[Privado][Dromp y Elizabeth] El sueño imposible de Dromp

Llevábamos semanas dando vueltas y casi sin pisar las islas que aparecían en nuestro camino. El capitán, cabezón como el solo, estaba empeñado en dar con la famosa isla de las mujeres. Ya habíamos intentado advertirle de que los hombres allí no eran para nada bienvenidos, pero se negaba a escucharnos, hacía oídos sordos a nuestros avisos y continuaba su camino.

También habíamos insistido para informarle que no había constancia de mujeres gigantes en dicha isla, pero con eso solo lográbamos que su enfado fuera en aumento y sus gritos nos costara casi nuestro sentido auditivo.

Tardamos más de lo esperado, pero fin llegamos a la isla y desembarcamos. Tal y como decía en los libros, el lugar donde se encontraban las mujeres sería más en el centro de la isla. Cuando atracamos, no escuchamos ningún sonido que procediera de un humano ni había rastro de las mujeres, pero esto no desanimó al capitán, que parecía deseoso por bajar.

No tenía muy claras sus intenciones, aunque suponía que pretendía ir él solo mientras los demás le esperábamos en el barco. No me fiaba para nada, así que pensé que primero debería dejarle claro lo que pensaba hacer, aunque si deseaba tanto encontrar a las mujeres de esa isla no se opondría demasiado.

-Capitán, voy a bajar yo también.

Mi obsesión por ir a la isla de las mujeres aumentaba cada día... rozaba el punto de lo enfermizo. Tenía que ir a esa isla si o si.

Propuse la idea y no me hicieron mucho caso, como era costumbre... pero al final se llevó a cabo y estuvimos navegando unos días superando todo tipo de dificultades en alta mar, pero al fin llegamos.

Eufórico bajé del barco... ya había llegado, mujeres y... ¡MUJERES! La verdad es que no sabía que iba a hacer cuando tuviera a todas esas mujeres delante... posiblemente nada pero... ESTABA EUFÓRICO.

Elizabeth decidió bajar... ¿querría ella también ver a las mujeres?

-Vale, ven conmigo camarada y vayamos a ver a todas esas mujeres... ¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA!

Pesé que rechistaría porque había decidido acompañarle, pero estaba más emocionado de lo que pensaba y no se opuso para nada, es más, parecía que se alegraba.

"Vale, ven conmigo camarada y vayamos a ver a todas esas mujeres... "

A juzgar por las palabras, cualquiera diría que era un camarada que va de fulanas con su capitán. No sé lo que pensaba el capitán que iba a hacer en esa isla, pero estaba muy equivocado. Cuando encontráramos a esas mujeres nos echarían a patadas. Tampoco tenía muy claro qué pensaba de mí, no tenía nada de ganas de ir con él para ver mujeres, lo único que quería hacer era vigilarle para evitar que hiciera cualquier estupidez.

Me puse a su lado y comenzamos a caminar adentrándonos en aquella isla y dejando atrás nuestro barco, bien protegido por el resto de la banda.

-Ya te lo hemos dicho miles de veces, pero te lo repetiré una vez más para que entre en la cabeza. Aquí no hay mujeres de tu tamaño y esto no es un prostíbulo. Que no te extrañe que esas mujeres no se dejen ver ni un pelo.

Hice oídos sordos a lo que me empezó a decir Elizabeth y comencé a andar ansioso por encontrar a las famosas mujeres de la isla.

Estuvimos caminando doce minutos y caí de rodillas con las manos en alto.

-¡NO PUEDE SEEEEEEEEEEEEEER!

Orientativo:

No habían mujeres por ningún lado, estaba todo desierto y lleno de estúpidos animales.

-¡ME HAS MENTIDO! ¡YAAAARGH!

Comenzamos a caminar, y transcurridos unos minutos, el capitán comenzó a desvariar.

