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Rayne Von Valliere
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Iba deambulando por los callejones un poco borracha, ya que me había tirado una hora bebiendo sin parar. Miré hacia mi bolsillo y vi que ya no sonaba el precioso sonido de monedas chocándose, que atraían por estas calles a tantos indeseables que creían que era una chica inocente y débil, siendo una presa fácil para ellos, que acabarían malparados más adelante puesto que les pegaba palizas y me quedaba yo con su dinero. Miré hacia un chico que deambulaba ebrio por las mismas calles y me acerqué a él lentamente. Le agarré de la barbilla con una mano mientras deslizaba mi mano por sus posaderas para agarrar su cartera, todos eran muy necios, y creían que me iba a abrir de piernas sólo por hacer eso. Le pasé el dedo por los labios y me giré pícara mientras guardaba su cartera entre mi escote, sin que se diese cuenta alguna. Caminé varios metros y el chico gritó enrabiado de que le habían robado la cartera, pero de la última que iba a sospechar, era de mí. Sonreí mientras miraba la cartera y cogía varios billetes que me coloqué en el sujetador. Suspiré agobiada y me dirigí a un pequeño motel, donde me despedí de mi antigua banda. Mis dos hermanas se habían ido cada una por su camino, una para médico y otra para el nuevo mundo, y yo me encontraba aquí, sin saber qué hacer con mi vida. Me fui hacia mi habitación y dejé las espadas encima de la mesa, acto seguido me dirigí hacia la ventana, y comencé a observar el alrededor, la ciudad oscura y fría que era por la noche Water Seven. Gruñí una pequeña llamarada y me tendí en la cama mientras me quitaba la chaqueta y el sujetador para dormir más cómoda.
"Tal vez no haya sido tan buena idea quedarme aquí, me tendría que haber ido con Yamato. Mi día a día ahora es robar y tirarme a tíos que están buenorros, ¿qué hago con mi vida? Mamá no estaría orgullosa de mí. Mamá quería que aprendiese la Death Dance..." me decía para mis adentros mientras comenzaba a dormirme, todas las noches era igual, horas y horas pensando y arrepintiéndome antes de irme a dormir.
"Tal vez no haya sido tan buena idea quedarme aquí, me tendría que haber ido con Yamato. Mi día a día ahora es robar y tirarme a tíos que están buenorros, ¿qué hago con mi vida? Mamá no estaría orgullosa de mí. Mamá quería que aprendiese la Death Dance..." me decía para mis adentros mientras comenzaba a dormirme, todas las noches era igual, horas y horas pensando y arrepintiéndome antes de irme a dormir.
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Bajo la oscura noche las calles eran frías y húmedas. Los edificios se alzaban orgullosos como pilares que arañaban el cielo. Los caminos eran solitarios, pero se escuchaba el ruido de fiestas, peleas y reuniones en tabernas y hogares. Era un lugar tan único y tan típico que daba náuseas. un lugar que habría evitado a toda costa de haber tenido elección. Pero la constante huida a la que me veía sometido no me permitía establecerme donde yo quisiera. Una persecución que se había iniciado con la muerte de quince importantes esclavizadores. Incluso muertos seguían fastidiándome la vida. Seguí caminando oculto con una fina túnica de tela marronácea que cubría todo mi cuerpo. Sin embargo la aleta dorsal era problematica y vistosa. No era muy común ver un gyojin por estos lares, pro lo que si me vieran sería fácil que los cazadores de recompensas me encontraran. Ya había matado a tres y no era tarea fácil, tarde o temprano incluso yo me vería superado. Mientras aceleraba el paso me topé con una curiosa escena en un callejón. Un par de hombres golpeaban a otro, seguramente por diversión. Me acerqué a ellos.
-No está nada bien golpear a la gente de esta manera. Podéis hacerle mucho daño- Les dije sonriendo.
Los dos hombres se quedaron atónitos ante mi intervención, seguramente no esperaban que alguien los detuviera. Y menos estando solo. La diversión no tardó en llegar. Estaban ebrios y fuera de control, así que me atacaron sin miramientos como si yo fuera tan débil como ellos. Agarré al primero por el cuello y apreté mi mano con fuerza. Sentía el temblor de su cuerpo y cómo la vida se escapaba de él. Cada segundo moría un poco más y yo me sentía más vivo. Apreté más su cuello y sonó un chasquido. Se había terminado. El otro cayó de espaldas entre sollozos suplicando mi perdón y piedad.
"¿Piedad? Esa es una palabra muy grande para alguien que no la tenía hacía unos segundos. Debo mostrarle mi peidad" pensé.
Desenvainé la espada que llevaba a la espalda y la acaricié con ternura. Aquella espada había iniciado todos mis problemas, pero también los solucionaba. Era la diferencia entre mi vida y la muerte de mi enemigos, mi única aliada y compañera. Su acero era frío e irregular, pero me hacía sentir seguro y poderoso. La elevé en el aire dejándola sustentada unos segundos, para que saboreara la fresca brisa nocturna. Aproveché la fuerza de la gravedad para dejar caer el arma con potencia sin mucho esfuerzo. Las paredes de mi alrededor se tiñeron de rojo y me llegó el olor de la sangre caliente. Miré a al víctima de los dos que acababan de morir. También había fallecido, le habían golpeado hasta la muerte y no tenía su bolsa, había sido un intento de robo que se había complicado. Si no hubiera sido tan débil estaría vivo. Pero ahora su dinero y el de los otros dos energúmenos me pertenecía. La ley del más fuerte era la única que respetaba y hacía cumplir.
-No está nada bien golpear a la gente de esta manera. Podéis hacerle mucho daño- Les dije sonriendo.
Los dos hombres se quedaron atónitos ante mi intervención, seguramente no esperaban que alguien los detuviera. Y menos estando solo. La diversión no tardó en llegar. Estaban ebrios y fuera de control, así que me atacaron sin miramientos como si yo fuera tan débil como ellos. Agarré al primero por el cuello y apreté mi mano con fuerza. Sentía el temblor de su cuerpo y cómo la vida se escapaba de él. Cada segundo moría un poco más y yo me sentía más vivo. Apreté más su cuello y sonó un chasquido. Se había terminado. El otro cayó de espaldas entre sollozos suplicando mi perdón y piedad.
"¿Piedad? Esa es una palabra muy grande para alguien que no la tenía hacía unos segundos. Debo mostrarle mi peidad" pensé.
Desenvainé la espada que llevaba a la espalda y la acaricié con ternura. Aquella espada había iniciado todos mis problemas, pero también los solucionaba. Era la diferencia entre mi vida y la muerte de mi enemigos, mi única aliada y compañera. Su acero era frío e irregular, pero me hacía sentir seguro y poderoso. La elevé en el aire dejándola sustentada unos segundos, para que saboreara la fresca brisa nocturna. Aproveché la fuerza de la gravedad para dejar caer el arma con potencia sin mucho esfuerzo. Las paredes de mi alrededor se tiñeron de rojo y me llegó el olor de la sangre caliente. Miré a al víctima de los dos que acababan de morir. También había fallecido, le habían golpeado hasta la muerte y no tenía su bolsa, había sido un intento de robo que se había complicado. Si no hubiera sido tan débil estaría vivo. Pero ahora su dinero y el de los otros dos energúmenos me pertenecía. La ley del más fuerte era la única que respetaba y hacía cumplir.
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Water Seven... También conocida como la capital del agua. Un lugar lleno de basura humana y aclamada por sus grandes astilleros y sus grandes trabajos en carpintería, un lugar perfecto para cobrarme unas cuantas muertes y bañarme en su sangre.
Era de noche, me encontraba dentro del agua, observando la ciudad con paciencia. Lo único que podía verse de mi en aquel momento eran mis ojos de ese colo ámbar y mi cabello albino que destacaban sobre el mar, pero que la fina capa de oscuridad que cubría el cielo, se encargaba de tapar. -Allá voy... Water Seven... Déjame conseguir aquello que anhelo a tu costa.- Pensaba yo mientras me sumergía y empezaba a nada a gran velocidad hacia la isla. Seguramente, al ser de noche, poca gente rondaría por las calles, y eso me otorgaría mayor facilidad para cumplir mi objetivo sin tener represalias en mi contra. Además, el color de mi piel jugaba a mi favor aunque a la vez en mi contra. Por detrás era fácil de ocultar, pero mi parte delantera mostraba un llamativo color blanco que no pasaría desapercibido ante la mirada de los curiosos, por ello, debería ir con cuidado.
Finalmente alcancé la costa, una un tanto extraña. En ella yacían montones de restos de bracos destrozados y otros utensilios, de tal forma que ese lugar se asemejaba a un vertedero, si es que realmente no lo era. Empecé a caminar en dirección a la ciudad, dejando la mayoría del agua que había salido adherida a mi piel, por el suelo de aquel lugar.
Las calles permanecían en silencio. La mayor parte de la gente estaba durmiendo plácidamente en sus casas, sin saber que yo, estaba en la isla. Aunque, realmente, por mucho que lo supieran, no se darían cuenta de su error, al demostrar su ignorancia. Mi nombre no era famoso, y mucho menos mi apariencia. Mi solo presencia no infundía el miedo, mas algún día lo haría, y por todo lo alto. Era la era de los gyojins, era mi era.
-Preparaos Humanos. No sois conscientes del terror que os concierne.- Susurré, dejando ver como esbozaba una sonrisa de medio lado y mis ojos expresaban una actitud pícara y despiadada.
Era de noche, me encontraba dentro del agua, observando la ciudad con paciencia. Lo único que podía verse de mi en aquel momento eran mis ojos de ese colo ámbar y mi cabello albino que destacaban sobre el mar, pero que la fina capa de oscuridad que cubría el cielo, se encargaba de tapar. -Allá voy... Water Seven... Déjame conseguir aquello que anhelo a tu costa.- Pensaba yo mientras me sumergía y empezaba a nada a gran velocidad hacia la isla. Seguramente, al ser de noche, poca gente rondaría por las calles, y eso me otorgaría mayor facilidad para cumplir mi objetivo sin tener represalias en mi contra. Además, el color de mi piel jugaba a mi favor aunque a la vez en mi contra. Por detrás era fácil de ocultar, pero mi parte delantera mostraba un llamativo color blanco que no pasaría desapercibido ante la mirada de los curiosos, por ello, debería ir con cuidado.
Finalmente alcancé la costa, una un tanto extraña. En ella yacían montones de restos de bracos destrozados y otros utensilios, de tal forma que ese lugar se asemejaba a un vertedero, si es que realmente no lo era. Empecé a caminar en dirección a la ciudad, dejando la mayoría del agua que había salido adherida a mi piel, por el suelo de aquel lugar.
Las calles permanecían en silencio. La mayor parte de la gente estaba durmiendo plácidamente en sus casas, sin saber que yo, estaba en la isla. Aunque, realmente, por mucho que lo supieran, no se darían cuenta de su error, al demostrar su ignorancia. Mi nombre no era famoso, y mucho menos mi apariencia. Mi solo presencia no infundía el miedo, mas algún día lo haría, y por todo lo alto. Era la era de los gyojins, era mi era.
-Preparaos Humanos. No sois conscientes del terror que os concierne.- Susurré, dejando ver como esbozaba una sonrisa de medio lado y mis ojos expresaban una actitud pícara y despiadada.
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Había pasado media noche, y no podía pegar ojo porque la cabeza no me permitía dormir por las lamentaciones que tenía. Me levanté medio desnuda y miré por la ventana, sacando medio cuerpo por ésta. Vi que había un chico bastante guapo abajo, así que agarré una de mis espadas, me la coloqué en el cinturón del pantalón y salté por la ventana, ya que era un entresuelo y estaba a ras del suelo. Me acerqué hacia él y me lo quedé mirando mientras tapaba mis pechos sonrojada.
