Saiiko Naoto
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El día se tornaba bastante soleado. El cielo estaba bañado por completo de un azul intenso que cubría toda Villa Orange y el mar que la rodeaba. Saiiko había llegado a la isla al amanecer, dejando su pequeño barco en la orilla y penetrándose en el bosque en busca de algún signo de civilización. En el mismo instante en que la humedad hallada en toda esa espesura alcanzó el cuerpo de la pirata, su cabello pasó de un color celeste al verde inmediatamente. No sabía dónde estaba, y mucho menos lo que iría a encontrarse. Normalmente no le habría molestado en absoluto pasear sola entre semejante vegetación, pero por alguna razón se sentía desprotegida y más débil que nunca. Varias veces había llegado a plantearse el hecho de volver con Hawthorne y que él le enseñara algo más de lo que ya sabía, pues si lo que buscaba era llegar alto no lo haría si se quedaba donde estaba.
Avanzó hasta salir a un pequeño descampado rodeado de una calle cuesta abajo y varias casitas decorando el paisaje. Saltó una pequeña valla alambrada y notó cómo se le caía un peso de encima, pues su cabello había vuelto a reaccionar y ahora volvía al celeste usual. Caminó por la carretera hasta adentrarse en lo que parecía el centro del pueblo, pues estaba lleno de pequeñas tiendecitas de fruta, verdura, ropa, soubenires y más cosas curiosas que observó detenidamente un rato. La chica llamaba la atención constantemente de los pueblerinos, que entre ellos se paraban a comentar los extraños ropajes y el llamativo azul que paseaba sobre la cabeza, hasta un punto en que la chica se vio obligada a esconderse las dos dagas que portaba en su cinturón y asegurarse de que nadie se asustara por ellas: después de todo, parecía un pueblo de lo más común y tranquilo, por lo que Saiiko podía estar segura de que no tendría que lidiar con ningún conflicto. Más bien, comería algo, pasaría la noche allí y mañana zarparía de nuevo.
Se metió la mano en el bolsillo de las bermudas y de él sacó un par de cosas sueltas: una hebilla, un alambre, un trozo de papel con la tinta corrida y tres monedas doradas. La chica suspiró. Se había dejado todo su dinero en alguna parte de su barco y ahora no tendría con qué pagar la comida. Echó un ojo al cielo y verificó que aún era temprano para hacer una ruta hacia alguna otra isla cercana, por lo que se iría sin pagar de alguna taberna con el estómago lleno y después volvería a su barco. Sin embargo, lo primero era saber si por allí habría otra isla.
Marchó hasta el primer bar con el que se cruzó y entró, seguidamente apoyó ambas manos sobre la barra y esperó a que el tabernero se acercara. Era un hombre bastante entrado en edad y, por su expresión, no parecía tener un muy buen día.
— ¿Qué te pongo, muchacha?
— No, esto..., ¿a cuánto tiempo está la próxima isla?
— Puede que..., unas cinco o seis horas. Dependerá de tu barco.
Saiiko frunció el entrecejo y, después de darse cuenta de que el hombre seguía a la espera de saber lo que pediría, se acercó una butaca y se sentó en la barra.
— Algo de carne y agua, por favor.
Avanzó hasta salir a un pequeño descampado rodeado de una calle cuesta abajo y varias casitas decorando el paisaje. Saltó una pequeña valla alambrada y notó cómo se le caía un peso de encima, pues su cabello había vuelto a reaccionar y ahora volvía al celeste usual. Caminó por la carretera hasta adentrarse en lo que parecía el centro del pueblo, pues estaba lleno de pequeñas tiendecitas de fruta, verdura, ropa, soubenires y más cosas curiosas que observó detenidamente un rato. La chica llamaba la atención constantemente de los pueblerinos, que entre ellos se paraban a comentar los extraños ropajes y el llamativo azul que paseaba sobre la cabeza, hasta un punto en que la chica se vio obligada a esconderse las dos dagas que portaba en su cinturón y asegurarse de que nadie se asustara por ellas: después de todo, parecía un pueblo de lo más común y tranquilo, por lo que Saiiko podía estar segura de que no tendría que lidiar con ningún conflicto. Más bien, comería algo, pasaría la noche allí y mañana zarparía de nuevo.
