Jace Storm.
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Desde que había encontrado aquella maldita fruta todo había ido a peor, conseguí escapar de la misteriosa cripta que la que había caído a través de ese tremendo agujero oculto en el almacén de las herramientas. Sin embargo y para mi desgraciada suerte, los marines a cargo de la mina me encontraron nada más salir y me golpearon en la nuca con la culata de uno de los fusiles, dejándome completamente inconsciente. Ese golpe no hizo más que hacerme soñar con una escasa infancia en la que me divertía simplemente con ir al bosque y jugar persiguiendo a los animales que salían corriendo ante mi presencia, yo solía seguirlos y correr tras ellos hasta que las piernas no me respondían, antiguamente era feliz haciendo solamente eso todos los días, ahora no tenía momentos libres suficientes para esbozar siquiera una estúpida sonrisa. Según me contaron más tarde, los marines y los vigilantes en la mina nos acusaron a mi y a todos los mineros nativos causantes de la "pequeña revuelta" de asesinos y alborotadores, cosa que hizo que buscaran a todas las familias de los responsables y a ellos mismos y los pusieran bajo custodia, listos para ser azotados y/o transportados a un nuevo destino lejos de su isla natal, ahora que éramos criminales declarados por el Gobierno Mundial podían incluso enviarnos a prisión de por vida si querían.
Me desperté con un fuerte dolor en el cuello y la cabeza, justo en el lugar que había recibido el golpe del fusil, el marine no había tenido ninguna consideración al hacerlo. Me levanté como pude y descubrí que tenía cierto peso extra en muñecas y tobillos, además de una extraña textura fría rodeándome el cuello, eran grilletes. Abrí mis ojos con bastante esfuerzo y me miré las manos para observar de cerca lo que llevaba y que me molestaba tanto. Eran unas esposas de hierro o acero bastante comunes, solo destacaba la enorme cadena a la que estaban unidas, la cual acababa en una argolla clavada en la pared a mis espaldas. Respiré profundamente y dí un suspiro largo y triste, no podía estar en peor situación. Observé un poco el lugar en el que me encontraba para intentar deducir si me era posible escapar o no. Se trataba de una habitación estrecha y muy agobiante, sin ventanas ni nada por el estilo, cosa que hacía que el ambiente fuera viciado y que costara respirar. La puerta que me impedía salir era también de metal, con una cerradura que no identificaba a distinguir y con una extraña rendija, supuse que sería el lugar por el cual me pasarían la comida, si es que había.
Satanta- No sigas mirando chico, no hay forma de salir, yo ya la he buscado a consciencia.
Me sorprendió muchísimo escuchar aquella voz grave y sabia, simplemente no me esperaba que nadie estuviera allí conmigo y que hubiera pasado desapercibido tan fácilmente. Era Satanta, apodado "Oso Blanco" en nuestra tribu, era el jefe de los mineros y puede que también el de la revuelta. Satanta era muy parecido a mi, con el mismo color de piel y casi con una cara y pelo parecidos, cosas de pertenecer a la misma tribu, lo que más destacaba era su enorme cicatriz que le llegaba desde la ceja izquierda hasta la nariz. Satanta era también el hombre más grande de la tribu, con casi dos metros diez de altura, una fuerza bruta realmente increíble le complementaba la altura. Antiguamente le recordaba llevando un enorme abrigo de piel blanco, de pelo de oso polar que había cazado en las montañas de joven, de hecho se ganó así su apodo y el puesto de jefe entre todos.
Jace- No habrás tenido nada que ver con esa revuelta, ¿verdad?.- Cambié de postura para poder hablarle a la cara y poder observarle con mis característicos ojos azules oscuros que tanto me diferenciaban de los demás de la tribu, que los tenían marrones casi negros.
Satanta- Si estás aquí por mi culpa lo siento. Sí soy culpable de lo que ha pasado, uno de los marines golpeó a varias mujeres con el látigo y no pude aguantarlo más y le clavé el pico en la espalda, supongo que fue mejor esperar..- El jefe tribal se echó las manos a la cabeza y por primera vez vi que una lágrima caía de su ojo, algo malo iba a pasarnos si él estaba en la situación de romper en llanto.
Jace- Esperar nunca es la solución a nada, solo a que sigan abusando de ti y de su poder, jefe...hiciste bien en montar en cólera y cargar. Yo siempre he observado que los animales del bosque antes de dejarse cazar luchan o huyen cuanto pueden, no se dedican a esperar.- En ese momento en el que pronuncié mis palabras, la habitación se zarandeó un poco, haciéndome suponer rápidamente que estábamos en un barco.¿Sabes acaso hacia dónde nos dirigimos?
Satanta- Nos llevan a donde todo esclavo o prisionero del Gobierno Mundial debería temer, ha Tequila Wolf...oí a los del barco mencionándolo antes, pero dijeron no se qué de hacer unas paradas antes en el East Blue.
Jace- Vaya...será un viaje bastante largo, así que más nos vale planear como escapar de aquí en una de esas "paradas". Vamos "Oso Blanco", seguro que conseguimos salir de ésta antes de llegar a ese sitio tan horrible que mencionas...
Me desperté con un fuerte dolor en el cuello y la cabeza, justo en el lugar que había recibido el golpe del fusil, el marine no había tenido ninguna consideración al hacerlo. Me levanté como pude y descubrí que tenía cierto peso extra en muñecas y tobillos, además de una extraña textura fría rodeándome el cuello, eran grilletes. Abrí mis ojos con bastante esfuerzo y me miré las manos para observar de cerca lo que llevaba y que me molestaba tanto. Eran unas esposas de hierro o acero bastante comunes, solo destacaba la enorme cadena a la que estaban unidas, la cual acababa en una argolla clavada en la pared a mis espaldas. Respiré profundamente y dí un suspiro largo y triste, no podía estar en peor situación. Observé un poco el lugar en el que me encontraba para intentar deducir si me era posible escapar o no. Se trataba de una habitación estrecha y muy agobiante, sin ventanas ni nada por el estilo, cosa que hacía que el ambiente fuera viciado y que costara respirar. La puerta que me impedía salir era también de metal, con una cerradura que no identificaba a distinguir y con una extraña rendija, supuse que sería el lugar por el cual me pasarían la comida, si es que había.
Satanta- No sigas mirando chico, no hay forma de salir, yo ya la he buscado a consciencia.
Me sorprendió muchísimo escuchar aquella voz grave y sabia, simplemente no me esperaba que nadie estuviera allí conmigo y que hubiera pasado desapercibido tan fácilmente. Era Satanta, apodado "Oso Blanco" en nuestra tribu, era el jefe de los mineros y puede que también el de la revuelta. Satanta era muy parecido a mi, con el mismo color de piel y casi con una cara y pelo parecidos, cosas de pertenecer a la misma tribu, lo que más destacaba era su enorme cicatriz que le llegaba desde la ceja izquierda hasta la nariz. Satanta era también el hombre más grande de la tribu, con casi dos metros diez de altura, una fuerza bruta realmente increíble le complementaba la altura. Antiguamente le recordaba llevando un enorme abrigo de piel blanco, de pelo de oso polar que había cazado en las montañas de joven, de hecho se ganó así su apodo y el puesto de jefe entre todos.
