Kaleth
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Era media noche y el mar se mantenía en una inusitada calma, una calma que, aunque extraña en aquellos turbulentos mares, se agradecía. La única figura que se podía vislumbrar cortando el mar, bañada bajo la suave luz de la luna, y a una velocidad estable era uno de los grandes navíos de la marina, el barco que capitaneaba Kaleth Akatsuya, el "Sentencia de Astrea". En el interior de la blanquecina nave únicamente se podía escuchar el pequeño vaivén de las olas al chocar contra la cubierta del navío y, si pasabas cerca de los camarotes el ronquido de algún que otro marine que estaría disfrutando de un sueño reparador en su cómoda litera.
Aquella noche Kaleth no conciliaba el sueño por lo que estaba pasando el tiempo leyendo un interesante relato sobre héroes de antaño quienes armados con sus espadas y lanzas habían enfrentado ejércitos enteros sin sufrir ningún daño y salvado innumerables vidas. Apartó ligeramente el libro a un lado y mencionó.
- Si claro, como si todo fuera tan fácil. -
Sabía por propia experiencia que una batalla no era para nada un juego, pero que fácil lo hacían ver en aquellas historias. Dejó el libro sobre el escritorio y se tumbó sobre su mullida cama a la par que cerraba los ojos y trataba de caer cuanto antes dormido. Todavía no entendía que demonios había pasado. No hacía más de dos meses tenía una buena tripulación repleta de poderosos aliados y grandes amigos como Mifune, Syuzuke o su mejor amigo y bajo su punto de vista hermano Kyle. Eran una banda importante dentro de la marina, un grupo respetado y eficaz, al menos hasta que en medio de una trifulca con unos bandidos se desperdigaron y desaparecieron.
El joven capitán marine cerró los ojos con más fuerza mientras se llevaba las manos a la cabeza, pocas veces se había sentido frágil, pero aquella era una de esas veces. Algo dentro de él le decía que estaban bien, eran fuertes, no caerían tan fácilmente, aunque no podía evitar culparse a él mismo por haber mandado a sus compañeros a aquella misión.
- Se precipitaron nombrándome capitán, no merezco el cargo. -
Tras varias horas dando vueltas al tema al fin el sueño se apoderó del cansado cuerpo de Akatsuya y le sumió en un profundo sueño.
Largo tiempo pasó hasta que los primeros rayos de luz se colaron por el gigantesco ventanal de vidrio de la habitación de Kaleth haciendo que este despertara. Nunca había sido una persona muy dormilona, consideraba que dormir en exceso era malgastar horas que podrían ser utilizadas para cosas más productivas. Se levantó de un salto de la cama y
se acercó al armario para recoger sus ropajes: una camisa blanca, sus pantalones oscuros y su chaqueta de marine sobre los hombros. Una vez vestido caminó hacia la puerta y se paró un segundo antes de abrir. Cerró los ojos y respiró hondo, cambió su rostro de preocupación por su habitual cara serie e indiferente y salió del camarote, una cosa era sentirse débil y otra muy distinta era demostrarlo. Sin más abrió la puerta y comenzó a dar palmas mientras gritaba.
- ¡Arriba perezosos, hay trabajo que hacer! En unas horas estaremos en Water Seven. -
¿Por qué iban a Water Seven? Era simple, había descubierto que se iba a realizar una reunión de antiguos cazadores de recompensas en la ciudad y por pequeña que fuera, cabía la esperanza de que Kyle y los demás se encontraran ahí debido a que este último, aunque fue durante poco tiempo, había sido, al igual que Kaleth, cazador de recompensas también. A sus compañeros les había mencionado únicamente que harían una parada para realizar un mantenimiento sobre el Sentencia de Astrea, no deseaba darles detalles que no necesitaban saber.
Caminó hacía la cocina y miró el desayuno fijamente. Aquello ni se acercaba al nivel con el que se cocinaba antes en su barco, su hermano, quien, aunque muy impulsivo era un autentico genio en la cocina.
- ¡Tierra a la vista! -
Se escuchó desde el exterior del barco. Al fin habían llegado a su destino, no iba a perder el tiempo con el desayuno. Cogió una tostada y se marchó a la cubierta del barco a buen ritmo.