-Deja el dramatismo, que ya te hemos dicho cientos de veces que las mujeres no van a salir gustosas a recibirte -le dije intentando ocultar mi sonrisa de satisfacción. Tenía que admitir que nada me gustaba más que llevar la razón, y el hecho de que no encontráramos mujeres en aquella isla me producía una placentera sensación. Además, me encantaba ver al capitán desesperado, se merecía no ver a ninguna de las mujeres.

-No llevamos ni quince minutos caminando, deja de quejarte y sigue andando.

Tras decir esto, hice que unas ramas me elevaran hasta su hombro, donde me tumbé a la sombra de su enorme cabeza.

Me levanté con Elizabeth en mi hombro y con la mirada perdida en aquella gran montaña y empecé a caminar.

Estaba muy enfadado, pero aún tenía esperanza... sabía que las iba a encontrar y... y... y la verdad, no se que haría con ellas. Soy gigante...
La duda hizo que parara en seco, esto era una locura... ¿por qué no me habían avisado antes?

-Señorita Jane... ¿por qué usted no me ha avisado de que esto que estamos haciendo es una locura?

Empecé a fruncir el ceño y desenvainé la espada.

-¡YA NO QUIERO MUJERES! Quiero conquistar este antro.

Pero entonces me di cuenta de que tampoco quería conquistarlo... estaba... ¿triste? Caí otra vez de rodillas al suelo, no sabía si Elizabeth también se había caído o no, y volví a alzar los brazos.

-¡NO PUEDE SEEEEEEERRRRRRR!

Vídeo para orientarse:

Estaba muy borracho y triste... no sabía ni lo que estaba haciendo.

Maldito y estúpido capitán, no solo se quejaba porque no le habíamos advertido, sino que además tenía que aguantarle estando como una cuba. No se me daba bien animar, y tampoco iba a empezar a hacerlo. Dejaría que el capitán divagase con sus mujeres y sus conquistas y se calmara, pero de repente, dejé de tener apoyo el el cual sentarme y caí al vacío ¿Sería imbécil?

Por suerte, antes de caer hice que de su pecho brotase una liana a la cual pude agarrarme. Aquel gigante descerebrado no hacía más que lloriquear,y yo debatiéndome entre la vida y la muerte.

Trepé de nuevo hacia su hombro y me agarré bien a los pliegues de su camisa.

-Aquí tiene que haber mujeres, seguro, aunque no las haya, algo tenemos que hacer para divertirnos ¿no? Podemos seguir buscando un poco más, y en caso de no encontrarlas o aburrirnos podemos hacer nuestra la isla. Y si las encontramos, mejor. Conquistaremos la isla de todas formas mientras el miedo palpita en sus corazones.

En un principio mi intención era animarle, pero a medida que iba avanzando en mi discurso, me habían entrado verdaderas ganas de hacerlo.

-¿Qué me dices? Pero antes necesito un trago ¿No tendrás una botella de algo rico por ahí, no?

Elizabeth me intentó animar... habría funcionado si no llega a ser por como me encontraba en ese momento, estaba demasiado raro.

Me hablaba de conquistar y tomar nuestra la isla, lo normal es que hubiera dicho que si pero... pero no tenía ganas.

-¿Qué me dices? Pero antes necesito un trago ¿No tendrás una botella de algo rico por ahí, no?

-Lo único que me queda por ahí es melancolía.

Me senté en el suelo aplastando todos los árboles de los alrededores.

-¿Sabes Elizabeth? Yo antaño fui feliz. Hijo de una madre que me quería y de un padre que no me quería tanto, pero eso último da igual. Si te soy sincero no se por qué me fui... era muy feliz pero ya por el hecho de ser un gigante la gente te mira con... ¿desconfianza? Si, puede que con desconfianza.

Estaba taaan borracho que había dejado de lado mi falta de moral y cariño y me había puesto a hablarle sinceramente a mi segunda al mando.

