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They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — Empty They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — {Vie 18 Jul 2014 - 20:53}

Emoción, eso era lo que sentía en estos momentos. Isla del Karate, un gran islote en el South Blue, en donde todos aquellos que querían aprender, mejorar o practicar diferentes artes de combate cuerpo a cuerpo podían ir. Nunca antes había tenido la oportunidad de asistir a aquel lugar, era como un sueño hecho realidad ya que desde pequeño que lo conocía por historias de mi padrastro. "Vaya... así que esta es." pensé, a lo que se veía en el horizonte no muy a lo lejos. Eran aproximadamente las seis de la tarde a lo que nos acercabamos poco a poco al puerto, estaba en un barco que... bueno, me habían ofrecido llevarme por un módico precio de solamente 100 Berries por cada isla que pasáramos, y afortunadamente debido a una tormenta que nos agarró a mitad de camino, resultó que hicimos un camino obligado sin escalas. Lo que fue bueno para mi, y doloroso para los bolsillos de aquellos que optaron llevarme por un precio tan bajo, pensando que podrían estafarme pasando por las mismas islas una y otra vez. Afortunadamente, a eso de las seis y media llegamos a la isla, desembarqué no sin antes darles el "merecido" dinero.

Miré hacia todos lados, se escuchaban ya los golpes, quejidos y cosas romperse debido a los entrenamientos arduos e incesantes de los aprendices en esa isla. Un anciano en especial me quedó mirando fijo, chocando conmigo. Lo raro fue que no cayó al suelo, es más... su postura era tan firme que cuando intenté seguir, este se puso frente a mi y uno esperaría que por el impulso, el que se quedaba quieto caería. Pero no, fue como golpear a una maldita torre. Aquel viejo, con una caparazón de tortuga a su espalda bastante grande, pelado y con una barba blanca me miraba fijo. Sus ojos ocultos tras unas gafas de sol con marco rojo, camisa de mangas cortas florada, y una bermuda, adornando sus pies un par de sandalias. Un bastón de madera que parecía una nube alargada mantenía su firmeza bastante bien. — ¿No me dejarás pasar, anciano? — cuestionaba yo, enarcando una ceja algo confundido. Yo vestía por mi lado las prendas cómodas de siempre: Una sudadera negra, bermuda del mismo tono y zapatillas blancas.
El viejo me quedó mirando fijo, arrugó un poco el ceño y luego me lanzó un golpe a uno de mis pectorales. El golpe fue tal que me hizo dar un paso para atrás y así evitar el caerme de golpe.

— ¡Hey! ¿Qué necesidad de hacer eso, Ojii-san? — cuestionaba arrugando el ceño por igual. No lo golpearía obviamente, pero sí que me le quedaría mirando feo. No me gustaba cuando me lanzaban golpes sorpresivos y mucho menos así de "conmovedores". El viejo solo suspiró y renegó un poco con la cabeza, como decepcionado, ¿tal vez se esperaba que esquivara? De todos modos, siguió su camino dándose vuelta. Al darme la espalda solo se llegó a ver cómo se perdía entre la espesura de gente y los laberínticos callejones que formaban la infinita cantidad de Dojos que habían repartidos por la isla. En el centro de aquella plaza principal, había una gran fogata, parecía ser como la luz de la noche para aquellos que querían descansar. Un buen lugar para empezar mis prácticas a decir verdad.

— Descuida, era solamente una prueba. — dijo una extraña pero jovial voz. Volteé mi mirada y a juzgar por el aroma a mar que soltaba de su cuerpo, era un Gyojin. Y sí, así lo era, parecía ser un pulpo aunque su boca no parecía caída ni nada por el estilo, era "apuesto" en lo que le cabe la palabra a los Gyojin he de decir. Pero siguió hablando sin darme tiempo a responder. — Ese es uno de los ancianos más venerados en la isla, es maestro de maestros... A todos los recibe con un golpe, los que logren tapar el golpe u esquivarlo inclusive, o tengan la osadía de devolverle el golpe han pasado la prueba y sabe que solo vienen para mejorar aún más. Los que no lo hacen pues... significa que aún tienen mucho que aprender, un largo camino por delante les aguarda. — mencionaba el Gyojin en un tono tranquilo, dándome unas palmadas como alentadoras en la espalda. A lo que yo solamente solté un bufido por mi nariz, sin responder a ello, sabía que todavía era un "novato", pero tampoco dejarlo tan en claro. De todos modos, volteé mi mirada hacia el puerto... parecía que venía nueva gente, y el viejo ya estaba pronto para recibirlos de igual manera.

