[Privado - Pasado] Un día en la ciudad noble (Arribor y Tifa)

Arribor despertó bruscamente. La tenue luz matutina se colaba por la diminuta y única ventana de aquel lugar y bañaba su rostro obligándole a girar la cabeza. Se levantó dolorido y echó un vistazo alrededor. No recordaba nada de cómo había llegado hasta allí y tan siquiera de donde estaba. Se encontraba en el interior de una pequeña construcción de poco más de dos metros de alto. Cuando salió al exterior se dio cuenta de que estaba en lo alto de una gran muralla con una serie de construcciones como en la que él se encontraba a lo largo de todo muro. Probablemente estuviesen destinadas para la vigilancia y la protección de la ciudad, cualquiera que fuera. Lo único que tenía claro era que se encontraba en el East Blue y, teniendo en cuenta su mala memoria y su tendencia a beber, ya era un gran logro recordar eso.

Desde su posición podía ver una elegante y lujosa ciudad, rodeada en su totalidad por la amplia muralla en la que él se encontraba excepto por la parte sur, la cual daba al mar. En el centro de la ciudad se alzaba una portentosa construcción, que suponía que sería un castillo, también rodeada por una muralla. A las afueras, entre las montañas, se extendía un paisaje totalmente contrario al del interior del muro: un gigantesco vertedero que abarcaba hasta donde llegaba la vista.

Mientras buscaba la forma de bajar de allí se dio cuenta de las ropas que llevaba. Iba vestido con una especie de uniforme gris con una chaqueta verdosa. Se fijó y vio que en el interior de la ciudad, y sobretodo alrededor de la muralla, había bastantes hombres armados vestidos con esas mismas ropas. No estaba seguro de por qué iba así vestido pero supuso que tendría algo que ver con alcohol. Aun así le resultaba extraño ya que normalmente aguantaba perfectamente la bebida. -“Debí de pasarme mucho anoche.”- pensó Arribor mientras descendía por una empinada escalera que desembocaba a pocos metros de una gran puerta.

En ese momento se dio cuenta de algo aún más preocupante que todo lo anterior, había perdido una de sus armas. Su espada extensible, la cual siempre llevaba en la parte trasera de la cintura, había desaparecido. No es que fuese muy hábil con la espada pero la habilidad de aquella le resultaba útil en ciertas ocasiones y no le gustaría perderla. Tras comprobar que no estaba en los alrededores ni tampoco en la torre de vigilancia donde se había despertado, decidió investigar un poco y comprobar que es lo que había estado haciendo la noche anterior. Definitivamente no volvería a beber.

Bajó hasta la base de la muralla y buscó alguna taberna cercana. Si de verdad había pasado la noche en aquella ciudad sin duda habría pasado por alguna. Sin embargo lo único parecido que había por allí era un refinado local con apariencia de caro. Dudaba que le hubiesen dejado siquiera entrar la noche anterior pero no perdía nada por probar. Se disponía a entrar cuando una voz a su espalda llamó su atención.

Por fin había llegado a Goa, después de varios días en aquel barco mercante ya era hora de que hiciésemos una paradita, nada mas desembarcar en el puerto el sol me cegó levemente haciendo que tuviese que ponerme la mano cerca de la cara para poder ver algo, bajé por la tabla esta llegar al puerto y allí lo primero que hice fue dar un paseo por la ciudad.

Según tenía entendido esta era una ciudad noble pero por lo visto los de aquí no tenían ningún tipo de relación con los Tenryuubittos, mejor para mí si no no creo que pudiese pisar esta ciudad sin tener un pelotón de Marines detrás mía,  ya por la ciudad comencé a pasearme por todas las calles viendo como convivían los habitantes.

No parecía haber nada extraño en sus vidas salvo unos pintorescos personajes vestidos de gris y armados, supongo que serían algo así como la justicia de la isla pero no se les veía con pintas de ser capaces de gran cosa, solo eran peligroso por las armas que portaban y como mucho, pero bueno, lo mejor será no armar demasiado follón en la ciudad por si acaso.