-El mar, que ancho y basto es el mar... me veo tan pequeño a su lado que siento... impotencia. Si te soy sincero no se lo que significan la mitad de las palabras que te estoy diciendo. Vaya, me encuentro mal. Siento como si todo el peso del mundo cayera sobre mis hombros y me chafara como si fuera una simple cucaracha despistada.

Tras una breve pausa añadí un: ''Estoy borracho''

Me quedé en silencio, escuchando con atención las palabras del capitán. No tenía ni idea de qué hablaba, pero lo mejor sería asentir con la cabeza y no decir nada, aunque de todos modos no se me ocurría nada que decir.

Terminó de hablar, pero seguía sin saber qué contestarle y no quería quedarme callada. Lo único que fui capaz de hacer fue confirmar su última afirmación.

-Un poco borracho sí que estás ¿No quieres conquistar ni destruir nada? Anda, túmbate un rato a dormir la mona y ya verás qué rápido se te pasa.

Sinceramente, me hubiera gustado poder ayudarle, pero aquel comportamiento inusual me había dejado sin palabras. Intenté decir algo más para animarle, pero si tenía razón y estaba borracho lo mejor sería lo que le aconsejé, que se tumbara y descansara.

-Cuando despiertes verás las cosas de otra manera, no te tortures, además, no me digas que no eres feliz con nosotros... ¿No lo eres?

La verdad es que yo tampoco montaba una fiesta por estar con la banda, pero más feliz que lo que fui de pequeña sí era. Me reía de vez en cuando con ellos, aunque más de ellos, y eso, aunque no me convirtiera en una persona feliz ni alegre, me hacía seguir adelante. Pero al parecer al capitán no le ocurría lo mismo.

-Y si en algún momento quieres volver a la isla de donde viniste, puedes hacerlo. Nadie te obliga a quedarte con nosotros. No entiendo cómo pudiste dejar a tu madre para dedicarte a esto. Podrías haber sido feliz, haber tenido una vida perfecta que muchos desearían.

Dejé de hablar para impedir que los recuerdos de mi infancia invadieran mi mente. No quería imaginar cómo hubiera sido mi vida si mis padres hubieran seguido con vida. Hubiera terminado de estudiar, tener un trabajo digno... La idea ahora mismo se me hacía insoportable, tener que vivir una vida monótona y aburrida, pero, quién sabe, tal vez no pensara lo mismo en otras circunstancias.

Dromp había renunciado voluntariamente a algo por lo que yo habría matado, y eso hizo que el gigante dejara de darme lástima para dar paso a la rabia.

-Y si estás arrepentido que sepas que si te ha ido mal es solo por tu culpa. No tienes por qué quejarte, tan solo tienes que largarte y rehacer tu vida.

No quería que se fuera, pero no iba a admitirlo nunca. Es más, para ocultarlo, de manera inconsciente le había invitado más de una vez a que se largara, que es lo que estaba segura, muy a mi pesar, que haría.

Me empezó a echar un sermón como respuesta al mío. La última frase que me dijo me dejó bastante impresionado.

-Sin mi probablemente ya estaríais muertos, ratas de cloaca rargh... renuncié a una vida ejemplar porque no soporto lo correcto. Hay que erradicar todo indicio de la justicia actual... y yo lo erradico con la violencia.

Cerré los ojos y bostecé, dejé que pasara el tiempo y cuando lo vi oportuno le volví a hablar.

-¿Y qué es de tu pasado? Nunca te ha dado por contarlo... aunque tampoco es que te hayamos preguntado.

La verdad es que tenía razón, la justicia actual estaba podrida, y alguien tenía que intentar al menos solucionar este problema, aunque fuera por las malas. Pero no sé si me hubiera preocupado por esto si no me hubiera quedado sola en el mundo. Seguramente me habría conformado con una vida normal y sencilla. No entendía por qué Dromp había tomado esa decisión, pero mucho mejor, así habíamos conseguido un gran capitán.

