Una pregunta inquietante y enigmática [Dayane y Sinclair moon]

Quizás esta sea en la isla que más veces he estado, isla kyuka, una isla que es en su totalidad un complejo vacacional, lleno de hoteles, piscinas, parques acuáticos, tiendas…vamos todo para el turismo.

Yo me encontraba sentado en una tumbona, al lado de una piscina. En aquel paraíso caminaban bellas mujeres en bikini y, como no faltaban los hombres que las piropeaban, aunque todo hay que decirlo no lo hacían cortésmente eran más bien piropos vulgares y subiditos de tono, pero en mi mente había una pregunta, una pregunta más inquietante e importante que tirarle los tejos a las bellezas que pasaban a mi alrededor ¿Un usuario como yo moriría si se lanzaba a la piscina que tenía a escasos metros de mi?

Esta vez he acabado en la isla Kyuuka... Nunca antes he estado aquí y es bastante extraña, y los hombres de aquí... Son demasiado... ¿cómo es la palabra para describirles?
En cualquier caso, no me gustan en absoluto... Si no fuera por Riu, que les asusta de vez en cuando, creo que yo estaría en un problema bastante embarazoso...
¡Son mis vacaciones! Sólo quiero un poco de tranquilidad, aunque mi naturaleza me lleva, como de costumbre, a curiosearlo todo.
Aunque eso lo haría más tarde ya que por ahora, estoy sentada en una tumbona, con mi bikini puesto, bueno, las ropas de kuja, que son prácticamente lo mismo que un bikini.
Riu se ha enroscado en la sombrilla, no le gusta demasiado el sol, pero a mi si, así que estoy en la tumbona observando lo que ocurre a mi alrededor.
Hay un extraño chico pelirrojo sentado en la tumbona de al lado, observando a la piscina con una extraña mirada.
Sonreí.
Parecía que quisiera intimidar al agua, y me llamó la atención, así que me quedé mirándole, preguntándome que estaría pensando aquél extraño chico con el cabello de color rojo.

Mientras divagaba en las posibles respuestas de aquella pregunta, una hermosa joven se sentó en la tumbona de al lado y me sacó de mis pensamientos:

- Bah, es una vergüenza que estos animales en celo que hay a mi alrededor se hagan llamar hombres, es una ofensa para los hombres decentes.

La miré y vi que era una chica de pelo morado y ojos oscuros:

- Cierto, es que eres una chica preciosa con un cuerpo de escándalo, pero hay que saber piropear gentilmente y no como lo hacen esos pervertidos.

Volví a recorrer su cuerpo con mi mirada y vi que vestía una especie de bikini algo tribal por asi decirlo, sabía que pertenecía a una famosa tribu, lo tenía en la punta de la lengua y de repente chasquee los dedos y dije:

- Claro eres una kuja, de la isla de las mujeres.

Después de esa revelación volví a acomodarme en mi tumbona y sin mirar a aquella chica dije:

- Oye chica, una duda misteriosa y enigmática me ronda por la cabeza ¿Siendo yo un usuario de akuma, sería una locura lanzarme a la piscina que tengo a pocos metros? Y lo más importante ¿Qué sería mejor arriesgarme a morir si me lanzó a la piscina para refrescarme o asarme de calor, pero seguir vivo? Creeme señorita esta pregunta me atormenta, pues es en lo que ha estado trabajando mi mente desde que usted se ha sentado a mi lado.

Me hizo gracia que etiquetara a esos hombres babosos como "animales en celo", así que reí un poco, divertida.

No entendí muy bien lo que dijo a continuación, que tenía un cuerpo de "escándalo"... No sabía a lo que se refería, aunque supuse que no sería algo malo, ya que su voz no estaba cargada de mala intención y sonaba relajada.
Después, el chico me recorrió con la mirada, cosa que me puso algo nerviosa, y dijo que era una kuja, a lo que asentí, con una sonrisa.
El chico se acomodó en su tumbona y dijo lo que había estado pensando, a lo que le contesté :
-No estoy muy segura. Por lo poco que sé, el agua que cubre poco a un usuario no le debilita, pero cancela el poder usar los poderes de la fruta. Por otro lado, si el agua cubre mucho tu cuerpo... Puede ser mortal.-suspiré. Era una pregunta interesante.-Aún así, hay otras formas de refrescarse. Como una ducha, por ejemplo.-finalicé, mientras le dedicaba una sonrisa a tan extraño hombre. Había algo en él que me llamaba la atención... Quizás porque era el único hombre que no babeaba por cualquier mujer que pasara a su lado... O al menos, no lo demostraba tan fervientemente como los otros.

