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La nieve comenzaba a caer rauda en aquel día de la isla invernal. Tequila Wolf era famoso por el gran puente en construcción, el cuál llevaba así desde no se sabía cuanto tiempo. Y quién sabe, tal vez incluso ni lo lleguen a terminar las mismas personas que lo trabajan a pico y pala, día y noche. Por otra parte, el ancho mar sobre el cuál se estaba edificando dicha construcción mantenía una película blanquecina de nieve, propia del clima. Con respecto al interior de la ciudad, muros de ladrillos grises era lo más normal, con unas vistas tristes. Resumiendo, una jodida isla aburrida. Pero el Gobierno debe moverse a los lugares donde hay problemas, como es el caso de esta región del East Blue.
Días atrás se había notificado a los cuarteles que hubo varias sublevaciones de los trabajadores, por lo que necesitaban gente con más "chispa" y mano dura para controlarles. No se sabía si la Marina había mandado a alguien en especial, pero el Gobierno sí que había respondido como solo ellos lo sabían hacer: mandando a uno de sus superhombres. ¿Y dónde se encontraba a las cuatro de la tarde? Simple, en la taberna.
- Waaa ... - Dijo exhalando su aliento sobre la barra de dicho establecimiento.
Sentado sobre una silla de madera, con una jarra de cerveza en la mano y cara de pocos amigos, el agente enviado por el Gobierno descansaba plácidamente. Su cabello negro se fusionaba a la perfección con su traje oscuro con algunas vetas más claras, mientras que eran más notables las dos fundas de pistolas que portaba en su cadera, cada una de ellas en un extremo distinto. Tenía un cuerpo bien formado, y su mirada era tan afilada que los clientes intentaban no mantener un contacto visual con él. Infundía miedo a raudales, incluso estando ebrio como en aquellos instantes.
De un gran sorbo, terminó la jarra de cerveza que portaba con una de sus manos, dejando a la vista varias cicatrices de su cuello de un color más oscuro que la propia piel. Recuerdos que se habían grabado incluso en su propio cuerpo: arañazos, cortes, contusiones. Estaba marcado de por vida, pero ahora disfrutaba de aquello. Con su otra mano libre dio un golpe en la barra, para llamar al camarero, el cuál se encontraba lavando varios vasos sucios con un trapo grisáceo. Su voz semi-ronca y sus ojos rojizos se dirigieron hacia él, para decirle con una mueca de desagrado en su expresión facial, que parecía ser lo más usual en él.
- ¿Qué coño tengo que hacer para que me pongas otra cerveza, eh? - Claramente con voz de pocos amigos.
El hombre bajó la cabeza y ni siquiera se dignó a contestarle. Simplemente fue a echar otra cantidad de dicho líquido alcohólico en una jarra nueva y se la lanzó por la barra. Esta deslizó hasta quedar atrapada en la mano del agente del Gobierno, que movía su pie derecho en los recodos de la silla que lo mantenía en aquella posición. Crujiendo los huesos del cuello, mientras movía de izquierda a derecha su cabeza, volvió a dar un nuevo sorbo. Sus mejillas estaban ya más que sonrojadas, y no parecía estar demasiado dispuesto a hacer su trabajo.
¿Pero por qué le habían enviado a él? Si era un borracho, un descarado y encima tenía malos modales. La cuestión es sencilla: Tequila Wolf quería una persona que infundiera miedo a los trabajadores para que agachasen la cabeza y siguieran trabajando. Lo mismo que había hecho el camarero de la taberna al ver la furia que brillaba como el fuego en los ojos de este hombre.
Días atrás se había notificado a los cuarteles que hubo varias sublevaciones de los trabajadores, por lo que necesitaban gente con más "chispa" y mano dura para controlarles. No se sabía si la Marina había mandado a alguien en especial, pero el Gobierno sí que había respondido como solo ellos lo sabían hacer: mandando a uno de sus superhombres. ¿Y dónde se encontraba a las cuatro de la tarde? Simple, en la taberna.
- Waaa ... - Dijo exhalando su aliento sobre la barra de dicho establecimiento.
Sentado sobre una silla de madera, con una jarra de cerveza en la mano y cara de pocos amigos, el agente enviado por el Gobierno descansaba plácidamente. Su cabello negro se fusionaba a la perfección con su traje oscuro con algunas vetas más claras, mientras que eran más notables las dos fundas de pistolas que portaba en su cadera, cada una de ellas en un extremo distinto. Tenía un cuerpo bien formado, y su mirada era tan afilada que los clientes intentaban no mantener un contacto visual con él. Infundía miedo a raudales, incluso estando ebrio como en aquellos instantes.
De un gran sorbo, terminó la jarra de cerveza que portaba con una de sus manos, dejando a la vista varias cicatrices de su cuello de un color más oscuro que la propia piel. Recuerdos que se habían grabado incluso en su propio cuerpo: arañazos, cortes, contusiones. Estaba marcado de por vida, pero ahora disfrutaba de aquello. Con su otra mano libre dio un golpe en la barra, para llamar al camarero, el cuál se encontraba lavando varios vasos sucios con un trapo grisáceo. Su voz semi-ronca y sus ojos rojizos se dirigieron hacia él, para decirle con una mueca de desagrado en su expresión facial, que parecía ser lo más usual en él.
- ¿Qué coño tengo que hacer para que me pongas otra cerveza, eh? - Claramente con voz de pocos amigos.
El hombre bajó la cabeza y ni siquiera se dignó a contestarle. Simplemente fue a echar otra cantidad de dicho líquido alcohólico en una jarra nueva y se la lanzó por la barra. Esta deslizó hasta quedar atrapada en la mano del agente del Gobierno, que movía su pie derecho en los recodos de la silla que lo mantenía en aquella posición. Crujiendo los huesos del cuello, mientras movía de izquierda a derecha su cabeza, volvió a dar un nuevo sorbo. Sus mejillas estaban ya más que sonrojadas, y no parecía estar demasiado dispuesto a hacer su trabajo.
¿Pero por qué le habían enviado a él? Si era un borracho, un descarado y encima tenía malos modales. La cuestión es sencilla: Tequila Wolf quería una persona que infundiera miedo a los trabajadores para que agachasen la cabeza y siguieran trabajando. Lo mismo que había hecho el camarero de la taberna al ver la furia que brillaba como el fuego en los ojos de este hombre.
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Un navío de la Marina se acercaba al puerto. En él había una gran actividad: los marines se aprestaban a arriar las velas mientras los oficiales menores daban órdenes a gritos. Sobre la cubierta, un hombre joven alto de pelo corto y oscuro, con pantalones y botas negras, una camiseta también negra de manga larga y una capa blanca de oficial con chorreras por encima miraba hacia el puerto, sujetando una botella de vodka. Dio un largo trago a esta y suspiró.
- Odio este maldito frío.
La verdad es que iba ligero de ropas para el frío que hacía, pero el Capitán de Flota Lion D. Karl era una persona calurosa que normalmente iba desnudo de torso para arriba incluso cuando llovía. El hecho de que se hubiese puesto una camiseta significaba que hacía frío de verdad. Esa resistencia casi inhumana al clima suele atribuirse a su fruta entre la tripulación, pero no está muy claro de dónde proviene. De todos modos, era obvio que el calor del alcohol le ayudaba a soportar el frío. Les habían mandado a aquel lugar a suprimir una revuelta de trabajadores. La Brigada Disciplinaria de Lion D. Karl era una división de la marina compuesta por los marines más salvajes y sanguinarios por un lado y por otro por marines con un sentido de la justicia tan estricto que aprobaban métodos de represión totalmente inhumanos contra los criminales y los enemigos del Gobierno. La función principal de la Brigada Disciplinaria era castigar a las islas sorprendidas apoyando a la Revolución o a piratas, así como aplastar revueltas como aquella. El mismo navío de la Brigada llevaba, además de las banderas de la Marina y el Gobierno Mundial, su propia bandera: un puño rojo con una B y una D negras a los lados.
Lion D. Karl tenía cierta fama ya en el East Blue, lo que lo hacía idóneo para aquella misión. En cuanto los obreros supiesen de su presencia, se desalentarían. Corrían cientos de rumores de él: que era un hombre cruel, sanguinario y que disfrutaba devorando los cerebros de sus enemigos, que su fuerza equivalía a la de cien hombres, que había hecho un pacto con los shinigamis y que ahora era indestructible... la verdad era que obviamente eran todo habladurías. Karl era una persona extremadamente fuerte y bastante musculosa, pero no era tampoco algo inhumano. Tampoco era alguien especialmente cruel; permitía a sus subordinados llevar a cabo atrocidades con el único motivo de ganarse su lealtad, pero no disfrutaba con ello. Karl era más bien lo que se dice una persona práctica. Carecía de valores morales, y todo lo que hacía estaba encaminado de una manera u otra a obtener un beneficio.
Finalmente, el barco llegó a puerto. Los marines aún tardaron un rato en echar el ancla y terminar con los últimos preparativos. Karl llamó a su primer oficial y le encargó que se ocupase de que todo estuviese en orden y que dirigiese a los hombres al frente, a reunirse con los guardias y los capataces de Tequila Wolf. Él tenía algo que hacer antes de ello. Le habían avisado de que un agente del Gobierno Mundial estaría allí para ayudarle en su misión. Ya le habían dicho que era una persona dada a la bebida, así que decidió comenzar a buscar por las tabernas de la zona. Bajó por la pasarela al muelle y caminó hacia el interior de la ciudad. Después de un rato, probó suerte en la primera taberna que encontró. Abrió la puerta y entró con paso firme en ella, sacando pecho para que se notase a través de la camisa su impresionante musculatura. Karl era una persona un tanto vanidosa con el tema de su corpulencia, y le gustaba llevar el torso al descubierto y que la gente se impresionase al ver su increíble forma física y los cientos de cicatrices que atestiguaban su experiencia en batalla. Odiaba llevar una camiseta que tapase su cuerpo. Se dirigió a un hombre trajeado que bebía como un cosaco cerveza en la barra. Era un hombre de pelo negro, con la piel marcada de cicatrices. Llevaba dos pistolas a los lados, y iba notoriamente ebrio, aunque a pesar de ello su aspecto infundía una cierta intranquilidad a Karl. En conjunto era un hombre siniestro.
- ¿Zhown D. Zahard, agente del CP1? - preguntó con gravedad. Lo había reconocido por la descripción que le habían dado de él.
- Odio este maldito frío.
La verdad es que iba ligero de ropas para el frío que hacía, pero el Capitán de Flota Lion D. Karl era una persona calurosa que normalmente iba desnudo de torso para arriba incluso cuando llovía. El hecho de que se hubiese puesto una camiseta significaba que hacía frío de verdad. Esa resistencia casi inhumana al clima suele atribuirse a su fruta entre la tripulación, pero no está muy claro de dónde proviene. De todos modos, era obvio que el calor del alcohol le ayudaba a soportar el frío. Les habían mandado a aquel lugar a suprimir una revuelta de trabajadores. La Brigada Disciplinaria de Lion D. Karl era una división de la marina compuesta por los marines más salvajes y sanguinarios por un lado y por otro por marines con un sentido de la justicia tan estricto que aprobaban métodos de represión totalmente inhumanos contra los criminales y los enemigos del Gobierno. La función principal de la Brigada Disciplinaria era castigar a las islas sorprendidas apoyando a la Revolución o a piratas, así como aplastar revueltas como aquella. El mismo navío de la Brigada llevaba, además de las banderas de la Marina y el Gobierno Mundial, su propia bandera: un puño rojo con una B y una D negras a los lados.
Lion D. Karl tenía cierta fama ya en el East Blue, lo que lo hacía idóneo para aquella misión. En cuanto los obreros supiesen de su presencia, se desalentarían. Corrían cientos de rumores de él: que era un hombre cruel, sanguinario y que disfrutaba devorando los cerebros de sus enemigos, que su fuerza equivalía a la de cien hombres, que había hecho un pacto con los shinigamis y que ahora era indestructible... la verdad era que obviamente eran todo habladurías. Karl era una persona extremadamente fuerte y bastante musculosa, pero no era tampoco algo inhumano. Tampoco era alguien especialmente cruel; permitía a sus subordinados llevar a cabo atrocidades con el único motivo de ganarse su lealtad, pero no disfrutaba con ello. Karl era más bien lo que se dice una persona práctica. Carecía de valores morales, y todo lo que hacía estaba encaminado de una manera u otra a obtener un beneficio.
