El perro muerde al dueño [Pasado]

Para poneros un poco en situación os explicaré que hago en una tienda de caramelos... Dos horas antes, estaba en un pequeño bar, más exactamente en el sótano del bar, oscuro, apartado, con bastante olor a humedad, menos mal que no se me encrespa el pelo... Con tres personas... A las que estaba intentando convencer de que se unieran a mi pequeña y prospera "empresa".
Mako: Sabéis que en esta isla, hay muchas "Familias" que tienen empresas de bastante éxito gracias a su forma de trabajar... Familias mafiosas que tienen su sede en Dark Home, como la "Ly", "Lister" y "Fereon" están bastante interesadas en acabar con mi vida, tras un par de misiones que salieron mal por desgracia... Me duele que quieran matarme pues les he servido fielmente durante toda mi vida y ahora ellos quieren acabar con esta. Me he enterado que vosotros tres también sois un grano en el culo para una de esas familias, más exactamente con la empresa de los "Ly" dos de vosotros le robaron y el tercero mató a uno de sus hombres, también he escuchado que le debéis dinero a los "Lister" así que me he interesado por vosotros. Os ofrezco mi protección, se que tenéis bastantes contactos y habilidades a las que yo podría dar un buen uso, pero esas habilidades serían totalmente inútiles si os convierten en carne podrida. A mis oídos ha llegado un pequeño rumor, los "Ly" han puesto precio a vuestra cabeza, si os unís a mi, se terminaran vuestros problemas, no más deudas, no más asesinos tras las esquinas...
Hombre 1: ¿Y como planeas ayudarnos?
Mako: Fácil, voy a acabar con la famlia "Ly", en realidad con todas, no quiero las migajas que me han estado dando, ni una porción, quiero el pastel completo
Hombre 2: Eso es un suicidio, es imposible
Mako: La verdad, he trabajado tanto para ellos que se que es imposible acabar con todos, pero... ¿con los "Ly"? Eso es fácil y tras una nueva "Arma" adquirida recientemente en una misión, ahora se que es posible acabar con todos... Pero no dudo en que rechazaréis mi oferta, preferís pedir clemencia a los "Ly", por lo que hoy, me desharé de los hermanos "Cossyr" quienes han aceptado la oferta de acabar con vuestro sufrimiento, eso demostrará que soy capaz y que voy en serio...
Hombre 3: No te ofendas Mako, sabemos que eres un profesional, pero creo que esto te viene grande...
Mako: Por eso disfrutaré cuando vengas a mi puerta... -Se levanta- Me voy, hablaremos mañana... Seguro que habéis cambiado de opinión...

Tras esa conversación, cogí mi americana, me la puse y salí ¿Ha donde? Claramente a prepararme para mi primer paso como dueño de mi "familia" de mi pequeña empresa. Dos horas más tarde entré en la pequeña tienda de "Sr. Meloso" que en realidad era una tapadera de los hermanos "Cossyr" dos mercenarios con un pequeño nombre en este mundillo, sus nombres estaban al nivel del mío pero ellos contaban con la ventaja de ser cuatro por lo que siempre tenían mejores trabajos... Tras mi encuentro con Morgoth ellos no son más que miseros insectos bajo la suela de mi zapato...

Entré en la tienda, habían dos personas, un hombre y una anciana, el hombre estaba mirando los pequeños cajones de plástico con diferentes cucherías, caramelos, chocolates, la anciana estaba pagando al hermano más pequeño de los cuatro, berri a berri... Por la cara del dependiente llevaba una eternidad pagando...

Era un día nublado en una isla desconocida, había llegado ahí por pura casualidad; la idea de haberme quedado dormido en un barco que no conocía probablemente no había sido la mejor decisión que pude haber tomado. El puerto era gris y un mar de gente caminaba de un lado a otro, parecían no tener tiempo de detenerse, ni siquiera para saludarse los unos a los otros. . Construcciones grises enormes adornaban la vista del puerto, varias chimeneas en la cima de estas soplaban cantidades enormes de humo, los hombres que se movían como un río usaban en su mayoría botas negras y un pesado overol, a lo lejos se podían ver construcciones aún más grandes. Vaya, debemos estar en una zona industrial, pensé. Seguí caminando mientras exploraba la enorme playa de concreto, todo lucía exactamente igual, parecía que las fabricas querían consumirte y atraparte en su paisaje gris. Busqué en mi bolsa de dulces, tomé una paleta de cereza, la desenvolví y comencé a saborearla, el panorama no pintaba bien, me sobraban apenas un par de caramelos y no de muy buen sabor.

-Disculpe- me acerqué a una damisela que corría por la playa de concreto. -¿Podría  indicarme donde encontrar postres tan dulces como usted, preciosa?- La chica no parecía ser ni siquiera dueña de su propio tiempo y me hizo señas extrañas con las manos. Un poco desconcertado por su estilo de vida, me despedí de aquella belleza, traté de seguir sus instrucciones y me adentré a la jungla de concreto.

