Helado-chan
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Akuma no mi
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Ya hacía exactamente una semana que había llegado al Paraíso, y todo por culpa de mis sueños perpetuos, que no me dejaban hacer otra cosa que no fuera dormir e ir a comer. La parte buena es que nunca había llegado a visitar aquellos mares y era una oportunidad interesante para hacerlo, ya que si tenía mala suerte en el cuartel me podía tocar como basurero de cualquier base a tomar por culo del Paraíso y del Nuevo Mundo. Simplemente cerré los ojos y dejé pasar el tiempo, volviendo a dormir para dejar de una maldita vez de pensar.
Pasaron las horas, y de eso estoy totalmente seguro ya que cuando alcé la vista pude ver como la luna que aún estaba en lo alto del cielo nocturno acompañada casi en su totalidad por las estrellas y alguna que otra nube fuera de rumbo, había dado paso a un amanecer de los colores del arco iris. El sol, aún en el horizonte, ya despertaba varios de los colores del día, como el amarillo o el naranja, sin embargo, no había salido lo suficiente como para apagar los colores más oscuros, como podían ser el azul, el violeta o el índigo.
Mi boca dejó salir un pequeño bostezo que suavicé con la mano abierta, y nada más tardar me levanté desperezándome y dirigiéndome hacia la proa del barco, donde podía ver con claridad como el capitán de aquel barco pesquero ya había despertado y había tomado control del timón.
-Buenas Ojii-San~. ¿Me podría decir cuanto falta para llegar?- Dije nada más llegar al lado del viejo, mirando yo también al frente.
-Buenos días chaval, ¡y ya te he dicho que me tutees! ¡Haces que parezca más viejo de lo que soy!
Ambos esbozamos una sonrisa y comenzamos una pequeña pero densa conversación, en la que me explicó las cosas que tenía pensado hacer nada más dejarme en nuestro destino. Era un viejo interesante, lleno de anécdotas graciosas, traumaticas, o simplemente curiosas; aunque claro, ¿qué viejo que se precie no las tiene?
Un buen rato hablando después pude ver como nuestro destino se hacía cada vez más visible: la maravillosa ciudad de Water Seven. Había oído hablar mucho de ella, sobretodo de la boca de Shaky. Había una gran cantidad de personas en la parte superior con una habilidad casi milagrosa para el arreglo de barcos, aunque también había una gran cantidad de herreros sumamente famosos. Lo más probable es que me pasara algo más tarde a visitar a alguno de ellos y ver sus trabajos.
Al llegar me despedí del viejo con una sonrisa y bajé del barco de un pequeño salto. nada más tocar la madera del puerto me encaminé hacia la parte más alta de la ciudad; no podía tardar mucho, el viejo solo estaría hasta el anochecer, momento en el que tendría que irme yo también para volver al lugar donde mi capitana me había enviado.
Subí lo más rápido que pude, pero aun así iba demasiado lento, demasiado. Se me ocurrió algo que solo a mí se me podría haber ocurrido. Con el geppou di unos cuantos saltos en diagonal hasta llegar a uno de los tejados, donde empecé a correr casi sin emitir ningún ruido. Cuando la ocasión lo requería saltaba algunos metros, de edificio en edificio. No era gran cosa, pero así podía ver la mayor parte de la ciudad en muy poco tiempo, y a la vez llegar al anillo superior, el lugar que en verdad me interesaba de Water Seven.
Pasaron las horas, y de eso estoy totalmente seguro ya que cuando alcé la vista pude ver como la luna que aún estaba en lo alto del cielo nocturno acompañada casi en su totalidad por las estrellas y alguna que otra nube fuera de rumbo, había dado paso a un amanecer de los colores del arco iris. El sol, aún en el horizonte, ya despertaba varios de los colores del día, como el amarillo o el naranja, sin embargo, no había salido lo suficiente como para apagar los colores más oscuros, como podían ser el azul, el violeta o el índigo.
Mi boca dejó salir un pequeño bostezo que suavicé con la mano abierta, y nada más tardar me levanté desperezándome y dirigiéndome hacia la proa del barco, donde podía ver con claridad como el capitán de aquel barco pesquero ya había despertado y había tomado control del timón.
