Tomando un respiro (Reezek y Nel)

Tras un rato corriendo finalmente llegué a aquella montaña, que tal como aquel señor me dijo, estaba completamente desierta, lo único que se percibían eran animales, que al verme, huían despavoridos ante mi imponente presencia. Instinto animal, supuse yo. Conforme me acercaba a la montaña, el paisaje se volvía más abrupto, y los animales se volvían más agresivos, y aunque no llegaban a atacarme, me rondaban, acechándome. Era entre divertido y estúpido, así que me hizo reír.


-Bueno, parece que queréis jugar, ¿no? Bien. –Dije crujiendo mi cuello y estirando mis hombros para hacerlos entrar en calor. –Pues juguemos. –Y al decir aquello me lancé contra uno de aquellos animales, y tras concentrar mi haki en el puño, le asesté un puñetazo con todas mis fuerzas. Aquel animal salió disparado, y el resto recularon, todos dieron un paso atrás, conscientes del peligro que suponía enfrentarse a mí. –Buenos chicos… -Añadí mientras volvía a emprender la marcha, por ahora ya no me molestarían más, eran animales, pero no idiotas.


Encontré un árbol con unas largas y gruesas ramas, y decidí que pegaría una cabezada sobre estas. Era un lugar seguro sin duda, pero además me agradaban las vistas que desde ahí tendría. Aquel árbol era realmente inmenso, pero me bastaron un par de saltos, impulsándome tras cada uno de estos contra árboles colindantes, para alcanzar aquella rama, en la que me senté a ver la imagen de aquella isla. Era bastante bella, predominaban el verde de los árboles y las imágenes de aquellas montañas. Sin embargo, toda la belleza de la isla fue eclipsada por la de una joven que, ataviada de forma veraniega, seguía mis pasos hasta esta montaña a la que yo me dirigía. La joven estaba prácticamente camuflada entre aquel paisaje, pero la vi, clara y nítidamente. Decidí esperar a que se acercara a mi posición para ver cuáles eran sus intenciones, pero tenía claro que quería conocerla, eso como mínimo.

Mientras la observaba, la joven seguía avanzando a paso firme y decidido hacia mi posición, a juzgar por el aspecto de su paso, atraída por aquella “pelea”, si acaso era posible tildar así a algo que no pasó de una paliza a un animal irrespetuoso. No tardó en llegar, y para mi sorpresa, la chica resultó ser todavía más interesante de lo que ya de por sí era una joven guapa adentrándose en un lugar como aquel. Al parecer, era una usuaria de fruta del demonio, una zoan como yo, aunque parecía ser una zoan común. En un momento, la joven se subió a los árboles como yo acababa de hacer, me agradaba ver que compartía mi forma de pensar. Para evitar ser visto me agazapé contra la rapa, en la sombra, quedando más o menos oculto, era bueno haber pasado tanto tiempo como espía, pues aprendías cosas como a pasar desapercibido, o a matar con sigilo. Esperaba no tener que utilizar más que la primera en aquella isla.

Cuando la muchacha bajó, aún en su forma híbrida, comenzó a correr, huyendo de algunos animales que se lanzaron contra ella. Decidí ser también uno de aquellos animales que la seguirían, pero en mi forma humana, al fin y al cabo, el peor y más peligroso de todos los animales éramos los hombres, o eso es lo que creía y creo yo.

Bajé de mi rama con tan sólo un salto hasta una inferior, en la dirección que ella había tomado, y entre salto y salto, y de rama en rama, seguí a aquella joven, que para ser una chica que no parecía muy experimentada, era bastante buena, al menos lo bastante para dejar atrás a la gran mayoría de bestias que la seguían. -*No lo hace nada mal…* -Pensaba para mis adentros mientras me esforzaba por seguirle el ritmo, la verdad es que era muy ágil, pero yo era todo un ninja en aquel sentido, y no la perdería de vista fácilmente.

