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Ya estaba más que harto de las trampas que el almirante Luchs me tendía por culpa de mi mayor debilidad. En ésta última ocasión estuve apunto de perecer, y si no llegase a ser por mis aliados no habría sobrevivido a la condena de muerte del juez de Enies Lobby.
Desde entonces habían pasado dos meses y me encontraba casi recuperado gracias a los esfuerzos de mis camaradas Legim y Uracha, de no ser por ellos no habría conseguido recuperarme tan pronto de las graves heridas que sufrí durante el tiempo que estuve preso, y sobretodo durante la gran batalla.
Todavía, cada vez que cierro los ojos recuerdo el mes que pasé preso en Impel Down, la sensación de impotencia ante aquél tipo del CP9, la risa burlona de Luchs. En mis sueños las pesadillas todavía me inundan, y la oscuridad se cierne sobre mí en un mar de soledad y traición, donde el único gobernante es el dolor y el sufrimiento.
Las tinieblas se apoderan de mi alma en éstos malos sueños mientras siendo infinidades de punzadas en mi corazón. De pronto unos haces de luz comienzan a disipar poco a poco las tinieblas, desgarrando el manto nebuliforme que me impide ver más allá de mis propias manos y que mantiene mi ser preso entre el caos.
La oscuridad desaparece y veo la luz. Cuatro personas están plantadas frente a mí, una mujer, un tipo de cabello blanco, un tipo más joven que yo mismo y un hombre con cabello y barba rubia. Mis camaradas habían acudido a mi ayuda, Shinri no Tsukai, piratas del Doblón, Piratas de Barbarubia, y mi amigo Allen Walker. Todos estaban allí para ayudarme a disipar las tinieblas de mi mundo, para sacarme de ese maldito lugar, con vida.
Aquél siempre era el final del sueño, tras eso un destello cegador nublaba toda visión y me despertaba de mi letargo. Volvía al mundo real, el mundo donde las tinieblas se mantenían al margen en un páramo recóndito de mi mente, bloqueadas y custodiadas por aquellos rayos de luz que me dieron esperanza aquél fatídico día donde mi vida podría haber llegado a su fin.
Pero no dejaría que las tinieblas volviesen a enturbiar mi mente. Ahora mismo iba camino hacia Amazon Lily, donde cogería a Yashu y la llevaría conmigo en mis aventuras para evitar caer de nuevo en las trampas de Luchs, no podrían volver a atraparme a mi ni a Yashu.
Desde entonces habían pasado dos meses y me encontraba casi recuperado gracias a los esfuerzos de mis camaradas Legim y Uracha, de no ser por ellos no habría conseguido recuperarme tan pronto de las graves heridas que sufrí durante el tiempo que estuve preso, y sobretodo durante la gran batalla.
Todavía, cada vez que cierro los ojos recuerdo el mes que pasé preso en Impel Down, la sensación de impotencia ante aquél tipo del CP9, la risa burlona de Luchs. En mis sueños las pesadillas todavía me inundan, y la oscuridad se cierne sobre mí en un mar de soledad y traición, donde el único gobernante es el dolor y el sufrimiento.
Las tinieblas se apoderan de mi alma en éstos malos sueños mientras siendo infinidades de punzadas en mi corazón. De pronto unos haces de luz comienzan a disipar poco a poco las tinieblas, desgarrando el manto nebuliforme que me impide ver más allá de mis propias manos y que mantiene mi ser preso entre el caos.
La oscuridad desaparece y veo la luz. Cuatro personas están plantadas frente a mí, una mujer, un tipo de cabello blanco, un tipo más joven que yo mismo y un hombre con cabello y barba rubia. Mis camaradas habían acudido a mi ayuda, Shinri no Tsukai, piratas del Doblón, Piratas de Barbarubia, y mi amigo Allen Walker. Todos estaban allí para ayudarme a disipar las tinieblas de mi mundo, para sacarme de ese maldito lugar, con vida.
Aquél siempre era el final del sueño, tras eso un destello cegador nublaba toda visión y me despertaba de mi letargo. Volvía al mundo real, el mundo donde las tinieblas se mantenían al margen en un páramo recóndito de mi mente, bloqueadas y custodiadas por aquellos rayos de luz que me dieron esperanza aquél fatídico día donde mi vida podría haber llegado a su fin.
Pero no dejaría que las tinieblas volviesen a enturbiar mi mente. Ahora mismo iba camino hacia Amazon Lily, donde cogería a Yashu y la llevaría conmigo en mis aventuras para evitar caer de nuevo en las trampas de Luchs, no podrían volver a atraparme a mi ni a Yashu.
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Cada día que pasaba mi corazón se estremecía más y mi mente se nublaba como si un manto de seda se arremolinase alrededor de mi cabeza. La desesperación tan solo era superada por el dolor de mi brazo derecho fracturado tras partir de Water Seven a la fuerza rescatada por Kento y sus camaradas.
Pero aquél día no pude hablar con Azumi, en cuanto le observé tras subir a su navío de revolución me dedicó una sonrisa cálida y cayó inconsciente con los ojos en blanco. Todavía recuerdo aquella escena que ocupaba mis pesadillas cada noche, el suelo ensangrentado alrededor de Azumi, las múltiples heridas que éste tenía que le hicieron caer inconsciente. Pensé que moriría antes de tocar tierra.
Desde aquél entonces me sentí en deuda con Legim y Uracha, sus camaradas quienes nada más ver caer al suelo a Azumi le cogieron con cuidado y le llevaron al interior del barco para comenzar y curarle. En ese entonces no sentía el dolor de mi brazo partido, tan solo el dolor de mi corazón por aquella escalofriante escena.
Todavía no supe quien fue, pero alguien me puso una mano en el hombro, apenas pude reaccionar hasta que me ayudó a posarme en una cama. Estaba en un estado de shock por la experiencia y la noche se avecinaba tempestuosa. Dos días después Legim y Uracha aparecieron por primera vez desde el final de la batalla. Me levanté con velocidad y me acerqué a ellos, mas su sonrisa lo dijo todo. Kento estaba a salvo.
Desde entonces ya habían pasado dos meses, y el poblado de las kuja había sido reconstruído nuevamente, todo volvía a la normalidad... Todo salvo mi corazón y mi mente, quienes todavía estaban preocupados por el estado de Kento. Esperaba poder tener pronto noticias suyas, de mientras tenía que seguir ayudando a terminar todas las reparaciones, pues todavía quedaban algunos detalles por arreglar.
con toda mi buena voluntad comencé a caminar buscando a quien poder ayudar con su hogar, ya que el mío estaba terminado totalmente. Pronto me encontré con dos niñas y su madre arreglando una pared, esa casa todavía estaba en los cimientos y había mucho trabajo por delante. Sin pensarlo dos veces me aproximé y les ayudé en la construcción.
Necesitaba mantenerme ocupada para no preocuparme por Kento.
Pero aquél día no pude hablar con Azumi, en cuanto le observé tras subir a su navío de revolución me dedicó una sonrisa cálida y cayó inconsciente con los ojos en blanco. Todavía recuerdo aquella escena que ocupaba mis pesadillas cada noche, el suelo ensangrentado alrededor de Azumi, las múltiples heridas que éste tenía que le hicieron caer inconsciente. Pensé que moriría antes de tocar tierra.
Desde aquél entonces me sentí en deuda con Legim y Uracha, sus camaradas quienes nada más ver caer al suelo a Azumi le cogieron con cuidado y le llevaron al interior del barco para comenzar y curarle. En ese entonces no sentía el dolor de mi brazo partido, tan solo el dolor de mi corazón por aquella escalofriante escena.
Todavía no supe quien fue, pero alguien me puso una mano en el hombro, apenas pude reaccionar hasta que me ayudó a posarme en una cama. Estaba en un estado de shock por la experiencia y la noche se avecinaba tempestuosa. Dos días después Legim y Uracha aparecieron por primera vez desde el final de la batalla. Me levanté con velocidad y me acerqué a ellos, mas su sonrisa lo dijo todo. Kento estaba a salvo.
Desde entonces ya habían pasado dos meses, y el poblado de las kuja había sido reconstruído nuevamente, todo volvía a la normalidad... Todo salvo mi corazón y mi mente, quienes todavía estaban preocupados por el estado de Kento. Esperaba poder tener pronto noticias suyas, de mientras tenía que seguir ayudando a terminar todas las reparaciones, pues todavía quedaban algunos detalles por arreglar.
con toda mi buena voluntad comencé a caminar buscando a quien poder ayudar con su hogar, ya que el mío estaba terminado totalmente. Pronto me encontré con dos niñas y su madre arreglando una pared, esa casa todavía estaba en los cimientos y había mucho trabajo por delante. Sin pensarlo dos veces me aproximé y les ayudé en la construcción.
Necesitaba mantenerme ocupada para no preocuparme por Kento.
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Mi viaje no había echo nada mas que empezar, me costó mucho despedirme de mi gente, toda mi vida había estado junto a ellos, y era la primera vez que me iba a separar de ellos. Salí de mi pueblo rápidamente para no dejar que el estado de tristeza me atrapara, ya que no era de esas personas que están tristes; no me gustaba mucho llorar.
Llevaba ya un tiempo de travesía, viajando de isla en isla, hasta encontrarme con un barco un tanto raro, por lo menos eso me parecía a mi. Sin pensármelo subí al barco, tras unos segundos de intentar acercar la barca. Subí por las escaleras, apareciendo directamente en cubierta; nada mas subir, los que estaban allí fuera, se quedaron mirando con cara de pocos amigos, lo entendía, era un extraño para ellos.
En ese momento avisaron al capitán, este apareció y me empezó a preguntarme un montón de cosas, yo con mi sonrisa siempre puesta y con mi personalidad tranquila, empecé a contestarle correctamente. Después de aquellas preguntas, me dijo que estaba en el barco de los "Ghost Leviatans", un gremio de cazadores de recompensa, la verdad me parecía algo interesante, y podría aprender mucho de ellos. De un momento a otro, no se como, terminé diciendo al mismísimo capitán de formar parte de tripulación. Al final salió todo bien y me aceptó.
Días mas tarde, por cubierta pude ver un periódico tirado en el suelo, lo cogí. Parecía ser de hace un tiempo, empecé a pasar las páginas, que como siempre solo veía las imágenes, pero pasando, pude ver una cosa que me llamó la atención, aparecía el nombre de un tal Azumi Kento y de un tal Luchs, la verdad no sabía quien eran esas dos personas, pero leyendo mas abajo pude ver que decía que ese tan Azumi, renegó del Cypher Pol, pasando a formar parte de la revolución.
Tiré el periódico al suelo otra vez, cogí mi barca de nuevo y me fui por el mar, quería estar unos días solo viajando y conociendo gente nueva. Todo empezó bien, hasta que el segundo día empezó a nublarse el cielo, convirtiéndose cada vez mas oscuro, las nubes estaban a punto de descargar una buena, y así fue, pude seguir un poco más.
Días después.....
Estaba notando una ligera brisa, junto el sonido del mar, era agradable. Me notaba un gran dolor de cabeza, además me costó abrir los ojos. Por fin, me levanto lentamente del suelo arenoso, abriendo los ojos poco a poco, al final, me incorporé y podía ver solamente árboles y el mar, no sabía donde estaba. No empecé a pensar en nada, solo empecé a andar, introduciéndome dentro de ese bosque. Cada vez más, podía escuchar unos ruidos un tanto raros, y más estando en un bosque, donde al principio see veía tranquilo.
