Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un día más se alzaba en el horizonte y Berry regresaba a Saint Popplar tras un tiempo de ausencia. Era una isla que le había cautivado desde la última vez, donde un grupo de piratas intentó un ataque y pudo repelerlos con éxito. Desconocía que tanto había avanzado la isla desde ese punto, regresaba como una Teniente esta vez y ahora tenía la responsabilidad de instruir una nueva camada de prometedores reclutas.
La mink se encontraba comiendo un bowl de arroz en cuatro patas mientras ojeaba los informes de cada recluta, había un hombre con cara de enojado, un chico con una sonrisa, una chica que estaba sonrojada. Se detuvo en los informes mientras se relamía el rostro y volvía a estirarse en una postura erguida.
—¿Hmm? Que extraño se habran confundido en las medidas y en la edad. ¿Sesenta años y casi veintiseis metros? ¡Ñam! Aunque nunca me han dado un informe tan extraño...—
Berry se recostó en su camarote mientras leía un poco sobre cada recluta, parecía el típico grupo de novatos que encomendarían a un teniente responsable para enderezar un poco. Aunque Berry era una mink y sus métodos eran todo menos habituales, suspiró leyendo las actividades previstas. Todo iniciaría con una habitual charla en los campos de cultivo, un lugar elegido para presentarse lejos de la civilización y compartir historias. La hora sería al mediodía... ¡Pero si eran las dos de la tarde!
Rápidamente se alistó con su ropa, su traje y su capa de teniente junto a sus pesas corporales, tan desprolija que salió a la cubierta del barco todavía abrochando su camisa y desplegando sus alas para llegar al punto de encuentro. Tal vez por broma del destino Berry había leido el horario de arribo de los reclutas y no que la reunión estaba prevista para las dos y media, irónicamente llegando a los campos con algunos minutos de retraso tras ponerse a perseguir mariposas en pleno vuelo.
Su aterrizaje no fue tampoco muy elegante, su cuerpo se incrustó cerca de uno de los reclutas y su cabeza se enterró en la tierra como un avestruz. Al levantarse del suelo, la mink masticaba los restos de una zanahoria mientras sentía su alrededor moverse cómicamente.
—¡Ñam...Ñam! Me disculpo por la tardanza... Teniente Berry. Estaré a cargo de ustedes por hoy. Nos presentaremos y haremos algo de entrenamiento, luego trabajaremos en el campo y la ciudad. No esperen que su primer día sea un paseo de rosas, vomo marines nuestro principal objetivo es asegurar que las vidas de los civiles sea la más segura, simple y pácifica. Claro que atrapamos criminales, combatimos piratas pero quiero que su principal meta sea cuidar a los civiles que hoy van a ayudar.—
Berry habló con un tono serio aunque divertido e informal, haciendo que algunos de los reclutas creyesen que era una broma y se girasen a esperar a un supuesto verdadero teniente. Pero no veían a nadie más llegar y ya habían esperado lo suficiente como para que otro milagro cayese del cielo.
—Bien, como veo que hay mucho entusiasmo por empezar ¿Qué tal si alguien toma la palabra y se presenta? ¡Vamos será divertido!—
La zorra rápidamente tomó una enorme roca con su mano derecha y la colocó en medio de los reclutas para sentarse sobre ella, acallando a quienes todavía dudaban de su cargo. Era inusual que una mink y más una que se encontraba sobre una piedra lamiendo el pelaje de sus garras fuese la teniente a cargo, pero màs de uno lo había aceptado.
La mink se encontraba comiendo un bowl de arroz en cuatro patas mientras ojeaba los informes de cada recluta, había un hombre con cara de enojado, un chico con una sonrisa, una chica que estaba sonrojada. Se detuvo en los informes mientras se relamía el rostro y volvía a estirarse en una postura erguida.
—¿Hmm? Que extraño se habran confundido en las medidas y en la edad. ¿Sesenta años y casi veintiseis metros? ¡Ñam! Aunque nunca me han dado un informe tan extraño...—
Berry se recostó en su camarote mientras leía un poco sobre cada recluta, parecía el típico grupo de novatos que encomendarían a un teniente responsable para enderezar un poco. Aunque Berry era una mink y sus métodos eran todo menos habituales, suspiró leyendo las actividades previstas. Todo iniciaría con una habitual charla en los campos de cultivo, un lugar elegido para presentarse lejos de la civilización y compartir historias. La hora sería al mediodía... ¡Pero si eran las dos de la tarde!
Rápidamente se alistó con su ropa, su traje y su capa de teniente junto a sus pesas corporales, tan desprolija que salió a la cubierta del barco todavía abrochando su camisa y desplegando sus alas para llegar al punto de encuentro. Tal vez por broma del destino Berry había leido el horario de arribo de los reclutas y no que la reunión estaba prevista para las dos y media, irónicamente llegando a los campos con algunos minutos de retraso tras ponerse a perseguir mariposas en pleno vuelo.
Su aterrizaje no fue tampoco muy elegante, su cuerpo se incrustó cerca de uno de los reclutas y su cabeza se enterró en la tierra como un avestruz. Al levantarse del suelo, la mink masticaba los restos de una zanahoria mientras sentía su alrededor moverse cómicamente.
—¡Ñam...Ñam! Me disculpo por la tardanza... Teniente Berry. Estaré a cargo de ustedes por hoy. Nos presentaremos y haremos algo de entrenamiento, luego trabajaremos en el campo y la ciudad. No esperen que su primer día sea un paseo de rosas, vomo marines nuestro principal objetivo es asegurar que las vidas de los civiles sea la más segura, simple y pácifica. Claro que atrapamos criminales, combatimos piratas pero quiero que su principal meta sea cuidar a los civiles que hoy van a ayudar.—
Berry habló con un tono serio aunque divertido e informal, haciendo que algunos de los reclutas creyesen que era una broma y se girasen a esperar a un supuesto verdadero teniente. Pero no veían a nadie más llegar y ya habían esperado lo suficiente como para que otro milagro cayese del cielo.
—Bien, como veo que hay mucho entusiasmo por empezar ¿Qué tal si alguien toma la palabra y se presenta? ¡Vamos será divertido!—
La zorra rápidamente tomó una enorme roca con su mano derecha y la colocó en medio de los reclutas para sentarse sobre ella, acallando a quienes todavía dudaban de su cargo. Era inusual que una mink y más una que se encontraba sobre una piedra lamiendo el pelaje de sus garras fuese la teniente a cargo, pero màs de uno lo había aceptado.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El sol se alzó en el horizonte, derramando su cálido resplandor sobre Saint Popplar, y con él, una nueva oportunidad de servir a la Marina se extendía ante Ingrid. La gigante contempló el día que se presentaba mientras lustraba su anodino uniforme, durante su instrucción la habían dicho que debía dejar su atuendo de guerra y vestir el uniforme. Solo a los marines de mayor rango se les permitía conservar su propia ropa bajo la capa de la marina. Aun con todo se la permitió llevar su espada y escudo como armas resolviendo a su cuartel la problemática de tener que armar a una gigante. Sentía el aire fresco de la isla acariciar su piel, aún no se acostumbraba a las temperaturas más moderadas de este lugar en comparación con su fría zona de Elbaf donde había vivido tantos años.
Con paso decidido, se dirigió hacia el punto de encuentro en los campos de cultivo con su espada al cinto y el escudo en la espalda. La idea de trabajar junto a la Teniente Berry, una mink que había demostrado ya su valía, la intrigaba. Aunque Ingrid no sabía exactamente qué esperar, estaba ansiosa por conocer a alguien que, no siendo humano como ella, había conseguido un lugar y estaba escalando puestos en la Marina.
Mientras se dirigía a la reunión hubo varias personas que la miraron, suponía que aun la quedaba tiempo para acostumbrarse a las miradas de aquellos que nunca habían visto un gigante, pero el uniforme de la Marina surtía su efecto evitando estampidas o el miedo por parte de los ciudadanos. Cuando llegó a los campos, vio que otros reclutas estaban llegando también al punto de encuentro. Algunos la miraron de forma sorpresiva, pero saludaron y aguardaron a que llegara la Teniente.
Unos minutos tarde en lo que fue un aterrizaje bastante poco elegante, la Teniente apareció al lado de uno de los reclutas dejándose la cara contra el suelo. Se levantó masticando unos trozos de zanahoria mientras saludaba. La Teniente Berry, como si estuviera en su casa, rápidamente tomó el control de la situación. Su estilo relajado y jovial creó un ambiente amigable entre los reclutas, aunque Ingrid podía percibir la seriedad en su tono cuando hablaba de su deber como marines.
Colocó una gran piedra a modo de púlpito y se sentó encima lamiéndose el pelaje mientras los animaba a presentarse.
La giganta se puso en pie para saludar llevándose la mano derecha a la frente, “Recluta Ingrid Bjorndottir de Elbaf mi Teniente. Es un placer poder aprender de usted. A sus órdenes!”, dijo con tono serio, pero sin poder evitar la bella melodía que era su voz. Permanecería en esa postura hasta que su superior la permitiese abandonarla. Sabía que debía aprovechar cada oportunidad de entrenamiento y no iba a desaprovechar ninguna.
Con paso decidido, se dirigió hacia el punto de encuentro en los campos de cultivo con su espada al cinto y el escudo en la espalda. La idea de trabajar junto a la Teniente Berry, una mink que había demostrado ya su valía, la intrigaba. Aunque Ingrid no sabía exactamente qué esperar, estaba ansiosa por conocer a alguien que, no siendo humano como ella, había conseguido un lugar y estaba escalando puestos en la Marina.
Mientras se dirigía a la reunión hubo varias personas que la miraron, suponía que aun la quedaba tiempo para acostumbrarse a las miradas de aquellos que nunca habían visto un gigante, pero el uniforme de la Marina surtía su efecto evitando estampidas o el miedo por parte de los ciudadanos. Cuando llegó a los campos, vio que otros reclutas estaban llegando también al punto de encuentro. Algunos la miraron de forma sorpresiva, pero saludaron y aguardaron a que llegara la Teniente.
Unos minutos tarde en lo que fue un aterrizaje bastante poco elegante, la Teniente apareció al lado de uno de los reclutas dejándose la cara contra el suelo. Se levantó masticando unos trozos de zanahoria mientras saludaba. La Teniente Berry, como si estuviera en su casa, rápidamente tomó el control de la situación. Su estilo relajado y jovial creó un ambiente amigable entre los reclutas, aunque Ingrid podía percibir la seriedad en su tono cuando hablaba de su deber como marines.
Colocó una gran piedra a modo de púlpito y se sentó encima lamiéndose el pelaje mientras los animaba a presentarse.
La giganta se puso en pie para saludar llevándose la mano derecha a la frente, “Recluta Ingrid Bjorndottir de Elbaf mi Teniente. Es un placer poder aprender de usted. A sus órdenes!”, dijo con tono serio, pero sin poder evitar la bella melodía que era su voz. Permanecería en esa postura hasta que su superior la permitiese abandonarla. Sabía que debía aprovechar cada oportunidad de entrenamiento y no iba a desaprovechar ninguna.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La zorra se giró al notar como lo que ella creyó que se trataba de una montaña se levantaba dejando su boca abierta y no solo eso, se presentaba como una recluta. Berry no salía de su asombro y los reclutas mucho menos, de hecho la mink se preguntaba como una persona así no había ascendido directamente a un rango de oficial cuando probablemente sería mucho más poderosa que cualquiera de los reclutas presentes.
El hecho de aquel trato militar no terminaba de cerrarle a alguien que desde siempre ignoraba todo tipo de formalidad y ahora ser objeto de estas le resultaba extraño. Suspiró negando con la cabeza y haciendo una seña con su mano indicando que no eran necesarias tantas formalidades en una presentación de primer día al menos no con ella.
—Asombroso, eres muy alta. Puedes relajarte lo de las formalidades lo traigo sin cuidado, ahora me pregunto como entrenaremos pero por el momento toma asiento.—
Comentó la teniente guiñando su ojo a los otros reclutas y haciendo que no hubiesen mas comentarios sobre la altura de la mujer. La marina debía ser como un hogar para todos, viejos, jóvenes, altos, bajos e incluso minks. Berry nunca sintió una mala mirada o un trato desagradable pese a su raza y pese a costarle reprimir sus ganas de trepar hasta la cabeza de Ingrid para ver el mundo mordió el pelaje de su garra para servir de ejemplo a los demás. Ser teniente nunca había sido tan duro, pero ahí estaba tratando de no contagiar sus locuras a los rangos inferiores.
—Bienvenida Ingrid, quiero que sepas que aquí nadie te juzgara por tu raza, eres una valiosa hermana para todos y no dudes en que cada uno pondremos nuestra vida por tu seguridad. ¡Como lo escuchan! Vean las caras de quienes están alrededor, estos chicos se convertirán en su familia y nos apoyaremos mutuamente en cada misión. Ahora me gustaría saber de ustedes, sus sueños, motivaciones, que les gusta, que no les gusta. ¡No sean tímidos!—
Berry comenzó a caminar entre los reclutas sonriendo mientras les olfateaba de lejos, no era por algo pervertido si no para identificar su aroma y así no perderlos del radar si alguno tardaba o tenía un inconveniente más adelante. Tras terminar la ronda volvió a sentarse y esperó unos minutos en silencio.
—Está bien, esta bien, iniciaré yo. ¡Pueden llamarme Berry! Mi sueño era obtener esta hermosa capa que luce tan bien y por eso me alisté a este lugar. Ahora mi objetivo es progresar todavía más. Entre mis gustos están el arroz, entrenar, golpear cosas, las mujeres, los hombres, jugar con pelotas y peluches. ¡Y las fiestas! Como cosas que me desagradan están los climas fríos y que me digan gato. ¡Solo miren mis orejitas es obvio que soy una zorra! ¡Bwahaha! Por último me motiva luchar con gente fuerte y hacerme mucho más fuerte. Creo que con esfuerzo se puede lograr todo lo que nos proponemos.—
La mujer se recostó sobre la piedra como si estuviera contando una historia a sus mejores amigos. El aire de confianza inspiró a otros reclutas a hablar y contar sobre sus orígenes. Había de todo, promesas familiares, objetivos pendientes, trabajo, venganza. Ninguna posición era juzgada negativamente por la mink que iba pasando una pequeña piedra de recluta en recluta hasta que llegó el turno de Ingrid. Todos hicieron silencio y aguardaron sus palabras, en especial Berry que ya se imaginaba una gran compañera de entrenamientos.
El hecho de aquel trato militar no terminaba de cerrarle a alguien que desde siempre ignoraba todo tipo de formalidad y ahora ser objeto de estas le resultaba extraño. Suspiró negando con la cabeza y haciendo una seña con su mano indicando que no eran necesarias tantas formalidades en una presentación de primer día al menos no con ella.
—Asombroso, eres muy alta. Puedes relajarte lo de las formalidades lo traigo sin cuidado, ahora me pregunto como entrenaremos pero por el momento toma asiento.—
Comentó la teniente guiñando su ojo a los otros reclutas y haciendo que no hubiesen mas comentarios sobre la altura de la mujer. La marina debía ser como un hogar para todos, viejos, jóvenes, altos, bajos e incluso minks. Berry nunca sintió una mala mirada o un trato desagradable pese a su raza y pese a costarle reprimir sus ganas de trepar hasta la cabeza de Ingrid para ver el mundo mordió el pelaje de su garra para servir de ejemplo a los demás. Ser teniente nunca había sido tan duro, pero ahí estaba tratando de no contagiar sus locuras a los rangos inferiores.
—Bienvenida Ingrid, quiero que sepas que aquí nadie te juzgara por tu raza, eres una valiosa hermana para todos y no dudes en que cada uno pondremos nuestra vida por tu seguridad. ¡Como lo escuchan! Vean las caras de quienes están alrededor, estos chicos se convertirán en su familia y nos apoyaremos mutuamente en cada misión. Ahora me gustaría saber de ustedes, sus sueños, motivaciones, que les gusta, que no les gusta. ¡No sean tímidos!—
Berry comenzó a caminar entre los reclutas sonriendo mientras les olfateaba de lejos, no era por algo pervertido si no para identificar su aroma y así no perderlos del radar si alguno tardaba o tenía un inconveniente más adelante. Tras terminar la ronda volvió a sentarse y esperó unos minutos en silencio.
—Está bien, esta bien, iniciaré yo. ¡Pueden llamarme Berry! Mi sueño era obtener esta hermosa capa que luce tan bien y por eso me alisté a este lugar. Ahora mi objetivo es progresar todavía más. Entre mis gustos están el arroz, entrenar, golpear cosas, las mujeres, los hombres, jugar con pelotas y peluches. ¡Y las fiestas! Como cosas que me desagradan están los climas fríos y que me digan gato. ¡Solo miren mis orejitas es obvio que soy una zorra! ¡Bwahaha! Por último me motiva luchar con gente fuerte y hacerme mucho más fuerte. Creo que con esfuerzo se puede lograr todo lo que nos proponemos.—
La mujer se recostó sobre la piedra como si estuviera contando una historia a sus mejores amigos. El aire de confianza inspiró a otros reclutas a hablar y contar sobre sus orígenes. Había de todo, promesas familiares, objetivos pendientes, trabajo, venganza. Ninguna posición era juzgada negativamente por la mink que iba pasando una pequeña piedra de recluta en recluta hasta que llegó el turno de Ingrid. Todos hicieron silencio y aguardaron sus palabras, en especial Berry que ya se imaginaba una gran compañera de entrenamientos.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Más relajada por las alentadoras palabras de la Teniente Berry, Ingrid se tomó un momento antes de hablar. A pesar de su aparente calma, no podía liberarse completamente de la disciplina marcial que había moldeado su vida durante más de cinco décadas. Su mano gigante se extendió para recoger una diminuta piedra, la sostuvo con delicadeza antes de comenzar su relato.
"Nací en el seno de la resistencia de Brunhilde, un pequeño reducto de gigantes que luchamos casi a diario contra las fuerzas piratas de Kepler y nuestros compatriotas bajo su mando. Nuestra esperanza radica en un día sentar a un Rey digno en el trono de Elbaf. A los tiernos ocho años, cuando pude sostener una espada con firmeza, mi padre me obsequió esta misma espada que ven en mi cintura." compartió su historia mientras la mirada de los reclutas se posaba en ella, atentos a sus palabras. "Sé que es difícil comprender, pero en mi vida, la guerra ha sido mi única compañera. Desde aquel día en que mi padre me confió esta espada, no he conocido otra existencia", confesó con una tristeza que no pudo evitar. Una lágrima solitaria descendió por su mejilla, y con un movimiento certero, la gigante la enjugó mientras continuaba. "Mi más ferviente deseo, mi razón para estar aquí, es mejorar mis habilidades, ascender en las filas de la Marina y, algún día, liderar barcos y hombres suficientes para liberar mi hogar de la opresión pirata. No sé si volveré a ver a mis seres queridos alguna vez, pero tengo la certeza de que me observarán con orgullo desde el más allá."
Terminó su relato con lágrimas en los ojos, que se deslizaban por su piel de terciopelo con la gracia melancólica de diamantes refulgentes que se perdían en la oscuridad de su escote. En el silencio que siguió, ella sintió que había arrojado una sombra sobre el momento, pero también percibió la calidez de la atención de quienes la rodeaban, una calidez que cada vez la gustaba mas sentir. Su historia dejó una impresión profunda en el estado de animo de los reclutas. Comprendieron la magnitud de su sacrificio y la pasión con la que se había unido a la Marina. Aunque habían comenzado el día con distintas historias y chascarrillos, ahora compartían una visión común: la determinación de ser marines comprometidos en la lucha por la justicia y la protección de los mas débiles.
