[Privado] (AlexEmpanadilla y Yo) La montaña médica

Kaín solía pasar mucho tiempo en aquella isla. La isla Karakura era bastante conocida en el North Blue por la ingente cantidad de plantas medicinales que en ella crecían, lo que la había convertido en objeto de investigación para guardabosques, científicos y médicos. Kaín, perteneciente al tercer grupo, iba siempre que podía y se dedicaba a recoger todas las plantas medicinales que conocía para preparar sus remedios y medicamentos. Pero esa no era la única razón por la cual el peliblanco visitaba la isla aquella vez.

Había escuchado rumores sobre una criatura que habitaba una zona del bosque especialmente fértil. La criatura, según le habían contado, era un ser enorme, muy gordo y extremadamente violento. La simple descripción de aquel ser hizo que la sangre de Kaín comenzara a hervir, ansioso por cruzarse con ella y combatir.

El cazador se dio cuenta, tras aquel violento pensamiento, de lo mucho que había cambiado en aquellos años. Había aprendido a amar el combate de tal forma que, si no luchaba contra alguien regularmente, se enfadaba y se volvía irascible. Aquel pensamiento entretuvo a Kaín mientras avanzaba dando tumbos por el bosque, en busca de aquella bestia.

Alex se movía sin prisa por los bosques de la isla. El tiempo era agradable, por lo que se había quitado su sudadera negra y la llevaba rodeando la cintura. Llevaba una faltriquera de cuero negro en la que iba guardando las hierbas que se iba encontrando por el camino. Ya se había cruzado con algunas personas que, como él, investigaban y recolectaban las diferentes variedades de plantas de la isla.

Había llegado allí atraído por la idea de encontrar materiales para el tratamiento de heridas variadas. Aquella isla tenía fama de poseer una enorme variedad de plantas medicinales de todo tipo, por lo que resultaba atractiva para un médico como él. Sin embargo, no lograba llegar a la ciudad. Llegó a un punto del camino donde había una bifurcación. Tomó el camino de la derecha sin pensarlo mucho: no podía perderse más de lo que ya estaba. Tras un par de giros, se encontró a una persona frente a él, a unos treinta metros por delante.

- ¡Perdona! ¿Sabes como llegar a la ciudad? -preguntó mientras se acercaba al desconocido de pelo blanco.

-¿Eh?- Kaín se giró al escuchar la voz de aquel joven. Le hablaba a el, no había ninguna duda.

-¿La ciudad? Es muy simple, solo tienes que avanzar hacia la cima de la montaña, la ciudad corona este lugar.- Kaín observó con detenimiento al joven y vio la faltriquera y las manos manchadas de tierra. Aquel joven estaba recogiendo hierbas.- Me atrevo a decir que eres médico ¿me equivoco? Después de todo, esta isla solo atrae a médicos y guardabosques, y tu tienes más pinta del primer grupo. Encantado.- Dijo extendiendo la mano para estrecharla.- Mi nombre es Kaín y también soy médico.

- Encantado, Kaín, yo me llamo Alex, y sí, como has supuesto, soy un médico.-dijo mientras le estrechaba la mano.

Observó al hombre. Se fijó en especial en sus ojos rojos, que daban un aire ligeramente intimidante. Sintió un ligero escalofrío. No parecía el típico médico.

- ¿Y qué es lo que te ha traído a esta isla, por curiosidad? -preguntó mientras empezaba a caminar lentamente-. Como puedes ver yo he venido a buscar hierbas variadas para estudiar sus propiedades médicas.

Kaín se percató de que aquel joven centraba su atención en sus ojos rojos. Era comprensible, el mismo se sorprendía a veces mirándose fijamente al espejo.

