Vacaciones junto al Cipher Pol (Pasado) [Flea - Iro]

Aah, el verano... o bueno, eso creía yo, Flea D. Grohl, porque me permití un descanso de la Armada por un tiempito, y qué mejor que pasarlo en las playas de la Isla Del Día Feriado, o bueno, su nombre original, Isla Kyuuka. Llegué con mi bote habitual, sólo que esta vez sí sabía a donde ir, dónde sino a esta maravillosa isla vacacional. Desembarqué. Tenía puestos mis lentes de sol, mi malla, y una toalla sobre mis hombros, para bañarme y disfrutar. Apenas llegue me zambullí al océano, algo de lo cual me arrepentí luego, porque poseo Akuma no Mi, y tuve que ser rescatado por el Salvavidas. Luego de escupir todo el agua que había ingerido, me tiré en una silla, a la sombra de la gran palmera, ubicada en el centro de la pequeña isla veraniega.

- Que bien se está aquí. Hace mucho que no me tomaba un pequeño descanso - dije para mis adentros. Uno de los jefes de la Armada me había pagado todo, hasta el pequeño hotelero que hay sobre la palmera, la comida, todo. Me había dicho que necesitaba y merecía un tiempo de relax, fuera del ámbito de los combates, los entrenamientos, y más que nada las misiones.

Luchar contra el Gobierno Mundial y tener una recompensa por tu cabeza es algo muy estresante, no sabes en qué momento pueden atraparte, o en qué situación reconocerte. Pero, bueno, no había que pensar en eso ahora, me mandaron a relajarme, y ahí estaba, solo, como a mí me gusta, sin que nadie moleste ni venga a interrumpir mis pensamientos, mis momentos de paz.

Sin embargo, me dieron muchas ganas de luchar, de entrenar, de mejorar, así que cogí las espadas de mi mochila y comencé a realizar movimientos, siempre recordando una de las leyes de mi estilo: "Mientras una espada defiende, la otra se prepara para el ataque". La gente me miraba con un dejo de intolerancia o quizá hasta de miedo, de ver a una persona sin descansar en la Isla Vacacional. Estuve dando vueltas a la sombra de la palmera haciendo mis movimientos varias veces, evitando transformarme en Mantícora, para no causar alboroto en la gente. Vamos, que quería descansar, no quería hacer lo que hago cotidianamente, o sea, causar escándalo.

Cuando la gente comenzaba a irse para ducharse, cenar, o dormir, yo me volví a sentar en la silla, solitariamente, pensando en lo que me depararía el futuro. Guardé mis espadas y decidí no pensar nada más, tener la mente en blanco y, cuando una pequeña brisa nocturna comenzaba a azotar contra mi cara, me quedé dormido.

No tardé en despertar. La lluvia había comenzado, y por más que esté abajo de la gran palmera, y el ruido en sí no me molestara en lo más mínimo, unas gotas comenzaron a caer sobre mi frente, hasta hacerme sobresaltar. Me coloqué mi camisa blanca, y aprovechando que nadie veía, me transformé en Mantícora para poder llegar hasta el hotelero volando. Entré, pedí la llave de la habitación que la Armada me había dado, y subí las escaleras hasta llegar al tercer piso. Era la plaza número 317. Abrí la puerta, me arrojé a la cama, para luego subir la ventana, que estaba al lado. Apenas la levanté, pude divisar una luz que venía del mar. Pude sentir un mal presentimiento al momento de ver la luminosidad, sabía que algo malo me esperaba. Bueno, de lo que estaba seguro, era que no era la visita más esperada.

Estaba contemplando la luz de lo más tranquilo cuando la puerta de mi habitación cayó. ¿Que había sucedido? Un tipo que aparentaba ser del Gobierno Mundial estaba frente a mí, con una sombra extraña a su lado. No dudé un segundo en sacar mis katanas, ya que me dijo que me entregue por las buenas o por las malas, supuse que por las malas es batallando.