-Nee... M... me han robado en el callejón y... bueno... ya ves como me han dejado -djie muy tímida, mantenía esta aptitud a propósito- nee, me siento muy insegura... ¿me acompañas a casa...?
-¡Claro mujer! Encantado te acompaño -me dijo muy sonrojado, había picado en mi caña- ¿dónde vives?
Le agarré del cuello de la camisa y lo dirigí hacia mi habitación, empujándolo por la ventana muy bruscamente. "Aquí" le dije mientras le pasaba el dedo por el cuello y lo tendía en mi cama. Le bajé la ropa rápidamente y miré hacia sus partes, llevándome un buen disgusto. Suspiré y me tumbé en la cama cabreada indicándole de que saliera por la ventana.
-¿Pero, por qué? ¿Por qué haces esto? -simulé el tamaño de su aparato con las manos mientras ponía cara de decepción- ¡da igual! Soy muy bueno, el tamaño no importa...
-Nee, en fin, ya que estoy con el calentón...
Pasaron cinco minutos y el chico ya estaba exhausto. ¿En serio? El chico estaba tumbado encima de mí acariciándome el pelo como si hubiera hecho algo extraordinario. Antes de que pudiera echarle de encima mío, vi cómo la pared de la ventana comenzaba a romperse y miré sorprendida hacia un cadáver que caía lentamente ensangrentando el suelo. Salté hacia mis espadas rápidamente y apunté con las dos espadas hacia el que parecía haber hecho todo, pero no podía observarlo bien por la densidad del humo, así que me dediqué simplemente a apuntar con las dos espadas hacia la silueta gigante estando desnuda, eso me importaba un carajo, estaba como me trajeron al mundo..
-Nee, me has interrumpido lo que se suponía que era un polvo... -giré la cabeza y miré mal al chico moreno- ¡¿qué coño haces?! -acabé preguntando muy indignada mientras rugía una llamarada por la boca, no podía ni controlar mi zoan mítica.
-Nee... M... me han robado en el callejón y... bueno... ya ves como me han dejado -djie muy tímida, mantenía esta aptitud a propósito- nee, me siento muy insegura... ¿me acompañas a casa...?
-¡Claro mujer! Encantado te acompaño -me dijo muy sonrojado, había picado en mi caña- ¿dónde vives?
Le agarré del cuello de la camisa y lo dirigí hacia mi habitación, empujándolo por la ventana muy bruscamente. "Aquí" le dije mientras le pasaba el dedo por el cuello y lo tendía en mi cama. Le bajé la ropa rápidamente y miré hacia sus partes, llevándome un buen disgusto. Suspiré y me tumbé en la cama cabreada indicándole de que saliera por la ventana.
-¿Pero, por qué? ¿Por qué haces esto? -simulé el tamaño de su aparato con las manos mientras ponía cara de decepción- ¡da igual! Soy muy bueno, el tamaño no importa...
-Nee, en fin, ya que estoy con el calentón...
Pasaron cinco minutos y el chico ya estaba exhausto. ¿En serio? El chico estaba tumbado encima de mí acariciándome el pelo como si hubiera hecho algo extraordinario. Antes de que pudiera echarle de encima mío, vi cómo la pared de la ventana comenzaba a romperse y miré sorprendida hacia un cadáver que caía lentamente ensangrentando el suelo. Salté hacia mis espadas rápidamente y apunté con las dos espadas hacia el que parecía haber hecho todo, pero no podía observarlo bien por la densidad del humo, así que me dediqué simplemente a apuntar con las dos espadas hacia la silueta gigante estando desnuda, eso me importaba un carajo, estaba como me trajeron al mundo..
-Nee, me has interrumpido lo que se suponía que era un polvo... -giré la cabeza y miré mal al chico moreno- ¡¿qué coño haces?! -acabé preguntando muy indignada mientras rugía una llamarada por la boca, no podía ni controlar mi zoan mítica.
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Recogí todas las bolsas de dinero que pude y me las guardé. Era más dinero del que había llevado en toda mi vida y, aun así, no sería suficiente ni para vivir una semana. Aunque esta noche me daría un placer. Alquilaría una habitación en una posada y me pediría algo delicioso para comer. Sería peligroso y no podría esconderme fácilmente, pero... ¿qué importaba ya? Retomé mi camino en busca de la posada más ruinosa que encontrara. Tampoco tenía dinero suficiente como para derrocharlo. Mi búsqueda fue infructuosa durante más de veinte minutos. Tuve que esquivar grupos de gente grandes y evitar muchas posadas de demasiado lujo para mí. Esta ciudad empezaba a desagradarme aún más. Pero, justo cuando volvía a mi cabeza la idea de dormir en algún sitio a la intemperie, la encontré. La posada perfecta. Bueno, perfecta para mi situación. Las paredes eran de arenisca y se rasgaba solo con tocarla. Un buen golpe las destrozaría. Y era pequeña. Un lugar lúgubre que podría refugiar a alguien como yo.
-Hasta donde yo sé, que no es mucho, los humanos no tenemos aletas. Parece que estamos de suerte, chicos-
Aquella voz me sacó de mi ensimismamiento. No podía ser que me hubieran encontrado aquí también. No había sitio en el que esconderse. Solo podía esperar que fueran cazadores de recompensas novatos y me subestimaran. Si desconocieran mis habilidades podría acabar con ellos fácilmente.
-Si me conocierais no diríais eso. Soy el "Segador". ¡Venid a comprobar por qué me llaman así!- Les reté mientras me giraba para que hicieran un paso en falso.
El truco funcionó. En seguida uno de los cuatro se lanzó al ataque con una lanza corta. Esperé a tenerlo suficientemente cerca para poder tener un corte seguro. Sus amigos se quedaron atrás observando sin apoyarlo, craso error. Desenvainé con rapidez y un tajo limpio y potente partió el cuerpo de mi rival en dos. Un baño de sangre gratificante. Aunque tantos cuerpos por la ciudad empezarían a molestar a las autoridades...
-Eso... ha sido una tontería... tú no sabes quienes somos. Pero nos has hecho un favor, ahora somos menos para repartir- Dijo con un hilo de miedo en su voz.
Hice un gesto con la mano indicando hacia mí para que se acercaran. Su estado dubitativo y el temblor de sus piernas denotaba su cobardía, eran unos principiantes y habían ido a por una presa demasiado jugosa para ellos. Esperé demasiado y me impacienté pero, para mi gozo, decidieron deleitarme con un primer ataque por su parte. Los tres a la vez, no esperaba menos de ellos. Rechazar su embestida no fue difícil, solo tuve que apartarme a un lado y cortar el abdomen al más cercano. Demasiado sencillo, o eso creía. Un dolor lacerante llegó a mi brazo izquierdo y me hizo soltar la espada. Uno de los dos que habías sobrevivido me había cortado con su hoja. Era un tajo horrible y me dolía solo de moverme. Eso me pasaba por confiarme. Cualquier enemigo puede ser mortal. Envalentonados por mi herida y sin temor por la muerte de sus amigos se lanzaron otra vez a por mí, pero solo pude esquivar como un idiota y alejarme poco a poco. Sin el arma no podía hacer mucho, y aún menos teniendo un brazo temporalmente inútil. "Matar o morir, ¡soy un tiburón!"pensé. Me lancé con una actitud suicida que pronto se vio castigada. Una punta de lanza arañó mis costillas y se introdujo en mi carne desgarrándome el costado. Otra herida que podría acabar conmigo, pero no detuve el avance a pesar del dolor. Agarré al lancero por la cabeza y usé todas mis fuerzas para lanzarlo contra su compañero. Volvía a recuperar una parte del movimiento de mi brazo izquierdo, aunque lo seguía sintiendo dolorido y entumecido. Pisé el pecho del hombre que quedo arriba haciendo que escupiera sangre. Lo elevé de los brazos y tiré hasta escuchar como se rompían su huesos para, acto seguido, destrozar su cabeza contra el pavimentado suelo. El restante se quedó paralizado ante su inminente muerte. Me acerqué a paso lento. Intentó cortarme una pierna, pero solo me produjo una herida leve ne la rodilla. No me preocupé por ello y seguí avanzando. Pisé su muñeca y soltó su espada. Lo agarré por el hombro y lo puse a mi altura. Me deleité con el brillo de sus ojos y las lágrimas que caían por sus mejillas.
-Habéis apostado demasiado alto y habéis perdido- Le dije sonriendo.
Abrí mi mandíbula y le mordí en el cuello. Arranqué su yugular y escupí al suelo. Después de todo no me gustaba el sabor de los humanos. Di dos zancadas y lo estampé en la pared de la posada, pero el frágil muro cedió y acabé en el interior de una habitación con el cadáver a mis pies. Frente a mí había una mujer desnuda balbuceando algo y... escupió fuego. En la cama había un tipo desnudo. Salí de la habitación por el agujero de la pared sin decir nada, recogí mi espada y volví. Me acerqué al chico y me senté en la cama.
-Debería matarte, no puedo permitir que se sepa nada de mí. Vístete y sal de aquí... ¡Ya!- Le grité.
Obedeció sin pestañear, se vistió con su pantalón, agarró las botas y la camisa y salió de la habitación. Se vistió en el exterior y empezó a correr mientras sus piernas goteaban orina y sus ojos lágrimas. La chica me apuntaba con espadas, pero la ignoré demostrándole que no me preocupaba.
-Lo siento, he espantado a tu novio. Pero vas a salir ganando. Necesito una cama para esta noche y no me vendría mal algo de compañía. Así que decidido, me quedaré aquí y tu serás mi compañera. Por cierto, antes de que digas nada, ¿qué era ese fuego?- Le pregunté.
Realmente no me había preocupado por si se negaba, podría matarla perfectamente o espantarla como a su pareja, pero me había resultado muy interesante lo del fuego y quería satisfacer mi curiosidad, a parte de satisfacer otras cosas.
-Hasta donde yo sé, que no es mucho, los humanos no tenemos aletas. Parece que estamos de suerte, chicos-
Aquella voz me sacó de mi ensimismamiento. No podía ser que me hubieran encontrado aquí también. No había sitio en el que esconderse. Solo podía esperar que fueran cazadores de recompensas novatos y me subestimaran. Si desconocieran mis habilidades podría acabar con ellos fácilmente.
-Si me conocierais no diríais eso. Soy el "Segador". ¡Venid a comprobar por qué me llaman así!- Les reté mientras me giraba para que hicieran un paso en falso.
El truco funcionó. En seguida uno de los cuatro se lanzó al ataque con una lanza corta. Esperé a tenerlo suficientemente cerca para poder tener un corte seguro. Sus amigos se quedaron atrás observando sin apoyarlo, craso error. Desenvainé con rapidez y un tajo limpio y potente partió el cuerpo de mi rival en dos. Un baño de sangre gratificante. Aunque tantos cuerpos por la ciudad empezarían a molestar a las autoridades...
-Eso... ha sido una tontería... tú no sabes quienes somos. Pero nos has hecho un favor, ahora somos menos para repartir- Dijo con un hilo de miedo en su voz.
