Arreglando la nueva casa [Privado](Hiroki y Ran)

Por fin había terminado de solucionar mi situación con el alcalde, ahora, me encontraría con Hiroki justo donde habíamos quedado, tras uno de los árboles de fuera de la mansión.

Me acerqué hacia el lugar y comencé a llamarle en voz baja para no molestar a la gente de los alrededores.

-Hiroki... ¿Estás por ahí?

Me pareció extraño que no me contestara, tal vez hubiera ido ya a mi casa para ir arreglándola. Me asomé al otro lado del árbol para asegurarme, y por suerte, allí se encontraba, tumbado, y dormido.

Estaba muy gracioso con los ojos cerrados y la boca abierta. Me senté a su lado y me quedé mirándole ¿Debería despertarle? La respuesta apareció rápida ante mí. Un gusano de seda se deslizaba con parsimonia por el tronco del árbol.

Lo agarré con cuidado, intentando no reír muy alto para no despertarle, mientras lo posaba suavemente sobre la nariz de Hiroki ¿Se despertaría con las cosquillas? Si no era así, sería mejor quitarle el gusanito antes de que le llegara a la boca, no quería que se enfadara.

Un gusano curioso que se movía tranquilo y feliz por mi nariz hizo que la siesta que me estaba echando se viera interrumpida y yo me asustara, pegando un brinco y soltando un pequeño grito.

-¡AH! Eh... mmmh... Ah, eres tú... ¿me estabas buscando? ¿Me has puesto tú el gusano en la nariz?

Me rasqué cabizbajo la cabeza y empecé a reír.

-Broma por broma ¿eh? Jajajajajajaja, ya te la devolveré.

Entonces me puse a su lado y le puse la mano en el hombro.

-¿Tienes herramientas? Espero que si porque me las he dejado en casa y no estoy muy seguro de lo que me pueda pasar si me meto ahí otra vez.

Hiroki se despertó antes de que el pequeño gusano alcanzara su boca. Al parecer aún estaba algo dormido y no se enteraba bien de lo que ocurría.

-Yo no he puesto ahí ningún gusano -dije con el tono más inocente que pude. -A lo mejor tu nariz le pareció un buen sitio para deslizarse.

Se incorporó y se situó a mi lado, poniéndome la mano en el hombro. Esto último me extrañó, pero pese a que mi primera reacción fue sobresaltarme, me contuve y me quedé quiera, sin mover un músculo.

-¿Te has olvidado de las herramientas? ¿Entonces para qué has entrado antes en la casa? -pregunté mientras me daba cuenta de lo desastre que era aquel chico.

-No pasa nada, por suerte mis caseros me dejaron sus herramientas para que arreglara yo misma la casa. Todo un detalle -apunté con ironía. -Vamos, te llevaré a mi casa -dije con una sonrisa mientras le agarraba del brazo para que me siguiera y comenzaba a correr. Ya era bastante tarde, y no podía permitirme quedarme un día más ahí sin trabajo, no me quedaba nada de dinero y no podía perder más tiempo.

Me agarró del brazo y empezamos a correr por un camino hecho de pequeñas chinas que travesaba la llanura de este a oeste. Tras correr un poco llegamos a la parte interior del pueblo.


Esa parte me gustaba especialmente, era muy tranquila y apacible. Estaba algo lejos del puerto y por eso era poco transitada.

-Supongo que es esa de ahí ¿no? Esa casa lleva en ese estado... bueno, antes de que yo naciera incluso.

Caminé hasta acercarme a la puerta soltándome con suavidad de la mano de Ran y toqué la pared.

-También necesita una limpieza a fondo... y que se quiten todos los mueblen y cajas que puedan haber dentro antes de empezar a arreglar los desperfectos así que... cuando quieras. -dije con una sonrisa.

Entré en la casa seguida de Hiroki y acto seguido comencé a mirar el suelo, buscando a mi pequeño amiguito.

