Reclutando un nuevo miembro (Sasuke y Hyo)

El joven felino se encontraba agazapado en el mástil secundario de un navío mercante en el que se había subido con permiso del capitán pero con la condición de que no saliera de aquél mástil para no estorbar a los trabajadores, cosa que el hombre gato acató agradecido por la ayuda. Mientras las olas golpeaban el barco y la brisa marina mecía su pelaje, Hyo jugaba tranquilamente con una afilada daga sin preocuparse por nada ya que tiene un control total sobre las dagas. Sin que se diera cuenta el barco ya había llegado a su destino y el capitán dio voz de aviso para que todos descargaran las bodegas y para que el revolucionario bajara del barco sin llamar demasiado la atención, algo poco probable debido a su aspecto que siempre llama la atención. Saltó hábilmente desde lo alto del mástil cayendo sobre sus piernas y doblando las rodillas para no romperse las piernas  caminó hacia el borde de la embarcación.

Saltó a la isla como si fuera algo natural y sencillo y comenzó a caminar con tranquilidad y tres especies de cartucheras bajo su abrigo y un maletín peculiar en la espalda, por el momento se veía obligado a llevar su violín con él a todos lados ya que no tenía ningún lugar donde dejarlo durante sus viajes. Su mirada era tranquila y hasta amigable y sus pasos similares a los de un turista ya que no tenía un plan establecido para su estancia en la isla. Su única idea clara era buscar algún lugar donde comer y luego una posada donde poder descansar tranquilo hasta encontrar un barco que le llevara a la próxima isla donde buscaría algo que hacer mientras esperaba la oportunidad de unirse a una división revolucionaria, cualquiera le servía ya que mientras pudiera acabar con la marina y el gobierno los métodos le resultan un poco indiferentes.

Su pequeño paseo se vio truncado por una escena un tanto siniestra y poco agradable, sobre todo para alguien que ya tiene reticencia a esos hechos. Un grupo de marines andaba diciendo tonterías sobre que ellos representaban a la justicia y eran los que mantenían el orden y la paz y defendían a los débiles. También decían que su poder no se podía superar y que no había nadie que pudiera detenerlos, una soberana estupidez para el joven leopardo que estaba aguantando las ganas de asesinarlos a todos pues aún no habían hecho nada que él considerase un crimen o algo por lo que mereciese la pena jugarse el pellejo. Su entrenamiento de supervivencia le había enseñado a distinguir los momentos en los que debía actuar de aquellos en los que era mejor esperar y analizar la situación. Se detuvo entre la multitud que rodeaba a los marines interesado en ver y escuchar que hacían a continuación ya que los que alardeaban de su poder y de su autoridad eran personas sin ninguna clase de autoestima y con muy poca confianza en ellos mismos.

Sus ojos miraban con detenimiento a los marines mientras seguía inmóvil, cosa que cambió cuando uno de los marines desenfundó su pistola y apuntando a un civil inocente disparó causándole una herida grave. Con eso pretendían reforzar su autoridad y la idea de que todos debíamos obedecerlos pero eso ya fue la gota que colmó el vaso. Dejó su maletín en el suelo y con una velocidad y agilidad poco comunes se movió entre la multitud y antes de salir de entre las personas saltó bastante alto para luego caer entre los marines que estaban armando tanto alboroto y comenzó una pequeña matanza, empezando por el canalla que le disparó al pobre hombre que no había hecho nada para merecerse el disparo.