Se metió la mano en el bolsillo de las bermudas y de él sacó un par de cosas sueltas: una hebilla, un alambre, un trozo de papel con la tinta corrida y tres monedas doradas. La chica suspiró. Se había dejado todo su dinero en alguna parte de su barco y ahora no tendría con qué pagar la comida. Echó un ojo al cielo y verificó que aún era temprano para hacer una ruta hacia alguna otra isla cercana, por lo que se iría sin pagar de alguna taberna con el estómago lleno y después volvería a su barco. Sin embargo, lo primero era saber si por allí habría otra isla.
Marchó hasta el primer bar con el que se cruzó y entró, seguidamente apoyó ambas manos sobre la barra y esperó a que el tabernero se acercara. Era un hombre bastante entrado en edad y, por su expresión, no parecía tener un muy buen día.
— ¿Qué te pongo, muchacha?
— No, esto..., ¿a cuánto tiempo está la próxima isla?
— Puede que..., unas cinco o seis horas. Dependerá de tu barco.
Saiiko frunció el entrecejo y, después de darse cuenta de que el hombre seguía a la espera de saber lo que pediría, se acercó una butaca y se sentó en la barra.
— Algo de carne y agua, por favor.
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*El pueblo parecía tener un día de lo mas tranquilo, el sol resplandecía, las mujeres compraban en el mercado, los botadores comeciaban en el puerto, la vida se hacía patente en aquel pequeño pueblo de la costa, pero toda paz se ve mermada por acontecimientos inusuales, pues en la lejanía un barco con bandera negra atracó en el muelle 12. Este navío de imponentes velas blancas, casco rojo y negro con 36 cañones por banda, 4 cubiertas y un mascarón característico de calavera con un puro era la señal de que los problemas se acercaban. Los marineros arribaron el barco y los botdores de puerto al ver la calavera con el puro en la boca y cabello Blanco se pusieron pálidos y comenzaron a desplegar rampas para los integrantes de aquel navio, los cuales comenzaron a bajar. Otros botadores corrieron al pueblo y comenzaron a avisar a toda persona viviente*
-!IL BIANCO! IL BIANCO HA REGRESADO!
*El pueblo comenzó a alegrarse, pero, ¿por qué? era Meneror, "Il Bianco" temido pirata y asaltante de navíos de la marina mercante ¿porque el pueblo le iba a apoyar?, pues resultaba que muchos de sus botines los repartía para hacer fama entre la población local y ser el "buen samaritano" el señor Don Meneror, el cual apareció en cubierta y comenzó a descender hasta ir a la taberna como acostumbraba hacer tras cada saqueo, esperando su vino de las 12 a la par que los pueblerinos vitoreaban*
-Il Bianco ha regresado!! ha traido dinero para todos!
*Meneror sonreía levemente y abrió la puerta de la taberna. Era un hombre alto, fornido, portaba un puro en la boca y un cabello largo y blanco, a la par de una cicatriz de lado a lado de la cara sobre la nariz, además vestía como un mafioso, pañuelo al cuello, chaleco, y una exorbitado abrigo de piel que colgaba de sus hombros, impidiendo ver su mano izquierda y dejando ver un puro encendido en la otra, el cual se llevó a la boca y observó a la tabernera haciendo un aceno de que se moviera. Esta no lo dudó y le colocó la mesa de siempre y el vino. Il Bianco se sentó y de piernas cruzadas junto a dos guardaespaldas y comenzó a beber cuidadosamente su reserva mientras fumaba sin percatarse de la presencia de la muchacha*
-!IL BIANCO! IL BIANCO HA REGRESADO!
