Reunión Movidita. 3/3 (Gildarts, Dexter y Hiren) (Privado)

El día estaba tranquilo, serian como las ocho de la tarde y en un par de horas llegaría la noche. Gildarts se encontraba en una de aquellas casas hechas de piedra, se situaba en el tejado de una y miraba el horizonte. Acababa de enterarse de algo, el líder revolucionario de Akatsuki había sido eliminado. El culpable de aquello según los informes habían sido un grupo de personas, el contra-almirante de la marina llamado Krauser, un agente del gobierno cuyo nombre se desconoce, un peli naranja que tampoco era muy conocido y dos lobos. Uno era blanco y el otro había sido el culpable de la muerte de Jin, un lobo negro de ojos rojizos. Según los espías había sido algo increíble y muchos revolucionarios habían muerto en esa isla, pero Jin había obtenido algo que muchos líderes revolucionarios pensaban que se merecía.

Pese a ser un revolucionario muy poderoso, aquel hombre era un peligroso estratega que había formado una organización que estaba fuera de la armada. Nunca acudió cuando se le pidió ayuda y tan solo pensaba en sí mismo. Por esa razón no hubo muchas lamentaciones, cierto era que habían perdido un hombre muy fuerte pero no servía de nada si se negaba a colaborar. Tampoco sabía mucho de los miembros de aquella organización, solo sabía que un tal Takeru había asumido el mando tras la muerte del hombre de la máscara que sembró el caos en muchas islas. Su nombre clave era Vader, era una situación en la que no se lamentaba pero tampoco se podía estar feliz. Más que un revolucionario era como una especie de criminal con sus objetivos a parte. Ahora el castaño bajó de aquella casa y empezó a caminar por el lugar mientras se preguntaba varias cosas.

Quería saber quién era el tipo que había vencido al usuario de la fruta del fuego, ese lobo negro debía de ser alguien fuera de lo normal y tenía ganas de investigarle a fondo. No le habían dicho ningún nombre ni nada parecido, por lo que no tenía ni idea. Ahora se estaba dirigiendo a una reunión que tenía, los que iban a asistir eran dos generales e iban a dar una especie de charla para motivar a los demás. El luchador no iba a perderse esa charla e iría tranquilamente como de costumbre, no solía perderse ningún acontecimiento de la armada ya que le interesaba bastante el tema del patriotismo y de ayudar a los suyos a derrotar al gobierno mundial. Les debía todo a la armada, ellos le salvaron de la mafia que le tuvo retenido durante cuatro años y ahora vivía para ayudarles y se había convertido en parte de ellos, era uno más de la familia.

Al llegar a una de las enormes piedras, entró tranquilamente y solo tuvo que bajar unas escaleras. Al terminar pudo ver una gran sala donde había ya muchísimos revolucionarios en muchas sillas observando a una especie de mesa con dos micros, aún no había nadie. Por suerte había llegado antes de los generales, se sentó de los últimos sin mirar quiénes estaban sentados a su lado, estaba algo distraído y solo quería que aquello empezara de una vez. Tenía su capa abrochada tapando su torso y su mirada estaba fija al frente. Llevó su mano derecha al interior de la capa y sacó de uno de los bolsillos una pequeña botella de cerveza, a continuación con su otra mano, sacó de un bolsillo del pantalón su abridor y la abrió. Acto seguido guardó al abridor y comenzó a beber de su bebida tranquilamente mientras cerraba los ojos para después dejarla por la mitad y abrirlos de nuevo soltando todo el aire de la boca tranquilamente debido al buen sabor.

"¿Dónde demonios estoy?", pensó Dexter mientras trataba de recuperar el aliento. Había sufrido una tormenta mientras practicaba su capacidad de vuelo y había acabado a saber dónde. "¿Por qué estas cosas no le pasan a Kedra?", dijo su mente, mientras trataba de ponerse en pie y sacudirse el polvo del abrigo. La respuesta era bastante sencilla, Kedra no podía volar, y si pudiera era muy probable que no volara cerca de un ciclón. "Malditas tormentas". Había dejado todas sus armas en el barco, excepto sus guanteletes, que llevaba puestos cuando decidió ir a dar un paseo por el aire. Ahora lo primero era deducir dónde demonios estaba, y cómo salir de ahí.