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They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — Empty Re: They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — {Sáb 19 Jul 2014 - 2:33}

Un barco navegaba por el ancho mar azul. Hacía poco había ocurrido una tormenta que había entorpecido las cosas, pero aquel transporte estaba acercándose ya a la isla. Paró en el muelle y uno de los marineros colocó una tablilla para que la gente comenzara a salir. Eran personas de gala, vestían trajes elegantes y caros vestidos, en sus cuellos había colgantes y además en sus muñecas relojes y pulseras, todo de plata y oro. Aquellas personas eran nobles procedentes de Goa, habían ido a la isla del Karate en una especie de visita para salir un poco de la rutina. En su barco había un polizón. Esto se supo cuando dos marines aparecieron por cubierta cogiendo a un hombre, cada uno le cogía de un brazo. Finalmente hicieron fuerza tirándolo por la borda y el tipo cayó en la orilla. Su espalda chocó contra el suelo y una ola le baño el rostro y el cuerpo, en ese momento notó una enorme debilitación en su cuerpo, pero por suerte era la orilla y no cubría.

El tipo que habían tirado era un hombre de unos treinta años, su pelo estaba echado hacia atrás y era de un tono castaño intenso parecido al naranja oscuro. Sus ojos eran verdosos y llevaba una barba normalita, algo más que pelusilla. El bigote lo mismo, tan solo un poco. Vestía con una capa de color marrón oscura la cual llevaba abrochada y cerrada, el cuello de la capa era picudo hacia arriba. En sus hombros llevaba unas hombreras de un material blando y espumoso para parar los impactos duros en sus hombros. Portaba un pantalón negro y unas botas negras, en su brazo izquierdo llevaba un guantelete de acerco desde el codo a los dedos. La otra mano la llevaba desnuda. El tipo enseguida se levantó tratando de limpiarse el agua que le había caído encima. De repente pegó un suspiro mirando al barco mientras se quejaba con un grito.

- ¡No es mi culpa no tener tanto dinero como vosotros, iros todos a comeros una buena…!


Antes de que acabara la frase, los marineros se volvieron a asomar mirándole con el ceño fruncido y apuntándole con lo que parecían ser remos, un golpe en la cabeza dolía mucho y pese a tener una buena habilidad con su fruta del diablo, no le gustaba usarla. De modo que de repente tragó saliva empezando a soltar una carcajada totalmente fingida con los brazos en jarra mirando a los dos marineros.

- ¡Jajajaja! ¡Pues eso, comeros una buena hamburguesa con queso en mi honor! ¡Jajajajajaja!

- Pobre loco…


Dijo uno de ellos dándose la vuelta mientras el otro asentía y se volvía al barco con su compañero. El hombre del pelo hacia atrás se trataba de Gildarts, un revolucionario al servicio de la Armada Revolucionaria, algo que nunca decía pues no se fiaba de mucha gente. De repente cuando se giró para seguir su curso, frente a sus ojos vio a un hombre con un caparazón en la espalda y unas gafas de sol, además un bastón de madera. Era de avanzada edad y el revolucionario no entendía nada, fue a hablar pero aquel tipo le pegó con el bastón en el pecho. Gildarts pegó un pequeño quejido llevándose enseguida la mano al pecho mientras una gota de sudor le caía por el rostro.

- Eso duele abuelo…

Aquel hombre le ignoró y siguió su camino hacia los nobles. El chico suspiró cuando de repente pudo ver como el anciano golpeaba con el bastón a más de un noble, eso le provocó una carcajada al revolucionario y a continuación su mirada divisó a un Gyojin y a un peli azul, esperaba que no hubiesen visto su caída vergonzosa a la orilla y se acercó a ellos sonriendo con buenas intenciones.

- Hola, mi nombre es Gildarts ¿Cómo van las cosas por esta isla?

Nada más preguntar aquello, escuchó un jaleo, dos marineros trataban de evitar que el anciano de antes golpeara a los hombres con el palo, pero el anciano les golpeaba a ellos y se estaba armando un escándalo. El revolucionario no se paró a escuchar la respuesta de los dos hombres que había saludado y sin duda alguna salió corriendo hacia donde estaba el follón. No quería  problemas pero no podía dejar que el anciano recibiera una dura sanción por golpear a los nobles. Se apresuró todo lo que pudo esperando que el Gyojin y el tipo de pelo azul intentaran también hacer algo.

