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Por bandas diferentes y con métodos que cada uno conseguisteis, llegasteis a Zaren, una isla de gran flora y fauna y con grandes montañas, en la que residían tres pueblos pequeños, pero agradables. Ansias de aventura, de descubrir, de vigilar, de defender, cualquier motivo era bueno para ir a una nueva isla en la que nunca habíais estado.
Simo y Unnamed, deseosos de tesoros supuestamente escondidos, peligros desconocidos que ponían la piel de gallina y daban ganas de echarse al mar, y Toshiro, advertido gracias a aquellos rumores de los posibles peligros para los ciudadanos inocentes de aquella isla, acabasteis cada uno en un pueblo. Poca era la información de aquellas historias que reinaban los mares. Las montañas son signo de riqueza. Eso era lo poco que sabíais. Aunque de algún modo, era una buena pista y un buen lugar por donde empezar.
Off: Siento que sea tan corto, es una simple introducción.
Edit: Edito el título puesto que ahora el moderado es solamente para Simo. [29/12/2013]
Simo
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En mi viaje he pasado por varios lugares desde que salí de casa hace varios meses, pero no tan raros como esta isla. La isla Zaren es una isla a la que no va mucha gente porque no sabes bien en qué parte de la isla vas a desembarcar a menos que hayas estado anteriormente. Aunque yo he podido estudiar algo de navegación durante estos años y había revisado un mapa de la isla, me sería difícil acabar donde buscaba, que era el pueblo de Artiem, que tenía bastante fama por su comida, en especial sus postres.
Sin embargo yo ya sabía que no podría tener un buen viaje, sobre todo porque viajaba en un bote pesquero bastante pequeño que no me sería posible manejar a mi gusto.
Aunque yo quería acabar en ese pueblo, mi verdadera intención era dirigirme a Villa Adis, también conocida como “Villa Esperanza”. Así podría conocer la historia de la isla de primera mano. En una taberna de otra isla había escuchado que un viejo pirata enterró un tesoro en el Monte Olim, un lugar al que es difícil llegar. Me vendría bien algo de dinero para poder comprar un barco o comer bien de vez en cuando, que con lo que tenía en estos momentos sólo me llegaba para una comida. A parte de ello se sabía de criaturas fuertes en esa parte de la isla, y nunca viene mal entrenar.
Cuando Bajé de mi bote iba algo desarrapado y mojado, poco antes estaba dormido y por una ola grande me caí. Casi me olvidaba mi katana en el barco, nunca se sabe lo que puede pasar. Al parecer mis suposiciones eran ciertas, no había acabado donde quería empezar. Al parecer el lugar más cercano del que me encontraba era Villa Adis.
-Bueno, pues nada empezaré por allí.-Dije mientras me rascaba la nuca.
Mi camino hasta esa villa fue corto, más de lo esperado. Por el camino me había encontrado un par de plantas y frutos, y aunque había leído que no hay plantas ni frutos venenosos no se fiaba de sí mismo, siempre fue patoso en ese aspecto y al parecer no lo enmienda.
Al llegar a la villa no había más que gente de una edad elevada “Parece que los rumores son ciertos” se decía para sí. El lugar era bastante amplio, con vegetación y casas que a simple vista se puede ver que son de hace bastante tiempo, con grietas y colores desgastados. Por lo que veía era un pueblo que no usaba una tecnología actual, eran más de “la vieja usanza” como se suele decir. Se podía divisar una fuente de lo que parecía el centro de la villa, representaba a un hombre. Me acerqué a ella y se podía leer un nombre, me parecía curioso, no aparecía en los datos que yo tenía del lugar. Según me dijeron los aldeanos, ese hombre fue el primer ser humano de la isla es decir, el fundador de la civilización en Zaren. Era un dato bastante curioso.
Me seguí paseando por los alrededores de la villa mientras un soplo de aire me daba en la cara, había bastante vegetación alrededor, era algo muy bonito con plantas que decoraban cada parte de la villa, era algo natural y me gustaba.
Aún no había empezado a conseguir información sobre ese monte, por ahora, sólo contemplaba el ambiente.
Sin embargo yo ya sabía que no podría tener un buen viaje, sobre todo porque viajaba en un bote pesquero bastante pequeño que no me sería posible manejar a mi gusto.
Aunque yo quería acabar en ese pueblo, mi verdadera intención era dirigirme a Villa Adis, también conocida como “Villa Esperanza”. Así podría conocer la historia de la isla de primera mano. En una taberna de otra isla había escuchado que un viejo pirata enterró un tesoro en el Monte Olim, un lugar al que es difícil llegar. Me vendría bien algo de dinero para poder comprar un barco o comer bien de vez en cuando, que con lo que tenía en estos momentos sólo me llegaba para una comida. A parte de ello se sabía de criaturas fuertes en esa parte de la isla, y nunca viene mal entrenar.
Cuando Bajé de mi bote iba algo desarrapado y mojado, poco antes estaba dormido y por una ola grande me caí. Casi me olvidaba mi katana en el barco, nunca se sabe lo que puede pasar. Al parecer mis suposiciones eran ciertas, no había acabado donde quería empezar. Al parecer el lugar más cercano del que me encontraba era Villa Adis.
-Bueno, pues nada empezaré por allí.-Dije mientras me rascaba la nuca.
Mi camino hasta esa villa fue corto, más de lo esperado. Por el camino me había encontrado un par de plantas y frutos, y aunque había leído que no hay plantas ni frutos venenosos no se fiaba de sí mismo, siempre fue patoso en ese aspecto y al parecer no lo enmienda.
Al llegar a la villa no había más que gente de una edad elevada “Parece que los rumores son ciertos” se decía para sí. El lugar era bastante amplio, con vegetación y casas que a simple vista se puede ver que son de hace bastante tiempo, con grietas y colores desgastados. Por lo que veía era un pueblo que no usaba una tecnología actual, eran más de “la vieja usanza” como se suele decir. Se podía divisar una fuente de lo que parecía el centro de la villa, representaba a un hombre. Me acerqué a ella y se podía leer un nombre, me parecía curioso, no aparecía en los datos que yo tenía del lugar. Según me dijeron los aldeanos, ese hombre fue el primer ser humano de la isla es decir, el fundador de la civilización en Zaren. Era un dato bastante curioso.
Me seguí paseando por los alrededores de la villa mientras un soplo de aire me daba en la cara, había bastante vegetación alrededor, era algo muy bonito con plantas que decoraban cada parte de la villa, era algo natural y me gustaba.
Aún no había empezado a conseguir información sobre ese monte, por ahora, sólo contemplaba el ambiente.
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La isla Zaren es una de la gran cantidad de isla que el East Blue contiene, pero esta era bastante desconocida, hasta para mí que provengo de este mar. Era reciente cuando ya me había unido a la brigada Disciplinaria, en el cual el estricto reglamento que se debía cumplir, la regla más importante era velar por la paz y la justicia, un ideal claro de un marine, pero el cual muchos de verdad velan. Así mismo escucho grandes rumores de que había un posible tesoro en esta isla, la verdad no me interesaba que hubiera un tesoro en esta isla, la verdadera razón que he venido hasta aquí desde el cuartel, ha sido que estos rumores se hicieron muy constantes y era claro que pronto llegarían a oídos de piratas o mercenarios, sabiendo que esta isla era muy sencilla y tranquila, la gente correría peligro si los piratas llegaban en busca de este tesoro, y el simple hecho de que fueran solo rumores menores y conociendo que esta isla era muy grande en su fauna y flora, como sus extensas montañas, buscarían información más precisa en los pueblos, la verdad era mala suerte para los ciudadanos. El cuartel no tomo papeles en este asunto, ignorándolo plenamente, cosa que yo no aceptaba, aunque por más que lo propuse , no hicieron caso a un simple novato como yo, pero la brigada en la cual pertenecía , se compadecieron de la isla e hicieron lo mínimo para ayudarla, pero yo hacerme cargo de la inspección, al yo ser el interesado, quizás esta fuera una prueba para demostrar mi lealtad a la flota y demostrar mi valor, por el bien de la justicia no dude por un momento en aceptar los términos.
Así mismo fui a parar en la isla, en un pequeño barco prestado del cuartel, con algunos marines y el navegante a bordo, pero ellos no desembarcarían conmigo directamente, simplemente se quedarían como refuerzos y si fuera posible, informar al cuartel inmediatamente. Al llegar a isla Zaren, rápidamente desembarcamos y yo estaba totalmente preparado para llevar a cabo mi misión. Ten cuidado novato, no dudes en avisarnos si sucede algo. Aunque apreciaba que al menos me acompañaran hasta la isla, no podía aceptar que me ayudaran desde el principio. No te preocupes, volveré en un rato, esperen aquí. Dicho esto me baje del barco en el muelle, con solo mi katana sujeta a mi espalda, y la bufanda blanca que siempre traía conmigo, de esta manera comencé a caminar hacia el pueblo más cercano respectivo al muelle en que desembarque, ya que habían 3 islas, comenzaría por esta y de esta manera tratare de pasar por los otros 2. Me sorprendí que esta isla tuviera un fauna increíble y muy hermoso sin lugar a dudas, además de las montaña que se podían observar a lo lejos, si realmente había un tesoro, fuera muy difícil encontrarlo. Cuando apenas llevaba escasos minutos de caminar, ya estaba llegando al poblado más cercano.
Era un pueblo muy sencillo en su tipo de vida, mucho trabajo de ganado y pequeños comercios, pero era un pueblo humilde y que era prospero en su manera de vivir, además de ser bastante grande para lo que me esperaba, se encontraba en total tranquilidad, con la gente transitar normalmente, así que me preguntaba a mí mismo, por donde debía empezar a buscar. Quizás en la taberna sepan algo. Las tabernas eran los lugares ideales para encontrarse con piratas, mercenarios, información y este tipo de cosas. No parecía que esta ciudad estaba en algún problema, pero mi misión principal era prevenir este problema que se podría dar en un futuro. No fallare en esta misión…piratas…no se interpongan en mi camino. De esta manera me dirigí hacia la taberna para hallar cualquier información que me hiciera falta.
Así mismo fui a parar en la isla, en un pequeño barco prestado del cuartel, con algunos marines y el navegante a bordo, pero ellos no desembarcarían conmigo directamente, simplemente se quedarían como refuerzos y si fuera posible, informar al cuartel inmediatamente. Al llegar a isla Zaren, rápidamente desembarcamos y yo estaba totalmente preparado para llevar a cabo mi misión. Ten cuidado novato, no dudes en avisarnos si sucede algo. Aunque apreciaba que al menos me acompañaran hasta la isla, no podía aceptar que me ayudaran desde el principio. No te preocupes, volveré en un rato, esperen aquí. Dicho esto me baje del barco en el muelle, con solo mi katana sujeta a mi espalda, y la bufanda blanca que siempre traía conmigo, de esta manera comencé a caminar hacia el pueblo más cercano respectivo al muelle en que desembarque, ya que habían 3 islas, comenzaría por esta y de esta manera tratare de pasar por los otros 2. Me sorprendí que esta isla tuviera un fauna increíble y muy hermoso sin lugar a dudas, además de las montaña que se podían observar a lo lejos, si realmente había un tesoro, fuera muy difícil encontrarlo. Cuando apenas llevaba escasos minutos de caminar, ya estaba llegando al poblado más cercano.
