Hacía menos de una semana que la habían destinado a Leah a la “Capital del Agua”. No conocía muy bien los motivos ni el propósito de un traslado tan súbito, y no era la única, todos los que estaban destinados allí estaban igual que ella. Muchas veces las cosas funcionaban o se hacían porque la orden “venia de arriba” y poco más, las explicaciones solían venir después y la información que daban los superiores era la justa.
Era un día soleado el que se alzaba en aquella ciudad, el brillo creado por el reflejo de la luz del mediodía en los canales concebía una bonita estampa. Water Seven era así, tenía la cualidad única de regalarte un paisaje para la vista y luego despertarte del sueño a golpes con el tufo que hacía en algunas calles y el riesgo continuo de inundaciones.
Volviendo a la misión, según tenía entendido algo raro estaba pasando en la ciudad, se había reportado un gran número de intoxicaciones en varios centros médicos e incluso algunas muertes. Leah estaba de patrulla, tenía que esperar pacientemente y mantener los ojos abiertos por si veía algo fuera de lo común. Como teoría estaba bien pero ella no era muy de seguir al rebaño. En cuanto pudo se escabulló de su puesto, guardó su gorra de Marine y se enfiló hacia las afueras de la ciudad.
Por suerte no le ponían muchas pegas con su vestimenta y sus superiores se resignaban, contentándose con que al menos vistiese de color blanco. Sabía que la mejor manera de conseguir información verídica o al menos algún rumor eran los tugurios en los bajos fondos. Allí se reunían siempre los que buscaban pasar desapercibidos o por lo menos así era siempre en las novelas que leía. No le costó mucho conseguir la localización de uno de esos antros, nadie toma en serio a una chica tan joven hasta que te apunta con un .45 en la cara. Hasta al rufián más machote le entran ganas de mearse encima.
Tuvo que bajar a uno de los niveles inferiores de la ciudad pero cuando estuvo dentro del lugar pudo apreciar que era un sitio oscuro y lúgubre, pobremente iluminado con poco más que la luz de los cigarros y a juzgar por el olor, una mezcla entre alcohol y humedad, debía ser el punto de reunión perfecto para toda clase de chusma. Era el lugar perfecto para empezar a hacer preguntas.
Era un día soleado el que se alzaba en aquella ciudad, el brillo creado por el reflejo de la luz del mediodía en los canales concebía una bonita estampa. Water Seven era así, tenía la cualidad única de regalarte un paisaje para la vista y luego despertarte del sueño a golpes con el tufo que hacía en algunas calles y el riesgo continuo de inundaciones.
Volviendo a la misión, según tenía entendido algo raro estaba pasando en la ciudad, se había reportado un gran número de intoxicaciones en varios centros médicos e incluso algunas muertes. Leah estaba de patrulla, tenía que esperar pacientemente y mantener los ojos abiertos por si veía algo fuera de lo común. Como teoría estaba bien pero ella no era muy de seguir al rebaño. En cuanto pudo se escabulló de su puesto, guardó su gorra de Marine y se enfiló hacia las afueras de la ciudad.
Por suerte no le ponían muchas pegas con su vestimenta y sus superiores se resignaban, contentándose con que al menos vistiese de color blanco. Sabía que la mejor manera de conseguir información verídica o al menos algún rumor eran los tugurios en los bajos fondos. Allí se reunían siempre los que buscaban pasar desapercibidos o por lo menos así era siempre en las novelas que leía. No le costó mucho conseguir la localización de uno de esos antros, nadie toma en serio a una chica tan joven hasta que te apunta con un .45 en la cara. Hasta al rufián más machote le entran ganas de mearse encima.
Tuvo que bajar a uno de los niveles inferiores de la ciudad pero cuando estuvo dentro del lugar pudo apreciar que era un sitio oscuro y lúgubre, pobremente iluminado con poco más que la luz de los cigarros y a juzgar por el olor, una mezcla entre alcohol y humedad, debía ser el punto de reunión perfecto para toda clase de chusma. Era el lugar perfecto para empezar a hacer preguntas.
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La oscura taberna estaba instalada en un sótano. La puerta daba a unas escaleras que llevaban a la oscura sala donde diferentes maleantes y personajes fuera de la ley se reunían. En ese momento no había demasiada gente, pero tampoco estaba vacío. Tres hombres de aspecto siniestro bebían cerveza en la barra, y el resto estaban desperdigados por las mesas, la mayoría con el rostro tapado.
En una mesa en el fondo, dos hombres conversaban en voz baja. Uno era un norteño pálido, alto y corpulento de pelo rubio corto, con un pañuelo negro tapándole la mitad del rostro. Iba vestido con una camiseta de asas y pantalones holgados. Su acompañante era un extraño envuelto en una capa negra. Lo más llamativo de este hombre era su máscara, que mostraba un rostro sonriente con perilla y bigote. Para rematar su extraño atuendo, llevaba un sombrero negro de ala ancha a los lados del cual caía una melena castaña oscura. Los hombros estaban encorvados sobre la mesa, y por el rostro serio del rubio, no parecía que conversasen precisamente sobre el tiempo.
- Es como te digo - decía el primero con voz seria y preocupada - su casa está vigilada día y noche. Cinco guardias patrullas la planta baja y otros cinco el jardín. Los cambios de turno son cada dos horas y el guardia no abandona el puesto hasta que llega el relevo. En los pisos superiores, desconozco el número de guardias, pero siguen el mismo procedimiento en los relevos, y en todo caso los hay.
El hombre de la máscara sacó una botella del interior de su capa, la descorchó y se levantó un poco la máscara para beber un trago. A causa de la oscuridad del lugar, no se vio su rostro. Una vez acabó, volvió a tapar la botella y a cubrirse el rostro. Entonces comenzó a hablar, con voz suave y susurrante.
- Ya veo. Lo haré esta noche. No podemos esperar más, o la operación podría salir a la luz.
- Maldita sea, Jack... ni siquiera tú...
El enmascarado se llevó un dedo a la boca, indicando silencio. Durante un momento no dijo nada, tras el cual habló.
- No pronuncies mi nombre en este lugar. Nunca se sabe quién podría estar escuchándonos. Ya es peligroso que hablemos de esto, más aún que sepan con qué nombre relacionar el "asunto" una vez ocurra. Podrían acabar conociendo de mi existencia.
- Tu misma máscara es ya un delator de por sí. Deberías cambiar de aspecto más a menudo, Renegado. Y aún así sigue siendo una misión peligrosa, incluso para alguien de tu nivel.
El enmascarado no dijo nada. Lo cierto es que era famoso, pero sólo a nivel local en algunas islas de los diferentes Blues. Era conocido como el Asesino Enmascarado y como el Renegado. Había sido declarado culpable por más de una docena de asesinatos de gobernadores, alcaldes, empresarios y otras figuras de poder, y sospechoso de varias decenas de asesinatos más. Su rasgo distintivo era aquella máscara, pero se negaba a deshacerse de lo único que lo identificaba, pues en el fondo quería ser conocido y que los poderosos temiesen su imagen. Sin embargo, aún no era especialmente conocido excepto para los que hubiesen viajado a alguna de las islas donde cometió sus fechorías.
En una mesa en el fondo, dos hombres conversaban en voz baja. Uno era un norteño pálido, alto y corpulento de pelo rubio corto, con un pañuelo negro tapándole la mitad del rostro. Iba vestido con una camiseta de asas y pantalones holgados. Su acompañante era un extraño envuelto en una capa negra. Lo más llamativo de este hombre era su máscara, que mostraba un rostro sonriente con perilla y bigote. Para rematar su extraño atuendo, llevaba un sombrero negro de ala ancha a los lados del cual caía una melena castaña oscura. Los hombros estaban encorvados sobre la mesa, y por el rostro serio del rubio, no parecía que conversasen precisamente sobre el tiempo.
- Es como te digo - decía el primero con voz seria y preocupada - su casa está vigilada día y noche. Cinco guardias patrullas la planta baja y otros cinco el jardín. Los cambios de turno son cada dos horas y el guardia no abandona el puesto hasta que llega el relevo. En los pisos superiores, desconozco el número de guardias, pero siguen el mismo procedimiento en los relevos, y en todo caso los hay.
El hombre de la máscara sacó una botella del interior de su capa, la descorchó y se levantó un poco la máscara para beber un trago. A causa de la oscuridad del lugar, no se vio su rostro. Una vez acabó, volvió a tapar la botella y a cubrirse el rostro. Entonces comenzó a hablar, con voz suave y susurrante.
- Ya veo. Lo haré esta noche. No podemos esperar más, o la operación podría salir a la luz.
- Maldita sea, Jack... ni siquiera tú...
El enmascarado se llevó un dedo a la boca, indicando silencio. Durante un momento no dijo nada, tras el cual habló.
