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Habían pasado ya varias semanas desde que Drake se declaró a Minathy en la isla de los animales raros, ambos habían seguido viviendo aventuras juntos. Pero ese día habían encontrado una isla muy pequeña y con una casa abandonada. La casa era de un solo piso y tenía un salón, una cocina, un cuarto de baño con una bañera muy grande y un dormitorio matrimonial. Seguramente a los antiguos dueños no les gustaba debido a lo alejado que estaba de la civilización, por suerte había arboles y algunos animales además de un rio de agua dulce. Era un buen sitio para estar, ya eran las diez de la noche y el día había sido muy agotador, tanto trabajar y entrenar habían dejado al chico lobo agotado.
Este caminaba de forma calmada por el salón, Minathy debería estar en la cocina o estaría tal vez fuera entrenando con sus espadas, lo que si era seguro, era que el chico lobo se iba a tumbar un rato. Se quitó la camiseta, dejando ver su poderoso cuerpo, su cuello musculado, sus pectorales perfectos y marcados. Sus abdominales desarrollados y definidos y su buen grosor de brazos, además de sus firmes y musculosas piernas. Antes de tumbarse decidió darse una ducha por lo que se dirigió al cuarto de baño a dársela, aquella casa tomaba el agua del rio, como era normal se sintió algo debilitado al ser usuario de una fruta del diablo. Después de aquella ducha rápida, se puso una toalla de color blanco que encontró y se dirigió al dormitorio. Allí deshizo la cama y se quitó la toalla colocándose tranquilamente un pantalón blanco corto que había en uno de los armarios, acto seguido se tumbó en la cama cerrando los ojos. No iba a dormirse pero se estaba muy cómodo allí tumbado.
Notaba como el agua le caía por el cuerpo, había mojado un poco el colchón y las sabanas con el agua de la ducha pero eran simples gotas. No se había secado muy bien y algunas gotas bajaban por su pecho, sus brazos estaban flexionados y sus manos tras su cuello quedando en una postura muy cómoda. –Esto es el cielo. –Dijo sonriendo mientras cerraba los ojos sin preocupaciones, relajando el cuerpo totalmente y dejándose llevar por la comodidad de aquella cama en la que estaba tumbado ahora.
Era raro que Minathy estuviera tardando tanto en aparecer o en regañarle por entrenar tanto, no sabía dónde podía estar pero esperaba que se encontrara bien. Empezó a olfatear un poco con su desarrollado olfato hasta que pudo dar con su olor, estaba cerca, de ese modo dejó de preocuparse y continuó allí tumbado con sus ojos cerrados bien a gusto.
Este caminaba de forma calmada por el salón, Minathy debería estar en la cocina o estaría tal vez fuera entrenando con sus espadas, lo que si era seguro, era que el chico lobo se iba a tumbar un rato. Se quitó la camiseta, dejando ver su poderoso cuerpo, su cuello musculado, sus pectorales perfectos y marcados. Sus abdominales desarrollados y definidos y su buen grosor de brazos, además de sus firmes y musculosas piernas. Antes de tumbarse decidió darse una ducha por lo que se dirigió al cuarto de baño a dársela, aquella casa tomaba el agua del rio, como era normal se sintió algo debilitado al ser usuario de una fruta del diablo. Después de aquella ducha rápida, se puso una toalla de color blanco que encontró y se dirigió al dormitorio. Allí deshizo la cama y se quitó la toalla colocándose tranquilamente un pantalón blanco corto que había en uno de los armarios, acto seguido se tumbó en la cama cerrando los ojos. No iba a dormirse pero se estaba muy cómodo allí tumbado.
Notaba como el agua le caía por el cuerpo, había mojado un poco el colchón y las sabanas con el agua de la ducha pero eran simples gotas. No se había secado muy bien y algunas gotas bajaban por su pecho, sus brazos estaban flexionados y sus manos tras su cuello quedando en una postura muy cómoda. –Esto es el cielo. –Dijo sonriendo mientras cerraba los ojos sin preocupaciones, relajando el cuerpo totalmente y dejándose llevar por la comodidad de aquella cama en la que estaba tumbado ahora.
