EVENTO ZOMBIE!!! FOSA COMÚN ( EQUIPO A Y B)

Un sinuoso aleteo recorrió sus tímpanos. Saiiko arrugó la nariz, no estaba cómoda. Aún dormida, dio unas cuantas cachetadas al aire intentando alejar el aleteo en un intento absurdo. Su conciencia comenzaba a despertarse, y abrió los ojos, achinados y entornados, allí estaba todo muy oscuro, la peliazul recordaba haber tapado las ventanas de la habitación antes de dormirse, pero había algo que no terminaba de entender.

Hasta que llegó: un olor putrefacto y podrido ascendió desde abajo hasta penetrar en sus fosas nasales. La chica abrió los ojos completamente y se levantó, pero no estaba en su cama, ni siquiera estaba en su barco. Apoyó una de las manos en la superficie para reincorporarse con más facilidad, pero la separó con rapidez al palpar una especie de cosa blanda en lugar de asfalto, por lo que la chica dio un salto, asustada. Y, una vez sus ojos se acostumbraron al lugar, observó que no estaba sola. Allí habían muchísimos cuerpos, pero lo peor era que había estado durmiendo sobre ellos. Habían unos cuantos que no tenían el mismo aspecto que los del fondo, pero no quería comprobar si aún respiraban.

Saiiko levantó un brazo y se olió la muñeca, después, colocó una mueca de asco y musitó 'apesto.. ¡demonios!'. Echó una mirada rápida al lugar, oscuro exceptuando lo que parecía una tenue luz muy al fondo, fuera de ese pozo. Todo le parecía extraño, pero sólo veía dos opciones: o quedarse allí, cosa que parecía imposible, o aventurarse y seguir la luz sin saber qué era, sin duda un acto suicida en esas condiciones.

Bufó y dio un paso adelante: lo primero sería salir de ese cementerio... ¡AH! La chica tropezó con algo, seguramente algún miembro esparcido y podrido, y volvió a verse envuelta de carne muerta. Se reincorporó sacudiéndose la ropa y el pelo, eso no podía pintar peor.

Estiró ambos brazos para sujetarse en las rocas de la pared y escalar la fosa, y con algo de esfuerzo, logró sacar la cabeza y observar una vez más, que venía acompañada, pero, gracias a su poca estabilidad dio un brinco y volvió a caer abajo. Pensó algo rápido, estaba asustada y quería desaparecer de allí, por lo que realizó un esfuerzo e hinchó los mofletes, dejando de respirar mientras volvía a subir: Allí afuera habían cuerpos parados, tambaleándose y caminando, torpes.

Saiiko colocó una mueca de preocupación y se quedó allí, espiando a esas personas, que o eran estúpidas o les faltaba un trozo de cerebro. Pero no sólo le preocupaban ellos: el grito que había dado hacía unos segundos podría despertar a esas personas, atrapadas con ella en la fosa. No las conocía, pero tampoco tenían mucha pinta de gente amigable. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensar en la posibilidad de que ellos fueran los carniceros culpables de ese desastre, y si no lo eran, tal vez podían hospedarse al final de aquella luz, lo que podría ser posiblemente su única salida. Se dio un golpe en la cabeza, no podría aguantar ese olor mucho más tiempo.

Olía putrefacto. La esencia a putrefacción era notoria, recordaba esto. El tipo de sentimiento que daba el estar en este lugar, era más o menos como meterse a una morgue. Nada bueno, totalmente bizarro y las esperanzas en sí, se volvían nulas. No estaba para nada cómoda, aún no salía del sueño y solamente mi olfato estaba atento. El primer sentido que mi cuerpo reincorporaba a la perfección. Hasta que, varios minutos después, de no poder hacer nada, de aguantarme esa fragancia de la muerte, mis ojos se abrieron.

No veía nada, prácticamente nada. Estaba tumbada en el suelo, como si me hubieran traído durmiente, sin mover para nada mi cuerpo del ensueño eterno. Para mantenerme más cuerda, me senté sobre… algo, blando, con un olor de mierda, para nada agradable. Me sobé la cabeza, tenía una leve jaqueca que no me dejaba en paz. Quizás era resultado del mal olor. Y, al mirar en un rango de visión cercano a los 180 grados, me di cuenta del paraíso en el cual estaba. Pensando con sarcasmo total. Cadáveres, muertes, cuerpos que dejaron la vida terrenal para implantarse en este lugar como un adorno. Me era raro, pero no lo suficiente como para alterarme. No me sorprendía con nada. Tal vez sería una broma de mal gusto de algún bromista de gran rango, o quizás… algo totalmente real. Si fuera así, debía encontrar la manera de alejarme.