Hice un gesto con la mano indicando hacia mí para que se acercaran. Su estado dubitativo y el temblor de sus piernas denotaba su cobardía, eran unos principiantes y habían ido a por una presa demasiado jugosa para ellos. Esperé demasiado y me impacienté pero, para mi gozo, decidieron deleitarme con un primer ataque por su parte. Los tres a la vez, no esperaba menos de ellos. Rechazar su embestida no fue difícil, solo tuve que apartarme a un lado y cortar el abdomen al más cercano. Demasiado sencillo, o eso creía. Un dolor lacerante llegó a mi brazo izquierdo y me hizo soltar la espada. Uno de los dos que habías sobrevivido me había cortado con su hoja. Era un tajo horrible y me dolía solo de moverme. Eso me pasaba por confiarme. Cualquier enemigo puede ser mortal. Envalentonados por mi herida y sin temor por la muerte de sus amigos se lanzaron otra vez a por mí, pero solo pude esquivar como un idiota y alejarme poco a poco. Sin el arma no podía hacer mucho, y aún menos teniendo un brazo temporalmente inútil. "Matar o morir, ¡soy un tiburón!"pensé. Me lancé con una actitud suicida que pronto se vio castigada. Una punta de lanza arañó mis costillas y se introdujo en mi carne desgarrándome el costado. Otra herida que podría acabar conmigo, pero no detuve el avance a pesar del dolor. Agarré al lancero por la cabeza y usé todas mis fuerzas para lanzarlo contra su compañero. Volvía a recuperar una parte del movimiento de mi brazo izquierdo, aunque lo seguía sintiendo dolorido y entumecido. Pisé el pecho del hombre que quedo arriba haciendo que escupiera sangre. Lo elevé de los brazos y tiré hasta escuchar como se rompían su huesos para, acto seguido, destrozar su cabeza contra el pavimentado suelo. El restante se quedó paralizado ante su inminente muerte. Me acerqué a paso lento. Intentó cortarme una pierna, pero solo me produjo una herida leve ne la rodilla. No me preocupé por ello y seguí avanzando. Pisé su muñeca y soltó su espada. Lo agarré por el hombro y lo puse a mi altura. Me deleité con el brillo de sus ojos y las lágrimas que caían por sus mejillas.
-Habéis apostado demasiado alto y habéis perdido- Le dije sonriendo.
Abrí mi mandíbula y le mordí en el cuello. Arranqué su yugular y escupí al suelo. Después de todo no me gustaba el sabor de los humanos. Di dos zancadas y lo estampé en la pared de la posada, pero el frágil muro cedió y acabé en el interior de una habitación con el cadáver a mis pies. Frente a mí había una mujer desnuda balbuceando algo y... escupió fuego. En la cama había un tipo desnudo. Salí de la habitación por el agujero de la pared sin decir nada, recogí mi espada y volví. Me acerqué al chico y me senté en la cama.
-Debería matarte, no puedo permitir que se sepa nada de mí. Vístete y sal de aquí... ¡Ya!- Le grité.
Obedeció sin pestañear, se vistió con su pantalón, agarró las botas y la camisa y salió de la habitación. Se vistió en el exterior y empezó a correr mientras sus piernas goteaban orina y sus ojos lágrimas. La chica me apuntaba con espadas, pero la ignoré demostrándole que no me preocupaba.
-Lo siento, he espantado a tu novio. Pero vas a salir ganando. Necesito una cama para esta noche y no me vendría mal algo de compañía. Así que decidido, me quedaré aquí y tu serás mi compañera. Por cierto, antes de que digas nada, ¿qué era ese fuego?- Le pregunté.
Realmente no me había preocupado por si se negaba, podría matarla perfectamente o espantarla como a su pareja, pero me había resultado muy interesante lo del fuego y quería satisfacer mi curiosidad, a parte de satisfacer otras cosas.
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El moreno salió corriendo, lo había espantado un tritón. ¿Qué hacía aquí un tritón, en mi habitación? Nada tenía sentido. No parecía que tuviera miedo alguno de que le apuntara con mis espadas, pero yo tenía menos de él. Iba muy abierto hablando conmigo, cosa que no me gustaba nada. ¿Quién se creía para entablar conversación conmigo? Me observaba sentado en la cama, sin ningún miedo en la mirada, cosa que por cada segundo que pasaba me indignaba más y más. Comencé a exhalar fuego muy lentamente por el cabreo que tenía.
-Lo siento, he espantado a tu novio. Pero vas a salir ganando. Necesito una cama para esta noche y no me vendría mal algo de compañía. Así que decidido, me quedaré aquí y tu serás mi compañera. ¿Por cierto, antes de que digas nada, ¿qué era ese fuego?
Dejé las espadas clavadas en la pared y me llevé la mano al pecho, me dolía por los cambios de la zoan mítica. Me senté encima de su rodilla y me lo quedé mirando fijamente cara a cara.
-Nee, lo primero, no es mi novio. Ni siquiera sabía su nombre. Lo segundo, si te crees alguien por ser un tritón, vas muy mal encaminado. Lo tercero, ¿el fuego?
Me llevé las manos a la espalda y comenzaron a salir unas alas negras que cubrían toda mi espalda. Tenían un brillo azabache característico que hacía que relucieran ante el mismo iris del tritón. Dejé sacar la cola por detrás y mi pelo comenzó a volverse albino a la misma vez que mis ojos se volvían rojos carmesí. La pupila se extendió aún más y mis colmillos se mostraron aún más largos y afilados. Le rugí una pequeña llamarada en la espalda y después me levanté vacilante.
-Nee, estás hablando con un dragón, tritón estúpido. Si piensas que voy a compadecerme de ti por haberme ahorrado el trabajo de echar a ese picha corta, no creas que hemos intimado para nada. Ya tengo mi propia cola para satisfacerme -dije, aunque nunca lo hubiese probado con esa cola escamosa- si no te vas de aquí, te desgarro la yugular ahora mismo. No me gusta hablar con la gente, y menos con alguien que destroce mi habitación así, tienes bastante suerte de que no te haya matado. Prometí a mi ex-capitán que no lo haría si no tenía razones suficientes, y tienes suerte de que no quiera incumplirlo ahora mismo.
Me destransformé volviendo a mi forma humana normal y me puse el sujetador y una falda corta. Si ese desconocido seguía tocándome mis partes, lo iba a matar ahí mismo.
-Fuera.
-Lo siento, he espantado a tu novio. Pero vas a salir ganando. Necesito una cama para esta noche y no me vendría mal algo de compañía. Así que decidido, me quedaré aquí y tu serás mi compañera. ¿Por cierto, antes de que digas nada, ¿qué era ese fuego?
Dejé las espadas clavadas en la pared y me llevé la mano al pecho, me dolía por los cambios de la zoan mítica. Me senté encima de su rodilla y me lo quedé mirando fijamente cara a cara.
-Nee, lo primero, no es mi novio. Ni siquiera sabía su nombre. Lo segundo, si te crees alguien por ser un tritón, vas muy mal encaminado. Lo tercero, ¿el fuego?
Me llevé las manos a la espalda y comenzaron a salir unas alas negras que cubrían toda mi espalda. Tenían un brillo azabache característico que hacía que relucieran ante el mismo iris del tritón. Dejé sacar la cola por detrás y mi pelo comenzó a volverse albino a la misma vez que mis ojos se volvían rojos carmesí. La pupila se extendió aún más y mis colmillos se mostraron aún más largos y afilados. Le rugí una pequeña llamarada en la espalda y después me levanté vacilante.
-Nee, estás hablando con un dragón, tritón estúpido. Si piensas que voy a compadecerme de ti por haberme ahorrado el trabajo de echar a ese picha corta, no creas que hemos intimado para nada. Ya tengo mi propia cola para satisfacerme -dije, aunque nunca lo hubiese probado con esa cola escamosa- si no te vas de aquí, te desgarro la yugular ahora mismo. No me gusta hablar con la gente, y menos con alguien que destroce mi habitación así, tienes bastante suerte de que no te haya matado. Prometí a mi ex-capitán que no lo haría si no tenía razones suficientes, y tienes suerte de que no quiera incumplirlo ahora mismo.
Me destransformé volviendo a mi forma humana normal y me puse el sujetador y una falda corta. Si ese desconocido seguía tocándome mis partes, lo iba a matar ahí mismo.
-Fuera.
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Estuve caminando un buen rato, buscando alguna presa fácil por la que empezar mi cacería, pero no encontraba nada. Oía voces, pero no conseguía alcanzarlas. ¿Dónde estaba todo el mundo? No conseguía verlos, y por lo visto, guiarme por la oída no era mi fuerte, mas aunque mi olfato no fuera excelente, el olor a escoria era fuerte. Provenía de un callejón bastante oscuro. Me dirigí hacia él, raudo y esperando encontrar aquello que buscaba, pero para mi sorpresa, a pesar de que efectivamente, había humanos, y nada menos que tres. Todos yacían sobre charcos de sangre en el suelo, mostrando que alguien me había quitado el trabajo.
-Pero qué cojones... ¿Quién mierdas intenta llevarse el mérito y dejarme sin diversión?- Pregunté al aire, sin esperar respuesta alguna, pues allí no había nadie, no al menos vivo.
La rabia me invadía. Tan solo quería matar unos cuantos humanos antes de irme de nuevo al mar en busca de otra isla en la que causar estragos. Aún no tenía el nivel de poder suficiente como para armar una masacre en cada isla que pisaba, pero mi fuerza superior a aquella raza, me permitía disminuir poco a poco la cantidad de humanos existentes.
Me acerqué a uno de esos cadáveres y me agaché. Agarré su cabeza y la elevé para poder ver su cara. Su expresión mostraba sorpresa y a la vez terror. Quien fuera el causante de dicha muerte, tuvo que ser alguien fuerte o imponente como mínimo. -Inútiles.- Dije antes de soltar de manera brusca a aquel hombre y soltar un leve sonido con los labios, dando a entender mi inconformidad con aquellos seres tan patéticos. Seguidamente le pateé en las costillas, haciendo que se estampara con la pared y acabara en una posición que de estar vivo, sería bastante incómoda.
Sin más dilación y visto que no tenía nada más que hacer allí, continué mi trayecto. En parte, ver aquello me alegraba, pues a pesar de que el acontecimiento no fue creado por mis propias manos, aquellas ratas habían dejado de ensuciar el mundo con su presencia, pero, por otro lado, no necesitaba ayuda para cumplir mis propósitos.
Un nuevo olor inundó mis fosas nasales. Eran distintos aromas, algunos eran iguales a los muertos que había visto anteriormente, pero los otros... No tenía un olfato suficientemente desarrollado como para averiguar quienes o qué eran sin poder verlos. Fui con paso ligero hacia el lugar de donde provenían los olores, aunque estos no me daban un ubicación exacta, por la que deambulé un buen rato hasta que escuché algo de barullo. Este era causado por un edificio que mostraba una pared totalmente derruida, algunos cadáveres por los suelos y un tipo que corría desesperado, el cual tuvo la mala suerte de chocar contra mí. Este cayó al suelo de culo y rápidamente dirigió su mirada hacia arriba. Un gyojin de aproximadamente dos metros se lazaba sobre él con una sonrisa sádica y una mirada penetrante.
-Arde en el infierno, inútil.- Susurré un poco antes de asestarle un puñetazo directo al corazón, que gracias a mi superioridad frente a aquella persona y el miedo que probablemente le causó un infarto, su vida se acabó en ese mismo instante.
Tras aquello, me dirigí al edificio, donde por lo visto, había un gyojin de piel grisácea y blanca, con una aleta dorsal prominente y una gran dentadura afilada, un gyojin tiburón blanco. Y al lado una hermosa mujer, una de aquellas hembras humanas que merecían seguir viviendo a pesar de haber nacido como una más de aquella raza. Sin duda, aquellas hembras eran de las mejores. Y su escasa ropa me dejaba observar más de lo normal, cosa de la que no me quejaría. Me acerqué al tiburón y lo miré arqueando una ceja.
-¿Tú eres el causante de todas estas muertes que hay por la ciudad?- Pregunté curioso, y a la vez algo molesto.
-Pero qué cojones... ¿Quién mierdas intenta llevarse el mérito y dejarme sin diversión?- Pregunté al aire, sin esperar respuesta alguna, pues allí no había nadie, no al menos vivo.
La rabia me invadía. Tan solo quería matar unos cuantos humanos antes de irme de nuevo al mar en busca de otra isla en la que causar estragos. Aún no tenía el nivel de poder suficiente como para armar una masacre en cada isla que pisaba, pero mi fuerza superior a aquella raza, me permitía disminuir poco a poco la cantidad de humanos existentes.