Finalmente, el barco llegó a puerto. Los marines aún tardaron un rato en echar el ancla y terminar con los últimos preparativos. Karl llamó a su primer oficial y le encargó que se ocupase de que todo estuviese en orden y que dirigiese a los hombres al frente, a reunirse con los guardias y los capataces de Tequila Wolf. Él tenía algo que hacer antes de ello. Le habían avisado de que un agente del Gobierno Mundial estaría allí para ayudarle en su misión. Ya le habían dicho que era una persona dada a la bebida, así que decidió comenzar a buscar por las tabernas de la zona. Bajó por la pasarela al muelle y caminó hacia el interior de la ciudad. Después de un rato, probó suerte en la primera taberna que encontró. Abrió la puerta y entró con paso firme en ella, sacando pecho para que se notase a través de la camisa su impresionante musculatura. Karl era una persona un tanto vanidosa con el tema de su corpulencia, y le gustaba llevar el torso al descubierto y que la gente se impresionase al ver su increíble forma física y los cientos de cicatrices que atestiguaban su experiencia en batalla. Odiaba llevar una camiseta que tapase su cuerpo. Se dirigió a un hombre trajeado que bebía como un cosaco cerveza en la barra. Era un hombre de pelo negro, con la piel marcada de cicatrices. Llevaba dos pistolas a los lados, y iba notoriamente ebrio, aunque a pesar de ello su aspecto infundía una cierta intranquilidad a Karl. En conjunto era un hombre siniestro.
- ¿Zhown D. Zahard, agente del CP1? - preguntó con gravedad. Lo había reconocido por la descripción que le habían dado de él.
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El calor que había en el interior de la taberna en la que el agente del Gobierno se encontraba hizo que tuviera que desanudarse la corbata apretada contra su cuello, además de desabrochar uno de los botones superiores, quedando un poco abierta la camisa que portaba. La chaqueta negra la llevaba sujetada en los hombros, colgando por su espalda. Incluso podía verse un extraño pendiente que tenía puesto en la oreja izquierda, con unas plumas de pájaros de distintos colores. Las botas anudadas hasta casi la rodilla sobresalían por su pantalón, dándole un aspecto rebelde, pero con cierto toque de glamour. Era una persona demasiado hedonista, para él la imagen era algo que valía demasiado, y no se encontraba bien si no estaba perfectamente vestido de pies a cabeza.
Y sin embargo, el frío recorrió la habitación donde se encontraba cuando se abrió la puerta de la taberna. Los pelos se le pusieron de punta en cuanto notó la diferencia de temperatura en su propio cuerpo, tiritando un poco con el cuello. Ante tal acto, simplemente dio otro gran sorbo a su cerveza y giró la cabeza con unos ojos aterradores para mirar a la persona que había llegado para joder su momento calentito. Buscando por la habitación, no tardó mucho en encontrarle, pero su cabeza pesaba demasiado para mantener mucho tiempo la vista fija en aquel tipo. El alcohol estaba empezando a atontarlo un poco, tendría que dejar de beber ya o se pondría demasiado mal. Y si no cumplía con éxito su trabajo, no podría ganar su sueldo mensual; y si no ganaba su sueldo mensual, no podría beber cerveza. Todo era un ciclo que se mordía la cola a sí misma.
- Coño, tengo los pezones de punta por este jodido frío - Dijo, tiritando un poco todavía.
Devolviendo su vista hacia el frente, continuó disfrutando de aquella soledad que tanto le gustaba, con una buena jarra de bebida en su mano derecha y el placer de saber que se encontraba arropado por los brazos de la calidad del hogar, a no ser que más personas comenzasen a abrir y cerrar las puertas del local, dejando que el frío se volviera a colar al interior. En ese caso, tal vez se enfadase y crease un buen caos en la taberna. Cosa que no quería nadie de la isla, ya que cuando se enfadaba, todo lo que tenía a su alrededor podría quedar hecho trizas en menos de un segundo, siempre que para él fuera una razón de peso el motivo de su enfado.
Un momento más tarde, el tío que había entrado llamando la atención de los demás se había acercado a nuestro agente especial tan carismático. Sin dirigirle la mirada siquiera, pudo escuchar con sus enturbiados oídos cómo le preguntaba por su nombre, afirmando si era un agente de la división del Cipher Pol de rango más bajo. Solo sería cuestión de tiempo que avanzase y ascendiera en su carrera jerárquica, pero para ello tenía que dejar a un lado su gusto por la bebida y comenzar a trabajar un poco. Terminando con un largo sorbo de su cerveza la jarra que tenía en la mano, volvió a mirar a aquella persona para decirle tras soltar un pequeño eructo.
- Depende de quien lo pregunte - Comentó con un ojo medio cerrado por la ebriedad que embriagaba su cuerpo.
Entonces giró sobre la silla para quedar encarado a la persona que le había hablado. Lo que más podría llamar la atención era su musculatura, además de su oscuro pelo, combinado con unas patillas extrañas. Apoyando un codo en la barra, la mano de ese mismo miembro que conformaba el brazo sostenía la mejilla del agente, que miraba al otro como quien miraba a una obra de arte sin interesale. Aunque no estaba para juegos, ya que si era alguien que no perteneciera a la Marina o al Gobierno, no dudaría en darle tres tortas y mandarle para su casa. Por tanto, esperando que aquella pregunta de su mente se solucionase, le dijo mirándolo con aquellos ojos tan rojos que le caracterizaban:
- La cuestión es, ¿quién eres tú? - Con un leve matiz de borracho.
Y sin embargo, el frío recorrió la habitación donde se encontraba cuando se abrió la puerta de la taberna. Los pelos se le pusieron de punta en cuanto notó la diferencia de temperatura en su propio cuerpo, tiritando un poco con el cuello. Ante tal acto, simplemente dio otro gran sorbo a su cerveza y giró la cabeza con unos ojos aterradores para mirar a la persona que había llegado para joder su momento calentito. Buscando por la habitación, no tardó mucho en encontrarle, pero su cabeza pesaba demasiado para mantener mucho tiempo la vista fija en aquel tipo. El alcohol estaba empezando a atontarlo un poco, tendría que dejar de beber ya o se pondría demasiado mal. Y si no cumplía con éxito su trabajo, no podría ganar su sueldo mensual; y si no ganaba su sueldo mensual, no podría beber cerveza. Todo era un ciclo que se mordía la cola a sí misma.
- Coño, tengo los pezones de punta por este jodido frío - Dijo, tiritando un poco todavía.
Devolviendo su vista hacia el frente, continuó disfrutando de aquella soledad que tanto le gustaba, con una buena jarra de bebida en su mano derecha y el placer de saber que se encontraba arropado por los brazos de la calidad del hogar, a no ser que más personas comenzasen a abrir y cerrar las puertas del local, dejando que el frío se volviera a colar al interior. En ese caso, tal vez se enfadase y crease un buen caos en la taberna. Cosa que no quería nadie de la isla, ya que cuando se enfadaba, todo lo que tenía a su alrededor podría quedar hecho trizas en menos de un segundo, siempre que para él fuera una razón de peso el motivo de su enfado.
Un momento más tarde, el tío que había entrado llamando la atención de los demás se había acercado a nuestro agente especial tan carismático. Sin dirigirle la mirada siquiera, pudo escuchar con sus enturbiados oídos cómo le preguntaba por su nombre, afirmando si era un agente de la división del Cipher Pol de rango más bajo. Solo sería cuestión de tiempo que avanzase y ascendiera en su carrera jerárquica, pero para ello tenía que dejar a un lado su gusto por la bebida y comenzar a trabajar un poco. Terminando con un largo sorbo de su cerveza la jarra que tenía en la mano, volvió a mirar a aquella persona para decirle tras soltar un pequeño eructo.
- Depende de quien lo pregunte - Comentó con un ojo medio cerrado por la ebriedad que embriagaba su cuerpo.
Entonces giró sobre la silla para quedar encarado a la persona que le había hablado. Lo que más podría llamar la atención era su musculatura, además de su oscuro pelo, combinado con unas patillas extrañas. Apoyando un codo en la barra, la mano de ese mismo miembro que conformaba el brazo sostenía la mejilla del agente, que miraba al otro como quien miraba a una obra de arte sin interesale. Aunque no estaba para juegos, ya que si era alguien que no perteneciera a la Marina o al Gobierno, no dudaría en darle tres tortas y mandarle para su casa. Por tanto, esperando que aquella pregunta de su mente se solucionase, le dijo mirándolo con aquellos ojos tan rojos que le caracterizaban:
- La cuestión es, ¿quién eres tú? - Con un leve matiz de borracho.
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El agente del gobierno le miró, con obvias dificultades para entornar la vista. "Está peor de lo que pensaba. ¿Pero qué se cree este hombre, bebiendo tanto durante una misión?" En cualquier caso, le había tocado trabajar con aquel hombre y no podía desobedecer una orden directa de arriba. El marine se cruzó los brazos y lo examinó de pies a cabeza. Era obvio que era una persona que cuidaba su aspecto, aunque no entendía para qué si después se descuidaba tanto a sí mismo. A Karl le gustaba beber, pero no se entregaba a los vicios como parecía hacerlo aquel hombre. Por la forma de hablar, parecía alguien rudo y maleducado, aunque bien podía ser consecuencia del alcohol. El agente eructó y le contestó ambiguamente una respuesta que daba a entender al joven oficial que era él, pero que lo negaría dependiendo de quién fuese él. Después lo miró de pies a cabeza y le preguntó bruscamente quién era. Karl terminó la botella de vodka que llevaba con él de un trago y posó esta en la barra. Le había afectado ya un poco, pero no demasiado pues había comido recientemente, además era una persona con gran resistencia al alcohol (Fruto de años bebiendo) y la botella ya estaba empezada cuando la cogió en su camarote.
- Mi nombre es Lion D. Karl, Jefe de Flota Menor y Capitán de Flota de la Brigada Disciplinaria. Me han enviado para sofocar las revueltas obreras en esta zona. Si no me equivoco vos sois Zhown D. Zahard y el Gobierno os ha enviado con la misma misión que yo, con lo cual es necesario que colaboremos.
Su interlocutor no parecía estar en condiciones de nada, pero Karl debía intentarlo. Tal vez estuviese menos borracho de lo que aparentaba. Ya había conocido a gente que parecía estar bastante ebria y resultaba controlar más de lo que se hubiese pensado. Karl se ajustó sus chorreras de oficial al hombro y se colocó bien la capa, en un gesto disimulado para denotar estas prendas de oficial que su borracho compañero parecía no haber visto en un primer momento.
- Mi nombre es Lion D. Karl, Jefe de Flota Menor y Capitán de Flota de la Brigada Disciplinaria. Me han enviado para sofocar las revueltas obreras en esta zona. Si no me equivoco vos sois Zhown D. Zahard y el Gobierno os ha enviado con la misma misión que yo, con lo cual es necesario que colaboremos.
Su interlocutor no parecía estar en condiciones de nada, pero Karl debía intentarlo. Tal vez estuviese menos borracho de lo que aparentaba. Ya había conocido a gente que parecía estar bastante ebria y resultaba controlar más de lo que se hubiese pensado. Karl se ajustó sus chorreras de oficial al hombro y se colocó bien la capa, en un gesto disimulado para denotar estas prendas de oficial que su borracho compañero parecía no haber visto en un primer momento.
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Apoyando sendas manos en la barra de la taberna, levantó su culo del asiento en el que estaba apoyado. Aferrándose con fuerza, se irguió hasta que su espalda quedó recta, girándose para mirar al chico de pelo negro que tenía a su lado. Su presentación le dio a entender que era un marine, mas no se quedó con su nombre entero, únicamente con Karl. Por lo visto, le había tocado ser su compañero de misión. La Marina y el Gobierno volvían a trabajar juntos, y sería un placer para el borrachuzo de Zhown que una persona más estuviera al tanto de lo que podía hacer o no en ese estado. Intentando controlar sus movimientos para no tambalearse, suspiró profundamente y reguló como pudo el calibre de su voz, comenzando a decir.
- Bah, bah, bah, bah, bah ... - A un ritmo frenético, para luego sosegarse un poco y añadir. - No me importa tu rango en la Marina, solo quería saber si pertenecías a ella o eras un espía de los criminales, punto.
Metiendo su mano derecha en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta, sacó unas cuantas monedas que servirían para pagar las copas que se había tomado. Las dejó con un fuerte golpe de mano en la barra, mientras que giraba a los lados su cuello y comenzaba a andar hacia la salida de la taberna. Con una mano, llamó al marine de nombre Karl para que le siguiera, mientras que cruzaba el umbral que separaba la calidez del interior de aquel lugar con el frío invernal de Tequila Wolf. Su reacción nada más salir de allí fue estornudar, un momento cómico en el que sus mocos salieron despedidos con un color verdoso hasta tocar la nieve que se había acumulado en el suelo.
Continuó avanzando, aunque aminoró un poco la velocidad de su marcha para que Karl se pusiera a su lado. Fue entonces cuando empezó la conversación. El frío había hecho que se "despertase" un poco de su estado de embriaguez, por lo que ahora podía pensar con un poco más de claridad. El objetivo era sencillo: hacer que los sublevados agachasen la cabeza como perros y siguieran trabajando en el puente de Tequila Wolf. Ante toda esa información, el agente del Gobierno miró al marine para preguntarle.
- Bueno, ¿cuál es tu punto de vista de esta situación? ¿Crees que debemos ir directos o podemos hacer algo para no cansarnos mucho? - Abriendo la boca como un cochino para bostezar.
