[Privado][Unity y Elizabeth]Croquetas de nieve

No tenía muy claro cómo habíamos ido a parar a esta gélida isla, bueno sí, todo era culpa del inútil del capitán, el cual se empeñaba en llevarnos a islas repletas de tesoros con un mapa que no sabía ni leer.

Ninguno de la tripulación llevábamos la ropa adecuada para movernos por aquel lugar sin morir congelados, y tampoco se les veía con ganas de salir del camarote. Yo tampoco saldría, con una docena de mantas encima y en la cama nadie lo haría, pero necesitábamos provisiones, así que me tocaría congelarme. Pero yo no me sacrificaba por nadie gratis, ya me lo pagarían de alguna manera. De momento, antes de bajar del barco hice que dentro de este crecieran unas plantas fétidas que les harían la estancia en el barco insoportable.

Impulsada con una liana bajé velozmente del barco, el frío era insoportable, así que me cubrí con varias capas de plantas. Por el momento me serviría para aguantar hasta que pudiera conseguir ropa decente.

-Ahí os quedáis -dije lo suficientemente alto para que oyeran. -Si alguien quiere venir que lo haga, y si no, morid del asco ahí dentro.

Al admirar el blanco paisaje que se extendía ante mí solo pude pensar: "Dios mío, que puto frío!". Se me congelaban hasta las ideas. Tenía que darle la razón a la segunda de abordo: mi ropa no era la más adecuada para aquel lugar. Solo llevaba un top negro, una falda rota con unas mayas negras debajo de tela bastante fina, los guantes y mi abrigo rojo, lo único que me daba un poco de calor. Suelo ser calurosa y además me agobia llevar mucha ropa, pero mataría por una bufada.

Había cogido una manta de mi habitación y con ella intentaba cubrirme como bien podía, pegándome todo lo posible a mí misma, pero ni aún así podía dejar de temblar y de mi boca salía vaho a respirar.

Entonces vi a Elizabeth en cubierta, haciendo aparecer unas extrañas plantas. Pensé que a lo mejor era algún tipo de fruta que pudiéramos comer, pero no. Lo único que ocurrió fue que un hedor pestilente, como de un montón de comida pudriéndose al sol durante meses, inundó el barco.

-Ahí os quedáis. Si alguien quiere venir que lo haga, y si no, morid del asco ahí dentro.

Vaya, por fin un poco de acción. En mi camarote hacía casi el mismo frío que fuera, así que si no me movía iba a morir de hipotermia.

-No sé que coño quieres hacer, pero me apunto igualmente.

Pensaba que me quedaría sola en aquel desierto de nieve, pero la cocinera recapacitó y bajó conmigo.

-Perfecto, nos las podremos apañar. Lo de siempre, encontrar un pueblo, saquear y volver con el botín, pero primero vamos a conseguir algo de ropa.

Estuvimos unos minutos caminando, tras los cuales llegué a pensar que allí no encontraríamos a nadie ¿Quién querría vivir en ese lugar? Pero cuando estaba a punto de dar media vuelta y regresar al barco, vi como una pequeña nube de humo se elevaba desde un punto que no llegaba alcanzar a ver. Podía ser una fogata, pero seguramente se tratara de un pequeño pueblo. Estábamos de suerte si de eso se trataba.

Seguimos caminando durante un par de minutos más y efectivamente, estaba en lo cierto, un pueblo se encontraba situado en el lugar de donde provenía el humo, que seguramente provendría de alguna chimenea de una de las casas.

-A lo mejor si vamos nos ofrecen un abrigo y no tenemos que robarlo. Seguramente aquí se conocen todos y nos meteríamos en un lío y nos iríamos con las manos vacías. Nos haremos las niñas buenas para que nos den ropa, y luego les robamos cuando vayamos a irnos.

Tras decir esto seguí caminando hacia el pueblo, con los brazos cruzados para calentar mis manos que comenzaban a adquirir un tono violáceo. No podía evitar castañear, y en ese momento me percaté de las prendas de Unity. Se me había olvidado que ella iba medio desnuda. Hice que unas plantas como las mías cubrieran su cuerpo antes de que muriera congelada. Qué fallo más tonto. Casi me quedo sin cocinera.