Jace- No habrás tenido nada que ver con esa revuelta, ¿verdad?.- Cambié de postura para poder hablarle a la cara y poder observarle con mis característicos ojos azules oscuros que tanto me diferenciaban de los demás de la tribu, que los tenían marrones casi negros.
Satanta- Si estás aquí por mi culpa lo siento. Sí soy culpable de lo que ha pasado, uno de los marines golpeó a varias mujeres con el látigo y no pude aguantarlo más y le clavé el pico en la espalda, supongo que fue mejor esperar..- El jefe tribal se echó las manos a la cabeza y por primera vez vi que una lágrima caía de su ojo, algo malo iba a pasarnos si él estaba en la situación de romper en llanto.
Jace- Esperar nunca es la solución a nada, solo a que sigan abusando de ti y de su poder, jefe...hiciste bien en montar en cólera y cargar. Yo siempre he observado que los animales del bosque antes de dejarse cazar luchan o huyen cuanto pueden, no se dedican a esperar.- En ese momento en el que pronuncié mis palabras, la habitación se zarandeó un poco, haciéndome suponer rápidamente que estábamos en un barco.¿Sabes acaso hacia dónde nos dirigimos?
Satanta- Nos llevan a donde todo esclavo o prisionero del Gobierno Mundial debería temer, ha Tequila Wolf...oí a los del barco mencionándolo antes, pero dijeron no se qué de hacer unas paradas antes en el East Blue.
Jace- Vaya...será un viaje bastante largo, así que más nos vale planear como escapar de aquí en una de esas "paradas". Vamos "Oso Blanco", seguro que conseguimos salir de ésta antes de llegar a ese sitio tan horrible que mencionas...
- Spoiler:
- Es mi primer post y espero que esté bien, una de esas paradas será Hargeon Island(ésta isla). Puedes poner si quieres que el barco ya ha atracado en la isla por provisiones y tal ^_^
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~Habían pasado ya unas semanas desde el ataque del pirata de arcilla explosiva a la villa de Syrup, afortunadamente el poblado no fue dañado de ninguna manera, solo hubo unos pocos robos de comida, agua y suministros básicos, al parecer no mentía después de todo el encapuchado, pero ya nada podía hacer para remediar eso. Ahora me encontraba navegando en uno de los barcos marines que atacaron al barco de ese tipo, tuvieron que desviar su ruta para enfrentar al bandido en cuestión pues fueron solicitados refuerzos. Cuando esos barcos llegaron yo misma me había atado y me hice pasar por una rehén que fue dejada a su suerte por ellos, afortunadamente se creyeron la historia y me permitieron viajar en uno de los barcos sin hacer o pagar nada.
Durante el viaje, veía ir y venir a los marines, realizando tareas como limpiar la cubierta, los pisos del interior del barco, los cañones, cargar fusiles, acomodar armas blancas, navegar, cocinar, en fin, todas las tareas les eran asignadas dividiéndose entre especialistas del oficio o rango jerárquico, esto segundo más para labores de limpieza o que a nadie le gustaban. Constantemente, los de menor rango eran más "liberales" en sus tiempos libres, quitándose los chalecos del uniforme, jugando cartas o bebiendo un poco pero sin llegar a pasarse, mientras los superiores sabrá dios donde se metían pues nunca los veía en los ratos libres.
Durante los juegos de los marines, de los cuales me mantenía alejada, podía escuchar fragmentos de conversaciones, en general no escuchaba mucho pues tenía que disimular el no estar haciendo nada y además el sonido del agua siendo desplazada por el barco no ayudaba mucho. Pero aun así logré entender el contexto de la conversación, este barco iba directo a Tequila Wolf a llevar esclavos. No conocía del todo esa zona del East Blue, pero ese lugar era famoso por tener en construcción un puente tan largo y grande que ya habían pasado varias generaciones de nobles desde que aquel "ancestro" ordenó su inicio.
En otro momento una situación así me hubiera sido indiferente, pero estaba a bordo del barco, yo podía hacer algo por la gente capturada y si encontraba inocentes ahí podría rescatarlos o al menos esa era la idea que estaba teniendo, pero debía formular un plan para poder hacer algo. Durante días traté de acceder a la zona de celdas, a la prisión del barco, pero todo el tiempo me denegaban el acceso pues solo el personal autorizado podía acceder. Pero eso cambió hasta un día que conseguí hacerme un hueco y ese era hoy.
Durante la hora del descanso, cuando todos estaban indefensos, desprevenidos y disfrutando, me escabullí al pasillo donde siempre me detenían, y como era de esperarse había dos guardias ahí, nunca dejaban desprotegido ese lugar. Previamente había creado en una habitación montones de mariposas que me tomó varias horas hacerlas todas pues aun no poseía la habilidad suficiente como para hacer tantas al mismo tiempo. Respiré profundamente, este era el momento, todas las mariposas salieron de aquella habitación que tenía cerca y se abalanzaron en una oleada sincronizada sobre los dos guardias sin darles tiempo a nada, estas estaban hechas de "papel adherente" por lo que no podrían quitárselas con facilidad. A los segundos sus voces fueron apagadas al cubrir las bocas y a los pocos minutos el movimiento fue nulo, estaban completamente momificados pero con orificios en la nariz para que respiraran.
-Kami No Wings.-Murmuré desde mi posición, varios papeles surgieron de mi espalda y tomaron forma de dos alas medianas, las cuales se agitaron un poco haciéndome levitar unos centímetros, la idea era que los guardias no escucharan el sonido de mis pasos cuando pasará cerca de ellos. Ahora iba rumbo a las celdas en busca de una forma de liberar a los prisioneros.
Durante el viaje, veía ir y venir a los marines, realizando tareas como limpiar la cubierta, los pisos del interior del barco, los cañones, cargar fusiles, acomodar armas blancas, navegar, cocinar, en fin, todas las tareas les eran asignadas dividiéndose entre especialistas del oficio o rango jerárquico, esto segundo más para labores de limpieza o que a nadie le gustaban. Constantemente, los de menor rango eran más "liberales" en sus tiempos libres, quitándose los chalecos del uniforme, jugando cartas o bebiendo un poco pero sin llegar a pasarse, mientras los superiores sabrá dios donde se metían pues nunca los veía en los ratos libres.
Durante los juegos de los marines, de los cuales me mantenía alejada, podía escuchar fragmentos de conversaciones, en general no escuchaba mucho pues tenía que disimular el no estar haciendo nada y además el sonido del agua siendo desplazada por el barco no ayudaba mucho. Pero aun así logré entender el contexto de la conversación, este barco iba directo a Tequila Wolf a llevar esclavos. No conocía del todo esa zona del East Blue, pero ese lugar era famoso por tener en construcción un puente tan largo y grande que ya habían pasado varias generaciones de nobles desde que aquel "ancestro" ordenó su inicio.
En otro momento una situación así me hubiera sido indiferente, pero estaba a bordo del barco, yo podía hacer algo por la gente capturada y si encontraba inocentes ahí podría rescatarlos o al menos esa era la idea que estaba teniendo, pero debía formular un plan para poder hacer algo. Durante días traté de acceder a la zona de celdas, a la prisión del barco, pero todo el tiempo me denegaban el acceso pues solo el personal autorizado podía acceder. Pero eso cambió hasta un día que conseguí hacerme un hueco y ese era hoy.
