[Rol Moderado] (Cinkom G Ocelot) Extraoficialmente

Has llegado a una isla controlada por el gobierno, Tequila Wolf. La isla consta de innumerables barracones donde un sinfín de esclavos duermen. Todos estos esclavos trabajan constantemente en un puente para unir dos islas, según el gobierno, al menos. El gobernador de la isla contactó contigo a traves de un conocido de ambos, el cual te recomendó por tu habilidad para... hacer que la sinceridad de las personas aflore. En cuanto desembarcas en el muelle el gobernador, un hombre gordo ataviado con pieles para protegerse del intenso frío, sale a recibirte. Te mira con disgusto, pero se limita a emitir un sonido de conformidad.

-Escúchame, cazador, solo te hemos contratado para que hagas hablar al espía de los revolucionarios que hemos capturado. Si estás dispuesto a hacerlo, discutiremos el precio en mi despacho.

Sin esperar a que respondas el gordo echa a andar hacia una torre de piedra rodeada de antorchas y con varios marines apostados en la puerta. Parece ser que quiere que le sigas.

Es tu momento de actuar, tu decides... ¿Que harás?

El hombre emitió una especie de gemido porcino, pero no abrió la boca. Atravesó la puerta de la torre y subió las escaleras y, una vez dentro de su despacho, se giró hacia ti y te contestó.

-Si consigues hacer que ese desgraciado hable y su información me sea útil, te pagaré 2000 berries. Y, si hubiera querido a alguien con limitaciones para actuar, hubiera usado a uno de mis marines. Carta libre. Sigue a mi chico, te llevará a la mazmorra.

Un marine de unos dieciséis años te toca levemente el brazo y te guía por los corredores de la torre hasta un sótano, atravesando un complejo laberinto de túneles de piedra. Abre una puerta de hierro muy pesada utilizando una llave de hierro vieja y oxidada y te indica que pases.

En el interior hay una mesa con todo tipo de material de tortura, desde ganchos hasta sierras, pasando por pinzas, agujas, tenazas, tijeras... y una mujer alta, pelirroja, de ojos verdes y curvas muy pronunciadas atada a una silla en el centro de la sala. Su cara y sus brazos están magullados. La única ropa que lleva es un harapo cubriendo sus pechos y una prenda de ropa interior inferior.

Es tu turno de actuar... ¿Como quieres hacer esto? Decide...

La joven alzó la cabeza y clavó sus ojos en ti. Su mirada, por alguna razón que se te escapa, te intranquiliza. Pese a estar atada. magullada y medio desnuda, en un estado realmente lamentable, esa mujer te mira con superioridad y, pese a todo, su presencia es imponente. Te percatas de que las esposas que lleva en los tobillos y muñecas son de kairouseki. Cuidado, la mujer es una usuaria.

Mantiene la mirada por unos segundos, hasta que emite un bufido de desprecio y sus labios dejan escapar una risa despectiva.

-Un matón paliducho no va a conseguir nada mejor que los látigos y los puños de los peleles del gobierno de esta isla. No se cuanto te han pagado, mercenario, pero, sea cual sea el precio, es muy bajo para haber vendido tu alma a terroristas y criminales como ellos. Al menos ellos tienen ideales, o, por lo menos, alguno de ellos. Tu eres tan patético que no posees ni eso. Te desprecio. Nunca le diría nada a alguien de tu calaña... monstruo.

Y, tras esa última y peyorativa descripción de tu persona, la mujer hace un esfuerzo y escupe a tus pies. Acto seguido una sonrisa se dibuja en su rostro y se congela ahí, como tallada en mármol.

Es tu turno, torturador. ¿permitirás que se burle de ti y te desprecie? ¿Comprenderás sus sentimientos? ¿Acabarás con su vida rápidamente? Tantas opciones...

Arrastré una silla metálica que emitia un chirrido increíblemente molesto mientras la ponía a dos metros de aquella mujér, en la que luego me senté para escuchar cada una de sus burlas sin darle importancia, pues tenia varias herramientas a mi alrededor y la completa superioridad ya que con coste se podía mover por lo que noté en la cantidad de esfuerzo que llegó a usar para escupir a mis pies.

Me quité los zapatos y mientras reía como respuesta a toda su manera de describirme y le miré a la cara:

-¡Que divertido! Ahora déjame describir tus dos posibles futuros, tu diciéndome la verdad, o un gran charco de sangre en tu silla, o quizá sea una mezcla de ambas. Bueno, te dejé decidir, y en cambio me "halagaste"- Dije, intentando aun lograr sacarle algo solo hablando.