Sus manos fueron rápidamente hacia la corbata y la camisa, volviendo a abrocharla y anudarla como la tenía antes, en el interior del cálido bar. Incluso cerró algunos botones de su chaqueta sobre su propio cuerpo, de forma que se arropase un poco más. Conforme seguían andando, el puente fue apareciendo poco a poco ante sus ojos, hasta que lo vieron por completo. En varios puntos repartidos por toda su longitud había unos puestos en los que grupos de personas con pancartas y que no trabajaban por el simple hecho de que no querían, vagabundeaban de un lado a otro esperando un milagro del cielo: que el puente se acabase de construir por sí mismo. Eran los llamados sublevados. Y ellos, eran sus objetivos.
Vamos a terminar pronto con esto, tengo un frío de tres pares de narices - Tiritando, con la punta de la nariz sonrojada por el frío.
Cierto era que no le gustaba para nada aquel clima invernal, le rompía todo el cuerpo, por decirlo de alguna manera. Siempre había vivido en lugares cálidos o primaverales, se había acostumbrado a ello con el tiempo. Pero las islas otoñales e invernales era algo que no podía soportar, al igual que a los Okama. Eran temas que no tranquilizaban para nada al agente del Cipher Pol, el cuál seguía su camino hacia la base del gran puente que se estaba erigiendo en Tequila Wolf, una isla nada importante del East Blue.
- Bah, bah, bah, bah, bah ... - A un ritmo frenético, para luego sosegarse un poco y añadir. - No me importa tu rango en la Marina, solo quería saber si pertenecías a ella o eras un espía de los criminales, punto.
Metiendo su mano derecha en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta, sacó unas cuantas monedas que servirían para pagar las copas que se había tomado. Las dejó con un fuerte golpe de mano en la barra, mientras que giraba a los lados su cuello y comenzaba a andar hacia la salida de la taberna. Con una mano, llamó al marine de nombre Karl para que le siguiera, mientras que cruzaba el umbral que separaba la calidez del interior de aquel lugar con el frío invernal de Tequila Wolf. Su reacción nada más salir de allí fue estornudar, un momento cómico en el que sus mocos salieron despedidos con un color verdoso hasta tocar la nieve que se había acumulado en el suelo.
Continuó avanzando, aunque aminoró un poco la velocidad de su marcha para que Karl se pusiera a su lado. Fue entonces cuando empezó la conversación. El frío había hecho que se "despertase" un poco de su estado de embriaguez, por lo que ahora podía pensar con un poco más de claridad. El objetivo era sencillo: hacer que los sublevados agachasen la cabeza como perros y siguieran trabajando en el puente de Tequila Wolf. Ante toda esa información, el agente del Gobierno miró al marine para preguntarle.
- Bueno, ¿cuál es tu punto de vista de esta situación? ¿Crees que debemos ir directos o podemos hacer algo para no cansarnos mucho? - Abriendo la boca como un cochino para bostezar.
Sus manos fueron rápidamente hacia la corbata y la camisa, volviendo a abrocharla y anudarla como la tenía antes, en el interior del cálido bar. Incluso cerró algunos botones de su chaqueta sobre su propio cuerpo, de forma que se arropase un poco más. Conforme seguían andando, el puente fue apareciendo poco a poco ante sus ojos, hasta que lo vieron por completo. En varios puntos repartidos por toda su longitud había unos puestos en los que grupos de personas con pancartas y que no trabajaban por el simple hecho de que no querían, vagabundeaban de un lado a otro esperando un milagro del cielo: que el puente se acabase de construir por sí mismo. Eran los llamados sublevados. Y ellos, eran sus objetivos.
Vamos a terminar pronto con esto, tengo un frío de tres pares de narices - Tiritando, con la punta de la nariz sonrojada por el frío.
Cierto era que no le gustaba para nada aquel clima invernal, le rompía todo el cuerpo, por decirlo de alguna manera. Siempre había vivido en lugares cálidos o primaverales, se había acostumbrado a ello con el tiempo. Pero las islas otoñales e invernales era algo que no podía soportar, al igual que a los Okama. Eran temas que no tranquilizaban para nada al agente del Cipher Pol, el cuál seguía su camino hacia la base del gran puente que se estaba erigiendo en Tequila Wolf, una isla nada importante del East Blue.
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Agilidad
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El agente le dijo que le daba igual su rango, solo quería saber si era marine. Se levanto tambaleándose y pagó torpemente su parte. Le hizo un gesto para que le siguiese y salieron al frío. La verdad es que era bastante desagradable aquel clima. Karl estaba deseando entrar en batalla para poder entrar un poco en calor. El borracho pareció serenarse poco a poco ahora que le daba el aire. Mientras caminaban hacia el puente, su compañero le preguntó qué harían.
- Mejor ir directos. Quiero acabar esta mierda cuanto antes - dijo Karl, con el ceño fruncido.
No solía recurrir a ese lenguaje, pero estaba de mal humor y el vodka le había subido un poco. Le había tocado una misión en una isla extremadamente fría con un compañero borracho, y eso lo exasperaba. De repente el puente se hizo visible. Un montón de gente con pancartas estaban por la zona, sin hacer aparentemente nada. Pero eso no le cuadraba a Karl. Los informes decían que la revuelta estaba bien organizada; había varios presos que se habían erigido en líderes y dirigían a los demás obreros.
- Espera, algo no va bien - dijo cuando Zhown le instó a entrar en batalla.
El oficial marine se sacó un den den mushi. Avisaría a sus chicos para que entrasen en batalla ellos primero. Estaba seguro que se había alguna trampa en aquello y los usaría para enterarse. Hizo una breve llamada y esperaron. Al rato, los marines aparecieron frente al puente. Los obreros se aprestaron a colocarse tras las barricadas y sacar los fusiles. Los marines cargaron contra estos. La batalla estaba a punto de comenzar, pero de repente se empezaron a escuchar tiros antes de que ninguno de los bandos comenzase a disparar, y los marines comenzaron a caer. Los tiros venían de un edificio cercano, una torre de vigilancia de varios pisos. Había obreros armados dispuestos en las ventanas.
- Allí está nuestro lugar - dijo Karl señalando la torre - Podríamos demolerla, pero dudo que a los guardias les haga mucha gracia. A parte, será divertido.
Karl esbozó una sonrisa sádica. Comenzó a avanzar hacia la torre corriendo de edificio en edificio, refugiándose tras estos. Cuando estuvo a pocos metros de esta, salió corriendo y entró de un salto por una ventana del piso de abajo, evitando las balas por poco. La sala en la que había entrado era una destartalada habitación de guardia, con una mesa vieja en una esquina. Karl atravesó en silencio la habitación aguzando el oído para escuchar a los rebeldes. La puerta estaba entreabierta, y a través de ella podía oír los pasos de varios rebeldes que se dirigían a su posición. En cuanto la puerta se abrió, los tres obreros que se acercaban a la zona recibieron una serie de veloces puñetazos que los tumbaron a los tres. Karl miró un momento a los rebeldes inconscientes antes de seguir avanzando por el piso.
- Mejor ir directos. Quiero acabar esta mierda cuanto antes - dijo Karl, con el ceño fruncido.
No solía recurrir a ese lenguaje, pero estaba de mal humor y el vodka le había subido un poco. Le había tocado una misión en una isla extremadamente fría con un compañero borracho, y eso lo exasperaba. De repente el puente se hizo visible. Un montón de gente con pancartas estaban por la zona, sin hacer aparentemente nada. Pero eso no le cuadraba a Karl. Los informes decían que la revuelta estaba bien organizada; había varios presos que se habían erigido en líderes y dirigían a los demás obreros.
- Espera, algo no va bien - dijo cuando Zhown le instó a entrar en batalla.
El oficial marine se sacó un den den mushi. Avisaría a sus chicos para que entrasen en batalla ellos primero. Estaba seguro que se había alguna trampa en aquello y los usaría para enterarse. Hizo una breve llamada y esperaron. Al rato, los marines aparecieron frente al puente. Los obreros se aprestaron a colocarse tras las barricadas y sacar los fusiles. Los marines cargaron contra estos. La batalla estaba a punto de comenzar, pero de repente se empezaron a escuchar tiros antes de que ninguno de los bandos comenzase a disparar, y los marines comenzaron a caer. Los tiros venían de un edificio cercano, una torre de vigilancia de varios pisos. Había obreros armados dispuestos en las ventanas.
- Allí está nuestro lugar - dijo Karl señalando la torre - Podríamos demolerla, pero dudo que a los guardias les haga mucha gracia. A parte, será divertido.
Karl esbozó una sonrisa sádica. Comenzó a avanzar hacia la torre corriendo de edificio en edificio, refugiándose tras estos. Cuando estuvo a pocos metros de esta, salió corriendo y entró de un salto por una ventana del piso de abajo, evitando las balas por poco. La sala en la que había entrado era una destartalada habitación de guardia, con una mesa vieja en una esquina. Karl atravesó en silencio la habitación aguzando el oído para escuchar a los rebeldes. La puerta estaba entreabierta, y a través de ella podía oír los pasos de varios rebeldes que se dirigían a su posición. En cuanto la puerta se abrió, los tres obreros que se acercaban a la zona recibieron una serie de veloces puñetazos que los tumbaron a los tres. Karl miró un momento a los rebeldes inconscientes antes de seguir avanzando por el piso.
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Antes de que Karl y el agente del Gobierno se pusieran a ojo de todos los sublevados en el puente de Tequila Wolf, el marine le paró los pies para probar algo, puesto que no le gustaba lo que veía. Por un Den Den Mushi dio una orden para que un regimiento de reclutas de la Marina fuera a su posición. Y no tardaron demasiado en llegar, con sus uniforme blancos y azules, los típicos pañuelos atados al cuello y caídos por la espalda, y unos preciosos abrigos de piel que parecían bastante calentitos. El agente llamó al último de la fila, para decirle con una voz un poco resfriada, alzando una de sus manos hacia el chico.
- Dame tu abrigo, tengo frío - Con una mirada un tanto desquiciada.
Y para colmo, el joven se lo dio, tal vez un poco aterrado por las historias que podía haber escuchado sobre el hombre que le había pedido su vestimenta, o quién sabe por qué. Una vez con el abrigo puesto, su cara estaba un poco más satisfecha, puesto que desde su barbilla hasta más o menos las rodillas estaba tapado, a la perfección. Se abrazó a sí mismo, frotando con las manos sus brazos para entrar más en calor, mientras que los marines comenzaban a subir al puente. En cuanto lo hicieron, unos cuántos disparos fueron audibles en la periferia de aquel lugar, y los rasos comenzaron a caer muertos en el frío suelo de aquella isla.
Tenían francotiradores apostados en edificios cercanos, y Karl sabía dónde se encontraban. Lo siguió rebajando su velocidad para quedarse a su altura, pues por sí mismo era un completo inepto para dar con una localización exacta. Incluso podría perderse por un camino recto si se lo propusiera, una de las pocas torpezas de este hombre. Fueron de pared de edificio en pared, intentando esquivar las balas que los francotiradores les disparaban al cambiar de objetivo. Karl, dando una gran carrera, consiguió entrar por uno de los ventanales más bajos al interior del edificio, por lo que el pelinegro lo siguió, pero a una velocidad mucho mayor. Detrás de sí iba dejando una estela oscura, propia de un astro más que de una persona. Se movía tan rápido que los francotiradores no eran capaces de cerrar su blanco en torno a él, y en unos pocos segundos "atravesó" una pared con fuerza bruta, interponiendo su hombro como ariete.
El polvo resultante de romper dicha pared y entrar por el agujero ocasionado le cubrió, mientras que sus ojos rojos observaban cómo Karl había tumbado a tres enemigos con puñetazos directos. ¿Otro luchador como él? Su físico musculoso debía otorgarle una fuerza monstruosa, por lo que el agente mostró una sonrisa. Tal vez terminase disfrutando de aquella convivencia con el marine, el cuál seguía avanzando por las distintas puertas del edificio. "Ahora es mi turno, él ya se ha lucido suficiente", pensó, mientras que comenzaba a desarrollar sus poderes de la Fruta del Diablo en sus piernas y puños, los cuáles estaban adquiriendo una especie de aura oscura.
- [Habilidad] Ryūsei Modo (Modo Meteorito)
Desapareciendo como un astro en cuanto pronunció aquellas palabras, pasando por la puerta que había abierto Karl y adelantándose a él, corriendo a gran velocidad y embistiendo a un grupo de dos marines que estaban esperando tras unas mesas puestas como barricadas. Las mesas volaron en cuanto el agente las atravesó como hizo anteriormente con la pared, tomando con cada una de sus manos por el cuello a los distintos enemigos que les estaban esperando. Sin parar su carrera astral, los empotró con la pared por la cabeza, dejándolos atrapados e inconscientes, con medio cuerpo dentro de su "jaula". Su Akuma No Mi no mejoraba únicamente la velocidad, sino su fuerza, convirtiéndolo en un hombre meteorito.