Durante la hora del descanso, cuando todos estaban indefensos, desprevenidos y disfrutando, me escabullí al pasillo donde siempre me detenían, y como era de esperarse había dos guardias ahí, nunca dejaban desprotegido ese lugar. Previamente había creado en una habitación montones de mariposas que me tomó varias horas hacerlas todas pues aun no poseía la habilidad suficiente como para hacer tantas al mismo tiempo. Respiré profundamente, este era el momento, todas las mariposas salieron de aquella habitación que tenía cerca y se abalanzaron en una oleada sincronizada sobre los dos guardias sin darles tiempo a nada, estas estaban hechas de "papel adherente" por lo que no podrían quitárselas con facilidad. A los segundos sus voces fueron apagadas al cubrir las bocas y a los pocos minutos el movimiento fue nulo, estaban completamente momificados pero con orificios en la nariz para que respiraran.
-Kami No Wings.-Murmuré desde mi posición, varios papeles surgieron de mi espalda y tomaron forma de dos alas medianas, las cuales se agitaron un poco haciéndome levitar unos centímetros, la idea era que los guardias no escucharan el sonido de mis pasos cuando pasará cerca de ellos. Ahora iba rumbo a las celdas en busca de una forma de liberar a los prisioneros.
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Satanta estaba débil, el viaje desde nuestra tierra natal estaba siendo muy largo e insufrible, los minutos, las horas, los días...cualquier medida de tiempo no existía para nosotros, estábamos siempre encerrados en aquella maldita celda, arrinconados contra cualquier posibilidad de sentir siquiera el calor del sol. Lo peor es que no sabíamos nada de las otras personas que viajaban con nosotros, ni siquiera si éramos los únicos esclavos del barco con destino a Tequila Wolf, podríamos ser los únicos a los que nos tocara ese amargo destino. Como buen jefe y líder de nuestra tribu, el "Oso Blanco" padecía ataques graves de ansiedad y se agobiaba ante la perturbadora y triste idea de que todos estuvieran muertos por su culpa. Uno de esos ataques lo vivió a la segunda semana de estar encerrado, golpeó la puerta de metal con todas sus fuerzas y llamando a los guardias con insultos, su única recompensa fueron varios latigazos y un corte en un costado por parte de éstos. Le habían tratado de forma penosa en la enfermería y tenía el corte infectado a los pocos días, de ahí su debilidad, dudaba de que llegara a la isla con vida.
Satanta- Vamos muchacho...t..ten piedad de este guerrero malherido y miserable...dame muerte de una maldita vez....- Satanta divagaba de vez en cuando sobre la posibilidad de que ya no servía para nada, su capacidad de líder de nuestro pueblo le había fallado y nos había conducido al desastre, varias veces al día me rogaba que acabase con su vida de una vez por todas.
Jace- No he matado a nadie en mi vida, viejo oso...y no vas a convertirte en mi primera víctima, ya sabes cuánto significas para mi. Por eso intento mantenerte estúpidamente con vida, a pesar de mi escasa habilidad con este tipo de situaciones.- Acomodé la débil cabeza del guerrero en uno de los lados de la celda y con una improvisada almohada con mi chaqueta le dejé que durmiera para que conservase las fuerzas, le necesitaba con vida y no podía permitirme que alguien más muriese mientras miraba impasible e impotente.
Dí un leve sobresalto al escuchar el movimiento de la rendija de la puerta, al parecer nos traían el primer plato del día, la misma comida asquerosa de siempre, al menos era la justa para mantenernos con vida. Cuando el vigilante soltó el plato yo corrí a apuntarlo en una hoja estropeada que guardaba desde que iniciamos el viaje, en ella no había más que líneas pintadas con carboncillo, unas líneas que usaba para contar las comidas del día y permitirme el lujo, más o menos exacto, de calcular los días que llevábamos navegando. Con eso y con un poco más de suerte y tiempo, podría averiguar el cambio de turno de los vigilantes marines y usarlo para escapar. Sin embargo teníamos delante un gran inconveniente: la puerta de metal, se abría solo desde fuera y por la rendija no cabía bien mi brazo para coger las llaves de algún guardia que pasara. Las única opción que me quedaba era esperar un rescate, algo completamente estúpido porque nadie vendría a salvarnos de un barco marine.
Frustrado ante mis escasas ideas, lancé el carboncillo y la hoja de papel a una esquina y me dediqué a intentar que Satanta comiese algo. De repente, se me ocurrió una idea un poco suicida: podría usar el extraño poder que había usado para escapar de la cripta funeraria de la mina para intentar romper la puerta y salir volando del barco con la mayor cantidad de personas que pudiera. Rechacé de inmediato la idea, no conocía para nada de lo que era capaz de hacer y solo haría que me convirtiese en un blanco aún más jugoso para los marines y el Gobierno Mundial. Resignado y enfadado me coloqué en la esquina opuesta a Satanta y le observé con mis ojos algo aguados, estaba muy afectado por lo del guerrero, y sin querer empecé a recordar el pasado, lo único realmente feliz que me quedaba.
Tras un par de horas de malos recuerdos me cansé de esperar, estaba realmente harto y el pobre guerrero no vería la luz nunca más si no lo sacaba de la tumba en la que se estaba convirtiendo la celda en la que estábamos, le debía mucho a Satanta y a los demás de la tribu, nada menos que mi supervivencia cuando era niño. Al menos quería darle una muerte digna en un bosque, con la naturaleza a su alrededor como la tradición de la tribu, no encerrado como un vulgar esclavo. Me levanté de un salto y empecé a pegarle patadas a la puerta, con mucha fuerza y haciéndome algo de daño en la planta del pie por la dureza del metal.
Jace- ¡¡¡Vamos malditos marines!!! ¡¡¡No vais a esclavizar nunca más a mi gente!!! ¡¡¡Venid aquí si os atrevéis!!!.- Estaba actuando de una manera bastante loca y suicida, pero en mi cabeza ya no cabía más que el odio que sentía hacia aquellas personas que nos oprimían, nuestros captores que nos arrestaron injustamente y que nos obligaron a ser sus sirvientes.
Satanta- Vamos muchacho...t..ten piedad de este guerrero malherido y miserable...dame muerte de una maldita vez....- Satanta divagaba de vez en cuando sobre la posibilidad de que ya no servía para nada, su capacidad de líder de nuestro pueblo le había fallado y nos había conducido al desastre, varias veces al día me rogaba que acabase con su vida de una vez por todas.
Jace- No he matado a nadie en mi vida, viejo oso...y no vas a convertirte en mi primera víctima, ya sabes cuánto significas para mi. Por eso intento mantenerte estúpidamente con vida, a pesar de mi escasa habilidad con este tipo de situaciones.- Acomodé la débil cabeza del guerrero en uno de los lados de la celda y con una improvisada almohada con mi chaqueta le dejé que durmiera para que conservase las fuerzas, le necesitaba con vida y no podía permitirme que alguien más muriese mientras miraba impasible e impotente.
