Zoey
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fuerza
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Agudeza
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Saberes
Akuma no mi
Varios
A veces te cruzas caminos con gente normal, en la calle, en el campo, en la nieve o en cualquier otro lado, pero existen tiempos, que tus caminos toman un rumbo conjunto al de otro, ya a saber que pasaría , quizás un caos, talvez un paraíso, pero nadie lo sabe todavía, este día me iba a ser muy épico, entre pensamientos filosóficos y meras metáforas, un día como cualquier otro, soleado y de buena vibra, decidí viajar a una bella ciudad, a una maravillosa isla llamada el Archipielago Sabaody, lugar donde todos los piratas hacían una parada para disfrutar de alguna cosa, la casa de subastas o comúnes del lugar. Hacía mis preparativos para partir a la isla, en medio del océano, pensaba en como sería mi día, si largo o corto si pasivo o activo, pero bueno, ha de esperarme un buen día.
Remaba en altamar, en mi pequeño bote de color café con algunas pintas rojas, al puro estilo Yoko, divisando el mar azul, ese hermoso deleite gráfico frente a mis amarillentos ojos, como los del mismisimo sol, ese amarillo fuego que me reconocía. Llegaba porfin a Sabaody, no quería esperar más así que escondí lentamente y sin llamar la atención mi bote en algún extremo de la isla, para así algun percance o alboroto.
-Me pregunto que podría visitar, daré un largo paseo- pensé parándome con una inclinación hacia la izquierda, y con mis manos en mis caderas.
Recorrí las calles y varios de el archipiélago, se veía gente tan extraña como un fantasma, entrecruzábamos miradas entre sí en forma de desafío, parecían la mayoría piratas o seres infames, pero una ves oí que por ese lugar pasaban todos los piratas, como si no estar allí era quebrantar una regla del corsario de altamar, aunque, a la ves, al estar cerca de un cuartel marine, era muy peligroso si hacías algún alboroto, pero -¿a mi que me importa?- causar desastre y llamar la atención me encantaba, era lo que esperaba de tal día, de tal momento, paseando por el asfalto y la piedra de Sabaody, esperaba en mi marcha sin objetivo.
Remaba en altamar, en mi pequeño bote de color café con algunas pintas rojas, al puro estilo Yoko, divisando el mar azul, ese hermoso deleite gráfico frente a mis amarillentos ojos, como los del mismisimo sol, ese amarillo fuego que me reconocía. Llegaba porfin a Sabaody, no quería esperar más así que escondí lentamente y sin llamar la atención mi bote en algún extremo de la isla, para así algun percance o alboroto.
-Me pregunto que podría visitar, daré un largo paseo- pensé parándome con una inclinación hacia la izquierda, y con mis manos en mis caderas.
Recorrí las calles y varios de el archipiélago, se veía gente tan extraña como un fantasma, entrecruzábamos miradas entre sí en forma de desafío, parecían la mayoría piratas o seres infames, pero una ves oí que por ese lugar pasaban todos los piratas, como si no estar allí era quebrantar una regla del corsario de altamar, aunque, a la ves, al estar cerca de un cuartel marine, era muy peligroso si hacías algún alboroto, pero -¿a mi que me importa?- causar desastre y llamar la atención me encantaba, era lo que esperaba de tal día, de tal momento, paseando por el asfalto y la piedra de Sabaody, esperaba en mi marcha sin objetivo.
Invitado
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Akuma no mi
Varios
Me encuentro volando sobre lomos de Shuuen mi fiel dragón de camino al Archipiélago Shabaody, lugar donde Luffy y sus compañeros fueron separados antes de que Luffy fuese a Marineford a salvar a su hermano Ace. El cielo está despejado y el mar en calma bajo la brillante luz del sol que ilumina mi camino mientras que mi mente se mantiene extrañamente en calma y sin sufrimiento por culpa de mis recuerdos.
Pasan horas mientras mi viaje continúa y ya puedo vislumbrar la silueta de mi destino, un colosal grupo de islas formadas alrededor de las raíces de enormes árboles que llegan hasta el fondo marino. En mi mente solo algunas pequeñas dudas sin mucha importancia se aprecian, dudas como si me encontraré con alguien interesante o si tendré problemas con algún marine, cazarecompensas o cualquiera que quiera desafiarme, o simplemente si me encontraré con alguien indeseado.
Fuere cual fuere lo que suceda en la isla nada me impediría disfrutar de un buen día en esa isla. Todo lo que me rodea me invita a relajarme y disfrutar de un agradable paseo por la isla en busca de los lugares más emblemáticos como la casa de subastas, el parque de atracciones o la casa donde se dice que vivía el sub-capitán del primer rey de los piratas, Rayleight. Al poco tiempo de llegar a esa conclusión veo como Shuuen y yo llegamos a nuestro destino, momento en el cuál Shuuen desciende y aterriza con gran suavidad sobre el groove número 41. Una vez se detiene Shuuen salto al suelo y mi dragón vuelve a ser una espada que coloco en la parte derecha de mi cintura. Una vez hecho esto empiezo a caminar por el lugar tranquilamente como si no hubiese ningún problema, y aunque alguien se molestase me daría igual ya que provocar el caos y la destrucción era una de mis especialidades.
Pasan horas mientras mi viaje continúa y ya puedo vislumbrar la silueta de mi destino, un colosal grupo de islas formadas alrededor de las raíces de enormes árboles que llegan hasta el fondo marino. En mi mente solo algunas pequeñas dudas sin mucha importancia se aprecian, dudas como si me encontraré con alguien interesante o si tendré problemas con algún marine, cazarecompensas o cualquiera que quiera desafiarme, o simplemente si me encontraré con alguien indeseado.
Fuere cual fuere lo que suceda en la isla nada me impediría disfrutar de un buen día en esa isla. Todo lo que me rodea me invita a relajarme y disfrutar de un agradable paseo por la isla en busca de los lugares más emblemáticos como la casa de subastas, el parque de atracciones o la casa donde se dice que vivía el sub-capitán del primer rey de los piratas, Rayleight. Al poco tiempo de llegar a esa conclusión veo como Shuuen y yo llegamos a nuestro destino, momento en el cuál Shuuen desciende y aterriza con gran suavidad sobre el groove número 41. Una vez se detiene Shuuen salto al suelo y mi dragón vuelve a ser una espada que coloco en la parte derecha de mi cintura. Una vez hecho esto empiezo a caminar por el lugar tranquilamente como si no hubiese ningún problema, y aunque alguien se molestase me daría igual ya que provocar el caos y la destrucción era una de mis especialidades.
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