Me acerqué a uno de esos cadáveres y me agaché. Agarré su cabeza y la elevé para poder ver su cara. Su expresión mostraba sorpresa y a la vez terror. Quien fuera el causante de dicha muerte, tuvo que ser alguien fuerte o imponente como mínimo. -Inútiles.- Dije antes de soltar de manera brusca a aquel hombre y soltar un leve sonido con los labios, dando a entender mi inconformidad con aquellos seres tan patéticos. Seguidamente le pateé en las costillas, haciendo que se estampara con la pared y acabara en una posición que de estar vivo, sería bastante incómoda.
Sin más dilación y visto que no tenía nada más que hacer allí, continué mi trayecto. En parte, ver aquello me alegraba, pues a pesar de que el acontecimiento no fue creado por mis propias manos, aquellas ratas habían dejado de ensuciar el mundo con su presencia, pero, por otro lado, no necesitaba ayuda para cumplir mis propósitos.
Un nuevo olor inundó mis fosas nasales. Eran distintos aromas, algunos eran iguales a los muertos que había visto anteriormente, pero los otros... No tenía un olfato suficientemente desarrollado como para averiguar quienes o qué eran sin poder verlos. Fui con paso ligero hacia el lugar de donde provenían los olores, aunque estos no me daban un ubicación exacta, por la que deambulé un buen rato hasta que escuché algo de barullo. Este era causado por un edificio que mostraba una pared totalmente derruida, algunos cadáveres por los suelos y un tipo que corría desesperado, el cual tuvo la mala suerte de chocar contra mí. Este cayó al suelo de culo y rápidamente dirigió su mirada hacia arriba. Un gyojin de aproximadamente dos metros se lazaba sobre él con una sonrisa sádica y una mirada penetrante.
-Arde en el infierno, inútil.- Susurré un poco antes de asestarle un puñetazo directo al corazón, que gracias a mi superioridad frente a aquella persona y el miedo que probablemente le causó un infarto, su vida se acabó en ese mismo instante.
Tras aquello, me dirigí al edificio, donde por lo visto, había un gyojin de piel grisácea y blanca, con una aleta dorsal prominente y una gran dentadura afilada, un gyojin tiburón blanco. Y al lado una hermosa mujer, una de aquellas hembras humanas que merecían seguir viviendo a pesar de haber nacido como una más de aquella raza. Sin duda, aquellas hembras eran de las mejores. Y su escasa ropa me dejaba observar más de lo normal, cosa de la que no me quejaría. Me acerqué al tiburón y lo miré arqueando una ceja.
-¿Tú eres el causante de todas estas muertes que hay por la ciudad?- Pregunté curioso, y a la vez algo molesto.
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Al parecer era una mujer de armas tomar, no demostraba miedo ni incertidumbre. Era gracioso ver como una hembra podía ser mucho más valiente que un macho. Y eso me gustaba. Pero nunca había hecho excepciones y no iba a empezar ahora.
-Es muy curioso que seas un dragón, pero he dicho que me iba a quedar. No te he dado ninguna opción. A pesar de ello eres muy divertida, lagartija. Y, ahora, estate tranquilita o tendré que hacer algo que no te va a gustar. Nunca he matado a un dragón y no estaría mal probarlo ahora- Le dije con una sonrisa pícara.
La verdad es que no me preocupaba en absoluto que fuera un dragón. Jamás me había enfrentado a uno pero, por culpa de la persecución a la que me veía sometido, no tenía tiempo de preocuparme por nada. Se podría decir que había perdido el miedo. Ya no me quedaba nada más que el deseo de venganza y el odio que me corroía y se comía mi alma desde dentro. Ya estaba muerto, pues no tenía vida y estaba vacío… Antes de que siguiera divagando sobre mi estado, otro gyojin entró en la sala. Era un tipo muy raro, jamás había visto uno igual. No parecía tener branquias y su piel era negra y blanca. Me preguntó algo sobre el reguero de cadáveres que había dejado.
-¿Y qué si he sido yo? ¿Eres cazador de recompensas? Ya me extrañaba que solo hubiera cuatro cazándome. Para que lo sepas, el precio pro mi cabeza es casi insignificante y ni si quiera es oficial. Lo ofrece un noble sin apoyo el Gobierno Mundial. Pero te reto a intentarlo- Dije levantando mi espada y cargándomela al hombro.
No sabía si de verdad trabajaba de lo que yo lo acusaba, pero no me iba a pillar desprevenido. Era demasiado extraño ver a dos gyojin en una ciudad así y, mucho más, en la misma habitación. Para terminar de complicar las cosas entró el posadero y abrió los ojos de par en par.
-¿Qué le pasa? ¿No ve que estamos ocupados? Somos agentes del Gobierno Mundial y estamos en misión de reconocimiento. Si alguien se entera de esto irá a parar a las manos del Almirante de la Flota. Así que váyase sin hacer ruido- Expliqué al posadero.
Jamás había mentido tan descaradamente, pero no me interesaba que la gente supiera de mí. Además, todavía me dolían las heridas de la pelea anterior. Sobre todo la del costado, que seguía sangrando.
-Es muy curioso que seas un dragón, pero he dicho que me iba a quedar. No te he dado ninguna opción. A pesar de ello eres muy divertida, lagartija. Y, ahora, estate tranquilita o tendré que hacer algo que no te va a gustar. Nunca he matado a un dragón y no estaría mal probarlo ahora- Le dije con una sonrisa pícara.
La verdad es que no me preocupaba en absoluto que fuera un dragón. Jamás me había enfrentado a uno pero, por culpa de la persecución a la que me veía sometido, no tenía tiempo de preocuparme por nada. Se podría decir que había perdido el miedo. Ya no me quedaba nada más que el deseo de venganza y el odio que me corroía y se comía mi alma desde dentro. Ya estaba muerto, pues no tenía vida y estaba vacío… Antes de que siguiera divagando sobre mi estado, otro gyojin entró en la sala. Era un tipo muy raro, jamás había visto uno igual. No parecía tener branquias y su piel era negra y blanca. Me preguntó algo sobre el reguero de cadáveres que había dejado.
-¿Y qué si he sido yo? ¿Eres cazador de recompensas? Ya me extrañaba que solo hubiera cuatro cazándome. Para que lo sepas, el precio pro mi cabeza es casi insignificante y ni si quiera es oficial. Lo ofrece un noble sin apoyo el Gobierno Mundial. Pero te reto a intentarlo- Dije levantando mi espada y cargándomela al hombro.
No sabía si de verdad trabajaba de lo que yo lo acusaba, pero no me iba a pillar desprevenido. Era demasiado extraño ver a dos gyojin en una ciudad así y, mucho más, en la misma habitación. Para terminar de complicar las cosas entró el posadero y abrió los ojos de par en par.
-¿Qué le pasa? ¿No ve que estamos ocupados? Somos agentes del Gobierno Mundial y estamos en misión de reconocimiento. Si alguien se entera de esto irá a parar a las manos del Almirante de la Flota. Así que váyase sin hacer ruido- Expliqué al posadero.
Jamás había mentido tan descaradamente, pero no me interesaba que la gente supiera de mí. Además, todavía me dolían las heridas de la pelea anterior. Sobre todo la del costado, que seguía sangrando.
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¿Otro Gyojin? ¿Pero qué clase de broma era esta? Los ojos se me iluminaron en carmesí y comencé a andar cabreada mirando al casero mientras rugía mucho fuego por la boca. El suelo comenzó a arder y el casero corrió rápidamente a por un cubo de agua para apagarlo. Le solté una patada en el pecho y dejé que me besara los pies agachado mientras lloraba de miedo. Le tenía prohibido al casero que pasara lo que pasara en mi habitación, entrase de ninguna forma. Ni aunque estuviera en llamas, aunque esa ya fuera la cuarta vez.
-Haha, ya veo... Disculpen, no diré nada, de verdad. Me... me retiro... -dijo con el miedo en la mirada, intentando cerrar la boca para no gritar.
Una vez se fue, volví a señalar hacia fuera, transformándome a mi forma híbrida, porque en mi forma humana no podría igualarles ni loca en fuerza.
-Como no salgáis de aquí, juro que os mato, retardados mentales. -dije medio gritando, comenzaba a perder la compostura- ¡¿qué coño estáis haciendo aquí? Iros a la mierda de una vez y dejadme "consolarme" sola, joder! -dije mientras agitaba los brazos muy cabreada- como sigáis así, os reviento la boca.
Me volví a acercar y los miré a los ojos a los dos, no les tenía miedo alguno. Ya había asesinado a muchos gyojin, incluso más altos que ellos. ¿Por qué iban a suponer un problema? Sólo tenía que clavarles las espadas en sus cuellos, y volver a mi cama para probar "mi cola".
-Haha, ya veo... Disculpen, no diré nada, de verdad. Me... me retiro... -dijo con el miedo en la mirada, intentando cerrar la boca para no gritar.
Una vez se fue, volví a señalar hacia fuera, transformándome a mi forma híbrida, porque en mi forma humana no podría igualarles ni loca en fuerza.
-Como no salgáis de aquí, juro que os mato, retardados mentales. -dije medio gritando, comenzaba a perder la compostura- ¡¿qué coño estáis haciendo aquí? Iros a la mierda de una vez y dejadme "consolarme" sola, joder! -dije mientras agitaba los brazos muy cabreada- como sigáis así, os reviento la boca.
Me volví a acercar y los miré a los ojos a los dos, no les tenía miedo alguno. Ya había asesinado a muchos gyojin, incluso más altos que ellos. ¿Por qué iban a suponer un problema? Sólo tenía que clavarles las espadas en sus cuellos, y volver a mi cama para probar "mi cola".
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El gyojin tiburón blanco afirmó que el fue el causante de todas aquellas muertes que había presenciado, y se me puso bastante fanfarrón, acusándome de cazador de piratas, mencionando que su recompensa era pésima y que no podría con él tan fácilmente. Estaba a punto de responderle, pero otro humano entró en escena, al cual le dijeron que eran agentes del gobierno mundial, cosa que me daba bastante igual, pero que supe que no era así al ver la actitud de la chica, que parecía no estar muy a gusto con nuestra presencia ni con la de su paisano, al que pateó y dejó por los suelos, advirtiéndole de que no debía entrar en su habitación, una habitación con una pared derrumbada...
La mujer que en su momento me pareció hermosa, cambió de forma. Le salieron alas negras en la espalda, su pelo se tornó blanco y sus ojos rojos como la sangre mientras que sus colmillos se veían más pronunciados y una cola bastante larga provenía de su trasero. Ya no era la misma, aunque seguía teniendo su punto, incluso podría decir que aquella forma era morbosa, pero no era a eso a lo que fui allí. Había encontrado al tipo que me había estado quitando el trabajo y era curiosamente un gyojin. Ni si quiera me preocupé por el hombre que huía o la mujer que nos amenazaba de muerte, tenía la mirada centrada en el tiburón.
-Aparta un momento preciosa, ya me ocuparé de ti luego y te daré lo que buscas, por ahora tengo que ocuparme de otro asunto.- Dije sin dejar de mirar al espadachín, que por lo visto blandía una espada bastante grande y probablemente, peligrosa.
-Primero de todo, no soy ningún cazador de piratas, no tengo ninguna intención de ir cazándolos para ahorrarle el trabajo a un gobierno de mierda organizado por ratas.- Dije refiriéndome al gobierno mundial y a la marina. -Segundo, tú no me interesas en lo más mínimo.- Añadí señalándolo. -Y tercero, he venido en busca de sangre humana, por ello es que preguntaba. No me importa que los mates, pero no me dejes sin diversión.- Continué poniendo una expresión burlona.