*El pueblo comenzó a alegrarse, pero, ¿por qué? era Meneror, "Il Bianco" temido pirata y asaltante de navíos de la marina mercante ¿porque el pueblo le iba a apoyar?, pues resultaba que muchos de sus botines los repartía para hacer fama entre la población local y ser el "buen samaritano" el señor Don Meneror, el cual apareció en cubierta y comenzó a descender hasta ir a la taberna como acostumbraba hacer tras cada saqueo, esperando su vino de las 12 a la par que los pueblerinos vitoreaban*
-Il Bianco ha regresado!! ha traido dinero para todos!
*Meneror sonreía levemente y abrió la puerta de la taberna. Era un hombre alto, fornido, portaba un puro en la boca y un cabello largo y blanco, a la par de una cicatriz de lado a lado de la cara sobre la nariz, además vestía como un mafioso, pañuelo al cuello, chaleco, y una exorbitado abrigo de piel que colgaba de sus hombros, impidiendo ver su mano izquierda y dejando ver un puro encendido en la otra, el cual se llevó a la boca y observó a la tabernera haciendo un aceno de que se moviera. Esta no lo dudó y le colocó la mesa de siempre y el vino. Il Bianco se sentó y de piernas cruzadas junto a dos guardaespaldas y comenzó a beber cuidadosamente su reserva mientras fumaba sin percatarse de la presencia de la muchacha*
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El camarero suspiró y tocó dos veces la pared que tenía a sus espaldas, después, una voz extrañamente ronca soltó un '¡ya lo he oído, joder!' y seguidamente se oyó el sonido de una sartén bailando sobre el fuego. Saiiko se acomodó en el taburete y echó en falta alguno de sus sacos de berries que, estúpidamente, se había dejado en el barco. La verdad era que no tenía ninguna gana de molestar a nadie que estuviera allí tranquilo sólo porque ella no pudiera pagar lo que acababa de pedir, pero por otra parte tenía bastante hambre.
Sus pensamientos se redujeron a cero en cuanto el tabernero le puso el plato de carne sobre la mesa, sin embargo y en cuestión de segundos, un agobiante chirrido proveniente de las bisagras de la puerta desconectó a todos los comensales de sus respectivas refelxiones mundanas. Saiiko no se molestó en mirar, pero por fin se percató de que desde hacía ya un rato llevaban oyéndose unas cuantas voces que recitaban el nombre 'Il Bianco' procedentes de la calle. Un segundo tabernero, esa vez tratándose de una mujer, movió una mesa y la colocó como si se tratara de alguien bastante perfeccionista para que, sólo unos segundos más tarde, el recién llegado se sentara y acomodara como si aquello se tratara de un camerino privado.
Saiiko le echó un ojo mientras masticaba con ganas la carne que le habían servido. Parecía alguien fuerte por su masa corporal y, por su pelo deducía que era él el protagonista del griterío que se había formado en la calle. Curiosa, se preguntó a sí misma cuán poder físico o incluso económico poseería para, dado el caso, ser tan aclamado.
Sus pensamientos se redujeron a cero en cuanto el tabernero le puso el plato de carne sobre la mesa, sin embargo y en cuestión de segundos, un agobiante chirrido proveniente de las bisagras de la puerta desconectó a todos los comensales de sus respectivas refelxiones mundanas. Saiiko no se molestó en mirar, pero por fin se percató de que desde hacía ya un rato llevaban oyéndose unas cuantas voces que recitaban el nombre 'Il Bianco' procedentes de la calle. Un segundo tabernero, esa vez tratándose de una mujer, movió una mesa y la colocó como si se tratara de alguien bastante perfeccionista para que, sólo unos segundos más tarde, el recién llegado se sentara y acomodara como si aquello se tratara de un camerino privado.
Saiiko le echó un ojo mientras masticaba con ganas la carne que le habían servido. Parecía alguien fuerte por su masa corporal y, por su pelo deducía que era él el protagonista del griterío que se había formado en la calle. Curiosa, se preguntó a sí misma cuán poder físico o incluso económico poseería para, dado el caso, ser tan aclamado.