-Pese a compartir tu afición por las plantas medicinales y por ayudar a los demás, yo no suelo ejercer como médico. Mis servicios para con la comunidad son algo más... complejos.- Dijo el cazador tras buscar la palabra unos segundos.- En esta ocasión me dispongo a cazar a una peligrosa bestia que, según dicen en la ciudad, merodea por la zona al oeste del lago.- Dijo señalando un pequeño mapa que llevaba con el.- Se supone que la criatura es agresiva en extremo y que en esa zona crece una planta realmente extraña y con propiedades asombrosas. En resumen, los médicos quieren esa planta para sus medicinas y ese bicho les estorba, así que voy a cargarme a esa cosa y, ya de paso, agenciarme un poco de esa misteriosa planta.- Mientras hablaba, Kaín observó atentamente al joven médico. Parecía el típico médico ambulante, pero algo le decía a Kaín que aquel joven era más de lo que parecía a simple vista.- Si te apetece, puedes acompañarme y recoger esa extraña hierba antes que nadie. No te preocupes por la criatura,- añadió acto seguido el peliblanco.- aún no ha nacido la bestia capaz de derrotarme en combate singular.

- Sin duda esa bestia parece una molestia para el estudio del lugar, pero esa planta tiene aspecto de ser interesante. No me vendría nada mal tener una muestra de una planta que tiene unas propiedades tan asombrosas.

Mientras se detenía a ajustar la correa de su bolsa de hierbas, observó la montaña sobre la cual se encontraba la ciudad. Apenas tenía dinero, pero con un poco de suerte, si obtenía esa hierba milagrosa podría vender un poco para conseguir algunos beries para obtener un poco de comida y un pasaje de barco. Tampoco estaría mal alquilar una habitación para no tener que dormir al raso. Por otro lado, tenía curiosidad por ver a aquella extraña bestia.

- Está bien, te acompañaré, el estudio de esa planta resulta interesante, sin duda. Pero he de avisarte de que no soy bueno peleando. Si la bestia es tan agresiva como dices seré más bien una molestia... -baja la mirada, ligeramente avergonzado.

-Tranquilo, Alex, no tienes de que preocuparte. Yo soy un luchador y los luchadores siempre combatimos "mano a mano", es decir, uno contra uno. No creo que te de tiempo a recoger cuatro de esos hierbajos antes de que tumbe a ese "terrible monstruo".- Dijo el cazador utilizando un tono burlón para las últimas palabras.- Si este mapa no está equivocado, debe de ser por aquí.- Dijo con calma y comenzó a andar. Pero había algo que preocupaba a Kaín y era que, si el mapa estaba en lo cierto, no llegarían al lugar indicado hasta bien entrada la noche, por lo que tendrían que, o bien tirar sin dormir, o hacer noche en la frondosa selva. El ojirrojo decidió no decirle nada a su acompañante pues, siendo un mal luchador, era posible que decidiera retirarse a la ciudad y a Kaín no le apetecía estar solo en aquel momento.- Y dime, Alex, ¿Tienes una consulta o algo así o te dedicas a la medicina en alguna tripulación?- Preguntó el cazador para comenzar una conversación.

- ¿Consulta? -Alex soltó una carcajada-. Para nada. No puedo permitírmelo. Soy un simple médico ambulante. Voy por las ciudades y trato con pequeños remedios a los enfermos. No soy muy bueno aún, pero espero serlo en un futuro. Y no, tampoco sirvo en ninguna tripulación. Aunque me gustaría poder servir algún día en una, y viajar por todo el mundo -los ojos le brillaron de emoción-. Es mi sueño

Siguió caminando unos cuantos metros y entonces preguntó a Kaín:

- Y tú... ¿Eres el médico de alguna tripulación? ¿O tienes una consulta?

Mientras esperaba una respuesta, buscó en su mochila algún aperitivo y sacó una pequeña empanadilla envuelta en papel.

Kaín tardó unos segundos en contestar, observando a su compañero de viaje devorar una empanadilla.

-¿Consulta? Para nada, como ya dije, yo ayudo a la gente, pero no utilizando mis conocimientos de medicina. Esos los reservo para mi y mis compañeros... Soy un cazador de piratas, ese es mi servicio a la comunidad.- Dijo con una sonrisa en el rostro. No sabía si aquel "sueño" de Alex radicaba en ser pirata o, simplemente, en navegar por el mundo, pero no iba a mentir para no ofender al chico. Tras pasar un par de segundos más, arrepentido, Kaín volvió a hablar.- Alex, te he ocultado una pequeña verdad para mi propio beneficio, pero no estoy cómodo haciéndolo, así que.... Todavía nos queda mucho camino para llegar a la zona indicada, lo más probable es que tengamos que desplazarnos toda la noche o dormir al raso. Si quieres irte a la ciudad, no hay problema, recogeré algo de hierba para ti por si nos encontramos en la ciudad, pero realmente me vendría bien algo de compañía para poder dormir tranquilo.

