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¿Cuánto tiempo llevábamos en aquella maldita villa? ¿ Tres semanas, puede que cuatro?. Era medianoche.No tenía ni idea la verdad y eso era algo que me encantaba. Mis marineros y yo habíamos atracado la fragata en ese tiempo en la pequeña cala cercana a la ciudad de Mock Town. Nos habíamos montado el campamento en la playa de dicha cala y mis veinte marineros estaban celebrando y comiendo. No sé cuantos barriles nos habíamos bebido ya y tampoco sabía cuantas raciones de comida nos habíamos tragado, pero ellos estaban felices, allí, todos junto al fuego, con un buen ambiente y el ruido de la villa de Mock a apenas un kilómetro. Shaggy, mi artillero se levantó del suelo arenoso hasta colocar sus manos en la cintura y mirar para la ciudad.
-Muchachos, la cerveza se está volviendo a acabar, creo que dos de vosotros tendréis que venir conmigo a por más. Por cierto, y la ¿capitana?.
Fue entonces cuando un estruendoso grito, agudo y chirriantes invadió la zona, provocando que el artillero y toda la tripulación se llevara las manos a los oídos. Algunos marineros cayeron de los barriles donde estaban sentados, otros casi caen a la hoguera y otros se retorcieron en el suelo como orugas por unos segundos. El grito, así como había sonado de repente, se silenció. Y fue en ese preciso momento cuando se escuchó una voz.
-¡Me cago en la puta mar salada!- dije apareciendo de entre las rocas enfadada con la cara roja y los puños de las manos cerrados- Tres putas semanas y solo he logrado esta mierda- concluí pateando uno de los barriles junto a las tiendas de campaña.
Todos alzaron la cabeza, mirándose unos a otros. Si, efectivamente, no estábamos en Mock Town para beber, comer y tirarnos a macizorros...bueno, quizás si pero ese no es el punto. Estábamos allí porque yo necesitaba practicar con mis recién adquiridos poderes. Si, había consumido la Melo Melo no mi, o la fruta melodía...y si, era una cantante de la hostia , pero no lograba canalizar mis ondas sonoras para crear un nuevo ataque, logrando solo un llanto sónico estúpido. Estaba frustrada, lo admito, así que me senté junto al tronco donde estaban los otros.
-¡Dioses, no puede ser tan difícil! Tengo la voz, las ganas, y solo he logrado sacar ese triste sonidito, ¡argggg! -pateé un barril antes de que un marinero me ofreciera una botella de ginebra, la cual empecé a achucar como si fuera un biberón.
-Ummm...capitana, creo que se está excediendo mucho. Yo no diría que es un fracaso ese " sonidito". De hecho, creo que ha sido bastante potente. Y creo también que todos los que estamos aquí estamos deacuerdo.- dijo Shaggy sentándose a mi lado.
Todos empezaron a asentir la cabeza como locos, pero no porque Shaggy tuviera razón, sino porque era verdad que aquel llanto sónico casi les rompe los tímpanos.
-Shag no lo entiendes, llevo casi cuatro semanas en esta isla , día tras día forzándome la garganta como meretriz Toussiana, para lograr un grito sónico preciso. Tengo el grito, pero no tengo todo su potencial, y lo necesito. Si mejoro mi voz todavía más, seré imparable- dije mientras se me iluminaban los ojos ante la mera idea.
-Capitana, Shagg tiene razón, creo que se está excediendo demasiado. No creo que lo esté haciendo mal, es más ¿Recuerda que la primera semana no podía ni lanzar una nota en alto?, y mire ahora, tiene una grito que puede romper los tímpanos- dijo Pete, el cocinero antes de callarse repentinamente al verme a mi cabreada clavándole la mirada. No me había gustado lo que dijo del tímpano, pero al final suspiré porque....tenía razón.
Bebí de la botella como si no hubiera un mañana.
-Me da igual, mañana por la mañana volveré a intentarlo, no pienso salir de esta isla hasta que pueda hacer un grito preciso. De nada me sirve un poder descontrolado. Tsk.
-Tómeselo con calma capitana, ya verá como mañana lo mejora, pero ahora disfrutemos del ron, la compañía y del fuego, y si se ve con fuerzas. ¿ Nos cantaría algo? Sabe que nos encanta escucharla.-volvió a decir Shaggy alzando la jarra de ron.
Suspiré, la verdad es que estaba ya algo cansada, pero la verdad que me apetecía desconectar un poco. Bueno, era hora de cantar.
-Muchachos, la cerveza se está volviendo a acabar, creo que dos de vosotros tendréis que venir conmigo a por más. Por cierto, y la ¿capitana?.
Fue entonces cuando un estruendoso grito, agudo y chirriantes invadió la zona, provocando que el artillero y toda la tripulación se llevara las manos a los oídos. Algunos marineros cayeron de los barriles donde estaban sentados, otros casi caen a la hoguera y otros se retorcieron en el suelo como orugas por unos segundos. El grito, así como había sonado de repente, se silenció. Y fue en ese preciso momento cuando se escuchó una voz.
-¡Me cago en la puta mar salada!- dije apareciendo de entre las rocas enfadada con la cara roja y los puños de las manos cerrados- Tres putas semanas y solo he logrado esta mierda- concluí pateando uno de los barriles junto a las tiendas de campaña.
Todos alzaron la cabeza, mirándose unos a otros. Si, efectivamente, no estábamos en Mock Town para beber, comer y tirarnos a macizorros...bueno, quizás si pero ese no es el punto. Estábamos allí porque yo necesitaba practicar con mis recién adquiridos poderes. Si, había consumido la Melo Melo no mi, o la fruta melodía...y si, era una cantante de la hostia , pero no lograba canalizar mis ondas sonoras para crear un nuevo ataque, logrando solo un llanto sónico estúpido. Estaba frustrada, lo admito, así que me senté junto al tronco donde estaban los otros.
-¡Dioses, no puede ser tan difícil! Tengo la voz, las ganas, y solo he logrado sacar ese triste sonidito, ¡argggg! -pateé un barril antes de que un marinero me ofreciera una botella de ginebra, la cual empecé a achucar como si fuera un biberón.
-Ummm...capitana, creo que se está excediendo mucho. Yo no diría que es un fracaso ese " sonidito". De hecho, creo que ha sido bastante potente. Y creo también que todos los que estamos aquí estamos deacuerdo.- dijo Shaggy sentándose a mi lado.
Todos empezaron a asentir la cabeza como locos, pero no porque Shaggy tuviera razón, sino porque era verdad que aquel llanto sónico casi les rompe los tímpanos.
-Shag no lo entiendes, llevo casi cuatro semanas en esta isla , día tras día forzándome la garganta como meretriz Toussiana, para lograr un grito sónico preciso. Tengo el grito, pero no tengo todo su potencial, y lo necesito. Si mejoro mi voz todavía más, seré imparable- dije mientras se me iluminaban los ojos ante la mera idea.
-Capitana, Shagg tiene razón, creo que se está excediendo demasiado. No creo que lo esté haciendo mal, es más ¿Recuerda que la primera semana no podía ni lanzar una nota en alto?, y mire ahora, tiene una grito que puede romper los tímpanos- dijo Pete, el cocinero antes de callarse repentinamente al verme a mi cabreada clavándole la mirada. No me había gustado lo que dijo del tímpano, pero al final suspiré porque....tenía razón.
Bebí de la botella como si no hubiera un mañana.
-Me da igual, mañana por la mañana volveré a intentarlo, no pienso salir de esta isla hasta que pueda hacer un grito preciso. De nada me sirve un poder descontrolado. Tsk.
-Tómeselo con calma capitana, ya verá como mañana lo mejora, pero ahora disfrutemos del ron, la compañía y del fuego, y si se ve con fuerzas. ¿ Nos cantaría algo? Sabe que nos encanta escucharla.-volvió a decir Shaggy alzando la jarra de ron.
Suspiré, la verdad es que estaba ya algo cansada, pero la verdad que me apetecía desconectar un poco. Bueno, era hora de cantar.
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Jaya era una isla curiosa, conocida como un punto importante de reunión para algunos piratas, sería el primer lugar que visitaría como un pirata hecho y derecho. Quizás no había mejor lugar para darme a conocer al mundo que aquel lugar lleno de criminales y sin ningún tipo de ley que la regulara. Le pedí a KIrara que bajara conmigo del barco, era la bestia menos llamativa de todas, pero al mismo tiempo claro que imponía respeto ver a un sujeto con una tigresa de doscientos kilos, ella gustosamente aceptó y lamió mi mano como muestra de afecto, ya después le dejaría comer algo delicioso.
La embarcación se había quedado en buenas manos, así que caminé sin muchas preocupaciones por las calles del puerto. Una que otra mirada curiosa se posaba sobre mí y Kirara, claro que la tigresa imponía, por supuesto que sí. Con mis espadas bien firmes, las botas bien puestas y un clima fresco debido a la llegada de la noche, llegamos a Mock Town en búsqueda de algo interesante por hacer. Olor a pólvora, manchas de sangre en el piso y muchos gritos que pregonaban algunas palabras que prefiero no mencionar, ese era el verdadero ambiente de un pirata.
Aún tenía que encontrar suficiente equipo para la embarcación. un poco de munición no vendría mal y un poco de comida tampoco, incluso mis dulces comenzaban a acabarse. Entre tantas construcciones de madera, al mero estilo del medio oeste, encontré una gran cantina que lucía algo descuidada. Si algo había aprendido en mis viajes anteriores era que entre más chusco fuera el lugar donde se compra el licor, de mejor calidad sería, era un tipo de ley que se cumplía alrededor de los mares. Me disponía a entrar por la puerta cuando escuché un sonido, más bien como un chirrido o un aullido de dolor, lo que sea que fuese era algo desconcertante: al parecer provenía de la playa, ¿sería algún tipo de animal sufriendo? Más tarde lo averiguaría, en ese momento tenía antojo de una buena cerveza. Entré con paso firme a la cantina junto a mi preciada tigresa y nos dirigimos a la barra, el cantinero nos lanzó una mirada algo molesta.
-¡Aquí no aceptamos tigres chico! -dijo señalando a KIrara- a la basura de la sociedad como ellos sí- agregó señalando a una pequeña banda de maleantes que se divertían emborrachándose- pero es que eso ya es mucho chico, entiende.
-Deme un par de cervezas para llevar entonces, viejo -respondí algo enojado.
Pagué mis tragos y salí indignado con Kirara de vuelta a la calle, tampoco es que pensara buscar problemas con un pobre cantinero. Entre la inmensa oscuridad de la noche y el ruido de los bares alcancé a escuchar la voz de una mujer cantando en la playa del pueblo. Tenía curiosidad por la voz de aquella mujer, así que destapé la primera de mis cervezas y me dirigí al origen de ese canto.
La embarcación se había quedado en buenas manos, así que caminé sin muchas preocupaciones por las calles del puerto. Una que otra mirada curiosa se posaba sobre mí y Kirara, claro que la tigresa imponía, por supuesto que sí. Con mis espadas bien firmes, las botas bien puestas y un clima fresco debido a la llegada de la noche, llegamos a Mock Town en búsqueda de algo interesante por hacer. Olor a pólvora, manchas de sangre en el piso y muchos gritos que pregonaban algunas palabras que prefiero no mencionar, ese era el verdadero ambiente de un pirata.