Dejé de prestarle atención a la luz que venía de la ventana. Lo primero que hice fue pararme y velozmente presionar el interruptor, para encender la lámpara de la habitación, y ahí lo reconocí. Si bien no sabía su nombre, no tenía dudas de que era un miembro de la Cipher Pol, ya que me habían informado de él en el Cuartel, mientras me decían que tenga extremo cuidado con ese tipo, el que estaba en frente mío.

Olvidé completamente la idea de relajarme, de quitarme el estrés, y de tomarme un descanso. Esa puerta no podría haber sido tirada sin algún poder especial, así que posiblemente este individuo sea un hueso duro de roer, y si no quería ir a parar al mismo sitio que mis padres hace 22 años, debería dar el todo por el todo para poder lamer su sangre.

- ¿Y a mí qué me importa que no seas el más paciente? No pienso ceder - lo desafié, frunciendo el entrecejo - si mi cabeza quieres, pelear por ella debes - y me puse en posición de combate, con las dos espadas sobre mi cabeza.

Todavía no quería mostrar el poder de mi Akuma no Mi, tenía que intentar ser lo más discreto posible, en cuanto a ataques. Tenía que ser poco original, debía recordar los movimientos que estaba practicando hoy a la tardecita. "Mientras una espada defiende, la otra se prepara para atacar" es el lema del Niten Ichi-Ryu, no se me tenía que olvidar eso. Esto sería un gran reto para mí, era o ganar, y obtener un mayor Wanted, o ir a parar a la prisión más famosa del mundo. Simplemente, puse toda mi fuerza en mis piernas, y comencé a luchar.

Quise empezar por arriba. Salté lo más alto que pude, rompiendo parte del techo, para que puedan caer trozos de este cerca de él, tratando de impedir en parte su visión, debido al polvillo, como también a las mismísimas rocas cayendo. Me incliné con la cabeza hacia abajo, apuntando con la nariz a mi objetivo. Al caer, me dirigí hacia él, intentando producir un corte en sus hombros con mis dos espadas. Quizá se haya protegido, pero casi seguro que el material con el que estaba echo el techo lo habrá dejado un poco atontado.


Volví a mi posición previa al ataque, y, sin despeinarme, me puse en posición de nuevo... Bueno, siempre estoy despeinado, pero es un decir.

- ¿Acaso usted pensaba que iba a ser tan fácil cazar a un Revolucionario con el orgullo hasta las nubes? - le pregunté, con un gesto vacilante - Si no me ataca, dudo que pueda cazarme en algún momento. - por más que intentaba tenerle respeto, no podía, ya que, por lo que me informó la Armada, era un Tenryubitto, así que tenía ganas de hacerlo desaparecer de la faz de la tierra.

Me dijo que era bastante impaciente, así que unas cuantas bromas tenía que hacerle, como la de antes, para que se ponga nervioso, o bien use todas sus fuerzas contra mí. Al comienzo estaba confiado, no dudaba en que la batalla estaba ganada, no en ese movimiento, pero posteriormente tenía razones en las que confiar en mí mismo.

- ¿Y? Estoy esperando. ¿Qué tienes para mí? - le pregunté, a modo de chiste, aunque no creo que él se lo haya tomado así.

Estaba sorprendido de lo que éste tipo era capaz de hacer. Superaba con creces todas mis habilidades, no lo podía creer. Sin embargo, no perdí el orgullo y, supuse que debería usar mi máxima fuerza. Las palabras que me dijo me dañaron el alma, ya que él suponía que se iba a enfrentar a un ser fuerte, pero se encontró con este pedazo de mierda que era yo. Estaba todavía atontado por el golpe, pero la pared se había agujereado con mi caída, así que no dolió tanto como esperaba.

Tenía que madurar, no podía andar de fortachón con cualquier persona que se me cruzara. Esa frase me hizo reflexionar mucho, ya no era un niño soñador que pensaba en escapar de Tierra Santa, ya era un adulto, y había comenzado a trazar mi camino soñando con los ojos abiertos.

Derrocar al Gobierno era lo que más quería en este mundo, así que me uní a la Armada Revolucionaria para poder hacer de mi sueño una realidad, pero, con la mente tan cerrada que tenía, sería imposible conseguirlo.

