Kóen Stark
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-Dios, más lento y muero de anciano... O de insolación por este calor... O quizá me coma algún bicho gigante, ¡yo qué sé!
Kóen apoyó el resto del cuerpo encima del camello que lo estaba llevando a Nanohana. Las quejas del joven del príncipe, aunque algo repetitivas desde hacía ya un par de horas, eran totalmente normales: Kenneth en vez de darle un Spot Pic para recorrer el desierto, le había entregado un simple camello; una travesía que podía haber sido perfectamente de media hora se había convertido en una de tres, más las dos que seguramente quedaban.
Tras ver en la distancia su destino, y por lo agotado que estaba de no hacer absolutamente nada, saltó del camello, le ordenó que diera media vuelta y que volviera, y el resto del trayecto se lo pasó corriendo. Su chaqueta blanca junto con su anaranjado pelo y la katana que colgaba de su cintura ondeaban casi al unísono por el viento que oponía resistencia a sus movimientos, mas poco le impidió gracias a los impulsos que conseguía creando ráfagas de viento que lo lanzaban grandes distancias hacia delante. Sus pantalones vaqueros de color negro, aunque largos, ni le dificultaban el movimiento de manera alguna ni le daban clase alguna de calor gracias a los materiales con los que estaban hechos. Hacía bastante tiempo que no se pegaba una carrera tan bestial como aquella, unos doce kilómetros por lo menos.
Al llegar a la entrada occidental de la ciudad portuaria colocó ambas manos encima de los muslos a la par que jadeaba y retomaba el aliento. En pocos minutos repuso la compostura y entró con una amplia sonrisa en el rostro, esperando encontrar algo divertido que hacer ese día antes de que Kenneth le encontrara y tuviera que volver por la fuerza a palacio. El sol estaba en su punto máximo, y la diversión no había hecho más que empezar.
Kóen apoyó el resto del cuerpo encima del camello que lo estaba llevando a Nanohana. Las quejas del joven del príncipe, aunque algo repetitivas desde hacía ya un par de horas, eran totalmente normales: Kenneth en vez de darle un Spot Pic para recorrer el desierto, le había entregado un simple camello; una travesía que podía haber sido perfectamente de media hora se había convertido en una de tres, más las dos que seguramente quedaban.
Tras ver en la distancia su destino, y por lo agotado que estaba de no hacer absolutamente nada, saltó del camello, le ordenó que diera media vuelta y que volviera, y el resto del trayecto se lo pasó corriendo. Su chaqueta blanca junto con su anaranjado pelo y la katana que colgaba de su cintura ondeaban casi al unísono por el viento que oponía resistencia a sus movimientos, mas poco le impidió gracias a los impulsos que conseguía creando ráfagas de viento que lo lanzaban grandes distancias hacia delante. Sus pantalones vaqueros de color negro, aunque largos, ni le dificultaban el movimiento de manera alguna ni le daban clase alguna de calor gracias a los materiales con los que estaban hechos. Hacía bastante tiempo que no se pegaba una carrera tan bestial como aquella, unos doce kilómetros por lo menos.
Al llegar a la entrada occidental de la ciudad portuaria colocó ambas manos encima de los muslos a la par que jadeaba y retomaba el aliento. En pocos minutos repuso la compostura y entró con una amplia sonrisa en el rostro, esperando encontrar algo divertido que hacer ese día antes de que Kenneth le encontrara y tuviera que volver por la fuerza a palacio. El sol estaba en su punto máximo, y la diversión no había hecho más que empezar.
Melhen
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Recién llegado al reino de Arabasta, Melhen había entrado a la ciudad de Nanohana, separado de su nakama comenzó a buscar algo de agua para llevar en su cintura, con ella podría atravesar el desierto sin problemas. Esta vez el joven pirata estaba utilizando un trapo sobre su cara, que cubría su cabello largo, con esa vestimenta podía protegerse de las quemaduras que producía el sol del desierto, aunque utilizarlas le era un poco incómodo.
