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Hacía poco que había llegado a Villa Orange y al East blue. Se trataba de una villa mediana, bastante próspera y con una antigüedad notable, llegaba ya a los dos cientos años y aún se mantenía en perfectas condiciones. Si se compara con otras villas cercanas, se podría decir que está más avanzada. Además de otras muchas cosas, Villa Orange posee una biblioteca de varias plantas de altura. La primera vez que vi la biblioteca me sorprendió mucho. Recuerdo que me pareció demasiado grande para la Villa. Poco después me enteré que la biblioteca de la Villa Orange era conocida por toda la región y que recibía gran cantidad de visitas. La temática de los libros variaba según la planta: en la planta baja, se podían encontrar libros infantiles, tanto fábulas como historias épicas para los más pequeños y una pequeña sección para la prensa; la segunda planta estaba dedicada a novelas románticas y tragedias varias; en la tercera se podían encontrar libros de historia y por último en la cuarta y quinta planta libros de ciencias naturales y ciencias ocultas respectivamente.
No bien llegué a la villa, pregunté por una buena posada para alojarme y una vez allí, por la biblioteca. Había llegado al East blue en un barco comercial que traía cargamento del South Blue. Fue una larga travesía y conseguí pasaje a cambio de actuaciones para la tripulación, ayuda en algún que otro trabajo cuando hiciese falta y algunos berries.
La posada en la que me hospedaba, resultó ser bastante tradicional. Había pertenecido a la familia desde hacía varias generaciones y la habían ido reformando y adaptando a los tiempos actuales sin perder la esencia de posada tradicional. El mobiliario era de buena madera, tallados por un ebanista. La cocina de leña y el horno de piedra, calentado por leña también. Las habitaciones eran amplias sin llegar a ser grandes. El espacio estaba muy bien distribuido. Las camas se introducían en la pared, de forma que quedaba más espacio libre. La lista de mobiliario la completaban un pequeño escritorio y una silla, junto con un pequeño armario. Los colchones eran muy cómodos.
Pasado unos días de aterrizaje y aclimatación al East Blue y sus gentes, decidí comenzar con mis actuaciones, si es que el posadero me daba permiso, por supuesto. Tras hablar con él y hacerle alguna pequeña demostración, no puso demasiados problemas. Ya había ido a la biblioteca unas cuantas veces y consultado la sección infantil y romántica para ver si había algo nuevo para mí. Hasta la fecha tan solo había visto algunas variaciones de cuentos e historias ya conocidas y una o dos fabulas nuevas. Supuse que si continuaba ojeando encontraría más cosas nuevas.
- Muy bien, pues esta noche haré la primera actuación. Le dije al posadero y me fui a mi habitación a preparar las cosas.
A ver que me deparan las cosas en el East Blue. Espero que me vaya igual de bien o mejor que en el South Blue…
No bien llegué a la villa, pregunté por una buena posada para alojarme y una vez allí, por la biblioteca. Había llegado al East blue en un barco comercial que traía cargamento del South Blue. Fue una larga travesía y conseguí pasaje a cambio de actuaciones para la tripulación, ayuda en algún que otro trabajo cuando hiciese falta y algunos berries.
La posada en la que me hospedaba, resultó ser bastante tradicional. Había pertenecido a la familia desde hacía varias generaciones y la habían ido reformando y adaptando a los tiempos actuales sin perder la esencia de posada tradicional. El mobiliario era de buena madera, tallados por un ebanista. La cocina de leña y el horno de piedra, calentado por leña también. Las habitaciones eran amplias sin llegar a ser grandes. El espacio estaba muy bien distribuido. Las camas se introducían en la pared, de forma que quedaba más espacio libre. La lista de mobiliario la completaban un pequeño escritorio y una silla, junto con un pequeño armario. Los colchones eran muy cómodos.
Pasado unos días de aterrizaje y aclimatación al East Blue y sus gentes, decidí comenzar con mis actuaciones, si es que el posadero me daba permiso, por supuesto. Tras hablar con él y hacerle alguna pequeña demostración, no puso demasiados problemas. Ya había ido a la biblioteca unas cuantas veces y consultado la sección infantil y romántica para ver si había algo nuevo para mí. Hasta la fecha tan solo había visto algunas variaciones de cuentos e historias ya conocidas y una o dos fabulas nuevas. Supuse que si continuaba ojeando encontraría más cosas nuevas.
