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Akuma no mi
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Estaba durmiendo en una montaña, no sabía donde me encontraba pero eso tampoco me importaba ya que me gustaba ir a la aventura. Desperté de aquel sueño, todo estaba muy tranquilo, podía ver a los pájaros volar y se sentía cierta paz y armonía. La brisa golpeaba contra mi cara despeinándome y esa sensación hacía que valiera la pena vivir.
Al cabo de un par de horas que me pase haciendo el ganso ahí tumbado, me dispuse a bajar la montaña. Allí había una gran ciudad y cuando digo grande era por que realmente era enorme. Las casas medían cuarenta metros como mínimo y viendo el resto de casas esa sería seguramente la de las mascotas. Las puertas de cada casa ya os lo podéis imaginar, eran de veinte metros por lo menos.
Caminando por aquella ciudad pude encontrarme a lo lejos una persona. Esta parecía de tamaño normal aunque mientras más me acercaba más grande se hacía. -Coño que grande es este desgraciado- pensaba cuando vi a aquel enorme gigante.
El cielo empezaba a turbarse, una tormenta se avecinaba. De pequeño odiaba las tormentas, me daban miedo y para mi era señal de un mal presagio. Pero la cosa cambio desde que me comí la Akuma no mi. Ahora cuando habían tormentas me sentía como en casa, me daba un calor y un alivio poder verlas que hizo que me saliera una sonrisa de oreja a oreja. Debería de ser mi sentido animal el que hizo que cambiara de parecer.
Podía disipar la tormenta si hubiese querido pero realmente me agradaban así que me volví a la montaña y busque un refugio de donde poder quedarme tumbado para disfrutar de aquella agradable sensación.
Al cabo de media hora andando buscando una cueva al fin pude encontrar una casi llegando al pico de la montaña. La cueva era enorme y no me extrañaría nada que la hubiesen echo aquellas bestias enormes que me había encontrado antes.
Me pico la curiosidad de mirar que había dentro ya que lo único que se veía era la negror de estar a oscuras y sin iluminación. Como había cierta tranquilidad y no se escuchaba nada me dispuse a tumbarme y observar la tormenta y cuando esta pasara ya me decidiría por inspeccionar la zona.
Al cabo de un par de horas que me pase haciendo el ganso ahí tumbado, me dispuse a bajar la montaña. Allí había una gran ciudad y cuando digo grande era por que realmente era enorme. Las casas medían cuarenta metros como mínimo y viendo el resto de casas esa sería seguramente la de las mascotas. Las puertas de cada casa ya os lo podéis imaginar, eran de veinte metros por lo menos.
Caminando por aquella ciudad pude encontrarme a lo lejos una persona. Esta parecía de tamaño normal aunque mientras más me acercaba más grande se hacía. -Coño que grande es este desgraciado- pensaba cuando vi a aquel enorme gigante.
El cielo empezaba a turbarse, una tormenta se avecinaba. De pequeño odiaba las tormentas, me daban miedo y para mi era señal de un mal presagio. Pero la cosa cambio desde que me comí la Akuma no mi. Ahora cuando habían tormentas me sentía como en casa, me daba un calor y un alivio poder verlas que hizo que me saliera una sonrisa de oreja a oreja. Debería de ser mi sentido animal el que hizo que cambiara de parecer.
Podía disipar la tormenta si hubiese querido pero realmente me agradaban así que me volví a la montaña y busque un refugio de donde poder quedarme tumbado para disfrutar de aquella agradable sensación.
Al cabo de media hora andando buscando una cueva al fin pude encontrar una casi llegando al pico de la montaña. La cueva era enorme y no me extrañaría nada que la hubiesen echo aquellas bestias enormes que me había encontrado antes.
Me pico la curiosidad de mirar que había dentro ya que lo único que se veía era la negror de estar a oscuras y sin iluminación. Como había cierta tranquilidad y no se escuchaba nada me dispuse a tumbarme y observar la tormenta y cuando esta pasara ya me decidiría por inspeccionar la zona.
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Akuma no mi
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Delante de mi se alzaba un pueblo de casas de enormes aproximandose a los cincuenta metros de altura. Por mis costados se paseaba gente del tamaño de un monte, siendo los mas pequeños de unos quince metros de embergadura. Y alli estaba yo, en Elbaf, la ciudad de la que eran originarios esos seres llamados gigantes. Obviamente no estaba a la vista de todos ellos y me escondia tanto como podia, haciendomelo mas facil el hecho de que pudiera ocultarme en los resquicios de sus puertas o detras de las escobas de las amas de casa. Queria evitar cuanto antes un contacto directo puesto que en mis facultades actuales e incluso con todo lo impetuoso que era hasta un idiota se daria cuenta de que no ganaria mas que disgustos haciendo tal estupidez.
"Me escondere en las montañas." pense mientras pasaba la ultima de las casas de piedra en direccion a la prominente acumulacion de rocas. "Tengo que encontrar el modo de salir de aqui e informar a mis superiores de lo que he visto."