Ahora que me daba cuenta, no era la única superviviente en este sombrío cuarto. Había más gente, algunos ya de pie y muy alarmados. Uno de ellos, de pelos tan blancos como las nubes en su clímax en el azul cielo, intentaba despertar a sus “compañeros” de supervivencia. Otra, una chica de menos edad que yo, hacía acciones de timidez, y un tanto estúpidas. Suspiré, aclarando mi mente para no caer en la locura de la incertidumbre. Ciertamente, era totalmente bizarro que me encontrara en un lugar como este, al menos, que me den la razón del porqué. Observé aun más a los otros “no afectados” para apreciar algo peculiar. Todos, portaban collares con una lucecita suave. Unos rojos, otros azules. No tenía idea si… sí, yo también portaba uno de estos raros collares, como de los perros, pero mucho más tecnológicos y avanzados.

Ya no bastaba con hacerse preguntas, había que buscar una respuesta. Todo se estaba tornando demasiado raro, así que no me quedaba más que esperar a alguna reacción más rotunda. Más concisa sobre los hechos. Para esto, me acomodé más sobre… los cuerpos que me hacían soporte, que de manera imbécil, no eran duros, por lo que mi cuerpo no estaba mal acoplado a la situación. No respondí al comunicado del peliblanco, puesto que no tenía interés aún en socializar con nadie.

Miré a mi lado, y había un chico de cabellos negros tirado, durmiente, también. Creía que lo había visto en alguna parte de mis memorias, si mal no recordaba. Me pareció muy familiar, puesto que una corazonada, de las que nunca te hacen fallar, me lo dijo al oído como contándome un secreto. Así que, no dudé en mover su cuerpo y despertarle. Antes de que otro más se ponga histérico ante la morbosa situación, el alarmarse y caer en un estado de éxtasis loco, nunca fue lo recomendado si te encontrabas en algo desconocido, sin igual y con cero información de tu paradero. Del porqué te encontrabas ahí.

Apoyando mi mano izquierda en uno de los cuerpos fúnebres, y la otra, en el cuerpo del chico, empecé a moverla levemente. –Hey, despierta- y no reaccionaba. Tal vez también estaba muerto, pero no perdería la esperanza. Nuevamente, moví aún más su cuerpo, en busca de vida. Que en este lugar, les hace falta con urgencia. –Oye… ¡muévete joder!- alzando un poco el tono de voz, para parecer más amenazante, autoritaria y como una total cuerda. Nunca aparenté debilidad ante nada, pues no era lo más apropiado para una mujer, en casos como este. Siempre fuimos más sensibles que el sexo contrario, así que debíamos tomar la delantera, la iniciativa y no perdernos en sentimientos nefastos.

Cediendo en despertar al muchacho, esperando su reacción. Pude ver y denotar algo totalmente extraño en la habitación. Primero, que estaba cerrada, solo habían dos salidas. Esto era lo impresionante, las dos abiertas, con una música tenue de fondo. Con bastante adrenalina, meritaba acción.

No dudé más y le asesté un golpe al estómago a mi compañero, o al tipo que tenía a mi lado. Para ver si ahora sí reaccionaba. Lo miré a la cara, esperando que sus facciones cambiaran algo, por el golpe y naturalmente, por el estar en este raro lugar. Las puertas carmesí meritaban sangre, lágrimas y sufrimiento. Se podía palpar con las manos, si intentabas hacerlo. Era obvio, estábamos en un tipo de… juego. Y ahora empezaba a recordar, que en el sueño, alguien hablaba. Con una voz grave, totalmente diluida, poco se entendía. Pero aún así, tomé atención a varias de sus palabras.

