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Sin embargo, en aquella playa había palmeras, con cocos en la cima de esta, me basté de un puñetazo en su tronco para que unos cuantos cayesen. Después le hice un pequeño agujero golpeándolo contra una roca, y comencé a beber el agua de su interior, posteriormente, comencé a comerlo, a pesar de su extraño sabor, que a decir verdad no era de mi agrado. Una vez hecho esto me adentré en lo que parecía ser una frondosa jungla, nada de bosque en aquel lugar. Momentos justo antes de adentrarme, un gran rugido azotó la isla, ¿qué había sido eso? No lo sabía, pero era mejor no encontrarme con él si quería mantenerme con vida.
Fui cortando la maleza y las ramas de los árboles que me estorbaban, adentrándome más y más en la isla, tenía entendido que antiguamente vivieron dos gigantes allí y podría usar, sus casas carcomidas por el paso del tiempo, para resguardarme. Entonces fue cuando me di cuenta de que toda mi estancia allí, sería un maldito infierno, un pequeño grupo de dinosaurios, algo parecidos a los velociraptores, me rodeó totalmente, quedándome yo encerrado entre tres de estos, que en cuanto tuvieron la oportunidad, se lanzaron a devorarme.
-“Maldita mi suerte”-Pensé mientras me agachaba con fluidez y hacia que todos ellos chocasen entre sí, para después terminar la pequeña disputa con un puñetazo congelador ascendente, que dejó un bonita y gélida escultura de aquellos reptiles.
Después de aquello, continué mi camino, con el coco todavía en mi mano, sufriendo cada vez que daba un mordisco.
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No hacía mucho tiempo que estaba en aquella isla, pero parecía que más del que el visitante había pasado aquí seguro, pues podía verse, por las incisiones sobre su coco, seguramente fabricados con una piedra, que había estado desesperado por beber.
Yo estaba allí por una mera investigación privada para estudiar los fenómenos de la isla y la acción de los hongos en ese entorno, pero mi tiempo de estudio hubo acabado, y me disponía a abandonar la isla, pero por el camino, había oído acción y mi sorpresa fue curiosamente grata cuando di cuenta de que mi camino se había vuelto a anudar con el de aquél borracho de hielo.
-"No se si recuerdas quién soy, pero te presento a Tyxa", dije al tiempo que el extraño hongo parecía hacer un vago saludo con un sonido, al tiempo que abría y cerraba su boca para emitirlo, dejando ver una extraña y larga lengua.
Apostaba mi fortuna, a que el aventurero se encontraba más sorprendido de verme que yo de verle a él.
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-¿Cómo es que un Tenryubito se encuentra en esta isla, perdida de la mano de dios y del tiempo? ¿No deberías estar revolcándote en dinero y disfrutando de una buena comida? –Pregunté sonando desafiante y atrevido.- La gente como tú, no suele mancharse las manos, aunque, pude comprobar en Logue Town, que tú, eras algo diferente…-Dije sin dejar de mirar aquella especie de criatura, que ronroneaba con las caricias de su dueño.
Me mantuve distante, guardando las distancias, no quería confiarme demasiado, ya conocía a este tipo y por unos simples muchachos había montado una pelea, y no se cortó ni un pelo ante el hecho de que pudieran morir inocentes, debía tener cuidado. Fue entonces cuando de nuevo, volvió a escucharse ese gran rugido, esta vez más cerca que el anterior y seguido de unos fuertes temblores, ¿qué demonios sería eso? De todas formas, debíamos salir rápidamente de allí, o esa cosa, nos atraparía y jugaría con nosotros hasta la muerte.
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-"Dicen que el tiempo es distinto para la gente que teme por su vida y la gente plagada de vicios, pero sin embargo, aun siendo un Tenryuubito algo...diferente, mi vida no se limita a grandes banquetes, ostentosas conversaciones y no respirar aire ajeno" dije sonriendo, como si no me preocuparan los sonidos grandes que se acercaban a nosotros, cada vez más fuertemente hasta que de pronto, mi hongo aéreo volvió y se posó sobre mi hombro, al tiempo que comenzaba a hablar, por raro que le pareciera al gélido combatiente.
-"Es un gran dinosaurio, de unos veinte metros, viene corriendo hacia aquí" dijo, en calma aparente, al tiempo que se relamía.
-"Bueno Tyxa, y... caballero gélido, creo que va a ser hora de combatir a esa bestia" dije riendo y dando una especia de aplauso sarcástico.
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-Me iré adelantando… De todas formas, no creo que necesite tu ayuda.- Le dije mientras comenzaba a calentar las rodillas haciendo un par de sentadillas, hasta que finalmente eché a correr.
Gracias a las botas de Hermes, fueron segundos lo que tardé en llegar a la zona, además, tampoco es que hubiese una gran cantidad de terreno que recorrer. Entonces noté como la sombra de ese imponente dinosaurio me tapaba por completo, pareciendo yo un simple mosquito, además de poseer varias cicatrices por todo el cuerpo, debido a las batallas que habría tenido con otros dinosaurios, y viendo la reacción de los demás seres de su especie, ante su aparición parecía no equivocarme. Este era el rey de los dinosaurios.
