[Pivado/Pasado Mecha-J / Leah] ¿Cazador o Cazado?

(Antes de llegar a la Isla)

Un informe llegó a las manos del robot por parte de un superior. “Tú, hojalata, tu amiga y tú tenéis una nueva misión” le digo aquel idiota de forma despectiva, apunto estuvo de tirarle una piedra pero tuvo suerte de que se calmara... y de que no hubieran piedras por el cuartel.

Leah se encontraría seguramente haciendo cosas de chicas, como atizar a alguien para que le traiga un bocadillo, hacer un concurso de eructos, patear paredes, ya sabéis cosas de chicas. J no leyó ni el informe, pues era un mandado, así que puso rumbo hacia la nada en busca de su compañera. A punto estuvo infinidad de veces de comerse el informe, cosa que no habría sido muy rara, pero el papel esta vez tuvo suerte pues el apartado de almacenaje del robot estaba lleno.

Después de una largo recorrido encontró a Leah pateando la pared del comedor mientras atizaba a un pobre recluta y eructaba en modo de burla, o eso creía recordar J que hacía. No tardo en pegarle una paliza antes de preguntarle el por que de su presencia, después de no explicarle nada, ya que no sabía nada, le dio el papel y aguardó a que lo leyera. Estaba decidido, esa iba a ser su nueva misión... La Captura del Pirata Crochet.

No tardaron en prepararse para embarcar, y de camino a su nuevo rumbo Leah puso al corriente al Mecha, pese a que quizás no le escuchara, o lo mal interpretara como siempre hace, ella lo intentó pues esperaba un poco de su atención... y no fue en vano, pues si a alguien escucha Johnny es a su amiga del alma.

Le contó que su misión consistía en ir a Isla Kumate y esperar allí a su objetivo, el Capitán Crochet, parecía que el pirata tenía un asuntillo que atender en aquella isla alejada de la civilización, los dos reclutas no habían estado nunca allí y tampoco habían escuchado hablar sobre ella ni lo más minimo. Ni se les pasó por la cabeza preguntar, pues ir a la aventura era mucho más emocionante, una vez llegaran a la isla, establecerían allí un campamento base y aguardarían al pirata, su objetivo era claro, cazarle... vivo o muerto.

(Actualidad: Desembarco en la Isla)

“Vaya... que isla más espectacular” Pensó seguramente algún hombre random del barco. Johnny en cambio señalo mientras se aproximaban a la isla a uno de los inmensos árboles que allí habían y girando su cara hacia Leah dijo – Cuanto. Papel. De culo.- No tenía ni el más sentido, como todo en el bueno de Johnny, pero a Leah le solía divertir su comportamiento. Su voz robotica hizo despertar el interés de algunos cadetes que en aquel barco se encontraban, pues nuestro dos inseparables compañeros habían ido como invitados en el barco de otra brigada la cual tenia en su rumbo aquella isla.

Seria sencillo, les dejarían con provisiones para una semana y una vez completada la misión llamarían mediante Den Den Mushi y un barco pasaría al cabo de un día o dos a la larga para recogerles. Uno de los allí presentes en la cubierta del barco no aguantó más la curiosidad y se aproximó a J para preguntarle sobre lo extraño que era, en un segundo, bombardeo al Mecha con tantas preguntas que su inservible y dañado cerebro no pudo soportar y colapso. Esto era algo común, como bien dije, nada de lo que hacía ya de por si solía tener sentido pero si se le cruzaba algún “cable”, y nunca mejor dicho, podía llegar a ser aún peor.

Cogió al pobre, frágil e indefenso chico como si de un borracho se tratase y pegandole una patada en el culo lo lanzó del barco. Hay que decir que tubo suerte, los dos, el chico por un lado había caído en el agua y no muy lejos de la orilla, J por otro lado, no recibió ningún castigo, ni el más mínimo del Capitán de aquel barco pues había sido informado en cierta medida sobre los dos individuos y sabría que por narices algo como eso llegaría pasar.