Sigo caminando, hasta llegar a una especie de poblado, la gente estaba reconstruyendo las casas, eso ya me hacía pensar en la fuerte tormenta que apareció de repente en mi isla y arrasó la mayoría de cosas. No sabía donde estaba, y aún encima me venía ese horroroso día a la mente. En ese momento pude ver a una mujer de pelo oscuro y largo, con unos ropajes un tanto sencillos de tonalidades marrones, a lo mejor ella podría ayudarme.
Me acerco a ella, no me atrevía a decirle nada, ya que no la conocía de nada, pero al final me decido y empecé a hablarle con mi sonrisa puesta en la cara.
Ethan: Buenas señorita, me e perdido y no se donde estoy, ¿podrías proporcionarme algo de información? Veo también que estáis reconstruyendo la aldea, si quieres podría ayudar en lo que sea.
Llevaba ya un tiempo de travesía, viajando de isla en isla, hasta encontrarme con un barco un tanto raro, por lo menos eso me parecía a mi. Sin pensármelo subí al barco, tras unos segundos de intentar acercar la barca. Subí por las escaleras, apareciendo directamente en cubierta; nada mas subir, los que estaban allí fuera, se quedaron mirando con cara de pocos amigos, lo entendía, era un extraño para ellos.
En ese momento avisaron al capitán, este apareció y me empezó a preguntarme un montón de cosas, yo con mi sonrisa siempre puesta y con mi personalidad tranquila, empecé a contestarle correctamente. Después de aquellas preguntas, me dijo que estaba en el barco de los "Ghost Leviatans", un gremio de cazadores de recompensa, la verdad me parecía algo interesante, y podría aprender mucho de ellos. De un momento a otro, no se como, terminé diciendo al mismísimo capitán de formar parte de tripulación. Al final salió todo bien y me aceptó.
Días mas tarde, por cubierta pude ver un periódico tirado en el suelo, lo cogí. Parecía ser de hace un tiempo, empecé a pasar las páginas, que como siempre solo veía las imágenes, pero pasando, pude ver una cosa que me llamó la atención, aparecía el nombre de un tal Azumi Kento y de un tal Luchs, la verdad no sabía quien eran esas dos personas, pero leyendo mas abajo pude ver que decía que ese tan Azumi, renegó del Cypher Pol, pasando a formar parte de la revolución.
Tiré el periódico al suelo otra vez, cogí mi barca de nuevo y me fui por el mar, quería estar unos días solo viajando y conociendo gente nueva. Todo empezó bien, hasta que el segundo día empezó a nublarse el cielo, convirtiéndose cada vez mas oscuro, las nubes estaban a punto de descargar una buena, y así fue, pude seguir un poco más.
Días después.....
Estaba notando una ligera brisa, junto el sonido del mar, era agradable. Me notaba un gran dolor de cabeza, además me costó abrir los ojos. Por fin, me levanto lentamente del suelo arenoso, abriendo los ojos poco a poco, al final, me incorporé y podía ver solamente árboles y el mar, no sabía donde estaba. No empecé a pensar en nada, solo empecé a andar, introduciéndome dentro de ese bosque. Cada vez más, podía escuchar unos ruidos un tanto raros, y más estando en un bosque, donde al principio see veía tranquilo.
Sigo caminando, hasta llegar a una especie de poblado, la gente estaba reconstruyendo las casas, eso ya me hacía pensar en la fuerte tormenta que apareció de repente en mi isla y arrasó la mayoría de cosas. No sabía donde estaba, y aún encima me venía ese horroroso día a la mente. En ese momento pude ver a una mujer de pelo oscuro y largo, con unos ropajes un tanto sencillos de tonalidades marrones, a lo mejor ella podría ayudarme.
Me acerco a ella, no me atrevía a decirle nada, ya que no la conocía de nada, pero al final me decido y empecé a hablarle con mi sonrisa puesta en la cara.
Ethan: Buenas señorita, me e perdido y no se donde estoy, ¿podrías proporcionarme algo de información? Veo también que estáis reconstruyendo la aldea, si quieres podría ayudar en lo que sea.
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Me encontraba próximo al mascarón de proa. Me relajaba observando el mar y en mi cuerpo todavía habían algunos vendajes que prácticamente eran inútiles. Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el mástil central del Kodai Ryu. Apoyé mi espalda y me dejé deslizar hasta quedar sentado sobre la madera del barco. El sol irradiaba desde la derecha y una leve brisa acariciaba mi rostro haciendo que olvidase mis pesares y mi fatiga mental.
Cerré los ojos pensando en Yashu y en mis camaradas, por todos ellos estaba con vida y nunca en mi vida haré lo suficiente para agradecérselo a todos los que acudieron en mi ayuda. Y sobretodo jamás podré perdonarme las pérdidas en sacrificios que hubieron aquél día. En ese momento la melancolía inundó mis ojos llorosos, los cuales se desbordaron.
Raijuu y Sokou, mis fieles camaradas que perecieron por permitirme marchar de allí, estaré en deuda eternamente con ellos. Todavía recuerdo con exactitud lo que sentí en aquellos instantes cuando observé a mis camaradas lanzarse desde mi cuerpo hasta nuestros enemigos, permitiéndonos la huída. Gracias a Sokou fuí capaz de derrotar aquél vampiro, y si no llega a ser por Raijuu jamás habría logrado huír de Luchs. Nunca os olvidaré mis amigos.
Las lágrimas resbalaban por mi rostro, mas algo me hizo volver al mundo real desde mi propio cuerpo, un sonido siseante me alarmó y me hizo dar un salto. Agaché la cabeza mientras sujetaba una de mis últimas adquisiciones con la mano derecha. El colgante siseante estaba moviéndose y la gema estaba de un color rubí intenso. La serpiente estaba furiosa.
- Relájate, no hay nada ni nadie alrededor.
La gema tardó en cambiar de color, pero se tornó de un tono azulado claro, parecía que al final se había relajado, aunque dicha relajación no dudase mucho.
- ¡BARCO A LA VISTA!
La gema se tornó de el rojo más intenso posible con las palabras de Tsuna desde el puesto vigía. Desde estribor un navío con la bandera marina se aproximaba. Legim y el resto de la tripulación salieron a ver de qué se trataba. En esas situaciones normalmente suelo mandar a alguien a que elimine a los atacantes, pero en ésta ocasión no haría eso.
- Hoy me toca a mí camaradas. Además, quiero comprobar hasta que punto estoy recuperado.
Todos soltaron un bufido en señal de aburrimiento y volvieron a sus cosas. Solo les interesaba ser ellos quienes irían a por el enemigo. Por lo general los barcos no suelen tener más que reclutas y como mucho algún que otro rango mediocre, aparte de un capitán. Pero si el barco se hunde, la gente muere.
Sonriendo alcé mi mano derecha mientras me relajaba. Sentía como la serpiente del colgante susurrante estaba impaciente por cazar sus presas, podía sentir su instinto asesino y sus ganas de lanzar sus dardos venenosos. Estaba seguro de que si ahora miraba hacia abajo podría contemplar la gema del colgante de un tono morado intenso.
Bajé mi mano hasta posarla en la barandilla, flexioné mis piernas y ejecuté un potentísimo salto que hizo crujir la madera del Kodai Ryu. "Ya lo arreglaré a mi regreso" pensé. Con aquél salto fui lanzado como si de un cañonazo se tratase, sin siquiera utilizar el arte del rokushiki había acortado una distancia impresionante para tratarse de un barco que se hallaba casi en el horizonte de nuestra perspectiva. Menos de la mitad de camino me quedaba, el kamisori haría el resto del trabajo.
Al aterrizar me hallé con la rodilla derecha y el puño izquierdo hincados en el terreno. Antes de poder hacer nada escuché un sonido muy familiar, el cargar de un rifle apuntándote directamente. Me levanté y me dí rodeado de unas 30 personas aproximadamente. Sonreí y les saludé con la mano mientras activaba mi tekkai por si atacaban sin previo aviso. Los ojos del tipo que estaba justamente enfrente de mí se abrieron como platos y bajó su arma como si las fuerzas le hubieran abandonado.
- Ke-Kento... Es Kento.
Los marines comenzaron a murmurar especulaciones entre las cuales las más comunes eran del estilo "no puede ser Kento éste tipo", "por favor dime que estás bromeando" y "¿quién diantres es ese tal Kento?". Yo me limité a bajar el brazo y responder como si me hubiese hablado directamente a mí.
- Veo que me conoces. Encantado de conocerte marine. ¿O ya nos conocemos?
- El... El es el de Enies Lobby.
Los murmullos se acrecentaron y sin dejar de apuntar comenzaron a dar pasos pequeños hacia atrás, tan pequeños que algunos parecía que no se moviesen. ¿Estaban aterrados? Desde luego no era mi intención pero parece ser que cuando llevas acciones como aquella situación contra el gobierno mundial ha sido conocida por todos ya.
- ¡SILENCIO!
Los marines se callaron y se quedaron más firmes apuntándome, un hombre apareció de entre ellos, debía de ser el capitán de aquel barco, y por lo que parece era un tipo bastante musculoso y alto, me igualaba en altura y hasta parecía ser algunos centímetros más alto que yo.
- Me importa una mierda quien sea y que haya hecho en la puta isla judicial. Es nuestra responsabilidad atrapar a éste pedazo de cabrón y no me creeré lo contado por Luchs hasta que no lo vea con mis propios ojos.
- Es usted inteligente capitán. Rinkusu miente más que habla.
- ¿Conoces su nombre real?
- No es ningún misterio. Soy desertor del Cypher Pol y lider de una armada revolucionaria con poderosos aliados y gran influencia. Tengo acceso a cualquier información de la que disponga el bando revolucionario, y ellos conocen su nombre y su pseudónimo. Rinkusu Kenpachi, más conocido como Luchs. Y apuesto a que se algo que ni usted sabe acerca del almirante.
- Callate la puta boca. No me importas tú ni el almirante, tan solo tengo que cumplir mis ordenes. Luchs ya no...
- ¿Va a venir a por mí? Por más que me plazca escuchar ésto no puedo afirmar que eso sea cierto. A ese cretino no le paran las ordenes del almirante de flota cuando se encabezona con un objetivo, y ahora mismo y desde que deserté del gobierno soy su objetivo, pues conozco el secreto que está bajo su rostro.
- Creo haber dicho que te calles. Tus palabras no tienen valor en éste barco, serás apresado aquí y ahora. Rindete Azumi Kento.
- Lo siento amigo mío, pero no puedo hacer eso. Y ten cuidado de mandar abrir fuego, podrías acabar mal parado.
- Apunten -Vaciló en el último momento.
Aquél tipo frunció el ceño y apretó los dientes furioso ante mi osadía. Se debía de sentir humillado y ofendido por aquellas palabras, aunque también parecía algo indeciso y frustrado por algún motivo. Dudaba que las palabras de éste hombre fuesen vacías y que en el fondo también estuviese tan aterrado como sus hombres. Aunque finalmente se decidió.
- ¡FUEGO!
La artillería era descargada y una nube de polvo se esparcía alrededor de mi cuerpo, el cual había bloqueado absolutamente todos los disparos dirigidos directamente hacia mí al tener activado el tekkai con anterioridad. Murmuré unas palabras que los marines no llegarían a comprender.
- Ya le has escuchado...
Antes de disiparse la niebla se observaban algo similar a pequeñas agujas que eran lanzadas hacia los rostros de los marines, los cuales caían hacia atrás gritando o fulminados directamente con un líquido morado en sus ojos y algunos con algo como una cadena atravesada en el entrecejo. Todos los marines habían caído para cuando el humo se disipó.
- Ya le advertí de que no era una buena idea mandar sus hombres abrir fuego.