- No pronuncies mi nombre en este lugar. Nunca se sabe quién podría estar escuchándonos. Ya es peligroso que hablemos de esto, más aún que sepan con qué nombre relacionar el "asunto" una vez ocurra. Podrían acabar conociendo de mi existencia.
- Tu misma máscara es ya un delator de por sí. Deberías cambiar de aspecto más a menudo, Renegado. Y aún así sigue siendo una misión peligrosa, incluso para alguien de tu nivel.
El enmascarado no dijo nada. Lo cierto es que era famoso, pero sólo a nivel local en algunas islas de los diferentes Blues. Era conocido como el Asesino Enmascarado y como el Renegado. Había sido declarado culpable por más de una docena de asesinatos de gobernadores, alcaldes, empresarios y otras figuras de poder, y sospechoso de varias decenas de asesinatos más. Su rasgo distintivo era aquella máscara, pero se negaba a deshacerse de lo único que lo identificaba, pues en el fondo quería ser conocido y que los poderosos temiesen su imagen. Sin embargo, aún no era especialmente conocido excepto para los que hubiesen viajado a alguna de las islas donde cometió sus fechorías.
Archer Dragneel
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Water Seven, un lindo lugar para estar relajado. El pirata de cabello blanco estaba solo, navegando tranquilamente mientras estaba en uno de esos viajes fuera de la banda. Claro, habia prometido el estar en la tripulacion de Ruxer y todo eso, sin embargo eso no es lo mismo a estar con el equipo todo el tiempo. Le gustaba viajar de vez en cuando por ahi, solo.. o con uno o dos acompañantes nadamas.
El como habia llegado solo hasta esa isla era algo que realmente no sabia, pero le parecia curioso. Igual iba a salir de ahi gracias a algun barco mercante en el cual pudiera irse sin ser notado. Sin embargo, le gustaba ese lugar, los aromas y el paisaje eran tranquilizantes. Archer tenia unos muy buenos sentidos del oido, vista y olfato, ademas de una fuerza que superaba los limites humanos, debido a un extenso entrenamiento de años y años, durante el cual apenas y descansaba, todo gracias a la marina. Una situacion extraña, viniendo de un pirata.
Archer comenzo a vagar por toda la isla, mirando todo, pensando, recordando. Su buena memoria le permitia recordar todo, identificar a las cosas por su olor o sonido sin verlas, pensar en horarios, por ejemplo las rutinas de los marines para pasar por los lugares, lo que le servia excelente para evitarlos a cada momento. Todo era una experiencia de aprendizaje para el, y en todo se entretenia. Sin embargo, siempre mantenia cautela, era precavido lo suficiente para no ser notado.
Tras un rato, decidio ir a los bajos lugares, donde todo podia pasar. Habia una especie de antro al cual penso en entrar, sin que le molestara realmente la combinacion y explotacion de los aromas a alcohol y cigarros. Se dirigio hacia la parte alta, solo para mirar a las personas que se juntaban ahi. Y, mientras se distraia, comenzo a escuchar partes de una conversacion curiosa, entre un sujeto que poco le interesaba y un enmascarado. Realmente era algo interesante..
El como habia llegado solo hasta esa isla era algo que realmente no sabia, pero le parecia curioso. Igual iba a salir de ahi gracias a algun barco mercante en el cual pudiera irse sin ser notado. Sin embargo, le gustaba ese lugar, los aromas y el paisaje eran tranquilizantes. Archer tenia unos muy buenos sentidos del oido, vista y olfato, ademas de una fuerza que superaba los limites humanos, debido a un extenso entrenamiento de años y años, durante el cual apenas y descansaba, todo gracias a la marina. Una situacion extraña, viniendo de un pirata.
Archer comenzo a vagar por toda la isla, mirando todo, pensando, recordando. Su buena memoria le permitia recordar todo, identificar a las cosas por su olor o sonido sin verlas, pensar en horarios, por ejemplo las rutinas de los marines para pasar por los lugares, lo que le servia excelente para evitarlos a cada momento. Todo era una experiencia de aprendizaje para el, y en todo se entretenia. Sin embargo, siempre mantenia cautela, era precavido lo suficiente para no ser notado.
Tras un rato, decidio ir a los bajos lugares, donde todo podia pasar. Habia una especie de antro al cual penso en entrar, sin que le molestara realmente la combinacion y explotacion de los aromas a alcohol y cigarros. Se dirigio hacia la parte alta, solo para mirar a las personas que se juntaban ahi. Y, mientras se distraia, comenzo a escuchar partes de una conversacion curiosa, entre un sujeto que poco le interesaba y un enmascarado. Realmente era algo interesante..
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Me encontraba en Water Seven una vez más por ahí solo buscando un "algo" para mejorar en mis habilidades. Un algo que todavía no había encontrado y que parecía que de momento no iba a llegar. Pero hasta que llegase ese momento me encontraba matando el tiempo, o a alguien.
Cuando llegue a la isla parecía que había cierta actividad por parte de marina. No había mucha pero si la suficiente para hacer que me sintiese incómodo, así que mi reacción fue ir a un lugar de los bajos fondos, un lugar a los que nos irían muchos marines. Y encontré un sitio perfecto, nada más entrar se olía el alcohol y pensé en tomar un trago. Pero vi a unos tipos jugando a las cartas y decidí jugar un rato.
Cuando ya llevaba un rato largó jugando a las cartas y desplumando a los borrachos del lugar ya había observado todo a mi alrededor. Vi a dos tipos hablando en un rincón, no me fije en ellos por eso, ya que en un sitio así era una cosa normal, pero uno de los tipos llevaba una máscara que no pasaba desapercibido para alguien que estuviese sobrio. Al rato vi que un tipo de cabello blanco entro y le interesaba mucho la conversación que estaban teniendo los dos individuos, este tipo no parecía de por allí, supongo que yo daba la misma impresión. Luego casi simultáneamente apareció una mujer que definitivamente destacaba entre todos, y no parecía que buscase alcohol. Todo esto lo observaba con mi capucha siempre puesta.
Aquel sitio no defraudaba, era todo lo que cabía esperar de un lugar tan apartado. Era tal y como se retraba en muchas de sus novelas. Las oscuras siluetas que yacían en la penumbra, los cuchicheos de las conversaciones lejanas, las jarras vaciándose a buen ritmo, los juegos de apuestas… que maravilloso lienzo de decadencia y placer por igual. Leah no pudo evitar sonreír mientras se acercaba a la barra, haciéndose un hueco entre los demás clientes.
- Una taza de chocolate caliente. Dijo con su mejor tono, sin borrar la sonrisa de su rostro, en cuanto vio que el camarero se acercó lo suficiente a su lado de la barra. El hombre no pudo evitar soltar una sonora carcajada la cual hizo abrir un ojo a uno de los clientes situados en la barra que estaban absortos en su bebida.
- Lo siento, bonita, no servimos eso en esta época del año. De hecho… Hizo una pausa arrugando la frente de forma pensativa. ¡Dudo que haya servido eso alguna vez aquí! Exclamó riendo nuevamente.
- Que pena. Declaró con una voz calmada y una sonrisa en sus labios. Realmente me apetecía un chocolate caliente… Oye, dime una cosa tendero-san, ¿has servido algo extraño últimamente? Preguntó tajantemente.
El hombre se le quedó mirando unos instantes. Intentó adivinar las intenciones de aquella muchacha sin tener muy claro cuales podían ser. Limpiaba una jarra con un paño, ahora más serio que antes. Le dedicó una mirada de reojo apenas imperceptible a otro hombre que se encontraba al final de la barra con los brazos cruzados y poco aspecto de cliente.
- Mira, cielo, yo solo intento llevar un negocio aquí. Ya es difícil evitar los problemas por esta zona como para que encima me interrogue la primera desconocida que entra por la puerta. Si no vas a consumir nada, márchate.
- Oh. Yo solo intentaba ser amable, no hacía falta que fueses tan borde conmigo, tendero-san. La chica morena soltó un suspiro pensativo mientas se acariciaba la barbilla. La tensión en el ambiente aumentó bastante y aquel camarero seguía limpiando concienzudamente las jarras usadas como si fuera un robot. ¡Ya se! Vamos a jugar a un pequeño juego.
La chica introdujo sendas manos en su elegante chaqueta y al sacarlas las depositó sobre la barra. En la derecha tenía una pistola semiautomática y al abrir el puño se pudo ver una moneda de cobre en la izquierda. Los ojos de Leah se clavaron en el camarero mientras a la vez sonreía.