Era raro que Minathy estuviera tardando tanto en aparecer o en regañarle por entrenar tanto, no sabía dónde podía estar pero esperaba que se encontrara bien. Empezó a olfatear un poco con su desarrollado olfato hasta que pudo dar con su olor, estaba cerca, de ese modo dejó de preocuparse y continuó allí tumbado con sus ojos cerrados bien a gusto.
Minathy Witherose
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Minathy estaba sudando, hacía un par de horas que se había internado en el bosque que rodeaba la cabaña en donde ella y su chico, Drake, se estaban quedando. Había estado entrenando sin parar todo ese tiempo bajo el calor y el sol.
Tenía algún que otro arañazo en los brazos y necesitaba urgentemente una buena ducha y algo fresco de beber así que se internó en la cocina, esperando encontrarse al chico lobo asaltando la nevera.
Sabía que había estado entrenando y normalmente después de tanto ejercicio, el lobo arrasaba cualquier cosa comestible a su alcance, a ser posible, carne.
Sin embargo no había nadie en la cocina, su olfato le decía que andaba lejos, así que no se preocupó y después de beberse media botella grande de agua en unos pocos tragos, se dirigió al baño para darse una buena ducha.
Fue desnudándose por el camino, deseosa de meterse ya al agua. No le importaba la debilidad que esta le causaba al haber probado la Neko Neko no mí, en momentos como este, cuando todo e estaba en calma y no tenía que estar a la expectativa, un buen remojón sentaba de maravilla.
Fue dejando un reguero de prendas hasta la puerta del cuarto de baño y para cuando abrió el grifo no tenía nada que cubriera su torneado cuerpo.
Se metió bajo el chorro de agua con un suspiro placentero y dejó que el líquido helado que provenía directamente del río le recorriera los entumecidos músculos, relajándolos.
Echó la cabeza hacia atrás, empapándose el pelo y dejando las gotas rodar por sus hombros, sus generosos pechos, la estrecha cintura, las caderas y las fuertes piernas.
Todo ese ejercicio y entrenamientos desde niña, le había dejado un bonito cuerpo, con buenas curvas y cada cosa en su justo sitio, aunque debía reconocer, que la genética había tenido su parte de gloria. Aunque no le gustara mucho recordar a su familia, debía reconocer que el recuerdo de su hermosa madre le venía muy a menudo a la cabeza.
En cuanto se hubo enjabonado y aclarado el cuerpo, hizo lo mismo con su larguísimo cabello, definitivamente le hacía falta un corte, así empapado y alisado por el peso del agua, le llegaba casi a las rodillas, aquello no era muy apropiado para pelear, era un autentico engorro, pero adoraba su pelo y odiaba la idea de cortárselo.
Cuando terminó, salió de la ducha y se envolvió en una toalla que le cubría casi hasta la mitad de los muslos y sin preocuparse de recoger el baño, se encaminó al dormitorio para vestirse.
La idea de ponerse ropa encima se le borró de un plumazo en cuanto puso un pie dentro de la habitación y divisó el glorioso cuerpecito de su chico tumbado cómodamente en la cama con los ojos cerrados.
Sonrió de forma perversa y haciendo gala de sus habilidades felinas camino en total silencio hasta el, sentándose a horcajadas sobre su cadera, dejando que las gotas de su cabello mojado gotearan sobre él.
- No es hora de dormir, cielo, es hora de jugar
Tenía algún que otro arañazo en los brazos y necesitaba urgentemente una buena ducha y algo fresco de beber así que se internó en la cocina, esperando encontrarse al chico lobo asaltando la nevera.
Sabía que había estado entrenando y normalmente después de tanto ejercicio, el lobo arrasaba cualquier cosa comestible a su alcance, a ser posible, carne.
Sin embargo no había nadie en la cocina, su olfato le decía que andaba lejos, así que no se preocupó y después de beberse media botella grande de agua en unos pocos tragos, se dirigió al baño para darse una buena ducha.