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They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — Empty Re: They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — {Sáb 19 Jul 2014 - 21:52}

— Al parecer el anciano ya anda haciendo de las suyas nuevamente. — empecé diciendo, enarcando una ceja y cruzando mis brazos.
— No es que ande haciendo de las suyas, siempre lo hace... es una manera de cerciorarse de que los que andan en la isla sean merecedores de ser llamados luchadores. — el Gyojin pulpo anillado azul hizo una pequeña pausa, cruzando seis de sus ocho brazos, y los dos más superiores se los llevó a la nuca apoyando las manos en su nuca. — Pero mira, uno de los nuevos está saludando. — lo señaló con el índice izquierdo de su segunda fila de brazos; Yo viré la cabeza y noté a un hombre de cabellera castaña, aparentemente engominada hacia atrás. Tenía apariencia despreocupada y un tanto chistoso... amigable a decir verdad. Nos dedicó unas palabras aunque no dio mucho tiempo a reaccionar para devolverle este saludo más que interesante, ya que parecía ser que no muy a lo lejos, a escasos metros realmente, se encontraba el anciano dando bastonazos a los nobles, a la par que los marineros se acercaban para detener todo el asunto. Sabía perfectamente de lo que eran capaces los nobles cuando se les molestaba en demasía. Inclusive llegaban a matar a aquellos que se les interponían en el camino, o no les agradara su mera presencia cerca de ellos -por más que estuvieran a varios metros de distancia y ni tuviesen la capacidad de compartir el mismo aire u inhalar el mismo dióxido de carbono que emanaban-.

Miré de soslayo al Gyojin, con un semblante serio y decidido. Este asintió con la cabeza entendiendo al instante a lo que me refería. — Bien, será mejor que vayamos. — agregó él en un tono leve. Ya se escuchaba el barullo cada vez más elevado, inclusive los nobles ya comenzaban a impacientarse con aquel anciano que los quería golpear, y lo hacía de hecho, por más que los marineros buscaran pararle. — ¡Deja ya, anciano! ¡No conseguirás nada más que tu muerte con el simple hecho de golpear a los nobles! ¡No vienen a aprender, vienen a ver y a aportar! — comentaba uno de aquellos marineros. Difícilmente el viejo senil entendiera mucho de lo que le decían, estaba ofuscado en sus ganas de castigar a aquellos no merecedores del regalo que era poder estar en la Isla del Karate; "Viejo idiota... ¿quiere morir o qué?" pensaba acercándome cada vez más. A mi derecha estaba el Gyojin, que intentaba ayudar al anciano y apartarlo de los nobles, a la izquierda estaba el tipo que nos había saludado antes, y mientras yo, aprovechando mi postura de nobleza por haberme criado en el Reino de Goa debido a que tuve de padrastro a un Marçois de ese lugar, me acerqué a los nobles sin mucho esfuerzo, presentando un semblante superior.

— Estimados contertulios, disculpen mi intromisión en el asunto que nos compete esta tarde. ¿Pero me podrían explicar qué es lo que sucede por aquí, la razón por la cual este barullo inculto ha invadido e interrumpido mi agradable conversación con mi compañero Gyojin? — preguntaba yo, demostrando aquel amplio vocabulario burgués que recordaba desde tiempo, pero que ya casi ni usaba.
Los nobles me quedaron mirando impresionados, esperándose a otro bestia de esos que deambulaban borrachos o queriendo golpear todo lo que se les cruzaba por frente. Igual me miraron con cierto gesto de superioridad, sacando pecho a lo paloma. — Disculpa, ¿y tú quien vendrías siendo? — cuestionó uno de ellos, acomodándose el corbatín y sombrero, subiendo el mentón buscando mantener esa postura superior como si fuera mejor que yo. A lo que solté un resoplido por mi nariz muy leve, prácticamente imperceptible entre los gritos a lo lejos del viejo Mutenroshi.

— Soy Mark Kjellberg, hijo del Marçois en el Reino de Goa. — contesté, más no les dejé refutar buscando pruebas exactas, solo seguí hablando. — Lamento mucho el comportamiento del Ojii-san ahí. Me encargaré personalmente de que reciba su merecido castigo, les invito estimados compañeros nobles, que sigan su camino hacia el interior de la isla, seguramente se encontrarán con muchas atracciones y lugares interesantes en los cuales hallarán regocijo y diversión a granel. — hice una pequeña seña con la mano izquierda para que siguieran paso, y como si fuese ofensa para ellos, soltaron un sonoro bufido o un "¡Hum!" y volteando la cara, sacando pecho de nuevo y con la frente en alto, emprendieron rumbo hacia donde había dicho, tal vez dudosos de lo que les había dicho, pero no tenían forma de desmentirme tampoco, mi vocabulario había sido lo suficientemente efectivo como para que se lo creyeran. El Gyojin logró contener por su lado al viejo cascarrabias, el cual refunfuñando por si lado, se perdió entre la espesura de la gente nuevamente.

