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Ohara, la famosa isla del conocimiento. Hace unos trena años aproximadamente e el gran árbol y en general la isla entera fue arrasada por culpa de la Buster Call. Ahora años mas tarde la isla vuelve a ser la fuente de todo el saber del mundo y a menudo es visitada por muchos turistas, de hecho la isla se ha vuelto tan famosa que un pueblo pequeño fue creado para las personas que quisieran vivir cerca del conocimiento. Eso no quiere decir que Ohara no tenga reglas, al igual que hace treinta años esta prohibido intentar investigar sobre asuntos que tengan que ver con el Gobierno Mundial.
Hoy esa regla fue violada, y un grupo de indeseados se metieron a hurtadillas y comenzaron a hacer destrozos por todo el lugar, naturalmente terminaron encontrando información privilegiada que pone al Gobierno en una muy mala situación, razón por la cual han mandado un grupo de reclutas a recuperar los escritos antes de que la información salga de la isla, aunque esto no te interesa ¿Me equivoco?.
Tu llegas es un barco pequeño, hambriento y cansado luego de sufrir por un tipo de tormenta que es presenciada muy rara vez en los mares cardinales. Al llegar a la isla inmediatamente caes inconsciente, una pareja de ancianos pasaba por aquel lugar y te recogieron, llevándote hasta su humilde hogar donde puedas descansar. Una hora más tarde y consigues recuperar la consciencia, confundido al no saber donde te encuentras.
Tu destino está en tus manos ahora.
Hoy esa regla fue violada, y un grupo de indeseados se metieron a hurtadillas y comenzaron a hacer destrozos por todo el lugar, naturalmente terminaron encontrando información privilegiada que pone al Gobierno en una muy mala situación, razón por la cual han mandado un grupo de reclutas a recuperar los escritos antes de que la información salga de la isla, aunque esto no te interesa ¿Me equivoco?.
Tu llegas es un barco pequeño, hambriento y cansado luego de sufrir por un tipo de tormenta que es presenciada muy rara vez en los mares cardinales. Al llegar a la isla inmediatamente caes inconsciente, una pareja de ancianos pasaba por aquel lugar y te recogieron, llevándote hasta su humilde hogar donde puedas descansar. Una hora más tarde y consigues recuperar la consciencia, confundido al no saber donde te encuentras.
Tu destino está en tus manos ahora.
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Se despertó al amanecer, con un solitario rayo de sol atravesando la pequeña ventana de una habitación desconocida. "¿Dónde estoy?", pensó mientras se levantaba sobresaltado, al no reconocer nada de lo que se encontraba a su alrededor. Una cama estrecha (más bien un camastro) sobre la que él estaba, una mesilla a su lado, un armario cerrado y una ventana con las cortinas, tupidas, semicerradas. A los pies de la cama se encontraba su abrigo de falso lobo, soportando su cinturón y el juego de dagas. La katana, en una maravillosa funda de cuero rojo comprada en el North Blue, estaba posada junto a la puerta, y en una silla frente a él, una anciana.
-Por fin te despiertas- Le dijo la anciana, sonriendo, sin apartar la mirada de sus agujas de calcetar-. Creímos que te habría pasado algo grave. Nos deja más tranquilos que hayas abierto los ojos.
Intentó hablar, pero notaba la lengua aún medio dormida. Se había desmayado el día anterior, tras llegar al muelle lidiando con una tormenta marina. De repente, se notó los ojos secos y se los rascó. Los golpes de luz del día anterior le habían hecho doler sus ojos de albino, y aún le molestaban. Necesitaba unas gafas de sol. De repente un golpe de realidad le azotó la nuca. ¿Y Robin? Lo último que recordaba de él era escucharlo gimotear en el salón. “Le da miedo la tormenta”, pensó mientras pensaba en si estaría bien.
-¿Mi… mi… mi perro?- Le costaba la vida articular cada palabra. Quizás se hubiera mordido la lengua-. Estaba en el barco, conmigo.
La mujer levantó la cabeza, mirando hacia él, y su sonrisa se desvaneció en parte.
-Mordió a mi marido. Se ve que tienes un buen perro guardián, pero conseguimos amarrarlo dentro del barco. Llevaba aullando toda la noche, paró cuando has despertado.