La verdad era que la exploracion siempre habia sido uno de mis fuertes puesto que la incertidumbre de ir a donde nadie habia llegado, ver los lugares en los que nadie habia estado... era como una inyeccion de adrenalina para mi. Ese era el principal motivo por el que una vez que habia caido, sin saber exactamente como, en la legendaria Elbaf no pudo resistir el investigar sus costumbres y sus ceremonias guerreras. Pero aun no estaba preparado, debia fortalecerme en un entorno similar al suyo para poder congeniar mejor con sus habitantes. En aquella ocasion por suerte no estaba en mision oficial de la Marina por lo que mis atuendos eran tan normales como los de cualquier civil, permitiendome mantener el anonimato en el aspecto de mis inclinaciones politicas.
La verdad era que el solo hecho de subir la montaña me estaba costando una barbaridad, hasta que me harte de subir cuando aun andaba por la mitad del trayecto y con las ultimas fuerzas de mi cansado cuerpo consegui llegar hasta una enorme cueva. Me quede en la entrada, ya que no tenia muchas ganas de adentrarme para encontrar alguna criatura. Una tormenta estallo a los pocos segundos dejandome atrapado, sin posibilidad de hacer fuego gracias a que no podia salir a por madera seca y con un cansancio de tres pares de narices... De la frustracion, agarre la primera piedra de que vi por el suelo y la lance a la nada. O eso creia, por que en realidad iba directo a la cabeza de un postrado humano del cual no habia tomado constancia.
"Me escondere en las montañas." pense mientras pasaba la ultima de las casas de piedra en direccion a la prominente acumulacion de rocas. "Tengo que encontrar el modo de salir de aqui e informar a mis superiores de lo que he visto."
La verdad era que la exploracion siempre habia sido uno de mis fuertes puesto que la incertidumbre de ir a donde nadie habia llegado, ver los lugares en los que nadie habia estado... era como una inyeccion de adrenalina para mi. Ese era el principal motivo por el que una vez que habia caido, sin saber exactamente como, en la legendaria Elbaf no pudo resistir el investigar sus costumbres y sus ceremonias guerreras. Pero aun no estaba preparado, debia fortalecerme en un entorno similar al suyo para poder congeniar mejor con sus habitantes. En aquella ocasion por suerte no estaba en mision oficial de la Marina por lo que mis atuendos eran tan normales como los de cualquier civil, permitiendome mantener el anonimato en el aspecto de mis inclinaciones politicas.
La verdad era que el solo hecho de subir la montaña me estaba costando una barbaridad, hasta que me harte de subir cuando aun andaba por la mitad del trayecto y con las ultimas fuerzas de mi cansado cuerpo consegui llegar hasta una enorme cueva. Me quede en la entrada, ya que no tenia muchas ganas de adentrarme para encontrar alguna criatura. Una tormenta estallo a los pocos segundos dejandome atrapado, sin posibilidad de hacer fuego gracias a que no podia salir a por madera seca y con un cansancio de tres pares de narices... De la frustracion, agarre la primera piedra de que vi por el suelo y la lance a la nada. O eso creia, por que en realidad iba directo a la cabeza de un postrado humano del cual no habia tomado constancia.
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Akuma no mi
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Me encontraba tumbado en aquella cueva, no tenía preocupaciones y así era como mejor sabía vivir. Al cabo de un rato una piedra me golpeo en la cabeza. Me incorpore y mire quien había sido. Al parecer un humano había entrado a la cueva donde yo me alojaba actualmente.
-Maldita escoria, ¿que pretendes lanzándome una piedra?
Le dije enfurecido a aquel hombre que había interrumpido mi descanso. La verdad es que estaba bastante relajado y no tenía ningunas ganas de enzarzarme en una pelea, ya que le picaba más la curiosidad de saber que podía encontrarse dentro de esa cueva.
-Escoria, ¿sabes que hay dentro de esta cueva?
Le pregunte a aquella extraña persona, mientras que miraba el interior de la cueva sin poder ver nada que no fuese oscuridad. Me quede parado esperando una respuesta y después me levante del suelo.
Llevaba unos pantalones cortos y una camiseta que por detrás tenía el emblema de Sons Of Anarchy. Como siempre hacía iba equipado de mis tres katanas. La katana de kairoseki que tanto amaba, la Ryo que disipaba todos los elementos y la paralizante.
Cuando este me respondió comencé a escuchar un sonido raro. No reconocía aquel sonido con ninguno de los que había escuchado antes. Me quede mirando en el interior y se comenzaron a escuchar pasos acercándose hacía nuestra ubicación.
Cuando ya estuvo bastante cerca como para poder verlo supimos inmediatamente de que se trataba. Era un enorme oso de un tamaño de unos quince metros. Este oso se acercaba a nosotros enfurecido por habernos colado en su refugio lo que viene a ser su casa.
-En que mal momento tas tenido que despertar de ivernar. Escoria yo no se tu pero creo que lo más coherente es que nos larguemos de aquí. No me gustaría enfadarlo más.
-Maldita escoria, ¿que pretendes lanzándome una piedra?
Le dije enfurecido a aquel hombre que había interrumpido mi descanso. La verdad es que estaba bastante relajado y no tenía ningunas ganas de enzarzarme en una pelea, ya que le picaba más la curiosidad de saber que podía encontrarse dentro de esa cueva.
-Escoria, ¿sabes que hay dentro de esta cueva?
Le pregunte a aquella extraña persona, mientras que miraba el interior de la cueva sin poder ver nada que no fuese oscuridad. Me quede parado esperando una respuesta y después me levante del suelo.