Amarraron el barco durante unos instantes, el tiempo suficiente para que el dúo bajara en una pequeña barca cargando en él las provisiones dejándolos a su suerte. El apuesto robot se hizo cargo de los remos y con un gran brío remó hasta la orilla a una velocidad bastante increíble.

Al llegar y bajar todo del bote, se giró hacia el barco y contemplando como rescataban al chico se despidió de ellos alzando la mano y ondeandola de un lado a otro. Habiendo sido cortés al despedirse, comenzó a hacer estiramientos como un autentico gimnasta, su cuerpo crujía sin parar por todas partes y refiriéndose una vez más a Leah, la cual estaba contemplado los alrededores de la inmensa isla en la que se encontraban le pidió – Foto.- Fue algo conciso y claro, ella, por ya varios años tratando con este pieza, le entendió y le mostró la foto del pirata al que debían buscar.

J la cogió en sus manos y la analizó de arriba a abajo, era un apuesto hombre entrado ya en sus años con una larga melena negra rizada y por raro que pareciera con todos los dientes, lo supo por que sonreía en la foto y se dedicó a contarlos. Llevaba un atuendo piratíl muy común, de color rojizo con varios motivos dorados, como los botones, lo cual daba a entender que poseía grandes riquezas. Lo más curioso de ese hombre es que le faltaba un mano, en su lugar tenia un garfio reluciente de un material que parecía pura plata.

Capitán Crochet:

Aguardando las ordenes de su no-superior Leah, la cuales no tardarían mucho en llegar, esperó allí de pie mientras seguía analizando aquella foto.

Isla Kumate. No le sonaba absolutamente de nada aquel nombre y la información proporcionada por sus superiores era tan concisa como escueta. Solo objetivo principal y breve descripción de su expediente y carrera criminal como piratilla del ancho mar. Según especificaba en su descripción se requería la acción de un grupo reducido para no llamar la atención pero siempre daba la impresión de que los mandaban discretamente a misiones suicida con la esperanza de que no volviese jamás. Leah estaba extrañamente contenta, le entusiasmaba ser la líder de una pequeña expedición, tan pequeña que solo eran dos personas, pero bueno para el caso valdría.

El viaje en barco fue menos movido de lo esperado, ya que solo un Marine fue herido en su realización y eso era una proporción de uno a treinta. Aprovecharon la ruta de un gran galeón de la Marina el cual pasaba cerca de la isla a la que se dirigían, haría un pequeño alto en su travesía y después continuaría su marcha sin mucha más preocupación que mostrar por el robot y la chica. Con un simple bote y las provisiones justas desembarcaron en la costa. Leah no se molestó en despedirse de la brigada de Marines que les había traído en su barco, en lugar de eso observaba detenidamente el repugnante rostro de aquel pirata, su sonrisa despreciable, su cautivadora mirada de rufián y por supuesto su extremidad mutilada en un muñón escondido bajo un terrible garfio metálico.

Tras escuchar a J le tendió la fotografía esperando pacientemente que terminase de hacer sus estúpidas cosas de desequilibrado mental. De robot quería decir. Su misión era clara pero no tenían ni idea de por dónde empezar. Dejaron las cosas en la playa sin preocuparse demasiado por ellas y se aventuraron al interior de la isla. A parte de los típicos sonidos de animales como el de algún que otro pájaro, no había nada que realmente indicase peligro inminente. Lo malo es que aquella calma solía ser el indicativo de que se aproximaba peligro inminente. Después de andar un rato se encontraron en una encrucijada de caminos, una bifurcación que se dividía en izquierda y derecha.

La chica se frotaba la barbilla pensativa, como siempre que hacía para darse aires de interesante aunque no estuviese pensando en nada. Lo cierto es que esta vez lo estaba haciendo, mira tú por dónde.