El destino me planteaba un gran reto, ¿sería capad de derrotarlo? Si no lo intentaba, nunca lo sabría, así que comencé a concentrarme, hasta que finalmente, un fuerte resplandor emergió de mi cuerpo, la energía de mi espíritu, al activar mi “Shiro Pulse”. Un fuerte coletazo fue a propinarme aquella bestia, mas con un veloz salto, logré esquivarlo, para posteriormente escalar por su espalda vertiginosamente hasta llegar a su cabeza. Tras esto, gracias al aumento del 40% del Shiro Pulse, le propiné cuatro potentes puñetazos en la espalda, congelando el lugar impactado.
El dinosaurio rugió y me golpeó con su cola, lanzándome contra un árbol, chocando yo contra este y quedando mi cuerpo partido el varios pedazos de hielo, de los cuales resurgí, y mientras me levantaba pensé.
-Esto va a ser más duro de lo que pensaba…
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Pronto, aparecí yo cerca, con una mano al frente, brillando en amarillo, mientras que con la otra, refulgiendo en rojizo, pronto aparecía otro polvillo que se combinaba con el anterior, haciendo que el dinosaurio comenzara a trasquivar con el movimiento de sus patas y a chocar contra unos árboles cercanos, producto de los hongos alucinógenos que hube creado, lo que dificultaban demasiado notoriamente el movimiento de la enorme bestia
Entonces, giré la cabeza y comencé a hablar al otro hombre, el cual hubo rebotado contra el árbol circundante ante el ataque de la bestia.
-"Creo que deberías aprovechar ahora" dije sonando algo satírico al tiempo que Tyxa se posaba en mi hombro, mirando al caído aventurero del hielo, con un gesto de cierta chulería innata.
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Sin tan siquiera mirar a mi compañía, volví a salir corriendo hasta subir encima de su cabeza, se hacía difícil estar allí, a pesar de tener su velocidad reducida no paraba de tambalearse, por lo que se necesitaba un buen equilibrio. Una vez estabilizado, me agaché y coloqué mi mano sobre lo que vendría a ser su frente, y a partir de ahí, solo tuve que concentrarme. En cuestión de segundos aquella bestia había sido totalmente congelada y se encontraba rodeada de una espesa neblina blanca. Cuando acabé, golpeé la figura desde arriba, provocando que esta se desquebrajase y varias partes del dinosaurio comenzaron en trozos de hielo.
Aun callado, salté del lugar antes que terminase de caer todo, y después de que el mayor enemigo de todos los seres de esta isla, dejasen de estar asustados, la situación empeoró, apareciendo de entre los árboles muchísimos más dinosaurios de menor tamaño, apareciendo desde triceratops hasta proceratosaurus, convirtiéndose todo en una batalla campal por quien sería el nuevo rey de aquella isla. Sonreí mientras me acercaba a Tenryubito, esquivando los dinosaurios que se atrevían a atacarme, y cuando estuve lo suficientemente cerca, dije.
-Parece que vas a tener que mancharte las manos, si quieres salir de aquí claro.
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Me tomé un tiempo para pensar, dentro de aquél caos, pues sin duda el control de la Hie Hie no Mi de aquél individuo era asolador, pero busqué una forma en mi mente de hacer frente a todos los animales de la isla de un golpe, aunque sonara poco ético.
-"Vale, podremos salir de aquí si cooperamos... aunque eso no me guste mucho, pero necesito que me des un tiempo para poder hacer lo que quiero realizar. Y por tu bien deberías taper la boca y nariz" dije al tiempo que Tyxa parecía esbozar una sonrisa en su fúngica boca, al tiempo que agitó un momento sus alas, como si estuviera rascándose.
Junté las manos y estas se tornaron de tonalidad rosácea y luego fueron progresivamente cambiando hasta un tono rojizo.
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Mientras aquel individuo se concentraba, yo me mantuve eliminando a las criaturas que venían hacia nosotros, permitiéndole así que fuese más cómodo el concentrarse. Fue entonces, cuando un gran triceratops embistió contra mí, lo cogí por dos de sus grandes cuernos y lo frené, utilizando toda la fuerza que tenía en aquel momento, a decir verdad, aquel dinosaurio no se daba por vencido y en cuanto me descuidaba, me arrastraba un par de centímetros.
-¿Queda mucho?- Le pregunté manteniendo al triceratops agarrado, a punto de dar un paso en falso.
No podía ser derrotado, y mucho menos, por una simple bestia que solamente confiaba en la fuerza bruta. Respiré hondo y comencé a empujar los cuernos del dinosaurio hasta tal punto de comenzar a hacerlo retroceder, finalmente comencé a extender mi hielo por sus cuernos, hasta dejarlo hecho una figurita de hielo, y levantándolo en vilo, lo lancé contra el suelo partiéndolo en pedazos.
