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Los pasos de aquella persona le habían conducido hacia un pequeño pueblo de aquel reino. Su pelo era blanco grisáceo, era alborotado y todos y cada uno de sus mechones estaba erizado hacia arriba y hacia el lado izquierdo. En su frente portaba un protector de acero pegado a una cinta negra la cual le tapaba el ojo izquierdo. Su otro ojo estaba a la vista de cualquiera y era de un color negro. Su rostro estaba tapado desde la nariz para abajo, incluida esta. Vestía una malla negra desde los tobillos hasta la nariz, allí permanecía ocultando su cara. Por encima de la malla portaba un chaleco verde que disponía de un cuello alto de un material cómodo y confortable, le rodeaba el cuello menos por la parte de delante. En sus manos llevaba guantes negros con protectores de acero en el dorso de las manos. Algunos vendajes en su pierna derecha y en la cintura una larga funda donde guardaba su Masamune, en la parte de la rodilla izquierda poseía otra funda donde llevaba su puñal. Pero lo más curioso de todo era el arma que llevaba en su espalda, era una enorme espada negra, su mango era en forma de cruz con varias gemas verdes incrustadas. Se trataba de su arma favorita hasta el momento, Kokuto Yoru.
Este sujeto se trataba de Wesker D. Kakashi. Un agente del CP, alguien fiel e inteligente, pero que pensaba por sí mismo y sabía que ordenes cumplir y cuales fallas. No mataba gente inocente que no lo mereciera, o no atacaba a un pirata o revolucionario que le diera una buena cuartada. La razón por la que aquel agente del gobierno estaba allí, era por una muy simple, le habían enviado una pequeña misión, resultaba ser que un semi gigante conocido como Goliath, vivía por aquella zona. Aparentaba ser buena gente, sin embargo algunas fuentes habían descubierto que se trataba de un hombre que pasaba información a la armada revolucionaria. La misión de Kakashi era interrogarle y asegurarse de que no podía representar ninguna amenaza, si se trataba de un soplón debía arrestarlo, si por lo contrario solo era un hombre que no tenía nada que ver, lo dejaría en paz sin molestarle demasiado. No hacía mucho que había vuelto de la villa del mar del este, la que conocían como la villa de los espadachines. Allí había conocido a su mentor, Caspio.
Kakashi avanzaba por una calle, estaba plagada de gente, en su mano portaba un libro de pasta negra. Estaba leyendo de forma muy calmada, aunque de vez en cuando echaba una ojeada a su alrededor por si veía aquel tipo. Sabía que era un semi gigante de pelo rubio y ojos azules, que en su hombro derecho tenía una herida en forma de cruz y que cojeaba de una pierna, la derecha. Era información suficiente como para encontrarlo, pero entre tanta gente se hacía muy difícil de cumplir. –Este libro es bastante interesante, es una lástima no poder continuar la lectura ahora, debería centrarme en encontrar a ese tipo, creo que su hombre era Goliath o algo así. –Dijo mientras guardaba el libro por dentro de su chaleco verde y observaba algo más atento a su alrededor. El calor era algo que no le gustaba mucho, debía encontrar un buen lugar donde poder alejarse de la maldita bola de fuego de los cielos. El espadachín se limpió el sudor de su frente con la mano y a continuación se dirigió a un local en el que ponía en la puerta “Taberna del poni bailador”. Sin pensárselo mucho entró a dentro para refugiarse del sol.