La mujer se sorprende visiblemente ante tu reacción. Parece contrariada. La superioridad con la que le hablas y el haber ignorado su discurso la ha puesto nerviosa y su miedo comienza a aflorar en forma de fugaces miradas hacia los utensilios de tu trabajo, aunque se recompone rápidamente y la escultura de mármol en forma de sonrisa vuelve a sus labios.

-Elijo la sangre en la silla. Nunca conseguirás nada, escoria.

La joven habla con firmeza, pero percibes que su voz comienza a flaquear. Parece que tu actitud comienza a dar resultados.

De pronto el marine que te guió hasta ahí golpea tres veces la puerta y te habla a través de una pequeña rendija.

-Mercenario, el gobernador quiere que sepas que tienes de límite hasta esta medianoche para llevarle algo de información. De no hacerlo, serás despedido.

¿Que harás? Parece que las palabras comienzan a surtir efecto, pero puede ser una treta. Por otro lado la fecha límite te obliga a apresurarte, pues apenas quedan unas horas para la hora establecida. Es tu momento...

La joven, convencida de que la bolsa era para guardar los guantes, no se esperaba aquello, y tu bolsa se cerró sobre su cabeza justo cuando acababa de expirar aire. Durante esos diez segundos se debatió con todas sus fuerzas, aunque el resultado no fue más que un ligero movimiento debido a su debilidad y a sus fuertes ataduras. Tu grito, que llegó desde su espalda, la asustó visiblemente, pero la joven no hizo más que respirar forzosamente y dando grandes bocanadas de aire para recuperar el aliento. Pese a todo, no pronunció ni una sola palabra, aunque tu experiencia como torturador te dice que su voluntad comienza a flaquear.

El tiempo corre y aún no has conseguido ninguna información útil. ¿Continuarás como hasta ahora? ¿Utilizarás medios más radicales? ¿Te apiadarás de su sufrimiento y la dejarás huir? Su destino está en tus manos...

No sabia cuanto tiempo había estado ya aquí sin sacar nada de información. Empezaba a pensar en información falsa que decirle al gobernador, pero en cambio quería la satisfacción de sacar algo de información de aquella mujer, entonces volví a cerrar la bolsa en su cabeza, aprovechando que ella no me podía ver desde la posición en la que estaba, durante 11 segundos, y al finalizar hice dos preguntas. Una importante, y una trivial.

-¿Que es todo lo que sabes?-
-¿Como te llamas?-

Continué aumentando el tiempo de tortura por 2 segundos cada dos preguntas, siempre entre ellas volviendo a cerrar la bolsa hasta que me responda ambas, diciendo las preguntas en este "formato":

-¿Que es todo lo que sabes?-
-¿No tienes familia con la cual volver?-
-¿Que es todo lo que sabes?-
-¿No querría esa familia verte muerta o sin todas tus extremidades? Por que hay gente peor que yo que vendrá con alicates a partir cada uno de tus dedos, avanzando hacia tus brazos...-
-¿Que es todo lo que sabes?-
-¿A que te dedicas?-

Y en caso de que no hubiera respondido a la pregunta importante "¿Que es todo lo que sabes?" cuando ya había llegado a los 20 segundos seguiría aumentando la tortura en 5 segundos esta vez solo haciendo la pregunta importante que haría que me gane los 2000

La joven pelirroja resistió bien la tortura... Al principio. Cada vez le costaba más respirar y parecía a punto de desmoronarse cada vez que retirabas la bolsa, pero su única respuesta era el silencio. Hasta que la bolsa le cortó la respiración tanto tiempo que estuvo a punto de desmayarse. Entre jadeos y lágrimas, la joven balbuceó sin fuerzas.

-Para.... hablaré.

La joven tardó un par de minutos en recuperar el aliento pero, tras hacerlo, comenzó a hablar.

-Pertenezco a un movimiento de resistencia clandestino que actúa en esta isla para derrocar al gobernador y liberar a la gente de la opresión de ese cerdo gordo. Somos pocos pero estamos bien organizados. Si...- la joven se detuvo un momento, como temerosa de lo que iba a decir.-... si me llevas contigo te diré donde se esconden, pero, por favor, no sigas.- Dijo con voz suplicante y lágrimas en los ojos

La hora límite se acerca. ¿Le darás la información al gobernador, o te apiadarás de los pobres esclavos? ¿La llevarás contigo, aliviarás su sufrimiento con tu arma o la dejarás allí para que los marines se diviertan con ella? Tantas opciones, tan poco tiempo...