De repente volvió a su forma humana, vistiéndose de nuevo, para mi desgracia, y arreglándose el pelo, muy coqueta para ser un animal salvaje, aunque el pelo de la joven me agradaba. Creí que llegaba el momento de las presentaciones, así que di un portentoso salto desde la rama en la que me había quedado hasta su lado, para nada más caer, gritarle con fuerza con la intención de asustarla. -¡Bú! –Dije yo mientras me reía por tan estúpida forma de presentarme. –Hola, ¿qué hace una chica como tú, en un sitio como este? –Le pregunté de forma indiscreta y con la peor frase que la humanidad había podido inventar, y esperé su respuesta, tras la cual me presenté. –Encantado, por cierto. Mi nombre es Jallial Reezek, ¿puedo saber el suyo, señorita? –Terminé por preguntar mientras le miraba a los ojos, aquella chica parecía interesante, y yo estaba aburrido, así que estaría bien hacer algo para entretenernos.

En un instante la joven encadenó movimientos a toda velocidad, para a la larga, terminar a mi espalda, y de espaldas a mí. Era interesante haberla visto reaccionar, se me antojaba una chica fuerte, o al menos no una debilucha incapaz de defenderse, así que estaría bien poner a prueba como de fuerte era realmente, pero antes quería saber aquellas cosas que le había preguntado, y que no tardó demasiado en comenzar a responder, no sin antes irritarme un poco. Había cambiado su rostro de diversión por uno un tanto más serio, aquello no me gustaba, pues si dejaba de divertirme con ella la isla pasaría a ser aburrida, y por si aquello fuera poco, comenzó a mofarse de mí, o eso entendí que hacía, al repetir mi misma pregunta, para después responder que se estaba “divirtiendo”. Sí, así era, y lo hacía a mi costa, cosa que no le iba a perdonar fácilmente. –Ya veo, así que “divertirte”, ¿eh? Pues ten cuidado, esta isla puede ser peligrosa si no te andas con mucho ojo… -Dije de una forma que sin llegar a ser amenazante, acongojaría al más aguerrido guerrero.

Lo siguiente que respondió fue su nombre. No entendí nada, la verdad, pero al parecer se llamaba Neliel, y dijo que era mi shukan. –Oye, ¿y qué puñetas es un Shukan? ¿Y por qué eres Mi Shukan? –Pregunté yo confundido, sin haber comprendido el nombre de la joven. –Bah, es igual. ¿Quieres divertirte, no? –Tras decir esto di un fuerte silbido, que atrajo la atención de muchos animales de la zona, sobretodo de jaguares, que se amontonaron a nuestro alrededor. –Bien, ahora, comprobemos como de fuerte eres realmente, Nel. –Le terminé por decir mientras tomaba asiento en una pequeña roca que había cerca de mí, y con una orden gestual, enviaba a aquellos animales a por la joven, que si no me equivocaba tenía una fruta del demonio capaz de convertirla en algo que le ayudara a pelear contra aquellos bichos, así que sería capaz de vencer sin demasiada dificultad, pero al menos me mostraría todo su potencial, que era el objetivo de aquella “prueba”.

Como era de imaginar, no todos los animales me hicieron caso. Por lo general mi entrenamiento con lobos me había convertido en un animal más, y como animal más poderoso, me convertía en el macho alfa allá donde fuera. Son embargo, como en todas partes, siempre había animales con más ego que cerebro, que no querían que yo les diera órdenes, y pese a ser conscientes de la diferencia de poder, se lanzaban contra mí. En este caso, algunos de aquellos jaguares creyeron ser lo bastante fuertes para desobedecerme. –Lástima,  no me apetecía nada pelear… En fin… -Dije levantándome despacio y crujiendo mi cuello. –¡Rogafufuken! –Exclamé mientras, en un abrir y cerrar de ojos, aparecía a la espalda de aquellos pumas, que salían disparados cada uno en una dirección tras recibir una serie de golpes dados a grandísima velocidad. –Y ahora a observar a la joven Nel… -Musité sentándome de nuevo, con todos los animalitos ya más calmados.