Este sujeto se trataba de Wesker D. Kakashi. Un agente del CP, alguien fiel e inteligente, pero que pensaba por sí mismo y sabía que ordenes cumplir y cuales fallas. No mataba gente inocente que no lo mereciera, o no atacaba a un pirata o revolucionario que le diera una buena cuartada. La razón por la que aquel agente del gobierno estaba allí, era por una muy simple, le habían enviado una pequeña misión, resultaba ser que un semi gigante conocido como Goliath, vivía por aquella zona. Aparentaba ser buena gente, sin embargo algunas fuentes habían descubierto que se trataba de un hombre que pasaba información a la armada revolucionaria. La misión de Kakashi era interrogarle y asegurarse de que no podía representar ninguna amenaza, si se trataba de un soplón debía arrestarlo, si por lo contrario solo era un hombre que no tenía nada que ver, lo dejaría en paz sin molestarle demasiado. No hacía mucho que había vuelto de la villa del mar del este, la que conocían como la villa de los espadachines. Allí había conocido a su mentor, Caspio.
Kakashi avanzaba por una calle, estaba plagada de gente, en su mano portaba un libro de pasta negra. Estaba leyendo de forma muy calmada, aunque de vez en cuando echaba una ojeada a su alrededor por si veía aquel tipo. Sabía que era un semi gigante de pelo rubio y ojos azules, que en su hombro derecho tenía una herida en forma de cruz y que cojeaba de una pierna, la derecha. Era información suficiente como para encontrarlo, pero entre tanta gente se hacía muy difícil de cumplir. –Este libro es bastante interesante, es una lástima no poder continuar la lectura ahora, debería centrarme en encontrar a ese tipo, creo que su hombre era Goliath o algo así. –Dijo mientras guardaba el libro por dentro de su chaleco verde y observaba algo más atento a su alrededor. El calor era algo que no le gustaba mucho, debía encontrar un buen lugar donde poder alejarse de la maldita bola de fuego de los cielos. El espadachín se limpió el sudor de su frente con la mano y a continuación se dirigió a un local en el que ponía en la puerta “Taberna del poni bailador”. Sin pensárselo mucho entró a dentro para refugiarse del sol.
AlexEmpanadilla
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Re: Médicos, Masamunes y Samurais. (Pasado) (Privado) (Alex, Kakashi y Shun) {Vie 6 Jun 2014 - 3:25}
Alex se llevó la mano al maxilar. No acababa de acostumbrarse a aquel implante. Seguramente acabaría adaptándose a él, eso le había dicho en ingeniero, pero aquello era más molesto de lo que había pensado en un principio. Suspiró. Al menos ahora tenía un seguro de vida. Se había colocado una dosis de Secreto de Law en el implante. De todos modos esperaba no tener que utilizarlo. No le agradaba la idea de morir. Se empezó a crujir los nudillos mientras avanzaba en silencio por el bosque en dirección al pueblo costero en el que estaba el barco de Derian. Pasó por la curva en la que había peleado unas horas antes con aquellos bandidos. Si alguien pasara por allí ahora mismo no parecería que hubiera pasado nada, el lugar estaba completamente desierto.
Llegó al pueblo tras media hora de trayecto. Pensó en pasar antes por una taberna para refrescarse un poco antes de partir de nuevo a alta mar. Estaba bastante sediento. Y así, de paso, comprobaría si aquel artefacto le molestaba a la hora de alimentarse. De poco le servía un objeto que lo resucitaba si a cambio no podía disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida: comer. Entró en el local, llevándose la mano al maxilar de nuevo, y se acercó a la barra:
- Disculpa, ¿podrías darme una botella de agua? -preguntó al encargado, que servicialmente le llevó una botella de agua. Sorprendentemente el seguro no parecía molestarle a la hora de beber.
Algo más tranquilo, se puso a ver la gente de la taberna. Aquí y allá había alguna gente con aspecto local. Sin embargo, un hombre destacaba entre los demás: un hombre con medio rostro tapado y una malla negra con un chaleco verde por encima. Alex empezó a observarlo, con curiosidad. Aquel tipo no era de por allí, y se notaba a la legua. El camarero lo sacó de su ensimismamiento dándole un toque en el hombro:
- Disculpe, aquí tiene unas tapas para comer. -le señaló un cuenco con aceitunas y unas patatas. Alex se lo agradeció con un gesto y se giró para seguir observando a aquel tipo.
