Calypso
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
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Nombre:
Pese a que aún guardo su nombre grabado en mi memoria, siempre alegó con un tintineo superficial que era un nombre impronunciable para él y, que lo más cercano que podía nombrar era su traducción, o mi bella Calypso, ¡Has dejado un hueco en lo más profundo de mi ser! Mi demandado cuerpo exiliado en un rincón, proclama tu ayuda a revivir cada pedazo que se me otorga a tu antojo…
Apodo:
Nunca tuve tiempo de poder denominarla de alguna forma en la que fuese ella, siempre obtuve de mis propios pensamientos, preso de sus emociones, que nunca alegó que le gustase que denominasen a su ser de alguna forma que no fuera su propio nombre…
Edad:
Puedo recordar con magnificencia de detalle que parecía una joven en su esplendida juventud, quizás podría albergar veintiséis años, aunque puedo recordar… que ni sumida al bombardeo de mis preguntas, admitió cuantos tenía en realidad.
Sexo:
Presuntamente fui el único con el que estuvo. O eso quiero perpetuar, su volátil anatomía espontánea no dejaba estar suspendida en un único término. Pero siempre pensé que afín a su actitud, debía de ser una fémina.
Raza:
Dueña de los océanos, la sal y el coral, la única sirena que hayan contemplado lastimeros y privilegiados ojos, la primera que mis dedos hayan degustado en un manjar de aterciopelada piel escamosa.
Rango social:
Subyugado a su conocimiento profundo sobre cualquier alma, vista de inteligencia, pensé que vivir en un océano esplendido como el que nos rodea, es lo suficiente como para gozar de un buen rango y calidad. Pese a que ella perjuramente negaba sobre su condición, las más profundas y únicas riquezas jamás existidas, pertenecían a un ser semejante como lo era ella..Su rango era superior del alto que podía existir más, las riquezas marinas no pueden compararse con la existencia terrenal.
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Descripción física:
No razoné en marginar mi mirada a un rincón de entre las olas del imponente océano, pues ello bajo mi laudo no se encontraba. De hechizantes intenciones y crecientes anterioridades, el borboteo del contenido de las olas auguraba el resurgir de la criatura cuando el primario sonido acuático, las ondas que fluctuaban y crepitaban por la superficie trémula del agua fuliginosa por la penumbra nocturna comenzaron a oscilar en cuanto ella comenzó a emerger con infranqueable lentitud. El caudal de agua sembró caminos por el comienzo de su cuerpo, que se regocijaba de una complexión gentil y se placía de piel humanoide, marmolea y perlada por las gotas que dispersaban su silueta. Me vi carente de posibilidad para tragar, y mi mohín se vigorizó en una reproducción de espera. Aún cuando el agua se deslizaba ahora por sus hombros y solo se sabía anhelante del resto de su cuerpo, era una cascada, oscilante y resplandeciente, lo que partía de las raíces de su cabeza y formaba leves remolinos en sus mechones flotantes.
Apegado a su piel, un contraste de rojos perlados y la lividez que velaba el aterciopelado perfil. El agua que resbalaba por sus temporales reseguía la trayectoria de los trazos labrados en el contorno de su semblante, un suave esbozo de agudeza en su barbilla y una etérea expresión enmarcada por mechones húmedos e insurrectos. Las facciones brillantes en relente sugerían eternidad y seráfica belleza, inacción e imperecedera templanza. Sus labios, dos cuencos de carne artífica, pincelados por un ligero clarete, se abrieron y una voz de acento indescifrable brotó de ellos. Quizá una falla en su existencia autómata era el causante, pero es un perdurable beneficiador al vociferar con semejante soltura y elegancia en gestos. La dama se avivaba un poco más por las rocas sumergidos y su figura se cernía como una estatua impoluta e imponente, trazada con arcos que proyectan jovialidad y que se adecuaban a una contextura que distaba de la estereotipada por los de su clase, según tantas leyendas y cuentos narrados a lo largo de una gran historia, más robusta e infla, ávida y de contorno firme. Su busto se auguró presto y le siguieron las siluetas sosegadas y arqueadas de su cintura y cadera, que simbolizan el camino adoquinado del presunto despeñadero a caer. Son sus ojos con un sutil rasgado y semejante en color al de sus marítimas hebras los que ven cuánto he aguardado el recitar de la demagogia y el hallazgo de su cuerpo, obra del anónimo de los regodeos Me acercaba cuando ella verdaderamente hizo un movimiento inducido por el momento. Sabía que una sonrisa batallaba por surgir de sus labios, pero la estrecha distancia salvándose solo la hizo manifestarse un poco más de entre las profundidades de la mar ¿Residía casualidad en las tentativas aletas ligeramente arqueadas y menudas, los brazos largos y de los que brotaba lustre? ¿Se había arrojado al azar la estrecha relación de la seducción física con ella, personificación de la elegancia? Eran las preguntas que aleteaban en mi mente, y temía que solo fuesen demencias mías. Yo recetor de sus bellezas, ilustre y afín a su anatomía sentía mi propio ser en un espiral aterciopelado y voluptuoso, tan semejante magnitud jamás vista de la elegancia coral y algas ¿Era quizás el salitre mi maldición?