La chica dijo lo que ya sabía que el grado de peligrosidad de que un usuario se, metiera a una piscina era proporcional a lo que esta le cubriera, también sabía que de nadar cero, yo no podía si no quería hundirme en el fondo. Aso que si me metía sería un simple remojón. Asique le dije a la chica no pudiendo evitar un leve sonrojo:

- Oye chica, me da algo de vergüenza pedírtelo pero ¿Vendrías conmigo a la piscina para hacerme de salvavidas, en caso de que me ahogara? Es que me apetece darme un chapuzón simplemente.

El chico me pidió si le acompañaba a la piscina para vigilarle por si se ahogaba. Me hizo bastante gracia y no pude reprimir una risita.
Le miré sonriente, con el leve rubor de sus mejillas y pidiéndome eso el chico parecía un niño pequeño. Un niño pequeño bastante adorable.

-Por mí no hay problema, eh, um...-le dije, cayendo en la cuenta de que no sabía su nombre.-Por cierto, ¿cómo te llamas?

Debía parecer muy estúpido pidiéndole eso a la chica, pero sería mejor prevenir que después lamentarse. La chica me dijo que si, pero también me dijo que no sabía mi nombre:

- Puedes llamarme Sinclair y gracias por acceder a acompañarme, creeme es algo vergonzoso pedirte algo así, pero al menos mi salvavidas en una hermosa dama, asique ese hecho le quita cierto grado de vergüenza.

Aunque me di cuenta y menos mal, que llevaba mi traje blanco de lino, pues no pensé en dejarme solo el bañador que llevaba debajo del bañador, asique en un visto y no visto, me quité los pantalones y la camisa y me quedé solo con mi bañador/pantalón verde, mostrando mi torso musculado por el ejercicio y aquella maldita marca en la espalda.

- Bueno que, vamos a darnos ese chapuzón.

El chico me dijo que se llamaba Sinclair y que le resultaba vergonzoso pedir esto, y también añadió un piropo, no como el de los hombres babosos, si no más discreto.
Sonreí. Este chico no era como los demás, me parecía agradable.

El chico se quitó la camisa y los pantalones, y, todo hay que decirlo, no estaba nada mal. Me quedé mirándole embobada hasta que dijo "Bueno que, vamos a darnos ese chapuzón." y me sorprendí a mi misma observándole, cosa que hizo que me sonrojara, me levanté rápidamente de la tumbona y avancé hasta el borde de la piscina, deseando que no se hubiera dado cuenta de mi rubor.

-Eres muy lento.-comenté, de espaldas a él, aún sonrojada y esperando a que se acercara.

Cuando le dije lo de irnos a dar ese chapuzón, observé, y a riesgo de parecer algo chulo, como se quedaba embobada viendo mi torso, bueno cierto era que yo había hecho lo mismo hacía unos segundos, pero para mi gusto no supo ser tan sutil como yo, aunque en ningún momento me sentí mal porque lo hiciera, es mas era un lujo que una chica como aquella se te quede mirando. Sin embargo, algo hizo que se levantara rápidamente de su tumbona y me dijera que me diera prisa. Cuando llegué donde estaba ella vi que algo había hecho que se ruborizara, quizá al darse cuenta que se me había quedado mucho tiempo mirándome. Bendita inocencia, aunque era normal que aquella chica fuese tan tímida con los hombres, pues viniendo de donde venía era normal.

- MMMMMM ese rubor en las mejillas te hace más hermosa, querida compañera aunque… ¿Cómo debería llamarte?

Me fui metiendo poco a poco a la piscina y a la vez notaba, una extraña sensación como si los poderes de mi akuma se estuvieran debilitando, bueno era normal pues yo, un usuario de akuma, se había metido en una piscina, sin embargo mientras hiciese pie todo iría bien.

- Por cierto chica, quizás te preguntes o quizás no tengas la más mínima curiosidad por saber cuál es la habilidad que me proporciona mi akuma, pero si quieres saberlo ¿que tal si esta noche te invito a cenar y después damos un paseo y te la muestro?

El chico se acercó a mí. Recé interiormente con que no se hubiera dado cuenta, aunque fue demasiado tarde ya que además, hizo un comentario y me preguntó mi nombre.

