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Akuma no mi
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Por fin habíamos llegado. El último tramo se me había hecho interminable, parecía que hubiese pasado casi un mes desde que recogimos las velas hasta que desembarcamos. Nos dividimos en los grupos indicados por la capitana, así que busqué a mi único compañero, ya que Dranser había volado, literalmente. No sabía si nos asignarían a alguien más o iríamos únicamente Ikaru y yo. Podría ser una buena oportunidad para fortalecer lazos, ya que la composición de la banda era relativamente nueva y todavía no habíamos tenido la oportunidad de profundizar demasiado. A Jall y a Drale ya los conocía de encuentros previos a unirme a Sons.
Comenzamos a bajar del barco, para ir cada uno por su lado a cumplir la misión encomendada: buscar información sobre Norland el Mentiroso. Decidí ir a mi camarote a recoger algunas cosas que consideraba que podrían serme de utilidad, debía estar bien preparado ya que no sabía que iba a pasar. Mientras me dirigía a las escaleras que llevaban a los camarotes, vi salir a Jall con mucha prisa y saltar por la borda a tierra. Oí que gritó algo pero no comprendí qué.
Una vez hube recogido las dagas, algunas bolas de malabares y el saco con las marionetas de madera, por si surgía la oportunidad de hacer alguna actuación y sacar unos cuantos berries en la isla, me aseguré de que Tenacitas estuviese a punto por si requería de ella. Con todo a punto, salí del camarote y me dispuse a desembarcar. Antes de lograr mi objetivo una voz familiar me hizo quedarme donde estaba. Era Drale diciendo que fuésemos a comer. La verdad es que ya había desayunado algo antes, pero no podía negarme a hincarle el diente a uno de sus platos, cocinaba tan bien como yo narro historias. En el ambiente había un aroma a tortillas recién hechas que me hizo salivar, cual perro condicionado en un experimento. Al ver que la capitana se iba sin probar bocado, fue corriendo a agarrar una bandeja con tortitas y saltó por la borda para llegar hasta ella y acercarle la comida.
No pude evitar reirme a carcajada limpia al ver el encuentro espaciotemporal que acababan de sufrir sus dientes con el suelo. Menos mal que era arena y que en la tripulación había médicos de sobra para montar un hospital, de lo contrario la sonrisa del joven de pelo blanco nunca habría vuelto a ser la misma a partir de ese momento.
Dada cuenta del segundo desayuno, desembarqué finalmente, sin poder evitar pensar en una raza de humanoides de una de mis historias que desayunaban dos veces, almorzaban, en la comida tenían aperitivo y comida con primer plato, segundo, postre y café. Por la tarde antes de la merienda la hora del té, merienda y por último la cena. Sonriendo, por mis pensamientos, me acerqué al resto de la banda a la espera de nuevas órdenes.
Comenzamos a bajar del barco, para ir cada uno por su lado a cumplir la misión encomendada: buscar información sobre Norland el Mentiroso. Decidí ir a mi camarote a recoger algunas cosas que consideraba que podrían serme de utilidad, debía estar bien preparado ya que no sabía que iba a pasar. Mientras me dirigía a las escaleras que llevaban a los camarotes, vi salir a Jall con mucha prisa y saltar por la borda a tierra. Oí que gritó algo pero no comprendí qué.
Una vez hube recogido las dagas, algunas bolas de malabares y el saco con las marionetas de madera, por si surgía la oportunidad de hacer alguna actuación y sacar unos cuantos berries en la isla, me aseguré de que Tenacitas estuviese a punto por si requería de ella. Con todo a punto, salí del camarote y me dispuse a desembarcar. Antes de lograr mi objetivo una voz familiar me hizo quedarme donde estaba. Era Drale diciendo que fuésemos a comer. La verdad es que ya había desayunado algo antes, pero no podía negarme a hincarle el diente a uno de sus platos, cocinaba tan bien como yo narro historias. En el ambiente había un aroma a tortillas recién hechas que me hizo salivar, cual perro condicionado en un experimento. Al ver que la capitana se iba sin probar bocado, fue corriendo a agarrar una bandeja con tortitas y saltó por la borda para llegar hasta ella y acercarle la comida.
No pude evitar reirme a carcajada limpia al ver el encuentro espaciotemporal que acababan de sufrir sus dientes con el suelo. Menos mal que era arena y que en la tripulación había médicos de sobra para montar un hospital, de lo contrario la sonrisa del joven de pelo blanco nunca habría vuelto a ser la misma a partir de ese momento.
Dada cuenta del segundo desayuno, desembarqué finalmente, sin poder evitar pensar en una raza de humanoides de una de mis historias que desayunaban dos veces, almorzaban, en la comida tenían aperitivo y comida con primer plato, segundo, postre y café. Por la tarde antes de la merienda la hora del té, merienda y por último la cena. Sonriendo, por mis pensamientos, me acerqué al resto de la banda a la espera de nuevas órdenes.
Steve
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Akuma no mi
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Seguía allí fuera, en cubierta mirando al mar, esperando a llegar a la isla, de una vez por todas, me estaba cansando de tanto azul, pero esto no duro mucho, ya que estábamos a poca distancia de la isla y en unos minutos llegamos a ella, echando el ancla para que el Red Love, no se moviera por alguna corriente.
Pero antes de bajar fui a la cocina para encontrarme un desorden de comida por todo el lugar, pero aun había unas tortitas sobre la mesa, que devore con ganas y sin ningún tipo de educación, manchando todo el plato, y la mesa de comida.
Los de mi grupo estaban un poco dispersos, así que antes de bajar a la pequeña playa, me puse las manos a los lados de la boca y grite.
-Krigan y Rei, os espero en la isla, no pienso esperar por vosotros.-Y tras esto salte a la playa, para caer en la arena e ir adentrándome tranquilamente en aquella isla, mientras pasaba al lado de la capitana y el cocinero que tenía un plato de tortitas en la mano.
Pero antes de bajar fui a la cocina para encontrarme un desorden de comida por todo el lugar, pero aun había unas tortitas sobre la mesa, que devore con ganas y sin ningún tipo de educación, manchando todo el plato, y la mesa de comida.
Los de mi grupo estaban un poco dispersos, así que antes de bajar a la pequeña playa, me puse las manos a los lados de la boca y grite.
-Krigan y Rei, os espero en la isla, no pienso esperar por vosotros.-Y tras esto salte a la playa, para caer en la arena e ir adentrándome tranquilamente en aquella isla, mientras pasaba al lado de la capitana y el cocinero que tenía un plato de tortitas en la mano.
Crimson
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Cazador de Conejos escribió:
Si has abierto ya esta carta es porque ya has ordenado a todos lo que deben de hacer y estaréis ya de camino en la isla. En caso de que lo hayas abierto antes... Me enteraré y tendré que darte una buena reprimenda por ser una niña tan mala (guiño, guiño, codo, codo). Pues bien las indicaciones son las siguientes:
-Repartiros en grupos, si es que no lo habéis hecho ya. Es mejor ir en grupos pequeños para que no resaltéis tanto entre la multitud. Sé que puedes ser buena espía y esto ya lo habrás pensado.
-Id a la tienda de artículos de navegante al lado del puerto. Ahí encontraréis cuatro Den Den Mushi. Sí, esos pequeños caracolillos que sirven para hablar sin estar cerca. Repártelos de forma equitativa de tal manera que podáis comunicaros aún a distancia. Eso será realmente conveniente en caso de que ocurra algo imprevisto.
-Hay algunos pocos guardias en el pueblo. Están sólo para demostrar al pueblo la presencia "omnipotente" del Rey. No habrá más de 30-40 en total.
-En las murallas que bordean el castillo hay otros tantos, la mayoría arqueros que vigilan constantemente lo que ocurre a los alrededores. En total unos 50-80 repartidos por los torres de la muralla. Van en pequeños grupos de no más de ocho de ellos. Estos van siempre acompañados de un jinete que informará rápidamente al castillo en caso de ser atacados o estar bajo amenaza y algunos soldados rasos para ayudar en caso de peligro.
-Sin embargo dónde hay una mayor concentración de soldados es en el castillo que pueden tener una cantidad de hasta 500. Es un castillo grande y buen armado. Lo más difícil del asalto será lidiar con la guardia personal del rey. Formado por diez hombres que siempre lo acompañan.
-Sabiendo esto lo más propicio sería atacar a los soldados que se pasean por el pueblo procurando que alguno de ellos huya y vaya a avisar a los de la muralla. Aquí podrá haber dos opciones: La primera sería que los mismo soldados que custodian las murallas vayan al pueblo a examinar y acabar con la amenaza ellos mismo y la segunda sería que avisen a los del castillo para que ellos sean los que se encarguen. En ambos caso intentad aprovechar la situación en vuestro favor.
-En la tienda para navegantes encontrarás dónde encontrar la siguiente carta. El mensaje será escrito de igual forma que el que usé para saber si ir a Puzzle o a Taberna del Cazador. Seguro que lo recuerdas. En el sobre te dirá cuando tienes que abrirla.
Disfrutad del paseo
Rei Arslan
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Después de probar una de las tortitas que Drale había hecho, vi a Jallial salir corriendo mientras gritaba que se iba, yo me adelanté y me quedé empanada ¿pero por qué se va?
-¡Jall, vuelve!-grité enfadada-¿porque nunca obedecerá?-cuando me giré vi que quedaba algo en el suelo, creo que se le había caído a Dránser cuando se había marchado, me acerqué a cogerlo y era un Den Den Mushi, interesante, como Jallial se iba por su cuenta estiré el brazo y se lo lancé-¡Eh! Llévatelo contigo para estar en contacto con nosotros!
Después de eso vi que Abyss también se iba adelantando, pero ahora me iban a obedecer todos, avancé hasta él y lo agarré del brazo y le dije seriamente:
-Espera por los demás, primero vamos a abrir la carta y luego ya veremos que hacemos, mucha prisa tenéis todos...
Volví hacia donde estaba antes situada y abrí la segunda carta que tenía preparada, esta me indicaba todos los nuevos pasos que debíamos hacer, venía muy bien detallada parece que a Crimson no se le olvidaba ningún movimiento nuestro.
Bien, había decidido que lo primero que haríamos era ir a esa tienda en la que vendían todo tipo de objetos útiles, allí conseguiríamos los den den que nos había dejado.
Alcé la voz en alto para que me escuchasen todos-eh chicos, ahora debemos dirigirnos a la tienda de artículos, en el pueblo quizás haya soldados sueltos y luego en las murallas, en cuanto lleguemos a esa tienda nos dividiremos, y os diré lo que hay que hacer, así que daos prisa.
Comencé a caminar rápidamente para llegar al centro de la ciudad, no me paré para ver si los demás me seguían o iban a su bóla pero por lo menos quería llegar allí.
Al cabo de un rato caminando y observando los nombres de las calles para poder encontrarme con la tienda, podía apreciar el aspecto de estas, grandes y majestuosas al igual que los edificios, se notaba que dominaba la corona aunque solo fuese un bien físico para dar apariencia.
Luego giré a la esquina y vi un cartel que ponía "Tienda de navegantes" debía ser esa, entré en ella y lo primero que vi, eran todo tipo de mapas o brújulas con una gran pinta, eran interesantes sobre todo para mí que era navegante, pero no me detuve así que avancé hasta el mostrador y allí había un joven que tenía aspecto de adolescente, vestido con ropas antiguas, el chico habló y yo me dirigí directamente a el-venía a buscar 4 den den mushi-el joven se fue del mostrador y al rato regresó con una bolsa en ellos-Tenga, llevaban reservados un par de días para usted- la cogí amablemente y al ir hacia la puerta me paré un momento, dentro había un sobre, lo cogí y lo miré, ¿será el que ponía en la otra carta?
Cogí el sobre que había en él, estaba en blanco así que usé el método de la otra vez en aquel bar, estaba escrito con tinta de limón, una tinta que es imposible de ver a no ser que estea en oscuridad o se le alumbre directamente con fuego, así que acerqué un poco de fuego, tal y como aparecía en la otra carta, marcaba una señal que se dirigía al estante de las brújulas, Crimson tenía razón, había utilizado el mismo truco como en el que nos conocimos por primera vez en un bar.
Me acerqué a ella y vi una carta, la cogí pero no la abrí, volví a mirar el sobre y lo único que ponía era que la abriese cuando hubiésemos llamado la atención a los guardias del pueblo y hubiesen dado la nota de que estábamos por aquí causando estropicios.