Con asco, tiré la bolsa empañada por el aliento de la mujer al piso, me volvi a poner los guantes, mi bufanda, la boina, y mis zapatos para volver a sentarme en aquella silla.

-Te liberaré - dije mintiendo -Si me dices cuantas personas son aproximadamente las que quieren revelarse- continué, como si no tuviera ningún rencor por la forma en que despectivamente me describió, aunque siempre lo estuve y no lo expresé intentando camuflarlo riéndome aquella vez. Sabia que el tiempo se me agotaba y planeaba salir con todo lo que podía.

Cogí la bolsa plástica del piso y la abrí lo suficiente como si fuera a volver a metersela en la cabeza a la pobre mujer, en forma de amenaza.

Los ojos de la mujer se iluminaron al escuchar aquellas deliciosas palabras. En aquel momento haría cualquier cosa por la libertad.

-En realidad todos quieren rebelarse, pero tienen miedo de hacerlo. Solo unos pocos de nosotros nos atrevimos a actuar. Estamos en el decimonoveno barracón, en la buhardilla. Hemos robado armas a los guardias despistados y hemos logrado almacenar suficientes para armar a un barracón entero. Íbamos a llevar a cabo el plan la semana que viene, pero ahora que me han capturado.... no se que harán. Ya te he dicho todo lo que se, ahora suéltame, por favor.

En el preciso instante en el que la prisionera te suplica que la liberes, la puerta se abre y entra el joven marine. Parece que no ha escuchado el resto de la conversación, pero se queda parado en el quicio de la puerta, esperando a ver que haces con una sombra de temor y duda en los ojos.

Puedes sentir la tensión en el ambiente. La hora de la verdad ha llegado. Haz tu elección...

Oí que la puerta se abría, ya tenia toda la información que necesitaba y me puse de pie para acercarme a una pequeña mesa con ruedas en la que se encontraba la llave de las esposas y un martillo, voltee a ver a la mujer que tenia los ojos brillosos y saqué mi revolver. Apunté a la pelirroja con ella y dije -Lo siento- sin expresión alguna en mi rostro y apreté el gatillo dos veces, suficiente para atinarle a la cabeza desde tan corta distancia.

Entonces enfundé nuevamente mi revolver, cogí la llave y liberé una de sus manos, para luego destruir el alrededor de la esposa de kairoseki ,que estaba hecho de metal, con el martillo y poder coger la esposa de kairoseki junto a un poco de metal adherido a ella.

-Ya tengo todo lo que necesitaba saber- Dije, y me dirigí a la puerta, esperando volver a negociar con aquel gordo.

El marine te guió de nuevo hasta el despacho del gordo sin mediar palabra. El gordo te miró con desprecio antes de indicarle al marine que se fuera y cerrase la puerta. Estaba comiendo un pollo entero al horno con una abundante guarnición de patatas, cebolla y pimientos. Comió durante dos minutos sin decir ni mu. Los únicos sonidos que llenaban el ambiente eran los huesecillos del pollo al crujir entre los dientes del gordo gobernador.

-Espero que me traigas información fiable, torturador. No querría tener que matarte por haberme mentido.- Dijo con la voz cargada de desprecio.- Adelante, te escucho.

El modo en que te trata es deplorable. Es tan evidente que ese gordo se cree superior al resto del mundo que casi da pena. ¿Le darás un escarmiento por su mal comportamiento? ¿Te guardarás parte de la información como seguro? ¿Acabarás tu trabajo lo antes posible?
Las cosas se ponen serias...

El hombre te mira con seriedad antes de estallar en una sonora carcajada que se prolonga un par de minutos. Tras recomponerse te sonríe.

-Jajaja... en fin, lo que hay que oír.- De pronto se puso serio.- No solo no te daré los 4000 berries, sino que tampoco te pagaré los 2000, pues hace tres minutos que dieron las doce. Si quieres la paga, tendrás que traerme las cabezas de esos rebeldes de pacotilla. Si estás dispuesto a hacerlo te daré los 2000 berries... y te dejaré quedarte con todo lo que encuentres.- Dijo con un tono que da a entender que sabe que estás ocultando las esposas de kairouseki.- Este es el trato, lo tomas o lo dejas. Y permite que te advierta una cosa. No te pongas brabucón porque ahora mismo hay media docena de marines ocultos tras estas paredes apuntando a tu corazón con sus rifles. Si aceptas te daré a un grupo de marines para que te acompañen a limpiar la basura.