Eli y yo comenzamos a caminar por el paramo helado. No estaba acostumbrada a los paisajes blancos, en mi pueblo costero nunca nevaba.

No teníamos muy claro para donde ir, lo cierto es que a mi todo me parecía igual, ¿qué más daba ir a la derecha que a la izquierda, si solo se veía más nieve?

Elizabeth pensó en dar la vuelta, pero una columna de humo nos indicó donde estaba el pueblo y continuamos en aquella dirección.

-A lo mejor si vamos nos ofrecen un abrigo y no tenemos que robarlo. Seguramente aquí se conocen todos y nos meteríamos en un lío y nos iríamos con las manos vacías. Nos haremos las niñas buenas para que nos den ropa, y luego les robamos cuando vayamos a irnos.

Arrugué el ceño. Eli era una fantoche de nacimiento, pero a mi no se me daba bien eso de fingir inocencia. Pero lo cierto es que tanto me daba comprarme la ropa, cogerla prestada o matar por ella. En un principio comenzar a andar había servido para entrar en calor, pero volvía a helarme. De repente unas plantas comenzaron a cubrir mi cuerpo, tapando las partes que quedaban expuestas. No era un jersey de lana, pero servía a su propósito y me protegía del inmisericorde clima.

Gruñí un agradecimiento, aunque sentía que casi me derretí de gusto al conseguir alejar el frío.

Nos fuimos acercando poco a poco y costosamente al pueblo. Nuestros pies se hundían en la nieve, por lo que nuestro avance fue lento. El frío se iba calando en mis huesos, así que seguí creando capas de hojas, aunque parecía que no servía de mucho.

Por suerte, acabamos llegando a aquel pueblo sin morir congeladas por el camino. Las calles estaban poco transitadas y la nieve cubría los tejados. La verdad es que me gustaba el panorama, si no fuera por el frío que de un momento a otro nos dejaría a Unity y a mí como dos cubitos.

Seguimos avanzando hasta llegar hasta un ciudadano que acababa de salir de su casa y cerrar la puerta tras de sí.

-Disculpe -dije acercándome a él -Somos dos chicas perdidas, veníamos en barco de crucero, pero fuimos a la deriva y todos están muertos, solo quedamos nosotras. Acabamos de vivir un infierno, había otros dos con nosotras, pero nos los tuvimos que comer para sobrevivir. En el camino perdimos nuestro abrigo, lo tuvimos que quemar para avivar el fuego. Ha sido horrible. En las frías noches tuvimos que darnos calor como pudimos para no morir congeladas de maneras que no nos sentimos orgullosas... Por favor ¿puede darnos algo de abrigo y de comer? No queremos molestar, tan solo pediremos eso.

Me tapé la boca con un gesto de trastornación esperando la respuesta del hombre, que fue la que esperaba.

-Pero niñas -dijo mientras las arrugas de su cara se acentuaban. -Claro, claro, pasad.

Nos abrió la puerta por la que acaba de cruzar para que entrásemos y lo hice sin dudar. Cuando estuve en el interior miré hacia atrás esperando a Unity.

Finalmente pudimos llegar al pueblo. Había sido un infierno de viaje, a veces me hundía hasta las rodillas en la nieve y las capas de hojas que me cubrían no pudo evitar que se me helaran las tripas.

-Espero que tengas un plan para cuando lleguemos al pueblo -dije castañeando los dientes.

Elizabeth no dijo nada, pero al parecer sí que tenía un buen plan, pues que se dirigió al primer hombre que vio:

-Disculpe. Somos dos chicas perdidas, veníamos en barco de crucero, pero fuimos a la deriva y todos están muertos, solo quedamos nosotras. Acabamos de vivir un infierno, había otros dos con nosotras, pero nos los tuvimos que comer para sobrevivir. En el camino perdimos nuestro abrigo, lo tuvimos que quemar para avivar el fuego. Ha sido horrible. En las frías noches tuvimos que darnos calor como pudimos para no morir congeladas de maneras que no nos sentimos orgullosas... Por favor ¿puede darnos algo de abrigo y de comer? No queremos molestar, tan solo pediremos eso.

Me quedé tiesa en el sitio de asombro, solamente podía parpadear. Elizabeth lo había dicho con total convencimiento, con la voz llena de sentimiento y los ojos brillantes como un cachorrillo. Sabía que era una grandísima mentirosa, pero no imaginaba hasta que punto.