Salí de la tienda rápidamente y me dirigí hasta ellos que estaban en grupo esperando, como ya estábamos divididos en grupo repartiría uno para cada uno, uno me lo guardé para mí, el siguiente se lo di a Hardo y el tercero era para Abyss.
-Bien ahora que ya estamos preparados, lo que hay que hacer es llamar la atención, en el pueblo hay unos pocos soldados de vigía, en la zona de las murallas ya empieza a estar bastante protegido y en el castillo está completo de guardias, os aconsejaría que fueseis a por los grupos pequeños, pero recordad que algún guardia debe enterarse para que corra la voz, así que vamos, cada uno por su lado, cuando lo consigáis avisad por el Den Den que os he dado para así estar informados.
Jallial Reezek
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Akuma no mi
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Mientras huía de aquel cocinero loco Rose me lanzó uno de sus Den Den mushi para estar en contacto, lo cogí al vuelo y seguí con mi camino, hasta terminar perdido, alejado del grupo en el que la capitana de la primera división, y la que estaba al mando por tanto en funciones supliendo a mi buen amigo/liberador de los okamas Crimson.
Separado de todos, y al amparo de la atención que ellos provocaban en las gentes, que se centraban más en los locos que había en un barco que no en alguien Ex Agente del CP, y que era capaz de pasar muy bien desapercibido, comencé la misión que ahora nos ocupaba, y me dirigí al lugar que más información podía revelar, el castillo. Aquella historia, orgullo y vergüenza de aquel país, que tuvo entre sus ciudadanos a uno de los mayores aventureros del mundo, pero acabó condenándolo por algo que él no había hecho, seguramente estaría a buen recaudo, así que no sería fácil conseguir encontrar aquella información.
Las murallas estaban bien fortificadas, pero no había que saltarlas necesariamente, pude pasar en una caravana de comerciantes con la mayor de las facilidades, y lo único medianamente protegido ante cualquiera, podía ser aquel monumental castillo de peculiar forma, así que ahí me debía dirigir.
Tal como pensé, en cuanto me acerqué al castillo aquel pude ver una infinidad de soldados bien armados y aparentemente no mal entrenados dispuestos a acabar con quien fuera que se acercara por allí, por suerte protegían la puerta con ahínco, pero las ventanas no estaban para nada cubiertas. Supongo que será raro pensar que alguien se colara escalando o volando, así que no era necesario cubrir en 3 dimensiones. Aquel fue un fallo garrafal por su parte, pues yo me convertí en mi forma híbrida, creando dos estacas de hielo que arrojé contra la fachada de aquel castillo, y con potentes saltos, de una a la otra, y de esta, a la cornisa de un balcón, por el cual rápidamente entré sin ser visto. Ya estaba dentro, sólo quedaba encontrar el lugar donde guardaran la información, y seguramente estaría en los pisos más inferiores, los más protegidos. Sólo debía esperar, la llegada de piratas al puerto era motivo más que suficiente para dar una alerta, y en cuanto algunos soldados dejaran sus puestos, aquel castillo caería en cuestión de un momento ante mí. Por lo pronto, cogí a un soldado despistado, lo asalté y lo dejé fuere de combate, y más tarde lo cogí y me metí con él en una habitación que parecía segura, para después cerrar la puerta y sentar al inconsciente soldado en una silla, maniatado y amordazado.
Apagué las luces y cuando despertó solo una luz potente hacia sus ojos iluminaba aquella habitación, que tenía todo cerrado, y la bombilla del techo arrancada a modo de flexo junto a los cables, para poder iluminarlo de frente. –Ahora tú y yo vamos a ponernos al día, ¿sí? –Aquellas palabras no fui yo quien las pronunció, pues en aquel momento dejé que fuera Red quien obtuviera la información acerca del castillo y sus hombres, por los medios que fueran necesarios. No había que olvidar que, como agente del CP, mi labor era la de torturar a los espías enemigos, entrenados para no hablar aunque su vida dependiera de ello, y pese a todo, conmigo siempre hablaban. Aquel soldado, ante mi lado más sádico, no tardó en cooperar.
Conocida por completo la situación en aquella isla, sólo debía esperar aquella distracción que me permitiera acabar la faena e infiltrarme dentro de la biblioteca del castillo. Ojalá mis nakamas fueran lo bastante idiotas para armarla, aunque en aquello confiaba bastante yo, conociéndolos, seguramente sobrepasarían incluso mis expectativas…
Separado de todos, y al amparo de la atención que ellos provocaban en las gentes, que se centraban más en los locos que había en un barco que no en alguien Ex Agente del CP, y que era capaz de pasar muy bien desapercibido, comencé la misión que ahora nos ocupaba, y me dirigí al lugar que más información podía revelar, el castillo. Aquella historia, orgullo y vergüenza de aquel país, que tuvo entre sus ciudadanos a uno de los mayores aventureros del mundo, pero acabó condenándolo por algo que él no había hecho, seguramente estaría a buen recaudo, así que no sería fácil conseguir encontrar aquella información.
Las murallas estaban bien fortificadas, pero no había que saltarlas necesariamente, pude pasar en una caravana de comerciantes con la mayor de las facilidades, y lo único medianamente protegido ante cualquiera, podía ser aquel monumental castillo de peculiar forma, así que ahí me debía dirigir.
Tal como pensé, en cuanto me acerqué al castillo aquel pude ver una infinidad de soldados bien armados y aparentemente no mal entrenados dispuestos a acabar con quien fuera que se acercara por allí, por suerte protegían la puerta con ahínco, pero las ventanas no estaban para nada cubiertas. Supongo que será raro pensar que alguien se colara escalando o volando, así que no era necesario cubrir en 3 dimensiones. Aquel fue un fallo garrafal por su parte, pues yo me convertí en mi forma híbrida, creando dos estacas de hielo que arrojé contra la fachada de aquel castillo, y con potentes saltos, de una a la otra, y de esta, a la cornisa de un balcón, por el cual rápidamente entré sin ser visto. Ya estaba dentro, sólo quedaba encontrar el lugar donde guardaran la información, y seguramente estaría en los pisos más inferiores, los más protegidos. Sólo debía esperar, la llegada de piratas al puerto era motivo más que suficiente para dar una alerta, y en cuanto algunos soldados dejaran sus puestos, aquel castillo caería en cuestión de un momento ante mí. Por lo pronto, cogí a un soldado despistado, lo asalté y lo dejé fuere de combate, y más tarde lo cogí y me metí con él en una habitación que parecía segura, para después cerrar la puerta y sentar al inconsciente soldado en una silla, maniatado y amordazado.
Apagué las luces y cuando despertó solo una luz potente hacia sus ojos iluminaba aquella habitación, que tenía todo cerrado, y la bombilla del techo arrancada a modo de flexo junto a los cables, para poder iluminarlo de frente. –Ahora tú y yo vamos a ponernos al día, ¿sí? –Aquellas palabras no fui yo quien las pronunció, pues en aquel momento dejé que fuera Red quien obtuviera la información acerca del castillo y sus hombres, por los medios que fueran necesarios. No había que olvidar que, como agente del CP, mi labor era la de torturar a los espías enemigos, entrenados para no hablar aunque su vida dependiera de ello, y pese a todo, conmigo siempre hablaban. Aquel soldado, ante mi lado más sádico, no tardó en cooperar.
Conocida por completo la situación en aquella isla, sólo debía esperar aquella distracción que me permitiera acabar la faena e infiltrarme dentro de la biblioteca del castillo. Ojalá mis nakamas fueran lo bastante idiotas para armarla, aunque en aquello confiaba bastante yo, conociéndolos, seguramente sobrepasarían incluso mis expectativas…
Krigan O Conell
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desembarcaba tranquilamente cuando me di cuenta que Abyss se alejaba del barco sin esperar al resto de su equipo, entre los cuales por desgracia estaba yo, era realmente una molestia pues no tenía intenciones de estar persiguiendo a la gente... me limitaba a seguir ordenes confiando en que la decisión de la capitana sería la correcta... Si bien no estaba acostumbrado aun a estar bajo el mando de alguien, sabía bien en que consistía, pues no tenía mucha ciencia que digamos.. y basado en eso me limité a seguir las ordenes de la chica por simple definición de "Capitán" o en su caso "capitana".
Por suerte para mi fue la misma mandamás de la tripulación quien se encargó de detener a mi impaciente compañero, para que nos moviésemos en grupo y que todos conocieran el plan en su totalidad. Acto seguido no explicó cual sería nuestro modus operandi, la idea era atacar a los guardias que se hallaban regados por todo el poblado, lo cual me parecía bastante obvio, luego nos dijo que dejáramos a unos huir, para que este diera aviso a palacio de nuestra llegada, lo cual no me pareció completamente acertado, pues no iba con mi normal estilo de hacer las cosas, pero podía comprender a que querían llegar con ello así que lo asumí y me decidí a llevar a acabo dichas ordenes.
Me acerqué a rose, quien tenía en su mano unos cuantos den den mushis, comprendí que cada grupo se llevaría uno de ellos así que tomé uno de sus finas manos y le hice una señal al resto del equipo para que nos adentráramos en el pueblo, esta vez era yo quien se adelantaba a los demás, y di vuelta en una esquina para tratar de tener una mejor visión del pueblo que debíamos recorrer, hecho esto, me encontré con una pequeña plaza pública no muy transitada, pero divisé lo que andaba buscando... caminando a unos metros, pasaban patrullando un par de guardias del reino así que actué rápido, me gusta ser práctico y eficiente. así que sin esperar más, llegué a sus espaldas con un par de saltos largos, desenfundé mi katana velozmente efectuando un raudo giro que cercenó la garganta de uno de los guardias y quedé en frente del cadáver que se desplomó al instante, luego volví la mirada hacía el patrullero sobreviviente que veía aterrorizado como la sangre de su compañero brotaba incansablemente de su rasgado cuello, tembloroso me miró tratando de decidir si atacar o correr, pero bastó un vistazo a mis ojos, para decidir de una vez por todas, en ellos pudo leer que no dudaría en acabar con su vida si intentaba algo.
Para acabar con las dudas del aterrorizado guardia hice uso de mis habilidades especiales, adquiriendo mi forma híbrida que me otorgó algunas de las características del dios Hefestos, entre ellas su descomunal tamaño y su infame musculatura, esa imagen acabó de intimidar al pobre individuo que sin más que analizar salió corriendo del lugar a gran velocidad, de él solo quedó el polvo.
acabado esto regresé a mi apariencia habitual, y caminé sonriente hacia mis nakamas...
Paso uno, listo!... ahora que sigue chicos?
Exclamé mientras el subordinado del rey escapaba sin cesar en dirección al castillo, gritando como una niña asustada, era una imagen muy penosa, pero a la vez graciosa y por ello reía mientras esperaba ver la reacción de mi "equipo".
Por suerte para mi fue la misma mandamás de la tripulación quien se encargó de detener a mi impaciente compañero, para que nos moviésemos en grupo y que todos conocieran el plan en su totalidad. Acto seguido no explicó cual sería nuestro modus operandi, la idea era atacar a los guardias que se hallaban regados por todo el poblado, lo cual me parecía bastante obvio, luego nos dijo que dejáramos a unos huir, para que este diera aviso a palacio de nuestra llegada, lo cual no me pareció completamente acertado, pues no iba con mi normal estilo de hacer las cosas, pero podía comprender a que querían llegar con ello así que lo asumí y me decidí a llevar a acabo dichas ordenes.
Me acerqué a rose, quien tenía en su mano unos cuantos den den mushis, comprendí que cada grupo se llevaría uno de ellos así que tomé uno de sus finas manos y le hice una señal al resto del equipo para que nos adentráramos en el pueblo, esta vez era yo quien se adelantaba a los demás, y di vuelta en una esquina para tratar de tener una mejor visión del pueblo que debíamos recorrer, hecho esto, me encontré con una pequeña plaza pública no muy transitada, pero divisé lo que andaba buscando... caminando a unos metros, pasaban patrullando un par de guardias del reino así que actué rápido, me gusta ser práctico y eficiente. así que sin esperar más, llegué a sus espaldas con un par de saltos largos, desenfundé mi katana velozmente efectuando un raudo giro que cercenó la garganta de uno de los guardias y quedé en frente del cadáver que se desplomó al instante, luego volví la mirada hacía el patrullero sobreviviente que veía aterrorizado como la sangre de su compañero brotaba incansablemente de su rasgado cuello, tembloroso me miró tratando de decidir si atacar o correr, pero bastó un vistazo a mis ojos, para decidir de una vez por todas, en ellos pudo leer que no dudaría en acabar con su vida si intentaba algo.