Seguía con mi paseo hasta que llegué a una especie de mercadillo donde vendían todo tipo de cosas, desde comida hasta ropa, allí había bastante gente reunida que realizaba sus compras diarias y demás, un bonito lugar teniendo en cuenta que la parte exterior de la isla estaba infestada de basura.

Después de aquello me entró hambre al ver tanta comida así que decidí pasarme por la taberna para refrescarme y comer algo que desde que había desembarcado no había tomado nada mas que el desayuno y lo tenía ya cerca de los pies, seguí paseando hasta que a lo lejos encontré la taberna, me dirigí hacía allí cuando de pronto una niña me paró para pedirme algo.

- Perdona ¿Podrías decirme por donde está el puerto? tengo que llevarle la comida a mi hermano pero nunca he venido hasta ahora. Dijo la pobre con cara de pena, me recordaba a mi cuando era pequeña y tenía su edad solo que mi infancia fue mas complicada.


- Claro pequeña, sígueme iremos juntas. Le dije mientras le sonreía para que no se asustase.

Realmente era un contratiempo pero no podía negarle un favor a una niñita tan pequeña y menos con la carita de cordero degollado que me había puesto así que volvimos a realizar todo el camino hasta el puerto pero esta vez siguiendo un camino mas directo, sin tener que pasar por el mercado. Realmente desde donde estábamos se podía ver el mar y podría haber ido ella sola si siguiese el mar pero de todas formas ya que me había pedido el favor lo mínimo que podía hacer por ella era acompañarla al menos hasta que se encontrase con su hermano, por lo poco que pude deducir su hermano tenía que estar trabajando cerca del puerto o en el mismo, si no no tenía mucha lógica que hubiesen quedado allí.

-No puede ser, creía que a estas alturas ya estaría muerto. -oyó decir al desconocido.

Arribor se giró y se topó de frente con un fornido hombre. Medía casi tres metros y medio y lucía una portentosa melena rubia bastante mal cuidada. A la espada cargaba un gigantesco barril y llevaba otro entre las manos, ambos casi tan grandes como él. El moreno lo miró sorprendido, ¿se estaba dirigiendo a él?, ¿por qué decía que podría estar muerto?

-Esto... ¿te conozco? -Confiaba en que aquel tipo supiese algo de lo que le había ocurrido la noche anterior.

-¿No te acuerdas de mi? Supongo que es normal, al fin y al cabo tomaste una dosis bastante grande. -dijo el tipo sin borrar la sonrisa de su rostro. Al ver la cara de desconcierto de Arribor se apresuró a continuar. -Me refiero a la droga. Los soldados de aquí la utilizan a veces con los criminales y los tipos problemáticos para poder arrestarlos sin que se resistan. Como tú anoche. Montaste una buena en el bar. Supongo que por eso no te acuerdas, jajajaja. -la risa de aquel hombre era increíblemente grave, casi parecía un toro.

El pirata sopesó lo que acababa de oír. Al parecer los soldados de la ciudad le habían drogado para poder llevárselo. No esta seguro de porqué pero poco le importaba eso, lo único que le interesaba en ese momento era recuperar su arma perdida. Tal vez los mismos soldados que se lo llevaron se la robaran. Aunque eso no explicaba porqué llevaba aquella ropa. Además todavía no sabía que era lo que había ocurrido en el bar, aunque solía beber bastante, nunca armaba escándalos tan grandes. Al menos estando él solo.

-No estoy seguro de que fue lo que hiciste pero cuando llegué a entregar algunos barriles de licor te vi a ti dando voces y a los soldados rociándote con aquel maldito gas. Esa cosa casi me duerme a mi también.

-¿Y sabes que ocurrió después?

-No tengo ni idea. Te sacaron de la taberna y dijeron que echarían tu cuerpo a la Gray Terminal. Yo me quedé dentro del local así que no se adonde fuisteis. En fin, si no te importa tengo que hacer una entrega. -El rubio gigantesco le sonrió y entró a la taberna para dejar los barriles.