El hombre nos dejó entrar en su casa. Yo me quedé esperando a ver que se le pasaba a Eli por la cabeza.

Una vez la puerta estuvo cerrada hice que unas plantas atraparan a aquel hombre y lo dejaran amordazado en el suelo.

-Mala suerte abuelo, si estás quietecito no te haremos nada, solo queremos taparnos un poco, y a lo mejor llevarnos un bonito recuerdo. Vamos Unity, a ver si hay abrigos en los armarios, y de paso algo de valor.

Me metí en una habitación y abrí uno de los armarios, como supuse estaba repleto de chaquetas de piel. Cogí dos y le lancé una a Unity mientras me ponía la otra. Ahora ya podíamos movernos tranquilamente por la ciudad.

Antes de abandonar el domicilio comencé a registrar algunos cajones, pero no puede encontrar nada significante. Lo que sí me llevé fueron cuatro botellas de lo que parecía ser vodka.

-¡Unityyyyyyyyyyyyyyyy! Mira lo que he encontrado, ahora sí que entraremos en calor.

Dejé tres de las botellas en una mesa y abrí la restante, para pegar un largo trago que me hizo notar ardor en la garganta. Un fino reguero de la bebida me resbalaba por las comisuras de los labios, pero no me importaba demasiado.

-Vamos, coge una y bebe. Ahora sí que nos vamos a divertir.

En cuanto el viejo bajó la guardia, Elizabeth lo amordazó con sus plantas y sugirió buscar ropa de abrigo y cualquier cosa de valor que pudiéramos llevarnos.

Rebusqué entre los cajones de la comoda, pero el primer cajón que abrí estaba lleno de ropa interior masculina. En otro cajón encontré bufandas, cogí una roja para mí otra verde para Elizabeth.

Eli me lanzó una chaqueta. La observé con ojo crítico, aunque era vieja y de un colo gris marengo feo hasta querer vomitarle encima, serviría para protegerme del frío.

-¡Unityyyyyyyyyyyyyyyy! Mira lo que he encontrado, ahora sí que entraremos en calor.

Con fastidio me giré hacia ella para ver que tripa se le había roto y abrí los ojos llenos de ilusión al descubrir cuatro botellas de vodka.

-Vamos, coge una y bebe. Ahora sí que nos vamos a divertir.

Antes de que acabara la frase yo ya me había llevado una de las botellas a los labios. Di un sorbo especialmente largo y al instante un agradable calor me bajo por la garganta. Aunque tras unos segundos fue como si un martillo me hubiera golpeado desde dentro. Tenían un licor muy fuerte en esa isla, suponía que era la única manera de soportar el frío.

-Vámonos, que esta casa ya me aburre. Es hora de hacer una visita al estilo de los Piratas del doblón. -dije agarrando otra de las botellas, no fuera que Eli se me adelantara.

Antes de que me diera tiempo a beberme la botella, Unity se puso a beber conmigo, agarró otra, y se aproximó hacía la puerta dispuesta a salir. La verdad es que tenía razón, ya era hora de hacer las cosas a nuestra manera. Cogí la última botella, bebí un par de tragos más y me acerqué a ella para salir de la casa.

Abrí la puerta y salí al exterior. Fuera seguía haciendo el mismo frío, pero con el abrigo y la bebida se llevaba mucho mejor, dónde iba a parar. Sin pensar en las consecuencias, me terminé la botella a gran velocidad, lo único que me preocupaba en esos momentos era entrar en calor.

En un primer momento me dio un mareo, entonces me di cuenta de que me había pasado, pero por lo menos ya no sentía calor. Me reí estrepitosamente esperando que Unity saliera conmigo.

-Venga Unity, vamos a darles su merecido -le dije abriendo la otra botella.

No me había dado cuenta de lo complicado que era andar por la nieve. Los pies se me hundían en el suelo banco, por lo que estuve a punto de caer un par de veces.

-Aún no estoy borracha ¿eh? Es que esta mierda de nieve me traga y se mueve un poco.

Sabía que no debía beber más, pero no quería volver a sentir el frío que había experimentado hacía menos de una hora. Aún así, me esperé un poco antes de volver a beber de la nueva botella.