- Está bien, prestadme atención. El plan es el siguiente, aprovisionad el barco, efectuad el mantenimiento del Sentencia de Astrea y esperadme aquí. Tengo que realizar un par de tareas, no tardaré más de unas pocas horas. -
Se podía llegar ya perfectamente al muelle de un salto desde la embarcación y la impaciencia de Kaleth le estaba haciendo pensar en ello como una gran idea.
- ¡Lo dejo en vuestras manos! -
Sin mencionar ninguna palabra más el espadachín se lanzó desde la cubierta hasta el suelo reduciendo el impacto de la caída mediante el uso del Geppou realizando una serie de patadas consecutivas. Ya estaba en la isla, ahora solo debía de encontrar la ubicación de aquella reunión.
Aquella noche Kaleth no conciliaba el sueño por lo que estaba pasando el tiempo leyendo un interesante relato sobre héroes de antaño quienes armados con sus espadas y lanzas habían enfrentado ejércitos enteros sin sufrir ningún daño y salvado innumerables vidas. Apartó ligeramente el libro a un lado y mencionó.
- Si claro, como si todo fuera tan fácil. -
Sabía por propia experiencia que una batalla no era para nada un juego, pero que fácil lo hacían ver en aquellas historias. Dejó el libro sobre el escritorio y se tumbó sobre su mullida cama a la par que cerraba los ojos y trataba de caer cuanto antes dormido. Todavía no entendía que demonios había pasado. No hacía más de dos meses tenía una buena tripulación repleta de poderosos aliados y grandes amigos como Mifune, Syuzuke o su mejor amigo y bajo su punto de vista hermano Kyle. Eran una banda importante dentro de la marina, un grupo respetado y eficaz, al menos hasta que en medio de una trifulca con unos bandidos se desperdigaron y desaparecieron.
El joven capitán marine cerró los ojos con más fuerza mientras se llevaba las manos a la cabeza, pocas veces se había sentido frágil, pero aquella era una de esas veces. Algo dentro de él le decía que estaban bien, eran fuertes, no caerían tan fácilmente, aunque no podía evitar culparse a él mismo por haber mandado a sus compañeros a aquella misión.
- Se precipitaron nombrándome capitán, no merezco el cargo. -
Tras varias horas dando vueltas al tema al fin el sueño se apoderó del cansado cuerpo de Akatsuya y le sumió en un profundo sueño.
Largo tiempo pasó hasta que los primeros rayos de luz se colaron por el gigantesco ventanal de vidrio de la habitación de Kaleth haciendo que este despertara. Nunca había sido una persona muy dormilona, consideraba que dormir en exceso era malgastar horas que podrían ser utilizadas para cosas más productivas. Se levantó de un salto de la cama y
se acercó al armario para recoger sus ropajes: una camisa blanca, sus pantalones oscuros y su chaqueta de marine sobre los hombros. Una vez vestido caminó hacia la puerta y se paró un segundo antes de abrir. Cerró los ojos y respiró hondo, cambió su rostro de preocupación por su habitual cara serie e indiferente y salió del camarote, una cosa era sentirse débil y otra muy distinta era demostrarlo. Sin más abrió la puerta y comenzó a dar palmas mientras gritaba.
- ¡Arriba perezosos, hay trabajo que hacer! En unas horas estaremos en Water Seven. -
¿Por qué iban a Water Seven? Era simple, había descubierto que se iba a realizar una reunión de antiguos cazadores de recompensas en la ciudad y por pequeña que fuera, cabía la esperanza de que Kyle y los demás se encontraran ahí debido a que este último, aunque fue durante poco tiempo, había sido, al igual que Kaleth, cazador de recompensas también. A sus compañeros les había mencionado únicamente que harían una parada para realizar un mantenimiento sobre el Sentencia de Astrea, no deseaba darles detalles que no necesitaban saber.
Caminó hacía la cocina y miró el desayuno fijamente. Aquello ni se acercaba al nivel con el que se cocinaba antes en su barco, su hermano, quien, aunque muy impulsivo era un autentico genio en la cocina.
- ¡Tierra a la vista! -
Se escuchó desde el exterior del barco. Al fin habían llegado a su destino, no iba a perder el tiempo con el desayuno. Cogió una tostada y se marchó a la cubierta del barco a buen ritmo.
