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Una barca se acercaba a aquella villa. Había una entrada donde la arena era dorada como el sol y para acceder al pueblo había que subir una cuesta. El individuo que estaba en la barca no sabía si habría más formas de acceder pero era la que le había tocado a él. Se trataba de una persona. Iba con su rostro tapado por una máscara naranja que dejaba ver un solo ojo de color rojo a través de ella. Llevaba su peluca y su capucha negra puesta por lo que solo se podía ver un encapuchado enmascarado con una mochila en la espalda. La noche había llegado al lugar y solo el sonido nocturno hacia mella en aquel sitio. Unas oscuras nubes se habían desplazado hasta tapar la luna y hacer que todo fuera más oscuro, la razón por la que este sujeto estaba en esta villa era para lograr algo de dinero para sus propósitos. No le gustaba demasiado el dinero pero lo iba a necesitar para hacer ciertas cosas. No tenía trabajos últimamente y robar un poco en una villa le vendría bien al fin y al cabo. Las olas hicieron el resto y trasladaron el bote hasta la orilla donde se quedó encallado en la arena del lugar.
El ojo rojizo de aquel tipo observó la cuesta que había frente a él y sigiloso como la misma noche que estaba ocurriendo empezó a subirla despacio. A medida que subía observó como dos murciélagos cruzaban el cielo en busca de insectos para poder alimentarse, la ley del más fuerte era algo que hoy en día se ejecutaba fácilmente y los débiles morían mientras que los fuertes vivían. Aún no era el momento de atacar y lo que haría este sujeto seria esperar a más de noche. Serian las 12:00 y este quería esperar al menos tres horas más para que la gente estuviera totalmente dormida y fuera fácil desempeñar su trabajo. Si todos dormían podría coger incluso más cantidad de la que tenía planeada. Debía también empezar a entrenar sus técnicas de combate y mejorarlas para poder usarlas futuramente, tenía un plan entre manos y para ellos necesitaría ser bastante fuerte. Aquella cuesta llegaba a su fin y el comienzo del plan del misterioso encapuchado se acercaba cada vez mas hasta el punto de no haber retorno en las acciones que iba a cometer.
Una vez la subió pudo observar todo el lugar repleto de casas y alguna que otra mansión. Bosques se dispersaban por la zona y zonas de cultivos se veían pese a la oscuridad que había en el lugar. Tras unos segundos se dirigió a un pequeño bosque cercano a donde había dejado su bote y a una de las entradas a la isla. Subió a un árbol con agilidad y se quedó en lo alto acechando. Desde allí podía ver el mar y su barca, aparte de toda la playa. Si alguien venia por esa zona lo vería fácilmente. Él sin embargo estaba bien escondido entre el camuflaje que le daban las ramas y su atuendo. Y encima la mismísima noche le serbia también de camuflaje para no ser visto. Por otro lado la silueta de un hombre encapuchado con una máscara puesta no era muy tranquilizante que se dijera, estaba esperando el momento oportuno para poder dar el golpe y llevarse algo de dinero de aquella isla. Esperaba no despertar a nadie o le verían y se vería obligado a matar a personas que no tenían culpa de nada. Así era la vida y si les tocaba morir por aquello mala suerte para ellas.
No había pasado mucho desde que había obtenido su fruta del diablo y por suerte para él le había dado unos poderes asombrosos. No la dominaba muy bien aún por no decir que la dominaba pesimamente pero al menos sabia que con esfuerzo y entrenamiento podría mejorar esa pequeña faceta que se le escapaba. Muchas ideas recorrían la cabeza del misterioso hombre encapuchado, algunas de ellas ridículas pero otras extremadamente letales y malas contra el resto de las personas. Supuso que el único hombre por aquel bosque seria él ya que no logró ver a nadie y tampoco creía que nadie saliera al bosque a esas horas. Una pequeña brisa azotó los mechones de su melena falsa y algunos sonidos nocturnos acompañaron a esta brisa. Sonidos como búhos en mitad de la noche o algunos grillos de la zona. Las olas del mar también hacían su parte de ruido y demostraban su sonoro choque contra la arena de aquella isla donde ahora se hallaba el enmascarado dispuesto a empezar su plan robando algo de dinero. También en su mente rondaba la idea de reclutar a hombres para formar una especie de banda donde pudieran hacer trabajos para llegar mundialmente lejos y así concluir su plan mucho más rápido. Se pensaría aquella idea con calma pues aún no sabía si quería personas que le ayudaran o hacerlo solo y por si mismo.
El ojo rojizo de aquel tipo observó la cuesta que había frente a él y sigiloso como la misma noche que estaba ocurriendo empezó a subirla despacio. A medida que subía observó como dos murciélagos cruzaban el cielo en busca de insectos para poder alimentarse, la ley del más fuerte era algo que hoy en día se ejecutaba fácilmente y los débiles morían mientras que los fuertes vivían. Aún no era el momento de atacar y lo que haría este sujeto seria esperar a más de noche. Serian las 12:00 y este quería esperar al menos tres horas más para que la gente estuviera totalmente dormida y fuera fácil desempeñar su trabajo. Si todos dormían podría coger incluso más cantidad de la que tenía planeada. Debía también empezar a entrenar sus técnicas de combate y mejorarlas para poder usarlas futuramente, tenía un plan entre manos y para ellos necesitaría ser bastante fuerte. Aquella cuesta llegaba a su fin y el comienzo del plan del misterioso encapuchado se acercaba cada vez mas hasta el punto de no haber retorno en las acciones que iba a cometer.
Una vez la subió pudo observar todo el lugar repleto de casas y alguna que otra mansión. Bosques se dispersaban por la zona y zonas de cultivos se veían pese a la oscuridad que había en el lugar. Tras unos segundos se dirigió a un pequeño bosque cercano a donde había dejado su bote y a una de las entradas a la isla. Subió a un árbol con agilidad y se quedó en lo alto acechando. Desde allí podía ver el mar y su barca, aparte de toda la playa. Si alguien venia por esa zona lo vería fácilmente. Él sin embargo estaba bien escondido entre el camuflaje que le daban las ramas y su atuendo. Y encima la mismísima noche le serbia también de camuflaje para no ser visto. Por otro lado la silueta de un hombre encapuchado con una máscara puesta no era muy tranquilizante que se dijera, estaba esperando el momento oportuno para poder dar el golpe y llevarse algo de dinero de aquella isla. Esperaba no despertar a nadie o le verían y se vería obligado a matar a personas que no tenían culpa de nada. Así era la vida y si les tocaba morir por aquello mala suerte para ellas.
No había pasado mucho desde que había obtenido su fruta del diablo y por suerte para él le había dado unos poderes asombrosos. No la dominaba muy bien aún por no decir que la dominaba pesimamente pero al menos sabia que con esfuerzo y entrenamiento podría mejorar esa pequeña faceta que se le escapaba. Muchas ideas recorrían la cabeza del misterioso hombre encapuchado, algunas de ellas ridículas pero otras extremadamente letales y malas contra el resto de las personas. Supuso que el único hombre por aquel bosque seria él ya que no logró ver a nadie y tampoco creía que nadie saliera al bosque a esas horas. Una pequeña brisa azotó los mechones de su melena falsa y algunos sonidos nocturnos acompañaron a esta brisa. Sonidos como búhos en mitad de la noche o algunos grillos de la zona. Las olas del mar también hacían su parte de ruido y demostraban su sonoro choque contra la arena de aquella isla donde ahora se hallaba el enmascarado dispuesto a empezar su plan robando algo de dinero. También en su mente rondaba la idea de reclutar a hombres para formar una especie de banda donde pudieran hacer trabajos para llegar mundialmente lejos y así concluir su plan mucho más rápido. Se pensaría aquella idea con calma pues aún no sabía si quería personas que le ayudaran o hacerlo solo y por si mismo.
Kyoji Kagami
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Al fin podía escapar a la rutina del Cipher Pol y relajarme un poco. Estos momentos de sosiego eran tan escasos que cuando tenía uno me gustaba saborearlo cómo si fuera el último, pues bien podría serlo, y disfrutarlos con calma. Llegué a una pequeña isla tras varias horas de intensa travesía, no era una isla famosa en el mundo por nada en particular, así que pensé que era un buen lugar pra desconectar. Cuando llegué dejé el pequeño bote bien escondido, dentro de una lona en la playa que recubrí de arena, dándole forma de duna, por lo que pasaría perfectamente desapercibido ante cualquiera. Tras esto me adentré en la isla, pasando por un bosque alegre y repleto de vida, con animales danzando y jugando entre ellos por cada hectárea de este. Cuando hube salido del bosque pude ver un pueblo, no demasiado grande u ostentoso, pero se podía considerar un pueblo decente. Bajé una ladera con cuidado de no resbalar y caer y, una vez en el suelo, me dispuse a buscar alguna posada dónde cómer y beber algo y, a ser posible, dónde dormir algunas horas. Sólo eran las 19:00 horas, pero estaba tan agotado que caería redondo, pero antes quería comer y beber cuanto pudiera.
Entré en una pequeña construcción cuyo cartel decía "Posada de los muertos", y una vez entré quedé estupefacto, pues todos allí dentro cantaban con sus jarras de cerveza en alto, derramándose a cada golpe que daban entre ellas. Todos se veían muy fiesteros, realmente.