- Tardaríamos la vida en explorarlo todo si vamos uno a uno, J-kun. Ambos jóvenes se miraron, era obvia la decisión a tomar. Debían estudiar la mejor forma de cubrir el terreno separándose tras realizar un estudio topográfico de la zona, aislando los puntos óptimos donde se podría establecer un campamento para una tripulación pirata más o menos numerosa. O no. Cara, derecha, cruz, izquierda. Dijo sacando su moneda de cobre del bolsillo. No tenían ni idea de que camino llevaría a la perdición y cual a una pista la cual seguir por lo que dejarían esa elección a la suerte. El que no le tocase a Leah sería el camino que exploraría el robot.

La moneda dio unas vueltas en el aire antes de ser cazada al vuelo por la Marine. La depositó en el dorso de su otra mano y comprobó cómo la cara de su moneda la miraba de forma burlona. Estaba decidido, ella iría por la derecha, él por la izquierda. Quedaron en ese mismo punto en una hora y si uno de los dos no volvía el otro iría a buscarlo. No man left behind, una máxima para ellos cuando actuaban juntos.

Asintió en todo momento mientras Leah pensaba pese a que no dijera nada, simplemente se preparaba para las ordenes, si hacía un movimiento de cuello sin estiramientos podría existir la posibilidad de desnucarse, dios no lo quisiera, por ello estaba preparado para el momento y acepto sin rechistar la decisión de su compañera.

Le tocaba irse por la izquierda, vaya que palo la mano con la que suele tocarse, un largo recorrido en solitario por la playa le esperaba. Echó la mano al bolsillo de su chaqueta y sacó de él una bocina pequeña con forma de cerdo en miniatura, mientras caminaba a lo largo de la arena estiraba del rabo a su miniatura la cual reproducía una y otra vez el sonido del animal, por cada emisión de este, Mecha-J reía con su voz rebotica dando parones en el sitio para llevarse las manos al pecho al reír.

Algo llamó su atención e hizo que volviera aquel adorable cerdito a su bolsillo, era un gran circulo compuesto por cuerda en el suelo el cual se extendía hasta lo alto de uno de los arboles que comenzaban el bosque, en el centro de dicho circulo había lo que parecía un supuesto conejo sin vida alguna, claramente una trampa de caza. Por otro lado se encontraba la mente de J, la cual analizando detenidamente la trampa en si y descubriendo que se trataba de una polea con seguramente algún bromista al final no dudó en tirarse contra el conejo de tal forma que calló en la trampa de lleno.

Un tirón del otro lado hizo que el descerebrado Mecha se elevara en la palmera quedando atrapado por su pierna derecha, colgando boca abajo de aquel gran árbol, girando de forma descontrolada a un paso moderado debido a que no tenia ningún apoyo fijo. Cuando el supuesto “cazador” se acercó para ver más de cerca a su presa, se llevó una gran sorpresa a ver lo que allí se encontraba, un hombre con cara de metal. En uno de los giros incontrolados, J pudo analizar de forma rápida, pues estaba comenzando a marearse, a aquel individuo. Se trataba de un supuesto indígena de la zona, piel morena, con algunos tatuajes alrededor de su cuerpo, grandes plumas en su cabeza decorando su cabello a forma de gorro, orejas largas que caían más abajo que el propio cuello y lo más curioso de todo, una desnutrición extraña la cual le hacia un cuerpo algo deforme.

Al siguiente giro del chillido del indígena, J no dudo en darle a aquel desconsiderado invitado un poco de Ley. Extendió sus dedos en un rápido lanzamiento a corta distancia, lo que hizo que el pobre cazador quedara atrapado en una red compuesta por la propia mano de Johnny. La situación era la siguiente: El Mecha se encontraba agarrado a una cuerda por su pierna sin posibilidad de para de girar, por otro lado estaba el indígena el cual, atrapado en la red del robot, estaba siendo arrastrado por el propio giro ayudado de la fuerza de J ya que le parecía bastante gracioso.