Estuvo un rato en silencio, pensé que se quedaría dormido, pero en lugar de eso me preguntó por mi pasado.

-Tuve una infancia aburrida, no hay mucho que contar. No me quedaba nada en mi isla, así que decidí ir por ahí a ver qué ocurría. Lo que fuera con tal de salir de allí. Anda, deja de preguntar y duérmete. Ya sabes que aquí no van a haber mujeres para ti, no te queda nada más que hacer a parte de dormir si no quieres regresar al barco. Además, sería mejor que dejaras de hablar, cada vez dices más tonterías.

No quería que siguiera preguntándome, no porque me diera pena recordarlo, ya no me afectaba tanto, sino más bien porque no me salía abrirme. Me sentía incómoda hablando de esto.

Me recosté en su hombro, como solía hacer, y reí levemente al pensar que debía parecer una especie de mascota, como un gato que se te pone encima y se acurruca.

-Elizabeth... no me esquives.

Lo dije con un tono de voz tan sereno... tan extraño en mí que... que resultaba difícil incluso pensar que lo había dicho yo.

-Los dos somos despojos de la sociedad... no nos quiere nadie y todos nos temen. Dime, Jane... si algún día desaparece el Gobierno Mundial ¿qué será de nosotros? ¿No has pensado en que cuando los revolucionarios terminen con la chusma mundial vendrán a por nosotros? Nuestros aliados nos traicionarán porque somos repudiados. Ni siquiera podemos confiar en nosotros mismos Elizabeth... ¿no te das cuenta? Nos llama más el dinero y el poder que el compañerismo. Pero para esto hemos nacido, para la piratería. Al menos podemos contar los unos con los otros, y eso es lo que nos mantiene vivos.

No me esperaba esas palabras de Dromp, y mucho menos borracho. Tenía razón, éramos despojos de la sociedad, y nos podíamos fiar de nadie, ni siquiera de nosotros mismos. Aún así, seguía sin atreverme a abrirme. No llegaba a entender por qué, pero suponía que era por no sentirme débil y vulnerable. Además, tampoco me gustaba dar mayor importancia a mi infancia, así que tal vez lo mejor fuera decirle por encima algo de esta y así se olvidaría del tema.

-No sé para qué tanto rollo. Ya te he dicho que no hay nada que contar, mis padres murieron por ayudar a un pirata y tuve que buscarme la vida, como muchos otros niños. No fue muy complicado -mentí. -Cuando pude me largué, no soportaba ya esa isla, y ahora estoy aquí. Ya lo sabes todo de mi vida, y como ves, no hay nada interesante. Yo conozco más o menos tu infancia ¿Pero seguro que no ocultas algo más? -le pregunté intentando sonsacarle algo por pura curiosidad.

-Que yo sepa no, no te estoy ocultando nada más. Puede ser que no te lo haya contado todo pero porque no me lo has preguntado.

Entonces me levanté con cuidado para no matar a la segunda al mando y miré a las grandes serpientes que se alzaban poderosas encima de la montaña.

-Vamos a seguir caminando ¿te parece? Me da igual si no te parece, aquí el capitán soy yo.

Así que empezamos a caminar hacia la gran montaña y no tardamos mucho en llegar al pie del macizo.

-Bueno, ya estamos aquí. Ahora toca subir y descubrir que misteriosas mujeres esconde.

No sabía qué pretendía hacer el capitán si encontraba a las mujeres, tal vez hubiera reconsiderado mi idea de aterrorizarlas y hacernos con la isla. Era lo más estúpido que se me había ocurrido nunca, pero quería animar a Dromp. No me gustaba verle decaído, ya lo habíamos pasado bastante mal como para que ahora siguiéramos sufriendo. Debíamos poner buena cara a la vida y hacer lo que no deseaba para nosotros, ser felices.

Me agarré con fuerza a los pliegues de su camisa para no caer y, con una amplia sonrisa en el rostro, le di mi visto bueno.