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*Meneror con total indiferencia observaba su gran reserva, sin olvidar que los pueblerinos estaban a su alrededor mirando como bebía junto a dos guardaespaldas. Meneror era conocido por ser "El Mafioso del South Blue", y que sus negocios nunca eran perjudicados. Tras sorber un buen trago de su vino posa la copa en la mesa y mira a la barra.*
*No pudo evitar observar a aquella muchacha en la barra la cual era desconocida para el. Mientras le servían su filete con patatas hizo un aceno con la mano izquierda, pues la derecha estaba oculta por su abrigo , a su guardaespaldas para que le acompañara a comer. El guardaespaldas se acerca junto a la muchacha para comunicarle*
-Señorita, el Señor Meneror quiere que le acompañe a comer ¿acepta?
*A su vez toda la taberna estaba pendiente de la respuesta de aquella muchacha. ¿Acaso era tan importante una invitación de Meneror? ¿por que iba a invitarla a comer con él ? ¿negocios tal vez?*
*No pudo evitar observar a aquella muchacha en la barra la cual era desconocida para el. Mientras le servían su filete con patatas hizo un aceno con la mano izquierda, pues la derecha estaba oculta por su abrigo , a su guardaespaldas para que le acompañara a comer. El guardaespaldas se acerca junto a la muchacha para comunicarle*
-Señorita, el Señor Meneror quiere que le acompañe a comer ¿acepta?
*A su vez toda la taberna estaba pendiente de la respuesta de aquella muchacha. ¿Acaso era tan importante una invitación de Meneror? ¿por que iba a invitarla a comer con él ? ¿negocios tal vez?*
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La chica volvió a apartar la vista del peliblanco y la posó sobre su plato de comida, el cual cada vez le parecía menos apetitoso. Había llegado a plantearse un par de veces el hecho de buscarse sitios más estables o incluso higiénicos que ése, pero dadas las circunstancias tampoco podía permitirse muchísimo más.
Escuchó unos pasos acercándose a ella y no mucho después una voz masculina y preocupante mente seria.
— Señorita, el Sr. Meneror quiere que le acompañe a comer, ¿acepta?
La chica vaciló durante unos instantes. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue que, como muchos otros viejos verdes, sólo estuviera interesado en un rato de compañía. En ese caso y a buen merecer podría plantearse hacerse algún apaño y robarle algo de dinero. ¿Pero y si no era ésa la causa? En realidad era bastante amplio el campo de posibilidades, por lo que, ¿por qué no?
Saiiko levantó ambas cejas y giró sobre su eje encima del taburete, después, se levantó. Tardó bastante poco tiempo en darse cuenta de que la mayor parte de los comensales del bar estaban pendientes de ellos, por lo que trataría de no llamar mucho la atención, después de todo, su rostro estaba plasmado en cientos de carteles de busca y captura colgados sobre los murales de muchas islas.
Se acercó a la mesa del Señor Meneror y sacó una silla para sentarse procurando modales que resultaron casi irónicos.
— Así que Sr. Meneror. ¿Cuál es el motivo de su petición?
La chica esperó una respuesta mientras se acomodaba sobre el respaldo de la silla y cruzaba los brazos, aún manteniendo una expresión pícara.
Escuchó unos pasos acercándose a ella y no mucho después una voz masculina y preocupante mente seria.
— Señorita, el Sr. Meneror quiere que le acompañe a comer, ¿acepta?
La chica vaciló durante unos instantes. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue que, como muchos otros viejos verdes, sólo estuviera interesado en un rato de compañía. En ese caso y a buen merecer podría plantearse hacerse algún apaño y robarle algo de dinero. ¿Pero y si no era ésa la causa? En realidad era bastante amplio el campo de posibilidades, por lo que, ¿por qué no?
Saiiko levantó ambas cejas y giró sobre su eje encima del taburete, después, se levantó. Tardó bastante poco tiempo en darse cuenta de que la mayor parte de los comensales del bar estaban pendientes de ellos, por lo que trataría de no llamar mucho la atención, después de todo, su rostro estaba plasmado en cientos de carteles de busca y captura colgados sobre los murales de muchas islas.