Ahora los dos se encontraban atrapados haciéndose compañía el uno al otro, uno chillaba mientras era movido de un lado a otro mientras que el otro reía de forma pausada con su tono metalice colgado del árbol, aunque comenzaba a marearse, la poca sangre le estaba subiendo a su poco cerebro pero aún así se divertía. Solo tenían un rayo de esperanza cada uno, el robot ser rescatado por Leah y el gusano de tierra ser rescatado por Leah, o bueno, por sus amigos si es que tenia.

La peor decisión de su vida, maldecía a su moneda como si esta fuese a sentirse culpable y pedirle perdón. Llevaba casi un cuarto de hora andando sin rumbo, teniendo como única guía una especie de sendero que ciertamente parecía hecho por el paso continuo de personas o por lo menos animales. El caso es que de senda natural no tenía nada pero tampoco veía algo que indicase vida inteligente. No le quedaba más remedio que continuar caminando por aquel terreno semi-arenoso esperando un milagro. Y vaya que si llegó el milagro. Uno de sus pasos pisó un montón de hojas que a primera vista parecían caídas de las palmeras cercanas, no bastante lo que hacían allí eran tapar un profundo agujero que había sido excavado en el suelo.

De forma dramática Leah cayó en aquella trampa sin poder hacer mucho más que dar algún que otro grito de sorpresa. Después de todo parecía haberle tocado el peor camino. Solo quedaba descubrir quiénes eran o era el malnacido que iba poniendo trampas por ahí como su la isla fuese suya.

- ¿Ha caído? Preguntó una voz inquisitiva sin fiarse mucho del sonido y la polvareda provocadas por el forzoso descenso. Era un hombre salido de la maleza cercana e iba “camuflado” con hojas de matorral distribuidas por todo su cuerpo, seguramente fijadas con resina o algo parecido y los ojos pintados con una extraña sustancia negruzca. Fue acercándose poco a poco al hoyo para comprobar si en efecto la trampa había funcionado. Como salidos de la nada, otras figuras comenzaron a aparecer de entre  los matorrales cercanos, ataviadas igual que aquel hombre. Había una alta probabilidad de que llevasen un buen rato al acecho esperando a una posible presa. Todos ellos se iban acercando poco a poco al borde del agujero, hasta que el primero asomó lentamente la cabeza por la obertura para comprobar el interior. Amber Hydra Fue todo lo que escuchó, pudiendo apartar el rostro a tiempo para esquivar una gran figura en forma de serpiente compuesta de sustancia viscosa y amarillenta. Todos los allí presentes se quedaron apretando los dientes y con los ojos como platos, pensando que habían atrapado un monstruo que ahora les miraba amenazador.

La cabeza de hidra fue a impactar contra el suelo, sin intención de dar a ninguno de los cazadores, perdiendo la cabeza con el impacto y solidificándose creando una bonita y brillante escultura de ámbar bajo la luz del Sol. De pronto lo que era anteriormente el cuello del monstruo se abrió y de él emergió una chica que no era otra que una Leah bastante cabreada, la cual sin pensárselo dos veces sacó las pistolas para apuntarles. La única razón por la que no disparó fue por la penosa estampa de ver a un grupo de hombres con la cara pintada, cubiertos de barro y hojas, y con armas rudimentarias creadas a partir de palos con puñales atados en la punta, además de espadas normales. Sin poder evitarlo, la chica se abrazó el estómago y estalló en carcajadas, llorando de la risa. Los hombres, por su parte, entre molestos y asustados, se pusieron en una actitud defensiva, hasta que consiguieron distinguir el símbolo impreso en la camiseta de tirantes de Leah: la gaviota azul de la Marina. Los primitivos indígenas se llevaron las manos a la cabeza y comenzaron a llorar y reír como locos. ¿Pero qué…? Pensó la Marine sin entender muy bien el por qué la imitaban… o espera. Claro. Debían pensar que ella era una especie de diosa o algo por el estilo. Se cruzó de brazos con una expresión altiva mientras esperaba alguna reacción por parte de los extraños hombrecillos que no paraban de gritar: “gracias” y “estamos salvados”. Por fin se acercó uno escoltado por otros dos, aún se les notaba temerosos tras lo de antes. Aquel sujeto se quitó la camisa que en su día debió ser blanca y le mostró a Leah su gran y peluda espalda. En ella había un tatuaje con la misma insignia que la impresa en su camiseta.

