores no eran asunto suyo; ella solo venía a ayudar.
-Este grupo de… terroristas, se está financiando por medio del tráfico de animales. Ciervos, concretamente. Huesos, pieles y el marfil de sus cuernos.
-¿Y bien? ¿Qué pensáis hacer para pararlos?
No parecía impresionado. Jul tomó aire, con calma, mientras el agarre de Jack se volvía rígido.
-De momento necesitamos recabar información, su majestad. Es bueno que hayamos neutralizado al atacante. Pero precisamos saber exactamente cuántos son y dónde está su líder; si atacamos antes de tiempo puede que solo los mermemos en lugar de acabar con ellos. Hasta entonces, precisamos de un lugar para alojarnos. Si tuviera alguna información que pudiera ayudarnos, sería más que bienvenida.
-Podéis utilizar los aposentos de invitados, de ser preciso. Reginald, el jefe de mi guardia, os prestará asistencia. No me defraudéis.
Les hizo un gesto con la mano para que se retiraran y en seguida Reginald apareció para escoltarlas afuera. Su audiencia con el rey había terminado.
-No sabemos cuánto hace que lo sabe, ni cómo trabaja su gente. No le envidio, la verdad. No creo que fuera capaz de llevar tanta responsabilidad.
No iba a mentir, lo cierto era que los monarcas la interesaban e intimidaban a partes iguales. Quizá por el tiempo pasado con Aki, quizá por todo lo que suponían. Era probable que ese hombre no hubiera escogido ser rey, si no tan solo hubiera estado destinado a ello desde antes de nacer. ¿Cómo manejas tal carga? ¿Cuándo tu vida no es tuya, si no de tu pueblo? El ego y la arrogancia, a ojos de Julianna, no eran sino un método para sobrellevarlo. Alguien tenía que estar en el trono. Un único monarca inepto era mejor que dejar que cualquiera se creyera a la altura de un rey.
En cuanto al ataque, había varias cosas que no entendía. Se preguntó si no estaría analizando demasiado la situación, si no serían secuelas de todo lo que le había ocurrido en Jaya. Pese a eso…
-Era un único hombre, poco preparado. Su estilo de combate dista mucho de los que se utilizan aquí en Russuam, también.- Frunció el ceño, mirando a Ely. Solo era una posibilidad, pero prefería compartirla. Tenían que estar preparadas para todo.- Creo que puede ser un señuelo. Tenían que saber que tarde o temprano alguien llegaría para proteger al rey; Russuam tiene… contactos. A todo el mundo le interesa que se mantenga estable. Quizá quieran distraernos mientras acaban de organizarse.
Otra opción era que fuera un ataque aislado y que no tuviera que ver con los terroristas, pero ir por esa vía parecía demasiado irresponsable. Era mejor prepararse para lo peor.
Lograron llegar hasta el rey. Estaba en sus aposentos, rodeado de sus guardias. Ambas volvieron a hacer una reverencia. El monarca les ofreció trabajo, pero Ely fue rápida a la hora de rechazarlo con delicadeza. Jul alzó la cabeza al oír que le hablaba directamente. Asintió despacio, antes de disculparse.
-Lo lamento, su majestad. Ha sido fruto de la ignorancia, no se repetirá.
Respiró hondo. Notó como Jack le ponía la mano en el hombro y se relajó un poco. Había estado con ella todo ese tiempo, pero se había apartado en cuanto había empezado a hablar con Ely. Nunca quería molestar, pero en momentos como este…
-Hay un grupo de malhechores planeando destronarle, su majestad. Pretenden hacerse con el control del Reino. Nuestros superiores nos han enviado a advertirle y a frenar la amenaza. Me dijeron que le avisarían de mi llegada, pero no estoy segura de si la correspondencia logró llegar a su destino.
-Recibí esa carta.- Dijo el rey secamente. Jul asintió, no queriendo ahondar en su reacción. Los problemas que tuviera el rey con sus superiores no eran asunto suyo; ella solo venía a ayudar.
-Este grupo de… terroristas, se está financiando por medio del tráfico de animales. Ciervos, concretamente. Huesos, pieles y el marfil de sus cuernos.
-¿Y bien? ¿Qué pensáis hacer para pararlos?
No parecía impresionado. Jul tomó aire, con calma, mientras el agarre de Jack se volvía rígido.
-De momento necesitamos recabar información, su majestad. Es bueno que hayamos neutralizado al atacante. Pero precisamos saber exactamente cuántos son y dónde está su líder; si atacamos antes de tiempo puede que solo los mermemos en lugar de acabar con ellos. Hasta entonces, precisamos de un lugar para alojarnos. Si tuviera alguna información que pudiera ayudarnos, sería más que bienvenida.
-Podéis utilizar los aposentos de invitados, de ser preciso. Reginald, el jefe de mi guardia, os prestará asistencia. No me defraudéis.
Les hizo un gesto con la mano para que se retiraran y en seguida Reginald apareció para escoltarlas afuera. Su audiencia con el rey había terminado.
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Julianna tenía parte de razón, cargar con esa responsabilidad no era para nada fácil. Pero aún si Russuam era un reino y técnicamente acabó en esa posición por herencia, había mucha historia sobre cambios a mejores formas de gobierno. Así que en su opinión, no era una excusa válida, dirigir una nación no era un trabajo que pudiese hacer cualquiera, hacía falta poner a la persona más capaz. Pero para eso había que dejar a un lado el ego y cederle el puesto a otra persona.
Cuando le respondió acerca de sus opiniones sobre el atacante, no pudo evitar preocuparse. Tenía un punto, y aún si podía haber sido pura casualidad, era una opción que tenían que considerar. Y esa opción traía muchos problemas consigo. No podían separarse en muchas copias de sí mismas, así que tenían que tomar una decisión.
“Cierto… Pero entonces tenemos un problema. No podemos ir tras ellos y proteger activamente a su majestad al mismo tiempo. Lo primordial es seguir con la investigación, si los atrapamos a tiempo eso lo mantendrá a salvo a largo plazo. ¿Pero y si le atacan mientras estamos lejos? Tú lo has dicho, era un hombre poco preparado, pero aún así logró entrar a la sala del trono y atentar contra la vida del monarca.” Elyria suspiró profundamente, y poco después se presentaron en frente del rey.
Esta vez, fue Julianna la que manejó la situación y la conversación. Y bueno, aun si no habían podido sacar mucha información útil, tenía que reconocer que había acabado mucho mejor que la última. Al tenerla a su lado, pudo mirarla de reojo, notar sus patrones de respiración, la tensión de su cuerpo. Pero logró mantener ante el rey esa máscara que tenían que ponerse cuando trabajaban. Y muchas veces eso no era tarea fácil.
Ya fuera del palacio real, siguió caminando unos minutos hasta estar algo más alejadas, tampoco quería quedarse en frente de los guardias de la puerta. Y entonces, se giró a mirar a Julianna. “Bueno, parece que volvemos con las manos vacías. Al menos ahora tenemos un sitio donde dormir, buen trabajo,” dijo con una sonrisa en su rostro.
“Pero ahora viene la parte difícil. No tenemos muchas pistas sobre los terroristas. Apenas sabemos sobre el tráfico y sobre sus intenciones de desestabilizar la corona.” Elyria se llevó la mano al mentón, tomando una pose pensativa. “Creo que deberíamos empezar intentando encontrar cómo y a quién le venden todos esos productos, eso debería llevarnos a ellos eventualmente. En fin, vamos.”
Volvió a caminar en dirección a la zona comercial de la ciudad. No tenían mucho donde agarrarse, así que tendrían que empezar desde abajo. “¿Cómo quieres afrontar esto? Si simplemente nos ponemos a preguntar en todos lados si venden pieles y cosas extrañas seremos demasiado sospechosas. Y además, es muy probable que una gran parte de la mercancía se exporte a otra islas que paguen mejor.”
Finalmente llegaron a su destino. La zona de comercio del centro no era muy grande, como era de esperar de una isla de ese tamaño y clima. Era una calle larga de tiendas, y la mayoría de locales vendían ropa para resistir el constante invierno de la nación. También había lo que cabría esperar en cualquier ciudad. Comida, utilidades y herramientas básicas y mucho, mucho alcohol. Bueno, tal vez eso último era un poco más exagerado aquí.
Cuando le respondió acerca de sus opiniones sobre el atacante, no pudo evitar preocuparse. Tenía un punto, y aún si podía haber sido pura casualidad, era una opción que tenían que considerar. Y esa opción traía muchos problemas consigo. No podían separarse en muchas copias de sí mismas, así que tenían que tomar una decisión.
“Cierto… Pero entonces tenemos un problema. No podemos ir tras ellos y proteger activamente a su majestad al mismo tiempo. Lo primordial es seguir con la investigación, si los atrapamos a tiempo eso lo mantendrá a salvo a largo plazo. ¿Pero y si le atacan mientras estamos lejos? Tú lo has dicho, era un hombre poco preparado, pero aún así logró entrar a la sala del trono y atentar contra la vida del monarca.” Elyria suspiró profundamente, y poco después se presentaron en frente del rey.
Esta vez, fue Julianna la que manejó la situación y la conversación. Y bueno, aun si no habían podido sacar mucha información útil, tenía que reconocer que había acabado mucho mejor que la última. Al tenerla a su lado, pudo mirarla de reojo, notar sus patrones de respiración, la tensión de su cuerpo. Pero logró mantener ante el rey esa máscara que tenían que ponerse cuando trabajaban. Y muchas veces eso no era tarea fácil.
Ya fuera del palacio real, siguió caminando unos minutos hasta estar algo más alejadas, tampoco quería quedarse en frente de los guardias de la puerta. Y entonces, se giró a mirar a Julianna. “Bueno, parece que volvemos con las manos vacías. Al menos ahora tenemos un sitio donde dormir, buen trabajo,” dijo con una sonrisa en su rostro.
“Pero ahora viene la parte difícil. No tenemos muchas pistas sobre los terroristas. Apenas sabemos sobre el tráfico y sobre sus intenciones de desestabilizar la corona.” Elyria se llevó la mano al mentón, tomando una pose pensativa. “Creo que deberíamos empezar intentando encontrar cómo y a quién le venden todos esos productos, eso debería llevarnos a ellos eventualmente. En fin, vamos.”
Volvió a caminar en dirección a la zona comercial de la ciudad. No tenían mucho donde agarrarse, así que tendrían que empezar desde abajo. “¿Cómo quieres afrontar esto? Si simplemente nos ponemos a preguntar en todos lados si venden pieles y cosas extrañas seremos demasiado sospechosas. Y además, es muy probable que una gran parte de la mercancía se exporte a otra islas que paguen mejor.”
Finalmente llegaron a su destino. La zona de comercio del centro no era muy grande, como era de esperar de una isla de ese tamaño y clima. Era una calle larga de tiendas, y la mayoría de locales vendían ropa para resistir el constante invierno de la nación. También había lo que cabría esperar en cualquier ciudad. Comida, utilidades y herramientas básicas y mucho, mucho alcohol. Bueno, tal vez eso último era un poco más exagerado aquí.
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Reginald, el jefe de la guardia real, les enseñó las que serían sus habitaciones y luego les acompañó a la puerta. A Julianna le habría gustado hablar con él y hacerle unas preguntas, pero no hubo manera. De forma forzosamente amable, las dejó fuera, aclarándoles que podían ir y venir a su gusto. En resumen, que no le gustaba que le molestaran.
Elyria parecía más tranquila y juntas se apartaron del palacio para regresar a la ciudad. Al fin y al cabo seguían teniendo una ardua tarea por delante.
-Esta mañana, antes de ir a palacio, me pasé por el puerto. Allí es donde se concentran la mayoría de puestos dirigidos a los turistas. Asumí que si lo que querían era hacer dinero rápido venderían allí sus productos. Los locales seguramente sean más conscientes de que el ciervo está en peligro de extinción y sería más difícil vendérselo. Pero… no encontré nada.
Era un problema, realmente. Elyria tenía razón, la forma más sencilla de encontrar a los traficantes era encontrar su producto. Pero si no lo vendían a pie de calle, ¿dónde?
No tardaron mucho en llegar a la zona comercial de la ciudad. En las tiendas que las rodeaban, la mayoría de productos a la venta estaban hechos para soportar mejor el invierno. Pero por más que hubiera un montón de pieles y cueros la gran mayoría no especificaban de qué eran y ponerse a preguntar por algo que en teoría no debería venderse solo haría que llamaran la atención. Julianna se rascó la cabeza, mirando a su alrededor.
-No sé qué decirte, la verdad. Lo que es cierto es que tienen que tener un canal de venta fijo, si pretenden conseguir dinero de forma más o menos constante. Si exportan a otras islas en el puerto podríamos encontrar algo, pero implicaría ir colándonos en barcos ajenos…
En la calle, la vida de Russuam continuaba como si nada y mucha gente pasaba a su lado. Algunos las miraban de reojo, pero la mayoría las ignoraba. Julianna les miró durante unos segundos, antes de volver a hablar.
-Creo que tarde o temprano vamos a tener que hablar con el prisionero. Pero de momento… ¿y si nos hacemos las tontas? – las señaló a ambas y luego a la gente.- No parecemos del lugar. Nosotras somos turistas, a sus ojos. No tenemos por qué saber qué es lo aceptable aquí. Si entramos a un par de tiendas preguntando por esos ''increíbles abrigos de ciervo de los que nos habló nuestra amiga'' deberíamos poder averiguar algo. Y si nadie sabe nada, con suerte se escandalizarán lo suficiente como para que los que de verdad saben algo vengan a comprobar que no somos una amenaza.
Era una estrategia arriesgada, lo sabía. Pero no tenían tantos caminos a seguir como le hubiera gustado y cada día que pasaba aumentaba más el peligro en el que estaba el rey. No quería regresar a palacio con las manos vacías.
Elyria parecía más tranquila y juntas se apartaron del palacio para regresar a la ciudad. Al fin y al cabo seguían teniendo una ardua tarea por delante.
-Esta mañana, antes de ir a palacio, me pasé por el puerto. Allí es donde se concentran la mayoría de puestos dirigidos a los turistas. Asumí que si lo que querían era hacer dinero rápido venderían allí sus productos. Los locales seguramente sean más conscientes de que el ciervo está en peligro de extinción y sería más difícil vendérselo. Pero… no encontré nada.
Era un problema, realmente. Elyria tenía razón, la forma más sencilla de encontrar a los traficantes era encontrar su producto. Pero si no lo vendían a pie de calle, ¿dónde?
No tardaron mucho en llegar a la zona comercial de la ciudad. En las tiendas que las rodeaban, la mayoría de productos a la venta estaban hechos para soportar mejor el invierno. Pero por más que hubiera un montón de pieles y cueros la gran mayoría no especificaban de qué eran y ponerse a preguntar por algo que en teoría no debería venderse solo haría que llamaran la atención. Julianna se rascó la cabeza, mirando a su alrededor.
-No sé qué decirte, la verdad. Lo que es cierto es que tienen que tener un canal de venta fijo, si pretenden conseguir dinero de forma más o menos constante. Si exportan a otras islas en el puerto podríamos encontrar algo, pero implicaría ir colándonos en barcos ajenos…
En la calle, la vida de Russuam continuaba como si nada y mucha gente pasaba a su lado. Algunos las miraban de reojo, pero la mayoría las ignoraba. Julianna les miró durante unos segundos, antes de volver a hablar.
-Creo que tarde o temprano vamos a tener que hablar con el prisionero. Pero de momento… ¿y si nos hacemos las tontas? – las señaló a ambas y luego a la gente.- No parecemos del lugar. Nosotras somos turistas, a sus ojos. No tenemos por qué saber qué es lo aceptable aquí. Si entramos a un par de tiendas preguntando por esos ''increíbles abrigos de ciervo de los que nos habló nuestra amiga'' deberíamos poder averiguar algo. Y si nadie sabe nada, con suerte se escandalizarán lo suficiente como para que los que de verdad saben algo vengan a comprobar que no somos una amenaza.
Era una estrategia arriesgada, lo sabía. Pero no tenían tantos caminos a seguir como le hubiera gustado y cada día que pasaba aumentaba más el peligro en el que estaba el rey. No quería regresar a palacio con las manos vacías.
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Elyria asintió con la cabeza ante las deducciones de su compañera. “Si, pero parece que son más cautelosos de lo que pensamos en un principio. Se esconden bien,” dijo mientras seguían caminando tranquilamente.