Comenzó a caminar por la tierra árida, seguro de que aquel paisaje lo había visto en algún lugar, pero no caía en la cuenta de dónde. No le recordaba a ninguna isla del North Blue, y desde luego no era la Red Line. Aquella masa montañosa era siempre una cadena de picos interminable, con algún reducto civilizado en medio, pero por lo general yerma y salvaje. Sin embargo en aquella zona se oía el rumor del agua batiendo contra la costa, cercana. ¿Estaría en una isla? Qué pregunta más tonta, era casi imposible estar en la Red Line, y aunque saltar de un mar a otro en medio de una tormenta parecía descabellado no le extrañaría tampoco. Al fin y al cabo las corrientes de viento lo hacían elevarse y acelerar, una sensación realmente gustosa y relajante, como de paz y calma interior. Pero el tornado que se formó ya fue demasiado. Recordaba haber salido de él completamente disparado, tanto que chocar contra el aire le escocía ligeramente, y perder la noción del tiempo, descontrolarse, sentir que caía sobre el agua y momentáneamente transformarse en un coloso volador, lo que le permitió llegar a las costas de aquella isla.

"¿Pero qué isla?". No sabía dónde estaba, y por mucho que pensara en ello no lo iba a saber mejor. Tenía que encontrar algún núcleo civilizado. Comenzó a caminar en la dirección contraria al sonido del mar. Aquel batir era relajante, pero nadie construía cerca de él, por lo que pudiera suceder. El mar era caprichoso, y muchas veces gozaba destruyéndolo todo. Siguió reflexionando sobre aquello hasta que encontró un grupo de huellas, un rastro de humanos que avanzaba en dirección perpendicular a él. Se preguntó un momento cuánto tardaría en alcanzar a los dueños de aquellas huellas, y comenzó a caminar en busca de su salvación.

El día amanecía tranquilo. Hiren llevaba mucho tiempo inactivo, demasiado. Había pasado los ultimos meses en una misión secreta que le asigno Jin antes de morir. "Debes de cumplir mi último deseo, sea como sea" le comentó antes de partir. Hace poco tiempo descubrió por boca de un par de marines que su lider había muerto a manos de la marina, y de alguien llamado "lobo" o algo así, no conseguía recordarlo. Solo esperaba que hubiera tenido una muerte heroíca y no una lenta y dolorsa, mas digna de un violador que de un revolucionario de su talla.
Hiren caminaba a una reunión de la que había sido informado a través de un den den mushi aleatorio que encontró caminando por una plaza de una ciudad. Como muy de película alguien lo llamó y, al ver Hiren que nadie contestaba se decidió a cogerlo. "Te esperamos en una casa de piedra, con estas coordenadas..." para encontrar la zona tuvo que hacer innumerables sobornos a cartógrafos, viajeros, marines, piratas y demás calaña que lo ayudaran a llegar al lugar. Tampoco es que supiera como se llamaba la isla.

-Si quieres entrar ahí, allá tú, nosotros no te guiaremos mas que al puerto, pero recuerda, tengo cuidado con la gente que te trate bien-sonrió mientras se daba la vuelta para subirse al barco y abandonar esas aguas.

Hiren pasó las horas muertas dando vueltas por el puerto, parándose a comer en un puesto primero, jugando a juegos de apuestas ilegales en otro, tratando de reunir información en un tercero... los marines borrachos eran una muy buena fuente de información, y aquello no lo pasó por alto.
Cuando la noche llegó había reunido un informe lo suficientemente grande como para saber todo lo que necesitaba de la ciudad. "Ahora es el turno de conocer a la tropa". Se encaminó hacia la enorme piedra que se encontraba al oeste de la ciudad y advirtió un pasadizo, unas escaleras que bajaban hacia una especie de sótano. Hiren bajó lentamente, mientras con la mano derecha sujetaba la empuñadura de estoque, listo para desenvainarla en cualquier momento si surgía algún altercado, pero cuando llegó al final del tramo se encontró una grata sorpresa.