Dí un leve sobresalto al escuchar el movimiento de la rendija de la puerta, al parecer nos traían el primer plato del día, la misma comida asquerosa de siempre, al menos era la justa para mantenernos con vida. Cuando el vigilante soltó el plato yo corrí a apuntarlo en una hoja estropeada que guardaba desde que iniciamos el viaje, en ella no había más que líneas pintadas con carboncillo, unas líneas que usaba para contar las comidas del día y permitirme el lujo, más o menos exacto, de calcular los días que llevábamos navegando. Con eso y con un poco más de suerte y tiempo, podría averiguar el cambio de turno de los vigilantes marines y usarlo para escapar. Sin embargo teníamos delante un gran inconveniente: la puerta de metal, se abría solo desde fuera y por la rendija no cabía bien mi brazo para coger las llaves de algún guardia que pasara. Las única opción que me quedaba era esperar un rescate, algo completamente estúpido porque nadie vendría a salvarnos de un barco marine.
Frustrado ante mis escasas ideas, lancé el carboncillo y la hoja de papel a una esquina y me dediqué a intentar que Satanta comiese algo. De repente, se me ocurrió una idea un poco suicida: podría usar el extraño poder que había usado para escapar de la cripta funeraria de la mina para intentar romper la puerta y salir volando del barco con la mayor cantidad de personas que pudiera. Rechacé de inmediato la idea, no conocía para nada de lo que era capaz de hacer y solo haría que me convirtiese en un blanco aún más jugoso para los marines y el Gobierno Mundial. Resignado y enfadado me coloqué en la esquina opuesta a Satanta y le observé con mis ojos algo aguados, estaba muy afectado por lo del guerrero, y sin querer empecé a recordar el pasado, lo único realmente feliz que me quedaba.
Tras un par de horas de malos recuerdos me cansé de esperar, estaba realmente harto y el pobre guerrero no vería la luz nunca más si no lo sacaba de la tumba en la que se estaba convirtiendo la celda en la que estábamos, le debía mucho a Satanta y a los demás de la tribu, nada menos que mi supervivencia cuando era niño. Al menos quería darle una muerte digna en un bosque, con la naturaleza a su alrededor como la tradición de la tribu, no encerrado como un vulgar esclavo. Me levanté de un salto y empecé a pegarle patadas a la puerta, con mucha fuerza y haciéndome algo de daño en la planta del pie por la dureza del metal.
Jace- ¡¡¡Vamos malditos marines!!! ¡¡¡No vais a esclavizar nunca más a mi gente!!! ¡¡¡Venid aquí si os atrevéis!!!.- Estaba actuando de una manera bastante loca y suicida, pero en mi cabeza ya no cabía más que el odio que sentía hacia aquellas personas que nos oprimían, nuestros captores que nos arrestaron injustamente y que nos obligaron a ser sus sirvientes.
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~Gracias a mis alas pasé sobre los guardias sin hacer ruido con mis pies, podía escuchar como intentaban articular palabras pero no conseguían emitir sonido alguno para alertar a otras personas. Satisfecha con mi acción sonreí ampliamente y avancé por el pasillo hasta una puerta, todo a mi alrededor se veía muy resistente, como si estuviera hecho de algún material muy pesado como acero o algún metal aun más resistente. Toqué el suelo con mis pies pero mis alas no desaparecieron, abrí la puerta delante de mí girando una perilla tan grande que fue necesario el uso de mis dos manos. Intenté empujar la puerta con la mano, pero no la moví, debía ser muy pesada. Usé ambas manos para empujar, pero conseguí solo que rechinará un poco la puerta y un leve movimiento. Me giré y dí la espalda a la puerta, me recargué en ella y haciendo fuerza con mis piernas y empuje con mi cuerpo comencé a mover el bloque poco a poco, para un marine o un hombre la puerta era poco reto, pero yo era mujer y bastante débil físicamente, este tipo de cosas no eran lo mio en realidad.
Una vez abierta la puerta había escaleras con focos amarillos que apenas alumbraban el camino, decidida comencé a bajarlas, causando con cada paso que daba un sonido seco, el metal parecía ser del más corriente e incluso tenía manchas de estar oxidado, en esta zona al parecer no daban ningún tipo de mantenimiento, seguro que estaba ya en la prisión del barco. Conforme bajaba y solo con las escaleras pensaba en lo horribles que podían a llegar a ser los agentes del Gobierno y la Marina, tener una prisión así, tener gente bajo estas condiciones de vida era algo inaceptable, no había derechos para los prisioneros, y aunque no era muy seguidora de piratas u otro tipo de personas así, no me parecía justo este tipo de lugar para su confinamiento.
Ya terminadas las escaleras, abrí otra puerta del mismo modo que la primera, pero esta me costó más trabajo, estaba tan dañada que se atascaba a cada momento y me llevó unos siete minutos poder moverla lo suficiente para pasar por una abertura pequeña solo para mí. En cuanto entré, en la pared había colgado un juego de llaves, pero eran muchas, seguro que eran todas las llaves de las celdas, las tome con la mano izquierda y no las solté, pero entonces me puse a pensar. ¿Qué estaba haciendo?, me estaba convirtiendo en un enemigo de la Marina y ¿todo por qué?, por liberar a gente que no conocía de nada. La duda se apoderó de mí a estas alturas, no sabía si dejarlos a su suerte y huir, fingiendo que nada pasó o ayudarles a recuperar la libertad de la que fueron privados. Que dilema.
Estaba pensando todo en silencio, analizando las consecuencias de mis actos, fuera cual fuera mi decisión, ahora sostenía las llaves con ambas manos muy nerviosa sin saber que hacer. Todo estaba en completo silencio, hasta que de una celda se escucharon gritos y golpes contra la puerta, tan fuertes que me asusté y retrocedí un par de pasos, seguro que ahí adentro había encerrado un demente o alguien de gran peligro, eso lo deduje solo por su tno de voz, pero lo que había en sus palabras me extrañó "¿esclavizar a su gente?", ¿qué quería decir con eso?, no lo sabía pero podía averiguarlo si me lo proponía. Con miedo y duda, caminé lentamente hacía la puerta de donde se escuchaba el ruido, todas eran exactamente iguales, grandes placas de metal con una cerradura y una rejilla que comunicaba interior con exterior, y todas las puertas se extendían a lo largo de un oscuro pasillo con aire caliente y nauseabundo que comenzaba a hacer efecto en mí provocandome algo de mareo y dolor de cabeza.
Una vez frente a la puerta me detuve, aun se escuchaba a alguien golpearla, tragué saliva para tratar de tranquilizarme y en mi mente me daba palabras de animo para abrir al menos la rendija y averiguar que pasaba del otro lado. Cerré los ojos y apreté los puños, teniéndolos a los lados de mi cuerpo, ya no había marcha atrás, debía continuar con esta decisión. Abrí los ojos y con mi mano deslicé la placa de metal a un lado, dejándome ver al interior de la cerca, en la cual una persona algo vieja estaba tirada en el suelo mientras que otra al parecer más joven era quien atacaba sin éxito a la estructura de metal.
-Oye, calmate de una buena vez, ¿quieres?-Ordené mirando fijamente pero sin acercarme mucho.-¿A qué te refieres con lo de "esclavizar" a tu gente?. ¿Eres un pirata y te han capturado o qué?-Cuestioné. No le dije que venía a rescatarlo, ni que tenía las llaves, así podría analizar con cuidado su persona y deducir si era un criminal o no, pues el tipo que le acompañaba se veía en un estado lamentable y me daba la impresión de que no era malo, pero eso debía averiguarlo rápidamente.