Llevaba unos pantalones cortos y una camiseta que por detrás tenía el emblema de Sons Of Anarchy. Como siempre hacía iba equipado de mis tres katanas. La katana de kairoseki que tanto amaba, la Ryo que disipaba todos los elementos y la paralizante.
Cuando este me respondió comencé a escuchar un sonido raro. No reconocía aquel sonido con ninguno de los que había escuchado antes. Me quede mirando en el interior y se comenzaron a escuchar pasos acercándose hacía nuestra ubicación.
Cuando ya estuvo bastante cerca como para poder verlo supimos inmediatamente de que se trataba. Era un enorme oso de un tamaño de unos quince metros. Este oso se acercaba a nosotros enfurecido por habernos colado en su refugio lo que viene a ser su casa.
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Cuando escuche como alguien se quejaba justo desde la direccion en la que habia lanzado el canto, me sorprendi tanto que no supe reaccionar de buenas a primeras. Mi primera reaccion fue levantarme de golpe y enmudecer ¿Que narices hacia alguien metido en aquella cueva? Pronto me di cuenta de la estupidez que estaba preguntandome puesto que yo estaba en la misma situacion. Era un hombre joven de pasada la veintena, de pelo rubio y apariencia macarra con el simbolo de una calavera extraña pintada en la espalda de su camiseta.
- ¡Escoria tu p...! -dije en un pronto repentino por contestarlo, pero mi mente se aclaro y me obligue a no empezar las relaciones con mal pie entre el vagabundo rubio y yo.- No, no tengo ni idea de que hay dentro. Pero eso tiene facil solucion, miramos dentro y lo mismo encontramos la gracia que se te ha perdido.
Normalmente no actuaba de esa manera, pero el desprecio tan gratuito que me mostraba aquel ser me sacaba de mis casillas. Mas pronto acabo nuestra disyuntiva cuando los pasos de algo moviendose en nuestra direccion se acabo mostrando como un gigantesco oso de unos quince metros de embergadura. Mi miedo llego a tal extremo que con solo verlo enseñar sus dientes amenazantes ante sus posibles presas me horrorice y sali corriendo de alli antes que mi homonimo en la cueva.
- Que voy ha hacer ¡Corre insensato! -le dije cuando le escuche aun hablar. Lo peor era que la tormenta aun seguia dandome dolores de cabeza puesto que en cualquier momento un rayo podia caernos en la cabeza o entre tanta agua podia llevarnos la corriente que bajaria desde lo alto de la montaña arrastrandonos hasta el pueblo, vivos o muertos.- Tenemos que encontrar una manera segura de bajar al pueblo o la tormenta nos despeñara entre la rocas ¿Alguna idea, lumbreras?
- ¡Escoria tu p...! -dije en un pronto repentino por contestarlo, pero mi mente se aclaro y me obligue a no empezar las relaciones con mal pie entre el vagabundo rubio y yo.- No, no tengo ni idea de que hay dentro. Pero eso tiene facil solucion, miramos dentro y lo mismo encontramos la gracia que se te ha perdido.
Normalmente no actuaba de esa manera, pero el desprecio tan gratuito que me mostraba aquel ser me sacaba de mis casillas. Mas pronto acabo nuestra disyuntiva cuando los pasos de algo moviendose en nuestra direccion se acabo mostrando como un gigantesco oso de unos quince metros de embergadura. Mi miedo llego a tal extremo que con solo verlo enseñar sus dientes amenazantes ante sus posibles presas me horrorice y sali corriendo de alli antes que mi homonimo en la cueva.
- Que voy ha hacer ¡Corre insensato! -le dije cuando le escuche aun hablar. Lo peor era que la tormenta aun seguia dandome dolores de cabeza puesto que en cualquier momento un rayo podia caernos en la cabeza o entre tanta agua podia llevarnos la corriente que bajaria desde lo alto de la montaña arrastrandonos hasta el pueblo, vivos o muertos.- Tenemos que encontrar una manera segura de bajar al pueblo o la tormenta nos despeñara entre la rocas ¿Alguna idea, lumbreras?
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Al chico raro se le veía asustado, al parecer aquel oso le intimidaba más que cuando tienes que entregar las notas en casa y lo tenías suspendido y tenías miedo de tu madre. Este parecía que quería irse de ahí y me respondió a mi pregunta de una forma que no me esperaba.
- Que voy ha hacer ¡Corre insensato!
Al parecer mucha confianza estaba cogiendo para llamarme insentato. Tendría que ajustar las cuentas con el oso y demostrar quien era el macho alfa de la manada ya que si fuese por el marine solo haríamos que agobiarnos corriendo y cansarnos tontamente.
-Tenemos que encontrar una manera segura de bajar al pueblo o la tormenta nos despeñara entre la rocas ¿Alguna idea, lumbreras?
-Si, matando al oso y esperar a que la tormenta se acabe y luego bajaremos volando.
Dije con un tono de voz firme y seguro. Convencido de que lo que yo le proponía era la mejor solución.
-En fin, apártate y deja paso a los verdaderos hombres. Esto no es un juego de niñas.
Desenfundé mi katana paralizante, me quede mirándola y dije:
-Si creo que con esto bastara para acabar con esa criatura.