Parece que el gordo gobernador te la ha jugado y ahora estás en sus manos. Nada te garantiza que si rechazas la oferta no te matará. Te toca elegir tu camino...

Tus palabras parecieron divertir al hombre gordo, que sonrió y asintió con la cabeza.

-Me encantará ver como aplastas a mis enemigos, pero, si te voy a acompañar, haré que vengan veinte marines con nosotros. Estarán bajo tus órdenes, dado que eres tu el que conoce los detalles.

El hombre comienza a levantarse mientras media docena de marines entran en la sala. Parece que era cierto que te estaban apuntando. Desciendes con el grupo hasta la base de la torre, donde una veintena de marines forman en cuatro lineas de cinco frente a ti y esperan órdenes. Ahora tienes el mando, guíalos hacia la victoria...o hacia su completa destrucción.

Me puse frente a todos los marines y llamé a los primeros de las dos filas del medio para luego decirle al hombre que me iba a pagar los 2000 en cuanto cumpla la misión que-Iré primero con estos dos para no llamar mucho la atención, necesitaré una forma de comunicarme con ustedes para confirmar el lugar y que el resto avance, me contaron que hay francotiradores...- sonandome los nudillos respirando por fin aire fresco en esta noche.

El hombre asintió e hizo un gesto. En apenas un par de minutos trajeron den den mushis de muñeca para todos los marines y otro para ti.

-Adelante, no tenemos tiempo. Llámanos si sucede algo, esperaremos aquí.

Aunque el hombre gordo ha accedido a tu petición, puedes percibir su mirada suspicaz. No se fía de ti. Adelante, los dos marines están a tus órdenes. Lleva a cabo tu plan... o muere en el intento.

Avancé por la calle junto a los dos hombres hasta dar vuelta en la esquina, entonces le dije a uno de ellos que finja estar de prisionero mientras yo sacaba el revólver S&W que brillaba de tanto que lo había limpiado, 5 de los seis agujeros tenían balas en su interior y se lo puse en la cabeza al marine que lucia más joven en todo al camino hacia los barracones. Y le ordené al que simplemente me acompañaba sin ninguna presión en su cabeza que revise si hay alguien en el ático del barracón numero 19.

El frió era un milagro para mí después de haber estado sofocándome en aquella sala de torturas intentando hacer que aflore la verdad en aquella mujer.

Esperas al frío mientras apuntas a la cabeza del pobre marine con tu S&W. El joven, aunque te ha hecho caso sin rechistar, parece asustado por el hecho de que tengas un arma apuntando a su cabeza. Los minutos pasan mientras lo único que llega a tus oídos es el sonido del viento. De pronto recibes una llamada a tu den den mushi, pero solo alcanzas a escuchar disparos y un grito prolongado antes de que la comunicación se corte. No sabes si son los rebeldes, pero es evidente que en el desván del decimonoveno barracón hay algo. El silencio vuelve a llenar el ambiente. Es tu turno, haz tu movimiento, pero elige con cuidado... muchas vidas dependen de ello.

Escuché los disparos a través de mi den den mushi y le dije a mi supuesto rehen -Ahora entramos nosotros-. Dándole pequeños empujones mientras le apuntaba en la cabeza con el arma llegué a voltear al lado del barracón en el que me encontraba y grité -¡Vengo en paz!- repetidas veces mientras daba a conocer que tengo un marine de rehén, revisando los números de barracones hasta llegar al numero 19 y observar mi alrededor, en el que posiblemente esté el cuerpo del otro marine.

El silencio es todo lo que recibes como respuesta, al principio. En un abrir y cerrar de ojos todas las ventanas del decimonoveno barracón se abren al unísono y una docena de rifles asoman y te apuntan. Entonces escuchas una llamada por el den den mushi. Es una voz de mujer.

-Acércate despacio a la puerta, te dejaremos entrar, pero no intentes nada raro o lo pagarás con la vida.

Parece que los rebeldes quieren hablar contigo... o tal vez solo intenten tenderte una trampa para torturarte. ¿Quien sabe? Juégatela... si te atreves.