Entonces escuchó su propuesta. No era mala, pero necesitaban planearlo mínimamente para no cagarla mucho. “Si, claramente tienes que tener clientes fijos. Si no no se ocultarían tanto, necesitarían tirar de otro tipo de ventas.” Elyria tomó un mechón de su propio cabello, pasándolo por detrás de su oreja. “Y la idea es buena. A ver, visto lo visto, dudo que logremos hacer un papel que haga que nos digan donde venden la mercancía como si nada, seguramente necesitaríamos dar un nombre. Pero al menos llamaremos un poco la atención sin exponernos demasiado. Pensarán que solo somos unas turistas pijas y mandaran a un par de bajos rangos a echarnos un ojo.”
Ahora era cuestión de llevar a cabo el plan. Entraron en la primera tienda de ropa que encontraron, y Elyria se puso manos a la obra con su papel. En vez de tener una expresión seria, como frecuentaba mientras trabajaba, llevaba una más condescendiente. Caminó con una postura orgullosa, mirando al resto de clientes por encima del hombro, como si fuesen inferiores a ella. Entonces se acercó al mostrador, mirando al dueño del local.
“Holii. Una amiga nos habló de tu tienda, nos dijo que aquí vendían unos abrigos de piel de alce suuuuper chulos y calentitos. Que en esta isla vuestra hace un frío que pela, ¿sabes? Y estos tontos de Karakuri dicen que no puedo pedir esas cosas, que están en peligro de extinción y blablabla. Pero mi amiga me dijo que venían de esta isla y que se compro uno. Es super bonito jo, ¿puedo comprar uno, porfiiiis?”
Le estaba causando rechazo a sí misma su propia actuación, aunque bueno, eso significaba que le estaba saliendo medio bien, ¿no?
“Lo siento, señoritas, pero en esta isla creemos en la conservación de las especies. Así que háganme un favor y dejen el temita, no tenemos nada de eso,” dijo el dueño con una expresión un tanto molesta en su rostro.
“Jooo, que aburrido…” Dijo poniendo una carita triste, saliendo de la tienda con Julianna, parándose en la calle para mirarla. “Joder… Eso ha sido muy vergonzoso. Demos una vuelta y vamos a la siguiente.
Volvieron a hacer lo mismo un par de veces más. Ahora solo era cuestión de comprobar si alguien se acercaba a ellas, o les seguía. “Aria, cariño, vamos a dar un paseo. Estos tontos no quieren vendernos sus abrigos,” dijo fingiendo molestia. También le cambió el nombre por si acaso, usando el mismo que había utilizado en Kyuka Land. Dudaba que fuese a dar problemas usar sus nombres reales, pero más vale prevenir que curar.
Caminaron por la ciudad, alejándose de la zona de tiendas. Quería pedirle a Nissa que echase un ojo a sus espaldas, pero no estaba seguro de si hacerlo delante de su compañera, no le apetecía ponerse a dar explicaciones. Pero tenía unas prioridades. Así que giró la cabeza, mirando a su hombro, donde ella estaba sentada, jugando con sus piernas en el aire.
“Nissa… ¿Puedes vigilar si alguien nos está siguiendo, porfa? Dame un toque si ves algo,” susurró en voz muy baja. Era inevitable que Julianna le escuchase, estaba a su lado, pero tampoco era plan de que se enterase toda la calle.
“Okay, pero con esta ya me debes dos. Ya me invitarás a un café,” bromeó Nissa, saliendo disparada hacia atrás.
Después de un rato caminando, volvió, asintiendo con la cabeza y haciendo un número tres con los dedos. Luego de comprobar que le habían entendido, volvió a sentarse en sus hombros. Elyria giró la cabeza para mirar a Julianna y como no tenía ni idea de cómo explicar por qué lo sabía, simplemente le advirtió en voz baja. “Aria, nos están siguiendo… Son tres.”
Entonces escuchó su propuesta. No era mala, pero necesitaban planearlo mínimamente para no cagarla mucho. “Si, claramente tienes que tener clientes fijos. Si no no se ocultarían tanto, necesitarían tirar de otro tipo de ventas.” Elyria tomó un mechón de su propio cabello, pasándolo por detrás de su oreja. “Y la idea es buena. A ver, visto lo visto, dudo que logremos hacer un papel que haga que nos digan donde venden la mercancía como si nada, seguramente necesitaríamos dar un nombre. Pero al menos llamaremos un poco la atención sin exponernos demasiado. Pensarán que solo somos unas turistas pijas y mandaran a un par de bajos rangos a echarnos un ojo.”
Ahora era cuestión de llevar a cabo el plan. Entraron en la primera tienda de ropa que encontraron, y Elyria se puso manos a la obra con su papel. En vez de tener una expresión seria, como frecuentaba mientras trabajaba, llevaba una más condescendiente. Caminó con una postura orgullosa, mirando al resto de clientes por encima del hombro, como si fuesen inferiores a ella. Entonces se acercó al mostrador, mirando al dueño del local.
“Holii. Una amiga nos habló de tu tienda, nos dijo que aquí vendían unos abrigos de piel de alce suuuuper chulos y calentitos. Que en esta isla vuestra hace un frío que pela, ¿sabes? Y estos tontos de Karakuri dicen que no puedo pedir esas cosas, que están en peligro de extinción y blablabla. Pero mi amiga me dijo que venían de esta isla y que se compro uno. Es super bonito jo, ¿puedo comprar uno, porfiiiis?”
Le estaba causando rechazo a sí misma su propia actuación, aunque bueno, eso significaba que le estaba saliendo medio bien, ¿no?
“Lo siento, señoritas, pero en esta isla creemos en la conservación de las especies. Así que háganme un favor y dejen el temita, no tenemos nada de eso,” dijo el dueño con una expresión un tanto molesta en su rostro.
“Jooo, que aburrido…” Dijo poniendo una carita triste, saliendo de la tienda con Julianna, parándose en la calle para mirarla. “Joder… Eso ha sido muy vergonzoso. Demos una vuelta y vamos a la siguiente.
Volvieron a hacer lo mismo un par de veces más. Ahora solo era cuestión de comprobar si alguien se acercaba a ellas, o les seguía. “Aria, cariño, vamos a dar un paseo. Estos tontos no quieren vendernos sus abrigos,” dijo fingiendo molestia. También le cambió el nombre por si acaso, usando el mismo que había utilizado en Kyuka Land. Dudaba que fuese a dar problemas usar sus nombres reales, pero más vale prevenir que curar.
Caminaron por la ciudad, alejándose de la zona de tiendas. Quería pedirle a Nissa que echase un ojo a sus espaldas, pero no estaba seguro de si hacerlo delante de su compañera, no le apetecía ponerse a dar explicaciones. Pero tenía unas prioridades. Así que giró la cabeza, mirando a su hombro, donde ella estaba sentada, jugando con sus piernas en el aire.
“Nissa… ¿Puedes vigilar si alguien nos está siguiendo, porfa? Dame un toque si ves algo,” susurró en voz muy baja. Era inevitable que Julianna le escuchase, estaba a su lado, pero tampoco era plan de que se enterase toda la calle.
“Okay, pero con esta ya me debes dos. Ya me invitarás a un café,” bromeó Nissa, saliendo disparada hacia atrás.
Después de un rato caminando, volvió, asintiendo con la cabeza y haciendo un número tres con los dedos. Luego de comprobar que le habían entendido, volvió a sentarse en sus hombros. Elyria giró la cabeza para mirar a Julianna y como no tenía ni idea de cómo explicar por qué lo sabía, simplemente le advirtió en voz baja. “Aria, nos están siguiendo… Son tres.”
Julianna M. Shelley
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Acordado el plan, entraron a la primera de las tiendas. Nada más pasar el umbral Elyria pareció transformarse, mientras Julianna ponía una pequeña sonrisa y pasaba algo más desapercibida. Se quedó mirando a su improvisada compañera, tomando buena nota de cómo había cambiado su postura y actitud. Toda la tienda la estaba mirando y eso hacía que no se fijaran en ella. No se le daba bien llamar la atención de esa manera y respetaba a Elyria por ser capaz. Buena parte del plan pasaba por hacer bien esa parte y ella la había clavado tras solo hablar unos segundos. ¿Desde cuándo enseñaban a hacer esas cosas en la marina? Parecía que era una natural.
El dueño se molestó y aunque ningún cliente se atrevió a decírselo a la cara, no había sido el único. Un par de señoras se miraron entre ellas, claramente juzgándolas a ambas. Iban a ser la comidilla del barrio… lo que significaba que habían conseguido su objetivo. Salieron y Julianna se rió un poquito al ver el cambio de Ely
- No te preocupes, lo estás haciendo bien.
Repitieron la pantomima en un par de tiendas, hasta que sus pasos las llevaron a alejarse del distrito comercial. Julianna iba atenta a todo y había notado ya un par de cosas extrañas. En la penúltima tienda, el dueño había echado mano del teléfono en cuanto Elyria se había dado la vuelta. Y ahora, el ruido a sus espaldas había cambiado. Iba a comprobarlo cuando la escuchó hablando en voz baja… hacia su hombro.
No dijo nada, pero se quedó pensando. Jack, a su lado, estaba pensando lo mismo. No tenía sentido, pero ¿y si…? Meneó un poco la cabeza. No, no había apenas posibilidades de que tuviera su mismo problema. Era demasiado… concreto. Tenía que ser otra cosa. Por el rabillo del ojo, confirmó lo que se temía. Cuando Ely se dirigió a ella, asintió. Ya lo sabía.
-Están armados. Llevan pistolas, aún no las han sacado. Callejón.
Bien, su plan había funcionado. Y ahora que estaban en la boca del lobo, tenían que tener cuidado de que no se les zampara. Les sacaban algo de espacio a sus perseguidores, así que tenían tiempo de reacción. ¿Emboscarles o darles esquinazo? Al final se decidió por lo primero y guió a Elyria a un callejón. Le indicó que se ocultara tras un contenedor y ella hizo lo mismo. Agarró su espada y aguardó a que llegaran los extraños. No las vieron, y pensando que ya habían salido por el otro lado, se metieron de lleno en su trampa. Tan pronto las pasaron, Julianna se incorporó y dejó caer un golpe con el pomo de su arma en la nuca de uno. Cayó al suelo inconsciente y ella se volvió para sujetar a otro. Estaba echando las manos a la cintura para coger la pistola y de una patada se la tiró al suelo y empezó a forcejear con él. Tenía más fuerza que ella, pero ella tenía su espada y no pasó mucho tiempo hasta que se rindió y alzó las manos. Julianna, jadeando, se giró para comprobar que Ely estaba bien.
-Bueno… vais a respondernos a unas preguntitas.
Tenía que dejar de asaltar a la gente en callejones. Menudo deja vu.
El dueño se molestó y aunque ningún cliente se atrevió a decírselo a la cara, no había sido el único. Un par de señoras se miraron entre ellas, claramente juzgándolas a ambas. Iban a ser la comidilla del barrio… lo que significaba que habían conseguido su objetivo. Salieron y Julianna se rió un poquito al ver el cambio de Ely
- No te preocupes, lo estás haciendo bien.
Repitieron la pantomima en un par de tiendas, hasta que sus pasos las llevaron a alejarse del distrito comercial. Julianna iba atenta a todo y había notado ya un par de cosas extrañas. En la penúltima tienda, el dueño había echado mano del teléfono en cuanto Elyria se había dado la vuelta. Y ahora, el ruido a sus espaldas había cambiado. Iba a comprobarlo cuando la escuchó hablando en voz baja… hacia su hombro.
No dijo nada, pero se quedó pensando. Jack, a su lado, estaba pensando lo mismo. No tenía sentido, pero ¿y si…? Meneó un poco la cabeza. No, no había apenas posibilidades de que tuviera su mismo problema. Era demasiado… concreto. Tenía que ser otra cosa. Por el rabillo del ojo, confirmó lo que se temía. Cuando Ely se dirigió a ella, asintió. Ya lo sabía.
-Están armados. Llevan pistolas, aún no las han sacado. Callejón.
Bien, su plan había funcionado. Y ahora que estaban en la boca del lobo, tenían que tener cuidado de que no se les zampara. Les sacaban algo de espacio a sus perseguidores, así que tenían tiempo de reacción. ¿Emboscarles o darles esquinazo? Al final se decidió por lo primero y guió a Elyria a un callejón. Le indicó que se ocultara tras un contenedor y ella hizo lo mismo. Agarró su espada y aguardó a que llegaran los extraños. No las vieron, y pensando que ya habían salido por el otro lado, se metieron de lleno en su trampa. Tan pronto las pasaron, Julianna se incorporó y dejó caer un golpe con el pomo de su arma en la nuca de uno. Cayó al suelo inconsciente y ella se volvió para sujetar a otro. Estaba echando las manos a la cintura para coger la pistola y de una patada se la tiró al suelo y empezó a forcejear con él. Tenía más fuerza que ella, pero ella tenía su espada y no pasó mucho tiempo hasta que se rindió y alzó las manos. Julianna, jadeando, se giró para comprobar que Ely estaba bien.
-Bueno… vais a respondernos a unas preguntitas.
Tenía que dejar de asaltar a la gente en callejones. Menudo deja vu.
Elyria Priscraft
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Elyria se sorprendió al escuchar a Julianna no se esperaba que fuera a fijarse en los tres hombres que les seguían. Y para colmo había notado que llevaban pistolas. ¿Me he estado oxidando desde que Nissa está conmigo? Debería haber podido darme cuenta yo sola, no depender de ella, se dijo a si misma mientras seguía a su compañera al callejón. También tendría que hablar con Nissa. Sabía muchas cosas, pero no parecio darle importancia al hecho de que sus perseguidores estuviesen armados, ya que ni siquiera lo mencionó. O tal vez solo estaba jugando a ser silenciosa, a saber, aún no terminaba de entender cómo pensaba.
Apoyó la espalda en la pared, con la mano derecha en la empuñadora de Khione, calmada. Cuando Julianna atacó, se quedo tranquila en su sitio, observando. El tercer hombre intentó atacar a su compañera mientras esta desamaba al segundo, así se plantó frente a el en un rápido movimiento. Su brazo rodeo su cuerpo, para evitar que saliera volando por los aires cuando le pegó un fuerte rodillazo en el estomago, noqueándolo y dejándole caer al suelo, aún consciente.
"Bueno, como ha dicho mi compañera, podéis ir hablando."
"¿Por qué cojones íbamos a contaros una mierda?" Dijo uno de ellos, mirándoles con asco.
Entonces clavó a Khione en el suelo, congelando todo en un círculo de un par de metros, incluso llegando a crear una fina capa de hielo en las piernas de los que hace un momento les perseguían. Entonces buscó los ojos del mas sorprendido de los tres, clavándole su mirada penetrante, que junto a lo que acababa de hacer, desprendía una enorme aura de autoridad.
"Dónde. Está. Tu jefe." El tono era intenso, no se andaba con tonterías.
El hombre, asustado por toda la situación, respondió rápidamente. "¡No sabemos nada, lo juro!"
"Ya imaginaba que no mandaron a nadie importante. Pero alguna información útil tenéis que tener. Así que escupe, no me gusta repetirme." Realmente no tenía intención de torturarles o hacer nada raro con ellos, Elyria no hacía esas cosas. Pero sacaría toda la información posible de estas ratas.
"E-eh... Pero la base, no sabemos dónde..."
"¿La base?"
"H-hay una, pero no se fiaban lo suficiente de nosotros."
"¿Alguna pista? ¿Por qué zonas trabajan?"
"¿Z-zonas? S-suelen exportar a otras islas, hoy sale un bar—"
"¡Cállate! ¡Vas a hacer que nos maten!" Interrumpió el que estaba su lado, pegándole un codazo.
Elyria alzó una ceja, clavándole la mirada. "Primero, no interrumpas a tu compañero. Y segundo, os vais a venir con nosotras al calabozo, nadie os va a matar."
"¿Al calabozo? ¡No tenéis autoridad para detenernos, gilipollas!"
"Bueno, le preguntaremos a su majestad entonces, a ver qué nos dice. ¿Te parece?"
"Tsk..."
Después de que se callara la boca, volvió a mirar al que estaba interrogando. "¿Qué decías de un barco? ¿Cuándo?"