Era un pueblo muy sencillo en su tipo de vida, mucho trabajo de ganado y pequeños comercios, pero era un pueblo humilde y que era prospero en su manera de vivir, además de ser bastante grande para lo que me esperaba, se encontraba en total tranquilidad, con la gente transitar normalmente, así que me preguntaba a mí mismo, por donde debía empezar a buscar. Quizás en la taberna sepan algo. Las tabernas eran los lugares ideales para encontrarse con piratas, mercenarios, información y este tipo de cosas. No parecía que esta ciudad estaba en algún problema, pero mi misión principal era prevenir este problema que se podría dar en un futuro. No fallare en esta misión…piratas…no se interpongan en mi camino. De esta manera me dirigí hacia la taberna para hallar cualquier información que me hiciera falta.
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Off: Puesto que Unnamed no da señales de vida, se continuará el rol sin él.
On:
Simo:
Mientras observaba el paisaje, algo te llamó la atención. Había un par de tipos hablando sobre un tesoro, pero estaban demasiado lejos, así que apenas comprendías toda su conversación, solo escuchabas alguna que otra palabra rezagada. Aquellos tipos vestían con ropas de cuero y un pañuelo sobre sus cabezas, su aspecto pintaba como el de unos piratas, sobre todo al ver que portaban espadas envainadas en su cintura.
Toshiro:
Entraste en aquella taberna, bastante sencilla y con un aforo de gente tan diminuto que era hasta extraña. Lo usual era ver aquello locales a rebosar de personas, ya fuera bebiendo, jugando, riendo o cualquier cosa por el estilo, pero en aquel edificio apenas había nadie. Había cuatro personas, de aspecto extraño, tapados con capuchas negras, en una mesa del fondo, hablando a base de susurros, como si escondiesen. Otro par de hombres ordinarios bebiendo en la barra y el tabernero, un hombre de gran cabellera recogido en una coleta hacia atrás, de aspecto corpulento y músculos definidos. Este te dio la bienvenida y esperó a ver si pedías algo.
On:
Simo:
Mientras observaba el paisaje, algo te llamó la atención. Había un par de tipos hablando sobre un tesoro, pero estaban demasiado lejos, así que apenas comprendías toda su conversación, solo escuchabas alguna que otra palabra rezagada. Aquellos tipos vestían con ropas de cuero y un pañuelo sobre sus cabezas, su aspecto pintaba como el de unos piratas, sobre todo al ver que portaban espadas envainadas en su cintura.
Toshiro:
Entraste en aquella taberna, bastante sencilla y con un aforo de gente tan diminuto que era hasta extraña. Lo usual era ver aquello locales a rebosar de personas, ya fuera bebiendo, jugando, riendo o cualquier cosa por el estilo, pero en aquel edificio apenas había nadie. Había cuatro personas, de aspecto extraño, tapados con capuchas negras, en una mesa del fondo, hablando a base de susurros, como si escondiesen. Otro par de hombres ordinarios bebiendo en la barra y el tabernero, un hombre de gran cabellera recogido en una coleta hacia atrás, de aspecto corpulento y músculos definidos. Este te dio la bienvenida y esperó a ver si pedías algo.
Simo
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Akuma no mi
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Menudo placer, sin duda esta era una bonita isla. Me tiré durante unos minutos a un campo para observar el cielo. Ciertamente tampoco tenía prisa, los tesoros no suelen moverse solos, y no creo que a alguien le dé por buscar una leyenda.
La verdad es que hacía algo de fresco, se podía notar algo de viento que refrescaba. No se parecía a la última vez que estuve aquí. Ufff, menudo día ese, hacía un calor para morirse, no me dejaba respirar. Ahora que lo pienso, que hubiera viento era extraño, es la misma época que cuando vine hará ya un año, será que algo malo se acerca. Bah, tampoco me fio de esas cosas, simplemente es casualidad. O sí.
Al recordar ese día año atrás no pude evitar ver a Jack en mi mente, qué habrá sido de él. Espero poder volver a verlo y que podamos hablar de lo que hemos estado haciendo este tiempo. Se puede decir que es de las pocas personas a las que puedo considerar “amigos” en el mar.
“¿Qué haré si encuentro de verdad un tesoro?” pensé. La verdad es que lo único que quería era un buen barco, tampoco muy grande porque me encontraba yo solo. Si me llegara a sobrar dinero supongo que me compraría otra espada, así me sería más fácil practicar el estilo de las dos espadas que llevo un tiempo intentando dominar. Aunque por lo que he visto hasta ahora son caras, y si quiero una espada buena será peor. Menuda faena.
Casi me quedo dormido pensando en mis cosas, por suerte decidí levantarme. Me di otro paseíto antes de ir a preguntar en alguna biblioteca o librería, estaba seguro de que en esos lugares podrán contarme cosas interesantes sobre la isla, o bien dejarme un libro que me ayudara.
Caminaba felizmente hasta que escuché algo que me dejo de piedra: “¡TESORO!”
Giré rápidamente mi cabeza para ver de dónde venía ese grito. Había un dúo de personas, en la cual únale estaba poniendo las manos en la boca al otro. Me imagino cuál es el bocazas. Me acerqué con cuidado y con una distancia prudencial, pues el tipo que parecía ser más listo empezó a mirar por los alrededores, claramente quería encubrir la conversación. Lamentablemente me tuve que quedar a la esquina de un edificio porque ellos estaban en campo abierto, si ve a un hombre a su lado como si nada, resultaría un tanto sospechoso, pero sólo un poco. Al menos podía escuchar un poco de lo que hablaban.
Les observé bien, no parecían del lugar, sobretodo porque eran jóvenes. Seguramente hayan venido por el mismo motivo que yo. Portaban espadas, me daba qué pensar. Podían ser piratas, aunque no se ven muchos grupos de dos o piratas solitarios como yo. Aunque a los pocos minutos se les acercaron otros dos, aunque seguía indeciso, podrían ser también unos cazadores de piratas. Me era indiferente, si les escucho podría obtener información, y si consigo el tesoro antes que ellos me quedaría conforme, tampoco hace falta que luche.
Escuché diversas palabras, lamentablemente no la conversación entera, pero con lo que escuché me sobraba: tesoro, monte, difícil, secreto, enterrado, monte, monte, monstruos, monstruo gigante que protege el tesoro. Todo parecía estar concorde a lo que pensaba. Sólo me faltaba saber dónde se encontraba concretamente el tesoro enterrado, pero si dicen que había una gran bestia protegiéndolo, no será muy difícil dar con él.
-Bien.-Dije mientras me alejaba de aquellos tipos.- ¡Allá voy!
La verdad es que hacía algo de fresco, se podía notar algo de viento que refrescaba. No se parecía a la última vez que estuve aquí. Ufff, menudo día ese, hacía un calor para morirse, no me dejaba respirar. Ahora que lo pienso, que hubiera viento era extraño, es la misma época que cuando vine hará ya un año, será que algo malo se acerca. Bah, tampoco me fio de esas cosas, simplemente es casualidad. O sí.
Al recordar ese día año atrás no pude evitar ver a Jack en mi mente, qué habrá sido de él. Espero poder volver a verlo y que podamos hablar de lo que hemos estado haciendo este tiempo. Se puede decir que es de las pocas personas a las que puedo considerar “amigos” en el mar.
“¿Qué haré si encuentro de verdad un tesoro?” pensé. La verdad es que lo único que quería era un buen barco, tampoco muy grande porque me encontraba yo solo. Si me llegara a sobrar dinero supongo que me compraría otra espada, así me sería más fácil practicar el estilo de las dos espadas que llevo un tiempo intentando dominar. Aunque por lo que he visto hasta ahora son caras, y si quiero una espada buena será peor. Menuda faena.
Casi me quedo dormido pensando en mis cosas, por suerte decidí levantarme. Me di otro paseíto antes de ir a preguntar en alguna biblioteca o librería, estaba seguro de que en esos lugares podrán contarme cosas interesantes sobre la isla, o bien dejarme un libro que me ayudara.
Caminaba felizmente hasta que escuché algo que me dejo de piedra: “¡TESORO!”
Giré rápidamente mi cabeza para ver de dónde venía ese grito. Había un dúo de personas, en la cual únale estaba poniendo las manos en la boca al otro. Me imagino cuál es el bocazas. Me acerqué con cuidado y con una distancia prudencial, pues el tipo que parecía ser más listo empezó a mirar por los alrededores, claramente quería encubrir la conversación. Lamentablemente me tuve que quedar a la esquina de un edificio porque ellos estaban en campo abierto, si ve a un hombre a su lado como si nada, resultaría un tanto sospechoso, pero sólo un poco. Al menos podía escuchar un poco de lo que hablaban.
Les observé bien, no parecían del lugar, sobretodo porque eran jóvenes. Seguramente hayan venido por el mismo motivo que yo. Portaban espadas, me daba qué pensar. Podían ser piratas, aunque no se ven muchos grupos de dos o piratas solitarios como yo. Aunque a los pocos minutos se les acercaron otros dos, aunque seguía indeciso, podrían ser también unos cazadores de piratas. Me era indiferente, si les escucho podría obtener información, y si consigo el tesoro antes que ellos me quedaría conforme, tampoco hace falta que luche.
Escuché diversas palabras, lamentablemente no la conversación entera, pero con lo que escuché me sobraba: tesoro, monte, difícil, secreto, enterrado, monte, monte, monstruos, monstruo gigante que protege el tesoro. Todo parecía estar concorde a lo que pensaba. Sólo me faltaba saber dónde se encontraba concretamente el tesoro enterrado, pero si dicen que había una gran bestia protegiéndolo, no será muy difícil dar con él.
-Bien.-Dije mientras me alejaba de aquellos tipos.- ¡Allá voy!
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Off: El rol se continúa única y exclusivamente para Simo, puesto que sus compañeros han dejado de postear durante demasiado tiempo.
On:
Tenías la información necesaria, fuera verdad o simples rumores, eran las pistas que te llevarían a un posible y gran hallazgo. Quién sabe los tesoros que podía esconder aquel monte lleno de peligros y contrincantes que no se quedarían de brazos cruzados. Tras tu marcha, el grupo de piratas que se había reunido para hablar de sus descubrimientos partieron rumbo a la cima de la montaña central de la isla. Portaban un mapa de la isla con una pequeña cruz roja que indicaba el destino al que debían llegar, así como varios dibujos extravagantes de monstruos o diferentes contratiempos que tendrían que cruzar.
