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La ciudad del Principio y del Fin, más conocida como Loguetown. Situada en el vasto mar del East Blue, era un lugar frecuentado por piratas que buscaban un aumento de éxtasis para avanzar en la vida que se habían propuesto tomar. Muchos llegaban para admirar la horca de la plaza central, y otros para dar algún paseo por las tiendas que había en los alrededores. El clima era despejado, había muy pocas nubes en el cielo, el cuál estaba coloreado de una tonalidad oscura. La noche había caído hacía un tiempo, y las estrellas brillaban en él como pequeñas perlas reflejadas en un estanque de agua. Una vista bastante peculiar y agradable a la vista, sin duda. Las personas paseaban por las calles adoquinadas, bien fuera en pareja, en familia o solos. Era una de las ciudades mejor protegidas por la Marina, así que sus habitantes no tenían nada que tener. Sin embargo, siempre había personas que se "colaban" y creaban algún escándalo, como solía pasar con los piratas. Pero ese no es el caso de hoy, sino todo lo contrario.
Ataviado con unos ropajes tan negros como la misma noche, un joven de pelo lacio y oscuro caminaba por el paseo principal. Su porte llamaba la atención, ya que no era muy normal ver a gente con espadas en el cinto dar paseos con tanta tranquilidad. Incluso en la parte superior de sus orejas podían notarse unos extraños pendientes, símbolo de que anteriormente había pertenecido a la nobleza. Todavía guardaba consigo esos recuerdos materiales que tan importantes habían sido para él en su infancia, y a pesar de que ahora fuera un hijo del mar, seguía portándolos con el orgullo que le mantenía firme. En torno a su cuello, un collar plateado hacía combinación con su gabardina, pantalones y camisa oscuras. Un hombre de la noche, por así decirlo.
Conforme andaba, la gente se le quedaba mirando, apartando la mirada en cuanto sus ojos incoloros se fijaban en los de ellos. El no tener pigmentación en sus iris le daba un toque extraño, pero a la vez cautivador. Un físico adecuado, le hacía ser una persona fuera de lo común, pero a la vez dentro de los estándares de normalidad. Sus botas se hundían en el suelo, con un paradero ya predeterminado. Aunque no lo mostrase físicamente, llevaba un tiempo sin comer, y empezaba a notar los estragos del hambre. ¿Y por qué no? También quería algo que beber, para ahogar sus posibles penas y disfrutar de compañía. Siguió andando, hasta que sus pies se pararon enfrente de una taberna. Una sonrisa nació en sus labios, y dijo:
- ¡Bingo! - Dando una palmada de autocomplacencia y adelantándose hacia la entrada de dicho lugar.
Subiendo las escaleras principales y pasando a través de la puerta, se encontró en el interior del llamado "Logue, drink & town", una sátira graciosa acerca del nombre de la isla y de que aquello era un lugar para beber. El suelo era parecido a la madera, y había un montón de mesas en las que poder sentarse. Haciendo lo propio en una de ellas, el joven Rayder llamó la atención de la camarera cuando pasó por allí, levantando su mano derecha e invitándola a ir a su mesa. Cuando le preguntó que quería, simplemente dijo con una voz firme y segura:
- Whisky con hielo, por favor - Guiñándole un ojo, haciendo que la chica se sonrojase.
Tras eso, simplemente esperó de brazos cruzados hasta que su bebida llegó. La tomó con su mano derecha tras darle las gracias a la camarera con su mejor sonrisa blanquecina y pasó sus ojos por todo el bar, esperando que algo le llamase la atención. Esperaba que una nueva estrella cayera del cielo, y que llegase a esa taberna en concreto. No le importaría divertirse aquella noche. Con otra sonrisa en sus labios, dio un sorbo a la bebida que había pedido, mientras se percataba de que la camarera no era la única que le miraba de reojo. ¿Acaso no podía estar un chico de su edad tomando una bebida tranquilamente?
Ataviado con unos ropajes tan negros como la misma noche, un joven de pelo lacio y oscuro caminaba por el paseo principal. Su porte llamaba la atención, ya que no era muy normal ver a gente con espadas en el cinto dar paseos con tanta tranquilidad. Incluso en la parte superior de sus orejas podían notarse unos extraños pendientes, símbolo de que anteriormente había pertenecido a la nobleza. Todavía guardaba consigo esos recuerdos materiales que tan importantes habían sido para él en su infancia, y a pesar de que ahora fuera un hijo del mar, seguía portándolos con el orgullo que le mantenía firme. En torno a su cuello, un collar plateado hacía combinación con su gabardina, pantalones y camisa oscuras. Un hombre de la noche, por así decirlo.
Conforme andaba, la gente se le quedaba mirando, apartando la mirada en cuanto sus ojos incoloros se fijaban en los de ellos. El no tener pigmentación en sus iris le daba un toque extraño, pero a la vez cautivador. Un físico adecuado, le hacía ser una persona fuera de lo común, pero a la vez dentro de los estándares de normalidad. Sus botas se hundían en el suelo, con un paradero ya predeterminado. Aunque no lo mostrase físicamente, llevaba un tiempo sin comer, y empezaba a notar los estragos del hambre. ¿Y por qué no? También quería algo que beber, para ahogar sus posibles penas y disfrutar de compañía. Siguió andando, hasta que sus pies se pararon enfrente de una taberna. Una sonrisa nació en sus labios, y dijo:
- ¡Bingo! - Dando una palmada de autocomplacencia y adelantándose hacia la entrada de dicho lugar.
Subiendo las escaleras principales y pasando a través de la puerta, se encontró en el interior del llamado "Logue, drink & town", una sátira graciosa acerca del nombre de la isla y de que aquello era un lugar para beber. El suelo era parecido a la madera, y había un montón de mesas en las que poder sentarse. Haciendo lo propio en una de ellas, el joven Rayder llamó la atención de la camarera cuando pasó por allí, levantando su mano derecha e invitándola a ir a su mesa. Cuando le preguntó que quería, simplemente dijo con una voz firme y segura:
- Whisky con hielo, por favor - Guiñándole un ojo, haciendo que la chica se sonrojase.
Tras eso, simplemente esperó de brazos cruzados hasta que su bebida llegó. La tomó con su mano derecha tras darle las gracias a la camarera con su mejor sonrisa blanquecina y pasó sus ojos por todo el bar, esperando que algo le llamase la atención. Esperaba que una nueva estrella cayera del cielo, y que llegase a esa taberna en concreto. No le importaría divertirse aquella noche. Con otra sonrisa en sus labios, dio un sorbo a la bebida que había pedido, mientras se percataba de que la camarera no era la única que le miraba de reojo. ¿Acaso no podía estar un chico de su edad tomando una bebida tranquilamente?
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En una de mis desventuras, visité Loguetown porque quería pasarla bien esa noche , cansada de navegar, de navegar y navegar, recorrí todo el día el lugar para ver bien todo, empezando por el centro de la ciudad, veía mucha gente recorrer el lugar ese día, veía parejas que me daban cierto celo por no poder estar así por mi desconfianza, a familias que me daban nostalgia por mis padres y abuelos, veía jóvenes haciendo de piratas y siendo reprochados por sus padres marines, se veía de todo, hasta de lo mas bajo a lo más alto, recorriendo el lugar me encontré con un pequeño carnaval, me sentía animada debido a la linda noche estrellada, tenía una corazonada de que algo bueno iba a pasar, lo sabía y sentía, nunca me falla el sentimiento.
Disfrutando de aquel carnaval, se veía tan animado, me llenaba de vida, la gente sonriendo y los niños alegres, era todo perfecto, de un momento a otro, decidí irme a algún otro lugar que pudiera pasarla bien, mientras caminaba ví a un hombre apuesto, fue lo más curioso que vi en la noche, era de pelo largo, no me importaba la ropa solo lo observé a el y me interesó , pero no quería seguirlo pareciendo una psicópata, así que me metí en un bar cercano de por ahí, siendo yo tan despistada no me fijo en el nombre ni nada, solo entré.
-Hora de un trago- Dije entrando al bar llena de miradas.
Me senté en una mesa desocupada lejos de la barra, viendo como el bar era elegante, con un suelo de madera y apariencia muy de lujo, me gustó el lugar, en eso vino una camarera , y me pidió mi pedido.
-Solo quiero un vaso de cerveza, y si puedes me adjuntas unos cuantos hielos porfavor-
La camarera con linda sonrisa, tomó mi pedido y salió a donde el barman. Esperando unos momentos, entró un sujeto parecido al que había visto antes, no lograba divisarle dicho que estaba de espaldas a mí, me quedé mirandolo mientras veía que le coqueteaba a la camarera, me dio un poco de celos ya que aquel hombre me atraía un poco, pero lo normal debido a que es normal en mi.
Viendo la situación y el chico parecía haberme visto, sigilosamente me puse a cercanías de su mesa, para ver si se fijaba en mí, decidí también darme una vuelta por el bar, para ver si llamaba si atención, pero no sin estrategias, ideé haber perdido algo de "importancia" acercándome al chico este.
-Disculpa, ¿has visto un arete que se me ha perdido? , no lo encuentro por ninguna parte, solo te encontre a tí-
Disfrutando de aquel carnaval, se veía tan animado, me llenaba de vida, la gente sonriendo y los niños alegres, era todo perfecto, de un momento a otro, decidí irme a algún otro lugar que pudiera pasarla bien, mientras caminaba ví a un hombre apuesto, fue lo más curioso que vi en la noche, era de pelo largo, no me importaba la ropa solo lo observé a el y me interesó , pero no quería seguirlo pareciendo una psicópata, así que me metí en un bar cercano de por ahí, siendo yo tan despistada no me fijo en el nombre ni nada, solo entré.
-Hora de un trago- Dije entrando al bar llena de miradas.
Me senté en una mesa desocupada lejos de la barra, viendo como el bar era elegante, con un suelo de madera y apariencia muy de lujo, me gustó el lugar, en eso vino una camarera , y me pidió mi pedido.
-Solo quiero un vaso de cerveza, y si puedes me adjuntas unos cuantos hielos porfavor-
La camarera con linda sonrisa, tomó mi pedido y salió a donde el barman. Esperando unos momentos, entró un sujeto parecido al que había visto antes, no lograba divisarle dicho que estaba de espaldas a mí, me quedé mirandolo mientras veía que le coqueteaba a la camarera, me dio un poco de celos ya que aquel hombre me atraía un poco, pero lo normal debido a que es normal en mi.
Viendo la situación y el chico parecía haberme visto, sigilosamente me puse a cercanías de su mesa, para ver si se fijaba en mí, decidí también darme una vuelta por el bar, para ver si llamaba si atención, pero no sin estrategias, ideé haber perdido algo de "importancia" acercándome al chico este.
-Disculpa, ¿has visto un arete que se me ha perdido? , no lo encuentro por ninguna parte, solo te encontre a tí-
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Sentado en aquella mesa de la taberna, simplemente se quedaba con una mirada perdida y cara intrigada, como si estuviera pensando sobre algún tema cuya respuesta se escapase de sus manos. De vez en cuando tomaba su copa con la mano derecha y la llevaba a sus finos labios, dando un sorbo de aquel licor alcohólico que había pedido anteriormente. El sabor de dicho líquido hacía que su garganta se incendiara, sintiéndose muy bien. Tiempo atrás, en sus momentos en que pertenecía a la nobleza, no se hubiera imaginado nunca estar tan tranquilo en una taberna de una ciudad ajena a su reino. Pero las cosas, hasta que uno no las prueba, no puede saber si serán buenas o malas, como es el caso. Dejando el vaso en la mesa, alzó la cabeza y cerró los ojos, dejándose llevar por sus instintos animales que tanto le gustaban.
Con el oído podía escuchar perfectamente todas las conversaciones que se estaban dando en aquel lugar. Además, podía señalarlas con sencillez: en la esquina izquierda había una pareja joven que peleaba porque el chico era demasiado aburrido, y su relación no tendría ningún futuro si él no ponía nada de su parte; a unos metros de su posición había un grupo de dos mujeres de una mediana edad adulta, hablando sobre sus niños y lo bien que le van en el colegio; por la parte derecha había varios hombres que bebían, rugían y charlaban sobre chicas guapas ... Nadie era capaz de impedirle que escuchase todas las conversaciones ajenas, además de que siempre había tenido una habilidad innata para ello.
Otro de sus grandes instintos era el olfato. Capaz de oler y distinguir a todos los tipos de personas que se encontrasen a una distancia razonable de él. Solo en su forma completa de Zoan se agudizaba por completo, aunque pasivamente en forma humana sus habilidades habían crecido proporcionalmente. La mayoría de la gente únicamente olía a cerveza, perfume barato o incluso alcohol puro. Sin embargo, abrió los ojos en cuanto percibió un olor muy característico: una mezcla de perfume de chica que olía bastante bien, y pólvora. Fuego. Un olor que nunca había sido capaz de identificar en situaciones pacíficas. Giró su cabeza, buscando a la persona que desprendía dicha fragancia, hasta que la encontró.
Muy cerca de él, una joven de pelo rojizo como el fuego se había acercado para preguntarle si había visto uno de los aretes que portaba en sus orejas. Tal vez se hubiera caído y hubiera ido a parar hacia la mesa del pelinegro. Fijándose rápidamente en ella, vio que tenía un cuerpo esbelto y una ropa que no era propia de la ciudad, además de armas de fuego en su cadera. El olor que antes había detectado se congregaba alrededor de ella. Su mirada era dulce, una chica bastante guapa. Rayder no pudo resistirse a ruborizarse un poco, así que sus mejillas se encendieron mientras buscaba el dichoso arete. Hasta que entonces se dio cuenta, cuando volvió a mirar su rostro.
- Un buen intento para acercarse a mí, señorita. Pero veo que no lleva arete en la otra oreja, así que supongo que eso no era más que una estrategia para hablar conmigo - Dijo con una media sonrisa, señalándose con uno de sus dedos índice uno de sus oídos, haciendo referencia a que la chica no tenía aretes en ninguno de los dos.