Fue desnudándose por el camino, deseosa de meterse ya al agua. No le importaba la debilidad que esta le causaba al haber probado la Neko Neko no mí, en momentos como este, cuando todo e estaba en calma y no tenía que estar a la expectativa, un buen remojón sentaba de maravilla.
Fue dejando un reguero de prendas hasta la puerta del cuarto de baño y para cuando abrió el grifo no tenía nada que cubriera su torneado cuerpo.
Se metió bajo el chorro de agua con un suspiro placentero y dejó que el líquido helado que provenía directamente del río le recorriera los entumecidos músculos, relajándolos.
Echó la cabeza hacia atrás, empapándose el pelo y dejando las gotas rodar por sus hombros, sus generosos pechos, la estrecha cintura, las caderas y las fuertes piernas.
Todo ese ejercicio y entrenamientos desde niña, le había dejado un bonito cuerpo, con buenas curvas y cada cosa en su justo sitio, aunque debía reconocer, que la genética había tenido su parte de gloria. Aunque no le gustara mucho recordar a su familia, debía reconocer que el recuerdo de su hermosa madre le venía muy a menudo a la cabeza.
En cuanto se hubo enjabonado y aclarado el cuerpo, hizo lo mismo con su larguísimo cabello, definitivamente le hacía falta un corte, así empapado y alisado por el peso del agua, le llegaba casi a las rodillas, aquello no era muy apropiado para pelear, era un autentico engorro, pero adoraba su pelo y odiaba la idea de cortárselo.
Cuando terminó, salió de la ducha y se envolvió en una toalla que le cubría casi hasta la mitad de los muslos y sin preocuparse de recoger el baño, se encaminó al dormitorio para vestirse.
La idea de ponerse ropa encima se le borró de un plumazo en cuanto puso un pie dentro de la habitación y divisó el glorioso cuerpecito de su chico tumbado cómodamente en la cama con los ojos cerrados.
Sonrió de forma perversa y haciendo gala de sus habilidades felinas camino en total silencio hasta el, sentándose a horcajadas sobre su cadera, dejando que las gotas de su cabello mojado gotearan sobre él.
- No es hora de dormir, cielo, es hora de jugar
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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El chico continuaba allí tumbado, la cama era realmente cómoda y no iba a faltar mucho para que se quedara profundamente dormido, sin embargo escuchó el sonido del agua. Activó su mantra en ese momento y pudo notar la presencia de la chica en la ducha. Lo desactivó sonriendo de lado después mientras permanecía tumbado cómodamente. Estaba pensando en sus cosas en ese momento, aunque no sabía bien que iban a hacer, se quedarían allí una o dos semanas y después puede que se fueran a cazar a algún criminal para que la chica cobrase el dinero para ellos, era una buena estrategia. Por el momento seguramente dormirían o eso pensaba el castaño que seguía tumbado silbando con los ojos cerrados, aislado del mundo.
De repente el sonido del agua cesó, la chica había acabado. Ahora se iría a poner un pijama o algo por el estilo. No se escuchaba ningún ruido, era increíble, se movía por la casa con la elegancia y el silencio de un asesino profesional. Su olor estaba cada vez más cerca, no podía ser, debía de ser un fallo o algo por el estilo. En ese momento no se lo pensó más y decidió abrir los ojos, sin embargo fue demasiado tarde. Notó como el peso de la chica subía sobre su cadera, debido a su fuerza apenas lo notaba, pero aquel olor tan agradable era sin duda de ella. Las gotas de agua resbalaron de sus cabellos al torso del chico mientras la miraba a los ojos. Tan solo llevaba una toalla, este tragó algo de saliva pues no se esperaba aquello y mucho menos sus siguientes palabras.
Nunca se había relacionado con nadie, lo único que se pudo llamar relación, fue el beso en la isla de los animales con la chica, sus ojos se abrieron un poco y ahora se llevó una mano a la nuca. La verdad es que tenerla encima suya de esa manera le estaba empezando a excitar lentamente, era nuevo para él. Sin embargo no quería decepcionar a la chica. Algo sabía del tema de la cigüeña, pero no estaba muy seguro, de la parte preliminar se ocuparía él. Después le dejaría a ella lo siguiente y cuando cogiera el tranquillo, la chica se podía dar por violada. El lobo le sonrió con dulzura mientras colocaba sus manos en las caderas de la chica retirando su toalla despacio.