-Momo -dije nada más verle. Me dirigí hacia él y le agarré para elevarlo a mi altura mientras le daba un fuerte abrazo.

-Mira Momo, este es Hiroki y nos va a ayudar a reparar la casa.

La única respuesta del animal fue un rápido movimiento de nariz y un leve movimiento de orejas.

-No te preocupes por lo de la limpieza -dije dirigiéndome de nuevo a Hiroki. -De eso me puedo encargar yo. Los muebles déjalo, no tengo otros, así que me servirán aunque sean antiguos. Mientras yo quito este polvo, tú puedes ir mirando las vigas, que no parecen muy seguras.

Tenía un animal bastante extraño pero muy mono, era una especie de conejo muy gracioso. Cuando movió las orejas le sonreí cerrando los ojos.

-Bueno, pues vamos manos a la obra.

Al lado de la puerta estaba la caja de herramientas, me acerqué a ella y la abrí. Pude ver que dentro había un cinturón de trabajo, me lo puse y lo llené con las herramientas necesarias.

-Menos mal que soy alto y puedo llegar a la vigas de encima de la puerta... de todas formas ves trayéndome una escalera o una silla, por favor.

Saqué un martillo y empecé a quitar unos cuantos tornillos que habían mal puestos... me extrañaba que no se hubiera hundido ya el techo con el estado de las vigas.

Dejé a Momo en el suelo y fui corriendo a coger una de las sillas, la que menos cojeaba. Se la llevé y la dejé a su lado.

-Espero que te sirva, ten cuidado al subir, no sé si aguantará mucho peso...

Momo nos observaba alternativamente al Hiroki y a mí, extrañado por su presencia y sus acciones con las herramientas.

-No te preocupes Momo -le susurré. -Solo nos arregla la casa.

Agarré una escoba y comencé a barrer el suelo, y al finalizar esta tarea, pasaría a limpiar el polvo.

En un abrir y cerrar de ojos me trajo la silla, aunque ahora mismo no la necesitaba.

-Muchas gracias, jeje... ahora mismo la uso.

Había un tornillo que no lograba arrancar para que la viga se soltara, entonces decidí hacer uso de mi poder. De la mano me salieron un montón de espaguetis que los usé para hacer palanca junto a un destornillador. De esta manera pude sacar la vida de encima de la puerta y rápidamente cambiarla por otra en buen estado.
No me había dado cuenta de que no era normal crear espaguetis de la nada, así que recé para que no me hubiera visto.

-Bueno, ya he cambiado una -dije quitando una telaraña de encima de la puerta. -Ahora si que me voy a subir a la silla, que me tocan las del techo.

Me encontraba absorta terminando de barrer, aquella vieja casa había acumulado más pelusas de las que había visto en mi vida. Cuando pasaba la escoba, una nube de polvo se levantaba, haciendo que las lágrimas se acumularan en mis ojos y que una fina tos brotase de mis labios continuamente.

Cuando escuché la voz de Hiroki, me giré para responderle con los ojos entrecerrados, aún molesta por el polvo que levantaba del suelo.

-Vale, ten cuidado al subir a la silla.

Volví a girarme para continuar con la tarea. Estaba deseando acabar ya aquello y poder disfrutar de una casa decente.

Era sorprendente la de polvo que había en esta casa, se había levantado una espesa nube y tenía que ''adivinar'' la posición de la viga del techo... ya que no veía muy bien.
Me subí a la silla, que cojeaba un poco y con el martillo empecé a quitar un clavo que había mal puesto.

-Oye Ran *cof cof* ¿Por qué te mudaste a esta isla? No tenemos un centro turístico importante... ni comercial... ni nada en general.

Entonces vi como la silla se tambaleaba bastante.

-¿Podrías agarrar la silla por el respaldo? Me da que me voy a matar jajajajaja.