El capitán estaba solo, rojo de la ira por lo que acababa de ocurrir. Todos sus hombres agonizaban en el suelo o habían sido eliminados. Los heridos se llevaban la mano a los ojos mientras gritaban del dolor de una irritación que la sentían como las mismas llamas del infierno. El veneno de la serpiente funcionaba perfectamente.
El capitán de la tripulación, furioso completamente, cargó contra mí con todas sus fuerzas. A la vez que tenía activado mi tekkai utilicé el haki armadura sobre mi puño y brazos derechos e intercepté el puño del marine, el cual quedó destrozado por la potencia contra la cual le había arremetido. Al momento le di una patada en el pecho y fue lanzado dos metros hacia atrás, cayendo de espaldas.
- Debiste hacer caso a tus hombre capitán. Tu arrogancia te ha costado la perdición. No te voy a matar, pero así podrás confirmar lo que el almirante Luchs haya podido decir acerca de mí. No se te ocurra aproximarte a Amazon Lily. Y advierte a todos los navíos cercanos que Azumi Kento va rumbo hacia allá. Y está furioso.
Estas últimas palabras las dije con un tono de voz realmente furioso. Me había cabreado tan solo de recordar la situación de Enies Loby y estaba realmente furioso con el mundo por las circunstancias acaecidas en la isla judicial. Finalmente le había declarado la guerra al gobierno mundial.
Del mismo modo que había llegado allí me marché. Me alcé en el aire con un fuerte salto y llegué a mi embarcación con el kamisori. Aunque hubo algo que me llamó la atención estando en el punto más alto de mi salto. Amazon Lily no estaba ya muy lejos, la podía ver aparecer en el horizonte. Yashu, tan solo espera un poco más. Estamos llegando.
Cerré los ojos pensando en Yashu y en mis camaradas, por todos ellos estaba con vida y nunca en mi vida haré lo suficiente para agradecérselo a todos los que acudieron en mi ayuda. Y sobretodo jamás podré perdonarme las pérdidas en sacrificios que hubieron aquél día. En ese momento la melancolía inundó mis ojos llorosos, los cuales se desbordaron.
Raijuu y Sokou, mis fieles camaradas que perecieron por permitirme marchar de allí, estaré en deuda eternamente con ellos. Todavía recuerdo con exactitud lo que sentí en aquellos instantes cuando observé a mis camaradas lanzarse desde mi cuerpo hasta nuestros enemigos, permitiéndonos la huída. Gracias a Sokou fuí capaz de derrotar aquél vampiro, y si no llega a ser por Raijuu jamás habría logrado huír de Luchs. Nunca os olvidaré mis amigos.
Las lágrimas resbalaban por mi rostro, mas algo me hizo volver al mundo real desde mi propio cuerpo, un sonido siseante me alarmó y me hizo dar un salto. Agaché la cabeza mientras sujetaba una de mis últimas adquisiciones con la mano derecha. El colgante siseante estaba moviéndose y la gema estaba de un color rubí intenso. La serpiente estaba furiosa.
- Relájate, no hay nada ni nadie alrededor.
La gema tardó en cambiar de color, pero se tornó de un tono azulado claro, parecía que al final se había relajado, aunque dicha relajación no dudase mucho.
- ¡BARCO A LA VISTA!
La gema se tornó de el rojo más intenso posible con las palabras de Tsuna desde el puesto vigía. Desde estribor un navío con la bandera marina se aproximaba. Legim y el resto de la tripulación salieron a ver de qué se trataba. En esas situaciones normalmente suelo mandar a alguien a que elimine a los atacantes, pero en ésta ocasión no haría eso.
- Hoy me toca a mí camaradas. Además, quiero comprobar hasta que punto estoy recuperado.
Todos soltaron un bufido en señal de aburrimiento y volvieron a sus cosas. Solo les interesaba ser ellos quienes irían a por el enemigo. Por lo general los barcos no suelen tener más que reclutas y como mucho algún que otro rango mediocre, aparte de un capitán. Pero si el barco se hunde, la gente muere.
Sonriendo alcé mi mano derecha mientras me relajaba. Sentía como la serpiente del colgante susurrante estaba impaciente por cazar sus presas, podía sentir su instinto asesino y sus ganas de lanzar sus dardos venenosos. Estaba seguro de que si ahora miraba hacia abajo podría contemplar la gema del colgante de un tono morado intenso.
Bajé mi mano hasta posarla en la barandilla, flexioné mis piernas y ejecuté un potentísimo salto que hizo crujir la madera del Kodai Ryu. "Ya lo arreglaré a mi regreso" pensé. Con aquél salto fui lanzado como si de un cañonazo se tratase, sin siquiera utilizar el arte del rokushiki había acortado una distancia impresionante para tratarse de un barco que se hallaba casi en el horizonte de nuestra perspectiva. Menos de la mitad de camino me quedaba, el kamisori haría el resto del trabajo.
Al aterrizar me hallé con la rodilla derecha y el puño izquierdo hincados en el terreno. Antes de poder hacer nada escuché un sonido muy familiar, el cargar de un rifle apuntándote directamente. Me levanté y me dí rodeado de unas 30 personas aproximadamente. Sonreí y les saludé con la mano mientras activaba mi tekkai por si atacaban sin previo aviso. Los ojos del tipo que estaba justamente enfrente de mí se abrieron como platos y bajó su arma como si las fuerzas le hubieran abandonado.
- Ke-Kento... Es Kento.
Los marines comenzaron a murmurar especulaciones entre las cuales las más comunes eran del estilo "no puede ser Kento éste tipo", "por favor dime que estás bromeando" y "¿quién diantres es ese tal Kento?". Yo me limité a bajar el brazo y responder como si me hubiese hablado directamente a mí.
- Veo que me conoces. Encantado de conocerte marine. ¿O ya nos conocemos?
- El... El es el de Enies Lobby.
Los murmullos se acrecentaron y sin dejar de apuntar comenzaron a dar pasos pequeños hacia atrás, tan pequeños que algunos parecía que no se moviesen. ¿Estaban aterrados? Desde luego no era mi intención pero parece ser que cuando llevas acciones como aquella situación contra el gobierno mundial ha sido conocida por todos ya.
- ¡SILENCIO!
Los marines se callaron y se quedaron más firmes apuntándome, un hombre apareció de entre ellos, debía de ser el capitán de aquel barco, y por lo que parece era un tipo bastante musculoso y alto, me igualaba en altura y hasta parecía ser algunos centímetros más alto que yo.
- Me importa una mierda quien sea y que haya hecho en la puta isla judicial. Es nuestra responsabilidad atrapar a éste pedazo de cabrón y no me creeré lo contado por Luchs hasta que no lo vea con mis propios ojos.
- Es usted inteligente capitán. Rinkusu miente más que habla.
- ¿Conoces su nombre real?
- No es ningún misterio. Soy desertor del Cypher Pol y lider de una armada revolucionaria con poderosos aliados y gran influencia. Tengo acceso a cualquier información de la que disponga el bando revolucionario, y ellos conocen su nombre y su pseudónimo. Rinkusu Kenpachi, más conocido como Luchs. Y apuesto a que se algo que ni usted sabe acerca del almirante.
- Callate la puta boca. No me importas tú ni el almirante, tan solo tengo que cumplir mis ordenes. Luchs ya no...
- ¿Va a venir a por mí? Por más que me plazca escuchar ésto no puedo afirmar que eso sea cierto. A ese cretino no le paran las ordenes del almirante de flota cuando se encabezona con un objetivo, y ahora mismo y desde que deserté del gobierno soy su objetivo, pues conozco el secreto que está bajo su rostro.
- Creo haber dicho que te calles. Tus palabras no tienen valor en éste barco, serás apresado aquí y ahora. Rindete Azumi Kento.
- Lo siento amigo mío, pero no puedo hacer eso. Y ten cuidado de mandar abrir fuego, podrías acabar mal parado.
- Apunten -Vaciló en el último momento.
Aquél tipo frunció el ceño y apretó los dientes furioso ante mi osadía. Se debía de sentir humillado y ofendido por aquellas palabras, aunque también parecía algo indeciso y frustrado por algún motivo. Dudaba que las palabras de éste hombre fuesen vacías y que en el fondo también estuviese tan aterrado como sus hombres. Aunque finalmente se decidió.
- ¡FUEGO!
La artillería era descargada y una nube de polvo se esparcía alrededor de mi cuerpo, el cual había bloqueado absolutamente todos los disparos dirigidos directamente hacia mí al tener activado el tekkai con anterioridad. Murmuré unas palabras que los marines no llegarían a comprender.
- Ya le has escuchado...
Antes de disiparse la niebla se observaban algo similar a pequeñas agujas que eran lanzadas hacia los rostros de los marines, los cuales caían hacia atrás gritando o fulminados directamente con un líquido morado en sus ojos y algunos con algo como una cadena atravesada en el entrecejo. Todos los marines habían caído para cuando el humo se disipó.
- Ya le advertí de que no era una buena idea mandar sus hombres abrir fuego.
El capitán estaba solo, rojo de la ira por lo que acababa de ocurrir. Todos sus hombres agonizaban en el suelo o habían sido eliminados. Los heridos se llevaban la mano a los ojos mientras gritaban del dolor de una irritación que la sentían como las mismas llamas del infierno. El veneno de la serpiente funcionaba perfectamente.
El capitán de la tripulación, furioso completamente, cargó contra mí con todas sus fuerzas. A la vez que tenía activado mi tekkai utilicé el haki armadura sobre mi puño y brazos derechos e intercepté el puño del marine, el cual quedó destrozado por la potencia contra la cual le había arremetido. Al momento le di una patada en el pecho y fue lanzado dos metros hacia atrás, cayendo de espaldas.
- Debiste hacer caso a tus hombre capitán. Tu arrogancia te ha costado la perdición. No te voy a matar, pero así podrás confirmar lo que el almirante Luchs haya podido decir acerca de mí. No se te ocurra aproximarte a Amazon Lily. Y advierte a todos los navíos cercanos que Azumi Kento va rumbo hacia allá. Y está furioso.
Estas últimas palabras las dije con un tono de voz realmente furioso. Me había cabreado tan solo de recordar la situación de Enies Loby y estaba realmente furioso con el mundo por las circunstancias acaecidas en la isla judicial. Finalmente le había declarado la guerra al gobierno mundial.
Del mismo modo que había llegado allí me marché. Me alcé en el aire con un fuerte salto y llegué a mi embarcación con el kamisori. Aunque hubo algo que me llamó la atención estando en el punto más alto de mi salto. Amazon Lily no estaba ya muy lejos, la podía ver aparecer en el horizonte. Yashu, tan solo espera un poco más. Estamos llegando.
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Con el martillo en mano ponía algunos clavos en las maderas que conformarían la estructura y definían la última pared destruída de la casa de aquella mujer y su pequeña hija. Ya casi estaba terminada, pero de pronto el asunto se complicó, por detrás de mí escuché una voz que me preguntaba.
- Buenas señorita, me e perdido y no se donde estoy, ¿podrías proporcionarme algo de información? Veo también que estáis reconstruyendo la aldea, si quieres podría ayudar en lo que sea.[/b]
Me giré y me puse en pose defensiva al instante. ¿Cómo había entrado un hombre en la aldea sin ser detectado? Esto no era bueno, hasta las guardias debían de estar ayudando en las reconstrucciones. Cogí a la chica y la puse detrás de mí, protegiéndola como podía y amenazando al hombre con el martillo que tenía en la mano.
- ¿Cómo has entrado sin ser visto? Esta es Amazon Lily, donde los hombres no son bienvenidos... Márchate si no quieres acabar mal... ¡GUARDIAS!