Aún tenía que encontrar suficiente equipo para la embarcación. un poco de munición no vendría mal y un poco de comida tampoco, incluso mis dulces comenzaban a acabarse. Entre tantas construcciones de madera, al mero estilo del medio oeste, encontré una gran cantina que lucía algo descuidada. Si algo había aprendido en mis viajes anteriores era que entre más chusco fuera el lugar donde se compra el licor, de mejor calidad sería, era un tipo de ley que se cumplía alrededor de los mares. Me disponía a entrar por la puerta cuando escuché un sonido, más bien como un chirrido o un aullido de dolor, lo que sea que fuese era algo desconcertante: al parecer provenía de la playa, ¿sería algún tipo de animal sufriendo? Más tarde lo averiguaría, en ese momento tenía antojo de una buena cerveza. Entré con paso firme a la cantina junto a mi preciada tigresa y nos dirigimos a la barra, el cantinero nos lanzó una mirada algo molesta.
-¡Aquí no aceptamos tigres chico! -dijo señalando a KIrara- a la basura de la sociedad como ellos sí- agregó señalando a una pequeña banda de maleantes que se divertían emborrachándose- pero es que eso ya es mucho chico, entiende.
-Deme un par de cervezas para llevar entonces, viejo -respondí algo enojado.
Pagué mis tragos y salí indignado con Kirara de vuelta a la calle, tampoco es que pensara buscar problemas con un pobre cantinero. Entre la inmensa oscuridad de la noche y el ruido de los bares alcancé a escuchar la voz de una mujer cantando en la playa del pueblo. Tenía curiosidad por la voz de aquella mujer, así que destapé la primera de mis cervezas y me dirigí al origen de ese canto.
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La verdad es que era una muy buena noche para cantar un poco. Quién iba a decir que en la tripulación de los Piratas Melo, su capitana era eso, capitana y el músico de la banda. Ya en Mock Town me conocían como " La Sirena", y no por lo bonita que era, que también, sino porque atraía con la voz a los enemigos para darles luego una paliza. Aún así, me encontraba frustrada por no lograr las cosas a pesar de que me estaba dejando la garganta en ello. Aún así mis muchacho se preocupaban por mi, y admito que me tocó el corazoncito. Sabía que estos marineros trabajaban para mi desde que Meneror, mi padre, me los entregó aquel día. A pesar de ello, no me fiaba de ellos ni ellos de mi y aún así hemos ido congeniando bastante bien, hasta el punto, de que nadie le debía ya la lealtad al viejo Sichibukai.
-¿Y cual queréis?, por favor que no sea la de mi vieja yegua gris.- bromeé mientras me acomodaba sobre un barril cerca de la hoguera ante todos.
-¡Binks no sake!- gritó uno alzando la jarra.
-¡Esa no! ¡ La perla del océano!- gritó otro dando un bocado a su pedazo de carne.
- ¡Yo bailo el Swing! -dijo otro cayéndose del tronco donde estaba sentado de espalda, de lo borracho que iba.
-Vale , vale muchachos, esta vez creo que la elegiré yo, pero luego me vuelvo a practicar. ¿ Vale?- les dije con tranquilidad antes de cruzar las piernas, afinar la voz y dar unas palmaditas suaves en la garganta- Oh es verdad, Mink, toca el compás siete que te enseñé, vamos a darle sentido ahora.
Mink cogió su laúd y comenzó a tocar aquella sinfonía que le había enseñado tiempo atrás, o bueno , que realmente me la enseñó el a mi, ya que era el músico que había en el barco antes de mi llegada. Nos llevábamos muy bien. Una vez el ambiente estaba listo, opté por comenzar a cantar, acompañada de la música.
La canción duró unos cuantos minutos y todos la empezaron a disfrutar. Algunos se comenzaron a dormir, otros simplemente meneaban la cabeza. Hasta las gaviotas se posaron en las rocas cercanas, y cualquiera diría que los cangrejos y peces de la orilla se acercaban también a escuchar. Las ondas salían de mi garganta con fluidez, el tiempo parecía pararse el tiempo. Yo estaba en total trance, el viento se había calmado, y solo quedaba ya la lumbre de la hoguera, la cual desafiaba mi música con su crepitar de la madera quemada. Fue en ese momento cuando Bolter, mi francotirador se levantó para rellenar su jarra de ron y pudo ver a lo lejos la figura de alguien que se aproximaba. No lo dudó y gritó:
-¡ARMAS!
En ese momento tres marineros salieron del trance y se levantaron sacando sus pistolas y mosquetes para apuntar a aquella misteriosa figura. Sin embargo el resto siguió como si nada, yo entre ellos cantando.
-¿Y cual queréis?, por favor que no sea la de mi vieja yegua gris.- bromeé mientras me acomodaba sobre un barril cerca de la hoguera ante todos.
-¡Binks no sake!- gritó uno alzando la jarra.
-¡Esa no! ¡ La perla del océano!- gritó otro dando un bocado a su pedazo de carne.
- ¡Yo bailo el Swing! -dijo otro cayéndose del tronco donde estaba sentado de espalda, de lo borracho que iba.
-Vale , vale muchachos, esta vez creo que la elegiré yo, pero luego me vuelvo a practicar. ¿ Vale?- les dije con tranquilidad antes de cruzar las piernas, afinar la voz y dar unas palmaditas suaves en la garganta- Oh es verdad, Mink, toca el compás siete que te enseñé, vamos a darle sentido ahora.
Mink cogió su laúd y comenzó a tocar aquella sinfonía que le había enseñado tiempo atrás, o bueno , que realmente me la enseñó el a mi, ya que era el músico que había en el barco antes de mi llegada. Nos llevábamos muy bien. Una vez el ambiente estaba listo, opté por comenzar a cantar, acompañada de la música.
La canción duró unos cuantos minutos y todos la empezaron a disfrutar. Algunos se comenzaron a dormir, otros simplemente meneaban la cabeza. Hasta las gaviotas se posaron en las rocas cercanas, y cualquiera diría que los cangrejos y peces de la orilla se acercaban también a escuchar. Las ondas salían de mi garganta con fluidez, el tiempo parecía pararse el tiempo. Yo estaba en total trance, el viento se había calmado, y solo quedaba ya la lumbre de la hoguera, la cual desafiaba mi música con su crepitar de la madera quemada. Fue en ese momento cuando Bolter, mi francotirador se levantó para rellenar su jarra de ron y pudo ver a lo lejos la figura de alguien que se aproximaba. No lo dudó y gritó:
-¡ARMAS!
En ese momento tres marineros salieron del trance y se levantaron sacando sus pistolas y mosquetes para apuntar a aquella misteriosa figura. Sin embargo el resto siguió como si nada, yo entre ellos cantando.
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Las melodías de aquella sonaban particularmente, cuando uno viaja por el mar no puede evitar escuchar los mitos sobre el canto de las sirenas, personalmente yo no había podido ver a ninguna en persona, ¿sería aquel el momento? A kirara parecía gustarle también la dulce voz que provenía de una serie de carpas sobre la arena de la playa. Terminé mi primera cerveza y guardé otra en la bolsa para después, quizás pudiera tomarla mientras veía el espectáculo de la cantante. Seguí caminando sobre la fresca arena hasta que escuché el sonido de metales siendo tomados y el de una pistola siendo recargada. ¿Cómo no se me había ocurrido? Estábamos en una isla que era un punto de reunión para piratas, claro que tenía sentido que la cantante fuera una pirata y no una sirena. Yo desenfundé una espada y me puse en guardia, mi tigresa, algo enojada por la actitud hostil de los sujetos, lanzó un rugido ensordecedor que apagó por un momento la hermosa melodía.
-¡No he venido a pelear con ustedes -grité mientras sostenía mi espada frente a mí- tampoco mi pequeña compañera quiere comerles ni nada por el estilo -aunque quizás de eso no estaba completamente seguro- sólo hemos seguido el sonido de aquella canción por mera curiosidad -honestamente estaba ansioso por conocer a la productora de esa bella voz- aunque les recomiendo no levantar sus armas, no creo que acabemos muy bien -dije mientras concentraba la energía ígnea sobre mi espada.
El acero de mi espada se prendió en llamas y se iluminó la parte de la playa donde me encontraba, pensé que ver una espada prendida en fuego y a una tigresa de doscientos kilos sería suficiente para imponer respeto en esa banda de piratas. No buscaba originar ningún conflicto, pero tampoco quería que pensaran que podrían aprovecharse de mí, tenía que dejar en claro mi postura.
-Vamos, no disparen -dije al mismo tiempo que el movimiento de las llamas iluminaban mi rostro- solamente quiero conocer a la mujer que cantaba con ustedes, incluso traigo -con la mano que no sujetaba mi espada busqué entre mis bolsas- traigo una cajetilla de cigarros, puedo compartirla con ustedes, supongo que serán una gran banda de piratas, ¿no es así?
Esperaba apelar a su ego y orgullo con esas palabras, al final del día quería conocer a la mujer de hermosa voz y no tener que cargarme a sus compañeros, eso sí que no dejaría una buena impresión. Lancé una ligera sonrisa esperando que cedieran su hostilidad.
-¡No he venido a pelear con ustedes -grité mientras sostenía mi espada frente a mí- tampoco mi pequeña compañera quiere comerles ni nada por el estilo -aunque quizás de eso no estaba completamente seguro- sólo hemos seguido el sonido de aquella canción por mera curiosidad -honestamente estaba ansioso por conocer a la productora de esa bella voz- aunque les recomiendo no levantar sus armas, no creo que acabemos muy bien -dije mientras concentraba la energía ígnea sobre mi espada.
El acero de mi espada se prendió en llamas y se iluminó la parte de la playa donde me encontraba, pensé que ver una espada prendida en fuego y a una tigresa de doscientos kilos sería suficiente para imponer respeto en esa banda de piratas. No buscaba originar ningún conflicto, pero tampoco quería que pensaran que podrían aprovecharse de mí, tenía que dejar en claro mi postura.
-Vamos, no disparen -dije al mismo tiempo que el movimiento de las llamas iluminaban mi rostro- solamente quiero conocer a la mujer que cantaba con ustedes, incluso traigo -con la mano que no sujetaba mi espada busqué entre mis bolsas- traigo una cajetilla de cigarros, puedo compartirla con ustedes, supongo que serán una gran banda de piratas, ¿no es así?
Esperaba apelar a su ego y orgullo con esas palabras, al final del día quería conocer a la mujer de hermosa voz y no tener que cargarme a sus compañeros, eso sí que no dejaría una buena impresión. Lancé una ligera sonrisa esperando que cedieran su hostilidad.
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-Joder si que estoy como una cuba que hasta veo tigres, ¿Que cojones tenía la cerveza Philip?.
Esa fue la primera reacción de uno de los que apuntaban a aquel muchacho y a su peculiar mascota. Todos estaban atentos, ya que no era normal que alguien entrara en el campamento, y menos solo. No, no iba a contar a la mascota como marinero, como era obvio.