- Jugar no lo sé, pero me ha entrado hambre preciosa y creo que tu eres mi cena y mi postre. Grrrr…
Gruñó un poco jugando mientras observaba el precioso cuerpo de la joven, sin duda alguna era preciosa en todos los aspectos. No se lo pensó mucho e hizo gala de su fuerza para abrazarla levantándose y dejándola debajo suya. A continuación dejó paso a su instinto, iluminó sus ojos en dorado mientras la miraba ahora con una mirada pícara para después pasar su lengua muy despacio por el cuello de la chica, degustando lentamente su sabor para después mordisquearlo un poco.
- Mmmm.. creo que me acostumbrare a esto cielo… tu sabor es perfecto.
Dijo mientras levantaba la mirada y comenzaba a pasar su mano izquierda por los cabellos de la chica, pegándola a él, levantándola unos diez centímetros de la cama para poder mordisquearle mejor. El imponente lobo estaba sobre su presa y no iba a dejarla escapar, sus mordiscos prosiguieron bajando por sus hombros lentamente para después volver a su cuello buscando excitarla de esa manera mientras pegaba su cintura a la de ella.
De repente el sonido del agua cesó, la chica había acabado. Ahora se iría a poner un pijama o algo por el estilo. No se escuchaba ningún ruido, era increíble, se movía por la casa con la elegancia y el silencio de un asesino profesional. Su olor estaba cada vez más cerca, no podía ser, debía de ser un fallo o algo por el estilo. En ese momento no se lo pensó más y decidió abrir los ojos, sin embargo fue demasiado tarde. Notó como el peso de la chica subía sobre su cadera, debido a su fuerza apenas lo notaba, pero aquel olor tan agradable era sin duda de ella. Las gotas de agua resbalaron de sus cabellos al torso del chico mientras la miraba a los ojos. Tan solo llevaba una toalla, este tragó algo de saliva pues no se esperaba aquello y mucho menos sus siguientes palabras.
Nunca se había relacionado con nadie, lo único que se pudo llamar relación, fue el beso en la isla de los animales con la chica, sus ojos se abrieron un poco y ahora se llevó una mano a la nuca. La verdad es que tenerla encima suya de esa manera le estaba empezando a excitar lentamente, era nuevo para él. Sin embargo no quería decepcionar a la chica. Algo sabía del tema de la cigüeña, pero no estaba muy seguro, de la parte preliminar se ocuparía él. Después le dejaría a ella lo siguiente y cuando cogiera el tranquillo, la chica se podía dar por violada. El lobo le sonrió con dulzura mientras colocaba sus manos en las caderas de la chica retirando su toalla despacio.
- Jugar no lo sé, pero me ha entrado hambre preciosa y creo que tu eres mi cena y mi postre. Grrrr…
Gruñó un poco jugando mientras observaba el precioso cuerpo de la joven, sin duda alguna era preciosa en todos los aspectos. No se lo pensó mucho e hizo gala de su fuerza para abrazarla levantándose y dejándola debajo suya. A continuación dejó paso a su instinto, iluminó sus ojos en dorado mientras la miraba ahora con una mirada pícara para después pasar su lengua muy despacio por el cuello de la chica, degustando lentamente su sabor para después mordisquearlo un poco.
- Mmmm.. creo que me acostumbrare a esto cielo… tu sabor es perfecto.
Dijo mientras levantaba la mirada y comenzaba a pasar su mano izquierda por los cabellos de la chica, pegándola a él, levantándola unos diez centímetros de la cama para poder mordisquearle mejor. El imponente lobo estaba sobre su presa y no iba a dejarla escapar, sus mordiscos prosiguieron bajando por sus hombros lentamente para después volver a su cuello buscando excitarla de esa manera mientras pegaba su cintura a la de ella.
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