Tras caminar una decena de minutos di vuelta en un callejón habitado por una pequeña cantidad de roedores y un gracioso minino color blanco, casi gris por toda la suciedad en la que se revolcaba, encontré un anuncio muy colorido aunque algo oxidado que indicaba el negocio de la venta de dulces. Si bien, la higiene y la producción de aquellos caramelos podría ser dudosa, mi reserva de dulces estaba por agotarse.  

-Buenas- dije al encargado de la tienda mientras observaba todos los tipos de dulces que había en los anaqueles. -Me gustarían cinco paletas de estas, diez caramelos de estos y también.

-En un momento estoy con usted. Dijo el despachador con notable hartazgo ya que una anciana estaba pagando muy lentamente su compra.

No me molestaba esperar, además la anciana parecía una persona muy dulce y ni modo de hacerla a un lado; mientras buscaba en mi bolsa pude darme cuenta que apenas traía un par de moneadas conmigo, no sabía si sería lo necesario para cubrir mis golosinas y le dirigí una sonrisa incomoda al despachador. La puerta se abrió y entró un sujeto con la cabeza tan lisa que reflejaba la poca luz de la tienda, detrás de él entró el pequeño gato tuerto de hacía un momento y le saludé, al gato.

La espera estaba siendo ya considerada eterna, la vieja había comprado suficientes caramelos para darle una sobredosis de azúcar a su nieto pero solo traía monedas de berrie, si seguía así me iba a salir barba y a mi el pelo no me queda nada bien. Me acerqué al mostrador y amablemente puse unos billetes sobre la mesa suficientes para pagar lo de la anciana y lo del otro cliente
Mako: Señora, es su día de suerte, es la compradora número un millón, usted y usted -Dijo refiriéndose al segundo cliente- Tienen sus caramelos gratis, la semana que viene se enmarcará una foto con su cara señora y recibirá una bolsa de chicles variados de sabor como recompensa extra

La mujer, más feliz que una perdiz salió contenta por lo que acababa de ganar, una pena saber que la semana que viene recibiría una decepción al ver la tienda cerrada. Esperé a que el segundo cliente cogiera las cosas y se marchara pero mientras él estaba a la suya yo podría ir adelantando
Mako: ¿Están tus hermanos? Tengo algo que hablar con vosotros
Facuncio: No, no están, han ido a comprar unas cosas que nos hace falta, ya sabes, donde Miles y Clarens

Sonreí, Facuncio era el que menos experiencia tenía en estas cosas, tendría que haber preguntado antes, que necesitaba de ellos, pero no, me dijo sin darse cuenta que estaba solo, donde estaban sus hermanos y que habían ido a hacer. Miles era un vendedor de armas, Clarens vendía información, claramente se estaban reabasteciendo tanto de datos como de munición para ir a por mis futuros chicos
Mako: Está bien, ¿te importa que espere?
Facuncio: ¿De que quieres hablar?
Mako: Esperaré, necesito preguntaros algo a los cuatro
Facuncio: ¿Sobre la familia Lister? Últimamente hablan mucho de ti

Mi cara cambió, sabía que mi cabeza tenía un precio para ellos, pero las palabras del dependiente dejaban claramente el dato de que ya era la comidilla del barrio
Mako: ¿Insinúas que os estáis pensando ir a por mí? Os recuerdo que os he salvado el culo en más de una ocasión...
Facuncio: No seas hipócrita, tú eres un perro de presa, si te mandasen ir a por nosotros, lo harías sin dudar...


La cosa se estaba poniendo tensa, observé claramente que la mano de Facuncio cada vez estaba más cerca del borde del mostrador, claramente tenían un arma bajo la mesa ¿Estaba pensando en dispararme? No me podía permitir vacilar, era el más inexperto pero también era un asesino, apretaría el gatillo sin pestañear... Una lastima. Rápidamente metí mi mano derecha en el interior de mi americana, Facuncio reaccionó asustándose, me miró con los ojos bien abiertos, la mano del vendedor de dulces pasó por debajo del mostrador pero ya era tarde, mi diestra ya tenía  el cuchillo, lancé el frío acero contra él, se clavo en su cuello lo que hizo que la victima se llevara las dos manos a este, con agilidad salté el mostrador y le arreé una patada en todo el pecho para alejarlo del arma, una vez al otro lado de la barra, saqué el cuchillo que le clavé en el cuello y lo volví a hundir en sus carnes pero esta vez a la altura de su corazón, dejando que agonice unos instantes para luego sacar nuevamente mi arma...
Mako: Te faltaba tiempo para ser algo... Una lastima...

Mientras agarré un trapo para limpiar la sangre caí en la cuenta... ¿Se había ido el cliente?