Se acercó a mi, y habló en un tono tranquilo. — Eh... parece que las cosas salieron mejor de lo que esperábamos. Aunque no podemos fiarnos de ellos... aún. — dijo en un inicio, para luego voltear a ver al castaño, el cual nos dejó el saludo en el aire. — Aún no lo saludamos, ¿cierto? No pudimos con tal embrollo. — agregó a la conversación.
Miré hacia un lado y ahí estaba él. — Tienes razón, ¡eh, tú! — vociferé queriendo llamarle la atención a él a medida que nos acercábamos. — Ya que nos saludaste, nosotros debemos hacer lo mismo... Como podrás ver, el Ojii-san este, metiendo presencia hasta con los nobles... hay que controlar un poco o nos terminaremos matando entre todos. Bienvenido a la isla, yo como tú, llegué hoy recién. — le decía en un tono tranquilo, cruzándome de brazos y sonriendo de medio labio. El pulpo por su lado hizo lo mismo, asintiendo. — Exacto. Bienvenidos a la isla, como le dije antes a ... ¡Oh! ¿Cómo se llaman? — cuestionaba haciendo una fugaz pausa. — Mi nombre es Hachiko. — agregó, a lo que yo dispuse a responder primero que nada. — Tal vez escucharon cuando hablaba con los "nobles", pero me llamo Mark Kjellberg, un placer para ustedes muchachos. — decía ciertamente petulante, aunque estaba bromeando más que nada.

Luego de que el contrario tuviese la oportunidad de presentarse, alguien empezó a hablar por un megáfono el cual resonó bastante fuerte, pareciendo que hablaba por un Den Den Mushi y lo que decía se transmitía por unos amplificadores bastante potentes. ¡Luchadores de toda Isla del Karate, seremos anfitriones esta tarde y parte de la noche, del Torneo de Lucha "Newbie Times" #32! ¡Todo aquel que deseé anotarse y sienta que está a nivel, pase por el stand dispuesto al lado de la fogata central! ¡Habrán premios para todos los participantes, comida gratis y sobre todo, concederemos un deseo personal al concursante que quede en primer puesto! ¡No se lo pierdan! hubo una pausa en la voz, y prosiguió aunque en un tono más calmado pero acelerado, como si se tratara de las "letras pequeñas" de un contrato. Tienen solamente treinta minutos para hacer una fila y anotarse, los que no se anoten en esos treinta minutos quedarán afuera. sí, aquello dijo en un tono muy apresurado, casi imposible de entender de hecho.

— Eh, muchachos. ¿Y si nos anotamos y movemos un poco las chachas? Vamos, sé que quieren... yo al menos quiero, me importa un huevo los premios... ¡Quiero comida! — decía con emoción. el Gyojin hizo lo mismo entonando un "¡Sí!" bastante fuerte alzando todos los puños derechos. Ahora solo faltaba que el otro confirmara su participación en el mismo, y ya seríamos tres posibles participantes en el susodicho torneo. ¿Qué deseo podría pedir? ... Ya tendría que pensarlo bastante.

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They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — Empty Re: They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — {Sáb 26 Jul 2014 - 21:35}

Las pisadas del revolucionario continuaban por la arena, su ceño estaba fruncido por primera vez en mucho tiempo, el castaño se había puesto de mala leche. Como alguno de esos idiotas tocase al anciano, deberían enviar a la marine porque iba a reventar a todos los nobles a golpes. Estaba ya llegando preparando su puño cuando de repente aquel peli azul y el Gyojin pulpo llegaron. El chico musculoso comenzó a hablar con los nobles, en un momento dado incluso pareció ser uno de ellos pues hablaba de la misma forma y con educación y soltura. ¿Acaso ese hombre era un noble? ¿Tenía un talento increíble para aquello? Fuese como fuese, ahora el luchador observaba de forma tranquila lo que ocurría. Hábilmente aquel hombre consiguió que aquellos idiotas no hiciera nada, el anciano se perdió entre la multitud, la mirada del revolucionario continuaba fija en los ojos de los nobles. Después de unos momentos, aquellos inútiles se giraron mientras continuaban a lo suyo, al parecer aquel hombre había conseguido tranquilizarlos con sus buenas habilidades verbales. El enfado del castaño pronto fue amainando volviendo a poner una expresión calmada y tranquila y a mostrar una sonrisa amable y amigable.