Para acabar con las dudas del aterrorizado guardia hice uso de mis habilidades especiales, adquiriendo mi forma híbrida que me otorgó algunas de las características del dios Hefestos, entre ellas su descomunal tamaño y su infame musculatura, esa imagen acabó de intimidar al pobre individuo que sin más que analizar salió corriendo del lugar a gran velocidad, de él solo quedó el polvo.
acabado esto regresé a mi apariencia habitual, y caminé sonriente hacia mis nakamas...
Paso uno, listo!... ahora que sigue chicos?
Exclamé mientras el subordinado del rey escapaba sin cesar en dirección al castillo, gritando como una niña asustada, era una imagen muy penosa, pero a la vez graciosa y por ello reía mientras esperaba ver la reacción de mi "equipo".
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Más que una banda parecíamos una excursión de turistas. En cuanto atracamos el barco cada uno trató de irse por un lado diferente nada más de desembarcar. Jall consiguió escabullirse e irse solo, dejando al grupo atrás. En vista de que no iba a poder detenerlo, la capitana le lanzó un den den mushi para que pudiera estar en contacto con nosotros. Abyss intentó proceder de la misma forma, pero al parecer Rose había decidido que un miembro en solitario era más que suficiente. Lo agarró por el brazo y lo condujo de vuelta con el resto del grupo. Tras meternos en vereda, - menudo carácter tiene – nos dirigimos hacia una tienda cercana al puerto. En la fachada había un cartel donde se podía leer claramente "Tienda de Navegantes”. Por no entrar todos en tropel, yo esperé fuera a que la pelirroja hiciese lo que tuviese que hacer.
Salió con varios den den mushi más. Me dio uno a mí y otro a Abyss. Puesto que Dranser había volado, literalmente, mi grupo se reducía a pelopincho Ikaru y yo. Rose nos contó cual era el plan y nos dio órdenes precisas: sembrar el caos y dejar que algunos soldados diesen la voz de alarma. No me gustaba la idea de ir matando a la gente, al menos no sin que fuese en ello mi vida, y mucho menos que me reconociesen y pusieran recompensa por mi cabeza. Por un momento pensé las consecuencias que ello acarrearía. Sería perseguido por la marina, además que repartirían carteles con mi cara y ya no podría volver a actuar en la mayoría de sitios ni visitar bibliotecas. Me acerqué a mi capitana y le expuse mi problema.
-Capitana, no querría amotinarme, pero si hago lo que estás pidiendo seguramente pongan recompensa por mi cabeza y ello implicaría despedirme de actuar y visitar bibliotecas… He pensado que quizás podría ocultar mi identidad colocándome alguna de mis máscaras y algo de ropa de actuación y reservarla para este tipo de ocasiones. De esta forma podría cumplir órdenes y continuar haciendo lo que tanto me gusta. Ikaru, vuelvo en seguida.
Tras el gesto de asentimiento por parte de Rose, salí disparado hacia el barco de nuevo para cambiarme. No quería hacer esperar demasiado a Ikaru así que me cambié velozmente y me puse una máscara en lugar de maquillarme. Cogí lo primero que pillé. Me miré al espejo antes de salir del camarote para darme el visto bueno a mí mismo y partí. Llevaba un pantalón con los camales bombachos, a cuadros negros y blancos alternativamente. La chaqueta era roja y negra, con la manga bombacha desde el codo a la muñeca. El atuendo lo completaban unas botas hasta las rodillas negras y rojas y un sombrero de bufón negro y rojo también. Para ocultar mi rostro cogí una máscara sencilla, toda blanca.
En poco más de diez minutos volví con el grupo y le dije a Ika de partir. Le conté mi plan de camino a la ciudad. Montar una pequeña actuación callejera contando la historia de Norland el mentiroso, haciendo partícipe a la gente para sonsacar algo de información nueva. Últimamente estaba ganando mucha destreza en este ámbito gracias a mis dotes de bufón, y en cuanto surgiese la oportunidad montar escándalo. Seguramente algún soldado vendría a ver qué ocurría al ver una congregación de ciudadanos agrupados en el mismo sitio. Con suerte me exigirían un impuesto por la actuación y esa sería nuestra oportunidad. Si las cosas no ocurrían así… algo inventaríamos. Sin esperar la aprobación de Ika, procedí a llamar a la gente a viva voz, para atraer una mayor cantidad de gente. Por desgracia no obtuve nada de información nueva. Uno de los asistentes nombró a los piratas que visitaron la ciudad años después de que supuestamente Norland la descubriese, pero no era nada que no supiese ya. Tal y supuse un grupo de soldados se acercó a ver que estaba ocurriendo. Entre el público había colocado a Tenacitas, oculto con una capa negra. El soldado vino directamente hacia mí, y de muy malas formas me preguntó si pensaba cobrar algo por el espectáculo.
-¡Oh! Solo la voluntad, naturalmente.
-En tal caso debes pagar el 60% al rey. Está prohibido montar negocios de cualquier tipo sin consentimiento del rey.
-Vamos, vamos buen hombre. Seguro que podemos llegar a un acuerdo. Mire, yo soy un simple payaso, un trotamundos. Un nómada. Si pudiera hacer la vista gorda, igual yo podría, no sé, darle una parte. Aunque claro, el problema está en que ese de hombre de ahí, el bajito con capa negra, no me va a dejar, quizás si consiguiera hacerle entrar en razón…
Ante mis palabras al soldado pareció iluminársele el cielo. ¿Recibir un sobresueldo por nada, sin que nadie se enterase? Al parecer aquel tipo era el capitán del grupo, ya que a un gesto todos se acercaron en actitud violenta hacia Tenacitas.
-¡Eh! Enano. Me han dicho que ejerces de “chulo putas” con el payaso ese. ¿Qué te parece si nos llevamos el botín de hoy y a cambio te dejamos sin recibir una paliza?
Tenacitas se abrió paso entre el grupo de soldados a golpeando a uno de ellos en el costado al pasar.
-¡Eh! Te he hecho una pregunta. ¡No nos ignores! Maldito imbécil. ¡A por él, muchachos!
Bendita inutilidad humana.
En cuanto dieron dos pasos, Tenacitas golpeó a uno de ellos en la cara. Aproveché la confusión para lanzar un par de dagas dirigidas a las piernas de otro de ellos y me preparé para el combate. Había que dejar a uno con las piernas intactas para que pudiera salir corriendo.
-¡Eh! ¿Pelo pincho, me ayudas o qué? – Esperaba que no se ofendiese, pero no me parecía apropiado usar su nombre en semejantes circunstancias y no se me ocurría ninguna otra forma de llamarlo.
Salió con varios den den mushi más. Me dio uno a mí y otro a Abyss. Puesto que Dranser había volado, literalmente, mi grupo se reducía a pelopincho Ikaru y yo. Rose nos contó cual era el plan y nos dio órdenes precisas: sembrar el caos y dejar que algunos soldados diesen la voz de alarma. No me gustaba la idea de ir matando a la gente, al menos no sin que fuese en ello mi vida, y mucho menos que me reconociesen y pusieran recompensa por mi cabeza. Por un momento pensé las consecuencias que ello acarrearía. Sería perseguido por la marina, además que repartirían carteles con mi cara y ya no podría volver a actuar en la mayoría de sitios ni visitar bibliotecas. Me acerqué a mi capitana y le expuse mi problema.
-Capitana, no querría amotinarme, pero si hago lo que estás pidiendo seguramente pongan recompensa por mi cabeza y ello implicaría despedirme de actuar y visitar bibliotecas… He pensado que quizás podría ocultar mi identidad colocándome alguna de mis máscaras y algo de ropa de actuación y reservarla para este tipo de ocasiones. De esta forma podría cumplir órdenes y continuar haciendo lo que tanto me gusta. Ikaru, vuelvo en seguida.
Tras el gesto de asentimiento por parte de Rose, salí disparado hacia el barco de nuevo para cambiarme. No quería hacer esperar demasiado a Ikaru así que me cambié velozmente y me puse una máscara en lugar de maquillarme. Cogí lo primero que pillé. Me miré al espejo antes de salir del camarote para darme el visto bueno a mí mismo y partí. Llevaba un pantalón con los camales bombachos, a cuadros negros y blancos alternativamente. La chaqueta era roja y negra, con la manga bombacha desde el codo a la muñeca. El atuendo lo completaban unas botas hasta las rodillas negras y rojas y un sombrero de bufón negro y rojo también. Para ocultar mi rostro cogí una máscara sencilla, toda blanca.
En poco más de diez minutos volví con el grupo y le dije a Ika de partir. Le conté mi plan de camino a la ciudad. Montar una pequeña actuación callejera contando la historia de Norland el mentiroso, haciendo partícipe a la gente para sonsacar algo de información nueva. Últimamente estaba ganando mucha destreza en este ámbito gracias a mis dotes de bufón, y en cuanto surgiese la oportunidad montar escándalo. Seguramente algún soldado vendría a ver qué ocurría al ver una congregación de ciudadanos agrupados en el mismo sitio. Con suerte me exigirían un impuesto por la actuación y esa sería nuestra oportunidad. Si las cosas no ocurrían así… algo inventaríamos. Sin esperar la aprobación de Ika, procedí a llamar a la gente a viva voz, para atraer una mayor cantidad de gente. Por desgracia no obtuve nada de información nueva. Uno de los asistentes nombró a los piratas que visitaron la ciudad años después de que supuestamente Norland la descubriese, pero no era nada que no supiese ya. Tal y supuse un grupo de soldados se acercó a ver que estaba ocurriendo. Entre el público había colocado a Tenacitas, oculto con una capa negra. El soldado vino directamente hacia mí, y de muy malas formas me preguntó si pensaba cobrar algo por el espectáculo.
-¡Oh! Solo la voluntad, naturalmente.
-En tal caso debes pagar el 60% al rey. Está prohibido montar negocios de cualquier tipo sin consentimiento del rey.
-Vamos, vamos buen hombre. Seguro que podemos llegar a un acuerdo. Mire, yo soy un simple payaso, un trotamundos. Un nómada. Si pudiera hacer la vista gorda, igual yo podría, no sé, darle una parte. Aunque claro, el problema está en que ese de hombre de ahí, el bajito con capa negra, no me va a dejar, quizás si consiguiera hacerle entrar en razón…
Ante mis palabras al soldado pareció iluminársele el cielo. ¿Recibir un sobresueldo por nada, sin que nadie se enterase? Al parecer aquel tipo era el capitán del grupo, ya que a un gesto todos se acercaron en actitud violenta hacia Tenacitas.
-¡Eh! Enano. Me han dicho que ejerces de “chulo putas” con el payaso ese. ¿Qué te parece si nos llevamos el botín de hoy y a cambio te dejamos sin recibir una paliza?
Tenacitas se abrió paso entre el grupo de soldados a golpeando a uno de ellos en el costado al pasar.
-¡Eh! Te he hecho una pregunta. ¡No nos ignores! Maldito imbécil. ¡A por él, muchachos!
Bendita inutilidad humana.
En cuanto dieron dos pasos, Tenacitas golpeó a uno de ellos en la cara. Aproveché la confusión para lanzar un par de dagas dirigidas a las piernas de otro de ellos y me preparé para el combate. Había que dejar a uno con las piernas intactas para que pudiera salir corriendo.
-¡Eh! ¿Pelo pincho, me ayudas o qué? – Esperaba que no se ofendiese, pero no me parecía apropiado usar su nombre en semejantes circunstancias y no se me ocurría ninguna otra forma de llamarlo.