Aquel sujeto de calva reluciente entró gritando que habíamos ganado nuestras compras gratis, la señora era la compradora un millón y no sé cuánto o algo así decía ese hombre. La señora salió lentamente; yo, por el otro lado, me quedé en la tienda llenando mi bolsa de dulces. Caramelos, paletas. bombones. chocolates, chicles, todas la golosinas que podía agarrar con mis puños, los dulces eran gratis y yo, evidentemente, debía de tomar provecho de semejante situación. El pequeño gato tuerto se acercó a mí, saltó encima del anaquel y comenzó a ronronear, parecía que tenía algo de hambre por lo que abrí un chocolate y le di la mitad. -Meowww- me agradeció. Me quedé mimando al felino por unos momentos más hasta que se escuchó un gran desorden en el mostrador de la dulcería. La escena era horrorosa: aquel calvo bondadoso, que quizás no lo era tanto, estaba sacando un cuchillo del corazón del dulcero... ¡del dulcero!

¿Cómo alguien podría hacerle daño a un dulcero? En mi opinión la gente que vende dulces debe ser la más, digamos, dulce. El gato también presenció la escena y comenzó a erizar su cabello, parecía que al lindo felino tampoco le había agradado para nada que hubieran asesinado al señor de los dulces. -Tranquilo tuertito, lo tengo en mis manos- le susurré al minino mientras acariciaba su cabeza. Desenvainé la espada, la alcé y tomé una postura defensiva.

-¿Quién eres y por qué has matado al dulce dulcero?-  Dependiendo de la actitud del sujeto podría tener que pelear, aunque prefería no hacerlo.

Pues sí, el cliente aún seguía en el local... Maldito Facuncio, si no hubiera sospechado y llevado la mano al mostrador, quizás seguiría vivo tanto él, como el cliente. Para mi desdicha el cliente desenvainó la espada, su pose indicaba protección, pero eso me hacía pensar que no era un don nadie con un arma, ¿Cazador? ¿Mercenario? Por sus ropas y los caramelos que sobresalen de todos sus bolsillos diría que Pirata o mercenario, pero en esta isla... Mercenario, me decanto más por ese hecho
Mako: ¿Dulce? Facuncio era muchas cosas pero no dulce... Se jactaba de su forma de arrancar las uñas cuando necesitaba información de alguien y de clavar pequeñas agujas en las encías, si tuviera que describirle con una palabra, no sería dulce.. Y por cierto, aún está vivo...

Era cierto, aún estaba ahogándose al no poder respirar bien, pero entre la asfixia y la hemorragia del pecho le quedaban pocos segundos. Abrí la caja registradora, cogí los pocos billetes que había y los dejé sobre el mostrador
Mako: Bien, este dinero es tuyo, no es mucho pero da para una buena comida, llévate lo que quieras de aquí y ¡oh! Se me olvidaba, esto...

Como el que no quiere la cosa pasé el cuchillo a mi izquierda y llevé mi mano derecha al interior de mi elegante americana, para con total tranquilidad sacar el revolver y apuntar al cliente
Mako: No quiero ser mal educado, pero tengo que decir que has desenvainado primero. Tengo unos asuntos con los tres hermanos restantes que faltan, asuntos típicos de esta ciudad, así que, ¿Por qué no haces la vista gorda y te vas? Tienes el dinero, tienes los caramelos, pero irán a por mi, así que podría llamarse el robo perfecto

No sabía cuanto tiempo tenía pero quería preparar toda la tienda para cuando vinieran los otros tres hermanos, a ser posible de forma que cayeran de uno en uno y este tipo podía romper ese plan. Si ahora mismo le disparara, el ruido alertaría a la gente, si le doy entre ceja y ceja, no me daría tiempo a limpiar la tienda y los otros objetivos se darían cuenta, se marcharían e irían a por mí cuando menos me lo esperase, así que disparar no era una opción, pero eso él no lo sabía... ¿Se iría?
Mako: No tengo asuntos contigo, así que no tengo nada contra ti, no me conoces pero tengo bastante palabra, no te pienso disparar por la espalda, me da igual que me hayas visto así que no iré a por ti, lo único que necesito es que te vayas y tu has conseguido azucar y dinero gratis, todos ganamos...

En esta ciudad solo había gente del bajo mundo, supongo que es una oferta más que tentadora para cualquier rata de esta isla

Aquel sujeto no había tomado nada bien que hubiera desenvainado mi espada y me apuntó con su pistola, además de dejarme algunos berries en la mesa del mostrador, a simple vista no parecían muchos. -... ¿Por qué no haces la vista gorda y te vas?...- Aquel calvo parecía estar mucho más informado que yo, también había dicho que el dulcero era al parecer un integrante alguna organización criminal, podría ser cierto, esas organizaciones suelen cargar con un montón de plata encima. Como lo veía, tenía tres opciones: la primera era tomar el dinero y los dulces e irme de ahí; la segunda era arremeter en contra de él,  pero lucía bastante fuerte y podría hacer un revoltijo que acabara hiriendo al gato, así que prefería evitarlo; la tercera, que me parecía mejor...

-¿Esos hermanos tienen mucho dinero?-  le dije mientras bajaba lentamente mi espada, el hombre no parecía decidido a matarme, así que confié en mi instinto y traté de mantener una posición neutra con él. -Podría no parecerlo, pero soy un guerrero bastante habilidoso- seguí hablando y recorriendo la tienda de dulces zampándome todos los dulces que pudieran caber en mi bolsa, tomé el fajo de billetes que el calvo había dejado ahí.