"N-no es nada..."
"Responde. ¿Qué te dije sobre repetirme?"
"N-ngh... Joder, está bien. Hay un barco que saldrá esta noche, ni idea de a dónde. Solo sé que están camuflados cómo comerciantes de alcohol."
"Perfecto, gracias." Elyria se giró a mirar a su compañera, sonriendo de oreja a oreja. "Bueno Jul, parece que tenemos un objetivo. Aunque no deberíamos colarnos, no podemos dejar al rey solo." En realidad estaba pensando en seguir a los que se quedaran en Russuam, para ver si volvían a su escondite, pero no podía decir eso en voz alta delante de ellos. "En fin, a ver cómo llevamos a estos tres al calabozo, no traigo esposas, y no me sorprendería que manden a más gente detrás nuestra cuando se den cuenta de lo que ha ocurrido. ¿Qué quieres hacer? Dejarlos aquí tirados no es una opción, a saber lo que les harían esos hijos de puta..."
Apoyó la espalda en la pared, con la mano derecha en la empuñadora de Khione, calmada. Cuando Julianna atacó, se quedo tranquila en su sitio, observando. El tercer hombre intentó atacar a su compañera mientras esta desamaba al segundo, así se plantó frente a el en un rápido movimiento. Su brazo rodeo su cuerpo, para evitar que saliera volando por los aires cuando le pegó un fuerte rodillazo en el estomago, noqueándolo y dejándole caer al suelo, aún consciente.
"Bueno, como ha dicho mi compañera, podéis ir hablando."
"¿Por qué cojones íbamos a contaros una mierda?" Dijo uno de ellos, mirándoles con asco.
Entonces clavó a Khione en el suelo, congelando todo en un círculo de un par de metros, incluso llegando a crear una fina capa de hielo en las piernas de los que hace un momento les perseguían. Entonces buscó los ojos del mas sorprendido de los tres, clavándole su mirada penetrante, que junto a lo que acababa de hacer, desprendía una enorme aura de autoridad.
"Dónde. Está. Tu jefe." El tono era intenso, no se andaba con tonterías.
El hombre, asustado por toda la situación, respondió rápidamente. "¡No sabemos nada, lo juro!"
"Ya imaginaba que no mandaron a nadie importante. Pero alguna información útil tenéis que tener. Así que escupe, no me gusta repetirme." Realmente no tenía intención de torturarles o hacer nada raro con ellos, Elyria no hacía esas cosas. Pero sacaría toda la información posible de estas ratas.
"E-eh... Pero la base, no sabemos dónde..."
"¿La base?"
"H-hay una, pero no se fiaban lo suficiente de nosotros."
"¿Alguna pista? ¿Por qué zonas trabajan?"
"¿Z-zonas? S-suelen exportar a otras islas, hoy sale un bar—"
"¡Cállate! ¡Vas a hacer que nos maten!" Interrumpió el que estaba su lado, pegándole un codazo.
Elyria alzó una ceja, clavándole la mirada. "Primero, no interrumpas a tu compañero. Y segundo, os vais a venir con nosotras al calabozo, nadie os va a matar."
"¿Al calabozo? ¡No tenéis autoridad para detenernos, gilipollas!"
"Bueno, le preguntaremos a su majestad entonces, a ver qué nos dice. ¿Te parece?"
"Tsk..."
Después de que se callara la boca, volvió a mirar al que estaba interrogando. "¿Qué decías de un barco? ¿Cuándo?"
"N-no es nada..."
"Responde. ¿Qué te dije sobre repetirme?"
"N-ngh... Joder, está bien. Hay un barco que saldrá esta noche, ni idea de a dónde. Solo sé que están camuflados cómo comerciantes de alcohol."
"Perfecto, gracias." Elyria se giró a mirar a su compañera, sonriendo de oreja a oreja. "Bueno Jul, parece que tenemos un objetivo. Aunque no deberíamos colarnos, no podemos dejar al rey solo." En realidad estaba pensando en seguir a los que se quedaran en Russuam, para ver si volvían a su escondite, pero no podía decir eso en voz alta delante de ellos. "En fin, a ver cómo llevamos a estos tres al calabozo, no traigo esposas, y no me sorprendería que manden a más gente detrás nuestra cuando se den cuenta de lo que ha ocurrido. ¿Qué quieres hacer? Dejarlos aquí tirados no es una opción, a saber lo que les harían esos hijos de puta..."
Julianna M. Shelley
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Entre ambas lograron reducir a los tres hombres y Ely empezó el interrogatorio. Los ojos de Julianna se abrieron un poco de la sorpresa cuando clavó su espada y congeló todo a su alrededor. Incluso las piernas de los hombres estaban cubiertas de una fina capa de hielo. Resultaba bastante útil, o lo sería si no fueran demasiado bobos como para entender en el peligro en el que se encontraban.
Por suerte tras un vaivén de preguntas y de estamparse verbalmente los unos contra los otros, Elyria consiguió información importante. Esta noche zarpaba un barco camuflado como comerciantes de alcohol. Tenían que hallarlo antes de que zarpase; allí seguramente podrían encontrar a alguien que les dijera desde dónde venía la mercancía que cargaban y entonces llegarían hasta la base de los traficantes. O como mínimo hasta su almacén.
Solo había un pequeño problema… y eran sus tres ineptos informantes. Julianna suspiró y agarró un pequeño bolsito de cuero negro que solía llevar a la cintura. En él tenía todos los útiles necesarios para operar a alguien de urgencia y aplicar primeros auxilios de ser preciso. Agarró el carrete de hilo de sutura y se colocó a la espalda del primero de los hombres, empezando a enrollárselo en las muñecas. El hilo era tan fino que apenas se veía.
-Tendremos que llevarlos de vuelta. De esa forma podremos avisar al capitán de la guardia para que refuerce la seguridad. Solo somos dos, la mejor manera que tenemos de proteger al rey es acabando con los terroristas. Mantenerle a salvo mientras hacemos nuestro trabajo es cosa de los soldados, me temo.
Acabó de atarlos a los tres y se levantó mirando a su alrededor. Luego tiró de dos extremos que había dejado e hizo que los hombres se pusieran en pie. Le pasó un extremo a Ely.
-Enhorabuena, tenemos mascotas nuevas. Vayamos por callejuelas, no tiene sentido pasearles por la plaza principal.- Se giró hacia ellos.- No queréis gritar. No os compensa que vuestros superiores descubran que habéis fracasado.
Parecieron querer rechistar, pero ella se puso en marcha sin darles oportunidad. Era una operación delicada el llegar hasta el castillo, pero como bien había dicho Ely no podían dejarles allí. Procuró ir por los caminos más recónditos, aunque dado que no conocía la ciudad para cuando llegaron al castillo habían dado un par de rodeos bastante innecesarios. Pero estaban allí y eso era lo que importaba. Llamó al portón y preguntó por el capitán de la guardia. El chambelán que les recibió miró a los tres atacantes con suspicacia, pero asintió y les dejó pasar.
-En seguida estará aquí.
-Gracias.
El chambelán se fue y Julianna se giró hacia Ely.
-Quizá podríamos aprovechar para preguntarle si el prisionero ha dicho algo. De todas formas creo que al ver a estos tres no le quitará el ojo de encima al rey en lo que le queda de vida.
Por suerte tras un vaivén de preguntas y de estamparse verbalmente los unos contra los otros, Elyria consiguió información importante. Esta noche zarpaba un barco camuflado como comerciantes de alcohol. Tenían que hallarlo antes de que zarpase; allí seguramente podrían encontrar a alguien que les dijera desde dónde venía la mercancía que cargaban y entonces llegarían hasta la base de los traficantes. O como mínimo hasta su almacén.
Solo había un pequeño problema… y eran sus tres ineptos informantes. Julianna suspiró y agarró un pequeño bolsito de cuero negro que solía llevar a la cintura. En él tenía todos los útiles necesarios para operar a alguien de urgencia y aplicar primeros auxilios de ser preciso. Agarró el carrete de hilo de sutura y se colocó a la espalda del primero de los hombres, empezando a enrollárselo en las muñecas. El hilo era tan fino que apenas se veía.
-Tendremos que llevarlos de vuelta. De esa forma podremos avisar al capitán de la guardia para que refuerce la seguridad. Solo somos dos, la mejor manera que tenemos de proteger al rey es acabando con los terroristas. Mantenerle a salvo mientras hacemos nuestro trabajo es cosa de los soldados, me temo.
Acabó de atarlos a los tres y se levantó mirando a su alrededor. Luego tiró de dos extremos que había dejado e hizo que los hombres se pusieran en pie. Le pasó un extremo a Ely.
-Enhorabuena, tenemos mascotas nuevas. Vayamos por callejuelas, no tiene sentido pasearles por la plaza principal.- Se giró hacia ellos.- No queréis gritar. No os compensa que vuestros superiores descubran que habéis fracasado.
Parecieron querer rechistar, pero ella se puso en marcha sin darles oportunidad. Era una operación delicada el llegar hasta el castillo, pero como bien había dicho Ely no podían dejarles allí. Procuró ir por los caminos más recónditos, aunque dado que no conocía la ciudad para cuando llegaron al castillo habían dado un par de rodeos bastante innecesarios. Pero estaban allí y eso era lo que importaba. Llamó al portón y preguntó por el capitán de la guardia. El chambelán que les recibió miró a los tres atacantes con suspicacia, pero asintió y les dejó pasar.
-En seguida estará aquí.
-Gracias.
El chambelán se fue y Julianna se giró hacia Ely.
-Quizá podríamos aprovechar para preguntarle si el prisionero ha dicho algo. De todas formas creo que al ver a estos tres no le quitará el ojo de encima al rey en lo que le queda de vida.
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Elyria no pudo evitar reír por lo bajo cuando su compañera sacó el hijo de sutura para hacer una especie de esposas improvisadas para inmovilizar a los hombres, dejándo como una correa. “Sí, casi que mejor que no nos vea mucha gente, van a pensar que tenemos un fetiche extraño,” dijo en un tono de broma, llevando ella a uno de los hombres. “Aunque deberíais darnos las gracias, podríamos matarnos aquí mismo y quitarnos de líos. O dejaros morir a mano de vuestros jefes.”
Después de un largo paseo llegaron a palacio, y dejo que Julianna se encargara de la situación. Rápidamente vinieron un par de hombres de la guardia real, que agarraron a los criminales sin demasiado cuidado, llevándoselos hasta el calabozo.
Elyria miró a su compañera, asintiendo con la cabeza ante su propuesta. Siempre era buena idea sacar algo de información; así que si el monarca tenía algo nuevo que contarles tenían que escucharlo. “Sí, vamos. Aunque tenemos que asegurarnos de llegar de vuelta al puerto ante de que nos lo perdamos todo.”
Esperaron tranquilamente hasta que les dieran permiso para entrar a los aposentos del rey, así que mientras tanto, decidió charlar un poco con Julianna. Tenía que comprobar si de verdad no se acordaba de ella o si ambas estaban esperando a que la otra lo dijese primero por alguna razón extraña. “Hey Jul, ¿te acuerdas de mí? Estuviste en Kyuka Land, ¿no? Con todo el lío del robot gallego gigante… Sea lo que sea un gallego”
En cualquier caso, unos minutos después vinieron a buscarlas. El rey estaba en su trono para variar, así que le saludo con una reverencia como las veces anteriores, levantando la cabeza para hablar con el. “Su majestad, traemos noticias nuevas. Como ya sabrá, atrapamos a tres de los terroristas que nos estaban siguiendo, pero también conseguimos sacarles algo de información.”
“Imagino que habéis venido a compartirla conmigo. No intentes ocultarme nada.”
“No se preocupe por eso su majestad. Reportaremos a la corona todo lo que descubramos. Ahora íbamos a ir a puerto, al parecer trabajan mucho con la exportación a otra isla, y tienen pensado llevar una mercancía hoy, ocultándola entre licores.”
“Ya veo… Pero no puedo simplemente obligar a los comerciantes a que paren, nuestra economía se basa en eso.”
“No será necesario. Les seguiremos de vuelta a su base si tenemos suerte, o como mínimo conseguiremos algo de información nueva.”
“Perfecto, esperaré vuestras noticias.”
“Por cierto, ¿podría conseguirnos un permiso firmado para abordar los barcos comerciantes si diera la situación de tener que infiltrarnos en alguno de ellos?”
“Hmm…” El rey se quedó pensando por unos segundos, haciendo un gesto con su mano en dirección a uno de los guardias. “Dile a Reginald que prepare esos documentos y me los traiga cuanto antes para firmar.”
“Muchas gracias su majestad,” dijo bajando la cabeza por unos segundos como señal de respeto.
Miró a su compañera a los ojos, asintiendo con la cabeza. Dejaría que ella se encargase de preguntarle sobre el ninja idiota que intento matarle hace unas horas. Tampoco quería llevarse todo el protagonismo, a veces tendía demasiado a hacerlo todo ella misma, pero Julianna ya había demostrado en múltiples ocasiones lo capaz y buena en su trabajo que era.
Después de un largo paseo llegaron a palacio, y dejo que Julianna se encargara de la situación. Rápidamente vinieron un par de hombres de la guardia real, que agarraron a los criminales sin demasiado cuidado, llevándoselos hasta el calabozo.
Elyria miró a su compañera, asintiendo con la cabeza ante su propuesta. Siempre era buena idea sacar algo de información; así que si el monarca tenía algo nuevo que contarles tenían que escucharlo. “Sí, vamos. Aunque tenemos que asegurarnos de llegar de vuelta al puerto ante de que nos lo perdamos todo.”
Esperaron tranquilamente hasta que les dieran permiso para entrar a los aposentos del rey, así que mientras tanto, decidió charlar un poco con Julianna. Tenía que comprobar si de verdad no se acordaba de ella o si ambas estaban esperando a que la otra lo dijese primero por alguna razón extraña. “Hey Jul, ¿te acuerdas de mí? Estuviste en Kyuka Land, ¿no? Con todo el lío del robot gallego gigante… Sea lo que sea un gallego”
En cualquier caso, unos minutos después vinieron a buscarlas. El rey estaba en su trono para variar, así que le saludo con una reverencia como las veces anteriores, levantando la cabeza para hablar con el. “Su majestad, traemos noticias nuevas. Como ya sabrá, atrapamos a tres de los terroristas que nos estaban siguiendo, pero también conseguimos sacarles algo de información.”
“Imagino que habéis venido a compartirla conmigo. No intentes ocultarme nada.”
“No se preocupe por eso su majestad. Reportaremos a la corona todo lo que descubramos. Ahora íbamos a ir a puerto, al parecer trabajan mucho con la exportación a otra isla, y tienen pensado llevar una mercancía hoy, ocultándola entre licores.”
“Ya veo… Pero no puedo simplemente obligar a los comerciantes a que paren, nuestra economía se basa en eso.”
“No será necesario. Les seguiremos de vuelta a su base si tenemos suerte, o como mínimo conseguiremos algo de información nueva.”
“Perfecto, esperaré vuestras noticias.”
“Por cierto, ¿podría conseguirnos un permiso firmado para abordar los barcos comerciantes si diera la situación de tener que infiltrarnos en alguno de ellos?”
“Hmm…” El rey se quedó pensando por unos segundos, haciendo un gesto con su mano en dirección a uno de los guardias. “Dile a Reginald que prepare esos documentos y me los traiga cuanto antes para firmar.”
“Muchas gracias su majestad,” dijo bajando la cabeza por unos segundos como señal de respeto.
Miró a su compañera a los ojos, asintiendo con la cabeza. Dejaría que ella se encargase de preguntarle sobre el ninja idiota que intento matarle hace unas horas. Tampoco quería llevarse todo el protagonismo, a veces tendía demasiado a hacerlo todo ella misma, pero Julianna ya había demostrado en múltiples ocasiones lo capaz y buena en su trabajo que era.
Julianna M. Shelley
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Estaban esperando a que el rey les atendiera cuando Elyria aprovechó para comentarle que la conocía de antes. Julianna frunció el ceño, confusa. No lo recordaba. ¿Kyuka Land? Hizo memoria. Eso había sido hacía relativamente poco, cuando le habían mandado de vacaciones.
-Robot gallego… sí, creo que fue el que me trajo los daikiris, pero no era gigante… ¡ah!