Cuando vi el movimiento tambaleante de la silla me preocupé bastante por Hiroki, ya le había visto en su casa, y había sacado dos conclusiones: era gafe, o muy torpe. Así que me dirigí a gran velocidad hacia su posición y agarré la silla por la parte del respaldo para evitar accidentes desagradables.

Cuando vi que más o menos estaba seguro, contesté a la pregunta que me había hecho.

-Es una isla tranquila, de lo más normal. Una isla en la que poder tener una vida calmada y sin demasiadas preocupaciones.

Alcé la vista y vi como Hiroki quitaba algunos clavos y los volvía a colocar. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, solo esperaba que las vigas aguantasen y no se nos cayeran encima. Se dio la vuelta y se colocó frente a mí, sin parar de martillear el techo. La silla se tambaleaba cada vez más, y era incapaz de sujetarla con mucha fuerza.

-Hi...Hiroki, creo que tendrías que bajar de esta silla -le dije entre preocupada y asustada.

-Naaaaah, esto aguant... ¡AAAH! *Plof*

Me caí justo encima de Ran, pero por acto reflejo activé el poder de mi akuma y creé un montón de espaguetis que salían del techo y frenaban la caída cogiéndome de la cintura.

-¡Perdona! Luego te limpio todos los espaguetis que habían en tu techo.

Intentaba disimular lo ocurrido... me habían pillado.

Finalmente, acabó ocurriendo lo que temía. La silla cedió, e Hiroki cayó encima de mí. Tan solo nos separaban unos centímetros, pero extrañamente no sentía el peso de su cuerpo sobre el mío.

Miré hacia el techo y pude ver cómo unos hilos fijados en el techo le sujetaban, impidiendo que me aplastara contra el suelo.

¿Espaguetis en el techo? Algo no me cuadraba. De esta casa me llegaba a creer que hubieran espaguetis en cualquier parte, cosas más extravagantes me había encontrado mientras limpiaba. Pero lo extraño era que hubieran salido disparados y le hubieran sujetado con tanta fuerza.

-Pero... Espaguetis.... Ellos te han...

No me salían las palabras, y el tener a Hiroki tan cerca complicaba las cosas. Lo aparté de encima, aunque no era muy consciente de mis actos, así que no sabría decir si lo hice con delicadeza o bruscamente.

-¿Cómo has hecho eso? -le pregunté mientras me incorporaba.

-Oh... me has pillado. Bueno, dicen que soy poseedor de una fruta del diablo con la que puedo crear Espaguetis crudos a distancia. Supongo que no me creerás y te espantes y te vayas corriendo. No pretendía usar mi poder pero es que aun no lo domino del todo... perdona.

Estaba mirando al suelo con la mano en la nuca, estaba bastante arrepentido. Ahora se iría de la isla y daría mala fama al pueblo.

-Pero... no es peligrosa, de veras. -dije con una sonrisa un poco forzada.

Al parecer, Hiroki también era un usuario de una fruta del diablo. Era la primera vez que me encontraba a alguien como yo, aunque su poder era un tanto... peculiar.

No sabía cómo reaccionar ¿Le debía decir que yo también era como él? Siempre que podía evitaba hablar de mi poder, y al no estar acostumbrada se me hacía extraño mencionarlo. Tal vez lo mejor fuera no decir nada, ya era bastante extraña con las alas, como para contárselo y pensase que era una lunática.

-No pasa nada, he escuchado algo sobre esas frutas, así que te creo. Pero con una condición: No quiero que sigas pensando que mis alas son de juguete o parte de un disfraz extraño. Son mis alas de verdad y no me puedo creer que dudases de ello siendo tú el que lanza espaguetis.

Tras decir esto, no pude evitar echarme a reír. Pretendía hablar seriamente, pero era incapaz con la imagen mental de Hiroki cubierto de espaguetis.

Mientras tanto, Momo le observaba fijamente a una distancia prudente, asomado por una esquina y con el vello erizado.