Mientras avanzabas, pudiste ver a un hombre de mediana edad, con un parche en el ojo izquierdo y una pata de palo sustituyendo su pierna derecha. Este estaba rodeado de niños que escuchaban sus historias. Cuentos de una bestia que le atacó y le produjo esas heridas en una intensa y feroz batalla de la que logró salir vivo, pero con las manos vacías, asegurando que era imposible obtener el premio que guardaba la caída de aquel ser.
Todos aquellos rumores no estaban realmente probados, solo eran palabras de un loco que subió a lo más alto y volvió con una pierna y un ojo de menos, sin embargo, eran suficientes para evitar que muchos se atrevieran a pisar dicho lugar.
On:
Tenías la información necesaria, fuera verdad o simples rumores, eran las pistas que te llevarían a un posible y gran hallazgo. Quién sabe los tesoros que podía esconder aquel monte lleno de peligros y contrincantes que no se quedarían de brazos cruzados. Tras tu marcha, el grupo de piratas que se había reunido para hablar de sus descubrimientos partieron rumbo a la cima de la montaña central de la isla. Portaban un mapa de la isla con una pequeña cruz roja que indicaba el destino al que debían llegar, así como varios dibujos extravagantes de monstruos o diferentes contratiempos que tendrían que cruzar.
Mientras avanzabas, pudiste ver a un hombre de mediana edad, con un parche en el ojo izquierdo y una pata de palo sustituyendo su pierna derecha. Este estaba rodeado de niños que escuchaban sus historias. Cuentos de una bestia que le atacó y le produjo esas heridas en una intensa y feroz batalla de la que logró salir vivo, pero con las manos vacías, asegurando que era imposible obtener el premio que guardaba la caída de aquel ser.
Todos aquellos rumores no estaban realmente probados, solo eran palabras de un loco que subió a lo más alto y volvió con una pierna y un ojo de menos, sin embargo, eran suficientes para evitar que muchos se atrevieran a pisar dicho lugar.
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Ya tenía todo lo necesario para partir, aunque no era más que palabrería de un pirata, al igual que las del que hizo a venir aquí, simple palabrería sin fundamento. No hay nada seguro. Pero daba lo mismo, quien no apuesta no gana. De igual forma no tenía mucho que perder… Esto empieza a ser repetitivo, ¿por qué cuando pienso en ir o no acabo con las mismas conclusiones? No me gusta repetirme, lo peor de todo es que era en mi cabeza, no me gustaba para nada.
Caminaba por la ciudad, intentando orientarme para legar a aquél monte, cuando durante mi camino me encuentro en una pequeña plaza una formación circular hecha por niños alrededor de un hombre. Curioso. Primero observé y luego escuché. Aquel hombre era ya mayor, con arrugas notables, le faltaba un ojo o eso parece puesto que usaba un parche. Pelo blanquecino, ropas cómodas, anchas como las de alguien pobre, con una túnica de un tono marrón oscuro por encima. Le faltaba una pierna, en su lugar poseía una pata de madera. Eso me recordó a un cliché pirata. También pude ver un bastón tendido en el suelo, a su lado. Posiblemente sea su apoyo a la hora de caminar. Él estaba sentado.
Cuando agudicé mi oído me di cuenta de que estaba contando una historia, más bien estaba terminando una. Tras un aplauso de los niños este anunció el título de la siguiente: “El aterrador monstro que me hizo pedazos”. Claro, tras ver a ese hombre uno siente curiosidad por saber qué ha pasado. A parte de eso, todos los niños pusieron caras tiernas, y alguno gritaba de alegría. Posiblemente sea una historia que cuenta con frecuencia. Soy bastante curioso, por lo cual me senté entre los niños y presté atención.
El niño de mi derecha se giró hacia mi y me dijo con una sonrisa: “Ya verás como te gusta esta historia, niño nuevo” y yo le devolví la sonrisa, que majo que era ese niño.
Esto sucedió hace ya varios años, cuando mi pelo aún era negro y no lo había metido en la lavadora. Me adentraba a ese majestuoso bosque, lleno de bonitas plantas y animales adorables, para que al llegar a la cima del monte, pudiera desenterrar un viejo tesoro.
Iba contento con mi pala y mi kit de exploración, pero no iba preparado para lo que me iba a encontrar. Un enorme monstro de tres metros de altura de un color negro como la noche se encontraba justo encima del punto donde tenía que cavar. Poco pude hacer para defenderme, sólo tenía una pala como arma, y aun así hice frente a ese temible ser, poderoso como ningún otro. [Los niños gritaban de emoción]
El me tiraba zarpazos y yo le daba con la pala, me mordió una pierna y seguidamente me la desgarró, pero yo le respondí con un palazo en la cabeza de tal manera que se rompió, pero al menos pude dejar inconsciente. Como no tenía pala con lo que cavar, volví hacia aquí como pude.
Pero con lo patoso que soy me tropecé y me clavé la rama de un árbol en el ojo y desde entonces me duele muuuuuuuuucho [En ese momento los niños reían].
Y bueno, el resto es historia niños.
Así finalizaba su historia, la verdad es que no era nada del otro mundo, pero me valía, al menos sabía que tendría fuertes oponentes en ese monte.
Me acerqué a aquel hombre. Los niños ya habían marchado.
-En realidad lo del ojo también fue de aquella bestia, ¿no?
Aquel viejo observó mi espada.- Sí, pero tampoco es algo para contar a los niños, por eso cambié un poco la historia. ¿No serás uno de los miles de “valientes” que van a por el tesoro?- Me dijo algo sarcástico.
Yo sonreí.- Bien, eso quiere decir que el tesoro existe, ¿no? Respecto a su pregunta, sí, pienso ir, pero sólo porque no tengo nada mejor que hacer.- En ese momento aquel hombre me tomo del brazo, yo estaba de pie frente a él, y el hombre estaba sentado.- No te aconsejo que vallas.- Me dijo.- En realidad yo no iba desarmado, en antaño he sido uno de los más fuertes de esta isla y no pude hacer nada frente a esa criatura. Por favor, no vallas.
De nuevo una sonrisa se iluminaba en mi rostro.- No tema por mi, sé lo que me hago. Sé cuál será mi destino y ningún monstruo me detendrá ahora, eso téngalo por seguro.- Mi cara reflejaba que estaba decidido y que nada podría pararme, y al parecer el viejo al verme lo supo y sin mucho más que decir, marché.
Mientras me marchaba me encontré en las calles al grupo de personas de antes, pero ahora era más numeroso. El que parecía el listo de la ocasión anterior portaba algo en sus manos, un papel, y si observaba mejor, un mapa. Perfecto, si me hacía con él me sería más fácil y rápido llegar al tesoro.
Me planté frente a ellos y les pedí amablemente que me dejaran ver el mapa, la verdad es que sólo quería echarle un vistazo y no buscaba llevármelo, pero se negaron rotundamente. Le formulé la pregunta una segunda vez, pero ahora hice notar que portaba un arma. La verdad es que lo hice para asustar, no tenía intención alguna de pelear, pero a saber qué se habrá pensado aquella persona.
El que parecía ser el líder se quedó pensativo, con una cara neutra. ¿Me preguntaba qué pasará, me dejarán verlo o tendré que usar la fuerza?
Caminaba por la ciudad, intentando orientarme para legar a aquél monte, cuando durante mi camino me encuentro en una pequeña plaza una formación circular hecha por niños alrededor de un hombre. Curioso. Primero observé y luego escuché. Aquel hombre era ya mayor, con arrugas notables, le faltaba un ojo o eso parece puesto que usaba un parche. Pelo blanquecino, ropas cómodas, anchas como las de alguien pobre, con una túnica de un tono marrón oscuro por encima. Le faltaba una pierna, en su lugar poseía una pata de madera. Eso me recordó a un cliché pirata. También pude ver un bastón tendido en el suelo, a su lado. Posiblemente sea su apoyo a la hora de caminar. Él estaba sentado.
Cuando agudicé mi oído me di cuenta de que estaba contando una historia, más bien estaba terminando una. Tras un aplauso de los niños este anunció el título de la siguiente: “El aterrador monstro que me hizo pedazos”. Claro, tras ver a ese hombre uno siente curiosidad por saber qué ha pasado. A parte de eso, todos los niños pusieron caras tiernas, y alguno gritaba de alegría. Posiblemente sea una historia que cuenta con frecuencia. Soy bastante curioso, por lo cual me senté entre los niños y presté atención.
El niño de mi derecha se giró hacia mi y me dijo con una sonrisa: “Ya verás como te gusta esta historia, niño nuevo” y yo le devolví la sonrisa, que majo que era ese niño.
Esto sucedió hace ya varios años, cuando mi pelo aún era negro y no lo había metido en la lavadora. Me adentraba a ese majestuoso bosque, lleno de bonitas plantas y animales adorables, para que al llegar a la cima del monte, pudiera desenterrar un viejo tesoro.
Iba contento con mi pala y mi kit de exploración, pero no iba preparado para lo que me iba a encontrar. Un enorme monstro de tres metros de altura de un color negro como la noche se encontraba justo encima del punto donde tenía que cavar. Poco pude hacer para defenderme, sólo tenía una pala como arma, y aun así hice frente a ese temible ser, poderoso como ningún otro. [Los niños gritaban de emoción]
El me tiraba zarpazos y yo le daba con la pala, me mordió una pierna y seguidamente me la desgarró, pero yo le respondí con un palazo en la cabeza de tal manera que se rompió, pero al menos pude dejar inconsciente. Como no tenía pala con lo que cavar, volví hacia aquí como pude.
Pero con lo patoso que soy me tropecé y me clavé la rama de un árbol en el ojo y desde entonces me duele muuuuuuuuucho [En ese momento los niños reían].
Y bueno, el resto es historia niños.
Así finalizaba su historia, la verdad es que no era nada del otro mundo, pero me valía, al menos sabía que tendría fuertes oponentes en ese monte.
Me acerqué a aquel hombre. Los niños ya habían marchado.
-En realidad lo del ojo también fue de aquella bestia, ¿no?
Aquel viejo observó mi espada.- Sí, pero tampoco es algo para contar a los niños, por eso cambié un poco la historia. ¿No serás uno de los miles de “valientes” que van a por el tesoro?- Me dijo algo sarcástico.
Yo sonreí.- Bien, eso quiere decir que el tesoro existe, ¿no? Respecto a su pregunta, sí, pienso ir, pero sólo porque no tengo nada mejor que hacer.- En ese momento aquel hombre me tomo del brazo, yo estaba de pie frente a él, y el hombre estaba sentado.- No te aconsejo que vallas.- Me dijo.- En realidad yo no iba desarmado, en antaño he sido uno de los más fuertes de esta isla y no pude hacer nada frente a esa criatura. Por favor, no vallas.