- ¿Marines…? Alcanzó a preguntar en voz alta pero dirigiéndose a si misma. Ahora sí que no entendía nada de nada.

La escena humillante seguía su curso sin que nadie la detuviera, por muchos intentos que hiciera el indígena para salir de allí todos acababan igual, fallidos, por otro lado J se estaba divirtiendo lo suficiente como para no detenerse, pero, de pronto, unos pasos agitados comenzaron a escucharse desde el interior del bosque, parecía que se aproximaban hacia la orilla en la que se encontraban pues cada vez se oían más fuertes.

La espera no fue muy larga y los culpables de aquellos ruidosos pasos se dieron a conocer, eran... ¡¿Clones del indígena que tenia entre sus dedos?! Pensó el robot al comprobar que prácticamente eran todos iguales, quizás unos un poquito más altos o más bajos, con más o menos pelo, otro con pechos grandes (al ser mujeres) o pequeños...cosas que J no catalogó como distinción obviamente.

Al encontrarse con unos de los suyos encarcelado empezó lo que parecía una disputa a chillido limpio entre el que encabezaba a los nuevos (iba el primero) y el enjaulado. Hablaban un idioma que era incomprensible para J, por mucho que intentara no pillaba una de lo que decían esos tíos. En ese momento unos se acercaron con cautela hasta la mano-red del mecha y con cara de curiosos y un gran “OoOoh” comenzaron a tocarla con palos y a una distancia prudente, los más valientes se ocultaban detrás de otros y lanzaban piedras intentando “dañarla” quizás.

Después de un rato observando aquella conversación con intención de captar algo, Johnny comenzó a reproducir los mismos sonidos que respondía su preso exactamente con su misma voz usando la habilidad de grabación de la que disponía. Lo reproducía justo después de que el preso lo dijera, es decir al mismo instante de grabarlo. Ahora la conversación se había vuelto un triangulo de tres personas en las que dos de ellas, aunque una sin saber que respondía, hablaban con las tercera.

Esto causó un gran asombro en la tribu entera, los cuales en un principio, por miedo, se alejaron y colocaron tras su cabecilla. Este, el portavoz de todos ellos, mostraba un rostro distinto, en lugar de miedo poseía unos rasgos bastante claros que mostraban el inicio de lo que parecía un cabreo. Unas palabras cambiaron todo lo allí ocurrido, con una voz fría y tajante aquella figura de “líder” hizo que todos los presentes se pusieran serios en unos instantes a excepción de uno, el preso. Este en cambio empezó a ser el que mostraba miedo, giró su cuerpo por completo hacia J y comenzó a segregar lagrimas entre unos chillidos apunto del desgarro de voz.

Johnny como seguía sin entender ni papa le parecía todo aquello muy divertido... hasta que un lanzazo proveniente del cabecilla atravesó de lleno la cabeza del pobre e indefenso enjaulado. - Ups – Soltó con su voz metálica Mecha-J de forma automática al ver aquel síntoma de crueldad el cual no se esperaba. Pero eso no terminó ahí, a paso firme y lento sin apartar la mirada del colgante robot, el asesino recogió su arma y en un periquete echo su brazo atrás para ensartar la misma estocada en Johnny. Pobre iluso, a diferencia del humano, el robot poseía su prótesis metálica la cual protegió sin ningún problema al chico de aquella arma chabacana.