Tras esto observé a la chica y esbocé una sonrisa. -Tranquila mujer, a pesar de que no me gusta nada tu raza, hay excepciones como tú que merecen vivir.- Finalicé entre algunas risas.
La mujer que en su momento me pareció hermosa, cambió de forma. Le salieron alas negras en la espalda, su pelo se tornó blanco y sus ojos rojos como la sangre mientras que sus colmillos se veían más pronunciados y una cola bastante larga provenía de su trasero. Ya no era la misma, aunque seguía teniendo su punto, incluso podría decir que aquella forma era morbosa, pero no era a eso a lo que fui allí. Había encontrado al tipo que me había estado quitando el trabajo y era curiosamente un gyojin. Ni si quiera me preocupé por el hombre que huía o la mujer que nos amenazaba de muerte, tenía la mirada centrada en el tiburón.
-Aparta un momento preciosa, ya me ocuparé de ti luego y te daré lo que buscas, por ahora tengo que ocuparme de otro asunto.- Dije sin dejar de mirar al espadachín, que por lo visto blandía una espada bastante grande y probablemente, peligrosa.
-Primero de todo, no soy ningún cazador de piratas, no tengo ninguna intención de ir cazándolos para ahorrarle el trabajo a un gobierno de mierda organizado por ratas.- Dije refiriéndome al gobierno mundial y a la marina. -Segundo, tú no me interesas en lo más mínimo.- Añadí señalándolo. -Y tercero, he venido en busca de sangre humana, por ello es que preguntaba. No me importa que los mates, pero no me dejes sin diversión.- Continué poniendo una expresión burlona.
Tras esto observé a la chica y esbocé una sonrisa. -Tranquila mujer, a pesar de que no me gusta nada tu raza, hay excepciones como tú que merecen vivir.- Finalicé entre algunas risas.
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El gyojin me dejó estupefacto con su respuesta. No era cazador de recompensa ni tenía el más mínimo interés en mí. Pero ahí estaba, al frente preguntando por cosas que no debería saber. Aunque la respuesta al pro qué de sus preguntas llegó rápido. Por lo visto era algún tipo de psicópata idiota que se dedicaba a cazar humanos.
-No soy un loco estúpido ni tengo interés en matar humanos. Se pusieron en mi camino y tuve que hacerlo. Pero no lo hago por placer, no te preocupes, son todos para ti. Mata cuantos quieras que yo no los tocaré si no me molestan- Le dije con indiferencia.
La chica se volvió a transformar y seguí ahí, seguramente indignada, esperando nuestra reacción. Aunque me hacía gracia hacerla esperar.
-Bueno, preciosa, los mayores estaban hablando. Ahora, si me lo permitís, voy a irme de aquí. Pensaba quedarme a dormir en esta cama, pero con tanto alboroto seguro que ya se han enterado de mi presencia. Y no me interesa para nada que me descubran- Les advertí.
No me hacía ninguna gracia tener que huir de nuevo, pero si me quedaba vendrían más cazadores de recompensas y no siempre eran novatos. Alguno terminaría conmigo y entregaría mi cabeza tarde o temprano. A no ser que…
-¿Sabéis? No me vendría mal algo de compañía. A mi lado podrías matar tantos humanos como quisieras, me persiguen constantemente y no me molestaría que los mataras. Me ahorrarías trabajo. Siempre y cuando me dejaras algunos. En cambio tú... eres muy divertida y no estás nada mal. Te dejaré venir conmigo. Y no te preocupes, no te faltará diversión a ti tampoco- Les dije antes de reír a carcajadas.
Esperé a ver la reacción de ambos. Yo siempre había sido alguien solitario, pero tener la compañía de esa mujer sería muy divertido, y no me vendría nada mal una ayuda con los cazadores de recompensas. Al fin y al cabo siempre podría usar a ese gyojin de carne de cañón.
-No soy un loco estúpido ni tengo interés en matar humanos. Se pusieron en mi camino y tuve que hacerlo. Pero no lo hago por placer, no te preocupes, son todos para ti. Mata cuantos quieras que yo no los tocaré si no me molestan- Le dije con indiferencia.
La chica se volvió a transformar y seguí ahí, seguramente indignada, esperando nuestra reacción. Aunque me hacía gracia hacerla esperar.
-Bueno, preciosa, los mayores estaban hablando. Ahora, si me lo permitís, voy a irme de aquí. Pensaba quedarme a dormir en esta cama, pero con tanto alboroto seguro que ya se han enterado de mi presencia. Y no me interesa para nada que me descubran- Les advertí.
No me hacía ninguna gracia tener que huir de nuevo, pero si me quedaba vendrían más cazadores de recompensas y no siempre eran novatos. Alguno terminaría conmigo y entregaría mi cabeza tarde o temprano. A no ser que…
-¿Sabéis? No me vendría mal algo de compañía. A mi lado podrías matar tantos humanos como quisieras, me persiguen constantemente y no me molestaría que los mataras. Me ahorrarías trabajo. Siempre y cuando me dejaras algunos. En cambio tú... eres muy divertida y no estás nada mal. Te dejaré venir conmigo. Y no te preocupes, no te faltará diversión a ti tampoco- Les dije antes de reír a carcajadas.
Esperé a ver la reacción de ambos. Yo siempre había sido alguien solitario, pero tener la compañía de esa mujer sería muy divertido, y no me vendría nada mal una ayuda con los cazadores de recompensas. Al fin y al cabo siempre podría usar a ese gyojin de carne de cañón.
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¿Esos tritones estaban tratando de ligar conmigo? Todavía no me lo creía. Aún habiéndoles mostrado mi forma dragón, querían seguir cortejando conmigo, incluso el de pelo azabache me invitó a ir con él con la excusa de que "no me faltaría diversión". Eran grandotes, y tenían que tener buenas partes pero... ¿hacerlo con un tritón? No iba a rebajarme a ese nivel... por ahora. Miré hacia la pared destrozada y los cadáveres, y comencé a rugir fuego cabreada. No me importaba una mierda lo que me decían esos dos, pero mi "hogar" estaba destrozado. Era la única habitación que me gustaba de la ciudad, ya que había buscado por todas partes, y no iba a pagar los daños de la pared, y mucho menos testificar contra los cadáveres que habían ahí. Tragué saliva muy lentamente mientras me remordía por dentro, pero no tenía dónde ir después de haberse destrozado esto. Le miré con desprecio y asentí con la cabeza mientras comenzaba a coger mi chaqueta, poniéndomela encima del sujetador solamente, me gustaba ir "fresca". Agarré las espadas con una mano y comencé a caminar hacia fuera.
-Por dios, tritones. Voy a ir con dos tritones asesinos. ¿Pero por qué coño me pasa esto a mí?... Nee, ni se os ocurra pensar que lo hago porque me caéis bien o algo así. No tengo donde ir y ya que veo que el otro se ha referido a cosas del gobierno, accederé encantada a causar una masacre si la gente está involucrada con el gobierno. Sean humanos, tritones, cyborgs... sea lo que sea. -dije definitivamente mientras me revolvía por dentro, no me gustaba ser sociable con alguien que no conocía- tú, el tritón albino, te vienes con nosotros quieras o no. Estas involucrado, y aunque parezca frágil tengo las zarpas de una leona, que podrían acabar en tu yugular. -le amenacé.
No sabía qué iba a pasar a partir de entonces, pero una cosa era totalmente segura, no tenía ningún tipo de miedo de nada. Ni de asesinar, ni de esos tritones. Mi salud mental era mucho más fuerte como para decaer aunque se hubiera destrozado mi instancia ahí.
-Por dios, tritones. Voy a ir con dos tritones asesinos. ¿Pero por qué coño me pasa esto a mí?... Nee, ni se os ocurra pensar que lo hago porque me caéis bien o algo así. No tengo donde ir y ya que veo que el otro se ha referido a cosas del gobierno, accederé encantada a causar una masacre si la gente está involucrada con el gobierno. Sean humanos, tritones, cyborgs... sea lo que sea. -dije definitivamente mientras me revolvía por dentro, no me gustaba ser sociable con alguien que no conocía- tú, el tritón albino, te vienes con nosotros quieras o no. Estas involucrado, y aunque parezca frágil tengo las zarpas de una leona, que podrían acabar en tu yugular. -le amenacé.
No sabía qué iba a pasar a partir de entonces, pero una cosa era totalmente segura, no tenía ningún tipo de miedo de nada. Ni de asesinar, ni de esos tritones. Mi salud mental era mucho más fuerte como para decaer aunque se hubiera destrozado mi instancia ahí.
perdón por la interrupción pero los roles +18 en la zona de las islas está prohibido... para esto deberán hacer un pedido en este tema para desbloquear el sector para este tipo de roles... y claramente solo pueden solicitar esto si tienen más de 18 años..
por esta vez dejaré que acaben con su rol pues la zona es prácticamente nueva... pero por favor que no se repita
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Off: Perdón Deivid. Realmente no hicimos nada que se saliera de lo normal y aunque en el título ponga eso, no lo es, lo único que hay son cosas tontas de erotismo cómico. Fallo nuestro. También decir que tenemos respectivamente 18, 18 y 20 años, así que sí, somos mayores de edad, pero esto no volverá a suceder. Sentimos las molestias. Y sobre todo, muchas gracias.
On:
La actitud de de aquel tipo frente a la mujer fue bastante graciosa, tratándola como una niña y alguien sin importancia, cosa que a ella no le hizo mucha gracia, pero rápidamente este cortó el tema con otro bastante interesante. Nos propuso trabajar en grupo. Cada uno podría hacer lo que quisiera y además tendríamos el apoyo muto. Cabía decir que no me parecía una mala idea. Seguiría haciendo lo mismo, pero con ayuda, que en algún momento acabaría necesitándola. Aún así, no buscaba compañeros y mucho menos gente que me echara en cara las cosas e intentara llevarse el mérito de mis propósitos.
Poco después, la mujer afirmó que iría con el tiburón, y antes de que yo pudiera decir nada añadió que yo iría con ellos y no podía negarme. Instintivamente empecé a reír a carcajadas con una risa que era bastante distintiva. "¡Kyahahahahaha! ¡Kyahahahaha!" Sonreí y asentí con la cabeza. No estaba seguro de lo que estaba a punto de decir, pero tampoco perdía nada por intentarlo. Quizás fuera más divertido en compañía, y tenía que ser realista y actuar con cabeza. Si intentaba exterminar a la raza humana en solitario, podría acabar muerto antes de conseguirlo.
-Está bien, no sé bien bien porque voy a aceptar vuestra propuesta, pero no pierdo nada por probar, eso sí... No pienso seguir las órdenes de ninguno de los dos. Me niego a viajar bajo el mando de alguien que no sea yo mismo.- Dije cruzándome de brazos, sin borrar la sonrisa.
Sin meditarlo mucho acabé dando mi respuesta pero con unas condiciones. Era obvio que no iba a seguir el mandato de otra persona. Bastante tenía con tragarme mi orgullo y aceptar su ayuda como para que alguno de ellos me liderase, si llegáramos a formar una banda, yo sería el capitán, estaba decidido.
-Eso sí, os advierto que dentro de poco tendré que marchar a atender unos asuntos bastante importantes, por lo que no podré ir con vosotros por ahora. Esto puede llevarme bastante tiempo por lo que os propongo una cosa. Dentro de seis meses nos volveremos a reunir. Me da igual el lugar, tan solo decidme un lugar y yo llegaré.- Dije para advertirles.