Una chica que se había acercado directamente para estar con él, no era algo que usualmente pasara. Normalmente tenía que ser él el que fuera detrás de ellas, pero nunca estaba mal que las cosas fueran al revés. Así era mucho más divertido, innovador, y no se sabría nunca lo que podría pasar. Así que Rayder se hizo a un lado, dejando sitio a la señorita para que se sentase a su lado. Le instó con una mano a que lo hiciera, de un modo galante y sin agobiarla demasiado, como un caballero. De pequeño le habían enseñado modales, a tratar a todos de la forma en que mejor debían de ser tratados, y muchas veces aquellos modales le habían servido para cortejar señoritas. Pero esta tenía algo especial, algo que hacía que Rayder no pudiera dejar de mirar a esos ojos amarillentos en los cuáles se perdería si ella le dejase.
Olvidando que tenía un vaso lleno de whisky a su lado, el chico solo tenía ojos para ella. Sus iris incoloros estaban fijos en su mirada, intentando que ambas se cruzasen para mantener un contacto visual. Sus labios eran carnosos, y su piel parecía tan tersa como la seda más fina del mundo. Con la intención de que el silencio no se apoderase de aquella conversación, y de que siguieran conociéndose durante más tiempo, el joven hizo una pequeña reverencia de cabeza un tanto graciosa, a la vez que se presentaba:
- Me llamo Rayder. ¿Y cómo se llama mi bella dama sin aretes? - Comentó haciendo referencia a su forma de encontrarse, con una sonrisa amistosa en su expresión facial.
Apoyando uno de sus brazos en el respaldo de la silla, quedó de lado para observarla mejor. Parecía muy amigable, pero el motivo que realmente le desconcertaba era que se hubiera acercado tan segura de sí misma hacia él. Mucha gente le discriminaba por su forma de vestir, pero ella había entrado por su propio pie en las "fauces" del lobo. Sin embargo, no haría lo mismo que había hecho con otras señoritas con ella. Simplemente, su corazón le pedía conocerla más. Y en el fondo, él sabía que no había nacido para ser amigo de las mujeres. Como caballero, como defensor de ellas, él había nacido para amarlas.
Con el oído podía escuchar perfectamente todas las conversaciones que se estaban dando en aquel lugar. Además, podía señalarlas con sencillez: en la esquina izquierda había una pareja joven que peleaba porque el chico era demasiado aburrido, y su relación no tendría ningún futuro si él no ponía nada de su parte; a unos metros de su posición había un grupo de dos mujeres de una mediana edad adulta, hablando sobre sus niños y lo bien que le van en el colegio; por la parte derecha había varios hombres que bebían, rugían y charlaban sobre chicas guapas ... Nadie era capaz de impedirle que escuchase todas las conversaciones ajenas, además de que siempre había tenido una habilidad innata para ello.
Otro de sus grandes instintos era el olfato. Capaz de oler y distinguir a todos los tipos de personas que se encontrasen a una distancia razonable de él. Solo en su forma completa de Zoan se agudizaba por completo, aunque pasivamente en forma humana sus habilidades habían crecido proporcionalmente. La mayoría de la gente únicamente olía a cerveza, perfume barato o incluso alcohol puro. Sin embargo, abrió los ojos en cuanto percibió un olor muy característico: una mezcla de perfume de chica que olía bastante bien, y pólvora. Fuego. Un olor que nunca había sido capaz de identificar en situaciones pacíficas. Giró su cabeza, buscando a la persona que desprendía dicha fragancia, hasta que la encontró.
Muy cerca de él, una joven de pelo rojizo como el fuego se había acercado para preguntarle si había visto uno de los aretes que portaba en sus orejas. Tal vez se hubiera caído y hubiera ido a parar hacia la mesa del pelinegro. Fijándose rápidamente en ella, vio que tenía un cuerpo esbelto y una ropa que no era propia de la ciudad, además de armas de fuego en su cadera. El olor que antes había detectado se congregaba alrededor de ella. Su mirada era dulce, una chica bastante guapa. Rayder no pudo resistirse a ruborizarse un poco, así que sus mejillas se encendieron mientras buscaba el dichoso arete. Hasta que entonces se dio cuenta, cuando volvió a mirar su rostro.
- Un buen intento para acercarse a mí, señorita. Pero veo que no lleva arete en la otra oreja, así que supongo que eso no era más que una estrategia para hablar conmigo - Dijo con una media sonrisa, señalándose con uno de sus dedos índice uno de sus oídos, haciendo referencia a que la chica no tenía aretes en ninguno de los dos.
Una chica que se había acercado directamente para estar con él, no era algo que usualmente pasara. Normalmente tenía que ser él el que fuera detrás de ellas, pero nunca estaba mal que las cosas fueran al revés. Así era mucho más divertido, innovador, y no se sabría nunca lo que podría pasar. Así que Rayder se hizo a un lado, dejando sitio a la señorita para que se sentase a su lado. Le instó con una mano a que lo hiciera, de un modo galante y sin agobiarla demasiado, como un caballero. De pequeño le habían enseñado modales, a tratar a todos de la forma en que mejor debían de ser tratados, y muchas veces aquellos modales le habían servido para cortejar señoritas. Pero esta tenía algo especial, algo que hacía que Rayder no pudiera dejar de mirar a esos ojos amarillentos en los cuáles se perdería si ella le dejase.
Olvidando que tenía un vaso lleno de whisky a su lado, el chico solo tenía ojos para ella. Sus iris incoloros estaban fijos en su mirada, intentando que ambas se cruzasen para mantener un contacto visual. Sus labios eran carnosos, y su piel parecía tan tersa como la seda más fina del mundo. Con la intención de que el silencio no se apoderase de aquella conversación, y de que siguieran conociéndose durante más tiempo, el joven hizo una pequeña reverencia de cabeza un tanto graciosa, a la vez que se presentaba:
- Me llamo Rayder. ¿Y cómo se llama mi bella dama sin aretes? - Comentó haciendo referencia a su forma de encontrarse, con una sonrisa amistosa en su expresión facial.
Apoyando uno de sus brazos en el respaldo de la silla, quedó de lado para observarla mejor. Parecía muy amigable, pero el motivo que realmente le desconcertaba era que se hubiera acercado tan segura de sí misma hacia él. Mucha gente le discriminaba por su forma de vestir, pero ella había entrado por su propio pie en las "fauces" del lobo. Sin embargo, no haría lo mismo que había hecho con otras señoritas con ella. Simplemente, su corazón le pedía conocerla más. Y en el fondo, él sabía que no había nacido para ser amigo de las mujeres. Como caballero, como defensor de ellas, él había nacido para amarlas.
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Le pedí mi "arete perdido" no creía que podría darse cuenta que solo era un truco para acercarme a el, pero por lo idiota que soy, lo hizo, me sentí avergonzada por dentro pero bien, porque pensé que respondería de una forma mas pesada, mas ególatra o algo así , como odio a la gente ególatra sin bases para serlo.
-Un buen intento para acercarse a mí, señorita.
Pero veo que no lleva arete en la otra oreja, así que supongo que eso no
era más que una estrategia para hablar conmigo-
Me encantó su sonrisa, era de confianza y el tipo sabía que era mentira lo del arete, y el tipo se hizo a un lado para dejarme un espacio para sentarme junto a él, me encantaba la situación, parecía todo un caballero , como a mí me gustan en mis momentos serios, no perdería la oportunidad de conocer a un hombre así, que pocos se encuentran en estas epocas de hombres vulgares y demasiado pervertidos. No dejaba de fijarse en mí, parecía que lo tuviera dominado solo con mi cuerpo esbelto, tenía los ojos pegados a los mios, no me quitaba la mirada y eso me gusta, los hombres atentos son lo que mas me encanta en esta vida, parecía tener modales, me hizo un gesto para sentarme al lado del como lo había imaginado, sonreí y seguí mirandolo para ver si me decía algo, como siempre, le adiviné.
-Me llamo Rayder. ¿Y cómo se llama mi bella dama sin aretes?-
Ya me sabía su nombre , procuraría no olvidarlo , se veía muy seguro de si mismo, de que sabría como llegar a mí, pero no se la haría tan facil, a una mujer se le conquista por dentro y por fuera, como tan mal sonara, es la verdad. Accedí a sentarme a su lado, sin responderle procure tomar una distancia media-cercana de él, y usando mi truco de siempre, acomodandome el busto y el sostén de una forma sexy, lo miré a los ojos con determinación y sensualidad.
-Mi nombre es Yoko, Yoko Littner, encantada de conocerte mi fiel caballero, ¿sabes? , me encanta tu actitud, pareces un hombre con clase, me flechaste por decirlo así.-
Segura de lo que dije, tome un sorbo de su Whisky que había dejado de lado, parecía que no sabía que lo tenia, pero sin dejar de mirarlo a los ojos, tomé un sorbo y se me ocurrió decirle algo para acercarme a él, para probar su caballerismo y así saber si entregarme o no, pero solo estaba empezando con mi plan.
-Por cierto, tengo frío, estoy muy destapada.-
Esperando la respuesta me froté mis brazos con mis manos , para aparentar mi frío, cosa que sentía pero no tanto como para decirlo.
-Un buen intento para acercarse a mí, señorita.
Pero veo que no lleva arete en la otra oreja, así que supongo que eso no
era más que una estrategia para hablar conmigo-
Me encantó su sonrisa, era de confianza y el tipo sabía que era mentira lo del arete, y el tipo se hizo a un lado para dejarme un espacio para sentarme junto a él, me encantaba la situación, parecía todo un caballero , como a mí me gustan en mis momentos serios, no perdería la oportunidad de conocer a un hombre así, que pocos se encuentran en estas epocas de hombres vulgares y demasiado pervertidos. No dejaba de fijarse en mí, parecía que lo tuviera dominado solo con mi cuerpo esbelto, tenía los ojos pegados a los mios, no me quitaba la mirada y eso me gusta, los hombres atentos son lo que mas me encanta en esta vida, parecía tener modales, me hizo un gesto para sentarme al lado del como lo había imaginado, sonreí y seguí mirandolo para ver si me decía algo, como siempre, le adiviné.
-Me llamo Rayder. ¿Y cómo se llama mi bella dama sin aretes?-
Ya me sabía su nombre , procuraría no olvidarlo , se veía muy seguro de si mismo, de que sabría como llegar a mí, pero no se la haría tan facil, a una mujer se le conquista por dentro y por fuera, como tan mal sonara, es la verdad. Accedí a sentarme a su lado, sin responderle procure tomar una distancia media-cercana de él, y usando mi truco de siempre, acomodandome el busto y el sostén de una forma sexy, lo miré a los ojos con determinación y sensualidad.
-Mi nombre es Yoko, Yoko Littner, encantada de conocerte mi fiel caballero, ¿sabes? , me encanta tu actitud, pareces un hombre con clase, me flechaste por decirlo así.-
Segura de lo que dije, tome un sorbo de su Whisky que había dejado de lado, parecía que no sabía que lo tenia, pero sin dejar de mirarlo a los ojos, tomé un sorbo y se me ocurrió decirle algo para acercarme a él, para probar su caballerismo y así saber si entregarme o no, pero solo estaba empezando con mi plan.
-Por cierto, tengo frío, estoy muy destapada.-
Esperando la respuesta me froté mis brazos con mis manos , para aparentar mi frío, cosa que sentía pero no tanto como para decirlo.
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Precisión
Intelecto
Agudeza
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Aceptó de buen grado la invitación que el pelinegro le tendió, sentándose a una distancia de seguridad de él. Le respetaría, era una joven que había tenido la amabilidad de acercarse a él para hablar, y no la ahuyentaría por nada del mundo. De momento, solo quería volver a escuchar aquella voz tan dulce. Y mientras que ambos seguían charlando, ella se acomodaba la parte superior de su vestimenta. Él sabía que mirar a una chica a sus partes directamente era una ofensa para ellas, así que obvió aquel movimiento y no bajó la vista de sus labios. Parecían tan carnosos que daban ganas de probarlos con sus propios labios, pero recordemos que él es todo un caballero ... Y como tal, debe saber cómo comportarse ante todas las situaciones que las féminas puedan proponerle.
Además, tomó por equivocación la copa de whisky que había pedido el chico, llevándosela a los anteriormente mencionados labios, bebiendo de aquel fuerte licor que contenía. A modo de instinto, el joven también tragó con la garganta a la vez que ella lo hacía, a la par que la nuez de su cuello bajaba unos instantes para luego subir. Uno de sus brazos estaba apoyado sobre la parte superior de la silla en la que estaba sentado, y la otra reposaba sobre la mesa, quedando encarado hacia la chica. Su mirada era fija, no demasiada dura como para hacerla retroceder. Intentaba que el brillo incoloro de sus ojos la mantuviera intrigada. En definitiva, que quisiera seguir sabiendo más sobre él. Hay quienes dicen que los chicos misteriosos atraen a las mujeres, y no sería una mala oportunidad para probarlo.
Incluso instantes más tarde, la chica se presentó. Escuchar el nombre de sus propios labios significaba que estaba conduciendo por el buen camino aquella conversación. Apodándole fiel caballero, Yoko le comentó que le agradaba su actitud. Punto para Rayder. No pudo evitar mostrar una media sonrisa, en la cuál su colmillo blanquecino brilló hasta que la mueca de risa volvió a ser una facción normal de su cara. Fue entonces cuando le respondió de buenas maneras, con otra pequeña sonrisa que combinó con unas palabras:
- El placer es mío, señorita Yoko. Me siento halagado por tus palabras, pero te diré que tú también eres bastante dulce. Siempre es bueno conocer gente tan agradable - Pasando una mano por la barbilla, apoyándose un instante, como si estuviera pensando.
Momentos después, Yoko hacía unos actos como si sintiera frío. Sus manos rozaron su piel suave, movimiento que el joven apreció. ¿Una prueba para ver cómo se comportaba? Ciertamente él no tenía frío, se encontraba bien. Pero en el fondo, era una persona con modales, y no podía dejar que una chica se quedase allí de esa forma. Lentamente, con movimientos gráciles y un poco rítmicos, se quitó su gabardina oscura, dejando a la vista una camisa oscura que llevaba debajo, además de la espada que llevaba atada al cinto. Sin mediar palabra alguna, le tendió aquella prenda sobre los hombros, para que se la pusiera y arropase con ella. Fue entonces cuando dijo:
- Puedes quedártela, no me gustaría que te resfriases hablando conmigo - Tomando con su mano derecha el vaso de whisky y dándole un sorbo, justo por el mismo lado en que la chica dejó la marca de sus labios al beber anteriormente. - No me lo perdonaría ... Además, a ti te sienta mejor que a mí esa prenda.