- Lanzaré la moneda al aire. Si sale cara, te haré la misma pregunta de una forma distinta cada vez. Si sale cruz, te vuelo la tapa de los sesos. Antes de darle tiempo a reaccionar siquiera, lanzó la moneda a la altura de su frente. Todos los que estaban cerca la miraron hipnotizados hasta que cayó en la palma de la misma mano con la que la había lanzado. Cruz. ¡Mala suerte! Exclamó con más entusiasmo que pena y acto seguido le apuntó justo entre los ojos con su arma, a escasos centímetros de rozar el cañón con su piel. El dedo índice de Leah se deslizó hasta el gatillo y lo presionó suave y lentamente, pero sin llegar a disparar aún.
Los que estaban en la barra no supieron cómo reaccionar más allá de poner una cara de sorpresa. Nadie allí parecía querer arriesgar el pellejo por aquel hombre o mostró intención de hacerlo, al menos nadie que pudiese ver en ese momento. Daba igual, pronto estaría en el otro barrio y ella seguiría con su investigación. Para Leah ninguno de los que estaba allí era un héroe o un inocente, ni siquiera ella misma.
- Una taza de chocolate caliente. Dijo con su mejor tono, sin borrar la sonrisa de su rostro, en cuanto vio que el camarero se acercó lo suficiente a su lado de la barra. El hombre no pudo evitar soltar una sonora carcajada la cual hizo abrir un ojo a uno de los clientes situados en la barra que estaban absortos en su bebida.
- Lo siento, bonita, no servimos eso en esta época del año. De hecho… Hizo una pausa arrugando la frente de forma pensativa. ¡Dudo que haya servido eso alguna vez aquí! Exclamó riendo nuevamente.
- Que pena. Declaró con una voz calmada y una sonrisa en sus labios. Realmente me apetecía un chocolate caliente… Oye, dime una cosa tendero-san, ¿has servido algo extraño últimamente? Preguntó tajantemente.
El hombre se le quedó mirando unos instantes. Intentó adivinar las intenciones de aquella muchacha sin tener muy claro cuales podían ser. Limpiaba una jarra con un paño, ahora más serio que antes. Le dedicó una mirada de reojo apenas imperceptible a otro hombre que se encontraba al final de la barra con los brazos cruzados y poco aspecto de cliente.
- Mira, cielo, yo solo intento llevar un negocio aquí. Ya es difícil evitar los problemas por esta zona como para que encima me interrogue la primera desconocida que entra por la puerta. Si no vas a consumir nada, márchate.
- Oh. Yo solo intentaba ser amable, no hacía falta que fueses tan borde conmigo, tendero-san. La chica morena soltó un suspiro pensativo mientas se acariciaba la barbilla. La tensión en el ambiente aumentó bastante y aquel camarero seguía limpiando concienzudamente las jarras usadas como si fuera un robot. ¡Ya se! Vamos a jugar a un pequeño juego.
La chica introdujo sendas manos en su elegante chaqueta y al sacarlas las depositó sobre la barra. En la derecha tenía una pistola semiautomática y al abrir el puño se pudo ver una moneda de cobre en la izquierda. Los ojos de Leah se clavaron en el camarero mientras a la vez sonreía.
- Lanzaré la moneda al aire. Si sale cara, te haré la misma pregunta de una forma distinta cada vez. Si sale cruz, te vuelo la tapa de los sesos. Antes de darle tiempo a reaccionar siquiera, lanzó la moneda a la altura de su frente. Todos los que estaban cerca la miraron hipnotizados hasta que cayó en la palma de la misma mano con la que la había lanzado. Cruz. ¡Mala suerte! Exclamó con más entusiasmo que pena y acto seguido le apuntó justo entre los ojos con su arma, a escasos centímetros de rozar el cañón con su piel. El dedo índice de Leah se deslizó hasta el gatillo y lo presionó suave y lentamente, pero sin llegar a disparar aún.
Los que estaban en la barra no supieron cómo reaccionar más allá de poner una cara de sorpresa. Nadie allí parecía querer arriesgar el pellejo por aquel hombre o mostró intención de hacerlo, al menos nadie que pudiese ver en ese momento. Daba igual, pronto estaría en el otro barrio y ella seguiría con su investigación. Para Leah ninguno de los que estaba allí era un héroe o un inocente, ni siquiera ella misma.
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Jack se había callado por un buen motivo. O varios. Gente extraña había entrado en el lugar. Por un lado, había un hombre de pelo blanco y ropas extrañas rojas y negras que le daba un poco de mala espina. El hombre fingía estar a sus asuntos, pero Jack ya le había cazado, espiándole desde el interior de la máscara, mirando hacia ellos y pendiente de todo lo que decían. De ahí que hubiese callado. Fingió que nada ocurría y sacó una moneda de cobre, dejándola sobre la mesa de un golpe con dos dedos, como si estuviese dejando la paga. Sin embargo, era una señal ya convenida entre ambos. Significaba que habían sido pillados y que les vigilaban. Uno debía salir primero del bar y el otro esperar cinco minutos para ver si alguien le seguía y salir después.
- Invito yo - dijo.
Su compañero asintió, entendiendo. Se levantó y salió del bar con paso firme, sin volverse atrás. Jack se fijó atentamente en si alguno de los que le habían llamado la atención le seguían, pero de momento no parecían dispuestos. Otra de las personas que le había llamado la atención era un extraño de ropajes blancos con capucha que llevaba ya ahí bastante, pero que hacía un momento había estado mirándoles.
Sin embargo el colmo de lo extraño había sido una chica muy joven, que debía rondar aun los veinte, con ropas blancas muy elegantes para lo que era el lugar. La observó con interés y precaución. Lo bueno de la máscara es que podía observar sin que supiesen que les miraba, a menos que girase la cabeza en esa dirección. Desde su posición en el fondo tenía una buena panorámica de todo el bar sin girar la cabeza, perfecto para vigilar.
Lo extraño del asunto era, ¿qué pintaba una mujer joven vestida tan elegante, lo que denotaba una clase social elevada, en un lugar frecuentado por gente de lo más bajo de la escala social? Nada bueno. "Apestas a agente del Gobierno por todas partes, chica. Ya seas de la Marina o del Cipher Pol." Desde luego no había sido muy cuidadosa al dirigirse a allí, pues sus ropas no eran nada adecuadas para el lugar. La vio hablando con el camarero, y cuando la vio meterse ambas manos en la chaqueta se levantó en silencio y avanzó hacia ella procurando evitar que le viese. En efecto sacó una moneda y una pistola. Después de soltar su discursito y tirar la moneda, cuando apuntó al pobre camarero, Jack que estaba ya tras ella le apoyó en la espalda un cuchillo, de tal manera que nadie lo viese y ella lo sintiese. Acto seguido le susurró al oído con voz suave:
- Sigue y estarás muerta. ¿No has visto lo que desentonas en este lugar? Si le das un motivo a esta gente para matarte y robarte, lo harán.
Tras esto, habló de nuevo, esta vez en voz alta, en un tono cortés y educado.
- Perdonen a mi amiga, le gusta bromear. Pero ya nos íbamos.
Acto seguido, le volvió a hablar susurrándole.
- Sígueme la corriente y vámonos. Y no creas que puedes huir de mi. Si te separas de mi cuchillo aunque sean unos milímetros, te mataré. Ambos estaremos muertos por este numerito tuyo si no hacemos las cosas así.
El peligro era real, aunque igual lo había exagerado un poco aprovechando el temor que sabía que le tenían muchísimas personas de clase alta a los mendigos y la gente de más baja escala social, creyéndolos posibles de las mayores maldades. Su intención era sacarla fuera e interrogarla. Quería saber qué hacía allí, si realmente era una agente del Gobierno y si tendría algo que ver con la operación que él se traía entre manos, y en caso de serlo...
- Invito yo - dijo.
Su compañero asintió, entendiendo. Se levantó y salió del bar con paso firme, sin volverse atrás. Jack se fijó atentamente en si alguno de los que le habían llamado la atención le seguían, pero de momento no parecían dispuestos. Otra de las personas que le había llamado la atención era un extraño de ropajes blancos con capucha que llevaba ya ahí bastante, pero que hacía un momento había estado mirándoles.
Sin embargo el colmo de lo extraño había sido una chica muy joven, que debía rondar aun los veinte, con ropas blancas muy elegantes para lo que era el lugar. La observó con interés y precaución. Lo bueno de la máscara es que podía observar sin que supiesen que les miraba, a menos que girase la cabeza en esa dirección. Desde su posición en el fondo tenía una buena panorámica de todo el bar sin girar la cabeza, perfecto para vigilar.