Esto provocó que me callara y pusiera mi atención en aquella escena, y sin embargo, no dije nada de nada. Quería ver como se resolvía la situación antes de decir nada, así que cogí la copa que tenía al lado y me puse a beberla como si no hubiera pasado nada. Sin embargo Shaggy, fue el sengundo en hablar, dirigiéndose al muchacho, el cual parecía no querer problemas.
-¿Que no acabaremos bien? ¿ Este no es muy avispado verdad capitana?- dijo Mink dejando el laúd interrumpiendo las palabras que iba a decir Shaggy.-¿Lo mandamos con los peces y el tigretón para el circo?
-Cierra la puta boca Mink- interrumpió shaggy- ¿No ves que ha dicho que no viene de malas, que solo vino porque escuchó a la capitana cantar?. Acércate muchacho y disculpa a mis compañeros, están borrachos- dijo haciéndole un aceno con la mano para que tomara asiento en el tronco junto al fuego. Todos seguían con las armas en las manos, menos Shaggy que enfundó la suya- ¿Tienes hambre? ¿Y tu acompañante?
-¡Tiene tabaco!- gritó otro, esta vez Mink que le cogió la cajetilla a aquel muchacho- Gracias, estábamos algo cortos, siéntate, siéntate y come algo.
Ante aquel espectáculo ya decidí dirigirme yo misma hacia el muchacho y su peludo compañero.
-Perdónalo, es un puto adicto a la nicotina. Si claro, toma asiento, bebe nuestra cerveza y ríete con nosotros. Siempre hay hueco para uno más junto a la hoguera. Ahora bien, como te excedas te juro que te envío al fondo del mar a cachos. -me levanté y le ofrecí la mano- Así es, soy Naminé y esta es mi banda...y tu..¿Quién eres? Nos has interrumpido en medio de la desconexión.
Volví a mi barril, me senté sobre él y crucé las piernas a la espera de respuestas. Di otro traguito a mi copa mientras esperaba respuestas, pero antes miraba a mis hombres, dejando claro algunos que no se fiaban del chico...principalmente porque seguían con las armas desenvainadas.
-Joder chicos ¿de verdad? Sabéis de sobra que me basta con abrir la boca, dejad al chico y sentaros y seguir emborrachándoos. Dejas las putas armas anda....
Todos se miraron unos a otros, y no dudaron en envainarse las armas y volver junto al fuego, a beber, comer o dormir.
Esa fue la primera reacción de uno de los que apuntaban a aquel muchacho y a su peculiar mascota. Todos estaban atentos, ya que no era normal que alguien entrara en el campamento, y menos solo. No, no iba a contar a la mascota como marinero, como era obvio.
Esto provocó que me callara y pusiera mi atención en aquella escena, y sin embargo, no dije nada de nada. Quería ver como se resolvía la situación antes de decir nada, así que cogí la copa que tenía al lado y me puse a beberla como si no hubiera pasado nada. Sin embargo Shaggy, fue el sengundo en hablar, dirigiéndose al muchacho, el cual parecía no querer problemas.
-¿Que no acabaremos bien? ¿ Este no es muy avispado verdad capitana?- dijo Mink dejando el laúd interrumpiendo las palabras que iba a decir Shaggy.-¿Lo mandamos con los peces y el tigretón para el circo?
-Cierra la puta boca Mink- interrumpió shaggy- ¿No ves que ha dicho que no viene de malas, que solo vino porque escuchó a la capitana cantar?. Acércate muchacho y disculpa a mis compañeros, están borrachos- dijo haciéndole un aceno con la mano para que tomara asiento en el tronco junto al fuego. Todos seguían con las armas en las manos, menos Shaggy que enfundó la suya- ¿Tienes hambre? ¿Y tu acompañante?
-¡Tiene tabaco!- gritó otro, esta vez Mink que le cogió la cajetilla a aquel muchacho- Gracias, estábamos algo cortos, siéntate, siéntate y come algo.
Ante aquel espectáculo ya decidí dirigirme yo misma hacia el muchacho y su peludo compañero.
-Perdónalo, es un puto adicto a la nicotina. Si claro, toma asiento, bebe nuestra cerveza y ríete con nosotros. Siempre hay hueco para uno más junto a la hoguera. Ahora bien, como te excedas te juro que te envío al fondo del mar a cachos. -me levanté y le ofrecí la mano- Así es, soy Naminé y esta es mi banda...y tu..¿Quién eres? Nos has interrumpido en medio de la desconexión.
Volví a mi barril, me senté sobre él y crucé las piernas a la espera de respuestas. Di otro traguito a mi copa mientras esperaba respuestas, pero antes miraba a mis hombres, dejando claro algunos que no se fiaban del chico...principalmente porque seguían con las armas desenvainadas.
-Joder chicos ¿de verdad? Sabéis de sobra que me basta con abrir la boca, dejad al chico y sentaros y seguir emborrachándoos. Dejas las putas armas anda....
Todos se miraron unos a otros, y no dudaron en envainarse las armas y volver junto al fuego, a beber, comer o dormir.
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Parecía una sinfonía de voces, algunos decían unas cosas y otros gritaban para atacarme. Todo cambió al momento de que uno de sus tripulantes, un mink, se emocionara con la cajetilla de tabacos, este corrió y la tomó como si me arrebatara un dulce. Yo traía a Kirara, pero el circo parecía más bien esa tripulación, solté una sonrisa nerviosa. Una chica de cabello rosa se acercó a mí, era una preciosidad, ese color de cabello le daba un no sé qué, pero lucía preciosa.
-¿Así que tú eres la capitana? -pregunté mientras lanzaba una sonrisa- yo soy Prometio, Charlotte Prometio es un gusto -le respondí extendiendo la mano- y esta pequeña tan linda de aquí es mi acompañante, responde al nombre de Kirara -acaricié la cabeza de la tigresa.
Tomé asiento en una extraña caja de madera que ocupé como silla, saqué mi botella de cerveza que había guardado y le di un buen trago. Kirara parecía hambrienta, así que le di permiso de acercarse al mar para que pescara su alimento y se fue feliz a jugar entre las olas. Dirigí mi mirada de nuevo hacia Naminé, era un nombre curioso. Tras unas palabras dirigidas a su tripulación, estos enfundaron todas sus armas y siguieron bebiendo con tranquilidad, la pelirrosa era seguramente una mujer fuerte.
-Veo que tienes el respeto de todos, eso no es algo fácil de conseguir -dije dándole otro trago a mi bebida- ¿qué te trae por este pueblo donde la ley no aplica? Debe haber muchos piratas indeseables rondando sus calles, no quiero decir que tú o ustedes lo sean, de hecho creo que son... -volteé a ver al mink que prendía el cigarro con el fuego de la hoguera, casi quemándose el pelaje- creo que son una banda muy animada -agregué mientras comenzaba a reír- me caen bien.
En todos los viajes que había realizado siempre tenía la fortuna de encontrar personas muy agradables y Naminé no parecía la excepción, pasaría la noche compartiendo tragos con ella y contando un poco acerca de mis viajes. En ese momento pensé en decirle que yo también era un pirata por mí mismo, pero no tenía una tripulación que lo respaldara, así que preferí a ahorrarme esa parte mis desventuras. Comencé a contarle un poco sobre mi experiencia en las islas flotantes y sobre cómo tenía un compañero aún más exótico que Kirara, esperando que como respuesta ella me contara un poco sobre sus viajes propios.
-¿Así que tú eres la capitana? -pregunté mientras lanzaba una sonrisa- yo soy Prometio, Charlotte Prometio es un gusto -le respondí extendiendo la mano- y esta pequeña tan linda de aquí es mi acompañante, responde al nombre de Kirara -acaricié la cabeza de la tigresa.
Tomé asiento en una extraña caja de madera que ocupé como silla, saqué mi botella de cerveza que había guardado y le di un buen trago. Kirara parecía hambrienta, así que le di permiso de acercarse al mar para que pescara su alimento y se fue feliz a jugar entre las olas. Dirigí mi mirada de nuevo hacia Naminé, era un nombre curioso. Tras unas palabras dirigidas a su tripulación, estos enfundaron todas sus armas y siguieron bebiendo con tranquilidad, la pelirrosa era seguramente una mujer fuerte.
-Veo que tienes el respeto de todos, eso no es algo fácil de conseguir -dije dándole otro trago a mi bebida- ¿qué te trae por este pueblo donde la ley no aplica? Debe haber muchos piratas indeseables rondando sus calles, no quiero decir que tú o ustedes lo sean, de hecho creo que son... -volteé a ver al mink que prendía el cigarro con el fuego de la hoguera, casi quemándose el pelaje- creo que son una banda muy animada -agregué mientras comenzaba a reír- me caen bien.
En todos los viajes que había realizado siempre tenía la fortuna de encontrar personas muy agradables y Naminé no parecía la excepción, pasaría la noche compartiendo tragos con ella y contando un poco acerca de mis viajes. En ese momento pensé en decirle que yo también era un pirata por mí mismo, pero no tenía una tripulación que lo respaldara, así que preferí a ahorrarme esa parte mis desventuras. Comencé a contarle un poco sobre mi experiencia en las islas flotantes y sobre cómo tenía un compañero aún más exótico que Kirara, esperando que como respuesta ella me contara un poco sobre sus viajes propios.
Naminé
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Claro que soy la capitana, y si tienes dudas puedes ver la bandera- le dije señalando la cofia de mi fragata, anclada a pocos metros de la orilla. me bastaba una vista al aire para ver que no todos mis hombres estaban de acuerdo con dejar a aquel tipo sentarse junto a ellos, pero tampoco iban a poner pegas. O sea, yo si bien era hija de mi padre, no era como él, y aquí por lo que a mi respetaba éramos todos Hermanos de la Costa. Que nos demos de hostias en otro momento ya era otro cantar. Igualmente esto no era importante, sino que mi nuevo invitado se presentó como un tal Prometio, Charlotte Prometio...no me sonaba de nada. Quizás era un pez gordo o algo por el estilo, o seguramente no había visto su cartel, o seguramente era un don nadie.
Me quedé mirando a su "gatito". Si eso era pequeño, Dios nos pille confesados. -Bonito nombre si, aunque yo le hubiera puesto "Zarpas" o "Bigotes" más chick- le dije antes de acabarme la botella de un trago y sentarme enfrente de él al otro lado de la hoguera.
-Bueno veamos, el único motivo porque no te estoy asando ahora mismo como entrante en al hoguera es que has venido de buenas, y eso ya dice mucho de ti. No muchos se meten en otras bandas piratas por las risas sin pensar que pueden salir dañados. Asi que antes de responderte voy a preguntarte yo ¿Que te trae a ti por aquí? Me has escuchado cantar, y si bien ese es un motivo, que haces por Mock Town ¿ estás de paso? Y dale al ron, que no mordemos.
Dichas esta palabras comencé a juntar los labios, como si fuera dar un beso al fuego, luego abrí al boca lentamente. En el momento en que mis muchachos vieron esto se llevaron las manos a los oídos. De hecho Shaggy le hizo un gesto a Prometio para que se tapara los oídos. Fue entonces cuando una onda sónica melódica golpéo el fuego, abriendo hueco entre sus llamas para desaparecer a los pocos segundos, dejando las llamas nuevamente como estaban.