Fue entonces cuando él se fijó en que ella no había traído bebida. Rápidamente, miró a los lados para observar dónde estaba la camarera, no sin antes preguntarle a la chica qué quería. Su voz sonó galante, como si no quisiera que a ella le faltase nada, como si quisiera que aquel momento que ambos estaban compartiendo fuera lo más perfecto que pudiera ser.
- ¿Puedo invitarte a una bebida, Yoko? - Comentó, estableciendo un contacto visual. Sus ojos incoloros se mostraban confiados pero tranquilos, infundiendo seguridad a su alrededor.
Entonces esperó, con una media sonrisa, a que la señorita Littner respondiera a su pregunta. Dio leves toques con los dedos de su mano derecha n la mesa, con movimientos sensuales, mientras que la miraba sin la intención de ahuyentarla. Desde joven ya le habían enseñado cómo debía comportarse ante las mujeres, y un hombre con modales siempre valía el doble que otro que no los tenía. Si ella se mostrase receptiva, la conquistaría de todas las formas posibles que un caballero tiene escondido en sus repertorios. Y digamos que dicho repertorio es bastante amplio, al menos en el caso del ex-noble de pelo negro y ojos incoloros.
Además, tomó por equivocación la copa de whisky que había pedido el chico, llevándosela a los anteriormente mencionados labios, bebiendo de aquel fuerte licor que contenía. A modo de instinto, el joven también tragó con la garganta a la vez que ella lo hacía, a la par que la nuez de su cuello bajaba unos instantes para luego subir. Uno de sus brazos estaba apoyado sobre la parte superior de la silla en la que estaba sentado, y la otra reposaba sobre la mesa, quedando encarado hacia la chica. Su mirada era fija, no demasiada dura como para hacerla retroceder. Intentaba que el brillo incoloro de sus ojos la mantuviera intrigada. En definitiva, que quisiera seguir sabiendo más sobre él. Hay quienes dicen que los chicos misteriosos atraen a las mujeres, y no sería una mala oportunidad para probarlo.
Incluso instantes más tarde, la chica se presentó. Escuchar el nombre de sus propios labios significaba que estaba conduciendo por el buen camino aquella conversación. Apodándole fiel caballero, Yoko le comentó que le agradaba su actitud. Punto para Rayder. No pudo evitar mostrar una media sonrisa, en la cuál su colmillo blanquecino brilló hasta que la mueca de risa volvió a ser una facción normal de su cara. Fue entonces cuando le respondió de buenas maneras, con otra pequeña sonrisa que combinó con unas palabras:
- El placer es mío, señorita Yoko. Me siento halagado por tus palabras, pero te diré que tú también eres bastante dulce. Siempre es bueno conocer gente tan agradable - Pasando una mano por la barbilla, apoyándose un instante, como si estuviera pensando.
Momentos después, Yoko hacía unos actos como si sintiera frío. Sus manos rozaron su piel suave, movimiento que el joven apreció. ¿Una prueba para ver cómo se comportaba? Ciertamente él no tenía frío, se encontraba bien. Pero en el fondo, era una persona con modales, y no podía dejar que una chica se quedase allí de esa forma. Lentamente, con movimientos gráciles y un poco rítmicos, se quitó su gabardina oscura, dejando a la vista una camisa oscura que llevaba debajo, además de la espada que llevaba atada al cinto. Sin mediar palabra alguna, le tendió aquella prenda sobre los hombros, para que se la pusiera y arropase con ella. Fue entonces cuando dijo:
- Puedes quedártela, no me gustaría que te resfriases hablando conmigo - Tomando con su mano derecha el vaso de whisky y dándole un sorbo, justo por el mismo lado en que la chica dejó la marca de sus labios al beber anteriormente. - No me lo perdonaría ... Además, a ti te sienta mejor que a mí esa prenda.
Fue entonces cuando él se fijó en que ella no había traído bebida. Rápidamente, miró a los lados para observar dónde estaba la camarera, no sin antes preguntarle a la chica qué quería. Su voz sonó galante, como si no quisiera que a ella le faltase nada, como si quisiera que aquel momento que ambos estaban compartiendo fuera lo más perfecto que pudiera ser.
- ¿Puedo invitarte a una bebida, Yoko? - Comentó, estableciendo un contacto visual. Sus ojos incoloros se mostraban confiados pero tranquilos, infundiendo seguridad a su alrededor.
Entonces esperó, con una media sonrisa, a que la señorita Littner respondiera a su pregunta. Dio leves toques con los dedos de su mano derecha n la mesa, con movimientos sensuales, mientras que la miraba sin la intención de ahuyentarla. Desde joven ya le habían enseñado cómo debía comportarse ante las mujeres, y un hombre con modales siempre valía el doble que otro que no los tenía. Si ella se mostrase receptiva, la conquistaría de todas las formas posibles que un caballero tiene escondido en sus repertorios. Y digamos que dicho repertorio es bastante amplio, al menos en el caso del ex-noble de pelo negro y ojos incoloros.
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Me encantaba su actitud de caballero, dijo que era un placer conocerme, cosa que me hizo sentir halagada y una mujer por decirlo así, bonita, con autoestima , me encantaba como era este hombre, otra excepción de la vida quizás. A mi acción de aparentar tener frío, de echo empezaba a sentirlo por mi delicado cuerpo, Rayder con unos movimientos que me agradaron, galanes y sutiles, como todo un caballero como yo imaginaba, me puso su gabardina sobre mis hombros desnudos, sutilmente diciendome que me queda mejor a mí, haciendome sentir bonita nuevamente, este hombre era espectacular y todo un caballero.
Tomó un sorbo de whisky en la misma zona de la que tomé yo,lo tomé como un cumplido , pareciera que el quería probar el sabor de mis labios, que galán diria yo.
Parece que se fijó que yo no tenia algo para tomar personal, se me había olvidado pedir algo para compartir con el a la par pero, nuevamente se me adelantó y me dijo si quería algo caballerosamente.
-¿Puedo invitarte a una bebida, Yoko?-
Me encantaba el contacto visual que teniamos, pensando en que podría tomar no dejaba de mirarlo a los ojos, sentía que si lo hacía me perderia de alguna cosa quien sabe, me causaba duda este hombre pero bueno, mientras el esperaba pacientemente por mi respuesta a su pregunta, la esperaba con movimientos bien planeados y sensuales, cosa que era buena segun yo misma.
-Me gustaría todo lo que me quisieras comprar, decide tu, acepto todo lo que me propongas.-
Dandole la ventaja de adivinar mis gustos, le dije que se lo dejaba a él, para ver si podría adivinar que cosas me agradaban y cuales no, paso para conocernos mejor, hay que pensar las cosas primero antes de decirlas, obviamente en cualquier caso que se equivocara, igual tomaría o comería lo que me diera, no hay que ser malagradecido con la gente, es un principio básico de la vida.
Al decirle mi respuesta, dejé mi pistola en la mesa aparentando ser una mujer ruda, no quería parecer alguien debil y sin fuerzas, pero al momento de dejarla para que no pareciera extraño, dije.
-Disculpa por esto, pero debo ser lo más transparente contigo.-
Tomó un sorbo de whisky en la misma zona de la que tomé yo,lo tomé como un cumplido , pareciera que el quería probar el sabor de mis labios, que galán diria yo.
Parece que se fijó que yo no tenia algo para tomar personal, se me había olvidado pedir algo para compartir con el a la par pero, nuevamente se me adelantó y me dijo si quería algo caballerosamente.
-¿Puedo invitarte a una bebida, Yoko?-
Me encantaba el contacto visual que teniamos, pensando en que podría tomar no dejaba de mirarlo a los ojos, sentía que si lo hacía me perderia de alguna cosa quien sabe, me causaba duda este hombre pero bueno, mientras el esperaba pacientemente por mi respuesta a su pregunta, la esperaba con movimientos bien planeados y sensuales, cosa que era buena segun yo misma.
-Me gustaría todo lo que me quisieras comprar, decide tu, acepto todo lo que me propongas.-
Dandole la ventaja de adivinar mis gustos, le dije que se lo dejaba a él, para ver si podría adivinar que cosas me agradaban y cuales no, paso para conocernos mejor, hay que pensar las cosas primero antes de decirlas, obviamente en cualquier caso que se equivocara, igual tomaría o comería lo que me diera, no hay que ser malagradecido con la gente, es un principio básico de la vida.
Al decirle mi respuesta, dejé mi pistola en la mesa aparentando ser una mujer ruda, no quería parecer alguien debil y sin fuerzas, pero al momento de dejarla para que no pareciera extraño, dije.
-Disculpa por esto, pero debo ser lo más transparente contigo.-
Rayder
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Mientras que mantenía un brazo apoyado en la parte superior de la silla en la que estaba sentado, con la mano derecha daba vueltas sutilmente a su vaso de whisky, observando con una sonrisa en su expresión facial cómo Yoko aceptaba de buen grado aquella invitación para beber algo junto a él. "¿Acepta todo lo que le proponga?", pensó las palabras de ella mientras que seguía esperando. Tal vez tomar un vino sería algo que la hiciera entrar en calor, debido a que tenía frío, pero no sabía si le gustaría su textura. Como la mayoría de las señoritas, dudaba de que le gustase la cerveza, aquel líquido agrio pero que tan bien sabía un día caluroso de verano.
Debía de pensar. ¿Qué podía gustarle a aquella chica? Entonces, mientras seguía dando vueltas a su vaso de whisky, dio con una solución un tanto simple, pero que sería efectiva. Sonriendo de medio lado, apoyó el codo derecho en la mesa, mientras que su mano se abría para que la mejilla de Rayder descansase sobre ella en una posición un poco tímida pero agradable. Con una voz que intentaba agradarla, le dijo sin tapujos, sincero como él era:
- Viendo que antes tomaste un sorbo de mi whisky, puedo comprender que te gusta dicha bebida. Y como tienes frío, ¿qué mejor que un vaso de alcohol para entrar en calor? - Guiñándole su ojo derecho, dejando que aquel iris incoloro se cerrase durante unos instantes para luego volver a abrirlo.
Así que una vez que lo tuvo claro llamó a la camarera, la cuál llegó tras terminar de atender otras mesas. El ex-noble le pidió gentilmente otro vaso de whisky como el que le había puesto nada más entrar a la taberna, y ella fue detrás de la barra para prepararlo. Minutos después, ya había dos vasos en la mesa que Yoko y Rayder compartían, uno para cada uno. Así que tomó en su mano el vaso que le pertenecía, para luego elevarlo a una altura específica para decirle a la chica, con una sonrisa:
- Brindemos, por habernos conocido esta noche, señorita Littner - Habló, esperando que ambos entrechocasen sus vasos para luego dar un sorbo a dicho líquido que contenía.
Pero la conversación y estancia a pocos centímetros el uno de otro no terminaba ahí, sino que seguiría durante mucho tiempo más. Sincerándose con él, la chica de pelo rojizo que parecía haber sido besada por el mismo fuego colocó encima de la mesa una pistola de tamaño promedio, demostrando que no era una joven normal de su edad, y que estaba preparada para pelear contra personas que pudieran aprovecharse de ella. Era una cualidad que a Rayder se le hacía irresistible: las mujeres que podían cuidar de sí mismas.
Pero él en su interior era un caballero, él protegía sin nada que obtener a cambio a cualquier fémina que viera a la vista. Ciertamente, eso era como si ella le estuviera "quitando" su trabajo personal. Pero sonrió, mientras que dejaba el vaso de whisky encima de la mesa y tomó la katana de su cinto, para ponerla encima de la mesa como había hecho la chica. Así, con una cara simpática, le dijo mientras volvía a dirigir sus ojos hacia los de ella, buscándolos fervientemente:
- Entonces yo seré todo lo sincero que pueda contigo, igualdad ante todo - Dejando aquella prueba de su cargo de espadachín donde todos pudieran verla.
Los que estaban sentados cerca de ellos les miraban con cara rara, aunque era claro, ¿cuántas personas que parecieran civiles podían ir armadas como lo estaban ellos? Llamaban la atención, claramente. Una joven y un chico que vagaban solos por una taberna de una ciudad ampliamente cuidada y asegurada por los marines, con armas como si fuera lo más normal del mundo. ¡Como para no ser tratados como extranjeros de aquellas tierras!
Pero la curiosidad del pelinegro avanzaba cada vez más conforme seguía descubriendo cosas de su compañera de tragos en aquel lugar. Francamente, quería seguir aprendiendo más sobre ella, quería conocer todos los secretos que pudiera obtener de sus propios labios. Así que, con un tímido sonrojo de sus mejillas, comenzó diciendo mientras la miraba a los ojos:
- Eres muy misteriosa, y quiero saber más. No sé qué es lo que tienes, pero me atraes mucho. Cuéntame, ¿por qué has venido a Loguetown? - Acercándose un poco a ella, quedando más cerca de lo que estaban antes.
Ahora podía oler mucho mejor su perfume y olor característico a "cosas que se incendian", por no saber describirlo de otra forma. No la rozó en ningún instante, puesto que ella no había dado señales de querer establecer un contacto físico. Pero de momento, así estaban muy bien ambos. Cruzó los brazos encima de la mesa y no apartó los ojos de su mirada, esperando sus respuestas.
Debía de pensar. ¿Qué podía gustarle a aquella chica? Entonces, mientras seguía dando vueltas a su vaso de whisky, dio con una solución un tanto simple, pero que sería efectiva. Sonriendo de medio lado, apoyó el codo derecho en la mesa, mientras que su mano se abría para que la mejilla de Rayder descansase sobre ella en una posición un poco tímida pero agradable. Con una voz que intentaba agradarla, le dijo sin tapujos, sincero como él era:
- Viendo que antes tomaste un sorbo de mi whisky, puedo comprender que te gusta dicha bebida. Y como tienes frío, ¿qué mejor que un vaso de alcohol para entrar en calor? - Guiñándole su ojo derecho, dejando que aquel iris incoloro se cerrase durante unos instantes para luego volver a abrirlo.