-Miraa Unity, no tengo nada frío -le dije tumbándome en la nieve. Apuesto lo que quieraas a que tú noo aguantas naadaaa.

He de admitir que la cocinera y yo siempre estábamos discutiendo y compitiendo, aunque no fuera deliberadamente. Pero esta vez me sentía orgullosa por sentir tan poco frío, así que decidí retarle para demostrar que podía aguantar más que ella.

Elizabeth y yo salimos de la casa, muy contentas tras el descubrimiento de las botellas. Me daba que se nos olvidaba algo, quizás desatar al viejo. O quizás no.

Me acabé la primera botella de vodka y la arrojé a la nieve, donde calló sin ruido y se quedó medio enterrada en la espesa capa. Con total tranquilidad destapé la segunda.

Yo toleraba muy bien la bebida, pero sabía que Elizabeth no tenía tanta facilidad. De hecho empezaba a ver como se le subían los colores a la cara y andaba con dificultad. Aunque yo también flaqueaba un poco al andar, esa bebida se subía a base de bien. Teníamos que hacernos con un par de cajas para llevarlas al barco.

De pronto a Elizabeth se le debió ir la olla, porque se tiró sobre la nieve como si fuera un colchón de plumas y no una jodida espesa capa de esa maldita mierda blanca.

-Miraa Unity, no tengo nada frío. Apuesto lo que quieraas a que tú noo aguantas naadaaa.

Me dio un tic en el ojo izquierdo al verla hacer la mamarracha sobre la nieve. Solo de mirarla ya sentía que me volvía el frío, por muy grueso que fuera el abrigo que me cubría. Pero eso último había sido un reto y no podía negarme, menos si era contra Elizabeth. Por muy borracha que estuviera, recordaría mi cobardía durante toda la vida, quizá hasta después de muerta. Sí, ya me la veía grabando en mi tumba "Aquí yace Unity Crowley, la que no se atrevió a rebozarse en la nieve". Mi orgullo no se permitiría esa patada metafórica.

-Con qué no tienes frío, ¿eh? Muy bien, a ver si te atreves a esto.

Y tas dar un sorbo especialmente largo al vodka, no para coger valor sino para que me calentara por dentro para soportar mejor lo que iba a hacer, cogí un puñado de nieve y me lo metí en los pantalones.

-Con qué no tienes frío, ¿eh? Muy bien, a ver si te atreves a esto.

Creía que no sería capaz, pero Unity, tras pegar un trago de la botella de Vodka, cogió una bola de nieve del suelo y se la metió por los pantalones. Esa chica estaba loca ¿Creía que iba a poder superarme?

Me puse en pie con dificultad y al igual que ella, bebí un largo trago de mi botella. En estos momentos no tenía mucho frío, era como si no sintiera la nieve pegada a mi espalda. Sabía que esoera peligroso, que en ese estado no medía bien mis límites y podría congelarme, pero me daba igual. Tenía que superar a Unity.

-¿Ah sí? -dije quitándome la gruesa chaqueta y quedándome solo con mi camisa. Debía reconocer que comenzaba a tener frío de nuevo, pero debía disimularlo por orgullo. Bebí un pequeño trago para que se me pasara y continué retándola.

-Lo que has hecho lo puede hacer hasta un bebé metiéndose nieve en pañal.

Me agaché para coger otro montón de nieve y me lo metí por el canalillo de la camisa. Notaba como la fría nieve se iba derritiendo poco a poco, y aunque no lo sintiera del todo, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-A ver si lo superas -le dije con una sonrisa.

Pensé que Elizabeth se rendiría y por la cara que puso, todo indicaba que lo haría, pero se puso en pie y se quito la chaqueta.

-Lo que has hecho lo puede hacer hasta un bebé metiéndose nieve en pañal -Eli dio un largo trago a la botella y, cogiendo un buen puñado de nieve, se lo metió por su amplio escote -. A ver si lo superas.

Fruncí el ceño. Me había llamado bebé, eso no lo podía permitir. Me senté sobre la nieve, conteniendo una mueca al sentir todo el frío en mi trasero.

-Joder, con ese abismo que tienes entre teta y teta no sé como no se te ha caído.