"Nací en el seno de la resistencia de Brunhilde, un pequeño reducto de gigantes que luchamos casi a diario contra las fuerzas piratas de Kepler y nuestros compatriotas bajo su mando. Nuestra esperanza radica en un día sentar a un Rey digno en el trono de Elbaf. A los tiernos ocho años, cuando pude sostener una espada con firmeza, mi padre me obsequió esta misma espada que ven en mi cintura." compartió su historia mientras la mirada de los reclutas se posaba en ella, atentos a sus palabras. "Sé que es difícil comprender, pero en mi vida, la guerra ha sido mi única compañera. Desde aquel día en que mi padre me confió esta espada, no he conocido otra existencia", confesó con una tristeza que no pudo evitar. Una lágrima solitaria descendió por su mejilla, y con un movimiento certero, la gigante la enjugó mientras continuaba. "Mi más ferviente deseo, mi razón para estar aquí, es mejorar mis habilidades, ascender en las filas de la Marina y, algún día, liderar barcos y hombres suficientes para liberar mi hogar de la opresión pirata. No sé si volveré a ver a mis seres queridos alguna vez, pero tengo la certeza de que me observarán con orgullo desde el más allá."
Terminó su relato con lágrimas en los ojos, que se deslizaban por su piel de terciopelo con la gracia melancólica de diamantes refulgentes que se perdían en la oscuridad de su escote. En el silencio que siguió, ella sintió que había arrojado una sombra sobre el momento, pero también percibió la calidez de la atención de quienes la rodeaban, una calidez que cada vez la gustaba mas sentir. Su historia dejó una impresión profunda en el estado de animo de los reclutas. Comprendieron la magnitud de su sacrificio y la pasión con la que se había unido a la Marina. Aunque habían comenzado el día con distintas historias y chascarrillos, ahora compartían una visión común: la determinación de ser marines comprometidos en la lucha por la justicia y la protección de los mas débiles.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El relato de Ingrid pese a su evidente dolor despertó compasión en la mink quien abrazó o mejor dicho chocó contra la pierna de la mujer intentando dar un confort a la guerrera. Una escena que despertó algunas risas cambiando el ambiente a uno de mayor calidez. La zorra elevó su mirada y levantó su puño, como clara señal de apoyo moral. Toda la historia de tradiciones, armas y rituales le recordaron en parte a su tribu de Zou. Esa sensación de anhelo e inseguridad al pensar en un regreso, ambas mujeres compartían más de lo que hubieran creído en un primer contacto.
—Esa es la actitud, si te esfuerzas lograrás volver a ese lugar. A decir verdad ambas tenemos algo pendiente en el nuevo mundo y no dudes en confiar en mí cuando llegue el momento. Ahora, vamos a despejar un poco la mente.—
La zorra desconocía el clima de Elbaf o como podría ayudar en una guerra contra piratas gigantes incluso siendo muchos una tripulación de un Yonko no era cosa sencilla. Varias islas del nuevo mundo corrían la misma suerte y la zorra no era tonta, sabía que todos aquellos sujetos estaban por encima de gente como Elyria que le sacaba varios escalones en cuanto a experiencia se refería. Sonrió mientras un carro se detenía frente a ellos y comenzó a sacar equipo para entrenar y cederlo a los reclutas.
Cada uno comenzó a alistarse con las pesas corporales, aunque Berry había desaparecido. Tras un tiempo reapareció caminando con dos largas y planas pesas corporales, que parecían dos montañas aplanadas. Se dirigió hasta Ingrid y las colocó a su lado, sin mostrarse muy afectada por una tarea que se sintió titánica para otros del tamaño de la mink. Uno de los reclutas había intentado ayudar a Berry creyendo que eran mantas solo para caer al suelo tras notar el peso de esas cosas.
—No me he olvidado de tí, hace años que no hay reclutas de tu tamaño pero por suerte este cuartel guardaba estas pesas que no se usaban. Creo que son de un peso razonable para ustedes pero si son muy pesadas solo usa una en la cintura. Cuando tengas todo listo, nos dividiremos en parejas para entrenar. Descuida no vas a herir a nadie. ¡Tendrás el honor de entrenar conmigo!—
Todos los reclutas se petrificaron al escuchar esas palabras, algunos conocían las rutinas de Berry y la fuerza bruta que esta poseía. Más temprano que tarde comenzaron a susurrar sobre que se debía estar loca al querer entrenar con alguien como un teniente y menos con los rumores de la zorra que usaba barcos como sacos de boxeo.
—¡Muy bien parejas formadas! ¡Ingrid por aquiiii! No usaremos armas, ni frutas, nada raro. Solo los puños, no tengas miedo, es mi primera vez con una mujer tan alta pero que mi tamaño no te limite. ¡Soy la única aquí capaz de lograr hacerte trabajar ese cuerpo!—
La mink comenzó a perseguir su cola en círculos mientras esperaba a que Ingrid llegase, los reclutas comenzaban a entrenar luchando cuerpo a cuerpo e intentando derribar a su oponente. La mirada de Berry mostró seriedad al aproximarse el momento, estava en cuatro patas frente a alguien que le hacía sentirse una hormiga. Era lenta pero tenía una gran ventaja en cuanto a tamaño, una sola mano bastaba para aplastarle, su fuerza debía ser temible e incluso siendo una recluta había crecido en la guerra.
Pero Berry tenía sus propias ventajas, era pequeña pero veloz, ya se había enfrentado a enemigos de mayor tamaño que ella y su capacidad de volar era una sorpresa que podría utilizar en un ataque. Sus ojos rojos visualizaban diferentes formas de respuesta, su mente comenzó a estudiar a la mujer. Una actitud muy diferente a la mostrada hasta ese momento, cuando Berry peleaba no solo se divertía si no que afloraba su lado más guerrero propio de su raza.
—Esa es la actitud, si te esfuerzas lograrás volver a ese lugar. A decir verdad ambas tenemos algo pendiente en el nuevo mundo y no dudes en confiar en mí cuando llegue el momento. Ahora, vamos a despejar un poco la mente.—
La zorra desconocía el clima de Elbaf o como podría ayudar en una guerra contra piratas gigantes incluso siendo muchos una tripulación de un Yonko no era cosa sencilla. Varias islas del nuevo mundo corrían la misma suerte y la zorra no era tonta, sabía que todos aquellos sujetos estaban por encima de gente como Elyria que le sacaba varios escalones en cuanto a experiencia se refería. Sonrió mientras un carro se detenía frente a ellos y comenzó a sacar equipo para entrenar y cederlo a los reclutas.
Cada uno comenzó a alistarse con las pesas corporales, aunque Berry había desaparecido. Tras un tiempo reapareció caminando con dos largas y planas pesas corporales, que parecían dos montañas aplanadas. Se dirigió hasta Ingrid y las colocó a su lado, sin mostrarse muy afectada por una tarea que se sintió titánica para otros del tamaño de la mink. Uno de los reclutas había intentado ayudar a Berry creyendo que eran mantas solo para caer al suelo tras notar el peso de esas cosas.
—No me he olvidado de tí, hace años que no hay reclutas de tu tamaño pero por suerte este cuartel guardaba estas pesas que no se usaban. Creo que son de un peso razonable para ustedes pero si son muy pesadas solo usa una en la cintura. Cuando tengas todo listo, nos dividiremos en parejas para entrenar. Descuida no vas a herir a nadie. ¡Tendrás el honor de entrenar conmigo!—
Todos los reclutas se petrificaron al escuchar esas palabras, algunos conocían las rutinas de Berry y la fuerza bruta que esta poseía. Más temprano que tarde comenzaron a susurrar sobre que se debía estar loca al querer entrenar con alguien como un teniente y menos con los rumores de la zorra que usaba barcos como sacos de boxeo.
—¡Muy bien parejas formadas! ¡Ingrid por aquiiii! No usaremos armas, ni frutas, nada raro. Solo los puños, no tengas miedo, es mi primera vez con una mujer tan alta pero que mi tamaño no te limite. ¡Soy la única aquí capaz de lograr hacerte trabajar ese cuerpo!—
La mink comenzó a perseguir su cola en círculos mientras esperaba a que Ingrid llegase, los reclutas comenzaban a entrenar luchando cuerpo a cuerpo e intentando derribar a su oponente. La mirada de Berry mostró seriedad al aproximarse el momento, estava en cuatro patas frente a alguien que le hacía sentirse una hormiga. Era lenta pero tenía una gran ventaja en cuanto a tamaño, una sola mano bastaba para aplastarle, su fuerza debía ser temible e incluso siendo una recluta había crecido en la guerra.
Pero Berry tenía sus propias ventajas, era pequeña pero veloz, ya se había enfrentado a enemigos de mayor tamaño que ella y su capacidad de volar era una sorpresa que podría utilizar en un ataque. Sus ojos rojos visualizaban diferentes formas de respuesta, su mente comenzó a estudiar a la mujer. Una actitud muy diferente a la mostrada hasta ese momento, cuando Berry peleaba no solo se divertía si no que afloraba su lado más guerrero propio de su raza.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ingrid tomó las pesas de entrenamiento y las ajustó con resolución. "¿Usar solo una? Ni muerta", pensó con determinación. "He venido aquí para entrenar y mejorar. Ya tendré tiempo de descansar cuando mi hogar sea libre." La gigante estaba decidida a aprovechar al máximo su tiempo de entrenamiento, sin ceder ante la fatiga.
Aunque las pesas resultaron ser más pesadas de lo que inicialmente parecían, Ingrid las levantó con esfuerzo. No eran incapacitantes, pero la tarea de enfrentar a la Teniente Berry, con su formidable reputación, era un desafío que Ingrid estaba decidida a superar. Había escuchado rumores sobre los rigurosos entrenamientos de Berry usando como sacos de arena los barcos desguazados de la marina, y esta era su oportunidad para medir sus habilidades de cerca. Además pensó, " Es una ocasión perfecta para entrenar sin contención", pensaba dar lo mejor de si misma. No todos los días se ganaba la atención de una Teniente y eso era algo que la llenaba de ego.
Con determinación, se dejó las pesas puestas en sus lindas y torneadas piernas haciendo que el pantalón de uniforme quedase ajustado. Ató con firmeza las cinchas que sujetaban el escudo en su espalda y tambien aseguró la espada a su cinturón. No permitiría que nada, ni siquiera una preparación deficiente previa al entrenamiento, ralentizara su enfrentamiento con la Teniente. Con la mirada centrada en su objetivo, repasó mentalmente las lecciones de combate de su aldea y sus conocimientos adquiridos durante su tiempo como cadete en la Marina. Había tenido un entrenamiento limitado en combate desarmado, pero al menos conocía las nociones básicas y algunos trucos de estrangulamientos. No obstante, ahora se preparaba para una lucha a puño descubierto contra una de las tenientes mas duras y prometedoras de la Marina.
Una vez que se aseguró de que todo estaba bien sujeto, remató recogiéndose su larga trenza en un moño y lo sujetó con la gorra del uniforme. Estaba lista, bueno todo lo lista que se puede estar, sentía el mismo nudo en el estómago que sintió la primera vez que fue a la guerra, aun con todo tomó la posición de guardia con determinación. En el momento en que vio a la Teniente Berry lista para el combate, Ingrid no dudó un instante y se abalanzó contra ella, lanzando una serie de puñetazos directos tan rápidos como le permitían sus enormes brazos lastrados. La gigante estaba decidida a dar lo mejor de sí y demostrar que estaba dispuesta a superar cualquier obstáculo para alcanzar su objetivo, después de todo para esto se había enrolado.
Aunque las pesas resultaron ser más pesadas de lo que inicialmente parecían, Ingrid las levantó con esfuerzo. No eran incapacitantes, pero la tarea de enfrentar a la Teniente Berry, con su formidable reputación, era un desafío que Ingrid estaba decidida a superar. Había escuchado rumores sobre los rigurosos entrenamientos de Berry usando como sacos de arena los barcos desguazados de la marina, y esta era su oportunidad para medir sus habilidades de cerca. Además pensó, " Es una ocasión perfecta para entrenar sin contención", pensaba dar lo mejor de si misma. No todos los días se ganaba la atención de una Teniente y eso era algo que la llenaba de ego.
Con determinación, se dejó las pesas puestas en sus lindas y torneadas piernas haciendo que el pantalón de uniforme quedase ajustado. Ató con firmeza las cinchas que sujetaban el escudo en su espalda y tambien aseguró la espada a su cinturón. No permitiría que nada, ni siquiera una preparación deficiente previa al entrenamiento, ralentizara su enfrentamiento con la Teniente. Con la mirada centrada en su objetivo, repasó mentalmente las lecciones de combate de su aldea y sus conocimientos adquiridos durante su tiempo como cadete en la Marina. Había tenido un entrenamiento limitado en combate desarmado, pero al menos conocía las nociones básicas y algunos trucos de estrangulamientos. No obstante, ahora se preparaba para una lucha a puño descubierto contra una de las tenientes mas duras y prometedoras de la Marina.
Una vez que se aseguró de que todo estaba bien sujeto, remató recogiéndose su larga trenza en un moño y lo sujetó con la gorra del uniforme. Estaba lista, bueno todo lo lista que se puede estar, sentía el mismo nudo en el estómago que sintió la primera vez que fue a la guerra, aun con todo tomó la posición de guardia con determinación. En el momento en que vio a la Teniente Berry lista para el combate, Ingrid no dudó un instante y se abalanzó contra ella, lanzando una serie de puñetazos directos tan rápidos como le permitían sus enormes brazos lastrados. La gigante estaba decidida a dar lo mejor de sí y demostrar que estaba dispuesta a superar cualquier obstáculo para alcanzar su objetivo, después de todo para esto se había enrolado.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ver a la mujer tomar acción fue gracioso al principio, sus golpes eran duros y estaban bien para una lucha contra gigantes pero debía utilizar mejor su tamaño contra objetivos más pequeños. Berry evadió alzando vuelo sus puños, imaginando que para Ingrid sería como ver a un mosquito molesto danzando alrededor de su cuerpo. Los golpes que llegaron a impactar en tierra mostraban un gran daño colateral e incluso a más de un recluta le forzó a dar un brinco. La mink voló hasta el costado de la mujer gigante conectando un certero puñetazo antes de volar hasta su cara para verse frente a frente.
—No lo haces mal para pelear contra alguien de tu tamaño, pero recuerda que esto es como luchar contra un insecto para tu cuerpo. Debes emplear tu tamaño no solo como signo de poder si no para crear ataques inesperados. Un aplauso puede no resultarte mucho pero contra nosotros puede ser un estruendo que nos deje sordos por unos minutos, también un salto puede darte una ventaja inesperada no solo por aplastar a alguien si no por la consecuente onda expansiva. Además recuerda que tu cuerpo es un blanco expuesto, nunca abandones la defensa al atacar o podrían tomarte desprevenida como lo hice en ese golpe.—
Berry sonaba como toda una maestra del combate, pero en su voz no habían reproches o una actitud burlesca, se tomaba las fallas de la gigante como un paso habitual en la adaptación a un mundo en miniatura. La mink llevó sus garras al frente y dejó que la electricidad fluyera por estas mientras abría sus brazos lado a lado, dispuesta a aumentar la intensidad de sus golpes, el electro de los minks era raro incluso en el nuevo mundo y dudaba que la mujer alguna vez hubiera presenciado esto.
—Te enseñaré como luchamos los minks, no creo que esto te lesione de gravedad pero si duele mucho no dudes en apartarte. Es mejor retroceder y vivir otra batalla que perder un brazo por mero orgullo. ¡Aquí voy! ¡Moonlight Eclipse!—
Berry se elevó en el aire para desaparecer entre las nubes y comenzar a girar sobre su propio eje en el descenso, el electro se expandió por todo su pelaje haciendo que todos contemplasen un segundo sol o más bien una luna artificial sobre la cabeza de la gigante. Luego el aterrador descenlace, la mink cambió de postura concentrando gran cantidad de electro y Haki en su garra derecha, mientras caía a gran velocidad esperando que su puño impactase contra la gigante o al menos una parte.
Estaba feliz de poder estrenar una técnica que le había llevado meses perfeccionar, una que usada dentro de una ciudad hubiera volado edificios y casas en el impacto, los reclutas reconocieron la peligrosidad de la técnica gritando que todos tomasen distancia sin ninguno querer estar en el epicentro del choque. Si la giganta deseaba medir fuerzas el impacto podría bastar para mandar a volar a los reclutas cercanos, los cuales se pusieron a resguardo detras de la roca que previamente había sido el escenario en el cual Berry les había conocido.
—¡Ve con todo Ingrid!— —Ten cuidado ¡No se lastimen!— —¡La Teniente Berry es tan aterradora y genial!— —¡Todos con Ingrid!—
Los reclutas alentaban como una grada expectante, cada uno tenía a su favorita pero deseaban que ninguna tomase más daño del necesario. Era un combate amistoso pero comprendían que Berry había llegado a ese punto consciente de que los golpes normales solo hubieran destrozado a Ingrid sin que esta pusiese a prueba su fuerza. Para entrenar a un gigante se necesitaba un choque colosal de fuerzas y eso era exactamente lo que la zorra buscaría.
—No lo haces mal para pelear contra alguien de tu tamaño, pero recuerda que esto es como luchar contra un insecto para tu cuerpo. Debes emplear tu tamaño no solo como signo de poder si no para crear ataques inesperados. Un aplauso puede no resultarte mucho pero contra nosotros puede ser un estruendo que nos deje sordos por unos minutos, también un salto puede darte una ventaja inesperada no solo por aplastar a alguien si no por la consecuente onda expansiva. Además recuerda que tu cuerpo es un blanco expuesto, nunca abandones la defensa al atacar o podrían tomarte desprevenida como lo hice en ese golpe.—
Berry sonaba como toda una maestra del combate, pero en su voz no habían reproches o una actitud burlesca, se tomaba las fallas de la gigante como un paso habitual en la adaptación a un mundo en miniatura. La mink llevó sus garras al frente y dejó que la electricidad fluyera por estas mientras abría sus brazos lado a lado, dispuesta a aumentar la intensidad de sus golpes, el electro de los minks era raro incluso en el nuevo mundo y dudaba que la mujer alguna vez hubiera presenciado esto.
—Te enseñaré como luchamos los minks, no creo que esto te lesione de gravedad pero si duele mucho no dudes en apartarte. Es mejor retroceder y vivir otra batalla que perder un brazo por mero orgullo. ¡Aquí voy! ¡Moonlight Eclipse!—
Berry se elevó en el aire para desaparecer entre las nubes y comenzar a girar sobre su propio eje en el descenso, el electro se expandió por todo su pelaje haciendo que todos contemplasen un segundo sol o más bien una luna artificial sobre la cabeza de la gigante. Luego el aterrador descenlace, la mink cambió de postura concentrando gran cantidad de electro y Haki en su garra derecha, mientras caía a gran velocidad esperando que su puño impactase contra la gigante o al menos una parte.
Estaba feliz de poder estrenar una técnica que le había llevado meses perfeccionar, una que usada dentro de una ciudad hubiera volado edificios y casas en el impacto, los reclutas reconocieron la peligrosidad de la técnica gritando que todos tomasen distancia sin ninguno querer estar en el epicentro del choque. Si la giganta deseaba medir fuerzas el impacto podría bastar para mandar a volar a los reclutas cercanos, los cuales se pusieron a resguardo detras de la roca que previamente había sido el escenario en el cual Berry les había conocido.
—¡Ve con todo Ingrid!— —Ten cuidado ¡No se lastimen!— —¡La Teniente Berry es tan aterradora y genial!— —¡Todos con Ingrid!—
Los reclutas alentaban como una grada expectante, cada uno tenía a su favorita pero deseaban que ninguna tomase más daño del necesario. Era un combate amistoso pero comprendían que Berry había llegado a ese punto consciente de que los golpes normales solo hubieran destrozado a Ingrid sin que esta pusiese a prueba su fuerza. Para entrenar a un gigante se necesitaba un choque colosal de fuerzas y eso era exactamente lo que la zorra buscaría.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ingrid observó cómo la Teniente Berry se movía con una agilidad sorprendente, esquivando sus golpes con facilidad. La mink voló rápidamente hacia un costado de Ingrid, y antes de que pudiera reaccionar, conectó un certero puñetazo en su costado que llego a sacarle el aire. Luego, Berry se elevó hasta quedar frente a frente con ella y tras darle algunos consejos para aprovechar su tamaño contra contrincantes mas pequeños se elevó volando. La Teniente hablaba con conocimiento y paciencia, no se burlaba de Ingrid ni menospreciaba sus habilidades. En cambio, la guiaba hacia una comprensión más profunda del combate.