Así que una vez que lo tuvo claro llamó a la camarera, la cuál llegó tras terminar de atender otras mesas. El ex-noble le pidió gentilmente otro vaso de whisky como el que le había puesto nada más entrar a la taberna, y ella fue detrás de la barra para prepararlo. Minutos después, ya había dos vasos en la mesa que Yoko y Rayder compartían, uno para cada uno. Así que tomó en su mano el vaso que le pertenecía, para luego elevarlo a una altura específica para decirle a la chica, con una sonrisa:
- Brindemos, por habernos conocido esta noche, señorita Littner - Habló, esperando que ambos entrechocasen sus vasos para luego dar un sorbo a dicho líquido que contenía.
Pero la conversación y estancia a pocos centímetros el uno de otro no terminaba ahí, sino que seguiría durante mucho tiempo más. Sincerándose con él, la chica de pelo rojizo que parecía haber sido besada por el mismo fuego colocó encima de la mesa una pistola de tamaño promedio, demostrando que no era una joven normal de su edad, y que estaba preparada para pelear contra personas que pudieran aprovecharse de ella. Era una cualidad que a Rayder se le hacía irresistible: las mujeres que podían cuidar de sí mismas.
Pero él en su interior era un caballero, él protegía sin nada que obtener a cambio a cualquier fémina que viera a la vista. Ciertamente, eso era como si ella le estuviera "quitando" su trabajo personal. Pero sonrió, mientras que dejaba el vaso de whisky encima de la mesa y tomó la katana de su cinto, para ponerla encima de la mesa como había hecho la chica. Así, con una cara simpática, le dijo mientras volvía a dirigir sus ojos hacia los de ella, buscándolos fervientemente:
- Entonces yo seré todo lo sincero que pueda contigo, igualdad ante todo - Dejando aquella prueba de su cargo de espadachín donde todos pudieran verla.
Los que estaban sentados cerca de ellos les miraban con cara rara, aunque era claro, ¿cuántas personas que parecieran civiles podían ir armadas como lo estaban ellos? Llamaban la atención, claramente. Una joven y un chico que vagaban solos por una taberna de una ciudad ampliamente cuidada y asegurada por los marines, con armas como si fuera lo más normal del mundo. ¡Como para no ser tratados como extranjeros de aquellas tierras!
Pero la curiosidad del pelinegro avanzaba cada vez más conforme seguía descubriendo cosas de su compañera de tragos en aquel lugar. Francamente, quería seguir aprendiendo más sobre ella, quería conocer todos los secretos que pudiera obtener de sus propios labios. Así que, con un tímido sonrojo de sus mejillas, comenzó diciendo mientras la miraba a los ojos:
- Eres muy misteriosa, y quiero saber más. No sé qué es lo que tienes, pero me atraes mucho. Cuéntame, ¿por qué has venido a Loguetown? - Acercándose un poco a ella, quedando más cerca de lo que estaban antes.
Ahora podía oler mucho mejor su perfume y olor característico a "cosas que se incendian", por no saber describirlo de otra forma. No la rozó en ningún instante, puesto que ella no había dado señales de querer establecer un contacto físico. Pero de momento, así estaban muy bien ambos. Cruzó los brazos encima de la mesa y no apartó los ojos de su mirada, esperando sus respuestas.
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Que lindas palabras dice este hombre, me tenía cautivada audio y visualmente, era muy estratégico y quizas segun yo un poeta para hablar , para hacer salir palabras con ritmo y una delicadeza de pocas que hay en esta tierra, me propuso Whisky, obviamente con lo anterior que le había dicho, aceptaría sin decirle nada, quería que adivinara que me gustaba. No me había dado cuenta de que los vasos estaban ya acá, pero bueno, soy una distraída.
Me pidió brindar, pero cuando dejé mi pistola eagle se congeló quizas pensando en alguna cosa, dejó su vaso de whisky en la mesa y sacó una katana imitando la acción que yo acababa de hacer, demostrando que él tambien estaba armado y que no era una persona común y corriente como las demás que habian en aquel bar, sonriendo y mirandome a los ojos respondió a mi acción.
-Entonces yo seré todo lo sincero que pueda contigo, igualdad ante todo-
Imaginando obviamente, que el era un espadachín, me agradó destacar entre las personas, sus miradas de rareza y algunas de miedo por aquellas armas encima de la mesa como si ellas mismas hablaran diciendo "no se metan con nosotros" , me causaba un poco de ego aquel momento, pero era algo muy dificil en mí asi que me sentí bien.
El chico sentía curiosidad sobre mí, como yo a el, siendo claros por nuestras acciones pre al momento, era muy obvio no preguntar que hacíamos y el porqué estabamos en Loguetown, cosa que el accedió a hacer primero que yo.
-Eres muy misteriosa, y quiero saber más. No sé
qué es lo que tienes, pero me atraes mucho. Cuéntame, ¿por qué has
venido a Loguetown?-
Me encantaba dar misterio, mostrar mis armas mentales era lo que me hacía sentir orgullosa pero, ¿que le respondería? , ¿le diría lo de mi fruta? , había que empezar por algo, se acercó mas que antes haciendome sentir sonrojada como siempre, y accedí a responderle con la sinceridad mas grande posible.
-Bueno, que te puedo decir, he venido para descansar un rato de navegar, me las doy de pirata, aunque no tenga tripulación, vago sola y navego sola por el mar, ganando habilidades y experiencias que solo el mar te puede dar, y si te preguntas por mis habilidades, soy una usuaria, pero no te diré que hago todavía.-
Dejandolo con el misterio de mi akuma, tomé un sorbo sin dejar de mirarlo a los ojos, secandome la boca con sensualidad a traves de el uso de mis manos, y no evité preguntarle ahora a él.
-¿Y tú? , ¿que haces por este pueblo? , me imagino que algo debes haber tenido que hacer, o quizás solo fue el destino.-
Echandome para atrás con la silla procurando no caerme y cruzando mis piernas, con una sonrisa coqueta y de confianza, esperaba su respuesta sin dejar como siempre de mirarlo a los ojos apasionadamente, esperaba mucho de este chico y sus misterios por saber, me tenía impaciente el poder saber más de el.
Me pidió brindar, pero cuando dejé mi pistola eagle se congeló quizas pensando en alguna cosa, dejó su vaso de whisky en la mesa y sacó una katana imitando la acción que yo acababa de hacer, demostrando que él tambien estaba armado y que no era una persona común y corriente como las demás que habian en aquel bar, sonriendo y mirandome a los ojos respondió a mi acción.
-Entonces yo seré todo lo sincero que pueda contigo, igualdad ante todo-
Imaginando obviamente, que el era un espadachín, me agradó destacar entre las personas, sus miradas de rareza y algunas de miedo por aquellas armas encima de la mesa como si ellas mismas hablaran diciendo "no se metan con nosotros" , me causaba un poco de ego aquel momento, pero era algo muy dificil en mí asi que me sentí bien.
El chico sentía curiosidad sobre mí, como yo a el, siendo claros por nuestras acciones pre al momento, era muy obvio no preguntar que hacíamos y el porqué estabamos en Loguetown, cosa que el accedió a hacer primero que yo.
-Eres muy misteriosa, y quiero saber más. No sé
qué es lo que tienes, pero me atraes mucho. Cuéntame, ¿por qué has
venido a Loguetown?-
Me encantaba dar misterio, mostrar mis armas mentales era lo que me hacía sentir orgullosa pero, ¿que le respondería? , ¿le diría lo de mi fruta? , había que empezar por algo, se acercó mas que antes haciendome sentir sonrojada como siempre, y accedí a responderle con la sinceridad mas grande posible.
-Bueno, que te puedo decir, he venido para descansar un rato de navegar, me las doy de pirata, aunque no tenga tripulación, vago sola y navego sola por el mar, ganando habilidades y experiencias que solo el mar te puede dar, y si te preguntas por mis habilidades, soy una usuaria, pero no te diré que hago todavía.-
Dejandolo con el misterio de mi akuma, tomé un sorbo sin dejar de mirarlo a los ojos, secandome la boca con sensualidad a traves de el uso de mis manos, y no evité preguntarle ahora a él.
-¿Y tú? , ¿que haces por este pueblo? , me imagino que algo debes haber tenido que hacer, o quizás solo fue el destino.-
Echandome para atrás con la silla procurando no caerme y cruzando mis piernas, con una sonrisa coqueta y de confianza, esperaba su respuesta sin dejar como siempre de mirarlo a los ojos apasionadamente, esperaba mucho de este chico y sus misterios por saber, me tenía impaciente el poder saber más de el.
Rayder
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Ella había venido a la isla para descansar, dijo que era una pirata y que además era una usuaria de una de las Frutas del Diablo. La sonrisa no pudo ser más patente en la expresión de Rayder, el cuál no dejaba de mirar a los ojos a la joven que tenía delante de ti. "Parece ser que nos han sacado del mismo saco, querida. Tú y yo somos muy parecidos", pensó interiormente. De todas formas, aquella era una conversación bastante interesante, pero la chica cortó tajantemente preguntando acerca de los motivos que tenía Rayder para estar ahí. Dando un sorbo a su vaso de whisky, notó como el líquido alcohólico que contenía pasaba por su garganta y se dejaba llevar hasta el interior. Fue entonces, cuando comenzó a hablar, con una mirada un poco más seria, pero sin borrar de su cara la sonrisa que mantenía desde que vio a Yoko en aquella taberna.
- Tal vez sea el destino el que dos piratas se hayan encontrado esta noche. Conforme a mi tripulación, es algo que mantendré en secreto, al igual que mi poder como usuario de una Akuma No Mi - Dijo guiñándole un ojo - Y he venido a esta isla tratando de escapar de mi pasado. Nací como un hijo bastardo y nunca fui muy bien tratado allá de donde vengo. Y ya era hora de empezar una nueva vida - Dejando el vaso encima de la mesa, retirando su mirada unos instantes tras pedir permiso a la chica, llamando a la camarera.
Seguía revelando pocas cosas sobre él, a pesar de que también mantenía en misterio la mayoría de las cosas que eran parte de su vida. Si ella quería saber más acerca de ello, tendría que intimar. No era de los que soltaban todo lo referido a su vida nada más conocer a una persona. No le importaba comentar ciertos detalles como había hecho, pero mostrarse tal y como era en realidad eran otras palabras. La camarera no tardó demasiado en llegar hacia su posición, preguntando qué querían. El pelinegro fue directo, dejando tres monedas de oro encima de la mesa de forma que la chica pudiera verlas:
- Necesito saber dónde puedo alojarme para pasar la noche, todavía no tengo habitación - Mirando de reojo.
- Nuestro local tiene algunas habitaciones en los pisos de arriba, señor, esas tres monedas le servirán para alojarse y tener barra libre toda la noche - Contestó de inmediato.
- Hecho, pero no me llame señor - Empujando las monedas por la mesa hasta que los tímidos dedos de la camarera los recogieron.
La chica se marchó para traerle la llave de la habitación, que no era más que una simple creación de metal con una argolla en la que se podía leer "Habitación 7", además de indicarle con algunas maniobras por dónde se encontraba. Una vez que se retiró para dejarles solos y proseguir con su labor como camarera, el joven de pelo negro volvió a girarse hacia su compañera de tragos, a la cuál siguió hablando:
- No quiero quedarme a dormir debajo de un puente, perdona por la tardanza. ¿Y tú? - Dijo medio sonrojado, para luego añadir. - Si quieres ... no me importaría ... compartir habitación contigo - Sonrojándose ahora sí, por completo.
Sin embargo, el tema de mantener su pistola y espada encima de la mesa como si fueran adornos de ella mantenía incautos a los clientes del lugar. El pelinegro ya había dado cuenta de ello, y comenzaba a sentirse un poco incómodo con tantos cotillas pululando a su alrededor. Y sin pensarlo, sin poder preveer las posibles consecuencias de sus palabras, dijo:
- ¿Qué te parecería subir a la habitación? Hay demasiados ojos clavados en nosotros, y me gustaría terminar esta copa contigo - Señalando la copa de whisky y el llavero de la habitación que había alquilado - Aunque como tengo barra libre toda la noche, tal vez haya una segunda copa que beber, si aceptas esta invitación ... ¿Qué me dices? - Sonriendo, mirándola a los ojos.
- Tal vez sea el destino el que dos piratas se hayan encontrado esta noche. Conforme a mi tripulación, es algo que mantendré en secreto, al igual que mi poder como usuario de una Akuma No Mi - Dijo guiñándole un ojo - Y he venido a esta isla tratando de escapar de mi pasado. Nací como un hijo bastardo y nunca fui muy bien tratado allá de donde vengo. Y ya era hora de empezar una nueva vida - Dejando el vaso encima de la mesa, retirando su mirada unos instantes tras pedir permiso a la chica, llamando a la camarera.
Seguía revelando pocas cosas sobre él, a pesar de que también mantenía en misterio la mayoría de las cosas que eran parte de su vida. Si ella quería saber más acerca de ello, tendría que intimar. No era de los que soltaban todo lo referido a su vida nada más conocer a una persona. No le importaba comentar ciertos detalles como había hecho, pero mostrarse tal y como era en realidad eran otras palabras. La camarera no tardó demasiado en llegar hacia su posición, preguntando qué querían. El pelinegro fue directo, dejando tres monedas de oro encima de la mesa de forma que la chica pudiera verlas:
- Necesito saber dónde puedo alojarme para pasar la noche, todavía no tengo habitación - Mirando de reojo.
- Nuestro local tiene algunas habitaciones en los pisos de arriba, señor, esas tres monedas le servirán para alojarse y tener barra libre toda la noche - Contestó de inmediato.
- Hecho, pero no me llame señor - Empujando las monedas por la mesa hasta que los tímidos dedos de la camarera los recogieron.
La chica se marchó para traerle la llave de la habitación, que no era más que una simple creación de metal con una argolla en la que se podía leer "Habitación 7", además de indicarle con algunas maniobras por dónde se encontraba. Una vez que se retiró para dejarles solos y proseguir con su labor como camarera, el joven de pelo negro volvió a girarse hacia su compañera de tragos, a la cuál siguió hablando:
- No quiero quedarme a dormir debajo de un puente, perdona por la tardanza. ¿Y tú? - Dijo medio sonrojado, para luego añadir. - Si quieres ... no me importaría ... compartir habitación contigo - Sonrojándose ahora sí, por completo.