Descripción psicológica:
Ella, toda belleza de la impudicia. Ella, toda melancolía de realidad. Su presencia urge mis lenguas y hace bramar mis pieles, crepita mis venas, depone mis vísceras. Su desnudez invoca sudario y su pasión recial insólita. Su séquito de agua resbaladiza por el cortinaje marfilado de su piel es insoportable, destructivo y maligno. Evoca quimeras, serpientes y fieras flamígeros con su mirar. ¿La versión ardiente de medusa? Quizá. Resguarda intenciones que entretejen a quienquiera que se permita envolver. Anida designios seductivos, es una rapsoda, un segador, fui cincel y mi obsesión su mejor obra de arte. Infringe, quebranta y profana mis defensas, flagela mis rodillas el cultivo de hálito en sus labios, incluye y desmadeja mi cordura… Mírenla, alardea de sodomita, ¡Juzgadla!, reside en la penumbra como un perverso verdugo y la voluptuosidad que mana maldita si no atrae. ¡Atrapadla! Las fauces de su sexo disturban y la tórrida pócima que incorpora, personificada corrompe todo lo que hasta entonces he poseído salubre. Mis auxilios trepidan al nutrir el fragmento de pergamino con el que escribo mi martirio, con el que admito mi flaqueza. La forma en que me arroja a la monomanía es incomprensiblemente el inicio de mi contexto, me balancea en sus brazos desnudos y me alimenta como mi nodriza, pero no es más que ella, ¡infame y perjudicial sonriente! ¿Cuántas veces has sido concurrente de mi enflaquecimiento, de mi alud y de mi hunda, y no has inmutado un filamento para auxiliarme? ¿Quién te dio la habilidad para resquebrar mis custodias y desenvolver mi voluntad, mi ánimo, mi cordura..? Tengo los ojos deslucidos y tu roce inclemente corona el escozor de sus lagrimales. Estoy seguro que se place de abultar mis dogmas, pero me desharé de mi plumón con la firme certeza que ella relucirá tan fuerte y perdidamente como yo lo hago pues, si un pusilánime humano ha tenido la caída suave, querré arrodillarme y amontonar mis manos para que, durante el destrono de su imperio, su declive no sea doloroso. Martirizado por el yugo de mi obsesión, dejé de ser patrono al momento en que no aparté mi mirada desconfiada del agua en la que fue creada. Amadla... pues es lo sublime que verdaderamente le vulnera y lastima. Dejaron de forjar sus pensamientos cuando me vio a mí sufriendo tal y como se tolera con el amor, y abordó a subyugarme nuevamente cuando me supo hipando, gimiendo como el más puro animal en celo.
Gustos:
-El débito que ejerzo me da el privilegio de la adquisición de una inmoderada progresión retórica. Asimismo, tal no me permite disfrutar de ellos por el límite de tiempo que poseo. Sin embargo, siempre dediqué mis veranos húmedos para emplearlos como pescador... Es maravilloso decir que ella si tuvo esa oportunidad. Leía cuanto libro colocara ante su rostro, pero se negaba nítidamente a cualquiera que yo hubiese escrito, fuese o no una gran obra, alegando que era un desperdicio reputar en el amor que se proyectaba en la lectura que ciertamente yo, relataba tuviese o no un atajo previo a recorrer, ni siquiera supe de su existencia expuesta a leer, ni siquiera tuve el privilegio de leer y predicar junto a ella, magnifica y rígida, siempre imperiosa.