Ya había alertado a la guardia del poblado, que de seguro me habían escuchado con tal grito. Me mostraba firme pero por dentro estaba horriblemente aterrada, la última vez que vimos un hombre en la isla me secuestraron y casi matan a Kento, no podía volver a ser atrapada por los hombres del gobierno.
Se escuchó el estruendo de carreras y rápidamente aquél hombre fue rodeado por corpulentas guardias kuja y otras no tan corpulentas, todas sostenían lanzas y apuntaban directamente al hombre. Pero antes de nada me aseguré de que la niña estaba con su madre y manteniéndome al margen pregunté a ese hombre.
- Dime quien eres y que haces aquí. Y después márchate como has venido y no se te ocurra volver a aparecer por aquí.
- Buenas señorita, me e perdido y no se donde estoy, ¿podrías proporcionarme algo de información? Veo también que estáis reconstruyendo la aldea, si quieres podría ayudar en lo que sea.[/b]
Me giré y me puse en pose defensiva al instante. ¿Cómo había entrado un hombre en la aldea sin ser detectado? Esto no era bueno, hasta las guardias debían de estar ayudando en las reconstrucciones. Cogí a la chica y la puse detrás de mí, protegiéndola como podía y amenazando al hombre con el martillo que tenía en la mano.
- ¿Cómo has entrado sin ser visto? Esta es Amazon Lily, donde los hombres no son bienvenidos... Márchate si no quieres acabar mal... ¡GUARDIAS!
Ya había alertado a la guardia del poblado, que de seguro me habían escuchado con tal grito. Me mostraba firme pero por dentro estaba horriblemente aterrada, la última vez que vimos un hombre en la isla me secuestraron y casi matan a Kento, no podía volver a ser atrapada por los hombres del gobierno.
Se escuchó el estruendo de carreras y rápidamente aquél hombre fue rodeado por corpulentas guardias kuja y otras no tan corpulentas, todas sostenían lanzas y apuntaban directamente al hombre. Pero antes de nada me aseguré de que la niña estaba con su madre y manteniéndome al margen pregunté a ese hombre.
- Dime quien eres y que haces aquí. Y después márchate como has venido y no se te ocurra volver a aparecer por aquí.
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"El cielo se oscurecía, yo me encontraba sentado debajo de un árbol abrazado a Masamune, mi única compañera. Ella me hacía mantener la cordura en estos momentos de mi vida. Estaba solo, no tenía a nadie más que mi espada y su compañía cuando la invocaba. Sabía que no debía invocarla demasiado, me agotaba mucho, pero necesitaba ver su forma, hablar con ella, volar encima suya y sentirme libre como lo había hecho siempre.
Habían pasado muchas cosas desde mi exilio voluntario, no era yo mismo, no podía seguir al lado de mis nakamas cuando sabía que no tenía ya convicción. ¿Dónde quedaba esa convicción que me llevaba a luchar contra la marina y el gobierno mundial por un mundo mejor? ¿En qué me había ayudado el mundo para que yo arriesgara mi vida por cambiarlo? Eran preguntas que no tenían respuesta, no sabía qué hacer, sólo sabía que me encontraba viviendo como un vagabundo, viajando de isla en isla montado encima de la forma de dragón de mi espada.
Las dudas me acompañaban en cada viaje que hacía. Yo quería volver con mis nakamas, con Azumi que tanto me ayudó en su momento. Gracias a él conseguí tener una convicción, un destino y un objetivo en esta vida. Yo solo quería mejorar el arte de la espada y ser fuerte, poder luchar por mí mismo y defender lo que yo quería... pero... había perdido las energías... me sentía débil, cada movimiento era más lento y pesado que el otro, no podía durar mucho así...
Solo busco encontrar mi camino y volver a ser el que era. Volver con mis nakamas y volver a reír, disfrutar y luchar junto a ellos por un mundo justo."
Tras esto Kenshin soltó la pluma y miró unos momentos a el relato que había escrito. Era siempre lo mismo, siempre escribía el mismo relato en diferentes islas ya que no hacía más que pensar en otra cosa. Cogió la carta y la acercó a la vela con la cual se iluminaba. Kenshin la soltó y la miró arder mientras apretaba con fuerza la empuñadura de Masamune. Kenshin quería sentir que su espada no le había abandonado.
Salió de la habitación donde estaba residiendo, siempre cabizbajo y poco animado pasó como los últimos días por la puerta, dejando el dinero por pasar una noche en una bandeja. Al salir Kenshin pudo ver como estaba apunto de anochecer. Hoy era un día especial en la aldea donde se encontraba. En este día todos los lugareños se sentaban al lado de una gran hoguera mientras cantaban alguna canción de allí. Kenshin fue, no tenía ganas algunas de estar ahí, pero la compañía de la gente, que en principio le había tratado bien, era algo que no iba a rechazar así que allí fue. Sentado vio como los lugareños sacaban sus instrumentos y cantaron una canción... que le llegó al alma.
Kenshin siempre había odiado a los músicos, eran algo que él no entendía. Pero al fin, Kenshin comprendió que la música era la liberación, daba tranquilidad al alma y quitaba la tristeza... Durante unos días más estuvo en la aldea, ayudó a las gentes y pidió que le escribieran la letra de la canción que le cambiaría posiblemente la vida. Tras esto se marchó, lejos, quería ir a un sitio especial, un sitio donde sin saberlo, una nueva etapa de su vida comenzó y quería que volviera a comenzar. Era Amazon Lily, donde luchó por primera vez contra Azumi cuando este aún era un miembro del CP. Kenshin quería encontrarse así mismo.
Habían pasado muchas cosas desde mi exilio voluntario, no era yo mismo, no podía seguir al lado de mis nakamas cuando sabía que no tenía ya convicción. ¿Dónde quedaba esa convicción que me llevaba a luchar contra la marina y el gobierno mundial por un mundo mejor? ¿En qué me había ayudado el mundo para que yo arriesgara mi vida por cambiarlo? Eran preguntas que no tenían respuesta, no sabía qué hacer, sólo sabía que me encontraba viviendo como un vagabundo, viajando de isla en isla montado encima de la forma de dragón de mi espada.
Las dudas me acompañaban en cada viaje que hacía. Yo quería volver con mis nakamas, con Azumi que tanto me ayudó en su momento. Gracias a él conseguí tener una convicción, un destino y un objetivo en esta vida. Yo solo quería mejorar el arte de la espada y ser fuerte, poder luchar por mí mismo y defender lo que yo quería... pero... había perdido las energías... me sentía débil, cada movimiento era más lento y pesado que el otro, no podía durar mucho así...
Solo busco encontrar mi camino y volver a ser el que era. Volver con mis nakamas y volver a reír, disfrutar y luchar junto a ellos por un mundo justo."
Tras esto Kenshin soltó la pluma y miró unos momentos a el relato que había escrito. Era siempre lo mismo, siempre escribía el mismo relato en diferentes islas ya que no hacía más que pensar en otra cosa. Cogió la carta y la acercó a la vela con la cual se iluminaba. Kenshin la soltó y la miró arder mientras apretaba con fuerza la empuñadura de Masamune. Kenshin quería sentir que su espada no le había abandonado.
Salió de la habitación donde estaba residiendo, siempre cabizbajo y poco animado pasó como los últimos días por la puerta, dejando el dinero por pasar una noche en una bandeja. Al salir Kenshin pudo ver como estaba apunto de anochecer. Hoy era un día especial en la aldea donde se encontraba. En este día todos los lugareños se sentaban al lado de una gran hoguera mientras cantaban alguna canción de allí. Kenshin fue, no tenía ganas algunas de estar ahí, pero la compañía de la gente, que en principio le había tratado bien, era algo que no iba a rechazar así que allí fue. Sentado vio como los lugareños sacaban sus instrumentos y cantaron una canción... que le llegó al alma.
Kenshin siempre había odiado a los músicos, eran algo que él no entendía. Pero al fin, Kenshin comprendió que la música era la liberación, daba tranquilidad al alma y quitaba la tristeza... Durante unos días más estuvo en la aldea, ayudó a las gentes y pidió que le escribieran la letra de la canción que le cambiaría posiblemente la vida. Tras esto se marchó, lejos, quería ir a un sitio especial, un sitio donde sin saberlo, una nueva etapa de su vida comenzó y quería que volviera a comenzar. Era Amazon Lily, donde luchó por primera vez contra Azumi cuando este aún era un miembro del CP. Kenshin quería encontrarse así mismo.
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Había llegado a una isla, no tenía ni idea de donde, ya que no recordaba gran cosa del viaje. Me adentré en la isla, apareciendo en poco tiempo en un pueblo, lleno de mujeres, ningún hombre se podía ver por allí. Me quedé quieto, mirando, hasta ver una muchacha que se estaba poniendo a ayudar a algunas personas que estaban reconstruyendo sus hogares.
Me acerqué a esa muchacha y le pregunté donde me encontraba, ya que no tenía ni idea de nada; en vez de contestarme de buenas formas, me dijo que me marchara de allí, parecía algo preocupada, podía verlo en su rostro. De repente empezó a llamar a los guardias, estos o mejor estas, me rodearon y apuntaron con sus lanzas. Pacíficamente la muchacha empezó a hablar muy seria:
Muchacha: Dime quien eres y que haces aquí. Y después márchate como has venido y no se te ocurra volver a aparecer por aquí.
Tras ese comentario le respondí con una sonrisa en la cara, tranquilo:
Ethan: Me llamo Ethan Jones, hace un mes salí de mi isla en busca de aventuras, y por arte de magia me encontré con un gremio de cazadores y me uní a ellos. Pero soy muy pacífico y ahora mismo solo quiero conocer gente nueva y sitios nuevos.
Después de eso, con la sonrisa en todo momento puesta, me di la vuelta, aparté el arma de una de las guardias y como pude salí de ese círculo, alejándome de la aldea, para atravesar otra vez el bosque, para coger el bote e irme por donde había venido, cosa que no tenía ni idea. Ya en el bosque, por medio de este, pude ver un montón de plantas nuevas que no había visto en mi vida, me habían llamado la atención. Me paré en medio del bosque y me puse a mirar las plantas y a analizarlas como podía.
Me acerqué a esa muchacha y le pregunté donde me encontraba, ya que no tenía ni idea de nada; en vez de contestarme de buenas formas, me dijo que me marchara de allí, parecía algo preocupada, podía verlo en su rostro. De repente empezó a llamar a los guardias, estos o mejor estas, me rodearon y apuntaron con sus lanzas. Pacíficamente la muchacha empezó a hablar muy seria:
Muchacha: Dime quien eres y que haces aquí. Y después márchate como has venido y no se te ocurra volver a aparecer por aquí.
Tras ese comentario le respondí con una sonrisa en la cara, tranquilo:
Ethan: Me llamo Ethan Jones, hace un mes salí de mi isla en busca de aventuras, y por arte de magia me encontré con un gremio de cazadores y me uní a ellos. Pero soy muy pacífico y ahora mismo solo quiero conocer gente nueva y sitios nuevos.
Después de eso, con la sonrisa en todo momento puesta, me di la vuelta, aparté el arma de una de las guardias y como pude salí de ese círculo, alejándome de la aldea, para atravesar otra vez el bosque, para coger el bote e irme por donde había venido, cosa que no tenía ni idea. Ya en el bosque, por medio de este, pude ver un montón de plantas nuevas que no había visto en mi vida, me habían llamado la atención. Me paré en medio del bosque y me puse a mirar las plantas y a analizarlas como podía.
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- ¡Tierra a la vista! -grité mientras aterrizaba en el barco nuevamente.
- ¡Ya la he visto!