Robin estaba bien. Perfecto. Se levantó, agradeciendo a la señora sus cuidados nocturnos. Se puso la chaqueta y sacó una pequeña bolsa, que resonaba metálico. Dejó tres monedas de plata en la cómoda y se siguió vistiendo, mientras la anciana repetía un “No hace falta, hombre”, mientras las recogía y guardaba en el bolsillo. Encinchó el cinturón y cogió la Katana. Tenía que ver a Robin y saber que estaba bien. Corrió hacia el barco y allí lo vio, expectante. Se acercó corriendo y lo desató, y él cayó con un perro sumamente cariñoso lamiéndole la cara. Mientras jugueteaban un poco, oyó un grito a lo lejos.
-¡Abrid Paso a la Marina!
No pudo evitar la tentación y corrió hacia el grito, ordenando al perro cuidar del barco.
-Por fin te despiertas- Le dijo la anciana, sonriendo, sin apartar la mirada de sus agujas de calcetar-. Creímos que te habría pasado algo grave. Nos deja más tranquilos que hayas abierto los ojos.
Intentó hablar, pero notaba la lengua aún medio dormida. Se había desmayado el día anterior, tras llegar al muelle lidiando con una tormenta marina. De repente, se notó los ojos secos y se los rascó. Los golpes de luz del día anterior le habían hecho doler sus ojos de albino, y aún le molestaban. Necesitaba unas gafas de sol. De repente un golpe de realidad le azotó la nuca. ¿Y Robin? Lo último que recordaba de él era escucharlo gimotear en el salón. “Le da miedo la tormenta”, pensó mientras pensaba en si estaría bien.
-¿Mi… mi… mi perro?- Le costaba la vida articular cada palabra. Quizás se hubiera mordido la lengua-. Estaba en el barco, conmigo.
La mujer levantó la cabeza, mirando hacia él, y su sonrisa se desvaneció en parte.
-Mordió a mi marido. Se ve que tienes un buen perro guardián, pero conseguimos amarrarlo dentro del barco. Llevaba aullando toda la noche, paró cuando has despertado.
Robin estaba bien. Perfecto. Se levantó, agradeciendo a la señora sus cuidados nocturnos. Se puso la chaqueta y sacó una pequeña bolsa, que resonaba metálico. Dejó tres monedas de plata en la cómoda y se siguió vistiendo, mientras la anciana repetía un “No hace falta, hombre”, mientras las recogía y guardaba en el bolsillo. Encinchó el cinturón y cogió la Katana. Tenía que ver a Robin y saber que estaba bien. Corrió hacia el barco y allí lo vio, expectante. Se acercó corriendo y lo desató, y él cayó con un perro sumamente cariñoso lamiéndole la cara. Mientras jugueteaban un poco, oyó un grito a lo lejos.
-¡Abrid Paso a la Marina!
No pudo evitar la tentación y corrió hacia el grito, ordenando al perro cuidar del barco.
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Una vez que te cercioras que tu perro esta sano y salvo oyes la voz de una persona diciendo que le abran paso para poder pasar. Con algo de curiosidad te diriges hacia la parte del pueblo de donde vino el grito. Al llegar vez a una multitud de personas civiles, frente a ellos se encuentra un pelotón completo de marines, aunque por sus ropas uno puede saber de inmediato que ellos están en la parte más baja de la cadena alimenticia.
ancianos
-A ver, pido por favor que todos vayan a sus casas en este instante. De lo contrario la seguridad de sus familias y las de ustedes no estarán garantizada del todo-.
Luego de dar la orden, y al notar el tono serio del que parecía ser el líder, la gente comenzó a evacuar el pueblo. Al cabo de dos minutos las calles se encontraron totalmente desérticas con excepción de ti y del grupo de marines. Dichas personas comenzaron a caminar a paso lento en dirección hacia las afueras del pueblo.Tu te les quedas observando intrigado, pensando sin seguirlos sin saber exactamente lo que esta pasando o bien, puedes volver con la pareja de ancianos que te salvó la vida y preguntar que es lo que sucede en la isla.
ancianos
-A ver, pido por favor que todos vayan a sus casas en este instante. De lo contrario la seguridad de sus familias y las de ustedes no estarán garantizada del todo-.