Cuando el oso se acerco hasta estar a mi rango para poder atacarle, con una velocidad asombrosa corte su pierna. Tenía la esperanza de habérsela cortado pero por lo visto su piel era más gruesa de lo que me imaginaba y solo le hice un corte, aunque este era bastante profundo.
-Tch! Me esperaba algo mejor, pero bueno... Al menos ya hemos acabado con este. ¿Escoria no te habrás meado encima verdad?
-Deja de mirar al oso ya no es un problema para nosotros, está totalmente paralizado de cintura para abajo, aunque si te da miedo puedes acabar tú mismo con el y así podrás presumir con tus amiguitas de que matastes a un oso con tus manos. Eso si, intenta olvidarte mencionar que te has meado encima.
Dije soltando una carcajada al final. Ese día me estaba encontrando bastante animado y eso que hacía tiempo que no estaba tan feliz. La escoria de mi compañero sin saber como lo ha echo me ha animado más el día de lo que podía esperar.
- Que voy ha hacer ¡Corre insensato!
Al parecer mucha confianza estaba cogiendo para llamarme insentato. Tendría que ajustar las cuentas con el oso y demostrar quien era el macho alfa de la manada ya que si fuese por el marine solo haríamos que agobiarnos corriendo y cansarnos tontamente.
-Tenemos que encontrar una manera segura de bajar al pueblo o la tormenta nos despeñara entre la rocas ¿Alguna idea, lumbreras?
-Si, matando al oso y esperar a que la tormenta se acabe y luego bajaremos volando.
Dije con un tono de voz firme y seguro. Convencido de que lo que yo le proponía era la mejor solución.
-En fin, apártate y deja paso a los verdaderos hombres. Esto no es un juego de niñas.
Desenfundé mi katana paralizante, me quede mirándola y dije:
-Si creo que con esto bastara para acabar con esa criatura.
Cuando el oso se acerco hasta estar a mi rango para poder atacarle, con una velocidad asombrosa corte su pierna. Tenía la esperanza de habérsela cortado pero por lo visto su piel era más gruesa de lo que me imaginaba y solo le hice un corte, aunque este era bastante profundo.
-Tch! Me esperaba algo mejor, pero bueno... Al menos ya hemos acabado con este. ¿Escoria no te habrás meado encima verdad?
-Deja de mirar al oso ya no es un problema para nosotros, está totalmente paralizado de cintura para abajo, aunque si te da miedo puedes acabar tú mismo con el y así podrás presumir con tus amiguitas de que matastes a un oso con tus manos. Eso si, intenta olvidarte mencionar que te has meado encima.
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Cuando le escuche hablar solo podia pensar "Si, claro. Y despues ya que estamos nos echamos una risas con los gigantes del pueblo. Total, por soñar..." Pero cuando mire el rostro de aquel hombre no demostraba estar exagerando para nada sus palabras, estaba totalmente convencido de lo que decia y no dudaba de que lo conseguiria ni un instante. Saco una de sus katanas advirtiendome que esto era asunto de verdaderos machos, insinuando que mi hombria era la misma que la de una niña. Me molesto bastante que se dirigiera a mi de esa forma, pero si era capaz de hacer lo que decia me tragaria mis palabras con mucho esfuerzo. Nunca huia ante situaciones dificiles, esa era una verdad como un templo, pero para mi actual yo aquel oso era casi como un suicidio y no queria que mi vida acabase aun.
El oso avanzo poniendo todo el peso de su cuerpo en cada zancada, asustaba de solo verlo galopar sobre sus cuatro patas. Pero aquel individuo no se dejo intimidar en lo mas minimo y espero a que estuviera a unos dos o tres metros para arremeter contra el mamifero asestandole un rapido corte a la altura del muslo a una velocidad que me costo seguir y solo gracias a que yo estaba de cara durante todo el movimiento. El osezno cayo desplomado con un profundo corte en la pierna, a lo que habia que agregar la paralisis que aseguraba el rubio que le habia invadido gracias a la katana que poseia. Tras varias burlas contra mi persona y de nuevo poniendo como objetivo mi valentia, me di la vuelta y camine al borde del barranco esperando al endemoniadamente fuerte capullo que tenia por transporte:
- ¡Tsk!... -respondi unicamente a su comentario, dejando de lado como era obvio al animal que ahora estaba muy malherido.- Si de verdad puedes bajarnos ahi hazlo rapido, rubito. -dije con furia contenida debido a mi indudable sentimiento de inferioridad. Tras una pausa de unos segundos, se me ocurrio que quiza podia sacarle algo.- ¿Que sabes de este pueblo, Elbaf? ¿Conoces las costumbres de los gigantes?
El oso avanzo poniendo todo el peso de su cuerpo en cada zancada, asustaba de solo verlo galopar sobre sus cuatro patas. Pero aquel individuo no se dejo intimidar en lo mas minimo y espero a que estuviera a unos dos o tres metros para arremeter contra el mamifero asestandole un rapido corte a la altura del muslo a una velocidad que me costo seguir y solo gracias a que yo estaba de cara durante todo el movimiento. El osezno cayo desplomado con un profundo corte en la pierna, a lo que habia que agregar la paralisis que aseguraba el rubio que le habia invadido gracias a la katana que poseia. Tras varias burlas contra mi persona y de nuevo poniendo como objetivo mi valentia, me di la vuelta y camine al borde del barranco esperando al endemoniadamente fuerte capullo que tenia por transporte:
- ¡Tsk!... -respondi unicamente a su comentario, dejando de lado como era obvio al animal que ahora estaba muy malherido.- Si de verdad puedes bajarnos ahi hazlo rapido, rubito. -dije con furia contenida debido a mi indudable sentimiento de inferioridad. Tras una pausa de unos segundos, se me ocurrio que quiza podia sacarle algo.- ¿Que sabes de este pueblo, Elbaf? ¿Conoces las costumbres de los gigantes?