De nuevo la mirada de sorpresa inundó el rostro de los presentes, un silencio inundó aquella playa el cual solo era interrumpido por el tranquilo oleaje. La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo, los indígenas temblaban anonadados ante lo desconocido, algo ellos no podían dañar, pero no todo termino ahí, J volvió su mano-red a su estado natural para sin pensarlo dos veces buscar un rasguño en su cara, aquello si rompió el silencio pues todos en un grito de unión chillaron asustados   y fueron rápidamente a esconderse tras un árbol.

Esos gritos asustaron a Johnny el cual chilló, pese a su voz robotica, como una nena y empezó a tambalearse para intentar soltarse con lo cual solo consiguió empezar a moverse de nuevo sobre si mismo. Aquellos extraños huéspedes asomaron sus rostros para espiar a su extraña presa, estaba claro que para ellos J no era de este mundo, era algo más... una deidad. El cabecilla empezó una batalla de murmuros la cual culminó cuando tres de ellos se acercaron con cautela a donde se encontraba el robot.

Dos de ellos lo “amenazaban” con sus lanzas sin apartar las puntas de la dirección del chico mientras que el tercero se aproximaba aún más hasta poder entrar en contacto con la cuerda y romperla. Eran mala gente, pues nadie amortiguó la caída y el robot se estampó contra el suelo, con el golpe tan repentino Johnny perdió su cerdito el cual calló a la arena, pero ni él, ni los tontos malnacidos que le trataron así se dieron cuenta.

El Mecha se puso en pie, comenzó a quitarse el polvo y arena de su ropa. Al terminar con tal acción procedió a darles un capón al inútil que cortó la cuerda, el susodicho se echo al suelo, pese a que no le había dado fuerte el dolor del metal hizo que el indígena se asustara con aquel golpe. Entre quejidos de nenaza pronunció de nuevo palabras sin sentido alguno lo cual hizo que, una vez más, soltaran un “OoOoh” conjunto los presentes seguido de unas palabras de su cabecilla.

Parecía que las palabras iban dirigidas hacía los dos armados que apuntaban a J lo cuales, de forma inmediata, bajaron sus lanzas. Con una fuerza y agilidad considerables y tan solo con una mano, se echaron al robot a hombros apoyando J una nalga en cada hombro. No sabía a donde le llevaban, sabía que en algún momento tendría que volver con Leah, pero de momento, aquello era muy divertido. Riendo de forma pausada, como de costumbre, los indígenas con Johnny en hombros se dirigieron a buen paso hacía el interior del bosque.

- ¿Marines…? Se escuchó otra vez como si volviese a empezar un capítulo de alguna serie después de un “continuará”. Se parecían, en efecto ahora que Leah se fijaba más. Las camisas blancas típicas del uniforme de la Marina, los pantalones negros y botas militares que la propia Leah también llevaba e incluso algunos portaban el pañuelo azul de la Marina atado al brazo o como torniquete… era solo que parecían haber sido atropellados por un rey marino o algo por el estilo, sus ropas estaban para tirar, al igual que sus ánimos. Uno de ellos se le tiró a Leah a los pies y le abrazó las piernas con desesperación.

- ¡Estamos salvados! ¡Sabíamos que la Marina no nos abandonaría! ¡Siempre lo supe! Un torrente de lágrimas y mocos brotaba de los ojos y nariz del Marine cuya barba casi le tapaba el cuello por completo. Leah intentaba zafarse de su agarre mientras su cara denotaba asco. Solo dios sabe dónde habría metido las manos aquel hombre. En seguida llegó otro por detrás y lo apartó de una patada en el costillar. No tenía mejor aspecto que el anterior en absoluto y olía a perro muerto.

- Perdónalo, ha perdido la cabeza, igual que todos aquí. Pero dinos… ¿Dónde está tú barco? ¿Has venido en un gran barco de la Marina, no? ¿Dónde está? Contesta, ¡contesta! Decía esto zarandeándola del cuello de su chaqueta, poseído por la idea de salir de aquella infernal isla. La chica muy amablemente le dejó K.O. de un culatazo en la sien y encañonó a los demás para que no se les ocurriese dar ni un paso. Estaban idos completamente.