Alex observó a su compañero de camino. Así que era cazador de piratas. Eso explicaba aquella confianza que tenía en su capacidad de combate. Los cazadores de piratas tenían que enfrentarse a los piratas, hombre y mujeres que vivían de asaltar y pelear. Suspiró aliviado y terminó la empanadilla de un mordisco. Pensó en las opciones que tenía. Por un lado acompañar al cazador en busca de la criatura durante lo que podía extenderse durante toda la noche, lo cual no dejaba de ser peligroso. También podía volver a la ciudad. Sin duda el peligro era menor, pero tampoco le agradaba la idea de regresar solo de noche por aquellos bosques oscuros. Además no podía dejarlo solo, ahora que sabía que el cazador iba a caminar durante toda la noche y se iba a enfrentar a un monstruo en la oscuridad.

- Mmmm... no puedo dejarte ir solo, y de todas formas no me apetece regresar solo ahora que va a anochecer... - lo miró con cierto reparo-. Espero no ser una molestia

Kaín sonrió, aliviado, al ver que Alex no lo dejaría solo en el bosque.

-Tranquilo, un amigo nunca es una molestia.- Dijo con tono jovial. Pese a todo lo que le había sucedido en los últimos dos años, parecía que todavía era capaz de confiar en la gente.- Bueno, no nos entretengamos, dicen que la bestia se vuelve más activa según te acercas a su zona y que sus rugidos se escuchan mucho antes de poder verla, pero parece que...- Un rugido como de león pero mucho más potente les llegó desde la dirección a la que se dirigían, dejando a Kaín sin habla unos segundos.- Parece que me ha escuchado...- Dijo con un hilo de voz mientras su sangre comenzaba a hervir.- ¿Has escuchado ese grito? Debe de ser un bicho abominable.- Dijo con un tono de excitación extrema. Era evidente para cualquiera que el cazador estaba deseando entrar en combate.

El rugido había dejado a Alex completamente paralizado. Aquel monstruo debía ser gigantesco, enorme, una auténtica bestia parda. Tenía miedo, sin duda, y pese a la seguridad que le transmitía Kaín, sentía como sus piernas temblaban sin remedio. Aquel monstruo desconocido en la profundidad del bosque lo aterraba, pero había prometido acompañar al cazador. En caso de problemas, podría liberar una nube de cloro que hiciera de pantalla y cegara al monstruo, pero no quería tener que hacerlo. Esperaba que el cazador pudiera encargarse sin problemas de la bestia.

- Tal vez deberíamos mantener el silencio a partir de ahora -propuso en un susurro, mientras observaba el camino ante ellos. La bestia podía estar ahí, esperándolos.

La tensión se mascaba en el ambiente, indudablemente. Alex tenía temblores por el cuerpo, y un sudor frío en la espalda. No estaba para nada seguro de seguir adelante, pero algo le obligaba a avanzar, se negaba a dejar solo a su compañero, pese a lo que eso pudiera suponer. Metió la mano en su bolsa de herramientas, toqueteando un bisturí que siempre llevaba con él. Tocar el mango metálico de la herramienta lo hizo sentirse más seguro. Con un gesto asintió a Kaín, dispuesto a seguir adelante con él.

Kaín sonrió tras el comentario de Alex y ahogó una carcajada con las manos.

-Tranquilo,- respondió el cazador, también susurrando.- Un simple jabalí haría más ruido que nosotros. Eso si, nada de dar voces.- Entonces Kaín observó que Alex estaba temblando. Era evidente, pues solo un loco no temblaría después de escuchar aquel temible bramido. El cazador apoyó lo que quedaba de su mano diestra, un simple guantelete de metal, en el hombro de Alex, y le dedicó una sonrisa calmada y serena.- Tranquilo, si las cosas se ponen difíciles, yo mismo te sacaré de aquí. ¿Sabes?... Puedo volar.- Kaín mantuvo su sonrisa para ver la reacción de su acompañante.