-Encargarte de ellos no debe ser tarea fácil, ¿qué tal si te doy una mano?- dije mientras seguía dando vueltas por la pequeña tienda. La tercera opción era mucho más llamativa, si al final resultaban siendo una organización con bastante dinero y ayudaba a cargársela, unos cuantos berries no le caerían nada mal. -¿Bueno, nos ponemos en marcha?- le dije mientras acariciaba al dulce minino sin un ojo.

Quien lo iba a decir, ¡Mercenario! esta gente no era de fiar pero en este caso en concreto podía tomarme la libertad, solo pedía más dinero por "reclutarlo" para la misión, lo que claramente significaba una oportunidad más para mi en esta misión, ¿Podría acertar al contratar a terceros para misiones necesarias? Creo ser consciente que mis nuevas capacidades dan para acabar con los otros tres fácilmente, por lo que podría ser un buen entrenamiento a futuro, mi victoria está al setenta por ciento garantizada aún que este hombre me traicione...
Mako: Interesante, no es extraño que en esta ciudad se encuentren oportunidades como esta tanto para ti como para mi, yo obtengo ayuda y tu dinero no me parece un mal trato... Para hacerlo oficia. Soy Mako, se que esta tienda es su escondite y lo guardan todo aquí, han ido a comprar cosas para un contrato que tienen que realizar pero se que esta semana han cumplido dos, así que debe haber dinero. Ellos vendrán aquí, por lo que solo hay que esperar, si quieres registra el lugar hasta su vuelta, es todo tuyo. Dejaré la tienda abierta para que cuando vuelvan no sospechen, si puedes quedarte por aquí estaría bien, si no ven a su hermano pero un cliente sí, pensarán que está en el almacén... Yo me quedo aquí detrás, controlando la puerta principal y la trasera que puede ser por donde entren...

El contrato que tenían que realizar era matarme a mi, supongo que comprarían armas y quizás algún explosivo pero no sabía cuanto invertirían en mi ejecución, me coloqué detrás de la puerta de la trastienda, para observar las dos entradas, la puerta abierta para seguir hablando con el muchacho y atento a todo
Mako: Son tres hermanos más, dos de ellos usan pistola, el tercero es un esgrimista bastante hábil, supongo que ese será el indicado para ti, tiene le pelo corto y blanco, los otros dos, uno pelo corto y negro, el restante largo y rubio. No te confíes son asesinos, que no te engañen, te matarán ya que seguro pensarán que me ayudaste con el cuarto hermano que ya no está con nosotros...

Efectivamente, había dejado de convulsionar, toser sangre y su corazón ya no se movería más

El trajeado había aceptado no sin antes habérselo pensado unos segundos, no lo culpaba, momentos antes había empuñado mi espada en su contra, incluso había corrido con suerte de que el incidente no hubiese escalado a algo muy grave. El calvo me explicó un poco más acerca del tema, al parecer esperábamos a una triada de hermanos, que al darse cuenta que su hermano había pasado a la vida eterna no estarían nada contentos. El plan era sencillo: esperar a que llegaran y pretender que no había pasado nada, aunque sería algo complicado si vieran toda la sangre que había salpicado el mostrador.

-¿Te echo una mano con la limpieza del lugar?- le dije mientras le enseñaba las manchas de sangre y los dulces en el suelo. -Sólo que por eso te cobraré unos berries más- agregué con una sonrisa sarcástica.

Al examinar más a fondo la dulcería me di cuenta que yo había vaciado varios de sus anaqueles, así que decidí entrar al almacén para llenarlos; no parecía que mucha gente frecuentara esa tienda, por lo que sería raro que la encontraran con tan pocos dulces. Decidí entrar al almacén para reabastecer la tienda, pero para sorpresa mía en la bodega había más armas y fajos de billetes que dulces, las cajas de municiones se contaban por decenas mientras que las de caramelos eran apenas cinco. -Vaya que no se preocupan por la atención al cliente en esta dulcería- dije para mí mismo. Tomé varios fajos de billetes, los guardé en mi bolsa y regresé a la tienda principal para rellenar los estantes medio vacíos.

-Meoooowwwwww- el gato comenzó a maullarle a la puerta, parecía que alguien estaba llegando a la tienda, así que me puse en papel y empecé a mirar los dulces del anaquel, había pasado por alto unas gomitas de cereza que se veían buenísimas, terminando este asunto tendría que llevarme al menos un puñado. La puerta se abrió y dos sujetos trajeados entraron a la dulcería.

-Buenas tardes- saludé. Había un ligero problema, la apariencia de esos dos sujetos no encajaba para nada con las que me había proporcionado mi cómplice. Aunque algo era cierto, no parecía que ese par fuera necesariamente amante de los dulces.