En ese momento cuando se iba a girar para buscar algo que hacer, escuchó que alguien daba una voz, no estaba seguro de si era a él, pero por girarse no perdía nada. De dio la vuelta y efectivamente el asunto iba con su persona, al ver quiénes eran sonrió de nuevo, con el problema del anciano golpeador se le había olvidado completamente la conversación pendiente con aquellas dos personas. El hombre que calmó a los nobles empezó a decirle que él también había llegado a la isla hacía poco y que trataba de evitarle problemas al anciano del caparazón de tortuga. A continuación los dos hombres dijeron sus nombres mientras se presentaban, el pulpo se llamaba Hachiko, mientras que el otro tipo decía llamarse Mark y un apellido que al revolucionario le costaba pronunciar. El chico realmente estaba sonriente y su personalidad le impedía ponerse borde, todo lo contrario, cuando fue a hablarles fue interrumpido. Una extraña voz comenzó a hablar, el castaño no tenía ni idea de dónde venía aquella voz, por lo que enseguida buscó con la mirada y escuchó con los oídos, pronto gracias a sus sentidos localizó el objeto que emitía aquel sonido y aquellas palabras.

Aquella voz procedía de un megáfono, era algo interesante pues estaban hablando sobre comida gratis y regalos para todos los participantes de un torneo de luchadores. Una enorme sonrisa se mostró en su rostro cuando escuchó aquello, no por el torneo, sino por la comida, entre la comida se incluía bebida seguro y eso solo significaba deliciosa y dorada cerveza de los Dioses. Las babas comenzaron a surgir de su boca mientras una sonrisa sádica, lasciva y enfermiza surgía de su rostro. Sin duda alguna era un loco de las cervezas, cuando pensaba en aquel líquido amarillo y espumoso cayéndole por la garganta y llegando a su estomago, las lagrimitas se le saltaban totalmente. Estaba claro cuál iba a ser su objetivo, ni deseo ni tonterías, él solo quería cerveza, su deseo no se lo podían conceder ahí y eso estaba claro, no era tan estúpido para creer que un dragón verde iba a salir y a conceder deseos, o alguna lámpara mágica descubierta milagrosamente y entregada al ganador, no creía nada. Ahora quedaba lo difícil, decirle a sus compañeros si querían acompañarle. De repente el peli azul dijo lo mismo que él pensaba en ese momento e hizo alague de la comida gratis, el pulpo también gritó que sí.

- En ese caso vayamos a la cola camaradas. ¡Por la cerveza gratis señores!


Gritó el castaño mientras soltaba una enorme carcajada lunática, sabía que le iban a seguir o al menos eso pensaba. No tardó mucho en divisar como algunos jóvenes hacían una cola, salió corriendo sonriente mientras pillaba sitio para él y sus dos acompañantes en caso de que llegara antes. La cola era enorme realmente, pero habían tenido suerte de estar cerca. De repente el megáfono se volvió a escuchar hablando de nuevo como había hecho anteriormente. La voz era la de la misma persona y parecía estar en un tono mucho más animado, seguramente por la cantidad de gente que había en la cola.

- ¡Muy bien! ¡Cuando os hayáis apuntado os irán dando una bolita con un numero, el orden no hace falta decirlo, el que tenga el uno con el dos, el que tenga el quince con el dieciséis y así sucesivamente!

Aquellas palabras indicaron al castaño lo que debía saber y seguramente a los demás. De repente llegó su turno, tras él estarían sus compañeros, pero no se dio la vuelta para confirmarlo. Cuando el hombre le pidió los datos, el castaño respondió con una media sonrisa a todo lo que aquel hombre le pedía, le dijo su nombre, el cual era Gildarts. Además le dijo su edad y si tenía alguna enfermedad que debiera conocer, el castaño dijo tener treinta años y negó a la segunda pregunta. Tras aquello metió la mano en una caja sacando el número trece. Un número que daba mala suerte, sin embargo no le importó y pasó al interior llegando a una enorme sala que se dividía en tres pasillos. Uno de ellos llevaba según los carteles a un jardín donde hablar y conversar, el otro a las gradas y el último a la arena de combate. El chico decidió esperar a sus compañeros y esperó en la puerta que llevaba a la arena. Mientras esperaba escuchó la voz del megáfono que volvió a hablar.

- ¡Vamos participantes once y doce a la arena!

No habían pasado ni un par de minutos y la primera pelea ya comenzaba, decidió esperarlos mejor en las gradas pues no quería perdérsela. Se metió por el pasillo correcto ya avanzó hasta llegar a las gradas de aquella arena de combate, el revolucionario se sentó en las más bajas estando realmente cerca del lugar de combate esperando al peli azul y al Gyojin.