Cuando me comentó sobre sus esporas adormilantes, lo primero que hice fue coger dos trozos de pared, que habían ido desprendida de esta cuando salí disparado hacia allí, y me los coloqué en la nariz, para poder sólo respirar por la boca.

No sabría si aguantaría mucho, con el tiempo me comenzaría a doler el bazo, por saltar y correr con la boca abierta, pero era mejor eso antes que dormirse, y, prácticamente, regalarle mi cabeza a este Agente Gubernamental.

También abrí la ventana hasta el tope, ya que así, con la pequeña brisa nocturna de la Isla Kyuuka, las esporas podrían disiparse en algunos minutos, para poder quitarme las rocas de pared de mis orificios nasales. Me limpié todo el polvillo que había en mi atuendo, y me puse en posición de combate otra vez.

- Supongo que las cosas raras esas que duermen serán producto de una Akuma no Mi, ¿verdad? - le pregunté, sin esperar la respuesta, ya que estaba seguro que lo era - veremos la de quién es mejor - y acto seguido adopté la forma híbrida de la Mantícora. Dos patas, dos metros, dos espadas, una cola lanza veneno y un cuerpo tanto más poderoso como musculoso que mi forma original, la humana - ahora te será difícil sujetarme de la cara, peso demasiado para que me cargues - terminé.

Eran sus esporas tranquilizantes o adormilantes o venenosas contra mi veneno de escorpión. Si lo pudiera pinchar para entumecer alguna de sus extremidades sería más fácil el sendero hacia la victoria, pero lo complicado era tocarlo.

Esta vez opte por la velocidad, activé mis botas, que me otorgan un 5% de velocidad al correr y empecé a correr por la pequeña habitación, rompiendo la mesita de luz, y varias paredes.

Pasé por la pared que tiene la puerta, atravesándola y llegando al pasillo, le di una patada a la siguiente pared, para tomar impulso y atacarlo por detrás, hacia los pies. Sin embargo, yo estaba inclinado hacia abajo, así que si mi enemigo decidiera saltar, se encontraría con mi cola en la parte superior de su cabeza, consiguiendo quizá un envenenamiento directo a la zona cerebral.

Ni lo uno ni lo otro, el tipo cambió el color del polvo ese por un tono amarillento. Rápidamente, lo relacioné con electricidad, y descubrí que sería algún tipo de parálisis.

El problema es que comenzó a moverse más rápido que yo, debido a una técnica que tienen los agentes del Cipher Pol, casi no lo podía seguir de lo veloz que era, simplemente impresionante.

De repente, nos cruzamos, estábamos frente a frente, cuando el sacó su dedo de la manga y lo trató de penetrar entre mis ojos. Sin embargo, había saltado justo a tiempo, bastante alto para que me de en el estómago, debajo del obligo, por suerte en ningún órgano vital, produciéndome un dolor muy fuerte, como si alguien estuviera tocando mi vesícula, o mi apéndice. Grité bastante fuerte, posiblemente despertando a todo el hotelero, pero bueno, valía la pena gritar.

Mi movimiento estaba siendo cada vez más pausado. Efectivamente, el polvo amarillento era parálisis. Noté que la ventana estaba cerrada, pues estaba detrás de la cabeza de mi rival, con su dedo incrustado en mi estómago. ¿Qué estaba pasando? Juraría que la había cerrado.

Aproveche el momento en el que su dedo estaba entre mis entrañas para poder atacar, ya que no creo que fuera fácil quitar un dedo de ahí. Era mi último intento antes de quedar paralizado por completo, así que valía la pena el intento.

En mi brazo izquierdo, mi espada estaba intentando cortar su codo, por más que no tenía fuerza para desprender su brazo de su cuerpo, los golpes cortantes hacia los huesos más pronunciados, como el codo, la rodilla o la frente, son de los que más duelen, y en algunos casos, si se hiere en el punto justo, sin fuerza necesaria, cosa que traté de hacer, puede dormir el brazo del rival.