Sin duda, destacaba. Y si algo de verdad destacaba era la espada que llevaba, grande y majestuosa. Una verdadera obra de arte de la herrería. Alex no tenía conocimientos en el campo, pero sabía que aquel no era el trabajo de un herrero cualquiera. Creía haber visto aquella espada en algún libro. Se preguntó donde, y de qué espada se trataba.
Llegó al pueblo tras media hora de trayecto. Pensó en pasar antes por una taberna para refrescarse un poco antes de partir de nuevo a alta mar. Estaba bastante sediento. Y así, de paso, comprobaría si aquel artefacto le molestaba a la hora de alimentarse. De poco le servía un objeto que lo resucitaba si a cambio no podía disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida: comer. Entró en el local, llevándose la mano al maxilar de nuevo, y se acercó a la barra:
- Disculpa, ¿podrías darme una botella de agua? -preguntó al encargado, que servicialmente le llevó una botella de agua. Sorprendentemente el seguro no parecía molestarle a la hora de beber.
Algo más tranquilo, se puso a ver la gente de la taberna. Aquí y allá había alguna gente con aspecto local. Sin embargo, un hombre destacaba entre los demás: un hombre con medio rostro tapado y una malla negra con un chaleco verde por encima. Alex empezó a observarlo, con curiosidad. Aquel tipo no era de por allí, y se notaba a la legua. El camarero lo sacó de su ensimismamiento dándole un toque en el hombro:
- Disculpe, aquí tiene unas tapas para comer. -le señaló un cuenco con aceitunas y unas patatas. Alex se lo agradeció con un gesto y se giró para seguir observando a aquel tipo.
Sin duda, destacaba. Y si algo de verdad destacaba era la espada que llevaba, grande y majestuosa. Una verdadera obra de arte de la herrería. Alex no tenía conocimientos en el campo, pero sabía que aquel no era el trabajo de un herrero cualquiera. Creía haber visto aquella espada en algún libro. Se preguntó donde, y de qué espada se trataba.
Ichimura Hachiro
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Re: Médicos, Masamunes y Samurais. (Pasado) (Privado) (Alex, Kakashi y Shun) {Vie 6 Jun 2014 - 4:08}
Los pasos del samurai resonaban por el pueblo adelante, por sus sandalias de madera. Su aspecto era cuanto menos, llamativo. Vestía a la usanza de Wanokuni, con una hakama azul, faldones negros y al cinto una katana blanca y una wakizashi azul. Iba tocando una melodía extraña con una larga flauta de madera. Se cubría la cabeza con un sombrero de madera en forma de cono. La gente se paraba a mirarlo, pero a él no le importaba. Ya hacía semanas que había dejado el Grand Line, y se había "acostumbrado" a que la gente no estuviese acostumbrada a él. Una situación un tanto irónica.
Había dejado Karanna, al menos temporalmente, para comenzar a viajar por el mundo y continuar con su labor de cazarrecompensas. Esta vez no iba tras una recompensa, si no que la propia Marina le había hecho un encargo. Al parecer tenía que localizar a un semigigante que pasaba datos a la Revolución y capturarlo vivo. Le alertaron de que era posible que se encontrase con un agente del Cipher Pol enviado a capturar también al semigigante, y que de hacerlo debía ayudarle. A Shun le traía sin cuidado que hubiese un CP mientras no le estorbase.
Al cabo de un rato llegó frente a una taberna llamada "El pony bailador". Un nombre singular cuanto menos. "Las tabernas son siempre el punto de reunión social por excelencia. Debería empezar por ahí." Iba a entrar, cuando un temblor le alertó de que algo grande se acercaba. Y tan grande. Un hombre rubio de unos cuatro metros de altura con un hacha a la espalda se acercaba por el camino. Tenía pinta de bonachón y iba cantando una alegre canción sobre fiestas y borracheras. Shun le esperó en medio del camino, cortándole el paso. Se guardó la flauta, por si las moscas. Cuando Goliath llegó frente a él, trató de rodearle, pero Shun se movió para no dejarle pasar. El semigigante comenzó a reírse con una voz atronadora.