Poco a poco, los recuerdos fueron inundándola al igual que el alcohol lo había hecho ese día. Se llevó una mano a la boca, sorprendida y un poco avergonzada. Ahora que lo decía, claro que estaba allí. El concurso de bañadores, que lo había ganado el señor del puesto de burritos.
-No voy a mentirte, no me acordaba. Llegó un punto en el que tan pronto me acababa un daikiri me trajeron otro y durante unos días no salí de la tumbona.
Fue a disculparse, pero en ese momento la puerta se abrió y las dejaron pasar. Recuperando la seriedad, pasó detrás de Elyria y dejó que hablara ella. No le apetecía demasiado volver a hablarle mal al rey sin querer. La marine le puso al corriente de la situación. El permiso fue una idea bastante útil; podían colarse, pero tener un salvoconducto podía sacarles de muchos aprietos si se daba la situación.
Julianna hizo una pequeña reverencia en señal de respeto y antes de marcharse aprovechó para preguntar por el primer prisionero que habían hecho.
-Su majestad – dijo con cuidado - ¿han tenido tiempo sus hombres de interrogar al atacante de esta tarde?
-Sí, pero al menos de momento se niega a decir nada de utilidad. Insiste en que su misión era atacarme, pero desconocemos quién le envió o por qué.
-Gracias, majestad. Seguiremos investigando hasta llegar al fondo del asunto.
Salieron de los aposentos del rey y la agente aprovechó para mirar la hora. No les daba tiempo a interrogar a los prisioneros si querían llegar a tiempo para identificar el barco antes de que zarpara, pero a lo mejor alguien podía hacerlo en su lugar. Tras dar un par de vueltas por los pasillos, encontró al jefe de la guardia y llamó su atención.
-Si bien cogimos a los últimos prisioneros en la ciudad, es posible que conozcan al atacante de esta tarde. ¿Sería posible dejarlos en la misma celda, vigilar a ver cómo interactúan? Quizá interrogarles al respecto, mientras nosotras estamos fuera. No creemos que vayan a atacar esta noche, pero igualmente sería prudente reforzar las medidas de seguridad. Confío en su valía.
Julianna era sincera y la calma con la que habló pareció llegarle al soldado. Asintió y dijo que encargaría a dos hombres a hacer el interrogatorio según lo que le habían contado. Luego las acompañó a la puerta y les deseó suerte en su tarea antes de regresar a vigilar al rey.
-Bueno, por lo menos este flanco está cubierto.- Dijo Jul, estirándose.- Entonces… ¿un paseo por el puerto, decíamos?
-Robot gallego… sí, creo que fue el que me trajo los daikiris, pero no era gigante… ¡ah!
Poco a poco, los recuerdos fueron inundándola al igual que el alcohol lo había hecho ese día. Se llevó una mano a la boca, sorprendida y un poco avergonzada. Ahora que lo decía, claro que estaba allí. El concurso de bañadores, que lo había ganado el señor del puesto de burritos.
-No voy a mentirte, no me acordaba. Llegó un punto en el que tan pronto me acababa un daikiri me trajeron otro y durante unos días no salí de la tumbona.
Fue a disculparse, pero en ese momento la puerta se abrió y las dejaron pasar. Recuperando la seriedad, pasó detrás de Elyria y dejó que hablara ella. No le apetecía demasiado volver a hablarle mal al rey sin querer. La marine le puso al corriente de la situación. El permiso fue una idea bastante útil; podían colarse, pero tener un salvoconducto podía sacarles de muchos aprietos si se daba la situación.
Julianna hizo una pequeña reverencia en señal de respeto y antes de marcharse aprovechó para preguntar por el primer prisionero que habían hecho.
-Su majestad – dijo con cuidado - ¿han tenido tiempo sus hombres de interrogar al atacante de esta tarde?
-Sí, pero al menos de momento se niega a decir nada de utilidad. Insiste en que su misión era atacarme, pero desconocemos quién le envió o por qué.
-Gracias, majestad. Seguiremos investigando hasta llegar al fondo del asunto.
Salieron de los aposentos del rey y la agente aprovechó para mirar la hora. No les daba tiempo a interrogar a los prisioneros si querían llegar a tiempo para identificar el barco antes de que zarpara, pero a lo mejor alguien podía hacerlo en su lugar. Tras dar un par de vueltas por los pasillos, encontró al jefe de la guardia y llamó su atención.
-Si bien cogimos a los últimos prisioneros en la ciudad, es posible que conozcan al atacante de esta tarde. ¿Sería posible dejarlos en la misma celda, vigilar a ver cómo interactúan? Quizá interrogarles al respecto, mientras nosotras estamos fuera. No creemos que vayan a atacar esta noche, pero igualmente sería prudente reforzar las medidas de seguridad. Confío en su valía.
Julianna era sincera y la calma con la que habló pareció llegarle al soldado. Asintió y dijo que encargaría a dos hombres a hacer el interrogatorio según lo que le habían contado. Luego las acompañó a la puerta y les deseó suerte en su tarea antes de regresar a vigilar al rey.
-Bueno, por lo menos este flanco está cubierto.- Dijo Jul, estirándose.- Entonces… ¿un paseo por el puerto, decíamos?
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Elyria rió dulcemente ante la respuesta de su compañera sobre Kyuka Land. Al menos eso explicaba por qué no se acordaba de ella. Pero antes de que pudiese responder nada, vinieron a buscarles.
Después de la conferencia con el rey, salieron de sus aposentos. Era una pena que no hubiesen conseguido nada de información, pero Julianna fue rápida y llamó al jefe de la guardia. Sonrió satisfecha al escuchar su propuesta; era una buena idea que aprovechasen para intentar sacarles algo de información mientras ellas investigaban. Y también le dio buenas ideas, como ver si interactuaban al dejarlos juntos en una misma celda. Desde luego, sabía lo que hacía, algo le hacía pensar que no era la primera vez que trataba con estas cosas.
Esperaron a que el rey firmase los permisos para abordar los barcos comerciante en caso de ser necesario, y lo guardó en un bolsillo ancho del interior de su abrigo antes de salir a la calle. Miró a Yul, asintiendo con la cabeza. “Sí, buen trabajo. Tal vez puedan descubrir algo si los dejan juntos, fue una buena idea,” dijo con una sonrisa, caminando en dirección a la ciudad. “Eso parece. A ver si no se han quedado con nosotras y de verdad hay algo.”
Finalmente llegaron al puerto, y Elyria pudo ver a Nissa navegando en una especie de pequeño barco que había creado con la misma luz que formaba su cuerpo. Se llevaba la mano a la frente, haciendo de visera e inclinándose hacia delante, como si intentase ver algo a lo lejos. La verdad es que no terminaba de entender su naturaleza y por que hacía esas cosas, pero bueno, ella se divertía jugando de esa forma, así que adelante.
“Tierra a la vista, Ely. Esos tipos de allí se ven sospechosos,” dijo Nissa señalando a lo lejos con el dedo.
No veo nada, ¿cómo de lejos puede ver? Pensó mientras caminaba en la dirección que le indicaba, entrecerrando los ojos buscando lo que fuera que le había llamado la atención. “Sígueme,” le dijo a Julianna, esperando que no le extrañara mucho. Tras caminar un poco, finalmente vio a un grupo cargando unas enormes cajas en uno de los barcos.
“¡Son ellos, Ely! Les he visto pegar una especie de sobre en la parte de abajo de una de las cajas justo mientras la levantaban para llevarla al barco.”
Elyria miró a los lados. No sabía bien que hacer ahora. ¿Deberían esperar y seguirles a su base? ¿Cómo le explicaría eso a Julianna? ¿O que pasaría si Nissa se había confundido? No. Confiaba en ella. Pero sería un problema explicarle eso a Julianna. Podría intentar que Nissa le guiase hasta donde estaba el sobre, eso les serviría como prueba. Pero de nuevo, ¿cómo le explicaría a su compañera que sabía eso?
En cualquier caso, le miró a los ojos con una expresión seria en su rostro. “Hay algo raro en ese barco, ven conmigo,” dijo antes de acercarse al que parecía ser el capitán, que estaba fumando a varios metros de distancia del hombre que estaba administrando todo el tema de las cajas que entraban y salían. Era arriesgado, si estaba en el ajo sospecharía de ellas, pero tenía que intentarlo. Mientras caminaba, se fijó en que en varias de las cajas indicaba que su destino era Oak Island.
“¿Es usted el capitán de este barco?”
“Correcto, ¿necesita algo?”
Entones sacó los permisos del interior de su abrigo, enseñándoselos directamente. No se andaría con rodeos. “Encantada, capitán. Ella es Julianna y yo soy Elyria, tenemos permiso de su majestad para abordar el barco. Solo necesitamos un viaje a Oak Island, no le molestaremos.”
“¿Hmm? ¿Y qué gano yo con todo esto exactamente?”
“Mantener positivas sus relaciones con el rey, capitán,” dijo clavándole su mirada penetrante. “No se preocupe, conseguiremos comida para el viaje.”
“Tsk…” El hombre chasqueó la lengua, claramente no le gustaba tener a dos desconocidas en el barco. Pero tampoco podía permitirse arriesgar sus relaciones con la corona, probablemente esta isla era una parte importante de su ruta comercial.
Siendo sincera, dudo que un no fuese a cambiar mucho en las decisiones del monarca, pero actuar como que somos más importantes de lo que realmente somos suele ser mucho más efectivo de lo que una pensaría.
“De acuerdo, pero tendréis que apañároslas, no pienso aumentar mis gastos por vosotras,” dijo finalmente.
“Muchas gracias, capitán.” Y entonces se giró a mirar a Julianna. “Vamos a comprar provisiones,” dijo mientras le giñaba un ojo. También tendría que contarle el plan, probablemente estaría bastante confusa ahora mismo. Tras dudar unos segundos, miró en dirección a su hombro. Nissa estaba sentada en el, al parecer se había cansado de su barquito. “Nissa, mantén vigilada la caja que viste. Avísame si alguien coge el sobre, sabrás encontrarme, ¿no?” Susurró en voz muy baja.
“Claro, tonta. ¿Por quién me tomas? Nadie se acercará a esa caja sin que seas informada.”
“Gracias.”
Después de la conferencia con el rey, salieron de sus aposentos. Era una pena que no hubiesen conseguido nada de información, pero Julianna fue rápida y llamó al jefe de la guardia. Sonrió satisfecha al escuchar su propuesta; era una buena idea que aprovechasen para intentar sacarles algo de información mientras ellas investigaban. Y también le dio buenas ideas, como ver si interactuaban al dejarlos juntos en una misma celda. Desde luego, sabía lo que hacía, algo le hacía pensar que no era la primera vez que trataba con estas cosas.
Esperaron a que el rey firmase los permisos para abordar los barcos comerciante en caso de ser necesario, y lo guardó en un bolsillo ancho del interior de su abrigo antes de salir a la calle. Miró a Yul, asintiendo con la cabeza. “Sí, buen trabajo. Tal vez puedan descubrir algo si los dejan juntos, fue una buena idea,” dijo con una sonrisa, caminando en dirección a la ciudad. “Eso parece. A ver si no se han quedado con nosotras y de verdad hay algo.”
Finalmente llegaron al puerto, y Elyria pudo ver a Nissa navegando en una especie de pequeño barco que había creado con la misma luz que formaba su cuerpo. Se llevaba la mano a la frente, haciendo de visera e inclinándose hacia delante, como si intentase ver algo a lo lejos. La verdad es que no terminaba de entender su naturaleza y por que hacía esas cosas, pero bueno, ella se divertía jugando de esa forma, así que adelante.
“Tierra a la vista, Ely. Esos tipos de allí se ven sospechosos,” dijo Nissa señalando a lo lejos con el dedo.
No veo nada, ¿cómo de lejos puede ver? Pensó mientras caminaba en la dirección que le indicaba, entrecerrando los ojos buscando lo que fuera que le había llamado la atención. “Sígueme,” le dijo a Julianna, esperando que no le extrañara mucho. Tras caminar un poco, finalmente vio a un grupo cargando unas enormes cajas en uno de los barcos.
“¡Son ellos, Ely! Les he visto pegar una especie de sobre en la parte de abajo de una de las cajas justo mientras la levantaban para llevarla al barco.”
Elyria miró a los lados. No sabía bien que hacer ahora. ¿Deberían esperar y seguirles a su base? ¿Cómo le explicaría eso a Julianna? ¿O que pasaría si Nissa se había confundido? No. Confiaba en ella. Pero sería un problema explicarle eso a Julianna. Podría intentar que Nissa le guiase hasta donde estaba el sobre, eso les serviría como prueba. Pero de nuevo, ¿cómo le explicaría a su compañera que sabía eso?
En cualquier caso, le miró a los ojos con una expresión seria en su rostro. “Hay algo raro en ese barco, ven conmigo,” dijo antes de acercarse al que parecía ser el capitán, que estaba fumando a varios metros de distancia del hombre que estaba administrando todo el tema de las cajas que entraban y salían. Era arriesgado, si estaba en el ajo sospecharía de ellas, pero tenía que intentarlo. Mientras caminaba, se fijó en que en varias de las cajas indicaba que su destino era Oak Island.
“¿Es usted el capitán de este barco?”
“Correcto, ¿necesita algo?”
Entones sacó los permisos del interior de su abrigo, enseñándoselos directamente. No se andaría con rodeos. “Encantada, capitán. Ella es Julianna y yo soy Elyria, tenemos permiso de su majestad para abordar el barco. Solo necesitamos un viaje a Oak Island, no le molestaremos.”
“¿Hmm? ¿Y qué gano yo con todo esto exactamente?”
“Mantener positivas sus relaciones con el rey, capitán,” dijo clavándole su mirada penetrante. “No se preocupe, conseguiremos comida para el viaje.”
“Tsk…” El hombre chasqueó la lengua, claramente no le gustaba tener a dos desconocidas en el barco. Pero tampoco podía permitirse arriesgar sus relaciones con la corona, probablemente esta isla era una parte importante de su ruta comercial.
Siendo sincera, dudo que un no fuese a cambiar mucho en las decisiones del monarca, pero actuar como que somos más importantes de lo que realmente somos suele ser mucho más efectivo de lo que una pensaría.
“De acuerdo, pero tendréis que apañároslas, no pienso aumentar mis gastos por vosotras,” dijo finalmente.
“Muchas gracias, capitán.” Y entonces se giró a mirar a Julianna. “Vamos a comprar provisiones,” dijo mientras le giñaba un ojo. También tendría que contarle el plan, probablemente estaría bastante confusa ahora mismo. Tras dudar unos segundos, miró en dirección a su hombro. Nissa estaba sentada en el, al parecer se había cansado de su barquito. “Nissa, mantén vigilada la caja que viste. Avísame si alguien coge el sobre, sabrás encontrarme, ¿no?” Susurró en voz muy baja.
“Claro, tonta. ¿Por quién me tomas? Nadie se acercará a esa caja sin que seas informada.”
“Gracias.”
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En el puerto, a primera vista, todo parecía normal. Los navegantes y marineros se apresuraban a cargar sus barcos mientras sus compañeros revisaban las velas, los cabos y el resto de cosas necesarias para la seguridad del viaje. Julianna personalmente no entendía gran cosa acerca de mantenimiento de barcos o de navegación, pero guardaba cierto respeto a aquellos que sí lo hacían. Al fin y al cabo, igual que todo el mundo viajaba regularmente en barco y su vida quedaba a merced de aquellos que sí entendían lo que estaban haciendo.
De momento tenían el permiso del rey para abordar barcos, solo les quedaba identificar el sospechoso. No tenían muchas pistas y mentiría si dijera que no estaba un poco preocupada. Tenían el tiempo justo, si era cierto que el barco iba a zarpar esa noche. De repente, Elyria le pidió que le siguiera. Julianna frunció el ceño, pero asintió y obedeció. Quizá había visto algo que ella no. No tardó en decirle que había algo raro en un barco en concreto. Julianna lo miró, pero no pudo identificarlo. Fue a preguntarle a qué se refería, pero ya estaba yendo para hablar con el capitán. Sin querer poner en peligro la misión, fue tras ella.
Se quedó quieta mientras ella hablaba con el hombre, aunque en realidad tenía varias preguntas. Para empezar, ¿cómo que Oak Island? No iban a moverse de allí, o al menos no lo pretendían y esa mentira podía hacer que zarparan con ellas dentro. Si no era el barco que buscaban podían estar perdiendo el tiempo.