-Sabía que ella tenía un envidiable conocimiento de idiosincrasia etílica. Gustaba de gustarlos y definir su sabor, sus componentes… Me atrevo a decir, implícito, que era una de las pocas situaciones en la que no usaba la seducción de por medio. En su mayoría de ocasiones, pues muchos de los manjares tomados por humanos, ella no deleitaba conocer ni siquiera quería.
-Haciendo afectación en lo primero citado, sé que gusta en demasía de los libros ofrendados al público infantil. Aquella vez pasaba que presentó desde las profundidades de su océano, un pequeño libro en el que apenas era visible una palabra, su entusiasmo, su prosperidad por saber de que era y para quien.. Hizo de mi un esclavo apasionado, encerrado en la memoria de su recuerdo…pero siempre me pareció extraño y Nunca llegué a comprenderla.
-Jugar… No como un chiquillo, por desgracia no. Utiliza sus dotes femeninas de tal manera que parece no estar reflexivo de ello o finge, al menos, no estarlo. Es muy natural, casi por instinto te hace abatirte a la necesidad de compartir algo con ella. Más sin embargo la perdición y el arrepentimiento, a la vuelta de la esquina.
-Y aunque aún me precipite y resulta extraño para un ser intolerable y mezquino como yo… La escritura, Pedía artículos de escritura, gastaba lapiceros, plumas, hojas, libretas, cuadernos completos. Nunca me permitió vislumbrar lo que escribía, pero pude en alguna que otra ocasión conjeturar que relataba algo en un idioma distinto al que hablamos, los humanos.
-En mis escasos días libres solía ir a verla y me conducía a lugares pocos concurridos donde se hiciese partícipe de actividades relacionadas con el agua, cosa que, increíblemente, le encanta, aunque era obvio pues es su medio, su vida.. Parte de la mía desgajada. Jugábamos a chapotear en la misma agua, a entrelazar mis extremidades con su hermosa figura…
Desagrados:
-No le agrada que conversen más de lo necesario. Por lo general cuando reflexiona ello, se cubre los oídos o se aleja, me inquietó siempre esa actitud, como si realmente fuese tan inalcanzable como el mayor tesoro sumergido, era tan efímera. Con un simple gesto podía profundizarse y desaparecer a su antojo, haciendo de mí, un pobre pez captado en su anzuelo…
-Antagonista a las leyes. Las aborrece, inclusive las más intrascendentes y que no se pueden tomar como tal. En ese aspecto rezumaba libertinaje, pues bien que exigí cosas en su momento, y ella las quebrantaba con todo placer. ¿Cómo se puede pedir a un pájaro libre vivir sin aire? ¿Cómo se puede coger a un ser libre y quitarle su libertad? Pese aunque miraba por mí mismo, deseaba que fuera únicamente mía…
-Aquellos seres que maltrataban el medio donde vivía, me vi en la fortuna de predecir algunas de sus acciones y pensamientos, también concluir discusiones hallando la rendija de debilidad en su escasa transparencia. Las abominables acciones de algunos seres como los mortales, hacían sobre ella un daño mundano y corrupto.
Habilidades:
Invocar de ti y tu torería forja un insondable y crepúsculo a un ánimo tan pura como la habiente de mi, pues no hay ser más versado que tú, ama y señora de lo acuático y tangible, susceptible y anhelante hechicera marítima. Y aún mis sospechas por capricho de tus recuerdos, sin cesar pienso de ti, tu habilidad de encantar y encender el resquicio más insólito, solo de mohines te hilvanes para hacer lo que tú codicies y aspires. Siervos vuestros, instrumentos corazas y corales, más perpetuamente vi envuelta de un hálito etéreo que delineaba cada zona de su fisiología...
Torpeza:
-Suele quejarse de la tonalidad de sus ojos, pues dice que siempre le habían fascinado aquellos humanos con heterocroma y que sufre, haciendo exhibición de su dramatismo, una injusticia al no tener ella también esa característica, infame luz solar perjudicadora a su juicio, cegadora y constante.
-Contadas veces no caí en su jugueteo al intentar caminar pues, nunca fue lo suyo poder transitar por Tierra, patria de humanos. Eso le enoja, yo lo sé a pesar que me costó bastante descubrirlo.