Al ver a toda aquella gente quedé algo coartado, pero me daba igual, quería beber, así que al primero que pasó por mi lado, vestido con harapos, le di un fuerte puñetazo y cayó redondo al suelo, soltando su jarra en el aire, la cual yo cogí al vuelo y me comencé a beber. Todos seguían cantando y bailando sin más, hablando de la libertad y de la muerte, panda de locos, yo me limité a sentarme en una silla que quedaba cerca de la comida y a comer todo cuanto pude, y un poquito más. Cuando hube estado totalmente lleno me levanté y me fui hacia las habitaciones. El posadero me vio y me preguntó si había pagado lo que me había bebido y comido, así como si había logado la habitación. Yo me quedé mirándolo y, en un acto reflejo, le dije: -Alza tu cerveza, brinda por la libertad! –Y él continuó la canción, tan eufórico, que se puso a cantar en mitad de la posada, olvidándose por completo de mí, que subí a las habitaciones y me quedé dormido, aunque me costó debido al ruido que venía de abajo.
Pasadas unas horas, deberían de ser ya las 24:00 prácticamente, bajé a ver cómo estaba la cosa y, para mi sorpresa, la gente allí seguía bailando y bebiendo, eran unos tipos muy raros, y cómo yo quería algo de paz, decidí ir al bosque que vi al venir hasta aquí, dónde esperaba tener algo de tranquilidad. Nada más lejos, en cuanto llegué los animales se agitaron y comenzaron a hacer muchos ruidos, imaginé que contra mí, el que era un "extraño" en el bosque, pero nada más lejos, todos miraban a la copa de un árbol, dónde al parecer, podía esbozarse una silueta, lúgubre y tétrica, pero humana parecía ser. Decidí ir a echar un vistazo a aquel sujeto, a ver quién demonios era y por qué estaba allí arriba. Creando dos estacas de arena endurecida comencé a escalar aquel árbol, no con facilidad, y acabé cara a cara con aquel hombre, o mejor dicho, turbante a máscara. Él tenía una máscara que sólo dejaba ver su ojo, rojo como la sangre, y el cuerpo cubierto. Me recordó mucho a mí, que sin ir más lejos, llevaba todo el cuerpo cubierto y la cara medio cubierta por un trozo de tela, sólo mostrando uno de mis dos ojos, que en su forma normal me parecía demasiado simple para presentarme, de modo que para simpatizar con aquel tipo lo convertí a la forma demoníaca, tornándose amarillo con una cruz negra en el centro de este. Ahora ambos estábamos igual, teníamos muchas cosas en común, y muchas más que aún no habíamos encontrado, pero eso no significaba que nos fuéramos a llevar bien, eso dependería de su respuesta a mis preguntas.
- ¡Hey! Me llamo Kagami, un placer. Y ahora dime... ¿Quién demonios eres tú, eh? Y sobretodo... ¿Qué has venido a hacer aquí? -Pregunté con tono entre serio y afable, que dejaría algo trastocado a aquel chico. Aunque en realidad, respondiera lo que respondiera me daría igual, pues no tenía ganas de pelear, estaba de vacaciones, era sólo simple curiosidad, la verdad.
Entré en una pequeña construcción cuyo cartel decía "Posada de los muertos", y una vez entré quedé estupefacto, pues todos allí dentro cantaban con sus jarras de cerveza en alto, derramándose a cada golpe que daban entre ellas. Todos se veían muy fiesteros, realmente.
Al ver a toda aquella gente quedé algo coartado, pero me daba igual, quería beber, así que al primero que pasó por mi lado, vestido con harapos, le di un fuerte puñetazo y cayó redondo al suelo, soltando su jarra en el aire, la cual yo cogí al vuelo y me comencé a beber. Todos seguían cantando y bailando sin más, hablando de la libertad y de la muerte, panda de locos, yo me limité a sentarme en una silla que quedaba cerca de la comida y a comer todo cuanto pude, y un poquito más. Cuando hube estado totalmente lleno me levanté y me fui hacia las habitaciones. El posadero me vio y me preguntó si había pagado lo que me había bebido y comido, así como si había logado la habitación. Yo me quedé mirándolo y, en un acto reflejo, le dije: -Alza tu cerveza, brinda por la libertad! –Y él continuó la canción, tan eufórico, que se puso a cantar en mitad de la posada, olvidándose por completo de mí, que subí a las habitaciones y me quedé dormido, aunque me costó debido al ruido que venía de abajo.
Pasadas unas horas, deberían de ser ya las 24:00 prácticamente, bajé a ver cómo estaba la cosa y, para mi sorpresa, la gente allí seguía bailando y bebiendo, eran unos tipos muy raros, y cómo yo quería algo de paz, decidí ir al bosque que vi al venir hasta aquí, dónde esperaba tener algo de tranquilidad. Nada más lejos, en cuanto llegué los animales se agitaron y comenzaron a hacer muchos ruidos, imaginé que contra mí, el que era un "extraño" en el bosque, pero nada más lejos, todos miraban a la copa de un árbol, dónde al parecer, podía esbozarse una silueta, lúgubre y tétrica, pero humana parecía ser. Decidí ir a echar un vistazo a aquel sujeto, a ver quién demonios era y por qué estaba allí arriba. Creando dos estacas de arena endurecida comencé a escalar aquel árbol, no con facilidad, y acabé cara a cara con aquel hombre, o mejor dicho, turbante a máscara. Él tenía una máscara que sólo dejaba ver su ojo, rojo como la sangre, y el cuerpo cubierto. Me recordó mucho a mí, que sin ir más lejos, llevaba todo el cuerpo cubierto y la cara medio cubierta por un trozo de tela, sólo mostrando uno de mis dos ojos, que en su forma normal me parecía demasiado simple para presentarme, de modo que para simpatizar con aquel tipo lo convertí a la forma demoníaca, tornándose amarillo con una cruz negra en el centro de este. Ahora ambos estábamos igual, teníamos muchas cosas en común, y muchas más que aún no habíamos encontrado, pero eso no significaba que nos fuéramos a llevar bien, eso dependería de su respuesta a mis preguntas.
- ¡Hey! Me llamo Kagami, un placer. Y ahora dime... ¿Quién demonios eres tú, eh? Y sobretodo... ¿Qué has venido a hacer aquí? -Pregunté con tono entre serio y afable, que dejaría algo trastocado a aquel chico. Aunque en realidad, respondiera lo que respondiera me daría igual, pues no tenía ganas de pelear, estaba de vacaciones, era sólo simple curiosidad, la verdad.
Qiang Jing
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El joven ciudadano camina tranquilamente por la cubierta de un pequeño barco mercantil, su faceta tranquila le ayuda a moverse en los barcos pues no le cuesta mucho convencer a los comerciantes y los capitanes de los barcos, sean mercantes o marinos, su facilidad de trato es una gran ventaja para él.
Su torso al aire dado que su camisa siempre está abierta, sus audífonos cubriendo sus orejas como de costumbre. Su pelo alborotado se mece al viento del mar, conforme el barco se acerca a la orilla de una isla cercana, una isla que aparentemente no tiene nada importante ni nada llamativo.
La verdad es que no sabe muy bien el motivo por el cual se dirige a dicha isla, pero lo cierto es que algo le había hecho querer acercarse a dicha isla. Su rostro de mirada y expresión serena se mantiene en el horizonte, algo bastante habitual en el joven castaño, pues pasa más tiempo pensando en la calma que le aguarda que sufriendo por tormentos.
El barco no tarda en arribar a la costa de la isla, un lugar un tanto peculiar pues no tiene un acceso habitual, pues solamente se sube por una cuesta que es bastante estrecha en comparación con la amplia zona que deparan las demás islas.
Su torso al aire dado que su camisa siempre está abierta, sus audífonos cubriendo sus orejas como de costumbre. Su pelo alborotado se mece al viento del mar, conforme el barco se acerca a la orilla de una isla cercana, una isla que aparentemente no tiene nada importante ni nada llamativo.
La verdad es que no sabe muy bien el motivo por el cual se dirige a dicha isla, pero lo cierto es que algo le había hecho querer acercarse a dicha isla. Su rostro de mirada y expresión serena se mantiene en el horizonte, algo bastante habitual en el joven castaño, pues pasa más tiempo pensando en la calma que le aguarda que sufriendo por tormentos.
El barco no tarda en arribar a la costa de la isla, un lugar un tanto peculiar pues no tiene un acceso habitual, pues solamente se sube por una cuesta que es bastante estrecha en comparación con la amplia zona que deparan las demás islas.
Angeline Labelle
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Akuma no mi
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Estaba de travesía por el East Blue de camino hacía una isla interesante, pero mientras viajaba por el vasto océano encontré tierra, otra isla que no parecía tener nada interesante a simple vista. Esas son las islas más interesantes, pueden encontrarse civilizaciones antiguas o restos de estas, es una pasada examinar este tipo de islas. Ademas, no me quedaban provisiones para seguir mi viaje, estaba anocheciendo cuando yo llegué a la isla. Dejé el barco en una zona rocosa bastante escondida y proseguí a entrar a la isla, entré en un extraño bosque cuando ya era de noche y me senté para escuchar. Se oían buhos y grillos por todos lados, y entonces vi algo a lo lejos, luz, luz artificial. Proseguí en mi forma de guepardo para alcanzar lo que parecía ser una ciudad o aldea más rapidamente. Llegué en menos de 30 minutos y como ya era tarde me debía quedar un día más por lo menos para comprar las provisiones, aunque no me importaría quedarme más, la isla tenía un buen clima y no inspiraba peligro, pero nunca se sabe.
Cuando alcanzé la ciudad me volví humano de nuevo y empezé a caminar por las calles en busca de algo que me llamara la atención, tenía algo de sueño, pero podría mantenerme despierto durante unos cinco o seis horas más. Lo que más tenía era sed, no pude beber este último día porque un pájaro de considerable tamaño me robo mi última cantimplora y estaba muy sediento. Mientras caminaba oía algo de fondo, música, había un bar y se escuchaba música de marinero o lo más cercano a ello. Entré al bar a pedir algo de agua, y al entrar mi cuerpo quedó trasmovido por la música, estaban cantando sobre la libertad y la fiesta con sus jarras en lo alto y bailando a la vez. Eso era una gran fiesta y había mucha comida y bebida, entré con aire de galán y cojí la primera jarra que vi, el hombre me miro y estaba a punto de pegarme, entonces transformé solo mi boca en modo guepardo y enseñe los fieros dientes de guepardo. Este se asustó y se fue a pedir otra jarra, nadie le creería si dijera lo que ha visto, al fin y al cabo estaba borracho.