-Buenas Ojii-San~. ¿Me podría decir cuanto falta para llegar?- Dije nada más llegar al lado del viejo, mirando yo también al frente.
-Buenos días chaval, ¡y ya te he dicho que me tutees! ¡Haces que parezca más viejo de lo que soy!
Ambos esbozamos una sonrisa y comenzamos una pequeña pero densa conversación, en la que me explicó las cosas que tenía pensado hacer nada más dejarme en nuestro destino. Era un viejo interesante, lleno de anécdotas graciosas, traumaticas, o simplemente curiosas; aunque claro, ¿qué viejo que se precie no las tiene?
Un buen rato hablando después pude ver como nuestro destino se hacía cada vez más visible: la maravillosa ciudad de Water Seven. Había oído hablar mucho de ella, sobretodo de la boca de Shaky. Había una gran cantidad de personas en la parte superior con una habilidad casi milagrosa para el arreglo de barcos, aunque también había una gran cantidad de herreros sumamente famosos. Lo más probable es que me pasara algo más tarde a visitar a alguno de ellos y ver sus trabajos.
Al llegar me despedí del viejo con una sonrisa y bajé del barco de un pequeño salto. nada más tocar la madera del puerto me encaminé hacia la parte más alta de la ciudad; no podía tardar mucho, el viejo solo estaría hasta el anochecer, momento en el que tendría que irme yo también para volver al lugar donde mi capitana me había enviado.
Subí lo más rápido que pude, pero aun así iba demasiado lento, demasiado. Se me ocurrió algo que solo a mí se me podría haber ocurrido. Con el geppou di unos cuantos saltos en diagonal hasta llegar a uno de los tejados, donde empecé a correr casi sin emitir ningún ruido. Cuando la ocasión lo requería saltaba algunos metros, de edificio en edificio. No era gran cosa, pero así podía ver la mayor parte de la ciudad en muy poco tiempo, y a la vez llegar al anillo superior, el lugar que en verdad me interesaba de Water Seven.
Elisabeth
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Era un buen día de un mes cualquiera, ya casi había comenzado a amanecer y hasta se podían ver algunas que otras aves recorrer el cielo buscando el pedazo de tierra más grande y cercano para vivir, o al menos para pasar un pequeño tiempo de su hibernación. Pero no todo por aquellos lares del Paraíso era perfecto, no, ni mucho menos, y eso se dio a entender justo en el momento en el que una muchacha en medio del mal gritó de tal manera que hizo perder la concentración de las pobres aves que volaban.
-¡AAAAH! ¡¡Menudo hijo de puta!!- Dijo la voz de la muchacha mientras miraba con más atención el mapa dibujado con pluma y tinta. -Yo me lo cargo, yo me lo cargo, yo me lo cargo... ¡Tetsu, maldito capullo, cuando te vuelva a ver te daré muerte de la forma más cruel que se me pase por la cabeza!- Volvió a gritar Nayla mientras lanzaba el mapa aquel por la borda del pequeño bote, de una manera algo cómica debido al levantamiento que hizo con el pie. Por lo visto el joven asesino le había tomado el pelo más de la cuenta y eso hizo que la poca paciencia que ya de por si posee, la perdiera de golpe.
El resto del viaje Nayla no hizo otra cosa que vagar por el basto mar, en busca de algún indicio de suelo firme para poder amarrar el maldito barco aquel y buscar un mapa que no hubiera sido dibujado por un, tal y como ella misma había dicho momentos antes, "maldito loco psicópata con la inteligencia aguda de una avestruz con varias enfermedades mentales".
Pasó el tiempo y pudo ver como el cielo pasó de tonos violáceos a ser del mismo tono que siempre, y por el cual se conocía a aquel color, azul cielo. A la joven no es que le gustara en demasía aquellos colores, prefería mucho más los tonos oscuros, que hacían que sus propios colores se mezclaran con el ambiente, siendo únicamente sus ojos los que destacaban ante la oscuridad y por ende, lo último que veían sus victimas antes de su último suspiro. A parte de aquel cambio en el color del cielo, también pudo ver como se acercaba con una velocidad envidiable a la de los mejores barcos de guerra hacia una isla a lo lejos; aquella velocidad era debida a que desde hacía ya tiempo había creado una pequeña esfera de viento al lado de la vela y la había hecho girar, logrando lo ya dicho sobre su velocidad.