Una vez abierta la puerta había escaleras con focos amarillos que apenas alumbraban el camino, decidida comencé a bajarlas, causando con cada paso que daba un sonido seco, el metal parecía ser del más corriente e incluso tenía manchas de estar oxidado, en esta zona al parecer no daban ningún tipo de mantenimiento, seguro que estaba ya en la prisión del barco. Conforme bajaba y solo con las escaleras pensaba en lo horribles que podían a llegar a ser los agentes del Gobierno y la Marina, tener una prisión así, tener gente bajo estas condiciones de vida era algo inaceptable, no había derechos para los prisioneros, y aunque no era muy seguidora de piratas u otro tipo de personas así, no me parecía justo este tipo de lugar para su confinamiento.
Ya terminadas las escaleras, abrí otra puerta del mismo modo que la primera, pero esta me costó más trabajo, estaba tan dañada que se atascaba a cada momento y me llevó unos siete minutos poder moverla lo suficiente para pasar por una abertura pequeña solo para mí. En cuanto entré, en la pared había colgado un juego de llaves, pero eran muchas, seguro que eran todas las llaves de las celdas, las tome con la mano izquierda y no las solté, pero entonces me puse a pensar. ¿Qué estaba haciendo?, me estaba convirtiendo en un enemigo de la Marina y ¿todo por qué?, por liberar a gente que no conocía de nada. La duda se apoderó de mí a estas alturas, no sabía si dejarlos a su suerte y huir, fingiendo que nada pasó o ayudarles a recuperar la libertad de la que fueron privados. Que dilema.
Estaba pensando todo en silencio, analizando las consecuencias de mis actos, fuera cual fuera mi decisión, ahora sostenía las llaves con ambas manos muy nerviosa sin saber que hacer. Todo estaba en completo silencio, hasta que de una celda se escucharon gritos y golpes contra la puerta, tan fuertes que me asusté y retrocedí un par de pasos, seguro que ahí adentro había encerrado un demente o alguien de gran peligro, eso lo deduje solo por su tno de voz, pero lo que había en sus palabras me extrañó "¿esclavizar a su gente?", ¿qué quería decir con eso?, no lo sabía pero podía averiguarlo si me lo proponía. Con miedo y duda, caminé lentamente hacía la puerta de donde se escuchaba el ruido, todas eran exactamente iguales, grandes placas de metal con una cerradura y una rejilla que comunicaba interior con exterior, y todas las puertas se extendían a lo largo de un oscuro pasillo con aire caliente y nauseabundo que comenzaba a hacer efecto en mí provocandome algo de mareo y dolor de cabeza.
Una vez frente a la puerta me detuve, aun se escuchaba a alguien golpearla, tragué saliva para tratar de tranquilizarme y en mi mente me daba palabras de animo para abrir al menos la rendija y averiguar que pasaba del otro lado. Cerré los ojos y apreté los puños, teniéndolos a los lados de mi cuerpo, ya no había marcha atrás, debía continuar con esta decisión. Abrí los ojos y con mi mano deslicé la placa de metal a un lado, dejándome ver al interior de la cerca, en la cual una persona algo vieja estaba tirada en el suelo mientras que otra al parecer más joven era quien atacaba sin éxito a la estructura de metal.
-Oye, calmate de una buena vez, ¿quieres?-Ordené mirando fijamente pero sin acercarme mucho.-¿A qué te refieres con lo de "esclavizar" a tu gente?. ¿Eres un pirata y te han capturado o qué?-Cuestioné. No le dije que venía a rescatarlo, ni que tenía las llaves, así podría analizar con cuidado su persona y deducir si era un criminal o no, pues el tipo que le acompañaba se veía en un estado lamentable y me daba la impresión de que no era malo, pero eso debía averiguarlo rápidamente.
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Estaba nervioso y asustado, a pesar de todo el enfado que llevaba en las venas cuando golpeaba la puerta una y otra vez. Contra más la golpeaba más dolor sentía en manos y pies por culpa de su resistencia. Las manos me sudaban y el aire empezó a estar demasiado viciado, una fría gota de sudor descendió desde mi frente hasta mi barbilla. La tensión y el nerviosismo porque los marines vinieran tarde o temprano me hacían tener algún que otro tic nervioso, el peor fue cuando calculé mal y le dí a la puerta con más fuerza de la debida y me hice daño en los nudillos de mi mano izquierda, haciendo que soltara un grito ahogado de dolor. Era un débil y lo sabía, no era lo suficientemente fuerte como para aguantar siquiera un miserable golpe, en mi vida me había llevado muy pocos golpes y prácticamente nunca había tenido que luchar, en realidad de pequeño siempre huía, siempre corría a esconderme. Ahora no podía hacer tal cosa, no había un árbol al que subirme si me seguían para pegarme, no había una maleza en la que esconderme de las situaciones horribles de las que escapaba continuamente cuando se presentaban.
Me cogí la mano izquierda con la derecha mientras daba vueltas por la habitación mientras maldecía una y otra vez mi estupidez, una persona podría ser todo lo inteligente que quisiera pero las idioteces no se las puede quitar. Mientras me moría del dolor en los dedos pateaba la puerta a cada rato y seguía gritando, ya no sabía si lo hacía para intentar ocultar el dolor o simplemente para evitar pensar en la pobre y miserable situación en la que estaba el viejo, me daba realmente vergüenza estar yo quejándome por algo tan trivial como un dolor en la mano mientras que él se debatía entre la vida y la muerte, odiaba que toda su vida dependiera en este momento de alguien tan inútil como yo. Satanta había sido un guerrero honorable y había luchado contra todo tipo de enemigos, lo único que yo había matado había sido a un ratón de pequeño y aún así había tenido pena del pobre animal.
Me llevé un enorme susto al escuchar de repente el pestillo de la puerta de metal correrse, alguien estaba a punto de entrar en la celda, lo más seguro era que viniese para hacerme callar mediante una buena paliza. Empecé a sudar aún más de lo normal, buscaba tontamente un agujero en el que poder meterme, era mi reacción normal en este tipo de situaciones, era un completo cobarde y debía aceptarlo aquí y ahora. También debía admitir que no sabía aguantar el dolor y que luchar no era mi fuerte, que frente a un par de marines entrenados para torturar era como un pollito atrapado entre una bandada de águilas que buscaban arrancarme todas las plumas que tenía, pero esa extraña comparación que hice en mi mente me dio de nuevo la idea de que podía usar mi extraño poder, pero era espontáneo y aún no lo controlaba demasiado bien, no sabía aún que podía hacer con él, primero debía buscar buena información acerca de ello...si es que sobrevivía a aquella situación.
Me llevé una ligera sorpresa al ver que la puerta la abría una chica, cosa que no me esperaba para nada. Cometí el error inicial de juzgarla a primera vista, sin ni siquiera haberla visto antes ya creía que tendría posibilidades para escapar, cometí el fallo de creer que era más débil que yo. No podía creerme que los marines enviaran a alguien que no pudiera controlar a los presos, me daba mala espina y al menos sabía darme cuenta de cuando algo iba mal, sus palabras casi me lo confirmaban, ambos estábamos ante una situación tensa y extraña.