Lo extraño del asunto era, ¿qué pintaba una mujer joven vestida tan elegante, lo que denotaba una clase social elevada, en un lugar frecuentado por gente de lo más bajo de la escala social? Nada bueno. "Apestas a agente del Gobierno por todas partes, chica. Ya seas de la Marina o del Cipher Pol." Desde luego no había sido muy cuidadosa al dirigirse a allí, pues sus ropas no eran nada adecuadas para el lugar. La vio hablando con el camarero, y cuando la vio meterse ambas manos en la chaqueta se levantó en silencio y avanzó hacia ella procurando evitar que le viese. En efecto sacó una moneda y una pistola. Después de soltar su discursito y tirar la moneda, cuando apuntó al pobre camarero, Jack que estaba ya tras ella le apoyó en la espalda un cuchillo, de tal manera que nadie lo viese y ella lo sintiese. Acto seguido le susurró al oído con voz suave:
- Sigue y estarás muerta. ¿No has visto lo que desentonas en este lugar? Si le das un motivo a esta gente para matarte y robarte, lo harán.
Tras esto, habló de nuevo, esta vez en voz alta, en un tono cortés y educado.
- Perdonen a mi amiga, le gusta bromear. Pero ya nos íbamos.
Acto seguido, le volvió a hablar susurrándole.
- Sígueme la corriente y vámonos. Y no creas que puedes huir de mi. Si te separas de mi cuchillo aunque sean unos milímetros, te mataré. Ambos estaremos muertos por este numerito tuyo si no hacemos las cosas así.
El peligro era real, aunque igual lo había exagerado un poco aprovechando el temor que sabía que le tenían muchísimas personas de clase alta a los mendigos y la gente de más baja escala social, creyéndolos posibles de las mayores maldades. Su intención era sacarla fuera e interrogarla. Quería saber qué hacía allí, si realmente era una agente del Gobierno y si tendría algo que ver con la operación que él se traía entre manos, y en caso de serlo...
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Habia sido descubierto por personas curiosas, y extrañas del mismo modo que lo era el. Un sujeto de vestimentas blancas, quien no le reconocio, pero Archer si a este. Era el revolucionario Eduard, a quien habia conocido en el East Blue. Impresionante que llegara hasta ese punto. Igualmente, penso que bien podria ser que el tipo de la mascara le notara, aunque no podia adivinarlo. Y habia alguien mas, una chica de cabello oscuro y largo, de vestimentas blancas. Caray, podia oler marine como si estuviera escrito en su ropa. Incluso sin sus sentidos, la reconocio como una chica del gobierno, despues de todo el tambien llego a trabajar para eso.
Sin hacer un solo sonido, ni causar mas atencion hacia su persona, logrando pasar por desapercibido gracias a unos sujetos que se acercaron hacia donde el estaba, y los utilizo para no ser notado al moverse, penso en acercarse a esa chica, mientras observaba lo que hacia. ¡Estaba por matar al cantinero porque no le daba una respuesta! Y tal como el, aquel sujeto de mascara actuo, y Archer logro notar por tan solo un segundo, o menos que eso, algo ligeramente brillante en la mano del hombre. Supuso un arma, y por ende tambien penso en que el sujeto enmascarado sabia que la chica era marine.
Se oculto entre las sombras, en un angulo que el enmascarado no podia obtener sin girar, aunque fuera un poco. Escuchando todo, analizando cada una de las palabras del sujeto, incluso aquellos susurros.. Ya se habia comentado el buen oido del pirata, por lo que eso no era raro. No debia seguirlos a donde fuera que se dirigieran de ser que la chica siguiera las condiciones del enmascarado, que olia a revolucionario igual que Eduard. Archer solo debia mantenerse atento, y escuchar...
Sin hacer un solo sonido, ni causar mas atencion hacia su persona, logrando pasar por desapercibido gracias a unos sujetos que se acercaron hacia donde el estaba, y los utilizo para no ser notado al moverse, penso en acercarse a esa chica, mientras observaba lo que hacia. ¡Estaba por matar al cantinero porque no le daba una respuesta! Y tal como el, aquel sujeto de mascara actuo, y Archer logro notar por tan solo un segundo, o menos que eso, algo ligeramente brillante en la mano del hombre. Supuso un arma, y por ende tambien penso en que el sujeto enmascarado sabia que la chica era marine.
Se oculto entre las sombras, en un angulo que el enmascarado no podia obtener sin girar, aunque fuera un poco. Escuchando todo, analizando cada una de las palabras del sujeto, incluso aquellos susurros.. Ya se habia comentado el buen oido del pirata, por lo que eso no era raro. No debia seguirlos a donde fuera que se dirigieran de ser que la chica siguiera las condiciones del enmascarado, que olia a revolucionario igual que Eduard. Archer solo debia mantenerse atento, y escuchar...
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Se había formado una escena de lo más interesante, aunque lo que hizo aquella mujer, la cual era agente del gobierno, no me gusto, de hecho me puse furioso, pero como siempre mi cara no expresaba ningún sentimiento, ya que no me gustaba que la gente supiese lo que estaba pensando a través de mis sentimientos.
Me parecía increíble y detestable que un agente que supuestamente esta a favor de la justicia, actuase de tal forma tan cruel. A mi forma de ver decía matarla y cobrarme mi primera víctima de la marina. Aunque otro se me adelanto. Y el tipo de la máscara rara se le acercó sospechosamente y actuó como sí la conociera. Dejando esto a un lado, mientras yo pensaba en todo esto y el tipo de la máscara actuó el otro tipo de caballos blancos había desaparecido de su sitio, le había perdido un momento de vista y había desaparecido, pero dudaba mucho que se hubiese marchado de aquel lugar, claro que no, seguramente habría reaccionado a la acción del enmascarado. Pensándolo y pensándolo me acorde de aquel tipo, nos habíamos encontrado en otro lugar, y a lo mejor si yo me acordaba de el, el también se acordaría de mi.
Volviendo a la mujer, el enmascarado se estaba interponiendo en mi camino, pero decidí no ser impulsivo y decidí esperar donde estaba y cuando saliesen seguirles, y a lo mejor el enmascarado me la ponía en bandeja de plata.
Aunque en lo profundo de su ser sabía que alguien haría gala de un comportamiento altruista, realmente le habría gustado abrirle un tercer ojo a aquel tipo. Hubiera sido más fácil hacer hablar a cualquiera de los otros con el miedo como aliado. Notó aquel objeto punzante en su dorso y el dedo que ejercía presión en el gatillo de su arma se detuvo. Escuchó las palabras susurrantes con atención. Aquel tipo era rápido y silencioso... o simplemente había visto venir las acciones de la chica, algo no muy difícil de prever ya que Leah no ocultó sus intenciones en ningún momento.”Interesante.” Pensó sin mostrar cambio alguno en su semblante, únicamente realizando un movimiento de ojos con intención de mirar detrás suya. Realmente sentía curiosidad.
La chica dejó escapar una breve pero amistosa carcajada y acto seguido bajó el cañón de su arma con total tranquilidad. Valorando sus posibilidades, era obvio que no podía arriesgarse sin saber siquiera a quien tenía detrás. Como he dicho antes, la curiosidad la estaba matando.
- Tendrías que haber visto tu cara, viejo. Dijo dirigiéndose al camarero con la mejor de sus sonrisas, esta vez habiendo guardado completamente el arma en su funda en el interior de la chaqueta. Algo nervioso, aunque risueño y con claros síntomas de ebriedad uno de los clientes de la barra estalló en una sonora risotada. Pensaba que era lo mejor que había visto en semanas y no tardó en contagiar ese júbilo a varios consumidores más. Quien no se reía era el camarero.
Leah se giró despacio, sus terribles ojos carmesí se clavaron en los de aquella tétrica máscara. Casi le da un vuelco el corazón del susto, desde luego no se esperaba a alguien tan anónimo y menos al nivel de terror que podía aportar un payaso bien maquillado. Ellos eran el material del que estaban tejidas las pesadillas.
- Si... la verdad es que ya me estaba empezando a aburrir. Será mejor que nos vayamos. Dijo en un tono desganado. No sería aquel el día que se iba a dejar intimidar por las amenazas del primer desconocido que se encontrase. De todas formas aún no había decidido si le casi bien o no.
Salieron del bar sin mayor problema, con la situación bien resuelta en mayor o menor medida. El problema era que el camarero supo exactamente a lo que Leah se refería cuando le preguntó, así que por ahora sus asuntos con el no habían acabado. No era ningún inocente. Leah delante y el galán enmascarado detrás, recorrieron un poco de camino hasta el callejón adjunto al garito donde se encontraban los contenedores de basura que el propio bar utilizaba. Ni el paisaje ni el olor habían mejorado lo más mínimo. Ambos se detuvieron esperando la respuesta del otro. Parecían estar en solitario pero la experiencia dice que las apariencias siempre engañan.