Se acercó a la mesa del Señor Meneror y sacó una silla para sentarse procurando modales que resultaron casi irónicos.
— Así que Sr. Meneror. ¿Cuál es el motivo de su petición?
La chica esperó una respuesta mientras se acomodaba sobre el respaldo de la silla y cruzaba los brazos, aún manteniendo una expresión pícara.
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*Meneror se levó un pedazo de filete a la boca, tras masticarlos y tragarlo tomó un sorbo de vino. Tras eso encendió un puro el cual extrajo una humareda negra que al tocar el techo hizo "rechinar" las vigas del techo para luego observar a sus guardaespaldas y decirles mientras miraba unos papeles que había sacado de su bolsillo frente a la joven*
-Se acabó la hora de comer...
*Los guardaespaldas y los pueblerinos no tardaron ni un minuto en salir de imprevisto todos de la taberna, quedando solo, el camarero la dama y Meneror. Tras unos segundos de silencio, Meneror responde al la muchacha, no sin antes lanzar un cartel de Wanted con el rostro de la dama a la mesa frente a ella*
-Son tiempos difíciles para que vayáis sola y con recompensa por la ciudad.
*El tono de Meneror era amistoso, cosa impropia en él, pero había visto que esa muchacha era pirata, como el ¿Habría negocios de por medio?*
-Comed y bebed hasta saciaros, pues me habéis llamado la atención. ¿Por que un pirata vendría hasta estos lares sola?
*Meneror se llevó su puro a la boca y tras desaparecer el humo del techo se observa que las vigas están ligeramente chamuscadas*
-Se acabó la hora de comer...
*Los guardaespaldas y los pueblerinos no tardaron ni un minuto en salir de imprevisto todos de la taberna, quedando solo, el camarero la dama y Meneror. Tras unos segundos de silencio, Meneror responde al la muchacha, no sin antes lanzar un cartel de Wanted con el rostro de la dama a la mesa frente a ella*
-Son tiempos difíciles para que vayáis sola y con recompensa por la ciudad.
*El tono de Meneror era amistoso, cosa impropia en él, pero había visto que esa muchacha era pirata, como el ¿Habría negocios de por medio?*
-Comed y bebed hasta saciaros, pues me habéis llamado la atención. ¿Por que un pirata vendría hasta estos lares sola?
*Meneror se llevó su puro a la boca y tras desaparecer el humo del techo se observa que las vigas están ligeramente chamuscadas*
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A la peliazul le llamó la atención toda aquella escolta de guardaespaldas que seguían al hombre fuera donde fuera. Mientras, éste disfrutaba campante de su plato de comida, su vino y, más importante, su puro. Esto le llevó a preguntarse qué es lo que podría haber hecho él en su pasado para llegar a poseer semejantes privilegios.
Saiiko arrugó el entrecejo y colocó una mueca defensiva en cuanto el hombre posó sobre la mesa su cartel de busca y captura. ¿Podría ser? ¿Se había dejado seguir por un Marine o Cazarrecompensas hasta allí? La chica no consiguió lidiar con aquella idea hasta habérsela sacado de la cabeza, y aún con el tono amistoso que el hombre empleaba no terminaba de fiarse de él.
—¿Qué es, un juego de palabras? —Dijo, después de negar con la cabeza lo que le ofrecía.
La peliazul se arrimó a la mesa colocando los brazos sobre ésta e intentando mantenerse lo más despierta posible, después de todo no tenía ni la más mínima idea de quién era el señor que estaba sentado a su lado.
— No sé quién eres, Sr. Meneror, pero me gustaría descartar la posibilidad de que seas alguien interesado en mi captura.
Recitó las últimas palabras arrastrándolas con la intención de que quedara claro cuál sería el primer paso en su relación, después se preparó para lo que dijera el peliblanco. Al fin y al cabo ya se había encontrado bastante escoria en los últimos años para asustarse por una pequeña amenaza, ¿qué más daba entonces?