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El joven al que había salvado tenía curiosidad por saber mis conocimientos sobre Elbaff, aunque seguramente no le podría ser de mucha ayuda.
-Pues supongo que te estás refiriendo al pueblo que hay abajo de esta colina... La verdad es que no sé mucho sobre el, solo que está habitada de gigantes por lo que he podido ver y hay que ir con cuidado para que no te chafen, por el resto creo que es una isla de lo más normal...
Dije mientras soltaba una carcajada. Estaba feliz y quería seguir estando así, pero ahora venía algo serio y peligroso. íbamos a ir volando hasta Elbaff y siempre que había intentado volar lo había echo solo así que no sabía como iba a acabar el asunto pero de todas formas no me iba a rendir sin intentarlo.
-Fuck!!!! Se me ha olvidado traerme a mi dragón rosa... Con el todo hubiese sido más sencillo y podríamos destrozar a esos enfermos mutantes gigantes.
Dije sonriendo mientras me transformaba en mi forma híbrida. Los músculos de mi cuerpo aumentaron drásticamente haciendo que ahora fuese más ágil y fuerte, además de tener una mayor elasticidad. La estatura mía había aumentado hasta casi dos metros. La piel del byakko se hacía aparente haciendo que mi piel fuese más dura, pudiendo detener una espada de hierro normal y corriente solo con mi piel desnuda. Me habían brotado de mi mandíbula dos colmillos tan duros como el acero mismo.
-Sujetate bien a mi que esto va a ser peligroso.
Estuve concentrándome hasta que al fin empezó a brotar un fuerte viento en la palma de mis manos, este viento salía disparado hacía bajo para propulsarnos en el aire y de esta forma poder volar sin caernos.
La tormenta seguía siendo fuerte pero controlaba los vientos de la zona para que no nos afectasen y nos ayudasen hasta nuestro objetivo que era llegar a la isla. Al cabo de media hora volando aquel joven seguía tan asustado como en el primer minuto y seguía tambaleandose hasta que no pude más y nos caímos de una distancia de diez metros al suelo. Por suerte caímos en el barro de la montaña que este impacto el golpe haciéndonos solo heridas leves.
-Maldita nenaza, mira lo que has conseguido por tu culpa... Por cierto antes de que entremos ahí,¿Como te llamas? Es para enviar un mensaje a tus padres para que vengan a tu funeral o en todo caso que te traigan pañales de bebes en caso de que sobrevivas...
-Pues supongo que te estás refiriendo al pueblo que hay abajo de esta colina... La verdad es que no sé mucho sobre el, solo que está habitada de gigantes por lo que he podido ver y hay que ir con cuidado para que no te chafen, por el resto creo que es una isla de lo más normal...
Dije mientras soltaba una carcajada. Estaba feliz y quería seguir estando así, pero ahora venía algo serio y peligroso. íbamos a ir volando hasta Elbaff y siempre que había intentado volar lo había echo solo así que no sabía como iba a acabar el asunto pero de todas formas no me iba a rendir sin intentarlo.
-Fuck!!!! Se me ha olvidado traerme a mi dragón rosa... Con el todo hubiese sido más sencillo y podríamos destrozar a esos enfermos mutantes gigantes.
Dije sonriendo mientras me transformaba en mi forma híbrida. Los músculos de mi cuerpo aumentaron drásticamente haciendo que ahora fuese más ágil y fuerte, además de tener una mayor elasticidad. La estatura mía había aumentado hasta casi dos metros. La piel del byakko se hacía aparente haciendo que mi piel fuese más dura, pudiendo detener una espada de hierro normal y corriente solo con mi piel desnuda. Me habían brotado de mi mandíbula dos colmillos tan duros como el acero mismo.
-Sujetate bien a mi que esto va a ser peligroso.
Estuve concentrándome hasta que al fin empezó a brotar un fuerte viento en la palma de mis manos, este viento salía disparado hacía bajo para propulsarnos en el aire y de esta forma poder volar sin caernos.
La tormenta seguía siendo fuerte pero controlaba los vientos de la zona para que no nos afectasen y nos ayudasen hasta nuestro objetivo que era llegar a la isla. Al cabo de media hora volando aquel joven seguía tan asustado como en el primer minuto y seguía tambaleandose hasta que no pude más y nos caímos de una distancia de diez metros al suelo. Por suerte caímos en el barro de la montaña que este impacto el golpe haciéndonos solo heridas leves.
-Maldita nenaza, mira lo que has conseguido por tu culpa... Por cierto antes de que entremos ahí,¿Como te llamas? Es para enviar un mensaje a tus padres para que vengan a tu funeral o en todo caso que te traigan pañales de bebes en caso de que sobrevivas...
