Escuela de Rol Mixto Shuyutsu Daigaku

Al lado de la mansión Shuyutsu, justo pegado a la derecha de la cerca exterior, se enclava el Shuyutsu daigaku, un Dojo creado para perpetuar el arte de la familia Shuyutsu creado por su último miembro.

Shuyutsu Daigaku:

El Shuyutsu daigaku es un edificio también cercado como la mansión, pero mucho más pequeño que ésta última. Por dentro es un lugar amplio y limpio con una buena iluminación y una atmósfera que acompaña al aprendizaje de las artes marciales.

Interior:

Al entrar, el sensei se vislumbra al fondo justo en frente de la puerta pero justo al lado opuesto de ésta.



Hola novato. ¿De verdad quieres aprender? Pues vas a tener que ganártelo por que no voy a enseñar toda la sabiduría Shuyutsu al primer mindundi que aparezca por la puerta. La primera norma es que no se puede usar cualquier tipo de poder de una Akuma no mi o de hakki hasta que yo no te de permiso.
La segunda norma es que aquí el que manda soy yo. Yo soy Dios aquí dentro si alguien intenta desobedecer, será expulsado y no será readmitido. Fuera podréis ser los peores asesinos o los cazarrecompensas más temidos o incluso el general marine más premiado y alagado, pero aquí hasta que yo no lo diga no sois más que basura que solo sirve como saco de boxeo.
En éste dojo se premia tanto la eficacia del golpe como la belleza del movimiento. ¿Quieres saber ejecutar un buen y refinado movimiento?Pues has llegado justo al sitio en que necesitas estar.
Si respetas todas las normas y te esfuerzas quizás puedas convertirte en Ryōsei y comenzar el auténtico entrenamiento.
Adelante novato, da un paso al frente y preséntate.

Llegué despúes de un largo camino a la escuela Shuyutsu Daigaku, famosa por su autoritario sensei.
Toqué a la puerta y entre, acto seguido me dirigí hacia el sensei y me presenté.


- Me gustaría aprender, mi nombre es Sorin Markov pero los pocos que me conocen me llaman por mi nombre de guerra, Movmasan. Soy usuario del Akuma No Mi Chi Chi No Mi, tengo el poder de controlar mi sangre a mi antojo. No le puedo ofrecer nada aparte de obediencia. No le causaré problemas si me acepta.

De acuerdo señor Markov, sólo una cosa. Por ahora no me interesa tu fruta para nada. Sólo quiero comprobar cómo te mueves. No puedes usar tu fruta hasta que yo te lo diga. Enséñame como de elegante eres capaz de moverte y puede que te deje usar tu poder para mostrarme como de fuerte eres.

Dicho ésto me levanté lentamente para no forzar las sufridas articulaciones que ya llevaban un buen rato quietas en una posición algo forzadas. Estiré mi cuerpo levantando mis brazos con los dedos apuntando al techo y forcé mi cuerpo tensándolo hasta que crujieron las articulaciones adormiladas. Sacudí un poco mis piernas y brazos restableciendo la circulación de la sangre y me puse en posición de defensa esperando que hiciera su primer movimiento.

- De acuerdo, veamos cómo te mueves. recuerda que no puedes usar tu akuma.

Spoiler:

Era un día lluvioso, muy lluvioso, y una figura caminaba rumbo al Shuyutsu Daigaku. La extraña figura solamente parecía portar una capa que llevaba para reguardarse ligeramente de la lluvia. Kaleth levantó un poco su capucha para ver mejor y ahí vio una gran estructura de aspecto antiguo pero de un gusto exquisito.

Tras varios combates el joven cazarrecompensas había podido ver que su nivel era muy inferior al que se necesitaba, si quería continuar con vida con la profesión que había escogido necesitaría entrenamiento, aunque no le gustara la idea de depender de alguien. Tras estar informándose preguntando en locales y a personas casi todos le recomendaron el Shuyutsu Daigaku, así que sin pensarlo mucho se puso rumbo a su destino... justo el lugar donde se encontraba ahora.

- Parece que al fin he llegado. -

Kaleth se acercó a paso lento pero firme a la puerta, su cuerpo entero estaba tiritando la lluvia junto al fuerte viento hacía que el frio se intensificara. Temblando ligeramente puso una mano en cada una de las dos grandes puertas del dojo y abrió la puerta. Tenía curiosidad por ver quien sería la persona que se encargaría de juzgar su nivel de enseñarle aquello de lo que carecía actualmente.