- Tenéis serios problemas, y yo no pienso quedarme a solucionarlos. Dicho esto se preparó para salir corriendo de allí, estaba claro el por qué les abandonaron, ella también lo habría hecho. ¡Espera! ¿Entonces no has venido a rescatarnos? Escuchó a su espalda nada más dar el primer paso. El tono de decepción la habría conmovido si su corazón no hubiese estado hecho de piedra.

- Pues no. Contestó sin pesar alguno.

- Llevamos meses aquí, nuestro barco naufrago cerca de la costa y perdimos todo contacto con la flota. Solo conseguimos llegar quince hasta la costa. Hizo una breve pausa. Creímos que eras parte de algún equipo de salvamente, ya habíamos perdido la esperanza.

- Que no, pesao. No hemos venido a salvar a nadie, más bien a… Leah hizo un gesto como que se estrangulaba a sí misma, pero a los Marines eso no les importaba, seguían erre que erre con sus esperanzas de ser salvados.

- Escucha. Esta isla es peligrosa… no es una isla desierta. Hemos perdido buenos hombres a manos de ellos. Intentaba explicar uno de los hombre que no parecía un loco con la rabia. ¿A manos de quién? Preguntó con curiosidad la chica guardando sus armas, todo el mundo parecía bastante más calmado que el principio. ¡De ellos! ¡Los caníbales! Exclamó asustado uno con los ojos muy abiertos y una voz temblorosa-

- ¿Caníbales? ¿Quieres decir gente que se come a otra gente? Leah levantó las cejas con incredulidad. Si eso era cierto tenía que encontrar a Johnny cuanto antes, le encantaría saberlo. O quizás estaba en peligro, si esa información era cierta. Caníbales. Corroboró el más sensato asintiendo con la cabeza. Les hemos visto llevarse cuerpos enteros y dejar atrás trozos que no querían. A la vez que pronunciaba esto algunos Marines se abrazaron y comenzaron a temblar.

- Si no me estáis colando una trola tengo que volver a por mi compañero, habíamos quedado en~

- Es demasiado peligroso. La interrumpió. Está empezando a atardecer y no querrías estar por la selva cuando llegue la noche. Es muy fácil perderse en esta isla. Le aconsejó el Marine.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué lo de por muerto? Preguntó cruzándose de brazos.

- Tenemos un campamento no  muy lejos de aquí. Ven con nosotros, te ayudaremos a buscarle por la mañana. En el fondo Leah sabía que no mentían por una razón: ella era su billete de salida de la isla. Aun así… ¿aceptaría su oferta o se iría a la jungla a la aventura?

No perdía nada, además eran Marines. Consumidos por el ahmbre y la desesperación pero Marines al fin y al cabo. Aceptó porque sabía que J podía cuidarse solito y si recordaba en lo que habían quedado (cosa que dudaba), quizás iria en su busca. Los únicos problemas que veia era la posibilidad de que se hubiese topado con esos misteriosos caníbales o con la banda del pirata que buscaban, si era así se le acababa el tiempo. Esperaba que a J no se le ocurriese ninguna genialidad de las suyas, las cuales solo terminaban en desgracia.

La pandilla de adoradores proseguía su camino al interior de la jungla, los cuales mientras alzaban una y otra vez a J pronunciaban siempre la misma frase. Por lo que parecía se estaban adentrando bastante en aquel frondoso bosque, pero por el momento no habían entablado contacto con ningún tipo de animal. La marcha comenzó a amenguar con el primer contacto con una cuesta muy empinada, se trataba de un montículo bastante gran el cual no llegaba a ser montaña.

El primero en pisar la “cima” fue el líder de los indígenas, este les había estado encabezando todo el camino, al llegar hizo parar al grupo. Los pobres individuos que llevaban al robot en brazos comenzaron a temblar, el cansancio les estaba empezando a atacar y el Mecha no ayudaba mucho con su peso. El cabecilla soltó un discurso mirando hacia el frente, “S´ha vuelto loco” pensó J mientras movía su dedo indice sobre si mismo presionando en la sien en pos de “mostrar” locura a la nada.