De nuevo una sonrisa se iluminaba en mi rostro.- No tema por mi, sé lo que me hago. Sé cuál será mi destino y ningún monstruo me detendrá ahora, eso téngalo por seguro.- Mi cara reflejaba que estaba decidido y que nada podría pararme, y al parecer el viejo al verme lo supo y sin mucho más que decir, marché.
Mientras me marchaba me encontré en las calles al grupo de personas de antes, pero ahora era más numeroso. El que parecía el listo de la ocasión anterior portaba algo en sus manos, un papel, y si observaba mejor, un mapa. Perfecto, si me hacía con él me sería más fácil y rápido llegar al tesoro.
Me planté frente a ellos y les pedí amablemente que me dejaran ver el mapa, la verdad es que sólo quería echarle un vistazo y no buscaba llevármelo, pero se negaron rotundamente. Le formulé la pregunta una segunda vez, pero ahora hice notar que portaba un arma. La verdad es que lo hice para asustar, no tenía intención alguna de pelear, pero a saber qué se habrá pensado aquella persona.
El que parecía ser el líder se quedó pensativo, con una cara neutra. ¿Me preguntaba qué pasará, me dejarán verlo o tendré que usar la fuerza?
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Aquellos hombre te miraron confundido. No entendían exactamente lo que estabas haciendo. Solo veían a un entrometido mostrando un arma a cuatro piratas. Tras analizar la situación empezaron a reír a carcajada limpia, alegando que eras un mocoso insolente y que te estabas metiendo donde no te llamaban. El portador del mapa lo enrolló y se lo metió en una bolsita que cargaba a modo de riñonera y seguidamente desenvainó su sable, apuntándote a la garganta.
-Mira, criajo, no queremos competencia y mucho menos niñatos que se creen el nova más y vienen a amenazarnos como si nada. Te dejaría huir con el rabo entre las piernas, pero me has cabreado y voy a rebanarte el cuello.- Decía este, dando unos pasos hacia delante y obligándote a retroceder un poco.
Sus compañeros se acercaron también, sacando sus armas, pero este los detuvo. Dijo que no necesitaba ayuda para matar a una rata como tú y que se bastaba él solo, evitando así que los otros participaran en la lucha. Seguidamente apartó la espada para darte una oportunidad de luchar y se puso en posición ofensiva, para poco después, lanzar un corte en horizontal hacia tu estómago.
Off: Son simples piratas del montón. Son extremadamente débiles, por lo que no hacen falta nomenclaturas, pero tampoco te pongas a derrotarlos a todos de un golpe, puesto que cuando empezaste este moderado eras nivel uno.
-Mira, criajo, no queremos competencia y mucho menos niñatos que se creen el nova más y vienen a amenazarnos como si nada. Te dejaría huir con el rabo entre las piernas, pero me has cabreado y voy a rebanarte el cuello.- Decía este, dando unos pasos hacia delante y obligándote a retroceder un poco.
Sus compañeros se acercaron también, sacando sus armas, pero este los detuvo. Dijo que no necesitaba ayuda para matar a una rata como tú y que se bastaba él solo, evitando así que los otros participaran en la lucha. Seguidamente apartó la espada para darte una oportunidad de luchar y se puso en posición ofensiva, para poco después, lanzar un corte en horizontal hacia tu estómago.
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Aquél hombre empezó a reírse a carcajadas, al parecer mi idea de intimidar no resultó. Debería de pensar que por ser un chaval de una edad menor a la suya, sería manos fuerte o un total debilucho. Aún con espada, parece que me subestimaba, y bastante.
Cierto es que no conozco su nivel de lucha, pero la arrogancia y la prepotencia no me gustan. Y se ven claras sus intenciones cuando les dijo a sus compañeros que no hacía falta que se metieran en “su batalla”, ya que me haría “picadillo” en unos instantes. Eso me enfadó por dentro, pero de cierta manera reí. Hace tiempo que no peleo contra nadie, así que esperaba que este me pudiera dar un poco de “diversión”.
Observé que el mapa lo había guardado en lo que parecía ser una riñonera. Si se me hacía difícil la pelea, tan sólo me tendría que preocupar de robársela y listo, si mi único objetivo era el de obtener el mapa para no perderme.
La cara de ese tipo reflejaba “locura” de alguna forma, parece que creía que me vencería de un solo golpe. ¡JA! Si eso ocurriese, yo no tendría que estar por aquí. Se abalanzó sobre mi y desenvainó su espada, dirigiéndola hacia mi costado derecho. Se podía escuchar como decía “Muere” con algunas risas de por medio. Se escucha un golpe, como cuando dos objetos chocan. El tipo se quedó asombrado, y yo también. Si me quería matar, al menos que hubiera dirigido su ataque al otro lado, donde no tenía la espada. Simplemente tuve que desenvainar mi espada hacia arriba para detener el golpe. Ni siquiera la desenvainé del todo.
Se echó para atrás. Tanto él como sus compañeros se quedaron algo impresionados, al igual que yo, pensaba que tendría algo más que aportar.
-Valla, no vallas diciendo que me vas a vencer de una sola vez si eres tan débil.
Al parecer esas palabras enojaron a aquél hombre que corrió despavorido hacía mi. Se veía claro que la ira se había hecho con su cuerpo. Tenía muchas aberturas y tampoco sostenía bien la espada, fácilmente le podría tumbar. No merecía que yo desenvainara a mi Odayaka, sin embargo su sable ha había visto la luz del sol, así que actué.
Esperé a que se acercara lo suficiente a mi, para entonces sacar a la luz a Odayaka. Con un solo movimiento pude vencerle, le desarmé tirando su espada y le hice un pequeño corte en el abdomen, nada preocupante, pero le hice caer. Pude ver a través de él. Pero al parecer no fue suficiente, se puso de pie de nuevo y ahora sacó un arma de fuego. La cara que tenía era de un completo maníaco, al parecer sí que le hice enfadar. Estaba justo a dos pasos detrás de mi.
Yo estaba completamente calmado, a diferencia de él, en el que se podía ver no solo ira en sus ojos, sino que también temblaba un poco la mano en la cual sostenía la pistola. ¿Acaso no quería llegar a tanto? Ya era tarde, y ese gesto me pareció cobarde. Guardé mi espada. En ese momento le pegué una patada de media luna, como lo suelen llamar, dándole en la cara y desconcertándole. Entonces le quité de su posesión aquella arma y le di golpes seguidos alternando piernas y puños de una manera rápida para que cayera rendido. Intentaba darle en el estómago, donde le hice el corte. Finalmente acabó rendido en el suelo.
Hurté de su riñonera el mapa que andaba buscando. Perfecto no necesitaba nada más… No me había percatado de que los compañeros de aquel hombre empezaban a sacar sus armas y a mirarme con desprecio y enfado.
-Tranquilos, no le he matado, sólo está inconsciente. Y no busco pelea, tan sólo esto.- Dije mostrándoles el mapa.- No quiero perder el tiempo luchando, y supongo que vosotros tampoco. Si os preocupa, llevadle a un médico para que le vende el corte que le hice, aunque no sea grave.
Aquellos muchachos vacilaron durante un momento, me miraban tanto a mi como a su compañero caído. Se relajaron. Al parecer apreciaban más a su compañero que a su orgullo, así que lo incorporaron y se lo llevaron. Yo me disponía a irme, pero uno de ellos me paró.
“No te creas que vamos a dejar esto así. Cuando nos volvamos a encontrar… ¡Acabaré contigo!” esas fueron sus palabras. Yo sonreí y asentí.
Finalmente ya disponía de todo lo que necesitaba para ponerme en marcha hacia aquella montaña. Le eché un vistazo al mapa para saber más o menos qué me depararía, y menuda la sorpresa que me llevé. Donde se supone que estaba el tesoro había un monigote de lo que parece ser un monstruo y ponía “Dificultad máxima” a su lado. Bueno, al parecer lo que decía aquél viejo era cierto… Aunque aún había algo que me preguntaba, ¿cómo es que esos idiotas tenían un mapa? Le di la vuelta, porque al parecer había algo escrito…
“Suvenir de las leyendas de la isla, ¿¡te atreves a encontrar el tesoro!?”
… Se puede saber qué… Suspiré, la verdad es que no me esperaba eso, en fin no pierdo nada haciendo caso a este trozo de papel. Sentía como que me la habían jugado, no me gustaba.
Tras una caminata ya me encontraba en lo que sería la “entrada” para llegar al monte. Según ese mapa aquí me podría topar con algunos pumas que deambulan por los alrededores, será mejor tener cuidado.
Escucho varios ruidos, soy un bocazas, para qué digo nada, seguro que esos pumas me han leído la mente y vienen a por mi… El caso es que me equivocaba, eran un par de monos que salían corriendo del bosque. Uno se abalanzó sobre mi, pensaba que me iba a pegar o algo, pero parece que fue un accidente, empezó a jugar con mi cara. Me resultó gracioso, el otro mono me estaba haciendo cosquillas… Menuda situación más ridícula, parece que escapaban de algo, pero se entretienen para hacerme reír… En fin. Tras dejar que jueguen un poco me los quité de encima, dentro de poco se haría tarde, y no quiero estar por aquí en la noche porque apenas se podrá ver.
Me pregunto qué otras sorpresas me deparará este bosque.
Cierto es que no conozco su nivel de lucha, pero la arrogancia y la prepotencia no me gustan. Y se ven claras sus intenciones cuando les dijo a sus compañeros que no hacía falta que se metieran en “su batalla”, ya que me haría “picadillo” en unos instantes. Eso me enfadó por dentro, pero de cierta manera reí. Hace tiempo que no peleo contra nadie, así que esperaba que este me pudiera dar un poco de “diversión”.
Observé que el mapa lo había guardado en lo que parecía ser una riñonera. Si se me hacía difícil la pelea, tan sólo me tendría que preocupar de robársela y listo, si mi único objetivo era el de obtener el mapa para no perderme.
La cara de ese tipo reflejaba “locura” de alguna forma, parece que creía que me vencería de un solo golpe. ¡JA! Si eso ocurriese, yo no tendría que estar por aquí. Se abalanzó sobre mi y desenvainó su espada, dirigiéndola hacia mi costado derecho. Se podía escuchar como decía “Muere” con algunas risas de por medio. Se escucha un golpe, como cuando dos objetos chocan. El tipo se quedó asombrado, y yo también. Si me quería matar, al menos que hubiera dirigido su ataque al otro lado, donde no tenía la espada. Simplemente tuve que desenvainar mi espada hacia arriba para detener el golpe. Ni siquiera la desenvainé del todo.