Me senté en una mesa alejada del centro de la sala y me puse a beber tranquilo mientras mis oidos disfrutaban de esa canción sobre la libertad, era la típica canción de los piratas y yo era un pirata. La gente no dejaba de bailar y cantar, y un hombre entró. su aspecto era más bien de hombre del desierto y no mostraba nada parecido a las personas de ahí, tenía un turbante y un túnica. Tomó la primera jarra que vió y le dió un puñetazo al hombre que la sujetaba, todo esto para luego sentarse en la esquina opuesta a mi y beber tranquilo. Varios tragos después se marchaba por las escaleras que llevaban al primer piso de la posada, el dueño lo paraba diciendo si había pagado, este alzó su jarra y dijo "¡Alza tu cerveza, brinda por la libertad!", acto seguido el dueño prosiguió la canción y se olvidó de el. Este se fue arriba a dormir supongo, mientras tanto yo me quedé con la gente a disfrutar de la música y la fiesta, había tomado algo de comida porque tenía hambre y en torno a las 12 me salí de la posada porque quería tomar el aire.
Al salir vi que ese hombre tambien salía, era el hombre del turbante y se dirigía al bosque, empezé a seguirle en mi forma de guepardo sin hacer ruido y a una distancia segura. Cuando llegué al bosque se oían ruidos extraños, eran animales y estaban gritando hacía la cima de un árbol. No muy después vi unos pilares de lo que parecía ser arena y una persona subiendo por ellos. Definitivamente, el hombre del turbante era un usuario o tenía unos poderes muy extraños, sabía que no me equivocaba al verlo por primera vez. Este se dirigió a la cima y empezó a hablar con una extraña persona que estaba tambien ahí, no parecía que se conocieran. La extraña persona tenía una máscara de color naranja con espirales sobre su cara y solo se le veía un ojo de color rojo sangre. No muy diferente eran los ojos del hombre turbante, sus ojos empezaron a brillar con color amarillo y tenían una cruz negra en el centro, los ojos de los dos atormentaban mi vista y mi mente, más bien parecían demonios. No tenía miedo de ellos asi que preseguí a subir saltando en mi modo guepardo de árbol en árbol hasta alcanzar uno de los lados de ese árbol en el que estaban los dos.
Una vez los alcanzé dije:
-¿Es una bonita y oscura noche no creen?-pregunté sarcasticamente y luego proseguí diciendo-Es el típico negro que se convierte a la mañana en rojo, esta noche no parece ser una noche tranquila. Aah, por cierto, me llamo Kito D Kryword, encantado de conoceros.-Dije todo esto como si me autoinvitara a hablar con ellos, aunque no estaba seguro de si fue una buena idea dar mi nombre real, no confiaba en ellos pero tampoco tenía ganas de mentir en ese momento.
Me quedé esperando sus respuestas mientras pensaba en lo que iba a hacer mañana para conseguir las provisiones ya que no disponía de dinero.
Off Rol
Lo siento mucho por haber tardado tanto en responder, últimamente estoy en temporada de examenes y no tengo mucho tiempo.
Rainbow662
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Akuma no mi
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La noche parecía prometedora. A pesar del aburrido día que había tenido parecía que su visita a aquella isla no iba a ser en vano. Había llegado allí por la tarde, con las últimas luces del ocaso, después de viajar por el East Blue durante un par de semanas. Aquel mar había resultados ser bastante aburridoNi siquiera tenía idea de como se llamaba el lugar donde se encontraba pero aún así decidió echar un vistazo, estaba cansado de navegar.
Nada más desembarcar se topó de frente con una empinada cuesta rocosa que llevaba hasta un frondoso bosque. Subió por ella tranquilamente con la esperanza de encontrar una ciudad o un pueblo animado. Sin embargo no halló nada de eso. La pequeña ciudad a la que llegó tras atravesar el bosque y esquivar un montón de bichos enormes que intentaban picarle era la más tranquila, anodina y aburrida en la que había estado jamás. Aquella clase de sitios no eran para él; lo que necesitaba era un lugar animado con fiestas, peleas o algo así.
Recorrió las calles ojeando los edificios en busca de alguna taberna, un local o algún sitio donde sirvieran alcohol. Tras algo más de 30 minutos de infructuosa búsqueda en los que recibió más de una mirada de desaprobación de parte de algunos de los habitantes, probablemente debido a su aspecto, por fin llegó al lugar que buscaba. Una posada para los viajeros con una taberna en la parte baja. Dentro había un gran grupo de gente bebiendo y cantando animadamente. Aquel era el sitio que buscaba, aunque no tenía dinero confiaba en poder irse sin pagar. Entró y se sentó en la barra mientras pedía una copa; a los pocos minutos ya estaba cantando junto a un grupo de desconocidos que consiguió que le invitaran a varias copas. Eso ya estaba mejor, un oasis de diversión en aquella ciudad silenciosa.
Al cabo de un par de horas estalló una pelea sin previo aviso, uno de los tipos de la barra, que ya llevaba bastantes copas encima, se lanzó a por Arribor cuando se negó a invitarle a otra ronda e intentó golpearle con un a silla. Arribor esquivó el golpe con facilidad y la silla impactó en la espalda de otro hombre, quién se giró y devolvió el golpe a otro tipo. Así empezó el alboroto, una batalla campal entre todos los de la taberna en la que, como no podía ser de otra forma, Arribor estaba en medio. La noche se animaba cada vez más.
No tardó mucho en salir de allí. Después de tal bronca la mayoría acabo en el suelo borracho o noqueado así que aquel lugar ya no tenía interés. Cogió dinero del bolsillo de varios desconocidos y pagó su bebida antes de salir. Decidió largase de la isla, con un poco de suerte al desembarcar se habría acordado de anclar el barco, o al menos eso esperaba. Llegó hasta el límite del bosque cuando los vio. En lo alto de una especie de columna de lo que parecía ser arena, se encontraba un hombre vestido con un turbante que estaba hablando con una gran felino en lo alto de un árbol. Aquello era raro, para que engañarse, dentro de las cosas extrañas que podía haber visto, aquella era de las más inesperadas. Al fijarse mejor, pudo ver que había un tercer individuo, un enmascarado vestido de negro y del que solo destacaba la colorida máscara que portaba.
Aquella situación era muy curiosa, no estaba seguro de que hablaban ni de por qué lo hacían a esa altura. pero decidió permanecer alejado en una zona cubierta de la luz de la luna esperando ver que ocurría.
Nada más desembarcar se topó de frente con una empinada cuesta rocosa que llevaba hasta un frondoso bosque. Subió por ella tranquilamente con la esperanza de encontrar una ciudad o un pueblo animado. Sin embargo no halló nada de eso. La pequeña ciudad a la que llegó tras atravesar el bosque y esquivar un montón de bichos enormes que intentaban picarle era la más tranquila, anodina y aburrida en la que había estado jamás. Aquella clase de sitios no eran para él; lo que necesitaba era un lugar animado con fiestas, peleas o algo así.
Recorrió las calles ojeando los edificios en busca de alguna taberna, un local o algún sitio donde sirvieran alcohol. Tras algo más de 30 minutos de infructuosa búsqueda en los que recibió más de una mirada de desaprobación de parte de algunos de los habitantes, probablemente debido a su aspecto, por fin llegó al lugar que buscaba. Una posada para los viajeros con una taberna en la parte baja. Dentro había un gran grupo de gente bebiendo y cantando animadamente. Aquel era el sitio que buscaba, aunque no tenía dinero confiaba en poder irse sin pagar. Entró y se sentó en la barra mientras pedía una copa; a los pocos minutos ya estaba cantando junto a un grupo de desconocidos que consiguió que le invitaran a varias copas. Eso ya estaba mejor, un oasis de diversión en aquella ciudad silenciosa.
Al cabo de un par de horas estalló una pelea sin previo aviso, uno de los tipos de la barra, que ya llevaba bastantes copas encima, se lanzó a por Arribor cuando se negó a invitarle a otra ronda e intentó golpearle con un a silla. Arribor esquivó el golpe con facilidad y la silla impactó en la espalda de otro hombre, quién se giró y devolvió el golpe a otro tipo. Así empezó el alboroto, una batalla campal entre todos los de la taberna en la que, como no podía ser de otra forma, Arribor estaba en medio. La noche se animaba cada vez más.
No tardó mucho en salir de allí. Después de tal bronca la mayoría acabo en el suelo borracho o noqueado así que aquel lugar ya no tenía interés. Cogió dinero del bolsillo de varios desconocidos y pagó su bebida antes de salir. Decidió largase de la isla, con un poco de suerte al desembarcar se habría acordado de anclar el barco, o al menos eso esperaba. Llegó hasta el límite del bosque cuando los vio. En lo alto de una especie de columna de lo que parecía ser arena, se encontraba un hombre vestido con un turbante que estaba hablando con una gran felino en lo alto de un árbol. Aquello era raro, para que engañarse, dentro de las cosas extrañas que podía haber visto, aquella era de las más inesperadas. Al fijarse mejor, pudo ver que había un tercer individuo, un enmascarado vestido de negro y del que solo destacaba la colorida máscara que portaba.