- Muy bien, pues esta noche haré la primera actuación. Le dije al posadero y me fui a mi habitación a preparar las cosas.
A ver que me deparan las cosas en el East Blue. Espero que me vaya igual de bien o mejor que en el South Blue…
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Orange, una ciudad con más de 200 años de antigüedad, estaría llena de tesoros y riquezas, pero no me importaban lo más mínimo, me había tomado vacaciones por mi cuenta y no me importaría lo que me dijesen, estaba harta de seguir las normas y ahora solo buscaba divertirme.
¿Que me depararía esta ciudad? ¿diversión o tortura? ¿vida o muerte? En realidad no me depararía nada de nada, solo había venido por su famosa biblioteca a leer un poco e investigar sobre las artes oscuras, algo que me fascinaba, es más en el centro del bosque de esta famosa isla hay varios mitos sobre esas artes así que no me importaría ponerlas a prueba.
Caminé tranquilamente por la isla observando las gentes y sus calles, amplias y grandes igual que los edificios y a los niños jugando y corriendo por las calles felizmente, que recuerdos...cuando yo hacía cosas así; a un par de niños jugando con una pelota se les escapó directamente a mí y pasaría de largo porque iba muy alta, estiré mi brazo y de el salió otro hasta que agarré la pelota, después de una patada se la volví a pasar a los niños y seguí con mi camino.
Al cabo de un rato me di cuenta de que me faltaba alguien a mi lado, ¡Monomi! sabía que no estaba y ahora lo había perdido de vista, miré para un lado y para otro pero no lo veía, era raro el no solía separarse de mi a menos que...tuviese hambre entonces si se largaría, ¡oh dios, a ver si se va a comer un niño! corrí calle arriba rápidamente y más tarde me lo encontré enfrentándose a un perro.
En fin, me acerqué y me lo llevé arrastras de allí, Monomi parecía un peluche pero era un oso bebé que encontré en un laboratorio un tanto macabro, y a mi lo macabro me fascina...
17:30
Al fin llegué a la biblioteca, era inmensa lo necesario para mi, seguro que en menos de dos o tres horas ya me habría ventilado todos los libros, subí las escaleras hasta la última planta que era donde se encontraba todo y cogí un libro que se llamaba "Artes oscuras en Orange" Lo agarré y me lo llevé hasta la mesa, allí empecé a leerlo, contaba varias leyendas sobre este lugar pero lo que me llamó la atención fue una página en la que había una imagen del bosque con un altar que decía:
"En este lugar se encuentran las runas necesarias para hacer un sacrificio o jurar la venganza de alguien, una vez se deja el cuerpo sin vida del sujeto sobre el altar con las runas alrededor se les echa sangre de la persona en cada una de ellas mientras se conjura..."
No ponía nada mas, me quedé anonadada al no poder seguir leyendo, estaba borroso como si lo quisiesen esconder y que nadie lo supiera, cogí el libro y me lo guardé para que nadie sospechara nada y salí de la biblioteca, cuando salí ya estaba anocheciendo así que me quedaba esperar a que fuese medianoche y se pusiese la luna llena.
Fui a la plaza principal para ver que podía encontrar y vi que estaban preparando una fiesta, en nada comenzaría así que me senté en una mesa alejada un poco de la multitud para poder ver mejor mientras bebía un trago de mi copa.
¿Que me depararía esta ciudad? ¿diversión o tortura? ¿vida o muerte? En realidad no me depararía nada de nada, solo había venido por su famosa biblioteca a leer un poco e investigar sobre las artes oscuras, algo que me fascinaba, es más en el centro del bosque de esta famosa isla hay varios mitos sobre esas artes así que no me importaría ponerlas a prueba.
Caminé tranquilamente por la isla observando las gentes y sus calles, amplias y grandes igual que los edificios y a los niños jugando y corriendo por las calles felizmente, que recuerdos...cuando yo hacía cosas así; a un par de niños jugando con una pelota se les escapó directamente a mí y pasaría de largo porque iba muy alta, estiré mi brazo y de el salió otro hasta que agarré la pelota, después de una patada se la volví a pasar a los niños y seguí con mi camino.