Jace- Me gustaría tranquilizarme, pero no me han dado muchos motivos para ello. .-Me preguntó si era un pirata, término del que desconocía su significado debido a la escasa información que llegaba a nuestras manos en las minas.-No, no soy un "pirata"...so..solo soy un simple minero, capturado por tu querido Gobierno Mundial de forma injusta....-No me podía permitir entretenerme mucho, cada minuto era un calvario para el viejo oso y necesitaba llevarlo a un médico, se lo debía. No escuchaba nada en el pasillo, cosa que contrastaba con las típicas y obscenas conversaciones que tenían los marines cuando tenían su turno vigilándonos.-No sé quién demonios eres, pero algo me huele mal, ¿dónde están los vigilantes que normalmente están en este turno? No creo que seas tú sola la que nos vigila ahora, en caso de ser así...te tengo que pedir que te apartes si no quieres que lo ha..haga y..yo por las malas.-Las últimas palabras me fallaban, no había hecho nunca daño a nadie, pero ahora la situación me lo requería, necesitaba aprender a ser fuerte y aceptar de una vez la violencia de la que siempre huía...
Me cogí la mano izquierda con la derecha mientras daba vueltas por la habitación mientras maldecía una y otra vez mi estupidez, una persona podría ser todo lo inteligente que quisiera pero las idioteces no se las puede quitar. Mientras me moría del dolor en los dedos pateaba la puerta a cada rato y seguía gritando, ya no sabía si lo hacía para intentar ocultar el dolor o simplemente para evitar pensar en la pobre y miserable situación en la que estaba el viejo, me daba realmente vergüenza estar yo quejándome por algo tan trivial como un dolor en la mano mientras que él se debatía entre la vida y la muerte, odiaba que toda su vida dependiera en este momento de alguien tan inútil como yo. Satanta había sido un guerrero honorable y había luchado contra todo tipo de enemigos, lo único que yo había matado había sido a un ratón de pequeño y aún así había tenido pena del pobre animal.
Me llevé un enorme susto al escuchar de repente el pestillo de la puerta de metal correrse, alguien estaba a punto de entrar en la celda, lo más seguro era que viniese para hacerme callar mediante una buena paliza. Empecé a sudar aún más de lo normal, buscaba tontamente un agujero en el que poder meterme, era mi reacción normal en este tipo de situaciones, era un completo cobarde y debía aceptarlo aquí y ahora. También debía admitir que no sabía aguantar el dolor y que luchar no era mi fuerte, que frente a un par de marines entrenados para torturar era como un pollito atrapado entre una bandada de águilas que buscaban arrancarme todas las plumas que tenía, pero esa extraña comparación que hice en mi mente me dio de nuevo la idea de que podía usar mi extraño poder, pero era espontáneo y aún no lo controlaba demasiado bien, no sabía aún que podía hacer con él, primero debía buscar buena información acerca de ello...si es que sobrevivía a aquella situación.
Me llevé una ligera sorpresa al ver que la puerta la abría una chica, cosa que no me esperaba para nada. Cometí el error inicial de juzgarla a primera vista, sin ni siquiera haberla visto antes ya creía que tendría posibilidades para escapar, cometí el fallo de creer que era más débil que yo. No podía creerme que los marines enviaran a alguien que no pudiera controlar a los presos, me daba mala espina y al menos sabía darme cuenta de cuando algo iba mal, sus palabras casi me lo confirmaban, ambos estábamos ante una situación tensa y extraña.
Jace- Me gustaría tranquilizarme, pero no me han dado muchos motivos para ello. .-Me preguntó si era un pirata, término del que desconocía su significado debido a la escasa información que llegaba a nuestras manos en las minas.-No, no soy un "pirata"...so..solo soy un simple minero, capturado por tu querido Gobierno Mundial de forma injusta....-No me podía permitir entretenerme mucho, cada minuto era un calvario para el viejo oso y necesitaba llevarlo a un médico, se lo debía. No escuchaba nada en el pasillo, cosa que contrastaba con las típicas y obscenas conversaciones que tenían los marines cuando tenían su turno vigilándonos.-No sé quién demonios eres, pero algo me huele mal, ¿dónde están los vigilantes que normalmente están en este turno? No creo que seas tú sola la que nos vigila ahora, en caso de ser así...te tengo que pedir que te apartes si no quieres que lo ha..haga y..yo por las malas.-Las últimas palabras me fallaban, no había hecho nunca daño a nadie, pero ahora la situación me lo requería, necesitaba aprender a ser fuerte y aceptar de una vez la violencia de la que siempre huía...
Azuka
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~Al verme el joven pareció ligeramente asombrado, yo solo le miré seria y me crucé de brazos, ladeando un poco la cadera para estar más cómoda. El aire que salía de la celda se respiraba extraño, era desagradable, muy caliente y sofocante, ¿cómo podían vivir en ese tipo de condiciones?. Inmediatamente me contestó que el no era un pirata, sino un simple minero que había sido capturado por el Gobierno Mundial, esas palabras me sorprendieron pero no lo reflejé, mantuve una mirada severa sobre el, pues me estaba hablando como si yo formara parte del Gobierno, cosa que era completamente falsa, pues aunque yo daba caza a criminales lo hacía por dinero nada más.
Acto seguido preguntó por los vigilantes de turno y me desafió, o más bien me amenazó para que me quitara o podría atacarme, no pude evitarlo y reí levemente, pues me hacía mucha gracia que no estaba seguro de sus palabras, pero eso fue prueba suficiente para saber que el no era una amenaza para mí, aunque tampoco para los marines y no serviría de mucho para un motín de fuga. Agité las llaves de metal y comencé a probar una por una para abrir la cerradura de la puerta, todas las llaves entraban pero ninguna hacía girar la cerradura.
-Ya cállate y no vuelvas a amenazarme o te dejo mudo a mi manera.-Amenacé con frialdad sin mirarle, pues estaba concentrada buscando la llave indicada, la frustración me ganó un poco y extendí mis blancas alas que estaban sobre mi espalda, las cuales se agitaron levemente, como para quitarse de encima el polvo y la pereza.-Yo no tengo nada que ver con el Gobierno, estos marines me rescataron de una isla, pero me entere de unos prisioneros que serían llevados a Tequila Wolf, pero los prisioneros no eran piratas según los marines... Así que he venido a comprobarlo y con verte a tí me basta para sacarlos de aquí.-Expliqué, por fin una llave giró, abriendo la cerradura.-Pero ni se te ocurra decir que yo hice algo.-Amenacé, mirándole de reojo hacía arriba. Jalé con todas mis fuerzas, e incluso me separé del suelo con ayuda de mis alas y conseguí abrir la puerta.
-Antes de ayudar a salir al viejo, ayúdame a abrir las demás celdas, necesito que me guíes y me digas quienes son tus amigos y quienes no.-Ordené, volviendo a tocar el suelo mientras mis alas se doblaron sobre mi espalda, de manera que la persona frente a mí no pudiera verlas.-Pero apresúrate, el cambio de turno no demorará en darse.-Aseguré, eso ultimo con un aire de preocupación, en cuanto los nuevos guardias vieran las "momias" darían la alerta y estaríamos perdidos, yo no tenía poder suficiente para enfrentar a soldados entrenados.