-Mi nombre es Dayane.-sonreí aliviada de que hubiera cambiado de tema.

Me senté en el borde de la piscina y metí los pies, mientras observaba cómo el chico se iba metiendo en el agua con cuidado.
Sinclair dijo que si quería saber el poder de su akuma, me invitaba a cenar y luego me la mostraría.

-Estaré encantada-sonreí, aceptando su invitación. Ahora que lo mencionaba, sí me daba curiosidad por saber qué poder le daba la akuma.

Me dijo que se llamaba Dayane:

- Bonito nombre, Dayane.

Durante un rato estuvimos hablando y cuando paso un rato y ya me sentía refrescado, salí de la piscina y , sentí como los poderes de mi akuma volvían a la normalidad:

- Oye Dayane, creo que me voy a tumbar al sol pues debería secarme y como se me ha olvidado la toalla pues…

Me tumbe en la tumbona en la que estaba mi ropa y me puse las gafas de sol pues el sol me molestaba en los ojos:

- Dayane ven, ahora se está de lujo pues el sol no da tanto calor como antes y a por cierto, recuerdas la cena a la que te he invitado, te lo pregunto porque yo no sé dónde podríamos cenar ¿Sabes algún buen restaurante?

Sinclair me llamó y me senté en mi tumbona, la cual estaba al lado de la suya. Me preguntó sobre algún restaurante cercano que conociera. La verdad yo no tenía mucha idea pero entonces recordé uno por el que había pasado antes y tenía buena pinta.

-Si, antes de venir a la piscina vi un restaurante que parecía bueno.-le dije mientras recordaba.-Aunque si encontramos otra cosa no me parecería mal, ya que ésta es la primera vez que vengo a esta isla y no sé mucho de los lugares.

Al cabo de hora y media, ya estaba completamente seco tanto mi cuerpo como mi bañador, asique volví a ponerme mi camisa blanca de lino y los pantalones del mismo color y tejido, y doblé la chaqueta que venía a juego con el traje en mi brazo, pues aunque ya estaba anocheciendo no hacía frío como para tener que llevar chaqueta, y cogí una pequeña llave que me habían dado al entrar a aquel lugar y abrí una pequeña taquilla que había junto a la tumbona en la que estaba y saqué mi arrow of destruction que me la coloqué en el brazo derecho y mi cinturón de munición el cual llevaba también unas pistoleras en las que guardaba mis dos pistolas y me la até a la cintura.

- Oye Dayane, está anocheciendo ¿Nos vamos?

El chico se vistió y recogió sus cosas y me dijo que si nos íbamos.
Asentí y me levanté, cogiendo mi carcaj lleno de flechas a la vez que Riu se enroscaba en mi brazo derecho.

Claro-sonreí.

Caminamos por los alrededores hasta encontrar el restaurante.
Una vez que entramos, varios camareros uniformados se paseaban entre las mesas de manteles blancos con bandejas, llenas de comida, bebida o vacías dispuestas a ser llenadas de nuevo. Unas lámparas de cristal que colgaban del techo iluminaban suavemente el lugar, ya que aún se podía disfrutar la suave luz del atardecer, y una vez que el sol se ocultó por el horizonte, las lámparas propagaron su luz por toda la estancia.

Un camarero uniformado nos saludó cortésmente y nos llevó a una mesa que se situaba en una amplia terraza, la cual tenía vistas al mar, y nos dejó las cartas para elegir la comida.

Ambos recogimos nuestras cosas y nos alejamos de la piscina en la que habíamos estado durante toda la tarde, mientras caminábamos hacía el restaurante que Dayane había elegido fue anocheciendo. El restaurante era hermoso, camareros uniformados, mucha comida y bebida una terraza tenuemente iluminada, a la orilla del mar. Esto me dio una idea con la que probablemente volvería a sonrojar a Dayane y me encantaría conseguirlo pues cuando se sonrojó cuando la descubrí mirando mi cuerpo cuando estaba en la piscina, estaba realmente hermosa, pero antes de eso entramos seguimos al camarero hasta nuestra mesa y cuando estábamos sentados, uno al frente de otro le dije:

- Vaya Dayane, ni yo mismo hubiera elegido un sitio mejor, aunque, en verdad, pienso que dos personas cenando en un restaurante a la orilla del mar, en una noche de luna llena, podría dar pie a un romance y quizás pueda ser entre tu y yo ¿tu que opinas?