Detrás de él, solo quedaban estelas oscuras de su paso por el lugar, mientras que el pelinegro del Cipher Pol se movía hacia unas escaleras cercanas, las cuáles discurrían hacia arriba. Antes de comenzar a subir por ella con esa velocidad inhumana, sonrió a su compañero de la Marina para hacerle una señal, de forma que ambos subieran hacia lo más alto del edificio y siguieran pateando los traseros de aquellos que intentaban sublevarse contra el Gobierno Mundial.
- Dame tu abrigo, tengo frío - Con una mirada un tanto desquiciada.
Y para colmo, el joven se lo dio, tal vez un poco aterrado por las historias que podía haber escuchado sobre el hombre que le había pedido su vestimenta, o quién sabe por qué. Una vez con el abrigo puesto, su cara estaba un poco más satisfecha, puesto que desde su barbilla hasta más o menos las rodillas estaba tapado, a la perfección. Se abrazó a sí mismo, frotando con las manos sus brazos para entrar más en calor, mientras que los marines comenzaban a subir al puente. En cuanto lo hicieron, unos cuántos disparos fueron audibles en la periferia de aquel lugar, y los rasos comenzaron a caer muertos en el frío suelo de aquella isla.
Tenían francotiradores apostados en edificios cercanos, y Karl sabía dónde se encontraban. Lo siguió rebajando su velocidad para quedarse a su altura, pues por sí mismo era un completo inepto para dar con una localización exacta. Incluso podría perderse por un camino recto si se lo propusiera, una de las pocas torpezas de este hombre. Fueron de pared de edificio en pared, intentando esquivar las balas que los francotiradores les disparaban al cambiar de objetivo. Karl, dando una gran carrera, consiguió entrar por uno de los ventanales más bajos al interior del edificio, por lo que el pelinegro lo siguió, pero a una velocidad mucho mayor. Detrás de sí iba dejando una estela oscura, propia de un astro más que de una persona. Se movía tan rápido que los francotiradores no eran capaces de cerrar su blanco en torno a él, y en unos pocos segundos "atravesó" una pared con fuerza bruta, interponiendo su hombro como ariete.
El polvo resultante de romper dicha pared y entrar por el agujero ocasionado le cubrió, mientras que sus ojos rojos observaban cómo Karl había tumbado a tres enemigos con puñetazos directos. ¿Otro luchador como él? Su físico musculoso debía otorgarle una fuerza monstruosa, por lo que el agente mostró una sonrisa. Tal vez terminase disfrutando de aquella convivencia con el marine, el cuál seguía avanzando por las distintas puertas del edificio. "Ahora es mi turno, él ya se ha lucido suficiente", pensó, mientras que comenzaba a desarrollar sus poderes de la Fruta del Diablo en sus piernas y puños, los cuáles estaban adquiriendo una especie de aura oscura.
- [Habilidad] Ryūsei Modo (Modo Meteorito)
Desapareciendo como un astro en cuanto pronunció aquellas palabras, pasando por la puerta que había abierto Karl y adelantándose a él, corriendo a gran velocidad y embistiendo a un grupo de dos marines que estaban esperando tras unas mesas puestas como barricadas. Las mesas volaron en cuanto el agente las atravesó como hizo anteriormente con la pared, tomando con cada una de sus manos por el cuello a los distintos enemigos que les estaban esperando. Sin parar su carrera astral, los empotró con la pared por la cabeza, dejándolos atrapados e inconscientes, con medio cuerpo dentro de su "jaula". Su Akuma No Mi no mejoraba únicamente la velocidad, sino su fuerza, convirtiéndolo en un hombre meteorito.
Detrás de él, solo quedaban estelas oscuras de su paso por el lugar, mientras que el pelinegro del Cipher Pol se movía hacia unas escaleras cercanas, las cuáles discurrían hacia arriba. Antes de comenzar a subir por ella con esa velocidad inhumana, sonrió a su compañero de la Marina para hacerle una señal, de forma que ambos subieran hacia lo más alto del edificio y siguieran pateando los traseros de aquellos que intentaban sublevarse contra el Gobierno Mundial.
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Karl estaba a punto de tumbar a los rebeldes cuando escuchó un gran estruendo detrás suya. Tras derrotarlos en apenas unos instantes, se giró. A sus espaldas la pared había sido destrozada y Zhown estaba allí, envuelto en un aura extraña. De repente el aura se acrecentó y el agente salió a toda velocidad por el pasillo, dejando una estela tras de sí. Karl la siguió y escuchó un estruendo de nuevo. Al doblar una esquina vio una barricada destrozada y dos rebeldes estampados contra la pared. Su compañero le indicó que le siguiese al piso de arriba.
- Primero tengo que limpiar este piso. Ve subiendo tú.
Karl corrió los los pasillos. Cada vez que un sublevado le salía al paso, este simplemente daba un puñetazo al aire, haciendo que se formase una onda de choque que lo derribaba. Entró en una habitación velozmente, y vio a dos revolucionarios disparando por la ventana y a un tercero preparando explosivos en una esquina. El de la esquina sacó un machete y se tiró a por él, mientras los de la ventana apuntaron en su dirección. El joven oficial apretó su puño derecho.
- ¡Big Cannon Shot!
Dio un potente golpe, y el aire se onduló alrededor de su puño. Una potente onda de choque mandó a los tiradores volando por la ventana y arrancó un cacho del marco de esta. Mientras, el del machete llegó junto a él y lo alzó para darle un tajo a la yugular. Karl le largó un puñetazo a la muñeca para desarmarlo, haciendo que el arma le saliese disparada hacia atrás, y tras eso dio un pequeño salto hacia atrás y hizo un barrido con la pierna, lanzándolo hacia un lado. El rebelde se golpeó contra la pared y cayó al suelo, aturdido. Karl simplemente se acercó y lo remató.
Pasó por un par de habitaciones más, eliminando a todos los rebeldes que encontró sin mayor esfuerzo. Tras eso corrió hacia las escaleras y las subió para ver cómo le iba en el primer piso a Zhown.
- Primero tengo que limpiar este piso. Ve subiendo tú.
Karl corrió los los pasillos. Cada vez que un sublevado le salía al paso, este simplemente daba un puñetazo al aire, haciendo que se formase una onda de choque que lo derribaba. Entró en una habitación velozmente, y vio a dos revolucionarios disparando por la ventana y a un tercero preparando explosivos en una esquina. El de la esquina sacó un machete y se tiró a por él, mientras los de la ventana apuntaron en su dirección. El joven oficial apretó su puño derecho.
- ¡Big Cannon Shot!
Dio un potente golpe, y el aire se onduló alrededor de su puño. Una potente onda de choque mandó a los tiradores volando por la ventana y arrancó un cacho del marco de esta. Mientras, el del machete llegó junto a él y lo alzó para darle un tajo a la yugular. Karl le largó un puñetazo a la muñeca para desarmarlo, haciendo que el arma le saliese disparada hacia atrás, y tras eso dio un pequeño salto hacia atrás y hizo un barrido con la pierna, lanzándolo hacia un lado. El rebelde se golpeó contra la pared y cayó al suelo, aturdido. Karl simplemente se acercó y lo remató.
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Karl negó la invitación a subir al piso de arriba de aquel edificio. Comprensible, él se encargaría de limpiar el piso en el que se encontraba mientras que el agente del Gobierno investigaba nuevos pisos. Moviendo la cabeza en señal de "tú te lo pierdes", el pelinegro siguió corriendo escaleras arriba, entrando más en calor de lo que lo había estado tras su llegada a Tequila Wolf. Mientras tanto, podía escuchar disparos y golpes provenientes del piso de abajo: seguro que su compañero había encontrado enemigos con los qué luchar. ¡Qué suerte tenía! A él también le encantaría encontrarse imbéciles que no apreciasen su vida en cualquier recoveco de aquel lugar.
No tardó mucho en llegar al piso de arriba, donde le esperaban un grupo más grande de sublevados. Sin embargo, antes de atravesar el umbral, estos ya le habían visto, por lo que empezaron a dispararle. Zhown se escondió detrás de la pared, mientras que las auras oscuras de sus piernas se intensificaban todavía más, mostrando que su poder aumentaba conforme entraba en batalla durante más tiempo. Pero si salía directamente, le acribillarían como a un cochino con esas balas que tenían preparadas para él. Tenía que buscar una forma de llegar hasta ellos y poder protegerse, y la idea llegó a él como si hubiera caído regalada del cielo.
- Venga, vamos a destrozar algo - Dijo, mostrando una pícara sonrisa en su rostro, chocando los puños entre sí.
Agachándose unos instantes y poniendo su mano derecha en el suelo, tomó impulso para dar un gran salto, envuelto en su aura característica. Como pasó anteriormente cuando entró en el edificio, el techo se rompió nada más contactar con su cuerpo, ascendiendo a una dependencia oscura del piso superior. Un conducto grisáceo con alguna rejilla de ventilación, el entresillo entre el piso en el que se encontraban sus oponentes y el superior. Fue entonces cuando avanzó tranquilamente por dicho pasillo estrecho, calculando más o menos por donde estarían sus enemigos. Recordando con su propia mente la posición que habían tomado en esa habitación, más o menos en el punto medio y ocultos bajo dos barricadas, llegó a un punto en el que creyó que estaría bien comenzar.
Agachándose y quedando pegado al "suelo" de aquel pasillo, levantó su mano para dar un fuerte golpe, envuelto en el aura astral oscura. La zona se rompió, haciendo que cayeran diversos derrumbamientos hacia el piso de abajo. De los seis o siete enemigos que había encontrado allí, cuatro fueron sepultados por los escombros, soltando sus armas al instante y quedando inconscientes como todos los que se habían metido en su camino con anterioridad. Los otros tres intentaron contenerle, pero se habían desequilibrado por el susto. Rápidamente, el agente del Cipher Pol tomó a uno de ellos por la cara, lanzándolo por una ventana con una furia indescriptible. La pobre víctima atravesó el cristal y cayó al exterior, donde no se volvió a saber nada de ella. Con respecto a las otras dos, una patada en las partes nobles de uno lo dejó completamente K.O. y rogando por su vida, pero un nuevo puñetazo en su cadera lo mandó a volar por la habitación, quedando incapaz de continuar.
- Quédate quieto si no quieres que te mate - Le comentó tranquilamente al último de ellos.
Puesto que había visto lo que Zhown había hecho con sus compañeros, el sublevado tiró el arma de fuego que había cogido con las manos, y pasó las manos detrás de su espalda, como si estuviera entregándose directamente. Pero sacó una pistola pequeña de su espalda, apuntando al pelinegro. Este volvió a desaparecer, dejando a su contrincante mirando por doquier para ver dónde se encontraba. Apareciendo tras una estela oscura, el agente del Cipher Pol tomó la mano que portaba el arma de fuego y la retorció, haciendo que la soltara. Tras eso, se llevó el brazo completo por encima de uno de sus hombros, y pateó las piernas del enemigo, alzándolo al aire y consiguiendo que cayera de espaldas al suelo. Sin soltarle, retorció el brazo que seguía agarrando, luxándole e imposibilitándole el seguir tomando un arma con esa mano. Pero el golpe había sido suficientemente fuerte para dejarlo "dormido".
- Y ahora, sigamos subiendo - Comentó, regresando a las escaleras y continuando hacia el éxito de aquella misión.
No tardó mucho en llegar al piso de arriba, donde le esperaban un grupo más grande de sublevados. Sin embargo, antes de atravesar el umbral, estos ya le habían visto, por lo que empezaron a dispararle. Zhown se escondió detrás de la pared, mientras que las auras oscuras de sus piernas se intensificaban todavía más, mostrando que su poder aumentaba conforme entraba en batalla durante más tiempo. Pero si salía directamente, le acribillarían como a un cochino con esas balas que tenían preparadas para él. Tenía que buscar una forma de llegar hasta ellos y poder protegerse, y la idea llegó a él como si hubiera caído regalada del cielo.
- Venga, vamos a destrozar algo - Dijo, mostrando una pícara sonrisa en su rostro, chocando los puños entre sí.
Agachándose unos instantes y poniendo su mano derecha en el suelo, tomó impulso para dar un gran salto, envuelto en su aura característica. Como pasó anteriormente cuando entró en el edificio, el techo se rompió nada más contactar con su cuerpo, ascendiendo a una dependencia oscura del piso superior. Un conducto grisáceo con alguna rejilla de ventilación, el entresillo entre el piso en el que se encontraban sus oponentes y el superior. Fue entonces cuando avanzó tranquilamente por dicho pasillo estrecho, calculando más o menos por donde estarían sus enemigos. Recordando con su propia mente la posición que habían tomado en esa habitación, más o menos en el punto medio y ocultos bajo dos barricadas, llegó a un punto en el que creyó que estaría bien comenzar.