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They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — Empty Re: They just wanna make BOOM! — Privado Pasado • Gildarts Lars — {Dom 27 Jul 2014 - 1:08}

Tanto Hachiko como yo seguimos de cerca a Gildarts, y aunque no pegamos una estampida emocionada y frenética, sí que estábamos bastante entusiasmados con el simple hecho de que podríamos comer todo lo que quisiéramos solamente por participar del evento. ¿Qué cosa mejor que esa? Por favor, una locura. Un sueño hecho en realidad. Ya con tan solo ver la barra de comidas y alimentos predispuestos para nosotros los participantes, se me hacía agua a la boca. Hachiko por su lado, mirando al frente, dando paso tras paso mientras avanzábamos en la fila, me preguntó algo sin mirarme. — Eh, Mark... ¿qué piensas sobre la comida, se ve deliciosa, verdad? — preguntó volteando la cabeza hacia la izquierda, llegando a mirarme de reojo por encima de su hombro zurdo. Para su sorpresa, mi cara era de tal goce y satisfacción, deseo por comer aquellos deliciosos platillos, que estaba totalmente deforme, en serio. Mi cara parecía la de un mono pero con una amplia sonrisa dibujada en su rostro, los ojos curvados y entrecerrados fijando la mirada hacia arriba en un punto muerto, imaginario, ahora mismo estaba viendo con mi mente y pensando con mi estómago. — Ah... comida... tan deliciosa y.. rica... comida. — comentaba con una manera de hablar que podría confundirse con la de un auténtico retrasado mental, era tal mi estado de distracción, abstraído por la comida y las ganas de comer, que Hachiko me tuvo que dar un codazo potente en el codo para que reaccionara.

— ¡Agh, ya! Pesado... andaba pensando en comida, ¿acaso no me veías fijando mi mirar en la mesa de alimentos? — murmuraba sobándome el abdomen, antes de seguir por la fila y tomar mi respectivo número. Doce era mi número... ¿porqué no me tocó otro? Mierda, eso significaba que me tocaría con el que le haya tocado un doce. De todas maneras, me dirigí a la zona de espera, la entrada de la Arena, alejándome poco a poco de la comida, la veía agonizante realmente, no me gustaba alejarme de tales deliciosos platillos, pero bueno, nada que se pudiera hacer. Tendría que luchar y no había otra opción; Me puse al lado de Hachiko y de Gildarts, dándoles una pequeña palmada en la espalda a cada uno al mismo tiempo cuando llamaron mi número, efectivamente debería luchar primero aquella tarde. — Bueno, muchachos... nos vemos en unos minutos, ¿eh? Suerte a ambos. Nos juntaremos en la mesa de los finalistas. — les dije sin mucha preocupación, a fin de cuentas, tocara quien me tocara, tampoco es que tuviera miedo o dudas de si iba a ganar, un ser de tal excelencia como yo no podía perder con simples principiantes, pero para todo hay una primera vez, o eso dicen. Aunque... yo no sé si nací virgen, lo dudo mucho, no recuerdo mi primera vez, seguro porque ya habían habido muchas "primera vez", nunca me canso de esa excusa.
Luego de despedirme, me llevaron a la sala de espera. Había una pequeña banca allí, un pequeño pocillo con talco secante, seguro para las manos, y un tacho con agua para enjuagarse tal vez las manos o algo así. Me senté en la susodicha banca, apoyando mis brazos estirados hacia los lados en el respaldo de esta. Tiré mi cabeza hacia atrás, habiéndome echado un poco de agua en la cara y respirando profundamente. Intentaba mantener la calma, pero era tal la emoción, tantas ganas tenía de salir a pelear y demostrar que podía ser el mejor, y era el mejor, que mi corazón se encontraba latiendo de una forma muy veloz. Al fin, las puertas se abrieron, dándonos paso tanto a mi como a mi contrincante, el cual por ahora, seguía siendo desconocido. La arena era circular, asemejándose mucho al coliseo romano de los Gladiadores, aunque en una escala mucho menor en cuanto a tamaño. La gente se encontraba sentada en las tarimas, gritando emocionados, alentando a cada uno por los que habían apostado, yo siendo el número once, y el número doce... un niño. Sí, un niño salió de aquella puerta opuesta. Me le quedé mirando algo desconcertado a la par de confundido, ¿pero le menospreciaría? Bueno... lo haría como lo hago con todos, ya que nunca llegarían a ser tan superiores como yo, pero nunca me confiaba demasiado en solo las apariencias. Ya que estas suelen decir que engañan, y mucho.