Al instante de terminar sus palabras y girar medio cuerpo para señalar con su mano al robot, comenzaron a moverse los dos portadores de la supuesta deidad, cosa que pensaba Johnny ya que había leído infinidad de historias... digo poseía esa información en su base de datos. La loca teoría del Mecha se confirmó al llegar este a hombros de los otros dos a la cima, un gran número de personas con los rasgos de sus captores estaba arrodillados frente a él y mostrando sus respetos sin levantar la cabeza del suelo.

J no se quedó atrás y se metió de lleno en el papel, alzó sus brazos hasta extenderlos al máximo y moviendo repetidamente las manos hizo un movimiento para que todos se alzaran. Al parecer su poder tuvo un gran impacto crítico en la tribu ya que sin llegar a ver ninguno dicha acción comenzaron a levantarse y mirar anonadados al robot, bueno, quizás las palabras firmes del jefe al ver dicho movimiento tuvieran algo que ver.

Tenia una gran cantidad de miradas postradas de forma fija en él, se sentía poderoso, pero antes de poder hacer algún movimiento el pesado del cabecilla volvió a sentar una estocada a su rostro, al ver que no recibía daño alguno el pueblo se asombro con su clásico “OoOoh” grupal, dicho intento de asesino en serie comenzó otro discurso, parecía que trataba de decirles que realmente estaban ante un ser superior, pero bueno eso a Mecha-J no le importaba lo más mínimo, era el centro de atención y tenia que hacer algo para divertir a su público.

Santo de los hombros de los pobres hombres-silla, los cuales cayeron agotados al suelo, y extendió sus brazos para que quedaran bien a la vista. En unos increíbles movimientos simultáneos,  hizo alarde de todo su poder metálico: Por un lado abrió los dedos de su mano derecha, Orden, por la falange. Por otro con su mano izquierda, Ley, lanzó hasta la máxima longitud sus dedos-red y recogiéndolos de forma inmediata para volver a hacer el lanzamiento. Por último con su cara, encendió y apagó sus ojos deslumbrando a todos dando aún más un aire de grandeza al iluminarse, con más intensidad, únicamente su zona.

El poblado no lograba comprender lo que tenían delante de ellos, de nuevo al unisono, pronunciaron una palabra refiriéndose al robot “Tugmuntú”. Parecía que habían nombrado a su nueva deidad, J esperaba que eso significara “Dios entre meros mortales”, “Dios supremo” o algo por el estilo así que se encontraba en una nube. Paró sus cachivaches volviendo a la normalidad, y mostrando un aspecto malvado al mostrar las palmas de sus manos hacía el cielo y alzar su mirada también hacía él, comenzó a reír, como siempre con su voz pausada y metalizada...

Parecía que el poblado se movía, algo entre la multitud se aproximaba hacía el Mecha, al mandar el jefe que se apartaran se pudo ver como traían dos jóvenes un trono, el cual de forma respetuosa al agachar sus cabezas, ofrecieron al robot. Se lo acercaron los pobres guerreros-silla por orden del jefazo y lo trajeron hasta lo alto de la colina para ponerlo tras J, este se giró hacía su nuevo trono y mirando al jefe recibió una confirmación de este al asentir. Johnny no dudó en sentarse en él, era cómodo debía admitir, pero no era momento para comodidades. Cruzó sus piernas y extendió sus brazos hacia la multitud, con la misma risa robotica, con su toque siniestro, dio la orden de que se postraran moviendo sus manos hacía abajo.

Ahora era el rey del lugar, la gente una a una se postraba ante él, el sentimiento de poderío hacía que se olvidara de su misión, pues de momento era tiempo de disfrutar y... ¿Que diantres? Cuando Leah viera esto estaba seguro que le encantaría.