Me había adelantado a Tsuna en la predicción, aunque parecía que él ya la había visto. "¿Y por qué no lo has dicho?" Pensé decirle con un tono irónico que me guardé para mí mismo, limitándome a esbozar una sonrisa. Me estiré con satisfacción en mitad de cubierta, alegre por al fin poder hacer el ejercicio que necesitaba desde hacía ya tiempo.
El Kodai Ryu avanzaba con rapidez por las aguas del calm belt, navegaba gracias al poder de mi akuma no mi. Tuvimos que esperar para emprender el viaje por culpa de mi estado, pero finalmente me encontré con fuerzas suficientes. Y era un milagro que todavía no nos hubiese atacado ningún rey de mar. Y ahora estábamos llegando a la isla que se encontraba a esacasas millas, aproximadamente 5 o 6, lo que serían casi unos 10 kilómetros.
En cuanto llegamos desembarqué y dí a todos la orden de cuidar el barco y estar atentos a cualquier navío que pudiese aproximarse a atacarnos. Algunos desganados aceptaron, otros me ignoraron y otros se echaron una siesta. Yo por mi parte debía de ir al centro de la isla a encontrarme con Yashu por fin tras tanto tiempo sin verla.
Comencé a caminar por el bosque que ascendía hacia lo alto del monte de la isla. Todo era tal y como lo recordaba, cada paso que avanzaba daba gracias por poder volver a pisar aquel terreno. De pronto me detuve y me quedé mirando al frente. Un tipo estaba agachado observando unas plantas y palpándolas. ¿Quien diantres sería? Es extraño ver un hombre en ésta isla.
Me aproximé a él por detrás y con una sonrisa en el rostro comencé a hablarle.
- Muy buenos días. ¿Cómo es que hay un hombre en ésta isla llena de mujeres? Es extraño. Si te llegan a ver las amazonas no creas que conseguirás escapar por las buenas jeje.
- ¡Ya la he visto!
Me había adelantado a Tsuna en la predicción, aunque parecía que él ya la había visto. "¿Y por qué no lo has dicho?" Pensé decirle con un tono irónico que me guardé para mí mismo, limitándome a esbozar una sonrisa. Me estiré con satisfacción en mitad de cubierta, alegre por al fin poder hacer el ejercicio que necesitaba desde hacía ya tiempo.
El Kodai Ryu avanzaba con rapidez por las aguas del calm belt, navegaba gracias al poder de mi akuma no mi. Tuvimos que esperar para emprender el viaje por culpa de mi estado, pero finalmente me encontré con fuerzas suficientes. Y era un milagro que todavía no nos hubiese atacado ningún rey de mar. Y ahora estábamos llegando a la isla que se encontraba a esacasas millas, aproximadamente 5 o 6, lo que serían casi unos 10 kilómetros.
En cuanto llegamos desembarqué y dí a todos la orden de cuidar el barco y estar atentos a cualquier navío que pudiese aproximarse a atacarnos. Algunos desganados aceptaron, otros me ignoraron y otros se echaron una siesta. Yo por mi parte debía de ir al centro de la isla a encontrarme con Yashu por fin tras tanto tiempo sin verla.
Comencé a caminar por el bosque que ascendía hacia lo alto del monte de la isla. Todo era tal y como lo recordaba, cada paso que avanzaba daba gracias por poder volver a pisar aquel terreno. De pronto me detuve y me quedé mirando al frente. Un tipo estaba agachado observando unas plantas y palpándolas. ¿Quien diantres sería? Es extraño ver un hombre en ésta isla.
Me aproximé a él por detrás y con una sonrisa en el rostro comencé a hablarle.
- Muy buenos días. ¿Cómo es que hay un hombre en ésta isla llena de mujeres? Es extraño. Si te llegan a ver las amazonas no creas que conseguirás escapar por las buenas jeje.
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Tenía intención de largarme de aquella isla por orden de aquella muchacha que parecía al principio amable, pero cuando me vio a mi cambié de opinión sobre ella, parecía algo seria y algo tensa. De todas formas tenía que abandonar aquel lugar, no me quería meter en líos. Eso me hizo volver al bosque, y quedarme viendo plantas.
Me paré enfrente de un tipo de planta un tanto extraña, de colores extraños juntos con las tonalidades verdes características de toda planta existente en el mundo. No me llegué a sentarme en el suelo, me quedé con las piernas flexionadas. Aquella planta por sus pintas parecía venenosa, y a la vez apetecible de comer, mi mente me decía que no la comiese, pero era difícil de quitarme esa idea de la cabeza.
Por un momento dejé de mirar la planta y miré a mi alrededor, se podía notar una completa tranquilidad, escuchando solamente el canto de los pájaros y de algún insecto ruidoso que parecía encontrarse cerca de mi posición. Después de esto volví a mirar a la planta y sin pensármelo la iba a coger, cuando de repente escuché una voz de una persona, de un hombre para ser exactos.
- Muy buenos días. ¿Cómo es que hay un hombre en ésta isla llena de mujeres? Es extraño. Si te llegan a ver las amazonas no creas que conseguirás escapar por las buenas jeje.
Me giré con algo de miedo, me dio un poco de miedo al escuchar la primera palabra de aquél diálogo, pero cuando me giré me tranquilicé al ver que se trataba de un hombre, a simple vista parecía simpático. Nada más girarme me levanté y le contesté a aquel hombre.
- Hola. Estoy aquí por pura casualidad, e intentado ayudar en el pueblo, pero una mujer me vio y me tiró de allí llamando a la guardia del lugar, y por eso estoy aquí, quería irme de aquí, pero esta flor de mi izquierda me llamó la atención.
Este hombre si que parecía amable y simpático, pero me preguntaba que hacía él allí, si a mi no me dejaron estar allí, seguramente no le dejarían a él, la curiosidad me venció otra vez.
-¿Y usted que hace por aquí?, si se puede saber; puede que tampoco le dejen permanecer en el pueblo, por lo que puede ser tontería ir allí.
Me paré enfrente de un tipo de planta un tanto extraña, de colores extraños juntos con las tonalidades verdes características de toda planta existente en el mundo. No me llegué a sentarme en el suelo, me quedé con las piernas flexionadas. Aquella planta por sus pintas parecía venenosa, y a la vez apetecible de comer, mi mente me decía que no la comiese, pero era difícil de quitarme esa idea de la cabeza.
Por un momento dejé de mirar la planta y miré a mi alrededor, se podía notar una completa tranquilidad, escuchando solamente el canto de los pájaros y de algún insecto ruidoso que parecía encontrarse cerca de mi posición. Después de esto volví a mirar a la planta y sin pensármelo la iba a coger, cuando de repente escuché una voz de una persona, de un hombre para ser exactos.
- Muy buenos días. ¿Cómo es que hay un hombre en ésta isla llena de mujeres? Es extraño. Si te llegan a ver las amazonas no creas que conseguirás escapar por las buenas jeje.
Me giré con algo de miedo, me dio un poco de miedo al escuchar la primera palabra de aquél diálogo, pero cuando me giré me tranquilicé al ver que se trataba de un hombre, a simple vista parecía simpático. Nada más girarme me levanté y le contesté a aquel hombre.
- Hola. Estoy aquí por pura casualidad, e intentado ayudar en el pueblo, pero una mujer me vio y me tiró de allí llamando a la guardia del lugar, y por eso estoy aquí, quería irme de aquí, pero esta flor de mi izquierda me llamó la atención.
Este hombre si que parecía amable y simpático, pero me preguntaba que hacía él allí, si a mi no me dejaron estar allí, seguramente no le dejarían a él, la curiosidad me venció otra vez.
-¿Y usted que hace por aquí?, si se puede saber; puede que tampoco le dejen permanecer en el pueblo, por lo que puede ser tontería ir allí.
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-¿Y usted que hace por aquí?, si se puede saber; puede que tampoco le dejen permanecer en el pueblo, por lo que puede ser tontería ir allí.
Aquél tipo me hizo reír. Sonreí devolviéndole el gesto y le puse una mano encima de su hombro. Se trataba de un tipo alto, no mas alto que yo, le sacaría algo más de diez centímetros, aunque también es cierto que yo soy demasiado alto para la estatura media de un ser humano corriente, descartando los semigigantes.
El chico en cuestión debía de tener aproximadamente mi edad, no sabría decirlo a ciencia cierta. Sus cabellos rubios y sus ojos azules eran muy llamativos y característicos... Realmente resultaba extraño que hubiese llegado hasta la aldea. ¿Tendría alguna habilidad especial? ¿Sería un usuario?
Le observé fijamente a los ojos con una sonrisa en los labios. Por su aspecto parecía ser un buen tipo. Y sus palabras sonaban sinceras. Dejé de mirarle, gesto que tan solo duró un par de segundos, y respondí sin demora a su pregunta.
- Yo he venido de visita. Las amazonas son peligrosas si no tienes trato con ellas. Pero si eres amigo de ellas, o si estás prometido con una de ellas, no hay problemas.
Quité la mano de su hombro y me quedé mirando la planta que había estado divisando el tipo. La recordaba, una vez me contó Yashu que utilizaban esas plantas para envenenar las puntas de las flechas de sus armas para así defenderse.
- Yo de ti no tocaría esa planta. No soy un experto, pero se que esa es venenosa. Un solo corte o bocado podría acabar contigo.
Comencé a caminar hacia adelante pasando de él. Durante un instante sentí un extraño impulso que me incitó a invitarle a acompañarme a visitar la tribu. No me había caído mal el tipo... ¿Pero por qué había pensado invitarle? No supe por qué, pero de pronto giré mi cuerpo y me quedé nuevamente mirándole.
- Oye chico. ¿Quieres venir a ver el poblado? No te preocupes. Ya no te apuntarán con más lanzas.
Todavía quedaba un trecho largo para llegar, pero así podría ir hablando con ese tipo para intentar averiguar si realmente era una persona amable o un canalla cualquiera. Aguardé su respuesta.
Aquél tipo me hizo reír. Sonreí devolviéndole el gesto y le puse una mano encima de su hombro. Se trataba de un tipo alto, no mas alto que yo, le sacaría algo más de diez centímetros, aunque también es cierto que yo soy demasiado alto para la estatura media de un ser humano corriente, descartando los semigigantes.
El chico en cuestión debía de tener aproximadamente mi edad, no sabría decirlo a ciencia cierta. Sus cabellos rubios y sus ojos azules eran muy llamativos y característicos... Realmente resultaba extraño que hubiese llegado hasta la aldea. ¿Tendría alguna habilidad especial? ¿Sería un usuario?
Le observé fijamente a los ojos con una sonrisa en los labios. Por su aspecto parecía ser un buen tipo. Y sus palabras sonaban sinceras. Dejé de mirarle, gesto que tan solo duró un par de segundos, y respondí sin demora a su pregunta.
- Yo he venido de visita. Las amazonas son peligrosas si no tienes trato con ellas. Pero si eres amigo de ellas, o si estás prometido con una de ellas, no hay problemas.
Quité la mano de su hombro y me quedé mirando la planta que había estado divisando el tipo. La recordaba, una vez me contó Yashu que utilizaban esas plantas para envenenar las puntas de las flechas de sus armas para así defenderse.
- Yo de ti no tocaría esa planta. No soy un experto, pero se que esa es venenosa. Un solo corte o bocado podría acabar contigo.
Comencé a caminar hacia adelante pasando de él. Durante un instante sentí un extraño impulso que me incitó a invitarle a acompañarme a visitar la tribu. No me había caído mal el tipo... ¿Pero por qué había pensado invitarle? No supe por qué, pero de pronto giré mi cuerpo y me quedé nuevamente mirándole.
- Oye chico. ¿Quieres venir a ver el poblado? No te preocupes. Ya no te apuntarán con más lanzas.