Después de eso, agarre un buen puñado de nieve y me lo lleve a la boca. Tragué como pude, aunque era muy difícil porque era muy espesa y al momento se me congelo la lengua y fue casi imposible moverla. Pero aunque algunas esquirlas de nieve salieron disparadas de mi boca, pude engullir la mayor parte.

-Pfupega epfo, madafffaka -articulé como buenamente pude. Me llevé la botella a los labios intentando recuperar la sensibilidad bucal, pero el liquido se me resbalaba de la boca y se escurría hasta la chaqueta.

Esperé que se rindiera para evitar que muriéramos congeladas, pero lejos de esto, Unity cogió otro puñado de nieve y se lo llevó a la boca Valiente zorra ¿Cómo se atrevía a tratar de superar mi reto? Y para colmo se metía con mi escote.

-Como se nota que no sabes hacer nada más que no sea meterte cosas en la boca... -le dije tambaleándome y alargando las palabras.

Nuestra misión principal de bajar al pueblo a por provisiones se había quedado en un segundo plano, o en ninguno, porque en esos momento era incapaz de recordar qué hacíamos en esa isla, aunque tampoco me lo planteaba. Lo único que quería era superar a la cocinera.

Bebí otro largo trago, dejando la botella medio vacía. La bebida y la euforia hacían que el calor subiera por mi cuerpo hasta la cabeza, tornando mis mejillas de un tono rosado. Ahora estaba lista, no sentía nada de frío.

Un grupo de curiosos se arremolinó haciendo un corrillo en torno a nosotras, sería extraño ver a unas chicas que no pertenecían a la isla borrachas y metiéndose nieve entre la ropa, pero en estos momentos no me importaban lo más mínimo.

Me quité la camiseta y me tumbé en el suelo, revolcándome en la nieve. Tenía una mano en alto para evitar que el líquido saliera de la botella, pero con tanta vuelta era imposible. El alcohol empapó la nieve y yo continué girando sobre ella, ajena a lo que ocurría mientras reía sin parar.

-¿Ahora qué? -le dije en el suelo a Unity, incapaz de levantarme y con el cuerpo húmedo por la nieve derretida.

Me terminé la segunda botella de vodka esperando a que Elizabeth reaccionara. En ese momento me sentía ligera y pesada, con la cabeza dándome vueltas y un calor en el cuerpo que no sabía como la nieve debajo de mí no se derretía.

Para mi sorpresa, Eli se quitó la camisa y con el torso desnudo comenzó a rodar sobre la nieve. Escuché varias exclamaciones y solo en ese momento me di cuenta de que un grupo de gente nos rodeaba y nos miraba con interés. Una vieja se santiguó al ver que Elizabeth no llevaba sostén.

-¿Ahora qué? -me preguntó jadeando, con una nube de bahó escapando de su boca cada vez que respiraba.

El coro de gente rió con ganas y me puse furiosa. Elizabeth se creía que era mejor de ello, que podía hacerme quedar mal delante de toda esa gente. ¡Por mi santa madre que no lo permitiría! Yo soy Unity Crowley, soy la más fuerte de los Piratas de doblón, soy genial, soy la puta ama y no estoy tan borracha. Se iba a enterar de lo que era una mujer de hierro.

-Ahora esto.

Me quité el abrigo, las botas, la falda y las gruesas mayas que me cubrían las piernas, quedando solo con un top, la ropa interior y los guantes, porque no me acordé que los llevaba puestos. Sentía un poco de fresquito, pero que más da, yo soy Unity Crowley y con el poder del vodka resistiría al frío.

Me tiré de espaldas a la nieve y empecé a hacer la croqueta, rodando en círculos. La gente me aplaudía y alguien silbó. Las ovaciones de la gente me dieron fuerzas, fui rodando hasta donde estaba Elizabeth y una vez allí comencé a hacer ángeles en la nieve.

Pensé que lo que acababa de hacer era insuperable, pero como siempre, Unity tenía que venir a joder. Se quitó casi toda su ropa, a excepción de la interior, y comenzó a rodar entre las exclamaciones de la gente ¿Realmente creía que sería capaz de superarme?

Bebí lo poco que quedaba de la botella e imitándola, me quité las botas y los pantalones, quedándome más expuesta a la nieve que ella. Únicamente llevaba una prenda interior que me cubría lo justo para que no se me viera nada indecente, a parte de los pechos.