Agachándose y quedando pegado al "suelo" de aquel pasillo, levantó su mano para dar un fuerte golpe, envuelto en el aura astral oscura. La zona se rompió, haciendo que cayeran diversos derrumbamientos hacia el piso de abajo. De los seis o siete enemigos que había encontrado allí, cuatro fueron sepultados por los escombros, soltando sus armas al instante y quedando inconscientes como todos los que se habían metido en su camino con anterioridad. Los otros tres intentaron contenerle, pero se habían desequilibrado por el susto. Rápidamente, el agente del Cipher Pol tomó a uno de ellos por la cara, lanzándolo por una ventana con una furia indescriptible. La pobre víctima atravesó el cristal y cayó al exterior, donde no se volvió a saber nada de ella. Con respecto a las otras dos, una patada en las partes nobles de uno lo dejó completamente K.O. y rogando por su vida, pero un nuevo puñetazo en su cadera lo mandó a volar por la habitación, quedando incapaz de continuar.
- Quédate quieto si no quieres que te mate - Le comentó tranquilamente al último de ellos.
Puesto que había visto lo que Zhown había hecho con sus compañeros, el sublevado tiró el arma de fuego que había cogido con las manos, y pasó las manos detrás de su espalda, como si estuviera entregándose directamente. Pero sacó una pistola pequeña de su espalda, apuntando al pelinegro. Este volvió a desaparecer, dejando a su contrincante mirando por doquier para ver dónde se encontraba. Apareciendo tras una estela oscura, el agente del Cipher Pol tomó la mano que portaba el arma de fuego y la retorció, haciendo que la soltara. Tras eso, se llevó el brazo completo por encima de uno de sus hombros, y pateó las piernas del enemigo, alzándolo al aire y consiguiendo que cayera de espaldas al suelo. Sin soltarle, retorció el brazo que seguía agarrando, luxándole e imposibilitándole el seguir tomando un arma con esa mano. Pero el golpe había sido suficientemente fuerte para dejarlo "dormido".
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Karl subió corriendo. Había escuchado varios estruendo y ruidos de escombros cayendo. Mientras subía una roca bajó escaleras abajo, y el marine la esquivó por los pelos. Se preguntó qué diablos estaría haciendo aquel loco. No tenía claro cual era su poder, pero después de ver la barricada y el muro, tenía claro que era uno altamente destructivo. Posiblemente al nivel de su Big Cannon Shot o tal vez incluso al del Supreme Cannon. Estaba claro que el agente era una persona poderosa, pero era un tanto impulsivo y terriblemente irresponsable. Lo que sí le sorprendía era que pudiese luchar estando borracho, aunque tal vez eso explicase el exceso de destrucciones en el edificio. Llegó la piso de arriba y se encontró dos enormes boquetes en el techo, el suelo lleno de escombros y varios cuerpo de obreros. Uno aún parecía estar vivo, pues se le escuchaba respirar con dificultad. Karl siguió subiendo velozmente por las escaleras. Llegó al rellano segundo piso, donde encontró a Zhown.
- ¿Has visto algo extraño?
Se preguntaba dónde estaría el cabecilla de los rebeldes. Teniendo en cuenta que en Tequila Wolf una parte importante de los obreros eran presos políticos y criminales, posiblemente el líder sería alguien fuerte. De repente de varios recodos y puertas, asomaron cinco rebeldes que comenzaron a abrir fuego. Karl frunció el ceño y activó su Primer Camino del Sokudan. Usó sólo una décima parte del parte del mismo, pues era su técnica más fuerte y no quería cansarse aún. Sus músculos se tensaron y aumentaron ligeramente de tamaño.
- Advanced Sokudan: ¡Big Burst!
El marine dio una palmada al aire y este se onduló nuevamente, pero en un área mucho mayor frente a él. Una gran onda de choque dispersa impactó a las balas y las hizo rebotar. Dos de los obreros fueron alcanzados por las balas y cayeron al suelo entre gritos. Los otros tres volvieron a ponerse a cubierto. Un sexto obrero muy musculoso y bastante alto apareció blandiendo una pesada maza. Karl actuó con rapidez, antes de que pudiese siquiera acercarse.
- ¡Advanced Sokudan: Hyper Blast!
Karl comenzó a dar un montón de golpes al aire enloquecidamente con sus puños. Una cantidad equivalente de ondas de choque concentradas pequeñas de iba estampando contra el estómago del rebeldes. Cuando el oficial terminó, sus puños y la barriga del otro humeaban, pero este seguía en pie. Tras un tenso silencio, el obrero cayó de rodillas y comenzó a vomitar sangre. Se desplomó sobre el suelo y se desmayó.
- ¿Has visto algo extraño?
Se preguntaba dónde estaría el cabecilla de los rebeldes. Teniendo en cuenta que en Tequila Wolf una parte importante de los obreros eran presos políticos y criminales, posiblemente el líder sería alguien fuerte. De repente de varios recodos y puertas, asomaron cinco rebeldes que comenzaron a abrir fuego. Karl frunció el ceño y activó su Primer Camino del Sokudan. Usó sólo una décima parte del parte del mismo, pues era su técnica más fuerte y no quería cansarse aún. Sus músculos se tensaron y aumentaron ligeramente de tamaño.
- Advanced Sokudan: ¡Big Burst!
El marine dio una palmada al aire y este se onduló nuevamente, pero en un área mucho mayor frente a él. Una gran onda de choque dispersa impactó a las balas y las hizo rebotar. Dos de los obreros fueron alcanzados por las balas y cayeron al suelo entre gritos. Los otros tres volvieron a ponerse a cubierto. Un sexto obrero muy musculoso y bastante alto apareció blandiendo una pesada maza. Karl actuó con rapidez, antes de que pudiese siquiera acercarse.
- ¡Advanced Sokudan: Hyper Blast!
Karl comenzó a dar un montón de golpes al aire enloquecidamente con sus puños. Una cantidad equivalente de ondas de choque concentradas pequeñas de iba estampando contra el estómago del rebeldes. Cuando el oficial terminó, sus puños y la barriga del otro humeaban, pero este seguía en pie. Tras un tenso silencio, el obrero cayó de rodillas y comenzó a vomitar sangre. Se desplomó sobre el suelo y se desmayó.
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Mientras que el pelinegro seguía subiendo por las escaleras del edificio hasta el siguiente piso, el marine musculado le alcanzó. Parecía que había limpiado el piso de abajo a la perfección, por lo que sus habilidades tenían que ser bastante atrevidas y con potencial suficiente. Si no estuvieran en una misión, tal vez hubiera iniciado una confrontación para probarle. Pero para mala suerte de ambos, los dos se encontraban trabajando en un cometido importante que no debían dejar de lado. Habían barrido los dos primeros pisos de aquel edificio, y dudaba que hubiera uno o dos más para terminar. Una vez que hubieran terminado aquello, únicamente tendrían que informar a las organizaciones superiores de su éxito, además de proclamar a los obreros que siguieran trabajando como los perros que eran. Y que se les volviera a ocurrir rebelarse, que entonces iba a llover sangre.
Su compañero no parecía cansado, sino que se mantenía vigoroso y fuerte. Era interesante trabajar junto a una persona de esas características, pues la mayoría de los compañeros de Zhown habían sido agentes de mierda que le dejaban hacer a él todo el trabajo mientras que se tocaban la barriga con las manos. ¡Qué buenos recuerdos! Todavía se acordaba de cómo hundió las cabezas de aquellas personas en el agua de unos inodoros por no haberle ayudado, ¡qué bien se lo pasó! Y volvería a repetir si le pasase lo mismo en un tiempo, ya que odiaba ser el único que se esforzase. Rápidamente le preguntó si había visto algo que le hubiera hecho extrañar, así que movió un poco sus hombros para poder girarse y quedarse encarado a él para decirle con una voz un poco despreocupada:
- En este segundo piso había más obreros con armas, por lo que puedo decir que la seguridad aumenta conforme subimos de piso. Eso me da a entender que el mandamás del lugar debe estar arriba del todo, y que nos estará esperando con los brazos abiertos, ya que hay que ser muy sordo para no enterarse del buen escándalo que hemos formado aquí - Rascándose la cabeza con una mano libre.
Y entonces tuvo un ataque de hipo, que intentó paliar cerrando la boca. Del pasillo en el que se encontraban comenzaron a abrirse puertas por ambos lados, de las cuáles empezaron a salir enemigos armados a raudales. ¿Es que nunca iba a acabar aquel suplicio? Parecía que salían hasta de debajo de las piedras. Y encima les empezaron a disparar sin preguntarles si querían pasar a tomar una bebida caliente, qué maleducados. Sin embargo, el marine se movió con rapidez y usó una técnica extraña para desviar las balas, devolviéndolas a sus lanzadores. Con más golpes, derrotó a los personajes que habían salido al paso de los compañeros, hasta que un gigante les cortó el camino. Con una potente técnica que no surtió efecto hasta el final, Karl le tumbó igualmente, mientras que el pelinegro avanzaba por los cuerpos de los desmayados, desenfundando sus dos pistolas y tomando una con cada mano.
- ¿Es que no me vas a dejar ninguno? La avaricia rompe el saco, tío - Mientras que seguía andando.
Pero ahí se había equivocado, porque todavía quedaba un grupo de tres obreros más. Rápidamente, el agente llevó sus armas hacia los lados, adoptando una forma de cruz, y se lanzó hacia adelante empleando su característica velocidad. Aprovechando que estaban los tres enemigos muy juntos, pateó al del medio con sus dos pies en la nuez del cuello, mientras que disparaba a los otros dos con las pistolas, dañándoles en los estómagos. Los tres cayeron al unísono, mientras que Zhown enfundaba sus armas de fuego y continuaba hasta la puerta del final del pasillo. Nada más abrirla observó lo que habían estado buscando desde el principio: el líder de los obreros sublevados.
Con un traje mucho más "exquisito" que sus súbditos, aquel hombre de metro y medio de altura se encontraba al mando de unos ordenadores desde los cuáles podían verse a la perfección todas las zonas del puente de Tequila Wolf. Nada más verles se asustó, pero no tenía a dónde escapar, pues no había ventanas ni más puertas libres por esa habitación. Con una mueca de risa, el agente se descojonaba metafóricamente por el aspecto de aquel hombre, el cuál pensaba que tendría una faceta mucho más dura.
- ¿Y tú eres el jefe de todos estos tontos? He cagado mierdas más grandes que tú - Dijo, mientras se crujía los huesos de los puños, preparado para darle su merecido a aquel imbécil que se hacía llamar "el jefe".
Su compañero no parecía cansado, sino que se mantenía vigoroso y fuerte. Era interesante trabajar junto a una persona de esas características, pues la mayoría de los compañeros de Zhown habían sido agentes de mierda que le dejaban hacer a él todo el trabajo mientras que se tocaban la barriga con las manos. ¡Qué buenos recuerdos! Todavía se acordaba de cómo hundió las cabezas de aquellas personas en el agua de unos inodoros por no haberle ayudado, ¡qué bien se lo pasó! Y volvería a repetir si le pasase lo mismo en un tiempo, ya que odiaba ser el único que se esforzase. Rápidamente le preguntó si había visto algo que le hubiera hecho extrañar, así que movió un poco sus hombros para poder girarse y quedarse encarado a él para decirle con una voz un poco despreocupada:
- En este segundo piso había más obreros con armas, por lo que puedo decir que la seguridad aumenta conforme subimos de piso. Eso me da a entender que el mandamás del lugar debe estar arriba del todo, y que nos estará esperando con los brazos abiertos, ya que hay que ser muy sordo para no enterarse del buen escándalo que hemos formado aquí - Rascándose la cabeza con una mano libre.
Y entonces tuvo un ataque de hipo, que intentó paliar cerrando la boca. Del pasillo en el que se encontraban comenzaron a abrirse puertas por ambos lados, de las cuáles empezaron a salir enemigos armados a raudales. ¿Es que nunca iba a acabar aquel suplicio? Parecía que salían hasta de debajo de las piedras. Y encima les empezaron a disparar sin preguntarles si querían pasar a tomar una bebida caliente, qué maleducados. Sin embargo, el marine se movió con rapidez y usó una técnica extraña para desviar las balas, devolviéndolas a sus lanzadores. Con más golpes, derrotó a los personajes que habían salido al paso de los compañeros, hasta que un gigante les cortó el camino. Con una potente técnica que no surtió efecto hasta el final, Karl le tumbó igualmente, mientras que el pelinegro avanzaba por los cuerpos de los desmayados, desenfundando sus dos pistolas y tomando una con cada mano.
- ¿Es que no me vas a dejar ninguno? La avaricia rompe el saco, tío - Mientras que seguía andando.
Pero ahí se había equivocado, porque todavía quedaba un grupo de tres obreros más. Rápidamente, el agente llevó sus armas hacia los lados, adoptando una forma de cruz, y se lanzó hacia adelante empleando su característica velocidad. Aprovechando que estaban los tres enemigos muy juntos, pateó al del medio con sus dos pies en la nuez del cuello, mientras que disparaba a los otros dos con las pistolas, dañándoles en los estómagos. Los tres cayeron al unísono, mientras que Zhown enfundaba sus armas de fuego y continuaba hasta la puerta del final del pasillo. Nada más abrirla observó lo que habían estado buscando desde el principio: el líder de los obreros sublevados.