Todavía quedaba un trecho largo para llegar, pero así podría ir hablando con ese tipo para intentar averiguar si realmente era una persona amable o un canalla cualquiera. Aguardé su respuesta.
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Nada más preguntarle empezó a reírse, yo por mi parte no podía ver el motivo que impulsaba a aquel hombre a reírse, por lo que permanecí serio. En ese momento puso su mano en mi hombro izquierdo. En ese momento me fijé que era algo más alto que yo, pero no solo me fijé en su altura, en aquel momento pude ver que había participado en muchos combates, eso me recordó a un cartel que me enseñó Takeshi, de un hombre, igual al que tenía en ese momento delante mía, eso quería decir que estaba delante del famoso Azumi Kento.
No quería decirle nada, si le dijese algo podía sospechar de algo; ver a alguien que no conoces de nada y que este sepa datos tuyos, es un poco incomodo, por lo menos por mi parte. En aquel mismo momento, mientras que pensaba todo aquello me respondió.
- Yo he venido de visita. Las amazonas son peligrosas si no tienes trato con ellas. Pero si eres amigo de ellas, o si estás prometido con una de ellas, no hay problemas.
No me lo esperaba para nada, no sabía que aquel hombre podía permanecer sin riesgo alguno de perder la vida en aquella isla, cuando anteriormente, aquella mujer me dijo que los hombres no estaban permitidos en la isla. Aunque fuese yo un cazador, sentía admiración por Azumi en ese momento, simplemente por poder entrar en la isla como si estuviese en su casa.
Nada más decirle eso y decirme que no tocase esa planta, cogió y se fue en dirección al pueblo, seguramente para ver a su amada, cuya persona me había mencionado antes. No sabía que decir en ese momento, no me salía ninguna palabra, solo podía mirar otra vez fijamente la planta venenosa. En ese momento volvió a hablar.
No me lo esperaba, Azumi Kento diciéndome que si quería acompañarle al pueblo, en esa mima frase dijo que no me iban a amenazar con las lanzas.
No quería decirle nada, si le dijese algo podía sospechar de algo; ver a alguien que no conoces de nada y que este sepa datos tuyos, es un poco incomodo, por lo menos por mi parte. En aquel mismo momento, mientras que pensaba todo aquello me respondió.
- Yo he venido de visita. Las amazonas son peligrosas si no tienes trato con ellas. Pero si eres amigo de ellas, o si estás prometido con una de ellas, no hay problemas.
No me lo esperaba para nada, no sabía que aquel hombre podía permanecer sin riesgo alguno de perder la vida en aquella isla, cuando anteriormente, aquella mujer me dijo que los hombres no estaban permitidos en la isla. Aunque fuese yo un cazador, sentía admiración por Azumi en ese momento, simplemente por poder entrar en la isla como si estuviese en su casa.
Me quitó la mano de mi hombro y directamente miró la planta que quería comerme anteriormente y que le había mencionado, tardó poco tiempo hasta decirme que esa planta se utiliza para bañar la punta de las flechas con el veneno, eso me hizo contarle ciertas cosas que no me gustaba contar a nadie.
-Pues menos mal que no la e tocado con las manos, cuando no estoy seguro, utilizo platino, así puedo evitar intoxicarme mediante contacto directo.
Nada más decirle eso y decirme que no tocase esa planta, cogió y se fue en dirección al pueblo, seguramente para ver a su amada, cuya persona me había mencionado antes. No sabía que decir en ese momento, no me salía ninguna palabra, solo podía mirar otra vez fijamente la planta venenosa. En ese momento volvió a hablar.
- Oye chico. ¿Quieres venir a ver el poblado? No te preocupes. Ya no te apuntarán con más lanzas.
No me lo esperaba, Azumi Kento diciéndome que si quería acompañarle al pueblo, en esa mima frase dijo que no me iban a amenazar con las lanzas.
-Me gustaría acompañarte a ver el poblado, y tranquilo, no tuve miedo a esas lanzas ni a la guardia. Le dije con una sonrisa en la cara.
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Me resultó extraño ver que aquél chico venía conmigo a ver a las amazonas nuevamente. Solté una pequeña carcajada cuando me dijo que no le habían asustado, cuando hasta yo les tenía miedo cuando me rodeaban y empuñaban sus lanzas con el haki. ¿Que insensato no tiene miedo de algo así.
Hay que reconocer que me dijo algo interesante. ¿Utilizaba platino? Eso resultaba curioso. ¿Acaso sería un usuario de una akuma no mi de platino? Eso me traía recuerdos, recuerdos de mis investigaciones acerca de los shichibukai cuando todavía pertenecía al cypher pol.
Uno de los piratas más temidos de ésta era, aquél que me ayudó a ver la luz, aquél que me hizo cambiar y renegar del gobierno mundial. Mihasy Hayato, actual usuario de la akuma no mi logia de renio, anteriormente había tenido la facultad de poseer la akuma de platino. Sería curioso que ahora éste chico tuviese esa akuma no mi que anteriormente había estado en poder del actual yonko.
Mientras caminábamos pensaba en ello, avanzábamos por el bosque ascendente prácticamente en silencio mientras pensaba en el poder que podría tener éste tipo, al fin y al cabo esa akuma no mi está en la historia de uno de los más grandes.
Llegamos a lo más alto del monte, en el interior de la montaña podíamos observar a las amazonas trabajando en la reconstrucción de su poblado. Nos detuvimos allí contemplando. Me giré y comencé a hablar a ese chico antes de comenzar el descenso e ingreso a la ciudad.
- De modo que eres un usuario del platino. Es interesante y curioso conocer a gente con akumas no mi que se hallan en la historia... No se si lo sabrás pero la akuma no mi que posees fue absorbida por otra persona anteriormente. El actual Yonko Kureiji... Otra cosa. Cuando bajemos no digas nada hasta que yo les diga que vienes conmigo. Si ya te han dicho que te marches no dudarán en acabar contigo en cuanto te vean.
Tras aquello aguarde a una respuesta o comentario y comenzamos el descenso hacia el poblado de las Kuja, donde esperaba y aguardaba encontrarme pronto con Yashu.
Hay que reconocer que me dijo algo interesante. ¿Utilizaba platino? Eso resultaba curioso. ¿Acaso sería un usuario de una akuma no mi de platino? Eso me traía recuerdos, recuerdos de mis investigaciones acerca de los shichibukai cuando todavía pertenecía al cypher pol.
Uno de los piratas más temidos de ésta era, aquél que me ayudó a ver la luz, aquél que me hizo cambiar y renegar del gobierno mundial. Mihasy Hayato, actual usuario de la akuma no mi logia de renio, anteriormente había tenido la facultad de poseer la akuma de platino. Sería curioso que ahora éste chico tuviese esa akuma no mi que anteriormente había estado en poder del actual yonko.
Mientras caminábamos pensaba en ello, avanzábamos por el bosque ascendente prácticamente en silencio mientras pensaba en el poder que podría tener éste tipo, al fin y al cabo esa akuma no mi está en la historia de uno de los más grandes.
Llegamos a lo más alto del monte, en el interior de la montaña podíamos observar a las amazonas trabajando en la reconstrucción de su poblado. Nos detuvimos allí contemplando. Me giré y comencé a hablar a ese chico antes de comenzar el descenso e ingreso a la ciudad.
- De modo que eres un usuario del platino. Es interesante y curioso conocer a gente con akumas no mi que se hallan en la historia... No se si lo sabrás pero la akuma no mi que posees fue absorbida por otra persona anteriormente. El actual Yonko Kureiji... Otra cosa. Cuando bajemos no digas nada hasta que yo les diga que vienes conmigo. Si ya te han dicho que te marches no dudarán en acabar contigo en cuanto te vean.
Tras aquello aguarde a una respuesta o comentario y comenzamos el descenso hacia el poblado de las Kuja, donde esperaba y aguardaba encontrarme pronto con Yashu.
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Mi cara se mojó. Desperté medio sobresaltado levantándome y desenvainando la katana que estaba ya bastante mellada. Apretaba los dientes y abría los ojos mirando hacia todas partes, buscando a quien me había hecho ésto.
- Maldijo hijo de puta. -murmuré- Cuando te atrapé vas a desear no haber nacido cabrón.
No había nadie. Tan solo árboles y una enorme montaña. ¿En que maldita isla había ido a parar? Aquél maldito casi me mata. No se ni cómo he llegado a parar a una orilla. Maldito monstruo marino. Me haré un bistec con su carne y un abrigo con su piel como le vuelva a ver.
Enfundé la mellada hoja de mi katana. Estaba ya bastante desgastada. Seguramente pronto acabaría rompiéndose... Aunque poco me importaba en realidad.
Comencé a caminar hacia adelante en busca de un camino que subiese a lo más alto de aquél bosque. Todo parecía normal y corriente. No había nada especial, tan solo verde por allá por donde mirase, árboles y arbustos. Transformé mi mano y antebrazo derecho en una hoja de cromo afilada para cortar los arbustos de mientras que iba subiendo hacia arriba.
Escuché un ruído extraño. Giré mi cuerpo a la izquierda y pude observar como por allá los arbustos se movían también. Había alguien más y me serviría para desquitarme de la humillación de haber perdido contra aquél maldito bicho de agua que me había hundido.
Comencé a seguir por detrás a quien quiera que estuviese yendo por allí, aunque estaba bastante lejos. Le distinguí de pura casualidad, y dudo que me viesen a mí que iba más atrasado.
Ascendía por la ladera de la montaña, pues cada vez aquello estaba más empinado hacia arriba. Me iba acercando. Se escuchaban voces, eran dos personas. Mejor, más diversión.
Pasados unos minutos me dí cuenta que habíamos llegado a lo alto. Se habían parado y estaban allá en lo alto charlando. No llegué a escuchar lo que decían. Pero ya tenía ganas de entrar en acción.
Rápidamente hice mi brazo normal y creé varios pequeños dardos de cromo en mi mano. Los lancé contra uno de los tipos, el más bajo de todos. Directos a su torso. En ese momento salí de mi escondite con la katana en mano y fuí a por el otro tipo, el más alto. El de los dardos habría muerto si le daba, aunque ya me encargaría de descuartizarlos a los dos juntos cuando acabe con el otro.
- Maldijo hijo de puta. -murmuré- Cuando te atrapé vas a desear no haber nacido cabrón.
No había nadie. Tan solo árboles y una enorme montaña. ¿En que maldita isla había ido a parar? Aquél maldito casi me mata. No se ni cómo he llegado a parar a una orilla. Maldito monstruo marino. Me haré un bistec con su carne y un abrigo con su piel como le vuelva a ver.
Enfundé la mellada hoja de mi katana. Estaba ya bastante desgastada. Seguramente pronto acabaría rompiéndose... Aunque poco me importaba en realidad.
Comencé a caminar hacia adelante en busca de un camino que subiese a lo más alto de aquél bosque. Todo parecía normal y corriente. No había nada especial, tan solo verde por allá por donde mirase, árboles y arbustos. Transformé mi mano y antebrazo derecho en una hoja de cromo afilada para cortar los arbustos de mientras que iba subiendo hacia arriba.
Escuché un ruído extraño. Giré mi cuerpo a la izquierda y pude observar como por allá los arbustos se movían también. Había alguien más y me serviría para desquitarme de la humillación de haber perdido contra aquél maldito bicho de agua que me había hundido.
Comencé a seguir por detrás a quien quiera que estuviese yendo por allí, aunque estaba bastante lejos. Le distinguí de pura casualidad, y dudo que me viesen a mí que iba más atrasado.
Ascendía por la ladera de la montaña, pues cada vez aquello estaba más empinado hacia arriba. Me iba acercando. Se escuchaban voces, eran dos personas. Mejor, más diversión.