Aquella situación era muy curiosa, no estaba seguro de que hablaban ni de por qué lo hacían a esa altura. pero decidió permanecer alejado en una zona cubierta de la luz de la luna esperando ver que ocurría.
- OFF:
- Por si no lo habéis leído yo soy el acoplado de última hora xD.
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La noche estaba avanzando y ya casi era la hora de que el tipo de la máscara saliese del bosque, estaba a punto de saltar de aquel árbol cuando de buenas a primeras la cabeza de un tipo con un turbante se puso frente a él. Una pequeña gota sudor cayó por la cabeza del enmascarado. ¿Qué diablos hacia allí un traficante de drogas? Seguramente quería venderle éxtasis, heroína o cocaína. Cosa que el enmascarado no quería. Pero luego contempló los ojos que puso en forma de cruz negra y pensó que el tío se había esnifado lo que sea antes de aparecer.
Una ojeada rápida le dejo ver un barco mercantil que se dirigía a la costa. No había otro día para llegar, tenía que ser ese día donde él actuaria. Técnicamente ese no era su día de suerte. Un camello le pillaba sobre su árbol escondido y encima drogado por lo que parecía y luego un barco se acercaba a la costa. El hombre del turbante se presentó como Kagami. También le preguntaba quién era y que había venido a hacer a la isla. No sabía que responder en ese momento, cuando fue a hablar improvisando algo un guepardo apareció subiendo por un lado y hablándoles. Genial, fenomenal, impresionante, magistral, sublime pensó el enmascarado mientras otras dos gotas de sudor bajaban por su frente. O bien era un usuario de la fruta del diablo o bien aquel camello le había colocado también de alguna forma. Encima el guepardo revelaba su nombre, algo que nunca haría el tipo de la máscara naranja. Para asegurarse de que no estaba drogado o dormido realizo lo siguiente.
Se dejó caer de espaldas lentamente hasta caer del árbol y estamparse boca arriba en el suelo observando el cielo nocturno. Le había dolido bastante la caída y se había hecho daño en la espalda. Cosa que le daba igual pues se pasaba todo el tiempo lanzándose desde sitios altos dañándose, le iba demasiado la adrenalina. Una vez en el suelo entendió que no era ningún sueño y no estaba drogado. Rápidamente se levantó observando a aquellos dos y negó varias veces con la cabeza en señal de que no era posible. Entonces una idea llegó a su cabeza, eran un camello y su mascota. Sin pensárselo salió corriendo hábilmente del lugar, debía desaparecer y volver a esconderse. Mientras corría se pegó un enorme susto al ver a otro tipo escondido acechándoles. Lo que faltaba un violador. Esto hizo que corriera el doble rápidamente sin entender lo que estaba pasando en aquella isla, le acosaba la gente rara y sin motivo alguno.
No tardó en salir de ese bosque del diablo y se dirigió a la costa, enseguida frenó sus pasos cuando aquel barco mercantil estaba allí. Se giró de nuevo y corrió hacia otro bosque algo más alejado del otro, rápidamente pegó un alto colocando el pie derecho en el tronco de un árbol e impulsándose para saltar enganchándose a una de las ramas. Esta vez se camufló con las hojas y se mantuvo inmóvil observando por el hueco de algunas ramas por si alguno de aquellos tipos le había seguido. Este creía que eran un camello, su mascota, un violador del bosque y un turista.
- Joder espero que no me encuentren aquí.
Una ojeada rápida le dejo ver un barco mercantil que se dirigía a la costa. No había otro día para llegar, tenía que ser ese día donde él actuaria. Técnicamente ese no era su día de suerte. Un camello le pillaba sobre su árbol escondido y encima drogado por lo que parecía y luego un barco se acercaba a la costa. El hombre del turbante se presentó como Kagami. También le preguntaba quién era y que había venido a hacer a la isla. No sabía que responder en ese momento, cuando fue a hablar improvisando algo un guepardo apareció subiendo por un lado y hablándoles. Genial, fenomenal, impresionante, magistral, sublime pensó el enmascarado mientras otras dos gotas de sudor bajaban por su frente. O bien era un usuario de la fruta del diablo o bien aquel camello le había colocado también de alguna forma. Encima el guepardo revelaba su nombre, algo que nunca haría el tipo de la máscara naranja. Para asegurarse de que no estaba drogado o dormido realizo lo siguiente.
Se dejó caer de espaldas lentamente hasta caer del árbol y estamparse boca arriba en el suelo observando el cielo nocturno. Le había dolido bastante la caída y se había hecho daño en la espalda. Cosa que le daba igual pues se pasaba todo el tiempo lanzándose desde sitios altos dañándose, le iba demasiado la adrenalina. Una vez en el suelo entendió que no era ningún sueño y no estaba drogado. Rápidamente se levantó observando a aquellos dos y negó varias veces con la cabeza en señal de que no era posible. Entonces una idea llegó a su cabeza, eran un camello y su mascota. Sin pensárselo salió corriendo hábilmente del lugar, debía desaparecer y volver a esconderse. Mientras corría se pegó un enorme susto al ver a otro tipo escondido acechándoles. Lo que faltaba un violador. Esto hizo que corriera el doble rápidamente sin entender lo que estaba pasando en aquella isla, le acosaba la gente rara y sin motivo alguno.
No tardó en salir de ese bosque del diablo y se dirigió a la costa, enseguida frenó sus pasos cuando aquel barco mercantil estaba allí. Se giró de nuevo y corrió hacia otro bosque algo más alejado del otro, rápidamente pegó un alto colocando el pie derecho en el tronco de un árbol e impulsándose para saltar enganchándose a una de las ramas. Esta vez se camufló con las hojas y se mantuvo inmóvil observando por el hueco de algunas ramas por si alguno de aquellos tipos le había seguido. Este creía que eran un camello, su mascota, un violador del bosque y un turista.
- Joder espero que no me encuentren aquí.
- OFF:
- Bienvenido XD
Qiang Jing
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El joven ciudadano se encontraba en la costa de aquella isla, un lugar de arenas blancas y finas, los pies del joven se hunden en la arena, llenándose de ella al vestir sandalias en lugar de zapatos o zapatillas cerradas. A cada paso sus pies se llenaban de más arena, algo que a muchos les causaría una sensación de malestar y desagrado, pero que al joven de pelo desordenado no le molesta en lo más mínimo dado que siempre estuvo preparado para lo que fuera.
Sus pasos lo llevan hasta una cuesta de tierra sólida que lleva a lo que parece ser un frondoso bosque, en el cual al parecer hay problemas o algo similar, pues gracias a mis cascos logro percibir las voces y pasos de varias personas, una de las cuales parece escapar de los demás, o liderarlos en una ofensiva.
Se encamina por la cuesta con paso ligero y decidido, sin demorarse dado que no hay nada interesante en los alrededores de la cuesta que pueda entretenerle al observarlo, de modo que no le lleva ni diez minutos alcanzar la cima de la cuesta, donde se encuentra el inicio del bosque.
Allí las voces son más perceptibles, parecen debatir, uno se llama Kito D. Kryword, un nombre poco habitual y el cual el joven no había escuchado nunca, al menos que recuerde. Sus pasos son veloces debido a los propulsores que posee en ellos que le facilitan dar pasos más largos y que recorren mayor distancia. Así, no tarda en llegar hasta el árbol en el que se encuentran la mayoría de los citados anteriormente, lugar en el cual se detiene un momento a observar la situación.
Un hombre con túnica y turbante, un guepardo parlante, seguramente usuario de akuma, hablando solos, pero hay una tercera persona, al menos antes se encontraba allí, ahora no sabe dónde se encontrará.
Yoh – “Buenas señores, ¿qué es lo que sucede en este lugar? Os he escuchado desde la cuesta y no parecía muy ordenado.”
Dice el joven mientras se posiciona cerca de ellos gracias a los propulsores de sus piernas que le permiten mantenerse suspendido en el aire como si volara.
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Después de haber dicho mi nombre y haber insinuado que esos dos iban a hacer algo oscuro mañana no recibí respuesta alguna. El hombre de la mascara estaba algo estupefacto, estaba sudando, lo entiendo, esa situación no era de lo más habitual. Un guepardo y un hombre con unos ojos demoniacos se acercan a hablarle, no se puede ver nada normal en esa situación. Seguramente pensaba que estaba drogado o algo. Este hombre después de mirarnos y ver la situación tan surrealista saltó del árbol. Había casi más de siete metros, y sin embargo este saltó de espaldas, acaso estaba loco o algo, a nadie se le ocurre saltar de semejante de altura y de espaldas.
Tras la caída empezó a huir hacía el bosque, es posible que se haya asustado por la situación o no quisiera formar parte de esta. Le seguí con la mirada y vi a una persona que estaba quieta en una zona bastante amplia cubierta por la luz de la luna. No sabía que hacer, estaba tanteando entre si debería ir tras el o quedarme a hablar con el tipo del turbante, la verdad es que ese día se me volvía aburrido, no tuve una conversación interesante desde hace una semana que decidí embarcarme en este viaje.
Unos instantes después de que el tipo se fuera apareció otro levitando en el aire con lo que parecían unas botas mágicas o propulsores, la verdad es que no lo comprendía, no sabía mucho sobre tecnología. El tipo iba despeinado y con unos cascos, asi como sus botas propulsoras. A primera vista me pareció el típico marine que nos pilla desprevenidos, pero no era asi, este no llevaba ropajes de marine, más bien parecía un ciudadano. Nos preguntó que es lo que pasa aquí y me apresuré a contestarle cambiandome a mi forma humana.
