Squall Leonhart

Nació en el East Blue, en la Villa Shimotsuki, isla de espadachines. Desde muy pequeño quiso aprender el arte de la katana, pero como era muy pequeño, aun no podía aprenderlo. Mientras, su padre lo entrenaba con una especia de katana echa de bambú. Se enfrentaba a todos los niños de su edad. Un día en ese dojo, hubo un torneo de espadachines tanto como para los más mayores como para los más pequeños, incluido Squall. El torneo comenzó y primero empezaron los niños. Hasta el tercer combate no le tocaba al pequeño Squall.
Pasaron dos combates y por fin era el turno de Squall. Le había tocado contra el niño que le caía mal en la escuela de entrenamiento, así que se tendría que emplear a fondo si quería derrotarlo, pues el otro niño también era muy bueno. Así lo hizo, aunque le costó consiguió derrotarlo y humillarlo delante de todos.

Squall odiaba a ese niño y, bueno tampoco es que Squall fuera muy sociable. Pasaron rondas y rondas y siguió ganando hasta llegar a la mismísima final. En todo torneo siempre había un premio pero en esta había dos, el primero era que el que ganara el torneo infantil, empezaría a entrenar con una katana de verdad y el segundo premio lo mostró el maestro del dojo quitando una lona de encima de una mesa.

Era una katana, que medía aproximadamente un metro y diez centímetros de largo por cinco centímetros de ancho. Era una katana de doble filo, además de esto se podía ver que el mango o empuñadura de la katana estaba echa de madera de bambú previamente tratada y endurecida mientras que estaba adornada por un tipo de protección en tonos blancos y morados. Era una katana preciosa, su maestro la llamó Luna Roja y explico el por qué:

-  La hoja de la katana está compuesta principalmente por tres tipos de minerales siendo los principales el carbono y hierro la aleación que le dan a la hoja de acero el endurecimiento necesario más un mineral más del cual se desconoce como componente y le otorga la capacidad de cambiar el color de su estructura a un rojo carmesí solo y solo cuando los rayos lunares caen sobre ella de ahí su nombre.

Squall estaba muy atento a lo que el maestro del dojo estaba explicando sobre la katana. Esa katana tenía que ser suya. En la final le toco contra el alumno más aventajado de todos, el hijo del maestro del dojo.
El combate empezó y Squall se precipitó a atacarle, pero el otro niño, llamado Daiki, esquivó su ataque y le dio con la espada de bambú. El combate se haría largo si seguían así. Después de varias horas y de aguantar todos los ataques de Daiki. Squall consiguió asestarle un golpe y tirarlo al suelo. Le puso la punta de la espada de bambú en frente de la cara y dijo:

- La victoria es mía. Por fin tendré esa katana en mis manos y empezaré a entrenar con katanas de verdad.
Cinco años después, Squall perfeccionó tanto su habilidad con la katana que empezó a combatir contra los adultos a pesar de tener 15 años. Derrotaba a uno, y a otro y a otro. Nadie podía con él, hasta que un día el maestro del dojo le reto a un combate. Max, que era como se llamaba el maestro, se acercó a

Squall, le puso las manos en el hombro y le dijo:

- Si logras derrotarme, seré tu maestro personal. Te enseñaré solo a ti y los demás jóvenes se entrenarán con los otros maestros espadachines. ¿Qué te parece?

Squall asintió con la cabeza y le dijo unas palabras:

- Me parece justo. Será un duro combate pero lograré vencerte y me convertiré en el mejor espadachín de la isla y así podré demostrar a todos que soy mejor que nadie y que yo solo me basto para ganar combates. Que no tengo que depender de nadie para hacerlo.

El maestro sonrió y tras una breve pausa, pronunció unas palabras:

- Bien, comenzaremos mañana al alba. Todo el dojo va a estar presente. El combate puede durar días o incluso meses. ¿Estás seguro de querer hacerlo?

Squall respondió fría y brevemente:

- Sí.