Pasados unos minutos me dí cuenta que habíamos llegado a lo alto. Se habían parado y estaban allá en lo alto charlando. No llegué a escuchar lo que decían. Pero ya tenía ganas de entrar en acción.
Rápidamente hice mi brazo normal y creé varios pequeños dardos de cromo en mi mano. Los lancé contra uno de los tipos, el más bajo de todos. Directos a su torso. En ese momento salí de mi escondite con la katana en mano y fuí a por el otro tipo, el más alto. El de los dardos habría muerto si le daba, aunque ya me encargaría de descuartizarlos a los dos juntos cuando acabe con el otro.
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Me quedé mirándole aguardando una respuesta, pero antes de que me quisiera dar cuenta algo le alcanzaba por la espalda y le lanzaba hacia adelante.
- ¿Que mierda?
Giré mi cuerpo y observé a un tipo con aires desesperados y desaliñador venir con una katana hacia mí. De frente. Apreté los dientes. ¿Un pirata? Maldita sea. Menos mal que estoy aquí para ayudar a las Kuja.
Aquél tipo venía con rapidez hacia mí. Demasiado precipitado y aleatorio. Muy fácil de bloquear y contrarrestar.
Con mi mano izquierda rápidamente golpeé la parte plana de su katana para bloquearla mientras adelantaba mi pierna derecha y giraba mi cintura hacia la izquierda. Con mi mano derecha cogí su puño con el que sujetaba la katana y torcí mi tronco hacia adelante, haciendo palanca con su brazo para alzarle por encima de mi propio cuerpo y hacerle caer de espaldas, donde pondría mi pie encima de su cuello para inmovilizarle. Si se movía lo más mínimo le apretaría hasta ahogarle.
Con la mano de su katana todavía sujetada apreté y le hablé.
- Quién diablos eres y por qué me has atacado. ¿Eres un cazador de piratas? ¿O tal vez un agente del gobierno? Sea como sea lamentarás haberme atacado a mí y a mi compañero.
Aguardé unos instantes. Pude ver una pequeña aglomeración de jóvenes Kuja justo debajo del precipicio. El otro tipo había sido acertado de pleno y había caído. Unas guardias se acercaban y mientras una le medía el pulso otras observaban mi posición, reconociendo mi imagen inmovilizando al extraño tipo de pálida tez que acababa de aparecer.
- ¡CONTESTA!
Aquél estruendoso grito llegó al poblado, donde comenzó a reunirse más amazonas todavía. ¿Acudiría Yashu ante el grito?
- ¿Que mierda?
Giré mi cuerpo y observé a un tipo con aires desesperados y desaliñador venir con una katana hacia mí. De frente. Apreté los dientes. ¿Un pirata? Maldita sea. Menos mal que estoy aquí para ayudar a las Kuja.
Aquél tipo venía con rapidez hacia mí. Demasiado precipitado y aleatorio. Muy fácil de bloquear y contrarrestar.
Con mi mano izquierda rápidamente golpeé la parte plana de su katana para bloquearla mientras adelantaba mi pierna derecha y giraba mi cintura hacia la izquierda. Con mi mano derecha cogí su puño con el que sujetaba la katana y torcí mi tronco hacia adelante, haciendo palanca con su brazo para alzarle por encima de mi propio cuerpo y hacerle caer de espaldas, donde pondría mi pie encima de su cuello para inmovilizarle. Si se movía lo más mínimo le apretaría hasta ahogarle.
Con la mano de su katana todavía sujetada apreté y le hablé.
- Quién diablos eres y por qué me has atacado. ¿Eres un cazador de piratas? ¿O tal vez un agente del gobierno? Sea como sea lamentarás haberme atacado a mí y a mi compañero.
Aguardé unos instantes. Pude ver una pequeña aglomeración de jóvenes Kuja justo debajo del precipicio. El otro tipo había sido acertado de pleno y había caído. Unas guardias se acercaban y mientras una le medía el pulso otras observaban mi posición, reconociendo mi imagen inmovilizando al extraño tipo de pálida tez que acababa de aparecer.
- ¡CONTESTA!
Aquél estruendoso grito llegó al poblado, donde comenzó a reunirse más amazonas todavía. ¿Acudiría Yashu ante el grito?
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El primer tipo fue alcanzado. Pero al segundo no le cogí desprevenido. Ese maldito golpeó mi katana y me hizo un movimiento raro. Antes de darme cuenta estaba volando por encima de él y cayendo al suelo de espaldas.
No pude evitar sonreí mostrando los dientes con entusiasmo.
Puso un pie sobre mi cuello y me exigió que le dijese quien soy y que hago allí. Pero no estaba yo por la labor de hacerle mucho caso. Me tenía agarrado de la mano derecha, y no podía usar la katana. Pero si podía utilizar mi akuma no mi.
Desde mi cuello salieron cinco pinchos de cromo de medio metro de largo en dirección a su pie. Al estar pegado lo tendría complicado para defenderse de ello. Si le atravesaba el pie seguramente le dejaría sin éste, y así por el dolor me soltaría y podría levantarme, si no le atravesaba sería por que sencillamente me suelta y se aleja, en cualquier caso puedo levantarme otra vez.
En cuanto me levanté me quedé mirando mi mano, estaba algo enrojecida, aquél cabronazo de mierda apretaba con fuerza, un poco más y me rompe la jodida muñeca. Y mi katana... Estaba rota. Aquél pedazo de cabrón me la había roto. El filo había sido partido por la mitad.
- Cabronazo de mierda. Me has roto la katana.
De pronto la katana comenzó a cubrirse de cromo. Esa sustancia plateada recompuso la katana dejándola como nueva, como una katana recién forjada.
- Por suerte tengo recambio. ¿Bailamos?
Volví a lanzarme a por él, pero ésta vez lo hice mientras sacaba pinchos de mis extremidades de cinco centímetros, para evitar que me volviese a coger como antes. Prácticamente por todo mi cuerpo salían éstos pequeños pinchos que cuando estuviese a mitad de ataque separaría de mi cuerpo lanzándolos contra él. Al momento volverían a aparecer nuevos pinchos a modo de protección a la vez que de ataque. Con la katana intentaba cortarle los brazos y las piernas mientras reía como un loco con una gran sonrisa en mi cara.
Manejaba la katana con la mano derecha mientras que con la izquierda de vez en cuando trataba de meterle algún puñetazo con los nudillos con pinchos de 10cm.
No pude evitar sonreí mostrando los dientes con entusiasmo.
Puso un pie sobre mi cuello y me exigió que le dijese quien soy y que hago allí. Pero no estaba yo por la labor de hacerle mucho caso. Me tenía agarrado de la mano derecha, y no podía usar la katana. Pero si podía utilizar mi akuma no mi.
Desde mi cuello salieron cinco pinchos de cromo de medio metro de largo en dirección a su pie. Al estar pegado lo tendría complicado para defenderse de ello. Si le atravesaba el pie seguramente le dejaría sin éste, y así por el dolor me soltaría y podría levantarme, si no le atravesaba sería por que sencillamente me suelta y se aleja, en cualquier caso puedo levantarme otra vez.
En cuanto me levanté me quedé mirando mi mano, estaba algo enrojecida, aquél cabronazo de mierda apretaba con fuerza, un poco más y me rompe la jodida muñeca. Y mi katana... Estaba rota. Aquél pedazo de cabrón me la había roto. El filo había sido partido por la mitad.
- Cabronazo de mierda. Me has roto la katana.
De pronto la katana comenzó a cubrirse de cromo. Esa sustancia plateada recompuso la katana dejándola como nueva, como una katana recién forjada.
- Por suerte tengo recambio. ¿Bailamos?
Volví a lanzarme a por él, pero ésta vez lo hice mientras sacaba pinchos de mis extremidades de cinco centímetros, para evitar que me volviese a coger como antes. Prácticamente por todo mi cuerpo salían éstos pequeños pinchos que cuando estuviese a mitad de ataque separaría de mi cuerpo lanzándolos contra él. Al momento volverían a aparecer nuevos pinchos a modo de protección a la vez que de ataque. Con la katana intentaba cortarle los brazos y las piernas mientras reía como un loco con una gran sonrisa en mi cara.
Manejaba la katana con la mano derecha mientras que con la izquierda de vez en cuando trataba de meterle algún puñetazo con los nudillos con pinchos de 10cm.
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Aquél tipo extraño dijo su nombre y sin demora se dio media vuelta y se marchó. Las guardias estuvieron todo el rato observándole hasta que desapareció por lo alto de la montaña y se marchó hacia el exterior, hacia el bosque.
Me giré de nuevo, aquella chica y su hermana estaban cogidas a su madre, asustadas. Me acerqué a ellas, la mujer ya adulta también estaba asustada, cosa que me asombró, ya que estaba segura de que no sería la primera vez que se le acercaba tanto un hombre si ha tenido dos hijas ya. Me agaché para estar a la altura de las pequeñas y comencé a hablarles.
- No os preocupéis. Ya se ha ido y no volverá.
- Da miedo -respondió la niña con voz tímida.
- No todos los hombres son malos -la intenté calmar con una sonrisa-. Hay hombres que nos han ayudado. Hay un hombre que nos cuída a todas nosotras.
La niña se apretó más a su madre, como si no quisiera escuchar lo que le decía. Era muy jóven, no podía o tal vez no quería entender que no todo el mundo es igual. Tan solo esperaba que ella no se convirtiese en una temeraria de los hombres cuando creciese. Pero ahora debía distraer a las niñas de lo ocurrido.
Su madre les dijo unas palabras realmente tranquilizadoras y que les animó. Las niñas enseguida volvieron a reír y volvieron con la casa. La mujer sonreía mirando a las niñas, se giró a mí y su rostro cambió volviéndose serio, como si una gran tristeza la carcomiese desde dentro. Me acerqué a ella ayudándola a seguir con la construcción.
- ¿Por qué le teme usted tanto al hombre? Ya se ha encontrado con alguno, de eso estoy segura. ¿Que le hace temer tanto con la alegría que ha dado a su vida?
La mujer vaciló un momento, pero enseguida me contestó.
- Él... Es culpa de un hombre que las tenga a ellas. No digo que sea malo. Las quiero con toda mi alma. Pero no fue algo buscado.
Ahora lo comprendía todo. Aquella mujer sin duda alguna fue violada, y de aquello nacieron las niñas. Pobres chicas. Me quedé sin palabras, sin saber que decir. No me atreví a volver a hablar, Tan solo seguí con la construcción de aquella casa. En un día más estaría totalmente terminada sin problemas.
De pronto se escuchó un revuelto. Un par de personas se aproximaron hacia la zona sur de la isla con rapidez, entre ellas algunas guardias con la lanza en ristre. Seguramente aquél tipo había vuelto. No tenía importancia alguna, las guardias ya se encargarían de él sin problema alguno, no parecía ser un tipo problemático ni poderoso.
De pronto escuché un bramido lejano. Una voz que resonó casi por toda la villa. Una voz que me resultaba familiar. Conocida. ¿Sería él? La mujer y las niñas se quedaron mirando hacia donde provino la voz. Estiré el brazo mostrándoles la palma.
- Quedaros aquí. No os preocupéis, voy a ver que pasa. Pero con las guardias no pasará nada aquí.
Ojalá yo misma me pudiese creer mis propias palabras. Si el pueblo estaba destruído era por que las guardias en una anterior ocasión no pudieron hacer nada y acabaron todas derrotadas con suma facilidad por aquél maldito miembro del CP9. Pero ése tipo ya estaba muerto. No podía ser él, y dudaba que la marina volviese a atacar tan pronto. ¿Que diantres estaba ocurriendo entonces?