Cuando hube terminado y fijé mi atención en aquella joven no creí lo que vi. Habría sido sin duda alguna la esposa perfecta para Red, incluso podría haber tenido aquel mismo nombre al ver cómo se comportaba. En cuestión de un instante había acabado con todos los jaguares, y los que quedaban huían despavoridos. Ella, bañada en sangre como Red en sus mejores momentos, estaba mirándome, contemplándome, diciendo que aquello había sido divertido, y aparentemente, ahora pensaba divertirse conmigo. ¿Acaso era yo su nueva presa? ¿Iba a intentar acabarme como a aquellos gatitos? Antes de tener que comprobarlo con mis propios ojos, decidí anticiparme.

Me levanté de aquel improvisado asiento de piedra que me había agenciado y comencé a aplaudir a la joven, que sonreía de forma sádica. –Eso ha sido impresionante, debo reconocerlo. –Dije mientras no dejaba de aplaudir y me acercaba a ella. –Como digo, no ha estado nada mal, la verdad. Distas mucho de ser fuerte, pero tienes aptitudes. –Añadí, dándole a entender que por muy fuerte que ella pensara que era, no debía tratar de enfrentarse a mí, pues no tenía ninguna opción de vencerme. Tras decirle esto me acerqué un poco más a ella, y ahora observé su indumentaria. Llevaba tres espadas, aquello era algo poco habitual, ¿el famoso “Santoryu”, o estilo de tres, quizás? ¿O simplemente quería tener dónde elegir? En cualquier caso era interesante, así que me decidí a poner a prueba a aquella joven. –Shunpo. –Susurré mientras mi cuerpo prácticamente se desvanecía de la zona y subía al árbol en el que la joven olvidó sus botas, para después acercarme a ella y entregárselas. –Póntelas, creo que eres lo bastante interesante para no matarte, así que vendrás conmigo. Quiero ver qué demonios hay en esta montaña que tan asustados tiene a todos… -Le dije mientras le lanzaba las botas y me alejaba de ella, para después comenzar a correr, a una velocidad normal para que ella pudiera seguirme la pista, hacia lo alto de la montaña. –¡Sígueme! –Le grité cuando ya nos separaban unos cuantos metros, y aunque no me paré a ver si me seguía realmente o no, continué corriendo con la creencia de que lo haría, pues si quería divertirse, pocas cosas más divertidas podría hacer en aquel lugar.

Tras unos minutos ascendiendo por la ladera de aquella montaña, en la cual encontré muchos más animales salvajes, unos que se lanzaban contra mí y acababan sencillamente vencidos, y otros que al verme preferían conservar la vida y se apartaban de mi camino, llegué a lo que parecía ser lo más divertido de la isla. Ahora entendía el porqué del miedo, y la razón de que todos los aldeanos nunca se hubieran acercado hasta aquella montaña, o de hacerlo, no hubieran sobrevivido. Ante mis ojos apareció un animal mucho mayor a los que hasta ese momento habíamos visto. Parecía un enorme oso pardo, pero se veía increíblemente más fuerte que un simple animal, y aunque no sabía si aquel era al que todos temían, desde luego era una criatura que se hacía respetar.

-¿También quieres ocuparte tú de este, Nel? –Le pregunté gritando hacia atrás, aunque en realidad no sabía si me había seguido o no, pero si así era, quería saber si dejárselo a ella, o encargarme yo mismo del asunto. La verdad es que no tenía demasiadas ganas de pelear, más bien me apetecía dormir un rato, o comprobar las aptitudes de Nel en algún otro aspecto más divertido, pero aquella era la situación, y tuve que amlodarme.

