[Presente y Privado] El alzamiento de una rivalidad. [Dacren.Sting.Iro]

Aun me dolía el costado, era normal, tan solo habían pasado dos días desde que peleé con aquella mujer de cabellos morados y turgentes delanteras. Si, en cuanto la trifulca acabó intenté salir de la isla, como si la vida me fuese en ello, pero, la suerte, tan oportuna, como de costumbre, hizo que mi pequeña embarcación tuviese ahora su tumba bajo el mar, ¿qué cómo era posible? Una maldita roca,  si, solo eso. Suspiré y dejé caer mi cabeza mostrando desesperación, ¿cómo saldría de aquella isla? Aun tenía que descubrirlo.

Sentado, en el borde de una azotea me encontraba, solo podía esperar a que mi suerte volviese a cambiar, pero eso podría llevar días y mi paciencia tenía un límite. Algo decaído decidí tomar algo de ron para así olvidarme de mis problemas, salté del aquella azotea y me dirigí a alguna de las tabernas que se encontrasen en la plaza principal, donde aquel gran monumento que era tan importante para la historia yacía, siendo el lugar más visitado, los mejores negocios se encontrarían allí.

Caminé a paso lento, no me interesaba llamar la atención con un paso acelerado, pareciendo que algo me preocupase o que estaba huyendo de algo. Pasé cerca del callejón de la otra noche, aun seguían quitando las estalagmitas de hielo, y aquel gran “final de función”, así es como llamé a aquella obra de arte helada. Para mi sorpresa, un grupito de marines, colocando carteles, por un segundo, recordé cuando fui con Abyss a destruir esa base de la marina, preocupado y tapándome el rostro me acerqué por miedo de aparecer en uno de sus carteles. Ahí estaba, mi rostro, el de Abyss y el de otros muchos, allí, metido en aquel papel, lo agarré rápidamente y lo metí en mi bolsillo trasero de mi pantalón, después, mientras comprobaba que no me hubiesen visto, retomé mi camino a la taberna, necesitaba un trago seriamente.

Por fin estaba allí, una taberna con una terraza, era un buen lugar, así podría tocar mi guitarra mientras bebía, y así animaba la fiesta. Mientras pedía mi consumición, una jarra de ron común, iba afinando las cuerdas del instrumento sentado en una de las mesas libres que había. El camarero me lo sirvió, le dejé los berries correspondientes y finalmente bebí, dejándola más o menos por la mitad, tras eso comencé a calentar tocando una pequeña melodía. https://www.youtube.com/watch?v=6gbRe2AFbVQ

Quinta jarra de ron, el alcohol ya estaba haciendo de las suyas, apenas podía ver bien las cuerdas de la guitarra provocando que las canciones cada vez fuesen peor. La vista algo más borrosa y mi pecho, ardiendo, y mis mofletes algo sonrojados. Apenas podía recordar el porqué había comenzado a beber, por lo que había cumplido el objetivo del día, dejar atrás mis problemas, pero como siempre terminaba pasando, estaba a punto de meterme en otro.

Durante mi estancia en el lugar, había estado escuchando a mi espalda discusiones algo peculiares, relacionadas con niños y Tenryuubitos, no lo había dado importancia, había estado tocando mi guitarra tranquilamente, sin meterse en líos, como alguien normal, pero mi estado actual, era diferente. Estaba ebrio y no podía pensar las cosas con claridad, el alcohol se me había subido a la cabeza, por lo que no dude ni un momento y me levanté de la silla dejando la guitarra allí aparcada.

A medida que me acercaba a la confrontación, podía notar como la tensión se podía palpar con los dedos, como muchos de los clientes se echaban hacia atrás ante la presencia de aquellos dos sujetos, uno de ellos, con traje negro y aire de superioridad, el otro, menos elegante, más callejero, pero no por ello menos imponente que el anterior. No pude evitar sonreír mientras me acercaba y un fuerte hipo salía de lo más profundo de mí, provocando que a simple vista podía notárseme que iba bebido.