-¡Adelante capitán Marea Dromp!

Repentinamente mi humor había cambiado, solo quería divertirme un rato.

-Qué pereza.

Me senté al suelo de golpe, la verdad es que no tenía muchas ganas de subir a ningún sitio y prefería descansar un poco antes de empezar cualquier revuelta. Me dolía un poco la cabeza.

-Uf... pero que pereza por dios.

Me estaba empezando a cabrear mi propia pereza.

-¡Me estoy mosqueando!

El capitán estaba muy extraño, ahora no quería conquistar la isla de las mujeres. La verdad es que yo tampoco tenía muchas ganas, tan solo me apetecía tumbarme y vaguear un rato.

-Relájate gigantón -le dije con un tono despreocupado. -¿No prefieres tumbarte un rato mientras nos relajamos en esta isla casi desierta? Para conquistar territorios siempre va a haber tiempo.

Ahora que Dromp estaba quieto, aproveché para volver a recostarme mientras una de mis piernas colgaba de su hombro.

-Un día me tienes que llevar a tu isla natal -le dije de sopetón. -Nunca he visto otros gigantes a parte de ti, y estaría bien que tu madre nos invitara a comer comida gigante, ya de paso.

-Los únicos gigantes de la isla éramos mi madre y yo. Si te soy sincero... creo que en mis setenta años de vida nunca he visto a un gigante como yo. Creo, vamos.

Agaché la cabeza y le dije algo más tranquilo.

-¿Has oído hablar de la famosa banda pirata llamada Nibelung? Fue la banda pirata más peligrosa después de los del Sombrero de Paja... en su época digo. Mi padre, que se llamaba como yo, dicen que llegó a ser 3º al mando de la banda. También fue teniente y líder revolucionario... también fue camarada de Karma, el capitán de los Piratas del Nuevo Amanecer, incluso le enviaron una nota de ingreso para trabajar en el Gobierno... y pese a todos esos logros casi no es conocido ni recordado en ningún sitio.Es más, no se ni como murió...

Volví a mirar de nuevo al cielo. Las nubes tenían forma de calamares.

-A todo esto... Karma era el padre de nuestro antiguo capitán.

Era una pena que no pudiéramos ver más gigantes, pro me conformaba con comer su comida.

Me contó la historia de su padre, que al parecer fue un gran pirata junto al padre de nuestro primer capitán. Ya me hubiera gustado a mí poder contar una historia así. Por desgracia, mi vida no había sido tan interesante.

-Yo ya te he contado por encima mi vida, nada interesante. Me alegra tener un capitán como tú a nuestro mando y espero que lleguemos a hacer grandes cosas y ser tan reconocidos como tu padre.

Callé durante un instante y me percaté de que la noche, poco a poco, se iba apoderando de la isla.

-Creo que ya es tarde, podemos volver cuando quieras.

La tarde pasó rápida... en un abrir y cerrar de ojos ya era de noche y seguíamos en aquella isla. Ya se me había olvidado el motivo de mi visita a este atolón, pero ya no me importaba.

-Me parece bien, pero antes recoge un poco de suministros. Los árboles que nos rodean tienen buenas frutas y me da que os estáis quedando sin muchos suministros... yargh, es lo que tiene alimentar a un gigante.

Parecía que ya era hora de volver, pero antes, al capitán me ordenó recoger algunas frutas para tener más provisiones en el barco.

-Creo que se te ha olvidado, pero puedo hacer crecer las frutas y verduras que me dé la gana en la cubierta, así que será mejor que volvamos ya, antes de que oscurezca más.

Tras decir eso, me sujeté de nuevo a la camisa del capitán, esperando que emprendiese el camino de vuelta. No solíamos hablar mucho cuando nos quedábamos a solas, pero no me desagradaba, es más, me sentía más a gusto que con alguien que parloteaba continuamente. Esperaba volver a tener pronto un momento a solas con el capitán.