Profesiones:
En su defecto contar que ni tiempo diese a este encaprichado ser, escudriñar semejante ponzoñosa dama, aunque era obvio pues es su libertina vida... Parte de la mía desgajada, rota y destruida por semejante curiosidad
Banda:
No
Armas:
Poseedora de los abismos y barcos hundidos. Siempre pensé que no necesitó de ello pues, de rodillas imploré su frenético juego, utilizarme como su único artefacto, se bastaba de simples gestos y palabras correctas para encabillar una razonada lucha de miradas. Unas cuerdas vocales, unas caricias... De la misma Medusa descendiente, sensual y férvida.
Historia:
Aquel encuentro fue la promesa de la inevitable separación…
Su garrido cuerpo era avise de que mis perspicacias se dilatasen tras conto versiones de magnificencias, autómatas e infectas sensaciones tan auxiliares, y carentes de sentido, ¡necio sentido humano el mío! Podía distinguir el ardor de mi conforme cuerpo, los dinámicos e incesables pálpitos de mi aligerado musculo latente, pretendiendo con exigencia una elucidación de por qué tal tormento déspota e intrépido de mi, un hombre dócil y humilde, un secuaz servidor del Señor. Era aquella entidad de anatomía desconocida la causante de mi desconcierto de mis atormentadas y precipitadas reacciones, era aquel cuerpo plausible de extasiar ¡Ojos encallados cual barco! Boca abierta a modo de popa y de proa... Más solo adecuó de un ideológico gesto suyo, una caricia, un agasajo, su tez… Su epidermis era jovial y temperamentalita, efusiva y audaz ella en sus gestos y acciones, fascinado sobre sus propias jergas echas carne. Pero desabrida, y áspera una plétora de sensaciones enalteces engrandecían la vía por la que mi fascinación transitaba, pues una fina membrana exquisita como la más casta y pura seda cobijaba los huecos entre los falanges de su etérea morfología. Mis desorbitadas ideologías atesoraban una mente flagelada, vapuleada por sus más crueles utopías, instruida por su belleza y templanza propia, dispersaba evidencia, la tenacidad del adolescente concluido, la exquisitez y la gracia de una madre progenitora, piadosa con su progenie. Aquella percepción que aún intentaba ser teórica, tormento y ofuscación el inmortalizar su perfume salino en las ausentes madrugadas, repletas de cobijos donde, su cuerpo etéreo y risueño, acompañado de un compás inquebrantable y sencillo de sus sirgas vocales, hacían que ella, solo ella fuese el tesoro más fatuo del pirata. Más agraciada, lozana que recitaciones del libro del poeta, más pura que la Sagrada Biblia, ella… Era la causa de mi locura. Nunca habló de ella, nunca sobre su condición, ella entera era la caja de misterios del intérprete famoso y mago ¡Que más alcanzo a escribir de vos! Infame sirena, poseedora de mi crecidamente recóndito entelequia... Al borde del abismo me tenéis. ¡Dejadla! ¡Huid! Pues ella se autorizará de recluiros en la más seductora y delicada ergástula, de la que no os disgregareis con facilidad..
Mar de origen:
¡Surcaría el océano en pos de los océanos solariegos y salubres de la criatura! Me vi en la fortuna de predecir algunas de sus respuestas de origen pero aún si fuese el secreto mejor guardado, nunca se negó a dedicar un relato a este ser desahuciado.
Pertenencias:
Aquello que divisa los abismos, insondable y profundo, oscuro y secreto, pues ¿Cuántos raudales y tesoros pueden celar las peligrosas aguas? ¿Cuánto orbe derrochamos nosotros, los pereceros de lo terrenal? Y aún la lozana encubría su bien más fatuo su tesoro, un objeto de cuyo valor y forma repudio pues, inclusive el recelo recóndito, ella evitó revelar
Botín de partidas:
Siempre pensé en los buques hundidos, corales algas, ruinas sumergidas, perlas y conchas ¿No es eso más que un tesoro?
Sueños:
Ah…. Repudio las presiones nerviosas, no toleré en mí reconcomio inquirir y cuestionar atisbo fuese yo, ser su centro elíptico.
Referido por:
Me llamo Blaylock, y mis allegados solían llamarme Blay. Yo fui su primer amo, antes que por circunstancias de las que no me atrevo a mencionar, le abandoné.
Nocturne93
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