On:
La actitud de de aquel tipo frente a la mujer fue bastante graciosa, tratándola como una niña y alguien sin importancia, cosa que a ella no le hizo mucha gracia, pero rápidamente este cortó el tema con otro bastante interesante. Nos propuso trabajar en grupo. Cada uno podría hacer lo que quisiera y además tendríamos el apoyo muto. Cabía decir que no me parecía una mala idea. Seguiría haciendo lo mismo, pero con ayuda, que en algún momento acabaría necesitándola. Aún así, no buscaba compañeros y mucho menos gente que me echara en cara las cosas e intentara llevarse el mérito de mis propósitos.
Poco después, la mujer afirmó que iría con el tiburón, y antes de que yo pudiera decir nada añadió que yo iría con ellos y no podía negarme. Instintivamente empecé a reír a carcajadas con una risa que era bastante distintiva. "¡Kyahahahahaha! ¡Kyahahahaha!" Sonreí y asentí con la cabeza. No estaba seguro de lo que estaba a punto de decir, pero tampoco perdía nada por intentarlo. Quizás fuera más divertido en compañía, y tenía que ser realista y actuar con cabeza. Si intentaba exterminar a la raza humana en solitario, podría acabar muerto antes de conseguirlo.
-Está bien, no sé bien bien porque voy a aceptar vuestra propuesta, pero no pierdo nada por probar, eso sí... No pienso seguir las órdenes de ninguno de los dos. Me niego a viajar bajo el mando de alguien que no sea yo mismo.- Dije cruzándome de brazos, sin borrar la sonrisa.
Sin meditarlo mucho acabé dando mi respuesta pero con unas condiciones. Era obvio que no iba a seguir el mandato de otra persona. Bastante tenía con tragarme mi orgullo y aceptar su ayuda como para que alguno de ellos me liderase, si llegáramos a formar una banda, yo sería el capitán, estaba decidido.
-Eso sí, os advierto que dentro de poco tendré que marchar a atender unos asuntos bastante importantes, por lo que no podré ir con vosotros por ahora. Esto puede llevarme bastante tiempo por lo que os propongo una cosa. Dentro de seis meses nos volveremos a reunir. Me da igual el lugar, tan solo decidme un lugar y yo llegaré.- Dije para advertirles.
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Todo decidido, íbamos a viajar los tres juntos. ¿Cómo había llegado a esto? Ahora no era momento de preguntárselo, ya lo habíamos hecho y no había vuelta atrás. Por ahora.
-Me parece bien, nunca he tenido interés en ser líder de nada. Puedes serlo tú si te apetece, pero para mí será solo de nombre. Yo tampoco acepto órdenes. Y, si os parece bien, recomiendo Jaya. Es una isla pirata en la cual podemos estar tranquilos mientras preparamos nuestros planes de futuro- Expliqué.
Quizás no era el mejor lugar, estaba lleno de piratas. Pero eso, en parte, lo hacía un lugar seguro lejos del alcance de la marina. Y posiblemente de los cazadores de recompensas. Aunque de estos últimos no estaba tan seguro. Ahora teníamos que preocuparnos por otras cosas. Necesitábamos un lugar en el que pasar la noche y conseguir dinero suficiente para empezar nuestro viaje. Eso sin decir que necesitábamos un barco para la lagartija. Aunque si saliéramos de noche sería mucho más sencillo.
-¿Qué os parece si buscamos un lugar donde pasar la noche? Esta habitación ya no es una buena opción. Además, necesitamos dinero para vivir y un barco para que la lagartija pueda viajar por mar. Aunque viéndonos… no sé si sería mejor idea que actuáramos ya en vez de esperar a que sea de día- Les dije.
No se me daba muy bien hacer planes, yo era más de actuar que de pensar. Era impulsivo, un guerrero que segaba a todos los enemigos sin importar táctica o estrategia. Esto era casi nuevo para mí. Aunque tanto tiempo huyendo cultivaban la agilidad mental de uno. Además, nunca había estado en esta ciudad y todo lo que sabía sobre ella eran rumores y tonterías que había escuchado en mi periplo o en las celdas de gladiadores. No tenía ninguna base de conocimiento para empezar o moverme por el lugar. Mis dos "compañeros" deberían saber mucho más de Water Seven que yo. O estaríamos en un aprieto bastante feo.
Puse mis brazos por detrás de la cabeza cruzándolos y, de repente, sentí un dolor agudo que me hizo mostrar una mueca de dolor. La camuflé rápidamente antes de que me vieran y me acordé de lo que me ocurría. Las heridas de la pelea con los cazadores novatos volvían a pasar factura. La del brazo no parecía tan grave como al principio, aunque me notaba los dedos rígidos. La peor era la del costado, que sangraba sin parar y me dolía solo de moverme. La adrenalina después de la pelea había nublado el dolor, pero ahora volvía a hacer acto de presencia.
-Me parece bien, nunca he tenido interés en ser líder de nada. Puedes serlo tú si te apetece, pero para mí será solo de nombre. Yo tampoco acepto órdenes. Y, si os parece bien, recomiendo Jaya. Es una isla pirata en la cual podemos estar tranquilos mientras preparamos nuestros planes de futuro- Expliqué.
Quizás no era el mejor lugar, estaba lleno de piratas. Pero eso, en parte, lo hacía un lugar seguro lejos del alcance de la marina. Y posiblemente de los cazadores de recompensas. Aunque de estos últimos no estaba tan seguro. Ahora teníamos que preocuparnos por otras cosas. Necesitábamos un lugar en el que pasar la noche y conseguir dinero suficiente para empezar nuestro viaje. Eso sin decir que necesitábamos un barco para la lagartija. Aunque si saliéramos de noche sería mucho más sencillo.
-¿Qué os parece si buscamos un lugar donde pasar la noche? Esta habitación ya no es una buena opción. Además, necesitamos dinero para vivir y un barco para que la lagartija pueda viajar por mar. Aunque viéndonos… no sé si sería mejor idea que actuáramos ya en vez de esperar a que sea de día- Les dije.
No se me daba muy bien hacer planes, yo era más de actuar que de pensar. Era impulsivo, un guerrero que segaba a todos los enemigos sin importar táctica o estrategia. Esto era casi nuevo para mí. Aunque tanto tiempo huyendo cultivaban la agilidad mental de uno. Además, nunca había estado en esta ciudad y todo lo que sabía sobre ella eran rumores y tonterías que había escuchado en mi periplo o en las celdas de gladiadores. No tenía ninguna base de conocimiento para empezar o moverme por el lugar. Mis dos "compañeros" deberían saber mucho más de Water Seven que yo. O estaríamos en un aprieto bastante feo.
Puse mis brazos por detrás de la cabeza cruzándolos y, de repente, sentí un dolor agudo que me hizo mostrar una mueca de dolor. La camuflé rápidamente antes de que me vieran y me acordé de lo que me ocurría. Las heridas de la pelea con los cazadores novatos volvían a pasar factura. La del brazo no parecía tan grave como al principio, aunque me notaba los dedos rígidos. La peor era la del costado, que sangraba sin parar y me dolía solo de moverme. La adrenalina después de la pelea había nublado el dolor, pero ahora volvía a hacer acto de presencia.
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El albino parecía querer ser el líder, que lo fuera si quisiera. En mi antigua banda era la primer oficial, así que... Ya me acostumbré a ir a la sombra del capitán, y no me gustaba tener demasiado renombre. Una asesina, o la base de una, no necesitaba dirigir una banda, no quería ponerme un wanted mío en la frente diciendo: "auméntemelo más por favor! Soy líder de una banda" pero bueno, eso ya no iba al caso. Yo no iba a permitir que me diera órdenes alguien, y menos un tritón estúpido. Me giré y me pude llegar a dar cuenta de algo que no nos habíamos dado cuenta nadie... Ni siquiera el moreno... No es que me importase o algo pero...
-Nee... ¡¿es que no te estás viendo las heridas, gilipollas?! -le pregunté indignada mientras miraba por mi ex-habitación donde habían vendas- vale, no tengo. Supongo que... puede esperar un poco eso, digo yo. Bah, que te jodan, ni que me preocupases o algo. Nee, tengo una idea algo vaga, que podría ayudarnos a "financiarnos" levemente -dije mientras miraba a los dos seria- cerca de aquí hay una destilería con un 13 centím... -me quedé en blanco mirándoles, de verdad, no sabía qué decir- chico... nee... em...
Comencé a agitar los brazos nerviosa mientras rugía llamaradas, le tiré un vendaje que había a mi derecha a la cara del moreno y seguí hablando como si no hubiera pasado nada, bueno, esa era mi intención
-Nee, volviendo al caso. Tiene bastante pasta el chico y me cae como el culo. Tengo una gran idea que os podría ir contando por el camino hasta la destilería si queréis, para robarle y irnos con un buen dinero. El barco es fácil, vamos al puerto antes de que se haga de día, nos cargamos a los que vigilan, y finiquitado.
Comencé a andar hacia afuera, si me querían seguir que lo hicieran, no iba a parar a esperarles. No les buscaba facilidades a ellos, si no a mí. Ellos me importaban una mierda.
-Nee... ¡¿es que no te estás viendo las heridas, gilipollas?! -le pregunté indignada mientras miraba por mi ex-habitación donde habían vendas- vale, no tengo. Supongo que... puede esperar un poco eso, digo yo. Bah, que te jodan, ni que me preocupases o algo. Nee, tengo una idea algo vaga, que podría ayudarnos a "financiarnos" levemente -dije mientras miraba a los dos seria- cerca de aquí hay una destilería con un 13 centím... -me quedé en blanco mirándoles, de verdad, no sabía qué decir- chico... nee... em...
Comencé a agitar los brazos nerviosa mientras rugía llamaradas, le tiré un vendaje que había a mi derecha a la cara del moreno y seguí hablando como si no hubiera pasado nada, bueno, esa era mi intención
-Nee, volviendo al caso. Tiene bastante pasta el chico y me cae como el culo. Tengo una gran idea que os podría ir contando por el camino hasta la destilería si queréis, para robarle y irnos con un buen dinero. El barco es fácil, vamos al puerto antes de que se haga de día, nos cargamos a los que vigilan, y finiquitado.
Comencé a andar hacia afuera, si me querían seguir que lo hicieran, no iba a parar a esperarles. No les buscaba facilidades a ellos, si no a mí. Ellos me importaban una mierda.
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Parece que mi intención de esconder las heridas fue en vano, ya que estaban demasiado a la vista y la mujer se percató de ellas. Pareció preocupare, pero en seguida dijo lo contrario y empezó a explicar un plan para conseguir dinero. Aunque, después de decir algo “extraño” me lanzó una venda que fue a parar directamente a mi cara. Había sido muy rápida y casi no me había dado cuenta. Si hubiera sido una piedra habría tenido serios problemas. Tenía que tener más cuidado la próxima vez y vigilarla de cerca.
-No está del todo mal tu idea. Las destilerías suelen tener bastantes ganancias y muy poca vigilancia. Si damos un buen golpe nos iremos antes de que se den cuenta. Aunque yo soy más de entrar, arrasar y llevarme todo lo que quiera- Le comenté a la mujer.
No me hacía gracia del todo actuar en plan espía u ocultarme, aunque todavía no me habían explicado nada del plan. Por lo que no debía preocuparme por ello. Ahora tenía otras cosas de las que preocuparme, como mis heridas. Desenrollé las vendas y empecé a ponerlas en mi costado. Apreté para que quedaran fijas y las corté con la mandíbula. Hice un buen nudo y esperé que se curara pronto. Después repetí lo mismo con el brazo izquierdo, aunque con mucha dificultad, ya que no tenía la misma libertad de movimiento con un solo brazo. Aunque no iba a pedir ayuda.
-Si os parece bien podríamos ir tirando ya. La oscuridad de la noche jugará a nuestro favor- Les dije.