Jallial Reezek
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Como pensé, no tardaron demasiado en armar un buen alboroto. En cuestión de minutos comencé a oír las transmisiones que llegaban a los guardias del castillo. Unas hablaban de un ser gigante que acababa con los soldados, otras de un pequeño ser cubierto con una capa que hacía lo mismo. Sin duda, las palabras cambian conforme unos u otros lo cuentan, ¿no? En cualquier caso, sabía que esos eran los de mi banda, tan sigilosos como siempre, pasando desapercibidos, sí señor. Los soldados del edificio principal del castillo se dividieron en tres grupos, dos que atajarían aquellos ataques, y un tercero que se mantendría en su puesto. En el momento en que los otros dos grupos ya estaban harto alejados, Red y yo hicimos nuestro movimiento. Un salto desde la cornisa de aquel balcón al centro del grupo que defendía el palacio bastó para que todos nos apuntaran con sus armas. –Oh, vamos. No se puede ser tan agresivo con los turistas, solo queríamos conocer mejor su historia… -Mientras pronunciaba aquellas palabras el que parecía estar al mando de la guardia daba la orden para prepararse a disparar. –Debes estar muy seguro de lo que haces. Cuando apuntas con tu arma a otro hombre arriesgas tu vida… -En ese momento él arriesgó y gritó “¡Fuego!” a pleno pulmón, comenzando una batería de disparos contra mí, que evité abriendo la primera de las puertas infernales y echándome al suelo para esquivar aquellas balas, que abatieron a sus propios hombres.
Comencé entonces a convertirme lentamente en mi forma híbrida, mientras me acercaba a aquel tipo al cargo. Un golpe seco en su nuca cuando se giró para tratar de huir bastó para dejarlo inconsciente, y tras cargarlo sobre mi hombro, me colé en el castillo por la puerta principal. Viendo aquella opulencia supe que yo quería un castillo igual, el más puro instinto de envidia de Red salía a flote. –Todo esto debería ser mío… Debería ser mi cara la que saliera en los cuadros de la escalera, mi busto el que decorara los pasillos… ¡Definitivamente, todo esto será mío! –Con la emoción se nos olvidó aquello de no hacer ruido, y como era de esperarse, de nuevo me vi rodeado por soldados. Estos, en cambio, parecían algo menos inútiles que los anteriores, y al presentarse me confirmaron que eran especiales. Especialmente tontos concretamente.
-¡Nosotros somos la guardia personal del rey, nunca nos separamos de él, somos un grupo de élite formado por diez hombres entrenados en estilos de matar de los que ni siquiera has oído hablar! ¡Prepárate a morir! –Mientras él decía todo aquello, yo los contaba uno a uno con el dedo índice, para finalmente mostrarles ambas manos, con los diez dedos levantados.
-Cuento diez de vosotros ahora mismo, y la guardia sois un grupo de diez hombres, ¿cierto? –Pregunté algo extrañado.
-Así es, monstruo. ¿Acaso eres estúpido o qué? –Replicó uno de ellos con osadía, tratando de mofarse de mí, cosa que no hizo más que hacerme reír.
-Sí, es posible. Sin embargo, y salvo que me haya equivocado, si sois diez soldados, y nunca os separáis del rey... ¿No deberíais ser un grupo de once con él? ¿Acaso habéis perdido de vista a su majestad? –Ahora era yo el que se mofaba de aquellos estúpidos soldados, que portaban un gorro con una forma peculiar, similar al peinado de Montblanc Nordland. Aquello provocó la histeria entre aquellos soldados.
-¡Aaaaahhhh! ¡Maldita sea, ya lo habéis perdido! –Gritaba uno mientras arreaba patadas a dos de ellos.
-¡Serás idiota, te dije que lo vigilaras tú! –Reprochaba otro mientras daba con una enorme maza en el casco de otro de aquellos peculiares soldados.
-¡Es vuestra culpa! –Chillaba a pleno pulmón el más grande de ellos mientras giraba con un gran hacha, haciendo que todos se agacharan al unísono para esquivar su ataque, pasando el hacha entre sus cabezas y sus cascos, que de la velocidad a la que se agacharon se quedaron en el aire suspendidos, para después volver a colocarse en las cabezas de sus dueños. Aquello era realmente estúpido, y para colmo de las desgracias, apareció un pequeño hombrecillo con pelo canoso, vestido con una capa larga, tan larga que iba arrastrándola, y con una corona.
-Perdón, el deber me llamaba. Concretamente, debía hacer pipí. –Todos los soldados cayeron al suelo al oír su excusa, y se lanzaron a pedirle explicaciones, pero los chistó con un movimiento de su mano, para dirigir su atención ahora hacia mí. –Hmm… Tú debes ser… -En ese momento volvió a hacer gala de las pocas luces de la corte de aquel país. –Uooo! Ahora tengo once guardias, ¿no? Es genial… ¡Ahora podré montar un equipo de futbol! –Sacó, no sé bien de dónde, camisetas con los dorsales para todos, incluida una para mí y otra para él. –Ten, esta es la tuya. –La camisa que me dio era el dorsal número 12. –Serás suplente. –Dijo sonriendo mientras todos sacaban un balón, sin saber aún bien de dónde, y comenzaban a jugar entre ellos.
Me sacaron de quicio y di un fuerte vozarrón. -¿Entonces para qué mierdas necesitabas un undécimo guarda si tú pensabas jugar también, viejo estúpido? –Al hacer aquello el anciano ya se había cambiado de ropa, ahora vestía un traje a rayas negras y blancas, y con un silbato, pitó tan fuerte en mi oído canino que me dolió increíblemente.
-¡Amonestación, tarjeta amarilla! –Chilló mientras me mostraba aquella tarjeta aquel estúpido rey.
-Se acabó, ya me he hartado, ahora vas a desear no haber nacido, rey del demonio… -Musité mientras me iba levantando y me acercaba a él, aunque rápidamente lo rodearon sus hombres para protegerlo. –Ni siquiera todos los hombres del reino podrán impedir que acabe contigo, enano loco… -Terminé por decir, respirando fuertemente por la rabia contenida.
Comencé entonces a convertirme lentamente en mi forma híbrida, mientras me acercaba a aquel tipo al cargo. Un golpe seco en su nuca cuando se giró para tratar de huir bastó para dejarlo inconsciente, y tras cargarlo sobre mi hombro, me colé en el castillo por la puerta principal. Viendo aquella opulencia supe que yo quería un castillo igual, el más puro instinto de envidia de Red salía a flote. –Todo esto debería ser mío… Debería ser mi cara la que saliera en los cuadros de la escalera, mi busto el que decorara los pasillos… ¡Definitivamente, todo esto será mío! –Con la emoción se nos olvidó aquello de no hacer ruido, y como era de esperarse, de nuevo me vi rodeado por soldados. Estos, en cambio, parecían algo menos inútiles que los anteriores, y al presentarse me confirmaron que eran especiales. Especialmente tontos concretamente.
-¡Nosotros somos la guardia personal del rey, nunca nos separamos de él, somos un grupo de élite formado por diez hombres entrenados en estilos de matar de los que ni siquiera has oído hablar! ¡Prepárate a morir! –Mientras él decía todo aquello, yo los contaba uno a uno con el dedo índice, para finalmente mostrarles ambas manos, con los diez dedos levantados.
-Cuento diez de vosotros ahora mismo, y la guardia sois un grupo de diez hombres, ¿cierto? –Pregunté algo extrañado.
-Así es, monstruo. ¿Acaso eres estúpido o qué? –Replicó uno de ellos con osadía, tratando de mofarse de mí, cosa que no hizo más que hacerme reír.
-Sí, es posible. Sin embargo, y salvo que me haya equivocado, si sois diez soldados, y nunca os separáis del rey... ¿No deberíais ser un grupo de once con él? ¿Acaso habéis perdido de vista a su majestad? –Ahora era yo el que se mofaba de aquellos estúpidos soldados, que portaban un gorro con una forma peculiar, similar al peinado de Montblanc Nordland. Aquello provocó la histeria entre aquellos soldados.
-¡Aaaaahhhh! ¡Maldita sea, ya lo habéis perdido! –Gritaba uno mientras arreaba patadas a dos de ellos.
-¡Serás idiota, te dije que lo vigilaras tú! –Reprochaba otro mientras daba con una enorme maza en el casco de otro de aquellos peculiares soldados.
-¡Es vuestra culpa! –Chillaba a pleno pulmón el más grande de ellos mientras giraba con un gran hacha, haciendo que todos se agacharan al unísono para esquivar su ataque, pasando el hacha entre sus cabezas y sus cascos, que de la velocidad a la que se agacharon se quedaron en el aire suspendidos, para después volver a colocarse en las cabezas de sus dueños. Aquello era realmente estúpido, y para colmo de las desgracias, apareció un pequeño hombrecillo con pelo canoso, vestido con una capa larga, tan larga que iba arrastrándola, y con una corona.
-Perdón, el deber me llamaba. Concretamente, debía hacer pipí. –Todos los soldados cayeron al suelo al oír su excusa, y se lanzaron a pedirle explicaciones, pero los chistó con un movimiento de su mano, para dirigir su atención ahora hacia mí. –Hmm… Tú debes ser… -En ese momento volvió a hacer gala de las pocas luces de la corte de aquel país. –Uooo! Ahora tengo once guardias, ¿no? Es genial… ¡Ahora podré montar un equipo de futbol! –Sacó, no sé bien de dónde, camisetas con los dorsales para todos, incluida una para mí y otra para él. –Ten, esta es la tuya. –La camisa que me dio era el dorsal número 12. –Serás suplente. –Dijo sonriendo mientras todos sacaban un balón, sin saber aún bien de dónde, y comenzaban a jugar entre ellos.
Me sacaron de quicio y di un fuerte vozarrón. -¿Entonces para qué mierdas necesitabas un undécimo guarda si tú pensabas jugar también, viejo estúpido? –Al hacer aquello el anciano ya se había cambiado de ropa, ahora vestía un traje a rayas negras y blancas, y con un silbato, pitó tan fuerte en mi oído canino que me dolió increíblemente.
-¡Amonestación, tarjeta amarilla! –Chilló mientras me mostraba aquella tarjeta aquel estúpido rey.
-Se acabó, ya me he hartado, ahora vas a desear no haber nacido, rey del demonio… -Musité mientras me iba levantando y me acercaba a él, aunque rápidamente lo rodearon sus hombres para protegerlo. –Ni siquiera todos los hombres del reino podrán impedir que acabe contigo, enano loco… -Terminé por decir, respirando fuertemente por la rabia contenida.
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No recibí respuesta alguna de mi compañero de grupo, ¿se habría dormido? ¿O quizás se había ido a otro sitio? En cualquier caso tendría que hacerme cargo de la situación. Había uno herido con un par de dagas clavadas en los huecos poplíteos.
Dos de los soldados de la isla se abalanzaron sobre Tenacitas como lo harían unos niños sobre un montón de caramelos. La marioneta giró sobre sí misma al tiempo que sacaba las cuchillas que le daban el nombre, cortando en el pecho a ambos oponentes. Cayeron al momento muertos, con dos cortes en la caja torácica. Los cortes habían sido tan profundos que había cercenado los pulmones y el corazón. La sangre salía a borbotones de los cuerpos inertes, manchando el suelo y creando un charco en cuestión de segundos. El grito del que ahora estaba cojo, distrajo al resto.
Nada más ver los cadáveres y a su compañero herido por las dagas, el capitán saco un den den mushi y dio la voz de alarma. Si venían refuerzos iba a ser un fastidio, sobre todo si el pelopincho iba a seguir sin aparecer. Tenacitas continuaba cubierta por la capa negra. El capitán se lanzó al ataque contra el supuesto “chulo putas”. Como arma blandía una guadaña de algo más de metro y medio de mango y una hoja, con filo en ambos lados, de casi un metro de largo. Aprovechando que nadie se había fijado en mí a causa del alboroto que estaba provocando Tenacitas, lancé una piedra directa a la cabeza del capitán. El proyectil impactó en su objetivo, provocando que este cayese por el dolor. En la caída, Tenacitas agarró la guadaña y se la arrebató a su dueño. Uno de los soldados restantes comprobó inmediatamente el estado de salud de su superior, el resto se dividieron para atacarnos a mí y a Tenacitas.
Al ver que dos soldados venían a por mí, salí corriendo saltando por encima de algunos de los presentes. El gentío inicial se había dispersado en el momento que había comenzado la pelea, sin embargo todavía quedaban algunos curiosos intrépidos. Los atacantes de Tenacitas fueron reducidos de un movimiento. Tenacitas lanzó un corte paralelo al suelo con la guadaña, que separó la cabeza de los hombros de los soldados en el momento que la hoja de la guadaña tocó el cuello.
¡Caray! Si que está bien afilada.