Al cabo de un rato me di cuenta de que me faltaba alguien a mi lado, ¡Monomi! sabía que no estaba y ahora lo había perdido de vista, miré para un lado y para otro pero no lo veía, era raro el no solía separarse de mi a menos que...tuviese hambre entonces si se largaría, ¡oh dios, a ver si se va a comer un niño! corrí calle arriba rápidamente y más tarde me lo encontré enfrentándose a un perro.
En fin, me acerqué y me lo llevé arrastras de allí, Monomi parecía un peluche pero era un oso bebé que encontré en un laboratorio un tanto macabro, y a mi lo macabro me fascina...
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Al fin llegué a la biblioteca, era inmensa lo necesario para mi, seguro que en menos de dos o tres horas ya me habría ventilado todos los libros, subí las escaleras hasta la última planta que era donde se encontraba todo y cogí un libro que se llamaba "Artes oscuras en Orange" Lo agarré y me lo llevé hasta la mesa, allí empecé a leerlo, contaba varias leyendas sobre este lugar pero lo que me llamó la atención fue una página en la que había una imagen del bosque con un altar que decía:
"En este lugar se encuentran las runas necesarias para hacer un sacrificio o jurar la venganza de alguien, una vez se deja el cuerpo sin vida del sujeto sobre el altar con las runas alrededor se les echa sangre de la persona en cada una de ellas mientras se conjura..."
No ponía nada mas, me quedé anonadada al no poder seguir leyendo, estaba borroso como si lo quisiesen esconder y que nadie lo supiera, cogí el libro y me lo guardé para que nadie sospechara nada y salí de la biblioteca, cuando salí ya estaba anocheciendo así que me quedaba esperar a que fuese medianoche y se pusiese la luna llena.
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Nada más subir a mi habitación me quité todo el maquillaje y me volví a maquillar los ojos. Me pinté el contorno de los ojos de dos colores: del lagrimal a mitad de ojo de azul (tanto arriba como por abajo) y después continuaba la línea con lila, terminando en una línea apuntada para dar la sensación de un ojo muy rasgado. Había decidido usar una máscara, para variar. Hacía mucho que no usaba ninguna y me apetecía. La máscara era mitad blanca y mitad negra, parecida al símbolo del Ying y el Yang, pero a diferencia de este, en lugar de un círculo del color opuesto tenía una espiral roja. Los ojos tenían forma rasgada, pero eran más grandes de lo que son los ojos de la cara, por lo que se podía apreciar el maquillaje del ojo. En lugar de bajar con las cosas dentro del saco como solía hacer, decidí bajar con las marionetas andando, las bolas en una pequeña bolsa en el cinturón y las dagas, como de costumbre, escondidas en las mangas, cinturón y botas.
Bajé al comedor y pedí la cena. Todavía era pronto, por lo que tuve que esperar un poco hasta que me sirvieron. Pedí una jarra de cerveza y entablé conversación con un tipo que estaba en la barra bebiendo también, para no aburrirme demasiado, y ver qué información podía obtener. El tipo era la típica persona en la que jamás te fijarías. Edad media, estatura media y rasgos muy comunes: pelo corto y castaño, barba de un par de días, ojos marrones, no demasiado corpulento, pero tampoco escuálido. Vestía camiseta y pantalón de tela, ambos marrones, desgastados por el uso diario.
- Buenas tardes, caballero
El parroquiano se quedó mirándome asombrado. No había reparado en mí hasta ese momento. No supo cómo reaccionar. Los ojos se le abrieron como si fuesen dos soles y una pequeña mueca de miedo cruzó su cara. Al ver que me quedaba mirándole, sin hacer nada y que mi tono había sido amistoso, fue recobrando poco a poco la compostura.
- Bu… Bu… Buenas tardes.
- Disculpe, quizás tendría que haberme quitado la máscara antes. A veces se me olvida la imagen que puedo dar. Soy un bufón nómada y voy a actuar esta noche aquí.
- Tranquilo, ha sido la primera impresión. Disculpa.