Aceptó demasiado rápido mi ''maldición''... eso no era normal en la gente que lo sabía, solían irse corriendo o... irse corriendo. También me dijo que sus alas eran de verdad, le tenía que creer... era yo más ''rarito'' que ella.

Luego se empezó a reír y yo le acompañé con una gran carcajada, estaba confuso, asustado y... ¿feliz?

Al parecer el "pequeño" malentendido se solucionó antes de lo que esperaba. Hiroki pareció tomárselo bien. Para asegurarme utilicé mi poder, y como esperaba, se sentía bastante feliz.

Volví entonces a pensar en contarle lo de mi poder, pero aún no estaba segura del todo, primero me aseguraría de que creía lo de mis alas, y más adelante vería si se lo contaba.

-Venga vamos -le dije tendiéndole la mano para que se incorporase. -Aún queda bastante casa por arreglar, y si terminamos pronto te enseñaré una cosa.

Me había traído un libro de skypiea para tener un recuerdo. Se trataba de un libro histórico, aunque tal vez lo considerara como un cuento infantil. Había fechas, acontecimientos reales, imágenes, pero no estaba segura de que se lo fuera a tomar en serio, a lo mejor no había sido buena idea, pero ya se lo había dicho y era demasiado tarde para rectificar.

Me iba a dar algo si terminaba la casa rápidamente, eso hizo que me pusiera las pilas y en dos horas estuviera terminada entera, ahora solo quedaba limpiarla, pero yo ya había hecho mi trabajo aquí.

-Bien señorita, ahora creo que me debe la sorpresa, jejeje.

Estaba inquieto y tenía bastantes ganas de ver esa sorpresa, me encantaban las sorpresas.

Mientras él continuaba arreglando la casa, yo seguí limpiando. Cada vez se iba pareciendo más a una casa decente, aunque aún le faltaba bastante.

Cuando Hiroki acabó su tarea reparando las vigas de aquella casucha, reclamó su recompensa con ansia.

-Espera un momento -le dije con una sonrisa mientras me adentraba en una de las habitaciones.

Cuando salí, llevaba entre mis brazos un gran libro de Skypiea.

-No creo que me creas, pero aún así te lo mostraré. Se trata de un libro de historia de mi lugar de origen, Skypiea. Puedes llevártelo y leer lo que quieras en tu casa, solo te pido que me lo devuelvas, me gustaría quedármelo... como recuerdo.

Tras decir esto, le tendí el libro esperando que lo cogiese.

-Puedes irte cuando quieras, mañana ya buscaré trabajo, por hoy hemos hecho suficiente.

Me gustaría que Hiroki me acompañase a buscar el trabajo, pero ya era mucho pedir. No sabía por qué, pero me agradaba su presencia.

Me dio un libro de Skypiea que hablaba sobre la historia del lugar... ya me estaba empezando a creer lo de su origen y lo de sus alas.

-Oh... gra-gracias.

Luego dijo que ya me podía ir, que ella iba a buscar trabajo... pero no podía permitir que buscara trabajo ella sola, ya estaría liada con la mudanza como para ponerse ahora a buscar un trabajo.

-Oh, en eso te puedo ayudar. Ser hijo del alcalde tiene ciertas ventajas, jejeje. Hay unos cuantos bares por la zona centro y por algunos callejones de la parte

Por suerte, Hiroki fue caballeroso y se ofreció a acompañarme al día siguiente a buscar algún trabajo.

-Me encantaría que me acompañases -le dije con una amplia sonrisa y agitando levemente mis alas. -Bueno... si quieres claro. Ahora ya es tarde, ve a tu casa a leer el libro y mañana por la mañana ven.

Me dirigí hacia la puerta para abrírsela y esperé a que saliera para cerrarla tras de sí. Ahora solo tenía ganas de tumbarme en la cama y no hacer nada más. Necesitaba un descanso después de este primer día.