Miré al tenryubito y supuse que todo estaba listo, acto seguido creé una cúpula que me encerró completamente, para así impedir que el ataque fuese a hacerme efecto.
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De pronto, una enorme cantidad de esporas ingentemente tóxicas, inundaron la isla, provocando que los animales, al contacto tras respirarlo unos segundos, comenzaran a caer, casi como fichas de un estudiado dominó, mientras esa neblina rojiza, formada de esporas, seguía cayendo como una pequeña nieve, acabando con los animales de mayor peso a su exposición.
-"No quites todavía esa cápsula, esto durará un rato" dije, con una sonrisa algo siniestra en mi cara, mientras Tyxa se limitaba a vislumbrar el espectáculo de la caída de aquellos grandes reptiles, con una mirada que casi podría describirse cómo gustosa y carente de escrúpulos, que incluso pareció decir algo, pero finalmente no lo hizo.
Pero finalmente, esta nieve tras unos minutos dejó de caer, dejando retazos rojizos por todas las plantas y superficie. Quizá aquel ataque había sido excesivo, pues la flora también lo había sufrido dejando ese lugar casi sin apenas vida y con un manto níveo que le hacía parecer cómo un bosque de cerezos en flor ante un gran viento, solo que de una forma bastante más mortífera y bella, o al menos para mi criterio.
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Caminé hasta aquel individuo de nuevo, cada paso que daba, iba congelando el suelo, para así evitar el contacto con aquellas esporas, a pesar de lo sucedido seguí sin fiarme de él, aunque, finalmente todo había acabado y gracias al trabajo en equipo, aunque este equipo fuese improvisado y estuviese a punto de llegar a su fin. Mientras me acercaba mantenía una picarona sonrisilla, mientras lo miraba directamente a los ojos, dejando captar ese pequeño sentimiento de rivalidad que se había creado dentro de mí.
-Como yo había dicho, un tenryubito distinto, y peculiar, estaré al tanto de tus movimientos… Algún día me gustará batirme contigo… ¿Puedo saber su nombre?- Dije pareciendo algo burlón mientras hacía una reverencia, dejando ver claramente la pequeña mofa.
En el momento en el que terminé mis palabras, esperé ansioso su respuesta, después de todo no quedaba mucho que hacer allí, y lo más importante, quería empezar a cortar leña, para así largarme cuanto antes.
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Entonces este, quiso saber mi nombre, ante un hecho de resaltada y sobrecargada falsa modestia debido a mi clase social, mas quise ignorarlo. Al fin y al cabo ese hombre también me había resultado curioso y yo también le seguiría la pista, de hecho, mucho más activamente de lo que posiblemente pensara, pues los caminos del Gobierno Mundial eran inescrutables.
-"Soy Räadi Vrask, de la Casa Nobiliaria de Vrask en el Reino de Sakura, el antiguo Drum" dije calmadamente, eludiendo su mofa, y ofreciéndole mis caricias a la mascota que se hallaba en mi hombro izquierdo.
Entonces, esperando su respuesta le miré con un gesto un tanto curioso, cómo de curiosidad. Ni él confiaba en mi, ni yo en él, pero ahí se estaba gestando una rivalidad curiosa.
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-Norudy D. Sting…-Dije mientras me faltaba, él se había presentado, sería descortés irme sin presentarme yo.- Presiento que la próxima vez que nos encontremos, será muy distinta… Jejeje.- Terminé riendo, a la par que proseguía con mi camino.-Pero… ¡El destino me elegirá a mí como el mejor!- Grité alzando el puño y perdiéndome en la inmensa jungla.
No me quedaba mucho por hacer, ahora la isla no era peligrosa, tan solo las esporas que se encontraban bajo mis pies. Sonreí pensando en Vrask, era un tipo peculiar, el destino nos había unido en dos ocasiones, la tercera, sin lugar a dudas, sería la definitiva. No pude evitar soltar una leve carcajada, cuando golpeé el primer tronco y lo hice caer a mis pies.
-“Así… Sí… Así caerás tú…”- Pensé comenzando a cargar aquel tronco.-“Nadie provoca a un dragón”
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Me limité a no contestarle, y meter las manos en los bolsillos de la chaqueta que llevaba, al tiempo que me limitaba a caminar en dirección contraria de la del otro individuo, pues allí se encontraba mi barco, y ya era hora de volver a Ennies Lobby, pues tenía la impresión de que otra misión se acercaba a mi destino.
Con paso firme, taimado y equilibrado, iba alejándome del lugar no sin cierta parsimonia, y viendo los estragos que mis esporas tóxicas habían creado en el lugar, sonriendo al ver mi inmenso poder destructivo.
Ciertamente estaba adquiriendo bastante poder, pronto quizá pasaría a formar parte de la élite del Gobierno Mundial en cuanto a Agentes Secretos se refería.