Berry cargó sus garras con electricidad mientras extendía sus brazos, listos para lanzar un ataque. Los reclutas miraban con asombro y preocupación, aunque Ingrid no entendía muy bien porqué.
"Te enseñaré cómo luchamos los minks", anunció Berry con determinación. "No creo que esto te cause daños graves, pero si duele demasiado, no dudes en retirarte. Es mejor retroceder y vivir para otra batalla que perder un brazo por orgullo. ¡Aquí voy! ¡Moonlight Eclipse!", gritó.
La teniente se elevó en el aire, desapareciendo entre las nubes antes de comenzar a girar sobre sí misma mientras el electro cubría su pelaje. Los reclutas contemplaron asombrados cómo una especie de luna artificial se formaba sobre la cabeza de Ingrid. Era un espectáculo impresionante, pero también un preludio a lo que sería un ataque colosal. Luego, comenzó un aterrador descenso, refulgiendo en electricidad. Los reclutas observaron el choque inminente con temor y anticipación.
No tenía pinta de que esto fuera a ser fácil, tampoco lo esperaba y mucho menos después del golpe que había recibido en el costado. Pero la teniente no había valorado algo, ella era una guerrera de Elbaf nacida y criada por y para la batalla. ¿Retirarme? ¿Retroceder? esas palabras no existían en el vocabulario de la gigante, ella era una persona si entablaba batalla era hasta sus últimas consecuencias. Recordó sus años estudiando el haki con su padre, siempre la habían dicho que era algo para cuando aprendiese a dominarse, para cuando comprendiese en la totalidad su cuerpo y el combate. Conocía la teoría pero la verdad es que jamás había tratado de dominarlo, ¿Por qué ahora? ¿Por qué no?, ir mas lejos, golpear el cuerpo verdadero, superar la voluntad de tu oponente, mil y un consejos se agolpaban en su mente, se colocó lista para lanzar un puñetazo vertical contra la Teniente, sin contemplaciones, el camino mas rápido es siempre la línea recta, se concentró y lanzó un puñetazo con toda la ira de décadas de guerra, con toda la determinación de acabar con una Yonkou, la teniente Berry vio como el haki se concentraba en su puño, no mucho, apenas cubriendo sus nudillos y media mano y el choque llegó.
Ingrid se sentía confiada, al fin y al cabo que puede hacer alguien tan pequeño? el puño restallaba en electricidad y aunque no quería reconocerlo tenía todas las articulaciones de su cuerpo comprimidas, como era esto posible? Sentía los pesos tirar de ella hacia abajo, gritó pidiendo ayuda a los dioses de Elbaf mientras sentía como los pies se le clavaban en la tierra, notó caer en su cara un delgado hilo de sangre de su puño y finalmente tras unos segundos que le parecieron horas su pierna trasera cedió y salió despedida una decena de metros hacia atrás. Sintió como el haki mantenido a duras penas desaparecía de su puño y se recostó como pudo esperando el intercambio de impresiones con la teniente. Su cuerpo la temblaba, tenía la respiración entrecortada y no era capaz de ponerse en pie como aplastada por una sensación enorme de cansancio y desasosiego.
Finalmente ante la impotencia mostrada ante la teniente rompió a llorar de pura rabia, "¿Cómo iba a tenerla en cuenta ahora tras ver su pobre estado de forma?", pensó mientras lloraba y maldecía sus habilidades.
Berry cargó sus garras con electricidad mientras extendía sus brazos, listos para lanzar un ataque. Los reclutas miraban con asombro y preocupación, aunque Ingrid no entendía muy bien porqué.
"Te enseñaré cómo luchamos los minks", anunció Berry con determinación. "No creo que esto te cause daños graves, pero si duele demasiado, no dudes en retirarte. Es mejor retroceder y vivir para otra batalla que perder un brazo por orgullo. ¡Aquí voy! ¡Moonlight Eclipse!", gritó.
La teniente se elevó en el aire, desapareciendo entre las nubes antes de comenzar a girar sobre sí misma mientras el electro cubría su pelaje. Los reclutas contemplaron asombrados cómo una especie de luna artificial se formaba sobre la cabeza de Ingrid. Era un espectáculo impresionante, pero también un preludio a lo que sería un ataque colosal. Luego, comenzó un aterrador descenso, refulgiendo en electricidad. Los reclutas observaron el choque inminente con temor y anticipación.
No tenía pinta de que esto fuera a ser fácil, tampoco lo esperaba y mucho menos después del golpe que había recibido en el costado. Pero la teniente no había valorado algo, ella era una guerrera de Elbaf nacida y criada por y para la batalla. ¿Retirarme? ¿Retroceder? esas palabras no existían en el vocabulario de la gigante, ella era una persona si entablaba batalla era hasta sus últimas consecuencias. Recordó sus años estudiando el haki con su padre, siempre la habían dicho que era algo para cuando aprendiese a dominarse, para cuando comprendiese en la totalidad su cuerpo y el combate. Conocía la teoría pero la verdad es que jamás había tratado de dominarlo, ¿Por qué ahora? ¿Por qué no?, ir mas lejos, golpear el cuerpo verdadero, superar la voluntad de tu oponente, mil y un consejos se agolpaban en su mente, se colocó lista para lanzar un puñetazo vertical contra la Teniente, sin contemplaciones, el camino mas rápido es siempre la línea recta, se concentró y lanzó un puñetazo con toda la ira de décadas de guerra, con toda la determinación de acabar con una Yonkou, la teniente Berry vio como el haki se concentraba en su puño, no mucho, apenas cubriendo sus nudillos y media mano y el choque llegó.
Ingrid se sentía confiada, al fin y al cabo que puede hacer alguien tan pequeño? el puño restallaba en electricidad y aunque no quería reconocerlo tenía todas las articulaciones de su cuerpo comprimidas, como era esto posible? Sentía los pesos tirar de ella hacia abajo, gritó pidiendo ayuda a los dioses de Elbaf mientras sentía como los pies se le clavaban en la tierra, notó caer en su cara un delgado hilo de sangre de su puño y finalmente tras unos segundos que le parecieron horas su pierna trasera cedió y salió despedida una decena de metros hacia atrás. Sintió como el haki mantenido a duras penas desaparecía de su puño y se recostó como pudo esperando el intercambio de impresiones con la teniente. Su cuerpo la temblaba, tenía la respiración entrecortada y no era capaz de ponerse en pie como aplastada por una sensación enorme de cansancio y desasosiego.
Finalmente ante la impotencia mostrada ante la teniente rompió a llorar de pura rabia, "¿Cómo iba a tenerla en cuenta ahora tras ver su pobre estado de forma?", pensó mientras lloraba y maldecía sus habilidades.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El choque fue lo que estaba buscando, sus pelos se erizaron la emoción recorrió su espalda y literalmente era como enfrentar a una montaña en medio de los campos. Si bien le había sugerido retroceder, la mujer gigante parecía negada a la idea de retirarse, costumbres arraigadas desde tan pequeña debían ser imposibles de controlar tal y como a ella le ocurría con sus instintos. Si bien Berry no deseaba herirle, consideraba un insulto contenerse por lo cual se unió al grito de la mujer porque le parecía una acción de epicidad imposible de resistir.
Más fue su sorpresa al ver a Ingrid retroceder forzosamente, o más bien ser empujada contra su voluntad al final del mismo. Tal vez se había pasado un poco, la mink se levantó del cráter que se formó tras su aterrizaje y corrió para comprobar el estado de salud de su compañera. No tardó en llegar y verla sollozando, la zorra no comprendía el motivo el choque había sido épico y perfecto incluso se negó a evadirlo pese a la abismal violencia del impacto. Comprobó las manos de la mujer y encontró un pequeño corte que no tardó en tratar con alcohol, claro lo que para la gigante era pequeño para Berry era similar a una grieta en el suelo.
—¡No lloooreees! Lo siento, lo siento le pondremos algo de alcohol y ya no dolerá. ¡Mira mi rostro! Debes sonreír de oreja a oreja así te verás más guapa de lo que ya eres. Creo que sentí algo de tu voluntad en ese puño y eso es bastante raro, muy extraño en una recluta. Tienes mucha madera para esto.—
La mink guió a otros reclutas para tratar el cortecito mientras todos entrenaban ya que vendar a una mujer de ese tamaño requería trabajo en equipo y la mink hacia que incluso el compañerismo fuese un entrenamiento a seguir. Cuando todos finalizaron sus respectivos vendajes, la teniente hizo surgir sus alas nuevamente, volando para mirar a los ojos de Ingrid con una amena sonrisa y levantando su pulgar.
—Como nueva. Ahora debemos trabajar en esa confianza, cuando algo te supere no temas en apoyarte en otros. Desconozco como es en Elbaf pero yo también me crié por mi cuenta y los primeros días tendía a hacer las cosas sola sin preocuparme por lo que otros pudieran hacer por mí. Eso me hizo caer en una batalla en la que yo sola no podía ganar y por poco muero ese día. Entiendo tu orgullo de guerrera pero no debes ver esto como un juicio, eres muy talentosa y creo que puedo pulir ese diamante en bruto que tienes en el pecho. ¡Ahora de pie y a hacer flexiones! ¡Que no decaiga ese espiritu que vi hace un momento!—
Berry golpeó su pecho y descendió para coordinar a los otros reclutas en diversos ejercicios, todo partía de una buena rutina y la mink conocía que trabajar la confianza de Ingrid era el primer paso para despertar completamente eso que sintió cuando sus puños chocaron.
Más fue su sorpresa al ver a Ingrid retroceder forzosamente, o más bien ser empujada contra su voluntad al final del mismo. Tal vez se había pasado un poco, la mink se levantó del cráter que se formó tras su aterrizaje y corrió para comprobar el estado de salud de su compañera. No tardó en llegar y verla sollozando, la zorra no comprendía el motivo el choque había sido épico y perfecto incluso se negó a evadirlo pese a la abismal violencia del impacto. Comprobó las manos de la mujer y encontró un pequeño corte que no tardó en tratar con alcohol, claro lo que para la gigante era pequeño para Berry era similar a una grieta en el suelo.
—¡No lloooreees! Lo siento, lo siento le pondremos algo de alcohol y ya no dolerá. ¡Mira mi rostro! Debes sonreír de oreja a oreja así te verás más guapa de lo que ya eres. Creo que sentí algo de tu voluntad en ese puño y eso es bastante raro, muy extraño en una recluta. Tienes mucha madera para esto.—
La mink guió a otros reclutas para tratar el cortecito mientras todos entrenaban ya que vendar a una mujer de ese tamaño requería trabajo en equipo y la mink hacia que incluso el compañerismo fuese un entrenamiento a seguir. Cuando todos finalizaron sus respectivos vendajes, la teniente hizo surgir sus alas nuevamente, volando para mirar a los ojos de Ingrid con una amena sonrisa y levantando su pulgar.
—Como nueva. Ahora debemos trabajar en esa confianza, cuando algo te supere no temas en apoyarte en otros. Desconozco como es en Elbaf pero yo también me crié por mi cuenta y los primeros días tendía a hacer las cosas sola sin preocuparme por lo que otros pudieran hacer por mí. Eso me hizo caer en una batalla en la que yo sola no podía ganar y por poco muero ese día. Entiendo tu orgullo de guerrera pero no debes ver esto como un juicio, eres muy talentosa y creo que puedo pulir ese diamante en bruto que tienes en el pecho. ¡Ahora de pie y a hacer flexiones! ¡Que no decaiga ese espiritu que vi hace un momento!—
Berry golpeó su pecho y descendió para coordinar a los otros reclutas en diversos ejercicios, todo partía de una buena rutina y la mink conocía que trabajar la confianza de Ingrid era el primer paso para despertar completamente eso que sintió cuando sus puños chocaron.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ingrid, aún con lágrimas en los ojos, se levantó, inspirada por las palabras de la teniente Berry. Sabía que tenía mucho que aprender y que estaba en el lugar adecuado para hacerlo. Mientras se ponía de pie, miró a su alrededor y notó a los otros reclutas animándola y apoyándola. Se sentía afortunada de tenerlos como compañeros en esta nueva etapa de su vida. Les agradeció a todos que la hubieran ayudado a curar su herida de la mano y se giró hacia la teniente.
"Es simplemente que quiero lo que usted tiene, quiero esa fuerza y ese poder. Me frustra ser tan débil como para ser tumbada por un mosquito", dijo recuperando parte de su sonrisa entre sollozos.
Siguiendo las órdenes de la teniente Berry, comenzó una serie de flexiones y ejercicios. A pesar de su tamaño, estaba decidida a esforzarse al máximo y demostrar que podía superar cualquier obstáculo, tal vez no hoy, pero algún día. La determinación ardía en su mirada, y poco a poco, comenzó a ganar confianza en sí misma. A medida que pasaban las horas, Ingrid se sumergió por completo en el entrenamiento. La teniente demostró ser una maestra apasionada y dedicada, guiando a los reclutas con paciencia y alentándolos a dar lo mejor de sí mismos. La gigante sintió que su relación con Berry se fortalecía con cada ejercicio y cada consejo. La mink se había convertido en su mentora, y estaba decidida a no decepcionarla.
En varias ocasiones pidió a la teniente mas peso consciente de su necesidad de mejorar, la paciencia no era una virtud en ella, solo paraba para colocarse el pelo y asegurarse de estar perfecta en cada instante aprovechando cuando paraba para beber agua. Con la camisa completamente sudada por los ejercicios continuaba haciendo repeticiones como si fuera el último día de su vida.
El sol comenzó a ponerse en el horizonte, y el atardecer anunciaba que muy pronto no quedaría luz en aquel campo. Exhausta pero llena de determinación, paro sus ejercicios para beber agua y acicalarse una última vez en lo que pensaba sería el fin de entrenamiento ese día. Habían compartido risas, sudor y lágrimas, y la gigante sabía que este era solo el comienzo de su viaje para convertirse en una marina fuerte y valiente. Viendo el nivel de la teniente ahora comprendía porqué los dioses la hicieron abandonar su Elbaf natal. Mientras esperaba las valoraciones y conclusiones de su superior, saco algunos dulces de su mochila para recuperar algo de energía, bueno y porque la gustaban mas que nada en el mundo.
"Es simplemente que quiero lo que usted tiene, quiero esa fuerza y ese poder. Me frustra ser tan débil como para ser tumbada por un mosquito", dijo recuperando parte de su sonrisa entre sollozos.
Siguiendo las órdenes de la teniente Berry, comenzó una serie de flexiones y ejercicios. A pesar de su tamaño, estaba decidida a esforzarse al máximo y demostrar que podía superar cualquier obstáculo, tal vez no hoy, pero algún día. La determinación ardía en su mirada, y poco a poco, comenzó a ganar confianza en sí misma. A medida que pasaban las horas, Ingrid se sumergió por completo en el entrenamiento. La teniente demostró ser una maestra apasionada y dedicada, guiando a los reclutas con paciencia y alentándolos a dar lo mejor de sí mismos. La gigante sintió que su relación con Berry se fortalecía con cada ejercicio y cada consejo. La mink se había convertido en su mentora, y estaba decidida a no decepcionarla.
En varias ocasiones pidió a la teniente mas peso consciente de su necesidad de mejorar, la paciencia no era una virtud en ella, solo paraba para colocarse el pelo y asegurarse de estar perfecta en cada instante aprovechando cuando paraba para beber agua. Con la camisa completamente sudada por los ejercicios continuaba haciendo repeticiones como si fuera el último día de su vida.
El sol comenzó a ponerse en el horizonte, y el atardecer anunciaba que muy pronto no quedaría luz en aquel campo. Exhausta pero llena de determinación, paro sus ejercicios para beber agua y acicalarse una última vez en lo que pensaba sería el fin de entrenamiento ese día. Habían compartido risas, sudor y lágrimas, y la gigante sabía que este era solo el comienzo de su viaje para convertirse en una marina fuerte y valiente. Viendo el nivel de la teniente ahora comprendía porqué los dioses la hicieron abandonar su Elbaf natal. Mientras esperaba las valoraciones y conclusiones de su superior, saco algunos dulces de su mochila para recuperar algo de energía, bueno y porque la gustaban mas que nada en el mundo.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Berry guiñó su ojo ante los halagos, era complicado obtener su fuerza pero conocía que los gigantes eran seres poderosos desde su simple nacimiento, había rumores de que un niño gigante podía acabar con una tropa de humanos con solo tener un berrinche y muchos marines legendarios habían pertenecido a esa raza de noble corazón pero fiereza incontrolable en las batallas. Berry se unió al entrenamiento comprobando que todos estuvieran hidratados y preparados para el extenuante trabajo físico que les aguardaba, si bien primero deseó que solo fueran unas horas, el entusiasmo que todos tenían por volverse más fuertes hizo que los ejercicios siguieran hasta el anochecer. Ingrid era alguien bastante ruda, no temía en soportar más peso y le recordaba en gran parte a sus primeros días donde siempre exigía más hasta caer desmayada, no era muy complicado percatarse de que a la mink le agradaba.
Mientras descansaban, Berry no pudo evitar babear con los ojos brillantes ante los dulces de tamaño considerable que Ingrid estaba disfrutando. Ella no podría ni llevarse la mitad a la boca y envidiaba que existiesen esas cosas, aunque se preguntaba cuanto solían valer creaciones de tal envergadura. Negó con su cabeza mientras se limpiaba la baba y alistaba a todos los reclutas alrededor de una improvisada fogata. Era momento de compartir las valoraciones y comentarios por tanto se sentó sobre un lugar alto, aunque no tan alto como Ingrid y comenzó a explicar sus sensaciones con el grupo.
—En resumen están aprobados, bueno tampoco era un examen, pero pueden estar seguros de que este es su lugar. En cuanto a todos he visto una gran camaradería y voluntad, se sumieron en el entrenamiento sin ninguna queja y forzaron sus cuerpos a dar más de lo que nunca dieron. Espero que hayan reservado energías porque hay algo más que hacer antes de irse a dormir... y eso es!—
Estaba por concluir la frase cuando su Den Den Mushi empezó a sonar, Berry trataba de responderlo pero su pequeño amigo parecía estar dormido en su muñeca, uno de los reclutas reconoció el error de la teniente y le indicó que ese de la muñeca se usaba para interceptar comunicaciones. Berry siguió buscando entre sus ropas hasta dar con el correcto, otro Den Den Mushi de color negro con círculos dorados. En la oscuridad nadie pudo culpar a Berry por el anterior error, los dos caracoles eran casi idénticos a la luz del fuego. La mink cambió su rostro a un tono serio al escuchar las instrucciones, si bien había sido un día duro estaba consciente de que a cualquier recluta podría pasarle algo similar algún día y nada mejor que la experiencia. Despidió a los que había notado más agotados y se quitó sus propias pesas corporales haciendo un hueco enorme en la tierra, los reclutas sobrantes por poco pierden sus ojos de las cuencas ante tal asombro, las pesas eran excesivamente pesadas y Berry no solo las había mantenido todo el tiempo si no que había luchado contra Ingrid en tal desventaja.
La zorra no escatimó en detalles, crujiendo sus nudillos y elongando su musculatura mientras su rostro se mostraba sereno pese a estar lamiendo el pelaje de sus garras una vez liberada de sus cadenas.