-JAJAJAJAJAJAJA ¿Qué pasa Unity? ¿Tienes frío? Porque yo no siento nada.

Me tiré al suelo al igual que ella y comencé a rodar de nuevo mientras soltaba alguna que otra carcajada.

Pude escuchar a alguna que otra persona pidiendo que parásemos, que nos congelaríamos. Me di cuenta de que era cierto, de que podríamos morir. Pero no notaba que tuviera tanto fría y estaba segura de que podría durar más que Unity. No iba a rendirme por la posibilidad de congelarnos, prefería morir antes que rendirme.

Elizabeth se quitó los pantalones y se arrastró la nieve. La gente le gritaba que lo dejara, pero ¿por qué querían que parara? Con lo que molaba verla restregando su cuerpo desnudo sobre la nieve. Un nuevo calor que no tenía nada que ver con el alcohol me invadía. ¿Sería la satisfacción de ver a mi rival en el barco humillada?

Ya estaba pensando en como contraatacar y valorando si me quitaba también las bragas o solo el sostén, cuando vi que todo el mundo se volvía para mirar un punto en la dirección de la que nosotras habíamos venido. Me incorporé un poco y vi a al anciano al que habíamos robado, que se acercaba a nosotras. Aunque aún tenía las manos atadas, las ramas de las piernas se le habían aflojado lo suficiente para permitirle andar a saltitos y la mordaza se le había caído, dejando su boca libre.

-¡LADRONAS! ¡DETENED A ESAS PUTAS ZORRAS! ¡ME HAN ROBADO!

La mayoría de los isleños se quedaron pasmados como espantapájaros, pero algunos parecían avispados y comprendieron lo que pasaba. Antes de que les diera tiempo a reaccionar, recogí mi arma y mis ropa y eché a correr. Dando tumbos por la borrachera.

-¡Corre, Eli, que nos apalizan!

A pesar de mi estado, pude apreciar que Unity me miraba de una manera extraña, con una mueca que nunca antes había visto en su rostro, seguramente, admirando mi valentía. Me comenzaba a arrepentir de este estúpido enfrentamiento, el sueño comenzaba a apoderarse de mí y poco me faltó para que cayera rendida. Lo que impidió que esto sucediera era la aparición del hombre al que había saqueado la casa. Al parecer la fiesta había terminado.

Unity, rápidamente cogió su ropa y su hacha y comenzó a correr. En otras circunstancias podríamos hacer frente con facilidad a aquel pueblo de muertos de hambre, pero ahora lo único que podíamos hacer era correr y rezar porque no nos alcanzaran.

Cogí yo también mi ropa y seguí a Unity, pero entre que no veía con claridad, mi equilibrio era pésimo, y la nieve no contribuía a equilibrarme, acabé por tropezar, aferrándome a lo que tenía más a mano, el sujetador de Unity. Este se rasgó y se desprendió del cuerpo de la cocinera, quedándose en mi mano. Pero a pesar de ello, debíamos continuar.

-¡No te pares y sigue corriendo!

Sabía que éramos un blanco fácil, pero al menos intentaría complicarles las cosas a los ciudadanos. Hice que tras nosotras se alzaran unas ramas que entorpecerían el paso de nuestros perseguidores, haciendo que ganásemos unos segundos.

Elizabeth corría detrás de mí, mientras tratábamos de escapar de esa gente que no seguía. A causa del licor se me iba un poco la cabeza y no recordaba ni por qué nos perseguían, pero mi instinto de supervivencia me decía que acelerara tanto como pudiera.

Al parecer Elizabeth se tropezó con sus propios pies, porque casi cae sobre mí. Por suerte no me derribó, pero se enganchó al top que me cubría y lo desgarró, dejándome desnuda de cintura para arriba.

-¡No te pares y sigue corriendo! -me dijo Eli. Al parecer el alcohol le había afectado más de lo que esperaba.

-¡Vale! ¡Hasta más ver! -respondí.

Eché a correr poniendo la poco sobriedad que me quedaba en no perder mis posesiones. Si mi compañera pensaba que iba a arriesgar mi vida para ayudarla a levantarse es que se había pasado con la bebida. Yo estaría borracha, pero no idiota.