Yo seguía corriendo, divirtiéndome con mis perseguidores y fingiendo que jugábamos al corre que te pillo. En mitad del juego llegó el escuadrón de refuerzo. Era un grupo formado por diez soldados, pero estos parecían ser más competentes que los otros. Los soldados que quedaban todavía vivos prorrumpieron en un vítor de alegría al ver a sus salvadores. Al ver llegar al grupo, me preocupé ya que no sabía si podría hacer frente a otros diez, además siendo estos más hábiles en la lucha que los anteriores. Estos primeros más que soldados eran cuatro matones que basaban su fuerza en la intimidación, sin embargo los recién llegados tenían ese aire de quien se ha curtido en batallas. No obstante mi preocupación no duró demasiado. Cuando me fui a dar cuenta y tenía pensado comenzar a atacar, o defenderme, con Tenacitas, mis ojos contemplaron una escena esperpéntica.
Tres de los soldados recién llegados estaban arrodillados, con la cabeza en el suelo, alabando a Tenacitas. Me acerqué a ellos para escuchar que estaban diciendo.
-¡Oh, señor! ¡Alabado seas, dios de la guerra y de la destrucción!
¿Habían confundido a la marioneta con alguna deidad?
-¡Oh, dama de negro! Guíanos con tu infinita sabiduría e ira hacia la destrucción de nuestros enemigos. Madre de la noche, instrúyenos y acógenos en tu seno, por favor.
A raíz de las palabras de estos, llegué a la conclusión de que creían que se trataba de la mismísima muerte reencarnada. Tan absorto estaba con esos tipos que no me había dado cuenta que estaban haciendo el resto. Si creía que lo había visto todo, estaba muy ocupado. Dos miembros del escuadrón de refuerzo andaban preguntando a los presentes que había ocurrido y antes de recibir respuesta, automáticamente preguntaban sobre si creían que los pantalones les quedaban flojos. ¿Flojos?
-Sí, somos flojos de pantalón. Por eso preguntamos, no podemos ir por ahí con los pantalones apretados…
-GOOOOOOOOL.
Me giré al oír el grito. Los otros cinco que restaban, ¿habían empezado a jugar a fútbol?
-¡Eh! Vosotros. Hemos recibido una transmisión de que era el momento de cambiarse y empezar a jugar, id cambiándoos, nosotros ya estamos calentando.
¿Qué era eso que estaba volando? Tenía una forma esférica, pero no lo era totalmente. Detuve mi mirada en ellos. ¡Estaban jugando al fútbol con la cabeza de los decapitados! Me retiré levemente para contemplar la escena al completo. Tres soldados de élite alabando una marioneta tapada con una capa negra de satén, cinco tipos jugando, dos contra dos y un portero, al fútbol con la cabeza de sus compañeros caídos y dos más diciendo no se qué de flojera de pantalón. ¿De verdad aquellos tipos tenían atemorizada a la población? La imagen al completo había pasado de lo esperpéntico a lo surrealista, ni en mis mejores cuentos podría haber inventado algo como aquello. Algo más llamo mi atención. Los que creían que Tenacitas era una deidad, estaban sangrando como cerdos, pero ¿cómo? Yo no había movido a Tenacitas del sitio. Había permanecido inmóvil desde que se había postrado.
Me acerqué de nuevo a los seguidores de mi muñeco de acero, para escuchar que estaban murmurando y porque demonios estaban sangrando de aquella forma.
No puede ser...
¡Se habían mutilado las extremidades! ¡Voluntariamente! Estaban rematadamente locos. A medida que me iba acercando, pude escuchar lo que estaban diciendo.
-¡Oh, Señora de las mentiras! Mendiga de otras vidas, duquesa del vicio, príncesa del sexo y del dolor, te ofrezco esto en señal de mi fidelidad. Toma mi sangre, mézclala, bébela. Quémala, arde en la llama.
Decidí hacer hablar a Tenacitas y seguirles el rollo.
-Muy bien, mis fieles vasallos. Habéis demostrado ser dignos de mi confianza. Vuestra primer misión será facilitar el acceso a dónde se os diga, a todo aquel que pronuncia las siguientes palabras: sojijikoko kiki koko, sojí sojí. In the fight, fight. Vuestros compañeros no han sido suficientemente fuertes de mente para poder resistir mi presencia, en caso de que hicieran algo que pusiera en peligro vuestra misión, deberéis hacerles entrar en razón, por los métodos que sean necesarios. Ahora, quedaos aquí y volved al palacio pasado un rato. Una vez allí estad atentos a todo aquel que pronuncie las palabras que os he indicado, pues serán señores de la guerra, a quienes también deberéis obediencia. ¿Entendido?
-Como usted ordene, madre de la noche. No somos dignos de tus palabras.
Eran hombres fuertes, acostumbrados a recibir heridas en el campo de batalla y no ser tratados, pues a pesar de haberse amputado ellos mismos sendas manos y uno de ellos un pie, no habían perdido el conocimiento, ni habían sucumbido al dolor. El resto del grupo todavía continuaban en su delirio. Si en algún momento decidían retomar su misión real, ya había quien se encargaría de entretenerlos.
-Capitana, los soldados de aquí están como una puta regadera. – Informe de lo ocurrido mientras partía hacia el castillo seguido de Tenacitas. – ¿Hay alguien allí ya? No tardaré mucho. Recordad las palabras para obtener ayuda de los colgaos esos, son los que estén mutilados recientemente. ¿Alguien necesita ayuda más urgente o puedo ir directo al castillo?
Dos de los soldados de la isla se abalanzaron sobre Tenacitas como lo harían unos niños sobre un montón de caramelos. La marioneta giró sobre sí misma al tiempo que sacaba las cuchillas que le daban el nombre, cortando en el pecho a ambos oponentes. Cayeron al momento muertos, con dos cortes en la caja torácica. Los cortes habían sido tan profundos que había cercenado los pulmones y el corazón. La sangre salía a borbotones de los cuerpos inertes, manchando el suelo y creando un charco en cuestión de segundos. El grito del que ahora estaba cojo, distrajo al resto.
Nada más ver los cadáveres y a su compañero herido por las dagas, el capitán saco un den den mushi y dio la voz de alarma. Si venían refuerzos iba a ser un fastidio, sobre todo si el pelopincho iba a seguir sin aparecer. Tenacitas continuaba cubierta por la capa negra. El capitán se lanzó al ataque contra el supuesto “chulo putas”. Como arma blandía una guadaña de algo más de metro y medio de mango y una hoja, con filo en ambos lados, de casi un metro de largo. Aprovechando que nadie se había fijado en mí a causa del alboroto que estaba provocando Tenacitas, lancé una piedra directa a la cabeza del capitán. El proyectil impactó en su objetivo, provocando que este cayese por el dolor. En la caída, Tenacitas agarró la guadaña y se la arrebató a su dueño. Uno de los soldados restantes comprobó inmediatamente el estado de salud de su superior, el resto se dividieron para atacarnos a mí y a Tenacitas.
Al ver que dos soldados venían a por mí, salí corriendo saltando por encima de algunos de los presentes. El gentío inicial se había dispersado en el momento que había comenzado la pelea, sin embargo todavía quedaban algunos curiosos intrépidos. Los atacantes de Tenacitas fueron reducidos de un movimiento. Tenacitas lanzó un corte paralelo al suelo con la guadaña, que separó la cabeza de los hombros de los soldados en el momento que la hoja de la guadaña tocó el cuello.
¡Caray! Si que está bien afilada.
Yo seguía corriendo, divirtiéndome con mis perseguidores y fingiendo que jugábamos al corre que te pillo. En mitad del juego llegó el escuadrón de refuerzo. Era un grupo formado por diez soldados, pero estos parecían ser más competentes que los otros. Los soldados que quedaban todavía vivos prorrumpieron en un vítor de alegría al ver a sus salvadores. Al ver llegar al grupo, me preocupé ya que no sabía si podría hacer frente a otros diez, además siendo estos más hábiles en la lucha que los anteriores. Estos primeros más que soldados eran cuatro matones que basaban su fuerza en la intimidación, sin embargo los recién llegados tenían ese aire de quien se ha curtido en batallas. No obstante mi preocupación no duró demasiado. Cuando me fui a dar cuenta y tenía pensado comenzar a atacar, o defenderme, con Tenacitas, mis ojos contemplaron una escena esperpéntica.
Tres de los soldados recién llegados estaban arrodillados, con la cabeza en el suelo, alabando a Tenacitas. Me acerqué a ellos para escuchar que estaban diciendo.
-¡Oh, señor! ¡Alabado seas, dios de la guerra y de la destrucción!
¿Habían confundido a la marioneta con alguna deidad?
-¡Oh, dama de negro! Guíanos con tu infinita sabiduría e ira hacia la destrucción de nuestros enemigos. Madre de la noche, instrúyenos y acógenos en tu seno, por favor.
A raíz de las palabras de estos, llegué a la conclusión de que creían que se trataba de la mismísima muerte reencarnada. Tan absorto estaba con esos tipos que no me había dado cuenta que estaban haciendo el resto. Si creía que lo había visto todo, estaba muy ocupado. Dos miembros del escuadrón de refuerzo andaban preguntando a los presentes que había ocurrido y antes de recibir respuesta, automáticamente preguntaban sobre si creían que los pantalones les quedaban flojos. ¿Flojos?
-Sí, somos flojos de pantalón. Por eso preguntamos, no podemos ir por ahí con los pantalones apretados…
-GOOOOOOOOL.
Me giré al oír el grito. Los otros cinco que restaban, ¿habían empezado a jugar a fútbol?
-¡Eh! Vosotros. Hemos recibido una transmisión de que era el momento de cambiarse y empezar a jugar, id cambiándoos, nosotros ya estamos calentando.
¿Qué era eso que estaba volando? Tenía una forma esférica, pero no lo era totalmente. Detuve mi mirada en ellos. ¡Estaban jugando al fútbol con la cabeza de los decapitados! Me retiré levemente para contemplar la escena al completo. Tres soldados de élite alabando una marioneta tapada con una capa negra de satén, cinco tipos jugando, dos contra dos y un portero, al fútbol con la cabeza de sus compañeros caídos y dos más diciendo no se qué de flojera de pantalón. ¿De verdad aquellos tipos tenían atemorizada a la población? La imagen al completo había pasado de lo esperpéntico a lo surrealista, ni en mis mejores cuentos podría haber inventado algo como aquello. Algo más llamo mi atención. Los que creían que Tenacitas era una deidad, estaban sangrando como cerdos, pero ¿cómo? Yo no había movido a Tenacitas del sitio. Había permanecido inmóvil desde que se había postrado.
Me acerqué de nuevo a los seguidores de mi muñeco de acero, para escuchar que estaban murmurando y porque demonios estaban sangrando de aquella forma.
No puede ser...
¡Se habían mutilado las extremidades! ¡Voluntariamente! Estaban rematadamente locos. A medida que me iba acercando, pude escuchar lo que estaban diciendo.
-¡Oh, Señora de las mentiras! Mendiga de otras vidas, duquesa del vicio, príncesa del sexo y del dolor, te ofrezco esto en señal de mi fidelidad. Toma mi sangre, mézclala, bébela. Quémala, arde en la llama.
Decidí hacer hablar a Tenacitas y seguirles el rollo.
-Muy bien, mis fieles vasallos. Habéis demostrado ser dignos de mi confianza. Vuestra primer misión será facilitar el acceso a dónde se os diga, a todo aquel que pronuncia las siguientes palabras: sojijikoko kiki koko, sojí sojí. In the fight, fight. Vuestros compañeros no han sido suficientemente fuertes de mente para poder resistir mi presencia, en caso de que hicieran algo que pusiera en peligro vuestra misión, deberéis hacerles entrar en razón, por los métodos que sean necesarios. Ahora, quedaos aquí y volved al palacio pasado un rato. Una vez allí estad atentos a todo aquel que pronuncie las palabras que os he indicado, pues serán señores de la guerra, a quienes también deberéis obediencia. ¿Entendido?
-Como usted ordene, madre de la noche. No somos dignos de tus palabras.
Eran hombres fuertes, acostumbrados a recibir heridas en el campo de batalla y no ser tratados, pues a pesar de haberse amputado ellos mismos sendas manos y uno de ellos un pie, no habían perdido el conocimiento, ni habían sucumbido al dolor. El resto del grupo todavía continuaban en su delirio. Si en algún momento decidían retomar su misión real, ya había quien se encargaría de entretenerlos.