La joven sí me había seguido, como yo pensé, pues había oído sus pasos mientras lo hacía y estaba casi seguro de que era ella, lo cual me vino bien, así mis palabras no parecían soltadas al aire sin más, sino a ella, y no parecía estar loco. Lo primero que hizo antes de comenzar a seguirme reprocharme que no diera por hecho que vendría conmigo, pero si no lo hacía la forzaría a venir, por suerte, finalmente decidió seguirme.

Llegamos así a la cima, dónde un gran oso apareció ante mí, y la joven saltó sobre mis hombros tras darme alcance después de haberme seguido durante todo el camino. -¿Pero qué coño? –Dije yo al sentir como se subía sobre mis hombros y, de forma casi instintiva, miraba hacia arriba y me quedaba embobado mirando el culo de aquella joven. -*Nada mal…* -Musitaba para mis adentros mientras en mi rostro se dibujaba una pícara sonrisa, lasciva, de solo pensar en aquella joven, que inmediatamente saltó hacia atrás, haciendo gala de aquella agilidad y flexibilidad suya, que tan bien venían para seguir suscitando aquellas fantasías.

Me dijo que de este me ocupara yo, que quería ver de qué era yo capaz. –Oh, ¿en serio? Está bien, espero no defraudarte… -Dije, bromeando, mientras andaba hacia aquel oso con paso despacio. -¿Eres una usuaria de Akuma no mi, cierto? Bueno, tú eres lo que se conoce como “zoan común”, un simple animal, sin embargo hay otras mucho más poderosas, como es mi caso. Su nombre es “Zoan Mitológica”. –Al decir aquello comencé a convertirme en mi forma híbrida, un enorme hombre-lobo azul, y seguí acercándome al inmenso oso. –Verás, una zoan generalmente altera tu cuerpo, y las paramecias o logias te dan una habilidad. Mi fruta hace ambas cosas. –Ya estaba prácticamente al lado de aquel oso, que se lanzó sin pensárselo dos veces contra mí. Craso error. En cuestión de un instante me coloqué a su espalda usando mi “Hoho”, y subí sobre esta, para terminar colocado justo encima de su hocico. –Concretamente, mi poder es el de congelar. –Mientras decía aquello coloqué mi mano entre los ojos de aquel inmenso oso, y este comenzó a congelarse. En cuestión de segundos en lugar de un enorme oso, había una escultura de hielo sobre aquella montaña. Aunque no era consciente de si aquel animal era o no realmente el origen de los miedos y creencias de los aldeanos, al menos sí era lo bastante fuerte para ser quien les impedía volver tras acercarse, aunque pese a haber acabado con él seguramente, por escepticismo, seguirían teniendo aquella misma creencia.

Bajé de un salto al lado de la joven Nel, hacia la cual me dirigí entonces. –Bueno, esto ya está solucionado, y no creo que haya muchas cosas más interesantes por aquí, así que creo que ahora tú eres lo único “divertido” de esta isla. –Le dije sonriendo, mientras volvía a mi forma humana. –Te seré sincero, creo que eres sencillamente preciosa… -Añadí mientras pasaba por su lado y me sentaba, apoyado sobre una enorme roca. –¿Puedo saber a qué te dedicas? ¿De dónde eres? ¿A dónde vas? Si estás sola o acompañada. Cualquier cosa, saber algo de ti. –Le pregunté, esperando aprender algo más de la loca joven que el destino había colocado en aquella isla, y de la cual sentía que tarde o temprano, acabaríamos viviendo aventuras juntos, de cualquier índole…

Nel parecía observar con detenimiento cada paso que daba, sin embargo se mostraba reticente a escuchar, o mejor dicho, a responder mis preguntas, y saciar así mi curiosidad. La joven me pidió que, aquellas preguntas que yo mismo le acababa de formular, fueran previamente a su respuesta, contestadas por mí. Era una respuesta inteligente, primera norma del arte de la guerra, conoce a tu enemigo, ¿no? En cualquier caso, no me importaba decirle aquellas cosas, pero quería tener la certeza de que ella me contestaría después, así que en lugar de decir todas las respuestas de golpe, y esperar las suyas, propuse que fuéramos respondiendo una a una, intercalando mis respuestas, con las suyas.