Al entrar se sorprendió ligeramente al ver al hombre que estaba dentro, no parecía ser mucho más mayor que el lo cual sólo podía significar que pese a su juventud era muy habil. La sala era más amplia de lo que había imaginado lo cual a su parecer le daba más libertad para moverse, así que imaginaba que el estilo que enseñaba aquel hombre no sería simplemente quedarse quieto a esperar el golpe. Al darse cuenta que llevaba demasiado tiempo ensimismado Kaleth hizo una pequeña reverencia como muestra de respeto y dijo.

- Mi nombre es Akatsuya Kaleth, lo más parecido a un apodo que tengo es mi apellido pero me da igual la forma en la que me llames mientras consiga un entrenamiento efectivo. -

Hizo una pequeña pausa para coger aire y continuó.

- No tengo algo así como un estilo propio, mas si una habilidad para copiar los de los demás. Supongo que no debo decirte nada más pues de poco importancia será para ti. Sólo comunicarte que en estos momentos no tengo manera de recompensarte económicamente por el entrenamiento... Aunque prometo pagarte lo que sea en el momento en el que disponga del dinero necesario. -

Dicho esto, Kaleth miró mostrando seguridad en si mismo al que posiblemente sería su maestro durante un tiempo... Podía sentir su fuerza pero Kaleth no se dejaba guiar simplemente por las apariencias. Obviamente aquel hombre haría una prueba de nivel en la que examinaría el nivel del joven cazarrecompensas aunque este último también examinaría a su maestro en dicha prueba.

La puerta se abrió con un crujido pues la lluvia y la humedad elevada habían hinchado algo la madera quejándose perezosamente mientras alguna fuerza la obligaba a moverse contra su voluntad. Una figura empapada aparecía detrás de la puerta mostrando su decaída y frágil figura ante el ataque inexorable del frío húmedo que la lluvia había plantado en él. Después de cruzar la entrada, dio un par de pasos hacia el interior dejando que las puertas cerraran con un nuevo crujido mientras ensimismado miraba el interior del Dogo.

El golpe de la puerta tras de él le sacó de sus cavilaciones y por fin se fijó en que yo estaba frente a él mirándole. Parecía asombrado, como decepcionado. Quizás no esperaba que alguien como yo fuera un maestro o quizás simplemente me había imaginado de alguna otra forma. Se cuadró frente a mí y me hizo una reverencia, era un chico educado, me gustaba su actitud. Se presentó como Akatsuya Kaleth, y pidió un entrenamiento efectivo. Imagino que hasta ahora no había seguido un entrenamiento normalizado y no había conseguido aprender mucho, de modo que estaría seguramente lleno de malos hábitos por corregir. Levantó de nuevo la cabeza y prosiguió con su presentación diciendo que era una especia de copiador de técnicas o estilos, eso no lo entendí bien y me informó de que no poseía nada para hacer frente a una matrícula o cuota.

- No te preocupes ahora por esas cosas Kaleth, primero he de comprobar cual es tu nivel. Te explicaré en qué consistirá. Quiero que luches conmigo aquí, sólo un par de asaltos para comprobar cómo te mueves, cuales son tus movimientos naturales en varios contextos de lucha y trataré de corregirte un par de cosas para ver cómo responderás a las lecciones.

Tras una pequeña pausa dramática para comprobar la reacción del nuevo aspirante a aprendiz del Estilo Shuyutsu.

- Adelante, te espero aquí mismo, aunque me encuentre sentado, atácame sin piedad, pues quiero ser capaz de ver tu máximo. Empléate a fondo en ésta prueba para saber cuales son los puntos que tendremos que reforzar en tí.

Spoiler:

Llevaba tiempo buscándola y después de preguntar a muchos la encontró, la escuela Shuyutsu Daigaku. Stinger aunque fatigado por la gran caminata de más de un día de camino se dirigió hacia la puerta de aquel dojo, no esta cerrada por lo que empujó la puerta y entró. Dentro estaba el maestro. Stinger fue hacia él y sin más rodeos le preguntó:

-Vengo dispuesto a aprender, aceptaré las normas que me impongas, trabajaré duro para convertirme en alguien mucho más poderoso.

Ansioso esperaba la respuesta del maestro.

Como artista marcial me habían recomendado esta escuela por su rigurosidad y la calidad de su entrenamiento, así que cuando llegue a la puerta la abrí sin pensarlo un momento di un paso al frente y dije: - ¡Me llamo Karuros D. Marco y estoy dispuesto a aguantar lo que sea con tal de hacerme más fuerte!