- ¡Jajajajaja! ¡Eres valiente, hombrecito! ¿Cual es tu nombre, y por qué me impides el paso?
- Shun el Ronin, semigigante Goliath - dijo, apoyando la mano derecha en la katana y la izquierda en la wakizashi - He venido a capturarte. Sígueme sin oponer resistencia o tendré que hacer uso de la fuerza - habló en un tono seco y cortante.
El gigante puso casa de pocos amigos. Ya no parecía tan alegre ni tan simpático. Sacó el hacha y trató de amenazarle mientras la levantaba en el aire. "Mala elección. Te he advertido..." Agarró las empuñaduras de sus armas y se puso en posición. Un fuerte viento se levantó, haciendo temblar los cristales de las casas. Goliath se asustó y trató de partirlo por la mitad de un hachazo.
- Iai... - comenzó a desenvainar.
De repente Shun desapareció. Goliath dio un grito y se arrodilló, sin herida aparente. El samurai reapareció tras el gigante, con las dos armas apuntando hacia delante. Se le había caído el sombrero, y ahora se podían ver sus rasgos. Llevaba el pelo medio largo, recogido en una coleta. Dos mechones de pelo sueltos le caían a los lados del rostro, y usaba gafas. En un movimiento elegante, envainó la wakizashi.
- ¡X cutter!
De repente, al semigigante le apareció un corte en forme de equis en el pecho y cayó de espaldas, con un nuevo grito. Maldiciendo, se levantó de nuevo, más enfadado que realmente herido. Shun se dio la vuelta y levantó el brazo de la katana hacia los aires, mientras se agarraba ese antebrazo con la mano izquierda, en una posición extraña. Su rival dio un nuevo grito y corrió hacia él esgrimiendo el hacha. El samurai hizo descender velozmente su katana hacia el suelo, soltándose el brazo. Hubo una potente corriente de aire que hizo tambalearse al gigante, y un nuevo corte le apareció en el torso.
- No me hagas cortarte una pierna - dijo, colocándose bien las gafas. Estas destellaron.
Había dejado Karanna, al menos temporalmente, para comenzar a viajar por el mundo y continuar con su labor de cazarrecompensas. Esta vez no iba tras una recompensa, si no que la propia Marina le había hecho un encargo. Al parecer tenía que localizar a un semigigante que pasaba datos a la Revolución y capturarlo vivo. Le alertaron de que era posible que se encontrase con un agente del Cipher Pol enviado a capturar también al semigigante, y que de hacerlo debía ayudarle. A Shun le traía sin cuidado que hubiese un CP mientras no le estorbase.
Al cabo de un rato llegó frente a una taberna llamada "El pony bailador". Un nombre singular cuanto menos. "Las tabernas son siempre el punto de reunión social por excelencia. Debería empezar por ahí." Iba a entrar, cuando un temblor le alertó de que algo grande se acercaba. Y tan grande. Un hombre rubio de unos cuatro metros de altura con un hacha a la espalda se acercaba por el camino. Tenía pinta de bonachón y iba cantando una alegre canción sobre fiestas y borracheras. Shun le esperó en medio del camino, cortándole el paso. Se guardó la flauta, por si las moscas. Cuando Goliath llegó frente a él, trató de rodearle, pero Shun se movió para no dejarle pasar. El semigigante comenzó a reírse con una voz atronadora.
- ¡Jajajajaja! ¡Eres valiente, hombrecito! ¿Cual es tu nombre, y por qué me impides el paso?