-Me parece bien, sin embargo tengo una propuesta a esto. Yo iré respondiendo, y a cada respuesta, tú darás la tuya, ¿de acuerdo? Empecemos. –Musité sin apenas darle tiempo a asentir. –Lo primero, a qué me dedico. Supongo que ahora simplemente vago por el mundo, buscando volverme más fuerte, y conseguir un control de mis actos que antes no tenía… ¿Y tú? –Pregunté como parte de aquel acuerdo, y quedé escuchando su respuesta, para acto seguido, pasar a la siguiente pregunta. –En cuanto a mi procedencia... Honestamente, no lo recuerdo bien… Sé que soy de alguna isla de aquí, del North Blue, pero… Mi memoria ya no es lo que era. –Dije entre risas de forma sincera, para pasar a oír su respuesta nuevamente, y tras esta, a la siguiente pregunta, la tercera de ellas. –No sé bien a dónde voy, sólo sé que quiero encontrar un lugar dónde pueda entrenar tranquilo, sin molestias externas, y sin preocuparme por hacer daño o no a gente inocente… Y espero encontrar ese lugar pronto… -Dije aquella vez, contestando de forma rápida, como todas, pues me interesaba más oír sus respuestas que dar yo las mías. –Y así llegamos a la que más me interesaba. –Bromeé con la joven, aunque había un punto de verdad en aquello. –Yo estoy solo, ahora viajo completamente solo… ¿Y tú? –Terminé por preguntar con un más que claro tono de interés, y me preparé para oír su respuesta, así como cualquier otra cosa que me quisiera contar, era todo oídos.

Al acabar aquel “interrogatorio” la joven me preguntó una última cosa. Quería saber las demás “capacidades” que mi fruta me otorgaba, así que me acerqué a ella y la miré a los ojos. -¿Quieres comprobarlo? –Le pregunté sonriente, mientras me convertía en mi forma completa, un lobo enorme, de casi ocho metros de longitud. Con el cuello la insté a que subiera sobre mi lomo, acompañando a los gestos con una simple palabra. –Sube. –Tras decir aquello, y en el instante en que montó, di un potente salto desde lo alto de la montaña. –¡Agárrate bien! –Le gritaba mientras caíamos. Nuestro destino era el mar, caíamos directos contra este. Para cualquier usuario aquello hubiera significado la muerte, probablemente estaría asustada, pero nada más caer congelé la superficie del agua, formando una plataforma de hielo a cada paso, y comencé a correr sobre el agua, empleando en ocasiones el Hoho para lograr una velocidad increíblemente grande y asustar a la joven que llevaba a mi espalda.

Estuvimos un rato dando vueltas como tontos, haciendo piruetas en las que hacía el amago de dejarla caer al agua, para después recogerla rápidamente, o directamente no soltarla, tras el cual, volví a la costa Norte de la isla, volviendo de nuevo a mi forma humana, y tumbándome en la arena de la playa, tomando a Nel para tumbarla junto a mí, entre risas y cachondeo. Con una respiración entrecortada y jadeante, y algo nervioso y cansado, hice una pregunta a la muchacha. -¿Te ha gustado? –Nada más preguntarlo empecé a reír, pues aquella situación, aquel contexto, y aquella pregunta, eran propias de unas circunstancias muy diferentes a aquellas, y decirlo así y allí, se me antojaba gracioso. Me apuré a añadir algo más, continuando la broma. –Si no te ha gustado di que sí, como hacen todas, por el bien de mi hombría aunque sea. –Bromeé sonriendo, mientras elevaba la mirada al cielo y suspiraba. Estaba bien haberme tomado aquel “descanso” antes de continuar mi entrenamiento…