Luego de dar la orden, y al notar el tono serio del que parecía ser el líder, la gente comenzó a evacuar el pueblo. Al cabo de dos minutos las calles se encontraron totalmente desérticas con excepción de ti y del grupo de marines. Dichas personas comenzaron a caminar a paso lento en dirección hacia las afueras del pueblo.Tu te les quedas observando intrigado, pensando sin seguirlos sin saber exactamente lo que esta pasando o bien, puedes volver con la pareja de ancianos que te salvó la vida y preguntar que es lo que sucede en la isla.
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Un pelotón de Marines de bajo rango estaban en el pueblo, rodeados por aldeanos. Zafiro se acercó para ver qué podía toparse por allí, pero sólo vio que guardaban un extraño cofre en medio de la formación. Podía contar a unos diez, pero seguramente hubiera alguno más en los alrededores. Sólo tenía millón y poco de beries como recompensa, pero a la vez era una presa fácil, así que podrían estar buscándolo. "No creo. Ni vendrían tantos, ni se llevarían ese baúl", pensó mientras el contingente avanzaba. La gente se iba apartando poco a poco para dejarlos pasar, pero ello no parecía ser suficiente para el oficial al mando, que amenazó a la gente para que se retirara.
-A ver, pido por favor que todos vayan a sus casas en este instante. De lo contrario la seguridad de sus familias y las de ustedes no estarán garantizada del todo-.
La gente se dispersó, pero él permaneció allí. Estaba en la isla buscando los famosos documentos que salieran a la luz poco tiempo atrás, y dado su actual objetivo le interesaba cuanta información pudiera recabar. De pronto se le pasó por la cabeza que lo que él buscaba podía estar allí, tan cerca de sus manos y sólo a unos marines de distancia. Fingió marcharse, y se ocultó en un portalón. Cuando los marines hubieron pasado, salió detrás intentando aparentar normalidad. Un perro a dos patas cocinando sushi no habría llamado más la atención, aunque los hombres no parecían prestarle ninguna atención. Pasado un tiempo se relajó y por fin caminó con naturalidad, lo que pareció despertar la curiosidad de uno de los reclutas. "Típico, podría ir tocando el tambor y no se enterarían, pero si para la música...", piensa,al tiempo que el marine se da la vuelta y cuchichea con su compañero. Agudiza su oído y logra captar partes de la conversación:
-Ese... Millón... North Blue... Volar...
-Deberíamos... Capitán... Interesado.
Normalmente le era mucho más sencillo captar conversaciones, pero una horrible música salía de un balcón y mataba su audición. Sin embargo podía deducir fácilmente que esos hombres estaban interesados en él, y que tal vez conocieran detalles sobre su naturaleza dracónica. Discretamente posó la mano sobre el mango de la katana, preparado para atacar de ser necesario, esperando cualquier intento de agresión. De repente, se paran y hacen ademán de dar la vuelta. Agarró la empuñadura con fuerza y la ocultó bajo el abrigo, pero listo para atacar si las cosas se ponían feas. Decidió aprovechar e intentar obtener un objeto que llevaba tiempo deseando obtener. Puso su mejor sonrisa, y antes de que se girasen del todo, sin apartar la mano del arma, preguntó:
-Disculpen, no soy de por aquí... ¿Saben dónde podría encontrar un buen látigo de cuero trenzado? Yo sólo encuentro librerías.
-A ver, pido por favor que todos vayan a sus casas en este instante. De lo contrario la seguridad de sus familias y las de ustedes no estarán garantizada del todo-.
La gente se dispersó, pero él permaneció allí. Estaba en la isla buscando los famosos documentos que salieran a la luz poco tiempo atrás, y dado su actual objetivo le interesaba cuanta información pudiera recabar. De pronto se le pasó por la cabeza que lo que él buscaba podía estar allí, tan cerca de sus manos y sólo a unos marines de distancia. Fingió marcharse, y se ocultó en un portalón. Cuando los marines hubieron pasado, salió detrás intentando aparentar normalidad. Un perro a dos patas cocinando sushi no habría llamado más la atención, aunque los hombres no parecían prestarle ninguna atención. Pasado un tiempo se relajó y por fin caminó con naturalidad, lo que pareció despertar la curiosidad de uno de los reclutas. "Típico, podría ir tocando el tambor y no se enterarían, pero si para la música...", piensa,al tiempo que el marine se da la vuelta y cuchichea con su compañero. Agudiza su oído y logra captar partes de la conversación:
-Ese... Millón... North Blue... Volar...