Ese fue posiblemente mi último ataque medianamente fuerte, ya que la parálisis estaba haciendo efecto. Sólo faltaba mi cara por paralizarse, por lo que pude decir las siguientes palabras:

- Está bien, tu ganas, pero no te hace falta llevarme, podemos hacer un trato, si yo te doy el dinero que te darían por entregarme, ¿Haría falta que me lleves a prisión? Podrías dejar aumentar mi recompensa y, cuando nos volvamos a ver, si me derrotas, puedes obtener mayor cantidad de dinero entregándome, ¿Qué dices? ¿Hay alguna forma de quitar esta parálisis? - pregunté.

Ya no podía hablar, por más que estaba completamente paralizado, podía ver, al parecer no afectaba a los ojos, o a la vista. El Gobierno es muy corrupto, como con la compra y ventas de esclavos, por ejemplo, así que quizá este Agente acepte mi oferta.

El problema sería si el dinero es más de lo que tengo, y no puedo gastar los fondos que me dio la Revolución para que un Miembro del Cipher Pol me entregue y me deje en prisión. Eso ya lo veré, no tenía que adelantarme, ya que quizá no aceptaba mi propuesta, e iba a parar a prisión a todas formas. Se escuchaba ruido proveniente de las otras habitaciones, así que deduje que la parálisis tampoco afectaba a la escucha, por lo que podría escuchar su respuesta.

No me causó ninguna gracia lo que me dijo sobre las neurotoxinas, y que los muñecos esto y que liberarme, y que humillación lo otro, la cuestión es que no entendía nada, mi cuerpo poco a poco se iba durmiendo, pero ese golpe que me dio con su mano derecha fue el golpe de gracia para mí aquella noche.


Me desperté debilitado, a todos lados donde me giraba veía mar, y más mar. Al parecer mis vacaciones habían terminado, o me las hicieron terminar, un Agente del Cipher Pol, el cual me había esposado y enjaulado en Kairouseki, ya que no pude transformarme como quería.

El tipo me contaba posiblemente todo lo que sabía sobre mí, mi nombre completo y mi Wanted, y me preguntó dónde se encontraba la base Revolucionaria. Seguramente no me creería, así que le respondí como supuse que sería correcto:

- ¿Te piensas que un novato como yo lo sabría? No te creas, los Revolucionarios somos todos muy callados, sólo los Altos Cargos, y los que viven ahí, por supuesto, saben en que isla se encuentra precisamente - le hablé con un tono desafiante, por más que trataba de decirle la verdad, mi seriedad o pequeñas risas entremedio hacían pensar que no, para que se olvide de otras preguntas, y se centre en ella.

- Y si lo sabría no te lo diría tampoco, eres mi rival después de todo, no tengo permitido contarte nada. Si me matas sólo conseguirás el dinero, nada de información, y si me torturas, tampoco conseguirás sacarme algo de la boca.

Esto último lo dije en tono mentiroso, para que piense que en verdad sí lo se, pero quería ocultarlo. El tipo este podría gastarse millones de maneras para torturarme, pero no conseguiría lo que buscaba, ya que en verdad no se donde se encuentra la maldita base.

- Ahora contéstame una pregunta tú: ¿Cómo te llamas? Quiero saber el nombre de la persona que me envió a rescatar a mis padres. - le comenté, alegremente, como si estuviéramos jugando a las cartas, en realidad, estábamos en un interrogatorio, el muy tranquilo,  disfrutando del momento, y yo, encerrado y esposado, sin poder hacer nada, alegre por fuera, y neutral por dentro, ya que aparentaba no estar nervioso para no perder la cordura en vano.

Lo que me decía era terrible, menos del 15% de los prisioneros que entran a Impel Down sobreviven al primer día. El tema era mis padres, ¿Habrán sobrevivido ellos? Simulé estar tranquilo, y hacer creer que no me afectaba en lo más mínimo.

- ¿Sabes que mis padres fueron capturados el día en que me enviaron como sirviente a tus asquerosos Tenryuubitos? Yo estuve desde los dos años hasta los nueve años como prisionero en Tierra Santa, hasta que un hombre me rescató. Había veces que escuchaba a los malditos esos decir que torturaban a mis padres con todo pero no lograban sacarle información. Escuché eso mismo el último día que estuve allí, por lo que sobrevivieron, no por un día, sino por siete años, ¡SIETE PUTOS AÑOS! - mentí.