- Está bien, prestadme atención. El plan es el siguiente, aprovisionad el barco, efectuad el mantenimiento del Sentencia de Astrea y esperadme aquí. Tengo que realizar un par de tareas, no tardaré más de unas pocas horas. -
Se podía llegar ya perfectamente al muelle de un salto desde la embarcación y la impaciencia de Kaleth le estaba haciendo pensar en ello como una gran idea.
- ¡Lo dejo en vuestras manos! -
Sin mencionar ninguna palabra más el espadachín se lanzó desde la cubierta hasta el suelo reduciendo el impacto de la caída mediante el uso del Geppou realizando una serie de patadas consecutivas. Ya estaba en la isla, ahora solo debía de encontrar la ubicación de aquella reunión.
Crimson
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Desde el norte de la isla, un gran barco de tonos rojizos, color que tenía casi obsesionado al capitán del navío, se aproximaba abriéndose camino entre la espesa niebla que los inundaba. De aquella nave resaltaba la bandera negra que ondeaba encima del más alto de los mástiles, demostrando claramente que se trataban de una tripulación pirata, aunque en ésta ocasión no venían para alborotar la isla, al menos no todos los miembros de la banda Sons of Anarchy, ya que venían principalmente a recargarse de provisiones mientras Crimson tenía que resolver algunos asuntos en la isla. Recomendó al resto no intervenir.
Una gran reunión de cazarrecompensas se produciría en la capital del agua, Water Seven. No sabía con exactitud el porqué de ese gran congreso de cazadores de piratas, pero tenía que ir a comprobarlo, además de que sentía una gran curiosidad, casi necesidad, por ver a los nuevos integrantes de esa facción desde que él lo había dejado hace ya bastante tiempo, quería ver por si mismo que tan buenos eran los de la nueva generación (cruzando espadas obviamente), aunque no fuese él precisamente viejo.
Según había llegado a sus oídos se agruparían en la mansión en la que habitaba el alcalde de la ciudad. Por lo visto habían sido invitados por alguna razón por el mismo alcalde de la ciudad, esa no sería una situación normal y sólo despertaba aún más su curiosidad y expectación ante los sucesos que podrían acontecer ese día. Prometía ser de todo menos aburrido.
Finalmente llegaron a tierra, en una zona un tanto alejada de la ciudad, para que el barco no sea abordado por nadie en caso de que todos bajasen del mismo. Quedó bien anclado y fijado, impidiendo que pueda moverse. Él sería el primero en bajar de la embarcación no sin antes dar algunas instrucciones a sus tripulantes que serían básicamente que no intervengan en su interrupción de la reunión de cazadores y que mientras él no se encontrase en el barco el que estaba al mando era Zarlet, su subcapitán, aparte de eso, eran libres de hacer lo que quisieran.
Saltó desde la cubierta con un elegante salto, girando en el aire y cayendo de forma grácil sobre el suelo húmedo por la niebla. Empezó a caminar hacia el centro de la ciudad, no tenía ninguna prisa puesto que faltaban aún unas cuantas horas para que se celebrase aquel comité del que esperaba obtener información interesante, pues tantos de ellos juntos sólo podía traer una suculenta recompensa detrás sumado al hecho de que quería ver que tal eran combatiendo. Iba a ser una tarde divertida.
Siguió de frente hasta la ciudad, tardando una media hora en llegar hasta ella. Una vez allí se dirigió a un local en el cual alquilaban Yagaras, unos equinos de mar que llevaban en sus lomos unas barcas. Sirven para el transporte de personas por las canales de agua que sustituyen a las hundidas calles bajo el mar. Es un transporte muy típico en aquel país y que siempre le gustaba usar. Sería lo que le llevase hasta el centro del mismo y a partir de ahí encontrarse con todos. Alguien como él no necesitaba ser invitado a ningún lugar para que decida entrar y adueñarse del lugar .
Una gran reunión de cazarrecompensas se produciría en la capital del agua, Water Seven. No sabía con exactitud el porqué de ese gran congreso de cazadores de piratas, pero tenía que ir a comprobarlo, además de que sentía una gran curiosidad, casi necesidad, por ver a los nuevos integrantes de esa facción desde que él lo había dejado hace ya bastante tiempo, quería ver por si mismo que tan buenos eran los de la nueva generación (cruzando espadas obviamente), aunque no fuese él precisamente viejo.
