¿Casualidad? No lo creo...[Priv. Pasado][Rose-Kaiser]

-¿Por qué venimos a Water seven, capitán?- Preguntó uno de mis tripulantes. -Dicen que aquí están los mejores carpinteros.- Respondí yo, de forma breve y tajante. Después de que formáramos nuevamente la banda, hicimos muchos viajes por todo el paraíso y por los cuatro mares en busca de provisiones, nuevos miembros y algunos quehaceres. Tenía que dejarlo todo listo antes de empezar el gran viaje para dar la vuelta al mundo. Llegamos al dique 1 y le ordené a Cánabar, junto a nuestros miembros más fuertes, que vigilaran el barco. Una bandera pirata nunca era bienvenida en ningún lugar, y menos cuando había una buena suma de berries por la cabeza de varios integrantes. Solo esperaba aceptaran mi dinero de buen agrado y me construyeran el barco que tanto anhelaba, o me vería obligado a hacerlo por las malas, y probablemente me quedase sin navío.

Salí del barco y fui en busca de los carpinteros, les ofrecí una buena suma de dinero y les expliqué como quería el barco. Estos aceptaron, cosa que me sorprendió bastante, aunque todavía no se pondrían a trabajar, pues era muy temprano, así que volví a nuestra embarcación y di la buena noticia para después añadir que me adentraría en la isla para hacer un par de cosas, no sin antes ordenar la protección del barco y que supervisaran nuestro pedido. Empecé a caminar siguiendo uno de los canales de aquella ciudad, pero sin meterme dentro. Avanzaría más rápido a nado, pero no tenía ninguna prisa, de hecho, buscaba matar el tiempo para que se pusiesen a construir mi barco.

Anduve por un rato hasta que escuché una voz. Era  de una mujer y tarareaba una canción con una voz angelical. Aquel sonido solo podía provenir de una chica hermosa. La sentía muy baja, pero tenía un don para detectar una dama. No aceleré el ritmo, pues prefería disfrutar de la melodía a cada paso que daba. Finalmente la vi. Sentada en un banco, una humana de una belleza sin igual, digna de una diosa. Su pelo era carmesí como la sangre mientras que sus ojos eran de un azul brillante como el mar. Parecía bajita, sobre todo a comparación de mi cuerpo, pero sus medidas dejarían perplejo a cualquier hombre.

-¿Qué hace sola en un lugar como este, una dama tan bella como vos?- Pregunté, acercándome a la chica y haciendo una reverencia hacia ella. Mi aspecto solía espantar a muchas, pero mis palabras mejoraban aquel detalle.

Mi presencia no atemorizó a la chica, de hecho, parecía bastante tranquila y curiosa a pesar de tener delante a un  gyojin de dos metros al que no conocía, quien sabía lo que podría hacerle. Quizás fuera mucho más poderosa de lo que aparentaba y por eso tenía el valor de quedarse. Su respuesta me dejó atónito, buscaba paz, alejarse del mundo en el que vivíamos. A eso se debería que estuviera sola, sin contar a su mascota, que salió corriendo cuando la dejó libre. Me preguntó lo mismo, el motivo por el cual me encontraba allí, y parecía contenta con la idea de conocer un gyojin, que por lo visto, aún no había conocido a ninguno. Esbocé una sonrisa y me eché un poco hacia adelante.

-Así que soy tu primera vez, que curioso.- Dije en un tono de broma y entre algunas risas. -Básicamente he venido en busca de un barco. Aquí se encuentran algunos de los mejores carpinteros de todos los océanos y necesito un buen navío para surcar estos mares llenos de infortunios.- Añadí, respondiendo a su pregunta.

Poco después empecé a notar bastante calor, un bochorno bastante peculiar estando en la capital del agua. El olor del humo me trajo la respuesta. Un edificio estaba en llamas, no tardaría en ser consumido por estas. ¿Quién habría sido el causante, o quienes y por qué? Pensaba yo, antes de que la chica cogiese mi mano, y tras un comentario me hizo saltar al canal. El agua refrescó mi piel, haciendo que me olvidase de aquel insoportable calor. Salí a la superficie, pues los humanos no aguantaban tanto tiempo bajo el agua y seguramente la chica habría hecho lo mismo, y así fue. Clavó la mirada en mis ojos y me hizo una pregunta bastante extraña. Quería saber si era un asesino sin escrúpulos, como hablaban ciertas historias y si acabaría con su vida.

-Para mi mala suerte, poseo corazón, e incluso a veces tengo remordimientos, o eso creo, es extraño. Pero bueno, aun desconociendo tus cuentos, no arrebato vidas sin motivo, solo doy su castigo a aquellos que lo buscaron.- Contesté. -Y si te tranquiliza de algún modo, diré que no. Jamás le arrebataría al mundo la existencia de tal belleza.- Añadí. -Dime ¿A qué te dedicas?- Pregunté para romper un poco el hielo, mientras nadaba lentamente para no alejarme.

Mientras conversábamos a la vez que avanzábamos por el canal, la mujer se quedó un poco absorta en sus pensamientos. No debía inspirarle demasiada confianza, aunque no era algo extraño. Pocos humanos confiarían en un gyojin y mucho menos cuando no sabían nada de él. Lejos ya del aparente peligro, ella subió al bordillo y se sentó en este. Apoyó su pelo sobre uno de sus hombros y respondió a mi última pregunta. Era nada más ni nada menos que una pirata. Ante aquel comentario sonreí y salí del agua para estar a la par. Se levantó y contra preguntó lo mismo, presentándose seguidamente y esperando el mismo trato por mi parte.

-Encantado Rose.- Dije yo agachándome un poco y agarrando su mano para otorgarle un pequeño beso en pos de saludo cordial. -Yo soy Kaiser, capitán de una banda pirata, así que digamos que tenemos algo en común.- Añadí.

No solía hablar más de la cuenta con gente desconocida, bien podría ser una agente del gobierno camuflada o cualquier cosa por el estilo. Pero algo me decía que no había peligro, que podía darle un voto de confianza a aquella hermosa mujer. Iba a continuar la conversación pero el humo que poco a poco se extendía y se hacía más intenso me distrajo. El barullo era cada vez más constante. Gente gritando y suplicando mientras las feroces llamas avanzaban sin cesar. Un hombre, cargando una antorcha pasó por nuestro lado ya pocos metros lanzó su herramienta ardiente contra un edificio. Me acerqué a él y estampé contra el suelo para después ponerme encima suyo.

-¿A qué viene todo esto? ¿Por qué estás quemando la ciudad?- Pregunté enfadado. Odiaba el fuego y odiaba a los humanos varones, aquel hombre había hecho una combinación explosiva.

-¡Yo no se nada, a mí me han pagado para esto, no tengo ni idea de para qué lo hacen! ¡Tengo que alimentar a mis hijos!- Gritaba aquel tipo, atemorizado ante mí.

-Llévame ante tus superiores, y rápido.- Ordené, soltándolo pero sin dejar que se alejase más de la cuenta. -No puedo permitir esta salvajada contra la capital del agua. ¿Quieres acompañarme, Rose?- Si era pirata seguramente sabría defenderse, y si no, yo me encargaría de ello. De esta forma podría acabar con unos cuantos humanos y quizás me ganaba un poco más su confianza.