Hombre 1: ¡Facuncio! ¿Donde estás? Hemos venido a cambiar los Aka-caramelos...
Hombre 2: Si queréis ir contra el calvo necesitaréis las armas...
¿Ha dicho calvo? Me ha llamado calvo, ¿Lo habéis oído verdad? No ha sido imaginación mía, ¿ese hijo de un engendro entre un orco y un cíclope me acababa de llamar calvo? No dudé en salir por el umbral de la puerta del almacén y apuntar al que había proferido el insulto con tanto desprecio, disparé tan rápido y fácil como aquella persona que está sola y se tira un pedo con ganas que llevaba aguantando unas dos horas en una reunión de trabajo... Pasó al instante a mejor vida... El ruido ensordecedor, el fogonazo, la victima cayendo al suelo y la cara de sorpresa del compañero fueron algo exquisito, pero claro, no podía pararme ahí, di un paso más y disparé a la rodilla del que quedaba en pie

Hombre 1: ¡Ahhh! ¿¡Tú que diablos haces aquí!?
Mako: La pregunta es, ¿Me vas a contar que tratos tienes con estos cuatro?
Hombre 1: Ni muer... ¡¡Espera. espera!! Solo traíamos un encargo ¡De verdad!
Mako: ¿De quien?
Hombre 1: De los "Ly" ¡No se nada m....

¡BANG! Un disparo más entre ceja y ceja... Bien ahora tenía un problema y un objetivo, dos por uno, mira que fácil ha sido. Abrí el tambor de mi revolver, dejé caer los tres casquillos sobre el mostrador y agarré tres balas para reponerlas, mi chaqueta estaba llena...
Mako: Bien, lo de hacer como si nada, no es una opción...

Claramente, dos muertos y tanta sangre no iban a desaparecer como por arte de magia, pero aún que se me había chafado un poco el plan, tenía algo mejor, sabía que los "Ly" iban a por mí, por lo que lo más fácil era ir a por ellos primero, serían los primeros, que privilegio...
Mako: ¿Lo intentamos limpi...

No pude acabar la frase cuando de pronto una lluvia, sí, sí, podría llamarse así, una lluvia de proyectiles entraron por el escaparate de la tienda, dos tipos desde fuera empezaron a disparar de pronto contra nosotros. Me oculté tras la pared, cruzando nuevamente el umbral de la puerta
Mako: ¡Muchacho, cúbrete!

No sabía si eran los hermanos pero alguien nos estaba acribillando, ¿Seguiría vivo mi soldado reclutado? Por lo que pude deducir, eran cuatro armas, disparadas de forma descontrolada, ni siquiera intentaban apuntar, denotaba rabia...
Mako: Puede que esos sean los hermanos, tienen dos revolver cada uno, disparan seis balas con cada arma, luego recargan, aún no se intercalan para disparar todo el rato... Ten cuidado... Ha todo esto ¿Estás vivo?

No habían pasado ni cinco segundos cuando a uno de los sujetos recién llegados se le ocurrió llamarle calvo a mi cómplice. El trajeado salió eufórico y le metió un balazo fugaz al que había osado llamarle así. -Menos mal no se me ocurrió llamarle calvo, sabrá Dios qué desenlace habría tenido este encuentro- pensé para mí mismo. El compañero del recién finado no tardó mucho en unírsele, otro disparo justo en su frente. Todo el piso estaba encharcado de sangre y los dulces salpicados de entrañas y sesos, la operación en cubierta parecía un poco más difícil con la nueva situación. Mi cómplice estaba por formular una pregunta cuando una ráfaga de balas entró por la dulcería, inmediatamente volteé a ver al minino de un sólo ojo, lo tomé en mis brazos y me lancé al piso mientras que las balas perforaban por toda la tienda.

-... a todo esto, ¿estás vivo?- dijo mi cómplice tras terminar su explicación. Vivo claro que estaba, pero... comencé a sentir como un baño de agua caliente en mi brazo izquierdo, seguido de una sensación de calor intensa en mi hombro izquierdo,  una de las balas había alcanzado a rasgar una parte de mi hombro, afortunadamente no había impactado de lleno, pero el dolor comenzó a aflorar.

-Todo está bien- señalé el tragaluz que estaba encima de nosotros. -Voy a saltar encima de uno de ellos, aprovecha para cubrirme y eliminar a los que resten- agregué. Haciendo gala de mi agilidad, salté a través del tragaluz con gato en brazos y llegué a la azotea de la dulcería. -Aquí te quedas tú pequeño, no tengo mucho tiempo antes de que vuelvan a arremeter contra el negocio- le dije al pequeño felino mientras lo dejaba en la azotea.

Desenvainé ambas espadas y corrí hasta el final del techo para lanzarme contra los matones. Para mi sorpresa, eran cuatro matones sin mucha gracia que, de nuevo, no encajaban con el aspecto de los hermano dicho por mi compañero trajeado. Lancé mi espada derecha cuando caía de la azotea y la clavé fulminantemente sobre el pecho del primer enemigo, en seguida lancé un tajo con la mano izquierda al que estaba más cercano a mí, pero por el dolor en el hombro sólo pude alcanzar a cortar su mano, al menos lo había desarmado. Esperaba que mi cómplice ya tuviera su dedo en el gatillo porque los otros dos sujetos me estaban apuntando ya.