Según había llegado a sus oídos se agruparían en la mansión en la que habitaba el alcalde de la ciudad. Por lo visto habían sido invitados por alguna razón por el mismo alcalde de la ciudad, esa no sería una situación normal y sólo despertaba aún más su curiosidad y expectación ante los sucesos que podrían acontecer ese día. Prometía ser de todo menos aburrido.
Finalmente llegaron a tierra, en una zona un tanto alejada de la ciudad, para que el barco no sea abordado por nadie en caso de que todos bajasen del mismo. Quedó bien anclado y fijado, impidiendo que pueda moverse. Él sería el primero en bajar de la embarcación no sin antes dar algunas instrucciones a sus tripulantes que serían básicamente que no intervengan en su interrupción de la reunión de cazadores y que mientras él no se encontrase en el barco el que estaba al mando era Zarlet, su subcapitán, aparte de eso, eran libres de hacer lo que quisieran.
Saltó desde la cubierta con un elegante salto, girando en el aire y cayendo de forma grácil sobre el suelo húmedo por la niebla. Empezó a caminar hacia el centro de la ciudad, no tenía ninguna prisa puesto que faltaban aún unas cuantas horas para que se celebrase aquel comité del que esperaba obtener información interesante, pues tantos de ellos juntos sólo podía traer una suculenta recompensa detrás sumado al hecho de que quería ver que tal eran combatiendo. Iba a ser una tarde divertida.
Siguió de frente hasta la ciudad, tardando una media hora en llegar hasta ella. Una vez allí se dirigió a un local en el cual alquilaban Yagaras, unos equinos de mar que llevaban en sus lomos unas barcas. Sirven para el transporte de personas por las canales de agua que sustituyen a las hundidas calles bajo el mar. Es un transporte muy típico en aquel país y que siempre le gustaba usar. Sería lo que le llevase hasta el centro del mismo y a partir de ahí encontrarse con todos. Alguien como él no necesitaba ser invitado a ningún lugar para que decida entrar y adueñarse del lugar .
Kaleth
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Kaleth caminaba en dirección a la ciudad ajustándose el cinto donde portabas sus katanas. Había estado alguna que otra vez en aquella isla y conocía su funcionamiento, también sabía que no era una ciudad muy conflictiva por lo que no deberían de haber problemas pero, ¿Cuándo no los había? No iba a bajar la guardia...
Lo primero era lo primero, hacerse con uno de esos curiosos Yagaras con el cual se desplazaría por la gigantesca ciudad y ya que estaba de paso trataría de conseguir algo más de información sobre la reunión que se iba a realizar ese mismo día. No era común una reunión a gran escala de cazadores de recompensas y mucho menos una que fuera tan mediática, sin duda iban tras algo grande si querían que tanta gente lo supiera.
Tras un largo paseo al fin llegó al local donde se alquilaban aquellas criaturas. Justo al entrar se sorprendió al ver al dueño del local colocando un cartel de "Agotado", al parecer la suerte no estaba de su lado últimamente.
- Si vienes con intención de alquilar uno de mis Yagaras me temo que se acaba de llevar el último un hombre con una gabardina roja. -
Kaleth suspiró y miró a su alrededor, parecía que no iba a poder gozar de una travesía en Yagara esta vez, pero no iba a hacer aquella visita inservible, posiblemente podría conseguir algo de información valiosa en ese lugar.
- Disculpe buen hombre, he escuchado que en esta isla se va a celebrar una reunión de cazadores de recompensas y me preguntaba si usted podría indicarme dónde será exactamente. -
- Claro, todo el mundo sabe que se celebrará en la mansión del alcalde, está algo lejos de aquí si tienes pensado ir andando. Pero veo la insignia de la marina en tu chaqueta ¿Por qué motivo busca un marine ir a tal reunión? -
El joven marine sonrió y miró al vendedor, no parecía cortarse mucho al hablar y eso le gustaba.
- Se podría decir que voy únicamente a reconectar con mi antiguo yo. -
Tras escuchar las indicaciones le dio al propietario del local una pequeña bolsa con oro por la información y caminó en dirección a la salida.