Con un traje mucho más "exquisito" que sus súbditos, aquel hombre de metro y medio de altura se encontraba al mando de unos ordenadores desde los cuáles podían verse a la perfección todas las zonas del puente de Tequila Wolf. Nada más verles se asustó, pero no tenía a dónde escapar, pues no había ventanas ni más puertas libres por esa habitación. Con una mueca de risa, el agente se descojonaba metafóricamente por el aspecto de aquel hombre, el cuál pensaba que tendría una faceta mucho más dura.
- ¿Y tú eres el jefe de todos estos tontos? He cagado mierdas más grandes que tú - Dijo, mientras se crujía los huesos de los puños, preparado para darle su merecido a aquel imbécil que se hacía llamar "el jefe".
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Karl acababa de derrotar al gigantón cuando los tres obreros de antes salieron, reagrupados. "Mira que son insistentes... ¿es que quieren morir?" Karl se estaba cansando ya de esa gente tan débil y quería algo de acción de verdad. El único que le había parecido un poco fuerte era aquel tío tan grande, al que había tumbado con solo "Hyper Blast", y sin embargo le parecía lamentable que no hubiese podido ni aguantar ese ataque. "Allen hubiese podido" La verdad era que echaba de menos un buen combate con su rival. Se habían enfrentado varias veces y en todas ellas Allen había superado en un momento u otro a Karl, pero eso sólo había servido para que Karl desease seguir enfrentándose a él. Era un buen oponente, y de las pocas personas capaces de aguantar un puñetazo directo suyo (Al menos que hubiese encontrado hasta ahora). Recordó cómo en su último encuentro había logrado romper el tekkai de Allen con un "Iron Fist" y él había logrado contraatacarle en cuestión de segundos a pesar del fuerte golpe.
Karl salió de su ensimismamiento para ver a los tres obreros muertos y a Zhown avanzando hacia una puerta. Le siguió mientras se crujía los nudillos. Seguramente les esperaba el líder de los rebeldes. En efecto, abrieron la puerta y un hombre de metro y medio vestido con ropas elegantes apareció antes ellos. Parecía bastante asustado, y desde luego había motivos de sobra para estarlo. En aquella habitación la única salida era la puerta, y para pasar por ella primero tendría que vencerles o darles esquinazo. Karl se fijó en los ordenadores. En ellos podía verse el perímetro del puente. Sus hombres habían avanzado bastante; podía ver a Danort y a Miyashi en el frente aniquilando enemigos con sus espadas. Si seguían así, harían retroceder a los rebeldes hacia el interior del enorme puente. El marine avanzó hacia el hombre con una sonrisa sádica. El líder rebelde le apuntó con una pistola, con la mano temblorosa.
- Venga, vamos, guarda ese juguete.
El hombre le apuntó temblando, mientras Karl seguía sonriendo. Antes de que apretase el gatillo, Karl hizo un movimiento tan veloz que pareció desaparecer.
- Sokudan Move, Shadow.
La bala se estampó contra la pared, pasando por donde Karl había estado un segundo antes. Karl apareció a espaldas de este y le agarró por la cabeza. Lo levantó con una mano, mientras el hombre chillaba y se retorcía. De repente la piel de los brazos de Karl se convirtió en escamas, y le salieron garras. Su cuerpo de llenó de pelaje dorado, y las patas de pelaje blanco. Le salió una segunda cabeza con atributos de cabra (Barba de chivo, cuernos, morro, pelo blanco...) y su cabeza original se llenó de pelo dorado y adquirió rasgos felinos, así como una impactante melena de león. De la espalda le brotó una cola de reptil bastante larga, terminada en una cabeza de serpiente.
- Modified Sokudan: Shotto.
Ese era su movimiento de ejecución. De repente, la mano que tenía libre se movió velozmente hacia el costado izquierdo del hombre, con las garras extendidas hacia delante. Atravesó de un golpe homóplato, corazón y costillas, saliendo la mano ensangrentada de Karl por el pecho del hombre. Arrancó la mano, soltó el cadáver del cabecilla y volvió su forma humana. Su sonrisa malévola y su mano goteando sangre le daban un aspecto siniestro y aterrador.
Karl salió de su ensimismamiento para ver a los tres obreros muertos y a Zhown avanzando hacia una puerta. Le siguió mientras se crujía los nudillos. Seguramente les esperaba el líder de los rebeldes. En efecto, abrieron la puerta y un hombre de metro y medio vestido con ropas elegantes apareció antes ellos. Parecía bastante asustado, y desde luego había motivos de sobra para estarlo. En aquella habitación la única salida era la puerta, y para pasar por ella primero tendría que vencerles o darles esquinazo. Karl se fijó en los ordenadores. En ellos podía verse el perímetro del puente. Sus hombres habían avanzado bastante; podía ver a Danort y a Miyashi en el frente aniquilando enemigos con sus espadas. Si seguían así, harían retroceder a los rebeldes hacia el interior del enorme puente. El marine avanzó hacia el hombre con una sonrisa sádica. El líder rebelde le apuntó con una pistola, con la mano temblorosa.
- Venga, vamos, guarda ese juguete.
El hombre le apuntó temblando, mientras Karl seguía sonriendo. Antes de que apretase el gatillo, Karl hizo un movimiento tan veloz que pareció desaparecer.
- Sokudan Move, Shadow.
La bala se estampó contra la pared, pasando por donde Karl había estado un segundo antes. Karl apareció a espaldas de este y le agarró por la cabeza. Lo levantó con una mano, mientras el hombre chillaba y se retorcía. De repente la piel de los brazos de Karl se convirtió en escamas, y le salieron garras. Su cuerpo de llenó de pelaje dorado, y las patas de pelaje blanco. Le salió una segunda cabeza con atributos de cabra (Barba de chivo, cuernos, morro, pelo blanco...) y su cabeza original se llenó de pelo dorado y adquirió rasgos felinos, así como una impactante melena de león. De la espalda le brotó una cola de reptil bastante larga, terminada en una cabeza de serpiente.
- Modified Sokudan: Shotto.
Ese era su movimiento de ejecución. De repente, la mano que tenía libre se movió velozmente hacia el costado izquierdo del hombre, con las garras extendidas hacia delante. Atravesó de un golpe homóplato, corazón y costillas, saliendo la mano ensangrentada de Karl por el pecho del hombre. Arrancó la mano, soltó el cadáver del cabecilla y volvió su forma humana. Su sonrisa malévola y su mano goteando sangre le daban un aspecto siniestro y aterrador.
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Los dos pelinegros habían derrotado a la mayoría de los obreros sublevados bajo el mandato de aquel menudo hombre que tenían los dos enfrente de sí mismos. Al agente del Cipher Pol le hacía mucha gracia el pequeño bigote de pelo grisáceo que le salía debajo de la nariz, doblándose en tirabuzones a izquierda y derecha de esta. Esa peculiaridad en su físico contrastaba demasiado con el poco pelo que portaba en su cabeza, tal vez un mechón, a lo máximo tres. Conteniendo una risa en todo su esplendor, el agente del Gobierno observaba lentamente cómo dicho personaje sacaba un arma de fuego y apuntaba con ella al marine.
No creo que te convenga hacer eso con Karl, renacuajo. ¿Crees que conseguirás lo que todos tus súbditos no han sido capaz? – Con una sonrisa sádica pendiendo de su boca.
Tras lo cual, el blanco del arma de fuego se preparó para pelear. Empleando su musculada masa, no sabría decir a ciencia cierta cómo coño se pudo mover de esa forma, desapareciendo de su posición inicial y dejando que la trayectoria de la bala la hiciera atravesar la pared trasera. Instantes más tarde, el marine apareció delante del menudo líder de los obreros, tomándole con una de sus manos y haciendo que soltase el arma. Lo que aconteció en los momentos siguientes fue algo sobrecogedor, pero nada extraño para Zhown.
Veo que el Gobierno no es el único que tiene monstruos entre sus filas, por lo que puedo presenciar – Mientras sus ojos rojizos brillaban de una forma especial.
Ante él, el que anteriormente había sido un humano normal se comenzaba a transformar en una completa bestia mitológica. Una Zoan, por supuesto. Como si las leyendas de los cuentos se hicieran realidad, una especie de quimera hizo presencia en la habitación en la que se encontraba su eminencia. De brazos cruzados todavía, no mostró ningún signo de sorpresa ante lo que pasó al cabo de unos momentos: la muerte del líder. Atravesándolo con sus fuertes y afiladas garras, el monstruo que tenía Karl en su interior terminó con la vida de la persona que habían estado persiguiendo desde que se habían conocido.
Con las manos manchadas de sangre, pudo ver cómo comenzaba a retornar a su forma humana, mientras que daba alguna que otra palmada para agradecerle el buen espectáculo que le había dado. Fue entonces cuando comenzó a andar, pasando por el lado del marine y del cadáver, hasta llegar a los mandos del gran ordenador central de aquel edificio. Si tenía cámaras para observar cada rincón del puente en construcción, también tendría que tener algún megáfono para comunicar la buena noticia a los pobres obreros que luchaban por su rendición. Panda de criminales políticos, eso es lo que eran. No merecían nada más que seguir picando piedra y dejarse la piel trabajando hasta el fin de sus días. ¡Qué asco de gente!
- Vamos a ver cómo puedo decirles que su jefe a muerto sin que se echen a llorar – Mostrando una sonrisa un tanto apática en su rostro.
Revisando el panel de comandos, observó diferentes botones que manejaban las cámaras y demás cosas. Tardó algún que otro minuto en encontrar lo que estaba buscando: el botón del altavoz. Y cuando lo vio, hizo un signo a Karl para que se viniera con el agente, ya que así ambos podrían compartir aquel éxito en sus vidas. Y una vez que hubiera llegado, pulsaría aquel pequeño botón que supondría la ruina para muchas de las personas que seguían encima de aquella construcción comunicativa de una isla a otra.
- Sólo los tontos se meten en el camino de los depredadores, sin saber que ellos son las presas – Mirando el cadáver del líder de los sublevados, que comenzaba a desangrarse por la brecha ocasionada por el marine.
No creo que te convenga hacer eso con Karl, renacuajo. ¿Crees que conseguirás lo que todos tus súbditos no han sido capaz? – Con una sonrisa sádica pendiendo de su boca.
Tras lo cual, el blanco del arma de fuego se preparó para pelear. Empleando su musculada masa, no sabría decir a ciencia cierta cómo coño se pudo mover de esa forma, desapareciendo de su posición inicial y dejando que la trayectoria de la bala la hiciera atravesar la pared trasera. Instantes más tarde, el marine apareció delante del menudo líder de los obreros, tomándole con una de sus manos y haciendo que soltase el arma. Lo que aconteció en los momentos siguientes fue algo sobrecogedor, pero nada extraño para Zhown.
Veo que el Gobierno no es el único que tiene monstruos entre sus filas, por lo que puedo presenciar – Mientras sus ojos rojizos brillaban de una forma especial.
Ante él, el que anteriormente había sido un humano normal se comenzaba a transformar en una completa bestia mitológica. Una Zoan, por supuesto. Como si las leyendas de los cuentos se hicieran realidad, una especie de quimera hizo presencia en la habitación en la que se encontraba su eminencia. De brazos cruzados todavía, no mostró ningún signo de sorpresa ante lo que pasó al cabo de unos momentos: la muerte del líder. Atravesándolo con sus fuertes y afiladas garras, el monstruo que tenía Karl en su interior terminó con la vida de la persona que habían estado persiguiendo desde que se habían conocido.
Con las manos manchadas de sangre, pudo ver cómo comenzaba a retornar a su forma humana, mientras que daba alguna que otra palmada para agradecerle el buen espectáculo que le había dado. Fue entonces cuando comenzó a andar, pasando por el lado del marine y del cadáver, hasta llegar a los mandos del gran ordenador central de aquel edificio. Si tenía cámaras para observar cada rincón del puente en construcción, también tendría que tener algún megáfono para comunicar la buena noticia a los pobres obreros que luchaban por su rendición. Panda de criminales políticos, eso es lo que eran. No merecían nada más que seguir picando piedra y dejarse la piel trabajando hasta el fin de sus días. ¡Qué asco de gente!
- Vamos a ver cómo puedo decirles que su jefe a muerto sin que se echen a llorar – Mostrando una sonrisa un tanto apática en su rostro.
Revisando el panel de comandos, observó diferentes botones que manejaban las cámaras y demás cosas. Tardó algún que otro minuto en encontrar lo que estaba buscando: el botón del altavoz. Y cuando lo vio, hizo un signo a Karl para que se viniera con el agente, ya que así ambos podrían compartir aquel éxito en sus vidas. Y una vez que hubiera llegado, pulsaría aquel pequeño botón que supondría la ruina para muchas de las personas que seguían encima de aquella construcción comunicativa de una isla a otra.
- Sólo los tontos se meten en el camino de los depredadores, sin saber que ellos son las presas – Mirando el cadáver del líder de los sublevados, que comenzaba a desangrarse por la brecha ocasionada por el marine.