-Nada fuera de lo común, una conversación de un guepardo y un ciudadano del desierto, ¿a caso te parece poco normal?- le dije vacilando al principio para luego añadir -Ya se que no es normal, no hacía falta que contestaras mi pregunta retórica, lo que yo me pregunto es, ¿cuánto tiempo te puedes mantener en el aire hasta que tus botas se agoten?- le añadi con voz vacilante pero lo suficientemente seria, me interesaba ese dato por si tendría que luchar con el, o si podría robar esas botas
El hombre de la mascara había desaparecido hace rato, y yo estaba esperando la respuesta del tipo de los cascos, mientras tanto se podía oler algo extraño en el aire, olía a cenizas, cenizas lejanas, en algún lugar de ese bosque habría fuego, eso quiere decir que podría producirse un incendio en cualquier momento. Decidí quedarme ahí a esperar la respuesta del de los cascos y de paso ver de donde provenían esas cenizas, nada de esto me estaba gustando, si había un marine entre ellos seguramente me interrogaría.
Kyoji Kagami
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- OFF:
- OFF: Primero de todo, me has saltado guarra ;_; Segundo, no eran pilares ni nada así, por favor, leer los demás posts, dije ESTACAS no subí con la arena, escalé el árbol con 2 estacas TT_TT Hasta el nivel 40 o 50 no podré hacer un pilar de arena de ese tamaño (Lo sé, es muy triste xD)
Para mi sorpresa aquel enmascarado no era, ni de lejos, como yo. En primer lugar, nada más presentarme, quedó atemorizado. Aquella muestra de cobardía, en alguna otra ocasión, me habría hecho matarlo, no obstante, empecé a sentirme mal, muy mareado, y a verlo completamente borroso. -*A que aquella jarra… no era de zumo...* -Pensé yo al empezar a sentirme así. Tan sólo había bebido una jarra, que ni siquiera terminé, y además habían pasado horas, y sin embargo, el efecto comenzó a notarse ahora, de forma brusca. No soportaba el alcohol, jamás lo había tomado, si acaso por accidente, como aquella noche, y mi cuerpo no estaba acostumbrado a su efecto. De repente, quién sabe si por efectos del alcohol, vi a un gatito subiendo al árbol, a un tipo como levitando y al que había asustado tirándose de espaldas desde lo alto del árbol. Estaban todos locos, y lo peor de todo, yo también. El gatito se presentó, pero yo no oía nada de lo que él decía, lo ignoraba completamente. Cuando aquel otro tipo se dejó caer, yo salté detrás, gritando con todas mis fuerzas mientras caía.
-¡¡Banzai!! -Pero antes de llegar al suelo, él ya se había levantado y había huido como un cobarde, así que me dispuse a buscarlo, pero como apenas podía ver, lo haría por el método menos ortodoxo. Cerré los ojos y comencé a andar moviendo mis manos como si tratara de cogerlo por el bosque, gritando "¡Marco!", con la intención de que él, en su infinita estupidez, que casi alcanzaría a la mía, respondiera "¡Polo!". No hubo manera, aquel tipo era un genio, o yo estaba muy sordo, así que, ya cansado, me eché una siesta en uno de los troncos que había en aquel bosque hasta que se me pasara un poco el efecto del alcohol. -*Bueno, tan sólo debo dormir un poquito, espero que no ocurra nada malo...* -Y tras pensar aquello, en un árbol algo alejado de dónde estábamos todos al principio, pues me había perdido vagando y gritando "Marco", cree un pequeño almohadón de arena y me tumbé a dormir la mona.
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A Arribor le parecía que el tipo enmascarado era el más serio de los tres. Una simple ilusión. No tardó mucho en ver sorprendido como aquel tipo caía de espaldas desde lo alto de la rama sin intentar siquiera agarrarse. ¿En serio acababa de caerse así de repente? Entonces vio como movía frenéticamente la cabeza hacia los lados antes de echar a correr despavorido hacia donde él estaba. Pasó a su lado sin detenerse y con una mirada de pavor.
Debido a eso tardó unos segundos en prestar atención al nuevo invitado. En la profunda oscuridad de la noche apenas podía verle pero parecía un chico no mayor de 20 años. En lo que si se fijó fue en algo que le dejó con los ojos platos, al menos el ojo bueno. Lo más curioso de aquel tipo era que estaba flotando en el aire como si nada. Arribor se quedó boquiabierto, no sabía como lo hacía, a lo mejor tenía una "habilidad" o algún aparato tecnológico, pero no importaba en absoluto, él también quería volar y contaba con que pudiese enseñarle como hacerlo. Decidió acercarse hacia el árbol donde estaban reunidos para ver si descubría el secreto del vuelo de aquel tipo.
Sin embargo de camino se dio cuenta de que el chico volador no era la única rareza, a parte del huidizo hombre de la máscara con poco equilibrio, también había un guepardo que, inexplicablemente, acababa de hablar y un tipo vestido con ropa del desierto gritando "Marco" a todo pulmón. Lo gritaba como si su vida fuese en ello, así que Arribor le hizo el favor de contestar "Polo". Con un poco de suerte eso lo calmaría y dejaría de organizar tal escándalo. "Vaya panda de chalados."- pensaba Arribor cuando llegó hasta allí. Además, al acercarse más pudo ver que el hombre del turbante se había construido una almohada con arena y se había acostado en un árbol cercano. Ciertamente era una noche extraña.
-Ey, ¿qué tal estáis? Olvidadlo, en realidad no me interesa. Solo quiero saber como demonios puedes mantenerte en el aire.- le preguntó al recién llegado ignorando por completo a los demás. Había decidido centrarse primero en lo importante, como poder volar; luego ya se centraría en el resto de tipos raros con los que estaba.
Mientras esperaba la ansiada revelación, se apartó una pequeña ascua del hombro sin prestar atención a lo que esto podría significar. En lugar de eso, cayó en la cuenta de algo que había pasado por alto. ¡El guepardo parlante era un guepardo parlante! Se le quedó mirando incrédulo de que aquel animal pudiese hablar como un hombre.
Debido a eso tardó unos segundos en prestar atención al nuevo invitado. En la profunda oscuridad de la noche apenas podía verle pero parecía un chico no mayor de 20 años. En lo que si se fijó fue en algo que le dejó con los ojos platos, al menos el ojo bueno. Lo más curioso de aquel tipo era que estaba flotando en el aire como si nada. Arribor se quedó boquiabierto, no sabía como lo hacía, a lo mejor tenía una "habilidad" o algún aparato tecnológico, pero no importaba en absoluto, él también quería volar y contaba con que pudiese enseñarle como hacerlo. Decidió acercarse hacia el árbol donde estaban reunidos para ver si descubría el secreto del vuelo de aquel tipo.
Sin embargo de camino se dio cuenta de que el chico volador no era la única rareza, a parte del huidizo hombre de la máscara con poco equilibrio, también había un guepardo que, inexplicablemente, acababa de hablar y un tipo vestido con ropa del desierto gritando "Marco" a todo pulmón. Lo gritaba como si su vida fuese en ello, así que Arribor le hizo el favor de contestar "Polo". Con un poco de suerte eso lo calmaría y dejaría de organizar tal escándalo. "Vaya panda de chalados."- pensaba Arribor cuando llegó hasta allí. Además, al acercarse más pudo ver que el hombre del turbante se había construido una almohada con arena y se había acostado en un árbol cercano. Ciertamente era una noche extraña.
-Ey, ¿qué tal estáis? Olvidadlo, en realidad no me interesa. Solo quiero saber como demonios puedes mantenerte en el aire.- le preguntó al recién llegado ignorando por completo a los demás. Había decidido centrarse primero en lo importante, como poder volar; luego ya se centraría en el resto de tipos raros con los que estaba.
Mientras esperaba la ansiada revelación, se apartó una pequeña ascua del hombro sin prestar atención a lo que esto podría significar. En lugar de eso, cayó en la cuenta de algo que había pasado por alto. ¡El guepardo parlante era un guepardo parlante! Se le quedó mirando incrédulo de que aquel animal pudiese hablar como un hombre.
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El enmascarado por fin se había alejado de aquel extraño grupo. No había tenido miedo de ninguno de aquellos tipos para nada pero un camello, un guepardo parlante y un violador del bosque no era algo que le hiciera gracia. En otra situación se hubiera quedado pero tenía bastantes cosas que hacer, ya era muy tarde y si la gente no dormía debía sacarlos de sus casas y su maligna y prodigiosa mente ya le había dado el plan perfecto para hacerlo. Se alejó muchísimo más metiéndose en otro lado del bosque donde nadie podría verla. Su rojizo ojo observaba los distintos arboles que había en aquel lugar. Poco a poco se movió reuniendo una buena cantidad de hojas secas y ramas. Había hecho un buen montón y estuvo al menos un rato amontonando más montones alrededor. Tras aquello se aseguró de que nadie le estaba viendo pues inspeccionó un poco los alrededores y aquella zona estaba llena de hierbas secas por lo que iría fácilmente a cualquier persona que se acercase a molestar. El plan ya estaba listo y solo quedaba un detalle que añadiría enseguida. Se agachó a la altura de uno de aquellos montonones de hojas y se quedó mirando tranquilamente.
Después de haber hecho todo aquello metió su dedo entre las hojas y llevándolo al medio del montón. Una vez su dedo estaba allí simplemente suspiró y de la punta de este empezó a surgir una pequeña llama de fuego. Esta como si de un mechero se tratase prendió las hojas para tras unos movimientos más de la mano prender los demás montones. Una vez había hecho esto salió corriendo de allí ocultándose en lo más profundo del bosque. Ahora solo quedaba que la gente del pueblo viera el incendio que se estaba formando, por suerte para el enmascarado una mujer desde su cada vio unas luces y después como el fuego crecía. Rápidamente esa mujer gritó dirigiéndose a las tabernas y avisando del incendio que se estaba formando en el bosque. La gente corría como loca al lugar para ver si era cierto y al comprobarlo enloquecieron al ver que corrían mucho peligro.