Saiiko arrugó el entrecejo y colocó una mueca defensiva en cuanto el hombre posó sobre la mesa su cartel de busca y captura. ¿Podría ser? ¿Se había dejado seguir por un Marine o Cazarrecompensas hasta allí? La chica no consiguió lidiar con aquella idea hasta habérsela sacado de la cabeza, y aún con el tono amistoso que el hombre empleaba no terminaba de fiarse de él.
—¿Qué es, un juego de palabras? —Dijo, después de negar con la cabeza lo que le ofrecía.
La peliazul se arrimó a la mesa colocando los brazos sobre ésta e intentando mantenerse lo más despierta posible, después de todo no tenía ni la más mínima idea de quién era el señor que estaba sentado a su lado.
— No sé quién eres, Sr. Meneror, pero me gustaría descartar la posibilidad de que seas alguien interesado en mi captura.
Recitó las últimas palabras arrastrándolas con la intención de que quedara claro cuál sería el primer paso en su relación, después se preparó para lo que dijera el peliblanco. Al fin y al cabo ya se había encontrado bastante escoria en los últimos años para asustarse por una pequeña amenaza, ¿qué más daba entonces?
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*Meneror esbozó una leve sonrisa ante aquellas palabras. La muchacha le parecía sagaz, pero solo sabía que era una pirata como él pero ante aquella pregunta "Es un juego de palabras" Meneror la miró serio*
-¿Tengo pinta de jugar a juegos? *exhala una bocanada de humo contra el techo, esta al tocarla hace que la viga del techo se resienta y rechine*
-No juego, simplemente hemos coincidido Señorita Saiiko, pero no soy hombre de poner cartas sobre la mesa, si no me conoceis por "Il Bianco" es que de mi ciertamente...no sabéis nada. Sin embargo os preguntaréis ¿por que me ha llamado este hombre a comer con él?. Simple. Deseaba saber si es usted capitana o pertenece alguna banda.
*Vuelve a exhalar humo de su puro en mayor cantidad, tanto que el camarero a su derecha empezó a toser y se apartó un metro hacia la muchacha. Meneror finaliza de beber la copa de Vino mientras por las ventanas todo el pueblo miraba desde fuera la conversación*
-¿Tengo pinta de jugar a juegos? *exhala una bocanada de humo contra el techo, esta al tocarla hace que la viga del techo se resienta y rechine*
-No juego, simplemente hemos coincidido Señorita Saiiko, pero no soy hombre de poner cartas sobre la mesa, si no me conoceis por "Il Bianco" es que de mi ciertamente...no sabéis nada. Sin embargo os preguntaréis ¿por que me ha llamado este hombre a comer con él?. Simple. Deseaba saber si es usted capitana o pertenece alguna banda.
*Vuelve a exhalar humo de su puro en mayor cantidad, tanto que el camarero a su derecha empezó a toser y se apartó un metro hacia la muchacha. Meneror finaliza de beber la copa de Vino mientras por las ventanas todo el pueblo miraba desde fuera la conversación*
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Saiiko entornó los ojos examinando a su acompañante en cuanto comentó la mucha seriedad que traía consigo. Entrelazó los dedos de sus manos en un gesto haciendo ver estaba interesada en lo que decía, y entonces el peliblanco continuó hablando. La verdad era que no conocía de nada el nombre de 'Il Bianco', pero suponía que era porque no visitaba esa isla muy a menudo, por no decir que ésa era la primera vez. Levantó ambas cejas en cuanto se aventuró a decir lo único por lo que ambos aún seguían sentados en esa mesa: ¿por qué? Saiiko se recostó sobre el respaldo de la silla con los brazos cruzados en cuanto el hombre soltó por fin lo que ella quería escuchar.
— ¿Así que es eso, mi tripulación? —La chica empleó un tono algo irónico mientras colocaba una mueca amistosa —Sí, sí que pertenezco a una tripulación, Sr. Meneror.