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Karl, con una sonrisa sádica, se lamió la sangre de la mano. Zhown empezó a aplaudirle lentamente. Tras eso se dirigió al panel de control de las cámaras y megáfonos, comentando con cierta alevosía que avisaría a los obreros de la muerte de su líder. El oficial se acercó, manteniendo su sonrisa sádica. No era ningún maniático de la batalla, pero disfrutaba combatiendo y arrancando la vida a sus enemigos. Le hacía sentir que tenía poder, poder de decisión sobre aquellos a los que derrotaba... y Karl amaba el poder.
Se acercó al panel de control y comenzó a buscar junto a él el botón del megáfono. Su compañero, ahora que estaba más sobrio, empezaba a caerle bien. Le gustaba su actitud, le recordaba bastante a James. De repente, Zhown encontró el botón y dijo algo que hizo a Karl sonreír sádicamente de nuevo. Con esa frase se había ganado el respeto del marine, había sido la que había dicho de los depredadores y las presas. Concordaba en buena parte con la forma de pensar de Karl.
- Zhown D. Zahard, ha sido un auténtico placer trabajar contigo - dijo, ofreciéndole la mano limpia para estrecharle la suya - Ahora minemos la moral de esos rebeldes. Te dejo hacer los honores.
Se apartó de los controles y dejó sitio a Zhown para que actuase él. En aquella habitación no hacía tanto frío, la verdad. Se estaba bastante más a gusto. Se acercó al cadáver del cabecilla, observando sus ropas con cierto asco. Este había muerto con una expresión de horror en su rostro, que en conjunto con la brecha de su pecho le daban un aspecto siniestro y desagradable. Sin embargo, lo que realmente molestaba a Karl eran sus ropas lujosas. ¿Dirigía una rebelión y se tomaba la molestia de obtener ropas caras? ¿Quién se creía ese tipo? Además, no entendía cómo podía haber sido tan imbécil para colocarse en una habitación sin salida por muchos hombres que lo defendiesen. Karl podía ser rastrero y manipulador, pero lo de ese hombre no tenía límites. Es más, le daba asco principalmente por su estupidez. Vestirse con esas ropas le distanciaba de los obreros, cuando lo que debería haber hecho para asegurarse su lealtad habría sido vestirse como ellos. Así creerían al menos que estaban en igualdad de condiciones con su líder. Había cometido tantos errores que le daba asco. Dejo de mirarlo y se volvió hacia Zhown.
Se acercó al panel de control y comenzó a buscar junto a él el botón del megáfono. Su compañero, ahora que estaba más sobrio, empezaba a caerle bien. Le gustaba su actitud, le recordaba bastante a James. De repente, Zhown encontró el botón y dijo algo que hizo a Karl sonreír sádicamente de nuevo. Con esa frase se había ganado el respeto del marine, había sido la que había dicho de los depredadores y las presas. Concordaba en buena parte con la forma de pensar de Karl.
- Zhown D. Zahard, ha sido un auténtico placer trabajar contigo - dijo, ofreciéndole la mano limpia para estrecharle la suya - Ahora minemos la moral de esos rebeldes. Te dejo hacer los honores.
Se apartó de los controles y dejó sitio a Zhown para que actuase él. En aquella habitación no hacía tanto frío, la verdad. Se estaba bastante más a gusto. Se acercó al cadáver del cabecilla, observando sus ropas con cierto asco. Este había muerto con una expresión de horror en su rostro, que en conjunto con la brecha de su pecho le daban un aspecto siniestro y desagradable. Sin embargo, lo que realmente molestaba a Karl eran sus ropas lujosas. ¿Dirigía una rebelión y se tomaba la molestia de obtener ropas caras? ¿Quién se creía ese tipo? Además, no entendía cómo podía haber sido tan imbécil para colocarse en una habitación sin salida por muchos hombres que lo defendiesen. Karl podía ser rastrero y manipulador, pero lo de ese hombre no tenía límites. Es más, le daba asco principalmente por su estupidez. Vestirse con esas ropas le distanciaba de los obreros, cuando lo que debería haber hecho para asegurarse su lealtad habría sido vestirse como ellos. Así creerían al menos que estaban en igualdad de condiciones con su líder. Había cometido tantos errores que le daba asco. Dejo de mirarlo y se volvió hacia Zhown.
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Karl le permitió al agente que fuera él el que diera la buena noticia a los obreros que estaban ahora esperando. Es más, incluso le dijo que había sido un placer trabajar con él en aquella misión que se les había adjudicado, tendiéndole la mano para estrechar alianzas. Con fuerza, el pelinegro tomó aquella mano y la estrechó contra la suya, sonriéndole y acercando su cuerpo para darle un amistoso golpe de hombro en el pecho. El marine le caía bastante bien, y ambos tenían una forma de pensar bastante parecida. Si él hubiera pertenecido al Gobierno, desde luego que habría tenido una buena relacion con él. Pero las cosas buenas siempre se hacían esperar, aunque una vez que lo había conocido, se había alegrado de aceptar aquella misión en la invernal isla de Tequila Wolf. Con una sonrisa de oreja a oreja, y medio ceño fruncido, le dijo a su ahora nuevo compañero-amigo de trabajo.
- Es un placer, Lion D. Karl. Pocas personas son capaces de agradarme, así que considérate especial porque te esté devolviendo el saludo ... Otras personas ya estarían con media cabeza en la pared - Recordando a los primeros obreros que se había encontrado, los cuáles seguirían inconscientes por la dureza de sus golpes.
Y así, el pelinegro se dio la vuelta, mientras que las plumas de pájaros de distintos colores que llevaba en su oreja izquierda se movían al unísono de su cabeza. Volviendo al panel de control, activó el botón del altavoz que le permitiría joder vivos a los obreros de aquel lugar. Entonces, tomó el micrófono y lo quitó de su soporte, para alzarlo a una buena altura de su boca. Aclarándose la garganta y dando algunos golpecillos en dicho material con uno de sus dedos, el agente del Gobierno empezó a hablar, con una sonrisa en sus labios y una voz que daba a entender que se mostraba bastante satisfecho de lo que había hecho.
- ¡Atended bien, panda de criminales asquerosos! La Marina y el Gobierno Mundial han conseguido reducir a todos los sublevados del bloque principal de la manzana oeste del puente de Tequila Wolf. El líder de dicha manifestación ha sido asesinado, como el cobarde que era, encerrado tras unas cuantas barricadas de súbditos que han tenido un destino parecido o confuso con respecto al de vuestro gurú de las ideas. Quiero que sepáis que tenemos un ojo puesto sobre vosotros, y que como no hagáis lo que tenéis que hacer, os pasará lo mismo que a estos imbéciles que no han sabido comportarse - Tosiendo unos instantes, para luego dejar paso al silencio.
Mientras tanto, en las cámaras de aquel panel de la habitación, podía verse perfectamente cómo muchos de los obreros volvían a tomar los picos y las palas, con unas caras asqueadas. Otro tanto mostraba sentimientos contradictorios, con lágrimas de miedo en su faceta. Ahora sabían quién era el que mandaba en aquella isla, y que por mucho que intentasen luchar por sus derechos poco podrían hacer ante la Marina y el Gobierno. Unos instantes más tarde, con el ego subido en toda su extensión corporal, el agente del Cipher Pol dio un último grito antes de estampar el micrófono contra el suelo, que resonó por toda la isla.
- ¡¡A TRABAJAR, CABRONES!!
Y el sonido se apagó, mientras que los cuchicheos se hacían cada vez más famosos en aquel lugar. Un grupo de dos personas habían limpiado un edificio completo, con personas armadas y bastantes peligrosas en su interior. Como dos personas que habían salido de la nada habían terminado con la revolución causada en aquel lugar. Esos dos hombre se convertirían en una leyenda conforme pasase el tiempo, pero esto solo había sido el principio de sus historias.
- Es un placer, Lion D. Karl. Pocas personas son capaces de agradarme, así que considérate especial porque te esté devolviendo el saludo ... Otras personas ya estarían con media cabeza en la pared - Recordando a los primeros obreros que se había encontrado, los cuáles seguirían inconscientes por la dureza de sus golpes.
Y así, el pelinegro se dio la vuelta, mientras que las plumas de pájaros de distintos colores que llevaba en su oreja izquierda se movían al unísono de su cabeza. Volviendo al panel de control, activó el botón del altavoz que le permitiría joder vivos a los obreros de aquel lugar. Entonces, tomó el micrófono y lo quitó de su soporte, para alzarlo a una buena altura de su boca. Aclarándose la garganta y dando algunos golpecillos en dicho material con uno de sus dedos, el agente del Gobierno empezó a hablar, con una sonrisa en sus labios y una voz que daba a entender que se mostraba bastante satisfecho de lo que había hecho.
- ¡Atended bien, panda de criminales asquerosos! La Marina y el Gobierno Mundial han conseguido reducir a todos los sublevados del bloque principal de la manzana oeste del puente de Tequila Wolf. El líder de dicha manifestación ha sido asesinado, como el cobarde que era, encerrado tras unas cuantas barricadas de súbditos que han tenido un destino parecido o confuso con respecto al de vuestro gurú de las ideas. Quiero que sepáis que tenemos un ojo puesto sobre vosotros, y que como no hagáis lo que tenéis que hacer, os pasará lo mismo que a estos imbéciles que no han sabido comportarse - Tosiendo unos instantes, para luego dejar paso al silencio.
Mientras tanto, en las cámaras de aquel panel de la habitación, podía verse perfectamente cómo muchos de los obreros volvían a tomar los picos y las palas, con unas caras asqueadas. Otro tanto mostraba sentimientos contradictorios, con lágrimas de miedo en su faceta. Ahora sabían quién era el que mandaba en aquella isla, y que por mucho que intentasen luchar por sus derechos poco podrían hacer ante la Marina y el Gobierno. Unos instantes más tarde, con el ego subido en toda su extensión corporal, el agente del Cipher Pol dio un último grito antes de estampar el micrófono contra el suelo, que resonó por toda la isla.
- ¡¡A TRABAJAR, CABRONES!!
Y el sonido se apagó, mientras que los cuchicheos se hacían cada vez más famosos en aquel lugar. Un grupo de dos personas habían limpiado un edificio completo, con personas armadas y bastantes peligrosas en su interior. Como dos personas que habían salido de la nada habían terminado con la revolución causada en aquel lugar. Esos dos hombre se convertirían en una leyenda conforme pasase el tiempo, pero esto solo había sido el principio de sus historias.
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El agente del gobierno le estrechó la mano con fuerza y le dio un golpe amistoso con el hombro en el pecho. Tras eso le dirigió unas cuantas palabras diciéndole que la gente no le agradaba normalmente, así que debía considerarse afortunado. Tras eso se dirigió al micrófono. Karl se cruzó de hombros y escuchó con atención sus palabras mientras miraba las pantallas que mostraba lo que ocurría en el puente. Poco a poco, mientras Zhown hablaba, los obreros comenzaron a cesar de oponer resistencia mientras escuchaban incrédulos a los megáfonos que anunciaban su derrota. Muchos, por miedo a las represalias, se comenzaron a entregar a los marines. Solo unos pocos continuaron el fuego, pero fueron reducidos por las fuerzas de la Marina y del resto de obreros, que se pusieron de parte de estos. Karl supuso que esperaban el perdón a cambio de ello. El agente del gobierno mundial terminó su discurso con un carismático "¡A trabajar cabrones!" antes de tirar el micrófono al suelo. Karl se rió por lo bajo y le hizo una seña a Zhown.
- Salgamos de este antro.
Mientras recorrían el edificio, vieron que algunos marines ya habían entrado y estaban deteniendo a los obreros que seguían vivos y llevándose los cadáveres de los muertos. Habían dejado el edificio destrozado con los combates. Mientras bajaban, un marine se presentó ante Karl, haciéndole el saludo militar.
- Señor, hemos descubierto en el sótano un almacén entero lleno de armamento y suministros como para abastecer a un ejército.
- Requisadlo todo. Dejad una parte a los guardias y llevaos el resto.
El marine se despidió con un nuevo saludo militar y fue a transmitir sus órdenes. Salieron del edificio. A su alrededor, los marines estaban en plena actividad, ayudados por los guardias. Apilaban cadáveres en un lado y cargaban las armas y municiones requisadas en otro. Karl se giró hacia Zhown con expresión solemne.
- Espero que volvamos a trabajar juntos, Zhown. A ver si la próxima vez tenemos tiempo de tomarnos algo juntos. Ahora he de tomar el mando de mis hombres y organizarlos todo para el regreso a la base.
- Salgamos de este antro.
Mientras recorrían el edificio, vieron que algunos marines ya habían entrado y estaban deteniendo a los obreros que seguían vivos y llevándose los cadáveres de los muertos. Habían dejado el edificio destrozado con los combates. Mientras bajaban, un marine se presentó ante Karl, haciéndole el saludo militar.
- Señor, hemos descubierto en el sótano un almacén entero lleno de armamento y suministros como para abastecer a un ejército.
- Requisadlo todo. Dejad una parte a los guardias y llevaos el resto.