La idea del muchacho no era mala, me parecía arriesgada pero necesaria y posiblemente útil, por lo que no me quedé atrás, en cuando empezó a moverse apunté hacia los enemigos y disparé una salva a lo loco de seis balas, ¿Solo seis? Sí, llevaba un revolver no una metralleta. Cuando empecé a disparar la salva de los enemigos se detuvo momentáneamente, luego prosiguió, pero fue suficiente para que el chaval consiguiera ascender por el tragaluz.
Tenía que decir a favor del muchacho que le había puesto huevos al asunto, mientras recargaba escuché el "clock, clock" de sus pisadas, ¿Iba corriendo? mis sospechas se afirmaron cuando le vi caer sobre uno de ellos, no solo yo estaba sorprendido, ellos también, lo que aproveché para cerrar el tambor de mi arma y apuntar... Si fallaba mataba al chico, si apuntaba bien, salíamos todos contentos, menos los muertos pero esos no importan. Apunté por encima del chaval y disparé, cayó el primero con un disparo en el cuello, luego volví a disparar, el segundo recibió el tiro en pleno pecho pero no pareció ser fulminante por lo que apreté el gatillo por tercera vez para dejarlo caer redondo al suelo. Solo que daba el desarmado, suficiente para preguntar que diablos estaba pasando...

Iba a salir cuando de pronto noté un frío hierro en la nuca... ¿Como había llegado hasta ahí?
Miles: Es mi tienda y somos asesinos, ¿En serio no has pensado que habría otra entrada por si las moscas? Me decepcionas Mako, pensé que eras mejor...
Mako: Ha sido una entrada triunfal... Y a esto... No se si llamarlo tienda...

Si alguien observaba se podría ver como la tienda estaba totalmente destrozada, llena de agujeros y con todo por el suelo, sangre, caramelos, de todo... Alcé las manos sin soltar el revolver
Miles: Te quedan tres balas... Las he contado...

De pronto por detrás de Miles aparece otro de los hermanos apuntando con sus dos armas a mi cara
Remild: Te has pasado Mako, te has cargado a nuestro hermano pequeño... No solo vas a morir, si no, que sufrirás...

Amenazó, pero no era yo el único en peligro, en la calle estaba el tercer hermano, el grande, con su espada en mano desenvainada y apoyada sobre el hombro derecho, se acercaba lentamente al muchacho
Doroteo: Muy bien, ¿Dos espadas? Me gusta, veamos como te mueves "enclenque"...

La cosa pintaba bastante mal para los dos

Los dos matones armados cayeron en un abrir y cerrar de ojos gracias a la excepcional habilidad con las armas de fuego de mi cómplice. El primero con un agujero en el cuello, el segundo con dos impactos en el pecho se ahogaba en su sangre; el tercero, sin un par de dedos debido a mi ataque anterior, se agarraba la mano mientras me miraba con temor, empuñé fuertemente mi espada y solté un tajo directo a su garganta.

-Hombre, tú me has disparado primero, no es nada personal- le dije mientras agitaba mi espada para limpiar la sangre.

-Tampoco deberías tomártelo personal tú, al final de cuentas se han cargado a mis hombres- por mero instinto levanté mi espada derecha al mismo tiempo que di un salto para alejarme de aquella voz misteriosa.

Sonó el chocar de los aceros entre nuestras espadas. Aunque había logrado evitar la mayoría del corte, no había escapado de todo el daño, la punta de su arma alcanzó mi costado derecho y tenía un corte ahí. Volteé rápidamente para ver a mi enemigo, pelo corto y blanco, justo como lo había descrito el trajeado. Tomé una postura más defensiva y levanté mi espada derecha, estaba algo herido y el espadachín que tenía enfrente no parecía nada tonto.

-Bueno, bueno, por fin se han dignado a mostrarse los invitados de esta fiesta- dije con suma confianza, aunque comenzaban a aparecer los estragos de los cortes.

El peliblanco acometió contra mi con un gran corte vertical que pude bloquear a duras penas con mi espada izquierda. Sentí punzar la herida. Mi enemigo soltó un tajo con mayor fuerza nuevamente hacia mi flanco izquierdo, esta vez me protegí con ambas espadas, aunque su ataque fue tan potente que sufrí de un retroceso. Aprovechando la ligera distancia que se había formado entre los dos, preparé mi segunda postura.

-¡Croissant!- pregoné mientras lanzaba mi técnica.

El primero tajo en media luna que lancé, fue repelido sin mucha dificultad por mi oponente; tomando el impulso de mi primer corte di un giro en el aire y solté el segundo corte que impacto de lleno en su espada. Volvió a sonar el chirrido de los aceros, ninguno planeaba ceder un sólo centímetro. Por un segundo, mientras chocábamos nuestras espadas alcancé a ver de reojo a mi compañero trajeado, estaba siendo apuntado por los otros dos hermanos.

No era de mi agrado la apariencia que tomaba cuando usaba "eso", resultaba poco estético al ojo humano una figura así, pero quizás era momento de utilizarlo...