Elyria habló de ir a buscar provisiones y Jul se fue con ella, todavía un tanto suspicaz. Y entonces la vio de reojo, hablando a su hombro y moviendo los labios. Una parte de su cabeza no pudo evitar preguntarse si así se veía ella cuando hablaba con Jack, pero otra era consciente de que eso ahora no importaba. Aguardó a que ambas se metieron por un callejón y le puso la mano en el hombro a Ely, tratando de empujarla contra la pared con firmeza pero sin hacerle daño. Completamente seria, le señaló a la cara.
-Si me estás ocultando algo, este es el momento de decírmelo. – Respiró hondo y aflojó su agarre. No creía que la marine fuera a huir, pero no le quitó la vista de encima.- ¿Qué hay de raro en ese barco? ¿Y a quién le estás hablando? Antes supiste que nos seguían sin que te dijera nada. El entrenamiento de la marina no es tan bueno. Si vamos a trabajar juntas, voy a necesitar algo más de información.
Quiso disculparse, no estaba segura de si en serio o por costumbre. Pero se mordió la lengua y aguardó una respuesta. No era algo personal, pero no podía trabajar con ella si iba a hacer esas cosas de repente.
De momento tenían el permiso del rey para abordar barcos, solo les quedaba identificar el sospechoso. No tenían muchas pistas y mentiría si dijera que no estaba un poco preocupada. Tenían el tiempo justo, si era cierto que el barco iba a zarpar esa noche. De repente, Elyria le pidió que le siguiera. Julianna frunció el ceño, pero asintió y obedeció. Quizá había visto algo que ella no. No tardó en decirle que había algo raro en un barco en concreto. Julianna lo miró, pero no pudo identificarlo. Fue a preguntarle a qué se refería, pero ya estaba yendo para hablar con el capitán. Sin querer poner en peligro la misión, fue tras ella.
Se quedó quieta mientras ella hablaba con el hombre, aunque en realidad tenía varias preguntas. Para empezar, ¿cómo que Oak Island? No iban a moverse de allí, o al menos no lo pretendían y esa mentira podía hacer que zarparan con ellas dentro. Si no era el barco que buscaban podían estar perdiendo el tiempo.
Elyria habló de ir a buscar provisiones y Jul se fue con ella, todavía un tanto suspicaz. Y entonces la vio de reojo, hablando a su hombro y moviendo los labios. Una parte de su cabeza no pudo evitar preguntarse si así se veía ella cuando hablaba con Jack, pero otra era consciente de que eso ahora no importaba. Aguardó a que ambas se metieron por un callejón y le puso la mano en el hombro a Ely, tratando de empujarla contra la pared con firmeza pero sin hacerle daño. Completamente seria, le señaló a la cara.
-Si me estás ocultando algo, este es el momento de decírmelo. – Respiró hondo y aflojó su agarre. No creía que la marine fuera a huir, pero no le quitó la vista de encima.- ¿Qué hay de raro en ese barco? ¿Y a quién le estás hablando? Antes supiste que nos seguían sin que te dijera nada. El entrenamiento de la marina no es tan bueno. Si vamos a trabajar juntas, voy a necesitar algo más de información.
Quiso disculparse, no estaba segura de si en serio o por costumbre. Pero se mordió la lengua y aguardó una respuesta. No era algo personal, pero no podía trabajar con ella si iba a hacer esas cosas de repente.
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Elyria se llevó a Julianna a por provisiones. O bueno, esa era la tapadera, al menos. Tenía que explicarle todo lo que estaba ocurriendo. Pero entonces notó como su compañera colocaba la mano en su hombro, empujándola contra la pared. Y no como hacía ella con Alvar. No puso resistencia, dejándole hacer con una expresión tranquila. Era un tanto evidente por qué estaba haciendo esto, no estaba en peligro.
Clavó su mirada penetrante en sus ojos, escuchando lo que tenía que decir. Nada que no esperase. Le preguntó por qué había podido ver todas esas cosas, qué había de raro en el barco, como sabía que les seguían, con quien estaba hablan—Oh… Me ha visto hablar con Nissa, era inevitable supongo. ¿Pero cómo le explico yo esto ahora? Si, claro, tengo una amiga que está siempre conmigo, pero verás, es una criatura de luz, y solo yo puedo verla… ¡No! ¡No le creería, pensaría que estaba loca! ¿Pero qué remedio le quedaba? Cualquier excusa que pusiera no llegaría muy lejos.
Iba a abrir la boca para intentar explicarse un poco sin quedar como una loca, pero entonces habló Nissa. Y no se estaba dirigiendo a ella, le estaba hablando a Julianna. ¿Se estaba mostrando a ella también? ¿Y que demonios hacía aquí? Tendría que estar vigilando
“Estaba hablando conmigo, Julianna. Es complicado, no me la atosigues que se me pone a llorar,” dijo Nissa en tono burlesco.
A Elyria se le puso la cara roja de vergüenza, pasando por encima por todos esos sentimientos de no saber que hacer con ella. Entonces tosió un par de veces, mirando a Nissa. “Tendrías que estar echándole un ojo al barco, ¿ocurrió algo?”
“Eh—claro que sí, idiota. ¿Por que estaría aquí si no?”
“No se, a lo mejor sentiste mis nervios—“
“Nah, tonterías. Ya estas grandecita para que ande detrás de ti cuidándote. Un señor del barco cogió el sobre. Sigue abordo, seguramente zarpe con ellos.”
Entonces volvió a mirar a Julianna con una mirada seria. Aún no le había explicado nada.
“Esta es Nissa,” dijo mientras la señalaba con el dedo. “Es… complicado de explicar, ni yo termino de entenderlo aún. Pero en cualquier caso. Los hombres que estaban cargando esas últimas cajas escondieron un sobre justo debajo de una justo antes de subirlas al barco. Nos pareció sospechoso, así que queríamos mantenerle el ojo encima. Parece que nuestro objetivo ya lo ha recogido.” Elyria giró un poco la cabeza, mirando al hombro de Julianna, donde le había dado por sentarse a Nissa. “¿Pudiste ver lo que había dentro del sobre?”
“Lo guardó en su abrigo, no lo ha abierto todavía. A no ser que lo haya hecho mientras hablábamos.”
“Bueno. Pues parece que tenemos un objetivo al que capturar e interrogar,” dijo con una sonrisa, mirando a su compañera a los ojos. “Vamos a por algo de provisiones, tenemos que continuar con la tapadera y pillarle por sorpresa.”
Clavó su mirada penetrante en sus ojos, escuchando lo que tenía que decir. Nada que no esperase. Le preguntó por qué había podido ver todas esas cosas, qué había de raro en el barco, como sabía que les seguían, con quien estaba hablan—Oh… Me ha visto hablar con Nissa, era inevitable supongo. ¿Pero cómo le explico yo esto ahora? Si, claro, tengo una amiga que está siempre conmigo, pero verás, es una criatura de luz, y solo yo puedo verla… ¡No! ¡No le creería, pensaría que estaba loca! ¿Pero qué remedio le quedaba? Cualquier excusa que pusiera no llegaría muy lejos.
Iba a abrir la boca para intentar explicarse un poco sin quedar como una loca, pero entonces habló Nissa. Y no se estaba dirigiendo a ella, le estaba hablando a Julianna. ¿Se estaba mostrando a ella también? ¿Y que demonios hacía aquí? Tendría que estar vigilando
“Estaba hablando conmigo, Julianna. Es complicado, no me la atosigues que se me pone a llorar,” dijo Nissa en tono burlesco.
A Elyria se le puso la cara roja de vergüenza, pasando por encima por todos esos sentimientos de no saber que hacer con ella. Entonces tosió un par de veces, mirando a Nissa. “Tendrías que estar echándole un ojo al barco, ¿ocurrió algo?”
“Eh—claro que sí, idiota. ¿Por que estaría aquí si no?”
“No se, a lo mejor sentiste mis nervios—“
“Nah, tonterías. Ya estas grandecita para que ande detrás de ti cuidándote. Un señor del barco cogió el sobre. Sigue abordo, seguramente zarpe con ellos.”
Entonces volvió a mirar a Julianna con una mirada seria. Aún no le había explicado nada.
“Esta es Nissa,” dijo mientras la señalaba con el dedo. “Es… complicado de explicar, ni yo termino de entenderlo aún. Pero en cualquier caso. Los hombres que estaban cargando esas últimas cajas escondieron un sobre justo debajo de una justo antes de subirlas al barco. Nos pareció sospechoso, así que queríamos mantenerle el ojo encima. Parece que nuestro objetivo ya lo ha recogido.” Elyria giró un poco la cabeza, mirando al hombro de Julianna, donde le había dado por sentarse a Nissa. “¿Pudiste ver lo que había dentro del sobre?”
“Lo guardó en su abrigo, no lo ha abierto todavía. A no ser que lo haya hecho mientras hablábamos.”
“Bueno. Pues parece que tenemos un objetivo al que capturar e interrogar,” dijo con una sonrisa, mirando a su compañera a los ojos. “Vamos a por algo de provisiones, tenemos que continuar con la tapadera y pillarle por sorpresa.”
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Lo bueno era que no había intentado huir. Lo malo es que tampoco le estaba dando una explicación satisfactoria. Por unos segundos Elyria se quedó allí, mirándola, abriendo la boca pero incapaz de soltar una palabra.
No hizo falta, al final. De repente escuchó una segunda voz y dio un paso atrás, sacando el arma y poniéndose en guardia. Sobre el hombro de Elyria había una pequeña criatura con forma de mujer, envuelta en luz brillante. Le estaba mirando con expresión burlona, pero le confirmó que Elyria estaba hablando con ella antes. Pero si eso era cierto, ¿por qué no había sido capaz de verla? Era verdad que había salido de la nada, pero ¿cómo?.
-¿Quién eres?- susurró.
Antes de que el extraño ser pudiera responder Elyria interrumpió, cuestionándola. Por lo visto se suponía que estaba vigilando el barco en lugar de ellas. Empezaron a hablar entre ellas y no le costó mucho entender que había sido la curiosa criatura la que había ayudado a Elyria a darse cuenta de que les estaban siguiendo antes. También había sido la que le había el dado el soplo en cuanto al barco que estaban intentando inspeccionar. Eso en realidad le tranquilizaba un poco. Si de alguna manera de verdad podía hacerse invisible, era bueno que estuviera ayudándolas y podía llegar a ser una aliado bastante valioso.
Respiró hondo, intentando sacudirse un poco la decepción de encima e ignorando la mirada que Jack estaba clavando en su nuca. No era el momento. Sabían que su caso no era uno que se repitiera. No es que las probabilidades fueran bajas, es que no las había. Tenía que haberlo dado por supuesto desde el principio.
Elyria le explicó que la mujer de luz se llamaba Nissa y le puso al día de lo que había descubierto. Lo cierto era que un sobre metido tan de tapadillo sí era sospechoso y aunque pudiera ser cualquier otra cosa, hacían bien comprobándolo. La agente suspiró y guardó su arma.
-De acuerdo. No entiendo nada, pero no importa, no es el momento. Gracias por decírmelo. Busquemos a ese hombre entonces.
Miró a su alrededor y agarró la primera caja que encontró. Estaba vacía, pero no importaba. Le señaló otra a Ely con la cabeza.
-Se supone que son solo para nosotras, ¿no? No es como si fueran a revisarlas. Lo mejor es que no perdamos el tiempo.
Regresaron al barco y tras una breve y seria confirmación del capitán, tuvieron pleno acceso a todo el lugar. El hombre les indicó el camino a la bodega para que dejaran sus pertenencias y ''provisiones'' y luego se largó, mascullando que estaba demasiado ocupado para hacer de niñera de dos niñatas enviadas por el rey. Julianna decidió ignorarlo y se giró hacia Ely.
-Vais a tener que señalarme a ese hombre. No se habrá bajado del barco, ¿no?
No sabía si debía entregar el mensaje en la siguiente isla o llevárselo a alguien en tierra firme. Esperaba en parte que fuera lo segundo, porque encontrarse en alta mar de repente y no poder volver hasta el palacio real si hacía falta no le hacía ninguna gracia.
No hizo falta, al final. De repente escuchó una segunda voz y dio un paso atrás, sacando el arma y poniéndose en guardia. Sobre el hombro de Elyria había una pequeña criatura con forma de mujer, envuelta en luz brillante. Le estaba mirando con expresión burlona, pero le confirmó que Elyria estaba hablando con ella antes. Pero si eso era cierto, ¿por qué no había sido capaz de verla? Era verdad que había salido de la nada, pero ¿cómo?.
-¿Quién eres?- susurró.
Antes de que el extraño ser pudiera responder Elyria interrumpió, cuestionándola. Por lo visto se suponía que estaba vigilando el barco en lugar de ellas. Empezaron a hablar entre ellas y no le costó mucho entender que había sido la curiosa criatura la que había ayudado a Elyria a darse cuenta de que les estaban siguiendo antes. También había sido la que le había el dado el soplo en cuanto al barco que estaban intentando inspeccionar. Eso en realidad le tranquilizaba un poco. Si de alguna manera de verdad podía hacerse invisible, era bueno que estuviera ayudándolas y podía llegar a ser una aliado bastante valioso.
Respiró hondo, intentando sacudirse un poco la decepción de encima e ignorando la mirada que Jack estaba clavando en su nuca. No era el momento. Sabían que su caso no era uno que se repitiera. No es que las probabilidades fueran bajas, es que no las había. Tenía que haberlo dado por supuesto desde el principio.
Elyria le explicó que la mujer de luz se llamaba Nissa y le puso al día de lo que había descubierto. Lo cierto era que un sobre metido tan de tapadillo sí era sospechoso y aunque pudiera ser cualquier otra cosa, hacían bien comprobándolo. La agente suspiró y guardó su arma.
-De acuerdo. No entiendo nada, pero no importa, no es el momento. Gracias por decírmelo. Busquemos a ese hombre entonces.
Miró a su alrededor y agarró la primera caja que encontró. Estaba vacía, pero no importaba. Le señaló otra a Ely con la cabeza.
-Se supone que son solo para nosotras, ¿no? No es como si fueran a revisarlas. Lo mejor es que no perdamos el tiempo.
Regresaron al barco y tras una breve y seria confirmación del capitán, tuvieron pleno acceso a todo el lugar. El hombre les indicó el camino a la bodega para que dejaran sus pertenencias y ''provisiones'' y luego se largó, mascullando que estaba demasiado ocupado para hacer de niñera de dos niñatas enviadas por el rey. Julianna decidió ignorarlo y se giró hacia Ely.
-Vais a tener que señalarme a ese hombre. No se habrá bajado del barco, ¿no?
No sabía si debía entregar el mensaje en la siguiente isla o llevárselo a alguien en tierra firme. Esperaba en parte que fuera lo segundo, porque encontrarse en alta mar de repente y no poder volver hasta el palacio real si hacía falta no le hacía ninguna gracia.
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Elyria no pudo evitar fijarse en las expresiones de su compañera. Estaba sorprendida, eso era bastante obvio y esperable; se le había aparecido una criatura misteriosa de luz de la nada. Pero había otros sentimientos en su rostro que no terminaba de identificar, como si le hubiese dado pena algo, o hubiese esperado otra cosa. En cualquier caso, asintió con la cabeza ante su comentario, y sonrió al ver cómo cogía unas cajas vacías.
“Pues sí la verdad, no se me había ocurrido, buena idea,” dijo cogiendo una de estas tranquilamente. “Y eso qué nos ahorramos.”
“Se hace la lista pero luego no se entera de nada, te acabas acostumbrando,” dijo Nissa en un tono jocoso mientras miraba a Julianna desde el hombro de Elyria.
Caminaron en dirección al barco, y después de una rápida discusión con el capitán subieron y dejaron sus cosas. Al escuchar a su compañera miró a su hombro para dirigirse a Nissa. “Hmm… No le he visto, así que ella tendrá que guiarnos un poco.”
“Por supuesto, ¿qué haríais sin mí?” Dijo con orgullo, echándose el pelo hacia atrás con la mano y con pequeños brillos apareciendo a su alrededor. Luego estiró los brazos como si lo necesitase para volar, y salió por el aire en busca de su objetivo. Unos momentos después volvió, señalándoles el camino. “Está dentro de ese camarote con un hombre grande. Y parece alguien importante, tiene esos aires de superioridad tan repulsivo.”