- Aquí me tienes. Comentó mientras observaba un rata bien gorda pasar de un orificio de la pared del bar u otro en un muro. Supongo que no hará falta decir que estas interfiriendo en asuntos de la Marina. No se anduvo con rodeos. Leah podía ser cruel, prepotente y asquerosa pero no era ninguna mentirosa ni tampoco una espía o una agente encubierta, cosa que aquel hombre sí que parecía. Decidió ser directa para saber hasta qué punto aquel enmascarado estaba defendiendo al camarero o si tenía algo que ver con las noticias de las repentinas intoxicaciones que circulaban por los periódicos. Qué diablos, estaba casi segura que la mitad de aquel bar ya sabía de su condición de Marine. Como he dicho antes, no pretendía esconder nada, solo hacer su trabajo… a su manera.
La chica dejó escapar una breve pero amistosa carcajada y acto seguido bajó el cañón de su arma con total tranquilidad. Valorando sus posibilidades, era obvio que no podía arriesgarse sin saber siquiera a quien tenía detrás. Como he dicho antes, la curiosidad la estaba matando.
- Tendrías que haber visto tu cara, viejo. Dijo dirigiéndose al camarero con la mejor de sus sonrisas, esta vez habiendo guardado completamente el arma en su funda en el interior de la chaqueta. Algo nervioso, aunque risueño y con claros síntomas de ebriedad uno de los clientes de la barra estalló en una sonora risotada. Pensaba que era lo mejor que había visto en semanas y no tardó en contagiar ese júbilo a varios consumidores más. Quien no se reía era el camarero.
Leah se giró despacio, sus terribles ojos carmesí se clavaron en los de aquella tétrica máscara. Casi le da un vuelco el corazón del susto, desde luego no se esperaba a alguien tan anónimo y menos al nivel de terror que podía aportar un payaso bien maquillado. Ellos eran el material del que estaban tejidas las pesadillas.
- Si... la verdad es que ya me estaba empezando a aburrir. Será mejor que nos vayamos. Dijo en un tono desganado. No sería aquel el día que se iba a dejar intimidar por las amenazas del primer desconocido que se encontrase. De todas formas aún no había decidido si le casi bien o no.
Salieron del bar sin mayor problema, con la situación bien resuelta en mayor o menor medida. El problema era que el camarero supo exactamente a lo que Leah se refería cuando le preguntó, así que por ahora sus asuntos con el no habían acabado. No era ningún inocente. Leah delante y el galán enmascarado detrás, recorrieron un poco de camino hasta el callejón adjunto al garito donde se encontraban los contenedores de basura que el propio bar utilizaba. Ni el paisaje ni el olor habían mejorado lo más mínimo. Ambos se detuvieron esperando la respuesta del otro. Parecían estar en solitario pero la experiencia dice que las apariencias siempre engañan.
- Aquí me tienes. Comentó mientras observaba un rata bien gorda pasar de un orificio de la pared del bar u otro en un muro. Supongo que no hará falta decir que estas interfiriendo en asuntos de la Marina. No se anduvo con rodeos. Leah podía ser cruel, prepotente y asquerosa pero no era ninguna mentirosa ni tampoco una espía o una agente encubierta, cosa que aquel hombre sí que parecía. Decidió ser directa para saber hasta qué punto aquel enmascarado estaba defendiendo al camarero o si tenía algo que ver con las noticias de las repentinas intoxicaciones que circulaban por los periódicos. Qué diablos, estaba casi segura que la mitad de aquel bar ya sabía de su condición de Marine. Como he dicho antes, no pretendía esconder nada, solo hacer su trabajo… a su manera.
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El plan le estaba saliendo a la perfección. Jack disfrutó enormemente cuando vio la expresión de terror en los ojos de la mujer al mirarle. Esta le hizo caso, y el revolucionario la siguió sin dejar de apuntarle con el cuchillo. Cuando llegaron, se apartó de ella y dejó que se diese la vuelta. Podría haberse mantenido apuntándole y interrogarla así, pero decidió darle un voto de confianza. No tenía piedad con los poderosos, pero tenía más escrúpulos con los que les protegían, pues a menudo lo hacían por ignorancia. La interrogaría, y si lo veía necesario la eliminaría. Se veía capaz de eliminar a un marine solitario apoyándose en el Sokudan y sus habilidades como asesino.
Una vez estuvieron frente a frente, ella le habló. "Marine... lo sabía. Podría haber sido una CP, pero de haberlo sido me habría cuadrado más en el perfil alguien más discreto." Se quedó mirándola durante unos tensos sin decir nada. Aun tenía el cuchillo en la mano, y el otro brazo continuaba en el interior de la capa, dispuesto para desenvainar otro cuchillo, desenfundar la pistola o sacar su cadena si era necesario.
- En efecto, no será necesario, señorita. Disculpas os pido por ser tan brusco y no presentarme, pero creo que entenderéis que la situación no me deja más remedio - dijo, esbozando para sí una sonrisa sardónica que no se vio a causa de la máscara.
Este era el estilo de Jack. Cortés, amable y un tanto irónico y sarcástico. Le habían educado en las reglas de la buena educación, y era una persona culta, refinada y respetuosa.
- En efecto. Ahora, siento decir que me vais a tener que decir qué es lo que os trajo a los barrios bajos. De lo contrario...
Jack lanzó su cuchillo al aire y lo recogió por el mango con habilidad, en un gesto claramente amenazados.
- ... mucho me temo que el filo de mis armas hablará por mi. Creedme, preferiría no tener que llegar a la violencia.
Jack aprovechó para alzar el cuchillo y trató de usar el reflejo disimuladamente, como si observase el filo, para mirar si había alguien a su espalda. Entre otras cosas era una persona muy precavida.
Una vez estuvieron frente a frente, ella le habló. "Marine... lo sabía. Podría haber sido una CP, pero de haberlo sido me habría cuadrado más en el perfil alguien más discreto." Se quedó mirándola durante unos tensos sin decir nada. Aun tenía el cuchillo en la mano, y el otro brazo continuaba en el interior de la capa, dispuesto para desenvainar otro cuchillo, desenfundar la pistola o sacar su cadena si era necesario.
- En efecto, no será necesario, señorita. Disculpas os pido por ser tan brusco y no presentarme, pero creo que entenderéis que la situación no me deja más remedio - dijo, esbozando para sí una sonrisa sardónica que no se vio a causa de la máscara.
Este era el estilo de Jack. Cortés, amable y un tanto irónico y sarcástico. Le habían educado en las reglas de la buena educación, y era una persona culta, refinada y respetuosa.
- En efecto. Ahora, siento decir que me vais a tener que decir qué es lo que os trajo a los barrios bajos. De lo contrario...
Jack lanzó su cuchillo al aire y lo recogió por el mango con habilidad, en un gesto claramente amenazados.
- ... mucho me temo que el filo de mis armas hablará por mi. Creedme, preferiría no tener que llegar a la violencia.
Jack aprovechó para alzar el cuchillo y trató de usar el reflejo disimuladamente, como si observase el filo, para mirar si había alguien a su espalda. Entre otras cosas era una persona muy precavida.
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(Soy Jack, venía para avisar de que ya he vuelto a crear mi cuenta tras la purga de Shaky. Podemos seguir cuando queráis.)
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Como se menciono antes, Archer no necesitaba salir para seguirles el rastro, su oido y olfato podian hacerlo sin dificultad alguna realmente. En esos momentos no necesitaba realmente el uso de su olfato, con su oido era mas que suficiente para enterarse de todo, sin embargo debia estar muy concentrado en las voces de la marine y ese revolucionario, para poder ignorar todo el demas ruido que se amplifica proporcionalmente. Eran esos momentos en que uno siente que se le rompe el timpano con un vaso al romperse, o algo asi(?)
Noto lo que su amigo revolucionario Eduard iba a hacer siquiera antes de que se levantara de su asiento. Era suficientemente valiente, y algo descuidado, como para seguir a alguien tan organizado como el sujeto de la mascara, y mas asi como si nada. Por ello, espero a que se dirigiera a salir para saber que pasaba, y sigilosamente lo intercepto, sin que nadie del lugar notara eso como algo anormal o relacionado con lo del enmascarado. Lo que menos necesitaban en ese momento era que las cosas se pusieran locas.
-Hola Ed. No es buena idea lo que estas haciendo.. al menos no tan pronto.-
Se conocian, de una vez solamente, pero eso era suficiente. Ambos sabian que las palabras de Archer eran ciertas, y que si comenzaban a moverse algo lejos podian seguirlos sin problema. Ademas, sabia donde estaban en ese momento, y si Eduard queria ver lo que pasaba, lo mejor era investigar desde el techo, y de un modo en que el enmascarado no se diera cuenta.
Off Rol:
Chicos sigo algo ausente, pero ando posteando cuando puedo
Noto lo que su amigo revolucionario Eduard iba a hacer siquiera antes de que se levantara de su asiento. Era suficientemente valiente, y algo descuidado, como para seguir a alguien tan organizado como el sujeto de la mascara, y mas asi como si nada. Por ello, espero a que se dirigiera a salir para saber que pasaba, y sigilosamente lo intercepto, sin que nadie del lugar notara eso como algo anormal o relacionado con lo del enmascarado. Lo que menos necesitaban en ese momento era que las cosas se pusieran locas.