Arribor decidió entrar también. Nada más hacerlo, algunos de los clientes se giraron hacia él, con una mirada de estupefacción. Seguramente le recordaban de la noche anterior y también les sorprendía que no hubiera sido eliminado por los soldados. El moreno le preguntó al camarero por lo sucedido la noche anterior pero no sacó nada en claro. Lo único que pudo decirle fue que había saltado al cuello de un tipo y había comenzado una pelea aunque no sabía el porqué. Supuso que eso fue lo que provocó que aparecieran los soldados para arrestarlo. El camarero no conocía al hombre con el que se enfrentaba pero según le dijo pudo escabullirse de los soldados y escapar por la puerta trasera.

Arribor salió del local. Ya sabía que la noche anterior había estado peleando con alguien, aunque no supiera el motivo. Se preguntaba cual sería el siguiente paso. El pirata contempló la ciudad que se alzaba ante él y sonrió. El día acababa de ponerse interesante.

Tras un rato paseando por el puerto por fin encontramos al hermano de la niñita, este estaba trabajando descargando las mercancías de los barcos mercantes que traían sus productos a la ciudad para venderlos mas tarde en el mercado, el joven solo vestía unos pantalones color azul y unas zapatillas de deporte, la parte superior la tenía al descubierto mostrando unas cicatrices de latigazos en su espalda, por lo visto había sido castigado por algún tipo de fechoría o algo similar.

- ¡¡Hermanito!! ¡¡Ya estoy aquí!!. Dijo la pequeña nada mas verlo

- Oohh. ya veo que no te has perdido, estas hecha toda una mujer. Dijo el hermano mayor poniéndose de cuclillas para quedar a la altura de la menor. - Supongo que tu has ayudado a mi hermana para llegar hasta aquí, gracias. Me dijo sonriéndome

- Tranquilo, no pasa nada, es una niña muy simpática, bueno, yo me voy ya que tengo algo de prisa. - Dije mientras me daba media vuelta y volvía camino de la taberna.

Sin duda ayudar a la pequeña me había retrasado bastante y la sed y el hambre que sentía habían ido en aumento, tenía algo de prisa en llegar y saciarme cuanto antes pues sentía como si me fuese a desmayar de un momento a otro, aligeré bastante el paso para no tardar demasiado hasta que en cosa de unos diez minutos había llegado a la puerta de la taberna.

Bajé el ritmo y me adentré en la taberna, nada mas entrar pude ver que todo estaba calmado salvo por un par de borrachos en el fondo del local que no hacían mas que dar voces y gritos además de soltar algún que otro improperio a las camareras, ese tipo de persona me repugnaba desde lo mas profundo de mi ser pero traté de no hacerles demasiado caso y me senté en un taburete de la barra para pedirme algo de beber y de comer.

- Buenos días, quisiera un buen refresco y algo de comer por favor. - Le pedí al tabernero lanzándole una media sonrisa amigable.

- Enseguida jovencita. - Dijo el tabernero mientras preparaba el pedido, se podía ver que era un hombre ya de muy avanzada edad, quizás superase los sesenta y cinco años, con lo ojos medio entornados y ya poco pelo en la azotea, al menos parecía mas simpático que muchos de los presentes en el local.

El hombre no tardó mucho en traerme lo que le había pedido, una buena copa de vino y también me sacó un trozo de carne bien jugosa para acompañarla, nada mas dejarlo todo en la barra comencé a darle un par de bocados a la carne y de cuando en cuando un trago a la copa, siguiendo ese ritmo no tardé mas de diez minutos en vaciar la copa y el plato de carne.

Me disponía a pedir un poco mas de vino cuando uno de los borrachos del fondo de la taberna se acercó hacía mi buscando bronca, este se puso a mi lado tambaleándose en la barra y diciéndome burradas de todo tipo como " Eh nena, si te cojo por banda te dejo echa un ocho" y mas burradas de ese estilo, el tabernero le pidió amablemente que dejase de molestarme pero esto no hacía caso hasta que pronto su mano acabó en mis posaderas.

En aquel momento me puse toda colorada mientras de fondo se podían escuchar las risas de los compañeros de aquel tipejo, de pronto la ira y la rabia se apoderaron de mi ser y me volví una mala bestia, tenía la copa en la mano y esta de pronto estalló en decenas de pedacitos, di un golpe contra la barra de la taberna y el plato se partió en dos.