Se echó para atrás. Tanto él como sus compañeros se quedaron algo impresionados, al igual que yo, pensaba que tendría algo más que aportar.
-Valla, no vallas diciendo que me vas a vencer de una sola vez si eres tan débil.
Al parecer esas palabras enojaron a aquél hombre que corrió despavorido hacía mi. Se veía claro que la ira se había hecho con su cuerpo. Tenía muchas aberturas y tampoco sostenía bien la espada, fácilmente le podría tumbar. No merecía que yo desenvainara a mi Odayaka, sin embargo su sable ha había visto la luz del sol, así que actué.
Esperé a que se acercara lo suficiente a mi, para entonces sacar a la luz a Odayaka. Con un solo movimiento pude vencerle, le desarmé tirando su espada y le hice un pequeño corte en el abdomen, nada preocupante, pero le hice caer. Pude ver a través de él. Pero al parecer no fue suficiente, se puso de pie de nuevo y ahora sacó un arma de fuego. La cara que tenía era de un completo maníaco, al parecer sí que le hice enfadar. Estaba justo a dos pasos detrás de mi.
Yo estaba completamente calmado, a diferencia de él, en el que se podía ver no solo ira en sus ojos, sino que también temblaba un poco la mano en la cual sostenía la pistola. ¿Acaso no quería llegar a tanto? Ya era tarde, y ese gesto me pareció cobarde. Guardé mi espada. En ese momento le pegué una patada de media luna, como lo suelen llamar, dándole en la cara y desconcertándole. Entonces le quité de su posesión aquella arma y le di golpes seguidos alternando piernas y puños de una manera rápida para que cayera rendido. Intentaba darle en el estómago, donde le hice el corte. Finalmente acabó rendido en el suelo.
Hurté de su riñonera el mapa que andaba buscando. Perfecto no necesitaba nada más… No me había percatado de que los compañeros de aquel hombre empezaban a sacar sus armas y a mirarme con desprecio y enfado.
-Tranquilos, no le he matado, sólo está inconsciente. Y no busco pelea, tan sólo esto.- Dije mostrándoles el mapa.- No quiero perder el tiempo luchando, y supongo que vosotros tampoco. Si os preocupa, llevadle a un médico para que le vende el corte que le hice, aunque no sea grave.
Aquellos muchachos vacilaron durante un momento, me miraban tanto a mi como a su compañero caído. Se relajaron. Al parecer apreciaban más a su compañero que a su orgullo, así que lo incorporaron y se lo llevaron. Yo me disponía a irme, pero uno de ellos me paró.
“No te creas que vamos a dejar esto así. Cuando nos volvamos a encontrar… ¡Acabaré contigo!” esas fueron sus palabras. Yo sonreí y asentí.
Finalmente ya disponía de todo lo que necesitaba para ponerme en marcha hacia aquella montaña. Le eché un vistazo al mapa para saber más o menos qué me depararía, y menuda la sorpresa que me llevé. Donde se supone que estaba el tesoro había un monigote de lo que parece ser un monstruo y ponía “Dificultad máxima” a su lado. Bueno, al parecer lo que decía aquél viejo era cierto… Aunque aún había algo que me preguntaba, ¿cómo es que esos idiotas tenían un mapa? Le di la vuelta, porque al parecer había algo escrito…
“Suvenir de las leyendas de la isla, ¿¡te atreves a encontrar el tesoro!?”
… Se puede saber qué… Suspiré, la verdad es que no me esperaba eso, en fin no pierdo nada haciendo caso a este trozo de papel. Sentía como que me la habían jugado, no me gustaba.
Tras una caminata ya me encontraba en lo que sería la “entrada” para llegar al monte. Según ese mapa aquí me podría topar con algunos pumas que deambulan por los alrededores, será mejor tener cuidado.
Escucho varios ruidos, soy un bocazas, para qué digo nada, seguro que esos pumas me han leído la mente y vienen a por mi… El caso es que me equivocaba, eran un par de monos que salían corriendo del bosque. Uno se abalanzó sobre mi, pensaba que me iba a pegar o algo, pero parece que fue un accidente, empezó a jugar con mi cara. Me resultó gracioso, el otro mono me estaba haciendo cosquillas… Menuda situación más ridícula, parece que escapaban de algo, pero se entretienen para hacerme reír… En fin. Tras dejar que jueguen un poco me los quité de encima, dentro de poco se haría tarde, y no quiero estar por aquí en la noche porque apenas se podrá ver.
Me pregunto qué otras sorpresas me deparará este bosque.
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Conseguiste librarte de aquellos piratas de segunda y además te llevaste su mapa, que no era ni más ni menos que un trozo de papel que habían comprado en la isla. Algo extraño y confuso, que daba a pensar que sería una farsa, una mentira, que no había nada en aquella montaña, pero eran muchos los rumores y probablemente aquel mapa era simplemente la forma que tuvo un genio de sacar dinero a los más ignorantes. En cuanto aquellos hombres se fueron, cargando a su amigo, te dirigiste al bosque que daba paso al valle de la montaña. Tras un suceso inesperado con unos simios y tu mente centrada en lo que podría ocurrir así como en lo que podrías encontrar, entraste a aquel lugar. Seguidamente, el rugido de una bestia, bastante lejos de tu posición, se esparció por todo el lugar. Quizás era cierto lo de aquella bestia, o quizás era una mala pasada de tu subconsciente, pero parecía tan real... Por no mencionar a aquellos monos que huyeron del bosque sin razón aparente.
A lo lejos se podían divisar un dúo de personas. Con simples ropas de viajero y algunas que otras bolsas, probablemente cargadas con víveres, mantas o cualquier cosa para acampar. Parecían adentrarse en dirección a la montaña. Podrían ser más competencia, o simples excursionistas, pero había una cosa muy clara. Aquello rumores de dinero fácil, no llegaban e interesaban a una sola persona. Su paso era lento y tranquilo, con una carrera podías pillarlos, aunque lo extraño, es que ellos no parecían atemorizados ni desconcertados por el sonido que segundos antes, podías haber escuchado.
Off: Perdón por hacerlo tan corto, las ideas que me vienen a la mente, son para más adelante xD
A lo lejos se podían divisar un dúo de personas. Con simples ropas de viajero y algunas que otras bolsas, probablemente cargadas con víveres, mantas o cualquier cosa para acampar. Parecían adentrarse en dirección a la montaña. Podrían ser más competencia, o simples excursionistas, pero había una cosa muy clara. Aquello rumores de dinero fácil, no llegaban e interesaban a una sola persona. Su paso era lento y tranquilo, con una carrera podías pillarlos, aunque lo extraño, es que ellos no parecían atemorizados ni desconcertados por el sonido que segundos antes, podías haber escuchado.
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Seguía avanzando por aquel bosque posterior a lo que era el monte. No era de noche, pero el ambiente que se sentía allí, la tensión constante que me perseguía, sobre todo tras el susto con los monos, me hacía sentir como el protagonista de una película de misterio o terror.
Ya había pasado la hora de comer, así que estábamos en el atardecer, mas las largas y frondosas ramas de los árboles, con sus hojas de un tono esmeralda oscuro no dejaban entrar bien las luces del sol, lo que dejaba un camino oscuro. Me atrevería a decir que había llovido hace poco en la isla, puesto que el suelo estaba blando, con algo de barro en pequeñas zonas. Al parecer me encontraba en un camino, pues frente a mi no se interponían árboles, no matorrales. Estos se encontraban a mis laterales
Iba a un paso lento y pausado, me podría salir cualquier cosa de la nada en un bosque, y más si se está haciendo tarde. Podía escuchar como aun me seguían algunos de aquellos pequeños peludos que anteriormente me hicieron querer darles un coscorrón por el susto provocado a mi persona. Cuanto más me adentraba, más ruidos se podían escuchar del interior del bosque, de seres protegidos por el camuflaje que les proporcionaba el entorno, la poca luz y el hecho de que se encuentren cubiertos por árboles. Esos sonidos me inquietaban un poco, y a los pequeños monos también les daban un poco de grima. Ya me quedaba poco para traspasar este bosque y llegar a lo que sería el monte, lo sabía porque al final de este camino se podía distinguir lo que parecía ser un claro en el que se divisaba algo de luz. También pude distinguir a un dúo de personas, que se encontraban lejos, por lo que no los pude ver bien, mas parecía que se dirigían al mismo destino que yo andaba buscando. Normal, un tesoro es algo que cualquiera busca, como aquellos tipos a los que tuve que enfrentarme antes.
Sin embargo notaba algo raro en ellos, no tenían pinta de viajeros, parecían más bien aldeanos.
Podría haber acelerado un poco y preguntar para salirme de dudas, mas no lo veía necesario, si se dirigen a mi meta sólo me hacía falta seguirles para llegar de manera fácil. Así que me quedé algo rezagado, pero sin perderles la pista. Aunque poco duró la tranquilidad que se respiraba en el ambiente. En medio de la caminata pude escuchar un gran rugido que posiblemente venga de una gran bestia. Fue un rugido de un par de segundos, de una gran magnitud, tal fue que seguramente las personas que se encontraban delante de mi en el camino debieran de haberlo escuchado. Sin embargo al mirarles vi que no se inmutaron. A diferencia suya yo ya tenía mi mano sobre el mango de mi katana por si tenía que actuar, y los monos se alejaron corriendo del lugar. Aunque el sonido se escuchaba cerca, se sentía lejano, así que haciendo caso a mi instinto me relajé cuando cesó el rugido.
Esto era un tanto sospechoso, estaba seguro de que debieron de escuchar ese temible sonido, mas ni se inmutaron. Pensé dos cosas, una es que eran personas lo suficientemente fuertes como para no temerle a nada. O, que para ellos estos “ruidos” eran normales. Podría ser solamente una corazonada, pero sentía que algo se cocía con ellos dos.
Otro rugido se escuchó, pero este me era bastante familiar. Era mi estómago. El hambre que me entró de repente había roto por completo la tensión y el suspense al que me encontraba sometido por esta situación de corto periodo. Me metí la mano en el bolsillo, mas no tenía nada. Genial, ahora moriré de hambre y me concentraré más en eso que en otra cosa. Por lo cual decidí coger alguna de las frutas del lugar, pero cuidado, que no sabría cómo distinguir lo comestible de lo venenoso, no vaya a ser que me intoxique, cosa que sería muy “graciosa”.
Podía distinguir algunas frutas silvestres, pero no me acerqué a ellas, suelen ser las más venenosas y no me arriesgaba, al menos eso había leído. Paseando con mi mirada el lugar, encontré algo que colgaba de una rama. Era de un color rojizo, circular y con un pequeño tallo que lo sujetaba a la rama. No había duda de que era una manzana. Se encontraba a unos dos metros por encima de mi cabeza, así que tuve que trepar por el árbol para poder recogerla. Me senté en aquella rama mientras degustaba la dulce y jugosa manzana de forma pausada para disfrutarla, al parecer, la rama soportaba mi peso. Mientras me encontraba a esa altura, pude ver que me quedaba bien poco para llegar al claro, y tras él, empezaré a subir directamente el monte. También observé a aquellas dos personas, que seguían su rumbo sin detenerse. No vaya a ser que por culpa de mi estómago les pierda la pista.