- Shun el Ronin, semigigante Goliath - dijo, apoyando la mano derecha en la katana y la izquierda en la wakizashi - He venido a capturarte. Sígueme sin oponer resistencia o tendré que hacer uso de la fuerza - habló en un tono seco y cortante.
El gigante puso casa de pocos amigos. Ya no parecía tan alegre ni tan simpático. Sacó el hacha y trató de amenazarle mientras la levantaba en el aire. "Mala elección. Te he advertido..." Agarró las empuñaduras de sus armas y se puso en posición. Un fuerte viento se levantó, haciendo temblar los cristales de las casas. Goliath se asustó y trató de partirlo por la mitad de un hachazo.
- Iai... - comenzó a desenvainar.
De repente Shun desapareció. Goliath dio un grito y se arrodilló, sin herida aparente. El samurai reapareció tras el gigante, con las dos armas apuntando hacia delante. Se le había caído el sombrero, y ahora se podían ver sus rasgos. Llevaba el pelo medio largo, recogido en una coleta. Dos mechones de pelo sueltos le caían a los lados del rostro, y usaba gafas. En un movimiento elegante, envainó la wakizashi.
- ¡X cutter!
De repente, al semigigante le apareció un corte en forme de equis en el pecho y cayó de espaldas, con un nuevo grito. Maldiciendo, se levantó de nuevo, más enfadado que realmente herido. Shun se dio la vuelta y levantó el brazo de la katana hacia los aires, mientras se agarraba ese antebrazo con la mano izquierda, en una posición extraña. Su rival dio un nuevo grito y corrió hacia él esgrimiendo el hacha. El samurai hizo descender velozmente su katana hacia el suelo, soltándose el brazo. Hubo una potente corriente de aire que hizo tambalearse al gigante, y un nuevo corte le apareció en el torso.
- No me hagas cortarte una pierna - dijo, colocándose bien las gafas. Estas destellaron.
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El chico finalmente caminó hasta la barra de aquella taberna mientras silbaba de forma tranquila. No tardó mucho en sentarse en una de las sillas mientras observaba el ambiente, todo parecía calmado y muy tranquilo. Pudo ver a un tipo moreno que tomaba una tapa de aceitunas y patatas, a otros hombres que bebían alcohol de forma calmada y a un par de damiselas que hablaban entre ellas. El agente suspiró, sería difícil encontrar al semigigante al parecer, aquel reino era enorme. Después de unos segundos el camarero se acercó al chico de forma amable mientras limpiaba un vaso con una bayeta.
- Buenos días señor. ¿Va a tomar algo?
En ese momento el chico salió de su mundo de pensamientos sobre su misión y se llevó la mano a la nuca mientras sonreía observando al camarero. Se lo pensó unos cinco segundos y finalmente asintió con la cabeza mientras le respondía al camarero con un tono normal y calmado además de amable.
- Claro, tomare un refresco de limón bien frio.
Aquel hombre se retiró y en pocos segundos le puso lo que pidió en la barra. El agente del gobierno lo tomó con una mano tranquilamente y pegó un trago por encima de la media máscara. El líquido se filtró por esta y a continuación el peliblanco se limpió con la otra mano de forma calmada dejando el vaso sobre la mesa. Volvió a echar un vistazo a su alrededor mientras analizaba a las distintas personas con la mirada. Allí no iba a encontrar a su objetivo, a sus oídos de repente llegaron ruidos del exterior, sonidos de gritos y algunos golpes. El espadachín no dudó más y dejó unas monedas sobre la barra para después salir corriendo a toda prisa al exterior para ver que estaba pasando.
Al llegar a la puerta, la abrió despacio y pudo ver como el hombre al que buscaba estaba batiéndose en un combate contra un chico de pelo castaño recogido en una cola. Parecía ser otro espadachín debido a que portaba dos espadas, en el torso del rubio había un corte y en el pecho había otro en forma de equis. Pensaba que con esas heridas, el rubio pararía, pero sin embargo se enfadó mucho más y volvió a correr a por el chico de la cola. De repente Kakashi cogió una piedra pequeña y la lanzó hacia el semigigante, le pegó en la cabeza y este se frenó en seco girando la cabeza y mirando al agente del gobierno.