Sin embargo, el tema de mantener su pistola y espada encima de la mesa como si fueran adornos de ella mantenía incautos a los clientes del lugar. El pelinegro ya había dado cuenta de ello, y comenzaba a sentirse un poco incómodo con tantos cotillas pululando a su alrededor. Y sin pensarlo, sin poder preveer las posibles consecuencias de sus palabras, dijo:
- ¿Qué te parecería subir a la habitación? Hay demasiados ojos clavados en nosotros, y me gustaría terminar esta copa contigo - Señalando la copa de whisky y el llavero de la habitación que había alquilado - Aunque como tengo barra libre toda la noche, tal vez haya una segunda copa que beber, si aceptas esta invitación ... ¿Qué me dices? - Sonriendo, mirándola a los ojos.
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Poco comprendí de lo que me dijo, tenía tripulacion y también como yo era un usuario de Akuma no mi, contandome poco de su pasado, me dio tristeza evitando que saliera alguna lágrima de mis ojos por lo sensible que soy, esto me hizo pensar en mi propio pasado, en lo mal que lo pasé gracias a mi padre, ya que el se nombro a sí mismo un bastardo, sacadome porfín una lagrima que escondí atraves de mis manos, sollozando un poco y luego poniendo atención a lo que hacía Rayder.
Pareciera que no tenía donde dormir, llamando a la camarera para pedirle una habitación que esta le entregó las llaves de un momento a otro, muy rápida la atención.
-No quiero quedarme a dormir debajo de un puente, perdona por la tardanza. ¿Y tú? , si quieres ... no me importaría ... compartir habitación contigo.-
Vaya propuesta, este tipo se las traía atrás de su personalidad de caballero real, no caería tan rápido, y esa noche no tenía ganas de dormir con alguien que digamos, así que me tomé un rato para pensarlo, mientras decidía que podría hacer para evadir cualquier situación mas allá de los límites que tenía pensados, hace tiempo lo había hecho pero de eso no me arrepentí.
Me hizo un comentario sobre nuestras armas en la mesa, que sobre cuán preocupada estaba la gente, como nos miraban con extrañez y rareza, estaba de acuerdo, no era usual que dos personas en un bar saquen armas de por sí, insinuando que quería terminar la copa, podría invitarme a una más, cosa que me pareció, necesitaba relajarme de las aventuras anteriores, así que solo respondí.
-Lo de la segunda copa, me parece, acepto tu invitación pero... , no tengo ganas de compartir habitación esta noche, al menos esta no, solo quiero pasar la noche a la luz de la luna, contemplándola con toda elegancia.-
La verdad lo quería al tipo, pero no era mi momento para tener alguna otra aventura así, solo quería paz y suavidad en mi vida, así que guardé mi pistola donde la tenía anteriormente, en mi gran cintura, y ahora sonriendo con un rostro tierno y entrecerrando los ojos, le dije riendo.
-Te las traes, ¿no? , la verdad me gustaria dormir o algo así esta noche contigo pero, no en una habitación, ¿te parecería afuera en el aire libre?.-
Como no andaba de ganas de ese tipo de experiencias, solo eludí su propuesta por otra más, no encontraba otra forma de no separarme de él esa noche y también de como evitar que pasara alguna otra cosa sin límites, me apoyé sobre mis palmas en mi mentón y esperé mi tan anhelada respuesta para saber si el chico de cabellos negros querría hacer lo que yo deseaba esa noche en específico.
Pareciera que no tenía donde dormir, llamando a la camarera para pedirle una habitación que esta le entregó las llaves de un momento a otro, muy rápida la atención.
-No quiero quedarme a dormir debajo de un puente, perdona por la tardanza. ¿Y tú? , si quieres ... no me importaría ... compartir habitación contigo.-
Vaya propuesta, este tipo se las traía atrás de su personalidad de caballero real, no caería tan rápido, y esa noche no tenía ganas de dormir con alguien que digamos, así que me tomé un rato para pensarlo, mientras decidía que podría hacer para evadir cualquier situación mas allá de los límites que tenía pensados, hace tiempo lo había hecho pero de eso no me arrepentí.
Me hizo un comentario sobre nuestras armas en la mesa, que sobre cuán preocupada estaba la gente, como nos miraban con extrañez y rareza, estaba de acuerdo, no era usual que dos personas en un bar saquen armas de por sí, insinuando que quería terminar la copa, podría invitarme a una más, cosa que me pareció, necesitaba relajarme de las aventuras anteriores, así que solo respondí.
-Lo de la segunda copa, me parece, acepto tu invitación pero... , no tengo ganas de compartir habitación esta noche, al menos esta no, solo quiero pasar la noche a la luz de la luna, contemplándola con toda elegancia.-
La verdad lo quería al tipo, pero no era mi momento para tener alguna otra aventura así, solo quería paz y suavidad en mi vida, así que guardé mi pistola donde la tenía anteriormente, en mi gran cintura, y ahora sonriendo con un rostro tierno y entrecerrando los ojos, le dije riendo.
-Te las traes, ¿no? , la verdad me gustaria dormir o algo así esta noche contigo pero, no en una habitación, ¿te parecería afuera en el aire libre?.-
Como no andaba de ganas de ese tipo de experiencias, solo eludí su propuesta por otra más, no encontraba otra forma de no separarme de él esa noche y también de como evitar que pasara alguna otra cosa sin límites, me apoyé sobre mis palmas en mi mentón y esperé mi tan anhelada respuesta para saber si el chico de cabellos negros querría hacer lo que yo deseaba esa noche en específico.
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Se dio cuenta de la lágrima que cayó por la comisura del ojo de Spit. No pretendía que su historia le diera pena, pero si había hecho algo que la hubiera incomodado no lo habría sabido reconocer. Preocupándose, la sonrisa que mostraba anteriormente desapareció, dejando únicamente una expresión que no se podría describir muy bien. Instantes más tarde, ella aceptó y rechazó su invitación de una forma graciosa. Tomaría otra copa más, pero no iría a la habitación. Propuso entonces que salieran a dar una vuelta por la calle, a lo que el caballero le respondió mientras se ponía en pie y comenzaba a guardar su katana sujetándola al cinto:
- Quédate puesta la gabardina para el paseo. Aunque diré que me causa una contradicción el que tengas frío y quieras salir a dar una vuelta - Sonriendo, remangando las mangas de su camisa hasta que quedaron por la altura de los codos.
"Una chica difícil, que no se deja llevar a la primera de cambio ... Interesante", pensó. Pocas resistían a sus redes de la pasión, pero en aquella noche repleta de estrellas había encontrado a una contrincante digna. Sin embargo, como ella había dicho, no quería nada dentro de la habitación, por lo que la respetaría sin dudar. Fue andando hacia la barra, para luego poner la llave de la habitación en ella, mirando a la camarera para decirle con un poco de seriedad:
- Quédate el dinero y la llave, y las copas supongo que invitará la casa, ¿o no? - Mostrándome seguro de sí mismo, ya que ella misma me había prometido barra libre durante toda la noche.
Tampoco es que le diera muy buena espina quedarse a dormir en una habitación en la que sabía que había un bar de por bajo. El ruido a altas horas de la noche sería contraproducente, y él era de aquellos que tenían que dormir en el más absoluto silencio para conciliar el sueño. Sin más dilación, empujó las llaves hacia la mano de la camarera, la cuál las cogió y respondió que aquella ronda de bebida les saldría gratis por el cuantioso pago con el que habían contribuido a la taberna "Logue, drink & town".
Entonces fue directamente hacia la puerta de salida del local, abriéndola con una sola mano y dejando que la luz nocturna de la Luna le bañara completamente. Sus ojos incoloros se giraron hacia Yoko, que seguía sentada en la mesa que habían estado compartiendo con anterioridad. Y con una pícara sonrisa, moviendo la cabeza hacia afuera, la instó a que lo siguiera, dejando la puerta abierta para que ella pasase primero.
- Hace una noche muy buena para pasear, y además llevas un caballero que te va a cuidar. Tienes suerte, pequeña - Saliendo hacia el exterior, mientras que sus ojos se iban acostumbrando cada vez más a la oscuridad que les rodeaba.
Poca gente había por la calle, las estrellas se encontraban pendiendo del cielo y él llevaba una copa de más en su interior. No notaba el tímido frío que acompañaba al viento nocturno, y la poca embriaguez que soportaba hacía que sus mejillas tornasen a un color más sonrojado. Caminando junto con Yoko, ambos pasaron por una colina, cuya ladera terminaba en un pequeño arroyo. Esa pradera era perfecta para sentarse en ella y divisar el cielo, cosa que hizo el pelinegro. Mostrándose un poco más lanzado, tomó a la joven pelirroja de ojos amarillos exóticos por la mano. Era su primer contacto corporal con ella, y a lo mejor no le gustaba. Las cosas del alcohol, supongamos. Corrió tirando suavemente de ella hasta que cayó en la ladera, quedando tumbado de espaldas al suelo y mirando hacia el firmamento. No pretendía que la chica se sentase con él, ni mucho menos, así que llevó sus dos manos a la nuca, usándolas como almohada. Sonrió y dijo:
- Me alegro de haberte conocido, Yoko.
Y quedándose callado, el viento se llevó esas palabras, mientras que cabeza del pelinegro se giraba para mirar a la chica que tenía a su lado, mientras que sus ojos incoloros volvían a fijarse en los de ella, dedicándole un nuevo guiño. Por encima de ellos, hubiera deseado que hubiera un muérdago, como suelen pasar en todas las historias y películas. Pero el cielo estrellado era mucho mejor, para ambos.
- Quédate puesta la gabardina para el paseo. Aunque diré que me causa una contradicción el que tengas frío y quieras salir a dar una vuelta - Sonriendo, remangando las mangas de su camisa hasta que quedaron por la altura de los codos.
"Una chica difícil, que no se deja llevar a la primera de cambio ... Interesante", pensó. Pocas resistían a sus redes de la pasión, pero en aquella noche repleta de estrellas había encontrado a una contrincante digna. Sin embargo, como ella había dicho, no quería nada dentro de la habitación, por lo que la respetaría sin dudar. Fue andando hacia la barra, para luego poner la llave de la habitación en ella, mirando a la camarera para decirle con un poco de seriedad:
- Quédate el dinero y la llave, y las copas supongo que invitará la casa, ¿o no? - Mostrándome seguro de sí mismo, ya que ella misma me había prometido barra libre durante toda la noche.
Tampoco es que le diera muy buena espina quedarse a dormir en una habitación en la que sabía que había un bar de por bajo. El ruido a altas horas de la noche sería contraproducente, y él era de aquellos que tenían que dormir en el más absoluto silencio para conciliar el sueño. Sin más dilación, empujó las llaves hacia la mano de la camarera, la cuál las cogió y respondió que aquella ronda de bebida les saldría gratis por el cuantioso pago con el que habían contribuido a la taberna "Logue, drink & town".
Entonces fue directamente hacia la puerta de salida del local, abriéndola con una sola mano y dejando que la luz nocturna de la Luna le bañara completamente. Sus ojos incoloros se giraron hacia Yoko, que seguía sentada en la mesa que habían estado compartiendo con anterioridad. Y con una pícara sonrisa, moviendo la cabeza hacia afuera, la instó a que lo siguiera, dejando la puerta abierta para que ella pasase primero.
- Hace una noche muy buena para pasear, y además llevas un caballero que te va a cuidar. Tienes suerte, pequeña - Saliendo hacia el exterior, mientras que sus ojos se iban acostumbrando cada vez más a la oscuridad que les rodeaba.
Poca gente había por la calle, las estrellas se encontraban pendiendo del cielo y él llevaba una copa de más en su interior. No notaba el tímido frío que acompañaba al viento nocturno, y la poca embriaguez que soportaba hacía que sus mejillas tornasen a un color más sonrojado. Caminando junto con Yoko, ambos pasaron por una colina, cuya ladera terminaba en un pequeño arroyo. Esa pradera era perfecta para sentarse en ella y divisar el cielo, cosa que hizo el pelinegro. Mostrándose un poco más lanzado, tomó a la joven pelirroja de ojos amarillos exóticos por la mano. Era su primer contacto corporal con ella, y a lo mejor no le gustaba. Las cosas del alcohol, supongamos. Corrió tirando suavemente de ella hasta que cayó en la ladera, quedando tumbado de espaldas al suelo y mirando hacia el firmamento. No pretendía que la chica se sentase con él, ni mucho menos, así que llevó sus dos manos a la nuca, usándolas como almohada. Sonrió y dijo:
- Me alegro de haberte conocido, Yoko.
Y quedándose callado, el viento se llevó esas palabras, mientras que cabeza del pelinegro se giraba para mirar a la chica que tenía a su lado, mientras que sus ojos incoloros volvían a fijarse en los de ella, dedicándole un nuevo guiño. Por encima de ellos, hubiera deseado que hubiera un muérdago, como suelen pasar en todas las historias y películas. Pero el cielo estrellado era mucho mejor, para ambos.
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Después de mi propuesta, el pelinegro la aceptó sin antes decirme que me quedara son su gabardina, diciendome que era contradictorio que quisiera salir con frío, bueno, las mujeres somo así, cambiantes, así que solo esperé mientras el le devolvía la llave a la camarera.
Rayder saliendo del bar, me abrió la puerta para dejarme salir, cosa que me encantó porque cada vez menos en este mundo hay menos hombres que hagan ese tipo de cosas, el caballerismo es de las cosas que mas me gustan, pero a medias, parandome y arreglando mi vestimenta junto con su gran gabardina, di paso hacia afuera por su lado mientras él me daba la pasada para salir primero del bar.
Afuera, caminando a su lado en una noche vacía, pocas personas se veían en el perímetro, veía a mi acompañante un poco sonrojado, debía ser por las copas demás que nos habiamos tomado, a mí no me hacía mucho efecto el alcohol, así que solo sonreí coquetamente escondida y entrecerrado mis amarillentos ojos que se reflejaban como oro en esa hermosa luna de aquella noche resplandeciente.
En nuestra caminata pasamos por una pradera, una colina por decirlo así, tomandome de la mano de forma atrevida, supuse por el efecto del alcohol su transparencia, corrió y siguiendole el paso se tumbó en la pradera que yo tenía imaginado poder sentarnos juntos a mirar el estrellado paisaje de luna llena y estrellas relucientes de aquella noche.