Ellos ya habían pasado el claro.
De un salto bajé del árbol, con una caída no muy dura gracias a la tierra blanda, parece que seguía en forma. Para recuperar el tiempo perdido fui un poco más rápido. En fin, veamos qué es lo que me depara el resto del camino.
Ya había pasado la hora de comer, así que estábamos en el atardecer, mas las largas y frondosas ramas de los árboles, con sus hojas de un tono esmeralda oscuro no dejaban entrar bien las luces del sol, lo que dejaba un camino oscuro. Me atrevería a decir que había llovido hace poco en la isla, puesto que el suelo estaba blando, con algo de barro en pequeñas zonas. Al parecer me encontraba en un camino, pues frente a mi no se interponían árboles, no matorrales. Estos se encontraban a mis laterales
Iba a un paso lento y pausado, me podría salir cualquier cosa de la nada en un bosque, y más si se está haciendo tarde. Podía escuchar como aun me seguían algunos de aquellos pequeños peludos que anteriormente me hicieron querer darles un coscorrón por el susto provocado a mi persona. Cuanto más me adentraba, más ruidos se podían escuchar del interior del bosque, de seres protegidos por el camuflaje que les proporcionaba el entorno, la poca luz y el hecho de que se encuentren cubiertos por árboles. Esos sonidos me inquietaban un poco, y a los pequeños monos también les daban un poco de grima. Ya me quedaba poco para traspasar este bosque y llegar a lo que sería el monte, lo sabía porque al final de este camino se podía distinguir lo que parecía ser un claro en el que se divisaba algo de luz. También pude distinguir a un dúo de personas, que se encontraban lejos, por lo que no los pude ver bien, mas parecía que se dirigían al mismo destino que yo andaba buscando. Normal, un tesoro es algo que cualquiera busca, como aquellos tipos a los que tuve que enfrentarme antes.
Sin embargo notaba algo raro en ellos, no tenían pinta de viajeros, parecían más bien aldeanos.
Podría haber acelerado un poco y preguntar para salirme de dudas, mas no lo veía necesario, si se dirigen a mi meta sólo me hacía falta seguirles para llegar de manera fácil. Así que me quedé algo rezagado, pero sin perderles la pista. Aunque poco duró la tranquilidad que se respiraba en el ambiente. En medio de la caminata pude escuchar un gran rugido que posiblemente venga de una gran bestia. Fue un rugido de un par de segundos, de una gran magnitud, tal fue que seguramente las personas que se encontraban delante de mi en el camino debieran de haberlo escuchado. Sin embargo al mirarles vi que no se inmutaron. A diferencia suya yo ya tenía mi mano sobre el mango de mi katana por si tenía que actuar, y los monos se alejaron corriendo del lugar. Aunque el sonido se escuchaba cerca, se sentía lejano, así que haciendo caso a mi instinto me relajé cuando cesó el rugido.
Esto era un tanto sospechoso, estaba seguro de que debieron de escuchar ese temible sonido, mas ni se inmutaron. Pensé dos cosas, una es que eran personas lo suficientemente fuertes como para no temerle a nada. O, que para ellos estos “ruidos” eran normales. Podría ser solamente una corazonada, pero sentía que algo se cocía con ellos dos.
Otro rugido se escuchó, pero este me era bastante familiar. Era mi estómago. El hambre que me entró de repente había roto por completo la tensión y el suspense al que me encontraba sometido por esta situación de corto periodo. Me metí la mano en el bolsillo, mas no tenía nada. Genial, ahora moriré de hambre y me concentraré más en eso que en otra cosa. Por lo cual decidí coger alguna de las frutas del lugar, pero cuidado, que no sabría cómo distinguir lo comestible de lo venenoso, no vaya a ser que me intoxique, cosa que sería muy “graciosa”.
Podía distinguir algunas frutas silvestres, pero no me acerqué a ellas, suelen ser las más venenosas y no me arriesgaba, al menos eso había leído. Paseando con mi mirada el lugar, encontré algo que colgaba de una rama. Era de un color rojizo, circular y con un pequeño tallo que lo sujetaba a la rama. No había duda de que era una manzana. Se encontraba a unos dos metros por encima de mi cabeza, así que tuve que trepar por el árbol para poder recogerla. Me senté en aquella rama mientras degustaba la dulce y jugosa manzana de forma pausada para disfrutarla, al parecer, la rama soportaba mi peso. Mientras me encontraba a esa altura, pude ver que me quedaba bien poco para llegar al claro, y tras él, empezaré a subir directamente el monte. También observé a aquellas dos personas, que seguían su rumbo sin detenerse. No vaya a ser que por culpa de mi estómago les pierda la pista.
Ellos ya habían pasado el claro.
De un salto bajé del árbol, con una caída no muy dura gracias a la tierra blanda, parece que seguía en forma. Para recuperar el tiempo perdido fui un poco más rápido. En fin, veamos qué es lo que me depara el resto del camino.
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Con cada paso que dabas, el ambiente se volvía más lúgubre. La zona estaba cada vez más frondosa y la sombra que producían los árboles a causa de su follaje, apenas dejaban pasar los rayos del sol para iluminar la estancia, que aparte de oscura, era fría y húmeda. Sin embargo, ya había divisado un claro desde la copa de un árbol, por lo que solo tenías que seguir el camino para poder volver a ver la luz que había antes de entrar a aquel lugar. Los monos aún te seguían, pero se mantenían al margen y a unos cuantos metros de distancia. Probablemente ya tuvieron bastante con la primera advertencia, o al menos, eso parecía. Al llegar a la explanada, bastante grande y totalmente contradictoria con su parte hermana, llena de flores, de brillo y de pequeños roedores correteando por los lares, pudiste observar que el dúo que había por delante de ti, había parado para tomar un tentempié y descansar.
De nuevo volvió a oírse aquel rugido aterrador, cosa que siguió siendo indiferente para los excursionistas, a diferencia de los gritos que se escucharon después seguido de un disparo. Los gritos fueron de personas, gritando de dolor y el disparo cesó el rugido de la bestia. Aquello sorprendió a los ciudadanos, ahora estaban alterados y estaban recogiendo las cosas para marcharse cuanto antes. Quizás el sonido de una bala ya les parecía más peligroso. Los pájaros volaban en dirección opuesta del disparo, revelando junto al sonido, que se había producido en la cima de aquella montaña, donde se indicaba la supuesta existencia del tesoro. Al parecer alguien había llegado antes que tú, y no solo eso, si lo de la bestia era realidad, ya no era un problema.
De nuevo volvió a oírse aquel rugido aterrador, cosa que siguió siendo indiferente para los excursionistas, a diferencia de los gritos que se escucharon después seguido de un disparo. Los gritos fueron de personas, gritando de dolor y el disparo cesó el rugido de la bestia. Aquello sorprendió a los ciudadanos, ahora estaban alterados y estaban recogiendo las cosas para marcharse cuanto antes. Quizás el sonido de una bala ya les parecía más peligroso. Los pájaros volaban en dirección opuesta del disparo, revelando junto al sonido, que se había producido en la cima de aquella montaña, donde se indicaba la supuesta existencia del tesoro. Al parecer alguien había llegado antes que tú, y no solo eso, si lo de la bestia era realidad, ya no era un problema.
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Oscuridad. Eso es lo que podía sentir y observar a cada paso que daba. Los árboles cada vez eran más altos, al parecer a varios metros antes de llegar al claro, a los árboles se les multiplicaban las hojas, lo que hacía que llegara menos luz aun. Mi mano seguía aguantando el mango de mi espada, la verdad es que andaba un poco nervioso, ese rugido me asustó un poco. La sentía áspera y con un aura húmeda. No me gustaba, el tacto que siempre me había dado Senpū era muy distinto. Seco, cómodo y con gusto, suave. Eso me hacía pensar que en esta zona, el aura o más bien el clima, era algo diferente. Se sentía húmedo, la tierra estaba más blanda, o directamente con algo de barro. No me gustaba, pero para nada, aparte de que esto me ensuciaría las zapatillas, si tuviera que luchar en esta situación me costaría poder moverme bien, por no decir que me podría resbalar. Gracias a esta situación podría escuchar cualquier cosa que pasara en el terreno, cualquier paso que se dé. De esta manera, con el sonido de un “clic” pude escuchar pequeños pasos a mi espalda. Me giré rápidamente para ver qué era, me esperaba lo peor, pero por suerte no eran más que los pequeños monitos, que habían vuelto a hacerme algo de compañía. Suspiré, y cuando volví a alzar la vista, aquellos monos se abalanzaban ante mi.- No, no, esperad un mome…- Intenté decirles mientras pude observar sus patas sucias, con algo de barro. Yo iba de blanco. Finalmente me caí al suelo, bueno, si a eso se le podía llamar “suelo”. Pensaba que querían jugar, pero parecían algo asustados, normal, después de ese rugido tan potente cualquiera se asustaría. Los monitos me estaban abrazando con sus pequeñas manos, la verdad es que esa sensación me gustaba. Adoraba los animales. Les acaricie un poquito su pequeña cabecita y les tranquilice un poco. Me levanté y seguí con mi rumbo, los monos me seguían, aunque guardando una distancia.
Finalmente llegué a aquél claro al que estaba deseando entrar. Nada más llegar tuve que cerrar mis ojos, ya se habían acostumbrado al ambiente tenue y oscuro del camino, y al contrario que éste, en el claro no había árboles suficientes para tapar el sol, así que me daba de cara. Me deslumbró por unos segundos, por suerte el sol no era muy fuerte, se acercaba el atardecer. En este claro había una vegetación más variada, se podían ver muchas plantas y flores, muy bonitas todas. Era como un campo oculto, un refugio para el placer de la vista. El camino desaparecía y le dejaba paso a una hierba corta de un color entre el verde y el azul debido a los rayos del sol que venían, pero parecía ser pistacho. Era un lugar precioso, tan sólo faltaba ver algunos animales pasar por aquí y me recordaría a los campos de antaño. Menudo lujo el haber podido ver esta escena, la verdad es que ya pensaba que el viaje había merecido la pena sólo por esto. Pude ver que el dúo de personas que antes divisé, se habían parado a montar un pequeño picnic. Al parecer en esas mochilas lo que llevaban era el mantel, la comida y demás cosas. Eso había hecho que piense que tan sólo eran unos ciudadanos normales que querían pasar una buena tarde.