-Capitana, los soldados de aquí están como una puta regadera. – Informe de lo ocurrido mientras partía hacia el castillo seguido de Tenacitas. – ¿Hay alguien allí ya? No tardaré mucho. Recordad las palabras para obtener ayuda de los colgaos esos, son los que estén mutilados recientemente. ¿Alguien necesita ayuda más urgente o puedo ir directo al castillo?
Rei Arslan
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Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Corría por las calles buscando algún sitio con suficiente ajetreo y gente para llamar la atención, pero cuando miré atrás para ver si me seguían me di cuenta que los había perdido, genial, ahora tendría que ir yo sola…
Decidí continuar corriendo hasta que llegué a una pequeña plaza, estaba llena de gente y allí había por lo menos 10 soldados esparcidos por todos los lugares, caminé lentamente por el centro de la plaza observando todo alrededor, no era muy grande y estaba rodeada de tabernas y garitos con comida y bebida, mi vista se fijó en un montón de barriles atados con cuerdas que tenían alcohol, sería interesante ver la reacción de estos al ver que se les derrama el alcohol.
Saqué mi daga y discretamente rompí la cuerda que los ataba y de una patada los empujé, todos empezaron a derramarse y romperse, la gente comenzó a alporizarse y los guardias corrieron hasta aquí; con unas simples palabras mencioné riéndome-¿Qué lástima no? Todo derramado… ¡vaya guardias que no saben proteger nada!
Estos se movilizaron y comenzaron a sacar sus armas, yo todavía seguía en el mismo sitio y esperaba a que me atacasen, solo oía a por ella y llamarme bruja, ¿ya están discriminando por el color de pelo? Mal…muy mal…nunca cabreéis a una pelirroja sin escrúpulos.
Salté al suelo y me quedé en frente a ellos-vamos, ¿o es que no sois capaces de acabar conmigo?-la situación estaba siendo bastante graciosa eses soldados ni siquiera tenían mucha idea de luchar, hasta que uno mencionó-¡cállate niña! Te llevaremos a la prisión para que te torturen por tirar el alcohol-me giré hacia ese con mirada asesina y caminé hacia el con paso decidido-como osas llamarme niña… ¿es que acaso no le tiene aprecio a tu miserable vida?-saqué mi espada y se la clavé en el abdomen sin darle tiempo a reaccionar, luego me giré a ellos y extendí mi larga melena pelirroja con mi cara más dulce-¿alguno más quiere?-los soldados estaban extasiados ante tal echo y comenzaron a gritar-¡Es un súcubo! Ha venido de los infiernos a por nosotros, alejaos de ella y llamad a la guardia de la muralla-mi cara tomó una expresión rara ¿me están confundiendo con un demonio? Vaya, sí que tienen creencias por aquí pero eso me dio una idea para poder evitar que trajesen a más refuerzos sino con todos no podría, además así supongo que podría tenerlos de mi mano así que grité-¡Bien dicho! Pensé que no se me reconocería pero veo que vosotros sí, no huyáis de mí…no os pasará nada…-me acerqué lentamente a uno y pase una mano sobre su cara, pero después de eso hice lo mismo que con el anterior atravesarle con la espada-¡Si llamáis a los refuerzos lo único que conseguiréis es que arrase con esta isla! –muchos soldados empezaron a atacarse unos con otros, unos querían atacarme pero otros no lo permitían, decían que era una perdición acabar conmigo y como no quería que se alargase tanto…
Alcancé una vela cerca de las mesas y como media plaza estaba cubierta de alcohol la tiré allí, las llamas comenzaron a emerger del líquido haciendo cada vez más grandes y con dificultad para ver por el humo, salí corriendo de allí y me metí en un callejón, estuve unos minutos parada, en ese momento sonó el Den Den Mushi, así que me limité a escuchar lo que decía. Era Hardo el que hablaba, cuánta razón tenía con lo de los soldados, así que le dije-Tienes mucha razón, ve directamente al castillo seguramente ya haya alguien más allí, de un momento a otro llegaré yo también ahí.
Salí del callejón en el que me encontraba y miré hacia los lados, solo veía a gente correr y el humo por las calles ¿se habría extendido el fuego? Bueno no me importaba mucho pero ahora mi principal prioridad era llegar al castillo y encontrarme con Hardo. Mientras corría calle arriba unas señoras hablaban de que estaban atacando el palacio real, me paré a escuchar y decían que era un hombre con el pelo negro y un poco salvaje, ese no podía ser más Jallial así que volví a sacar el Den Den y me puse a hablarle- Jall ¿Cómo vas? Si estás en el castillo Hardo llegará de un momento a otro y yo también.
Cuando llegué cerca de la entrada principal todo estaba rodeado de guardias, tenía que buscar otra salida, comencé a dar la vuelta por el palacio y en la parte de atrás había una ventana sin rejas, la rompí y entré por ella, debía encontrarme en una especie de cocina por el aspecto, así que me puse a salir a los pasillos con cuidado, todo parecía un laberinto puertas y escaleras, así que subí recto por una escalinata y llegué a una especie de balcones que daban lugar a un vestíbulo, me acerqué rápidamente a la barandilla y vi que Jallial estaba allí con toda la guardia y por mi mente solo pasó esto “Oh no, como se transforme en Red todos corremos peligro…” mi cara tomó una expresión agria de preocupación, algo malo y peligroso se acercaba a nosotros…
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Akuma no mi
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Sin saber cómo, como si estuviera extasiado observando el bello busto de mi pelirroja favorita, Rose, estaba corriendo despavorido por las calles de la grandioso reino del mar del norte, el reino de lvneel.
Llegamos a una plazoleta, de un radio de unos seis metros, rodeado de diversas tabernas, tiendecillas típicas de los pequeños pueblos, algo entrañable, y en esta un grupo de soldados del rey, algo alterados. ‘¿Nos estarían buscando?’ –Me pregunte a mí mismo. Quien lo sabía, lo único que tenía claro es que teníamos que pasar desapercibidos e irnos a un lugar sin tanta vigilancia.
Antes de que me pudiera percatar, la insensata de mi capitana estaba con su daga en la mano cortando la frágil cuerda de junco que los sostenía, haciendo que estos fueran rodando hacia la dirección norte de la plaza. –Muy bien cariño, luego liante soy yo –Dije en voz bajo, moviendo la cara de izquierda a derecha con pesadumbre.
Un grupo de soldados se dirigieron hacia a ella, mientras que los otros se mantenían al margen, observaba con soslayo como la superioridad numérica no le importaba, son su katana en ristre atravesó a uno de los soldados por la mitad, su mirada de gozos, unido a su rostro semiinfantil era algo que me ponía malo.
Un soldado, a menos de tres metros de mi, se arrodilló, apoyó su rifle en la rodilla y se disponía a disparar a Rose, cuando desenfundando mi sakabato le di un golpe en la nuca dejándolo aturdido, seguido de una patada en el rostro, que al tirarle al suelo hizo que se le viera una bolsita, la cual abrí cogiendo unos pocos berries y unos fósforos. El espectáculo de Rose, hizo pasar por alto lo que yo había hecho. Una gran llamarada de un fuego rojo intenso surgió del alcohol del suelo, como estaba haciendo hasta antes de aquel suceso corrí detrás de Rose, esta vez aumenté la velocidad para ponerme a su paralela –Bonita, la que has formado en un momento.
Al poco tiempo llegamos a las puertas del castillo, esta estaba rodeada de soldados, una pareja de dos cada cinco metros, así rodeándolo por completo, en cada torre un aparato que lanza flechas del tamaño de una pierna humana –‘Una de esas y no la cuento’ –tragué saliva.
Con cautela rodeamos el castillo, en busca de una posible entrada, con el tiempo llegamos a un punto muerto, con una reja, una vez allí nos adentramos en el lugar. El castillo era grande, muy grande, mi orientación no era la mejor, por lo que no tardé en separarme de Rose e irme por mi cuenta. Sin saber cómo llegue a algo parecido a una pequeña armería, llena de bala de cañón, flechas gigantes de las de antes, barriles de pólvora, entre otras cosas.
-Polvora –comenté en voz baja –justo lo que necesitábamos en este momento.
Sin más preámbulos empecé a vaciar tres de los cinco barriles de polvora que había en la sala, uno de ellos lo dejé abierto, tumbado, y el quinto de ellos lo fui vaciando poco a poco, hasta salir por la puerta y recorrer un par de metros con él hasta vaciarlo por completo.
‘¿Y ahora como enciendo esto?' –Discurrí hasta acordarme de los fósforos. Los saqué de mi cinto, los encendí y queme la pólvora, la cual prendía el camino de pólvora a una velocidad ingente, sin pensarlo eché a correr del lugar, pero no con el tiempo suficiente para que la fuerza del impacto por la explosión realizada me hiciera volar un par de metros tirándome al suelo.[/color]
Llegamos a una plazoleta, de un radio de unos seis metros, rodeado de diversas tabernas, tiendecillas típicas de los pequeños pueblos, algo entrañable, y en esta un grupo de soldados del rey, algo alterados. ‘¿Nos estarían buscando?’ –Me pregunte a mí mismo. Quien lo sabía, lo único que tenía claro es que teníamos que pasar desapercibidos e irnos a un lugar sin tanta vigilancia.
Antes de que me pudiera percatar, la insensata de mi capitana estaba con su daga en la mano cortando la frágil cuerda de junco que los sostenía, haciendo que estos fueran rodando hacia la dirección norte de la plaza. –Muy bien cariño, luego liante soy yo –Dije en voz bajo, moviendo la cara de izquierda a derecha con pesadumbre.
Un grupo de soldados se dirigieron hacia a ella, mientras que los otros se mantenían al margen, observaba con soslayo como la superioridad numérica no le importaba, son su katana en ristre atravesó a uno de los soldados por la mitad, su mirada de gozos, unido a su rostro semiinfantil era algo que me ponía malo.
Un soldado, a menos de tres metros de mi, se arrodilló, apoyó su rifle en la rodilla y se disponía a disparar a Rose, cuando desenfundando mi sakabato le di un golpe en la nuca dejándolo aturdido, seguido de una patada en el rostro, que al tirarle al suelo hizo que se le viera una bolsita, la cual abrí cogiendo unos pocos berries y unos fósforos. El espectáculo de Rose, hizo pasar por alto lo que yo había hecho. Una gran llamarada de un fuego rojo intenso surgió del alcohol del suelo, como estaba haciendo hasta antes de aquel suceso corrí detrás de Rose, esta vez aumenté la velocidad para ponerme a su paralela –Bonita, la que has formado en un momento.
Al poco tiempo llegamos a las puertas del castillo, esta estaba rodeada de soldados, una pareja de dos cada cinco metros, así rodeándolo por completo, en cada torre un aparato que lanza flechas del tamaño de una pierna humana –‘Una de esas y no la cuento’ –tragué saliva.
Con cautela rodeamos el castillo, en busca de una posible entrada, con el tiempo llegamos a un punto muerto, con una reja, una vez allí nos adentramos en el lugar. El castillo era grande, muy grande, mi orientación no era la mejor, por lo que no tardé en separarme de Rose e irme por mi cuenta. Sin saber cómo llegue a algo parecido a una pequeña armería, llena de bala de cañón, flechas gigantes de las de antes, barriles de pólvora, entre otras cosas.
-Polvora –comenté en voz baja –justo lo que necesitábamos en este momento.
Sin más preámbulos empecé a vaciar tres de los cinco barriles de polvora que había en la sala, uno de ellos lo dejé abierto, tumbado, y el quinto de ellos lo fui vaciando poco a poco, hasta salir por la puerta y recorrer un par de metros con él hasta vaciarlo por completo.
‘¿Y ahora como enciendo esto?' –Discurrí hasta acordarme de los fósforos. Los saqué de mi cinto, los encendí y queme la pólvora, la cual prendía el camino de pólvora a una velocidad ingente, sin pensarlo eché a correr del lugar, pero no con el tiempo suficiente para que la fuerza del impacto por la explosión realizada me hiciera volar un par de metros tirándome al suelo.[/color]
Jallial Reezek
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Ya me hartaba de aquellas estupideces, y eso que mi umbral de estupideces estaba colocado muy alto gracias a mis nakamas, pero aquello ya no lo soportaba más, demasiada inutilidad. En un instante decidí que acabaría con todos ellos, así que, en mi forma híbrida, di un poderoso rugido, que acabó tornándose un aullido.