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Una isla de lo mas normal... la bromita estaba llegando a algunos limites a punto de traspasarse. Aquel hombre era fuerte y lo habia demostrado con creces, ¿Era necesario jactarse de su superioridad a cada momento que pasaba y a cada oportunidad que tenia? Al parecer en su opinion si, pero una vez mas calle en pos de la educacion que se me habia otorgado desde niño, donde las burlas estaban bien hasta cierto punto pero si el otro insistia.... en fin, dos no pelean si uno no quiere.
Estaba tan bien informado de Elbaf y su pueblo como yo, incluso podria decir que probablemente podria deducir mas cosas que el con el tiempo que llevaba alli, pero mi voto de silencio continuo una vez mas. De pronto menciono algo de un dragon rosa y de destrozar gigantes mutantes, lo cual me dejo algo impactado por un instante y lo mire perplejo, para un segundo mas tarde negar con la cabeza en desaprobacion por su violento comportamiento.
"Parece que lo unico que sabe es matar, luchar, demostrar que es todo un hombre..." pense mientras le observaba hasta que por fin entendi por que era tan barbaro. Comenzo a modificar su fisico a voluntad hasta que se conviertio en un humnaoide con pelo blanqucino y colmillos, confiriendole la forma y, supuse, el poder de una bestia del averno. No podia decir que aquello me asombrara "Esto solo puede significar una cosa..."
"Asi es muchacho, ¡Akuma no mi!"
Me di la vuelta creyendo haber escuchado una voz, pero alli no habia nadie mas que nosotros, por lo que volvi a mirar a mi transporte con cara de malas pulgas y obedeci cuando me invito a subirme a su espalda. Cuando el viento comenzo a mecerse a nuestro alrededor dandonos impulsos por el aire entendi que de alguna forma uno de los poderes que esa fruta del diablo le concedia era el control sobre el viento, lo cual me parecio algo increiblemente poderoso.
"Tu tienes algo mucho mejor... Tienes el poder del alma..."
Volvi a escuchar aquella molesta y aguda voz en mi cabeza, lo que me hizo revolverme con violencia en busca de su emisor ¿Me estaba volviendo paranoico?
"Tienes el poder de la inmortalidad..."
¡Ahi estaba de nuevo! Empece a asustarme y a sujetarme la cabeza con fuerza deseando que en parte el dolor mitigara el sonido de sus palabras, grite para no escucharle y movi bruscamente la cabeza de un lado a otro. Parecian los actos de un loco, lo sabia, pero preferia que pensara de mi que hacia muchas tonterias a que escuchaba voces de ningun lado. De pronto, empezamos a caer poco a poco a una velocidad un poco alarmante, pero por suerte solo nos encontrabamos a unos diez metros del suelo y la superficie era barro, por lo que no hubo que lamentarse por mas que unas raspaduras y el tener todo el cuerpo y parte de la cara llena de tierra liquida.
Tras reincorporarnos, ignore nuevamente las palabras despectivas del hombre-bestia, pues tenia ahora mismo demasiadas cosas en la cabeza como para andarme con tonterias, y me limite a responderle:
- Shioon. No es que este especialmente interasado en conocerte, pero es lo minimo que creo debo hacer por habernos sacado de alli. -dije con rotundidad.- Ahora si me disculpas, a partir de aqui creo q- ¡¡!!
Un muro se topo delante de mi cara y poco me falto para partirme la nariz contra el. Pero pronto me di cuenta de que este muro era algo extraño, no tenia forma plana, si no mas bien redonda como una torre. Una torre vestida con cuero... La torre se levanto un par de veces y cayo de nuevo, a la vez que giraba en su propio eje. Obviamente no habia ninguna atalaya alli plantada en medio de la nada, sino que un gigante que no habia reparado en nuestra presencia hasta que hablamos se dio la vuelta para mirarnos desde una altura de unos veinticinco metros mientras sonreia detras de una barba negra como la noche y muy poblada. Retrocedi un par de pasos mientras no podia dejar de quitar la vista de su rostro, tan amenazantemente grande...
Estaba tan bien informado de Elbaf y su pueblo como yo, incluso podria decir que probablemente podria deducir mas cosas que el con el tiempo que llevaba alli, pero mi voto de silencio continuo una vez mas. De pronto menciono algo de un dragon rosa y de destrozar gigantes mutantes, lo cual me dejo algo impactado por un instante y lo mire perplejo, para un segundo mas tarde negar con la cabeza en desaprobacion por su violento comportamiento.
"Parece que lo unico que sabe es matar, luchar, demostrar que es todo un hombre..." pense mientras le observaba hasta que por fin entendi por que era tan barbaro. Comenzo a modificar su fisico a voluntad hasta que se conviertio en un humnaoide con pelo blanqucino y colmillos, confiriendole la forma y, supuse, el poder de una bestia del averno. No podia decir que aquello me asombrara "Esto solo puede significar una cosa..."
"Asi es muchacho, ¡Akuma no mi!"
Me di la vuelta creyendo haber escuchado una voz, pero alli no habia nadie mas que nosotros, por lo que volvi a mirar a mi transporte con cara de malas pulgas y obedeci cuando me invito a subirme a su espalda. Cuando el viento comenzo a mecerse a nuestro alrededor dandonos impulsos por el aire entendi que de alguna forma uno de los poderes que esa fruta del diablo le concedia era el control sobre el viento, lo cual me parecio algo increiblemente poderoso.
"Tu tienes algo mucho mejor... Tienes el poder del alma..."