Cuando por fin llegó, y con un simple salto del bote al puerto, se puso en marcha hacia el interior de aquel lugar, el cual ya había reconocido varias millas atrás como Water Seven.
"Esto será interesante." - Pensó la pequeña asesina mientras se colocaba bien aquel manto marrón con la capucha del mismo color y se volvía casi invisible al escabullirse por en medio de aquella marabunta.
Nada de lo que había en aquel lugar le interesaba, y por mucho que anduviera por las miles de calles comerciales, no eran de la suficiente categoría para ella, o como mínimo, que le causara algo de interés. Por esto mismo pasó de quedarse mucho más por allí y decidió subir a la parte alta de la ciudad, que había visualizado desde que se incorporó en el puerto. Por su propia experiencia, las partes altas de las ciudades, o son basureros, o los lugares más lujosos del lugar.
Cuando vio la oportunidad se escabulló por uno de los callejones menos concurridos que vio, e impulsada tan solo por un salto en compañía de sus habilidades para desintegrar su cuerpo en viento, llegó sin mayor dificultad a la parte alta del mismo edificio que tenía a su izquierda. No dudó un instante en ponerse a correr de tejado en tejado sin emitir tan siquiera el ruido que normalmente producen los pies al golpear el suelo; ella era mucho más que una simple espía, y sus habilidades eran muestra de ello.
-¡AAAAH! ¡¡Menudo hijo de puta!!- Dijo la voz de la muchacha mientras miraba con más atención el mapa dibujado con pluma y tinta. -Yo me lo cargo, yo me lo cargo, yo me lo cargo... ¡Tetsu, maldito capullo, cuando te vuelva a ver te daré muerte de la forma más cruel que se me pase por la cabeza!- Volvió a gritar Nayla mientras lanzaba el mapa aquel por la borda del pequeño bote, de una manera algo cómica debido al levantamiento que hizo con el pie. Por lo visto el joven asesino le había tomado el pelo más de la cuenta y eso hizo que la poca paciencia que ya de por si posee, la perdiera de golpe.
El resto del viaje Nayla no hizo otra cosa que vagar por el basto mar, en busca de algún indicio de suelo firme para poder amarrar el maldito barco aquel y buscar un mapa que no hubiera sido dibujado por un, tal y como ella misma había dicho momentos antes, "maldito loco psicópata con la inteligencia aguda de una avestruz con varias enfermedades mentales".
Pasó el tiempo y pudo ver como el cielo pasó de tonos violáceos a ser del mismo tono que siempre, y por el cual se conocía a aquel color, azul cielo. A la joven no es que le gustara en demasía aquellos colores, prefería mucho más los tonos oscuros, que hacían que sus propios colores se mezclaran con el ambiente, siendo únicamente sus ojos los que destacaban ante la oscuridad y por ende, lo último que veían sus victimas antes de su último suspiro. A parte de aquel cambio en el color del cielo, también pudo ver como se acercaba con una velocidad envidiable a la de los mejores barcos de guerra hacia una isla a lo lejos; aquella velocidad era debida a que desde hacía ya tiempo había creado una pequeña esfera de viento al lado de la vela y la había hecho girar, logrando lo ya dicho sobre su velocidad.
Cuando por fin llegó, y con un simple salto del bote al puerto, se puso en marcha hacia el interior de aquel lugar, el cual ya había reconocido varias millas atrás como Water Seven.
"Esto será interesante." - Pensó la pequeña asesina mientras se colocaba bien aquel manto marrón con la capucha del mismo color y se volvía casi invisible al escabullirse por en medio de aquella marabunta.
Nada de lo que había en aquel lugar le interesaba, y por mucho que anduviera por las miles de calles comerciales, no eran de la suficiente categoría para ella, o como mínimo, que le causara algo de interés. Por esto mismo pasó de quedarse mucho más por allí y decidió subir a la parte alta de la ciudad, que había visualizado desde que se incorporó en el puerto. Por su propia experiencia, las partes altas de las ciudades, o son basureros, o los lugares más lujosos del lugar.