Acto seguido preguntó por los vigilantes de turno y me desafió, o más bien me amenazó para que me quitara o podría atacarme, no pude evitarlo y reí levemente, pues me hacía mucha gracia que no estaba seguro de sus palabras, pero eso fue prueba suficiente para saber que el no era una amenaza para mí, aunque tampoco para los marines y no serviría de mucho para un motín de fuga. Agité las llaves de metal y comencé a probar una por una para abrir la cerradura de la puerta, todas las llaves entraban pero ninguna hacía girar la cerradura.
-Ya cállate y no vuelvas a amenazarme o te dejo mudo a mi manera.-Amenacé con frialdad sin mirarle, pues estaba concentrada buscando la llave indicada, la frustración me ganó un poco y extendí mis blancas alas que estaban sobre mi espalda, las cuales se agitaron levemente, como para quitarse de encima el polvo y la pereza.-Yo no tengo nada que ver con el Gobierno, estos marines me rescataron de una isla, pero me entere de unos prisioneros que serían llevados a Tequila Wolf, pero los prisioneros no eran piratas según los marines... Así que he venido a comprobarlo y con verte a tí me basta para sacarlos de aquí.-Expliqué, por fin una llave giró, abriendo la cerradura.-Pero ni se te ocurra decir que yo hice algo.-Amenacé, mirándole de reojo hacía arriba. Jalé con todas mis fuerzas, e incluso me separé del suelo con ayuda de mis alas y conseguí abrir la puerta.
-Antes de ayudar a salir al viejo, ayúdame a abrir las demás celdas, necesito que me guíes y me digas quienes son tus amigos y quienes no.-Ordené, volviendo a tocar el suelo mientras mis alas se doblaron sobre mi espalda, de manera que la persona frente a mí no pudiera verlas.-Pero apresúrate, el cambio de turno no demorará en darse.-Aseguré, eso ultimo con un aire de preocupación, en cuanto los nuevos guardias vieran las "momias" darían la alerta y estaríamos perdidos, yo no tenía poder suficiente para enfrentar a soldados entrenados.
Jace Storm.
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Me quedé totalmente perplejo ante las palabras de la chica, me había soltado una especie de contra-amenaza que tuvo mucho más efecto en mi que la mía en ella, la había subestimado totalmente y seguramente era mucho más fuerte que yo, cosa que hizo que me volviera mucho más nervioso y torpe, por no decir más tartamudo aún. Estaba haciendo completamente el ridículo delante de la chica y eso me hacía sentir fatal, miré su cara y vi una ligera sonrisa en su cara, cosa que me cabreó aún más para mis adentros. Siempre trataba de ocultar mis sentimientos, ya fuera la mayor alegría de mi vida o el más grandes de mis enfados, pero sin embargo no se me daba bien ocultar mi miedo. Era patético y eso en el fondo me dolía, a personas demasiado importantes les había prometido que sería fuerte por ellas, en mi mente vagaba el pensamiento de que nunca lo lograría y que los defraudaría siempre a todos. La chica volvió a hablarme y me sacó de mi estúpido pensamiento infantil, además la información que me dio acerca de ella me hizo estar un poco más relajado. Aún así mantenía la guardia, como un gato indefenso en una noche cerrada, pero todo buen gato tiene curiosidad en los momentos más insospechados...
Jace- Me alegro bastante de que no estés de parte de los marines y que quieras ayudarnos...bueno perdona por haberte a..amenazado...tengo que salvar al viejo y a varios más...t..toda esta situación me pone furioso y no c...controlo bien mis palabras...Te..tengo una pregunta si no te importa que te la haga...¿Por qué nos ayudas? N...no creo que unos simples mineros esclavos representen algo para ti....-Me tragué mis palabras con la saliva y bajaron con dificultad por mi garganta. Me aparté un poco para que la chica no me pegara antes de tiempo, no debía haber hecho esa pregunta, no debería haberla provocado, ya que nos ayudaba.
La chica volvió a hablar antes de responder mi pregunta y ésta se quedó en el aire, al parecer necesitaba mi ayuda para identificar a los mineros que posiblemente habían traído conmigo, pero un problema dificultaba la situación, yo había estado inconsciente hasta que desperté en el barco, por lo que con certeza no podía llegar a deducir cuántos estábamos en el barco, pero podía fiarme de los datos que si conocía, siempre era bueno fiarse de los datos y a mi se me daba bien recordarlos.
Jace- Tengo la desventaja de que estaba noqueado cuando me trajeron al barco. Pero, por suerte, puedo darte una cantidad aproximada de los que podemos estar aquí y pensar en que clase de estrategia nos será útil para escapar todos, déjame recordar un momento.....- Dejé mi mente vagar hacia las fichas que colocaban los mineros a la hora de trabajar, solo lo hacían los hombres, ya que eran los únicos que entraban, niños y mujeres se quedaban en el poblado o sirviendo a los marines, cosa que me facilitaba el cálculo y simplificaba las cosas.-Normalmente en el turno de trabajo somos unos sesenta mineros, pero nos dividen en tres secciones de veinte para controlarnos mejor. La sección en la que yo estaba comunicaba directamente con la segunda, dejando unos cuarenta mineros posibles en la gruta principal en la que se inició la pelea. Vi morir a unos ocho, quedarían treinta y dos posibles, teniendo en cuenta que no se añadieran los otros veinte a la refriega, cosa improbable, el viejo no dejaría que tantos entraran en peligro a la hora de una revolución. En las celdas caben de dos a tres personas, algunas han debido morir torturados por tener relación directa con la revuelta, he escuchado los gritos de cuando se los llevaban. Detecté unas...ocho voces distintas, sin incluir la del viejo, seguro que todos los torturados han muerto sin delatar al jefe, los marines no son muy misericordiosos cuando se trata de obtener información....- Respiré hondo y tomé aire, hablé un buen rato. En ese momento me sentía a mi gusto, hablando de datos y cálculos solía soltarme y decir las cosas sin balbucear ni tartamudear, era de las pocas cosas que se me daban bien y me gustaban. Miré a la chica que seguramente se preguntaba qué demonios me pasaba, también solía divagar cuando trataba con mis cosas.- Eh..perd..perdona cre...creo que deben haber un total de veinticuatro personas en las celdas, por lo que tendremos que abrir doce, seguramente estarán predispuestas a nuestro alrededor...T..te acompaño para abrir las celdas....- Hice un gesto para que la chica se adelantase, no la quería tener precisamente a mis espaldas siendo tan extraña e intimidante.
Jace- Me alegro bastante de que no estés de parte de los marines y que quieras ayudarnos...bueno perdona por haberte a..amenazado...tengo que salvar al viejo y a varios más...t..toda esta situación me pone furioso y no c...controlo bien mis palabras...Te..tengo una pregunta si no te importa que te la haga...¿Por qué nos ayudas? N...no creo que unos simples mineros esclavos representen algo para ti....-Me tragué mis palabras con la saliva y bajaron con dificultad por mi garganta. Me aparté un poco para que la chica no me pegara antes de tiempo, no debía haber hecho esa pregunta, no debería haberla provocado, ya que nos ayudaba.