Resultó que aquel tipo no solo tenía un aspecto común, sino que además, también, lo era su vida. Aunque no me dijo nada útil, ni importante, me hizo pasar un rato agradable mientras esperaba mi cena.
Tan pronto como me sirvieron la cena, aquel tipo se fue de la posada, supuse que a su casa. La cena estuvo riquísima. Tenía ese gusto especial que deja la leña. Cené un poco de carne con frutas de la zona, todo asado. Para ayudar a pasarme entre pecho y espalda todo, pedí una pinta de cerveza y pan.
Conforme fue llegando la gente a tomar un trago después de un largo día de trabajo o a cenar, decidí empezar con mi función. Empezaría contando alguna historia del South Blue que no fuese muy conocida.
Bajé al comedor y pedí la cena. Todavía era pronto, por lo que tuve que esperar un poco hasta que me sirvieron. Pedí una jarra de cerveza y entablé conversación con un tipo que estaba en la barra bebiendo también, para no aburrirme demasiado, y ver qué información podía obtener. El tipo era la típica persona en la que jamás te fijarías. Edad media, estatura media y rasgos muy comunes: pelo corto y castaño, barba de un par de días, ojos marrones, no demasiado corpulento, pero tampoco escuálido. Vestía camiseta y pantalón de tela, ambos marrones, desgastados por el uso diario.
- Buenas tardes, caballero
El parroquiano se quedó mirándome asombrado. No había reparado en mí hasta ese momento. No supo cómo reaccionar. Los ojos se le abrieron como si fuesen dos soles y una pequeña mueca de miedo cruzó su cara. Al ver que me quedaba mirándole, sin hacer nada y que mi tono había sido amistoso, fue recobrando poco a poco la compostura.
- Bu… Bu… Buenas tardes.
- Disculpe, quizás tendría que haberme quitado la máscara antes. A veces se me olvida la imagen que puedo dar. Soy un bufón nómada y voy a actuar esta noche aquí.
- Tranquilo, ha sido la primera impresión. Disculpa.
Resultó que aquel tipo no solo tenía un aspecto común, sino que además, también, lo era su vida. Aunque no me dijo nada útil, ni importante, me hizo pasar un rato agradable mientras esperaba mi cena.
Tan pronto como me sirvieron la cena, aquel tipo se fue de la posada, supuse que a su casa. La cena estuvo riquísima. Tenía ese gusto especial que deja la leña. Cené un poco de carne con frutas de la zona, todo asado. Para ayudar a pasarme entre pecho y espalda todo, pedí una pinta de cerveza y pan.
Conforme fue llegando la gente a tomar un trago después de un largo día de trabajo o a cenar, decidí empezar con mi función. Empezaría contando alguna historia del South Blue que no fuese muy conocida.
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Que aburrimiento...ni siquiera había algo interesante a lo que mirar, aparte de estar rodeada de viejos, parecía que iban a hacer una fiesta, tenía que salir de ese sitio, pues no se a que hora empezaría todo pero se me estaba haciendo una eternidad.
Me levanté del lugar y fui avanzando difícilmente entre la gente a base de leves y pequeños empujones para que pudiese pasar, hasta que conseguí salir de toda la muchedumbre pesada en la cual casi me caigo de narices para salir.
Una vez fuera me puse a pasear por una especie de caminos como si ya estuviesen preparados para pasear y eran iluminados por pequeños farolines por las orillas acompañados de la luna llena, hacían una estancia realmente preciosa.
No debería caminar tanto o sino no llegaría a tiempo a la función, me giré y vi a lo lejos el reloj iluminado de la torre del edificio que marcaba la hora, en un rato empezaría la función así que volví de vuelta al edificio.
Al cabo de un rato, volví a llegar y entré por la puerta, estaba el doble de lleno que antes ¿porque saldría? últimamente solo me complicaba la vida buscando matar el tiempo y al final liándomela yo misma.
En fin...conseguí llegar hasta el interior y volví a llegar a la mesa en la que estaba antes, pero una mujer se había sentado antes con un par de niños, no me importaba, además estaba acostumbrada a estar en sitios con bastante gente pero no a agobiarme, la mujer se giró hacia mi y me dijo unas palabras que no podía entender mucho por el sonido de la multitud.
-Debe estar interesante la obra, llevaba tiempo queriendo venir con mis hijos...
