La Gran estafa (Deadpool, Sinclair moon & Crimson)

Mientras dejaba el desayuno en el suelo entre babas y jugos gástricos varios Deadpool empezó a hablarle quitándose el tanga y poniendose su, ceñido, pantalón rojo, que más bien eran unas mallas de aeróbic que un traje. También le propuso ir con él a “rescatar” a Ramona, una burra que él conocía muy bien (ya me entendéis). Antes de que pudiera responder nada, el vómito seguía saliendo por su esófago se acercó el otro individuo, el que parecía ser la "acompañante" de su pintoresco amigo el cual repentinamente parecía haber cambiado de acera, acción que no se esperaba,  y dijo que ya que estaban todos si no tenían mucha prisa podía contar su historia de porqué el del traje rojo le había salvado.

Se incorporó secándose y limpiándose los restos de su boca con el antebrazo derecho, pues seguía vistiendo únicamente con los pantalones y sus dos pistolas que le ayudaban en su espectáculo de placeres diversos que a esas chavalas, a las cuales habían echado, les gustaba tanto.

Después su compañero de juergas le advirtió que el jefe del casino, el dueño, tenía unos gustos particularmente extraños, como los suyos. Todo se ponía cada vez mejor. Robar, Ramona, dueño fetichista, él medio desnudo y un señorito de compañía que iba con ellos. Ese día iba a ser legendario.

-Obviamente acepto la propuesta de ir a salvar a la burra, qué grandes momentos pasamos los tres ¿eh Dead?-dijo riéndose.- El casino Ocean´s Eleven... es el único de los trece “Ocean's” del que no me han echado-continuó mientras se reía solo.- Siempre hay una primera vez para todo-les miró a ambos.- Esperadme un momento, pero no os pongáis muy juguetonas en mi ausencia-

Simplemente dio media vuelta y entró a al bar, en el cual en el segundo piso había unas habitaciones en las que solía culminar su espectáculo y en donde tenía sus armas y su ropa, aunque ésto último era menos importante. Entró en el dormitorio, lo único que necesitaba era una cama por obvias razones (aunque también podía en el suelo), cogió el abrigo rojo que siempre llevaba consigo y guardó sus armas dentro de éste para que no se vean, ese día iba a ser muy “explosivo”. Una vez con todo listo se quitó el sombrero y cogió los billetes que antes le habían dejado, tampoco le vendría mal apostar un poco en los casinos, siempre era divertido ver como podías multiplicar tu dinero o que se esfumase tu en un segundo. Doble o nada. Definitvamente ese era su estilo.

Abrió la ventana y saltó por ella hacia la calle en donde todavía estaba la parejita. Cayó rodando pues en su estado poca estabilidad tenía. Al menos durante bastante rato no se le pasaría semejante cogorza de encima. Se levantó riendo a duras penas, la borrachera le hacía mucho más risueño a todo.

-¿Nos vamos ya, princesas?-dijo finalmente a aquellos dos.- Y tú cuenta lo que quieras que de camino hasta ahí tenemos tiempo de sobra-

Continuaron caminando hacia el casino en el cual les esperaba la ansiada burra. Durante el camino el pelirrojo le dijo que ya le conocía, algo que le parecía extraño como poco, pues no le sonaba de nada aquel individuo, aunque rápidamente alegó a su favor diciendo que era muy probable que su amnesia se debiera a la continuas borracheras que su cuerpo sufría. Era una idea bastante plausible, pero en su estado todo se lo parecía aunque poco a poco iba tomando más conciencia de su propio ser, no iba a estar ebrio siempre.

Llegaron a los diez minutos y la mirada de Stinger ya no estaba tan perdida ni se encontraba mareado, en una media hora recobraría su estado de lucidez normal volviendo así a todo su máximo esplendor.

Entonces llegaron a las cercanías de la casa de juegos. Dead les alertó que el mismo segurata de la puerta, un tipo enorme que parecía más un oso calvo que un humano, era el que estaba antes y el que le había echado del local por "escándalo público". Explicó brevemente que tenía que cambiarse de ropa para no ser reconocido por el guardia de la puerta. Se metió a un callejón al lado de ese extraó trío recientemente creado y salió disfrazado una gabardina.

-¡Vaya, ahora eres un detective con problemas de asma!-gritó casi inconscientemente por la forma de cambiar de dibujos en las máscara mostrando falsa sorpresa en sus palabras.-

Finalmente entraron pasando todo lo desapercibido que pueden pasar un borracho con un abrigo rojo y un sombrero de vaquero, un pelirrojo y un tío con gabardina y máscara. Una vez dentro y viendo las luces más intensas de lo habitual, intentando habituar Dead empezó con los planes en el que iba a hacer de cebo mientras Stinger y el pelirrojo conseguían tarjetas que les de pase para poder entrar a diferentes lugares gracias a ella. El plan era sencillo, fácil de comprender e incluso en su estado sería fácil poder conseguir aquellos objetos debido a su gran habilidad en el sigilo.

El de la gabardina de subió al escenario y empezó a cantar una de sus típicas canciones espeluznantes para la mayoría, soberbias para él, logrando así atraer la atención de todos que se giraron rápidamente a ver semejante "Show" momento idóneo para poder realizar su plan. Los guardias empezaban a movilizarse para bajarlo ay que también había golpeado al cantante de la sala. El resto de clientes del casino observaban y escuchaban a su compañero que hacía de cebo.