- ¿Seguro que no quieres esperar a que me vuelva uno de mis Yagaras? En un par de horas debería de llegar uno. -
- No te preocupes por mi, tengo bastantes recursos. -
Y en un parpadeo desapareció de la vista de aquel hombre. Haciendo uso del Geppou se alzó en el aire y comenzó a encadenar un Soru detrás de otro para moverse a grandes velocidades en la dirección que le habían dado, no tardaría demasiado en llegar de esa forma. Después de un desplazamiento más largo de lo esperado vio la mansión del alcalde y a un sin fin de cazadores de recompensa esperando en la puerta con ansia para entrar.
Tomó tierra en un rápido movimiento un poco alejado de la concurrida zona para no llamar la atención, guardó su chaqueta de la marina bajo su capa negra, recuperando así su antigua apariencia y se dirigió a donde se encontraban todos aquellos cazadores. Caminaba tranquilo, con seguridad y sobretodo el porte elegante que le caracterizaba. Conocía a algunos de los presentes y no le consolaba lo más mínimo, los había de todos los tipos, hombres, mujeres, bajos, altos, calvos, peludos, peligrosos... sin duda no debía de bajar la guardia ante ese tipo de personas. Sin embargo en la cabeza de Kaleth todavía pasaba un pensamiento por su cabeza.
"Aquí tampoco están"
Lo primero era lo primero, hacerse con uno de esos curiosos Yagaras con el cual se desplazaría por la gigantesca ciudad y ya que estaba de paso trataría de conseguir algo más de información sobre la reunión que se iba a realizar ese mismo día. No era común una reunión a gran escala de cazadores de recompensas y mucho menos una que fuera tan mediática, sin duda iban tras algo grande si querían que tanta gente lo supiera.
Tras un largo paseo al fin llegó al local donde se alquilaban aquellas criaturas. Justo al entrar se sorprendió al ver al dueño del local colocando un cartel de "Agotado", al parecer la suerte no estaba de su lado últimamente.
- Si vienes con intención de alquilar uno de mis Yagaras me temo que se acaba de llevar el último un hombre con una gabardina roja. -
Kaleth suspiró y miró a su alrededor, parecía que no iba a poder gozar de una travesía en Yagara esta vez, pero no iba a hacer aquella visita inservible, posiblemente podría conseguir algo de información valiosa en ese lugar.
- Disculpe buen hombre, he escuchado que en esta isla se va a celebrar una reunión de cazadores de recompensas y me preguntaba si usted podría indicarme dónde será exactamente. -
- Claro, todo el mundo sabe que se celebrará en la mansión del alcalde, está algo lejos de aquí si tienes pensado ir andando. Pero veo la insignia de la marina en tu chaqueta ¿Por qué motivo busca un marine ir a tal reunión? -
El joven marine sonrió y miró al vendedor, no parecía cortarse mucho al hablar y eso le gustaba.
- Se podría decir que voy únicamente a reconectar con mi antiguo yo. -
Tras escuchar las indicaciones le dio al propietario del local una pequeña bolsa con oro por la información y caminó en dirección a la salida.
- ¿Seguro que no quieres esperar a que me vuelva uno de mis Yagaras? En un par de horas debería de llegar uno. -
- No te preocupes por mi, tengo bastantes recursos. -
Y en un parpadeo desapareció de la vista de aquel hombre. Haciendo uso del Geppou se alzó en el aire y comenzó a encadenar un Soru detrás de otro para moverse a grandes velocidades en la dirección que le habían dado, no tardaría demasiado en llegar de esa forma. Después de un desplazamiento más largo de lo esperado vio la mansión del alcalde y a un sin fin de cazadores de recompensa esperando en la puerta con ansia para entrar.
Tomó tierra en un rápido movimiento un poco alejado de la concurrida zona para no llamar la atención, guardó su chaqueta de la marina bajo su capa negra, recuperando así su antigua apariencia y se dirigió a donde se encontraban todos aquellos cazadores. Caminaba tranquilo, con seguridad y sobretodo el porte elegante que le caracterizaba. Conocía a algunos de los presentes y no le consolaba lo más mínimo, los había de todos los tipos, hombres, mujeres, bajos, altos, calvos, peludos, peligrosos... sin duda no debía de bajar la guardia ante ese tipo de personas. Sin embargo en la cabeza de Kaleth todavía pasaba un pensamiento por su cabeza.
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