-¡Mierda, casi! Arggg!!- dije robándole la botella de ginebra a Pickny, el carpintero.
-Capi, igual debería descansar ya un poco, disfruta de nuestro "invitado"
Tenía razón, además creo que era de recibo responderle a sus dudas.
-Si, si cuesta bastante ganarse la confianza de estos cazurros- le dije antes de volver a sentarme- Estamos de paso, nos vamos a la siguiente isla y solemos montar los campamentos fuera de las ciudades, es más...tranquilo. Solo vamos a la villa a por lo que necesitamos, además, así puedo practicar tranquila mi voz sin alterar a toda la villa. Pero bueno, lo dicho, háblame de ti, y del gato grande que te acompaña.
Me quedé mirando a su "gatito". Si eso era pequeño, Dios nos pille confesados. -Bonito nombre si, aunque yo le hubiera puesto "Zarpas" o "Bigotes" más chick- le dije antes de acabarme la botella de un trago y sentarme enfrente de él al otro lado de la hoguera.
-Bueno veamos, el único motivo porque no te estoy asando ahora mismo como entrante en al hoguera es que has venido de buenas, y eso ya dice mucho de ti. No muchos se meten en otras bandas piratas por las risas sin pensar que pueden salir dañados. Asi que antes de responderte voy a preguntarte yo ¿Que te trae a ti por aquí? Me has escuchado cantar, y si bien ese es un motivo, que haces por Mock Town ¿ estás de paso? Y dale al ron, que no mordemos.
Dichas esta palabras comencé a juntar los labios, como si fuera dar un beso al fuego, luego abrí al boca lentamente. En el momento en que mis muchachos vieron esto se llevaron las manos a los oídos. De hecho Shaggy le hizo un gesto a Prometio para que se tapara los oídos. Fue entonces cuando una onda sónica melódica golpéo el fuego, abriendo hueco entre sus llamas para desaparecer a los pocos segundos, dejando las llamas nuevamente como estaban.
-¡Mierda, casi! Arggg!!- dije robándole la botella de ginebra a Pickny, el carpintero.
-Capi, igual debería descansar ya un poco, disfruta de nuestro "invitado"
Tenía razón, además creo que era de recibo responderle a sus dudas.
-Si, si cuesta bastante ganarse la confianza de estos cazurros- le dije antes de volver a sentarme- Estamos de paso, nos vamos a la siguiente isla y solemos montar los campamentos fuera de las ciudades, es más...tranquilo. Solo vamos a la villa a por lo que necesitamos, además, así puedo practicar tranquila mi voz sin alterar a toda la villa. Pero bueno, lo dicho, háblame de ti, y del gato grande que te acompaña.
Charlotte Prometio
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Naminé se mostraba bastante confiada de sus habilidades, tratándome como si de un niñato me tratase, probablemente si no hubiera sido una mujer tan guapa me lo hubiese tomado muy a pecho, pero tomando en cuenta su belleza decidí hacer caso omiso. Le pedí uno de los cigarros al mink, tenía mucho antojo de uno, lo prendí e inhalé el tabaco hasta lo profundo de mis pulmones.
-Bueno, lo cierto es que -exhalé una columna de humo- he venido aquí por provisiones, sí.
Ella comenzó a hacer algunos gestos raros con la boca, como si se estuviera tragando el aire de la hoguera, escuché la advertencia de uno de sus tripulantes, puse el cigarro en mi boca y tapé con mis dedos mis oídos. Un alarido, no tan parecido al hermoso canto de un rato atrás. salió de su boca apagando completamente el fuego, del cuál dejó únicamente las cenizas. ¿Una usuaria o simplemente unas cuerdas bocales muy entrenadas? Por lo que agregó después supuse que era más bien lo primero, había descubierto que los usuarios de akuma no mi abundaban en ese mar.
-Te decía antes del grito -volví a inhalar un poco del cigarro- lo principal son las provisiones, pero me he enterado que este pueblo es algo así como un punto de encuentro entre piratas -exhalé el humo como chimenea- así que me ha entrado curiosidad venir a echarle un ojo -esta vez acepté su invitación y le di un trago al ron- ¿estás entrenando tu voz?
A mitad de la plática y, entre la quietud de la playa en la noche, se alcanzaron a escuchar los disparos de un arma seguidos de unos gritos horrorizados. Probablemente eso era una escena normal en un pueblo lleno de piratas como ese, pero los balazos y los gritos siguieron resonando por algunos minutos más, comencé a tener un mal sabor de boca. Puse una mano sobre mi espada, me levanté con calma y le eché un grito a Kirara para que volviera a mi lado. Sentía la necesidad de ir al origen de los disparos, algo especial habría en esa situación, al menos eso esperaba.
-Capitana Naminé -dije mientras le regresaba la botella de ron- ha sido un placer conocerte, no tengo duda de que eres toda una pirata, de pies a cabeza, además tu voz es brutal en todo aspecto -la tigresa regresó y acaricié su cabeza- me gustaría quedarme aquí hasta el amanecer, pero me ha entrado curiosidad que el ruido de los disparos duren tanto -una mala vieja costumbre que aún no se me quitaba- iré al pueblo para ver qué sucede -concluí con una sonrisa de oreja a oreja.
Me hubiese gustado seguir emborrachándome con esa hermosa mujer, pero no dejaban de hacerme ruido aquellos disparos y los gritos tan desesperados.
-Bueno, lo cierto es que -exhalé una columna de humo- he venido aquí por provisiones, sí.
Ella comenzó a hacer algunos gestos raros con la boca, como si se estuviera tragando el aire de la hoguera, escuché la advertencia de uno de sus tripulantes, puse el cigarro en mi boca y tapé con mis dedos mis oídos. Un alarido, no tan parecido al hermoso canto de un rato atrás. salió de su boca apagando completamente el fuego, del cuál dejó únicamente las cenizas. ¿Una usuaria o simplemente unas cuerdas bocales muy entrenadas? Por lo que agregó después supuse que era más bien lo primero, había descubierto que los usuarios de akuma no mi abundaban en ese mar.
-Te decía antes del grito -volví a inhalar un poco del cigarro- lo principal son las provisiones, pero me he enterado que este pueblo es algo así como un punto de encuentro entre piratas -exhalé el humo como chimenea- así que me ha entrado curiosidad venir a echarle un ojo -esta vez acepté su invitación y le di un trago al ron- ¿estás entrenando tu voz?
A mitad de la plática y, entre la quietud de la playa en la noche, se alcanzaron a escuchar los disparos de un arma seguidos de unos gritos horrorizados. Probablemente eso era una escena normal en un pueblo lleno de piratas como ese, pero los balazos y los gritos siguieron resonando por algunos minutos más, comencé a tener un mal sabor de boca. Puse una mano sobre mi espada, me levanté con calma y le eché un grito a Kirara para que volviera a mi lado. Sentía la necesidad de ir al origen de los disparos, algo especial habría en esa situación, al menos eso esperaba.
-Capitana Naminé -dije mientras le regresaba la botella de ron- ha sido un placer conocerte, no tengo duda de que eres toda una pirata, de pies a cabeza, además tu voz es brutal en todo aspecto -la tigresa regresó y acaricié su cabeza- me gustaría quedarme aquí hasta el amanecer, pero me ha entrado curiosidad que el ruido de los disparos duren tanto -una mala vieja costumbre que aún no se me quitaba- iré al pueblo para ver qué sucede -concluí con una sonrisa de oreja a oreja.
Me hubiese gustado seguir emborrachándome con esa hermosa mujer, pero no dejaban de hacerme ruido aquellos disparos y los gritos tan desesperados.
Naminé
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Umm a mi las cosas no me solían cuadrar ya de por si. Si algo aprendí, para mi desgracia, fue en mostrar siempre una cara y ocultar otra. Eso lo aprendí muy bien de mi padre, y ser una desgraciada en esta vida podía traer cosas malas pero también buenas. Este chico había acabado aquí por algún motivo, o eso me parecía. Era amistoso y por eso ya tenía puntos a su favor, aunque su gato grande no me caía especialmente bien, no sé por que.
-No es un grito- maticé- Es una onda sónica. No soy una Lamia. Aunque admito que la puñetera se me está resistiendo.- di un largo trago a la botella- Bueno, la verdad es que no te falta razón. Esta villa es el mejor punto de encuentro para todos los Hermanos de la Costa. Si bien es cierto que si salimos de esta isla nos matamos entre nosotros, aquí dentro nos respetamos todos. Así que no te preocupes, por lo que a nosotros respecta hoy estás bebiendo con iguales, mañana Dios dirá
-¿Me permite unas palabras capitana para este chico?- dijo Chump-,el auxiliar.
Alcé la botella como dándole indicativo de que adelante.
-¿Dónde está Norris?
Entonces en ese momento todos empezamos a mover la cabeza y la mirada de un lado a otro. Ostras, faltaba Norris. Norris era el miembro más joven de la tripulación contratado por mi padre. Apenas tendría 19 años, y era el ayudante de cocina.
-¿Lo mandásteis a por comida no es así? ¿ No tenía que haberse ido con la pertida de Shaggy?- dije algo molesta mientras me levantaba- Como cojones se os ocurre dejarle solo.
El intento de regañina que le iba a hacer se disipó en el momento en que se escucharon disparos en la lejanía. Todos nos alertamos ,incluido mi invitado. Dirigimos todos la vista hacia la procedencia de aquel ruido, y para sorpresa nuestra, no venía de la villa. Esperaba que no fuera Norris el causante de ese tiroteo. A pesar de esto tampoco tuve mucho tiempo de acción, y de hecho, mi invitado procedió a despedirse de nosotros como alma que llevaba el diablo. Casi no pude ni decirle adiós mientras se largaba con su tigresa, hasta el punto de verlo ya lejos del campamento. Shaggy se me quedó mirando, ya que no había movido ni un músculo y solo me quedaba mirando.
-Em capi...
-¿Que?
Entonces hizo un gesto como de " ¿vamos?" con la cabeza.
-Arggg, pues claro ¡ Moved esos culos y coger todo lo que pueda explotar y vamos a por ese mentecato!. Como sea Norris juro que le meto el mosquete por el culo, pero aún así- desenfundé mi pistola- Nadie toca a mis hombres.
Una gran risa surgió en el campamento, y raudos como el viento todos se levantaron, cogieron sus armas y corrieron en manada, al igual que chacales hambrientos a seguir a nuestro invitado. Yo por mi parte iba en vanguardia hasta alcanzarlo.
-¡Eh espera!- le dije colocando mi mano sobre su hombro- No sé si esos ruidos son pertenecientes a uno de los míos, pero de ser así....nos apuntamos a ayudarte, yo y estos diecinueve machotes. Y si me dices que no, pienso ir igual.
-No es un grito- maticé- Es una onda sónica. No soy una Lamia. Aunque admito que la puñetera se me está resistiendo.- di un largo trago a la botella- Bueno, la verdad es que no te falta razón. Esta villa es el mejor punto de encuentro para todos los Hermanos de la Costa. Si bien es cierto que si salimos de esta isla nos matamos entre nosotros, aquí dentro nos respetamos todos. Así que no te preocupes, por lo que a nosotros respecta hoy estás bebiendo con iguales, mañana Dios dirá
-¿Me permite unas palabras capitana para este chico?- dijo Chump-,el auxiliar.