Retiró su mano de la mía y me dijo que se alegraba de conocerme, sonreí poniendo mis manos atrás como siempre hago para inspirar ternura, pegando un salto pequeño y girandome hacia la luna, yo todavía de pie, se reflejaba mi cabello que incendiaba la vista de cualquier ser vivo, mis ojos como ámbares a plena noche, sentía como el chico a su lado se le insinuaba a mediantes de un guiño, coquetamente lo miré y le sonreí cosa de que mis pómulos se destacaran y originaran una cara tierna y de satisfacción.
-Me encanta conocer hombres como tú, pero dime, con total sinceridad, ¿que esperas de esta noche?.-
Yo quería ir al grano de una vez por todas, para saber que venía y que me esperaba esa noche, así que mirando una vez más la luna, girandome, me senté a su lado tomando mis piernas con mis brazos, en posicion casi fetal, tapandome con su gabardina comenté.
-Que hermosa noche, vale la pena verla que una así no se vé todos los días.-
Rayder saliendo del bar, me abrió la puerta para dejarme salir, cosa que me encantó porque cada vez menos en este mundo hay menos hombres que hagan ese tipo de cosas, el caballerismo es de las cosas que mas me gustan, pero a medias, parandome y arreglando mi vestimenta junto con su gran gabardina, di paso hacia afuera por su lado mientras él me daba la pasada para salir primero del bar.
Afuera, caminando a su lado en una noche vacía, pocas personas se veían en el perímetro, veía a mi acompañante un poco sonrojado, debía ser por las copas demás que nos habiamos tomado, a mí no me hacía mucho efecto el alcohol, así que solo sonreí coquetamente escondida y entrecerrado mis amarillentos ojos que se reflejaban como oro en esa hermosa luna de aquella noche resplandeciente.
En nuestra caminata pasamos por una pradera, una colina por decirlo así, tomandome de la mano de forma atrevida, supuse por el efecto del alcohol su transparencia, corrió y siguiendole el paso se tumbó en la pradera que yo tenía imaginado poder sentarnos juntos a mirar el estrellado paisaje de luna llena y estrellas relucientes de aquella noche.
Retiró su mano de la mía y me dijo que se alegraba de conocerme, sonreí poniendo mis manos atrás como siempre hago para inspirar ternura, pegando un salto pequeño y girandome hacia la luna, yo todavía de pie, se reflejaba mi cabello que incendiaba la vista de cualquier ser vivo, mis ojos como ámbares a plena noche, sentía como el chico a su lado se le insinuaba a mediantes de un guiño, coquetamente lo miré y le sonreí cosa de que mis pómulos se destacaran y originaran una cara tierna y de satisfacción.
-Me encanta conocer hombres como tú, pero dime, con total sinceridad, ¿que esperas de esta noche?.-
Yo quería ir al grano de una vez por todas, para saber que venía y que me esperaba esa noche, así que mirando una vez más la luna, girandome, me senté a su lado tomando mis piernas con mis brazos, en posicion casi fetal, tapandome con su gabardina comenté.
-Que hermosa noche, vale la pena verla que una así no se vé todos los días.-
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Devolviendo su vista hacia el firmamento, pudo ver de reojo cómo la joven se desplazaba por aquella ladera, quedándose de pie a escasa distancia del pelinegro, que seguía tumbado boca arriba en la hierba. Esta le hacía cosquillas en las partes de su cuerpo que llevaba al aire libre, como los antebrazos y el cuello, consiguiendo que una pequeña sonrisa de cosquilla no se separase de su expresión facial. Estaba muy a gusto, y hacía mucho tiempo que no disfrutaba de momentos como aquel. El viento aullaba a lo lejos, en una noche no más que silenciosa. Todo en calma, demasiado pacífico para creer que estuvieran en Loguetown.
Ella le halagaba diciéndole que le encantaba conocer gente como él. Tal vez muchos le tratasen de forma ruda, sin modales. Él no era de ellos. Si alguna joven le decía que no, no pasaría nada hasta que ella lo quisiera. Con respecto a su autocontrol, estaba por las nubes y no era algo de lo que poder preocuparse. Sin embargo, ella le había hecho una pregunta. ¿Qué esperaba de aquella noche? Ciertamente, no sabía lo que contestar a primera instancia, así que se refugió unos instantes en su interior, pensando aquella respuesta que estaba esperando. Los ojos sin color de Rayder se abrieron y perdieron en la lejanía, mientras que sus labios se movían con cuidado, profiriendo las palabras que su mente creía que eran las que mejor proyectaban los pensamientos de su mente:
- Qué espero de esta noche ... - Meditabundo, misterioso, intrigante, el joven hacía una pausa mientras que el pelo se le movía por acción del viento. Un momento más tarde, prosiguió. - Cada aventura es una oportunidad más de seguir sintiéndome vivo. Muchas veces me siento alejado, solitario, solo en este mundo ... Y si tuviera que responder a tu pregunta con total sinceridad, te diría que lo que espero de esta noche ya lo he conseguido, que es ... - Callándose al instante, dejando que la última palabra que fuera a pronunciar se la llevase el viento, sin que ninguno de los dos pudiera escucharla a la perfección.
Su voz había sido demasiado baja, el viento había taponado la audición y, por tanto, la respuesta a la pregunta que ella esperaba no fue más que un susurro que se perdió en la escena que ambos estaban compartiendo. Apoyando sus firmes manos sobre el suelo, los antebrazos se marcaron un momento mientras que este adoptaba una posición de cuclillas para levantarse. Se sacudió la poca tierra que había manchado sus ropajes, y siguió andando hasta quedar parado a un metro de Yoko, en su lateral. La noche se estaba tornando fresca, y la oscuridad estaba consiguiendo que las estrellas se extinguieran poco a poco. Rayder volvió a hablar, para decirle:
- ¿Qué esperas tú de esta noche, Yoko? Con sinceridad - Devolviéndole la misma pregunta que ella le había lanzado instantes atrás.
Lo que él no sabía era que su respuesta no había sido escuchada por la joven de cabellos rojizos, y si eso traería algún inconveniente en que ella le respondiera. O tal vez pasase lo mismo y el caprichoso viento se llevase las palabras de los tiernos labios de la pelirroja, dejándole más misterio por resolver. ¿Pero qué pasaría por su mente? ¿Qué sentimientos le daría a entender con ello? Todo estaba por ver, mientras que la Luna se alzaba por encima de ellos majestuosa. Tras dejarle un tiempo para su contestación, le dijo amablemente, con una sonrisa en su rostro:
- Se está haciendo tarde, creo que es hora de acompañarte a casa. Los peligros acechan cuanto más oscura es la noche - Comenzando a andar ladera arriba, hasta llegar al camino del que habían descendido para tumbarse en la hierba.
Allí se dio la vuelta, envuelto por la fragancia y luz de la Luna, la cuál bañaba su figura completamente. Incluso la misma espada que pendía de su cinturón describía un fulgor extraño aquella noche. Tendiendo una de sus manos, sus ojos se entrecerraron, una sonrisa nació nuevamente en sus labios. Aquella mano la ayudaría a subir con más facilidad, ya que ante todo él había prometido cuidar de ella como se merecía. Silencioso, la esperó, nuevos lazos de amistad se estaban formando en su interior, y en aquel caso era algo especial.
Ella le halagaba diciéndole que le encantaba conocer gente como él. Tal vez muchos le tratasen de forma ruda, sin modales. Él no era de ellos. Si alguna joven le decía que no, no pasaría nada hasta que ella lo quisiera. Con respecto a su autocontrol, estaba por las nubes y no era algo de lo que poder preocuparse. Sin embargo, ella le había hecho una pregunta. ¿Qué esperaba de aquella noche? Ciertamente, no sabía lo que contestar a primera instancia, así que se refugió unos instantes en su interior, pensando aquella respuesta que estaba esperando. Los ojos sin color de Rayder se abrieron y perdieron en la lejanía, mientras que sus labios se movían con cuidado, profiriendo las palabras que su mente creía que eran las que mejor proyectaban los pensamientos de su mente:
- Qué espero de esta noche ... - Meditabundo, misterioso, intrigante, el joven hacía una pausa mientras que el pelo se le movía por acción del viento. Un momento más tarde, prosiguió. - Cada aventura es una oportunidad más de seguir sintiéndome vivo. Muchas veces me siento alejado, solitario, solo en este mundo ... Y si tuviera que responder a tu pregunta con total sinceridad, te diría que lo que espero de esta noche ya lo he conseguido, que es ... - Callándose al instante, dejando que la última palabra que fuera a pronunciar se la llevase el viento, sin que ninguno de los dos pudiera escucharla a la perfección.
Su voz había sido demasiado baja, el viento había taponado la audición y, por tanto, la respuesta a la pregunta que ella esperaba no fue más que un susurro que se perdió en la escena que ambos estaban compartiendo. Apoyando sus firmes manos sobre el suelo, los antebrazos se marcaron un momento mientras que este adoptaba una posición de cuclillas para levantarse. Se sacudió la poca tierra que había manchado sus ropajes, y siguió andando hasta quedar parado a un metro de Yoko, en su lateral. La noche se estaba tornando fresca, y la oscuridad estaba consiguiendo que las estrellas se extinguieran poco a poco. Rayder volvió a hablar, para decirle:
- ¿Qué esperas tú de esta noche, Yoko? Con sinceridad - Devolviéndole la misma pregunta que ella le había lanzado instantes atrás.
Lo que él no sabía era que su respuesta no había sido escuchada por la joven de cabellos rojizos, y si eso traería algún inconveniente en que ella le respondiera. O tal vez pasase lo mismo y el caprichoso viento se llevase las palabras de los tiernos labios de la pelirroja, dejándole más misterio por resolver. ¿Pero qué pasaría por su mente? ¿Qué sentimientos le daría a entender con ello? Todo estaba por ver, mientras que la Luna se alzaba por encima de ellos majestuosa. Tras dejarle un tiempo para su contestación, le dijo amablemente, con una sonrisa en su rostro:
- Se está haciendo tarde, creo que es hora de acompañarte a casa. Los peligros acechan cuanto más oscura es la noche - Comenzando a andar ladera arriba, hasta llegar al camino del que habían descendido para tumbarse en la hierba.
Allí se dio la vuelta, envuelto por la fragancia y luz de la Luna, la cuál bañaba su figura completamente. Incluso la misma espada que pendía de su cinturón describía un fulgor extraño aquella noche. Tendiendo una de sus manos, sus ojos se entrecerraron, una sonrisa nació nuevamente en sus labios. Aquella mano la ayudaría a subir con más facilidad, ya que ante todo él había prometido cuidar de ella como se merecía. Silencioso, la esperó, nuevos lazos de amistad se estaban formando en su interior, y en aquel caso era algo especial.
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-Cada aventura es una oportunidad más de seguir
sintiéndome vivo. Muchas veces me siento alejado, solitario, solo en
este mundo ... Y si tuviera que responder a tu pregunta con total
sinceridad, te diría que lo que espero de esta noche ya lo he
conseguido, que es ...-
No escuché lo ultimo que me dijo después de mi pregunta, quedé muy intrigada ya que no tuvo insinuaciones de decirme nuevamente lo que dijo, con una rabia interna y escondida me mordí los labios de duda, sintiendome distraída y que por mi mala atención no escuché.
De momento se levantó, y me preguntó lo mismo que yo le había preguntado un momento atrás, como no escuché bien lo que me respondió, no sabía que decirle, me tomé unos momentos para pensarlo, ¿que esperaba yo? , solo quería sumar alguna historia en mi vida, que podría conocer a alguien que no sea uno más en ella, sino que alguien que en el futuro me tomase enserio como pocas personas lo hacen por mi actitud infantil y distraída.
La luna se veía maravillosa, un total deleite para la vista, una obra gráfica y visualmente agradable, cubría el vistoso mar con su luz que daba esperanza a la noche.En medio de mi pensamiento, Rayder me invitó a acompañarme a casa, siendo que yo no tenía, yo duermo en mi pequeño barco que tengo, siempre en medio del mar sin olas para pasar una calmada siesta, solo cuando ando con ganas, duermo en hoteles o cosas de ese estilo pero debía volver a mi barco para irme de Loguetown.
-¿Sabes lo que espero?.- Dije levantandome de mi posición y dandole todavía la espalda a mi acompañante de luna llena.
Le iba a decir que solo esperaba conocerle mejor, conversar con el pero ya me daba cuenta que era muy tarde por la noche y algo nos podría pasar, nunca se sabe que puede hacerte la noche , es traicionera en algunos casos y como siempre, oscura.
-Espero dejarme llevar por el viento, por esta luz hermosa que asesina mi mirada fría del día, solo espero que esta noche me quede en el corazón como la mejor luna llena hasta ahora, eso espero.-
Dandome la vuelta y viendo que me tiene la mano tendida para ayudarme a subir, tomé su mano sonrojandome un poco y accedí a subir junto a Rayder el anterior camino que habiamos tomado para bajar a aquella hermosa vista, que me despediría de ella por ahora, en el fondo de mi corazón, deseaba poder volver a ver ese hermoso paisaje, pero ya era hora de irnos, la noche se acaba.
sintiéndome vivo. Muchas veces me siento alejado, solitario, solo en
este mundo ... Y si tuviera que responder a tu pregunta con total
sinceridad, te diría que lo que espero de esta noche ya lo he
conseguido, que es ...-
No escuché lo ultimo que me dijo después de mi pregunta, quedé muy intrigada ya que no tuvo insinuaciones de decirme nuevamente lo que dijo, con una rabia interna y escondida me mordí los labios de duda, sintiendome distraída y que por mi mala atención no escuché.
De momento se levantó, y me preguntó lo mismo que yo le había preguntado un momento atrás, como no escuché bien lo que me respondió, no sabía que decirle, me tomé unos momentos para pensarlo, ¿que esperaba yo? , solo quería sumar alguna historia en mi vida, que podría conocer a alguien que no sea uno más en ella, sino que alguien que en el futuro me tomase enserio como pocas personas lo hacen por mi actitud infantil y distraída.
La luna se veía maravillosa, un total deleite para la vista, una obra gráfica y visualmente agradable, cubría el vistoso mar con su luz que daba esperanza a la noche.En medio de mi pensamiento, Rayder me invitó a acompañarme a casa, siendo que yo no tenía, yo duermo en mi pequeño barco que tengo, siempre en medio del mar sin olas para pasar una calmada siesta, solo cuando ando con ganas, duermo en hoteles o cosas de ese estilo pero debía volver a mi barco para irme de Loguetown.