—Escuchen, los elegí a ustedes porque son los más aptos, en especial Ingrid. Unos piratas secuestraron a una de nuestras divisiones, me han pedido que lidere el rescate. Se esconden en el bosque a veinte minutos de aquí pero los informes dicen que hay pequeños grupos esparcidos por el lugar. Desde que la marina se toma enserio este lugar es raro que ataquen a las ciudades pero un rescate involucra dejar la ciudad desprotegida. Por tanto, Ingrid tu guiarás la defensa de la ciudad y necesito que todos colaboren, sugiero que uno de los chicos suba a tu hombro para poder explorar el panorama y cuidarte las espaldas. El resto se unirá a la brigada que encontrarán en la entrada a la ciudad, estos bandidos pueden intentar artimañas sucias para entrar, como detonar edificios o causar derrumbes para distraer. Hemos evacuado a los civiles pero deben tener cuidado de que nada les caiga encima. Confío en ustedes para esa tarea. El resto vienen conmigo, necesitaré un tirador y algunos hombres que puedan encargarse de los rescates mientras me cargo a esos bandidos.—
Ordenó la mink mientras todos se preparaban, se tomó la molestia de volar hacia Ingrid y sonreír. No quería que la gigante malentendiera las cosas creyendo que le estaba corriendo de la acción siendo que también tanta responsabilidad podría pesarle de no tener una plática de mujer guerrera a zorra guerrera antes de separarse.
—No te estoy corriendo de la acción ni mucho menos, después de nuestro pequeño combate sé que eres un símbolo de fuerza para los demás chicos y contigo se sentirán inspirados. Me dijiste que desde pequeña has liderado en tu lucha personal y no veo mejor candidato para que defienda la ciudad. Creo que podrás mantenerlos a raya hasta que regresemos. Recuerda confiar en ellos y ellos confiaran en ti, cuando la voluntad es la de proteger a otros y no solo destruir es cuando la verdadera fuerza aflora desde nuestro interior. ¡Choca esos cinco!—
La mink levantó su palma y esperó que Ingrid la chocase antes de dar media vuelta y retirarse hacia los bosques con un reducido grupo de rescate. La ciudad ahora estaba al cuidado de Ingrid y nadie parecía cuestionar la decisión de Berry, después de todo habían presenciado como la teniente depositaba fé en cada uno de ellos y esto les inspiraba a no dejar en mala posición a la mink que tanto les apoyó durante aquel día.
Mientras descansaban, Berry no pudo evitar babear con los ojos brillantes ante los dulces de tamaño considerable que Ingrid estaba disfrutando. Ella no podría ni llevarse la mitad a la boca y envidiaba que existiesen esas cosas, aunque se preguntaba cuanto solían valer creaciones de tal envergadura. Negó con su cabeza mientras se limpiaba la baba y alistaba a todos los reclutas alrededor de una improvisada fogata. Era momento de compartir las valoraciones y comentarios por tanto se sentó sobre un lugar alto, aunque no tan alto como Ingrid y comenzó a explicar sus sensaciones con el grupo.
—En resumen están aprobados, bueno tampoco era un examen, pero pueden estar seguros de que este es su lugar. En cuanto a todos he visto una gran camaradería y voluntad, se sumieron en el entrenamiento sin ninguna queja y forzaron sus cuerpos a dar más de lo que nunca dieron. Espero que hayan reservado energías porque hay algo más que hacer antes de irse a dormir... y eso es!—
Estaba por concluir la frase cuando su Den Den Mushi empezó a sonar, Berry trataba de responderlo pero su pequeño amigo parecía estar dormido en su muñeca, uno de los reclutas reconoció el error de la teniente y le indicó que ese de la muñeca se usaba para interceptar comunicaciones. Berry siguió buscando entre sus ropas hasta dar con el correcto, otro Den Den Mushi de color negro con círculos dorados. En la oscuridad nadie pudo culpar a Berry por el anterior error, los dos caracoles eran casi idénticos a la luz del fuego. La mink cambió su rostro a un tono serio al escuchar las instrucciones, si bien había sido un día duro estaba consciente de que a cualquier recluta podría pasarle algo similar algún día y nada mejor que la experiencia. Despidió a los que había notado más agotados y se quitó sus propias pesas corporales haciendo un hueco enorme en la tierra, los reclutas sobrantes por poco pierden sus ojos de las cuencas ante tal asombro, las pesas eran excesivamente pesadas y Berry no solo las había mantenido todo el tiempo si no que había luchado contra Ingrid en tal desventaja.
La zorra no escatimó en detalles, crujiendo sus nudillos y elongando su musculatura mientras su rostro se mostraba sereno pese a estar lamiendo el pelaje de sus garras una vez liberada de sus cadenas.
—Escuchen, los elegí a ustedes porque son los más aptos, en especial Ingrid. Unos piratas secuestraron a una de nuestras divisiones, me han pedido que lidere el rescate. Se esconden en el bosque a veinte minutos de aquí pero los informes dicen que hay pequeños grupos esparcidos por el lugar. Desde que la marina se toma enserio este lugar es raro que ataquen a las ciudades pero un rescate involucra dejar la ciudad desprotegida. Por tanto, Ingrid tu guiarás la defensa de la ciudad y necesito que todos colaboren, sugiero que uno de los chicos suba a tu hombro para poder explorar el panorama y cuidarte las espaldas. El resto se unirá a la brigada que encontrarán en la entrada a la ciudad, estos bandidos pueden intentar artimañas sucias para entrar, como detonar edificios o causar derrumbes para distraer. Hemos evacuado a los civiles pero deben tener cuidado de que nada les caiga encima. Confío en ustedes para esa tarea. El resto vienen conmigo, necesitaré un tirador y algunos hombres que puedan encargarse de los rescates mientras me cargo a esos bandidos.—
Ordenó la mink mientras todos se preparaban, se tomó la molestia de volar hacia Ingrid y sonreír. No quería que la gigante malentendiera las cosas creyendo que le estaba corriendo de la acción siendo que también tanta responsabilidad podría pesarle de no tener una plática de mujer guerrera a zorra guerrera antes de separarse.
—No te estoy corriendo de la acción ni mucho menos, después de nuestro pequeño combate sé que eres un símbolo de fuerza para los demás chicos y contigo se sentirán inspirados. Me dijiste que desde pequeña has liderado en tu lucha personal y no veo mejor candidato para que defienda la ciudad. Creo que podrás mantenerlos a raya hasta que regresemos. Recuerda confiar en ellos y ellos confiaran en ti, cuando la voluntad es la de proteger a otros y no solo destruir es cuando la verdadera fuerza aflora desde nuestro interior. ¡Choca esos cinco!—
La mink levantó su palma y esperó que Ingrid la chocase antes de dar media vuelta y retirarse hacia los bosques con un reducido grupo de rescate. La ciudad ahora estaba al cuidado de Ingrid y nadie parecía cuestionar la decisión de Berry, después de todo habían presenciado como la teniente depositaba fé en cada uno de ellos y esto les inspiraba a no dejar en mala posición a la mink que tanto les apoyó durante aquel día.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Con un choque de mano la teniente se marcho dejando a Ingrid al cargo llena de orgullo y un poquito de ego maniaco, pero había que actuar rápido, la ciudad de Villa Rosae se levantaba en medio de una vasta llanura, rodeada por colinas y bosques que ofrecían un hermoso paisaje, pero también servían como refugio a cualquier amenaza que se atreviera a acecharla. Había asumido la responsabilidad de liderar la defensa de la ciudad. Durante años, había entrenado en las artes de la guerra, pero esta sería la primera vez que pondría a prueba sus habilidades en un combate tan diferente.
Ingrid había reunido a los ciudadanos validos y voluntarios para realizar las tareas menos peligrosas dentro de la ciudad, como una milicia local, ellos se encargarían de apagar pequeños fuegos, retirar a los heridos y dar la voz de alarma si algo sucedía, pero bajo ningún concepto debían entrar en combate. A pesar de su tamaño imponente, la gigante sabía que no podría proteger toda la ciudad por sí sola. Con una mirada determinada, comenzó a dar órdenes.
"Soldados, formen!. Necesito al mejor tirador que tengamos con munición en la torre de la plaza, será nuestros ojos y nos cubrirá ante ataques traicioneros. Quiero a otro tirador preparado con equipo de escalada colgado de mi hombro. El resto, formad patrullas con la milicia y localizad los accesos ocultos a la ciudad como cloacas o canales para bloquearlos. Los civiles quiero que despejéis las calles principales, puede que necesite moverme a gran velocidad y quiero minimizar los riesgos. Preparad tambien barriles con agua de los pozos y cubos para combatir los posibles incendios.", tras dar estas órdenes salió de la ciudad a hacer acopio de piedras de gran envergadura tanto para usarlas como bloqueo de accesos como de munición improvisada.
Los ciudadanos y marines trabajaron con diligencia, levantando barricadas improvisadas en las entradas a la ciudad y preparando todo lo que Ingrid les había pedido. Ella se encargo de revisar los preparativos para que todo fuera lo mas adecuado posible. La ciudad ya se sumía en noche cerrada cuando los preparativos estaban completos. Las antorchas parpadeaban, proyectando sombras danzantes en las murallas. Ingrid sabía que no tenía mucho tiempo para descansar antes de que su primera prueba como líder de la milicia comenzara así que desenvainó su arma y se aseguró de que estuviera en perfectas condiciones, luego preparó al compañero que debía guardarle las espaldas y lo aseguró con una larga cuerda para evitar que cayera en el fragor de la batalla.
En pocos minutos, la ciudad se sumió en un silencio inquietante. Ingrid estaba agachada tras la puerta norte, con la espada en una mano y el escudo de lagrima embozado en el brazo izquierdo, tratando de usarse a si misma como elemento sorpresa cuando llegase el momento.
De repente, los silenciosos bosquetes cercanos se llenaron de risas vulgares y pasos rápidos. Las sombras de los bandidos emergieron de entre los árboles, sus armas brillaban con malicia a la luz de la luna. Ingrid pudo ver en sus ojos la codicia y la crueldad. No había tiempo para dudar. Dio la señal, los marines debían esperar a tener un blanco claro para no desperdiciar munición. Gritaron y cargaron hacia la ciudad, entonces un disparo rompió la noche y el primer bandido cayó. Con su espada en alto de un salto aterrizó tras los enemigos. El elemento sorpresa había causado el efecto deseado, cerca de una decena de bandidos salieron corriendo hacia las puertas de la ciudad pidiendo clemencia, pero solo les recibieron las balas. La decena que no huyó trataban desesperadamente de bloquear los espadazos de la gigante. Puede que no golpease con la velocidad de la teniente, pero con cada barrido de su filo ponía en riesgo la vida de todos los asaltantes. Pisó a un par de ellos y el recluta Speck desde su hombro daba buena cuenta de aquellos que trataban de alejarse. Golpeó con fuerza y precisión, derribando a los bandidos uno tras otro. Su tamaño imponente una desventaja en el uno contra uno era una ventaja cuando solo se trataba de causar bajas en una marea de enemigos. Al cabo de menos de media hora, con un golpe seco del pico del escudo contra el suelo aplastó al último asaltante dando por concluido el asedio por el momento. Regresó a las puertas rematando a los hombres que agonizaban en el suelo para evitar gastos innecesarios de munición.
Al llegar al interior de la puerta hicieron recuento de daños, la noche había comenzado bien, las bajas solo se contaban en los atacantes. Ingrid sabía que esta victoria era solo el comienzo de la noche, pero al menos podían permitirse beber agua y recuperar el aliento y reponer municiones.
Ingrid había reunido a los ciudadanos validos y voluntarios para realizar las tareas menos peligrosas dentro de la ciudad, como una milicia local, ellos se encargarían de apagar pequeños fuegos, retirar a los heridos y dar la voz de alarma si algo sucedía, pero bajo ningún concepto debían entrar en combate. A pesar de su tamaño imponente, la gigante sabía que no podría proteger toda la ciudad por sí sola. Con una mirada determinada, comenzó a dar órdenes.
"Soldados, formen!. Necesito al mejor tirador que tengamos con munición en la torre de la plaza, será nuestros ojos y nos cubrirá ante ataques traicioneros. Quiero a otro tirador preparado con equipo de escalada colgado de mi hombro. El resto, formad patrullas con la milicia y localizad los accesos ocultos a la ciudad como cloacas o canales para bloquearlos. Los civiles quiero que despejéis las calles principales, puede que necesite moverme a gran velocidad y quiero minimizar los riesgos. Preparad tambien barriles con agua de los pozos y cubos para combatir los posibles incendios.", tras dar estas órdenes salió de la ciudad a hacer acopio de piedras de gran envergadura tanto para usarlas como bloqueo de accesos como de munición improvisada.
Los ciudadanos y marines trabajaron con diligencia, levantando barricadas improvisadas en las entradas a la ciudad y preparando todo lo que Ingrid les había pedido. Ella se encargo de revisar los preparativos para que todo fuera lo mas adecuado posible. La ciudad ya se sumía en noche cerrada cuando los preparativos estaban completos. Las antorchas parpadeaban, proyectando sombras danzantes en las murallas. Ingrid sabía que no tenía mucho tiempo para descansar antes de que su primera prueba como líder de la milicia comenzara así que desenvainó su arma y se aseguró de que estuviera en perfectas condiciones, luego preparó al compañero que debía guardarle las espaldas y lo aseguró con una larga cuerda para evitar que cayera en el fragor de la batalla.
En pocos minutos, la ciudad se sumió en un silencio inquietante. Ingrid estaba agachada tras la puerta norte, con la espada en una mano y el escudo de lagrima embozado en el brazo izquierdo, tratando de usarse a si misma como elemento sorpresa cuando llegase el momento.
De repente, los silenciosos bosquetes cercanos se llenaron de risas vulgares y pasos rápidos. Las sombras de los bandidos emergieron de entre los árboles, sus armas brillaban con malicia a la luz de la luna. Ingrid pudo ver en sus ojos la codicia y la crueldad. No había tiempo para dudar. Dio la señal, los marines debían esperar a tener un blanco claro para no desperdiciar munición. Gritaron y cargaron hacia la ciudad, entonces un disparo rompió la noche y el primer bandido cayó. Con su espada en alto de un salto aterrizó tras los enemigos. El elemento sorpresa había causado el efecto deseado, cerca de una decena de bandidos salieron corriendo hacia las puertas de la ciudad pidiendo clemencia, pero solo les recibieron las balas. La decena que no huyó trataban desesperadamente de bloquear los espadazos de la gigante. Puede que no golpease con la velocidad de la teniente, pero con cada barrido de su filo ponía en riesgo la vida de todos los asaltantes. Pisó a un par de ellos y el recluta Speck desde su hombro daba buena cuenta de aquellos que trataban de alejarse. Golpeó con fuerza y precisión, derribando a los bandidos uno tras otro. Su tamaño imponente una desventaja en el uno contra uno era una ventaja cuando solo se trataba de causar bajas en una marea de enemigos. Al cabo de menos de media hora, con un golpe seco del pico del escudo contra el suelo aplastó al último asaltante dando por concluido el asedio por el momento. Regresó a las puertas rematando a los hombres que agonizaban en el suelo para evitar gastos innecesarios de munición.
Al llegar al interior de la puerta hicieron recuento de daños, la noche había comenzado bien, las bajas solo se contaban en los atacantes. Ingrid sabía que esta victoria era solo el comienzo de la noche, pero al menos podían permitirse beber agua y recuperar el aliento y reponer municiones.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
De todos los retos que Berry había tenido, liderar una misión de rescate era una de las más complejas. Recordó como una fugaz sombra a Elyria y sentía por alguna extraña razón que poco a poco estaba siguiendo sus pasos. Madurando como marine y dejando un poco atrás su actitud risueña e infantil al menos durante los minutos que requerían una actitud fría. No había nada de malo en ser como era habitualmente, pero comprendía que había más en juego que un simple amigo potencial o cita potencial. Gente como Khonrad e Ingrid le veían como un modelo a seguir, Elyria mencionó que durante el servicio no tomaba alcohol para ser una especie de ejemplo para propios y extraños.
Sonrió al entrar al bosque con su escuadron, uno de los hombres portaba el mapa que habían compilado en el cuartel mientras que otro estudiaba el terreno en busca de señales. Ella hizo lo propio con su nariz, encontrando pronto algunos aromas a la distancia mucho antes de que las auras de sus enemigos se volviesen visibles para sus ojos. Levantó la mano dando la señal de alto a sus hombres, los bandidos parecían apostados tras la espesura seguramente con rifles y armas listas para volar sus cabezas.
La mink había hecho que sus hombres cargasen con gafas de sol y un espejo, una petición que podía achacarse a alguien que se rascaba las orejas con su pie pero esto tenía un motivo. Movió los dedos de forma cómica simulando ser dos gafas en sus ojos, señal que sus hombres identificaron como colocarse las gafas al mismo tiempo que ella se ponía las propias.
Berry tomó el espejo entre sus garras y ordenó a sus hombres preparar las armas. Con lentes de sol en plena oscuridad sus hombres parecían estar en plena desventaja, pero entonces la mink cargó electricidad en sus uñas y con un simple impacto un potente resplandor enmudeció al bosque. ¡Berry había usado destello! Era super eficaz contra los maleantes escondidos quienes debieron revelar su posición cubriendo sus ojos y corriendo por el susto, momento en el cual sus hombres gracias a haberse protegido abatieron y dejaron fuera de combate a casi veinte personas siendo un grupo de ocho. Toda una jugada magistral por parte de la mink, con el camino despejado llegaron a una vieja cueva la cual emitía una luz artificial desde su interior.
—Según los reportes ese es el lugar donde tienen a nuestros compañeros. Si bien entrar sería lo más lógico no sabemos que nos espera, sugiero otra via de acción. Debemos juntar ramas y troncos, haremos una humadera lo suficientemente molesta para hacerlos salir. Eso nos permitirá tomarlos por sorpresa y librarnos de emboscadas innecesarias. Luego cuidarán la entrada mientras otro grupo rescata a nuestros amigos. Puedo sentir que están en la sala más profunda por lo que la humadera no les llegará.—
La mink utilizó nuevamente su haki y su olfato para identificar la posición más cercana a la realidad de sus colegas cautivos. Mientras su escuadrón preparaba en silencio y apoyados por los disturbios de la batalla una montaña de ramas, hojas y maleza lo suficientemente grande para inundar la guarida de humo. Un poco de alcohol y el electro de la mink fue suficiente para encenderla y que el humo hiciera lo propio. La zorra se camufló alrededor de la entrada con su tropa de reclutas, aguardando el momento preciso para saltar a la acción.
Sonrió al entrar al bosque con su escuadron, uno de los hombres portaba el mapa que habían compilado en el cuartel mientras que otro estudiaba el terreno en busca de señales. Ella hizo lo propio con su nariz, encontrando pronto algunos aromas a la distancia mucho antes de que las auras de sus enemigos se volviesen visibles para sus ojos. Levantó la mano dando la señal de alto a sus hombres, los bandidos parecían apostados tras la espesura seguramente con rifles y armas listas para volar sus cabezas.
La mink había hecho que sus hombres cargasen con gafas de sol y un espejo, una petición que podía achacarse a alguien que se rascaba las orejas con su pie pero esto tenía un motivo. Movió los dedos de forma cómica simulando ser dos gafas en sus ojos, señal que sus hombres identificaron como colocarse las gafas al mismo tiempo que ella se ponía las propias.
Berry tomó el espejo entre sus garras y ordenó a sus hombres preparar las armas. Con lentes de sol en plena oscuridad sus hombres parecían estar en plena desventaja, pero entonces la mink cargó electricidad en sus uñas y con un simple impacto un potente resplandor enmudeció al bosque. ¡Berry había usado destello! Era super eficaz contra los maleantes escondidos quienes debieron revelar su posición cubriendo sus ojos y corriendo por el susto, momento en el cual sus hombres gracias a haberse protegido abatieron y dejaron fuera de combate a casi veinte personas siendo un grupo de ocho. Toda una jugada magistral por parte de la mink, con el camino despejado llegaron a una vieja cueva la cual emitía una luz artificial desde su interior.