— ¡Den un fuerte aplauso para los primeros concursantes de este torneo! — decía el locutor por aquel megáfono, el cual se transmitía por los amplificadores repartidos en la arena. — ¡Por un lado, tenemos a Mark Kjellberg, el famoso Dragón de Hielo! — empezaba presentándome a mi, un punto extra para mi ego realmente. Pero volviendo a lo que nos cruje e importa a todos, aunque ¿qué podría importar más que yo?, el presentador se dirigió la palabra ahora al niño que estaba frente a mi. — ¡Y en este lado, tenemos a Hiai Gori, el niño mono estrella! ¡Démosles un fuerte aplauso a ambos! — comentaba él, mientras una mujer tiraba un pañuelo blanco a la arena, al segundo que aquel pañuelo tocara suelo, significaría que empezaba el combate. Un segundo... dos segundos, el viento no ayudaba en nada. Arrugué el ceño y me acomodé los guantes de rayo, a fin de cuentas no habían muchas reglas aparte de que estaba totalmente prohibido matar a alguien. El pañuelo tocó el piso, la gente gritó emocionada y el niño que estaba frente a mi con esa expresión tan inocente, empezó a inclinarse y pararse como un mono. ¿Así que el estilo del mono, eh? ... Vaya, nada mal. Me le quedé mirando con una expresión risueña y socarrona, golpeando mis puños entre sí, creando un par de chispas amarillas eléctricas que recorrieron el hierro de aquellos resistentes guanteletes.

— ¡HYAAAAH! ¡UH UH! — gritaba como mono aquel niño, arremetiendo hacia mi a gran velocidad, corriendo en un zigzagueo bastante veloz, aunque sus movimientos no eran imposibles de predecir. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, adopté la posición clásica del Wing Chun, y al momento en que me lanzó un aparente ataque con una de sus piernas, detuve el golpe desviándolo hacia un lado propinándole un potente golpe con el dorso externo de mi mano izquierda, y luego le di un fuerte puñetazo en la cara que lo hizo recular, inclusive se escuchaba su quejido agudo aún asemejándose a un mono. Luego de que se alejó unos metros, dejé aquella postura y me puse de costado, poniendo mis manos en una posición un tanto más curiosa, dando pequeños brincos primero apoyando un pie y luego con el otro, y así seguidamente. Un ritmo interno empezaba a surgir en mi interior, y antes de darme cuenta, me encontré con aquel niño mono arremetiendo de nuevo contra mi, esta vez hasta efectuando un ataque con nombre, algo que me llamó mucho la atención.

— ¡Monkey Rush! [AF] vociferó agudo. Lanzándome una seguidilla de patadas a medida que las esquivaba una por una, o las detenía usando las palmas de mis manos. Daba largas zancadas a los lados para seguir dando fugaces brincos en el suelo. Cuando lo tuve cerca y vi que había cierto espacio vacío para poder golpear, lanzando una patada giratoria bastante potente, el chico esquivó debido a su rapidez y baja altura, propinando una patada al ras del suelo que alcanzó mi tobillo. Me hizo caer evidentemente, para luego darme un talonazo descendente con su pierna izquierda que impactó en mi pecho. Tosí sonoramente, escupiendo un poco de saliva aunque no había sido del todo fuerte. Antes de que siguiera atacando al ver que se me tiraría encima, apoyé ambas manos en el suelo dando una fuerte palmada con estas en el suelo, brincando del suelo haciendo impulso con todo mi cuerpo y quedando parado en el suelo. — Al parecer el mono quiere jugar rudo. Bueno... si tú eres un mono, entonces te mostraré la razón por la cual me dicen Dragón. — comentaba en un tono tranquilo, para luego transformarme en mi forma completa. La gente gritaba entre emocionada y espantada, pero no se despegaban de sus asientos. Mi cuerpo levantándose desde los pies hasta la cabeza una abominable altura de cuatro metros. El niño por su lado se frotó los ojos, incrédulo ante lo que veía.

Empecé a acercar mis fauces a su ahora pequeño cuerpo, notando cómo este se encogía de hombros. Luego de eso aleteé fuerte, haciendo que el viento causado por mi, la ráfaga de este levantara tierra de la arena y creara una nube por la cual no se podía ver mucho, aunque mi prominente cuerpo de dragón seguía destacando en demasía con sus azuladas escamas. El chico temblaba espantado, a lo que yo, sonriendo socarrón, luego hice lo primero que se me ocurrió más gracioso, a lo que el "monito" tragaba seco. — Bú~ — dije yo como si lo asustara. Y eso causó, se tiró de rodillas al suelo y se puso en una posición como de rezo, susurrando clemencia. Se había rendido. El locutor quedó estupefacto, no podía nadie creer lo que había sucedido, tampoco se esperaban que me fuera a transformar en un dragón de tal tamaño, a fin de cuentas me recordaban por mi forma híbrida como mucho. Volví a mi forma humana, a la vez que el locutor del torneo empezaba a hablar de nuevo por su megáfono. — E... el ganador es... ¡El ganador es Mark Kjellberg, ya que el niño estrella se ha rendido! ¡UN FUERTE APLAUSO PARA MARK, EL DRAGÓN DE HIELO! — exclamaba con emoción aunque aún algo desconcertado. La gente tardó unos segundos también en reaccionar, pero hicieron lo mismo, gritaron por mi victoria mientras me retiraba de la arena, dejándole espacio posiblemente a los siguientes concursantes.