“Hmm…” Elyria se quedó pensando por unos segundos, mirando a Julianna. Volvieron a su camarote para hablar, no querían que las escucharan el resto de gente del barco. “Definitivamente hay sospechas infundadas y tratamos con un grupo peligroso, tenemos el derecho a entrar por la fuerza. Aún si no son del grupo que estamos investigando, tienen pinta de ocultar algo. Pero intentemos inmovilizarlos lo más rápido posible para minimizar daños, solo queremos detenerles. ¿Puedes encargarte de mantener el guardaespaldas a raya mientras yo me encargo del otro hombre?”
Entonces volvieron a salir en dirección al otro camarote, quedándose frente a la puerta. Miró a Julianna con una mirada de complicidad, e hizo una cuenta atrás con los dedos para tirar la puerta abajo. Tal vez estaba abierta, pero no se arriesgarían a que hubiese pestillo y que fuesen delatada, ese componente sorpresa era clave. Al llegar a cero, pateó con fuerza la puerta, y antes de que los ocupantes pudiesen reaccionar, saltó por encima del guardaespaldas, confiando en que Julianna se encargase de el.
Cayó encima del otro hombre, lanzándolo al suelo de una patada. Golpeó su nuca con la saya de su katana, dejándolo atontado pero no inconsciente, tendrían que intercambiar unas palabras. Llevo las manos a sus muñecas, inmovilizándolas con fuerza y concentrando su poder elemental y el de Khione para aprisionarlas con hielo, usando su propio peso y fuerza para mantener al resto del cuerpo quieto.
“¡¿Dónde está el sobre?!”
“¿Qué cojones dices? ¡Capitán, alguien, nos atacan!”
Le iba a meter algo en la boca para que se callase, pero poco importaba a estas alturas. Habían tumbado la puerta y saltado sobre ellos, raro sería que no se hubiese enterado ya todo el barco. Pero cuando le preguntó por el sobre, pudo ver como su mirada se iba inconscientemente a su pecho. Así que supuso que seguía en un bolsillo interior como le había dicho Nissa, y metió la mano para buscarlo, sonriendo satisfecha al encontrarlo.
“Veamos…”
“¡No! ¡Ese sobre no se puede abrir hasta llegar a—“
Elyria cambió de opinión, y cogió un pañuelo de otro de los bolsillos del hombre, haciéndolo bola y metiéndoselo en la boca para callarle. “Ya me he cansado de escucharte.”
Con el hombre silenciado, abrió el sobre, encontrando un montón de dinero y una nota en su interior. Se giró a mirar a Julianna, y la leyó en voz alta. “Dejar mercancía en el almacén Rowan, sección 23A. Se entregará la segunda parte del pago en Russuam, tras confirmar que el pedido fue entregado con éxito.” Entonces el papel de deshizo en su mano, convirtiéndose en polvo. Parecía tener alguna especie de mecanismo de autodestrucción al sentir que alguien lo tocaba.
“Pues sí la verdad, no se me había ocurrido, buena idea,” dijo cogiendo una de estas tranquilamente. “Y eso qué nos ahorramos.”
“Se hace la lista pero luego no se entera de nada, te acabas acostumbrando,” dijo Nissa en un tono jocoso mientras miraba a Julianna desde el hombro de Elyria.
Caminaron en dirección al barco, y después de una rápida discusión con el capitán subieron y dejaron sus cosas. Al escuchar a su compañera miró a su hombro para dirigirse a Nissa. “Hmm… No le he visto, así que ella tendrá que guiarnos un poco.”
“Por supuesto, ¿qué haríais sin mí?” Dijo con orgullo, echándose el pelo hacia atrás con la mano y con pequeños brillos apareciendo a su alrededor. Luego estiró los brazos como si lo necesitase para volar, y salió por el aire en busca de su objetivo. Unos momentos después volvió, señalándoles el camino. “Está dentro de ese camarote con un hombre grande. Y parece alguien importante, tiene esos aires de superioridad tan repulsivo.”
“Hmm…” Elyria se quedó pensando por unos segundos, mirando a Julianna. Volvieron a su camarote para hablar, no querían que las escucharan el resto de gente del barco. “Definitivamente hay sospechas infundadas y tratamos con un grupo peligroso, tenemos el derecho a entrar por la fuerza. Aún si no son del grupo que estamos investigando, tienen pinta de ocultar algo. Pero intentemos inmovilizarlos lo más rápido posible para minimizar daños, solo queremos detenerles. ¿Puedes encargarte de mantener el guardaespaldas a raya mientras yo me encargo del otro hombre?”
Entonces volvieron a salir en dirección al otro camarote, quedándose frente a la puerta. Miró a Julianna con una mirada de complicidad, e hizo una cuenta atrás con los dedos para tirar la puerta abajo. Tal vez estaba abierta, pero no se arriesgarían a que hubiese pestillo y que fuesen delatada, ese componente sorpresa era clave. Al llegar a cero, pateó con fuerza la puerta, y antes de que los ocupantes pudiesen reaccionar, saltó por encima del guardaespaldas, confiando en que Julianna se encargase de el.
Cayó encima del otro hombre, lanzándolo al suelo de una patada. Golpeó su nuca con la saya de su katana, dejándolo atontado pero no inconsciente, tendrían que intercambiar unas palabras. Llevo las manos a sus muñecas, inmovilizándolas con fuerza y concentrando su poder elemental y el de Khione para aprisionarlas con hielo, usando su propio peso y fuerza para mantener al resto del cuerpo quieto.
“¡¿Dónde está el sobre?!”
“¿Qué cojones dices? ¡Capitán, alguien, nos atacan!”
Le iba a meter algo en la boca para que se callase, pero poco importaba a estas alturas. Habían tumbado la puerta y saltado sobre ellos, raro sería que no se hubiese enterado ya todo el barco. Pero cuando le preguntó por el sobre, pudo ver como su mirada se iba inconscientemente a su pecho. Así que supuso que seguía en un bolsillo interior como le había dicho Nissa, y metió la mano para buscarlo, sonriendo satisfecha al encontrarlo.
“Veamos…”
“¡No! ¡Ese sobre no se puede abrir hasta llegar a—“
Elyria cambió de opinión, y cogió un pañuelo de otro de los bolsillos del hombre, haciéndolo bola y metiéndoselo en la boca para callarle. “Ya me he cansado de escucharte.”
Con el hombre silenciado, abrió el sobre, encontrando un montón de dinero y una nota en su interior. Se giró a mirar a Julianna, y la leyó en voz alta. “Dejar mercancía en el almacén Rowan, sección 23A. Se entregará la segunda parte del pago en Russuam, tras confirmar que el pedido fue entregado con éxito.” Entonces el papel de deshizo en su mano, convirtiéndose en polvo. Parecía tener alguna especie de mecanismo de autodestrucción al sentir que alguien lo tocaba.
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Julianna esbozó una pequeña sonrisa. Seguía sin entender qué clase de criatura era Nissa, pero fuera lo que fuera, era segura de sí misma y parecía tener mucha química con Elyria. De alguna manera, no le sorprendía.
Dentro del barco, tuvieron que confiar en ella para que encontrara al hombre misterioso. Mientras la veía alejarse, envuelta en sus brillitos, Julianna susurró en voz baja:
-Me sorprende que lo lleves con tanta naturalidad.- Quiso preguntarle de dónde había salido, pero se mordió la lengua. Estaba ahí. Eso era lo importante. Las estaba ayudando.- Pero lo cierto es que está siendo de mucha ayuda.
No tardó en regresar, con la información prometida. Ambas hablaron entre ellas, discutiendo una estrategia. Lo mejor era abordarlos mientras todavía estuvieran juntos, al fin y al cabo.
-Me quedaré en la puerta para asegurarme de que ninguno escapa y daré cuenta del guardaespaldas. Asegura el sobre, seguramente tenga información importante.
Obvió el hecho de que ella habría entrado por la puerta aunque las circunstancias fueran otras. Tenía la sensación de que sus protocolos de actuación eran un poco diferentes y no quería incomodarla sin necesidad. La siguió hasta el camarote en cuestión y sacó su espada, asintiendo mientras Elyria empezaba la cuenta atrás. Tiró abajo la puerta y mientras entraba, ella se apresuró a quedarse en el quicio, bloqueando la salida a los sospechosos.
El guardaespaldas trató de ir tras Elyria, pero Julianna le tiró de la chaqueta. Fue suficiente para provocarle y en seguida le tuvo lanzándole un puñetazo, bastante molesto. Ella lo esquivó y con cuidado se agachó y le rodeó, volviendo a tirarle de la chaqueta con fuerza. Junto con una patada bien calculada, le hizo perder el equilibrio y acabar en el suelo. Sin perder el tiempo, le apuntó a la yugular con el arma. Uno menos. A su espalda, Elyria interrogaba al hombre.
Miró mientras ella se hacía con el sobre y lo leía en voz alta. Los gritos del hombre debían de haber alertado ya al barco, así que empezaba la cuenta atrás. En cuanto el papel estalló en llamas, Julianna no lo dudó. Agarró a Elyria de la muñeca, tiró y echó a correr.
Oyó pasos y tiró de ella para guiarla por un pasillo secundario. Ambas contra la pared, se puso un dedo delante de los labios y aguardó a que los marineros pasaron, persiguiéndolas. Luego, volvió a correr. Lograron salir del barco sin que las vieran y poco después volvían a estar en un callejón del puerto. Julianna, un tanto colorada y sofocada, se puso las manos en los muslos y se inclinó, recuperando el aliento. No había sido una carrera tan larga, pero sí intensa y, por desgracia… le quedaba grande. Necesitaría unos segundos para tranquilizar su respiración.
-Almacén… Rowan.- Dijo, entre jadeos.- Sección 23A. Ahí es… ahí es a donde tenemos que ir.
Esperaba que no le hubiera molestado que la sacase casi a rastras. No podían arrastrar a los dos hombres y lidiar con el resto de la tripulación a la vez. Pero ahora tenían el nombre del barco, el del capitán y el del almacén donde se llevaría a cabo el pago por lo que seguramente fuera la mercancía de contrabando con la que se estaba financiando la célula terrorista.
-No podemos perder el tiempo.- Añadió, incorporándose y tomando aire con cuidado mientras se apartaba el pelo de la cara. Ya estaba mejor.- Seguramente lo que ha ocurrido tarde un poco en llegar a los altos cargos y… y si podemos aprovecharlo para encontrar pruebas en el almacén, mejor. Con suerte nos llevará hasta los verdaderos terroristas.
Dentro del barco, tuvieron que confiar en ella para que encontrara al hombre misterioso. Mientras la veía alejarse, envuelta en sus brillitos, Julianna susurró en voz baja:
-Me sorprende que lo lleves con tanta naturalidad.- Quiso preguntarle de dónde había salido, pero se mordió la lengua. Estaba ahí. Eso era lo importante. Las estaba ayudando.- Pero lo cierto es que está siendo de mucha ayuda.
No tardó en regresar, con la información prometida. Ambas hablaron entre ellas, discutiendo una estrategia. Lo mejor era abordarlos mientras todavía estuvieran juntos, al fin y al cabo.
-Me quedaré en la puerta para asegurarme de que ninguno escapa y daré cuenta del guardaespaldas. Asegura el sobre, seguramente tenga información importante.
Obvió el hecho de que ella habría entrado por la puerta aunque las circunstancias fueran otras. Tenía la sensación de que sus protocolos de actuación eran un poco diferentes y no quería incomodarla sin necesidad. La siguió hasta el camarote en cuestión y sacó su espada, asintiendo mientras Elyria empezaba la cuenta atrás. Tiró abajo la puerta y mientras entraba, ella se apresuró a quedarse en el quicio, bloqueando la salida a los sospechosos.
El guardaespaldas trató de ir tras Elyria, pero Julianna le tiró de la chaqueta. Fue suficiente para provocarle y en seguida le tuvo lanzándole un puñetazo, bastante molesto. Ella lo esquivó y con cuidado se agachó y le rodeó, volviendo a tirarle de la chaqueta con fuerza. Junto con una patada bien calculada, le hizo perder el equilibrio y acabar en el suelo. Sin perder el tiempo, le apuntó a la yugular con el arma. Uno menos. A su espalda, Elyria interrogaba al hombre.
Miró mientras ella se hacía con el sobre y lo leía en voz alta. Los gritos del hombre debían de haber alertado ya al barco, así que empezaba la cuenta atrás. En cuanto el papel estalló en llamas, Julianna no lo dudó. Agarró a Elyria de la muñeca, tiró y echó a correr.
Oyó pasos y tiró de ella para guiarla por un pasillo secundario. Ambas contra la pared, se puso un dedo delante de los labios y aguardó a que los marineros pasaron, persiguiéndolas. Luego, volvió a correr. Lograron salir del barco sin que las vieran y poco después volvían a estar en un callejón del puerto. Julianna, un tanto colorada y sofocada, se puso las manos en los muslos y se inclinó, recuperando el aliento. No había sido una carrera tan larga, pero sí intensa y, por desgracia… le quedaba grande. Necesitaría unos segundos para tranquilizar su respiración.
-Almacén… Rowan.- Dijo, entre jadeos.- Sección 23A. Ahí es… ahí es a donde tenemos que ir.
Esperaba que no le hubiera molestado que la sacase casi a rastras. No podían arrastrar a los dos hombres y lidiar con el resto de la tripulación a la vez. Pero ahora tenían el nombre del barco, el del capitán y el del almacén donde se llevaría a cabo el pago por lo que seguramente fuera la mercancía de contrabando con la que se estaba financiando la célula terrorista.
-No podemos perder el tiempo.- Añadió, incorporándose y tomando aire con cuidado mientras se apartaba el pelo de la cara. Ya estaba mejor.- Seguramente lo que ha ocurrido tarde un poco en llegar a los altos cargos y… y si podemos aprovecharlo para encontrar pruebas en el almacén, mejor. Con suerte nos llevará hasta los verdaderos terroristas.
Elyria Priscraft
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Notó con sorpresa como su compañera le tiraba de la muñeca. No entendía muy bien por qué quería escapar sin sacar nada más de los criminales, si intentaban atacarles podrían defenderse de sobra. Pero confió en el criterio de la mujer y corrió con ella fuera del barco. No tupo mucho problema con esconderse con ella, no era la primera vez que tenía que salir por patas o pasar desapercibida, ni mucho menos.
Elyria se fijó en lo falta de aire que estaba Julianna, sin entender muy bien cómo había acabado así. A ver, sí, había sido una carrera intensa, pero no era para tanto. Y su compañera no era precisamente una debilucha, se notaba que estaba en forma. “Sí. ¿Estás bien?”
Entices vió cómo se incorporaba y sonrió satisfecha. Sea lo que fuese lo que le afectaba, no se quedaría atrás. Dejó que respirase un poco y se explicase, asintiendo con la cabeza. Definitivamente ir al almacén cuanto antes era buena idea, cada vez estaban consiguiendo más información sobre los terroristas y si allí podían encontrar la guinda del pastel. Pero también era arriesgado. Probablemente se estarían metiendo de lleno en la boca del lobo, pero esa era su especialidad. Aunque tendrían que ir con cuidado, sus enemigos conocían la zona, y estarían al tanto de la situación, así que podía ponerse feo muy rápido.
“Sí, vamos. Y imagino que no hace falta decirlo, pero estate atenta, estamos entrando en zona peligrosa. Un almacén es un sitio fácil para una emboscada. Tú notaste antes que nos seguían, concéntrate en eso.” Entonces miró hacia arriba en dirección a Nissa. Estaba sentada de piernas cruzadas en el aire, con una especie de bebida de luz blanca que bebía tranquilamente. “¿Puedes ir echándole un ojo al almacén y ver si entra o se esconde alguien? Tal vez incluso tengan a alguien ya vigilando que se efectúe el pago correctamente.”
“Deja que me termine el mojito y voy, esta muy rico” respondió Nissa con un brillo en los ojos.
“Pero si es luz, no tiene sabor.“
“Y tú no tienes imaginación.” Así que terminó su mojito e hizo desaparecer el vaso con un chasquido, definitivamente le gustaba hacer el espectáculo. “Y ya voy. Os aviso si veo algo raro, no os perdáis de camino. Oh. Cierto. La dirección.”