Alcé la botella como dándole indicativo de que adelante.
-¿Dónde está Norris?
Entonces en ese momento todos empezamos a mover la cabeza y la mirada de un lado a otro. Ostras, faltaba Norris. Norris era el miembro más joven de la tripulación contratado por mi padre. Apenas tendría 19 años, y era el ayudante de cocina.
-¿Lo mandásteis a por comida no es así? ¿ No tenía que haberse ido con la pertida de Shaggy?- dije algo molesta mientras me levantaba- Como cojones se os ocurre dejarle solo.
El intento de regañina que le iba a hacer se disipó en el momento en que se escucharon disparos en la lejanía. Todos nos alertamos ,incluido mi invitado. Dirigimos todos la vista hacia la procedencia de aquel ruido, y para sorpresa nuestra, no venía de la villa. Esperaba que no fuera Norris el causante de ese tiroteo. A pesar de esto tampoco tuve mucho tiempo de acción, y de hecho, mi invitado procedió a despedirse de nosotros como alma que llevaba el diablo. Casi no pude ni decirle adiós mientras se largaba con su tigresa, hasta el punto de verlo ya lejos del campamento. Shaggy se me quedó mirando, ya que no había movido ni un músculo y solo me quedaba mirando.
-Em capi...
-¿Que?
Entonces hizo un gesto como de " ¿vamos?" con la cabeza.
-Arggg, pues claro ¡ Moved esos culos y coger todo lo que pueda explotar y vamos a por ese mentecato!. Como sea Norris juro que le meto el mosquete por el culo, pero aún así- desenfundé mi pistola- Nadie toca a mis hombres.
Una gran risa surgió en el campamento, y raudos como el viento todos se levantaron, cogieron sus armas y corrieron en manada, al igual que chacales hambrientos a seguir a nuestro invitado. Yo por mi parte iba en vanguardia hasta alcanzarlo.
-¡Eh espera!- le dije colocando mi mano sobre su hombro- No sé si esos ruidos son pertenecientes a uno de los míos, pero de ser así....nos apuntamos a ayudarte, yo y estos diecinueve machotes. Y si me dices que no, pienso ir igual.
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Kirara me siguió sin dudarlo y comenzamos nuestro camino al pueblo para averiguar el motivo de los disparos. No había dado más de una veintena de pasos cuando escuché la voz de Naminé llamarme, al parecer esos balazos podrían ser debido a uno de sus tripulantes, con el carácter de aquella pelirrosa temía por la seguridad del que osara meterse con alguien de su tripulación. Envidié un poco el estrecho lazo que tenía con cada uno de ellos, estaba seguro que esa era la verdadera esencia de ser un pirata.
-Claro, si es uno de los tuyos nos encargaremos del que la haya liado con él -dije mientras fumaba lo último del cigarro que me quedaba- será un buen momento para ver a los piratas pelirrosas entrar en acción -¿los piratas pelirrosas? Solamente se me había ocurrido por el distintivo cabello de Naminé.
Con un poco más de prisa, corrimos por toda la playa hasta llegar al pueblo y, casi inmediatamente, a la cantina de la que provenían esos disparos. Una bala salió despedida por la ventana, estrellando todo el cristal. Los ruidos de las armas no paraban, aunque los gritos habían parado un poco, quizás un par de bandas habían tenido problemas y esa era su manera de solucionarlo. De la nada un cuerpo cayó por una de las ventanas rotas, mientras caía alcancé a observar el rostro de una mujer joven. ¿Podría alcanzarla antes que tocara el suelo? Mi cuerpo trabajó más rápido que mi mente y me lancé sin dudarlo.
-Flare: candy -incliné mis rodillas un poco para concentrar toda mi energía en mi primer paso- cane, modificada.
El principio de la técnica era el mismo que el de mi iai súper veloz, solamente que en vez de desenvainar la espada, cogí a la joven entre brazos en el aire. La mujer tenía un impacto de bala en su pierna, otro en su hombro y parecía que le habían dado un mazaso que la lanzó desde el segundo piso de aquel edificio. Aterricé bruscamente con la mujer entre brazos y la dejé con Kirara, le pedí que la cuidara sobre su espalda, la tigresa aceptó y agachó su cabeza en señal de conformidad, era una buena compañera.
-Bueno, Naminé -el escalofrío de mi fruta recorrió todo mi cuerpo- no sé si tu chico se encuentre ahí adentro, pero -mis ojos se afilaron, mi piel comenzó a cubrirse de escamas- voy a cargarme a todos ahí adentro -salió la distintiva cola de dinosaurio- claro, sacaremos de apuros a tu chico primero- lancé una sonrisa con los dientes de dinosaurio.
Repito, ¿cómo le pueden disparar a una chica tan guapa?
-Claro, si es uno de los tuyos nos encargaremos del que la haya liado con él -dije mientras fumaba lo último del cigarro que me quedaba- será un buen momento para ver a los piratas pelirrosas entrar en acción -¿los piratas pelirrosas? Solamente se me había ocurrido por el distintivo cabello de Naminé.
Con un poco más de prisa, corrimos por toda la playa hasta llegar al pueblo y, casi inmediatamente, a la cantina de la que provenían esos disparos. Una bala salió despedida por la ventana, estrellando todo el cristal. Los ruidos de las armas no paraban, aunque los gritos habían parado un poco, quizás un par de bandas habían tenido problemas y esa era su manera de solucionarlo. De la nada un cuerpo cayó por una de las ventanas rotas, mientras caía alcancé a observar el rostro de una mujer joven. ¿Podría alcanzarla antes que tocara el suelo? Mi cuerpo trabajó más rápido que mi mente y me lancé sin dudarlo.
-Flare: candy -incliné mis rodillas un poco para concentrar toda mi energía en mi primer paso- cane, modificada.
El principio de la técnica era el mismo que el de mi iai súper veloz, solamente que en vez de desenvainar la espada, cogí a la joven entre brazos en el aire. La mujer tenía un impacto de bala en su pierna, otro en su hombro y parecía que le habían dado un mazaso que la lanzó desde el segundo piso de aquel edificio. Aterricé bruscamente con la mujer entre brazos y la dejé con Kirara, le pedí que la cuidara sobre su espalda, la tigresa aceptó y agachó su cabeza en señal de conformidad, era una buena compañera.
-Bueno, Naminé -el escalofrío de mi fruta recorrió todo mi cuerpo- no sé si tu chico se encuentre ahí adentro, pero -mis ojos se afilaron, mi piel comenzó a cubrirse de escamas- voy a cargarme a todos ahí adentro -salió la distintiva cola de dinosaurio- claro, sacaremos de apuros a tu chico primero- lancé una sonrisa con los dientes de dinosaurio.
Repito, ¿cómo le pueden disparar a una chica tan guapa?
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Mi comentario era realmente una afirmación, no una petición de permiso. Si había uno de los míos metidos en el follón, primero le caería una buena hostia de mi parte por bobo, y de segundo le caería una hostia a aquellos que lo habían retenido allí. Prometio por su parte iba con las ideas demasiado claras, es más, no se detuvo y iba acelerado hasta que llegamos al frontal de la taberna. Parecía que estaba habiendo un tiroteo, nada en especial imaginaba. A ver estábamos en Mock Town, aqui lo de pegarse tiros ,rajarse y beber tu peso en ron era lo más normal del mundo. Así que realmente no es que fuera demasiado grave la cosa.
Si bien me preocupaba la integridad de mi tripulación, no podía evitar que una parte de mi deseara que si estaba allí Norris, palmara, por idiota. Pero bueno, ya estaba allí más por curiosidad que por otra cosa. Una vez en la taberna me dirigí a Prometio:
-Bueno , hasta ahora parece que esto es un día mas en la ciudad. Pff, empiezo a dudar que mi hombre esté involucrado en esto.-y entonces fue cuando escuché que se iba a cargar a todo dios- Oh tranquilo ,si claro tu no te cortes, pero si ves a un muchacho excesivamente joven, de pelo rosa similar al mío y gafas, por favor no le mates. Si tienes duda de quién es, es el que probablemente esté llorando en una esquina- dije sentándome en el suelo a la espera. Pero entonces mi tripulación me miró con cara de circunstancia.
-Capi....-refunfuñó Shaggy.
Suspiré.- Si es que voy a ir al infierno por necia. Si si ya voy...dios como le voy a reventar la cara por idiota en cuanto lo vea. Prometio, me voy contigo.
Así que me puse al lado de Prometiom, hasta ver como aquel tipo estaba digievolucionando a un bicharraco raro. ¡Me cago en la puta si era un usuario! ¡Y encima Zoan!- No pude evitar apartarme a un lado por el susto, pero tras recuperarme del sobresalto, le insistí.
-Umm vale...como entiendo que esto va a durar segundos, por favor, recuerda que si está el tipo que te dije ahí dentro, no lo toques.
Con un aceno de ceja, mis hombres comenzaron a correr hacia los laterales del establecimiento, desenfundado sus armas y tomando posiciones defensivas bajo alguna cobertura cercana. Si el lagarto gigante no podía con la papelete, entrarían ellos en acción.
Si bien me preocupaba la integridad de mi tripulación, no podía evitar que una parte de mi deseara que si estaba allí Norris, palmara, por idiota. Pero bueno, ya estaba allí más por curiosidad que por otra cosa. Una vez en la taberna me dirigí a Prometio:
-Bueno , hasta ahora parece que esto es un día mas en la ciudad. Pff, empiezo a dudar que mi hombre esté involucrado en esto.-y entonces fue cuando escuché que se iba a cargar a todo dios- Oh tranquilo ,si claro tu no te cortes, pero si ves a un muchacho excesivamente joven, de pelo rosa similar al mío y gafas, por favor no le mates. Si tienes duda de quién es, es el que probablemente esté llorando en una esquina- dije sentándome en el suelo a la espera. Pero entonces mi tripulación me miró con cara de circunstancia.
-Capi....-refunfuñó Shaggy.
Suspiré.- Si es que voy a ir al infierno por necia. Si si ya voy...dios como le voy a reventar la cara por idiota en cuanto lo vea. Prometio, me voy contigo.
Así que me puse al lado de Prometiom, hasta ver como aquel tipo estaba digievolucionando a un bicharraco raro. ¡Me cago en la puta si era un usuario! ¡Y encima Zoan!- No pude evitar apartarme a un lado por el susto, pero tras recuperarme del sobresalto, le insistí.
-Umm vale...como entiendo que esto va a durar segundos, por favor, recuerda que si está el tipo que te dije ahí dentro, no lo toques.
Con un aceno de ceja, mis hombres comenzaron a correr hacia los laterales del establecimiento, desenfundado sus armas y tomando posiciones defensivas bajo alguna cobertura cercana. Si el lagarto gigante no podía con la papelete, entrarían ellos en acción.
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-Bah, claro que no voy a cortar por la mitad a un chico de tu tripulación, Naminé -dije tratando de recomponer mi imagen- sólo que me ha cabreado que le hayan disparado a esa guapa mujer, ¿quiénes se creen que son?