Cuando vio la oportunidad se escabulló por uno de los callejones menos concurridos que vio, e impulsada tan solo por un salto en compañía de sus habilidades para desintegrar su cuerpo en viento, llegó sin mayor dificultad a la parte alta del mismo edificio que tenía a su izquierda. No dudó un instante en ponerse a correr de tejado en tejado sin emitir tan siquiera el ruido que normalmente producen los pies al golpear el suelo; ella era mucho más que una simple espía, y sus habilidades eran muestra de ello.
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Las vistas eran espectaculares desde tan arriba, no solo de las miles de calles acuáticas de la ciudad que se perdían por los rincones de la pequeña ciudadela aquella, sino también las vistas del cristalino mar que se veían cuando no te dabas de cruces contra una pared de piedra. Los edificios eran todos iguales, con algunas pequeñas diferencias entre sus colores y su altura, pero básicamente lo mismo siempre, algo que no me ayudaba mucho para orientarme, sobre todo cuando me quedaba en los más bajos y las fachadas de los demás me impedían ver si iba hacia arriba, o de nuevo hacia abajo.
A la velocidad que iba era casi increíble que hubiera conseguido llegar al anillo superior; iba tan despacio que parecía que estaba haciendo una marcha sambera de esas... Incluso, si mirabas a la suficiente distancia, daba la sensación de que estaba bailando la macarena. Si, buen baile y canción, expresa todas las emociones y sentimientos que miles otras no pueden ni siquiera soñar mostrar.
Cuando decidí que iba siendo hora de bajar y parecerme un poco más a las personas normales, cosa que aunque lo intentara no podría pasar, vi un gran bulto marrón aparecer en el tejado de enfrente como salido de la nada. Cuando hice mi vista a la forma extraña aquella me di cuenta de que era una persona de pelo violeta -el cual vi porque sobresalía de la capucha- con un manto marrón atado por una cuerda de un color algo más oscuro que el mismo; hubo un momento en el que dudé, ya que pensé que era un ornitorrinco púrpura, de esos que andaban día tras día por mi vida. Tras un buen rato de delirio y al ver que comenzaba a moverse hice lo propio de cualquier persona con sentido común: volverse un violador psicópata y seguir a personas a las cuales no has visto la cara. TODO MUY LÓGICO LA VERDAD.
Se movía rápido y en silencio, pero yo no iba a quedarme atrás, ni mucho menos. Aceleré algo el ritmo mientras pensaba -algo ilógico en mí, puesto que no soy de pensar mucho- quién podía ser; estaba sumamente claro que no era una persona corriente, las personas corrientes no son capaces de escalar un edificio de unas cuatro o cinco plantas y luego ir saltando por ellos como si fuera un puto canguro. Yo tardé dos años y medio para poder hacerlo sin ganarme un tortazo bien dado contra el suelo, lo va a hacer él y encima con tanta profesionalidad, y una mierda.
Cada vez que pensaba quién podía ser me daban incluso más ganas de conocerle o, al menos, de ponerle a prueba para ver si era de verdad como yo pensaba que era o que podía llegar a ser, o incluso lo que ya era pero no podría ser si no era lo que yo pensaba que... Bueno, ha quedado bastante claro la verdad, sí.
Ya no podía aguantar las ganas, casi cinco minutos persiguiendo a aquella persona, y lo único que sabía de ella era su color de pelo, algo que ayudaba a que mi interés por ella aumentara; me gustaban las personas con colores de pelo extraños. Sin perder un instante desenvainé con velocidad a Shiro y di un fuerte tajo en vertical hacia arriba para justo al momento dar otro en la dirección contraria. Para cualquiera que me hubiera visto hubiera pensado que era un auténtico lunático: en medio del aire y haciendo esos cortes sin sentido. Sin embargo tales tajos tenían sentido de ser, ambos iban imbuidos con energía y al hacerlos consecutivamente y a tal velocidad logré que lo que era el corte en sí desapareciera, convirtiéndose tan solo en una fuerte onda de unos dos metros de diámetro, lo suficiente para captar su atención.