Luego del pequeño rollo sobre mis padres, me comentó que como no respondí a su pregunta inicial, me torturaría. Y eso hizo. Al parecer soy bastante buen actor, se creyó demasiado el aparentar que estaba mintiendo, por lo que cogió un cascanueces, y me desprendió el dedo mayor de mi mano. Grité mucho debido al fuerte dolor que me causó, y luego le grité:

- ¡¡MIERDA, PERO QUE TE DIJE QUE NO SABÍA!! ¡¡BIEN, VALE, QUISE HACERTE CREER QUE LO SABÍA PERO NO TE LO DECÍA PERO LA VERDAD ES QUE NO-LO-SE!!

Luego del griterío, puse mi dedo, o el resto de aquel, en mi boca, para así cesar el sangrado. Ardía como nunca, un dedo, ¿Cómo se supone que cogeré mis espadas para luchar? Supongo que, al salir de Impel Down, necesitaré implantes Cyborg, sólo para recuperar el dedo, no necesito rayos láser ni nada similar.

- Ya verás, nos volveremos a encontrar, saldré de Impel Down, y te arrancaré los dedos uno por uno, así comprendes el dolor - le dije. Todavía dolía, nunca olvidaré lo que me acaba de hacer este sujeto - el 15% no llega a pasar 24 horas en Impel Down, yo tampoco llegaré, escaparé de allí antes de haber cumplido un día en esa prisión de mierda.

Ya lo hizo por diversión. Primero me desprendió un dedo, luego me hizo vomitar por un polvo extraño, y no solo eso, sino que tragué mi propio vómito. Un asco impresionante. Ahora, pase lo que pase, haga lo que haga, no podría dejar de odiar a este tipo.

Por si fuera poco, no es un viaje estudiantil, ni nada parecido, no, éste individuo me está enviando a la prisión más grande del mundo, y la más peligrosa, Impel Down. ¿En serio tendré que enfrentarme al Alcalde, Vice-Alcalde, y demás funcionarios del gobierno? Daba mucha flojera, pero esto era por mi vida, y por salvar a mis padres, así que, valía la pena hacer el esfuerzo.

- Todavía no me has dicho tu nombre, Agente - le dije al tipo del Cipher Pol - sólo quiero saber el nombre de la persona que me derrotó, o piensas que voy a quedarme de brazos cruzados viendo como te cargas a mis compañeros y los haces vomitar? - pregunté, con un dejo de ironía.

No conocía mi presente, pero sí mi futuro. Una de las celdas, posiblemente en el primer nivel de Impel Down me esperaba con ansias de recibirme y encerrarme en Kairouseki por tiempo indeterminado.

Ya no podía soportar la tortura de este tipo, y lo peor es que no podía contarle información, porque básicamente no tenía qué decirle. Sólo esperaba que el viaje sea pacífico hasta la cárcel.

- ¿De qué se trata tu fruta? - le pregunté al Agente - pregunté, sólo para sacar tema de conversación, que se estaba tornando muy aburrido. Yo soy una Mantícora, te la mostraría en forma completa, pero, sabes - hasta ahora no me había fijado en la mascota que tenía, tenía demasiada tensión que no me había dado cuenta de la existencia - ¡Y cuéntame también sobre esa cosita tan lindurita que tienes de mascotita! - dije, en serio que era muy tierna la mascota del Cipher Pol.

No podía hacer otra cosa más que esperar su respuesta. Encerrado y esposado, poco se podía hacer. De repente, me dieron ganas de tirarme un eructo. Para joder, y hacer mi última gracia antes de estar en prisión, lo dejé salir, y era uno de esos que tienen gusto a vómito.

- Mejor afuera que adentro, ¿no? - le dije, riendo. Acto seguido escupí los restos que habían quedado de vómito en mi boca al mar, para que no quede luego el olor asqueroso dentro del barco - ¿No me das un poco de agua, para hacerme buche y quitarme este horrible gusto, por favor? - terminé, esperando un no proveniente de mi verdugo.