—Según los reportes ese es el lugar donde tienen a nuestros compañeros. Si bien entrar sería lo más lógico no sabemos que nos espera, sugiero otra via de acción. Debemos juntar ramas y troncos, haremos una humadera lo suficientemente molesta para hacerlos salir. Eso nos permitirá tomarlos por sorpresa y librarnos de emboscadas innecesarias. Luego cuidarán la entrada mientras otro grupo rescata a nuestros amigos. Puedo sentir que están en la sala más profunda por lo que la humadera no les llegará.—
La mink utilizó nuevamente su haki y su olfato para identificar la posición más cercana a la realidad de sus colegas cautivos. Mientras su escuadrón preparaba en silencio y apoyados por los disturbios de la batalla una montaña de ramas, hojas y maleza lo suficientemente grande para inundar la guarida de humo. Un poco de alcohol y el electro de la mink fue suficiente para encenderla y que el humo hiciera lo propio. La zorra se camufló alrededor de la entrada con su tropa de reclutas, aguardando el momento preciso para saltar a la acción.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La ciudad aún resonaba con los ecos de la batalla anterior, pero Ingrid sabía que la amenaza no había desaparecido por completo. Era cuestión de tiempo antes de que los bandidos regresaran, y se preparó para una segunda oleada.
Los ciudadanos de Villa Rosae, habiendo sobrevivido a la primera embestida, estaban listos y alerta. Ingrid se había convertido en su líder, y todos confiaban en su habilidad para defender la ciudad. La gigante guerrera se encontraba en la muralla norte, mirando con determinación hacia el horizonte. La segunda oleada de bandidos no tardó en aparecer, se acercaban rápidamente, pero de pronto de detuvieron y comenzaron a abrir fuego sobre los hombres apostados en los altos. Nadie parecía hacer blanco claro, entonces se escuchó fuego de artillería. Uno, dos, tres cañones al menos abriendo fuego sobre la puerta y las barricadas.
La gigante defendía la posición a duras penas con el escudo, pero al centrarse en evitar daños en la ciudad la puerta y las barricadas habían quedado completamente arrasadas. Estaban expuestos y el factor sorpresa ya no existía.
El aire se llenó de gritos y los primeros heridos comenzaron a ser retirados del frente, esta no era una lucha que pudiera ganarse jugando a la defensiva, así que, en un suspiro Ingrid cargaba contra la posición enemiga como una valkiria demente y ansiosa por la batalla. Los hombres del muro salieron tras ella acercándose para darla todo el fuego de cobertura que les fuera posible. Los fusiles de los bandidos atronaban contra la gigante que se cubría tras su escudo atenta a los cañones tratando de deflectar los ataques mas peligrosos para la ciudad. Aun con todo media docena de disparos impactaron en las piernas de la guerrera, molestas si, como heridas de mosquito pero nada incapacitante.
Al llegar al primer cañón lo pateó lanzándolo contra la cuadrilla de bandidos que lo operaba, el compañero en su hombro disparaba cada vez que tenía un tiro limpio y por fin los aceros chocaron. Había mas hombres de los que había previsto, se concentro en la batalla para minimizar los daños, no existía el mundo, solo ella, su escolta en el hombro y los hombres que les cubrían desde atrás. Entonces, tras patear el segundo cañón, algo extraño sucedió. Tuvo como una sensación de breve deyavu de que un cañón tras ella la disparaba, escuchó entonces la explosión y se apartó de su trayectoria. Había esquivado el disparo antes de ser disparado?
La lucha fue feroz y encarnizada. Los ciudadanos de Villa Rosae demostraron una valentía inquebrantable mientras defendían sus hogares de los escasos destrozos causados por los cañones. Las líneas de milicianos apagando fuegos y retirando heridos funcionaron como se esperaba.
Ingrid luchó en la vanguardia, inspirando a sus tropas con su coraje y liderazgo. Cada golpe que asestaba era un ejemplo de su destreza en el combate. Los bandidos pronto se dieron cuenta de que estaban luchando contra una fuerza formidable que sin la artillería los superaba por mucho, y comenzaron a retroceder.
Pero los defensores no les dieron tregua y comenzaron a abatir a todos los bandidos por la espalda, alguno consiguió huir con un brazo y de nuevo el asalto terminó. Remataron a los agonizantes y volvieron a la ciudad a la mayor brevedad posible para evaluar los daños. A pesar de tener 10 heridos, 3 de ellos marines sus heridas no eran graves, los mando ira descansar y curar sus heridas. Deberían apañarse sin ellos si el ataque continuaba, a pesar de estar preocupada trató de mostrarse firme y confiada en sus posibilidades mientras se desinfectaba los disparos de las piernas y daba ordenes de reponer municiones y posiciones.
Finalmente Villa Rosae estaba en silencio una vez más, y los ciudadanos celebraron su segunda victoria con alegría y alivio. Ingrid, sudorosa y con la respiración aun entrecortada, se reunió con su gente para tomarse un respiro mientras apuntalaban el portón.
No estaba segura de cuanto podrían aguantar si la teniente no regresaba a tiempo, pero daría lo mejor de si misma para defender a sus hermanos de armas y a los ciudadanos. Puede que le gustase hacerse la victima y que aun fuera muy infantil en algunos aspectos, pero no pensaba dejar que nadie muriese esa noche.
Los ciudadanos de Villa Rosae, habiendo sobrevivido a la primera embestida, estaban listos y alerta. Ingrid se había convertido en su líder, y todos confiaban en su habilidad para defender la ciudad. La gigante guerrera se encontraba en la muralla norte, mirando con determinación hacia el horizonte. La segunda oleada de bandidos no tardó en aparecer, se acercaban rápidamente, pero de pronto de detuvieron y comenzaron a abrir fuego sobre los hombres apostados en los altos. Nadie parecía hacer blanco claro, entonces se escuchó fuego de artillería. Uno, dos, tres cañones al menos abriendo fuego sobre la puerta y las barricadas.
La gigante defendía la posición a duras penas con el escudo, pero al centrarse en evitar daños en la ciudad la puerta y las barricadas habían quedado completamente arrasadas. Estaban expuestos y el factor sorpresa ya no existía.
El aire se llenó de gritos y los primeros heridos comenzaron a ser retirados del frente, esta no era una lucha que pudiera ganarse jugando a la defensiva, así que, en un suspiro Ingrid cargaba contra la posición enemiga como una valkiria demente y ansiosa por la batalla. Los hombres del muro salieron tras ella acercándose para darla todo el fuego de cobertura que les fuera posible. Los fusiles de los bandidos atronaban contra la gigante que se cubría tras su escudo atenta a los cañones tratando de deflectar los ataques mas peligrosos para la ciudad. Aun con todo media docena de disparos impactaron en las piernas de la guerrera, molestas si, como heridas de mosquito pero nada incapacitante.
Al llegar al primer cañón lo pateó lanzándolo contra la cuadrilla de bandidos que lo operaba, el compañero en su hombro disparaba cada vez que tenía un tiro limpio y por fin los aceros chocaron. Había mas hombres de los que había previsto, se concentro en la batalla para minimizar los daños, no existía el mundo, solo ella, su escolta en el hombro y los hombres que les cubrían desde atrás. Entonces, tras patear el segundo cañón, algo extraño sucedió. Tuvo como una sensación de breve deyavu de que un cañón tras ella la disparaba, escuchó entonces la explosión y se apartó de su trayectoria. Había esquivado el disparo antes de ser disparado?
La lucha fue feroz y encarnizada. Los ciudadanos de Villa Rosae demostraron una valentía inquebrantable mientras defendían sus hogares de los escasos destrozos causados por los cañones. Las líneas de milicianos apagando fuegos y retirando heridos funcionaron como se esperaba.
Ingrid luchó en la vanguardia, inspirando a sus tropas con su coraje y liderazgo. Cada golpe que asestaba era un ejemplo de su destreza en el combate. Los bandidos pronto se dieron cuenta de que estaban luchando contra una fuerza formidable que sin la artillería los superaba por mucho, y comenzaron a retroceder.
Pero los defensores no les dieron tregua y comenzaron a abatir a todos los bandidos por la espalda, alguno consiguió huir con un brazo y de nuevo el asalto terminó. Remataron a los agonizantes y volvieron a la ciudad a la mayor brevedad posible para evaluar los daños. A pesar de tener 10 heridos, 3 de ellos marines sus heridas no eran graves, los mando ira descansar y curar sus heridas. Deberían apañarse sin ellos si el ataque continuaba, a pesar de estar preocupada trató de mostrarse firme y confiada en sus posibilidades mientras se desinfectaba los disparos de las piernas y daba ordenes de reponer municiones y posiciones.
Finalmente Villa Rosae estaba en silencio una vez más, y los ciudadanos celebraron su segunda victoria con alegría y alivio. Ingrid, sudorosa y con la respiración aun entrecortada, se reunió con su gente para tomarse un respiro mientras apuntalaban el portón.
No estaba segura de cuanto podrían aguantar si la teniente no regresaba a tiempo, pero daría lo mejor de si misma para defender a sus hermanos de armas y a los ciudadanos. Puede que le gustase hacerse la victima y que aun fuera muy infantil en algunos aspectos, pero no pensaba dejar que nadie muriese esa noche.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La humadera surtió su efecto y los bandidos comenzaron a salir como ratas, la mink dirigió a sus hombres que dispararon e inmovilizaron a varios de estos. Berry por su parte se encargó de confrontar a los jefes de la banda mientras cuatro de los reclutas se adentraban con el rostro cubierto a la cueva.
La pelea de la mink y los dos hombres robustos fue una paliza de un solo lado, no solo les superaba en velocidad si no que cada golpe de la zorra tenía consecuencias muy negativas para sus oponentes. Con tan solo tres golpes bien dados uno de los jefes estaba de rodillas al suelo, mientras el otro no podía seguirle el ritmo a la mink que parecía bailar rodeada de electricidad con cada contacto.
Un puñetazo a la altura del estómago bastó para reducir al último de los jefes en pie y los hombres de la marina procedieron a esposarlos y rodearlos con sus armas. Eran dos cabecillas importantes y volver con ambos capturados disuadiría a los criminales de sus intenciones.
—Bien hecho reclutas, buscaré a nuestros hombres y nos retiraremos. Asegurense de que no reciban daños, estos hombres por horribles que sean necesitan llegar vivos al cuartel. Órdenes de arriba, por eso me contuve. ¡Ahora regreso!—
Era cierto que Berry se había contenido y solo utilizado golpes contundentes, en otra ocasión los hubiera matado de un simple golpe. Apenas valían un millón cada uno pero el hecho de tomar como rehenes a un grupo de marines entrenados demostraban la gran capacidad organizativa de ese grupo de bandidos.
La zorra recorrió en cuatro patas la cueva, valiendose de su haki de observación para encontrar a los reclutas que luchaban por liberar al oficial herido.
—Teniente Berry, hemos tratado con todas las llaves y ninguna puede abrir estas cadenas. Esos malditos la conectaron a esta máquina y si le tratamos de tirar puede que le ampute una pierna, la única opción es resolver un acertijo dentro de esta caja.—
La mink observó a la oficial inconsciente, con sus manos esposadas a una silla y sus piernas conectadas a un extraño artefacto de metal. Lo ideal hubiera sido destruir todo pero corrían el riesgo de activar uno de los tantos mecanismos, por otro lado estaba la caja con un artefacto en su interior y una cuenta regresiva.
—Yo me encargo, ustedes vayan fuera y esperen. Informen a la ciudad que llegaremos en veinte minutos, no me tomará más que eso. Ahora necesito pensar, vayan no se queden parados.—
La mink les lanzó a los reclutas su Den Den Mushi mientras lamía sus garras y contemplaba el acertijo, sus hombres obedecieron llevando al resto fuera. La oficial despertó ante el molesto ruido dde la lengua de la mink y su rostro fué invadido por el terror. Berry tenía la reputación de ser una idiota impulsiva, ideal para las peleas pero con nulo razonamiento, sus hombres tampoco estaban. ¿Se los había cargado a todos?
—B-berry... de todos los posibles, estoy jodida... ¡No! Estoy muerta... ¿Qué sucedió? ¿Qué es todo este humo? Hazlo rápido y mátame ya. ¿Por qué te enviaron a tí a enfrentarte contra los bandidos acertijo y no a gente como Elyria con más cerebro?—
La mink sonrió mientras su cuerpo comenzaba a mutar y sentía su mente crecer en tamaño mientras sus ojos se agudizaban ante el acertijo. Dejando boquiabierta a la oficial atrapada, se la comería o aplastaría, estaba temblando hasta que la gigantesca esfinge guiñó su ojo y sonrió.
—¡¿No es obvio?! ¡Las esfinges somos dinamita en esto!—
La pelea de la mink y los dos hombres robustos fue una paliza de un solo lado, no solo les superaba en velocidad si no que cada golpe de la zorra tenía consecuencias muy negativas para sus oponentes. Con tan solo tres golpes bien dados uno de los jefes estaba de rodillas al suelo, mientras el otro no podía seguirle el ritmo a la mink que parecía bailar rodeada de electricidad con cada contacto.
Un puñetazo a la altura del estómago bastó para reducir al último de los jefes en pie y los hombres de la marina procedieron a esposarlos y rodearlos con sus armas. Eran dos cabecillas importantes y volver con ambos capturados disuadiría a los criminales de sus intenciones.
—Bien hecho reclutas, buscaré a nuestros hombres y nos retiraremos. Asegurense de que no reciban daños, estos hombres por horribles que sean necesitan llegar vivos al cuartel. Órdenes de arriba, por eso me contuve. ¡Ahora regreso!—
Era cierto que Berry se había contenido y solo utilizado golpes contundentes, en otra ocasión los hubiera matado de un simple golpe. Apenas valían un millón cada uno pero el hecho de tomar como rehenes a un grupo de marines entrenados demostraban la gran capacidad organizativa de ese grupo de bandidos.
La zorra recorrió en cuatro patas la cueva, valiendose de su haki de observación para encontrar a los reclutas que luchaban por liberar al oficial herido.
—Teniente Berry, hemos tratado con todas las llaves y ninguna puede abrir estas cadenas. Esos malditos la conectaron a esta máquina y si le tratamos de tirar puede que le ampute una pierna, la única opción es resolver un acertijo dentro de esta caja.—
La mink observó a la oficial inconsciente, con sus manos esposadas a una silla y sus piernas conectadas a un extraño artefacto de metal. Lo ideal hubiera sido destruir todo pero corrían el riesgo de activar uno de los tantos mecanismos, por otro lado estaba la caja con un artefacto en su interior y una cuenta regresiva.
—Yo me encargo, ustedes vayan fuera y esperen. Informen a la ciudad que llegaremos en veinte minutos, no me tomará más que eso. Ahora necesito pensar, vayan no se queden parados.—
La mink les lanzó a los reclutas su Den Den Mushi mientras lamía sus garras y contemplaba el acertijo, sus hombres obedecieron llevando al resto fuera. La oficial despertó ante el molesto ruido dde la lengua de la mink y su rostro fué invadido por el terror. Berry tenía la reputación de ser una idiota impulsiva, ideal para las peleas pero con nulo razonamiento, sus hombres tampoco estaban. ¿Se los había cargado a todos?
—B-berry... de todos los posibles, estoy jodida... ¡No! Estoy muerta... ¿Qué sucedió? ¿Qué es todo este humo? Hazlo rápido y mátame ya. ¿Por qué te enviaron a tí a enfrentarte contra los bandidos acertijo y no a gente como Elyria con más cerebro?—
La mink sonrió mientras su cuerpo comenzaba a mutar y sentía su mente crecer en tamaño mientras sus ojos se agudizaban ante el acertijo. Dejando boquiabierta a la oficial atrapada, se la comería o aplastaría, estaba temblando hasta que la gigantesca esfinge guiñó su ojo y sonrió.
—¡¿No es obvio?! ¡Las esfinges somos dinamita en esto!—
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una tensa calma envolvía la ciudad. Ingrid había liderado la defensa exitosamente en dos ocasiones, pero sabía que los asaltantes no se darían por vencidos tan fácilmente, la teniente aun no regresaba y la munición comenzaba a escasear. Su gigante sombra se alzaba sobre las murallas, vigilando el horizonte, preparada para enfrentar lo que fuera menester. La luna se alzaba en el cielo, iluminando la vasta extensión del bosque que rodeaba la ciudad. El viento soplaba frío, y el crujir de las hojas secas resonaba en la noche. Los ciudadanos temblaban de frio alrededor de hogueras improvisadas en la noche.
Ella se mantenía firme en la muralla norte, su mirada aguda escrutando el bosque en busca de cualquier señal de movimiento. Los minutos pasaban, y la tensión crecía con cada momento que pasaba. Entonces, finalmente, vio destellos de antorchas en la distancia. La tercera oleada de bandidos se acercaba, dio ordenes de no disparar hasta poder convertir cada bala en una baja y ordenó que los compañero nos heridos mantuvieran la posición de la desgajada puerta.
La gigante guerrera tomó gran parte de la munición para el compañero que la cubría las espaldas y cargó como antes tratando de ganar tiempo para la ciudad hasta que la teniente llegase. Comenzó un escaso fuego de artillería desde el bosque que debido al cansancio cada vez la costaba mas esquivar. Entonces lo vio, este ataque frontal no era mas que una distracción. Se giró dispuesta a dar órdenes y entonces estalló la muralla con gran estruendo. Aprovechando su perdida de concentración cargaron a una contra su pie derribándola escuchaba el revuelo en la ciudad. Sentía que iba a arder, no sabía ni si la teniente seguía viva o había sido apresada tambien. Por lo que a ella respectaba todo dependía de si misma.
Se encomendó a los dioses y trastabillando con ayuda del tirador de su hombro logró salir corriendo hacia la ciudad, se colocó el escudo en su espalda para protegerse de los disparos por la espalda y corrió, corrió como si su vida dependiera de ello, la ciudad cercana a la muralla humeaba, escuchaba llorar a los ciudadanos y entonces sucedió, una salva paso rozando su cabeza y golpeó la torre, de pronto se sintió ligera, como si el tiempo se ralentizase, vio a sus compañeros combatiendo fieramente en la brecha, donde iban a ser aplastados por los escombros de la torre y entonces no se lo pensó dos veces y saltó. Aun no sabía muy bien cómo pero en medio de la noche casi sin ver fue como si sintiera donde estaban cada uno de sus compañeros y los civiles. Los agarró entre sus manos y se hizo bola bajo la montaña de escombros, no podían morir ahí, sentía caer cada vez mas peso sobre su espalda, cediendo al dolor, tratando de proteger a todos, bajo fuego de artillería y entonces, al borde de la inconsciencia oyó a su padre, no sabía muy bien si era un recuerdo o un delirio por el dolor y la adrenalina.
"Levántate niña", le decía con severidad, como tantas otras veces mientras entrenaban. "Eres Ingrid Bjorndottir, eres mi hija, una de las guerreras mas grandes que Elbaf ha visto. Si tu no proteges a los inocentes quien lo hará? Si tu no proteges a los compañeros quien lo hará? Si tu mueres aqui hoy quien liberará nuestro hogar?", Ingrid se levantó con fuerzas renovadas, como si algo hubiera despertado en su interior. Una energía que recorría todo su cuerpo, colocó a sus compañeros y a los civiles en el bolso de su pecho y gritó, "¡Esta ciudad no va a caer mientras a mi me quede aliento en los pulmones!"
De pronto fue consciente de toda la situación, como si la luna iluminase mas intensa la noche, con su espada y su escudo en ristre limpió las calles sin piedad hasta la brecha en las murallas. Volvió a bloquear el huevo con varias vigas de la torre derruida y puso a los hombres y mujeres a salvo en el suelo.