El tipo de la máscara salió del bosque con agilidad y tras correr un poco saltó a una casa de dos pisos la cual estaba a oscuras y vacía. Se había colado por la ventana del piso de abajo y había robado algo de dinero de los cajones. Una vez rebuscó en todo el piso de abajo subió al de arriba y allí hizo lo mismo llevándose algo de dinero. Tras aquello se subió al tejado a través del segundo piso, la noche le ofrecía camuflaje mientras la gente estaba ocupada a lo lejos con el incendio. Su siguiente objetivo fue mayor pues se coló en una taberna donde ya no había nadie. Se dirigió detrás de la barra y fue a la caja donde guardaban el dinero, esa noche esta taberna había estado llena por lo que algo bueno se llevaría. Tras haberse llevado el dinero salió de la taberna ágilmente y se subió en el tejado de otra casa observando cómo iba el tema del incendio y demás.
Después de haber hecho todo aquello metió su dedo entre las hojas y llevándolo al medio del montón. Una vez su dedo estaba allí simplemente suspiró y de la punta de este empezó a surgir una pequeña llama de fuego. Esta como si de un mechero se tratase prendió las hojas para tras unos movimientos más de la mano prender los demás montones. Una vez había hecho esto salió corriendo de allí ocultándose en lo más profundo del bosque. Ahora solo quedaba que la gente del pueblo viera el incendio que se estaba formando, por suerte para el enmascarado una mujer desde su cada vio unas luces y después como el fuego crecía. Rápidamente esa mujer gritó dirigiéndose a las tabernas y avisando del incendio que se estaba formando en el bosque. La gente corría como loca al lugar para ver si era cierto y al comprobarlo enloquecieron al ver que corrían mucho peligro.
El tipo de la máscara salió del bosque con agilidad y tras correr un poco saltó a una casa de dos pisos la cual estaba a oscuras y vacía. Se había colado por la ventana del piso de abajo y había robado algo de dinero de los cajones. Una vez rebuscó en todo el piso de abajo subió al de arriba y allí hizo lo mismo llevándose algo de dinero. Tras aquello se subió al tejado a través del segundo piso, la noche le ofrecía camuflaje mientras la gente estaba ocupada a lo lejos con el incendio. Su siguiente objetivo fue mayor pues se coló en una taberna donde ya no había nadie. Se dirigió detrás de la barra y fue a la caja donde guardaban el dinero, esa noche esta taberna había estado llena por lo que algo bueno se llevaría. Tras haberse llevado el dinero salió de la taberna ágilmente y se subió en el tejado de otra casa observando cómo iba el tema del incendio y demás.
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El grupo se vuelve más y más extraños, el hombre de la máscara corre cual alma que lleva el diablo hasta desaparecer, mientras los que quedan empiezan a preguntarme por mi habilidad de mantenerme en el aire, como si volara, pero ese es algo que el joven ciudadano no va a decir ni revelar, no le apetece ponerse a explayarse sobre los beneficios de la tecnología que le implantaron en su camino a la cima, pero no tiene mucho más, a su lado aparece un búho blanco, de un tamaño verdaderamente extraordinario. Mientras unos pocos se dedican a investigar las cosas extrañas el joven se dedica a hablar con el búho.
Yoh – “Amidamaru, sobrevuela la zona y dime si ves algo extraño.”
Susurra el joven al búho mientras desciende hasta llegar al suelo, pues desde la altura había visto algo extraño, una extraña iluminación en el otro lado del bosque, lugar en el que de pronto empieza a sonar las pisadas de un grupo de personas enorme, casi puedo asegurar que el pueblo entero se encuentra en ese lugar.
Mientras otros pasos se alejan, y esos son los pasos que el joven ciudadano decide seguir, dado que sus piernas le permiten propulsarse pega un salto y se impulsa con esa energía hasta el tejado en el que se detienen los pasos.
Yoh – “Buenas noches buen hombre, ¿qué se trae entre manos?”
Dice con una voz tranquila, que parece hasta burlona.
OFF: Posteo yo ya que Kyoji me lo pidió
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El tipo de la máscara ya se había ido hace rato y no había rastro de el, además el fuego se estaba expandiendo y esto solo podía significar una cosa, llegará a la ciudad en 2 o 3 horas. Estaba seguro que el fuego fue intencionado y probablemente creado por el tipo de la máscara, no se con que motivo pero esa era mi hipótesis. Seguí mirando pero nada, no podía distinguir ninguna sombra por los alredededores.
Después de un rato explorando con la vista volví a mi mismo y a la situación actual. Le había preguntado al tipo de las botas raras que permiten volar sobre cuanto tiempo se podía mantener volando, pero este me ignoró completamente, no me hacía la más mínima gracia que me ignoraran de esa manera. Ese tipo se creía superior a mi. Solo tenía una opción y esa era atacarlo. Antés el tipo del turbante y ropajes del desierto se había ido a buscar al de la máscara, gritando "¡Marco!" y esperando que alguien respondiera "¡Polo!". Definitivamente estaba borracho y no lo encontraría con facilidad.
Yo era el único que quedaba en ese árbol y el tipo de las botas que estaba delante mía volando. De repente un buho apareció de la nada y empezó a comunicarse con el de las botas, este le dijo que sobrevolara el área en busca de cualquier cosa extraña. Seguidamente descendió hasta al suelo y se dispuso a ir en una dirección concreta, parecía como si hubiera visto algo extraño desde arriba. Yo me dispuse a saltar y continuando con mi forma de guepardo seguirlo a toda velocidad, no debería ser un problema. El tipo en vez de correr saltaba usando sus extrañas botas.
Este se paró en un tejado y empezó a hablar con alguien, podría ser algún tipo de complice, pensé yo. Pero su frase no mostraba que tuvieran algún lazo de amistad ni enemistad. Le preguntó que se traé entre las manos al otro. Como no comprendía la situación me quedé mirando a ver que pasaba y cada vez más preocupado por el fuego que se estaba expandiendo. Cambié a mi forma humana y me escondí al lado de un árbol lo suficientemente cerca del tejado como para entender todo lo que decían.
Me preguntaba que había pasado con el moreno que gritó desde abajo "Ey, ¿que tal estais?" antes de haberme ido. Era otro raro más, esa noche se estaba poniendo muy interesante y eso me gustaba pero lo importante ahora era mantenerse oculto y no mostrar mi identidad por completo o podría caer en la tentación de pisar una trampa sin saberlo.
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Aquella gente parecía haberle ignorado y eso le molestaba. En lugar de contestar a su pregunta sobre como era capaz de mantenerse en el aire, el tipo volador empezó a hablar con un enorme búho blanco antes de largarse de allí rápidamente dando saltos por el aire. El extraño guepardo parlante le siguió poco después.
Parecía que se había quedado solo. Aquella gente había pasado de él y, aunque no le importaba demasiado, no descartaba la posibilidad de patear a alguno de ellos. Caminó relajadamente de vuelta al pueblo con la esperanza de que la taberna donde antes había estado continuara todavía abierta. Se preguntaba adonde se habría largado el hombre volador, aún le interesaba la manera en la que podía mantenerse flotando en el aire tranquilamente. En fin, tanto daba, no le importaba tanto como para buscarlo por el bosque.
Lo que si le preocupaba era el escándalo que provenía del pueblo, podían oírse los gritos de los ciudadanos a lo lejos exclamando algo sobre un enorme incendio. Además de eso, el cielo nocturno estaba iluminado por la rojiza luz de las llamas. Al llegar al pueblo se encontró con un enorme muro de fuego que provenía del bosque, a poca distancia de donde él había estado hacía tan solo unos minutos, y que amenazaba con consumir el pueblo entero. Varios edificios ya presentaban daños provocados por el fuego mientras sus habitantes intentaban en vano detener el fuego con cubos de agua y arena.
Aquello podía ser peligroso, si el fuego se extendía más toda la isla sería pasto de las llamas. Arribor observó como la gente corría de un lado para otro llevando cubos llenos de agua para tratar de mantener a raya el incendio, aunque debido a las prisas acababan derramando la mitad. No es que le importara demasiado lo que ocurriese en aquel lugar pero no le hacía gracia la idea de quedarse solo mirando. Se acercó a un edificio cercano, una casa de dos plantas a pocos metros del llameante linde del bosque. Un enorme árbol en llamas amenazaba con caerle encima y derrumbándola aún con algunas personas dentro. Arribor suspiró resignado y de un saltó se plantó delante del árbol incendiado. No le apetecía quemarse pero no le quedaba otra, utilizó su Haki para reducir las posibles quemaduras y pateó con fuerza el tronco haciéndolo caer hacia el lado opuesto a la casa.
Decidió que ya había hecho bastante y se marchó de allí con un par de quemaduras leves en la pierna izquierda que, por suerte, solo le molestaban ligeramente y no le impedían andar con normalidad. Se acercó hasta la taberna. Contaba con que debido al fuego no hubiese nadie y así podría llevarse un par de botellas antes de marcharse. Se disponía a entrar cuando de repente vio salir corriendo a alguien, era el mismo tipo enmascarado que se había tirado del árbol un rato atrás. Con un ágil salto subió al tejado del edificio de al lado y contempló el incendio del bosque. En ese momento se sorprendió a sí mismo avisando del fuego al enmascarado con problemas de equilibrio y, por lo tanto, realizando dos buenas acciones en una misma noche. Normalmente simplemente ignoraría a aquel extraño tipo y seguiría su camino, sin embargo aquella noche había bebido y estaba de buen humor.