-Hola Ed. No es buena idea lo que estas haciendo.. al menos no tan pronto.-
Se conocian, de una vez solamente, pero eso era suficiente. Ambos sabian que las palabras de Archer eran ciertas, y que si comenzaban a moverse algo lejos podian seguirlos sin problema. Ademas, sabia donde estaban en ese momento, y si Eduard queria ver lo que pasaba, lo mejor era investigar desde el techo, y de un modo en que el enmascarado no se diera cuenta.
Off Rol:
Chicos sigo algo ausente, pero ando posteando cuando puedo
Off: salto el turno de Eduard porque no me contesta y para que esto no se atasque. Los turnos siguen igual pero si vuelve y contesta antes que Archer pues mejor, si no haz como que te has equivocado de persona o "maneja" ligeramente su personaje sin hacer nada relevante. Como no ha dejado constancia de que se retira del tema le doy un voto de confianza.
En cierta manera Leah se sorprendía por el comportamiento de aquel tipo, supuso que incluso en aquellos lugares alejados del alcance del largo brazo de la ley y la buena ciudadanía, había cabida para la educación. Educación y afilados cuchillos, todo sea dicho. Por lo visto ella no era la única que iba por ahí haciendo preguntas, solo que las de aquel enmascarado parecían venir con otras intenciones, daba la impresión de que buscaba estar al tanto de asuntos que quizás pudiesen afectarle, por así decirlo, o si no a él, al menos a su territorio. Esa era la impresión que le había dado a la Marine, la de un hombre extremadamente cauteloso.
- Bonito cuchillo. Le cumplimentó con una sonrisa, sin apartar su mirada de él, siguiendo su movimiento ascendente y descendente. Ella también quería ser cortés. ¿Quieres que te diga que mi misión es muy, muy confidencial y súper secreta? Por lo que a mí respecta tú podrías estar trabajando para el gobierno y ahora mismo estar toreándome. Le dijo intentando hacerse la lista, aunque podría llevar razón ya que conocía el modus operandi del CP y aquel tipo no distaba mucho del esquema que tenía.
Lo cierto es que aquel hombre podía ser cualquier cosa si lo pensaba bien y al parecer tenía la mano floja a la hora de amenazar con arma blanca. De repente su pequeña charla se vio truncada por la aparición de varios individuos que salieron de la esquina que daba a la callejuela donde estaba la entrada al garito. Eran cuatro hombres de aspecto fornido, algo fondón pero musculado los cuales llegarían casi a los dos metros de altura quien más, quien menos. Leah los siguió con la mirada para que quedase que alguien se acercaba por detrás, pero tampoco eran los maestros del sigilo.
- Esa es la chica, muchachos. Vamos a enseñarle lo que le pasa a la gente que hace demasiadas preguntas. Tú quita de en medio si sabes lo que te conviene. Dijo el que parecía le cabecilla con sorna, refiriéndose al hombre de la extraña máscara. Empuñaba unas cadenas que “estiró” con gesto amenazador. Los demás solo llevaban barras de metal e incluso uno iba desarmado.
En el fondo Leah sabía que esto tenía que pasar, pero esperaba que fuese más tarde que temprano, al menos cuando ya tuviese algo sólido en lo que basar su investigación particular. Antes de alejarse unos pasos para encontrar una posición más provechosa, dirigió unas palabras al tipo del cuchillo en un murmullo que solo llegaría hasta él. Ahora mismo tengo que sacar la basura, luego te cuento algo más si de verdad tienes tanta curiosidad. El enemigo de tu enemigo es tu amigo, eso dicen ¿no? Al menos había comprobado que no tenía nada que ver con ellos y eso ya era quitarse un problema. Lo que no sabía es si aquel individuo con sombrero seguiría haciendo gala de su sus buenos modales y se apartaría como buenamente le habían advertido.
En cierta manera Leah se sorprendía por el comportamiento de aquel tipo, supuso que incluso en aquellos lugares alejados del alcance del largo brazo de la ley y la buena ciudadanía, había cabida para la educación. Educación y afilados cuchillos, todo sea dicho. Por lo visto ella no era la única que iba por ahí haciendo preguntas, solo que las de aquel enmascarado parecían venir con otras intenciones, daba la impresión de que buscaba estar al tanto de asuntos que quizás pudiesen afectarle, por así decirlo, o si no a él, al menos a su territorio. Esa era la impresión que le había dado a la Marine, la de un hombre extremadamente cauteloso.
- Bonito cuchillo. Le cumplimentó con una sonrisa, sin apartar su mirada de él, siguiendo su movimiento ascendente y descendente. Ella también quería ser cortés. ¿Quieres que te diga que mi misión es muy, muy confidencial y súper secreta? Por lo que a mí respecta tú podrías estar trabajando para el gobierno y ahora mismo estar toreándome. Le dijo intentando hacerse la lista, aunque podría llevar razón ya que conocía el modus operandi del CP y aquel tipo no distaba mucho del esquema que tenía.
Lo cierto es que aquel hombre podía ser cualquier cosa si lo pensaba bien y al parecer tenía la mano floja a la hora de amenazar con arma blanca. De repente su pequeña charla se vio truncada por la aparición de varios individuos que salieron de la esquina que daba a la callejuela donde estaba la entrada al garito. Eran cuatro hombres de aspecto fornido, algo fondón pero musculado los cuales llegarían casi a los dos metros de altura quien más, quien menos. Leah los siguió con la mirada para que quedase que alguien se acercaba por detrás, pero tampoco eran los maestros del sigilo.
- Esa es la chica, muchachos. Vamos a enseñarle lo que le pasa a la gente que hace demasiadas preguntas. Tú quita de en medio si sabes lo que te conviene. Dijo el que parecía le cabecilla con sorna, refiriéndose al hombre de la extraña máscara. Empuñaba unas cadenas que “estiró” con gesto amenazador. Los demás solo llevaban barras de metal e incluso uno iba desarmado.
En el fondo Leah sabía que esto tenía que pasar, pero esperaba que fuese más tarde que temprano, al menos cuando ya tuviese algo sólido en lo que basar su investigación particular. Antes de alejarse unos pasos para encontrar una posición más provechosa, dirigió unas palabras al tipo del cuchillo en un murmullo que solo llegaría hasta él. Ahora mismo tengo que sacar la basura, luego te cuento algo más si de verdad tienes tanta curiosidad. El enemigo de tu enemigo es tu amigo, eso dicen ¿no? Al menos había comprobado que no tenía nada que ver con ellos y eso ya era quitarse un problema. Lo que no sabía es si aquel individuo con sombrero seguiría haciendo gala de su sus buenos modales y se apartaría como buenamente le habían advertido.
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De repente aparecieron unos matones que Jack reconoció como los secuaces de Jean Vitto, el dueño del bar. En los bajos fondos la mitad de negocios eran tapaderas de actividades ilegales, y el bar de Jean Vitto no era una excepción. Jack no tenía claro de a qué se dedicaba, pero estaba claro que no era precisamente al comercio de rosas. Le amenazaron que se apartase, y la marine le dijo que ella se encargaba y que luego le contaría. El asesino le ignoró y avanzó un paso hacia ellos como si no hubiese pasado nada.
- Caballeros, su comportamiento no es el más adecuado. Cargan el lastre de una falta de modales y educación evidente. Les sugiero moderen su lenguaje y reconsideren sus intenciones si no quieren salir dañados.
Dijo esto con calma y cortesía. Para mostrar sus intenciones, dejó caer el cuchillo. Durante un momento los otros se calmaron, pero de repente Jack dio una patada al aire y la cuchilla oculta en el bajo de su pantalón salió disparada, clavándose en la garganta del de las cadenas.
- Caballeros, díganle a don Vitto que nunca se meta en los asuntos de El Regenegado. Mi paciencia tiene un límite.
Con un veloz movimiento con el pie lanzó el cuchillo al aire. Lo recogió con la mano derecha mientras con la izquierda sacaba velozmente otro cuchillo. Flexionó las rodillas.
- Y ahora caballeros, les daré una lección práctica de cortesía.
De repente comenzó a correr tan rápido que pareció una bala. Era su técnica del Sokudan, el Shadow. Fue hacia uno de los que tenía una barra, saltó en el trayecto y aterrizó con los pies en su cara. Se impulsó hacia atrás con la doble patada, dio un mortal invertido y cayó de pie, con ambas cuchillas en la mano. El tipo de cayó de espaldas golpeándose en la nuca. Se ajustó el sombrero en la cabeza y habló con sorna.
- Primera lección: no hagáis esperar a las visitas.