- ¿Volar? Eso es interesante -Alex alzó las cejas, sorprendido ante la revelación-. Eso me gustaría verlo... Aunque a ser posible sin que supusiera un peligro para mi vida.

Alex seguía nervioso, pero la confianza del cazador hizo que se relajara un poco. El camino seguía internándose en el bosque, y la luz que se colaba entre las ramas de los árboles sugería que el día estaba llegando a su fin y se acercaba la hora del crepúsculo. Suspiró y puso atención en distinguir los sonidos del bosque, buscando alguna señal de la presencia de la criatura. Si el animal tenía una buena visión nocturna, partían en desventaja, y era posible que el monstruo saltara desde uno de los lados del camino sobre ellos. Había que estar alerta. Según avanzaban y el día terminaba para dar paso a la noche, la temperatura empezó a disminuir, y la humedad del ambinte se condensó en forma de bruma que recorría el camino y flotaba entre los troncos de los árboles. La visión empezaba a ser deficiente.

- Maldita sea. -masculló el doctor.

-Tranquilo, Alex, la niebla es nuestra aliada, no nuestra enemiga. Avancemos un poco más, a ver si encontramos un lugar para pasar la noche. Preferiría dormir un poco antes de entrar en la zona de acción conocida de la bestia, que aún está a un par de kilómetros. Creo que lo ideal sería una cueva o un árbol lo bastante ancho como para poder meternos dentro. No te preocupes si no tiene huecos, lo importante es que de el tamaño.

El cazador comenzó a avanzar con mayor lentitud, mirando al lado izquierdo del camino, esperando que su compañero tuviera más suerte de la que el estaba teniendo en la otra vera.

Alex empezó a observar hacia el lado derecho del camino, esperando encontrar algún refugio natural, pero entre la espesura del bosque y la densa niebla apenas veía un par de metros más allá del camino. Suspiró desanimado ante la idea de pasar la noche al raso. No era la primera vez, ni sería la última, pero no le hacía gracia de todos modos, menos aún si era en medio del bosque, y las ganas se reducian a cero si un monstruo rondaba los alrededores.

Continuaron caminando durante unos minutos. Entonces le pareció ver algo. Una enorme sombra a una distancia indefinida entre la niebla. Apenas se podía ver debido a la oscuridad, pero era la única opción que podía servir como refugio. Golpeó ligeramente con el codo a Kaín, para no hacer ruido, y con un gesto señaló hacia aquella silueta. Antes de dejar al cazador hacer nada, empezó a caminar hacia la sombra. Avanzó casi una decena de metros entre los jirones de niebla antes de detenerse ante lo que parecía ser un gigantesco arbusto de ramas gruesas y hojas pequeñas y agudas. No parecía un sitio cómodo para pasar la noche, pero al menos no estarían al descubierto si se ocultaban bajo las hojas de las ramas más altas.

Hizo un gesto interrogativo hacia Kaín para saber qué opinaba.

Kaín siguió a Alex en silencio hasta acercarse a aquel enorme arbusto y lo examinó con ojo crítico.

-Bueno, no es lo que se dice un refugio, pero he dormido en lugares mucho peores, y diría que tu también, Alex.- Dijo con un guiño el cazador.- Está decidido, pasaremos la noche aquí. Yo haré la primera guardia, tu duerme. Mañana a primera hora le haremos una visita a esa terrorífica bestia.

Se alejó un par de paso y extrajo una larga tela de su bolsa. La estaba guardando para el artefacto que tenía en mente, pero solo era una tela, si se rompía podría conseguir otra. La lanzó con un fluido movimiento y la tela aterrizó sobre las ramas altas del arbusto, actuando como un toldo.

-Así está un poco mejor. Te avisaré dentro de cuatro horas, así que aprovecha el tiempo y descansa, amigo.