Arrastró las últimas palabras y seguidamente observó cómo Meneror volvía a exhalar ese apestoso humo negro provocando molestias en el camarero que tenía a su derecha, después sólo se limitó a llevarse a los labios la copa de alcohol que el mismo hombre le había servido. La chica arrugó el entrecejo y sólo un segundo más tarde formuló una pregunta más.
— ¿Qué les hizo? —Y señaló con la mirada a la multitud de gente que les observaba desde fuera como si aquello fuera una especie de expositor —Bueno..., algo habrá hecho, ¿no? Para que le respeten así.
— ¿Así que es eso, mi tripulación? —La chica empleó un tono algo irónico mientras colocaba una mueca amistosa —Sí, sí que pertenezco a una tripulación, Sr. Meneror.
Arrastró las últimas palabras y seguidamente observó cómo Meneror volvía a exhalar ese apestoso humo negro provocando molestias en el camarero que tenía a su derecha, después sólo se limitó a llevarse a los labios la copa de alcohol que el mismo hombre le había servido. La chica arrugó el entrecejo y sólo un segundo más tarde formuló una pregunta más.
— ¿Qué les hizo? —Y señaló con la mirada a la multitud de gente que les observaba desde fuera como si aquello fuera una especie de expositor —Bueno..., algo habrá hecho, ¿no? Para que le respeten así.
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*Meneror sonrío levemente ante las palabras de la muchacha. Tras eso observó al camarero para que se fuera no sin antes decirle*
-Que dejen todos de mirar, quiero hablar a solas con esta muchacha.* exhaló más humo*
*El camarero no vaciló en decir "por supuesto señor" y salir por piernas de la taberna alentando a la gente que nos dejara solos, pues, el "expositor" era incómodo. Una vez finalizado tal acto Meneror miró a la muchacha para hablarle con el puro en la boca*
-¿ Y a quién servís?
*Meneror esperaba respuesta pero no pudo evitar escuchar las palabras mágicas "¿que les hizo?". Simplemente se cruzó de piernas dejando ver solo la mano que portaba su puro ahora.*
-El mundo se rige por un sentimiento muchacha, un sentimiento no banal y precavido que hace que todo hombre o ser se piense dos veces si meterse con entes superiores...el miedo.
*exhaló otra calada de su puro quitando la ceniza en el cenicero para llevárselo a la boca*
-Mirad ahí fuera, esos corderos... les das un poco de dinero, lo mezclas con un poco de miedo , chantaje y falso compromiso y tienes a toda una ciudad llamándote "salvador". No soy un monstruo si eso es lo que os enturbia la mente...solo voy un paso por delante de aquellos con los que hago negocios, pero vos, no sois como el resto a mi parecer.
*Calló un momento para mirar el cartel de pirata de la muchacha*
-Perseguidos como ratas en un mundo que no nos entiende...o te unes a ellos o mueres como un criminal, je je... sin embargo yo veo lo que hay más adelante.
*Tras eso calló y quedó pensativo mirando su copa*
-Que dejen todos de mirar, quiero hablar a solas con esta muchacha.* exhaló más humo*
*El camarero no vaciló en decir "por supuesto señor" y salir por piernas de la taberna alentando a la gente que nos dejara solos, pues, el "expositor" era incómodo. Una vez finalizado tal acto Meneror miró a la muchacha para hablarle con el puro en la boca*
-¿ Y a quién servís?
*Meneror esperaba respuesta pero no pudo evitar escuchar las palabras mágicas "¿que les hizo?". Simplemente se cruzó de piernas dejando ver solo la mano que portaba su puro ahora.*
-El mundo se rige por un sentimiento muchacha, un sentimiento no banal y precavido que hace que todo hombre o ser se piense dos veces si meterse con entes superiores...el miedo.