"Buscad a los heridos y llevadlos al hospital de campaña, yo me encargo de todo lo demas", ordenó.
Nadie la replicó, era como si hubiera despertado algo en su interior, algo largo tiempo dormido. saltó por encima de la muralla y se aseguró de que no quedasen bandidos al acecho, no hubo piedad para ninguno de los que encontró mientras volvía a la batalla. Sus compañeros estaban herido, ella era el muro de la ciudad. Cargó contra los bandidos que ya se encontraban a escasos cientos de metros de la ciudad no como una valkiria, como una marine que lucha por lo que es justo, por sus compañeros y por la salvaguarda de los inocentes.
Su espada refulgía en un negro noche cual filo de obsidiana matando bandidos a decenas, agarró un cañon y lo lanzó contra un grupo de hombres que cedieron a su peso. Recibía cortes por doquier pero no era el momento de para a valorar sus heridas. Solo muerte y batalla solo uno mas, solo uno mas hasta que la ciudad esté a salvo. Fue como una danza macabra que cubrió el campo de sangre. Cuando el último de los bandidos hubo expirado, se relajó. Cayó de rodillas al suelo mientras gritaba, "Dedico estas muertes a los dioses de Elbaf y espero que sean de su agrado y cuiden de mi pueblo". El escudo cayó retumbando en el suelo y ella quedó con la mirada perdida hacia el camino del bosque por donde se había marchado la teniente. Sin poder moverse por el esfuerzo, aún con la espada desenvainada en su mano, cubierta de sangre, tanto suya como de sus enemigos como esperando un nuevo enemigo al que enfrentar, a pesar de no tener fuerzas para mas.
Ella se mantenía firme en la muralla norte, su mirada aguda escrutando el bosque en busca de cualquier señal de movimiento. Los minutos pasaban, y la tensión crecía con cada momento que pasaba. Entonces, finalmente, vio destellos de antorchas en la distancia. La tercera oleada de bandidos se acercaba, dio ordenes de no disparar hasta poder convertir cada bala en una baja y ordenó que los compañero nos heridos mantuvieran la posición de la desgajada puerta.
La gigante guerrera tomó gran parte de la munición para el compañero que la cubría las espaldas y cargó como antes tratando de ganar tiempo para la ciudad hasta que la teniente llegase. Comenzó un escaso fuego de artillería desde el bosque que debido al cansancio cada vez la costaba mas esquivar. Entonces lo vio, este ataque frontal no era mas que una distracción. Se giró dispuesta a dar órdenes y entonces estalló la muralla con gran estruendo. Aprovechando su perdida de concentración cargaron a una contra su pie derribándola escuchaba el revuelo en la ciudad. Sentía que iba a arder, no sabía ni si la teniente seguía viva o había sido apresada tambien. Por lo que a ella respectaba todo dependía de si misma.
Se encomendó a los dioses y trastabillando con ayuda del tirador de su hombro logró salir corriendo hacia la ciudad, se colocó el escudo en su espalda para protegerse de los disparos por la espalda y corrió, corrió como si su vida dependiera de ello, la ciudad cercana a la muralla humeaba, escuchaba llorar a los ciudadanos y entonces sucedió, una salva paso rozando su cabeza y golpeó la torre, de pronto se sintió ligera, como si el tiempo se ralentizase, vio a sus compañeros combatiendo fieramente en la brecha, donde iban a ser aplastados por los escombros de la torre y entonces no se lo pensó dos veces y saltó. Aun no sabía muy bien cómo pero en medio de la noche casi sin ver fue como si sintiera donde estaban cada uno de sus compañeros y los civiles. Los agarró entre sus manos y se hizo bola bajo la montaña de escombros, no podían morir ahí, sentía caer cada vez mas peso sobre su espalda, cediendo al dolor, tratando de proteger a todos, bajo fuego de artillería y entonces, al borde de la inconsciencia oyó a su padre, no sabía muy bien si era un recuerdo o un delirio por el dolor y la adrenalina.
"Levántate niña", le decía con severidad, como tantas otras veces mientras entrenaban. "Eres Ingrid Bjorndottir, eres mi hija, una de las guerreras mas grandes que Elbaf ha visto. Si tu no proteges a los inocentes quien lo hará? Si tu no proteges a los compañeros quien lo hará? Si tu mueres aqui hoy quien liberará nuestro hogar?", Ingrid se levantó con fuerzas renovadas, como si algo hubiera despertado en su interior. Una energía que recorría todo su cuerpo, colocó a sus compañeros y a los civiles en el bolso de su pecho y gritó, "¡Esta ciudad no va a caer mientras a mi me quede aliento en los pulmones!"
De pronto fue consciente de toda la situación, como si la luna iluminase mas intensa la noche, con su espada y su escudo en ristre limpió las calles sin piedad hasta la brecha en las murallas. Volvió a bloquear el huevo con varias vigas de la torre derruida y puso a los hombres y mujeres a salvo en el suelo.
"Buscad a los heridos y llevadlos al hospital de campaña, yo me encargo de todo lo demas", ordenó.
Nadie la replicó, era como si hubiera despertado algo en su interior, algo largo tiempo dormido. saltó por encima de la muralla y se aseguró de que no quedasen bandidos al acecho, no hubo piedad para ninguno de los que encontró mientras volvía a la batalla. Sus compañeros estaban herido, ella era el muro de la ciudad. Cargó contra los bandidos que ya se encontraban a escasos cientos de metros de la ciudad no como una valkiria, como una marine que lucha por lo que es justo, por sus compañeros y por la salvaguarda de los inocentes.
Su espada refulgía en un negro noche cual filo de obsidiana matando bandidos a decenas, agarró un cañon y lo lanzó contra un grupo de hombres que cedieron a su peso. Recibía cortes por doquier pero no era el momento de para a valorar sus heridas. Solo muerte y batalla solo uno mas, solo uno mas hasta que la ciudad esté a salvo. Fue como una danza macabra que cubrió el campo de sangre. Cuando el último de los bandidos hubo expirado, se relajó. Cayó de rodillas al suelo mientras gritaba, "Dedico estas muertes a los dioses de Elbaf y espero que sean de su agrado y cuiden de mi pueblo". El escudo cayó retumbando en el suelo y ella quedó con la mirada perdida hacia el camino del bosque por donde se había marchado la teniente. Sin poder moverse por el esfuerzo, aún con la espada desenvainada en su mano, cubierta de sangre, tanto suya como de sus enemigos como esperando un nuevo enemigo al que enfrentar, a pesar de no tener fuerzas para mas.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mink convertida en esfinge había resuelto dos de los acertijos en tiempo record para sorpresa de la oficial. Ahora se enfrentaba al último de los mismos para el cual debía colocar un animal de piedra sobre el terreno correcto según un texto. En el agua puso a un pez, en el pantano una serpiente y en el fuego un dragón de los muchas figuras que pudo elegir debido a que los tres tenían piel escamosa y sus escamas no se dañarían en los mismos. Siendo uno inofensivo, otro venenoso y el tercero un cazador colosal. Una luz verde se iluminó y un estruendoso "clang" anunció la liberación de la oficial, la zorra volvió a su forma original y tomando la mano de su compañera salieron corriendo evitando el derrumbe del lugar que comenzó a colapsar tras la resolución del acertijo.
Cayeron sobre el suave pastizal del bosque, observando las estrellas mientras los marines celebraban que la misión hubiera sido un éxito. La zorra se levantó sacudiendo su cuerpo y tomó el den den mushi mientras le informaban la situación. Su decisión de dejar a Ingrid cuidando había reducido significativamente los daños, los otros oficiales ya habían desarticulado a las bandas más problematicas y ahora solo faltaba atrapar a uno de los bandidos restantes.
Todo había sido una misión conjunta, mientras Berry rescataba a la oficial, otros marines invadían las bases de las bandas y desarticulaban una invasión a mayor escala. Los pocos remanentes habían sido aplastados por las tropas de Ingrid que Berry había dispuesto.
Un hombre regordete asomó a la posición de la gigante tiempo después, el jefe bandido que faltaba capturar, este dirigía unos pocos hombres y estaba seguro de poder con alguien ya debilitado. Alzó su espada y entonces todo ocurrió en un parpadeo, dos heridas se abrieron en el pecho del bandido ante la aparición de Berry y la oficial rescatada. La mink tenía su garra izquierda aún con rastros de electricidad mientras la oficial rescatada mostraba sangre en su lanza.
—¡No es justo! Se supone que sería mi entrada épica no una doble entrada... ¡Tu eres la rescatada!—
Se quejó la mink de forma cómica ante su compañera mientras el bandido caía inconsciente y sus hombres eran reducidos por los marines a cargo de la mink sin mucha dificultad. Tras lamer su garra derecha, Berry voló hasta el rostro de Ingrid y observó su condición, deberían llevarle a un médico o bueno a unos cuantos por su tamaño pero seguía conssciente y eso era lo más importante.
—¡Mira como te dejaron! Descuida traeremos médicos y montaremos una tienda aquí, no te muevas, ya todo se acabó. Tenemos a los jefes presos y la mayor parte de su banda también, además que los más peligrosos cayeron en batalla. Me enxargaré de supervisar a los heridos y volveré contigo. Has hecho un excelente trabajo, siempre supe que podía confiar en ti y no me has defraudado.—
La mink guiñó el ojo a la gigante y levantó su pulgar con una sonrisa de oreja a oreja que hizo a sus rasgos acentuarse como una tierna animalita. Sin mucho esfuerzo, sus alas despegaron nuevamente y junto a los otros oficiales se organizaron para apagar los fuegos, trasladar a los prisioneros y atender a los heridos. Instalando una enorme tienda de campaña con varios médicos para que atendieran a Ingrid de inmediato, esperaban unas semanas de trabajos en la ciudad y necesitaría a todos los efectivos posibles.
Berry entró en la tienda de campaña, mientras se desajustaba la corbata y se lavaba la cara, tomando asiento en cuatro patas cerca de la gigante que estaba terminando de ser atendida y limpiada por un amplio cuerpo de médicos. Para su fortuna, sus heridas no eran muy graves pese a lo grotesco de su apariencia inicial y tampoco había perdido tanta sangre como se esperó en un primer momento.
—¡Me contaron que soportaste un derrumbe solo con tu cuerpo! Eso suena asombroso, y yo me lo perdí por andar rescatando gente. Pero lo pasado pisado y a otra cosa. ¿Sentiste algo inusual hoy? ¿Algo como lo que hicimos esta mañana?—
Los médicos se giraron haciendo sonrojar a Berry que negó con la cabeza riendo.
—¡Malpensados! Para eso debe invitarme a una cita. Me refería a que en la mañana cuando chocamos puños pude notar algo muy leve e inexperto. Una voluntad en tu puño que buscaba repelerme, eso se conoce como Haki y siento que esta mañana por poco despierta... Si lo has experimentado pienso ayudarte a mejorarlo en estas semanas mientras reparamos los daños. Últimamente me recomiendan mucho esa tarea.—
La mink movió sus orejas expectante ante las reacciones y comentarios de Ingrid. Los doctores abandonaron lentamente la sala una vez terminaron los vendajes y sabiendo que Berry se encargaría de cuidarle durante la noche. La mink tenía una dudosa reputación en cuanto a como abordaba a las personas pero había rescatado con éxito a treinta marines y una oficial, sin ninguna baja en el proceso. Confiaban en que no pasaría gran cosa si la dejaban a cargo de un recluta, ya no parecía tan inmadura como en ocasiones anteriores.
Cayeron sobre el suave pastizal del bosque, observando las estrellas mientras los marines celebraban que la misión hubiera sido un éxito. La zorra se levantó sacudiendo su cuerpo y tomó el den den mushi mientras le informaban la situación. Su decisión de dejar a Ingrid cuidando había reducido significativamente los daños, los otros oficiales ya habían desarticulado a las bandas más problematicas y ahora solo faltaba atrapar a uno de los bandidos restantes.
Todo había sido una misión conjunta, mientras Berry rescataba a la oficial, otros marines invadían las bases de las bandas y desarticulaban una invasión a mayor escala. Los pocos remanentes habían sido aplastados por las tropas de Ingrid que Berry había dispuesto.
Un hombre regordete asomó a la posición de la gigante tiempo después, el jefe bandido que faltaba capturar, este dirigía unos pocos hombres y estaba seguro de poder con alguien ya debilitado. Alzó su espada y entonces todo ocurrió en un parpadeo, dos heridas se abrieron en el pecho del bandido ante la aparición de Berry y la oficial rescatada. La mink tenía su garra izquierda aún con rastros de electricidad mientras la oficial rescatada mostraba sangre en su lanza.
—¡No es justo! Se supone que sería mi entrada épica no una doble entrada... ¡Tu eres la rescatada!—
Se quejó la mink de forma cómica ante su compañera mientras el bandido caía inconsciente y sus hombres eran reducidos por los marines a cargo de la mink sin mucha dificultad. Tras lamer su garra derecha, Berry voló hasta el rostro de Ingrid y observó su condición, deberían llevarle a un médico o bueno a unos cuantos por su tamaño pero seguía conssciente y eso era lo más importante.
—¡Mira como te dejaron! Descuida traeremos médicos y montaremos una tienda aquí, no te muevas, ya todo se acabó. Tenemos a los jefes presos y la mayor parte de su banda también, además que los más peligrosos cayeron en batalla. Me enxargaré de supervisar a los heridos y volveré contigo. Has hecho un excelente trabajo, siempre supe que podía confiar en ti y no me has defraudado.—
La mink guiñó el ojo a la gigante y levantó su pulgar con una sonrisa de oreja a oreja que hizo a sus rasgos acentuarse como una tierna animalita. Sin mucho esfuerzo, sus alas despegaron nuevamente y junto a los otros oficiales se organizaron para apagar los fuegos, trasladar a los prisioneros y atender a los heridos. Instalando una enorme tienda de campaña con varios médicos para que atendieran a Ingrid de inmediato, esperaban unas semanas de trabajos en la ciudad y necesitaría a todos los efectivos posibles.
Berry entró en la tienda de campaña, mientras se desajustaba la corbata y se lavaba la cara, tomando asiento en cuatro patas cerca de la gigante que estaba terminando de ser atendida y limpiada por un amplio cuerpo de médicos. Para su fortuna, sus heridas no eran muy graves pese a lo grotesco de su apariencia inicial y tampoco había perdido tanta sangre como se esperó en un primer momento.
—¡Me contaron que soportaste un derrumbe solo con tu cuerpo! Eso suena asombroso, y yo me lo perdí por andar rescatando gente. Pero lo pasado pisado y a otra cosa. ¿Sentiste algo inusual hoy? ¿Algo como lo que hicimos esta mañana?—
Los médicos se giraron haciendo sonrojar a Berry que negó con la cabeza riendo.
—¡Malpensados! Para eso debe invitarme a una cita. Me refería a que en la mañana cuando chocamos puños pude notar algo muy leve e inexperto. Una voluntad en tu puño que buscaba repelerme, eso se conoce como Haki y siento que esta mañana por poco despierta... Si lo has experimentado pienso ayudarte a mejorarlo en estas semanas mientras reparamos los daños. Últimamente me recomiendan mucho esa tarea.—
La mink movió sus orejas expectante ante las reacciones y comentarios de Ingrid. Los doctores abandonaron lentamente la sala una vez terminaron los vendajes y sabiendo que Berry se encargaría de cuidarle durante la noche. La mink tenía una dudosa reputación en cuanto a como abordaba a las personas pero había rescatado con éxito a treinta marines y una oficial, sin ninguna baja en el proceso. Confiaban en que no pasaría gran cosa si la dejaban a cargo de un recluta, ya no parecía tan inmadura como en ocasiones anteriores.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La brisa nocturna soplaba suavemente, acariciando el rostro de Ingrid mientras permanecía inmóvil en su posición. Su mente estaba centrada y decidida a mantenerse firme, a pesar de que su cuerpo no respondía. La espera se hacía angustiosa. Miró hacia el bosque en busca de señales de la teniente Berry. ¿Estaría en camino? Pero no, aún no era el momento. La ansiedad la invadió, y sus temores se hicieron realidad cuando avistó un grupo de bandidos liderados por un hombre regordete y sucio que se acercaba con intenciones claramente hostiles. Intentó moverse, pero su cuerpo le fallaba. Solo pudo percibir un ligero temblor en sus extremidades. Su escudo yacía en el suelo, tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos. Los bandidos cargaron hacia ella, conscientes de que esta era su mejor oportunidad para derrotar a la gigante. Sintió una oleada de impotencia mientras se preparaba para el inminente ejecución. Rezó a los dioses, pidiendo que la aceptaran en el paraíso de los guerreros, a pesar de no poder presentar más batalla. Cuando los hombres estuvieron a punto de arremeter contra ella, ocurrió algo inesperado. El líder de los bandidos murió con una expresión de sorpresa en el rostro, y dos cortes letales que le atravesaban su cuerpo. Había electricidad en esas heridas. Era la teniente Berry, al fin. Ingrid sintió un alivio abrumador al saber que estaba a salvo, pero también una profunda gratitud hacia la oficial que había intervenido a tiempo.
Se relajó, exhausta por la tensión de la batalla. Estaba al borde de la inconsciencia cuando escuchó la voz de la teniente Berry, que daba órdenes para establecer una carpa de cuidados médicos alrededor de la gigante. La oficial se preocupaba por su bienestar y seguridad. Despertó después de un tiempo, rodeada de médicos que limpiaban y suturaban sus heridas lo mejor que podían. Observó a la teniente entrar en la carpa con un aire informal, repasando algunos de los acontecimientos de la batalla. Le preguntó sobre el incidente de fuerzas y claridad extra que la había permitido ser determinante en esta última batalla.
La recluta pudo articular solo unas pocas palabras con un hilo de voz: "Supongo que por fin despertó mi haki. Mi padre siempre decía que un día, cuando estuviera lista, sucedería". La forma de plantear la pregunta por parte de la teniente desató un comentario jocoso mientras se sonrojaba. Incluso los médicos compartieron sonrisas cómplices, apreciando la belleza de gigante.
La gigante aprovechó que los médicos habían terminado sus cuidados y se arregló, limpiando su rostro y recomponiendo su trenza. A pesar de llevar las marcas de la batalla en el cuerpo irradiaba una belleza única. "Me encantaría entrenar mi haki contigo, teniente. Tengo conocimientos teóricos, pero nunca pude desarrollarlos completamente en Elbaf", dijo con seriedad y formalidad.
A medida que los médicos abandonaban la carpa y la actitud de Berry indicaba que estaba dispuesta a cuidarla durante la noche, Ingrid entonces adoptó una actitud algo diferente. Se giró hacia la oficial, enfatizando su escote y llevando un dedo índice a sus labios. "En cuanto a lo de la cita que mencionó, no estoy segura de que sea apropiado que un subordinado se la pida a su superior al cargo", dijo con picardía, observando la reacción de Berry mientras se reía tímidamente de forma pícara, disfrutando de un momento de ligereza en medio de la tensión.
Después de eso, se dispusieron a compartir algunas raciones de la marina y charlar un rato. La noche había resultado más larga y agitada de lo que había imaginado, pero sabía que al lado de la teniente Berry, cualquier desafío podría superarse.
Se relajó, exhausta por la tensión de la batalla. Estaba al borde de la inconsciencia cuando escuchó la voz de la teniente Berry, que daba órdenes para establecer una carpa de cuidados médicos alrededor de la gigante. La oficial se preocupaba por su bienestar y seguridad. Despertó después de un tiempo, rodeada de médicos que limpiaban y suturaban sus heridas lo mejor que podían. Observó a la teniente entrar en la carpa con un aire informal, repasando algunos de los acontecimientos de la batalla. Le preguntó sobre el incidente de fuerzas y claridad extra que la había permitido ser determinante en esta última batalla.