-Kira kiri: Brisa de medianoche.- Susurré con una linda sonrisa a la par que me dirigí, esta vez si que con más intensidad añadiendo el geppou, hacia aquella persona, que no estaba ni a diez metros de mí. Cuando se girara vería a un extraño peliplateado blandiendo una katana de casi dos metros con la intención de matar. No lo iba a hacer, si era una cuarta parte de buena de lo que yo pensaba, le resultaría bien sencillo bloquear u esquivar mi ataque. Mi sonrisa se hizo incluso más notable al pensar lo interesante que podría resultar aquel encuentro.
A la velocidad que iba era casi increíble que hubiera conseguido llegar al anillo superior; iba tan despacio que parecía que estaba haciendo una marcha sambera de esas... Incluso, si mirabas a la suficiente distancia, daba la sensación de que estaba bailando la macarena. Si, buen baile y canción, expresa todas las emociones y sentimientos que miles otras no pueden ni siquiera soñar mostrar.
Cuando decidí que iba siendo hora de bajar y parecerme un poco más a las personas normales, cosa que aunque lo intentara no podría pasar, vi un gran bulto marrón aparecer en el tejado de enfrente como salido de la nada. Cuando hice mi vista a la forma extraña aquella me di cuenta de que era una persona de pelo violeta -el cual vi porque sobresalía de la capucha- con un manto marrón atado por una cuerda de un color algo más oscuro que el mismo; hubo un momento en el que dudé, ya que pensé que era un ornitorrinco púrpura, de esos que andaban día tras día por mi vida. Tras un buen rato de delirio y al ver que comenzaba a moverse hice lo propio de cualquier persona con sentido común: volverse un violador psicópata y seguir a personas a las cuales no has visto la cara. TODO MUY LÓGICO LA VERDAD.
Se movía rápido y en silencio, pero yo no iba a quedarme atrás, ni mucho menos. Aceleré algo el ritmo mientras pensaba -algo ilógico en mí, puesto que no soy de pensar mucho- quién podía ser; estaba sumamente claro que no era una persona corriente, las personas corrientes no son capaces de escalar un edificio de unas cuatro o cinco plantas y luego ir saltando por ellos como si fuera un puto canguro. Yo tardé dos años y medio para poder hacerlo sin ganarme un tortazo bien dado contra el suelo, lo va a hacer él y encima con tanta profesionalidad, y una mierda.
Cada vez que pensaba quién podía ser me daban incluso más ganas de conocerle o, al menos, de ponerle a prueba para ver si era de verdad como yo pensaba que era o que podía llegar a ser, o incluso lo que ya era pero no podría ser si no era lo que yo pensaba que... Bueno, ha quedado bastante claro la verdad, sí.
Ya no podía aguantar las ganas, casi cinco minutos persiguiendo a aquella persona, y lo único que sabía de ella era su color de pelo, algo que ayudaba a que mi interés por ella aumentara; me gustaban las personas con colores de pelo extraños. Sin perder un instante desenvainé con velocidad a Shiro y di un fuerte tajo en vertical hacia arriba para justo al momento dar otro en la dirección contraria. Para cualquiera que me hubiera visto hubiera pensado que era un auténtico lunático: en medio del aire y haciendo esos cortes sin sentido. Sin embargo tales tajos tenían sentido de ser, ambos iban imbuidos con energía y al hacerlos consecutivamente y a tal velocidad logré que lo que era el corte en sí desapareciera, convirtiéndose tan solo en una fuerte onda de unos dos metros de diámetro, lo suficiente para captar su atención.
-Kira kiri: Brisa de medianoche.- Susurré con una linda sonrisa a la par que me dirigí, esta vez si que con más intensidad añadiendo el geppou, hacia aquella persona, que no estaba ni a diez metros de mí. Cuando se girara vería a un extraño peliplateado blandiendo una katana de casi dos metros con la intención de matar. No lo iba a hacer, si era una cuarta parte de buena de lo que yo pensaba, le resultaría bien sencillo bloquear u esquivar mi ataque. Mi sonrisa se hizo incluso más notable al pensar lo interesante que podría resultar aquel encuentro.
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