Al llegar a la ciudad sin su nakama whitedog, comenzó a buscar alguna tienda de armas, para ver que clase de katanas vendían, no compraría ninguna, aunque sí podría ver las variedades que existían en Grand Line. el joven caminó durante unos minutos hasta que llegó a destino, una gran armería, se armo de valor, con ambas manos agarro su haramaki y abrió la puerta. En su interior había una terrible cantidad de katanas, cada una tenía diferentes características, formas, incluso precios, algunas de estas eran tan caras que solo podían observarse. El joven se acercó al vendedor y comenzó a hacerles raras preguntas.
- ¿Qué clase de katana es esa? -
Señalando una rara espada con una contextura muy extraña, la katana tenía una curva más pronunciada de lo normal.
Sujeto - Esa espada de allí no esta en venta, su antiguo dueño era un marine, pronto vendrá por ella, solo estaba reparandola -
Melhen - Ya veo, bueno si no hay nada que comprar adiós -
El joven pirata se marchó de la tienda, tal vez era demasiado desagradable no poder comprar nada, en ese preciso momento el estómago de Melhen hizo un extraño ruido, parece que el hambre se había apoderado de el, necesitaba encontrar algún lugar para comer algo de carne.
Al llegar a la ciudad sin su nakama whitedog, comenzó a buscar alguna tienda de armas, para ver que clase de katanas vendían, no compraría ninguna, aunque sí podría ver las variedades que existían en Grand Line. el joven caminó durante unos minutos hasta que llegó a destino, una gran armería, se armo de valor, con ambas manos agarro su haramaki y abrió la puerta. En su interior había una terrible cantidad de katanas, cada una tenía diferentes características, formas, incluso precios, algunas de estas eran tan caras que solo podían observarse. El joven se acercó al vendedor y comenzó a hacerles raras preguntas.
- ¿Qué clase de katana es esa? -
Señalando una rara espada con una contextura muy extraña, la katana tenía una curva más pronunciada de lo normal.
Sujeto - Esa espada de allí no esta en venta, su antiguo dueño era un marine, pronto vendrá por ella, solo estaba reparandola -
Melhen - Ya veo, bueno si no hay nada que comprar adiós -
El joven pirata se marchó de la tienda, tal vez era demasiado desagradable no poder comprar nada, en ese preciso momento el estómago de Melhen hizo un extraño ruido, parece que el hambre se había apoderado de el, necesitaba encontrar algún lugar para comer algo de carne.
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- Bueno, tengo un par de horas, quizá más, antes de que Kenneth se de cuenta de que falto por palacio, ¿qué podría hacer durante ese tiempo? -La pregunta se respondió sola cuando se escuchó algo parecido al rugido de un tigre proveniente del estómago de pelinaranja.- Jeje, creo que es una buena hora para ir a comer algo.
Caminó unas decenas de metros buscando un restaurante bastante bueno al que había ido hacía un par de semanas, pero no conseguía acordarse exactamente por donde era, y por desgracia, tampoco de su nombre. Siguió andando, cada vez más enfurecido por el hambre, pero sin exito alguno; parecía que los dioses se habían puesto de acuerdo para hacerle sufrir un poco. Posó con suavidad la mano derecha sobre la guardia de Umbra mientras seguía buscando. Si tenía suerte a lo mejor encontraba un puesto de ramen o algo.
- Dah, creo que me voy a tener que conformar con un trozo de carne. -Dijo mientras esbozaba una leve y supérflua sonrisa delante de un restaurante de carnes.
Al entrar se dio cuenta que no hay que juzgar un libro por su portada: era un lugar bastante rústico, decorado en su gran mayoría con muebles de madera oscura y de paredes de piedra rojiza, vamos, completamente distinto a lo usual en el Reino de Arabasta. No estaba muy lleno, así que pudo elegir un buen sitio para sentarse, una de las mesas cercanas al cristal que daba a fuera; le encantaba comer mientras miraba a la genta pasear y hacer sus vidas seguramente más divertidas que la suya propia.