Así pues, seguí mi camino sin pararme mucho no quería estar en este lugar cuando sea de noche, y para ello no tenía que tardar. No pasaron más de unos segundos cuando me tuve que detener de nuevo. Porque un sonido reconocible se escuchaba. Mis ojos se pusieron alerta de cualquier cosa. En efecto, aquella bestia volvía a rugir. Los pobres monos se arrodillaron en el suelo muertos de miedo, los excursionistas seguían tan campantes, como siempre, y yo tenía mi mano apretando fuerte a Senpū. ¿Pero cuál era el problema de los excursionistas? Ninguno al parecer, porque no se inmutaban con nada. Eso me hacía pensar en varias cosas. ¿Conocerían el verdadero secreto de la bestia? Y por ende, ¿qué clase de secreto esconde esta montaña? Cada vez empezaba a creer menos el hecho de que hubiera una bestia, un par de personas no se pueden hacer amigos suyos tan fácilmente. Puede, que sea otra cosa…
De igual manera, tenía la misma sensación, la misma sensación como cuando rugió anteriormente, se escuchaba cerca, pero se sentía lejos. No lo entiendo, es como si estuviera justo a mi lado, pero no notaba ninguna presencia. Aprendiendo la lección, me relajé. Aquí no había nada. Seguí con mi trayecto, no me quedará otra cosa más que preguntar a esos dos tipos. Pero poco después se escuchó otro ruido, uno que hizo que mi cara reflejara terror. Eran gritos, gritos humanos y seguidos del sonido de balas. Esos gritos eran muy difíciles de escuchar, reflejaban el dolor, la agonía y es desangre de seres vivos. No lo podía soportar. Ahora sí, los excursionistas se habían asustado, alarmado, estaban completamente locos. No sabían bien qué hacer. Fue escuchar eso y que se quedaran de piedra, al igual que yo. Recogían rápidamente y empezaron a correr hasta mi posición, hacia el camino para volver al pueblo. Eso me hacía pensar… El secreto… Un sonido de bala es más aterrador, al parecer. Cuando se acercaron lo suficiente intenté pararles para preguntarles, pero me hicieron caso omiso. No me quedó otra que agarrar por la ropa al que iba más rezagado.- ¿¡Cuál es el problema!? No es habéis asustado por los rugidos, tan sólo habéis seguido, sin embargo esto es peor, por qué, ¡por qué ahora os alarmáis tanto!- Le acerqué e hice que me mirara directamente a los ojos.- ¿Qué es lo que sabes de éste lugar?- El aldeano me miraba con miedo, vacilaba con sus ojos. Finalmente habló.- Ha.. Han descubierto… Lo han descubierto… El secreto…- Tras ello y soltar unas lágrimas hizo que le soltara y salió corriendo junto a su amigo que se paró a esperarle. Iban en dirección al pueblo. Con que el secreto… Esto iba cuadrando cada vez más. Podía imaginarme de qué se trataba la cosa, pero esto aún no era seguro. Maldito viejo, esa historia de verdad me había cautivado.
Ahora sí, corriendo a toda leche y a mi máximo potencial corría hasta la cima, lugar del que provenían los disparos y los gritos. Es posible que alguien con mis mismas intenciones se me habría adelantado y se había encontrado en frente de “la bestia”, y las cosas acabaron mal. Los monos no me podían seguir, me estaba empleando a fondo, si esto era lo que pensaba, podría estar todo mal. No me gustaría encontrarme cadáveres, aunque la verdad es que me esperaba alguno. De nuevo me encontraba con una zona tenue y oscura, no apreciable para la vista. El lugar se volvía oscuro, los árboles volvían con sus frondosas hojas que no me dejaban ver ni siquiera lo que tenía en frente. Apenas veía el camino, me estaba concentrando únicamente en una cosa. Notaba que a cada paso que daba se iba haciendo una cuesta más grande como camino, buena señal, estaba llegando a la cima. Me iba encontrando algún que otro animal salvaje, pero no me entretuve con ellos, les esquivaba de alguna manera para no perder el ritmo de la carrera. Cuando me centro el algo, lo dejo como primordial, y mi mente me estaba jugando malas pasadas con este tema.
Finalmente llegué a la cima, había otro pequeño claro, pero muy pequeño, que dejaba entrar más luz que en el resto del camino. Cerré los ojos y bajé mi cabeza mirando al suelo, estaba jadeando. No paraba de intentar recuperar el aliento, la verdad es que había corrido bastante, y en tiempo record, no habré tardado mucho más de diez o quince minutos. Mientras recuperaba las fuerzas alcé la mirada. Y lo que me encontré allí, en la cima, fue algo impresionante. Lo que vi fue…
Finalmente llegué a aquél claro al que estaba deseando entrar. Nada más llegar tuve que cerrar mis ojos, ya se habían acostumbrado al ambiente tenue y oscuro del camino, y al contrario que éste, en el claro no había árboles suficientes para tapar el sol, así que me daba de cara. Me deslumbró por unos segundos, por suerte el sol no era muy fuerte, se acercaba el atardecer. En este claro había una vegetación más variada, se podían ver muchas plantas y flores, muy bonitas todas. Era como un campo oculto, un refugio para el placer de la vista. El camino desaparecía y le dejaba paso a una hierba corta de un color entre el verde y el azul debido a los rayos del sol que venían, pero parecía ser pistacho. Era un lugar precioso, tan sólo faltaba ver algunos animales pasar por aquí y me recordaría a los campos de antaño. Menudo lujo el haber podido ver esta escena, la verdad es que ya pensaba que el viaje había merecido la pena sólo por esto. Pude ver que el dúo de personas que antes divisé, se habían parado a montar un pequeño picnic. Al parecer en esas mochilas lo que llevaban era el mantel, la comida y demás cosas. Eso había hecho que piense que tan sólo eran unos ciudadanos normales que querían pasar una buena tarde.
Así pues, seguí mi camino sin pararme mucho no quería estar en este lugar cuando sea de noche, y para ello no tenía que tardar. No pasaron más de unos segundos cuando me tuve que detener de nuevo. Porque un sonido reconocible se escuchaba. Mis ojos se pusieron alerta de cualquier cosa. En efecto, aquella bestia volvía a rugir. Los pobres monos se arrodillaron en el suelo muertos de miedo, los excursionistas seguían tan campantes, como siempre, y yo tenía mi mano apretando fuerte a Senpū. ¿Pero cuál era el problema de los excursionistas? Ninguno al parecer, porque no se inmutaban con nada. Eso me hacía pensar en varias cosas. ¿Conocerían el verdadero secreto de la bestia? Y por ende, ¿qué clase de secreto esconde esta montaña? Cada vez empezaba a creer menos el hecho de que hubiera una bestia, un par de personas no se pueden hacer amigos suyos tan fácilmente. Puede, que sea otra cosa…
De igual manera, tenía la misma sensación, la misma sensación como cuando rugió anteriormente, se escuchaba cerca, pero se sentía lejos. No lo entiendo, es como si estuviera justo a mi lado, pero no notaba ninguna presencia. Aprendiendo la lección, me relajé. Aquí no había nada. Seguí con mi trayecto, no me quedará otra cosa más que preguntar a esos dos tipos. Pero poco después se escuchó otro ruido, uno que hizo que mi cara reflejara terror. Eran gritos, gritos humanos y seguidos del sonido de balas. Esos gritos eran muy difíciles de escuchar, reflejaban el dolor, la agonía y es desangre de seres vivos. No lo podía soportar. Ahora sí, los excursionistas se habían asustado, alarmado, estaban completamente locos. No sabían bien qué hacer. Fue escuchar eso y que se quedaran de piedra, al igual que yo. Recogían rápidamente y empezaron a correr hasta mi posición, hacia el camino para volver al pueblo. Eso me hacía pensar… El secreto… Un sonido de bala es más aterrador, al parecer. Cuando se acercaron lo suficiente intenté pararles para preguntarles, pero me hicieron caso omiso. No me quedó otra que agarrar por la ropa al que iba más rezagado.- ¿¡Cuál es el problema!? No es habéis asustado por los rugidos, tan sólo habéis seguido, sin embargo esto es peor, por qué, ¡por qué ahora os alarmáis tanto!- Le acerqué e hice que me mirara directamente a los ojos.- ¿Qué es lo que sabes de éste lugar?- El aldeano me miraba con miedo, vacilaba con sus ojos. Finalmente habló.- Ha.. Han descubierto… Lo han descubierto… El secreto…- Tras ello y soltar unas lágrimas hizo que le soltara y salió corriendo junto a su amigo que se paró a esperarle. Iban en dirección al pueblo. Con que el secreto… Esto iba cuadrando cada vez más. Podía imaginarme de qué se trataba la cosa, pero esto aún no era seguro. Maldito viejo, esa historia de verdad me había cautivado.
Ahora sí, corriendo a toda leche y a mi máximo potencial corría hasta la cima, lugar del que provenían los disparos y los gritos. Es posible que alguien con mis mismas intenciones se me habría adelantado y se había encontrado en frente de “la bestia”, y las cosas acabaron mal. Los monos no me podían seguir, me estaba empleando a fondo, si esto era lo que pensaba, podría estar todo mal. No me gustaría encontrarme cadáveres, aunque la verdad es que me esperaba alguno. De nuevo me encontraba con una zona tenue y oscura, no apreciable para la vista. El lugar se volvía oscuro, los árboles volvían con sus frondosas hojas que no me dejaban ver ni siquiera lo que tenía en frente. Apenas veía el camino, me estaba concentrando únicamente en una cosa. Notaba que a cada paso que daba se iba haciendo una cuesta más grande como camino, buena señal, estaba llegando a la cima. Me iba encontrando algún que otro animal salvaje, pero no me entretuve con ellos, les esquivaba de alguna manera para no perder el ritmo de la carrera. Cuando me centro el algo, lo dejo como primordial, y mi mente me estaba jugando malas pasadas con este tema.
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Tras llegar a la cima de la montaña en un tiempo récord, pudiste observar que había varias personas. Era una explanada de rocas y tierra que daban paso a una pequeña cueva. Tres hombres yacían en el suelo, dos con ropajes típicos de pirata, estos tenían varias heridas por el cuerpo de las que emanaban gran cantidad de sangre. Parecían desgarros de alguna fiera enorme, estaban muertos, mientras que el otro hombre vestía con ropas andrajosas y su herida era de bala, por la zona del abdomen. No estaba muerto, pero se notaba que le costaba respirar y hacía muecas de dolor. Había otros cinco hombres, uno armado con un rifle y los demás con espadas y palas. Estaban cavando hoyos dentro de la cueva, probablemente en busca de aquel tesoro.