Pasé por donde estaban Hachiko y Gildarts nuevamente. Algunos de los que se habían anotado al torneo me miraban raro, otros me palmeaban los hombros felicitándome. En un torneo sin reglas aparte de que no se podía matar, seguro me divertiría mucho con esto. — ¿Ven? Se los dije... Ahora a ver a quien le toca después. Como dije... suerte muchachos. — musité pasando por entre medio de los dos a lo que soltaba una confianzuda y socarrona risa entre dientes, dándoles una potente palmada en la espalda que seguramente movería sus cuerpos, dirigiéndome a enfriarme un poco el cuerpo, descansar, y sobre todo... comer como un animal. ¡Ah, comida! ¡Deliciosa y hermosa comida! Llegué a la mesa de los ganadores de la primera ronda, empezando a devorar todo lo que hallaba a mi paso sin mucho rodeo hasta que quedé satisfecho. Con la panza llena y redonda, me recosté en mi silla, suspirando profundamente, contento, limpiándome entre dientes con un escarbadientes de madera algo afilado, cruzado de piernas y bebiendo un té digestivo, como para que la comida no me cayera mal y luego pudiera seguir peleando a la hora que me volviera a tocar.
Y el torneo tenía que seguir, obviamente. Siguieron los siguientes concursantes, luchando uno contra otro. Hachiko pasó antes que Gildarts, luchando contra otro Gyojin aprendiz de la isla. Al parecer habían un par de individuos que se separaban del resto, y ya no tendrían que ser considerados como principiantes, inclusive algunos eran más que principiantes... parecían gente "especial" con necesidades únicas, se quedaban parados y se rendían a la primera oportunidad que tenían. Vaya manada de inadaptados sociales; De todos modos, el turno de Gildarts llegó. Le tocaba contra alguien un tanto peculiar: Una mujer; Pero no cualquier mujer. Todos de antemano le deseaban suerte y le advertían en la zona donde los luchadores se encontraban, que tuviera mucho cuidado con sus encantos, podría llegar a ser un peligro inminente y quedaría literalmente en pelotas. Hachiko inclusive, el cual algo cansado por su combate, llegó a hablarle al castaño. — Esa señorita, no te dejes encantar por sus curvas... sé porqué te lo digo, una vez me encamé con ella solamente porque me dejé llevar bajo los efectos de la cerveza que me ofrecía gratis, y amanecí sin dinero y sin ropa, atado en pelotas en medio de la plaza central. — comentaba el Gyojin pulpo de anillos azules. Pero no hubo mucho tiempo más para advertencias, ya que vinieron dos asistentes para guiar a Gildarts hacia la sala de espera en su lado de la arena, para que se abriera las compuertas.

Estas se abrieron, dando lugar a ambos competidores por el trono en aquel torneo de novatos. Primero se podía notar que salía el castaño, siendo animado por el público, y muchas chicas además parecían tirarle por la cabeza sus prendas interiores, privadas. Inclusive unas viejas le propinaban justo en la cabeza con una puntería envidiable sus calzones con derrapes embarrados. ¡Asco!; Pero luego salió ella, la mujer que tanto le habían dicho al joven entusiasta Revolucionario. Una fémina de apariencia joven y curvas sumamente atractivas hizo acto de aparición. Las mujeres le abucheaban y los hombres le chiflaban, gruñían, gritaban como bestias hambrientas sin tener en cuenta que muchos de ellos ya habían sido engañados por sus encantos, vaya imbéciles; Sus ojos yacían cerrados, presentaba una expresión serena, siquiera parecía interesarse en Gildarts. Pero el presentador no se hizo esperar, hablando por el megáfono con cierta emoción y acaloramiento, culpa de la mujer. — ¡En un lado tenemos a Gildarts Lars, un entusiasta luchador que nunca antes vimos en nuestras vidas! ¡Y por el otro lado tenemos a Rose Markus, la encantadora espadachina rompe corazones! ¿Quien ganará, quien saldrá tirando los calzones por los caminos y encamándose con Rose esta vez? .. ¡Averigüémoslo! — exclamó antes de sentarse. Tiraron el pañuelo blanco nuevamente, y este fue cayendo muy lento, pausado. La noche había caído ya, oscureciendo el cielo y decorándolo con estrellas. Eran aproximadamente las nueve y media de la noche... Una brisa calma pasó por entre medio de ambos, y un silencio sepulcral se decantó en la Arena, el pañuelo... tocó piso.
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