-Deberíamos... Capitán... Interesado.
Normalmente le era mucho más sencillo captar conversaciones, pero una horrible música salía de un balcón y mataba su audición. Sin embargo podía deducir fácilmente que esos hombres estaban interesados en él, y que tal vez conocieran detalles sobre su naturaleza dracónica. Discretamente posó la mano sobre el mango de la katana, preparado para atacar de ser necesario, esperando cualquier intento de agresión. De repente, se paran y hacen ademán de dar la vuelta. Agarró la empuñadura con fuerza y la ocultó bajo el abrigo, pero listo para atacar si las cosas se ponían feas. Decidió aprovechar e intentar obtener un objeto que llevaba tiempo deseando obtener. Puso su mejor sonrisa, y antes de que se girasen del todo, sin apartar la mano del arma, preguntó:
-Disculpen, no soy de por aquí... ¿Saben dónde podría encontrar un buen látigo de cuero trenzado? Yo sólo encuentro librerías.
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Lo hecho ya esta. Tus y los marines se encuentran mirando directamente a los ojos, sus posturas demuestran que al mas mínimo movimiento sospechosos se lanzarían sobre ti. Aparentemente su plan fracasó y se dieron cuenta tu presencia, pero antes de que ellos hicieran algo les dijiste que tan solo buscabas una especie de armas lo que terminó desconcertadoles un poco. El que parecía ser el líder dio un paso al frente y comenzó a hablar.
- Haber niño, no tenemos tiempos para ocuparnos de tus problemas, para eso esta la gente del pueblo. Así que se un buen muchacho y vuelve por donde viniste, si insistes en seguir no tendremos piedad.
Para probar su punto, el cabo sacó una espada que tenía escondida y te apuntó con su filo. Antes de que la situación se pusiera peor, unos extraños ruidos invadieron la calma del pequeño bosque. Lo marines comenzaron a mirar a sus alrededores alertas, hasta que una flecha cruzó el verde prado y terminó incrustándose en el pecho de uno de los reclutas, matándole en el acto. De entre los matorrales salieron uno veinte hombres armados con rifles, espadas, látigos, etc. El más grande de todos dio un paso al frente y comenzó a hablar.
-Joder, vinimos a ver quien se atrevió a entrar a nuestro territorio y resultaron ser unas ratas de la marine. Menuda mierda.
Inmediatamente todos los reclutas sacaron sus armas, lo que demuestra que en breves una batalla tendrá lugar en las afueras del pueblo. Un hombrecillo se acercó al tipo de antes y le dijo algo al oído que nadie alcanzó a escuchar. El tipo asintió y le hizo una seña a los hombres. Estos comenzaron a acercarse hacia ti y hacia el resto de los marines. El cabo de antes dio un paso al frente para hablar.
-Somos la marines, tenemos que mantener la justicia en este mundo. Adelante mis hombres, luchen hasta la muerte.
Los marines dieron un grito de guerra y se abalanzaron contra los indeseados, comenzando una feroz batalla. Inmediatamente se comenzaron a escuchar el sonido de balazos, de cortes, etc. Mientras tanto tu te mantienes al margen mientras piensas en que hacer. Por un lado puedes ayudar a los marines a acabar con ellos y por otros puedes dejar simplemente que los dos bandos se maten el uno con el otro. Ten en cuenta de que puede que hayan más hombres adelante, por lo que tener refuerzos no vendrían mal.
- Haber niño, no tenemos tiempos para ocuparnos de tus problemas, para eso esta la gente del pueblo. Así que se un buen muchacho y vuelve por donde viniste, si insistes en seguir no tendremos piedad.
Para probar su punto, el cabo sacó una espada que tenía escondida y te apuntó con su filo. Antes de que la situación se pusiera peor, unos extraños ruidos invadieron la calma del pequeño bosque. Lo marines comenzaron a mirar a sus alrededores alertas, hasta que una flecha cruzó el verde prado y terminó incrustándose en el pecho de uno de los reclutas, matándole en el acto. De entre los matorrales salieron uno veinte hombres armados con rifles, espadas, látigos, etc. El más grande de todos dio un paso al frente y comenzó a hablar.