- Acabas de firmar tu sentencia de muerte. - Le dije gritándole a la vez que me transformaba en mi forma híbrida y me crecían dos brazos y dos piernas más a la vez que mi tamaño aumentaba, la cara del hombre aquel era todo un poema pero ya era tarde, de un puñetazo atravesó toda la taberna saliendo disparado por la puerta y yo detrás para seguir sacudiéndole.

Salté sobre él dejándole inmovilizado a la vez que le soltaba una ráfaga de puñetazos en plena cara, seguramente el hombre aquel habría perdido la vida si no hubiera sido por la aparición de la policía de la ciudad que comenzaron a perseguirme haciendo que tuviese que huir del lugar.

Arribor andaba perdido. Total, absoluta y completamente perdido. Tras salir del bar después de hacer varias preguntas más había decidido que buscaría algún tipo de cuartel donde se reuniesen los soldados. Con un poco de suerte allí encontraría a algunos de los hombres que le arrestaron la noche anterior y podría preguntarles un par de cosas. Dudaba que se lo dijeran sin más, así que imaginaba que tendría que ejercer algún tipo de "influencia" sobre ellos para conseguir respuestas. La idea de colarse en un lugar lleno de soldados habría supuesto una difícil decisión para cualquiera, pero la normalidad no iba con él. Había tomado una decisión y era demasiado vago para pensar en otras posibilidades, prefería ir directamente al grano y dejarse de sutilezas.

Sin embargo no había conseguido nada. Llevaba más de una hora dando vueltas por la ciudad y no había encontrado nada parecido a un cuartel. Contaba con que hubiera algún tipo de mapa por las calles, algo que indicase la posición de los edificios importantes pero no había nada. Lo único que había encontrado era una increíble cantidad de miradas acusadoras que le juzgaban por sus pintas. Realmente era una gente molesta.

Al cabo de un buen rato se ido por perdido. Sin darse cuenta había llegado a la misma taberna de la que había salido antes y no tenía ni idea de hacia donde ir. Pero de repente se le ocurrió, sabía que cerca de las puertas de la ciudad había gran cantidad de soldados, así que era el mejor sitio donde encontrar un cuartel.

Se encaminaba ya hacia allí cuando una extraña criatura le embistió. Era una especie de mezcla entre humano  e insecto o algo así. Realmente era peculiar. Aquella cosa le golpeó mientras se dedicaba a golpear a otro tipo, un pobre desgraciado que estaba recibiendo una fuerte paliza. Estuvo unos segundos golpeándole sin parar hasta que varios soldados armados corrieron hacia aquel ser. Viéndolo detenidamente, parecía ser una mujer con varias extremidades de sobra. Esta hecho a correr antes de que los soldados llegasen hasta ella y Arribor se quedó allí boquiabierto. No tenía claro que acababa de pasar, pero de repente la solución a sus problemas había aparecido corriendo a su lado. Por fin encontraba a algunos soldados a los que interrogar y no pensaba dejar pasar la oportunidad, así que echó a correr tras el grupo de soldados y la mujer-insecto.

AL ver que estos no se detenían decidió tomar medidas drásticas. Agarró el puñal que siempre llevaba y se lo clavó en la palma de la mano derecha. Entonces utilizó su sangre y la transformó en una serie de lanzas que salieron despedidas hacia los soldados, derribándolos pero sin llegar a causarles heridas demasiado graves. El  pirata se acercó a los caídos y agarró al que parecía menos herido, levantándolo en el aire. Era hora de recuperar lo que era suyo.

-Bien, ¿qué tal estás?. ¿puedes hablar? -le preguntó el moreno a la vez que le daba una palmada en la cara para que se despejase. Además tuvo que patear a otro de los soldados, el cual comenzaba a levantarse para atacarle. -Mírame bien, ¿me recuerdas? Anoche tuve un pequeño problema con varios de los tuyos y me desapareció algo importante, un pequeño puñal. ¿Qué me dices, sabes de que te estoy hablando? -el hombre no parecía tener ni idea de lo que le estaba hablando, es más, no parecía saber siquiera donde estaba. Arribor pensó que tendría que darle un par de tortas más para lograr que sus ideas se aclarasen.