En ese instante llegaba ahora Rose, aunque no reparé en su presencia, simplemente estaba enfadado, obcecado con aquellas personas, a las cuales ya había decidido eliminar, y nada me haría cambiar de opinión, y menos aún, teniendo en cuenta quién estaba al mando de mis acciones ahora mismo…
–Mi nombre es Red, cuando estés muertos, y en el infierno os pregunten, ya podéis decir quién os envía… -Tras aquellas palabras me abalancé sobre uno de los guardias, pero este esquivó mi ataque con relativa facilidad, para después darme una patada al tiempo que gritaba, tras hacerme impactar contra una de las paredes, celebrando.
–¡Goooool! –Todos se unían a sus cánticos y celebraciones. La verdad es que eran subnormales, pero eran muy buenos combatiendo, me sería difícil ocuparme de todos ellos.
En ese momento vi, al fin, a Rose, y Red “me dejó” hablar con ella para pedirle ayuda con aquellos tipos. Sin ella probablemente no podríamos ganar, e incluso con ella se me antojaba bastante complicado.
–Vaya, si ha venido la princesita pelirroja, aunque creo que no va a ser suficiente… Espero que no hayas sido la única que se ha decidido a venir a echarme una mano, o estamos jodidos… -Ya me había percatado de la fuerza de nuestros oponentes, y ella pronto lo haría. Era capaz de oler a Hardo, así como a Zane, en las proximidades, y con suerte, habrían oído mi rugido o mi aullido, y acudirían a echar una mano. Sin embargo, de momento no contaba con ellos, así que el reparto era simple.
–Yo me ocupo de los cinco de la derecha, Rose. Tú encárgate de los cinco de la izquierda. –Sabía perfectamente que no podríamos derrotar a aquellos tipos, pero no pensaba huir, y Red menos todavía. Antes de abalanzarme como una bestia a por su presa, decidí esperar a ver si aquellos otros camaradas se aparecían, aunque sin demasiadas esperanzas. Se iba poniendo interesante la cosa...
En ese instante llegaba ahora Rose, aunque no reparé en su presencia, simplemente estaba enfadado, obcecado con aquellas personas, a las cuales ya había decidido eliminar, y nada me haría cambiar de opinión, y menos aún, teniendo en cuenta quién estaba al mando de mis acciones ahora mismo…
–Mi nombre es Red, cuando estés muertos, y en el infierno os pregunten, ya podéis decir quién os envía… -Tras aquellas palabras me abalancé sobre uno de los guardias, pero este esquivó mi ataque con relativa facilidad, para después darme una patada al tiempo que gritaba, tras hacerme impactar contra una de las paredes, celebrando.
–¡Goooool! –Todos se unían a sus cánticos y celebraciones. La verdad es que eran subnormales, pero eran muy buenos combatiendo, me sería difícil ocuparme de todos ellos.
En ese momento vi, al fin, a Rose, y Red “me dejó” hablar con ella para pedirle ayuda con aquellos tipos. Sin ella probablemente no podríamos ganar, e incluso con ella se me antojaba bastante complicado.
–Vaya, si ha venido la princesita pelirroja, aunque creo que no va a ser suficiente… Espero que no hayas sido la única que se ha decidido a venir a echarme una mano, o estamos jodidos… -Ya me había percatado de la fuerza de nuestros oponentes, y ella pronto lo haría. Era capaz de oler a Hardo, así como a Zane, en las proximidades, y con suerte, habrían oído mi rugido o mi aullido, y acudirían a echar una mano. Sin embargo, de momento no contaba con ellos, así que el reparto era simple.
–Yo me ocupo de los cinco de la derecha, Rose. Tú encárgate de los cinco de la izquierda. –Sabía perfectamente que no podríamos derrotar a aquellos tipos, pero no pensaba huir, y Red menos todavía. Antes de abalanzarme como una bestia a por su presa, decidí esperar a ver si aquellos otros camaradas se aparecían, aunque sin demasiadas esperanzas. Se iba poniendo interesante la cosa...
- Nota importante:
- Nota: Estos tipos son fuertes, NO se os ocurra ganar con facilidad, que los combates estén igualados, e incluso, decantados a su favor. Esto es para, cuando volvamos a esta isla tras el TS, les venzamos con facilidad mostrándonos los unos a los otros las mejoras que hayamos obtenido, y les demos una paliza sin esfuerzo xd. Pero eso, por ahora, que nos den combate :D
Esto es para que no venzamos ya al rey, que si no los 2 años que nos vamos no tienen caso jaja, y la misión de conquista sería súper extraña, pues ya la habríamos “conquistado” aquí xDDD
El reparto, si ambos venís, es: Jall 3 – Rose 3 – Hardo 3 – Zane 1 xd, o si se apunta otro más, QUE SIGA EL RITMO DE POSTEO, serían 2 por cabeza.
Ikaru
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A veces, se me nubla la mente, cualquier recuerdo se borra y se funde con un amalgama de sentimientos que soy incapaz de controlar, de finalmente sentir y como no de reconocer... Todo así, todo desde ese momento, fue demasiado para mí y como digo a veces me dan mis brotes. Fundido negro y ningún recuerdo. Todo estaba fuera de mi cabeza como si nunca hubiese pasado nada pero a la vez hubiera pasado todo, como si el tiempo se hubiese parado solo para mí y para los demás hubiese continuado, me sentí súper extraño y acongojado... Lo que creo que finalmente era normal, demasiado sufrimiento demasiado todo. todo estaba negro y no veía la más mínima luz hasta que finalmente pude abrir los ojos y observar con anhelo todo lo que estaba pasando. Gritos, espanto humos y demás cosas viles sucedían en la isla del cuento, la isla de la mentira que al final fue verdad, las de Norland el mentiroso. Me levante lentamente de donde estaba y fui palpándolo poco a poco, parecía ser una ...¿Bolsa de basura? exactamente, era un bolsa de basura y parecía ser que yo durante ese tonto letargo mental había andado hasta ese lugar, un pequeño callejón no muy alejado de la plaza donde ahora se sucedían varios gritos. Mi mente solo podía hacerme recordar lo que paso en el barco y mi salida de él con Hardo el extraño arlequín que pertenecía a nuestra banda. Después como dije anteriormente, fundido en negro y comenzaron mis malos pensamientos. Intente levantarme con un poco de dificultad pues las bolsas de basura hacían que mis manos se escurriesen y de lo mareado que me encontraba me pude resbalar unas dos o tres veces antes de poder levantarme del todo y tras eso limpiarme un poco la espalda y el culo que sinceramente tenia lleno de basura, mondaduras de plátano, naranja e incluso espinas de pescado.
-Dios... estoy lleno de mierda y encima creo que huelo algo mal...¿Por que me siguen dando estas idioteces? hace ya tres meses de eso... bah... maldito idiota ahora has perdido a tú compañero y encima no sabes ni que cojones tenias que hacer. Pufff... Me da que tendría que usar un Den Den Mushi...¡Qué no tengo! Ains... este día cada vez se esta poniendo más negro para mí... bueno iré a la plaza seguramente Hardo este allí y si no esta preguntare... no creo que nadie no reconozca a un maldito Arlequín que usa marionetas en medio de la calle...
Como podéis daros cuenta me encantaba hacer monólogos con uno mismo y lamentarme de mis acciones, lo que tiene el modo Emo. Bueno tras ese pequeño dialogo con uno mismo comencé a correr en dirección la plaza de donde salían gritos y lo que parecían ser ¿Plegarias? ¿Gritos sobre ...GOLES? Pero que clase de gente loca vivía en ese pueblo... Corrí como pude para llegar cuento antes y cuando finalmente llegue pude ver todo el panorama... Gente adorando a una marioneta...(Que como no estaba siendo controlada por mi amigo el arlequin) Otras cuentas personas jugando al futbol...¿Con una cabeza? y bien que lo hacían sin hacerse daño por lo duro que estaba el cráneo. La imagen me dejo bastante estupefacto mientras que buscaba a Hardo por toda la plaza. Vi a su marioneta pero me costo un poco más poder identificarle. Finalmente pude verle salir corriendo en dirección al castillo central de la isla. No era un adivino pero pensé que a lo mejor todos los demás se podían encontrar en ese lugar y rápido como el rayo me propuse perseguir a Hardo al que conseguí alcanzar en menos de lo tarda un rayo en caer. Entonces intente mantener un pequeño dialogo con el al menos para disculparme.
-Hola compañero, perdon por haberte dejado solo antes... es que me dio ... esto...una idiotez de las mías y no pude controlarme y me fui...y bueno ¿Donde cojones se supone que vamos?
-Dios... estoy lleno de mierda y encima creo que huelo algo mal...¿Por que me siguen dando estas idioteces? hace ya tres meses de eso... bah... maldito idiota ahora has perdido a tú compañero y encima no sabes ni que cojones tenias que hacer. Pufff... Me da que tendría que usar un Den Den Mushi...¡Qué no tengo! Ains... este día cada vez se esta poniendo más negro para mí... bueno iré a la plaza seguramente Hardo este allí y si no esta preguntare... no creo que nadie no reconozca a un maldito Arlequín que usa marionetas en medio de la calle...
Como podéis daros cuenta me encantaba hacer monólogos con uno mismo y lamentarme de mis acciones, lo que tiene el modo Emo. Bueno tras ese pequeño dialogo con uno mismo comencé a correr en dirección la plaza de donde salían gritos y lo que parecían ser ¿Plegarias? ¿Gritos sobre ...GOLES? Pero que clase de gente loca vivía en ese pueblo... Corrí como pude para llegar cuento antes y cuando finalmente llegue pude ver todo el panorama... Gente adorando a una marioneta...(Que como no estaba siendo controlada por mi amigo el arlequin) Otras cuentas personas jugando al futbol...¿Con una cabeza? y bien que lo hacían sin hacerse daño por lo duro que estaba el cráneo. La imagen me dejo bastante estupefacto mientras que buscaba a Hardo por toda la plaza. Vi a su marioneta pero me costo un poco más poder identificarle. Finalmente pude verle salir corriendo en dirección al castillo central de la isla. No era un adivino pero pensé que a lo mejor todos los demás se podían encontrar en ese lugar y rápido como el rayo me propuse perseguir a Hardo al que conseguí alcanzar en menos de lo tarda un rayo en caer. Entonces intente mantener un pequeño dialogo con el al menos para disculparme.
-Hola compañero, perdon por haberte dejado solo antes... es que me dio ... esto...una idiotez de las mías y no pude controlarme y me fui...y bueno ¿Donde cojones se supone que vamos?
Worick L. Arcangelo
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Cazador de Conejos escribió:Para Kuroi:Bueno si estas leyendo esto significa que al fin te has decidido a unirte a Sons of Anarchy. Bienvenido seas y bueno en esta carta como ya te dije en su momento puedes encontrar la localización de donde encontrar a los que ahora son tus nuevos nakamas.
Según he deducido supongo que habrás abierto esta carta unos días después de que te la entregara y es por eso que en estos momentos tus nuevos nakamas deben estar en Lvneel. No deberías tener dificultadas para llegar allí en el un bote pues el North Blue es un mar muy tranquilo. No te resultará nada difícil identificar el barco que será tu nuevo hogar que tengas un buen viaje. La capitana, Rose , es una bella chica de pelo color fuego no tiene perdida. Nos veremos pronto, ¡ saludos !
Esta carta fue la que me encaminó a la isla frente a la cual me encontraba entonces. Una pequeña isla con un reino en el que iba a los que iban a ser mis nakamas. Me acercaba cada vez más al puerto en el que se encontraba anclado aquel precioso barco que por la vela que ondeaba en el mástil pude reconocer como lo que iba a ser mi nuevo hogar. Acerqué el bote hasta el muelle y lo deje atado a una amarra en este para que no se fuese mar a dentro. Recogí mi mochila y con mi guadaña a la espalda salté al muelle y me acerqué al barco para echar un vistazo. A primera vista no parecía que hubiese nadie por allí en el barco así que me giré y me encaminé hacia la ciudad. Cuando entraba por el portón de este pude observar el caos que había en esta: guardias y gente corriendo por todos lados, llamas en un costado de la ciudad., el castillo semicolapsado, casas ardiendo... Estaba claro fuera como fuese la gente a la que estaba buscando se encontraba por allí.