Yo asentí con la cabeza sin enterarme de mucho y cuando iba a decir algo la función iba a comenzar.
Me levanté del lugar y fui avanzando difícilmente entre la gente a base de leves y pequeños empujones para que pudiese pasar, hasta que conseguí salir de toda la muchedumbre pesada en la cual casi me caigo de narices para salir.
Una vez fuera me puse a pasear por una especie de caminos como si ya estuviesen preparados para pasear y eran iluminados por pequeños farolines por las orillas acompañados de la luna llena, hacían una estancia realmente preciosa.
No debería caminar tanto o sino no llegaría a tiempo a la función, me giré y vi a lo lejos el reloj iluminado de la torre del edificio que marcaba la hora, en un rato empezaría la función así que volví de vuelta al edificio.
Al cabo de un rato, volví a llegar y entré por la puerta, estaba el doble de lleno que antes ¿porque saldría? últimamente solo me complicaba la vida buscando matar el tiempo y al final liándomela yo misma.
En fin...conseguí llegar hasta el interior y volví a llegar a la mesa en la que estaba antes, pero una mujer se había sentado antes con un par de niños, no me importaba, además estaba acostumbrada a estar en sitios con bastante gente pero no a agobiarme, la mujer se giró hacia mi y me dijo unas palabras que no podía entender mucho por el sonido de la multitud.
-Debe estar interesante la obra, llevaba tiempo queriendo venir con mis hijos...
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Dado que había público infantil, opté por una historia que conocía desde hace algún tiempo y que tenía moraleja. La historia trataba sobre un burro que nunca estaba contento y siempre veía el lado negativo de las cosas. Un día reflexionando sobre su vida descubre que de las cosas que se queja no son nada comparadas con todas las cosas buenas que le iban pasando y en las que apenas reparaba. A partir de ese momento se da cuenta que para ser feliz tan solo hay que vivir el día a día y aprovechar las pequeñas cosas.
Mientras iba contando la historia, la iba representando con mis marionetas. Para simular al burro, a Husky le puse algo de atrezzo. Un cordel a modo de rabo, un par de trozos de cartón como orejas y poco más. Para terminar la actuación hice algunos juegos malabares, con las bolas y alguna daga que otra para añadir un punto de “peligrosidad”, combinando las marionetas y a mí mismo. En el momento de pasar la daga de una marioneta a otra y después devolvérmela a mí el público exclamó un “¡oooh!” general.
Al parecer durante mi espectáculo la gente había consumido bastante más de lo habitual, pues el posadero tenía una sonrisa de oreja a oreja y ya estaba contando las ganancias de la tarde. Al terminar, la gente desalojó rápidamente la sala y se fue a su casa, pues ya era tarde y al día siguiente había que madrugar. Me dirigí al sonriente posadero y le dije:
-Bueno… ¿qué tal ha ido? Por tu sonrisa y lo pronto que has empezado a contar, deduzco que mejor de lo habitual… En fin, ponme una jarra de cerveza, por favor, que tengo sed después de tanto hablar. Mañana haré que me inviten a una cerveza durante la función.
Mientras me bebía mi cerveza y el posadero recogía las cosas me dediqué a contar mis beneficios propios. No había sido la vez que más dinero me habían dado, pero bueno tampoco estuvo mal.
Todavía quedaban algunas personas en el posada. Supuse que serían los que, como yo, estaban hospedados allí y algún trasnochador que otro.
Mientras iba contando la historia, la iba representando con mis marionetas. Para simular al burro, a Husky le puse algo de atrezzo. Un cordel a modo de rabo, un par de trozos de cartón como orejas y poco más. Para terminar la actuación hice algunos juegos malabares, con las bolas y alguna daga que otra para añadir un punto de “peligrosidad”, combinando las marionetas y a mí mismo. En el momento de pasar la daga de una marioneta a otra y después devolvérmela a mí el público exclamó un “¡oooh!” general.