La chica volvió a hablar antes de responder mi pregunta y ésta se quedó en el aire, al parecer necesitaba mi ayuda para identificar a los mineros que posiblemente habían traído conmigo, pero un problema dificultaba la situación, yo había estado inconsciente hasta que desperté en el barco, por lo que con certeza no podía llegar a deducir cuántos estábamos en el barco, pero podía fiarme de los datos que si conocía, siempre era bueno fiarse de los datos y a mi se me daba bien recordarlos.
Jace- Tengo la desventaja de que estaba noqueado cuando me trajeron al barco. Pero, por suerte, puedo darte una cantidad aproximada de los que podemos estar aquí y pensar en que clase de estrategia nos será útil para escapar todos, déjame recordar un momento.....- Dejé mi mente vagar hacia las fichas que colocaban los mineros a la hora de trabajar, solo lo hacían los hombres, ya que eran los únicos que entraban, niños y mujeres se quedaban en el poblado o sirviendo a los marines, cosa que me facilitaba el cálculo y simplificaba las cosas.-Normalmente en el turno de trabajo somos unos sesenta mineros, pero nos dividen en tres secciones de veinte para controlarnos mejor. La sección en la que yo estaba comunicaba directamente con la segunda, dejando unos cuarenta mineros posibles en la gruta principal en la que se inició la pelea. Vi morir a unos ocho, quedarían treinta y dos posibles, teniendo en cuenta que no se añadieran los otros veinte a la refriega, cosa improbable, el viejo no dejaría que tantos entraran en peligro a la hora de una revolución. En las celdas caben de dos a tres personas, algunas han debido morir torturados por tener relación directa con la revuelta, he escuchado los gritos de cuando se los llevaban. Detecté unas...ocho voces distintas, sin incluir la del viejo, seguro que todos los torturados han muerto sin delatar al jefe, los marines no son muy misericordiosos cuando se trata de obtener información....- Respiré hondo y tomé aire, hablé un buen rato. En ese momento me sentía a mi gusto, hablando de datos y cálculos solía soltarme y decir las cosas sin balbucear ni tartamudear, era de las pocas cosas que se me daban bien y me gustaban. Miré a la chica que seguramente se preguntaba qué demonios me pasaba, también solía divagar cuando trataba con mis cosas.- Eh..perd..perdona cre...creo que deben haber un total de veinticuatro personas en las celdas, por lo que tendremos que abrir doce, seguramente estarán predispuestas a nuestro alrededor...T..te acompaño para abrir las celdas....- Hice un gesto para que la chica se adelantase, no la quería tener precisamente a mis espaldas siendo tan extraña e intimidante.
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~Decidí no responderle a su pregunta en este momento, su actitud tan cobarde me hacía pensar que el tipo no era ni muy hábil ni muy rudo, basicamente no valía la pena para mí responder a alguien así, siendo que el es un hombre y yo una mujer. En cuanto pédí la información de sus compañeros el chico me dijo no recordar nada pues estuvo knoqueado en el momento de los arrestos masivos, sin embargo, mostrando una gran destreza mental, comenzó a hablar como si estuviera solo, haciendo calculos y deducciones sorprendentes, quedando en evidencia que este individuo era alguien brillante, inteligente y muy muy observador, dandome cuenta de lo equivocada que estaba entonces, pues alguien con esa inteligencia valía mucho más la pena que un super guerrero que fuera un bruto.
Al parecer perdió el sentido de la realidad mientras hablaba y divagaba, pues cuando me miró otra vez se disculpó, diciendo que de vez en cuando se le iba de las manos las ideas y también la lengua, yo no dije nada más y solamente sonreí con tranquilidad, dandome media vuelta para volar a la siguiente celda, en la cual efectivamente había encerrados solo dos prisioneros. Comencé de nuevo a intentar llave por llave, quise probar con la consecutiva de la primera que usé, pero no resultó, al parecer las tenían desordenadas para frenar las fugas, cosa que me frustró ligeramente. Aun así conseguí abrir la celda, y con ayuda del muchacho movimos la gran masa de acero que era la puerta. Nos movimos a la siguiente puerta y de nuevo intenté abrirla mientras sonreía.
-Es cierto... Un simple grupo de mineros no significa nada para mí.-Dije, respondiendo a su pregunta formulada varios minutos atrás.-Pero la libertad que es privada a indefensos o inocentes, es una injusticia... Yo no sere moralista o "Revolucionaria", pero no me agrada ver esa situación y bueno, esta en mis manos impedir una injusticia hoy.-Aclaré con una tierna risita. Tras intentar con varias llaves conseguí abrir esa puerta, abriendola con ayuda del chico una vez más. Ahora volé a la siguiente puerta, repitiendo el proceso de nueva cuenta, llave por llave.
-Y bueno, mi nombre es Azuka, ¿cuál es el tuyo?-Pregunté sin voltear a verlo, pues estaba ocupada en la complicada labor de encontrar la llave correcta para el maldito cerrojo. Por dentro estaba muy nerviosa, el cambio de turno estaba ya a nada de darse y apenas estaba por abrir la tercera puerta, es decir, una cuarta parte del total de puertas. Al menos tenía una idea para bloquear la puerta que daba el acceso a este corredor de celdas, pero el problema sería enfrentar a los marines después de eso.
Al parecer perdió el sentido de la realidad mientras hablaba y divagaba, pues cuando me miró otra vez se disculpó, diciendo que de vez en cuando se le iba de las manos las ideas y también la lengua, yo no dije nada más y solamente sonreí con tranquilidad, dandome media vuelta para volar a la siguiente celda, en la cual efectivamente había encerrados solo dos prisioneros. Comencé de nuevo a intentar llave por llave, quise probar con la consecutiva de la primera que usé, pero no resultó, al parecer las tenían desordenadas para frenar las fugas, cosa que me frustró ligeramente. Aun así conseguí abrir la celda, y con ayuda del muchacho movimos la gran masa de acero que era la puerta. Nos movimos a la siguiente puerta y de nuevo intenté abrirla mientras sonreía.
-Es cierto... Un simple grupo de mineros no significa nada para mí.-Dije, respondiendo a su pregunta formulada varios minutos atrás.-Pero la libertad que es privada a indefensos o inocentes, es una injusticia... Yo no sere moralista o "Revolucionaria", pero no me agrada ver esa situación y bueno, esta en mis manos impedir una injusticia hoy.-Aclaré con una tierna risita. Tras intentar con varias llaves conseguí abrir esa puerta, abriendola con ayuda del chico una vez más. Ahora volé a la siguiente puerta, repitiendo el proceso de nueva cuenta, llave por llave.
-Y bueno, mi nombre es Azuka, ¿cuál es el tuyo?-Pregunté sin voltear a verlo, pues estaba ocupada en la complicada labor de encontrar la llave correcta para el maldito cerrojo. Por dentro estaba muy nerviosa, el cambio de turno estaba ya a nada de darse y apenas estaba por abrir la tercera puerta, es decir, una cuarta parte del total de puertas. Al menos tenía una idea para bloquear la puerta que daba el acceso a este corredor de celdas, pero el problema sería enfrentar a los marines después de eso.
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