Comencé a correr pero antes incluso de que mis piernas hubieran calentado un hombre derribó a todos los policías que se disponían a perseguirme, volví hasta él para darle las gracias cuando pude escuchar lo que hablaba con uno de los caídos, por lo visto estaba buscando una especie de cuchillo o algo por el estilo, ahora estaba en deuda con él por haberme salvado así que pensé que lo mejor sería ofrecerle mi ayuda para encontrar el objeto perdido.

- Gracias por lo de hace un momento, me llamo Tifa, es un placer conocerte. - Le dije mientras le tendía la mano en señal de amistad. - He oído que has perdido un objeto, ¿Qué te parece si te ayudo a encontrarlo?- Le dije con una sonrisa en la cara y esperando su aprobación.

Antes de que pudiésemos seguir la charla aparecieron mas policías, me fijé y por lo visto uno de los que estaban tendidos en el suelo había avisado a otros patrullantes cercanos para que sirviesen de apoyo, menudo fastidio, ahora que por fin nos habíamos deshecho de ellos aparecían mas y mas y de varias calles dejándonos rodeados, la cosa se estaba poniendo bastante fea, no quedaba mas remedio que luchar y esta vez no podíamos confiarnos.

Agarré mi látigo y desenganché las cuatro cuchillas que me servían de nudillos, me coloqué cada una de ellas en una mano y me coloqué en posición, posiblemente había todo un regimiento de policías dispuestos a atraparnos y fastidiarnos el día pero yo no iba a dejar que eso sucediese, apreté los nudillos y me lancé contra uno de los flancos, mas o menos habrían sobre veinte agentes de la ley enfrente mía contra los que tendría que combatir.

- Esta mitad son míos, para ti el resto. - Le dije a lo lejos mientras corría contra ellos.

Nada mas llegar hasta su posición di un salto para aterrizar mi pie contra la cara de uno de ellos, en ese momento el resto desenvainó sus espadas y se pusieron en guardia apuntándome con ellas, uno de ellos vino contra mi elevando la espada por encima de su cabeza, en ese momento le di un fuerte puñetazo en el estómago haciéndole caer arrodillado a mis pies, tres mas intentaron lo mismo pero con un giro rápido les corté a todos a la altura de los muslos, con ese movimiento perdieron el equilibrio y cayeron posteriormente solo fue cuestión de rematarlos con un talonazo en plena cara.

Ya quedaban menos y alguno que otro hizo amago de retroceder un poco quizás para ganar algo de espacio, realmente con eso no se salvarían de una buena paliza, en ese momento solo quería seguir pateando sus traseros y desahogarme por lo que había hecho aquel hombre en la taberna, si, posiblemente estaba siendo un poco rencorosa pero en este mundo por lo visto solo se respeta la ley del mas fuerte y si quería que me respetasen ya era hora de empezar a sacar fuera toda esa fuerza que tenía dentro de mi.

El soldado no parecía saber nada, realmente era muy molesto. Parecía que lo único que le interesaba era insultarle e intentar zafarse inútilmente de su agarre. No lograba darse cuenta de que no le dejaría ir hasta que no averiguase lo que necesitaba saber. Sin embargo alguien le interrumpió, se trataba de una joven morena con un extraño parecido a la criatura que le había embestido hacía solo un minuto. Arribor la miró fijamente durante unos segundos, era increíble como se parecía al ser mitad humano mitad insecto o algo parecido. Cualquiera hubiera entendido en un instante que se trataba de la misma persona pero su capacidad para relacionar conceptos era un tanto limitada.

-Gracias por lo de hace un momento, me llamo Tifa, es un placer conocerte. He oído que has perdido un objeto, ¿Qué te parece si te ayudo a encontrarlo? -le dijo la chica teniéndole la mano. Arribor lo pensó unos instantes, si contaba con ayuda tal vez pudiera acabar con aquella infructuosa búsqueda de una vez por todas.

-Claro, ¿porqué no? -contestó el pirata. -Me llamo Neus, Arr... -Una serie de gritos y exclamaciones interrumpieron su presentación. Resultaron ser un grupo bastante nutrido de soldados. Seguramente los hubiera avisado alguno de los tipos que había derribado; lo cierto era que le resultaba un tanto molesto que no hubiera noqueado a todos pero en fin, que se le va a hacer.