No quería causar la impresión de ser un dinosaurio maníaco a la preciosa Naminé. Busqué en mi bolsa un dulce para calmarme, salieron un par de chocolates almendrados que me ayudaron a mantener la calma. Le ofrecí un dulce a la capitana, en son de recomponer mi imagen con ella. Ahora bien, con la mente un poco más clara debía pensar en cómo entrar a una cantina llena de piratas sin recibir una bala en la frente, agradecí internamente a la pelirrosa por esas palabras, ya que si no me hubiese lanzado directo a la boca del león sin un plan en mente.
-¿Quieres entrar conmigo? -le pregunté un tanto serio- tú puedes buscar a tu chico y practicar con tu fruta del diablo con ese montón de piratas.
Desenfundé ambas espadas y me dirigí con paso lento a la entrada de la cantina. La puerta era de esas que bastaba con empujar, típica de una historia de los pueblos del desierto en el medio oeste, la empujé con una patada e hice mi entrada triunfal. Al interior de la cantina se encontraban dos bandos intercambiando disparos, atrincherado cada uno de ellos detrás de gruesas mesas de madera, cada grupo de más o menos unas diez personas. Se hizo un pequeño silencio y las miradas de ambos bandos se posaron en mí, seguramente les había sorprendido ver a un dinosaurio humanoide entrando a su contienda, porque hicieron una pausa en su batalla para abrir fuego en contra mía. Quizás no había analizado del todo la situación. Me arrojé detrás de otro mueble de madera gruesa para cubrirme de los disparos enemigos, escuché como cuatro balas impactaban en la madera, había olvidado que lo hacía pésimo en las batallas a larga distancia contra grandes masas. El intercambio de disparos continuó, algunos se dirigían en mi contra, pero la mayoría seguía concentrándose entre ellos, parecía que algo grave había pasado entre esos bandos.
-¡Naminé, sería un gran momento para practicar tu voz- lancé el grito a mitad el escándalo de los disparos esperando que con su habilidad pudiera crear una distracción para que yo pudiese entrar en acción con mis espadas.
No quería causar la impresión de ser un dinosaurio maníaco a la preciosa Naminé. Busqué en mi bolsa un dulce para calmarme, salieron un par de chocolates almendrados que me ayudaron a mantener la calma. Le ofrecí un dulce a la capitana, en son de recomponer mi imagen con ella. Ahora bien, con la mente un poco más clara debía pensar en cómo entrar a una cantina llena de piratas sin recibir una bala en la frente, agradecí internamente a la pelirrosa por esas palabras, ya que si no me hubiese lanzado directo a la boca del león sin un plan en mente.
-¿Quieres entrar conmigo? -le pregunté un tanto serio- tú puedes buscar a tu chico y practicar con tu fruta del diablo con ese montón de piratas.
Desenfundé ambas espadas y me dirigí con paso lento a la entrada de la cantina. La puerta era de esas que bastaba con empujar, típica de una historia de los pueblos del desierto en el medio oeste, la empujé con una patada e hice mi entrada triunfal. Al interior de la cantina se encontraban dos bandos intercambiando disparos, atrincherado cada uno de ellos detrás de gruesas mesas de madera, cada grupo de más o menos unas diez personas. Se hizo un pequeño silencio y las miradas de ambos bandos se posaron en mí, seguramente les había sorprendido ver a un dinosaurio humanoide entrando a su contienda, porque hicieron una pausa en su batalla para abrir fuego en contra mía. Quizás no había analizado del todo la situación. Me arrojé detrás de otro mueble de madera gruesa para cubrirme de los disparos enemigos, escuché como cuatro balas impactaban en la madera, había olvidado que lo hacía pésimo en las batallas a larga distancia contra grandes masas. El intercambio de disparos continuó, algunos se dirigían en mi contra, pero la mayoría seguía concentrándose entre ellos, parecía que algo grave había pasado entre esos bandos.
-¡Naminé, sería un gran momento para practicar tu voz- lancé el grito a mitad el escándalo de los disparos esperando que con su habilidad pudiera crear una distracción para que yo pudiese entrar en acción con mis espadas.
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Suspiré ante sus palabras, y con cierto resquemor me llevé las manos a mis dos pistolas del cinturón, desenfundándolas hasta tenerlas lista para entrar en acción. Mis muchachos ya estaban colocados, así que no debería de preocuparme por ellos de momento.
-Detrás de ti- le dije preparándome para entrar en el establecimiento. -No me hace falta la voz para acabar con estos tipos, pero tampoco te voy a negar que no me viene como anillo al dedo.
Entonces vi como aquel dinosaurio entró en la sala, y yo detrás de él. Quizás no era la mejor idea del mundo, pero era su idea. Además así al menos tendría un escudo delante mía. ¿Que?, seguro que sobrevive a disparos, yo no. Además de que efectivamente fue así, de hecho, no dudaron en abrir fuego contra nosotros. Yo rápidamente me tiré a un lado , levantando una mesa con la mano para cubrirme tras ella.
-Vale genio, ¿ cual es es el siguiente "magnífico " plan?- le protesté antes de asomarme y lanzar un tiro contra uno de aquellos tipos, fallando el disparo por unos cm miserablemente contra una columna del establecimiento. Él dinosaurio, al menos parecía estar seguro de...vale, por su comentario no estaba nada seguro de salir bien parado en una pelea a distancia. Así que con cierta sorna le respondí mientras recargaba el tiro de la pistola que acababa de usar.
-¿Tu también te has dado cuenta de ello?- dije socarrona- No puedo asegurarte nada, no lo tengo perfeccionado del todo.
Así que alcé las manos por encima de la cobertura, y gritando un " me rindo" traté de asomarme poco a poco. Quedando mi cuerpo de torso para arriba expuesto. Los tipos pararon de disparar y fue entonces el momento perfecto, antes de que se dieran cuenta de que la podía liar. Abrí la boca y no se escuchó nada, de hecho parecía que estaba totalmente tranquila y esperando a que dijeran algo. Fue entonces cuando le hice el gesto al dino para que se tapara los oídos, ya que acto seguido una gran ráfaga de sonido estridentre golpeó a los cinco tipos que tenía delante lanzándolos contra la pared. Los demás se llevaron las manos a los oídos, incluso a alguno les empezó a sangrar. El grito fue breve y cuando me detuve pude ver que algunos ya estaban recompuestos y apuntándome, salvo los que había estampado.
-Mierda-dije ocultándome rápido contra la cobertura antes de recibir esta cuatro disparos.
-¿Te vale así?- le grité a Prometeo.
-Detrás de ti- le dije preparándome para entrar en el establecimiento. -No me hace falta la voz para acabar con estos tipos, pero tampoco te voy a negar que no me viene como anillo al dedo.
Entonces vi como aquel dinosaurio entró en la sala, y yo detrás de él. Quizás no era la mejor idea del mundo, pero era su idea. Además así al menos tendría un escudo delante mía. ¿Que?, seguro que sobrevive a disparos, yo no. Además de que efectivamente fue así, de hecho, no dudaron en abrir fuego contra nosotros. Yo rápidamente me tiré a un lado , levantando una mesa con la mano para cubrirme tras ella.
-Vale genio, ¿ cual es es el siguiente "magnífico " plan?- le protesté antes de asomarme y lanzar un tiro contra uno de aquellos tipos, fallando el disparo por unos cm miserablemente contra una columna del establecimiento. Él dinosaurio, al menos parecía estar seguro de...vale, por su comentario no estaba nada seguro de salir bien parado en una pelea a distancia. Así que con cierta sorna le respondí mientras recargaba el tiro de la pistola que acababa de usar.
-¿Tu también te has dado cuenta de ello?- dije socarrona- No puedo asegurarte nada, no lo tengo perfeccionado del todo.
Así que alcé las manos por encima de la cobertura, y gritando un " me rindo" traté de asomarme poco a poco. Quedando mi cuerpo de torso para arriba expuesto. Los tipos pararon de disparar y fue entonces el momento perfecto, antes de que se dieran cuenta de que la podía liar. Abrí la boca y no se escuchó nada, de hecho parecía que estaba totalmente tranquila y esperando a que dijeran algo. Fue entonces cuando le hice el gesto al dino para que se tapara los oídos, ya que acto seguido una gran ráfaga de sonido estridentre golpeó a los cinco tipos que tenía delante lanzándolos contra la pared. Los demás se llevaron las manos a los oídos, incluso a alguno les empezó a sangrar. El grito fue breve y cuando me detuve pude ver que algunos ya estaban recompuestos y apuntándome, salvo los que había estampado.
-Mierda-dije ocultándome rápido contra la cobertura antes de recibir esta cuatro disparos.
-¿Te vale así?- le grité a Prometeo.
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Naminé se encontraba algo molesta conmigo, no podía culparla, me había lanzado a la boca del lobo sin tomar en cuenta que no me desenvuelvo bien en un combate a larga distancia. Le lancé una sonrisita nerviosa tratando de decir perdón, ya sabía que tenía que aprender a calmar mis ansias cuando el asunto de tratase de una chica muy guapa. La pelirrosa me hizo la señal de taparme los oídos para evitar ser tan aturdido por su voz súper sónica, lanzó su ataque. Su contundente onda sónica aturdió a varios de los enemigos, los tomó por sorpresa, era lo suficiente para encargarme de los más cercanos.
-Gracias capitana -le dije con una sonrisa mientras saltaba para rebanar a los piratas.
En el aire desenfundé mis dos espadas y me encargué de acertar un tajo contundente a los dos más cercanos, cayeron con una salpicadura de sangre. Un par que habían conseguido salir ilesos del ataque de Naminé lanzaron cuatro disparos en su contra, aproveché que estaban concentrados en su ataque para realizar un tajo horizontal en la posición de "croissant" que rebanó el estómago de ambos, había logrado reducir el número de enemigos, los que quedaban de pie estaban aún aturdidos por el ataque de la pelirrosa. A los de mi lado derecho los eliminaría con un coletazo certero y dejaría a los del costado izquierdo para Naminé, aquellos pseudo piratas no parecían ser muy fuertes, así que no tendrían que haber sido una gran molestia.
-¡Lollypop break! -agité mi cola para enterrar al grupo de la derecha bajo escombros. Esperaba que Naminé fuera partidaria de gritar sus técnicas.
Un segundo después de que mi ataque impactara a los piratas, aún ligeramente aturdidos por la onda sonora, el techo de madera comenzó a quebrarse y de él cayeron dos siluetas, una encima de otra. La primera figura se alzaba victoriosa encima de otro hombre, visiblemente lastimado, y puso su mazo encima de su cabeza como señal de triunfo. Aquel hombre media poco más de dos metros, era regordete y tenía cabello café largo bastante descuidado y sucio. Comenzó a voltear de un lado a otro y pronto su sensación de victoria se mezcló con un poco de enojo.