-Muévete rápido e intenta ser sigiloso, antes de que suban a por él, entra por la multitud... y róbales aprovechando todo el barullo formado-dijo casi ordenándole lo que tenía que hacer, no estaba en su naturaleza recibir órdenes.-

Se mezcló rápidamente entre la multitud camuflándose enseguida entre ella gracias a sus sigilo innato pudiendo acercarse lo suficiente a los de seguridad, introduciendo su mano en una de los bolsillos de la americana del guardia, tan rápido que no pudo notar su robo. Se dio media vuelta y, ya que estaba, empezó a saquear a las viejas ricas y a los estúpidos millonarios rodeados de veinteañeras atraídas por su dinero o pagadas al mismo hotel del casino, a las cuales dejó el número de su habitación para que pudieran encontrarlo para pasar un rato "feliz" junto a él.

No se daba cuenta real de que se arriesgaba bastante al hacerlo pues podían fácilmente relacionar los robos con él de esa forma, pero no le importaba, su estilo despreocupado le impedía pensar en las consecuencias de ligar con jóvenes promiscuas en busca de sensaciones fuertes. Se alejó, volviendo a la parte de las maquinas tragaperras en los que apostaría parte de lo que había robado quizás encontrando una buena fortuna mientras esperaba a que saliese Deadpool al cual estaban deteniendo los guardias o a que volviese el pelirrojo del que aún no se acordaba y que tampoco había dicho su nombre. Se sentó en una de las sillas y tiró de la palanca. Fresa, $ y 7. La primera tirada había fallado

Él continuaba con jugando en las máquinas, delante de aquellas luminosos ingenios para obtener dinero fácil en las salas de juego. Tiraba una y otra vez de las palancas, consiguiendo una y otra vez el mismo negativo resultado. Se estaba cansando de esas putas máquinas trucadas, aunque sabía que era muy improbable hacerse rico con ellas, le estaba resultando muy molesto que no haya conseguido ni una única vez, al menos, conseguir una devolución, ni una. Entonces se acercó el pelirrojo hablándole de que había sudado la camiseta para conseguir los tarjetas, aunque en su caso sólo tenía una.

-Bueno, yo también he conseguido la mía, aunque quizás a ti te haya gustado más la forma de conseguirla-le respondió guiñándole un ojo.-

Después Deadpool hizo lo propio, aunque iba en su forma de cánida que llevaba tiempo sin ver. Hablando entre dientes porque la tenía entera en la boca (la tarjeta no mal pienses). Tenían que ir a la sala de interrogatorios en donde estaban los encargados de hacerlo para que pudiera coger sus ropas, disfrazarse de ellos y entrar más fácilmente. Le quitó de entre sus afilados dientes caninos la tarjeta y aceptó ir, no sin antes encargarse del asunto que tanto le estaba cabreando. Acercó la mano derecha a la máquina, por su muñeca salió un aparato que servía para esconder y manipular algunas pequeñas cosas, por la cual salió un dial de rayo. Electrocutó la máquina con un potente chispazo.

-Puto chucho flamígero-le llamó por el apodo que hace ya bastante tiempo le llamaba cuando lo veía en su forma animal.-No podías intentar al menos no babear en la tarjeta... Bueno, nos vamos. Y tú, camina al lado mío como si fueras mi mascota-concluyó mirando al perro -

Empezó junto a los otros dos a caminar hacia el lugar al cual les había indicado Dead guiándoles como si de un perro ayudante de ciegos se tratase. él iba limpiando la tarjeta con los vestidos de las viejas mientras hacia el recorrido, éstas eran tan idiotas que no eran capaces de notarlo. La máquina a la cual había electrocutado antes, explotó detrás de ellos mientras ahora la mayoría de los de seguridad iban en esa dirección extrañados por el suceso que también consiguió destruir unas tres tragaperras más que se encontraban en las cercanías. Gracias a ésto el dinero de dentro de ellas empezó a volar por los aires, lloviendo un sin fin de monedas que los ludópatas que pasaban el día ahí recogían desesperados por un poco más de dinero. Los guardias intentaban detenerlos pues estaban robando el dinero al dueño lo que causó diversas peleas entre el personal de seguridad y los clientes desesperados por su vicio de jugar compulsivamente. Era todo un caos provocado por él y que sin duda les ayudaría a todos pues no paraban de moverse los empleados de un lado a otro dificultando mucho la correcta vigilancia y seguridad del casino.

Abrió la puerta con la tarjeta, ya seca, que cogió de la boca de su amigo, ahora falsa mascota. Entraron sin ser apenas vistos por nadie pues seguían más ocupados en parar esa pequeña anarquía formada por Stinger que en ellos. Entraron y vio los cuerpos tirados de los seguratas. Fue a por el traje más limpio y se lo puso. Se miró en el reflejo de uno de sus fijándose en si quedaba convincente su disfraz. Aunque en realiad lo que quería ver era si realmente seguía estando atractivo. La verdad era que las mujeres tenían cierta debilidad por los uniformes, quizás se lo guardase para alguna futura posible conquista en el cual tenga que utilizarlo.

-Bueno tú me dirás... -le dijo a Deadpool- ¿Dónde está Ramona?.-

Se acomodó bien la camisa, arreglando la corbata y poniéndola acorde a su gusto. Se puso encima una chaqueta que serviría para ocultar sus armas y así no levantar sus pechas, dejó todo su anterior atuendo escondido en esa misma sala, aunque no le importaba perderlo, podía conseguir más si así se lo proponía. Con una porra en la mano que movía con rapidez se sentía con ganas de usarla, quizás sus armas blancas era demasiado efectivas, impidiéndole disfrutar del momento.