-Esta mitad son míos, para ti el resto. -propuso la tal Tifa mientras desenfundaba sus armas y se encaraba hacia el grupo de hombres armados. Sin embargo no contaba con que Arribor no tenía le menor interés en aquella pelea. Le había quedado bastante claro que no eran más que una panda de debiluchos y no le apetecía perder el tiempo con ellos. Sin prestarles la más mínima atención volvió a preguntarle al otro tipo donde podía estar su arma perdida.

Mientras la chica se dedicaba a derribar a los soldados, él se iba frustrando más y más con cada respuesta negativa. Llegó un momento en el que no aguantaba tanta charla inútil y, cuando una bala pasó rozando su mejilla, decidió ponerse serio de una vez. Arribor se giró hacia el grupo de soldados que iba hacia él y les lanzó una mirada tan terrorífica que hizo retroceder a algunos de ellos. Sin mediar palabra se llevó la mano a la herida de su mejilla y "sacó" una diminuta esfera roja, formada con su sangre. Esta se mantenía flotando en la palma de su mano, esperando a ser disparada. A pesar de lo que pudiera parecer aquella bala estaba formada por una buena cantidad de sangre comprimida para hacerla más potente. Concentró su Haki en Armadura en la bala de sangre y la apuntó hacia la parte baja de un edificio de cuatro plantas situado a pocos metros de sus adversarios. El impacto fue demoledor, lo bastante como para destruir parte de la planta baja y hacer que le estructura se desplomara sobre los soldados causando una densa nube de polvo.

Por un segundo se preguntó que habría sido de la chica. Según creía no se habría visto afectada por el derrumbamiento pero por si acaso decidió buscarla. Además tal vez pudiera obtener información de alguno de esos soldados y recuperar lo que era suyo. Realmente estaba siendo un día muy estresante.

Me lo estaba pasando genial asesinando a la policía de Goa cuando de pronto un edificio comenzó a derrumbarse bastante cerca de donde yo me encontraba, mientras caía me giré para ver a Neus, por lo visto había sido él quien había hecho caer el edificio pero ¿Como? Apenas había podido ver nada mientras estaba entretenida y aún así para realizar esa hazaña se necesita un poder bastante elevado, no todo el mundo tiene suficiente fuerza para lograr tal cosa.

La sombra del edificio se posó encima mía y en aquel momento reaccioné, si me quedaba allí quizás podía resultar herida o quizás no pero de seguro que no iba a quedarme cerca para comprobarlo, retrocedí hasta quedar a una distancia de seguridad suficiente para que no me alcanzase y allí me quedé viendo el espectáculo del poder de Neus.

Los escombros acabaron con los agentes de Goa en un abrir y cerrar de ojos, cuando la nube de polvo descendió me acerqué a Neus para comprobar que se encontraba bien y comenzar a buscar su preciado objeto, realmente debía significar mucho para él si era capaz de destrozar un edificio entero y acabar con todas esas vidas solo por conseguirlo, después de haber acabado yo también con aquellos tipejos me había quedado con ganas de mas y cerca de Neus era muy probable que tuviese la oportunidad de destrozar a algunos mas.

- ¿Te gusta hacerlo a lo grande eh? - Dije mientras me acercaba y a la vez guardaba mis armas, después de eso recogí mi pelo con la cinta roja que tenía en el brazo hasta que por fin llegué a su altura.

- ¿Y bien? ¿Alguna pista que nos lleve hasta ese objeto?
- No había prestado mucha atención a la conversación que había mantenido con aquel hombre así que no sabía si teníamos algo por donde comenzar a buscar o si seguiríamos dando palos de ciego por todo el reino de Goa.

Ya cerca de él a lo lejos se podía escuchar mas agentes de Goa que se acercaban hasta allí para dar mas guerra, si no nos íbamos de allí ahora nos tocaría volver a enfrentarlos y aunque para mi era entretenido, teníamos que encontrar el objeto de Neus cuanto antes.