- Te creía un tipo pacifico Goliath, vas a tener que venir conmigo a responder unas preguntas, los traficantes de información son de la peor calaña que busca el gobierno y tu eres sospechoso.
Aquel hombre frunció el ceño, estaría cansado de que le persiguieran por eso, y no solo un cazador, encima ahora tenía a un agente del gobierno mundial frente a sus ojos. El enorme rubio cogió su hacha mientras gritaba y corría ahora a por el peliblanco.
- Te he dado la oportunidad por las buenas…
Susurró mientras llevaba la mano al mango de su espada legendaria. El rubio lanzó un tajo con su enorme hacha hacia el espadachín, este más ágil se agachó pasando por debajo mientras lanzaba un poderoso tajo con su enorme arma en el trayecto. A continuación le dio la espalda a Goliath y guardó a Kokuto mientras se mantenía serio. El semigigante gritó de dolor y su mano derecha cayó al suelo mientras sangraba por la muñeca. Le había cortado la mano, ahora el agente se giró observando al criminal y de reojo al otro chico del pelo castaño, la siguiente frase fue dirigida a él.
- ¿Y tú eres?
- Buenos días señor. ¿Va a tomar algo?
En ese momento el chico salió de su mundo de pensamientos sobre su misión y se llevó la mano a la nuca mientras sonreía observando al camarero. Se lo pensó unos cinco segundos y finalmente asintió con la cabeza mientras le respondía al camarero con un tono normal y calmado además de amable.
- Claro, tomare un refresco de limón bien frio.
Aquel hombre se retiró y en pocos segundos le puso lo que pidió en la barra. El agente del gobierno lo tomó con una mano tranquilamente y pegó un trago por encima de la media máscara. El líquido se filtró por esta y a continuación el peliblanco se limpió con la otra mano de forma calmada dejando el vaso sobre la mesa. Volvió a echar un vistazo a su alrededor mientras analizaba a las distintas personas con la mirada. Allí no iba a encontrar a su objetivo, a sus oídos de repente llegaron ruidos del exterior, sonidos de gritos y algunos golpes. El espadachín no dudó más y dejó unas monedas sobre la barra para después salir corriendo a toda prisa al exterior para ver que estaba pasando.
Al llegar a la puerta, la abrió despacio y pudo ver como el hombre al que buscaba estaba batiéndose en un combate contra un chico de pelo castaño recogido en una cola. Parecía ser otro espadachín debido a que portaba dos espadas, en el torso del rubio había un corte y en el pecho había otro en forma de equis. Pensaba que con esas heridas, el rubio pararía, pero sin embargo se enfadó mucho más y volvió a correr a por el chico de la cola. De repente Kakashi cogió una piedra pequeña y la lanzó hacia el semigigante, le pegó en la cabeza y este se frenó en seco girando la cabeza y mirando al agente del gobierno.
- Te creía un tipo pacifico Goliath, vas a tener que venir conmigo a responder unas preguntas, los traficantes de información son de la peor calaña que busca el gobierno y tu eres sospechoso.
Aquel hombre frunció el ceño, estaría cansado de que le persiguieran por eso, y no solo un cazador, encima ahora tenía a un agente del gobierno mundial frente a sus ojos. El enorme rubio cogió su hacha mientras gritaba y corría ahora a por el peliblanco.
- Te he dado la oportunidad por las buenas…
Susurró mientras llevaba la mano al mango de su espada legendaria. El rubio lanzó un tajo con su enorme hacha hacia el espadachín, este más ágil se agachó pasando por debajo mientras lanzaba un poderoso tajo con su enorme arma en el trayecto. A continuación le dio la espalda a Goliath y guardó a Kokuto mientras se mantenía serio. El semigigante gritó de dolor y su mano derecha cayó al suelo mientras sangraba por la muñeca. Le había cortado la mano, ahora el agente se giró observando al criminal y de reojo al otro chico del pelo castaño, la siguiente frase fue dirigida a él.