Todavía no sabía si era buena idea. Ni si quiera conocía a esto dos. Bien podían ser cazadores de recompensas trazando un plan para capturarme. Eran ellos o el resto, no tenía otra salida. Una huida continua no era un modo de vida ni una solución. Tenía que empezar a hacer algo ya. Y debía empezar confiando en mis “compañeros” me gustara o no. Era la única opción. O eso pensaba… "Aunque nadie dice que esté prohibido matarlos en caso de que me la jueguen. Lo tendré muy presente. Por si acaso" pensé.
-Por cierto, si queremos trabajar juntos deberíamos conocernos. Yo soy Cánabar. Aunque nadie me conoce por ese nombre. Me suelen llamas Segador, mi mote de esclavo gladiador. ¿Cómo os llamáis vosotros?- Les pregunté.
Les había confiado una de las pocas cosas que me quedaban, mi nombre. Aunque no importaba, si intentaban matarme los mataría yo antes. Así que daba igual que conocieran mi nombre no. Pero me interesaba conocerlos a ellos. Tener algo a lo que agarrarme, conocerlos un poco. Pero no esperaba que fuera fácil. Mucho menos viendo las reacciones de la lagartija.
-No está del todo mal tu idea. Las destilerías suelen tener bastantes ganancias y muy poca vigilancia. Si damos un buen golpe nos iremos antes de que se den cuenta. Aunque yo soy más de entrar, arrasar y llevarme todo lo que quiera- Le comenté a la mujer.
No me hacía gracia del todo actuar en plan espía u ocultarme, aunque todavía no me habían explicado nada del plan. Por lo que no debía preocuparme por ello. Ahora tenía otras cosas de las que preocuparme, como mis heridas. Desenrollé las vendas y empecé a ponerlas en mi costado. Apreté para que quedaran fijas y las corté con la mandíbula. Hice un buen nudo y esperé que se curara pronto. Después repetí lo mismo con el brazo izquierdo, aunque con mucha dificultad, ya que no tenía la misma libertad de movimiento con un solo brazo. Aunque no iba a pedir ayuda.
-Si os parece bien podríamos ir tirando ya. La oscuridad de la noche jugará a nuestro favor- Les dije.
Todavía no sabía si era buena idea. Ni si quiera conocía a esto dos. Bien podían ser cazadores de recompensas trazando un plan para capturarme. Eran ellos o el resto, no tenía otra salida. Una huida continua no era un modo de vida ni una solución. Tenía que empezar a hacer algo ya. Y debía empezar confiando en mis “compañeros” me gustara o no. Era la única opción. O eso pensaba… "Aunque nadie dice que esté prohibido matarlos en caso de que me la jueguen. Lo tendré muy presente. Por si acaso" pensé.
-Por cierto, si queremos trabajar juntos deberíamos conocernos. Yo soy Cánabar. Aunque nadie me conoce por ese nombre. Me suelen llamas Segador, mi mote de esclavo gladiador. ¿Cómo os llamáis vosotros?- Les pregunté.
Les había confiado una de las pocas cosas que me quedaban, mi nombre. Aunque no importaba, si intentaban matarme los mataría yo antes. Así que daba igual que conocieran mi nombre no. Pero me interesaba conocerlos a ellos. Tener algo a lo que agarrarme, conocerlos un poco. Pero no esperaba que fuera fácil. Mucho menos viendo las reacciones de la lagartija.
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Ambos accedieron a que yo fuera el líder, a pesar de que aseguraron no aceptar mis órdenes, tal y como yo pensaba hacerlo con ellos. Era un comienzo, seguramente cuando les demostrara su poder y empezaran a respetarme como lo que seria, dejarían a un lado su orgullo y actuarían bajo mi mandato. Seguidamente, el pescado tuvo una idea bastante importante. Necesitábamos fondos y un lugar para pasar la noche. Bien cierto que era, como mínimo la primera opción, pues con la segunda no contaba antes de haberles conocido. Mi objetivo al entrar en esta isla era matar unos cuantos humanos y largarme como si no hubiera pasado nada.
La chica, tras recordarle al espadachín que sus heridas estaban desangrándole poco a poco y comentar que no le importaba, nos propuso un plan. Atracar una destilería de un tipo que a ella la caía mal. Realmente no hacía falta que me dije si le caía mal o bien, pues poco me importaba. Que fuera humano era la única información que necesitaba. El otro gyojin aprobó la idea, añadiendo que él era más de actuar a lo bestia que entrar sin armar escándalo, pero se intentaría.
Por último, añadió que deberíamos ir lo más pronto posible para que no nos pillará el día antes de haber finalizado nuestra tarea y se presentó esperando que nosotros hiciésemos lo mismo. Era bastante lógico, pues si íbamos a ir juntos, deberíamos conocernos. No confiaba en ellos ni lo más mínimo, pero no tenía mucho que perder, y en caso de que algo saliera mal, siempre me quedaba la opción de matarlos.
-Yo soy Kaiser. Y hasta donde yo sé, pocos me conocen por aquí arriba y no tengo ningún mote, por lo que podéis llamarme por mi nombre, o capitán.- Dije antes de volver a reír. -¡Kyahahahaha!-
Me crují los puños e hice un par de estiramientos rápidos con los brazos. -(Quién me diría a mí que por venir a matar unos cuantos humanos, conocería a un ex-esclavo gyojin y una humana cañón con los que asaltaría una destilería para sacar dinero.)- Pensaba yo con bastante curiosidad frente a aquellos dos sujetos.
-Por cierto, por mí podemos ir cuando queráis. No tengo ningún interés por permanecer en esta isla durante mucho tiempo.- Dije esperando sus respuestas.
La chica, tras recordarle al espadachín que sus heridas estaban desangrándole poco a poco y comentar que no le importaba, nos propuso un plan. Atracar una destilería de un tipo que a ella la caía mal. Realmente no hacía falta que me dije si le caía mal o bien, pues poco me importaba. Que fuera humano era la única información que necesitaba. El otro gyojin aprobó la idea, añadiendo que él era más de actuar a lo bestia que entrar sin armar escándalo, pero se intentaría.
Por último, añadió que deberíamos ir lo más pronto posible para que no nos pillará el día antes de haber finalizado nuestra tarea y se presentó esperando que nosotros hiciésemos lo mismo. Era bastante lógico, pues si íbamos a ir juntos, deberíamos conocernos. No confiaba en ellos ni lo más mínimo, pero no tenía mucho que perder, y en caso de que algo saliera mal, siempre me quedaba la opción de matarlos.
-Yo soy Kaiser. Y hasta donde yo sé, pocos me conocen por aquí arriba y no tengo ningún mote, por lo que podéis llamarme por mi nombre, o capitán.- Dije antes de volver a reír. -¡Kyahahahaha!-
Me crují los puños e hice un par de estiramientos rápidos con los brazos. -(Quién me diría a mí que por venir a matar unos cuantos humanos, conocería a un ex-esclavo gyojin y una humana cañón con los que asaltaría una destilería para sacar dinero.)- Pensaba yo con bastante curiosidad frente a aquellos dos sujetos.
-Por cierto, por mí podemos ir cuando queráis. No tengo ningún interés por permanecer en esta isla durante mucho tiempo.- Dije esperando sus respuestas.
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Después de que hubieran hablado los dos, me inspiraron cierta confianza hacia mis actos. No parecía desagradarles la idea, y pude fijarme de que el moreno prefería entrar a lo loco, pero ese no era mi estilo. Me basaba en el sigilo en mis actos, y si entrábamos a lo loco, lo único que provocaríamos sería acabar en la cárcel, o con la impulsividad de estos dos, muertos. Suspiré mientras salía por el boquete de la pared y señalaba hacia el fondo de la calle. Mi pelo se mezclaba con la oscuridad de los callejones y hacían parecer que, a espaldas, era muy difícil de ver, por mi forma de cuerpo bien estructurada y atlética para una chica de mi edad.
Una vez andamos buen rato, señalé hacia el sitio que había mencionado que atracaríamos, y de un ágil salto me coloqué en un balcón que había en el primer piso de esta. El edificio era viejo y se notaba en el desgaste de los ladrillos que comenzaban a coger un color apagado, tal vez por el deterioro de las fuertes lluvias que ocurrían a veces por la zona. Les indiqué que esperaran abajo, y pasados unos minutos, abrí la puerta de abajo lentamente mientras aclaraba de que se callaran.
-Nee, soy experta en sigilo, así que no me jodáis el plan por ahora, ¿eh? Hay dos interruptores atascados por el fondo, y sí, aunque parezca raro o de algún tipo de historia fantástica, necesito que los accionéis a la vez. Me falta... fuerza -dije mientras miraba hacia mis brazos, mi punto fuerte no era la fuerza precisamente- así que supongo que dos gyojins de alrededor de dos metros de altura me bastarán para hacer las cosas bastas como esta. Detrás de esos interruptores está la cámara acorazada, y si os estáis preguntando por qué es acorazada, es porque temen a los robos de Relámpago Flameante -acabé diciendo con una sonrisa sincera y orgullosa.
Una vez andamos buen rato, señalé hacia el sitio que había mencionado que atracaríamos, y de un ágil salto me coloqué en un balcón que había en el primer piso de esta. El edificio era viejo y se notaba en el desgaste de los ladrillos que comenzaban a coger un color apagado, tal vez por el deterioro de las fuertes lluvias que ocurrían a veces por la zona. Les indiqué que esperaran abajo, y pasados unos minutos, abrí la puerta de abajo lentamente mientras aclaraba de que se callaran.
-Nee, soy experta en sigilo, así que no me jodáis el plan por ahora, ¿eh? Hay dos interruptores atascados por el fondo, y sí, aunque parezca raro o de algún tipo de historia fantástica, necesito que los accionéis a la vez. Me falta... fuerza -dije mientras miraba hacia mis brazos, mi punto fuerte no era la fuerza precisamente- así que supongo que dos gyojins de alrededor de dos metros de altura me bastarán para hacer las cosas bastas como esta. Detrás de esos interruptores está la cámara acorazada, y si os estáis preguntando por qué es acorazada, es porque temen a los robos de Relámpago Flameante -acabé diciendo con una sonrisa sincera y orgullosa.
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Según lo que nos había contado la mujer, solo hacía falta activar dos interruptores a la vez para poder hacernos con todo el dinero que escondieran en aquella "cámara acorazada". Y, sea dicho de paso, no me vendría mal algo de licor para el viaje. Y... ¿qué mejor lugar para obtener algo para beber que una destilería? Les hice una señal de con la cabeza para que supiera que aceptaba el plan y que lo llevaría a cabo.
-Espero que sea más divertido de lo que promete. No es muy emocionante pulsar un interruptor, aunque jamás había conseguido un dinero tan fácil- Dije.
Comencé a andar en dirección a donde me había señalado la mujer. Me topé con un estante lleno de bebidas espirituosas y escogí la que mejor me sonaba. Al parecer era algún tipo de whiskey. Genial. Casi nunca tenía dinero para beberlo, pero me gustaba bastante. Era una bebida perfecta para empezar el robo. La abrí sin dificultad y le di unos cuantos sorbos.
Todo estaba bastante oscuro. Debía tener cuidado de no tropezar y hacer mucho ruido o todo, por muy sencillo que fuera, se iría al traste y tendríamos problemas. El alcohol no ayudaba mucho en la tarea de mantenerse cuidadoso aunque, gracias a mi robusta constitución, e alcohol no me afectaba demasiado. Seguí bebiendo y, antes de llegar al interruptor ya me había terminado la botella.
-Qué rápido se ha acabado el licor... bueno, tendré que conformarme con e dinero. Aunque siempre puedo coger más whiakey al volver- Dije para mí.
Miré hacia la mujer y le hice una señal para que supiera que estaba preparado. Estos compañeros... Puede que congeniáramos. No me gustaba del todo actuar de forma sigilosa y planeada, pero quizás era lo mejor para mantener la cabeza pegada al cuello. Por ahora.
-Espero que sea más divertido de lo que promete. No es muy emocionante pulsar un interruptor, aunque jamás había conseguido un dinero tan fácil- Dije.