- Caballeros, su comportamiento no es el más adecuado. Cargan el lastre de una falta de modales y educación evidente. Les sugiero moderen su lenguaje y reconsideren sus intenciones si no quieren salir dañados.
Dijo esto con calma y cortesía. Para mostrar sus intenciones, dejó caer el cuchillo. Durante un momento los otros se calmaron, pero de repente Jack dio una patada al aire y la cuchilla oculta en el bajo de su pantalón salió disparada, clavándose en la garganta del de las cadenas.
- Caballeros, díganle a don Vitto que nunca se meta en los asuntos de El Regenegado. Mi paciencia tiene un límite.
Con un veloz movimiento con el pie lanzó el cuchillo al aire. Lo recogió con la mano derecha mientras con la izquierda sacaba velozmente otro cuchillo. Flexionó las rodillas.
- Y ahora caballeros, les daré una lección práctica de cortesía.
De repente comenzó a correr tan rápido que pareció una bala. Era su técnica del Sokudan, el Shadow. Fue hacia uno de los que tenía una barra, saltó en el trayecto y aterrizó con los pies en su cara. Se impulsó hacia atrás con la doble patada, dio un mortal invertido y cayó de pie, con ambas cuchillas en la mano. El tipo de cayó de espaldas golpeándose en la nuca. Se ajustó el sombrero en la cabeza y habló con sorna.
- Primera lección: no hagáis esperar a las visitas.
Off: salto a Archer pero con al esperanza de que vuelva a postear en un futuro *llora* En este tema se mantiene la antigua apariencia de mi personaje: traje blanco elegante de chaqueta y pelo negro largo azabache.
No había pagado ni un solo Berry, y ahí estaba, de espectadora en una obra y combate digna del mejor de los teatros. No se lo esperaba en absoluto, de hecho pensaba que aquel hombre era todo boca y apariencias, al contrario que ella. Aunque claro, esa era la opinión de Leah. Se sentó, metafóricamente hablando, a disfrutar del espectáculo con una sonrisa en el rostro y gran expectación por el hombre ataviado con un sombrero.
Las palabras volaban igual de afiladas y certeras que los cuchillos, uno de los gorilas comenzaba a ahogarse con su propia sangre y a los otros también les esperaba un destino lleno de golpes y cortes al parecer, al menos a uno que quedó inconsciente tras darse un fuerte golpe en la nuca contra el suelo. Antes de que el enmascarado acabara sus piruetas y acrobacias, la chica ya se preparaba para atacar. Dos fuera por el momento pero uno de los que quedaba en pie alzó la barra de metal sobre su cabeza esperando alcanzar al sujeto vestido de negro. Además de útil había resultado una excelente distracción.
Con el brazo estirado, el pulso firme y el ojo que no estaba puesto en la mira cerrado, Leah preparó su pistola y apretó el gatillo dos veces. El ruido de los dos disparos estalló en el callejón y las balas silbaron hacia su objetivo. Era un tipo grande y lento a pocos metros de distancia, desde luego era difícil errar los tiros. Una de las balas le atravesó el hombro saliendo limpiamente por delante y la otra impactó en su bíceps pero no llego a salir, seguramente al ser detenida por el hueso. El hombre se paró en seco y cayó al suelo sujetándose su brazo con el otro, quejándose por el dolor. Eso dejaba a uno intacto, pero al ver el percal que se había montado decidió que lo más prudente era salir por patas de allí. Leah silbó brevemente ante aquel estropicio mientras se acercaba a “El Renegado” según le había parecido escuchar.
- OK. Le dijo con una alegre sonrisa. Eso ha estado bien. Te he salvado el culo ahí, ¿eh, ninja-kun? Lo decía con un tono burlón pero afable, muy propio de Leah, a la vez que hacia el tonto imitando movimientos que parecían sacados de una peli mala de kung-fu. Así que supongo que sí tienes algo que ver con los… uhm, “trapicheos” que se llevan por aquí después de todo. Al acabar esa frase se dio cuenta de que le faltaba algo por decir, con lo que rápidamente la corrigió. Pero en el buen sentido, eh. Finalizó, enfundando sus pistolas.
- Ahora que somos compis de patear culos supongo que puedo contarte algo más. ¿Has oído hablar de los misteriosos casos de intoxicaciones por toda la ciudad? Preguntó haciéndose la interesante con la mirada, intentando adivinar si le aquel enmascarado le iba a mentir o por el contrario igual compartía jugosa información con ella.
No había pagado ni un solo Berry, y ahí estaba, de espectadora en una obra y combate digna del mejor de los teatros. No se lo esperaba en absoluto, de hecho pensaba que aquel hombre era todo boca y apariencias, al contrario que ella. Aunque claro, esa era la opinión de Leah. Se sentó, metafóricamente hablando, a disfrutar del espectáculo con una sonrisa en el rostro y gran expectación por el hombre ataviado con un sombrero.
Las palabras volaban igual de afiladas y certeras que los cuchillos, uno de los gorilas comenzaba a ahogarse con su propia sangre y a los otros también les esperaba un destino lleno de golpes y cortes al parecer, al menos a uno que quedó inconsciente tras darse un fuerte golpe en la nuca contra el suelo. Antes de que el enmascarado acabara sus piruetas y acrobacias, la chica ya se preparaba para atacar. Dos fuera por el momento pero uno de los que quedaba en pie alzó la barra de metal sobre su cabeza esperando alcanzar al sujeto vestido de negro. Además de útil había resultado una excelente distracción.
Con el brazo estirado, el pulso firme y el ojo que no estaba puesto en la mira cerrado, Leah preparó su pistola y apretó el gatillo dos veces. El ruido de los dos disparos estalló en el callejón y las balas silbaron hacia su objetivo. Era un tipo grande y lento a pocos metros de distancia, desde luego era difícil errar los tiros. Una de las balas le atravesó el hombro saliendo limpiamente por delante y la otra impactó en su bíceps pero no llego a salir, seguramente al ser detenida por el hueso. El hombre se paró en seco y cayó al suelo sujetándose su brazo con el otro, quejándose por el dolor. Eso dejaba a uno intacto, pero al ver el percal que se había montado decidió que lo más prudente era salir por patas de allí. Leah silbó brevemente ante aquel estropicio mientras se acercaba a “El Renegado” según le había parecido escuchar.
- OK. Le dijo con una alegre sonrisa. Eso ha estado bien. Te he salvado el culo ahí, ¿eh, ninja-kun? Lo decía con un tono burlón pero afable, muy propio de Leah, a la vez que hacia el tonto imitando movimientos que parecían sacados de una peli mala de kung-fu. Así que supongo que sí tienes algo que ver con los… uhm, “trapicheos” que se llevan por aquí después de todo. Al acabar esa frase se dio cuenta de que le faltaba algo por decir, con lo que rápidamente la corrigió. Pero en el buen sentido, eh. Finalizó, enfundando sus pistolas.
- Ahora que somos compis de patear culos supongo que puedo contarte algo más. ¿Has oído hablar de los misteriosos casos de intoxicaciones por toda la ciudad? Preguntó haciéndose la interesante con la mirada, intentando adivinar si le aquel enmascarado le iba a mentir o por el contrario igual compartía jugosa información con ella.
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Jack aplastó rápidamente a dos de los matones, pero el tercero se abalanzó sobre él dispuesto a hundirle la tapa del cráneo con su barra. El revolucionario se dio cuenta de que había cometido un grave error al exponerse tanto ante sus enemigos. Se dispuso a defenderse llevando la mano al interior de su capa para sacar su pistola, pero la marine se le adelantó disparando dos tiros certeros al brazo del hombre. Este cayó, agonizante, y Jack lo remató clavándole el cuchillo de su mano derecha en el cuello. Se giró hacia la marine limpiando el cuchillo con un trapo viejo que sacó de su bolsillo. Esta le habló, a lo que el asesino contestó:
- Cualquier persona de mi clase que valga un mínimo debe estar enterada de qué ocurre por los bajos fondos. Pero eso no tiene que significar que yo tenga algo que ver. Intoxicaciones... la verdad es que se me ha escapado esa información. Últimamente he estado ocupado. Explícame del tema, y tal vez pueda ayudarte.
La verdad era que el tema le interesaba. Siempre estaba al servicio del pueblo, y si las intoxicaciones estaban afectando a gente inocente, ayudaría cuanto estuviese en su mano para frenarlo, aunque tuviese que colaborar con miembros de la Marina. Jack era una persona de ideales fuertes, y consideraba estrictamente su deber ayudar al pueblo. Ese era el motivo de que asesinase a los poderosos, exponiendo su vida para ello, y de que luchase por la Revolución.
- Cualquier persona de mi clase que valga un mínimo debe estar enterada de qué ocurre por los bajos fondos. Pero eso no tiene que significar que yo tenga algo que ver. Intoxicaciones... la verdad es que se me ha escapado esa información. Últimamente he estado ocupado. Explícame del tema, y tal vez pueda ayudarte.