-Joder, vinimos a ver quien se atrevió a entrar a nuestro territorio y resultaron ser unas ratas de la marine. Menuda mierda.
Inmediatamente todos los reclutas sacaron sus armas, lo que demuestra que en breves una batalla tendrá lugar en las afueras del pueblo. Un hombrecillo se acercó al tipo de antes y le dijo algo al oído que nadie alcanzó a escuchar. El tipo asintió y le hizo una seña a los hombres. Estos comenzaron a acercarse hacia ti y hacia el resto de los marines. El cabo de antes dio un paso al frente para hablar.
-Somos la marines, tenemos que mantener la justicia en este mundo. Adelante mis hombres, luchen hasta la muerte.
Los marines dieron un grito de guerra y se abalanzaron contra los indeseados, comenzando una feroz batalla. Inmediatamente se comenzaron a escuchar el sonido de balazos, de cortes, etc. Mientras tanto tu te mantienes al margen mientras piensas en que hacer. Por un lado puedes ayudar a los marines a acabar con ellos y por otros puedes dejar simplemente que los dos bandos se maten el uno con el otro. Ten en cuenta de que puede que hayan más hombres adelante, por lo que tener refuerzos no vendrían mal.
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Lo amenazan con una espada, y no puede evitar una sonrisa. La actitud chulesca del líder le resulta entrañable, pero eso no lo salvará si se enzarza en pelea. De repente, un grupo de hombres surgen de la maleza, armados hasta los dientes, uno de ellos con un precioso látigo rojo, que parece bastante largo, y perfeccionado. Tal vez ese hombre sepa dónde se puede encontrar uno de características similares. Se gira hacia él, pero el hombre da un par de gritos y la horda ataca a los marines. "Perfecto, la isla de la sabiduría y todos locos", piensa, mientras los soldados se disponen a repeler el ataque, dejando el cofre desprotegido. Se acerca discretamente al baúl y trata de abrirlo. Parece que se resiste un poco, así que saca la daga y la usa como ganzúa. Con suerte se abre, pero uno de los marines se le echa encima y no puede mirar el contenido, aunque se imagina lo que es. Clava la daga en el cuello del hombre, y se pone en guardia por si otros intentan ir a por él.
La batalla se recrudece. Los sablazos dejan paso a ruidos de disparo, y el aire se impregna de un aroma a pólvora. Se agacha para evitar ser golpeado, y el alboroto levanta una nube de polvo, producto de las pisadas erráticas de soldados y asaltantes. Cuando todo termina, el olor a sangre inunda sus fosas nasales y todo el mundo está en el suelo, quien no muerto, moribundo. El hombre del látigo tiene su arma cerca de la mano cerrada, tirada en el suelo junto a su cuerpo sin vida. "¿Estará mal robar a un cadáver?". Mira su katana y decide que no hay nada inmoral en cogerlo. Lo enrolla por el cinturón mientras se fija en él, brillante, impoluto pese al fragor de la batalla. El cofre, de tamaño reducido (como una hoja de papel en su base), sería fácil de llevar entre una o dos personas, y él tiene bastante más fuerza que una persona normal. Cierra el cofre y lo levanta al peso, dejándolo sobre su hombro. Ya tendrá tiempo de leer lo que haya dentro en el barco, a salvo de la marina. Comienza a caminar.
-N-no puedo p-p-permitirlo- Dice un moribundo cabo, agarrándole la pierna.
Le da una patada en la cara. Así tratan los marines al mundo, y así deben ser tratados. Se mete por una callejuela secundaria, Esperando no encontrarse ningún Marine. Con suerte achacarán el robo a algún superviviente de la batalla que hubiera huido. "A ver si consigo llevarme esto conmigo sin más complicación". Piensa, mientras se imagina una trampa, en la que el cofre lleva documentación falsa. La sospecha se hace grande en él, y baja el cofre al suelo. "¿Qué tienes para mí, cofrecito?".