Comencé a andar en dirección a donde me había señalado la mujer. Me topé con un estante lleno de bebidas espirituosas y escogí la que mejor me sonaba. Al parecer era algún tipo de whiskey. Genial. Casi nunca tenía dinero para beberlo, pero me gustaba bastante. Era una bebida perfecta para empezar el robo. La abrí sin dificultad y le di unos cuantos sorbos.
Todo estaba bastante oscuro. Debía tener cuidado de no tropezar y hacer mucho ruido o todo, por muy sencillo que fuera, se iría al traste y tendríamos problemas. El alcohol no ayudaba mucho en la tarea de mantenerse cuidadoso aunque, gracias a mi robusta constitución, e alcohol no me afectaba demasiado. Seguí bebiendo y, antes de llegar al interruptor ya me había terminado la botella.
-Qué rápido se ha acabado el licor... bueno, tendré que conformarme con e dinero. Aunque siempre puedo coger más whiakey al volver- Dije para mí.
Miré hacia la mujer y le hice una señal para que supiera que estaba preparado. Estos compañeros... Puede que congeniáramos. No me gustaba del todo actuar de forma sigilosa y planeada, pero quizás era lo mejor para mantener la cabeza pegada al cuello. Por ahora.
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Fuimos hasta un edificio donde llevaríamos acabo el supuesto robo. La morena nos hizo esperar en la puerta y ella escaló hasta la ventana, entrando por esta ya abriendo poco después la puerta principal. -Vaya... Hubiera sido más fácil destruirla, pero bueno.- Pensé yo, mientras me limitaba a pasar dentro y oír las indicaciones de la experta. Según decía, había dos interruptores atascados que no podía accionar, por lo que nos dejo esa tarea a nosotros. Tras la puerta que se abriría con aquel movimiento, habría una cámara acorazada. Supuse que ella haría el resto. Fui al lugar marcado y agarré lo que parecía ser el interruptor. Mencioné que estaba preparado y cuando ella dio la señal, bajé la palanca con algo de dificultad.
La puerta empezó a abrirse de forma lenta, quizás de esta forma evitaban robos o vete tu a saber, porque si era esa su función, no la estaba cumpliendo. -Veamos cuanto dinero sacamos de esto.- Decía yo en mi mente, mientras imaginaba todas las cosas que podría comprar. Finalmente los que nos impedía ver la cámara, cedió. Ya podíamos acceder a ella, solo nos faltaba que Kiseki supiera abrirla. No creo que nos permitiese intentar abrirla a la fuerza cuando se había tomado tantas molestias por actuar sigilosamente.
-Bueno, ahora te toca a ti. Enséñanos que sabes hacer, muñeca.- Dije yo, esbozando una sonrisa.
La puerta empezó a abrirse de forma lenta, quizás de esta forma evitaban robos o vete tu a saber, porque si era esa su función, no la estaba cumpliendo. -Veamos cuanto dinero sacamos de esto.- Decía yo en mi mente, mientras imaginaba todas las cosas que podría comprar. Finalmente los que nos impedía ver la cámara, cedió. Ya podíamos acceder a ella, solo nos faltaba que Kiseki supiera abrirla. No creo que nos permitiese intentar abrirla a la fuerza cuando se había tomado tantas molestias por actuar sigilosamente.
-Bueno, ahora te toca a ti. Enséñanos que sabes hacer, muñeca.- Dije yo, esbozando una sonrisa.
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Habían picado en mi trampa, aún a pesar de que era realmente sencilla. Cogí el dinero y pegué una voltereta hacia atrás ágil para presionar un botón que los dejó encerrados. Me quedé apoyada en la puerta mientras contaba el dinero y miré de reojo por un pequeño agujero, parecían boquiabiertos. Podía dejarlos ahí y hacerles sufrir, ya que las paredes estaban revestidas y les costaría mucho atravesarlas, pero en cierta forma, en mi interior, me supo de alguna forma mal hacer eso. Habían confiado en mí y tampoco quería hacerles tal putada, así que disfrutaría de "la broma" un rato.
-Nee, me he fijado de que os he engañado fácilmente. Si no va alguien que sepa prevenir estas trampas con vosotros vais a caer una y otra vez... -murmuré sonriendo, me parecía gracioso- así que os abriré, pero primero quiero que juréis que no nos vamos a traicionar entre nosotros. -ordené con cierta autoridad, con muchos humos.
Pero también tenía la posibilidad de que la puerta se me cayera encima, quién sabría, con la fuerza bruta que tenían los dos... Me aparté cauta de la puerta y me quedé apoyada en una de las palancas esperando la respuesta de los dos para así después actuar. Miré hacia alrededor y vi que la madera chirriaba, tal vez podría venir alguien, pero fuese quien fuese no me importaba una mierda.
-Nee, me he fijado de que os he engañado fácilmente. Si no va alguien que sepa prevenir estas trampas con vosotros vais a caer una y otra vez... -murmuré sonriendo, me parecía gracioso- así que os abriré, pero primero quiero que juréis que no nos vamos a traicionar entre nosotros. -ordené con cierta autoridad, con muchos humos.
Pero también tenía la posibilidad de que la puerta se me cayera encima, quién sabría, con la fuerza bruta que tenían los dos... Me aparté cauta de la puerta y me quedé apoyada en una de las palancas esperando la respuesta de los dos para así después actuar. Miré hacia alrededor y vi que la madera chirriaba, tal vez podría venir alguien, pero fuese quien fuese no me importaba una mierda.
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Esperamos la respuesta de la mujer, pero no era la que deseaba. En menos de unos segundos la puerta se cerró y nos quedamos dentro. Entonces las paredes me parecieron demasiado estrechas y sentí que me faltaba el aire. Me desesperé y los nervios me cegaron. No podía volver a verme encerrado, ahora era libre. No podía estar pasando esto. Golpeé la puerta con la espada pero no cedió. La lancé al suelo y comencé a golpear la puerta con los puños. Después dijo algo.
-¡Abre la maldita puerta o juro que la tiraré abajo y te arrancaré la cabeza! ¡Ya no soy un esclavo! ¡Abre de una vez!- Grité con desesperación.
De pronto el mundo se encogió hasta el tamaño de la habitación. Ya no existía nada más, ni si quiera la libertad de la que tanto había gozado y por la que tanto había luchado y sufrido. Intenté calmarme, pero no podía. Si seguía así iba a estallar. Intenté recordar lo que la chica había dicho y cuando creí entenderla respondí.
-Está bien, juro que no os traicionaré. ¡Pero abre la puta puerta, joder!- Le dije.
-¡Abre la maldita puerta o juro que la tiraré abajo y te arrancaré la cabeza! ¡Ya no soy un esclavo! ¡Abre de una vez!- Grité con desesperación.
De pronto el mundo se encogió hasta el tamaño de la habitación. Ya no existía nada más, ni si quiera la libertad de la que tanto había gozado y por la que tanto había luchado y sufrido. Intenté calmarme, pero no podía. Si seguía así iba a estallar. Intenté recordar lo que la chica había dicho y cuando creí entenderla respondí.
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La chica, con suma facilidad abrió aquella puerta que nos separaba de una cuantiosa y esperada suma de dinero, mas al entrar, ella fue más rauda e inteligente. Engañándonos y tomándonos por ilusos, nos dejó encerrados a ambos en aquel lugar. Apenas podía creer lo que veían mis ojos. Jamás hubiera confiado en un humano y en el primero que lo hacía me apresaba en una cámara blindada. Ella parecía jactarse de su astucia, aunque no tardó en darnos a entender que fue como una demostración de nuestra estupidez y nuestra ignorancia. Que alguien como ella nos sería muy útil, y que antes de empezar un viaje juntos, quería que jurásemos lealtad entre nosotros.
Mentir era algo que se me daba especialmente bien, aunque, sinceramente, si no me daban motivos para traicionarles, no tendría por qué hacerlo. Mientras pudiesen aportarme beneficios, me mantendría a su lado manteniendo ese juramento. Antes de mencionar palabra, el tiburón, bastante alborotado, tras dar varios golpes desesperados por intentar salir, fue el primero en prometer lo que la morena buscaba, así que solo faltaba yo.
-Juro que no os traicionaré mientras vosotros no lo hagáis antes. Si así lo deseáis, espero que vosotros seáis los primeros en cumplirlo. Carezco de escrúpulos y no dudaré en matar a aquellos que se interpongan en mi camino.- Decía yo, bastante serio y tranquilo, a pesar de la situación.
-Ahora abre la puerta. Cánabar no parece llevarse bien con los sitios cerrados.- Añadí, esperando que nos sacase de allí.
Mentir era algo que se me daba especialmente bien, aunque, sinceramente, si no me daban motivos para traicionarles, no tendría por qué hacerlo. Mientras pudiesen aportarme beneficios, me mantendría a su lado manteniendo ese juramento. Antes de mencionar palabra, el tiburón, bastante alborotado, tras dar varios golpes desesperados por intentar salir, fue el primero en prometer lo que la morena buscaba, así que solo faltaba yo.
-Juro que no os traicionaré mientras vosotros no lo hagáis antes. Si así lo deseáis, espero que vosotros seáis los primeros en cumplirlo. Carezco de escrúpulos y no dudaré en matar a aquellos que se interpongan en mi camino.- Decía yo, bastante serio y tranquilo, a pesar de la situación.
-Ahora abre la puerta. Cánabar no parece llevarse bien con los sitios cerrados.- Añadí, esperando que nos sacase de allí.
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Tras escuchar a los dos y la desesperación del moreno por su claustrofobia decidí pulsar el botón con seguridad, por ahora les creería lo suficiente como para ir con ellos, pero que no me tentasen, ya que no sería la primera vez que asesinaba a un pez; ni la última. Eran dos que sobredestacaban, tenían rasgos que les distinguían de los demás y por eso me daban tan buenas impresiones. Una vez la puerta se abrió les miré soltando una pequeña sonrisa y tiré el botín a Kaiser, ya que él era el "capitán", y tampoco quería cargar con peso, para eso que lo hicieran los "hombres". Yo era la que pensaba más bien dicho...
-Bueno, ahora que ya lo hemos prometido los tres -dije que lo habíamos hecho los tres, pero yo no lo había prometido en ningún momento, cosa que no me convertía en una traidora si me tocaban lo de abajo- llevo un buen rato escuchando las maderas chirriar, no sé si os habréis dado cuenta ahí dentro -mencioné mientras señalaba hacia mis espaldas- o nos lo cargamos o nos vamos, haced lo que prefiráis.
Me puse detrás de Cánabar, si nos tiraban algo me protegería del impacto, era mucho más grande que yo y comencé a taconear el suelo para atraer al desconocido.
-Bueno, ahora que ya lo hemos prometido los tres -dije que lo habíamos hecho los tres, pero yo no lo había prometido en ningún momento, cosa que no me convertía en una traidora si me tocaban lo de abajo- llevo un buen rato escuchando las maderas chirriar, no sé si os habréis dado cuenta ahí dentro -mencioné mientras señalaba hacia mis espaldas- o nos lo cargamos o nos vamos, haced lo que prefiráis.
Me puse detrás de Cánabar, si nos tiraban algo me protegería del impacto, era mucho más grande que yo y comencé a taconear el suelo para atraer al desconocido.
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- [RETO] Kasan Vs Kaiser, Canabar y Kiseki)
- [Privado] [Sawaki, Cánabar, Kaiser y Shark] En el mar no hay rival para Atesaki
- Amor interracial. ¿Cuán compatibles son las aletas y las patas? (Privado Drake, Cánabar y Kaiser)
- [Privado Astor, Kiseki] Conociéndose en Jaya
- Rol privado ( Drake, Toshiro y Cánabar) En mitad de una guerra
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