Una maliciosa sonrisa se hizo presente en mi cara, no era de locura transitoria, no estaba desafiando a la muerte, sabía a ciencia cierta que solo podía ganar yo. Ya podían trinchar como a un pavo en navidad al espadachín de la buena idea con el tragaluz que aún así ganaba yo, aún con diez hombres más, era lo magnifico de las frutas del diablo, te convertían en un monstruo, comparable a saber en todo momento las cartas de tus oponentes cuando juegas al poker, trampa pura y dura...
Mako: Podemos hablarlo, claramente os pagaré por dejarme vivir un día más...
Remild: No solo los "Ly" y los "Lister" te buscan, hay más gente, cabreaste a tus compañeros de profesión al ir por ahí robando encargos, cabreaste a las grandes familias, con los "Ly" la verdad que cruzaste la linea cuando dejaste morir a su hijo...
Mako: No lo dejé morir, la "camelia" se encargó de él, no pude hacer nada...
Remild: Sí, morir...

De pronto giré rápidamente, las armas de los dos sujetos salieron volando, podrían pensar que les desarmé hábilmente, pero lo que en realidad pasó fue un pequeño pulso electromagnético, usando la habilidad de repeler todo lo imantable de mi fruta alcé las armas al techo y luego las dejé caer... Se quedaron algo absortos por lo que pude reaccionar a tiempo, disparé una de las balas a la pierna derecha de Miles, Remild solo pudo lanzarse contra mi y apreté el gatillo a boca jarro disparando en pleno pecho, cayó inerte.
Mako: Bien Miles, necesito un favor, necesito que me cuentes lo que sepas de "Solis" se que trabajastéis con él, también se que me esta buscando y que es bueno, muy bueno, me gustaría...
Miles: Pudrete

"Bang" disparé, había visto mis habilidades del diablo y no me iba a contar mucho, por lo que era una perdida de tiempo seguir intentandolo. Asomé el pescuezo fuera de la tienda para ver como iba mi compañero mientras recargaba el arma. La conversación de antes era por si descubría algo más, pero no me aclararon nada que no supiera... Ahora sí, ¿Seguía vivo mi compañero?

Repelí el ataque de mi enemigo, le lancé una patada y di dos saltos hacia atrás para mantener mi distancia, él también retrocedió para replantear su estrategia. Ese era mi momento. Mordí mi labio, lentamente sentí un escalofrío por todo mi cuerpo y parecía que una enorme carga de adrenalina recorría cada gota de mi sangre. La transformación siempre se sentía como una enorme sacudida, en los pocos instantes que dura la transformación pude ver el terror  impregnado en la cara del peliblanco.

-Parece que has visto un fantasma- dije mientras enseñaba mis colmillos. -Bueno, es que prácticamente estás viendo uno, me disculpo- agregué entre risas.

Bien, la fuerza brindada por el poder de mi fruta era, a mi parecer, abrumadora. Mi fuerza, velocidad y resistencia aumentaban bastante, incluso ganaba zarpas filosas y unos dientes que parecían perfectos para arrancar una cabeza. Aún no estaba del todo familiarizado con las habilidades de mi akuma no mi, tener el cuerpo más grande y pesado me resultaba extraño, aún pensaba que ese no era del todo mi propio cuerpo. Volteé a revisar al hermano peliblanco, seguía con la misma cara de incredulidad, parecía que el miedo había conseguido apoderarse de él ya que no daba indicios de querer atacarme.

-El poder de las frutas del diablo es increíble, aunque creo que mi ryu ryu no mi es la mejor de todas. Es el modelo baryonix, ¿a qué mola mucho que sea de un dinosaurio, no lo crees?- seguía hablando mientras el hermano cagado de miedo sólo asentía.

Empuñé con todas mis fuerzas la espada de mi mano derecha y lancé un tajo potentísimo que impactó de lleno contra su brazo izquierdo. Una cascada de sangre, su brazo volando por los cielos salpicando aún más sangre por toda la banqueta. Cuando el brazo cayó al suelo, incrédulo el matón gritó de dolor.

-Lo siento, lo siento, te prometo que apuntaba a tu cabeza, sólo que aún no me acostumbro a ser mitad dinosaurio- agregué mientras sacaba la lengua y hacía una mueca de inocencia. -Bueno, esta sí es la vencida, no lo tomes personal.

Con el brazo izquierdo, ese mismo que sus hombres habían herido, lancé el segundo corte. A mitad del ataque pude ver unas muecas retorcidas en mi enemigo, entre una sonrisa de incredulidad y lagrimas que parecían llevarlo a la locura. Fulminante, así describiría el segundo tajo. La cabeza del matón cayó sobre la banqueta y su dulce cabello blanco comenzó a tornarse carmesí por toda la sangre que derramaba. -Meh, creo que pude haberlo derrotado sin necesidad de esta forma- dije para mí mismo. Mi cómplice el trajeado, lo había olvidado en el frenesí de mi ataque, giré la cabeza preocupado... Qué va, el trajeado había logrado salirse con la suya, parecía un calvo muy confiable.