La verdad era que el tema le interesaba. Siempre estaba al servicio del pueblo, y si las intoxicaciones estaban afectando a gente inocente, ayudaría cuanto estuviese en su mano para frenarlo, aunque tuviese que colaborar con miembros de la Marina. Jack era una persona de ideales fuertes, y consideraba estrictamente su deber ayudar al pueblo. Ese era el motivo de que asesinase a los poderosos, exponiendo su vida para ello, y de que luchase por la Revolución.
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Todo habia sido muy interesante. La intriga entre esos dos parecia una especie de novela u obra de teatro romantica y de accion a la vez. Archer estaba observando, y escuchando, pero desde un techo, algo lejano como para ser notado sin hacer un movimiento obvio. De pronto la trama se corto de una escena intrigante a la accion y sangre correspondiente, y noto habilidades de ambos sujetos en batalla a detalle, por lo que decidio bajar a saludar, desarmado claramente.
Dio un salto desde el techo, y al bajar noto como un tipo se escapaba. Decidio no arriesgar a que llegaran refuerzos y de pronto el suelo se trago al sujeto, literalmente. Las rocas del suelo, no solo de la superficie, fueron movidas en un instante causando la tumba de un hombre con vida, puesto a que tan pronto cayo dentro la grieta se cerro. Asi mismo, las rocas de las paredes hacian que el haber saltado de un techo a gran altura sin caer en nada antes que el suelo fuera no solo soportable, sino como saltar desde una altura de 30cm.
-Hola chicos.-
Menciono de pronto, justo cuando hablaban de envenenamientos, y claro, antes de caer al suelo. No queria ser asesinado por llegar tan sorpresivamente. Justo al tocar suelo mostro que no llevaba arma alguna, ni siquiera debajo de sus mangas. Parecia alguien serio, pero en ese momento tenia una sonrisa que no podia ocultar. Quiza el bajar de un edificio era divertido, o algo por el estilo.. Pero, de momento, su expresion cambio a una neutralidad casi absoluta para ahcer mencion de lo interesante.
-No se de los envenenamientos, bueno.. nada aparte de que alguna que otra comida es para morirse. El aroma de un veneno resalta como ningun otro condimento.-
Off Rol: perdonen, examenes D:
Dio un salto desde el techo, y al bajar noto como un tipo se escapaba. Decidio no arriesgar a que llegaran refuerzos y de pronto el suelo se trago al sujeto, literalmente. Las rocas del suelo, no solo de la superficie, fueron movidas en un instante causando la tumba de un hombre con vida, puesto a que tan pronto cayo dentro la grieta se cerro. Asi mismo, las rocas de las paredes hacian que el haber saltado de un techo a gran altura sin caer en nada antes que el suelo fuera no solo soportable, sino como saltar desde una altura de 30cm.
-Hola chicos.-
Menciono de pronto, justo cuando hablaban de envenenamientos, y claro, antes de caer al suelo. No queria ser asesinado por llegar tan sorpresivamente. Justo al tocar suelo mostro que no llevaba arma alguna, ni siquiera debajo de sus mangas. Parecia alguien serio, pero en ese momento tenia una sonrisa que no podia ocultar. Quiza el bajar de un edificio era divertido, o algo por el estilo.. Pero, de momento, su expresion cambio a una neutralidad casi absoluta para ahcer mencion de lo interesante.
-No se de los envenenamientos, bueno.. nada aparte de que alguna que otra comida es para morirse. El aroma de un veneno resalta como ningun otro condimento.-
Off Rol: perdonen, examenes D:
Si había algo que pudiese gustarle a Leah, era sin duda hacerse de rogar y hacerse la interesante, lo que normalmente solo apreciaba ella misma y a los demás les solía importar bien poco. Aun así este podía ser uno de esos raros casos en los que la información “privilegiada” de la que disponía era susceptible de generar expectación. El enmascarado parecía extrañamente interesado, no le habría sorprendido que se hubiese dado media vuelta diciendo algo como “eso es asunto de las autoridades, no mio” o algo como eso. Al parecer no era esa clase de tipo.
Pero ahí no acababa la cosa, por si fuera poco ahora aparecía una especie de hombre araña de los tejados o vete a saber tú de dónde. Parecía amistoso, pero esos eran los peores por lo que habría que nadar con ojo. Saludó pero no se presentó, tampoco había necesidad, no obstante mostró interés en el tema de los supuestos casos de epidemia. Quizás podía resultar útil.
- Vaya, vaya. Dijo fingiendo sorpresa, la verdad es que todo aquello le parecía muy divertido a la Marine. Cuantos pretendientes, y además con sentido del humor. Supongo que si apareces ahora es porque llevas un rato aquí cotilleando. Hizo una pequeña pausa antes de girarse hacia le enmascarado. No sabéis nada porque nadie quiere se sepa nada. Solo tenéis que daros un paseo por algún hospital y hacer algunas preguntas… os darán largas pero lo veréis con vuestros propios ojos. Todos comparten patrón: hombres de mediana edad, de estatus social bajo, conocidos bebedores, bla, bla, bla.
No sabía hasta qué punto estarían interesados aquellos individuos, peor el hecho e poder llevar a alguien con ella y en algún momento usarlo como chivo expiatorio le pareció una magnífica idea. Eso sí, si alguien de los de arriba se llegaba a enterar de que había filtrado esa información se le caería el peor. Pero qué demonios, que no nos mientan, que nos digan la verdad. Eso era lo que ella pensaba.
- Y poco más se. Nadie sabe de dónde han salido ni el por qué, ni nada, pero tenía una buena pista en este tugurio. Se quedó un instante pensativa y se le iluminaron los ojos con lo que ella creía sería una idea brillante. ¡Ya se! Que os parece si entráis ahí dentro y hacéis de poli bueno y poli malo con el camarero. Pienso que sois los agentes perfectos para este caso: tú pareces un asesino misterioso y despiadado y tú… bueno, tú puedes hacer chistes malos que siempre está muy bien. El otro acababa de aparecer en escena, pero parecía simpático y lo más probable era que les llevase un buen rato siguiendo y si por fin se había decidido a mostrar su cara era porque le interesaba inmiscuirse. Aun así no sabría si aceptarían por lo que les dio un aliciente que estaba segura de que les encantaría escucharlo. Pensadlo bien, estarías haciendo un gran servicio a la Marina. Finalizó con una amplia sonrisa.
Pero ahí no acababa la cosa, por si fuera poco ahora aparecía una especie de hombre araña de los tejados o vete a saber tú de dónde. Parecía amistoso, pero esos eran los peores por lo que habría que nadar con ojo. Saludó pero no se presentó, tampoco había necesidad, no obstante mostró interés en el tema de los supuestos casos de epidemia. Quizás podía resultar útil.
- Vaya, vaya. Dijo fingiendo sorpresa, la verdad es que todo aquello le parecía muy divertido a la Marine. Cuantos pretendientes, y además con sentido del humor. Supongo que si apareces ahora es porque llevas un rato aquí cotilleando. Hizo una pequeña pausa antes de girarse hacia le enmascarado. No sabéis nada porque nadie quiere se sepa nada. Solo tenéis que daros un paseo por algún hospital y hacer algunas preguntas… os darán largas pero lo veréis con vuestros propios ojos. Todos comparten patrón: hombres de mediana edad, de estatus social bajo, conocidos bebedores, bla, bla, bla.
No sabía hasta qué punto estarían interesados aquellos individuos, peor el hecho e poder llevar a alguien con ella y en algún momento usarlo como chivo expiatorio le pareció una magnífica idea. Eso sí, si alguien de los de arriba se llegaba a enterar de que había filtrado esa información se le caería el peor. Pero qué demonios, que no nos mientan, que nos digan la verdad. Eso era lo que ella pensaba.
- Y poco más se. Nadie sabe de dónde han salido ni el por qué, ni nada, pero tenía una buena pista en este tugurio. Se quedó un instante pensativa y se le iluminaron los ojos con lo que ella creía sería una idea brillante. ¡Ya se! Que os parece si entráis ahí dentro y hacéis de poli bueno y poli malo con el camarero. Pienso que sois los agentes perfectos para este caso: tú pareces un asesino misterioso y despiadado y tú… bueno, tú puedes hacer chistes malos que siempre está muy bien. El otro acababa de aparecer en escena, pero parecía simpático y lo más probable era que les llevase un buen rato siguiendo y si por fin se había decidido a mostrar su cara era porque le interesaba inmiscuirse. Aun así no sabría si aceptarían por lo que les dio un aliciente que estaba segura de que les encantaría escucharlo. Pensadlo bien, estarías haciendo un gran servicio a la Marina. Finalizó con una amplia sonrisa.
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