Alex se recostó apoyándose en el tronco del arbusto. No era cómodo, pero al menos era un sitio donde poder dormir. Se fijó en la tela frente a él antes de cerrar los ojos y tratar de dormir. No era la primera vez que dormía al raso, como bien decía Kaín, pero aún así, aquello no era de su total agrado. Cerró los ojos, sumiéndose en la oscuridad. Pero no logró dormirse. No de inmediato. Cada pequeño ruido lo hacía tensarse y ponerse alerta. Una rama crujiendo por aquí, unas ramas movidas por el viento por allá. Todo esto evitaba que pudiera conciliar el sueño. Sintió como Kaín se movía fuera de la tienda. Eso lo relajó un poco. Mientras el cazador estuviese con él, al menos no estaría solo ante el peligro.

Se removió en su lecho improvisado, y buscó una posición medianamente cómoda para dormir. Poco a poco fue sumergiéndose en la nebulosa del reino de los sueños. Soñó que estaba en un enorme barco, surcando el mar, viajando por islas lejanas llenas de construcciones irreales y maravillosas. Sonreía en sueños, mientras fuera, la niebla flotaba sobre el bosque y Kaín hacía guardia.

Kaín se mantenía alerto gracias al haki observación, pero, aparentemente, estaba ensimismado en un pequeño objeto metálico, apoyado sobre un libro. El libro era de su antiguo maestro, el brujo del pueblo, que lo había instruido en el arte de la medicina. El objeto era un colgante metálico, entregado también por su maestro, aunque hacía poco se había enterado de que pertenecía a su padre.

En varias ocasiones pensó en despertar a Alex pero, con una simple mirada a aquel joven médico ambulante, Kaín desechaba la idea. Lo había arrastrado a una selva poblada por una terrorífica bestia, lo menos que podía hacer era dejarle dormir. Además, tampoco era la primera vez que pasaba una noche en vela.

La noche transcurrió sin demasiados incidentes, así que, cuando Kaín decidió que era hora de despertar a su compañero, lo hizo de forma imaginativa. Cazó un conejo y, aunque de forma rústica, se las apañó para cocinarlo en un fuego. Luego acercó un humeante trozo a la nariz del médico.

-Arriba, dormilón. Ya es de día.

Alex caminaba por las calles de una enorme ciudad metálica cuando se encontró frente a él a una gran criatura de musgo que le rugió. Alex se quedó mirándola. Algo llegó a su nariz, un olor delicioso que parecía venir de la criatura. Se acercó a él. La nebulosa del sueño se empezó a desvanecer y Alex abrió los ojos para ver a Kaín sosteniendo una pata de conejo a escasos centímetros de su nariz. Alex lo olisqueó y se incorporó. Había luz. Poca, pero la había, y se colaba entre las ramas de los árboles, reflejándose en los jirones de niebla de la mañana. ¿Mañana? Alex abrió los ojos de repente.

- ¿Por qué no me has despertado? -preguntó inmediatamente a Kaín.

En ese momento, un animal bajó desde las ramas de los árboles y se posó frente a ellos. Era un pájaro, de plumaje negro, pico afilado y ojos de mirada inteligente. Era un cuervo, que había llegado, atraido por el olor de la carne. Alex entonces se puso de nuevo en tensión. Si un pájaro había localizado la fuente del olor la criatura podía hacerlo también. Pese a que teóricamente aún estaba lejos había que andar con pies de plomo.

Alex caminaba por las calles de una enorme ciudad metálica cuando se encontró frente a él a una gran criatura de musgo que le rugió. Alex se quedó mirándola. Algo llegó a su nariz, un olor delicioso que parecía venir de la criatura. Se acercó a él. La nebulosa del sueño se empezó a desvanecer y Alex abrió los ojos para ver a Kaín sosteniendo una pata de conejo a escasos centímetros de su nariz. Alex lo olisqueó y se incorporó. Había luz. Poca, pero la había, y se colaba entre las ramas de los árboles, reflejándose en los jirones de niebla de la mañana. ¿Mañana? Alex abrió los ojos de repente.

- ¿Por qué no me has despertado? -preguntó inmediatamente a Kaín.

En ese momento, un animal bajó desde las ramas de los árboles y se posó frente a ellos. Era un pájaro, de plumaje negro, pico afilado y ojos de mirada inteligente. Era un cuervo, que había llegado, atraido por el olor de la carne. Alex entonces se puso de nuevo en tensión. Si un pájaro había localizado la fuente del olor la criatura podía hacerlo también. Pese a que teóricamente aún estaba lejos había que andar con pies de plomo.