“Tengo un mapa Nissa. Y lo sabes, has venido conmigo.”
“Qué sosa eres a veces Ely. En fin, sácalo.”
Así que eso hizo, mirando a Julianna mientras abría el mapa, buscando y señalando el lugar en cuestión. Memorizó rápidamente el camino y un par de rutas por si tenían que escapar mientras le dejaba mirar, por suerte se le daban bien estas cosas. Y cuando estuvieron listas, volvió a doblarlo y guardarlo. Plegar estos mapas del demonio siempre era un rollo. “Vamos, a mi espalda. Y no quiero quejas, tenemos prisa y la velocidad es mi fuerte. Y no queremos que te vuelvas a quedar sin aire si nos atacan,” dijo Elyria en un tono serio y firme, pero con una sonrisa amable en su rostro.
Entonces corrió rápidamente al almacén. Incluso cargando a alguien, era capaz de alcanzar la velocidad de una buena cantidad de vehículos. Cuando estuvieron más cerca de su objetivo, le pidió a su compañera que se bajase para terminar de ir andando. Tampoco era plan de ir haciendo tanto ruido allí en medio. Apareció Nissa frente a ellas, trayéndoles la información que le habían pedido.
“No ha entrado nadie todavía, parece que no les ha dado tiempo a llegar. Pero hay un hombre sospechoso escondido que estaba hablando por DDM, os lo señalaré cuando entremos. Pero daos prisa, saben que estáis aquí, hablaban de traer un grupo para eliminaros.”
Elyria se fijó en lo falta de aire que estaba Julianna, sin entender muy bien cómo había acabado así. A ver, sí, había sido una carrera intensa, pero no era para tanto. Y su compañera no era precisamente una debilucha, se notaba que estaba en forma. “Sí. ¿Estás bien?”
Entices vió cómo se incorporaba y sonrió satisfecha. Sea lo que fuese lo que le afectaba, no se quedaría atrás. Dejó que respirase un poco y se explicase, asintiendo con la cabeza. Definitivamente ir al almacén cuanto antes era buena idea, cada vez estaban consiguiendo más información sobre los terroristas y si allí podían encontrar la guinda del pastel. Pero también era arriesgado. Probablemente se estarían metiendo de lleno en la boca del lobo, pero esa era su especialidad. Aunque tendrían que ir con cuidado, sus enemigos conocían la zona, y estarían al tanto de la situación, así que podía ponerse feo muy rápido.
“Sí, vamos. Y imagino que no hace falta decirlo, pero estate atenta, estamos entrando en zona peligrosa. Un almacén es un sitio fácil para una emboscada. Tú notaste antes que nos seguían, concéntrate en eso.” Entonces miró hacia arriba en dirección a Nissa. Estaba sentada de piernas cruzadas en el aire, con una especie de bebida de luz blanca que bebía tranquilamente. “¿Puedes ir echándole un ojo al almacén y ver si entra o se esconde alguien? Tal vez incluso tengan a alguien ya vigilando que se efectúe el pago correctamente.”
“Deja que me termine el mojito y voy, esta muy rico” respondió Nissa con un brillo en los ojos.
“Pero si es luz, no tiene sabor.“
“Y tú no tienes imaginación.” Así que terminó su mojito e hizo desaparecer el vaso con un chasquido, definitivamente le gustaba hacer el espectáculo. “Y ya voy. Os aviso si veo algo raro, no os perdáis de camino. Oh. Cierto. La dirección.”
“Tengo un mapa Nissa. Y lo sabes, has venido conmigo.”
“Qué sosa eres a veces Ely. En fin, sácalo.”
Así que eso hizo, mirando a Julianna mientras abría el mapa, buscando y señalando el lugar en cuestión. Memorizó rápidamente el camino y un par de rutas por si tenían que escapar mientras le dejaba mirar, por suerte se le daban bien estas cosas. Y cuando estuvieron listas, volvió a doblarlo y guardarlo. Plegar estos mapas del demonio siempre era un rollo. “Vamos, a mi espalda. Y no quiero quejas, tenemos prisa y la velocidad es mi fuerte. Y no queremos que te vuelvas a quedar sin aire si nos atacan,” dijo Elyria en un tono serio y firme, pero con una sonrisa amable en su rostro.
Entonces corrió rápidamente al almacén. Incluso cargando a alguien, era capaz de alcanzar la velocidad de una buena cantidad de vehículos. Cuando estuvieron más cerca de su objetivo, le pidió a su compañera que se bajase para terminar de ir andando. Tampoco era plan de ir haciendo tanto ruido allí en medio. Apareció Nissa frente a ellas, trayéndoles la información que le habían pedido.
“No ha entrado nadie todavía, parece que no les ha dado tiempo a llegar. Pero hay un hombre sospechoso escondido que estaba hablando por DDM, os lo señalaré cuando entremos. Pero daos prisa, saben que estáis aquí, hablaban de traer un grupo para eliminaros.”
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Evidentemente, Elyria había notado su respiración. Era inevitable, al fin y al cabo. No era algo fácil de esconder cuando llegaba el momento. Hasta ahora, ninguna de las personas con las que había tenido que colaborar en la Agencia había sabido nada, sencillamente porque no había tenido que esprintar de esa manera. Blaze era la excepción, pero aquello venía de atrás. Y ahora, Elyria, que ni siquiera trabajaba con ella, la estaba mirando con preocupación. Contuvo el impulso de poner los ojos en blanco.
-Ajá. – Dijo, por toda respuesta. Sí, estaba bien. No, no iba a creérselo. Cualquier cosa que dijera en ese momento sonaría a excusa. Mejor cortarlo de raíz.
Tenían que ir hasta el almacén y el tiempo corría en su contra. Podían pasar dos cosas a continuación. O ellas llegaban primero y lograban encontrar las pruebas que necesitaban para dar con los cabecillas o los malos conseguían atraparlas en el proceso. Esperaba sinceramente que sucediera lo primero.
-Descuida. Entiendo el riesgo.
La extraña personita de luz, Nissa, se adelantó para mirar por el almacén. Estaba terriblemente agradecida de su curiosa existencia en esos momentos. Iba a darles la ventaja en el intercambio que se avecinaba. Se preguntó si ella sería consciente de lo mucho que estaba ayudando a Elyria. Jack sabía cuánto le apoyaba, pero claro… no era lo mismo.
Julianna se estaba mentalizando para echar a correr de nuevo cuando Elyria le señaló su espalda. Antes de que pudiera negarse o protestar, insistió. Sonreía, de todas formas. No se lo decía a malas, solo quería ayudar. Julianna respiró hondo y asintió. Un poco insegura, se subió a su espalda y cerró los ojos. Era extraño estar tan cerca de otra persona. Ely echó a correr y ella se agarró más fuerte, intentando dejar la mente en blanco. Puede que sus pulmones estuvieran bien, pero tenía el corazón a mil. No estaba acostumbrada. Quería que acabara. Sin embargo, cuando por fin se bajó, le dio la impresión por un momento de que echaba de menos la sensación. Sacudió un poco la cabeza, intentando centrarse en el presente. Había otras cosas en las que pensar.
-Gracias.- Dijo igualmente, en voz baja.
Nissa apareció de nuevo, trayendo información un tanto preocupante. Julianna meditó un momento, mirando el almacén desde lejos.
-Está conectado a ese edificio de al lado, ¿no? – Preguntó, señalándolo. Nissa se lo confirmó, sin entender. - De acuerdo. Entremos por ahí, busquemos una ventana. Estarán esperando que entremos por la puerta del almacén y así pasaremos más desapercibidas.
No era la única ventaja. Si el edificio estaba conectando, seguramente también lo estuvieran utilizando la misma gente. Y era posible que de haber un despacho o algo parecido encontraran información acerca de los cabecillas de la operación o los planes que tenían. Si tenían cuidado y un poco de suerte, podrían hacer un avance tremendo en muy, muy poco tiempo.
-Ajá. – Dijo, por toda respuesta. Sí, estaba bien. No, no iba a creérselo. Cualquier cosa que dijera en ese momento sonaría a excusa. Mejor cortarlo de raíz.
Tenían que ir hasta el almacén y el tiempo corría en su contra. Podían pasar dos cosas a continuación. O ellas llegaban primero y lograban encontrar las pruebas que necesitaban para dar con los cabecillas o los malos conseguían atraparlas en el proceso. Esperaba sinceramente que sucediera lo primero.
-Descuida. Entiendo el riesgo.
La extraña personita de luz, Nissa, se adelantó para mirar por el almacén. Estaba terriblemente agradecida de su curiosa existencia en esos momentos. Iba a darles la ventaja en el intercambio que se avecinaba. Se preguntó si ella sería consciente de lo mucho que estaba ayudando a Elyria. Jack sabía cuánto le apoyaba, pero claro… no era lo mismo.
Julianna se estaba mentalizando para echar a correr de nuevo cuando Elyria le señaló su espalda. Antes de que pudiera negarse o protestar, insistió. Sonreía, de todas formas. No se lo decía a malas, solo quería ayudar. Julianna respiró hondo y asintió. Un poco insegura, se subió a su espalda y cerró los ojos. Era extraño estar tan cerca de otra persona. Ely echó a correr y ella se agarró más fuerte, intentando dejar la mente en blanco. Puede que sus pulmones estuvieran bien, pero tenía el corazón a mil. No estaba acostumbrada. Quería que acabara. Sin embargo, cuando por fin se bajó, le dio la impresión por un momento de que echaba de menos la sensación. Sacudió un poco la cabeza, intentando centrarse en el presente. Había otras cosas en las que pensar.
-Gracias.- Dijo igualmente, en voz baja.
Nissa apareció de nuevo, trayendo información un tanto preocupante. Julianna meditó un momento, mirando el almacén desde lejos.
-Está conectado a ese edificio de al lado, ¿no? – Preguntó, señalándolo. Nissa se lo confirmó, sin entender. - De acuerdo. Entremos por ahí, busquemos una ventana. Estarán esperando que entremos por la puerta del almacén y así pasaremos más desapercibidas.
No era la única ventaja. Si el edificio estaba conectando, seguramente también lo estuvieran utilizando la misma gente. Y era posible que de haber un despacho o algo parecido encontraran información acerca de los cabecillas de la operación o los planes que tenían. Si tenían cuidado y un poco de suerte, podrían hacer un avance tremendo en muy, muy poco tiempo.
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Nissa terminó de informarles sobre la situación, y Elyria sonrió satisfecha. Sí, había una persona dentro, pero probablemente ya estaba allí desde el principio, así que habían conseguido llegar antes que ellos. Solo tenían que darse prisa, las cosas se pondrían bastante feas si no salían de allí antes de que llegasen los terroristas. Elyria y Julianna eran fuertes, pero dudaba que los matones de un grupo que pretendía eliminar a la realeza fuesen unos debiluchos.
Asintió con la cabeza ante la propuesta de su compañera, caminando inmediatamente en la dirección señalada, no había tiempo que perder. “Buena idea Jul. Aunque creo que deberíamos eliminar primero al que está escondido. Si entramos como tú has dicho podemos intentar pillarle por sorpresa,” dijo mientras buscando alguna ventana que pudiesen forzar sin hacer demasiado ruido.
Encontraron unas un poco más grandes, que daban a una especie de despacho. Hizo una nota mental para buscar más pruebas después de acabar con el criminal escondido. Entonces sacó a Khione, haciendo tres cortes limpios en el cristal, en forma de triangulo. Después de eso solo tuvo que empujar, agarrando el trozo de cristal antes de que cayese para que no hiciese ruido y les delatase.
“Vamos,” dijo antes de entrar a la habitación y mirar a Nissa. “¿Te podrías adelantar y avisarnos si el hombre hace algo extraño? Y mantenlo localizado.”
“Definitivamente me tenéis que invitar a cenar después de todo esto, estoy haciendo todo el trabajo,” bromeó Nissa antes de salir volando a hacer su parte del plan.
Elyria miró a Julianna y caminó a la puerta del despachó, abriéndola con cuidado de no hacer ruido. Entonces caminó por los pasillos en dirección al almacén. Normalmente se pondría sus suelas deslizantes y crearía una pasarela de hielo en el suelo para avanzar rápido sin hacer ruido. Pero claro, no estaba sola, y un camino de hielo solo le dificultaría la vida a su compañera.
Llegaron a una puerta grande que daba al almacén, y vieron aparecer a Nissa frente a ellas. Parecía estar contenta y orgullosa, y colocó sus pequeñas manitas de luz blanca en sus caderas.
“Bueno chicas, sigue hablando por DDM y no sospecha nada, siguen pensando que llegarán antes que vosotras.”
“Perfecto,” respondió en voz baja, no era plan de delatarlas con su voz. “No nos molestemos en mantenerlo consciente por ahora, Jul. Dejémosle fuera de combate, tenemos muchas pruebas que buscar y no tenemos tiempo para un interrogatorio.”
Y entonces abrió ligeramente la puerta muy lentamente para hacer el mínimo ruido posible. Por suerte estaba acostumbrada a este tipo de infiltraciones. Cuando las dos pasaron al otro lado, cerró la puerta con cuidado. Iba a pedirle a Nissa las direcciones, pero se le había adelantado y ya les estaba señalando el camino.
Avanzaron con paso de pluma entre montones de cajas llenar de mercancía. Ya tenía sus dudas, pero esto prácticamente confirmaba que el almacén no pertenecía a los terroristas. Eso, o que tenían un enorme imperio de exportación e importación detrás, y no solo de mercancía ilegal. Pero ya tendrían tiempo de indagar en eso.
En cualquier caso, Nissa les hizo una señal con la mano para que se parasen, y se llevó un dedo a los labios para indicarles que no hiciesen nada de ruido. Aunque bueno, eso ya lo llevaban haciendo todo el camino.
“Está sentado al otro lado de esta esquina como si nada. Ha colgado la llamada. El muy tonto iba sobre confiado y no se molestó ni en estar alerta, se merece lo que le caiga encima.”
Asintió con la cabeza ante la propuesta de su compañera, caminando inmediatamente en la dirección señalada, no había tiempo que perder. “Buena idea Jul. Aunque creo que deberíamos eliminar primero al que está escondido. Si entramos como tú has dicho podemos intentar pillarle por sorpresa,” dijo mientras buscando alguna ventana que pudiesen forzar sin hacer demasiado ruido.
Encontraron unas un poco más grandes, que daban a una especie de despacho. Hizo una nota mental para buscar más pruebas después de acabar con el criminal escondido. Entonces sacó a Khione, haciendo tres cortes limpios en el cristal, en forma de triangulo. Después de eso solo tuvo que empujar, agarrando el trozo de cristal antes de que cayese para que no hiciese ruido y les delatase.
“Vamos,” dijo antes de entrar a la habitación y mirar a Nissa. “¿Te podrías adelantar y avisarnos si el hombre hace algo extraño? Y mantenlo localizado.”
“Definitivamente me tenéis que invitar a cenar después de todo esto, estoy haciendo todo el trabajo,” bromeó Nissa antes de salir volando a hacer su parte del plan.
Elyria miró a Julianna y caminó a la puerta del despachó, abriéndola con cuidado de no hacer ruido. Entonces caminó por los pasillos en dirección al almacén. Normalmente se pondría sus suelas deslizantes y crearía una pasarela de hielo en el suelo para avanzar rápido sin hacer ruido. Pero claro, no estaba sola, y un camino de hielo solo le dificultaría la vida a su compañera.
Llegaron a una puerta grande que daba al almacén, y vieron aparecer a Nissa frente a ellas. Parecía estar contenta y orgullosa, y colocó sus pequeñas manitas de luz blanca en sus caderas.
“Bueno chicas, sigue hablando por DDM y no sospecha nada, siguen pensando que llegarán antes que vosotras.”
“Perfecto,” respondió en voz baja, no era plan de delatarlas con su voz. “No nos molestemos en mantenerlo consciente por ahora, Jul. Dejémosle fuera de combate, tenemos muchas pruebas que buscar y no tenemos tiempo para un interrogatorio.”
Y entonces abrió ligeramente la puerta muy lentamente para hacer el mínimo ruido posible. Por suerte estaba acostumbrada a este tipo de infiltraciones. Cuando las dos pasaron al otro lado, cerró la puerta con cuidado. Iba a pedirle a Nissa las direcciones, pero se le había adelantado y ya les estaba señalando el camino.