La batalla se recrudece. Los sablazos dejan paso a ruidos de disparo, y el aire se impregna de un aroma a pólvora. Se agacha para evitar ser golpeado, y el alboroto levanta una nube de polvo, producto de las pisadas erráticas de soldados y asaltantes. Cuando todo termina, el olor a sangre inunda sus fosas nasales y todo el mundo está en el suelo, quien no muerto, moribundo. El hombre del látigo tiene su arma cerca de la mano cerrada, tirada en el suelo junto a su cuerpo sin vida. "¿Estará mal robar a un cadáver?". Mira su katana y decide que no hay nada inmoral en cogerlo. Lo enrolla por el cinturón mientras se fija en él, brillante, impoluto pese al fragor de la batalla. El cofre, de tamaño reducido (como una hoja de papel en su base), sería fácil de llevar entre una o dos personas, y él tiene bastante más fuerza que una persona normal. Cierra el cofre y lo levanta al peso, dejándolo sobre su hombro. Ya tendrá tiempo de leer lo que haya dentro en el barco, a salvo de la marina. Comienza a caminar.
-N-no puedo p-p-permitirlo- Dice un moribundo cabo, agarrándole la pierna.
Le da una patada en la cara. Así tratan los marines al mundo, y así deben ser tratados. Se mete por una callejuela secundaria, Esperando no encontrarse ningún Marine. Con suerte achacarán el robo a algún superviviente de la batalla que hubiera huido. "A ver si consigo llevarme esto conmigo sin más complicación". Piensa, mientras se imagina una trampa, en la que el cofre lleva documentación falsa. La sospecha se hace grande en él, y baja el cofre al suelo. "¿Qué tienes para mí, cofrecito?".
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Tus sospechas tienen buenos fundamentos, porque el cofre en sí se trata de un trampa que esta diseñada para explotar en unos diez minutos mas o menos, y no solo eso, si no que el cofre tiene un localizador incluido para que la persona que caiga en la trampa no pueda huir de sus captores. De entre los arbustos salieron más personas que antes, unos veinte diría yo. El líder de toda la pandilla dio un paso al frente y comenzó a hablar.
-Buscabas esto bribón?.-
El bandido sacó una especie de pergamino sucio de sus bolsillos, esos son los verdaderos documentos que fueron robados hace un par de semanas atrás. El líder soltó una risita e hizo un ademán con la mano, indicándole a sus subordinados que te encierren en un círculo.
- A ver como escapas ahora eh-.
Una vez que los subordinados de hayan atrapado en un círculo, el líder hizo nuevamente un ceña con la mano. Los otros bandidos, dando un grito de guerra, se abalanzaron contra ti desde todas direcciones con todo tipos de armas en alto, espadas, pistolas, látigos, etc. Y por si fuera poco ese no es el menor de tus preocupaciones, quedan exactamente siete minutos antes de que la bomba estalle.
-Buscabas esto bribón?.-
El bandido sacó una especie de pergamino sucio de sus bolsillos, esos son los verdaderos documentos que fueron robados hace un par de semanas atrás. El líder soltó una risita e hizo un ademán con la mano, indicándole a sus subordinados que te encierren en un círculo.
- A ver como escapas ahora eh-.
Una vez que los subordinados de hayan atrapado en un círculo, el líder hizo nuevamente un ceña con la mano. Los otros bandidos, dando un grito de guerra, se abalanzaron contra ti desde todas direcciones con todo tipos de armas en alto, espadas, pistolas, látigos, etc. Y por si fuera poco ese no es el menor de tus preocupaciones, quedan exactamente siete minutos antes de que la bomba estalle.
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"Vaya... Esto no parecen planos". Menos mal que ningún artilugio era capaz de resistir a las manos de Zafiro Negro. Era un experto en ingeniería inversa, aunque no sabía cómo volver a montar los objetos en ocasiones. Parecía una bomba, aunque su inteligencia y pericia le permitieron desmontarla sin mucho problema, justo a tiempo para darse la vuelta y darse cuenta de un espectáculo no muy agradable. Un grupo de gente salió de los arbustos que comunicaban el pueblo con los bosques. Era muy curioso cómo la urbe se comunicaba con la naturaleza de aquella forma, aunque tenía mayores problemas de los que preocuparse. El tipo que parecía el líder, sacando un pergamino dej bolsillo, habló:
-Buscabas esto bribón?.