*exhaló otra calada de su puro quitando la ceniza en el cenicero para llevárselo a la boca*
-Mirad ahí fuera, esos corderos... les das un poco de dinero, lo mezclas con un poco de miedo , chantaje y falso compromiso y tienes a toda una ciudad llamándote "salvador". No soy un monstruo si eso es lo que os enturbia la mente...solo voy un paso por delante de aquellos con los que hago negocios, pero vos, no sois como el resto a mi parecer.
*Calló un momento para mirar el cartel de pirata de la muchacha*
-Perseguidos como ratas en un mundo que no nos entiende...o te unes a ellos o mueres como un criminal, je je... sin embargo yo veo lo que hay más adelante.
*Tras eso calló y quedó pensativo mirando su copa*
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El Señor Meneror, como hacía llamarse, ordenó al camarero que esperaba a sus espaldas que vaciara por completo el exterior de la taberna de todo curioso que observaba la conversación que ambos piratas retomarían en cuestión de instantes. La chica no contestó a su pregunta por el hecho de que prefería esperar a oír la respuesta de la suya antes.
Meneror comenzó a hablarle divagando entre extrañas filosofías realmente ciertas sobre 'los corderos y el salvador'. ¿Qué quería decir con ello? A Saiiko le dio la impresión de que se trataba de un ser bastante independiente y de sangre fría, porque de ninguna otra manera hubiera permitido que alguien, en ese caso él, jugara con la ilusión o la fe de toda esa plebe. Era inquietante.
— Y dime, ¿qué hay? ¿qué ve más adelante?
La chica volvió a recostarse sobre el respaldo de la silla cruzando los brazos y manteniendo la mirada sobre los oscuros ojos del pirata. Seguía sin concebir la idea de que estuviera dedicándose a todo ello, alguien como él, aparentemente inteligente y sabio. Ya no se trataba de 'sálvese quien pueda'.
— Ni siquiera conoce sus nombres, Sr. Meneror. ¿No le parece un acto algo desesperado?
Meneror comenzó a hablarle divagando entre extrañas filosofías realmente ciertas sobre 'los corderos y el salvador'. ¿Qué quería decir con ello? A Saiiko le dio la impresión de que se trataba de un ser bastante independiente y de sangre fría, porque de ninguna otra manera hubiera permitido que alguien, en ese caso él, jugara con la ilusión o la fe de toda esa plebe. Era inquietante.
— Y dime, ¿qué hay? ¿qué ve más adelante?
La chica volvió a recostarse sobre el respaldo de la silla cruzando los brazos y manteniendo la mirada sobre los oscuros ojos del pirata. Seguía sin concebir la idea de que estuviera dedicándose a todo ello, alguien como él, aparentemente inteligente y sabio. Ya no se trataba de 'sálvese quien pueda'.
— Ni siquiera conoce sus nombres, Sr. Meneror. ¿No le parece un acto algo desesperado?
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*Meneror exhaló otra bocanada de humo mientras el silencio a la pregunta "¿que ve mas adelante?" se hizo incómodo. Meneror ante aquella pregunta quedó callado y serio. Para luego, apoyar sus codas en la mesa*
-Libertad Señorita.
*Volvió a apoyar su espalda en el respaldo del sillón para luego quitar la ceniza del puro y observar de nuevo a la muchacha que se el antojaba harto interesante para el, puede que fuera una buena aliada*
-Mis hombres obedecen sin rechistar, si no la pena capital se les aplica señorita...Saiiko.
*Guarda los Wanted de la mesa en su bolsillo*
-Un barco como bien debe saber es un país en si mismo.. pero mi pregunta es ¿que os trae por esta agitada villa?
-Libertad Señorita.
*Volvió a apoyar su espalda en el respaldo del sillón para luego quitar la ceniza del puro y observar de nuevo a la muchacha que se el antojaba harto interesante para el, puede que fuera una buena aliada*
-Mis hombres obedecen sin rechistar, si no la pena capital se les aplica señorita...Saiiko.
*Guarda los Wanted de la mesa en su bolsillo*
-Un barco como bien debe saber es un país en si mismo.. pero mi pregunta es ¿que os trae por esta agitada villa?
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