"- Vaya Dayane, ni yo mismo hubiera elegido un sitio mejor, aunque, en verdad, pienso que dos personas cenando en un restaurante a la orilla del mar, en una noche de luna llena, podría dar pie a un romance y quizás pueda ser entre tu y yo ¿tu que opinas?"

Al oír esas palabras no pude evitar sonrojarme y ponerme nerviosa. No sabía muy bien qué contestarle, ya que nunca antes me habían hecho una propuesta así, y me removí un poco en mi asiento, incómoda e intentando ocultar mi sonrojo con el pelo.

Y-yo... N-no sé muy bien qué contestar a eso...-tartamudeé, nerviosa.-N-nunca he tenido ningún romance ni nada parecido...

Lo había conseguido de nuevo, la puse nerviosa de nuevo y otra vez se sonrojó, a lo que no pude evitar reirme levemente:

- Mi hermosa y dulce Dayane lo volví a conseguir, volví a hacer que te sonrojaras.

Me levanté le puse mis manos en sus hombros y le susurre.

- ¿Sabes? Estas preciosa cuando te sonrojas.


Pero me volví rápidamente a mi silla, pues no quería que viniese nuestro camarero y sacara conclusiones:

- Además, no me puedo creer que nunca te hayas enamorado o hayas tenido un romance, Dayane. Pero te diré que el amor alegra el corazón y la vida en general.


Vino nuestro camarero y nos dijo que si ya sabíamos lo que pedir para cenar:

- Dayane, querida tu primero.

Sinclair se acercó a mi y me susurró palabras que hicieron que me sonrojara aún más.

-¿Por qué te sorprendes de que nunca me haya enamorado?- pregunté, escondiendo mi rostro detrás de la carta.

El camarero vino y Sinclair dijo que pidiera yo primero, por lo que elegí un plato de carne, y el camarero lo apuntó en una pequeña libreta, después se giró hacia Sinclair, esperando a que él pidiera.

El comentario que le susurré al oído hizo que se sonrojara aún más y, aunque no lo ví no era muy difícil de averiguar, pues escondió su cara tras la carta y me preguntó que por qué me sorprendía que nunca se hubiera enamorado:

- Bueno Dayane, ya te lo he dicho, eres hermosa y en mi opinión deberías tener muchos pretendientes. Sé que eres una kuja y quizás por eso no te hayas enamorado pero no sé.

Dayane pidió su cena y, como yo no sabía que pedir pedí lo mismo más una botella de vino y el camarero salió hacía la parte donde quizás estuviese la cocina, para preparar nuestros pedidos.

- Oye Dayane, mientras viene el camarero ¿Por qué no me hablas sobre ti?

Me quedé un poco pensativa. No sabía a qué se refería con eso de los romances, aunque había visto varias parejas pero yo nunca había tenido una.
Sinclair me preguntó sobre mi. Así de repente, no se me ocurrió nada relevante que contar sobre mí. ¿Que soy una kuja? Eso ya lo sabe...

-Pregúntame lo que quieras saber.-le sonreí, mientras apartaba la carta de mi rostro y la dejaba en un lado de la mesa.

Cuando le dije que me hablase sobre ella, ella me preguntó que qué quería saber, cosa que me descuadró un poco, porque esa respuesta viniendo de alguien a quien ni conoces es un poco extraña, ya que no sabes que preguntarle:

- Buff, pues Dayane ahora mismo no sé qué preguntarte, también podría hablarte sobre mí pero no es una historia muy feliz que digamos.

Al rato un camarero vino y nos trajo los platos de carne que pedimos y, poco después vino otro camarero, que parecía ser en que entendía de vinos en aquel lugar, me habló del vino que trajo y poco después se fue dejándonos solos:

- Oye Dayane, ¿me ayudarías con esta botella de vino creo que no voy a poder solo con ella?

Sinclair me contestó que no sabía qué preguntar, me pareció normal, estábamos en la misma situación. A cambio se ofreció a hablarme de su historia, aunque no fuera muy feliz.

-Yo estoy dispuesta a escuchar. Pero si es algo demasiado doloroso de recordar o contar para ti, prefiero que no digas nada.

Cuando el camarero trajo el vino, Sinclair me pidió que le ayudara ya que no podría tomárselo él solo, a lo que reí mientras asentía con la cabeza, confirmando la propuesta.