-Son unos debiluchos -dijo el hombre regordete- buenos para nada, tenían una sola tarea, encargarse de esos imbéciles y... ¡siguen vivos! -volvió a echar un vistazo alrededor del lugar- ¿o ha sido este curioso par? -agregó viéndonos a nosotros -les perdonaría perder contra un usuario, eso tiene más sentido- comenzó a reírse- JUAJUAJUAJUA mocosos, han molestado al gran capitán Wornan -puso su mazo sobre su hombro, preparándose para atacar- están frente a un hombre buscado, ocho millones de berries, no vayan a mojar sus pantalones JUAJUAJUAJUA.
El regordete salió a toda prisa blandiendo su mazo en contra nuestra.
-Gracias capitana -le dije con una sonrisa mientras saltaba para rebanar a los piratas.
En el aire desenfundé mis dos espadas y me encargué de acertar un tajo contundente a los dos más cercanos, cayeron con una salpicadura de sangre. Un par que habían conseguido salir ilesos del ataque de Naminé lanzaron cuatro disparos en su contra, aproveché que estaban concentrados en su ataque para realizar un tajo horizontal en la posición de "croissant" que rebanó el estómago de ambos, había logrado reducir el número de enemigos, los que quedaban de pie estaban aún aturdidos por el ataque de la pelirrosa. A los de mi lado derecho los eliminaría con un coletazo certero y dejaría a los del costado izquierdo para Naminé, aquellos pseudo piratas no parecían ser muy fuertes, así que no tendrían que haber sido una gran molestia.
-¡Lollypop break! -agité mi cola para enterrar al grupo de la derecha bajo escombros. Esperaba que Naminé fuera partidaria de gritar sus técnicas.
Un segundo después de que mi ataque impactara a los piratas, aún ligeramente aturdidos por la onda sonora, el techo de madera comenzó a quebrarse y de él cayeron dos siluetas, una encima de otra. La primera figura se alzaba victoriosa encima de otro hombre, visiblemente lastimado, y puso su mazo encima de su cabeza como señal de triunfo. Aquel hombre media poco más de dos metros, era regordete y tenía cabello café largo bastante descuidado y sucio. Comenzó a voltear de un lado a otro y pronto su sensación de victoria se mezcló con un poco de enojo.
-Son unos debiluchos -dijo el hombre regordete- buenos para nada, tenían una sola tarea, encargarse de esos imbéciles y... ¡siguen vivos! -volvió a echar un vistazo alrededor del lugar- ¿o ha sido este curioso par? -agregó viéndonos a nosotros -les perdonaría perder contra un usuario, eso tiene más sentido- comenzó a reírse- JUAJUAJUAJUA mocosos, han molestado al gran capitán Wornan -puso su mazo sobre su hombro, preparándose para atacar- están frente a un hombre buscado, ocho millones de berries, no vayan a mojar sus pantalones JUAJUAJUAJUA.
El regordete salió a toda prisa blandiendo su mazo en contra nuestra.
Naminé
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Le hice un gesto como quitándole importancia. No hacía falta que me diera las gracias y menos cuando estábamos tratando de que no nos pegaran un tiro. En cierta parte entendía porque se había metido a bocajarro contra aquellos tipos. ¿ Sería otro iluso que por tener akuma ya se creía dios? No tengo ni idea pero huele raro desde aquí y yo me he duchado hoy. Si bien la contienda iba a durar entre menos y nada, Prometeo se safaba bastante bien de la pelea y las balas usando sus poderes, sobre todo esa cola de lagartija gigante. Por otro lado, también si bien se había encargado del ala izquierda, a mi me tocaba la izquierda...y no eran pocos. Así que era hora de usar la cabeza, asomarme desde mi cobertura y dirigirme a los que me tocaba.
-En serio muchachos, tomaros un descanso, podemos llevarnos todos...- un disparo me rozó el brazo., haciendo que me llevara la mano a la herida. Tras eso miré a los capullos estos viendo como el humo salía de la pistola que portaba uno de ellos. Se me hinchó la vena del cuello- A la mierda...
Lancé otro grito sónico con gran fuerza, me daba igual si le rompía también el tímpano a Prometio. No tenía el chichi para farolillos y ya que me hubieran herido era la gota que colmó el vaso. Aquel estridente grito hizo que todos salieran disparados con la pared, algunos incluso la atravesaron . Otros sangraban por los oídos. Ala izquierda despejada.
El problema no fue en si el grito, sino que entre la cola de Prometio y mi grito , la estructura cedió un poco, cayendo un tipo del piso de arriba ante nosotros. Oh que bien...si resultaba ser el jefe de estos lerdos. Yo ya estaba cansada, y como todavía no dominaba del todo el grito y la defensa que podía provocar con mis ondas, esto me provocaba bastante cansancio. O acabábamos pronto con él o me vería forzada a retirarme
-¿Vas tu verdad?- le dije a Prometio mientras me acercaba a la destruida barra a coger una botella de Whisky, si es que quedaba alguna entera. Es que para seguir aquí em hacía falta coger un buen pedo, porque para eso había venido...no para jugar a las batallitas con Charlotte. -Parece un poco enfadado con nosotros ¿ No crees Prometeo?- dije burlona localizando una botella entera sin abrir.
Entonces Wornan se me quedó mirando por unos segundos, como analizándome, hasta que abrió los ojos como platos y una sonrisa se dibujó en su rostro. -¿Naminé? Por todos los crustáceos comibles del East Blue ¿ Eres Naminé?¿¡ La cantante de Mock Town!?
Me quedé confusa, pero eso no impidió que le diera un chupetón a la botella mientras asentía con la cabeza.
-¡Soy un fan, me encantó tu concierto de la última vez!- dijo antes de darse cuenta que estaba mirando a la persona que tenía inmovilizada con su mazo...era mi marinero. Como era obvio, mi cara era de enfado total. Aunque fuera mi fan no podía dejar pasar esto. Él en seguida se dio cuenta de esto.
-Eh relájate mujer, este idiota me tiró la copa y lo ha pagado, no tiene porque enturbiar nuestra relación. Verás te lo explicaré todo, deja que acabe con la lagartija esta y luego arreglamos este asunto.
No dije nada, pero estaba visiblemente irritada, así que miré al capitán y le acabé soltando una frase- Tienes razón, yo no puedo pegarte ante esto... Entonces miré a Prometio. Si bien era cierto que no debíamos molestarnos entre piratas, este idiota cometió un error. Si bien lo que hizo Norris no estaba bien, no podía consentir esto - Agradezco que seas fan, y lo respeto, pero le has golpeado a uno de los míos, Norris...oídos.
El muchacho rápidamente entendió lo que dije, no así el pirata. Lancé un gran grito que lanzó hacia atrás a aquella mole, soltando a mi hombre y viniendo este corriendo tras de mi.
-Ya hablaremos tu y yo en el barco cabezón- dije señalándole para que se fuera con mis hombres a fuera antes de mirar a Prometio yo - Por mi parte el agravio está arreglado, al fin y al cabo es fan...así que todo tuyo Prometio.
-En serio muchachos, tomaros un descanso, podemos llevarnos todos...- un disparo me rozó el brazo., haciendo que me llevara la mano a la herida. Tras eso miré a los capullos estos viendo como el humo salía de la pistola que portaba uno de ellos. Se me hinchó la vena del cuello- A la mierda...
Lancé otro grito sónico con gran fuerza, me daba igual si le rompía también el tímpano a Prometio. No tenía el chichi para farolillos y ya que me hubieran herido era la gota que colmó el vaso. Aquel estridente grito hizo que todos salieran disparados con la pared, algunos incluso la atravesaron . Otros sangraban por los oídos. Ala izquierda despejada.
El problema no fue en si el grito, sino que entre la cola de Prometio y mi grito , la estructura cedió un poco, cayendo un tipo del piso de arriba ante nosotros. Oh que bien...si resultaba ser el jefe de estos lerdos. Yo ya estaba cansada, y como todavía no dominaba del todo el grito y la defensa que podía provocar con mis ondas, esto me provocaba bastante cansancio. O acabábamos pronto con él o me vería forzada a retirarme
-¿Vas tu verdad?- le dije a Prometio mientras me acercaba a la destruida barra a coger una botella de Whisky, si es que quedaba alguna entera. Es que para seguir aquí em hacía falta coger un buen pedo, porque para eso había venido...no para jugar a las batallitas con Charlotte. -Parece un poco enfadado con nosotros ¿ No crees Prometeo?- dije burlona localizando una botella entera sin abrir.
Entonces Wornan se me quedó mirando por unos segundos, como analizándome, hasta que abrió los ojos como platos y una sonrisa se dibujó en su rostro. -¿Naminé? Por todos los crustáceos comibles del East Blue ¿ Eres Naminé?¿¡ La cantante de Mock Town!?
Me quedé confusa, pero eso no impidió que le diera un chupetón a la botella mientras asentía con la cabeza.
-¡Soy un fan, me encantó tu concierto de la última vez!- dijo antes de darse cuenta que estaba mirando a la persona que tenía inmovilizada con su mazo...era mi marinero. Como era obvio, mi cara era de enfado total. Aunque fuera mi fan no podía dejar pasar esto. Él en seguida se dio cuenta de esto.
-Eh relájate mujer, este idiota me tiró la copa y lo ha pagado, no tiene porque enturbiar nuestra relación. Verás te lo explicaré todo, deja que acabe con la lagartija esta y luego arreglamos este asunto.
No dije nada, pero estaba visiblemente irritada, así que miré al capitán y le acabé soltando una frase- Tienes razón, yo no puedo pegarte ante esto... Entonces miré a Prometio. Si bien era cierto que no debíamos molestarnos entre piratas, este idiota cometió un error. Si bien lo que hizo Norris no estaba bien, no podía consentir esto - Agradezco que seas fan, y lo respeto, pero le has golpeado a uno de los míos, Norris...oídos.
El muchacho rápidamente entendió lo que dije, no así el pirata. Lancé un gran grito que lanzó hacia atrás a aquella mole, soltando a mi hombre y viniendo este corriendo tras de mi.
-Ya hablaremos tu y yo en el barco cabezón- dije señalándole para que se fuera con mis hombres a fuera antes de mirar a Prometio yo - Por mi parte el agravio está arreglado, al fin y al cabo es fan...así que todo tuyo Prometio.
Charlotte Prometio
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Akuma no mi
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¿Fan? No sabía que Naminé, además de ser una capitana pirata, era también una cantante conocida. Claro que su voz era preciosa y, de hecho, de había cautivado a mí también, pero vaya que era una rareza que fuera una cantante pirata o más bien, ¿una pirata cantante? Bueno, el punto es que el tripulante de la pelirrosa había resultado ser el hombre que se encontraba bajo el mazo del piarata desalineado. Al parecer ella le había dado un pase de disculpa por conocerla y resultar ser su fanático y solamente le había lanzado un grito que lo había aturdido. Vaya situación tan más bizarra.
-Cla... claro, es mi turno -dije un poco aturdido por la situación- no te perdonaré haber lastimado a esa preciosa mujer -tomé una de mis espadas con ambas manos y comencé a canalizar el flujo de energía sobre el acero- Flare: spice candy -mi espada se prendió en fuego lista para rebanar al pirata.