A la mañana siguiente, Max se dirigió al gran árbol que había detrás del dojo que era donde se iba a celebrar el combate. Y a los pocos minutos llegó Squall.
Un alumno del dojo dio el comienzo del combate. Los dos empezaron atacando con todo. Más que un combate era una prueba de resistencia para perfeccionar la de Squall. El combate perduraba horas, esas horas se convirtieron en días. Por supuesto paraban para comer, beber y dormir y luego seguían. Esos días se convirtieron en meses y por fin tras un descuido de Max, el cuál Squall lo aprovechó, consiguió atacarle y mandarle la espada a volar, y se vio como se clavaba en la corteza del árbol y como Squall estiraba su brazo y ponía la su katana en horizontal, apuntando a Max con la punta de la katana mientras decía:

- He ganado. Ahora debes cumplir con tu promesa.

El maestro cumplió con su promesa y empezó a enseñar el Itoryyu a Squall, pues sabía que iba a ser un especialista en ese arte y no en ningún otro.
Una parte de su entrenamiento era el meditar bajo una cascada para canalizar su energía y espíritu. Su entrenamiento no era más que ese, meditar bajo la cascaba y combatir día a día contra su maestro.
Así pasó 5 años, haciéndolo una y otra vez.

A la edad de 20 años, la Marina asaltó su Villa, buscando gresca e intentando atemorizar a la gente de la isla y a los alumnos del dojo. Estos les plantaron cara, eran cien marines contra cincuenta alumnos del dojo, incluido Squall, más el maestro Max. Empezó una guerra para salvar a la Villa Shimotsuki de los Marines. Los soldados y alguno de los altos cargos de la Marina eran grandes combatientes.
En un descuido de Max el maestro del dojo, el Marine de más alto cargo clavarle la espada en el estómago, atravesándolo de adelante a atrás. Éste cayó al suelo, cuando el marine quitó la espada de su cuerpo.
Squall lo vio todo y un impulso de ira recorrió todo su cuerpo. Su velocidad había aumentado una barbaridad, se movía como si fuese un León persiguiendo a su presa. Mientras se movía, parecía como si bailara. Los cien marines fueron derrotados, quedando solo diez alumnos del dojo, los más aventajados. El marine de alto cargo que aún seguía con vida, no podía creer lo que veía en sus ojos, que unos alumnos de un dojo les habían derrotado a todos.
Squall lo vio, se acercó a él, lo cogió por el pecho, lo puso en alto contra la pared de una casa y le dijo:

- ¡¿Quién te envía?!  ¡Habla! Si no quieres que queme viva a toda tu familia dime lo que quiero saber. ¡Ahora!
El marine estaba asustado y rogando por la vida de su familia y respondió a Squall:

- Nos mandaron los Tenryyubitos por orden del Gobierno Mundial. Te he dicho todo lo que se, por favor no me hagas daño a mí, ni a mi familia tampoco.
Squall lo bajó y mirándole muy enfadado le dijo:

- ¡Lárgate, lárgate de mi vista¡ Y dile a los que te enviaron que como vuelvan a mandar a alguien a atacar esta isla, su patética vida se extinguirá.
Después de ver que el marine se había alejado todo magullado y asustado, cuando se le veía ya en la lejanía, Squall convocó a todo el pueblo para decir unas palabras:

- Muchos de nuestros hermanos han muerto dando su vida por defender esta isla, incluido Max, querido y amado por todos y mis padres. Lo justo es que toda la isla colabore y les demos sepultura para que puedan descansar en paz.

Toda la isla estuvo de acuerdo y procedieron a transportar todos los cuerpos para enterrarlos a todos juntos. Menos Squall que transportó el cuerpo de Max hasta la parte trasera del dojo, donde cavó una tumba y posó en ella el cuerpo de su maestro . Todo el dojo estaba presente, dándole el último adiós al que había sido su mentor toda su vida.
Desde ese preciso momento, la vida de Squall había cambiado completamente. Su destino era salir de su isla natal, para destruir a todos los Tenryyubitos y a la Marina. La isla sabía que había llegado el momento en el que Squall tenía que partir de la isla, en busca de una vida fuera de la isla que había sido su hogar 20 años de su vida.
A Squall no le gustaban las despedidas por lo que se marchó de la isla por la noche cuando todo el mundo dormía. Todos sabían que Squall era así y lo estarían esperando con los brazos abiertos y con un buen banquete a su regreso a la isla.
Squall partió, no sin antes coger provisiones de toda la comida que pudo, de sake y grandes cantidades de agua.
La nueva vida de Squall había comenzado.