- ¿Y tú eres?
AlexEmpanadilla
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Alex estaba disfrutando de su pequeño aperitivo cuando recordó dónde había visto antes aquella hoja. Hacía un tiempo, en Ohara, había estado hojeando libros en la biblioteca, buscando conocimientos antiguos. Había recogido libros de todo tipo, entre ellos un listado de las katanas más fuertes de todos los tiempos. Por curiosidad había buscado en la lista, hasta encontrar las Saijo O Wazamono. Creía recordar que aquella estaba en la lista, aunque no podía acordarse del nombre. Aquel tipo debía ser alguien fuerte si poseía una espada como aquella.
Se llevó a la boca una de las aceitunas, saboreándola con fruición. El sabor salado se extendió por su paladar. Hacía tiempo que no tomaba aceitunas. Le gustaban mucho. Del exterior llegaron ruidos de gritos y golpes. ¿Una pelea tal vez? No le apetecía meterse en embrollos. Se quedaría sentado dentro esperando a que lo que fuera que pasaba fuera se acabase. Vio cómo el hombre de la espada se dirigía a la puerta y salía al exterior. Pudo ver a alguien muy alto al otro lado. Tal vez fuera un bandido o alguien que fuera a perturbar la paz del lugar. Se encogió de hombros y cogió otra de las aceitunas.
- ¿Por qué siempre que voy a alguún sitio acaban habiendo peleas? -suspiró mientras saboreaba la oliva. Por una vez no estaría mal tener un día tranquilo. No era mucho pedir... ¿o sí?
Afuera seguía habiendo ruido. El médico se levantó y se dirigió a la entrada, maletín en mano. Llevó la mano al interior y sacó una de sus bombas de litio. Últimamente no las utilizaba mucho, pero seguían siendo una buena arma disuasoria. Se acercó a la puerta y salió al exterior para ver al tipo de la espada, un hombre enorme en el suelo, frente a él y otro hombre, vestido como un samurai, con gafas. No entendía lo que estaba pasando, así que intentó pasar de largo sin llamar la atención, cosa harto difícil debido a que acababa de aparecer ante las narices de todos.
Se llevó a la boca una de las aceitunas, saboreándola con fruición. El sabor salado se extendió por su paladar. Hacía tiempo que no tomaba aceitunas. Le gustaban mucho. Del exterior llegaron ruidos de gritos y golpes. ¿Una pelea tal vez? No le apetecía meterse en embrollos. Se quedaría sentado dentro esperando a que lo que fuera que pasaba fuera se acabase. Vio cómo el hombre de la espada se dirigía a la puerta y salía al exterior. Pudo ver a alguien muy alto al otro lado. Tal vez fuera un bandido o alguien que fuera a perturbar la paz del lugar. Se encogió de hombros y cogió otra de las aceitunas.
- ¿Por qué siempre que voy a alguún sitio acaban habiendo peleas? -suspiró mientras saboreaba la oliva. Por una vez no estaría mal tener un día tranquilo. No era mucho pedir... ¿o sí?
Afuera seguía habiendo ruido. El médico se levantó y se dirigió a la entrada, maletín en mano. Llevó la mano al interior y sacó una de sus bombas de litio. Últimamente no las utilizaba mucho, pero seguían siendo una buena arma disuasoria. Se acercó a la puerta y salió al exterior para ver al tipo de la espada, un hombre enorme en el suelo, frente a él y otro hombre, vestido como un samurai, con gafas. No entendía lo que estaba pasando, así que intentó pasar de largo sin llamar la atención, cosa harto difícil debido a que acababa de aparecer ante las narices de todos.
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