Volvi a escuchar aquella molesta y aguda voz en mi cabeza, lo que me hizo revolverme con violencia en busca de su emisor ¿Me estaba volviendo paranoico?
"Tienes el poder de la inmortalidad..."
¡Ahi estaba de nuevo! Empece a asustarme y a sujetarme la cabeza con fuerza deseando que en parte el dolor mitigara el sonido de sus palabras, grite para no escucharle y movi bruscamente la cabeza de un lado a otro. Parecian los actos de un loco, lo sabia, pero preferia que pensara de mi que hacia muchas tonterias a que escuchaba voces de ningun lado. De pronto, empezamos a caer poco a poco a una velocidad un poco alarmante, pero por suerte solo nos encontrabamos a unos diez metros del suelo y la superficie era barro, por lo que no hubo que lamentarse por mas que unas raspaduras y el tener todo el cuerpo y parte de la cara llena de tierra liquida.
Tras reincorporarnos, ignore nuevamente las palabras despectivas del hombre-bestia, pues tenia ahora mismo demasiadas cosas en la cabeza como para andarme con tonterias, y me limite a responderle:
- Shioon. No es que este especialmente interasado en conocerte, pero es lo minimo que creo debo hacer por habernos sacado de alli. -dije con rotundidad.- Ahora si me disculpas, a partir de aqui creo q- ¡¡!!
Un muro se topo delante de mi cara y poco me falto para partirme la nariz contra el. Pero pronto me di cuenta de que este muro era algo extraño, no tenia forma plana, si no mas bien redonda como una torre. Una torre vestida con cuero... La torre se levanto un par de veces y cayo de nuevo, a la vez que giraba en su propio eje. Obviamente no habia ninguna atalaya alli plantada en medio de la nada, sino que un gigante que no habia reparado en nuestra presencia hasta que hablamos se dio la vuelta para mirarnos desde una altura de unos veinticinco metros mientras sonreia detras de una barba negra como la noche y muy poblada. Retrocedi un par de pasos mientras no podia dejar de quitar la vista de su rostro, tan amenazantemente grande...
Zarlet
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Después de aquel aterrizaje forzoso, nos encontrábamos cerca de donde se encontraba la ciudad, empezamos a andar. Caminar por ahí era costoso debido a la lluvia que lo había convertido todo en barro. La tormenta parecía que se estaba calmando pero nosotros seguíamos sin encontrar refugio y sin estar en la ciudad.
No es que este especialmente interasado en conocerte, pero es lo minimo que creo debo hacer por habernos sacado de alli. Ahora si me disculpas, a partir de aqui creo q- ¡¡!!
Antes de que la persona misteriosa pudiese terminar la frase se chocó contra un muro que hace unos segundos no estaba ahí. Me quede sorprendido, no sabía como reaccionar ante eso y lo primero que hice fue levantar la mirada para poder observar cuan alto podía llegar a ser. Cuando levante la mirada, no podía creer lo que estaba viendo.
Nos habíamos topado con un gigante sin querer, este mediría unos veinte o treinta metros, siendo realmente formidable además de tenebroso. Vestía un taparrabos de cuero dejando el torso al desnudo. La barba que tenía le llegaba casi hasta el cuello, como signo de no haberse afeitado en la vida o almenos es la impresión que daba.
Quería ver a aquella criatura más de cerca y mirarle a los ojos, por lo que comencé a trepar entre las arrugas de su piel. Era una criatura majestuosa, solo los había visto una vez y fue antes cuando estaba en la ciudad, pero tan de cerca y solo a uno para poder observarlo bien, jamás había tenido esa oportunidad y no quería desaprovecharla.
Seguí trepando hasta que me sujete del taparrabos. Desde el cuero del taparrabos era mas difícil escalar y comenzaba a tener mis dificultades extras debido a que este no paraba de menearse. Cada paso que daba hacía crujir las ramas del suelo he incluso algunos arboles, pero lo más curioso de todo es que iba descalzo. Podía aplastar los arboles sin inmutarse.
Al cabo de unos minutos intentando escalar al fin pude llegar hasta su hombro. Este estaba fornido, se notaba la musculatura que tenía y era asombrosa. Me quede sentado en su hombro y comencé a hacer señas a aquel chico desconocido que me había encontrado anteriormente.
-¡¡¡¡Mira donde estoy!!!!
Comencé a gritar para que el humano me viese. Mi intención era darle envidia pero al parecer estaba más asustado de lo que me creía y no lo estaba consiguiendo. El gigante barbudo debido a mi grito supo que me encontraba ahí y inmediatamente ladeo su cabeza hacía donde me encontraba.
Nos quedamos mirándonos un buen rato hasta que el soltó un gruñido intentando intimidarme. El aliento le olía fatal, los dientes los tenía de una mezcla entre verdes y marrones. Cuando gruño dejó salir algo de saliva bañándome entero.
-¡¡¡Puaj!!! Esto es realmente asqueroso.
Dije mientras despegaba mis brazos viendo caer las gotas de esa saliva tan pegajosa entre sus hombros. Me sentía asqueado por aquel gigante y me compadecía de el. Seguramente si Rose me viese en este estado se reiría de mi de por vida, pero por mi suerte no fue así.