-¡Trajeado!- grité para llamar su atención. -¿Podemos reclamar todo el botín ahora?

Un pequeño detalle, había olvidado desactivar mi transformación. Esperaba que el trajeado no se sorprendiera por mi apariencia, ¿qué más da que mi cuerpo estuviera lleno de escamas moradas, mis enormes garras, la cola y los veinticinco centímetros que ganaba en esa forma?

Maldita mariposa del infierno (Dorito) desde que la conocí el mundo se volvió aún más loco, nunca me había cruzado con un usuario de akuma no mi y ahora resulta que brotan por todos lados como setas, quizás me envenenó y no existían las akumas, simplemente estaba teniendo alucinaciones en mis combates, cosa que en parte me daba igual por que aún seguía vivo. Observé como ese tipo del tres al cuarto, que yo creía más de relleno que como personaje original, se transformó fugazmente en un lagarto enorme, como aquél tipo... ¿Como se llamaba? ¿Yor? Ese que decía ser el futuro rey capitán de los piratas o yo que se que cosa... Él también se transformó, pero este era una lagartija con alas de mariposa, en comparación con él, este chico imponía más en su forma animal...
Mako: Chico caramelo, ¿Estás bien?

La cosa parecía haber acabado, la verdad que la escena parecía una escena de película gore, gente con disparos, otros decapitados, lo cierto es que la idea de quedarse con la tienda ya no era viable, es más, después de atacar a unos compañeros no creía que vivir aquí estuviera a mi alcance...
Mako: Será mejor que nos vayamos, la seguridad de la isla, otros competidores o cazadores vendrán en seguida y creo que por hoy yo ya he tenido suficiente... Saquea lo que quieras, se que hay dinero aquí escondido, es todo tuyo, dinero y lo que quieras coger... Por otro lado, tu akuma es interesante si necesitas dinero y te gustaría trabajar en el bajo mundo, búscame, me llamo Mako, soy un don nadie pero en esta ciudad se me conoce...

Había que mantener la mente sosegada pero por dentro, por muy chulo que fuera, sabía que correr era lo mejor que podiamos hacer, si todos los maleantes, mafiosos y demás venían a curiosear, para mi se volvería peligrosa la situación. Atacar a unos compañeros de profesión era cuanto menos una declaración de guerra para todas las familias, era como decir "Aquí estoy yo y vengo a por vosotros" que era lo que buscaba, pero poco a poco...
Mako: Eres bueno, me acordaré de ti caramelo-boy

Tras eso, empezaría a caminar para salir por la puerta de atrás y poder escaquearme de toda esta situación

Noté la cara de sorprendido de mi cómplice el pelado, al menos no había ninguna chica que hubiese contemplado mi transformación a dinosaurio, dilas gracias porque una apariencia así arruinaría mi reputación con todas las chicas de la isla. Deshice rápidamente mi transformación, adiós a la cola, las garras y las escamas, hola de nuevo a mi apariencia de siempre, di un pequeño salto de victoria y sentí aún el dolor de las heridas anteriores, aunque al menos habían dejado de sangrar. El callejón había quedado con muchos charcos de sangre y con cincos cadáveres casi apilados y la tienda ni hablar, estaba hecha un desastre, todas la ventanas rotas y de igual manera llena habitada únicamente por cadáveres y manchas de sangre, no creía que fuese posible limpiarla ya.

-Me parece una gran idea, voy a tomar todos los fajos de billetes de la bodega- le dije mientras movía un poco mi hombro para aclimatarlo a las héridas. -Creo que olvidé mencionarlo, mi nombre es Prometio, un placer. -Agregué con una sonrisa.

Tampoco era de mi completo agrado ser perseguido por un centenar de matones que habitaban esa isla, probablemente sólo tuviera un par de minutos antes de que se descubriera toda la escena del crimen y la gente viniera a husmear. Mi compañero trajeado se adelantó para salir por la puerta trasera mientras se despedía.

-Ha sido un placer trajeado, si tienes otro trabajo que pague bien házmelo saber- le respondí mientras ondeaba mi mano de un lado a otro, despidiéndome.

La dulcería estaba hecha un completo desastre y la mayoría de los dulces se habían estropeado por la ráfaga de balas y los charcos de sangre, pude rescatar una cantidad considerable de caramelos, aunque no tantos como había tomado en un principio. En la bodega, debajo de una pesadísima caja repleta de munición se encontraba un compartimiento con un montón de billetes, busqué entre todas las cosas del almacén y encontré una gran maleta, suficiente para guardar los dulces y el montón de berries que había hurtado.

Salí de igual manera por la puerta trasera, vi bajar de la azotea al pequeño gato tuerto al mismo tiempo, volteó a verme y soltó un ligero maullido. Siguió su camino como el buen gato callejero que era. -Espero que encuentre una carnicería donde le alimenten con carne de primera- dije para mí mismo viendo al gato desparecer entre los edificios. ¿Qué pasó conmigo? Al igual que el felino, seguí con mi aventura, aún sin un rumbo fijo, como todo un gato... no, más bien como todo un dinosaurio callejero.