-¿Sabes lo que espero?.- Dije levantandome de mi posición y dandole todavía la espalda a mi acompañante de luna llena.
Le iba a decir que solo esperaba conocerle mejor, conversar con el pero ya me daba cuenta que era muy tarde por la noche y algo nos podría pasar, nunca se sabe que puede hacerte la noche , es traicionera en algunos casos y como siempre, oscura.
-Espero dejarme llevar por el viento, por esta luz hermosa que asesina mi mirada fría del día, solo espero que esta noche me quede en el corazón como la mejor luna llena hasta ahora, eso espero.-
Dandome la vuelta y viendo que me tiene la mano tendida para ayudarme a subir, tomé su mano sonrojandome un poco y accedí a subir junto a Rayder el anterior camino que habiamos tomado para bajar a aquella hermosa vista, que me despediría de ella por ahora, en el fondo de mi corazón, deseaba poder volver a ver ese hermoso paisaje, pero ya era hora de irnos, la noche se acaba.
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Bajo la luna, ella respondió su pregunta con total sinceridad. Básicamente, quería seguir viviendo aventuras, el día a día, disfrutando de su vida como pirata. Incluso dijo que esperaba que aquella noche la recordase por siempre, por lo que una pequeña pero tímida sonrisa apareció en el rostro de Rayder, que la miraba a pesar de estar a espaldas de él. Su cabello pelirrojo se veía muy tierno bañado por aquella luz blanquecina, como si estuviera vivo. Entornando su cabeza hacia un lado, siguió mirándola en aquella noche en la que las estrellas comenzaban a desaparecer poco a poco.
Cruzando los brazos por debajo de sus pectorales, seguía escuchando con un oído felino la respiración de la joven, que todavía no se daba la vuelta para encararse a él. Ciertamente él esperaba algo parecido de aquella misma noche, aunque le gustaría seguir conociéndola en un futuro. La intriga que seguía sintiendo sobre ella no desaparecía, sino que se hacía más intensa con cada segundo que pasaba a su lado. Una atracción misteriosa, sin duda. Ni él mismo sabría cómo catalogar los sentimientos que se escondían detrás de aquella faceta de hombre serio y regio, caballeroso y con modales, como si no le importase nada más en el mundo que su propia imagen. Y sin querer siquiera, sus labios se abrieron, comenzando a decir algunas frases que deseaba expresar:
- Ojalá que ese viento por el que te quieres dejar llevar nos reúna en un futuro de nuevo, señorita. Tengo el presentimiento de que nuestros destinos se cruzarán más de una vez - Alzando la cabeza hacia el cielo, perdiendo su vista mientras que sus últimas palabras se desvanecían como susurros en la noche.
Instantes más tarde, ella aceptaba la mano que le había tendido para subir hacia el camino principal de Loguetown, por el que habían descendido hacia la ladera anterior. El paseo continuó sin un rumbo fijo, ya que él no sabía dónde se alojaba la joven de pelo rojo y ojos amarillentos. De todas formas, mantenía un paso tranquilo, de forma que ella pudiera indicarle por dónde girar en las esquinas, para que no se perdieran demasiado ni hicieran actos que le dejasen en evidencia.
Llevaba las manos dentro de los bolsillos, y caminaba al lado derecho de Yoko. Seguía oliendo igual de bien que cuando la sintió por primera vez en el bar. Sus pasos se entrelazaban por las calles adoquinadas de Loguetown, mirando de reojo a la joven. El silencio se apoderaba de la mayor parte de tiempo que ambos estaban pasando juntos, pero a veces romper uno de esos silencios era incluso peor que matener una dulce conversación. Se decía que algunos silencios eran mágicos, pero en contadas ocasiones el pelinegro rompía el hielo para preguntar:
- Bueno, cuéntame más de ti. ¿Cuáles son tus gustos? ¿Qué planes tienes como pirata? Solo por el placer de conversar - Sonriendo de medio lado, ladeando un poco su cabeza.
Tal vez aquella chica se mostrase un poco tímida, o simplemente era la sensación que le dio al pelinegro. A lo mejor lanzar preguntas como esas podían ser un poco extensas, y ella no quisiera hacerlo por miedo o algo parecido. De todas formas, fue él el que comenzó a responder primero, soltándose un poco. Se había mostrado muy recio y rígido con la chica, y ya era hora de que viera que podía ser un poco más hablador en cuanto perdía la vergüenza ante alguien que consideraba como un conocido.
- Como podrás comprobar, me gusta mucho la ropa de colores oscuros. Y sí, el color de mis ojos es natural al cien por cien, tan grisáceos como los ves ahora. Me dais envidia las personas que tenéis esas tonalidades tan exóticas en vuestros orbes ... Y qué más, planeo hacer que el capitán de la tripulación a la que pertenezco sea el más grande pirata de todos los tiempos. ¿Y por qué no? No me disgustaría ser un Supernova algún día - Haciéndole un signo de afirmación con la cabeza, dándole paso a ella para que hablase.
Mientras tanto, su caminata proseguía, y sin darse cuenta se estaban adentrando en la gran playa de la isla, cuya fina arena se le metía por las oquedades de las botas y le hacía algo de cosquillas en los pies.
Cruzando los brazos por debajo de sus pectorales, seguía escuchando con un oído felino la respiración de la joven, que todavía no se daba la vuelta para encararse a él. Ciertamente él esperaba algo parecido de aquella misma noche, aunque le gustaría seguir conociéndola en un futuro. La intriga que seguía sintiendo sobre ella no desaparecía, sino que se hacía más intensa con cada segundo que pasaba a su lado. Una atracción misteriosa, sin duda. Ni él mismo sabría cómo catalogar los sentimientos que se escondían detrás de aquella faceta de hombre serio y regio, caballeroso y con modales, como si no le importase nada más en el mundo que su propia imagen. Y sin querer siquiera, sus labios se abrieron, comenzando a decir algunas frases que deseaba expresar:
- Ojalá que ese viento por el que te quieres dejar llevar nos reúna en un futuro de nuevo, señorita. Tengo el presentimiento de que nuestros destinos se cruzarán más de una vez - Alzando la cabeza hacia el cielo, perdiendo su vista mientras que sus últimas palabras se desvanecían como susurros en la noche.
Instantes más tarde, ella aceptaba la mano que le había tendido para subir hacia el camino principal de Loguetown, por el que habían descendido hacia la ladera anterior. El paseo continuó sin un rumbo fijo, ya que él no sabía dónde se alojaba la joven de pelo rojo y ojos amarillentos. De todas formas, mantenía un paso tranquilo, de forma que ella pudiera indicarle por dónde girar en las esquinas, para que no se perdieran demasiado ni hicieran actos que le dejasen en evidencia.
Llevaba las manos dentro de los bolsillos, y caminaba al lado derecho de Yoko. Seguía oliendo igual de bien que cuando la sintió por primera vez en el bar. Sus pasos se entrelazaban por las calles adoquinadas de Loguetown, mirando de reojo a la joven. El silencio se apoderaba de la mayor parte de tiempo que ambos estaban pasando juntos, pero a veces romper uno de esos silencios era incluso peor que matener una dulce conversación. Se decía que algunos silencios eran mágicos, pero en contadas ocasiones el pelinegro rompía el hielo para preguntar:
- Bueno, cuéntame más de ti. ¿Cuáles son tus gustos? ¿Qué planes tienes como pirata? Solo por el placer de conversar - Sonriendo de medio lado, ladeando un poco su cabeza.
Tal vez aquella chica se mostrase un poco tímida, o simplemente era la sensación que le dio al pelinegro. A lo mejor lanzar preguntas como esas podían ser un poco extensas, y ella no quisiera hacerlo por miedo o algo parecido. De todas formas, fue él el que comenzó a responder primero, soltándose un poco. Se había mostrado muy recio y rígido con la chica, y ya era hora de que viera que podía ser un poco más hablador en cuanto perdía la vergüenza ante alguien que consideraba como un conocido.
- Como podrás comprobar, me gusta mucho la ropa de colores oscuros. Y sí, el color de mis ojos es natural al cien por cien, tan grisáceos como los ves ahora. Me dais envidia las personas que tenéis esas tonalidades tan exóticas en vuestros orbes ... Y qué más, planeo hacer que el capitán de la tripulación a la que pertenezco sea el más grande pirata de todos los tiempos. ¿Y por qué no? No me disgustaría ser un Supernova algún día - Haciéndole un signo de afirmación con la cabeza, dándole paso a ella para que hablase.
Mientras tanto, su caminata proseguía, y sin darse cuenta se estaban adentrando en la gran playa de la isla, cuya fina arena se le metía por las oquedades de las botas y le hacía algo de cosquillas en los pies.
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Tal vez el destino una dos almas para que se encuentren otra ves, tal ves solo sea mera coincidencia que dos personas se reúnan nuevamente por obra del destino, o tal ves solo sean trucos míos, pero estaba convencida de que vería a este hombre alguna otra vez en mi joven vida, el tipo de hombre que veía ante mis amarillos ojos como el fuego ardiente, era uno de esos que no se olvidaban, no importaba en que puesto de relacion quedaban, solo se estancaban en tu vida y no los olvidarías así como así, predecía algo más que una bonita noche de paisajes a la luz eterna de la luna, este hombre lograba cegar mi vista, mi olfato y mi sentido auditivo, sentía las cosas con el corazón como la brisa relajante y suave por mi piel.
Empezando nuestra marcha atrás de ese hermoso deleite visual, caminamos rumbo invertido a el principio, sabía que el no tenía idea de donde quería ir yo en ese preciso instante, me daba verguenza decirle que iría a mi pequeño barco, allí dormiría y pasaría la noche, así que solo hice un camino inventado para llegar a cualquier parte que me guiara mi instinto, sabía que el se sentía incómodo por caminar y caminar, así que decidí tomar paso un poco mas decidido y ver hacia donde íba, y sin darme cuenta, el chico rompió el silencio y los sonidos de los vientos sobre nuestros tímpanos.
-Bueno, cuéntame más de ti. ¿Cuáles son tus gustos? ¿Qué planes tienes como pirata? Solo por el placer de conversar-
Era imaginable que el sabría que yo era pirata, una pirata solitaria y sin banda ni aún nada de ese tipo de cosas, solo me gustaba explorar el mar, que es para mí lo mas natural que existe en esta tierra distorsionada por el ser humano, pero adelantándose a su misma pregunta y a mi esperada respuesta, me dijo más sobre él, no me dejó contestar primero, a lo mejor quería dar un paso más que yo , estar a la delantera o simplemente ser cortés y empezar primero, contándome sobre su envidia a mis ojos según escuché, y me contó algo que quería saber, sobre su tripulación, que haría a su capitán el mas grande pirata de todos, cosa que me encantó, y compartíamos un deseo, el de ser un Supernova, algún día quisiera cumplir ese logro, pero me faltaba mucho para ello, así que terminando su respuesta y divisando una cálida y a la vez fría playa, respondí.
-La verdad esque... te hablaré con total sinceridad, pero pienso que te aburrirás- Pensandolo más solo me entregué a decirle todo lo que podía sobre sus anteriores preguntas.
-Me gusta explorar, navegar, conocer nuevos mundos y personas, adquirir experiencias en mis viajes, nuevos amigos y buenas relaciones, y sobre gustos personales... amo los postres, la gente fiel y confiable, los momentos adrenalínicos y demás, soy una chica muy movida por decirlo así, yo no tengo tripulación, pero si tuviera, me gustaría no ser la capitana , si no que también llevar a alguien a el mejor de todos o todas, tenemos algo en común, también planeo ser un supernova de esta generación, sé que lo podré lograr si me esfuerzo lo suficiente.-
Terminando con mi declaración, en la playa no fuí más que una infantil y me saqué mis botas, para sentir la arena tocando y cubriendo mis pies, sentir a la mismísima tierra era algo privilegiado a mi parecer, me encantan las cosas naturales y siempre me encantarán, así que dejando mis botas a un lado, procedí a sentarme nuevamente para esta vez, conversar más que en la pradera anterior, conocernos más a fondo, en un lugar preciso.
Empezando nuestra marcha atrás de ese hermoso deleite visual, caminamos rumbo invertido a el principio, sabía que el no tenía idea de donde quería ir yo en ese preciso instante, me daba verguenza decirle que iría a mi pequeño barco, allí dormiría y pasaría la noche, así que solo hice un camino inventado para llegar a cualquier parte que me guiara mi instinto, sabía que el se sentía incómodo por caminar y caminar, así que decidí tomar paso un poco mas decidido y ver hacia donde íba, y sin darme cuenta, el chico rompió el silencio y los sonidos de los vientos sobre nuestros tímpanos.
-Bueno, cuéntame más de ti. ¿Cuáles son tus gustos? ¿Qué planes tienes como pirata? Solo por el placer de conversar-
Era imaginable que el sabría que yo era pirata, una pirata solitaria y sin banda ni aún nada de ese tipo de cosas, solo me gustaba explorar el mar, que es para mí lo mas natural que existe en esta tierra distorsionada por el ser humano, pero adelantándose a su misma pregunta y a mi esperada respuesta, me dijo más sobre él, no me dejó contestar primero, a lo mejor quería dar un paso más que yo , estar a la delantera o simplemente ser cortés y empezar primero, contándome sobre su envidia a mis ojos según escuché, y me contó algo que quería saber, sobre su tripulación, que haría a su capitán el mas grande pirata de todos, cosa que me encantó, y compartíamos un deseo, el de ser un Supernova, algún día quisiera cumplir ese logro, pero me faltaba mucho para ello, así que terminando su respuesta y divisando una cálida y a la vez fría playa, respondí.
-La verdad esque... te hablaré con total sinceridad, pero pienso que te aburrirás- Pensandolo más solo me entregué a decirle todo lo que podía sobre sus anteriores preguntas.
-Me gusta explorar, navegar, conocer nuevos mundos y personas, adquirir experiencias en mis viajes, nuevos amigos y buenas relaciones, y sobre gustos personales... amo los postres, la gente fiel y confiable, los momentos adrenalínicos y demás, soy una chica muy movida por decirlo así, yo no tengo tripulación, pero si tuviera, me gustaría no ser la capitana , si no que también llevar a alguien a el mejor de todos o todas, tenemos algo en común, también planeo ser un supernova de esta generación, sé que lo podré lograr si me esfuerzo lo suficiente.-
Terminando con mi declaración, en la playa no fuí más que una infantil y me saqué mis botas, para sentir la arena tocando y cubriendo mis pies, sentir a la mismísima tierra era algo privilegiado a mi parecer, me encantan las cosas naturales y siempre me encantarán, así que dejando mis botas a un lado, procedí a sentarme nuevamente para esta vez, conversar más que en la pradera anterior, conocernos más a fondo, en un lugar preciso.