-Vaya, ¿con que era una reunión? No me lo esperaba-comentó afablemente mientras retiraba una silla y se sentaba. -Cuando queráis, que empiece el espectáculo-.

El revolucionario continuaba bebiendo de su bebida mientras mantenía la mirada fija al frente esperando a los generales que estaban a punto de llegar, se terminó la cerveza en poco tiempo mientras mantenía una sonrisa relajada y muy segura. La gente parecía estar muy relajada esperando pero el chico se estaba impacientando muchísimo. Cerró sus ojos mientras a su cabeza venían terribles imágenes de la prisión donde había estado encerrado cuatro años, aquel tipo llamado Jayce y el otro líder de la prisión, las duchas frías y las comidas malísimas que debían soportar. Sin embargo ahora estaba en una situación mucho mejor y se sentía rodeado por sus amigos y compañeros. Los sonidos de la noche no tardaron en llegar a los oídos del castaño, al parecer ya se había hecho de noche totalmente y eso era algo que le demostraba que esos generales eras muy lentos. Los ojos del castaño se estaban cerrando cuando de repente escuchó unos pasos y una voz. Al girarse vio a un chico rubio que dijo que empezara el espectáculo, de pronto el revolucionario volvió a lo suyo bostezando mientras cerraba los ojos.

Los ronquidos del luchador no tardaron en escucharse en el lugar, eran increíbles y una pequeña burbujita le salía de la nariz mientras continuaba durmiendo a la pata la llana. Muchos de los que había a su lado suspiraban mientras se alejaban temiendo que algún general les regañara a ellos por culpa del luchador. De repente unos nuevos pasos se escucharon pero del interior de uno de los pasillos. De allí salieron dos tipos, uno de ellos era un hombre pelirrojo vestido con una túnica verde, sus ojos eran azules y su piel bastante pálida, además era muy alto y fornido. El otro era más bajo y de pelo rubio, ojos dorados y con un parche en el ojo derecho, vestía con una camiseta blanca y un pantalón negro, ambos llevaban botas negras. En sus espaldas portaban cada uno una preciosa lanza de filo plateado y mango azulado claro. De repente se pusieron a hablar soltando palabras motivadoras sobre la libertad y demás, también mencionaron la muerte de Jin y dijeron algo de que había llevado a la muerte a un grupo de doscientos revolucionarios. Muchos abuchearon, al parecer aquel tipo de la más cara era un manipulador que mataba por diversión y usaba a revolucionarios como conejillos de indias con la excusa de la libertad. De repente el pelirrojo al ver al caballero castaño durmiendo como una marmota le pegó un grito gritando su nombre.

- ¡Gildarts! ¡Gracias por presentarte voluntario para el ataque al destacamento marine en Foolshout!

- ¡Claro que me he enterado señor!

Dijo en ese momento el luchador levantándose en un tiempo record acojonado sin saber de que estaban hablando. Simplemente para evitar la bronca dijo que si y nada más. El rubio le hizo un gesto con la mano para que se acercara al micro. El luchador caminó dejando la cerveza vacía en el suelo y después se acercó al micrófono. La voz del tipo rubio se escuchó de repente en un tono amable y a la vez algo sádico.

- Nuestro querido Tito Gild se ha ofrecido a la misión, pero no vamos a dejarle irse solo así que, Gildarts ¿Quién ves acto para ir contigo?

Al castaño se le vino el mundo encima pues estaba todavía en su mundo y había mucha gente para elegir y tampoco quería joderle el día a nadie. De repente señaló a uno al azar (Hiren) mientras soltaba una carcajada algo nerviosa y sonreía ante todo con la otra mano en la nunca.

- ¡A ese!

- Vaya, ¡pues que nuestro valiente amigo venga a decir unas palabras hombre!