El tipo al que habían disparado, te agarró de la pierna y te miró con una expresión temerosa. -Huye de aquí chico. Si vienes en busca de un tesoro, no hay nada de valor que se esconda en esta montaña a parte del hermoso paisaje y la cantidad de animales que moran en ella. Huye antes de que esos desalmados te maten.- Decía este, escupiendo algo de sangre poco después. Por tus pintas y la edad que te echaba, pensaba que eras uno de aquellos hombres.
Uno de los cinco hombres se acercó y agarró por el cuello al hombre moribundo, lo miró con furia y lo lanzó al suelo. -¡Claro que hay un tesoro! ¿¡Si no por qué te tiras tanto tiempo custodiando esta estúpida cueva y expulsando a cualquiera que llegue a ese lugar!?- Cuestionaba aquel hombre, de pelo rubio, largo pero recogido en una gran cola que caía sobre su espalda. Sus ojos eran pequeños y expresaban frialdad, a pesar de su color verdoso.
El tipo al que habían disparado, te agarró de la pierna y te miró con una expresión temerosa. -Huye de aquí chico. Si vienes en busca de un tesoro, no hay nada de valor que se esconda en esta montaña a parte del hermoso paisaje y la cantidad de animales que moran en ella. Huye antes de que esos desalmados te maten.- Decía este, escupiendo algo de sangre poco después. Por tus pintas y la edad que te echaba, pensaba que eras uno de aquellos hombres.
Uno de los cinco hombres se acercó y agarró por el cuello al hombre moribundo, lo miró con furia y lo lanzó al suelo. -¡Claro que hay un tesoro! ¿¡Si no por qué te tiras tanto tiempo custodiando esta estúpida cueva y expulsando a cualquiera que llegue a ese lugar!?- Cuestionaba aquel hombre, de pelo rubio, largo pero recogido en una gran cola que caía sobre su espalda. Sus ojos eran pequeños y expresaban frialdad, a pesar de su color verdoso.
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Asco. Eso es lo que me encontré. La escena que estaba viviendo en ese momento me daba coraje y no estaba pensando con la cabeza en frío. Se me pasaba una pequeña teoría por la cabeza. Pensaba que lo que en verdad ocurría es que la leyenda del tesoro era algo inventado, que nunca nadie enterró nada, pero que para darle fama a la isla y ganar turismo lo fueron divulgando. Claramente, nadie tendría que encontrar el tesoro, por eso se inventaron también lo del monstruo, fiera, diablo o como lo llamen, para dar miedo y que nadie se acerque. Y para crear algo más de esencia, si alguien se decidía a aventurarse en el bosque creaban esos efectos de temblor y los grandes rugidos… Aún no sabía cómo hacían eso posible, pero seguramente sea algo así. Claramente esto lo sabían los habitantes del pueblo, y si no todos sí la mayoría. Como el hombre mayor que me contó aquella historia, o el de la tienda de suvenires que me dio ese mapa, que según eso, parece que la historia vende. Sin embargo en mi teoría hay discrepancias, porque había signos en algunos cuerpos de desgarre y parecían de alguna fiera…
Sin embargo parece que han tenido la mala pata de encontrarse a unos “valientes” que han seguido adelante como yo iba a hacer. Un par de idiotas a los cuales no les ha importado nada masacrar aquello que se han encontrado. Impermisible. Ciertamente, yo creía que el tesoro que aquel hombre, que tendido en el suelo con dolor, mencionaba era cierto. En mi cabeza ahora sólo había una cosa que hacer, vencer a aquellos tipos. Estaba enfadado, las sombras del pelo hacía que no se me pudieran ver los ojos y me dejaran la cara oculta. Pose seria, gesto neutro, mi risa de siempre pasó a una línea recta. Fui desenvainando mi katana lentamente.- Escuchadme, ¿habéis sido vosotros los responsables de ésta masacre?- Dije mientras se giraban a verme, con sudor en la frente. Tal vez impuse un poco, mi voz cambió de dulce tendiente a una serena, grave y dura. Y tal vez, mi ligero, suave y lento movimiento ayudaba.
Varios decían que no con la mirada, otros se quedaban petrificados.- Y en ese caso, ¿quién ha sido el responsable de su herida de bala?- Dije señalando al hombre, que llorando y temiendo por mi me agarró de la pierna. Casi temblando, algunos dijeron que sí fueron ellos, con voces casi inaudibles, que tan sólo el viento podría escuchar. Sin embargo sus caras ya me lo decían todo.- En ese caso, estáis acabados.- Dije tras haber desenvainado del todo mi grandiosa espada, que ahora procederá a ayudarme a darle una lección a estos mamarrachos. Pude escuchar a algún valiente que decía que tan sólo era un crío, pero mi cara decía lo contrario. Portaba una ira increíble, y nadie escaparía a ella. Ya me lo decía mi “padre”, desde que vi lo que le pasó a mi familia, soy temperamental cuando se trata de sufrimiento. Me ayudó a corregirlo, pero aún no lo tenía del todo, y en ciertas ocasiones me descontrolaba. Esta, era una de esas ocasiones. Lo primero y más importante era aquél tío del fusil o rifle, no controlo bien esas cosas, así que no sé. Pero estoy seguro de que es un arma de fuego, y eso puede ser peligroso. Además, lo más probable es que la herida del hombre sea suya, se la devolveré.
Listos o no, me alcé raudo impidiendo que el brazo del herido hombre me retuviera más tiempo y con toda la velocidad que pude me alcé en contra de aquél tío armado. La cara de sorpresa, y palidez que le dejé con anterioridad me han favorecido para un ataque más efectivo. Con espada alzada en mano, hice una de las técnicas de espada más simples, el corte corriendo. Con mi carrera al ciento por ciento no podría reaccionar bien, y tan sólo tuve que realizar un corte por su pecho, sin cortar ningún instante vital ni punto clave, pero un corte lo suficientemente bueno como para dejarle inconsciente, y, si no es tratado, muerte por derramamiento de sangre. No se esperaba mi movimiento sin previo aviso, por lo cual no opuso resistencia.- Uno menos.- Dije postrándome tras de la persona a la que acababa de cortar. Y no fue hasta que volví a envainar mi espada, con ligereza, determinación y lentitud, que hasta la empuñadura no llegó al final e hizo reproducir el famoso, que no empezó a lucirse el corte y el derramamiento de sangre.
Ahora todos me miraban con desdén y miedo. Sólo tenían palas para excavar y alguno una espada. Pan comido. Y con mi enfado, más aún. Cuando me enfado puedo ser mucho más preciso, pero a la vez, más sanguinario, cosa que no me gustaba. Sin embargo siempre que me enfadaba, tendría que lidiar con ello hasta que me diera cuenta.
Sin embargo, que estuviera enfadado no hizo que mi mente dejara de funcionar, y tras mi primera pregunta y su respuesta, tuve ganas de formular otra.- Si vosotros no habéis hecho esa tortura visual, ¿quién o qué ha sido?- Dije esperando una buena respuesta, porque de lo contrario, habría más cortes.
Sin embargo parece que han tenido la mala pata de encontrarse a unos “valientes” que han seguido adelante como yo iba a hacer. Un par de idiotas a los cuales no les ha importado nada masacrar aquello que se han encontrado. Impermisible. Ciertamente, yo creía que el tesoro que aquel hombre, que tendido en el suelo con dolor, mencionaba era cierto. En mi cabeza ahora sólo había una cosa que hacer, vencer a aquellos tipos. Estaba enfadado, las sombras del pelo hacía que no se me pudieran ver los ojos y me dejaran la cara oculta. Pose seria, gesto neutro, mi risa de siempre pasó a una línea recta. Fui desenvainando mi katana lentamente.- Escuchadme, ¿habéis sido vosotros los responsables de ésta masacre?- Dije mientras se giraban a verme, con sudor en la frente. Tal vez impuse un poco, mi voz cambió de dulce tendiente a una serena, grave y dura. Y tal vez, mi ligero, suave y lento movimiento ayudaba.
Varios decían que no con la mirada, otros se quedaban petrificados.- Y en ese caso, ¿quién ha sido el responsable de su herida de bala?- Dije señalando al hombre, que llorando y temiendo por mi me agarró de la pierna. Casi temblando, algunos dijeron que sí fueron ellos, con voces casi inaudibles, que tan sólo el viento podría escuchar. Sin embargo sus caras ya me lo decían todo.- En ese caso, estáis acabados.- Dije tras haber desenvainado del todo mi grandiosa espada, que ahora procederá a ayudarme a darle una lección a estos mamarrachos. Pude escuchar a algún valiente que decía que tan sólo era un crío, pero mi cara decía lo contrario. Portaba una ira increíble, y nadie escaparía a ella. Ya me lo decía mi “padre”, desde que vi lo que le pasó a mi familia, soy temperamental cuando se trata de sufrimiento. Me ayudó a corregirlo, pero aún no lo tenía del todo, y en ciertas ocasiones me descontrolaba. Esta, era una de esas ocasiones. Lo primero y más importante era aquél tío del fusil o rifle, no controlo bien esas cosas, así que no sé. Pero estoy seguro de que es un arma de fuego, y eso puede ser peligroso. Además, lo más probable es que la herida del hombre sea suya, se la devolveré.
Listos o no, me alcé raudo impidiendo que el brazo del herido hombre me retuviera más tiempo y con toda la velocidad que pude me alcé en contra de aquél tío armado. La cara de sorpresa, y palidez que le dejé con anterioridad me han favorecido para un ataque más efectivo. Con espada alzada en mano, hice una de las técnicas de espada más simples, el corte corriendo. Con mi carrera al ciento por ciento no podría reaccionar bien, y tan sólo tuve que realizar un corte por su pecho, sin cortar ningún instante vital ni punto clave, pero un corte lo suficientemente bueno como para dejarle inconsciente, y, si no es tratado, muerte por derramamiento de sangre. No se esperaba mi movimiento sin previo aviso, por lo cual no opuso resistencia.- Uno menos.- Dije postrándome tras de la persona a la que acababa de cortar. Y no fue hasta que volví a envainar mi espada, con ligereza, determinación y lentitud, que hasta la empuñadura no llegó al final e hizo reproducir el famoso, que no empezó a lucirse el corte y el derramamiento de sangre.
Ahora todos me miraban con desdén y miedo. Sólo tenían palas para excavar y alguno una espada. Pan comido. Y con mi enfado, más aún. Cuando me enfado puedo ser mucho más preciso, pero a la vez, más sanguinario, cosa que no me gustaba. Sin embargo siempre que me enfadaba, tendría que lidiar con ello hasta que me diera cuenta.
Sin embargo, que estuviera enfadado no hizo que mi mente dejara de funcionar, y tras mi primera pregunta y su respuesta, tuve ganas de formular otra.- Si vosotros no habéis hecho esa tortura visual, ¿quién o qué ha sido?- Dije esperando una buena respuesta, porque de lo contrario, habría más cortes.
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