Comencé a correr por las calles de la ciudad con el fin de llegar al castillo y ver cual era la situación por allí. Por el camino choqué con varias personas y guardias que viajaban atarantados buscando agua con el fin de apagar el fuego que asolaba la ciudad. No tardé demasiado en llegar al castillo que hallaba desprotegida su entrada porque al parecer mis compañeros ya habían irrumpido y los guardias marchaban en su busca en el interior del castillo. Entré en este que también estaba en llamas en sus algunos de sus pisos inferiores y caminé por largos pasillos por un buen rato. Después de eso encontré una escalera que parecía dar a algún lugar con gente pues podía oír voces. Subí rápidamente y vi el panorama que allí se presentaba: en un vestíbulo había bastantes tipos raros vestidos con camisetas deportivas, un hombre de pelo negro y de pose imponente y por último aquella chica a la que estaba buscando, una de pelo color fuego y ojos azules. Me acerqué a esta y le entregué la carta de Crim mientras le decía:
- Encantado, soy Kuroi Kage un nuevo integrante de tú tripulación. ¿ Cómo andan las cosas por aquí ? - Dije mientras metía mi otra mano en el bolsillo de la chaqueta para sacar un cigarro. -
Hardo
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En mi cabalgada hacia el castillo, se unió Ika.
-¿Dónde cojones has estado? Si no llega a ser porque están como una puta regadera, te habría necesitado de verdad. Otra de esas y me puede costar el cuello. Si eso llegase a pasar, volvería de entre los muertos para atormentarte hasta el fin de tus días, y cuando te reunieses conmigo, te pegaría un capón por dejarme solo.
Tras escuchar la excusa de mi compañero, proseguimos con nuestra carrera hasta el castillo. En un primer momento creía que me estaba vacilando, pero cuando llegó a mi nariz aquel olor nauseabundo a basura, comprendí que lo que decía era cierto. Supuse que tendría que perdonarle y confiar en que, tal y como me había dicho, no volvería a ocurrir.
El resto del camino hasta el castillo fue muy tranquilo. Los disturbios provocados por aquellos soldados futbolistas y adoradores de la muerte había llamado la atención lo suficiente. En la otra parte de la ciudad, una nube de humo se elevaba por encima de los edificios y oscurecía el cielo impidiendo ver que había detrás de esta.
Alguien debe de haber hecho su trabajo muy bien.
Finalmente llegamos al castillo. Para mi sorpresa, entrar no resultó demasiado complicado ya que parte del castillo estaba hecho unos zorros con boquetes en la fachada, como si le hubieran pegado cañonazos, y el caos cundía en aquella zona. Los guardias que deberían haber estado custodiando la zona para evitar que nadie entrase, ahora se encontraban repartidos recaudando información de lo que había provocado aquellos desperfectos. Siguiendo los ruidos de combate, llegué hasta donde se encontraban Jall y la capitana en pleno combate. Había un tipo nuevo que no conocía. ¿Sería amigo o enemigo? En fin, pronto lo descubriría.
Sin pensarlo dos veces, me lancé al combate junto con Tenacitas para aligerar de carga a mis nakamas, pues se les veían en serios problemas, lo cual indicaba una cosa: aquellos tipos debían ser realmente fuertes, si acaso más que los que había dejado hacía un rato en la plaza.
-Perdonad muchachos, creo que voy a pedir unos pocos refuerzos más, que no nos vendrán nada mal. – Informé al resto de mi banda. – Os habla vuestra madre noche, os requiero de inmediato en el castillo. Venid corriendo como si el mismísimo Dios os persiguiera para haceros pagar por vuestra adoración hacia mí. Mis fieles vasallos, si no queréis sufrir las consecuencias de mi ira, más os vale que deis prioridad absoluta a mi orden. Recordad lo hablado anteriormente. – Dije hablando por un den den mushi que me había llevado de aquellos tipos extraños para llamarlos en caso de necesidad.
- ¡Oh, dama de la noche! Señora nuestra, perdónanos por no encontrarnos allí en este mismo instante. Llegaremos antes de lo que puedas esperar.
- Chicos, a los mutilados no tocarlos, adoran a Tenacitas. ¡Empecemos! Érase una vez…
Todo volvió a ser golpes, ruidos de combate… y una danza.
-¿Dónde cojones has estado? Si no llega a ser porque están como una puta regadera, te habría necesitado de verdad. Otra de esas y me puede costar el cuello. Si eso llegase a pasar, volvería de entre los muertos para atormentarte hasta el fin de tus días, y cuando te reunieses conmigo, te pegaría un capón por dejarme solo.
Tras escuchar la excusa de mi compañero, proseguimos con nuestra carrera hasta el castillo. En un primer momento creía que me estaba vacilando, pero cuando llegó a mi nariz aquel olor nauseabundo a basura, comprendí que lo que decía era cierto. Supuse que tendría que perdonarle y confiar en que, tal y como me había dicho, no volvería a ocurrir.
El resto del camino hasta el castillo fue muy tranquilo. Los disturbios provocados por aquellos soldados futbolistas y adoradores de la muerte había llamado la atención lo suficiente. En la otra parte de la ciudad, una nube de humo se elevaba por encima de los edificios y oscurecía el cielo impidiendo ver que había detrás de esta.
Alguien debe de haber hecho su trabajo muy bien.
Finalmente llegamos al castillo. Para mi sorpresa, entrar no resultó demasiado complicado ya que parte del castillo estaba hecho unos zorros con boquetes en la fachada, como si le hubieran pegado cañonazos, y el caos cundía en aquella zona. Los guardias que deberían haber estado custodiando la zona para evitar que nadie entrase, ahora se encontraban repartidos recaudando información de lo que había provocado aquellos desperfectos. Siguiendo los ruidos de combate, llegué hasta donde se encontraban Jall y la capitana en pleno combate. Había un tipo nuevo que no conocía. ¿Sería amigo o enemigo? En fin, pronto lo descubriría.
Sin pensarlo dos veces, me lancé al combate junto con Tenacitas para aligerar de carga a mis nakamas, pues se les veían en serios problemas, lo cual indicaba una cosa: aquellos tipos debían ser realmente fuertes, si acaso más que los que había dejado hacía un rato en la plaza.
-Perdonad muchachos, creo que voy a pedir unos pocos refuerzos más, que no nos vendrán nada mal. – Informé al resto de mi banda. – Os habla vuestra madre noche, os requiero de inmediato en el castillo. Venid corriendo como si el mismísimo Dios os persiguiera para haceros pagar por vuestra adoración hacia mí. Mis fieles vasallos, si no queréis sufrir las consecuencias de mi ira, más os vale que deis prioridad absoluta a mi orden. Recordad lo hablado anteriormente. – Dije hablando por un den den mushi que me había llevado de aquellos tipos extraños para llamarlos en caso de necesidad.
- ¡Oh, dama de la noche! Señora nuestra, perdónanos por no encontrarnos allí en este mismo instante. Llegaremos antes de lo que puedas esperar.
- Chicos, a los mutilados no tocarlos, adoran a Tenacitas. ¡Empecemos! Érase una vez…
Todo volvió a ser golpes, ruidos de combate… y una danza.
Rei Arslan
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¿Qué podría pasar? Observaba todo el ambiente a nuestro alrededor, guardias y más guardias, por ahora solo estábamos Jall y yo, no deberíamos perder el tiempo porque a lo mejor necesitábamos ayuda. Yo me encontraba situada en el balcón del vestíbulo y apenas me había movido de ahí hasta que un joven con el pelo castaño clarito y más o menos alto se acercó a mí y se presentó diciendo que era un nuevo tripulante, yo me quedé extrañada ¿Por qué no lo sabía? ¿Es que Crimson ya no me avisaba de nada? Eché mi mano a la frente en gesto de que no sabía nada “En buen momento vienes a aparecer chico…” pensé mirándole, así que solo me limité a decirle un par de palabras mientras iba a ir abajo a luchar, me fui hacia atrás pero le agarré del brazo y le llevé conmigo hasta la última planta y de paso explicarle todo y le dije rápidamente-Muy bien, ya ves la situación en la que nos encontramos ¡así que ayúdanos! Supongo que ya sabes que yo soy Rose, bien el que está rodeado de soldados y tiene pinta de ser un bestia y a la vez adorable es Jallial-Mientras bajaba rápidamente explicándole eso le solté el brazo y saqué mis dos katanas y me puse en posición de ataque, en ese instante Hardo acababa de llegar junto a Ika, ¡bien! Refuerzos-Bien, el que va vestido de payasete es Hardo y el que tiene el pelo pincho es Ika, al resto ya los conocerás cuando estemos en el barco.
Una vez pasado eso decidí hacerle caso a lo que dijo Jall, en total eran unos 10 hombres y se ve que bastante fuertes, no sé si llegaríamos a poder con todos ellos pero yo por ahora me encargaría de tres.
-Vamos chicos, haced que resuenen nuestros nombres por aquí, haced que resuene el nombre de Sons of Anarchy para que cuando lo oigan la gente tiemble ¡demostrad la pasta de la que estáis hechos!-En ese momento Hardo comenzó con el famoso “Érase una vez…” pues yo lo continuaría- Érase una vez una gran lucha de piratas…
Saqué mis dos espadas rápidamente y fui hacia los dos primeros, comencé con uno a hacerle varios combos de diferentes tipos de corte que penetraban la piel pero parecían esquivarlos fácilmente “Vamos Rose piensa, necesitas algo para vencer a los dos aunque te cueste… ¡Ya lo tengo! Les llevaré hasta esa galería bajando las escaleras y les atraeré, así por lo menos les atraeré fácilmente y les dejaré a los chicos menos personas a las que atacar” observé si había algún saliente en el que apoyarme para atraer la atención de los dos soldados hasta que vi una especie de tarima con unas estanterías.
Corrí hacia aquel lugar para subirme, y una vez allí arriba me crucé de piernas con una espada apuntando hacia adelante para llamar la atención de los dos guardias, esta vez no causaría tantos destrozos como hace al menos una hora en la que casi prendo fuego a media isla…
Los dos guardias se acercaron rápidamente con sus armas, y se pusieron en frente mía, y en voz muy baja dije-seguidme…-en ese instante salté con velocidad y avancé a la pequeña galería llena de puertas y ventanas, no sé qué tal les iría a los otros pero espero que bien, porque como les pasase algo a alguno se iban a llevar una buena bronca de mi parte.
Los dos guardias se abalanzaron contra mí a la vez, uno recibió una patada en lugar “sagrado” de los hombres y al otro le di con el mango de la espada intentando esquivarlos, contra los dos a la vez no podría así que tendría que hacer un ataque, esquivar, luego atacar al otro y esquivar al otro, no iba a ser fácil pero esto no era más que una simple prueba preparada por mi destino.
Con mis dos espadas corrí rápidamente hacia uno para envestir velozmente y luego cambiar mi posición para atacar el lado contrario contra su costillar, pero el intento fue fallido lo único que recibí fue un patadón en todo mi estómago que me dejó dolorida un buen rato. Me volví a girar rápidamente hacia ellos, y miré al de la derecha este poseía un hacha y el de la izquierda una espada, atacaría primero al de la espada.
Con mis dos espadas en la mano corrí rápidamente hacia él, este me detuvo y sin darme cuenta me empujó contra la pared de la galería, cuando caí al suelo noté que la sangre caía rápido de mí la zona izquierda de mi cadera, tan veloz había sido que me atravesó la espada cuando me empujó, me levanté debilitada y apoyándome gracias a una espada y saqué mi fuerza interior, en ese momento la valkiria desplegó sus alas y contra ellos lancé los golpes más devastadores que tenía, las paredes quedaron destrozadas y los muros también, a pesar de ello los dos hombres habían huido malheridos, muy lejos no podrían llegar si iban en ese estado.
Después de eso me senté en el suelo adolorida, casi no tenía fuerzas para caminar y la sangre me salía a borbotones, arranqué un pedazo de tela del pantalón y la envolví para taponar la herida mientras lo ataba fuertemente con un cordón. A pesar de eso todavía seguía perdiendo sangre pero al menos podía moverme, miré a los alrededores y lo vi todo destrozado, en el vestíbulo todavía se podían oír los gritos y los golpes, me levanté lentamente y guardé las espadas, con mi mano iba taponando la herida y poco a poco llegué hasta el vestíbulo…
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