¿Es parte del...destino?[Priv.-Pasado][Rose-Sting]

Maldecir, era lo único que podía hacer. Parecía que lo único en lo que estaba centrado el destino era en hacerme la vida difícil, aunque, esta vez había logrado superarse. Esta vez, había decidido juntar a dos personas, en las mismas circunstancias, repudiados por el resto del mundo, enfurecidos con ellos, con odio nada más que en nuestros corazones. Realmente como odiaba a ese maldito hijo de puta, enfrentándome a la única persona que podría entenderme, ella tenía razón, no podía matar a alguien que había conocido el sufrimiento, no podía matar a alguien como yo. Agaché la cabeza, para evitar el contacto visual, mientras apretaba con fuerza los puños y tensaba la mandíbula, poco después comenzó a alejarse hasta sentarse en una pequeña roca, tras eso, chasqueé los dedos, entonces comenzó a destruirse aquel hielo con el que había matado aquel oso, dejando en el cielo una especie de polvo brillante por el cielo.

Tras esto permanecí quieto, frente a ella, mientras esta se presentaba, alcé el rostro y comencé a mirarla. Acto seguido, por su espalda, pude observar como otro oso se acercaba, alcé el brazo y la extendí utilizándola para apuntar, después un carámbano de hielo salió volando a gran velocidad, pasando a tan solo un par de centímetros de ella y atravesando el cráneo del oso.

-Norudy D. Sting.- Dije mientras bajaba el brazo.- Tienes suerte, me has convencido… Además me recuerdas a alguien… La cual no estaría contenta si hiciese esto…- Murmuré esto último mientras bajaba mi mano y comenzaba a recordar aquellos bellos momentos.

El polvo del hielo, realmente parecía nieve, no podía evitar recordar aquellos momentos en mi isla natal, cada vez mi pasado era una carga más grande, siempre que lo recordaba, no podía evitar sentir un gran vacío y una tristeza inmensa. Aun podía notar mis manos manchadas de sangre al matar a mi padre, al tocar el vientre apuñalado de Mina. No pude evitar soltar un par de lágrimas que rápidamente se congelaron, entonces me acerqué a aquella mujer y con un gesto preocupado dije.

-Dime... ¿Te gusta esta vida?- Dije mirándola fijamente.

Por un momento mi corazón se paró, esta chica era prácticamente igual que yo, nuestros padres unos malditos bastardos que arruinaron nuestros sueños y destruyeron nuestra fe en la humanidad. No pude evitar mostrar mi lamentación con un gesto de mi rostro, de verdad, existían más personas como aquel hombre, crueles, despiadadas y sin ninguna compasión. Recuerdos que ya creía olvidados volvieron a aflorar, haciéndome sentir una fuerte presión en el pecho, impidiéndome formular palabra, provocando un pequeño silencio tras el relato de la dama. Entonces, al mirarla, por un momento la imagen de Mina iluminó mi cabeza, notaba como si ella me abrazase por la espalda, envolviéndome el cuello, acompañado de un pequeño susurro, recordándome sus últimas palabras, haciéndome ver lo que era realmente era importante. Noté como me daba un leve empujón en mi espalda y posteriormente oía su risa, miré hacia mi espalda, pude ver por un momento su silueta, entre aquel polvo helado, ¿era mi imaginación? ¿O el espíritu de Mina había hecho acto de presencia? Nunca lo sabría, pero era hora de cambiar.

-Se podría decir, que hasta hace unos segundos realmente la odiaba, mi padre también fue un maldito malnacido, acabó con todo lo que tenía en un momento, consiguió hacer que lo odiara tanto para matarlo… Todo por estas malditas marcas…- Dije señalándolas.- En mi pueblo natal, decían que eran una maldición, el alma de una bestia estaba encerrada en mí… Por ello, siempre estuve encerrado, sin poder ser feliz, sin poder salir de los muros de mi casa… Hasta que… Un día el destino decidió sonreírme, mi padre intentó matarme… Pero gracias a ello encontré el amor… Conocí a Mina… Por fin supe que era sentirse libre, pude ser feliz… Entonces fue, cuando descubrí la verdadera intención del destino, arrebatármelo todo y hundirme en la desesperación… Mina, mi padre… Murieron.- Paré por un momento, aguantando la tristeza y las ganas de llorar.- Pedí ayuda, pero todos me temían, además ya era demasiado tarde… Desde ese día, decidí odiar este mundo y ser el más grande, ser un dios, para así dejar de ser manipulado por ese caprichoso… He matado mucha gente para conseguirlo, pero aun no he avanzado nada… Este no era el camino… El camino me lo dijo Mina hace mucho tiempo… Y gracias a ti… Lo he recordado, gracias.- Dije sonriendo por felicidad por primera vez en mucho tiempo.- “No seas como ellos creen que eres” Es irónico, he estado haciendo justo lo contrario… Pero ahora sé el camino que debo seguir… Esta será la forma con la que lucharé contra el destino… Supongo, que no me gusta esta vida, pero está en nuestra mano cambiarla, ¿no?- Dije extendiéndola la mano con una sonrisa.

Desperté, estaba allí tirado, en el centro del claro, apenas podía recordar lo último que hice el día anterior. Qué bien me sentía allí arriba, libre como un pájaro, pudiendo manejar yo mismo mí camino y destino, solté al pensar que eso no era más una mera ilusión, una ilusión que se convertiría en realidad, mas todavía quedaba un largo camino por recorrer. Cerré los ojos pensando en las aventuras que correríamos hoy al explorar la isla en busca de esa misteriosa leyenda, pero… Después de eso, ¿qué? ¿Realmente no volvería a ver a la persona que me dio  esperanza? Todo esto me daba dolor de cabeza.

No pasó mucho tiempo hasta que Rose se acercó, y para mi sorpresa, con una sonrisa en el rostro me invitó a unirme a su tripulación pirata, ¿esta chica era una pirata? La verdad, me dejó algo impactado, pero por todo lo que había sucedido el día anterior, sabía que no era un pirata común, además tampoco hubiese tenido problemas con eso, al fin y al cabo, yo también había cometido varios crímenes. Correspondí su sonrisa con una mía, y me puse de rodillas con una mano en el pecho.

-¡Mi vida os pertenece, Capitana!-Dije entusiasmado.

Después de eso, ambos nos dirigimos a investigar la isla, siendo sincero, siempre, desde pequeño envidié la vida de los piratas, una vida libre sin ataduras, o por lo menos lo más parecido a una, en estos momentos me sentía como cuando estaba en el cielo, libre, no sabía quiénes eran nuestros nakamas, realmente no sabía absolutamente nada de ellos, no sabía que nos depararía el destino, pero ya iba siendo hora de enfrentarlo, por fin estaba absolutamente convencido de poder vencerlo, por fin podría vengar a Mina, acabar con mi sufrimiento y dejarla descansar en paz. Por fin sería capad de ser como realmente soy…

El misterio de la leyenda, solamente lo sabríamos Rose y yo, sería nuestro pequeño secreto.