Aquel regordete era más hábil de lo que su redondo cuerpo aparentaba, bloqueó eficazmente mi primer tajo ígneo con pocas complicaciones, apenas y había retrocedido por el impacto generado, también era fuerte. El pirata logró bloquear los primeros cortes que le lancé, pero con cada choque entre mi espada y su mazo, se iba debilitando cada vez más. Parecía que su condición le había pasado factura. Di un pequeño salto hacía atrás actuando como señuelo y el imbécil atacó de frente, un buen tajo ascendente en llamas fue suficiente para cortarle todo el abdomen y dejarlo prendido en fuego. Había hablado mucho para la calidad de pirata que había resultado ser, una basura más del montón. Dirigí mi mirada hacia Naminé y su tripulante.
-¿Está bien el chico? -pregunté mientras deshacía mi transformación- creo que podemos tomar prestadas unas botellas de este cantinero, no creo que le moleste mucho con este desastre que tiene aquí -agregué con una sonrisa irónica.
Tomé una caja que se había salvado de los disparos, estaba llena de botellas de whiskey y tequila, parecían de muy buena calidad, como el dueño no apareció nunca, pensé que no habría mayor problema. Quizás la próxima noche podría acompañarles de nuevo en la fogata, aún no conseguía las provisiones y... el otro pequeño asunto que era el que me había llevado a ese pueblo.
-Por cierto -le lancé una botella de tequila a la pelirrosa para que la probara- ¿una cantante eh? Debo decirte que me sorprende que seas una celebridad musical, aunque tienes toda la pinta -abrí una botella para mí mismo- ¿te molestaría si paso un par de días en su campamento? Prometo no molestarles mucho.
-Cla... claro, es mi turno -dije un poco aturdido por la situación- no te perdonaré haber lastimado a esa preciosa mujer -tomé una de mis espadas con ambas manos y comencé a canalizar el flujo de energía sobre el acero- Flare: spice candy -mi espada se prendió en fuego lista para rebanar al pirata.
Aquel regordete era más hábil de lo que su redondo cuerpo aparentaba, bloqueó eficazmente mi primer tajo ígneo con pocas complicaciones, apenas y había retrocedido por el impacto generado, también era fuerte. El pirata logró bloquear los primeros cortes que le lancé, pero con cada choque entre mi espada y su mazo, se iba debilitando cada vez más. Parecía que su condición le había pasado factura. Di un pequeño salto hacía atrás actuando como señuelo y el imbécil atacó de frente, un buen tajo ascendente en llamas fue suficiente para cortarle todo el abdomen y dejarlo prendido en fuego. Había hablado mucho para la calidad de pirata que había resultado ser, una basura más del montón. Dirigí mi mirada hacia Naminé y su tripulante.
-¿Está bien el chico? -pregunté mientras deshacía mi transformación- creo que podemos tomar prestadas unas botellas de este cantinero, no creo que le moleste mucho con este desastre que tiene aquí -agregué con una sonrisa irónica.
Tomé una caja que se había salvado de los disparos, estaba llena de botellas de whiskey y tequila, parecían de muy buena calidad, como el dueño no apareció nunca, pensé que no habría mayor problema. Quizás la próxima noche podría acompañarles de nuevo en la fogata, aún no conseguía las provisiones y... el otro pequeño asunto que era el que me había llevado a ese pueblo.
-Por cierto -le lancé una botella de tequila a la pelirrosa para que la probara- ¿una cantante eh? Debo decirte que me sorprende que seas una celebridad musical, aunque tienes toda la pinta -abrí una botella para mí mismo- ¿te molestaría si paso un par de días en su campamento? Prometo no molestarles mucho.
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Mientras Charlotte estaba entreteniéndose con el fan, yo estaba detrás de la reventada barra probando barios licores con toda las calma del mundo mientras Norris esperaba el rapapolvo conveniente antes de irse afuera junto al resto de camaradas. Una vez el espectáculo acabó, con Charlotte haciendo exhibición de sus habilidades, cogí una botella de ginebra y me acerqué a él, puesto que me estaba hablando. En cierto modo me daba pena el fan, pero por otro lado...había tocado a los míos y me había fastidiado la borrachera.
- Lo estará, no te preocupes. A veces hay que ser algo dura con él, pero bueno. Sabe de sobra que no debe comprometerse así porque estaría comprometiendo al resto con sus acciones. Se le dará un correctivo y poco más...además yo vine a chuzarme. Así que...te voy a hacer caso. Cojamos lo que podamos y vayámonos de aquí.
Entonces fue cuando algunos de mis hombres entraron el el bar para llevarse algunos barriles y bebidas varias. El tabernero no dijo ni "mu", y simplemente dio las gracias por acabar con aquellos idiotas/fans. Aún así no era de extrañar que en aquella isla hubiera golpes y demás cosas piratiles.
Me apoyé en lo que quedaba de la barra mientras escuchaba las últimas palabras de Prometio- Si, he actuado varias veces en algunas islas, y de momento tengo a bastantes piratas y criminales en el bote. Si sigo así más pronto que tarde cabaré teniendo a la Marina de publico- dije jocosa bebiendo nuevamente. -Si quieres venirte, vente, pero por mucho que nos hayamos ayudado hoy, como intentes algo te parto el alma ¿ me explico?.- le dije con una sonrisa socarrona amigable antes de ofrecerle la mano.
-Así que creo que ya somos casi amigos ¿No? así que creo que este será el comienzo de un intento bueno de amistad.
Dicho esto, arramblé con las botellas que pude, y cargada con ellas salí de la taberna junto al resto de hombres en dirección al campamento de regreso. Había sido una buena noche...y ahora...¡A chuzarse!.
- Lo estará, no te preocupes. A veces hay que ser algo dura con él, pero bueno. Sabe de sobra que no debe comprometerse así porque estaría comprometiendo al resto con sus acciones. Se le dará un correctivo y poco más...además yo vine a chuzarme. Así que...te voy a hacer caso. Cojamos lo que podamos y vayámonos de aquí.
Entonces fue cuando algunos de mis hombres entraron el el bar para llevarse algunos barriles y bebidas varias. El tabernero no dijo ni "mu", y simplemente dio las gracias por acabar con aquellos idiotas/fans. Aún así no era de extrañar que en aquella isla hubiera golpes y demás cosas piratiles.
Me apoyé en lo que quedaba de la barra mientras escuchaba las últimas palabras de Prometio- Si, he actuado varias veces en algunas islas, y de momento tengo a bastantes piratas y criminales en el bote. Si sigo así más pronto que tarde cabaré teniendo a la Marina de publico- dije jocosa bebiendo nuevamente. -Si quieres venirte, vente, pero por mucho que nos hayamos ayudado hoy, como intentes algo te parto el alma ¿ me explico?.- le dije con una sonrisa socarrona amigable antes de ofrecerle la mano.
-Así que creo que ya somos casi amigos ¿No? así que creo que este será el comienzo de un intento bueno de amistad.
Dicho esto, arramblé con las botellas que pude, y cargada con ellas salí de la taberna junto al resto de hombres en dirección al campamento de regreso. Había sido una buena noche...y ahora...¡A chuzarse!.
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¿Casi amigos eh? Creo que al final del día, sin contar los objetivos que quería cumplir, lo mejor de haberme hecho a la mar eran las personas que había conocido. Uno no dimensiona lo grande que es el mundo ni las numerosas maravillosas personas que hay afuera cuando se queda en un mismo lugar. Cada día me encontraba más a gusto navegando por el grand line.
Antes de acompañar a Naminé a su campamento debía verificar cómo se encontraba la chica guapa que había caído del segundo piso. Me dirigí hacia Kirara para revisar el estado de la mujer, sus heridas habían dejado de sangrar tanto, probablemente viviría un día más para contar la anécdota de cómo un loco le había disparado.
-Iré a dejar a esta chica a algún hospital o algo similar- avisé a Namine- los alcanzaré pronto -grité mientras me alejaba con mi tigresa.
Había una pequeña clínica, un tanto descuidada a unos minutos del lugar del accidente, la enfermera era una vieja malhumorada que quería cobrarme diez veces el precio de una hospitalización. Aunque cambió rápidamente de idea cuando vio que Kirara llevaba a la mujer en sus espaldas, probablemente no tenía ganas de lidiar con una tigresa de doscientos kilos. Dejé a la mujer y regresé caminando por la fresca playa al campamento de la pelirrosa.
Los siguientes dos días pasaron con relativa calma, no había pasado ningún incidente en el pueblo que se saliera de lo común; creo que los más ruidosos éramos Naminé, su tripulación y yo, un par de noches llenos de tabaco, cerveza y muchas canciones cortesía de la capitana. Yo había logrado conseguir las provisiones necesarias para la siguiente aventura y mi búsqueda de información no había resultado muy fructífera. Habría pensado que en un pueblo de piratas el nombre de la cazadora Alice sería más famoso, pero a excepción de uno que me hizo unas muecas de desagrado, ninguno tenía idea de qué persona hablaba.
En la mañana del tercer día, cuando estaba por partir, una gaviota pasó volando y dejó caer algunos carteles de se busca. Comencé a ojearlos, en ellos aparecía la pelirrosa, su foto parecía una de estudio, cantante tenía que ser. Al final de ese paquete, no podía creerlo, era yo, esa era mi foto en un cartel, ¿me había convertido por fin en un pirata?
-¡Eh, Naminé! -le grité mientras veía mi cartel- me iré mañana, hoy abriremos las últimas cervezas y los cigarros los pongo yo.
Antes de acompañar a Naminé a su campamento debía verificar cómo se encontraba la chica guapa que había caído del segundo piso. Me dirigí hacia Kirara para revisar el estado de la mujer, sus heridas habían dejado de sangrar tanto, probablemente viviría un día más para contar la anécdota de cómo un loco le había disparado.
-Iré a dejar a esta chica a algún hospital o algo similar- avisé a Namine- los alcanzaré pronto -grité mientras me alejaba con mi tigresa.
Había una pequeña clínica, un tanto descuidada a unos minutos del lugar del accidente, la enfermera era una vieja malhumorada que quería cobrarme diez veces el precio de una hospitalización. Aunque cambió rápidamente de idea cuando vio que Kirara llevaba a la mujer en sus espaldas, probablemente no tenía ganas de lidiar con una tigresa de doscientos kilos. Dejé a la mujer y regresé caminando por la fresca playa al campamento de la pelirrosa.
Los siguientes dos días pasaron con relativa calma, no había pasado ningún incidente en el pueblo que se saliera de lo común; creo que los más ruidosos éramos Naminé, su tripulación y yo, un par de noches llenos de tabaco, cerveza y muchas canciones cortesía de la capitana. Yo había logrado conseguir las provisiones necesarias para la siguiente aventura y mi búsqueda de información no había resultado muy fructífera. Habría pensado que en un pueblo de piratas el nombre de la cazadora Alice sería más famoso, pero a excepción de uno que me hizo unas muecas de desagrado, ninguno tenía idea de qué persona hablaba.
En la mañana del tercer día, cuando estaba por partir, una gaviota pasó volando y dejó caer algunos carteles de se busca. Comencé a ojearlos, en ellos aparecía la pelirrosa, su foto parecía una de estudio, cantante tenía que ser. Al final de ese paquete, no podía creerlo, era yo, esa era mi foto en un cartel, ¿me había convertido por fin en un pirata?
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