Kaín chasqueó la lengua, disgustado.

-Oh, vamos, solo cómete el conejo. No estaba cansado, así que no te desperté. Dentro de lo que cabe, eres mi invitado.- Dijo con una sonrisa.

Salió de la tienda y espantó con aire ausente al cuervo mientras comenzaba a devorar el conejo.- Mmm, me ha quedado de rechupete.- Dijo mientras masticaba con avidez.

Una vez hubo acabado su mitad el cazador se levantó y, con sumo cuidado, comenzó a recoger la tela del arbusto, pero esta se le enganchó en una rama y se rajó por el medio. Esto hizo que el cazador pusiera una mueca de disgusto y dejara allí la tela.

-Al cuerno la vela... En fin, va siendo hora de retomar el camino, Alex. ¿Estás listo?

Alex mordisqueó su trozo de carne. Luego recogió su bolsa y se levantó. Se estiró, bostezó y observó al cuervo. El pajaro parecía observar la carne con ansia. Alex cogió un pequeño trozo del conejo y se lo arrojó al cuervo. El pájaro lo picoteó con ansia. Alex lo observó y se terminó su trozo.

- Al cuerno la vela... En fin, va siendo hora de retomar el camino, Alex. ¿Estás listo?
- Si, por supuesto... ¿pero no deberías descansar un poco?

Mientras preguntaba esto, el cuervo alzó el vuelo y regresó a las ramas de los árboles. Alex lo siguió con la mirada. Mientras tanto, sacó un pequeño paquetito. En su interior guardaba una empanadilla para tomar en el camino. Tras comprobar que estaba en buen estado la volvió a guardar. Observó a Kaín, esperando a que indicara que empezaran a caminar.

Kaín sonrió y comenzó a caminar con calma, directos a la zona de la bestia. No pasó mucho tiempo hasta que comenzaron a escucharse terroríficos rugidos en la zona, pero Kaín los ignoró. Caminó sin detenerse ni un instante hasta llegar a la orilla del lago.

-Bueno, Alex, ahora solo nos queda rodear el lago y estaremos en la zona.- Se metió la mano en un bolsillo y le pasó a su compañero un papel.-Ten, es una imagen de la planta en cuestión. Tal vez me divierta algo con la criatura, así que, en cuanto empieces a ver de estas plantas, no dudes en recogerlas, yo te cubro.

El papel contenía un dibujo hecho con mucho cuidado de la flor. Era pequeña, no más alta que la propia hierba, y sus pétalos, de tono rosado, formaban una campana que colgaba lateralmente unos centímetros. Las hojas, verdes como la retama, tenían los bordes serrados y la parte inferior llena de esporas, listas para soltarse y germinar.

Alex observó el dibujo con atención. Si la plata en cuestión era tan pequeña iba a ser difícil localizarla entre la hierba alta, a no ser que estuviera en grupos grandes. Un rugido sonó entonces. Alex sintió como se le erizaba el vello de la espalda. Era escalofriante. Observó a Kaín y se preguntó como podía estar tan seguro de sí mismo. A Alex le parecía imposible mantenerse en calma en una situación así. Empezó a pensar en si el cazador estaba subestimando a la criatura. Ciertamente, parecía fuerte y capaz de luchar contra un monstruo, pero los rugidos de aquella criatura no parecían creados por la naturaleza.

Observó el lago. El agua era cristalina, y reflejaba las copas de los árboles como si de un espejo se tratase. Resultaba hasta idílico. Era una estampa bastante hermosa, pero era el principio de los territorios del animal que estaba haciendo aquellos ruidos. Alex sintió como las fuerzas le flaqueaban. Las piernas empezaron a temblarle y temió caerse de rodillas allí mismo. Suspiró y respiró profundamente, tratando de calmarse un mínimo.

- Por cierto... ¿Qué aspecto tiene exactamente la criatura? -preguntó con la voz ligeramente temblorosa. Quería saber lo máximo que pudiera para estar alerta. Cuanta más información supiera de aquel monstruo, mejor.