Al parecer durante mi espectáculo la gente había consumido bastante más de lo habitual, pues el posadero tenía una sonrisa de oreja a oreja y ya estaba contando las ganancias de la tarde. Al terminar, la gente desalojó rápidamente la sala y se fue a su casa, pues ya era tarde y al día siguiente había que madrugar. Me dirigí al sonriente posadero y le dije:
-Bueno… ¿qué tal ha ido? Por tu sonrisa y lo pronto que has empezado a contar, deduzco que mejor de lo habitual… En fin, ponme una jarra de cerveza, por favor, que tengo sed después de tanto hablar. Mañana haré que me inviten a una cerveza durante la función.
Mientras me bebía mi cerveza y el posadero recogía las cosas me dediqué a contar mis beneficios propios. No había sido la vez que más dinero me habían dado, pero bueno tampoco estuvo mal.
Todavía quedaban algunas personas en el posada. Supuse que serían los que, como yo, estaban hospedados allí y algún trasnochador que otro.
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La función estaba siendo realmente interesante, la verdad me atraía demasiado e incluso me divertía, pero bueno yo me reía con todo haciéndome parecer una fumada, aunque a veces no era nada extraño...
La función duró apenas un par de horas, el tiempo se había pasado volando y ya casi se había ido todo el mundo, parece que la gente se había divertido, ese chico sabía como entretener.
Mientras, yo...me había bebido sin darme cuenta tres copas, genial! cada vez iba mejorando a la hora de tomar alcohol, dentro de poco podría beber todo lo que quisiera sin llegar a emborracharme, me haría tan feliz...
Observé a todos lados para ver donde se encontraba el bufón y vi que estaba junto al tabernero al lado de la barra, me levanté de la mesa en la que estaba y fui hacia allí lentamente; me asomé por detrás y le hablé al oído.
-Buena actuación...
Luego me senté a su lado cogiendo un taburete, y mientras tanto le pedí otra copa al tabernero, le miré de reojo, había bastante dinero ahí delante, así que estiré mi mano y finamente cogí un billete.
-Vaya, parece que has echo una buena suma-dije riéndome-normalmente por estos parajes no suele haber espectáculos, la gente es un tanto...aburrida.
Me crucé de piernas en ese momento y en eso se me vino a la cabeza la historia que había leído en la biblioteca, quizás este hombre pudiera servirme para llevar a cabo si esa leyenda era verdad, pero antes debería ganarme su confianza...
-Y bueno, ¿Cuál es su nombre joven caballero?-dije mientras sostenía aún el billete entre las manos.
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Mientras estaba en la barra se me acercó una jovencita. La chica tenía el pelo muy largo y parecía no tener más de 14 o 15 años. Me llamó la atención que la jovencita llevase un corbata. La muchacha se sentó a mi lado, enseñando un billete al tiempo que pedía otra copa al camarero.
-Acabo de llegar al East Blue, así que poco sé de las gentes de por aquí. Soy Hardo, un simple bufón. ¿Cuál es su nombre hermosa damisela?
Antes de que pudiera contestarme, el tabernero se acercó a dejar sobre la barra el pedido de la chica. Aproveché la presencia del tabernero para pedir otra más. La cerveza anterior me la había bebido rápidamente, estaba sediento.
-Guárdate el billete, esta ronda la pagan ellos. – Le dije haciendo un gesto con la cabeza al resto de la gente. – Bueno, por donde íbamos… ¡Ah, sí! La hermosa damisela estaba a punto de decirme su nombre. Y ya que estamos, ¿ha sido de su agrado el espectáculo?
Mientras hablábamos se podía escuchar a algunos hombres medio borrachos comentando a voces la actuación. En medio del griterío se pudo oír el chocar de las jarras por un brindis “por sifo”. Me gire para ver mejor y pude ver como algunos de ellos se daban golpes amistosos con el codo. No pude evitar sonreír. Al girar de nuevo la cabeza, me fijé más detenidamente en la muchacha que se me había acercado, aunque de forma sutil. Llevaba una camisa a medio abrochar, dejando a la vista el canalillo. De cara era más bien guapa, con unos ojos azules que constrataban con su color de piel y no mediría mucho menos que yo. Paracía agradable, y no solo a la vista, no obstante había algo en ella que no terminaba de convencerme.
-Acabo de llegar al East Blue, así que poco sé de las gentes de por aquí. Soy Hardo, un simple bufón. ¿Cuál es su nombre hermosa damisela?
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