- ¡Buenos días! -Le dijo al camarero cuando éste se acercó.- Unas costillas con mucha salsa barbacoa por favor, ¡y un batido de fresas!
El camarero anotó el pedido y con la misma se fue despidiéndose con un gesto de aprovación. Al mismo momento un grupo de gentuza, lo más probable que borracha por cómo andaban y hablaban, entró dando gritos y pidiendo comida con exigencia poco cortés.
- Espero que no me toquen demasiado lo que no me deben de tocar... -Suspiró apenumbrado.- Aunque si lo hacen, puede que me divierta un ratito. - Dijo a la par que miraba por la vidriera de cristal y sujetaba con delicadeza el mango de su katana negra.
Melhen
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El joven se encontraba caminando, buscando algún sitio para poder comer algo de carne, su estomago hacía un gran ruido muy molesto para todo aquel que pasaba cerca.
- Estoy algo aburrido, necesito entretenimiento y comida al mismo tiempo, ¿No habrá algún lugar con música y comida al mismo tiempo?, debo buscar atentamente.
El pirata seguía caminando por las calles de arabasta, tarareando algunas frases de canciones famosas, que no recordaba donde las había escuchado, cuando por obra del cielo escuchó a unos hombres caminando por la calle, estos hombres llevaban algunos instrumentos, podrían ser músicos.
- Disculpen, ¿Ustedes son músicos?
Preguntó Melhen con mucho entusiasmo.
- Sí lo somos, pero desgraciadamente rompí las cuerdas de mi violín, no podremos tocar hoy -
La respuesta que le dieron al pirata era algo mala, el sujeto podría tocar con una cuerda menos, pero desgraciadamente no tenía mucha actitud ni ganas para hacerlo.
- Esta bien adiós -
Continuó caminando por las calles de la gran ciudad, cuando de pronto un olor cautivó su nariz, era un extraño y delicioso olor a carne que tanto deseaba Melhen, en ese momento comenzó a correr a toda velocidad, sin importar que clase de persona o cosa se interponga entre él y la comida, el capitán pirata solo quería comer carne y nada más, pero a medida que daba mas pasos, el olor se fusionaba con algún tipo de perfume, nada agradable para Melhen, afortunadamente llegó a una especie de restaurante y decidió ingresar en el.
- Estoy algo aburrido, necesito entretenimiento y comida al mismo tiempo, ¿No habrá algún lugar con música y comida al mismo tiempo?, debo buscar atentamente.
El pirata seguía caminando por las calles de arabasta, tarareando algunas frases de canciones famosas, que no recordaba donde las había escuchado, cuando por obra del cielo escuchó a unos hombres caminando por la calle, estos hombres llevaban algunos instrumentos, podrían ser músicos.
- Disculpen, ¿Ustedes son músicos?
Preguntó Melhen con mucho entusiasmo.
- Sí lo somos, pero desgraciadamente rompí las cuerdas de mi violín, no podremos tocar hoy -
La respuesta que le dieron al pirata era algo mala, el sujeto podría tocar con una cuerda menos, pero desgraciadamente no tenía mucha actitud ni ganas para hacerlo.
- Esta bien adiós -
Continuó caminando por las calles de la gran ciudad, cuando de pronto un olor cautivó su nariz, era un extraño y delicioso olor a carne que tanto deseaba Melhen, en ese momento comenzó a correr a toda velocidad, sin importar que clase de persona o cosa se interponga entre él y la comida, el capitán pirata solo quería comer carne y nada más, pero a medida que daba mas pasos, el olor se fusionaba con algún tipo de perfume, nada agradable para Melhen, afortunadamente llegó a una especie de restaurante y decidió ingresar en el.
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