Regreso a Takenuma [Jack y Teravan]

En Takenuma se estaba librando una guerra entre dos bandos irreconciliables. La isla se trata de una serie de elevaciones montañosas sin vegetación o fauna. Son unas lomas desnudas de roca viva. Sin embargo en el subsuelo de la isla, en un sistema de cavernas gigantescas existe una civilización teocrática repartida entre siete ciudades templo. Cada ciudad posee un Augur, un líder político-religioso que lo dirige todo. Con el tiempo la iglesia de Takenuma se corrompió y los Augures se convirtieron en dictadores que dirigen la sociedad con puño de hierro. Esta situación se acentuó con el paso del tiempo, y apareció una banda armada llamada los "Libertadores". Inicialmente eran un grupo de siervos que se rebeló pidiendo mejores condiciones de vida y más libertad, pero el movimiento creció y acabó tomando un cariz revolucionario. Los Augures, temiendo que la revolución se extendiese y les despojase de su poder pidieron auxilio al Gobierno Mundial. Estos enviaron a una flota de la Marina que aplastó con facilidad a los rebeldes. Estos se recluyeron en lo profundo de las cavernas y pidieron auxilio a la Revolución, que envió armas y hombres. La situación acabó derivando en una larga guerra civil que perdura hasta hoy día.

Hace unos meses el asesino revelación de la Armada Revolucionaria, El Renegado, acabó con la vida de uno de los Augures en una emboscada. Esto hizo que los líderes religiosos tomasen represalias, pero permitió que aprovechando el caos causado por la pérdida de uno de los líderes los Libertadores avanzasen bastante. Ante la ineptitud de los Augures para atajar la guerra, un enviado del Gobierno Mundial experto en táctica y guerra anti-guerrillas se puso al mando. Estableció su centro de mando en el templo ciudad del Augur asesinado, y dirige desde entonces las operaciones contra los Libertadores.

Jack leyó de nuevo la carta de sus superiores. Estaba sentado encima de una roca, en una colina de la extensísima caverna desde la cual podía observar la ciudad de Tokt, cuyo Augur (Al que había asesinado él mismo) representaba en la religión de Takenuma a la vía de la "Ilusión". El asesino no entendía demasiado de aquella religión ni le importaba; no era la suya. Se centró de nuevo en el escrito.

Carta:

Dobló el documento y lo escondió entre sus ropas. El hombre iba vestido con una capa negra con la que se tapaba totalmente, botas ligeras, una máscara de una hombre sonriente con bigote y un sombrero de ala ancha negro. A los lados de la máscara le caía una larga melena lisa de color castaño oscuro.

- Los dados del azar ya han sido lanzados, y mi misión me ha sido encomendada. Y voto a bríos que ese hombre no vivirá lo suficiente para ver un nuevo amanecer.

Teravan llevaba varios días en el barco y el viaje estaba comenzando a resultarle tedioso. Había terminado el libro que llevaba para leer, pues no esperaba que la travesía durase tanto.

Paseaba por la cubierta, distrayéndose con el ir y venir de los reclutas, mirando el horizonte y las aves del cielo... Tardó en darse cuenta del significado de aquellas criaturas. En cuanto cayó en la cuenta, salió a paso vivo hacia el camarote del capitán, siguiendo sus órdenes de avisarle si se aproximaban a la isla.

- Señor, las aves sobrevuelan la embarcación, no debemos andar muy lejos de Takenuma. - dijo con voz desenvuelta, emocionado por poder pisar al fin tierra firme.

El capitán hizo un gesto con su mano, dándole a entender que se preparase para desembarcar, seguramente se pondrían en acción nada más llegar a tierra, no tenían tiempo que perder. Bajó a la sala donde descansaban todos los tripulantes y recogió sus pertenencias, escuchó el grito del vigía avisando de que habían avistado tierra, se puso su chaqueta y recogió las bolsas de munición, acto seguido, se dirigió de nuevo a cubierta, listo para actuar.

En cuanto salió al exterior, la visión de la isla le disgustó sobremanera, le habían dicho que no era muy agraciada, pero no se esperaba un peñón en medio del océano. Una isla con vida tan solo subterránea. Más le valía terminar con lo que tuviese que hacer allí cuanto antes...

Ayudó a trasladar las cajas de munición al interior de la isla, a una especie de campamento que establecieron cerca del barco.

Su estancia allí iba a ser muy larga...

Jack avanzó en silencio, amparado por la oscuridad de las cavernas, hacia el campamento marine. El conjunto de tiendas de campaña era el único obstáculo entre la guarida del estratega marine y él mismo. Tenía planeado entrar por unas alcantarillas instaladas en una red de cavernas naturales. De ahí accedería a la casa. Los planos se los había proporcionado un informante de los Libertadores, y era bastante detallados. Pero antes de llegar al lugar debía pasar por el campamento. Tenía intención de avanzar lo más rápido posible manteniendo el sigilo.

- Que la diosa fortuna sea conmigo - susurró.

Desenvainó dos cuchillos y corrió los más sigilosamente que pudo hacia las tiendas. Sujetó ambos por el filo con la misma mano, y avanzó parapetándose hasta que vio a dos marines patrullando. Lanzó hacia ellos los cuchillos, en un único movimiento. Las armas les atravesaron la cabeza y cayeron al suelo. Un marine que escuchó el ruido corrió hacia allí. Jack hizo lo propio y se plantó frente al recluta. Este retrocedió, asustado, y llevó la mano al fusil de su espalda. El asesino le clavó la hoja oculta de su mano derecha en el estómago, y cuando este se inclinó por el dolor, desenvainó otro cuchillo y le atravesó el homóplato izquierdo hiriéndole en el corazón. Arrancó las armas de los cadáveres y siguió avanzando con el máximo cuidado que pudo hacia las alcantarillas. Por suerte nadie más pareció verle, y llegó hacia el final del campamento. Al fondo veía una estructura tallada en la misma pared con forma de edificio, y un poco más a la derecha una rejilla en la pared taponando la entrada a la alcantarilla.