-Ey!!! ¿Tú eres el tipo de antes, no? El que se cayó del árbol.- le gritó Arribor nada más verlo a la vez que intentaba en vano contener la risa al recordar la repentina caída. -No deberías acercarte por allí, algún maldito loco ha provocado un incendio y parece que va para largo.-
Parecía que se había quedado solo. Aquella gente había pasado de él y, aunque no le importaba demasiado, no descartaba la posibilidad de patear a alguno de ellos. Caminó relajadamente de vuelta al pueblo con la esperanza de que la taberna donde antes había estado continuara todavía abierta. Se preguntaba adonde se habría largado el hombre volador, aún le interesaba la manera en la que podía mantenerse flotando en el aire tranquilamente. En fin, tanto daba, no le importaba tanto como para buscarlo por el bosque.
Lo que si le preocupaba era el escándalo que provenía del pueblo, podían oírse los gritos de los ciudadanos a lo lejos exclamando algo sobre un enorme incendio. Además de eso, el cielo nocturno estaba iluminado por la rojiza luz de las llamas. Al llegar al pueblo se encontró con un enorme muro de fuego que provenía del bosque, a poca distancia de donde él había estado hacía tan solo unos minutos, y que amenazaba con consumir el pueblo entero. Varios edificios ya presentaban daños provocados por el fuego mientras sus habitantes intentaban en vano detener el fuego con cubos de agua y arena.
Aquello podía ser peligroso, si el fuego se extendía más toda la isla sería pasto de las llamas. Arribor observó como la gente corría de un lado para otro llevando cubos llenos de agua para tratar de mantener a raya el incendio, aunque debido a las prisas acababan derramando la mitad. No es que le importara demasiado lo que ocurriese en aquel lugar pero no le hacía gracia la idea de quedarse solo mirando. Se acercó a un edificio cercano, una casa de dos plantas a pocos metros del llameante linde del bosque. Un enorme árbol en llamas amenazaba con caerle encima y derrumbándola aún con algunas personas dentro. Arribor suspiró resignado y de un saltó se plantó delante del árbol incendiado. No le apetecía quemarse pero no le quedaba otra, utilizó su Haki para reducir las posibles quemaduras y pateó con fuerza el tronco haciéndolo caer hacia el lado opuesto a la casa.
Decidió que ya había hecho bastante y se marchó de allí con un par de quemaduras leves en la pierna izquierda que, por suerte, solo le molestaban ligeramente y no le impedían andar con normalidad. Se acercó hasta la taberna. Contaba con que debido al fuego no hubiese nadie y así podría llevarse un par de botellas antes de marcharse. Se disponía a entrar cuando de repente vio salir corriendo a alguien, era el mismo tipo enmascarado que se había tirado del árbol un rato atrás. Con un ágil salto subió al tejado del edificio de al lado y contempló el incendio del bosque. En ese momento se sorprendió a sí mismo avisando del fuego al enmascarado con problemas de equilibrio y, por lo tanto, realizando dos buenas acciones en una misma noche. Normalmente simplemente ignoraría a aquel extraño tipo y seguiría su camino, sin embargo aquella noche había bebido y estaba de buen humor.
-Ey!!! ¿Tú eres el tipo de antes, no? El que se cayó del árbol.- le gritó Arribor nada más verlo a la vez que intentaba en vano contener la risa al recordar la repentina caída. -No deberías acercarte por allí, algún maldito loco ha provocado un incendio y parece que va para largo.-
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El enmascarado se dirigía a otro tejado cuando la voz de alguien le sorprendió. Miró al que había hablado y frente a él tenía a un chico de pelo castaño. Este le había preguntado qué era lo que tenía entre manos. Su ojo rojizo se clavó en los de él cuando un pequeño ruido se escuchó por la zona de abajo. Había alguien más con ellos y eso no le gustaba nada de nada. Por suerte nadie le había visto crear el incendio ni robar, tan solo le habían visto en el tejado o eso creía. De modo que estaba tranquilo y calmó sus nervios haciéndolos desaparecer de repente. Sin ninguna dificultad le dirigió la mirada de nuevo al chico castaño respondiéndole a su pregunta.
- Hola, pues resulta que vi el incendio desde aquí y he subido al tejado para verlo desde mas altura. No soy de esta isla y no lo que está pasando. Además me están siguiendo unos tipos extraños que había en el bosque.
Era curioso que hablara de tipos extraños cuando él precisamente no tenía pintas normales. Justo al decirle eso al chico llegó el que estaba en el bosque, el que parecía un violador del bosque precisamente. El chico decía que algún maldito loco había provocado un incendio, este sonrió de forma sádica pero por la máscara no se le notó. En ese momento trató de unirlos a todos a su favor para apagar el incendio pues ya había cumplido su objetivo.
- Lose, pero creía que habría sido un accidente. No sabía que alguien fuera tan cabron para incendiar un bosque. Odio el fuego, bastante mal lo pasé cuando me quemé la cara por completo.
De esa forma tenia excusa para ir enmascarado y debido a su habilidad de manipulador y su seriedad era bastante creíble. Ahora debería ayudar si no quería levantar sospechas para poder largarse de la isla tranquilamente. Había echó un pequeño teatro y lo que hizo después fue sentarse en el tejado observando al castaño y al tipo del parche. También estaba pendiente del ruido que había sentido abajo y estaba seguro de que allí había alguien también. Por lo que se puso a hablar en un tono bajo para que nadie pudiera escucharles.
- Hay que parar ese incendio o morirá gente y no es algo que me agrade mucho. Si tenéis alguna idea decidlo antes de que se demasiado tarde. Por cierto, que alguno eche un vistazo ahí abajo que estoy oyendo ruidos que me tienen nervioso.
Dijo con un tono normal y corriente fuera del suyo frio y serio que habitualmente usaba. La idea de alguien espiando no le gustaba nada y si ya habían acudido allí los tipos del bosque eso solo significaba una sola cosa. O bien se trataba del guepardo o bien era el camello de los ojos de drogadicto. Ambas posibilidades podían ser aunque también podría tratarse de algún roedor merodeando o de algún ciudadano observando desde abajo tras haberles visto, era algo que no le agradaba.
- Hola, pues resulta que vi el incendio desde aquí y he subido al tejado para verlo desde mas altura. No soy de esta isla y no lo que está pasando. Además me están siguiendo unos tipos extraños que había en el bosque.
Era curioso que hablara de tipos extraños cuando él precisamente no tenía pintas normales. Justo al decirle eso al chico llegó el que estaba en el bosque, el que parecía un violador del bosque precisamente. El chico decía que algún maldito loco había provocado un incendio, este sonrió de forma sádica pero por la máscara no se le notó. En ese momento trató de unirlos a todos a su favor para apagar el incendio pues ya había cumplido su objetivo.
- Lose, pero creía que habría sido un accidente. No sabía que alguien fuera tan cabron para incendiar un bosque. Odio el fuego, bastante mal lo pasé cuando me quemé la cara por completo.
De esa forma tenia excusa para ir enmascarado y debido a su habilidad de manipulador y su seriedad era bastante creíble. Ahora debería ayudar si no quería levantar sospechas para poder largarse de la isla tranquilamente. Había echó un pequeño teatro y lo que hizo después fue sentarse en el tejado observando al castaño y al tipo del parche. También estaba pendiente del ruido que había sentido abajo y estaba seguro de que allí había alguien también. Por lo que se puso a hablar en un tono bajo para que nadie pudiera escucharles.
- Hay que parar ese incendio o morirá gente y no es algo que me agrade mucho. Si tenéis alguna idea decidlo antes de que se demasiado tarde. Por cierto, que alguno eche un vistazo ahí abajo que estoy oyendo ruidos que me tienen nervioso.
Dijo con un tono normal y corriente fuera del suyo frio y serio que habitualmente usaba. La idea de alguien espiando no le gustaba nada y si ya habían acudido allí los tipos del bosque eso solo significaba una sola cosa. O bien se trataba del guepardo o bien era el camello de los ojos de drogadicto. Ambas posibilidades podían ser aunque también podría tratarse de algún roedor merodeando o de algún ciudadano observando desde abajo tras haberles visto, era algo que no le agradaba.
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Mientras charla con el encapuchado, el cual dice que solamente se encontraba allí huyendo del incendio los sonidos de un animal veloz y cuadrúpedo le sorprenden.
Yoh – “No me lo puedo creer, ese bastardo me ha seguido”
Piensa mientras vuelve a atender al joven de la máscara naranja, el cual le explica que no es de la isla y que sube a ver el incendio desde más arriba y que le siguen unos extraños hombres desde el bosque, algo realmente poco creíble para el joven ciudadano, el cual es despreocupado, pero cruel, algo extraño. Para culminar la situación un hombre se pone a gritarles desde abajo, algo que el joven considera una falta de educación y respeto pues interrumpe su conversación.
La cosa sigue igual hasta que unos extraños sonidos llaman la atención del joven castaño, y posteriormente el joven enmascarado dice que también los escucha y que no sabe a qué se deben, todo muy sospechoso, algo que el joven ciudadano decide investigar y por el sonido no es ninguno de los anteriores, los habría reconocido.
Yoh – “Vaya, parece que alguien más decide unirse, no reconozco la resonancia de sus pasos, por lo que no es nadie de los que estaban en el bosque.”
Sentencia el joven mientras espera a ver qué opinan los demás.