-¿Gigantón hacemos un trato? -Pregunte con la intención de convencerlo para que aceptara, pero enseguida continué hablando.- Si me llevas a la ciudad te dejo que te comas a ese imbécil de abajo. Esta empanado el tío y no hace más que molestar. ¿Que dices?¿Aceptas?
Dije sonriendo, aunque sabía perfectamente que no iba a aceptar ya que sabía que ellos de por si no eran tan carnívoros, pero no iba a perder nada intentándolo. El gigante creía que le estaba tomando el pelo y en parte tenía razón.
-Lárgate de mi vista o morirás.
Al parecer, había hecho enfadar de verdad al gigante y aquello se estaba poniendo interesante. Siempre había querido pelear contra uno y demostrar que yo era el más poderoso del mundo y aquello solo iba a ser un paso hacía mi gran hazaña. Realmente lo que quería era que en el futuro se hablaran de mis aventuras y si lo conseguía esta sería una de las que seguramente hablarían si conseguía hacerme famoso.
-Tú lo has querido, ahora morirás por mi espada.
Salte de su hombro sacando la katana paralizante y mientras caía ladee todo mi cuerpo con la intención de dañarle el brazo derecho. Si conseguía dañarle este se quedaría paralizado y podríamos o bien huir o servirlo para la cena.
No es que este especialmente interasado en conocerte, pero es lo minimo que creo debo hacer por habernos sacado de alli. Ahora si me disculpas, a partir de aqui creo q- ¡¡!!
Antes de que la persona misteriosa pudiese terminar la frase se chocó contra un muro que hace unos segundos no estaba ahí. Me quede sorprendido, no sabía como reaccionar ante eso y lo primero que hice fue levantar la mirada para poder observar cuan alto podía llegar a ser. Cuando levante la mirada, no podía creer lo que estaba viendo.
Nos habíamos topado con un gigante sin querer, este mediría unos veinte o treinta metros, siendo realmente formidable además de tenebroso. Vestía un taparrabos de cuero dejando el torso al desnudo. La barba que tenía le llegaba casi hasta el cuello, como signo de no haberse afeitado en la vida o almenos es la impresión que daba.
Quería ver a aquella criatura más de cerca y mirarle a los ojos, por lo que comencé a trepar entre las arrugas de su piel. Era una criatura majestuosa, solo los había visto una vez y fue antes cuando estaba en la ciudad, pero tan de cerca y solo a uno para poder observarlo bien, jamás había tenido esa oportunidad y no quería desaprovecharla.
Seguí trepando hasta que me sujete del taparrabos. Desde el cuero del taparrabos era mas difícil escalar y comenzaba a tener mis dificultades extras debido a que este no paraba de menearse. Cada paso que daba hacía crujir las ramas del suelo he incluso algunos arboles, pero lo más curioso de todo es que iba descalzo. Podía aplastar los arboles sin inmutarse.
Al cabo de unos minutos intentando escalar al fin pude llegar hasta su hombro. Este estaba fornido, se notaba la musculatura que tenía y era asombrosa. Me quede sentado en su hombro y comencé a hacer señas a aquel chico desconocido que me había encontrado anteriormente.
-¡¡¡¡Mira donde estoy!!!!
Comencé a gritar para que el humano me viese. Mi intención era darle envidia pero al parecer estaba más asustado de lo que me creía y no lo estaba consiguiendo. El gigante barbudo debido a mi grito supo que me encontraba ahí y inmediatamente ladeo su cabeza hacía donde me encontraba.
Nos quedamos mirándonos un buen rato hasta que el soltó un gruñido intentando intimidarme. El aliento le olía fatal, los dientes los tenía de una mezcla entre verdes y marrones. Cuando gruño dejó salir algo de saliva bañándome entero.
-¡¡¡Puaj!!! Esto es realmente asqueroso.
Dije mientras despegaba mis brazos viendo caer las gotas de esa saliva tan pegajosa entre sus hombros. Me sentía asqueado por aquel gigante y me compadecía de el. Seguramente si Rose me viese en este estado se reiría de mi de por vida, pero por mi suerte no fue así.
-¿Gigantón hacemos un trato? -Pregunte con la intención de convencerlo para que aceptara, pero enseguida continué hablando.- Si me llevas a la ciudad te dejo que te comas a ese imbécil de abajo. Esta empanado el tío y no hace más que molestar. ¿Que dices?¿Aceptas?
Dije sonriendo, aunque sabía perfectamente que no iba a aceptar ya que sabía que ellos de por si no eran tan carnívoros, pero no iba a perder nada intentándolo. El gigante creía que le estaba tomando el pelo y en parte tenía razón.
-Lárgate de mi vista o morirás.
Al parecer, había hecho enfadar de verdad al gigante y aquello se estaba poniendo interesante. Siempre había querido pelear contra uno y demostrar que yo era el más poderoso del mundo y aquello solo iba a ser un paso hacía mi gran hazaña. Realmente lo que quería era que en el futuro se hablaran de mis aventuras y si lo conseguía esta sería una de las que seguramente hablarían si conseguía hacerme famoso.
-Tú lo has querido, ahora morirás por mi espada.
Salte de su hombro sacando la katana paralizante y mientras caía ladee todo mi cuerpo con la intención de dañarle el brazo derecho. Si conseguía dañarle este se quedaría paralizado y podríamos o bien huir o servirlo para la cena.
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