La recluta pudo articular solo unas pocas palabras con un hilo de voz: "Supongo que por fin despertó mi haki. Mi padre siempre decía que un día, cuando estuviera lista, sucedería". La forma de plantear la pregunta por parte de la teniente desató un comentario jocoso mientras se sonrojaba. Incluso los médicos compartieron sonrisas cómplices, apreciando la belleza de gigante.
La gigante aprovechó que los médicos habían terminado sus cuidados y se arregló, limpiando su rostro y recomponiendo su trenza. A pesar de llevar las marcas de la batalla en el cuerpo irradiaba una belleza única. "Me encantaría entrenar mi haki contigo, teniente. Tengo conocimientos teóricos, pero nunca pude desarrollarlos completamente en Elbaf", dijo con seriedad y formalidad.
A medida que los médicos abandonaban la carpa y la actitud de Berry indicaba que estaba dispuesta a cuidarla durante la noche, Ingrid entonces adoptó una actitud algo diferente. Se giró hacia la oficial, enfatizando su escote y llevando un dedo índice a sus labios. "En cuanto a lo de la cita que mencionó, no estoy segura de que sea apropiado que un subordinado se la pida a su superior al cargo", dijo con picardía, observando la reacción de Berry mientras se reía tímidamente de forma pícara, disfrutando de un momento de ligereza en medio de la tensión.
Después de eso, se dispusieron a compartir algunas raciones de la marina y charlar un rato. La noche había resultado más larga y agitada de lo que había imaginado, pero sabía que al lado de la teniente Berry, cualquier desafío podría superarse.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sonrió ante la confirmación de que el Haki finalmente había despertado y más aún de que fuese alguien que tuviera conocimiento sobre la materia, eso facilitaría demasiado el entrenamiento posterior y pese a que deberían no excederse hasta que Ingrid tuviese el alta médica si podrían realizar ciertos ejercicios en cuanto al haki se refería, como utilizar objetos e idear diversos obstáculos a superar con los ojos vendados para no solo entrenar su haki de armadura si no el de observación al cual Berry llegó a considerar útil después de que Elyria le insistiera en entrenarlo al no ser una "trampa" como tal si los enemigos también podrían emplearlo en su contra. Ante el comentario sugerente Berry comenzó a reír mientras pensaba seriamente en la propuesta de una cita, después de todo la mink tendía a tomarse demasiado literal las cosas y ante tanta atención comenzó a planificar algo serio para cuando no estuvieran en servicio.
—Bueno podríamos ver algún lugar en nuestros días libres, he escuchado rumores sobre familias ligadas a la marina y que fueron compañeros como vicealmirantes que tuvieron a su esposa e hijos trabajando en una división y varios marines vienen de un linaje de soldados. Por lo que no veo una regla ni conozco alguna que prohíba relaciones entre marines siempre y cuando no afecten al servicio en sí. ¡Bwahahaha! Siento que una cita sería divertida pero primero deberemos conocernos mejor y no hay mejor manera de hacerlo que entrenando nuestro haki en estas semanas de iniciación. Por hoy descansa y duerme, yo dormiré aquí y aunque esté dormida te cuidaré bastante bien.—
Tras comentar esas cosas, la mink se acurrucó como un cachorro en la silla y cerró sus ojos para proceder a dormir tras un largo día no solo de entrenamiento si no de una misión complicada. Sin embargo, fiel a su palabra, sus orejas se levantaban y uno de sus ojos se abría siempre que algún enfermero entraba para el control de Ingrid y examinar sus signos vitales. Al ser una gigante los doctores tenían bastante precaución en su cuidado ya que a futuro podía ser uno de los activos más valiosos de la marina y a la vez en poco tiempo había despertado un gran carisma por parte de los reclutas quienes rogaban por verla recuperada lo más pronto posible.
Al día siguiente los doctores comentaron a Berry que Ingrid podría hacer labores que no le supusieran un esfuerzo grande, dado su tamaño podía ayudar en reconstruir y limpiar los escombros de la ciudad cosa que sería similar a levantar rocas pequeñas para alguien como ella. Por lo cual la mink guío a Ingrid ante los reclutas quienes celebraron ver a los dos nuevamente dispuestas para las labores, el primer trabajo consistía en limpiar los escombros y comenzar a refaccionar los edificios dañados en el ataque, mientras que Berry se encargaba de guiar a sus tropas en las tareas de reparación a Ingrid le asignó ayudar a la otra parte de los reclutas a despejar las calles de los escombros.
—Cuando terminen con los escombros nos iremos un poco lejos para comenzar a entrenar tu haki, pero no te esfuerces demasiado, todavía estás en rehabilitación y me matarán si por alguna razón vuelves en peor estado. Sé que es complicado para nosotras contenernos viniendo de una tradición guerrera y con nuestro orgullo pero si me haces caso podremos progresar mucho hoy con el control de tu haki.—
Para la zorra, la prioridad era ver como el cuerpo de Ingrid se había recuperado, de ser una evolución satisfactoria ambas se reunirían en una colina alejada tras el trabajo. Allí Berry había preparado dos grandes pilares de veinte metros cada uno los cuales tenían como objetivo ser un arco donde la mink colocaría una barra transversal de metal.
—¡No hay mejor forma de entrenar que divertirse! Jugaras al limbo, ya sabes, te inclinas y pasas por debajo del poste transversal. Pero aquí viene lo complicado, lo harás con los ojos vendados y si no quieres llenarte de chichones en la cabeza deberás intentar manipular tu haki de armadura para proteger tu frente. ¡Son dos al precio de uno! Lo repetiremos unas cuantas veces, tampoco deseo abrir tus heridas por lo que tomaremos descansos. ¡Iniciaré yo con este más pequeño así puedes ver como se hace!—
La mink colocó una barra de metal en una versión en miniatura del juego y con gran flexibilidad inclinó su cuerpo para pasar por debajo. Era un juego que requería precisión y sobre todo una buena coordinación de cuerpo. La zorra terminó por golpearse la cabeza con la barra tras calcular mal el momento de erguirse, aunque gracias a su haki el golpe no hizo más que dejar una muesca en el trozo de acero en lugar que en la cabeza de la mink. Quien tras remover la banda de sus ojos observó a su compañera esperando sus dudas o comentarios al respecto.
—Bueno podríamos ver algún lugar en nuestros días libres, he escuchado rumores sobre familias ligadas a la marina y que fueron compañeros como vicealmirantes que tuvieron a su esposa e hijos trabajando en una división y varios marines vienen de un linaje de soldados. Por lo que no veo una regla ni conozco alguna que prohíba relaciones entre marines siempre y cuando no afecten al servicio en sí. ¡Bwahahaha! Siento que una cita sería divertida pero primero deberemos conocernos mejor y no hay mejor manera de hacerlo que entrenando nuestro haki en estas semanas de iniciación. Por hoy descansa y duerme, yo dormiré aquí y aunque esté dormida te cuidaré bastante bien.—
Tras comentar esas cosas, la mink se acurrucó como un cachorro en la silla y cerró sus ojos para proceder a dormir tras un largo día no solo de entrenamiento si no de una misión complicada. Sin embargo, fiel a su palabra, sus orejas se levantaban y uno de sus ojos se abría siempre que algún enfermero entraba para el control de Ingrid y examinar sus signos vitales. Al ser una gigante los doctores tenían bastante precaución en su cuidado ya que a futuro podía ser uno de los activos más valiosos de la marina y a la vez en poco tiempo había despertado un gran carisma por parte de los reclutas quienes rogaban por verla recuperada lo más pronto posible.
Al día siguiente los doctores comentaron a Berry que Ingrid podría hacer labores que no le supusieran un esfuerzo grande, dado su tamaño podía ayudar en reconstruir y limpiar los escombros de la ciudad cosa que sería similar a levantar rocas pequeñas para alguien como ella. Por lo cual la mink guío a Ingrid ante los reclutas quienes celebraron ver a los dos nuevamente dispuestas para las labores, el primer trabajo consistía en limpiar los escombros y comenzar a refaccionar los edificios dañados en el ataque, mientras que Berry se encargaba de guiar a sus tropas en las tareas de reparación a Ingrid le asignó ayudar a la otra parte de los reclutas a despejar las calles de los escombros.
—Cuando terminen con los escombros nos iremos un poco lejos para comenzar a entrenar tu haki, pero no te esfuerces demasiado, todavía estás en rehabilitación y me matarán si por alguna razón vuelves en peor estado. Sé que es complicado para nosotras contenernos viniendo de una tradición guerrera y con nuestro orgullo pero si me haces caso podremos progresar mucho hoy con el control de tu haki.—
Para la zorra, la prioridad era ver como el cuerpo de Ingrid se había recuperado, de ser una evolución satisfactoria ambas se reunirían en una colina alejada tras el trabajo. Allí Berry había preparado dos grandes pilares de veinte metros cada uno los cuales tenían como objetivo ser un arco donde la mink colocaría una barra transversal de metal.
—¡No hay mejor forma de entrenar que divertirse! Jugaras al limbo, ya sabes, te inclinas y pasas por debajo del poste transversal. Pero aquí viene lo complicado, lo harás con los ojos vendados y si no quieres llenarte de chichones en la cabeza deberás intentar manipular tu haki de armadura para proteger tu frente. ¡Son dos al precio de uno! Lo repetiremos unas cuantas veces, tampoco deseo abrir tus heridas por lo que tomaremos descansos. ¡Iniciaré yo con este más pequeño así puedes ver como se hace!—
La mink colocó una barra de metal en una versión en miniatura del juego y con gran flexibilidad inclinó su cuerpo para pasar por debajo. Era un juego que requería precisión y sobre todo una buena coordinación de cuerpo. La zorra terminó por golpearse la cabeza con la barra tras calcular mal el momento de erguirse, aunque gracias a su haki el golpe no hizo más que dejar una muesca en el trozo de acero en lugar que en la cabeza de la mink. Quien tras remover la banda de sus ojos observó a su compañera esperando sus dudas o comentarios al respecto.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
A la mañana siguiente y tras el ok de los doctores, se reunió con sus compañeros para comenzar las labores que tuvieran a bien darle para hacer. La teniente la dio instrucciones y se puso a ello con la mayor diligencia que la permitían sus cansadas extremidades.
La jornada de trabajo transcurrió entre esfuerzos coordinados y risas, mientras los reclutas unían fuerzas para restaurar la ciudad. Ingrid levantaba escombros con facilidad, siendo una fuerza agilizadora indiscutible en la tarea. Berry, por su parte, dirigía las operaciones con eficiencia y motivación.
Al finalizar la jornada, la oficial guio a la recluta hacia la colina preparada para el entrenamiento. Dos pilares de veinte metros de altura se alzaban, listos para convertirse en un arco que pondría a prueba la precisión y la coordinación. La mink explicó la dinámica del juego del limbo, pero con un giro desafiante: debería realizar el juego con los ojos vendados y utilizar su haki de armadura para protegerse de golpes en la cabeza.
"¡No hay mejor forma de entrenar que divirtiéndose!", anunció Berry con entusiasmo ,"Jugarás al limbo, pero con los ojos vendados. Deberás utilizar tu haki de armadura para proteger tu frente.
Ella, la oficial, inició la demostración con una versión en miniatura del juego. Con gracia y flexibilidad, la mink inclinó su cuerpo para pasar por debajo de la barra de metal. Sin embargo, en el último momento, calculó mal y se golpeó la cabeza contra la barra. A pesar del impacto, su haki de armadura evitó que sufriera daño real.
"¡Ahora es tu turno!", animó después de quitarse la venda de los ojos.
La gigante observó con atención mientras le entregaba una venda. La mink se acercó con una sonrisa juguetona, esperando ver la reacción de Ingrid.
"Parece fácil, ¿verdad?", bromeó ,"Solo necesitas inclinarte y pasar debajo. Pero con los ojos vendados y usando tu haki para protegerte, eso es otro nivel.
Aceptó la venda con determinación. Se la colocó con cuidado, dejando sus ojos en la oscuridad. Se concentró en su haki de armadura, sintiendo cómo envolvía su cuerpo con una capa invisible de protección, como ya lo había sentido antes en las últimas horas. Estaba lista para el desafío o eso pensaba.
Con pasos seguros, se acercó al arco. La gigante se inclinaba y pasaba por debajo de la barra con elegancia. La sensación de la barrera en su frente era clara, su haki estaba respondiendo. Entonces en el momento en que iba a emerger al otro lado con una sonrisa triunfante notó que iba a golpear el arco con la frente. Su concentración desapareció, el haki se volvía inestable y el miedo a sufrir nuevas heridas la superó y casi sin pensarlo, sin saber muy bien como, como en un parpadeo se desplazó unos 100 metros hacia delante dejando tras de si a la teniente convertida en una bola de pelo erizado de electricidad estática y un olor a ozono en todo el área.
La gigante se quitó la venda mientras se arrodillaba haciendo pucheros tratando de salir de aquella como si una damisela en apuros se tratase y miró a Berry con cierta falsa inocencia en la mirada. Había sido la primera vez que se había desplazado tan rápido, sentía como si la voluntad de la Akuma la hubiera protegido en un momento de necesidad, pero no sabía hasta que punto podría perjudicarla en su ascenso en la marina el perder el control.
"Lo siento mucho teniente, es la primera vez que me pasa", dijo simulando congoja en su voz y esperando la reacción de su superior.
La jornada de trabajo transcurrió entre esfuerzos coordinados y risas, mientras los reclutas unían fuerzas para restaurar la ciudad. Ingrid levantaba escombros con facilidad, siendo una fuerza agilizadora indiscutible en la tarea. Berry, por su parte, dirigía las operaciones con eficiencia y motivación.
Al finalizar la jornada, la oficial guio a la recluta hacia la colina preparada para el entrenamiento. Dos pilares de veinte metros de altura se alzaban, listos para convertirse en un arco que pondría a prueba la precisión y la coordinación. La mink explicó la dinámica del juego del limbo, pero con un giro desafiante: debería realizar el juego con los ojos vendados y utilizar su haki de armadura para protegerse de golpes en la cabeza.
"¡No hay mejor forma de entrenar que divirtiéndose!", anunció Berry con entusiasmo ,"Jugarás al limbo, pero con los ojos vendados. Deberás utilizar tu haki de armadura para proteger tu frente.
Ella, la oficial, inició la demostración con una versión en miniatura del juego. Con gracia y flexibilidad, la mink inclinó su cuerpo para pasar por debajo de la barra de metal. Sin embargo, en el último momento, calculó mal y se golpeó la cabeza contra la barra. A pesar del impacto, su haki de armadura evitó que sufriera daño real.
"¡Ahora es tu turno!", animó después de quitarse la venda de los ojos.
La gigante observó con atención mientras le entregaba una venda. La mink se acercó con una sonrisa juguetona, esperando ver la reacción de Ingrid.
"Parece fácil, ¿verdad?", bromeó ,"Solo necesitas inclinarte y pasar debajo. Pero con los ojos vendados y usando tu haki para protegerte, eso es otro nivel.
Aceptó la venda con determinación. Se la colocó con cuidado, dejando sus ojos en la oscuridad. Se concentró en su haki de armadura, sintiendo cómo envolvía su cuerpo con una capa invisible de protección, como ya lo había sentido antes en las últimas horas. Estaba lista para el desafío o eso pensaba.
Con pasos seguros, se acercó al arco. La gigante se inclinaba y pasaba por debajo de la barra con elegancia. La sensación de la barrera en su frente era clara, su haki estaba respondiendo. Entonces en el momento en que iba a emerger al otro lado con una sonrisa triunfante notó que iba a golpear el arco con la frente. Su concentración desapareció, el haki se volvía inestable y el miedo a sufrir nuevas heridas la superó y casi sin pensarlo, sin saber muy bien como, como en un parpadeo se desplazó unos 100 metros hacia delante dejando tras de si a la teniente convertida en una bola de pelo erizado de electricidad estática y un olor a ozono en todo el área.
La gigante se quitó la venda mientras se arrodillaba haciendo pucheros tratando de salir de aquella como si una damisela en apuros se tratase y miró a Berry con cierta falsa inocencia en la mirada. Había sido la primera vez que se había desplazado tan rápido, sentía como si la voluntad de la Akuma la hubiera protegido en un momento de necesidad, pero no sabía hasta que punto podría perjudicarla en su ascenso en la marina el perder el control.
"Lo siento mucho teniente, es la primera vez que me pasa", dijo simulando congoja en su voz y esperando la reacción de su superior.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Berry sintió su pelo erizarse mientras la mujer gigante se desplazaba como un rayo hasta la otra punta del mapa. Tras frotarse los ojos, la zorra se sacudió mientras su pelo volvía a la normalidad acostumbrado a recibir electricidad, fuego y otras sustancias casi a diario, un poco de estática no era un problema grave.
—¡Bwahahaha! Eso fue divertido, me hiciste quedar como una pelota de felpa. Hmmm usuaria de fruta, deberemos pedir algún equipamiento especial para futuros entrenamientos. ¡Pero no importa!—
La mink voló hasta el hombro de la mujer mientras analizaba los daños, pero por fortuna estaban en un sitio aislado y aunque eso volviera a ocurrir no había peligro más allá de algunos árboles que pudieran quemarse o algún cráter tras un aterrizaje forzoso. La mink levantó una ceja ante la exagerada reacción de la mujer, para ella era un poder bastante genial y ya había conocido a algunos usuarios de ese tipo de fruta.
—¡Ñam! No pasa nada, solo creo que debes perder el miedo a herirte, mira te mostraré algo.—
La mink levantó una de las mangas de su camisa para mostrar su pelaje. Con sus garras separó este y buscó para llegar a una cicatriz vieja, una de las primeras cuando se quemó el brazo por atrapar a un criminal mafioso. Luego hizo lo mismo en su cabeza, donde había una cicatriz poco visible del día en que le pegaron un garrotazo en la cabeza. Luego mostró su garra izquierda, donde dado sus labores en diferentes carpinterías de la zona varios de sus dedos tenían pequeñas cicatrices poco visibles, incluso una de las garras poseía una que recorría casi enteramente su dedo anular.
—Esta la tuve cuando atrapé un criminal, esta cuando me enfrenté a una pandilla, este dedo casi me lo corto entero trabajando de voluntaria... lo que quiero decir con todo esto además de que mi cuerpo es hermosamente un desastre es que tarde o temprano te van a herir y no puedes vivir con miedo a herirte. Tampoco debes ocultar tus poderes de tus propios aliados, está bien para sorprender pero lo mejor es coordinar con quienes puedan beneficiarse. Por ejemplo si me hubieras contado de tus poderes simplemente deberíamos haber tirado agua a todos los bandidos y electrocutarlos con uno de tus dedos.—
La mink sonrió para luego volver a la colina, debían seguir el entrenamiento ya que la mujer solo había hecho una repetición y a medias, golpearse era parte del ejercicio y eso solo ayudaría a incrementar las ansías por mantenerse concentrada en cada movimiento.
—¡Vamos! No es momento de quedarse de rodillas, ven y hazlo otra vez, otra y otra hasta que tu voluntad arda con la fuerza del sol. ¡Hasta que tu cabeza parta esa barra en dos!—
Y como si le hubieran dado cuerda Berry saltó hasta su propia barra y de un potente frentazo la partió en dos mitades gracias a una combinación de fuerza, resistencia y su propio haki de armadura. Conocía que para un gigante partir una barra de metal era un chiste si este se encontraba en óptimas condiciones, pero según los doctores ese debía ser el límite al menos hasta que Ingrid estuviera en plenas condiciones para que ninguna herida se abriera o agravase.
—¡Bwahahaha! Eso fue divertido, me hiciste quedar como una pelota de felpa. Hmmm usuaria de fruta, deberemos pedir algún equipamiento especial para futuros entrenamientos. ¡Pero no importa!—
La mink voló hasta el hombro de la mujer mientras analizaba los daños, pero por fortuna estaban en un sitio aislado y aunque eso volviera a ocurrir no había peligro más allá de algunos árboles que pudieran quemarse o algún cráter tras un aterrizaje forzoso. La mink levantó una ceja ante la exagerada reacción de la mujer, para ella era un poder bastante genial y ya había conocido a algunos usuarios de ese tipo de fruta.