El marine se despidió con un nuevo saludo militar y fue a transmitir sus órdenes. Salieron del edificio. A su alrededor, los marines estaban en plena actividad, ayudados por los guardias. Apilaban cadáveres en un lado y cargaban las armas y municiones requisadas en otro. Karl se giró hacia Zhown con expresión solemne.
- Espero que volvamos a trabajar juntos, Zhown. A ver si la próxima vez tenemos tiempo de tomarnos algo juntos. Ahora he de tomar el mando de mis hombres y organizarlos todo para el regreso a la base.
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Ahora sí, todo había terminado. Los marines y soldados del Gobierno habían comenzado a entrar al edificio y arrestar a la mayoría de obreros sublevados que se mantenían inconscientes, además de tapar con alguna que otra manta los cadáveres de aquellos que no fueron lo suficientemente resistentes (o tuvieron mala suerte). Mientras tanto, el marine musculado y su compañero del Cipher Pol empezaban a bajar por las escaleras hasta llegar a la puerta principal. Desde allí podía escucharse cómo el bullicio creado anteriormente por los sublevados había desaparecido, y el sonido se había sumido en el más absoluto silencio de esclavitud. Todos habían vuelto a los picos y a las palas, a trabajar como perros en aquel puente que pretendía unir dos islas entre sí. Un gran puente que llevaba años en construcción, y del cuál dudaba el mismo Zhown de que se pudiera completar antes de que esa generación de trabajadores terminase bajo tierra por el paso del tiempo.
Un raso de la Marina se acercó a ambos personajes, para decirles que habían encontrado una especie de almacén oculto en aquel mismo edificio, todo cargado con armas de fuego y artillería de diverso estilo. Serviría para que aquella organización de la justicia tuviera nuevas armas para sus hermanos juramentados, cosa que era de agradecer. Además de cumplir la misión con éxito, se llevaban unas cuantas cajas de armas preciosas para agujerear con sus balas futuros cuerpos de piratas y revolucionarios muertos. Vamos, el sueño de cualquier persona que estuviera afianzada a aquellas dos organizaciones de la Paz Mundial. Y una vez que el joven marine recibió la orden de Karl, se despidió con el típico "saludito" de mano que tanta gracia hacía al pelinegro, marchándose corriendo para ayudar a sus compañeros a trasladar los restos de lo que había sido aquella revolución de Tequila Wolf a otro lugar más seguro.
"Míralos, parecen niños pequeños con un juguete nuevo, mientras que los obreros se comportan como si les hubieras quitado el caramelo que se estaban comiendo con tanta alegría", pensó el agente, mientras que echaba un último vistazo a su alrededor. Ante él, Karl se había encarado para comentarle que estaría más que de acuerdo en volver a ejercer su profesión con él, además de tomar algún día un trago juntos. Con lo primero estaba de acuerdo, pero tardaría un tiempo en aceptar otra copa, motivo que aclararía más adelante, cuando empezase a hablar. Era la hora de despedirse, y él había dado el primer paso para ello. Por tanto, y como el pelinegro no era una persona que se quedase mirando hasta que todo volvía a la normalidad, clavó sus ojos en los del marine para comentarle con una media sonrisa, a la vez que se cruzaba de brazos mientras decía:
- Ya nos veremos otra vez, señor Karl. Con respecto a la copa, si me invitas a un zumo de naranja o algo parecido no te diré que no, pero ahora mismo tengo un dolor de cabeza que me va a traer resaca mañana. Tendré que cortarme un poquito, no quiero que me vean como el borracho del Gobierno y me claven ese apodo asqueroso - Comenzó a soltar alguna que otra carcajada.
Entonces le dio la mano, como un saludo entre hombres que eran. Dándole la espalda, empezó a andar para salir de aquel lugar, en dirección al muelle. Levantó su mano izquierda para despedirse sin volver la mirada atrás, mientras que iba desapareciendo conforme sus pasos lo iban alejando del marine. El barco que tomaría se encontraba anclado, esperándole, además de a todos los soldados que se habían dignado a acompañarle. No tardó demasiado en llegar al puerto y encontrar el querido transporte marítimo tan pacífico que incluso el silencio resultaba cortante. Sin nada más que decir, subió a él y atravesó la cubierta para dirigirse a la zona de los camarotes, donde entró en el que tenía su nombre grabado en una placa de azulejo. El día había sido bastante movidito, y con tanta pelea aquí y allá había olvidado el frío invernal. Antes de quedarse dormido, estornudó un par de veces.
- Mierda, ya me costipé - Dijo, mientras que iba cerrando los ojos poco a poco.
El Gobierno podría darse por contentado con aquellas acciones del agente pelinegro. Los obreros abandonarían sus ganas de libertad durante un buen tiempo, y si tenía que volver a bajarles los humos, él vendría para hacerlo con sumo gusto. No era la primera misión que completaba, y esta se había hecho mucho más llevadera con la ayuda del marine. Ojalá volviera a verle, en otras condiciones, para divertirse un poco en una pelea concertada. Sin darse cuenta de ello, Zhown se había quedado dormido y roncaba como un cochino, destapado en la cama de la habitación que le pertenecía. El día había terminado, y con ello el trabajo.
P.D.: Zhown sale del tema en este post. Un placer rolear contigo ;D
Un raso de la Marina se acercó a ambos personajes, para decirles que habían encontrado una especie de almacén oculto en aquel mismo edificio, todo cargado con armas de fuego y artillería de diverso estilo. Serviría para que aquella organización de la justicia tuviera nuevas armas para sus hermanos juramentados, cosa que era de agradecer. Además de cumplir la misión con éxito, se llevaban unas cuantas cajas de armas preciosas para agujerear con sus balas futuros cuerpos de piratas y revolucionarios muertos. Vamos, el sueño de cualquier persona que estuviera afianzada a aquellas dos organizaciones de la Paz Mundial. Y una vez que el joven marine recibió la orden de Karl, se despidió con el típico "saludito" de mano que tanta gracia hacía al pelinegro, marchándose corriendo para ayudar a sus compañeros a trasladar los restos de lo que había sido aquella revolución de Tequila Wolf a otro lugar más seguro.
"Míralos, parecen niños pequeños con un juguete nuevo, mientras que los obreros se comportan como si les hubieras quitado el caramelo que se estaban comiendo con tanta alegría", pensó el agente, mientras que echaba un último vistazo a su alrededor. Ante él, Karl se había encarado para comentarle que estaría más que de acuerdo en volver a ejercer su profesión con él, además de tomar algún día un trago juntos. Con lo primero estaba de acuerdo, pero tardaría un tiempo en aceptar otra copa, motivo que aclararía más adelante, cuando empezase a hablar. Era la hora de despedirse, y él había dado el primer paso para ello. Por tanto, y como el pelinegro no era una persona que se quedase mirando hasta que todo volvía a la normalidad, clavó sus ojos en los del marine para comentarle con una media sonrisa, a la vez que se cruzaba de brazos mientras decía:
- Ya nos veremos otra vez, señor Karl. Con respecto a la copa, si me invitas a un zumo de naranja o algo parecido no te diré que no, pero ahora mismo tengo un dolor de cabeza que me va a traer resaca mañana. Tendré que cortarme un poquito, no quiero que me vean como el borracho del Gobierno y me claven ese apodo asqueroso - Comenzó a soltar alguna que otra carcajada.
Entonces le dio la mano, como un saludo entre hombres que eran. Dándole la espalda, empezó a andar para salir de aquel lugar, en dirección al muelle. Levantó su mano izquierda para despedirse sin volver la mirada atrás, mientras que iba desapareciendo conforme sus pasos lo iban alejando del marine. El barco que tomaría se encontraba anclado, esperándole, además de a todos los soldados que se habían dignado a acompañarle. No tardó demasiado en llegar al puerto y encontrar el querido transporte marítimo tan pacífico que incluso el silencio resultaba cortante. Sin nada más que decir, subió a él y atravesó la cubierta para dirigirse a la zona de los camarotes, donde entró en el que tenía su nombre grabado en una placa de azulejo. El día había sido bastante movidito, y con tanta pelea aquí y allá había olvidado el frío invernal. Antes de quedarse dormido, estornudó un par de veces.
- Mierda, ya me costipé - Dijo, mientras que iba cerrando los ojos poco a poco.
El Gobierno podría darse por contentado con aquellas acciones del agente pelinegro. Los obreros abandonarían sus ganas de libertad durante un buen tiempo, y si tenía que volver a bajarles los humos, él vendría para hacerlo con sumo gusto. No era la primera misión que completaba, y esta se había hecho mucho más llevadera con la ayuda del marine. Ojalá volviera a verle, en otras condiciones, para divertirse un poco en una pelea concertada. Sin darse cuenta de ello, Zhown se había quedado dormido y roncaba como un cochino, destapado en la cama de la habitación que le pertenecía. El día había terminado, y con ello el trabajo.
P.D.: Zhown sale del tema en este post. Un placer rolear contigo ;D
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On: Zhown bromeó sobre su anterior estado de embriaguez y ambos soltaron un par de carcajadas. Tras eso, le estrechó la mano y se alejó despidiéndose con la mano izquierda sin volverse. Karl esbozó una media sonrisa y se volvió hacia sus hombres. Esperaba encontrarse en un futuro con el agente de la Cipher Pol, y tal vez enfrentarse a él de manera amistosa. Sacudió la cabeza y fue a atender a sus obligaciones como jefe de flota.
Tras organizar el requisamiento de todo el material bélico y la repartición entre la flota y la guarnición local, Karl acordó con el jefe de esta dejar a un grupo de marines de su flota para ayudar a mantener el orden. Estos hombres le serían devueltos en cuanto llegasen los refuerzos. Después se fue a su camarote a tocar su guitarra mientras sus oficiales revisaban que todo el material era transportado sin percances.
Mientras tocaba, Karl pensó en lo que haría en un futuro. Si seguía adelante con sus planes era posible que acabara en un enfrentamiento con la Marina y la Cipher Pol, si le descubrían antes de tiempo. ¿Sería posible convencer a Zhown de que entrase en el Proyecto? Tal vez no fuese buena idea. Apenas lo conocía de momento. Sería bueno, sin embargo, mantener el contacto con él y en un futuro convencerlo de que le apoyase con sus planes. Tal vez debería por otro lado reestablecer el contacto con Lorenz y transmitirle sus planes. Era posible que obtuviese su ayuda. También debía localizar a Kaín, y a más gente.
Sumido en sus pensamientos, no escuchó los golpes en la puerta del camarote hasta que se convirtieron en porrazos. Karl dejó la guitarra a un lado y dijo "adelante". Un marine fornido y de tez morena entró, haciendo el habitual saludo militar.
- Señor, estamos listos para zarpar.
- Adelante pues. Volvemos a base. Haremos una escala en Conomi, transmite a los hombres que tienen dos días de permiso una vez estemos allí.
El marine se despidió realizando nuevamente el saludo militar, y salió del camarote cerrando la puerta tras él. Karl cogió la guitarra de nuevo y siguió tocando, mientras organizaba sus planes.
On: Zhown bromeó sobre su anterior estado de embriaguez y ambos soltaron un par de carcajadas. Tras eso, le estrechó la mano y se alejó despidiéndose con la mano izquierda sin volverse. Karl esbozó una media sonrisa y se volvió hacia sus hombres. Esperaba encontrarse en un futuro con el agente de la Cipher Pol, y tal vez enfrentarse a él de manera amistosa. Sacudió la cabeza y fue a atender a sus obligaciones como jefe de flota.
Tras organizar el requisamiento de todo el material bélico y la repartición entre la flota y la guarnición local, Karl acordó con el jefe de esta dejar a un grupo de marines de su flota para ayudar a mantener el orden. Estos hombres le serían devueltos en cuanto llegasen los refuerzos. Después se fue a su camarote a tocar su guitarra mientras sus oficiales revisaban que todo el material era transportado sin percances.
Mientras tocaba, Karl pensó en lo que haría en un futuro. Si seguía adelante con sus planes era posible que acabara en un enfrentamiento con la Marina y la Cipher Pol, si le descubrían antes de tiempo. ¿Sería posible convencer a Zhown de que entrase en el Proyecto? Tal vez no fuese buena idea. Apenas lo conocía de momento. Sería bueno, sin embargo, mantener el contacto con él y en un futuro convencerlo de que le apoyase con sus planes. Tal vez debería por otro lado reestablecer el contacto con Lorenz y transmitirle sus planes. Era posible que obtuviese su ayuda. También debía localizar a Kaín, y a más gente.
Sumido en sus pensamientos, no escuchó los golpes en la puerta del camarote hasta que se convirtieron en porrazos. Karl dejó la guitarra a un lado y dijo "adelante". Un marine fornido y de tez morena entró, haciendo el habitual saludo militar.
- Señor, estamos listos para zarpar.
- Adelante pues. Volvemos a base. Haremos una escala en Conomi, transmite a los hombres que tienen dos días de permiso una vez estemos allí.
El marine se despidió realizando nuevamente el saludo militar, y salió del camarote cerrando la puerta tras él. Karl cogió la guitarra de nuevo y siguió tocando, mientras organizaba sus planes.
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