Estábamos a la merced de alguien. Y, debíamos sobrevivir. Quizás yo solamente sabía esto, o al menos eso pareció al observar a los demás que estaban despiertos. Por no tomarles ni la más mínima atención, me desvié hacia el lugar, para apreciarlo mejor. El suelo exacto era de tierra, las puertas en su parte alta, tenían unas letras marcadas. En sí, una A y una B. A saber qué significaba esto. No sé a qué mente perturbada le gustaba jugar con la vida de las personas, pero para mí, esto no era difícil. Afrontarse a cualquier situación, sin perder la cordura. Era la clave, para “ganar”. Y siempre lo fue, solo necesitaba conversar con alguien, alguien vivo y que no estuviera en el sueño. Por esto, me esforcé en despertar al pelinegro de su posición, ya era bastante con estar tumbado y aparentando estar muerto. Quizás me jugaba una broma, pero si era así, una gran paliza de mi parte se iba a llevar. Portaba un collar rojo, por lo que… ideé una cosa. En sus prendas oscuras, puse mi cuello, cerca. Para hacer un tenue reflejo de la luz, y ver qué tipo de collar poseía yo. Inclinándome hacia su cuerpo, noté, el leve color sangre. Así que, mi color era ese. Pues para mí, era perfecto. Ya no divagaba más, solo me quedaba esperar, hasta que algo nuevo pasase.

Luces de todos los colores parpadeantes, al límite de causar espasmos de epilepsia, bebidas alcohólicas en cantidades industriales y con tantos tipos distintos de estupefacientes que era imposible conocer el nombre de siquiera la mitad de ellos. La música atronadora no ahcía más que seguir atrofiando sus sentidos, ya de por si bastante perturbados. Barras de striptease por donde danzaban lo que probablemente eran prostitutas mal pagadas. Al parecer nuestro querido amigo Crimson había logrado estar en un  antro de sus favoritos, en los cuáles simplemente dejarse llevar y empezar con la fiesta. Una orgía para todos los sentidos en dónde incluso sacrificaban personas... ¿Sacrificios humanos?... Quizás había llegado demasiado lejos, aunque estaba demasiado extasiado como para poder hacer nada. Parte de la sangre le salpicaba en la cara, resbalando poco a poco por su cuello. No podía negar que empezaba a gustarle toda aquella bacanal con pequeños tintes satánicos... Esperaba que no hubiese un ponche que beber... siempre era mala idea lo del ponche. El potente hedor de los cuerpos descuartizados ya había llegado a él, haciéndole toser de lo nauseabundo que era.

-Hey, despierta...-escuchaba en su cabeza mientras tosía.-

Era extraño, esa voz era incluso más atronadora que todo el bullicio que llegaba a sus oídos. Entonces notó como todo empezaba a moverse, casi girando toda la habitación, todos las mierdas danzantes de la fiesta empezaron a caer hacia el techo. Tenía que empezar a dejar esas llamativas pastillas de colores saltones y chillones, no le sentaban nada bien y las alucinaciones eran cada vez más reales. Tanto que incluso le dolió estrellarse contra el techo, quedando sepultado bajo otras decenas de cuerpos.

-Oye… ¡muévete joder!- sonó con fuerza en toda la sala, destruyendo las paredes, resquebrajando el techo, el suelo y haciendo que todo saliera disparado como si un huracán hubiese entrado.-

Abrió los ojos de golpe, sudando frío y con las pupilas totalmente dilatadas. todo había sido un dulce y excitante sueño, algo siniestro pero... ¿Acaso había algo más excitante que lo desconocido?. Para su fortuna era un simple sueño perturbador, de los tantos que solía tener. Lo primero que pudo ver fue a una morenaza, bastante guapa, que le resultaba extrañamente conocida y si no la conocía lo haría. Le gustaba tomar cosas dulces nada más despertarse, así empezaba el día con buen pie.

Sin embargo el olor a muerte seguía rondando. Se le metía hasta la garganta, formando un nudo incómodo que le hacía toser. Al aprecer aún seguía los efectos de la cuantiosa gama de comprimidos que había ingerido. A pesar de su juventud, era demasiado para un sólo día. Miró a su alrededor, habituándose poco a poco a las condiciones pútridas del lugar. Todo se hallaba lleno de muertos, en lo que parecía ser una fosa derruida. Quizás ese "sueño" no lo había sido y quizás de verdad una potente voz logró dar la vuelta al mundo y todos esos cuerpos inertes eran el resultado de volcar violentamente. Todo parecía tener sentido. Aquella mujer que le miraba debía de estar también en la fiesta por lo que seguramente la conocería y al estar despierta antes que él, seguramente sepa de que se trataba todo eso.