—¡Ñam! No pasa nada, solo creo que debes perder el miedo a herirte, mira te mostraré algo.—
La mink levantó una de las mangas de su camisa para mostrar su pelaje. Con sus garras separó este y buscó para llegar a una cicatriz vieja, una de las primeras cuando se quemó el brazo por atrapar a un criminal mafioso. Luego hizo lo mismo en su cabeza, donde había una cicatriz poco visible del día en que le pegaron un garrotazo en la cabeza. Luego mostró su garra izquierda, donde dado sus labores en diferentes carpinterías de la zona varios de sus dedos tenían pequeñas cicatrices poco visibles, incluso una de las garras poseía una que recorría casi enteramente su dedo anular.
—Esta la tuve cuando atrapé un criminal, esta cuando me enfrenté a una pandilla, este dedo casi me lo corto entero trabajando de voluntaria... lo que quiero decir con todo esto además de que mi cuerpo es hermosamente un desastre es que tarde o temprano te van a herir y no puedes vivir con miedo a herirte. Tampoco debes ocultar tus poderes de tus propios aliados, está bien para sorprender pero lo mejor es coordinar con quienes puedan beneficiarse. Por ejemplo si me hubieras contado de tus poderes simplemente deberíamos haber tirado agua a todos los bandidos y electrocutarlos con uno de tus dedos.—
La mink sonrió para luego volver a la colina, debían seguir el entrenamiento ya que la mujer solo había hecho una repetición y a medias, golpearse era parte del ejercicio y eso solo ayudaría a incrementar las ansías por mantenerse concentrada en cada movimiento.
—¡Vamos! No es momento de quedarse de rodillas, ven y hazlo otra vez, otra y otra hasta que tu voluntad arda con la fuerza del sol. ¡Hasta que tu cabeza parta esa barra en dos!—
Y como si le hubieran dado cuerda Berry saltó hasta su propia barra y de un potente frentazo la partió en dos mitades gracias a una combinación de fuerza, resistencia y su propio haki de armadura. Conocía que para un gigante partir una barra de metal era un chiste si este se encontraba en óptimas condiciones, pero según los doctores ese debía ser el límite al menos hasta que Ingrid estuviera en plenas condiciones para que ninguna herida se abriera o agravase.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ingrid observó con asombro y determinación cómo Berry partía la barra de metal con un impresionante frentazo. La mink irradiaba confianza y energía, y sus palabras resonaron en la mente de Ingrid como un eco motivador. La gigante, con sus ojos brillando de emoción, se puso de pie y se acercó a la barra que la esperaba.
"¡Vamos, recluta!", animó Berry señalando la barra con una sonrisa juguetona. "La voluntad de hacerlo está en ti. ¡Haz que esa barra se parta con tu haki!"
La gigante tomó una respiración profunda, sintiendo la presión del desafío sobre sus hombros. Recordó las palabras sobre no temer las cicatrices y la importancia de no ocultar sus habilidades a sus aliados, pero temía a las cicatrices, aunque sabía como evitarlas, solo debía activar su haki, como el día de la torre, como si la fuera la vida en ello. Se sentía decidida a demostrar su valía y superar los límites que la habían detenido en el pasado. Enfocó su mente en la barra de metal, visualizando cada detalle. Se imaginó rompiéndola en dos, canalizando su fuerza interior hacia el objetivo. Se recordó a sí misma que las cicatrices eran símbolos de debilidad e ineptitud, y que enfrentar el miedo y superarlo era la única manera de alcanzar su pleno potencial.
Con un rugido atronador, cargó hacia la barra. El suelo temblaba con cada paso, y la gigante canalizó su fuerza en el momento adecuado. Su frente impactó con la barra, y durante un instante, el mundo pareció detenerse. Hasta que de pronto, un crujido resonó en el aire, y para sorpresa de todos, la barra se partió en dos. Con una sonrisa de satisfacción, se volvió hacia Berry, quien la miraba con orgullo y alegría.
Ingrid se sumergió en el desafío una y otra vez. Cada choque contra la barra era un paso más hacia su propia superación. A medida que avanzaban, la gigante sentía una conexión más profunda con su haki de armadura. La energía fluía a través de ella, fortaleciendo su cuerpo y enfocando su mente.
La mink, con su aguda percepción, notó la mejora de la recluta. La gigante se movía con más gracia y precisión, cada golpe contra la barra era más poderoso que el anterior. La mink comprendió que estaba presenciando el despertar de un potencial aún mayor en su compañera. Mientras continuaban con el entrenamiento, Berry no solo enseñaba a Ingrid sobre el uso del haki, sino que compartía anécdotas de sus propias experiencias. Contó historias de enfrentamientos audaces, desafíos superados y momentos en los que su voluntad había sido puesta a prueba. La conexión entre ambas creció más allá de la maestra y la aprendiz; se convirtieron en compañeras de armas, dispuestas a enfrentar cualquier desafío que se presentara.
A medida que el sol se ponía en el horizonte, ambas se sentaron en la colina, agotadas pero satisfechas. El cielo se tiñó de tonos cálidos y la fogata que encendieron iluminó sus rostros. Ingrid comenzó a hablar de forma mas seria a la habitual, "Teniente, se que no tengo derecho a pedírselo después de habérselo ocultado, pero creo que ha llegado el momento de dejar constancia en mi expediente de mi Akuma no mi. Usted me ha hecho ver que debo seguir entrenando y puliendo mis habilidades, pero que no debo temer alcanzar y usar cada herramienta a mi alcance."
La noche envolvió la colina con su manto oscuro y tras una charla de cortesía ambas se encaminaron de vuelta al campamento.
"¡Vamos, recluta!", animó Berry señalando la barra con una sonrisa juguetona. "La voluntad de hacerlo está en ti. ¡Haz que esa barra se parta con tu haki!"
La gigante tomó una respiración profunda, sintiendo la presión del desafío sobre sus hombros. Recordó las palabras sobre no temer las cicatrices y la importancia de no ocultar sus habilidades a sus aliados, pero temía a las cicatrices, aunque sabía como evitarlas, solo debía activar su haki, como el día de la torre, como si la fuera la vida en ello. Se sentía decidida a demostrar su valía y superar los límites que la habían detenido en el pasado. Enfocó su mente en la barra de metal, visualizando cada detalle. Se imaginó rompiéndola en dos, canalizando su fuerza interior hacia el objetivo. Se recordó a sí misma que las cicatrices eran símbolos de debilidad e ineptitud, y que enfrentar el miedo y superarlo era la única manera de alcanzar su pleno potencial.
Con un rugido atronador, cargó hacia la barra. El suelo temblaba con cada paso, y la gigante canalizó su fuerza en el momento adecuado. Su frente impactó con la barra, y durante un instante, el mundo pareció detenerse. Hasta que de pronto, un crujido resonó en el aire, y para sorpresa de todos, la barra se partió en dos. Con una sonrisa de satisfacción, se volvió hacia Berry, quien la miraba con orgullo y alegría.
Ingrid se sumergió en el desafío una y otra vez. Cada choque contra la barra era un paso más hacia su propia superación. A medida que avanzaban, la gigante sentía una conexión más profunda con su haki de armadura. La energía fluía a través de ella, fortaleciendo su cuerpo y enfocando su mente.
La mink, con su aguda percepción, notó la mejora de la recluta. La gigante se movía con más gracia y precisión, cada golpe contra la barra era más poderoso que el anterior. La mink comprendió que estaba presenciando el despertar de un potencial aún mayor en su compañera. Mientras continuaban con el entrenamiento, Berry no solo enseñaba a Ingrid sobre el uso del haki, sino que compartía anécdotas de sus propias experiencias. Contó historias de enfrentamientos audaces, desafíos superados y momentos en los que su voluntad había sido puesta a prueba. La conexión entre ambas creció más allá de la maestra y la aprendiz; se convirtieron en compañeras de armas, dispuestas a enfrentar cualquier desafío que se presentara.
A medida que el sol se ponía en el horizonte, ambas se sentaron en la colina, agotadas pero satisfechas. El cielo se tiñó de tonos cálidos y la fogata que encendieron iluminó sus rostros. Ingrid comenzó a hablar de forma mas seria a la habitual, "Teniente, se que no tengo derecho a pedírselo después de habérselo ocultado, pero creo que ha llegado el momento de dejar constancia en mi expediente de mi Akuma no mi. Usted me ha hecho ver que debo seguir entrenando y puliendo mis habilidades, pero que no debo temer alcanzar y usar cada herramienta a mi alcance."
La noche envolvió la colina con su manto oscuro y tras una charla de cortesía ambas se encaminaron de vuelta al campamento.
Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mink observó como Ingrid retomaba su puesto y se lanzaba corriendo hasta su objetivo, a primera vista Berry sencillamente esperaba el clang de la enorme barra de hierro y a la gigante viendo estrellas pero su boca se abrió en sorpresa cuando al primer intento el metal se partió sin demasiada resistencia.
Berry entendió que Ingrid era alguien de rápido aprendizaje cuando una segunda barra de metal demostró que el primer intento no había sido obra de la suerte. Su haki se estaba adaptando a cada segundo y la mujer comenzaba a desvelar los principios fundamentales de su uso más allá del primer estallido o contacto.
Tras dar por finalizado el entrenamiento y volver al campamento, Berry meditó las opciones del día siguiente mientras se acicalaba el cabello. ¿Qué podía suponer un reto para alguien de tanta altura y que se adaptaba bien al campo de batalla?
La zorra sabía que debería pensar en lo que a ella le costaba, la meditación y relajación estaba fuera de este abanico de cosas debido claramente a que Ingrid era una mujer que demostraba madurez y al ser humana no tenía esos impulsos de morderse la cola o rascarse las orejas.
—Debo pensarlo como si fuese un atún enlatado...—
Murmuró antes de cerrar sus ojos para dormir y fué cuando se abrieron como platos, Berry saltó a la mesa de solicitudes donde se encontraban los reclamos de mascotas perdidas tras el combate de la noche anteriorr y tenía bien en claro el tipo de objetivo. Tras encontrar una solicitud que encajase con lo buscado la guardó en su bolsillo para luego acostarse finalmente a dormir.
A la mañana siguiente irrumpió en la tienda donde Ingrid se encontraba a toda velocidad abriendo la puerta de par en parr y dejando el sol entrar mientras saltaba sobre una silla y acercaba la solicitud al rostro de la mujer gigante que para ella debía verse como un pequeño manojo de pañuelos.
—No es para limpiarte los mocos. ¡Será una misión especial! Durante la batalla de hace unas noches se perdió un gato, claro que para mí sería sencillo encontrarlo. Tengo mi olfato, mi haki, pienso como un animal... ¡Mi cola!—
La zorra comenzó a girar sobre su eje persiguiendo su cola, parecía bastante animada esa mañana. Para luego frenar y levantarse en una postura que demostraba cierta imponencia pese a su gracioso andar. La imagen de su capa ondeando con la leve brisa sobre su tonificada espalda era un reflejo de su esfuerzo, que se esfumaba al Berry girarse masticando un chicle de fresa y haciendo un globo.
—Lo que iba a decirte es que no puedo pensar en un mejor ejercicio, una ciudad diminuta, un pequeño felino escurridizo entre cientos de obstaculos y una gran cantidad de lugares para esconderse desde árboles hasta pequeñas cuevas. Podrás entrenar tu haki de observación detectando auras a tu alrededor y tus sentidos. Si quieres puedo darte un tiempo límite hasta el anochecer para encontrarlo. ¡Será divertido!—
Berry continuó mascando su chicle con normalidad mientras se relajaba en la silla frente al lugar de reposo de Ingrid. Ansiosa por ver como resultaría esta pequeña prueba para ella.
Berry entendió que Ingrid era alguien de rápido aprendizaje cuando una segunda barra de metal demostró que el primer intento no había sido obra de la suerte. Su haki se estaba adaptando a cada segundo y la mujer comenzaba a desvelar los principios fundamentales de su uso más allá del primer estallido o contacto.
Tras dar por finalizado el entrenamiento y volver al campamento, Berry meditó las opciones del día siguiente mientras se acicalaba el cabello. ¿Qué podía suponer un reto para alguien de tanta altura y que se adaptaba bien al campo de batalla?
La zorra sabía que debería pensar en lo que a ella le costaba, la meditación y relajación estaba fuera de este abanico de cosas debido claramente a que Ingrid era una mujer que demostraba madurez y al ser humana no tenía esos impulsos de morderse la cola o rascarse las orejas.
—Debo pensarlo como si fuese un atún enlatado...—
Murmuró antes de cerrar sus ojos para dormir y fué cuando se abrieron como platos, Berry saltó a la mesa de solicitudes donde se encontraban los reclamos de mascotas perdidas tras el combate de la noche anteriorr y tenía bien en claro el tipo de objetivo. Tras encontrar una solicitud que encajase con lo buscado la guardó en su bolsillo para luego acostarse finalmente a dormir.
A la mañana siguiente irrumpió en la tienda donde Ingrid se encontraba a toda velocidad abriendo la puerta de par en parr y dejando el sol entrar mientras saltaba sobre una silla y acercaba la solicitud al rostro de la mujer gigante que para ella debía verse como un pequeño manojo de pañuelos.
—No es para limpiarte los mocos. ¡Será una misión especial! Durante la batalla de hace unas noches se perdió un gato, claro que para mí sería sencillo encontrarlo. Tengo mi olfato, mi haki, pienso como un animal... ¡Mi cola!—
La zorra comenzó a girar sobre su eje persiguiendo su cola, parecía bastante animada esa mañana. Para luego frenar y levantarse en una postura que demostraba cierta imponencia pese a su gracioso andar. La imagen de su capa ondeando con la leve brisa sobre su tonificada espalda era un reflejo de su esfuerzo, que se esfumaba al Berry girarse masticando un chicle de fresa y haciendo un globo.
—Lo que iba a decirte es que no puedo pensar en un mejor ejercicio, una ciudad diminuta, un pequeño felino escurridizo entre cientos de obstaculos y una gran cantidad de lugares para esconderse desde árboles hasta pequeñas cuevas. Podrás entrenar tu haki de observación detectando auras a tu alrededor y tus sentidos. Si quieres puedo darte un tiempo límite hasta el anochecer para encontrarlo. ¡Será divertido!—
Berry continuó mascando su chicle con normalidad mientras se relajaba en la silla frente al lugar de reposo de Ingrid. Ansiosa por ver como resultaría esta pequeña prueba para ella.
Ingrid Bjorndottir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mañana había comenzado serena para Ingrid, pero pronto se vio sumida en un mar de complicaciones. La misión de encontrar un gato perdido en esa miniatura de ciudad se revelaba como un desafío monumental, especialmente sin causar más destrozos. Decidió apostarse frente a una puerta poco transitada, cerró los ojos y se concentró en vislumbrar las auras de los seres vivos que pululaban en la ciudad. Tras horas de esfuerzo, logró transformar el caos de luces y sonidos en formas más definidas, aunque aún se veía envuelta en una penumbra desconcertante.
A punto de desesperarse, recordó su último entrenamiento con Berry. ¿Por qué no aprovechar al máximo sus habilidades? ¿Por qué no ir más allá de sus límites habituales? Dejó de focalizarse en los seres vivos por un momento y se concentró en los metales, cables y estructuras conductoras de la ciudad. Al tocar un cable con la mano, se sumergió en el flujo metálico de la urbe, como un líquido que se desplaza de conductor en conductor.
Era una sensación extraña, desprovista de imágenes pero llena de percepciones. Se esforzó por expandirse en esta forma, por extender su conciencia como una red, y entonces, con toda la calma que pudo reunir, se concentró en su haki de observación. Extendió su voluntad desde cada fibra de su ser y, tras unos minutos interminables, empezó a vislumbrar auras difusas por doquier, pero no las mismas que antes. Veía auras por todas partes, niños jugando entre los escombros, adultos colaborando en las tareas de reconstrucción. Se esforzó por apartarlas de su mente, buscando algo más diminuto.
Después de un esfuerzo titánico y horas de agotamiento, logró detectar animales más pequeños: ovejas, perros, gatos. Era todo un maremágnum de sensaciones confusas. Hasta que, de repente, escuchó maullar a un gatito bajo un montón de escombros. Sin reconocer la plaza debido a las limitaciones del haki, decidió a pesar de todo emerger allí mismo. Fue como si el solo acto de pensar en ello hubiera abierto un grifo, y en un instante se encontraba en el centro de la ciudad.
"Qué situación más peliaguda", pensó. "Podría haber aplastado al pequeñín. Debo tener más cuidado la próxima vez", reflexionó la marine.
Con sumo cuidado, se agachó y tomó al gato entre sus manos, asegurándose de no causar más daños. Con paciencia y vigilancia, logró salir de Villa Rosae y llevar al gato de regreso al campamento, justo cuando el sol poniente teñía el horizonte de rojo.
Presentó al felino ante la Teniente, con una sonrisa radiante de felicidad. "¡Creo que lo he encontrado Berry! ¡La recluta Ingrid entrega a la mascota perdida!"
Después de atar al gato a una estaca con una cuerda, se sentó fuera del campamento para disfrutar de una merecida merienda y un pedazo de bizcocho con azúcar. "Mejor que ayer, pero peor que mañana", suspiró, dejando que la tranquilidad de la tarde la envolviera.
A punto de desesperarse, recordó su último entrenamiento con Berry. ¿Por qué no aprovechar al máximo sus habilidades? ¿Por qué no ir más allá de sus límites habituales? Dejó de focalizarse en los seres vivos por un momento y se concentró en los metales, cables y estructuras conductoras de la ciudad. Al tocar un cable con la mano, se sumergió en el flujo metálico de la urbe, como un líquido que se desplaza de conductor en conductor.
Era una sensación extraña, desprovista de imágenes pero llena de percepciones. Se esforzó por expandirse en esta forma, por extender su conciencia como una red, y entonces, con toda la calma que pudo reunir, se concentró en su haki de observación. Extendió su voluntad desde cada fibra de su ser y, tras unos minutos interminables, empezó a vislumbrar auras difusas por doquier, pero no las mismas que antes. Veía auras por todas partes, niños jugando entre los escombros, adultos colaborando en las tareas de reconstrucción. Se esforzó por apartarlas de su mente, buscando algo más diminuto.
Después de un esfuerzo titánico y horas de agotamiento, logró detectar animales más pequeños: ovejas, perros, gatos. Era todo un maremágnum de sensaciones confusas. Hasta que, de repente, escuchó maullar a un gatito bajo un montón de escombros. Sin reconocer la plaza debido a las limitaciones del haki, decidió a pesar de todo emerger allí mismo. Fue como si el solo acto de pensar en ello hubiera abierto un grifo, y en un instante se encontraba en el centro de la ciudad.
"Qué situación más peliaguda", pensó. "Podría haber aplastado al pequeñín. Debo tener más cuidado la próxima vez", reflexionó la marine.
Con sumo cuidado, se agachó y tomó al gato entre sus manos, asegurándose de no causar más daños. Con paciencia y vigilancia, logró salir de Villa Rosae y llevar al gato de regreso al campamento, justo cuando el sol poniente teñía el horizonte de rojo.
Presentó al felino ante la Teniente, con una sonrisa radiante de felicidad. "¡Creo que lo he encontrado Berry! ¡La recluta Ingrid entrega a la mascota perdida!"
Después de atar al gato a una estaca con una cuerda, se sentó fuera del campamento para disfrutar de una merecida merienda y un pedazo de bizcocho con azúcar. "Mejor que ayer, pero peor que mañana", suspiró, dejando que la tranquilidad de la tarde la envolviera.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.