- Por ahora lo mejor será ocultarnos. - Le dije a Neus mientras observaba por donde podrían aparecer los agentes, si el muchacho tardaba mucho en reaccionar de seguro nos pillarían de nuevo.

-¿Te gusta hacerlo a lo grande eh? -oyó decir a la chica. Debido al polvo no se había dado cuenta de su presencia hasta que no la tuvo al lado así que le pilló por sorpresa.

-¿Lo dices por eso? -preguntó señalando al edificio derruido. -Si bueno... emm... si alguien pregunta dile que ya estaba así cuando llegamos ¿vale? -No quería arriesgarse a que se supiera que había sido él quien había causado tantos daños en una isla protegida por el Gobierno Mundial. Si alguna persona inadecuada llegara a enterarse tal vez tendría problemas. Sin embargo no pensaba detenerse por eso. Pensar las cosas antes de hacerlas no era su estilo y menos cuando le habían robado.

-¿Y bien? ¿Alguna pista que nos lleve hasta ese objeto? -inquirió la tal Tifa. Lo cierto era que no recordaba haberle dicho nada acerca de lo que buscaba, de hecho ni siquiera recordaba haber cruzado más de tres o cuatro palabras con ella. Supuso que debió haber oído su pequeña charla con aquel guardia.

En aquel momento era incapaz de recordar que unos segundos antes de la escaramuza con los soldados habían estado hablando sobre lo mismo, al fin y al cabo su capacidad de atención era bastante limitada la mayoría del tiempo. -"Cotilla" -pensó el pirata mientras buscaba con la mirada a algún soldado que continuase consciente.

-Eso deberíamos preguntárselo a... ese tipo de ahí. -Mientras hablaba, Arribor se acercó al primer soldado que vio intentar levantarse. Era un tipo con algunos kilos de más lo que sumado a su baja estatura le hacía preguntarse como había logrado entrar en la policía de aquella isla. Lo agarró del hombro y lo alzó sin dificultades hasta quedar cara a cara con él. -¿Qué hay? -preguntó "amistosamente". -Verás, no tengo mucho tiempo, así que ¿por qué no nos ahorramos tiempo y me dices si me viste anoche?-

-¿Si te vi anoche? ¿Qué clase de pregunta es esa? Anoche mi unidad tuvo que drogarte y sacarte a rastras de un bar. ¿Por qué atacaste a aquel tipo? ¿Acaso no sabías quién era? -dijo el soldado. Al hablar del hombre con el que Arribor había peleado la noche anterior parecía profundamente sorprendido. Como si haberse liado a puñetazos con él fuera algo impensable. Ante la mirada de incomprensión del pirata el soldado continuó. -Vaya, de verdad no lo sabías. Ese tipo era el hijo de una de las familias más influyentes de la isla. Además de un conocido carterista, jajajaja. De verdad eras idiota. Creí que estabas loco pero no, resulta que solo eres un ignorante.

-¿Dónde puedo encontrarlo? -preguntó lo más seriamente que pudo, aquel tipo empezaba a hartarle.

-Todos los soldados sabemos donde suele estar. Le hemos visto robar gran cantidad de cosas, pero nunca nos hemos atrevido a detenerlo. Sus puños dan tanto miedo como su apellido, jajaja. -Al notar como la mano de Arribor apretaba su hombro cada vez más, el soldado se apresuró a decirle lo que deseaba saber. -Su nombre es Omoi, Omoi Agatta. Podrás encontrarlo en cualquier local lujoso de la zona rica de la ciudad, en busca de algún noble adinerado y despistado. Es todo lo que se, ahora dej... -No tuvo tiempo de acabar la frase.

Tras noquear a aquel hombrecillo irritante, Arribor se dispuso a encaminarse a la zona rica de la ciudad. No quería tener que perder más tiempo con soldados debiluchos así que comenzó a caminar rápidamente. A los pocos segundos se detuvo y dio media vuelta. Entonces se giró hacia la chica.

-¿Tienes idea de como llegar a la zona rica de la ciudad? -Sabía que aquella zona estaría rodeada por una muralla interior pero los edificios le impedían verla desde donde se encontraba y no quería volver a perderse.