Algo llamó especialmente su atención, ella levaba un collar con una luz roja en el centro. Y no era la única. Habían otras tantas personas con lo mismo puesto, aunque algunos de un color azul formando así dos grupos, no parecía ser casualidad. Por esa regla de tres el también debía de tener algo parecido. Así fue. Él también portaba otro collar, con una luz roja igual de brillante que el resto.

-"Al menos no tengo que cargar con una linterna"-pensó aún aturdido por todo lo que había vivido o soñado, ya no lo sabía con seguridad.-"Tengo que dejar las orgías en las sectas, tienen su gracia, pero luego siempre pasa algo así."-

-Supongo que tú eres mi "salvadora"-dijo sonriendo de forma pícara, usando "jerga sectaria".- ¿Por qué no dejamos que limpien ésto alguien y nos vamos a un lugar más...  habitable-sugirió sin enterarse de nada de lo que había sucedido por las alucinaciones sufridas por el pestilente aire por culpa de los cadáveres.-

Sorpresivamente, el pelinegro abrió sus grandes ojos y los puso fijamente en los míos. Me cohibí de cierta manera, pero no era momento para ese tipo de sentimientos. Este parecía en su mente, estar comprendiendo la situación aún, lo que era natural. Pensando que nos encontramos en un lugar peor que un fúnebre cementerio, se comprendía la primera confusión del día, después de despertar del gran sueño. Aprovechando su tiempo, empecé a idear cómo salir de aquí. Mientras, observaba a varia gente que se ponía de pie. No tenía interés en socializar con nadie, ni llevarme bien con alguien. No me preocupaban sus vidas, ni a ellos la mía, así que no eran mi preocupación. Pero algo me llamó mucho la atención, y era que algunos pocos, cruzaron una de las puertas carmesíes que estaban rodeadas de una fina capa de material infernal.

Razonando, no era momento para quedarse parado y estar aquí, debíamos actuar, como un semi equipo que éramos. Pero, al querer reaccionar o hacer algo, el pelinegro reaccionó musitándome unas leves palabras. Con gracia. Suponiendo que soy su salvadora, sugirió de manera inteligente, irnos a otro lugar.

Estaba de acuerdo, debíamos partir hacia el otro lado de esas puertas. Ya que estábamos eternamente encerrados entre cuatro estrechas paredes, sin salida alguna hacia la luz. Solo era viable tomar el camino que quisiéramos. Así que, sin responder aún a lo suyo, me levanté rápidamente, apoyada en una de mis manos, palpando un cuerpo muerto. Agarrando al chico desde la muñeca, tirándolo y poniéndolo de pie a la fuerza. Me propuse a caminar hacia la puerta A, que era la más habitada. Puede que no quiera otra gente, pero era imbécil quedarse solo en estos momentos.

Tirando fuertemente de él, caminé de manera concisa y segura, hacia ese camino. Llegando, aprecié a un par de personas más. No me fijé para nada en sus vestimentas ni cómo eran, solamente, impacté al pelinegro a una de las murallas, ya habiendo cruzado la dichosa puerta. Quedando frente a frente, a centímetros de él. Con su mano en alto, yo aún sujeta de la muñeca. –Escúchame- ahora, acercándome levemente a su oído izquierdo, para susurrarle –No tenemos idea, y no creo que nadie la tenga, de qué hacemos aquí. Si esto se torna feo, me protegerás y yo a ti. ¿Entendido? Vamos a llevarnos bien, por algo despertamos juntos, cariño- terminando con mi silencioso comunicado. Nadie más escucharía, a menos de que tenga un súper oído inhumano.

Ahora, me despegué de su oreja, para mirarlo fijamente. Seria, con una mirada amenazadora. En la espera de algo significativo en este extraño día. Nada era común, aunque no era malo en cierto caso. Me gustaba la adrenalina, y todo recién empezaba. Si mi compañero actual, me daba ventajas tanto como yo a él, saldríamos beneficiados y tal vez, se gane una cita conmigo en las afueras de este deprimente sitio. Lleno de muerte, agonía y tristeza. Nada bueno, si lo piensas de manera optimista. Si quieres vivir, claro. -Alguien debería de darnos más información, carajo- pensé, un poco fastidiada.