Rayder
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Agilidad
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Varios
Parecía que aquel pequeño empujón que Rayder se había dado a sí mismo para comenzar a hablar sobre él había conseguido que la señorita que caminaba a su lado tuviera las mismas ganas de contarle algo sobre su vida. Callándose para que ella diera rienda suelta a sus palabras, el joven pelinegro únicamente se quedó a su lado andando, con las manos dentro de los bolsillos y alzando un poco los hombros de su posición inicial, encogido por el leve frío que se unía al viento aquella noche, que le estaba poniendo los pelos de punta. A pesar de que fuera un "lindo gatito", en su forma humana sentía la temperatura de la misma forma que lo demás, no tenía ninguna ventaja al respecto.
Mientras que Yoko hablaba, él únicamente podía asentir o sonreír ante alguna de sus frases. Ciertamente, tenían algunos gustos bastante parecidos, lo que sorprendió gratamente al pirata. Era la primera mujer interesante que conocía desde hacía mucho tiempo, y desde luego era algo muy revelador para una persona como él. Había vida y entusiasmo fuera de su Reino natal, no todo se encerraba en torno a él. Y poco a poco descubría la extensión del mundo que tanto tiempo se le había privado. La libertad comenzaba aquella noche con el encuentro con la joven de cabellos rojizos como el fuego y ojos felinos amarillentos. La luna brillaba en lo alto, y las estrellas habían desaparecido por completo, tornando al cielo como si de un manto oscuro se tratase.
Despreocupada, valiente, adicta a las emociones fuertes y a los dulces, la joven era toda una "viva la vida" al completo. Siempre es bueno disfrutar de todo lo que te rodea, y ella parecía que lo hacía así. Aunque tal vez, conforme fuera descubriendo los distintos peligros que se escondían bajo las turbulentas aguas de la vida pirata, su carácter cambiase algo. No. Esperaba que no cambiase, que se quedase así siempre. ¿Pero quién sabe? Tal vez en un futuro, si volvieran a cruzarse en sendos caminos, la encontrase con otra forma de pensar. Pero esperaba que hasta que ese momento llegase, pasasen muchas lunas. Lo repetido siempre termina por aburrir, y hay quien dice que los encuentros fortuitos siempre son mucho mejores de lo que se esperan.
- Entonces tendremos que competir algún día, bien sea por el puesto de Novato del Año o por el puesto de nuestros capitanes en la jerarquía pirata - Sonrió, mostrando aquellos colmillos blanquecinos que parecían estar bastante afilados.
"Ojalá ese momento no llegue nunca, me agrada bastante", pensó. Le disgustaba demasiado pensar que tuvieran que enfrentarse por pertenecer a bandas opuestas, por no comentar de que siempre le habían educado para no ponerle un dedo encima a una dama en un combate. Contra una de ellas, a no ser que estuviera realmente enfadado o eclipsado por los sentimientos, no sería más que un estorbo que se podría barrer con una simple escoba. Como bien decía él, había nacido para amar a las mujeres, no para maltratarlas. Y ese, sería el punto que lo llevaría a su fatídico destino, aquella situación en la que sería abrazado por los mismísimos brazos de la Muerte ... Pero eso es otra historia, que no será contada en este momento.
Sin darse cuenta de cómo habían llegado a aquel lugar, se encontró rodeado de arena por todos lados. Sus pensamientos habían hecho que se olvidase por un instante de las palabras de la joven y de su destino, que actualmente era una playa de la periferia de Loguetown. Sentada en ella, con las botas quitadas, Yoko disfrutaba de la calma del mar y el olor a salitre que se daba. Incluso pudo ver a lo lejos un barco que estaba encallado. ¿Sería de ella? Parecía que nada malo pasaría en aquella noche, y que los peligros habían sido resueltos sin nada más que comentar. Cruzado de brazos, el joven comenzó a hablar.
- Creo que es el momento de despedirnos, señorita Littner - Dándose la vuelta, quedando la espalda contra la chica.
Comenzando a andar en dirección contraria, con las manos en los bolsillos y la mente todavía enturbiada por su pensamientos, se produjo un silencio cortante que podría incluso dar miedo. Un refilón de viento frío sacudió los pelos del cuerpo de Rayder, que bañado por la luz de la Luna seguía su camino para salir de la playa. No tardó demasiado en darse la vuelta con una sonrisa, mirando a su acompañante para decirle con esperas de verle en un futuro:
- Ya me darás la gabardina en otra ocasión, te hace más falta a ti que a mí - Levantando su mano derecha en una especie de despedida con ella.
Y así, el joven de pelo negro dio la vuelta sin un rumbo fijo. No tenía donde pasar la noche, pero no era algo que le importase. ¿Cuál sería su próxima aventura? Ni él mismo la conocía. Únicamente seguía con palabras y más palabras en su mente, entre las cuáles se podían destacar con claridad: "El mar es caprichoso, y nos volveremos a ver", pensó. Con el paso del tiempo, su figura se fue perdiendo en la oscuridad de la noche, hasta que no quedó nada más que su fragancia en las calles adoquinadas por donde pasaba. El día había llegado a su fin.
Mientras que Yoko hablaba, él únicamente podía asentir o sonreír ante alguna de sus frases. Ciertamente, tenían algunos gustos bastante parecidos, lo que sorprendió gratamente al pirata. Era la primera mujer interesante que conocía desde hacía mucho tiempo, y desde luego era algo muy revelador para una persona como él. Había vida y entusiasmo fuera de su Reino natal, no todo se encerraba en torno a él. Y poco a poco descubría la extensión del mundo que tanto tiempo se le había privado. La libertad comenzaba aquella noche con el encuentro con la joven de cabellos rojizos como el fuego y ojos felinos amarillentos. La luna brillaba en lo alto, y las estrellas habían desaparecido por completo, tornando al cielo como si de un manto oscuro se tratase.
Despreocupada, valiente, adicta a las emociones fuertes y a los dulces, la joven era toda una "viva la vida" al completo. Siempre es bueno disfrutar de todo lo que te rodea, y ella parecía que lo hacía así. Aunque tal vez, conforme fuera descubriendo los distintos peligros que se escondían bajo las turbulentas aguas de la vida pirata, su carácter cambiase algo. No. Esperaba que no cambiase, que se quedase así siempre. ¿Pero quién sabe? Tal vez en un futuro, si volvieran a cruzarse en sendos caminos, la encontrase con otra forma de pensar. Pero esperaba que hasta que ese momento llegase, pasasen muchas lunas. Lo repetido siempre termina por aburrir, y hay quien dice que los encuentros fortuitos siempre son mucho mejores de lo que se esperan.
- Entonces tendremos que competir algún día, bien sea por el puesto de Novato del Año o por el puesto de nuestros capitanes en la jerarquía pirata - Sonrió, mostrando aquellos colmillos blanquecinos que parecían estar bastante afilados.
"Ojalá ese momento no llegue nunca, me agrada bastante", pensó. Le disgustaba demasiado pensar que tuvieran que enfrentarse por pertenecer a bandas opuestas, por no comentar de que siempre le habían educado para no ponerle un dedo encima a una dama en un combate. Contra una de ellas, a no ser que estuviera realmente enfadado o eclipsado por los sentimientos, no sería más que un estorbo que se podría barrer con una simple escoba. Como bien decía él, había nacido para amar a las mujeres, no para maltratarlas. Y ese, sería el punto que lo llevaría a su fatídico destino, aquella situación en la que sería abrazado por los mismísimos brazos de la Muerte ... Pero eso es otra historia, que no será contada en este momento.
Sin darse cuenta de cómo habían llegado a aquel lugar, se encontró rodeado de arena por todos lados. Sus pensamientos habían hecho que se olvidase por un instante de las palabras de la joven y de su destino, que actualmente era una playa de la periferia de Loguetown. Sentada en ella, con las botas quitadas, Yoko disfrutaba de la calma del mar y el olor a salitre que se daba. Incluso pudo ver a lo lejos un barco que estaba encallado. ¿Sería de ella? Parecía que nada malo pasaría en aquella noche, y que los peligros habían sido resueltos sin nada más que comentar. Cruzado de brazos, el joven comenzó a hablar.
- Creo que es el momento de despedirnos, señorita Littner - Dándose la vuelta, quedando la espalda contra la chica.
Comenzando a andar en dirección contraria, con las manos en los bolsillos y la mente todavía enturbiada por su pensamientos, se produjo un silencio cortante que podría incluso dar miedo. Un refilón de viento frío sacudió los pelos del cuerpo de Rayder, que bañado por la luz de la Luna seguía su camino para salir de la playa. No tardó demasiado en darse la vuelta con una sonrisa, mirando a su acompañante para decirle con esperas de verle en un futuro:
- Ya me darás la gabardina en otra ocasión, te hace más falta a ti que a mí - Levantando su mano derecha en una especie de despedida con ella.
Y así, el joven de pelo negro dio la vuelta sin un rumbo fijo. No tenía donde pasar la noche, pero no era algo que le importase. ¿Cuál sería su próxima aventura? Ni él mismo la conocía. Únicamente seguía con palabras y más palabras en su mente, entre las cuáles se podían destacar con claridad: "El mar es caprichoso, y nos volveremos a ver", pensó. Con el paso del tiempo, su figura se fue perdiendo en la oscuridad de la noche, hasta que no quedó nada más que su fragancia en las calles adoquinadas por donde pasaba. El día había llegado a su fin.
- OFF:
- Rayder sale del tema con su 9º post, puedes cerrar con el siguiente. Ha sido un placer rolear contigo, Spit ~ Volvamos a hacerlo en un futuro ~
Zoey
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ese día, como cualquier otro, como uno de la rutina diaria, que amanece y anochese de la manera mas común de la vida, se había hecho especial, mi pelinegro acompañante lograba hacerme ver más allá de un lindo paisaje, de un arte gráfico, me hacía sentir la belleza de la naturaleza, conmoviéndome hasta el alma. La noche pasaba y él escuchando mis palabras con atención, como ningún otro hombre hacía, respetándo cada palabra cantada con mi voz sonriendo al subir un tono o dos, era de verdad un hombre educado, más que caballero por decirlo así, le quedaba pequeño el apodo.
Pasaban y pasaban los minutos de la noche clara por la luz de la brillante luna, pateaba suavemente la arena que se metía entre mis dedos y mis pies desnudos, parecía una total niña pero me gustaba la vida así, vivirla y disfrutarla, como debería hacer todo el mundo.
Me conmovió un poco el hecho de que tuviéramos que competir o algo similar algun día, yo no estaba de acuerdo, me caía demasiado bién como para hacerle daño, no era mi estilo dañar a gente que le tengo cariño. Tampoco tenía capitán, así que no podría serlo sin tripulación aunque nunca me ideé buscar una, siempre quiero que las cosas lleguen a mí y se den con el tiempo, no estoy para nada apurada, y por mientras, vivo la vida solitaria y aventurando el destino que se me ponga en frente.
Creo que llegaba el momento de decir adiós a tal hombre, la verdad no quería que se fuera pero era obligación del mismo irse, la noche estaba muy oscura y la penumbra es traicionera, había que tener cuidado y no andar por ahí a estas horas, no era seguro para nadie. El chico se retiró sin más, me había dejado su gabardina a mi cargo, y el solo marchó dando unos cuantos pasos, y diciendome adiós con un gesto de manos, me pareció raro de su parte, pero no podía controlar todo lo que haría tal hombre.
Con la gabardina cubriendo mi fría espalda, solo accedí a gritarle con energía acompañada de una gran brisa. -iNos vemos fiel caballero!.- con sonrisa tierna y segura, me afirmé la gabardina y procedí a ponerme mis botas, sin primero sacudir mis pies llenos de arena.
Caminé hacia mi pequeño barco cercano, y guardé la gabardina ordenadamente en un pequeño cofre que yo tenía a mano siempre, para cuando alguna vez cruzaramos nuestros destinos otra vez, se la regresaría por el gran favor hecho ese día, y pensaba, por una copa de más, la noche, no era una más.
-FIN DE ROL-
Pasaban y pasaban los minutos de la noche clara por la luz de la brillante luna, pateaba suavemente la arena que se metía entre mis dedos y mis pies desnudos, parecía una total niña pero me gustaba la vida así, vivirla y disfrutarla, como debería hacer todo el mundo.
Me conmovió un poco el hecho de que tuviéramos que competir o algo similar algun día, yo no estaba de acuerdo, me caía demasiado bién como para hacerle daño, no era mi estilo dañar a gente que le tengo cariño. Tampoco tenía capitán, así que no podría serlo sin tripulación aunque nunca me ideé buscar una, siempre quiero que las cosas lleguen a mí y se den con el tiempo, no estoy para nada apurada, y por mientras, vivo la vida solitaria y aventurando el destino que se me ponga en frente.
Creo que llegaba el momento de decir adiós a tal hombre, la verdad no quería que se fuera pero era obligación del mismo irse, la noche estaba muy oscura y la penumbra es traicionera, había que tener cuidado y no andar por ahí a estas horas, no era seguro para nadie. El chico se retiró sin más, me había dejado su gabardina a mi cargo, y el solo marchó dando unos cuantos pasos, y diciendome adiós con un gesto de manos, me pareció raro de su parte, pero no podía controlar todo lo que haría tal hombre.
Con la gabardina cubriendo mi fría espalda, solo accedí a gritarle con energía acompañada de una gran brisa. -iNos vemos fiel caballero!.- con sonrisa tierna y segura, me afirmé la gabardina y procedí a ponerme mis botas, sin primero sacudir mis pies llenos de arena.
Caminé hacia mi pequeño barco cercano, y guardé la gabardina ordenadamente en un pequeño cofre que yo tenía a mano siempre, para cuando alguna vez cruzaramos nuestros destinos otra vez, se la regresaría por el gran favor hecho ese día, y pensaba, por una copa de más, la noche, no era una más.
-FIN DE ROL-
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