Una vez a escasos metros de ellos, observé completamente como la mano del trajeado se tornaba algo más blanca, y rápidamente comenzaron a producirse una gran cantidad de hongos que encerraron rápidamente hasta el ombligo a el otro sujeto y, posteriormente los hongos soltaron un polvo algo anaranjado. No pude evitar quedarme algo asombrado, su poder era muy extraño, y la curiosidad y el alcohol provocaban actos involuntarios en mi cuerpo.

Cuando quise darme cuenta mis manos se mostraban como el hielo, gélidas y algo transparentes, envueltas en una espesa neblina blanca, las marcas de mi cuerpo, pasaron a parecer escamas de hielo, provocando esa neblina en prácticamente todo mi cuerpo. Sin poder pensar en mis actos me acerqué un poco más a los dos sujetos y mirándolos fijamente, mientras señalaba al que parecía tener la batalla ganada dije.

-¡Hip! ¿Puedo unirme? ¡Hip!

¿Tenryuubito? El destino esta vez se había portado, llevando ante mi tan imponente y apetitosa presa, y al parecer al primer sujeto no le importaba lo más mínimo que me uniera, mas el otro negaba que pudiese convertirse una pelea a tres bandas, por lo que no sabía realmente que hacer, por lo que me mantuve frente a ellos inmóvil, como había hecho desde el primer momento.

Parecía que me había ganado otra copa, no la quería, ni la necesitaba, por lo que negué con la cabeza, me encontraba en el mejor momento, con mi pecho ardiendo completamente y provocando que absolutamente todo me motivase o hiciera impresionarme, estaba totalmente activo y eso, lo había provocado el alcohol. A mi espalda, un gran muro de algo parecidos a setas u hongos, comenzaban a brotar y reproducirse hasta formar un gran muro que dividía la sala en dos, por un lado la de los luchadores y por otro la de los ciudadanos, ¿esto impediría que fuesen lastimados? Lo dudaba.

Recordando las anteriores esporas que habían emergido del hongo, tapé mi nariz para prevenir y cuando quise darme cuenta, el lugar estaba totalmente cubierto por aquellas esporas, sin dudarlo y antes de que expulsara más de estas aquel muro, coloqué mi mano sobre él y lo congelé por completo, dejando un gran muro de hielo, que posteriormente con un chasquido de mis dedos, pasó a ser, algo que yo había denominado “polvo de diamante” pequeños fragmentos de hielo desaparecían casi al instante. Después con un brusco movimiento de mi otro brazo, pasé a congelar aquellas esporas, que con otro chasquido desaparecieron, esto no lo hacía por la batalla, si no por la pobre gente que podría intoxicarse por culpa de aquel hombre trajeado.

Después, el otro personaje se lanzó al ataque con la intención de golpear con sus puños al trajeado, grave error, después de ver las habilidades del trajeado, atacar de manera directa, teniendo en cuenta la velocidad a la que se multiplicaban esos organismos y la clase de esporas que lanzaban, que aun desconocíamos si aquellas anaranjadas eran las únicas, podía tenderle una trampa que acabara con su vida, eso podía verlo hasta alguien ebrio como yo, era una táctica realmente sencilla aunque eficaz.

Como había pensado, el de traje, era inteligente y había leído el movimiento del rival, generándose tres copias de sí mismo y cuando golpeó una gran nube de esporas, diferentes a las anteriores, inundó la sala, a pesar de esto, recibió un fuerte golpe, haciéndolo retroceder. En ese momento debía ser rápido, la vida de mucha gente estaba en juego, tapé mi nariz y coloqué mi mano en el suelo, me concentré y todo el establecimiento quedó congelado, excepto los ciudadanos, las esporas podían verse como una gran ramificación de hielo en el centro del lugar. El hielo se había extendido hasta las rodillas de los dos luchadores, tenían que parar esta pelea absurda, o por lo menos, tenerla fuera del establecimiento.

-Me dijiste que no me metiera, ¡hip!, pero hasta alguien ebrio como yo sabía que es lo que hubiese pasado si hubiésemos aspirado aquellas esporas, ¡hip! Además, yo estaba dentro de esa área, ¡hip!, si no quieres que me meta y pateé vuestro culo ten más cuidado la próxima vez, ¡hip!, estoy a punto de considerarte un enemigo… ¡Hip! Ahora fuera del establecimiento y luchar, a pesar de estar así podría ganaros en un abrir y cerrar de ojos…-Dije todavía algo afectado por el alcohol, pero con los ojos en llamas.