Avanzaron con paso de pluma entre montones de cajas llenar de mercancía. Ya tenía sus dudas, pero esto prácticamente confirmaba que el almacén no pertenecía a los terroristas. Eso, o que tenían un enorme imperio de exportación e importación detrás, y no solo de mercancía ilegal. Pero ya tendrían tiempo de indagar en eso.
En cualquier caso, Nissa les hizo una señal con la mano para que se parasen, y se llevó un dedo a los labios para indicarles que no hiciesen nada de ruido. Aunque bueno, eso ya lo llevaban haciendo todo el camino.
“Está sentado al otro lado de esta esquina como si nada. Ha colgado la llamada. El muy tonto iba sobre confiado y no se molestó ni en estar alerta, se merece lo que le caiga encima.”
Julianna M. Shelley
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Julianna asintió. – De acuerdo, me parece buena idea.- Solo esperaba que el hombre no tuviera ningún micrófono escondido. Si estaban hablando de traer a un grupo solo para lidiar con ellas, no era descabellado que estuvieran en contacto con la avanzadilla. Pero si lograban quitárselo de en medio, tendrían vía libre para buscar lo que necesitaban.
No tardaron mucho en encontrar una ventana que les valiera. Elyria cortó el cristal y ambas se auparon para colarse en el despacho que había al otro lado. El extraño ser de luz se adelantó para vigilar al hombre y mientras pasaba por la ventana, Julianna se quedó pensando en qué comería. ¿Le gustaría si hacía un pequeño arcoíris con un espejo o la miraría como si fuera tonta? Prefería no averiguarlo.
Miró a su alrededor en el despacho. No tenían mucho tiempo, pero por suerte tampoco era una habitación demasiado grande. Antes de dejarla, tomó buena nota de lo que había. Un gran archivador de metal en una esquina y dos cajones cerrados en el escritorio, uno de ellos con llave. Había también varias estanterías, pero a simple vista no parecía haber en ellas nada de utilidad.
Acompañó a Elyria espada en mano, moviéndose sigilosamente por los pasillos. Nissa no tardó en volver, trayendo buenas noticias.
-Dejarlo K.O será lo mejor, pero esperemos a que acabe la llamada. No podemos hacer sospechar a quien esté al otro lado de ese DDM.
Pronto se encontraron en el almacén. Nissa les iba diciendo por donde moverse y en seguida tuvieron a su objetivo en frente, de espaldas. Lo que dijo molestó un poco a Julianna. Podía ser que el hombre fuera simplemente un torpe gorila, pero si iba específicamente a por ellas, ¿no debería estar pendiente? ¿Y si era una trampa? Vio como el hombre se levantaba y daba un par de pasos… hacia la enorme puerta del almacén.
Claro. Creía que iba a pillarlas con las manos en la masa en cuanto entraran. Perfecto. Le hizo una seña a Elyria y avanzó primero. Tuvo que saltar para lograr darle en la cabeza porque el hombre era más alto que ella, pero el mango de su espada aterrizó limpiamente en mitad de su cabeza y segundos después el matón se precipitó al suelo sin saber qué le había golpeado.
Julianna se agachó y le agarró de un brazo, pidiéndole ayuda a Elyria. Pesaba un poco demasiado y no era buena idea dejarle ahí a la vista.
-Conste que no es cuestión de fuerza.- Aclaró, sin saber muy bien por qué. Le apartó un poco el pelo al hombre y le enseñó a Elyria justo donde le había golpeado.- Al darle aquí en concreto, envía una señal al cerebro y la reacción defensiva es, bueno, desmayarse. Despertará en un par de horas, seguramente.
Le dijo de llevarlo al despacho de antes. Todavía quería examinar esos cajones, porque estaba convencida de que podía haber algo en ellos. Al fin y al cabo, siempre había un motivo para mantener un cajón cerrado con llave.
-Si encontramos información acerca de la base o de los cabecillas… podríamos pedir refuerzos e irrumpir en cuestión de horas. Solo necesitamos saber el lugar. Estoy segura de que la guardia del rey no tendría problemas en prestarnos los efectivos. Así podríamos cubrir todos los flancos y asegurarnos de que no escape ninguno. ¿Qué te parece?
No tardaron mucho en encontrar una ventana que les valiera. Elyria cortó el cristal y ambas se auparon para colarse en el despacho que había al otro lado. El extraño ser de luz se adelantó para vigilar al hombre y mientras pasaba por la ventana, Julianna se quedó pensando en qué comería. ¿Le gustaría si hacía un pequeño arcoíris con un espejo o la miraría como si fuera tonta? Prefería no averiguarlo.
Miró a su alrededor en el despacho. No tenían mucho tiempo, pero por suerte tampoco era una habitación demasiado grande. Antes de dejarla, tomó buena nota de lo que había. Un gran archivador de metal en una esquina y dos cajones cerrados en el escritorio, uno de ellos con llave. Había también varias estanterías, pero a simple vista no parecía haber en ellas nada de utilidad.
Acompañó a Elyria espada en mano, moviéndose sigilosamente por los pasillos. Nissa no tardó en volver, trayendo buenas noticias.
-Dejarlo K.O será lo mejor, pero esperemos a que acabe la llamada. No podemos hacer sospechar a quien esté al otro lado de ese DDM.
Pronto se encontraron en el almacén. Nissa les iba diciendo por donde moverse y en seguida tuvieron a su objetivo en frente, de espaldas. Lo que dijo molestó un poco a Julianna. Podía ser que el hombre fuera simplemente un torpe gorila, pero si iba específicamente a por ellas, ¿no debería estar pendiente? ¿Y si era una trampa? Vio como el hombre se levantaba y daba un par de pasos… hacia la enorme puerta del almacén.
Claro. Creía que iba a pillarlas con las manos en la masa en cuanto entraran. Perfecto. Le hizo una seña a Elyria y avanzó primero. Tuvo que saltar para lograr darle en la cabeza porque el hombre era más alto que ella, pero el mango de su espada aterrizó limpiamente en mitad de su cabeza y segundos después el matón se precipitó al suelo sin saber qué le había golpeado.
Julianna se agachó y le agarró de un brazo, pidiéndole ayuda a Elyria. Pesaba un poco demasiado y no era buena idea dejarle ahí a la vista.
-Conste que no es cuestión de fuerza.- Aclaró, sin saber muy bien por qué. Le apartó un poco el pelo al hombre y le enseñó a Elyria justo donde le había golpeado.- Al darle aquí en concreto, envía una señal al cerebro y la reacción defensiva es, bueno, desmayarse. Despertará en un par de horas, seguramente.
Le dijo de llevarlo al despacho de antes. Todavía quería examinar esos cajones, porque estaba convencida de que podía haber algo en ellos. Al fin y al cabo, siempre había un motivo para mantener un cajón cerrado con llave.
-Si encontramos información acerca de la base o de los cabecillas… podríamos pedir refuerzos e irrumpir en cuestión de horas. Solo necesitamos saber el lugar. Estoy segura de que la guardia del rey no tendría problemas en prestarnos los efectivos. Así podríamos cubrir todos los flancos y asegurarnos de que no escape ninguno. ¿Qué te parece?
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Elyria fue trás Julianna en silencio, dejando que se encargase de la situación. Normalmente sería ella la que haría esta parte del trabajo, pero ya le había quedado claro que no era la única acostumbrada al sigilo. Le alegraba tener una compañera tan capaz. Así que simplemente vio como le tumbaba con un golpe muy preciso, y se acercó a ayudarle a levantar el cuerpo.
Observó atentamente el golpe en su cuello, era un dato muy interesante, desde luego. Normalmente tendía a usar la fuerza para dejar inconscientes a sus objetivos, y podía llegar a ser bastante peligro. Eso si no los mato directamente… Pero no es momento, concéntrate.
“Gracias, definitivamente voy a tener que entrenar esto. Es… útil,” dijo en un tono tranquilo después de calmarse un poco, grabando en su memoria la posición del golpe. “Y si me haces una pequeña demostración en otro momento para que pueda memorizarlo te lo agradería mucho.”
En cualquier caso, no tardaron en llevarlo al despacho, dejándolo contra una pared. “No nos molestemos en esconderlo, si pasan por aquí van a ver la ventana cortada de todas formas. Aunque deberían de entrar por el otro lado. Pero démonos prisa.”
Antes de comenzar a buscar por el despacho, escuchó las palabras de su compañera, asintiendo con la cabeza. “Si, buena idea, creo que será lo mejor. Si vamos solas corremos el riesgo de que se nos escapen. Aunque claro, al ir con un grupo mas grande nos verán venir… Tendremos que plantearlo, pero sí, debería funcionar.” Elyria siguió pensando en su cabeza, dandole vueltas a la situación. Pero agitó la cabeza para volver a la realidad, tenían que buscar pruebas, sin eso todo lo de después no serviría de nada.
Se acercó a los cajones cerrados con llave, agachándose para verlos de cerca. “Los cajones no se cierran con llave para que el ladrón no pueda abrirlos. Hasta el criminal más tonto de Paraiso puede abrir esto con sus propias manos. Y esos documentos justo encima, la posición dando a la ventana… Nissa, revisa si hay algo importante dentro, me preocupa que sea una trampa.”
Entonces la extraña criatura de luz se convirtió en una llave, metiéndose por la cerradura. Pero claro, no era una llave de verdad. Así que simplemente pasó al otro lado sin abrir nada, provocando que Elyria riese por lo bajo.
“Que sepas que te he escuchado reír. Y sí, hay una especie de mecanismo extraño en el cajón, parece una bomba.”
“Lo suponía. Un despacho que da fuera, cosas valiosa a la vista, tentando a posibles ladrones… Parece que no estamos tratando con unos tontos cualquiera, Jul. Ahora tenemos que preocuparnos de no activar una bomba. Debería haber alguna caja fuerte o habitación escondida en algún lado, pero claro… El edificio es enorme, no tenemos tiempo para buscar en todos lados.”
Entonces se le pasó algo por la cabeza. El hombre que había estado vigilando aquí sabía que ellas vendrían. Y viendo lo precavido que era este grupo, probablemente le habían ordenado que escondiese cualquier posible prueba de donde se suponía que se iba a hacer la entrega. Por si llegaban ellas antes, claro. Habría hecho bien
“Jul, ve revisando el despacho y en alguna habitación de dentro por si hay algo de información que podamos usar. Y ten cuidado, ya has visto que es peligroso. ¿Puedes ir con ella y ayudarle Nissa? No está en mis planes morir en una explosión esta tarde.”
“¡Claro!” Respondió Nissa haciendo una pose orgullosa, con ambas manos en sus caderas. “¡Vamos Jul, hagamos el trabajo de verdad!”
Elyria mientras tanto se quedó mirando al hombre, agachándose a su lado. Tomó su muñeca con cuidado, inspeccionando sus manos en busca de algún tipo de grasa, polvo, suciedad distinto a lo esperable. No sabía de que era, pero tenía las manos como pringosas, con olor a alcohol. Y la parte de abajo de sus mangas también estaba sucia. Tenía algo de polvo como del suelo que se le habría pegado por culpa de esto.
Hmm… ¿Será de cuando lo encontramos sentado? O puede que… Y entonces bajó a mirar sus pantalones. Había marcas y suciedad que indicaba que había estado de rodillas en el suelo hace relativamente poco. Vale… Tenía prisa, le ordenaron que escondiese las pruebas. No vi nada de alcohol, así que también tuvo que esconderlo por alguna razón. Todo indica que estuvo de rodillas y con las manos en el suelo. Debería de haber una sala secreta o una caja fuerte escondida… Todo esto son suposiciones, pero es lo mejor que tenemos ahora mismo.
Entonces se levantó, saliendo del despacho en busca de Julianna. Habían pasado unos minutos ya, deberían de estar al llegar. “Jul, Nissa. Buscad manchas recientes por el suelo, o signos de que alguien estuvo de rodillas en el. Puede que haya una trampilla o compartimento secreto.”
Observó atentamente el golpe en su cuello, era un dato muy interesante, desde luego. Normalmente tendía a usar la fuerza para dejar inconscientes a sus objetivos, y podía llegar a ser bastante peligro. Eso si no los mato directamente… Pero no es momento, concéntrate.
“Gracias, definitivamente voy a tener que entrenar esto. Es… útil,” dijo en un tono tranquilo después de calmarse un poco, grabando en su memoria la posición del golpe. “Y si me haces una pequeña demostración en otro momento para que pueda memorizarlo te lo agradería mucho.”
En cualquier caso, no tardaron en llevarlo al despacho, dejándolo contra una pared. “No nos molestemos en esconderlo, si pasan por aquí van a ver la ventana cortada de todas formas. Aunque deberían de entrar por el otro lado. Pero démonos prisa.”
Antes de comenzar a buscar por el despacho, escuchó las palabras de su compañera, asintiendo con la cabeza. “Si, buena idea, creo que será lo mejor. Si vamos solas corremos el riesgo de que se nos escapen. Aunque claro, al ir con un grupo mas grande nos verán venir… Tendremos que plantearlo, pero sí, debería funcionar.” Elyria siguió pensando en su cabeza, dandole vueltas a la situación. Pero agitó la cabeza para volver a la realidad, tenían que buscar pruebas, sin eso todo lo de después no serviría de nada.
Se acercó a los cajones cerrados con llave, agachándose para verlos de cerca. “Los cajones no se cierran con llave para que el ladrón no pueda abrirlos. Hasta el criminal más tonto de Paraiso puede abrir esto con sus propias manos. Y esos documentos justo encima, la posición dando a la ventana… Nissa, revisa si hay algo importante dentro, me preocupa que sea una trampa.”
Entonces la extraña criatura de luz se convirtió en una llave, metiéndose por la cerradura. Pero claro, no era una llave de verdad. Así que simplemente pasó al otro lado sin abrir nada, provocando que Elyria riese por lo bajo.
“Que sepas que te he escuchado reír. Y sí, hay una especie de mecanismo extraño en el cajón, parece una bomba.”
“Lo suponía. Un despacho que da fuera, cosas valiosa a la vista, tentando a posibles ladrones… Parece que no estamos tratando con unos tontos cualquiera, Jul. Ahora tenemos que preocuparnos de no activar una bomba. Debería haber alguna caja fuerte o habitación escondida en algún lado, pero claro… El edificio es enorme, no tenemos tiempo para buscar en todos lados.”
Entonces se le pasó algo por la cabeza. El hombre que había estado vigilando aquí sabía que ellas vendrían. Y viendo lo precavido que era este grupo, probablemente le habían ordenado que escondiese cualquier posible prueba de donde se suponía que se iba a hacer la entrega. Por si llegaban ellas antes, claro. Habría hecho bien
“Jul, ve revisando el despacho y en alguna habitación de dentro por si hay algo de información que podamos usar. Y ten cuidado, ya has visto que es peligroso. ¿Puedes ir con ella y ayudarle Nissa? No está en mis planes morir en una explosión esta tarde.”
“¡Claro!” Respondió Nissa haciendo una pose orgullosa, con ambas manos en sus caderas. “¡Vamos Jul, hagamos el trabajo de verdad!”
Elyria mientras tanto se quedó mirando al hombre, agachándose a su lado. Tomó su muñeca con cuidado, inspeccionando sus manos en busca de algún tipo de grasa, polvo, suciedad distinto a lo esperable. No sabía de que era, pero tenía las manos como pringosas, con olor a alcohol. Y la parte de abajo de sus mangas también estaba sucia. Tenía algo de polvo como del suelo que se le habría pegado por culpa de esto.
Hmm… ¿Será de cuando lo encontramos sentado? O puede que… Y entonces bajó a mirar sus pantalones. Había marcas y suciedad que indicaba que había estado de rodillas en el suelo hace relativamente poco. Vale… Tenía prisa, le ordenaron que escondiese las pruebas. No vi nada de alcohol, así que también tuvo que esconderlo por alguna razón. Todo indica que estuvo de rodillas y con las manos en el suelo. Debería de haber una sala secreta o una caja fuerte escondida… Todo esto son suposiciones, pero es lo mejor que tenemos ahora mismo.
Entonces se levantó, saliendo del despacho en busca de Julianna. Habían pasado unos minutos ya, deberían de estar al llegar. “Jul, Nissa. Buscad manchas recientes por el suelo, o signos de que alguien estuvo de rodillas en el. Puede que haya una trampilla o compartimento secreto.”
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