Corrí y llegué a una congregación de personas y las guardias rodeaban una persona. Me abrí paso y me quedé observando. Allí había un tipo con unas flechas clavadas en la espalda. Respiraba con dificultad. Agonizaba. Era el tipo de antes. ¿Quién le había hecho eso? Esas flechas eran metálicas, no las pudo lanzar una Kuja.
- ¿Que ha pasado aquí?
- Arriba... Es él Yas.
Miré hacia arriba. Allí había dos personas. Una frente a la otra. Uno de ellos con una katana que iba creciendo de tamaño. El otro no cabía duda de quien era. No podía ser otro que él. Kento había vuelto. Estaba allí enfrentando a alguien. Todavía debía de tener alguna herida en su cuerpo, ésto no podía ser bueno. ¿Sería capaz de acabar con ese tipo en su estado?
De pronto aquél otro se lanzó a por Kento. Me asusté. No pude hacer otra cosa más que...
- ¡KENTO!
Grité con desesperación y preocupación. Kento estaba en peligro. Debía de hacer algo. Le arrebaté la lanza a la guardia más cercana y comencé a escalar hacia arriba para ayudar a Kento. No sabía lo que hacía, solo quería protegerle.[/color]
Me giré de nuevo, aquella chica y su hermana estaban cogidas a su madre, asustadas. Me acerqué a ellas, la mujer ya adulta también estaba asustada, cosa que me asombró, ya que estaba segura de que no sería la primera vez que se le acercaba tanto un hombre si ha tenido dos hijas ya. Me agaché para estar a la altura de las pequeñas y comencé a hablarles.
- No os preocupéis. Ya se ha ido y no volverá.
- Da miedo -respondió la niña con voz tímida.
- No todos los hombres son malos -la intenté calmar con una sonrisa-. Hay hombres que nos han ayudado. Hay un hombre que nos cuída a todas nosotras.
La niña se apretó más a su madre, como si no quisiera escuchar lo que le decía. Era muy jóven, no podía o tal vez no quería entender que no todo el mundo es igual. Tan solo esperaba que ella no se convirtiese en una temeraria de los hombres cuando creciese. Pero ahora debía distraer a las niñas de lo ocurrido.
Su madre les dijo unas palabras realmente tranquilizadoras y que les animó. Las niñas enseguida volvieron a reír y volvieron con la casa. La mujer sonreía mirando a las niñas, se giró a mí y su rostro cambió volviéndose serio, como si una gran tristeza la carcomiese desde dentro. Me acerqué a ella ayudándola a seguir con la construcción.
- ¿Por qué le teme usted tanto al hombre? Ya se ha encontrado con alguno, de eso estoy segura. ¿Que le hace temer tanto con la alegría que ha dado a su vida?
La mujer vaciló un momento, pero enseguida me contestó.
- Él... Es culpa de un hombre que las tenga a ellas. No digo que sea malo. Las quiero con toda mi alma. Pero no fue algo buscado.
Ahora lo comprendía todo. Aquella mujer sin duda alguna fue violada, y de aquello nacieron las niñas. Pobres chicas. Me quedé sin palabras, sin saber que decir. No me atreví a volver a hablar, Tan solo seguí con la construcción de aquella casa. En un día más estaría totalmente terminada sin problemas.
De pronto se escuchó un revuelto. Un par de personas se aproximaron hacia la zona sur de la isla con rapidez, entre ellas algunas guardias con la lanza en ristre. Seguramente aquél tipo había vuelto. No tenía importancia alguna, las guardias ya se encargarían de él sin problema alguno, no parecía ser un tipo problemático ni poderoso.
De pronto escuché un bramido lejano. Una voz que resonó casi por toda la villa. Una voz que me resultaba familiar. Conocida. ¿Sería él? La mujer y las niñas se quedaron mirando hacia donde provino la voz. Estiré el brazo mostrándoles la palma.
- Quedaros aquí. No os preocupéis, voy a ver que pasa. Pero con las guardias no pasará nada aquí.
Ojalá yo misma me pudiese creer mis propias palabras. Si el pueblo estaba destruído era por que las guardias en una anterior ocasión no pudieron hacer nada y acabaron todas derrotadas con suma facilidad por aquél maldito miembro del CP9. Pero ése tipo ya estaba muerto. No podía ser él, y dudaba que la marina volviese a atacar tan pronto. ¿Que diantres estaba ocurriendo entonces?
Corrí y llegué a una congregación de personas y las guardias rodeaban una persona. Me abrí paso y me quedé observando. Allí había un tipo con unas flechas clavadas en la espalda. Respiraba con dificultad. Agonizaba. Era el tipo de antes. ¿Quién le había hecho eso? Esas flechas eran metálicas, no las pudo lanzar una Kuja.
- ¿Que ha pasado aquí?
- Arriba... Es él Yas.
Miré hacia arriba. Allí había dos personas. Una frente a la otra. Uno de ellos con una katana que iba creciendo de tamaño. El otro no cabía duda de quien era. No podía ser otro que él. Kento había vuelto. Estaba allí enfrentando a alguien. Todavía debía de tener alguna herida en su cuerpo, ésto no podía ser bueno. ¿Sería capaz de acabar con ese tipo en su estado?
De pronto aquél otro se lanzó a por Kento. Me asusté. No pude hacer otra cosa más que...
- ¡KENTO!
Grité con desesperación y preocupación. Kento estaba en peligro. Debía de hacer algo. Le arrebaté la lanza a la guardia más cercana y comencé a escalar hacia arriba para ayudar a Kento. No sabía lo que hacía, solo quería protegerle.[/color]
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Aquél tipo parecía muy tranquilo aun en la situación que estaba. Que extraño. De pronto me vi obligado a hacerme hacia atrás, pues un intenso pinchazo me dio en el pie con el cual oprimía su cuello. Dí dos pasos para atrás dolorido y con sangre goteando del pie izquierdo.
Allí donde tenía el pie habían aparecido unos extraños pinchos de un metal extraño. ¿Era un usuario del diablo? Ésto se complicaba. No parece ser muy habilidoso en combate, pero no hay duda de que es poderoso éste tipo, esa habilidad es problemática, y lo será más si resulta ser logia. Aunque no, no puede ser logia, he notado que aplastaba carne y no metal, y no había utilizado el haki para golpearle, debe de tratarse de un paramecia.
Se levantó y me despreció. Al apartar su katana ésta se rompió por el golpe, no golpeé muy fuerte, no obstante se trata de un arma que a simple vista se nota que no está muy bien tratada. Lo que queda de ella está mellada por todas partes y parece más agrietada que rota la he dejado.
Pero de pronto el filo de ésta volvía a crecer. No cabía duda de que era un usuario de algún tipo de metal extraño. No era la primera vez que me encuentro con alguien así. Si no es muy experto será sencillo, si es experimentado costará.
De pronto todo su cuerpo comenzó a cubrirse de pinchos pequeños. Su aspecto era realmente digno de una escena macabra y sangrienta. Algo me dice que lo que se avecina no iba a ser sencillo. Me preparé con los puños en guardia, no podía pisar bien o me darían fuertes punzadas en el pie herido, aunque la herida se estaba cauterizando gracias al efecto de mi akuma no mi. Pronto podría posarlo.
El extraño asesino vino a por mí con su katana por delante, le bloqueaba con mis brazos, interponiéndolos entre mi cuerpo y la katana, también atacó con su puño, pero leía sus movimientos. Hasta que...
- ¡KENTO!
Era la voz de Yashu, no cabía duda. Y eso me distrajo. El loco consiguió darme un puñetazo en la cara con fuerza, a la vez sentí múltiples pinchazos por todo el cuerpo. Los pinchos de su cuerpo habían saltado hacia mí.
Sentía el torso todo dolorido. Aquél tipo estaba golpeándome por todas partes, y estaba comenzando a desesperarme. La katana de aquél tipo nuevamente venía hacia mí. Y ya estaba harto de él.
Con un derechazo golpeé directamente la hoja de la katana y me impulsé hacia adelante a la vez para darle un codazo en toda la cara. Con mi puño izquierdo golpeé al mismo momento en su pecho. El puño de Odín se activaría, lanzándole hacia abajo por el gran poder del dial de rechazo en el brazo izquierdo. Los pinchos de su cuerpo no podían aguantar la dureza de mi puño metálico, ni tampoco su potencia.
Yashu subía, y tanto si le golpeaba con éxito como si no le grité que se detuviese. Ella no podría hacer nada contra él. Todo mi torso estaba manchado por la sangre de mi cuerpo que se desprendía. Pero éste poco a poco iba soltando los elementos metálicos que la habían atravesado. Aquél cabrón me estaba jodiendo bien, y no le iba a permitir salirse más con la suya. Ya me había enfadado.
Allí donde tenía el pie habían aparecido unos extraños pinchos de un metal extraño. ¿Era un usuario del diablo? Ésto se complicaba. No parece ser muy habilidoso en combate, pero no hay duda de que es poderoso éste tipo, esa habilidad es problemática, y lo será más si resulta ser logia. Aunque no, no puede ser logia, he notado que aplastaba carne y no metal, y no había utilizado el haki para golpearle, debe de tratarse de un paramecia.
Se levantó y me despreció. Al apartar su katana ésta se rompió por el golpe, no golpeé muy fuerte, no obstante se trata de un arma que a simple vista se nota que no está muy bien tratada. Lo que queda de ella está mellada por todas partes y parece más agrietada que rota la he dejado.
Pero de pronto el filo de ésta volvía a crecer. No cabía duda de que era un usuario de algún tipo de metal extraño. No era la primera vez que me encuentro con alguien así. Si no es muy experto será sencillo, si es experimentado costará.
De pronto todo su cuerpo comenzó a cubrirse de pinchos pequeños. Su aspecto era realmente digno de una escena macabra y sangrienta. Algo me dice que lo que se avecina no iba a ser sencillo. Me preparé con los puños en guardia, no podía pisar bien o me darían fuertes punzadas en el pie herido, aunque la herida se estaba cauterizando gracias al efecto de mi akuma no mi. Pronto podría posarlo.
El extraño asesino vino a por mí con su katana por delante, le bloqueaba con mis brazos, interponiéndolos entre mi cuerpo y la katana, también atacó con su puño, pero leía sus movimientos. Hasta que...
- ¡KENTO!
Era la voz de Yashu, no cabía duda. Y eso me distrajo. El loco consiguió darme un puñetazo en la cara con fuerza, a la vez sentí múltiples pinchazos por todo el cuerpo. Los pinchos de su cuerpo habían saltado hacia mí.
Sentía el torso todo dolorido. Aquél tipo estaba golpeándome por todas partes, y estaba comenzando a desesperarme. La katana de aquél tipo nuevamente venía hacia mí. Y ya estaba harto de él.
Con un derechazo golpeé directamente la hoja de la katana y me impulsé hacia adelante a la vez para darle un codazo en toda la cara. Con mi puño izquierdo golpeé al mismo momento en su pecho. El puño de Odín se activaría, lanzándole hacia abajo por el gran poder del dial de rechazo en el brazo izquierdo. Los pinchos de su cuerpo no podían aguantar la dureza de mi puño metálico, ni tampoco su potencia.
Yashu subía, y tanto si le golpeaba con éxito como si no le grité que se detuviese. Ella no podría hacer nada contra él. Todo mi torso estaba manchado por la sangre de mi cuerpo que se desprendía. Pero éste poco a poco iba soltando los elementos metálicos que la habían atravesado. Aquél cabrón me estaba jodiendo bien, y no le iba a permitir salirse más con la suya. Ya me había enfadado.
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