Después de esto, volví a mi sitio y recogí mi guitarra dando la espalda a ambos y pidiendo un vaso de agua, ya había bebido demasiado ron por hoy.

Cuando me senté, dando la espalda a aquellos dos sujetos, no tardó uno en marcharse por la puerta y decir que no quería problemas, ¿no había sido él, el que había dicho que no le importaba si me metía? Un imbécil más, del cual me olvidaría rápidamente, pero, ese poder, podría sernos muy útil a los Sons. Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro, cuando escuché los pasos del trajeado a mi espalda, y mientras pagaba me dedicaba unas palabras. En todo momento me mantuve desafiante, sabía que ese tipo no era de fiar, era un Tenryuubito como cualquier otro, se lo tenía creído por haber nacido en una casa adinerada, si, siempre los estúpidos tenían suerte.

Después de eso, comenzó a marcharse, y nada más salir por la puerta, a la vista de todos, los marines comenzaron a preocuparse por él como si la vida les fuese en ello. Con todo el ajetreo y la adrenalina, el alcohol me había bajado, dejándome totalmente libre de los efectos de este, pero como tenía otro asunto pendiente en la cabeza, me había olvidado de mis anteriores preocupaciones por el momento.

Sin nada más que hacer allí, me levanté y pagué las cuatro o cinco jarras de ron que me había bebido anteriormente y cogí mi guitarra que se encontraba en mi antiguo asiento, colgándomela a la espalda. Tras eso, con paso firme pasé por la puerta, alguno de los marines pareció darse cuenta de quién era yo, por lo que rápidamente y sin mediar palabra, continué mi camino lo más rápido que pude. Antes de desaparecer de la escena, pude ver como algún marine del grupo comenzaba a hablar por el DDM, pedir refuerzos, era la única opción que encontraba a este hecho.

Rápidamente comencé a buscar al sujeto que controlaba la gravedad, antes de perderlo totalmente de vista, vi como se metía en la calle del edificio de al lado, por lo que no sería muy difícil localizarle. No había nadie allí, y no había salida, por lo que solo me quedaba una oportunidad, subir al tejado. Con las botas de Hermes, mis pies se tornaron como el hielo, y con velocidad que me proporcionan estas comencé a correr por la pared, hasta llegar al tejado, donde me colgué con una mano y subí sin problemas.

Observé el lugar y allí estaba, aquel chico de cabellos negros, con un control total de la gravedad, mas ahora estaba acompañado de su perro. Me mantuve en silencio, esperando que él fuese el que me dirigiese la palabra.

Al ver como aquel individuo se quedaba mirando el lugar sin hacerme el más mínimo caso, decidí llamarle la atención, cuando, sin previo aviso, escuché como un grupo de marines se acercaba. ¿A quién buscarían? No lo sabía, pero tampoco quería averiguarlo, dejando escapar la oportunidad de hablar con aquel individuo, salté del tejado a toda velocidad. El grupo se dividió y mientras unos intentaban escalar el edificio, otros me perseguían.

Mientras caía, el aire que se encontraba bajo mis pies, comenzó a congelarse, formando una gran cuesta, por la que me deslicé, aumenta mi velocidad, dejando atrás a mis perseguidores. Tras eso, un chasqueo de mis dedos bastó para que este se destruyese y los escombros aplastasen a los marines, no pude evitar reírme a pesar de la situación, necesitaba encontrar un barco rápido para dejar de huir y volver con mis compañeros.

No tardé demasiado en encontrar uno, lo que parecía ser un grupo de mercaderes tenía un gran barco y estaba a punto de zarpar para llevar sus productos a las demás islas, sintiéndolo mucho, era un barco desprotegido realmente, solo un par de civiles, y si quería escapar, lo necesitaba. Así pues, subí de un gran salto, quedándome agarrado en un saliente, y a partir de ahí subí. Todos parecían asustados y era normal, un desconocido había entrado en su barco de una forma peculiar, e inmediatamente los lancé a todos por la borda, quedándome aquel barco para mí.

Cuando quise darme cuenta, estaba en alta mar, se respiraba calma y serenidad y lo más importante, por fin había salido de aquella maldita isla.