"Ciertamente, es lo que buscaba, gracias", respondió mentalmente, sin decir nada al mugriento hombre que reía indecorosamente. Parecía muy seguro de sí mismo, y eso que estaba en desventaja. Sus compañeros comenzaron a avanzar hacia él, rodeándolo en un círculo. Desenvainaron las armas, y por un instante Dexter se sintió amenazado, aunque recordó que les sería extremadamente complicado herirlo. Era el dragón, y la electricidad fluía por sus venas. No podían hacerle daño mientras las escamas cubrieran su cuerpo, y comenzó a mutar. No tardaron mucho en comenzar a atacarle, y entre el revuelo, pegó un gran brinco y acabó situado delante del líder bandido.
-Mi turno- Sonó su voz gutural, grave, reptiliana. Sabía que causaba temor en aquella forma. Su lengua bífida sobresalía ligeramente en su cabeza de lagarto, y sumado a sus tres metros y medio de altura era realmente temible. Aquel hombre no sabía a qué se enfrentaba. Alzó un brazo, y por su garra comenzó a fluir electricidad, que parpadeaba erráticamente entre sus uñas afiladas-. Nadie ataca a Zafiro Negro y vive para contarlo- Un poderoso rayo de energía nació de su mano, alcanzando a la caterva que había a sus espaldas. El metal condujo muy bien, y Dexter notó cómo el calor de todos los que estaban a su espalda aumentaba peligrosamente. "Como mínimo estarán inconscientes un rato". Sonrió mientras el tipo lo miraba despavorido-. Y ahora lo mío.
Agarró el pergamino y lo quitó de las manos del sucio bandido, pegándole un empujón que lo tiró de culo contra el suelo. Saltó de nuevo y se encaramó a un tejado. Podía ver desde ahí la gran biblioteca, y el movimiento de fuerzas del gobierno que por ahí pasaban. El cielo estaba azul, y el sol brillaba con un fulgor dorado, casi cegador. Miró para el pergamino, y lo extendió. Tal vez dijera algo interesante. "Por favor, no más sorpresas", pensó mientras comenzaba a leer el papel.
-Buscabas esto bribón?.
"Ciertamente, es lo que buscaba, gracias", respondió mentalmente, sin decir nada al mugriento hombre que reía indecorosamente. Parecía muy seguro de sí mismo, y eso que estaba en desventaja. Sus compañeros comenzaron a avanzar hacia él, rodeándolo en un círculo. Desenvainaron las armas, y por un instante Dexter se sintió amenazado, aunque recordó que les sería extremadamente complicado herirlo. Era el dragón, y la electricidad fluía por sus venas. No podían hacerle daño mientras las escamas cubrieran su cuerpo, y comenzó a mutar. No tardaron mucho en comenzar a atacarle, y entre el revuelo, pegó un gran brinco y acabó situado delante del líder bandido.
-Mi turno- Sonó su voz gutural, grave, reptiliana. Sabía que causaba temor en aquella forma. Su lengua bífida sobresalía ligeramente en su cabeza de lagarto, y sumado a sus tres metros y medio de altura era realmente temible. Aquel hombre no sabía a qué se enfrentaba. Alzó un brazo, y por su garra comenzó a fluir electricidad, que parpadeaba erráticamente entre sus uñas afiladas-. Nadie ataca a Zafiro Negro y vive para contarlo- Un poderoso rayo de energía nació de su mano, alcanzando a la caterva que había a sus espaldas. El metal condujo muy bien, y Dexter notó cómo el calor de todos los que estaban a su espalda aumentaba peligrosamente. "Como mínimo estarán inconscientes un rato". Sonrió mientras el tipo lo miraba despavorido-. Y ahora lo mío.
Agarró el pergamino y lo quitó de las manos del sucio bandido, pegándole un empujón que lo tiró de culo contra el suelo. Saltó de nuevo y se encaramó a un tejado. Podía ver desde ahí la gran biblioteca, y el movimiento de fuerzas del gobierno que por ahí pasaban. El cielo estaba azul, y el sol brillaba con un fulgor dorado, casi cegador. Miró para el pergamino, y lo extendió. Tal vez dijera algo interesante. "Por favor, no más sorpresas", pensó mientras comenzaba a leer el papel.
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