Kyoji Kagami
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Comencé entonces a oler a quemado, aunque no me preocupaba demasiado, al fin y al cabo mi arena no era de sílice y el fuego no la cristalizaría, no iba a ser vidrio de un momento a otro. No obstante, Shu estaba bastante exaltado, y el muy traicionero no dejaba de moverse, hasta que me despertó. –¿Pero qué demonios quieres, Shu…? –Al decir aquello vi como las llamas nos iban rodeando lentamente. –Esto… ¿Qué co…? –Antes de poder terminar mi blasfemia la rama de un árbol se quemó y se partió, así que calló justo sobre mí. –Sabaku no buki, Tate (Armas del desierto, Escudo) –Al decir aquello un pequeño escudo de arena se formó desde el suelo y nos protegió de esta. –Será mejor salir de aquí, pequeñajo… -Dije a mi pequeña mascota, mientras iba apagando el fuego que me rodeaba. Es bien sabido que en caso de incendio echar cubos de arena apaga bien las llamas, pero era mucho más efectivo crear cúpulas para que este se consumiera por falta de oxígeno. Entre uno y otro modo no tardé en abrir un camino para salir de aquel maldito bosque, y me dirigí tras aquello a la plaza central del pueblo con Shu montado sobre mi hombro.
Una vez allí comencé a pasear y no tardé en encontrarme algo raro, el tipo con el que me encontré antes estaba hablando con otro de estos, al parecer se interrogaban o algo así, no le di demasiada importancia, ni siquiera con el “gatete” por ahí rondando, la verdad es que me había quedado con ganas de terminar mi sueño, y no me apetecía para nada ponerme a hacer algo tan tedioso como hablar con desconocidos, tan sólo irme a una cama a descansar. Mientras buscaba la posada, somnoliento y con los ojos entrecerrados, no pude evitar toparme con un tipo mucho más grande que yo, que me miró de arriba abajo y comenzó a reírse, diciendo que si no fuera porque era un tipo flojucho me habría matado por siquiera rozarlo, pero que me perdonaría la vida porque estaba de buen humor. Entre risas y demás mencionó ser un pirata, cuya cabeza valía más de un millón, y aunque eso no era demasiado bastaba para que yo me interesara por esta. Ya había pasado de mí, como sus hombres, pero yo me volteé y creé una piedra de arenisca, la cual le lancé a la cabeza. –Eh tú, fortachón… ¿Has dicho 1 millón, no? Bueno, supongo que con eso bastará para compensar la visita a esta isla, además seguro que me dan bastante como para pagarme una buena habitación si te capturo… -Decía yo sonriendo mientras iba acercándome, con paso lento pero seguro, a aquel hombre, que no hacía más que reírse de mí, sin saber que su final estaba cerca…
Una vez allí comencé a pasear y no tardé en encontrarme algo raro, el tipo con el que me encontré antes estaba hablando con otro de estos, al parecer se interrogaban o algo así, no le di demasiada importancia, ni siquiera con el “gatete” por ahí rondando, la verdad es que me había quedado con ganas de terminar mi sueño, y no me apetecía para nada ponerme a hacer algo tan tedioso como hablar con desconocidos, tan sólo irme a una cama a descansar. Mientras buscaba la posada, somnoliento y con los ojos entrecerrados, no pude evitar toparme con un tipo mucho más grande que yo, que me miró de arriba abajo y comenzó a reírse, diciendo que si no fuera porque era un tipo flojucho me habría matado por siquiera rozarlo, pero que me perdonaría la vida porque estaba de buen humor. Entre risas y demás mencionó ser un pirata, cuya cabeza valía más de un millón, y aunque eso no era demasiado bastaba para que yo me interesara por esta. Ya había pasado de mí, como sus hombres, pero yo me volteé y creé una piedra de arenisca, la cual le lancé a la cabeza. –Eh tú, fortachón… ¿Has dicho 1 millón, no? Bueno, supongo que con eso bastará para compensar la visita a esta isla, además seguro que me dan bastante como para pagarme una buena habitación si te capturo… -Decía yo sonriendo mientras iba acercándome, con paso lento pero seguro, a aquel hombre, que no hacía más que reírse de mí, sin saber que su final estaba cerca…
Rainbow662
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El tipo enmascarado parecía querer apagar el fuego. Le habló sobre como había tenido un accidente en el que acabó quemándose parte de su rostro y luego le propuso que colaboraran para apagar el fuego. Lo cierto era que no se le había ocurrido, al fin y al cabo no era problema suyo si aquel pueblucho acababa ardiendo. Lo único que tenía pensado hacer era largarse de allí sin involucrarse en los asuntos del lugar. Iba a pasar del tema cuando una serie de ruidos provenientes del interior del bosque llamaron su atención. Al principio pensó que alguno de los extraños con los que se encontró en el bosque pero por lo que dijo el joven de las botas voladoras, no era ninguno de ellos.
Arribor se acercó lentamente al límite del bosque intentando distinguir alguna figura en la oscuridad reinante entre los árboles. Se encontraba ya a pocos metros de los primeros árboles cuando de repente un pequeño proyectil salió disparado hacia él. El moreno tuvo el tiempo justo para esquivarlo antes de que atravesara su cráneo, llevándose solo un rasguño en la frente. Por suerte, gracias a su habilidad la herida no sangraría y no le dificultaría la visión.
En ese momento una serie de proyectiles comenzaron a volar desde la maleza en todas direcciones. Estos eran una especie de esferas de hierro con varias púas afiladas que hacían que se clavasen en cualquier lugar donde impactasen. El silencio de la noche se vio interrumpido por el incesante estruendo provocado por aquellas cosas, las cuáles iban dirigidas hacia todas partes. La mayoría de ellas parecía que iban dirigidas hacia el pequeño grupo que allí se había formado, pero otras tantas solo buscaban causar daños por doquier.
Arribor se concentraba en evadir los proyectiles que iban hacia él así que no estaba seguro de que había sido de los otros. Al cabo de un par de minutos la lluvia de disparos cesó y la calma volvió a apoderarse de nuevo del lugar. En ese momento un grupo de hombres comenzó a salir de entre la vegetación. Estos llevaban con ellos una especie de cañones con ruedas con los cuales disparaban los proyectiles. Parecía que era cierto que no se trataba de ninguno de los hombres con los que antes se habían encontrado.
-Ey capitán, estos no parecen ser habitantes del pueblo. ¿Deberíamos acabar con ellos igualmente?- preguntó uno de los hombres dirigiéndose al un tipo que todavía permanecía oculto entre la oscuridad del bosque.
-Pues claro. No hemos venido aquí a hacer turismo, si alguien se pone delante nuestra debe ser eliminado.- respondió el líder del grupo quien aun no hacía su aparición.
La voz grave de aquel tipo resultaba bastante amenazante y daba a entender que debía de ser un tipo bastante grande, o al menos eso pensaba Arribor. Sin embargo la sorpresa le inundó cuando vio a aquel hombre salir de entre la arbolada. Era todo lo contrario de lo que se esperaba. El capitán resultó ser un tipo de poco más de un metro, armado con un largo tridente y montado en un poni. Arribor se quedó boquiabierto mientras los desconocidos alzaban sus armas contra él y contra el pequeño grupo de los tejados, si es que todavía quedaba alguno por allí.
No podía imaginarse como ese enano pretendía acabar con ellos, tal vez incluso había provocado él el incendio. Suspiró resignado y asumió que no le quedaba otra que enfrentar a esa curiosa gente. Esperaba que al menos alguno de ellos fuera un rival que mereciera la pena.
Arribor se acercó lentamente al límite del bosque intentando distinguir alguna figura en la oscuridad reinante entre los árboles. Se encontraba ya a pocos metros de los primeros árboles cuando de repente un pequeño proyectil salió disparado hacia él. El moreno tuvo el tiempo justo para esquivarlo antes de que atravesara su cráneo, llevándose solo un rasguño en la frente. Por suerte, gracias a su habilidad la herida no sangraría y no le dificultaría la visión.
En ese momento una serie de proyectiles comenzaron a volar desde la maleza en todas direcciones. Estos eran una especie de esferas de hierro con varias púas afiladas que hacían que se clavasen en cualquier lugar donde impactasen. El silencio de la noche se vio interrumpido por el incesante estruendo provocado por aquellas cosas, las cuáles iban dirigidas hacia todas partes. La mayoría de ellas parecía que iban dirigidas hacia el pequeño grupo que allí se había formado, pero otras tantas solo buscaban causar daños por doquier.
Arribor se concentraba en evadir los proyectiles que iban hacia él así que no estaba seguro de que había sido de los otros. Al cabo de un par de minutos la lluvia de disparos cesó y la calma volvió a apoderarse de nuevo del lugar. En ese momento un grupo de hombres comenzó a salir de entre la vegetación. Estos llevaban con ellos una especie de cañones con ruedas con los cuales disparaban los proyectiles. Parecía que era cierto que no se trataba de ninguno de los hombres con los que antes se habían encontrado.
-Ey capitán, estos no parecen ser habitantes del pueblo. ¿Deberíamos acabar con ellos igualmente?- preguntó uno de los hombres dirigiéndose al un tipo que todavía permanecía oculto entre la oscuridad del bosque.
-Pues claro. No hemos venido aquí a hacer turismo, si alguien se pone delante nuestra debe ser eliminado.- respondió el líder del grupo quien aun no hacía su aparición.
La voz grave de aquel tipo resultaba bastante amenazante y daba a entender que debía de ser un tipo bastante grande, o al menos eso pensaba Arribor. Sin embargo la sorpresa le inundó cuando vio a aquel hombre salir de entre la arbolada. Era todo lo contrario de lo que se esperaba. El capitán resultó ser un tipo de poco más de un metro, armado con un largo tridente y montado en un poni. Arribor se quedó boquiabierto mientras los desconocidos alzaban sus armas contra él y contra el pequeño grupo de los tejados, si es que todavía quedaba alguno por allí.
No podía imaginarse como ese enano pretendía acabar con ellos, tal vez incluso había provocado él el incendio. Suspiró resignado y asumió que no le quedaba otra que enfrentar a esa curiosa gente. Esperaba que al menos alguno de ellos fuera un rival que mereciera la pena.
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